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Autor
Laura Nieto.
C.I.: 26.776.613
Profesor
Hipólito Salcedo.
Los Aparatos Ideológicos del Estado actúan como una de las herramientas
fundamentales para garantizar el control absoluto del sistema. Su función,
opuesta a la de los Aparatos Represivos del Estado pero no totalmente ajena a
esta, se basa en introducir sutilmente en el pensamiento y la práctica de la
población ideas que aseguren su sometimiento al modo de producción actual y
aseguren las relaciones de producción que imperan y dan vida al Estado
Moderno.
"No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario,
es su ser social el que determina su conciencia.”
Karl Marx.
Marx sostenía que la existencia del Estado se fundamenta principalmente
en la naturaleza de su estructura, es decir, en el elemento indispensable que,
como en todo sistema, da forma y sentido a los demás. Dicho elemento,
llamase modo de producción, corresponde entonces al nivel o instancia de la
infraestructura; puesto que podemos afirmar que es a través y en función de
este que a lo largo de la historia -si la estudiamos desde la concepción
materialista- se ha dado la organización política y social de la humanidad
(superestructura).
El Estado es ante todo lo que los clásicos del marxismo han llamado el
aparato de Estado. Se incluye en esta denominación no sólo al aparato
especializado (en sentido estricto), cuya existencia y necesidad conocemos
a partir de las exigencias de la práctica jurídica, a saber la policía, los
tribunales y las prisiones, sino también el ejército, que interviene
directamente como fuerza represiva de apoyo (el proletariado ha pagado
con su sangre esta experiencia) cuando la policía y sus cuerpos auxiliares
son "desbordados por los acontecimientos", y, por encima de este conjunto,
al Jefe de Estado, al Gobierno y la administración. (…) El aparato de
Estado, que define a éste como fuerza de ejecución y de Intervención
represiva "al servicio de las clases dominantes", en la lucha de clases
librada por la burguesía y sus aliados contra el proletariado, es realmente el
Estado y define perfectamente su “función" fundamental.
En efecto, Althusser expone como ejemplo la iglesia. Esta institución fija los
principios y reglas que debe seguir el pensamiento y, a su vez, los actos de
quien en virtud de su “elección propia” asumió las ideas que ahí se profesan.
Así, siempre que se complazca y se viva fielmente en función de la palabra del
ser supremo Dios, se alcanzará el reino de los cielos, aspiración máxima de
todo religioso.
Por otra parte, referirse a los A.I.E y no hacer especial mención a los medios
de comunicación, teniendo en cuenta la increíble relevancia e influencia que
han adquirido en los últimos siglos, es inaudito. Grandes estudiosos del
marxismo, como Marta Harnecker se atreven incluso a afirmar que si el látigo
es el arma en la dictadura, la propaganda lo es en la democracia. Romero
(XXXX) en De propaganda y democracia: la maleabilidad de las masas, señala: