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Una pregunta que muchos se plantean en estos momentos es: ¿cuándo terminará esta
pandemia de covid-19?
Cuando se logre crear una vacuna segura y eficaz contra el coronavirus que ha provocado
cientos de miles de muertes, contestan algunos.
Y la pregunta que sigue a esto es: ¿quiénes podrán contar con ella?
Si juzgamos por lo que ha mostrado la historia, es probable que esa vacuna -como ha ocurrido
con muchos tratamientos para enfermedades mortales en el pasado- se vea envuelta en una
maraña de patentes y derechos de propiedad intelectual, y que eventualmente sean las
compañías farmacéuticas las que decidan quién puede tener o no acceso a esa vacuna.
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contra el covid-19 en EE.UU.
Pero en un artículo publicado recientemente en la revista Foregin Affairs, Jennifer Hillman,
investigadora del Council on Foreign Relations, un centro de estudios estadounidense con sede
en Nueva York, y profesora del Centro de Leyes de la Universidad de Georgetown, Washington,
asegura que las patentes no necesariamente obstaculizarán la distribución equitativa de
la vacuna.
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BBC Mundo conversó con Hillman para saber cuán sencilla o complicada será esta tarea. Esta
es una versión resumida de la entrevista.
Derechos de autor de la imagenTWITTERImage captionJennifer Hillman es profesora del
Centro de Leyes de la Universidad de Georgetown, Washington.
Usted se muestra optimista de que, en esta emergencia de salud global, las compañías y
gobiernos puedan cooperar para que los medicamentos y terapias lleguen a los que los
necesitan. Pero lo que hemos visto en estos tres meses de pandemia está muy lejos de
ese objetivo.
Por ejemplo, ante la escasez de equipos de protección para los trabajadores de salud,
como las mascarillas respiratorias N95, muy pocas compañías en Estados Unidos
pueden fabricarlas debido a las patentes que restringe su producción. En ese país la
empresa 3M tiene más de 400 patentes para equipos de protección médicos.
Es una situación poco ideal, ¿no es así?
Creo que desde la crisis del VIH y el sida hemos aprendido muchas lecciones y lo que yo intenté
en el artículo (de Foreign Affairs) fue enfocarme en estas lecciones.
No sé si, como dices, actualmente hay compañías que están poniendo en vigor sus patentes.
Pero las empresas ya se dieron cuenta de que van a tener que conceder más licencias para que
otros comercialicen sus productos patentados.
Y tendrán que hacerlo a precios razonables o hacer que sus productos sean más baratos.
Todavía no estamos en ese punto, pero al menos en lo que respecta a vacunas y fármacos ya
existen mecanismos disponibles para lograrlo.
Esto condujo a tensiones y disputaspor el acuerdo ADPIC, que enfrentó a gobiernos de países
en desarrollo con poderosas compañías farmacéuticas y los países ricos donde estas
compañías tenían las sedes.
Desde entonces el acuerdo ADPIC ha tenido varias enmiendas dirigidas a proteger la salud
púbica y el acceso a medicamentos para todos.
Está, por ejemplo, el concepto de la llamadalicencia obligatoria, que quiere decir que un
gobierno que enfrenta una emergencia de salud puede obtener una licencia para producir un
fármaco localmente sin la autorización de los dueños de la patente.
El acuerdo ADPIC se enmendó para aclarar las condiciones bajo las cuales los países pueden
tener acceso a estas licencias obligatorias.
Y la segunda parte del problema es que se asumió que los países tenían la capacidad
farmacéutica para producir localmente estos fármacos, pero no es así.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEsta especie es "casi lo más
parecido que tenemos a los humanos", dijo el Instituto Jenner. Por eso el Macaco rhesus es
clave para encontrar la vacuna del coronavirus.
Muchos no tienen una industria farmacéutica sofisticada, así que ¿para qué quieren esos
gobiernos una licencia farmacéutica si no pueden producir nada?
Entonces, el acuerdo ADPIC también se enmendó para asegurar que esos países que no tienen
capacidad de producción puedan comprar a otros países esos fármacos genéricos creados bajo
licencia obligatoria.
Es mucho más deseable negociar con las compañías las licencias a precios razonables o lograr
la distribución de los fármacos o vacunas también a precios razonables.
Estoy de acuerdo, así fue. Pero desde entonces han ocurrido muchas cosas.
Primero, ahora han sido creados sistemas innovadores de financiamiento para fármacos.
Tenemos, por ejemplo, el trabajo de la Fundación de Bill y Melinda Gates, tenemos organismos
como la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas
en inglés), hemos visto el esfuerzo dirigido por la Unión Europea para crear un fondo
(Respuesta Global al Coronavirus) de US$8.000 millones.
Hay una serie de compromisos globales para compartir patentes, hay mucho más trabajo
colaborativo entre la OMS, la OMC y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual
(OMPI), que están trabajando para crear sistemas de recursos colectivos.
Estos son recursos colectivos para compartir tanto información de patentes como los datos en
los que están basadas las patentes.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionLa Fundación de Bill y Melinda
Gates apoya el desarrollo de nuevas vacunas.
Tenemos el Open Covid Pledge (Compromiso Covid Abierto) para compartir propiedad
intelectual para combatir la covid-19, y esto es un esfuerzo muy grande en el que participan
universidades, ONG y algunas compañías farmacéuticas.
Todos ellos están diciendo: "Me comprometo a que si puedo inventar (un fármaco o
tratamiento) no cobraré por ello y concederé licencias de manera gratuita y mantendré el
derecho a eventualmente volver a tener esa patente".
En otras palabras, durante la pandemia de covid-19 cederé de forma gratuita mis patentes y
después de la pandemia reclamaré el uso futuro de mis patentes.
Es decir, la idea es no tener acceso temporalmente a ninguna regalía por propiedad intelectual.
Sin duda hay mucho optimismo y buena voluntad en gran parte del mundo para luchar
contra esta pandemia. Pero hace unos días, en la 73a Asamblea de la OMS,
EE.UU. decidió no apoyar la sección de la resolución que se refería al acuerdo ADPIC y el
derecho de los países en desarrollo de solicitar licencias obligatorias e ignorar patentes
en situaciones de emergencias de salud.
¿Es este otro ejemplo de que, en la práctica, las cosas no son ideales?
Existen los mecanismos e incentivos y la voluntad de países para cooperar y ver que esta es
una pandemia global que requiere una solución global.
Va a tomar mucho más esfuerzo de cooperación para que los países vuelvan a pensar en este
asunto y se den cuenta de que no es tiempo de que las compañías refuercen sus derechos de
patentes.
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Pero hay que recordar que la idea detrás de las licencias obligatorias en el acuerdo ADPIC era
que estas tenían que ser limitadas.
Cuando otorgas una licencia obligatoria, estás negando la patente de alguien más, sin su
consentimiento.
La idea es que tú necesitas la licencia obligatoria porque tu pueblo necesita el acceso a los
medicamentos.
Si tú eres un país que puede pagar por el derecho de patente y la tarifa por la licencia, entonces
debes pagar por ella.
Porque existe la evidencia de que desarrollar vacunas cuesta mucho dinero: pueden costar más
de mil millones de dólares por vacuna.
¿Deben pagar por ello los gobiernos? ¿o parte de esto debe surgir de quienes pueden pagar por
la vacuna?
Países como Chile y Ecuador ya solicitaron licencias obligatorias para productos
farmacéuticos en esta pandemia. Pero usted dice que la licencia obligatoria no es la
mejor solución. ¿Cuál es la mejor solución?
No, sí creo que es importante que existan las licencias obligatorias y creo que, ciertamente, hay
mucha más presión para las compañías farmacéuticas con la existencia de la licencia
obligatoria.
Pero no creo que los países estén poniendo en vigor los mecanismos necesarios para utilizar
realmente las licencias obligatorias.
Así que la pregunta ahora es si en esta pandemia ese derecho será utilizado más por los países,
principalmente por los que tienen capacidad de producción farmacéutica, y si estos países
tienen las leyes apropiadas en sus propias jurisdicciones para tomar ventaja de este derecho.
Por eso he querido hablar y escribir sobre esto, para que los países que tienen la capacidad de
obtener licencias obligatorias se aseguren de tenerlas y que estén preparados para ello si es
que llegamos a ese punto.
Hay que subrayar que el ideal será usar los mecanismos de cooperación que están en vigor
desde la crisis del VIH y el sida.
Si estos mecanismos dejan de funcionar, si la compañía farmacéutica que logre crear la vacuna
no está dispuesta a cooperar, entonces allí estará el respaldo de la licencia obligatoria.
Creo que las leyes de propiedad intelectual no se impondrán en la distribución justa de una
vacuna.
No veo que una compañía farmacéutica pueda decir: "Esta (vacuna) es mía y no la compartiré
con nadie a menos que me paguen mil millones de dólares".
La presión política y económica y la de todo el mundo podría llevar a que eso no ocurra.