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Según el Osinergmin, los accidentes del sector gas natural se han duplicado a 239 en
relación al año pasado. En el 2006, el Ministerio de Salud registró 2,156 accidentes
laborales, 63% más que el año anterior. Por su parte, según el Sistema de Accidentes de
Trabajo de EsSalud, hubo 19,148 casos de este tipo.
Por otro lado, aun con las inspecciones contempladas en el reglamento, la informalidad
juega un rol condicionante en su aplicación. Arce advierte que los trabajadores informales
no tienen acceso a las comisiones que tratan estos temas en las empresas donde laboran,
y si quisieran pedir compensación, es aún más difícil pues no tendrán a quien reclamarle.
En el caso del empleador, también se produce esta situación. “El rol de la informalidad
lo juegan también las empresas, porque no hay forma de fiscalizarlas. El 80% de la gran
red de empresas peruanas es micro y pequeña empresa. Entonces, el reglamento puede
estarse aplicando solamente a un 20%”, agregó.
También sostuvo que esto ha degenerado en un ambiente laboral donde los empleados
están poco capacitados. “Antes, el trabajador era un especialista en su puesto.
Actualmente, bajo la dinámica de cambiar los contratos temporales, los empleados pasan
de una empresa a otra, donde va cumpliendo labores distintas”, puntualizó.
Agregó que otra causa del aumento del riesgo laboral se encuentra en las condiciones
subestándares de trabajo, lo cual significa que probablemente haya habido una baja en la
calidad del equipo que maneja el empleado— ya sea por antigüedad o por adquisiciones de
segunda mano— y lo exponen con más frecuencia a situaciones de riesgo.
Aun así, un marco más sancionador no sería la solución, ya que se presentaría de debate
en las fórmulas de reparación del daño. El especialista de la PUCP señala que habría que
distinguir entre responsabilidad contractual y extracontractual. En ésta, la reparación es
objetiva al daño; sin embargo, la primera debe pasar por la vía judicial.
Los estibadores forman parte de este sector. De acuerdo con “Punche Perú” —publicación
de la federación de estibadores (FETTRAMAP) y la ONG ISCOD— 100,000 personas se
ejercen esta labor como principal actividad económica. Si bien es un oficio casi ancestral en
el Perú, la ley 29088 respecto a la salud y seguridad fue aprobada recién en el 2007.
El Centro de Salud Ocupacional y del Medio Ambiente para la Salud (Censopas), del
Instituto Nacional de Salud (INS), elaboró el estudio “Salud ocupacional en el trabajo de
estiba” —que sirvió de base para la aprobación de dicha ley—, donde se detectó que
los estibadores cargaban un promedio de 150 kg por saco, lo cual viola los estándares
internacionales para este tipo de labores.
El Art. 85, Capítulo III, del Reglamento de Seguridad y Salud en el Trabajo (DS 009-2005-TR)
señala que el Mintra debe publicar estadísticas parciales en materia de accidentes de trabajo
cada mes en su página Web. Sin embargo, ninguna de las secciones o enlaces del portal
(www.mintra.gob.pe) cuenta con esta información.
Por otro lado, los anuarios del ministerio sí se encuentran disponibles, pero solo registran cuadros
de huelgas, negociación colectiva, planillas electrónicas y contratos.
No obstante, la ley 29088 ha sido implementada por parte de los empresarios, quienes han
ajustado el peso de su carga al estándar internacional de la OIT (55 kg), pero su aplicación
es “letra muerta” para la salud laboral debido al régimen salarial de la estiba que se basa
en el pago por kilo transportado.
Ante este escenario, el estudio —que tomó tres años en concretarse— parece no haber
tenido el impacto para el que fue diseñado en un principio. Los trabajadores de estiba,
a pesar de sus propuestas y reclamos por un trato más justo para su salud y seguridad
ocupacional, continúan laborando bajos las mismas prácticas a pesar de tener una ley que
los protege.
Actualmente, una parte importante de pacientes que recibe el INS son mineros, así como
también estibadores. De éstos últimos, diariamente llegan 30 con problemas de salud
ocupacional, pero aun así continúan cargando 120 kg por saco, lo cual, según una fuente
de esta institución, pareciera indicar que los trabajadores priorizan el dinero antes que la
salud.