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La alegría y la oportunidad de inculcar fe en la nueva generación

Lloya F. Hall · Agosto 2012

Queridos hermanos y hermanas, estar hoy con ustedes es un honor y una alegría.
Compartimos la importante tarea de inculcar el evangelio de Jesucristo en el corazón y la
mente de la nueva generación. El Libro de Mormón ilustra claramente la importancia de
cultivar la fe en los jóvenes de cada generación. Aun con la efusión espiritual que
disfrutaron los nefitas en la época del rey Benjamín, el Libro de Mormón nos dice que “había muchos de
los de la nueva generación que no pudieron entender las palabras del rey Benjamín, pues eran niños
pequeños en la ocasión en que él habló a su pueblo” (Mosíah 26:1).

A toda generación nueva le hace falta que se le enseñe la palabra de Dios así como experimentar la
siembra de semillas de fe en su corazón. En nuestra dispensación, en la sección 69 de Doctrina y
Convenios, el Señor instruyó a los hermanos de la Iglesia recién establecida que predicaran, explicaran,
escribieran, copiaran, seleccionaran y obtuvieran “todas las cosas que sean para el bien de la iglesia, y
para las generaciones futuras que crecerán en la tierra de Sión” (D. y C. 69:8); y creo que es una
descripción apropiada de la obra que hacemos en el programa de seminarios e institutos. Lo que
hacemos al enseñar a la juventud de Sión es crucial para la misión de la Iglesia de Jesucristo restaurada
en estos últimos días.

Hace treinta y nueve años, cuando estábamos recién casados, Randy y yo comenzamos el primer año de
enseñanza en el seminario de Bountiful, Utah. Con los años, y al recibir diversas asignaciones en el
sistema educativo de la Iglesia, no ha habido un momento en que no haya estado profundamente
agradecida por el honor de ser una pequeña parte de esta gran obra. Incontables veces agradecí al
Padre Celestial el habernos concedido ese privilegio. ¿Cuántas personas en la tierra tienen la
oportunidad de que su profesión sea enseñar el evangelio de Jesucristo?

Cada vez que nos reunimos como personal del sistema educativo de la Iglesia, me siento elevada por su
bondad y fortaleza; y muchas veces le he comentado a Randy que en ninguna parte hay gente mejor, y
que el privilegio de enseñar en seminario es el mayor secreto del mundo. Por ser cónyuge de un
empleado de seminarios e institutos, me conforta saber que mi esposo tiene la mejor gente en sus
relaciones diarias. Las recompensas y el gozo de ver cómo se arraigan las semillas del evangelio en el
corazón de la preciada juventud de la Iglesia, ciertamente superan lo que quizás falte en alabanzas
mundanas. Siempre que estamos con ustedes, me elevan y quiero ser mejor; y aprendo y me maravillo
de su buen ejemplo. Ustedes han influido en mi carácter.

Me he fortalecido con la fe de nuestro personal internacional y de sus cónyuges. Mis contactos breves
con estos hermanos y hermanas extraordinarios han sido un gozo, y mi familia se ha elevado con los
relatos de Randy sobre los fieles empleados y alumnos de los seminarios e institutos de todo el mundo.

Estoy agradecida por la fortaleza y la inmunización espiritual contra las plagas del mundo que les han
dado a mis hijos; cada uno de ellos ha recibido sustento espiritual e instrucción de su maestro o maestra
de seminario e instituto.

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Vivimos en una época en que nunca podemos decir que nuestros hijos y alumnos reciben demasiado
refuerzo espiritual; en realidad, todos estamos al tanto del magnetismo que el adversario ejerce en los
jóvenes de Sión. Incluso nos preguntamos si nos será posible prevalecer ante todas esas influencias
corruptoras que pueden atraer y atraen a nuestros jóvenes para alejarlos del evangelio de Jesucristo y
de Sus mandamientos. Les testifico que si seguimos adelante con un fulgor perfecto de esperanza en
Jesucristo y seguimos ejerciendo fe en Él y orando, y si amamos, cuidamos, educamos y enseñamos a la
juventud de Sión, las semillas que hemos plantado crecerán hasta ser árboles fuertes que produzcan un
fruto puro y delicioso en el reino de Dios.

Randy y yo regresamos hace poco de una gira de historia de la Iglesia en la que visitamos muchos
lugares relacionados con la restauración del Evangelio en estos últimos días. Me imagino que cuando
aquellos primeros santos luchaban por establecer el evangelio restaurado de Jesucristo, no tenían idea
de la enorme extensión que alcanzarían sus esfuerzos diarios por congregar a los santos, edificar
templos y predicar el Evangelio. Estoy segura de que habrán sufrido desaliento y se habrán preguntado
si estarían realmente avanzando; tuvieron períodos de distracción, etapas en que el adversario era
implacable. Hubo tiempos nublados y oscuros en que el panorama total no estaba a la vista y el sol no
brillaba para alumbrar el camino.

Al rememorar sobre los treinta y nueve años de vida de nuestra familia y de experiencia con los
seminarios e institutos, puedo decirles que cuando vienen días, semanas e incluso meses nublados y
oscuros, y recordamos y buscamos el principio grandioso y esencial de la esperanza –esperanza en
Cristo, en el plan, en el futuro–. Podemos tener fe en el conocimiento de que, de todos modos, el Señor
está al timón, que Él extrae belleza de las cenizas y que todo lo que nos rodea manifiesta que hay un
Dios, el amanecer de cada nuevo día nos enseña que la vida se renueva y que la luz vuelve a brillar.

Recuerden que lo que ustedes hacen en el hogar y en su trabajo es eterno —que su alcance va mucho
más allá de este momento, de este día— que lo que edificamos está fuera de nuestra comprensión. Las
tribulaciones de nuestros propios Kirtlands y Nauvoos darán paso a la belleza y las bendiciones que
brinda la fidelidad al evangelio de Jesucristo. “Por la noche durará el llanto, y a la mañana vendrá la
alegría” (Salmos 30:5).

Les doy mi testimonio de que esta obra es verdadera y triunfará. Agradezco al Padre Celestial la
pequeña parte que nos ha dado en Su viña a ustedes y a mí. En el nombre de Jesucristo. Amén.

© 2012 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Aprobación del inglés: 5/12.
Aprobación de la traducción: 5/12. Traducción de The Joy and Opportunity of Instilling Faith in the Rising
Generation. Spanish. PD50043158 002

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