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INTERVINIENTE EN LOS
DELITOS ESPECIALES
Los avances de la monografía de grado como Magíster en Derecho Penal y Procesal Penal,
permitió en puertas de un tercer semestre académico la resolución de algunas dudas
básicas en torno a la figura del interviniente en el marco de los delitos especiales. Fue así
que, entre otras, surgieron las siguientes respuestas, las cuales ya amo como abre bocas
de mi futuro aporte a las ciencias penales…
También conocidos como de sujeto activo calificado o cualificado, son “aquellos delitos
que sólo pueden ser cometidos por los sujetos que reúnan las calidades especiales
previstas en el tipo penal” (Corte constitucional, Sentencia C-1122/08), razón por la cual,
a diferencia de los delitos comunes, sólo podrán ser cometidos por cierto grupo de
personas, de suerte que si el autor no cuenta con los requisitos mínimos del tipo, surgirá
la atipicidad de la conducta. En cuanto a su nacimiento, se remota a la legislación alemana
clásica, “representada por una voluntad de destacar en mayor medida la relevancia de la
infracción de deberes especiales como fundamento de los delitos de funcionario” (Gómez
Martín, 2006, pág. 3).
Con base en lo anterior, debemos tener en cuenta que la distinción entre delitos
especiales tiene fundamento en sede de autoría y participación, en los eventos de la
ejecución de un delito en el que intervengan sujetos calificados y no calificados. Es así,
que para los delitos especiales propios la solución no será hacer responsable a todos
como coautores, porque aquellos no cualificados no podrán serlo; en este evento los no
calificados responderán como intervinientes del delito del autor. En cuanto a los delitos
impropios no habría tal necesidad, pues la existencia de un delito común cuya adecuación
típica corresponda al del delito especial permitirá una adaptación simple de los autores
(como serían los tipos del hurto y del peculado, cuya diferencia es la calidad especial
requerida).
En primer término, “autor es la persona que realiza la conducta típica; aquella que efectúa
la acción u omisión a que se refiere el verbo rector” (Reyes Echandía, 1990, pág. 131);
claramente nuestro código penal contempla varias modalidades explicadas a profundidad
por el art. 29, tales como la coautoría, la actuación en representación de personas
jurídicas, de entes colectivos o de personas naturales.
Por su parte, “partícipe es todo interviniente que no puede ser autor, bien porque su
realización sólo entraña una aportación atenuada al delito (le falta el dominio del hecho) o
porque le faltan requisitos de la autoría específicos del delito” (Suárez Sánchez, Autoría y
participación, 1998, pág. 307). Es así que la Ley 599 de 2000 contempla en este margen
al determinador, al cómplice y al interviniente definido como “un concepto de referencia
para aludir a personas que, sin reunir las calidades especiales previstas en el respectivo
tipo especial, toman parte en la realización de la conducta, compartiendo roles con el
sujeto calificado o accediendo a ellos” (Corte Suprema de Justicia, Proceso No. 12.191, 25
de abril de 2002).
Tras un análisis hermenéutico de los arts. 29 y 30 del C.P., se puede afirmar que el
particular ante un tipo especial, “puede actuar como determinador o cómplice, pero al
carecer del elemento personal exigido por el tipo, de ninguna manera podrá ser autor
(directo o mediato) ni coautor” (Suárez Sánchez, Ob. Cit., pág. 27), siendo así una
exclusión irrestricta en el campo de la autoría, en el entendido de que “cuando se procede
por un delito de sujeto calificado, se considera autor aquel que reúna esa especial
característica exigida por el legislador” (Corte Suprema de Justicia, Proceso No. 41.539, 30
de julio de 2014).
En conclusión, en cuanto a la autoría “en los delitos especiales los particulares no pueden
ser autores, tampoco coautores ni autores mediatos por falta de calidad típica” (Gómez
Méndez & Gómez Pavajeau, 2008, pág. 148), sino que por el contrario, el particular
adquiere la calidad de interviniente. Por su parte, en cuanto a la complicidad, el Código
Penal no contempla restricción alguna para el particular en esta modalidad, razón por la
cual éste podría ser cómplice, no obstante, es diferente que el particular pueda adquirir la
calidad de interviniente y de cómplice al mismo tiempo, pues para ser interviniente se
debe concurrir en la realización del delito sin contar con las calidades especiales
requeridas, en cambio, el cómplice requiere una contribución en la ejecución del delito, o
prestar una ayuda posterior por concierto previo o concomitante a la misma.
Vemos con lo anterior, siendo solo un pequeño fragmento de las diversas posturas que ha
tomado la doctrina y la jurisprudencia, que sigue sin estar claro cuál es el alcance del
inciso final del art. 30 del C.P., razón que afluye al contenido de mi tesis de maestría, cuyo
propósito es despejar este vacío en torno al interviniente.