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“Jesús es Dios, por lo cual su amor, su sed, es infinita.

Él, el creador del


universo, pedía el amor de sus creaturas. Tiene sed de nuestro amor…
Estas palabras: „Tengo sed‟ – ¿No hacen eco en vuestras almas?”.
Madre Teresa de Calcuta

Me dispongo con los pasos para Orar (pauta enviada)

Leo el texto completo antes de iniciar este momento.

Comenzamos este encuentro con el gesto del saludo al Señor, diciendo en


el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.

Hoy profundizaremos en la primera parte Jn 4, 5-26 de este gran mensaje de encuentro con Jesús.

Petición:Le pido al Señor con mis palabras el regalo o gracia que le quiero pedir para este
encuentro con él.

Interiorizo el texto bíblico – ESCUCHO


- Me imagino la escena. El pozo, un lugar de encuentro… llega una mujer, lo
imprevisible la está esperando… Jesús, “el hombre de la Escucha, de la Elección y de la Ruptura”,
con su petición, derriba una barrera infranqueable, desbarata el complejo de
superioridad de los judíos; se presenta sin pretensiones por el hecho de ser judío.
- Me detengo en la actitud de esta mujer: ¿de sorpresa?, ¿a la defensiva? ¿de escape de
quien es diferente? Cada vez que Jesús intenta centrarla, ella responde con evasivas,
presentando a su vez problemas de todo tipo: políticos, litúrgicos, prácticos, etc.
- Jesús, al preguntarle por su marido, se dirige a sus afectos, a la centralidad de su corazón…
le revela así su dispersión…
- Escucho cómo Jesús la lleva a “franquear un umbral”… le abre un nuevo horizonte. Puedo
percibir su proceso interior al escuchar los nombres que le va dando: “Señor”,
“Profeta”, “Mesías”.
- El ENCUENTRO con Jesús, la transforma, se olvida de su cántaro… ha descubierto
el “Manantial”, necesita contagiar su experiencia…

Me dejo encontrar por Jesús, me estaba esperando en “este pozo” (en este retiro),
desarmado… sin voluntad de conquista, interesándose por mi vida, por mis afanes,
alegrías y preocupaciones… Le abro mi corazón, le doy a beber de “mi fuente”…
- Escucho cómo se dirige a mis afectos. Me lleva hacia el interior… «Llama a tu
marido». ¿Estoy pretendiendo arreglar el mundo sin antes arreglarme a mí misma/o?,
¿Cuestiono a las estructuras, las instituciones, a los demás... pero me niego a
enfrentarme honradamente conmigo misma/o, con mi verdad?, ¿Estoy huyendo,
volcada/o hacia fuera, para no entrar en el fondo de mi actitud de escape?
- “Si conocieras el DON de Dios…” Escucho el Si: es el Si de un pobre ante mi
libertad, es el Si de quien quiere que me adentre aún más en el “pozo profundo” del
Misterio del Amor de Dios, es el Si de su ternura, de su compasión cuya profundidad
desconozco… Siento que me está ahondando…

- Quizás mi “pozo” esté ahora más abierto para acoger,


para pedir: “Dame de esa agua para que no tenga más
sed”.
Encontrarme con Jesús, “dialogar con Él conlleva el
riesgo de cambio. Algo de Él se ha introducido en mí de
forma irreversible en un creciente hacia adelante y
hacia adentro”.

Desde mi casa mi espacio sagrado vinee Jesús descansar …y me


pide agua, algo esencial para restablecer fuerzas para el camino.

Nos toma timepo conocer a Jesús y él se va revelando , regalndono su Vida, son encuentros
dinamicos en la vida diaria,
Esto quiere decir que dentro de nosotros hay un agua, hay ríos que fluyen.

el quiere recibir de nosotros, El quiere tu corazón, esa agua que hay dentro de ti…

La Sed de Jesús “El Señor quería hacerle comprender a la samaritana que no le había pedido el
agua de que ella hablaba, sino que tenía sed de su fe y a ella, que tenía sed de agua, deseaba
darle el Espíritu Santo.

Jesús sabe desvelar el corazón humano y expresa la realidad más profunda.

abre los horizontes para que descubra el “don”.

¿Qué caminos se nos abren para elegimos andar para vivir este Itinerario del “Dame de
beber” (Jesús) al “Dame de esa agua” (Samaritana). Jn 4,7-15.
- Jesús se revela como el que conoce. El camino de un doble conocimiento. Jn 4,16-18.
- Jesús revela la naturaleza del don de Dios. Itinerario del “Tú eres” (=Profeta) al “Yo soy”
(=el Mesías). Jn 4,19-26.

al final, cuando es la mujer misma la que clama: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga
más sed y no tenga que venir aquí a sacarla” (v.15). Es la mujer quien descubre que depende de
Jesús para solucionar su necesidad básica no fisiológica y más profunda, una sed que tiene una
causa más honda y que está relacionada con el sentido de su existencia.
A partir de la simple petición de un vaso de agua (¿se podrá pedir algo más sencillo?), y sin que lo
llegue a recibir, Jesús entabla una conversación que lleva a la mujer a que descubra que
definitivamente él tiene para ella y para la humanidad un don incomparablemente mejor

Reconocer la identidad profunda de Jesús: “Si conocieras quién es el que te dice...” (v.10). En
otras palabras, el don de Dios viene del encuentro con Jesús.

un encuentro en que llega conocer quién es él -¿QUIÉN ES JESÚS?-,

un encuentro en el que se conoce el don de Dios que está en él -¿QUÉ ES LO QUE JESÚS TIENE
PARA OFRECERME?

En consecuencia, el don de Dios depende, como veremos enseguida, del reconocimiento de su


identidad: [1] Como “Profeta” que me revela mi verdad (v.19). [2] Como “Mesías” (=Cristo) “que
lo desvelará todo” (v.25) y que lleva al hombre a la verdadera comunión con Dios. [3] Como
“Salvador”, no sólo de la samaritana o de los discípulos sino de todo el mundo (v.22.42) Notemos
ahora, cómo en la medida en que la samaritana va descubriendo la identidad de Jesús, al mismo
tiempo va comprendiendo las dimensiones del don de Dios en la persona de Jesús, el Verbo de
Dios Una vez que la samaritana suplica el don del agua viva, Jesús, mediante un aparente cambio
de tema, le da una nueva dirección a la conversación. El tema ya no es el agua sino ella misma.
Esta es la manera concreta como, después de haberla antojado, comienza a darle de beber del
agua viva. ¿Cómo lo hace? Jesús le demuestra que la conoce. Este conocimiento va en dos
direcciones:
- Jesús le revela la verdad de su vida
- Esto la impresiona y la lleva a descubrir la identidad de Jesús

Jesús le revela la verdad de su vida La mujer ya ha dicho que no quiere seguir en el círculo vicioso
de idas y venidas al pozo.

Todos necesitamos de encuentros verdaderos que nos marquen la vida.


Los necesitamos cada día como el aire y como el agua.

Son vínculos, son puentes por donde intercambiamos la vida, los afectos,
los gozos y los dolores, las necesidades, como también nuestros sueños
que nos hacen mirar al mañana

 Tres son los vínculos fundamentales que tenemos que cultivar y


requieren darles tiempo para que se consoliden:
- con nosotros mismos, conocernos, aceptarnos, querernos
tal cual somos, así nos quiere Dios.
- con otros, con amigos, con vecinos, con algunos
familiares que pasan a ser compañeros de camino.
- con Dios nuestro Padre que nos creo y nos muestra
caminos; con Jesucristo, que viene a sanarnos y es
nuestro compañero de camino; con el Espíritu Santo que
nos inspira y nos da fuerza para querer y para crear.

¿Cómo habita en nosotros el deseo de conocerlo más y más?

-¿Cómo es el vínculo que tengo con El? Elijamos tres palabras.


- ¿Quién es El para mí?

- ¿Cuándo me detengo para rumiar la vida y aprender de ella?


(Cuando no nos detenemos, repetimos los mismos errores una y otra
vez).

- ¿Con quienes comparto mis búsquedas, mis dudas, mis encuentros?


- ¿Con que personas te has encontrado y te cambio la vida?

- ¿Que me conmueve en la vida de Jesús


-
 Para terminar hagamos unos momentos de silencio, miremos fijamente
los ojos de Jesús, y pidámosle que nos enseñe a rezar, a estar con El
intercambiando vida.
-

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