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Introducción

En la ~ra de la intimidad

"Esto es sólo una autobiografía en la medida


en que en ella se cuenta la historia de un proble-
ma que, casualmente, tiene mi misma edad: r...] es
el problema y el fenómeno de ese gigantesco ma-
quiavelismo que se viene preparando intelectual-
mente desde hace cincuenta años y cuyas conse-
cuencias apocalípticas vivimos hoy en realidad",

Hermann Broch, Autobiografía como programa


de trabajo , 1941. 1

l. El imaginario de lo íntimo

Sólo tiene v¡¡lor de veracidad en el discurso lo que hace


evidente a un sujeto, pero po poseemos ningún instrumento
definitivo para atrapar ¡¡ eSe sujeto: este es el signo de la
era de la intimidad. Lo subjetivo, la vivencia, la experien-
cia ¡mcarnada en la confesión o el testimonio expresan esa
medida común de veracidad que el discurso propone y que
sólo puede traducirse, como figura de la interioridad, en lo
íntimo, transformado en prueba de una certeza que se basa
en la fiabilidad textual de su localización y, al mismo tiem-
po, de manera contradictoria, en la convicción de su inac-
cesibilidad existencial.
Este valor de veracidad posee alcances limitados: en lo
íntimo no reside la verdad de la Historia, sino la vía - hoy
privilegiada- para comprender la Historia como síntoma.
Aunque la Historia como síntoma podría ser pensada des-
de otras perspectivas, actualmente la hermenéutica que
prevalece sugiere aprehender sus significados en las flexio-
nes indirectas de la intimidad -tanto en los discursos del
pasado como en los del presente.
Lo íntimo es el espacio autobiográfico convertido en "Los sere:; no son intercambiables s ino recíprocos, 0, mejor di-
seña l de peligro y, a la vez, de frontera; en lugar de paso h son intercambiables porque son recíprocos, A partir de ese
e o, . 'b] o,
y posibilidad de superar o transgredir la oposición entre mom en to , la relación con otro se torna lmposl e.
privado y público. 2 Es un espacio pero también una posi-
ción en ese espacio; es el lugar del sujeto moderno -su Esa imposibilidad no constituye únicamente un rasgo
conquista y su estigma- y al tiempo es algo que permite filosófico, sino una vivencia histórica, como también ad-
que esa posición sea necesariamente inestable. Lo íntimo virtió Lévinas:
es imaginario en el sentido en que Roland Barthes define
este concepto parafraseando a Jacques Lacan, como efec- "Yo no defino al otro por el porvenir, sino al porvenir por la otre-
to sospechoso del "desconocimiento que el sujeto tiene de dad, ya que el porvenir mismo de la muerte consiste en su to.t~l
sí mismo en el momento en que se decide a asumir y ac- alteridad. Mi respuesta principal se reduce a decir que la relaclOn
"eon otro, considerada en el nivel de nuestra civilización, es una
tuar como su yo". 3 Pero la dimensión imaginaria no es
c'omplicación de nuestra relación original 1.. . 1",6
sólo desconocimiento (o punto ciégo) sino movimiento de
ruptura y, ¡Jor tanto, poderoso dinamizadot. 4 En esta do-
La postura de Lévinas el judío tiene su contraparte en
b!e vertiente -que incorpora la vers ión lacaniana de lo
Paul Ricoeur el cristiano. No es casual que, casI Jl1versa-
imaginario aunque le agrega un carácter de apertura y
mente éste describa la relación con el otro como "don" (no
no sólo de clausur", del autoconocimiento- 1", intimidad
como ~uro); y que lo haga precisamente en su Autobiogra-
no constituye únicamente una expresión de la trampa del
fía bntelectual:
autoengaiio definida por Lacan sino también una herra-
mienta para la comprensión de las transformaciones his-
"E l punto es el siguiente: de la íntima certeza de existir en el
tóricas.
modo del sí el ser humano no tiene dominio; le viene, le adviene, a
A un estricto linaj e de pensadores se debe la hoy hege-
mónica línea de pensamiento que aborda esa función do-
la manera deun don, de una gracia, de los que el sí no dispone".;

ble de lo íntimo -p unto ciego y lugar de paso- desde Georg Al revés de Lévinas, Ricoeur postuló siempre que el otro
Simmel o Norbert Elías a Emmanuel Lévinas y Michel es radical y misteriosamente accesible; sin embargo, a pe-
de Certeau. En esta vertiente -que ha oscurecido otros sar de esta evidente disputa, los términos teóricos en que
aportes significativos, a los que me referiré ahora- lo ín- piensa ese vínculo pertenecen a l mismo horizonte concep-
timo es objeto de una fenomenología radical de la inte- tual de Lévinas: una atención profunda, casi absorta, al
rioridad entendida como asimetría aunque también como problema de la construcción subjetiva. Por ello muchos de
percepción derivada de la alteridad . Lévinas formuló jus- los elementos de esa fenomenología radical aparecen re-
tamente su rasgo teórico básico más influyente, el de la currentemente en el archivo de autoridades -antes men-
inaccesibilidad:
cionado- de la reflexión teórica actual sobre los géneros
de la memoria, cada vez más atentos a ese núcleo de la ciones en conjunto, la actual tendencia académica y del mercado de
intimidad. No obstante esta hegemonía,Ia fenomenología los bienes simbólicos que se propone reconstruir la textura de ,la
radical de la relación con el otro -en Lévinas imposibili- vida y la verdad albergada en la rememoración de la experiencIa,
la revaloración de la primera persona como punto de vista , la rei·
dad, en Ricoeur gracia- sólo es uno de los modos de acceso
vindicación de una dimensión subjetiva. que hoy se expande sobre
a la evidente situación privilegiada de los géneros de la
los estudios del pasado y los estudios culturales. Son pasos de un
intimidad en los discursos de la Hi storia y en las formas
programa que se hace explícito, porque hay condiciones ideológicas
literarias actuales.
que 10 sostienen. Contemporáneo a lo que se llamó en los años se-
Hay otros modos de entender esta presencia persisten- tenta y ochenta el "giro lingüístico", o acompañándolo muchas ve-
te de la legitimación subjetiva de cualquier discurso; de ces como su sombra, se ha impuesto el giro su bjetiuo".11
uno de ellos se hace cargo Beatri z Sarlo en Tiempo pasa-
do-Cultura de la memoria y giro subjetivo-Una discusión,'
para a continuación datar con precisión el inicio del cam- 11. Antecedentes: de la vergüenza a la ansiedad
bio en la consideración epistemológica de los registros de
la vivencia individua; en el inglés Richard Hoggart,9 qu e La aguda reflexión de Sarlo acerca del "giro subjetivo"
inici ó de al¡;ún modo la refl exión sobre la historia de la no se detecta sólo en la lista de autores que antes califiqué
lectura. Observa Sarlo que todavía en 1970 el importantí- de hegemónica. Hay otro contigente previo de corrientes y
simo libro de Hoggart, Th e Uses of Literacy (1957), lleva- pensadores menos citados en la actualidad, que vale la pena
ba , en su traducción francesa , un prólogo de Jean Claude incorporar para comprender el alcance del movimiento y,
Pa sseron en el que aún consideraba "sospechoso" para las sobre todo, su prolongada gestación todo a lo largo del si-
ciencias sociales que Hoggart apelase a sus "propios re- glo XX. El primero es prácticamente un divulgador de la
cuerdos y experiencias de la adolescencia sin considerarse sociología (y un sutil detector de perfiles histórieo-carac-
obligado a fundar teóricamente la introducción de esa di- terológicos), David Riesman. Entre 1949 y 1950, para mos-
mensión s ubjetiva": 10 trar las nuevas condiciones en las que se construía el indi-
viduo en la sociedad norteamericana de la postguerra, Ries-
"La idea de entender el pasado desde s u lógica (una utopía que man describió, en un libro clásico, tres tipos de personali-
ha movido la historia ), se enreda con la certeza de que ello, en pri- dades . En primer término, la persona dirigida por la tradi-
mer lugar, es completamente posible, lo que aplana la complejidad
ción, que "siente el impacto de su cultura como una uni-
de lo que se quiere reconstru ir; y, en segundo lugar, de que lo alcan-
dad", con cuyos miembros está en un contacto diario y "que
za colocándose en la perspectiva de un s uje to y reconociendo a la
subjetividad un lugar, presentado con recursos que en muchos ca-
no le exigen que sea un determinado tipo de persona sino
sos provienen de lo que, de.sde mediados del siglo XIX,la literatura que se comporte de la manera adecuada". Si el individiduo
experimentó como primera persona del relato y discurso indirecto transgrede estas normas, siente temor a "ser cubierto de
libre: modos de subjeti vación de lo narrado. Tomadas estas innova- vergü~nza".

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. En segundo lugar se encuentra el tipo de persona "diri-
gIda desde adentro", que ha La segunda diferencia tiene que ver con el medio: "la
persona de dirección tradicional obtiene sus señales de
"... Incorporado
. tempranamente un giroscopio psíquico que sus pa- los otros, pero le llegan en un monótono cultural; él no
dres ponen en movimiento y que, más adelante, puede recibir seña- necesita un complejo equipo receptor para captarlas". En
les de otras autoridades que se semejan a sus padres. El apartarse cambio:
del rumbo fijado, sea en respuesta a impulsos internos o a las vo-
ce,s fluctuantes de sus contemporáneos, puede conducir al senti- "La persona dirigida por los otros debe estar en condiciones de
mIento de culpa". recibir señales lejanas y próximas; las fuentes son muchas y los
cambios, rápidos. Lo que puede internalizarse, pues, no es un códi-
. Signif~cativamente, Riesman pone al funcionario colo- go de conducta, sino el complicado equipo necesario para captar
mal Ingles en}os trópicos como ejemplo de esta segunda tales mensajes Y. en ocasiones, intervenir en su circulación. En lu-
gar de los controles por culpa y vergüenza, si bien estos sobrevi-
mstancla, del IndIVIduo que ha incorporado el giroscopio".
ven, la palanca psicológica primordial de la persona dirigida por
Por fin, en tercer término está la persona dirigida por los
otros, que los otros es una ansiedad difusa. Este equipo de control, en lugar
de asemejarse a un giroscopio, se parece a un radar. l ".?

.: aprend.e a responder a seña les procedentes de un CÍrculo mucho


De ese modo Riesman concluye, con la descripción de la
mas ampho que el constituído por los padres. En este se t·d 1
pe d' . 'd n I o, a persona dirigida por los otros cuyo signo primordial es la
~sona 1~1~1, a por los o~ros se asemeja a la primera, a la dirigida
pOI la. tradlclOn: ambas vIven en un medio grupal y carecen de la
ansiedad, su conocida clasificación de personalidades pro-
capacIdad de la persona de dirección interna". pias de la sociedad de consumo. El radar ansioso necesita
del movimiento continuo, de la aceptación nivelada, de la
. Pero aquí surgen dos importantes diferencias entr~ el aquiescencia de otros similares y jerárquicamente iguales
mdlvlduo del primer grupo y el del tercero . Por un lado: frente a los cuales debe expresarse buscando hábilmente
la aceptación inmediata.
"La naturaleza de este medio grupal difiere radicalmente en los Después de Riesman, es posible mencionar un autor
dos ca~os. La persona dirigida por los otros [el tercer grupal es cos- menos conocido, aunque una de sus obras circuló en los
;:o:ohta. Para ell~ la frontera entre familiar y desconocido L.. 1 se años sesenta traducida al castellano en Buenos Aires. En
. orrado. [-... ]. Mientras que la persona con 'dirección interna' (el efecto, pocos años más tarde de la publicación de La mu-
l~gl és del trópico) puede estar en el extranjero 'como en su casa' en chedumbre solitaria se puede detectar una idéntica aten-
vIrtud de su relativ~ inse~sibi1idad a los demás, la persona dirigi- ción preocupada hacia el surgimiento de esta lábil sensi-
da por los otros esta, en CIerto sentido, como en su casa en todas bilidad igualitaria de un yo cada vez más visible como eje
partes, y en ni~guna , y es capaz de una intimidad rápida, aunque a
de la experiencia social en el sociólogo e historiador de las
veces superficIal, con todos".
ideas, Philip Rieff. Este, en The Triumph of the Therapeu-

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tic. Uses of Faith after Freud,13 analizó la transformación propone como rasgo inherente a la sociedad "terapéutica"
-y decadencia- del severo legado freudiano: donde el yo no será jamás objeto de dominación o mortifi-
cación sino de curación.
. "En la cultura emergente cada vez más gente sentirá preocupa-
CIones 'espirituales' y se embarcará en proyectos 'espirituales', Se
111. Otras líneas.
cantará más; y más gente atenderá esos himnos. Muchos continua-
El proceso de subjetivización y su análisis en la pers-
rán prosternándose y leyendo la Bibla, que se ha convertido, ya
hace mucho, sólo en alta literatura, pero ningún profeta logrará pectiva del siglo XX
detener el proceso [de secularización!. Cada vez habrá más teatro,
y no se encontrará ningún puritano capaz de suspender las repTe- Pero estos antecedentes no son suficientes para expli-
s~nt~ciones.l. Al contrario, supongo que la sociedad actual monta- car el movimiento hoy vigente hacia la centralidad del yo
ra pSlcodra.:nas con mayor frecuencia que sus antecesores milagros, y sus consecuencias en los discursos de la intimidad. De
y en los pSlcodramas los pacientes actuarán su vida interior tras hecho, el proceso por el cual diversas disciplinas dirigie-
lo cual el acto final se expresará como· representación". ' ron una atención preocupada hacia el yo cosmopolita lleno
de ansiedad difusa -Riesman-, o hacia el yo que Rieff de-
Rieff culmina estas observaciones con una pregunta que finía como "hombre psicológico" dispuesto a "servirse de
es pOSIble poner en relación con el auge de lo que hoy po- cualquier creencia que pueda convertirse en instrumento
demos llamar "subjetivización individual de la experien- terapéutico" no se originó, con ellos, tras la Segunda Gue-
cia colectiva": rra Mundial.
Es más: se puede incluso situar el debate setenta años
"S~y consciente de que estas especulaciones pueden parecer una antes. Como señala Fernando Álvarez Uría:
parodIa del apocalipsis. Pero, ¿ha habido alguna vez un apocalipsis
tan amabl,e? ¿Ha existido alguna vez una cultura que se propusie- "A finales de los años ochenta del siglo XIX en Alemania y más
se -como esta- no herir ningún YO?"15
concretamente a partir de la publicación del libro de Ferdinand
Tonnies titulado Comunidad y sociedad. El comunismo y el socia-
No "herir ningún yo" supone expandir, precisamente la lismo como formas de vida social (1887)16 se produjo entre los cien-
esfera de cada "yo" y volver a la vez absoluto su derech~ a tíficos sociales alemaI\es un vivo debate sobre la naturaleza de la
exigir un ámbito de expresión inalienable y central. Tanto Modernidad, y más concretamente sobre el lugar que ocupan los
Rlesman en los años cincuenta del siglo XX como Rieff en individuos en la sociedad, es decir, sobre cómo conforma cada so-
los setenta preanuncian, con posiciones muy distintas el ciedad el modo de ser sujeto. En este debate participaron grandes
"giro subjetivo" que Sarlo misma describe ya, incipie~te, sociólogos como Georg Simmel, Werner Sombart y Max Weber, pero
en RIchard Hoggart. Una suerte de creciente amabilidad también el gran sociólogo francés Emile Durkheim. En términos
generales podríamos decir que los sociólogos se dividieron entre
de la cultura occidental que irónicamente el propio Rieff
los apologistas del comunitarismo -Tonnies y Sombart- y los de-

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fensores de l indi vidua li smo moderno -Simmel y Weber-o Entre nio subjetivo dentro de las disciplinas históricas , aÁlva-
ambas posiciones ge encontraba e l solidarismo de Durkheim y su
ez Vría demostrando el debilitami ento de la experienCIa
escuela". !7 r " .
política colectiva y el reforzamiento de sus termmos PSI-
cologizantes? Al menos dos: primero, que el g Lro sllbjetwo
Álvarez Vría propone ciertas conclusiones que vincu-
llevaría a basa r la transmi sión del conocimiento histórico
lan la tendencia a la psicologi zación en el campo de las
y la comprensión de las forma s literarias en una ex~ erien­
ciencias humanas con el debilita miento de la noción de ciu-
cia del sujeto en el discurso susceptible de captaclOn md,-
dadano y fragilidad de la idea de democracia en el planeta
recta, por indicios como diria Michel de Certeau, de una
convertido en mercado universal. En función de este diag-
intimid ad discursiva. 19 Segundo, que la psicologización lle-
nóstico observa que en todas sus vertientes y con todos
varía a una absol utización de la esfera individual de esa
sus di stingos los fundadore s de la soc iología "reconocen el
experiencia, lo cual supone la sustracción de la ex periencia
avance del proceso de individu alización en la Modernidad ,
colectiva, su adelgazamiento. Se trata de una tendencia que
pero a la vez tratan de proyect ar luz sociológicamente so-
produce t ensiones entre disciplinas diversas -Historia, teo-
bre las condiciones que hici eron posible la sociedad d2 los
ría literaria, historia de las ideas- y, a l mismo tiempo, de
individuos". Mientras ese proceso se mantl'vo seguía vi-
una fu ente de cambios directamente observables en la
gente el programa cl ás ico de la sociología, que afirmaba la
flexión discursiva literaria y no literaria.
necesaria y fuerte vincul ación en t re el proceso de indivi-
Para subrayar la prolongada gestación de estas tensio-
dualización y s us condi ciones hi stóricas. Pero "se estaba
nes, al menos parcialmente, h e querido empezar esta "In-
gestando ya un proceso que va más a llá del individualis-
troducción " a través de refer encias y auto res de campos
mo y que h e denominado psicologización del yo", entendi-
diversos y en ocasiones alejados del estudio de los géneros
do no tanto como existencia de "un individuo autónomo,
de la intimidad . Se trata de mostrar que desde principios
pretcndidamente autosuficiente y seguro de su indivi~ua­
del siglo XX, de maneras diversas y con léxicos diferentes,
lid ad [...] cuanto la apertura en el interior de la subjetivi -
comenzó a expresarse la incomodidad a nte la creciente
dad de una especie de s ubsuelo [... ] un mundo íntimo que
huella del yo en géneros literarios y discursos políticos,
merece la pena explorar con sistema ticidad , hasta el pun-
ante la mengua de la esfera pública en aras de la privada
to de convertir la existencia del individuo en una especie
y, como consecuencia de todo ello, ante la importancia cada
de intermina ble inmersión en las profundidades del yo
vez mayor de las afirmaciones individuales.
psicológico".18

¿Qué conclusiones pueden extraerse a partir de las di-


IV. Michel de Certeau y sus problemas
versas líneas y consideraciones mencionadas, desde Lévi-
nas y Ricoeur a Riesman y Rieff; des de Beatriz Sarlo re-
Esa incomodidad hace que lo íntimo aumente cada vez
flexionando sobre la emer gencia, en Hoggart, del testimo-
más su ámbito, borrando con frecuencia la delimitación

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entre lo privado y lo público y, por ello, vuelva bien visible espectáculo. Al contrario, observa De Certeau, la lectura
su carácter institucionalmente indefinible. Para reflexio- no es una pura pasividad; es movimiento a través de la
nar sobre las consecuencias de esta peculiar dinámica, cabe página, evocación de unas palabras por otras, juego entre
ahora, dentro de la serie de autores aquí propuestos, la lo visto y lo recordado. Además, no es verificable en térmi-
inclusión de Michel de Certeau, quien en La invención de noS económicos y por ello tampoco es cuantificable como
lo cotidiano expuso, hacia 1980, el mapa de las argucias producción y consumo: ¿cómo valorar el tiempo y la acción
invisibles de los sujetos dominados a través del análisis de la lectura? Es, por ello, derroche y exceso; zona de liber-
de prácticas de defensa soterrada frente al poder. De Cer- tad. Y, por último, es nivelación: lo más excelso junto a lo
teau se transformó por ello en uno de los autores más fruc- más banal, insiste De Certeau: "Lo legible se transforma
tíferos -y más problemáticos- dentro de este nuevo hori- en memorable: Barthes lee a Proust en el texto de Sten-
zonte desde el cual dirimir la relación entre el sujeto y los dhal; el espectador lee el pasaje de su infancia en el repor-
discursos sociales, al vincular, a principios de los años taje de actualidad"2!
ochenta, la emergencia de lo subjetivo con la experiencia Tras esta definición , en el Capítulo X, De Certeau efec-
colectiva de la "marginalidad m~siva": túa un movimiento acrobático: incorpora al circuito de lo
escrito, impreso y leído, el mundo oral de los débiles cuyo
"La figura actual de la marginalidad no es ya la de 105 pequeños
destino no incluye ni regi strar ni ser registrado: "Mi obje-
grupos, sino la de una marginalidad masiva; esta actividad cultu-
ra l de los no-productores de la cultura, una actividad no signada,
to es la oralidad" afirma, pero la oralidad de la escritura,
no legible, no simbolizada, es la única posible a esos que, sin em- "su marca en la escritura". 22 Esa marca de lo oral en la
bargo, pagan, al comprarlos, los productos de la que denominamos escritura, que se desarrolla -como movimiento estructu-
economía productiva. Esta se universaliza. Esa marginalidad se radar de la experiencia simbólica del s uj eto- durante el
ha convertido en mayoría silenCÍosa,"20 surgimiento y desarrollo de la modernidad, es el trazo sub-
jetivo, que hace visible la grieta por donde aparece: "El
A pesar de que es muy conocida, hay que detenerse en giro de la modernidad se caracteriza, a partir del siglo XVII,
las aristas más complicadas de la argumentación de De por una devaluación del enunciado y una concentración
Certeau en el primer volumen de La invención de lo coti- sobre la enunciación. Cuando el locutor se sentía seguro
diano. Para definir el objeto de su estudio, que son las prác- ('Dios habla en el mundo'), la a tención se concentraba en
ticas culturales de la "marginalidad masiva", prácticas que el desciframiento de sus enunciados, que eran los 'miste-
"producen sin capitalizar" (conversar, habitar, cocinar y rios' del mundo. Pero cuando esta certidumbre entra en
leer) De Certeau se detiene en la más reveladora y univer- colisión con las instituciones políticas y religiosas que la
sal, el "punto máximo" de nuestra civilización : la activi- garantizan, la interrogación se vuelca sobre la posibilidad
dad del ojo, la lectura de imágenes y palabras, errónea- de encontrar sustitutos para aquel locutor único : '¿quién
mente vista -según él- como una actividad pasiva, epíto- hablará?, ¿a quién?"." Para ilustrar este paso, De Certeau
me de la posición del consumidor dentro de la sociedad del se sirve de Robinson Crusoe ( 1719 ):

20 21
"La 'ficción teórica' inventada por Daniel Defoe dibuja de este el lenguaje "el retorno insólito y fragmentario (como una
modo una forma de la a lteridad relativa a la escritura, una forma
voz que se quiebra) de relatos orales estructuran tes aun-
que igualmente imp'lfldrá su identidad a la voz; por lo que más
que rechazados por lo escri to" '6
tarde, cuando aparezca Viernes, éste será someti do a una alterna -
tiva largamente conocida: o gritar (desgarramiento salvaje que pide
De Certeau atribuye a estos dos tipos de procedimien-
la interpretación o la corrección de un 'tratamiento' pedagógico o tos un papel decisivo en la coronación de la modernidad
psiquiátri co ) o realizar en su cuerpo la lengua dominante". 24 en el siglo XX, que s in dud a podría mos vincular con la
ruptura de los géneros clásicos, incluida la novela deci-
¿Cómo salirse de esta alternativa que mantiene la vo- monónica. Por un lado, la "operación h eterológica" - la he-
luntad del dominador al gobernar todas las opciones del terología entendida como conjunto de cie ncias del otro-
dominado, que si grita, es corregido; si actúa, es legislado? visible en la reveladora continuid a d en la práctica ances-
La oralidad moderna - derivada de la escritura aunque a tral de la fábula, cuya reelaboración moderna se remon-
la ve"z resto idiosincr ásico de los que no tienen acceso a ta , según De Certeau, al s iglo XVIII. En efecto, en ese
ésta- se hace presente, según De Certea u , en ciertas artes mome nto empieza a somete rse este t ipo de cuentos a las
menores qu e dan sa lid a a l dominado: las de la cita, recur- primeras explicacion es erudi tas de su caudal popular a
so por ello homólogo "en el campo de la escritura", a "la través de las ciencias hUm a nas -etnología , antr opología
huella del pie en la isla de Robinson "'5 o hi storiografía- que han tratado y tratan de int roducir
La "huell a del pie en la isla de Robinson" h a sido una "la voz del pueblo" en el lengu aj e autorizado , a través de
metáfora de extraordin aria influencia, directa o indirec- estrategias de traducción destinadas a somet er el acervo
ta, en la articu lación actual de los discursos de la intimi- oral volcado en la escritura. De Certeau dibuja las diver-
dad. Hay que detener se en ell a para comprender su al- sas versiones cultas de esa tradición , desde el siglo XVIII
cance, que no se limita a la a ntropología, la sociología o a Los hijos de Sánchez de Osear Lewi s, punto de partida
la teoría literaria, si no que las vin cu la a todas ellas en el de un género que hoy no h ace más que crecer de muy
terreno común de los géneros discursivos y su historia. diversas maneras : las hi storias de vida, entendidas pre-
Observa De Certea u que en la cultu r a escr ituraria las cisamente, en De Certeau, como vers iones de motivos
artes de la cita conjugan efectos de interpretación (que popul ares previos a la modernidad.
permiten producir e l t exto) con efectos de alteración (que El segundo procedimiento no opera sobre el á mbito de
permiten, dice, in-quietarlo ). La cita "juega entre dos po- las ciencias humanas que De Certeau en globa en las disci-
los que caracteri zan cada una de esas fig uras extremas": plinas de la heterología , sino sobre e l arte. A la pregunta
en primer lu gar, la ci tación pre-textual, que sirve para que reveló el tránsito haci a la seculari zación (¿Qui én ha-
fabricar e l texto a partir de reliquias seleccionadas de bla ahora que no habla Dios? Y ¿a quién?) hay que respon-
una tradició n oral que funciona como autoridad. En se- der proponiendo, según De Certeau, una "en unci ación des -
gundo térm ino, la citación-re,ninisce ncia, que rastrea en plazada"," de la que la literatura y el arte se hacen caja

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"La 'ficción teórica' inventada por Daniel Defoe dibuja de este
el lenguaje "el retorno insólito y fragmentario (como una
modo una forma de la alteridad relativa a la escritura, una fonna
voz que se quiebra) de relatos orales estructuran tes aun-
que igualmente imp'mdrá su identidad a la voz; por 10 que más
tarde, cuando aparezca Viernes, éste será sometido a una alterna~
que rechazados por lo escrito"'6
ti va largamente conocida: o gritar (desgarramiento salvaje que pide De Certeau atribuye a estos dos tipos de procedimien-
la interpretación o la corrección de un 'tratamiento' pedagógico o tos un papel decisivo en la coronación de la modernidad
psiquiátrico) o realizar en su cuerpo la lengua dominante",:?" en el siglo XX, que sin duda podríamos vincular con la
ruptura de los géneros clásicos, incluida la novela deci-
¿Cómo salirse de esta alternativa que mantiene la vo- monónica. Por un lado, la "operación heterológica" -la he-
luntad del dominador al gobernar todas las opciones del terología entendida como conjunto de ciencias del otro-
dominado, que si grita, es corregido; si actúa, es legislado? visible en la reveladora continuidad en la práctica ances-
La oralidad moderna -derivada de la escritura aunque a tral de la fábula, cuya reelaboración moderna se remon-
la ve-z resto idiosincrásico de los que no tienen acceso a ta, según De Certeau, al siglo XVIII. En efecto, en ese
ésta- se hace presente, según De Certeau, en ciertas artes momento empieza a someterse este tipo de cuentos a las
menores que dan salida al dominado: las de la cita, recur- primeras explicaciones eruditas de s u ca udal popular a
so por ello homólogo "en el campo de la escritura", a "la través de las ciencias humanas -etnología, antropología
huella del pie en la isla de Robinson"'5 o historiografía- que han tratado y tratan de introducir
La "huella del pie en la isla de Robinson" ha sido una "la voz del pueblo" en el lenguaje autorizado, a través de
metáfora de extraordinaria influencia, directa o indirec- estrategias de traducción destinadas a someter el acervo
ta, en la articulación actual de los discursos de la intimi- oral volcado en la escritura. De Certeau dibuja las diver-
dad. Hay que detenerse en ella para comprender su al- sas versiones cultas de esa tradición , desde el siglo XVIII
cance, que no se limita a la antropología, la sociología o a Los hijos de Sánchez de Osear Lewis, punto de partida
la teoría literaria, sino que las vincula a todas ellas en el de un género que hoy no hace más que crecer de muy
terreno común de los géneros discursivos y su historia. diversas maneras: las historias de vida, entendidas pre-
Observa De Certeau que en la cultura escrituraria las cisamente, en De Certeau, como versiones de motivos
artes de la cita conjugan efectos de interpretación (que populares previos a la modernidad.
permiten producir el texto) con efectos de alteración (que El segundo procedimiento no opera sobre el ámbito de
permiten, dice, in-quietarlo). La cita "juega entre dos po- las ciencias humanas que De Certeau engloba en las disci-
los que caracterizan cada una de esas figuras extremas": plinas de la heterología, sino sobre el arte. A la pregunta
en primer lugar, la citación pre-textual, que sirve para que reveló el tránsito hacia la seculari zación (¿Quién ha-
fabricar el texto a partir de reliquias seleccionadas de bla ahora que no habla Dios? y ¿a quién?) hay que respon-
una tradición oral que funciona como autoridad. En se- der proponiendo, según De Certeau, una "enunciación des-
gundo término, la citación~reminiscencia, que rastrea en plazada"," de la que la literatura y el arte se hacen caja

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de resonancia: "el lugar desde donde se habla es exterior a les Mallarmé es representante. Al mismo tiempo utiliza la
la empresa de la escritura"" La pregunta por quién habla creciente centralidad moderna de tal escritura residual
y a quién se habla debe ahora responderse más allá de las para explicar la emergencia de usos y prácticas discursi-
fronteras fijadas por la expansión de la tarea de la escri- vas donde se detecta un mundo de experiencias cuya enun-
tura. Algo que es otra cosa habla presentándose a los do- ciación se evade a la fijeza de un sujeto autorizado: "el sal-
minadores bajo la forma de lo que no trabaja: el salvaje, el vaje, el loco, el niño, la mujer".
loco, el niño, la mujer. Eso causa rupturas formales inédi- Aquí aparece, por fin, la razón por la que me he deteni-
tas antes de las vanguardias. No es azaroso que, insólita- do en La invención de lo cotidiano: hay en De Certeau un
mente, De Certeau concluya el primer volumen de La in- dispositivo de exaltación de la huella del salvaje en la isla
vención de lo cotidiano con Mallarmé: "Desde Mallarmé, de Robinson que produce una consecuencia tal vez no de-
la experiencia de la escritura se despliega como relación seada. Se trata de una cierta rigidez en el discurso del
entre el acto de avanzar y el suelo mortífero donde se di- débil -y de la débil-, en lugar de su dialectización o su
buja la huella de su derrotero. Desde este punto de vista, apertura. Tal rigidez no es característica de De Certeau,
el escritor también es aquel que, en trance de morir, quie- pero suele surgir cuando se abandona la exigencia estéti-
re hablar. Sin embargo, en la muerte que sus pasos inscri- ca -cosa que no hace De Certeau, esforzadamente fiel al
ben sobre una página negra (ya no blanca) él sabe y puede horizonte mallarmeano, que lo obliga a buscar en el arte
expresar ese deseo que espera, el del otro, el exceso mara- el rasguido formal y subjetivo de la "marginalidad masi-
villoso y efímero de alterar la atención de ese otro y así va": la "voz que se quiebra" admite una transformación.
sobrevivir", 29 Pero cuando los seguidores de De Certeau olvidan el
Pensar Mallarmé como límite - estético e incluso epis- desafío de la expresión artística, el giro subjetivo tiene
temológico- es bastante corriente. No lo es tanto mencio- como único resultado, según ya apuntaba Beatriz Sarlo, una
narlo al reflexionar sobre la "marginalidad masiva" cuyas cristalización de los relatos exclusivos del débil, convertido
prácticas culturales son aquellas que "producen sin capi- sólo en víctima. Entonces los procedimientos retóricos, en
talizar" (conversar, habitar, cocinar y leer). Aquí De Certaau lugar de permear y subvertir la escritura autoritaria, como
realiza otra pirueta: Mallarmé, figura del poeta puro, pro- quería De Certeau, se limitan a reproducir escenas de desti-
yecta su sombra sobre la huella de Viernes en Robinson tución subjetiva en las que la peripecia reafirma el desti-
Crusoe . Uno y otro, en trance de morir, quieren hablar. La no de la víctima y su opacidad formal. Así, en lugar de
marginalidad masiva se infiltra así en la voluntad de pa- conferir a la subjetividad del dominado la posibilidad de
labra sagrada y secular de Mallarmé, por lo cual vemos rasgar el velo de la hegemonía de los dominadores, esta
que De Certeau no confina la expresión del dominado a los fijeza lo confinará en una retórica sin fisuras , tanto más
ámbitos seguros de la antropología y la sociología. De este convencional cuanto más proliferante. La "voz que se quie-
modo consigue poner en relación la escritura residual del bra" de De Certeau se transforma en voz monocorde, en
débil con las exigencias de las élites artísticas, de las cua- voz sin fisuras.

24 25
Empecé esta "Introducción" con una cita de Hermann Notas
Broch: "Esto es sólo una autobiografía en la medida en
que en ella se cuenta la historia de un problema que, ca- I Hermano Broch, Autobiografía psíquica, ed. de Paul Michael
sualmente, tiene mi misma edad: [... ) es el problema y el Lützeler, tr. de Miguel Sáenz, Editorial Losada, Buenos Aires-Ma-
fenómeno de ese gigantesco maquiavelismo que se viene drid, 2003, pág. 83.
2 Ver, al respecto, La intimidad de José Luis Pardo, Pretextos,
preparando intelectualmente desde hace cincuenta años
Valencia, 1996, donde se establece claramente la distinción entre
y cuyas consecuencias apocalípticas vivimos hoy en rea-
intimo y privado. Sólo este último término puede entrar en re lación
lidad". Broch iniciaba de ese modo uno de sus textos más
de oposición con lo público, mientras que 10 Íntimo constituye el vér-
personales. La frase es extraordinariamente reveladora ,
tice de una triangularidad y puede enlazarse con cualquiera de los
porque justifica lo autobiográfico en lo histórico, que es, otros dos elementos. De hecho, hay diarios intimos de publicación
en su caso, la experiencia del colapso del humanismo como inmediata, como el de Witold Gombrowicz, que abonan esta idea.
doctrina y como aspiración , durante el ascenso del nazis- l Roland Barthes, Sade, Fourier. Loyola, (1971), tI". de Alicia
mo y la Segunda Guerra Mundial. Pero lo es sobre todo Martorell, Cátedra, Madrid, 1997, pág. 64.
porque justifica la necesidad de I'a escritura autobiográ- 4 Así lo propone Jorge Belinsky en Lo imaguzario -estudio de

fica en la Historia. Hoy quizá el movimi ento sería el con- un concepto, Nueva Visión, Buenos Aires, (en prensa): "En esta mise
trario: la Historia se validaría a partir de la escritura en abíme aparece algo de lo imaginario que estamos explorando.
autobiográfica . Pensar indirectamente -en textos y auto- Ese imaginario no viene a sumarse como nueva instancia más que
res diversos- sobre esa inversión y sus consecuencias es convertiría la tríada lacaniana en tétrada. Es otra cosa: la señal de
el objetivo de este libro . tránsito hacia la cuaternidad. Pero ese tránsito nunca dejará de
ser tránsito, pues lo imaginario que se esboza en el movimiento
como potencial imaginarizante, nunca cristalizará en estructura
Barcelona, diciembre de 2006
definida, sino que hará de guía histórico-temporal en el modo cómo
cada estructura se produce y se reproduce a la vez".
~ Ernmanuel Lévinas, "El tiempo y el otro" (1947), en El Tiempo
y el Otro, Intr. de Félix Duque, tI'. de José Luis Pardo Torío, Paidós,
Barcelona, 1993. pág. 126-127.
, [bidem, pág. 126.
7 Pau} Ricpeur, Autobiografía intelectual (1995 ), tI'. de Patricia

Willson, Nueva Visión, Buenos Aires, pág. 114.


8 Beatriz 8arlo, Tiempo pasado-Cultura de la memoria y giro

subjetiuo-Una discusión, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2005.


' [bid., pág. 20.
10 [bid ., pág. 20.

11 Ibidem, págs. 21-22. En El espacio biográfico-Dilemas de la

subjetiuidad contemporánea, FCE, Buenos Aires-México, 2002, pág.

26 27
51., Leonor Arfuch formula algunas de las preguntas que certifi·
can esa imposición: "¿Qué pasión desmesurada y dialógica impulsa
a tal externo el develamiento,la mostración y el consumo casi adic·
tivo de la vida de los otros? ¿Qué registro de lo pulsional y de lo
cu ltural se juega en esa dinámica sin fin?".
12 Dav id Riesman, La muchedumbre solitaria, tr. de Noemí Ro-

semblat, Paidós, Buenos Aires-Barce lona, ID reimpresión en Espa- Primera parte


ña, 1981, págs. 40-42.
" Philip Rierr, The Trillmph of the Therapeutic. Uses of Faith (1992 - 2005 )
after Freud The University of Chicago Press, 1966, págs 26-27. En
esta obra Rieffprolongaba su aná li sis, iniciado en Freud, la mente
d e un moralista (1959) de la revolución fr eudiana de sde el punto
de vi sta del pensamiento fi losófico clásico.
11 Se r efiere Ri eff a la prohibición d el teatro e n Inglaterra en el

siglo XVII durante el período de Cromwel~.


" Ib idem, pág. 27.
16 Ri esman cita a Tonnies, de h echo. Ver La muchedumbre soli-

taria, pág. 27.


17 Fernando Álvarez Uría, "Viaje al interior del yo-La psicologi-

zació n del yo en la sociedad de los individuos", Claves de razón


práctica, N" 153,2005, págs. 61-68, pág. 6 1.
" Ibidem , pág. 61.
! !l En L'invention du quotid/:en 1. Arts de {aire, [19801, Ga lli-

ma rd, 1990. [Hay traduccÍón castellana: L a inven ción de lo cotidia-


no, 1. Artes de hacer (1980), Universidad Iberoamericana, México,
19961 .
20 De Certeau, op. cit. , pág. XLIII.

21 Ibid ., pág. XLIX

" Ibid ., pág. 195.


23 Ibid ., pág. 204.

,. Ibidem, pág. 227.


25 Ibidem, pág. 227.

26 Ibidem, pág. 228.

27 Ib idem, pág. 230.

28 Ib idem , pág. 231.

" Ibidem, pág. 287.

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