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Universalismo y Diferencia: ¿Es posible su complementariedad desde la ética del discurso?

Rosa Josefina Fantoni


Universidad Nacional de Santiago del Estero

RESUMEN: El principio de universalizacíon de la ética del discurso al presentarse


como principio universal-procedimental de legitimación de normas, sin contenido
material, agudiza las sospechas de etnocentrismo de los "defensores" de las
diferencias culturales. Creemos, sin embargo, que la ética del discurso, con su
principio de universalización, pone a la luz esa racionalidad-dialógica desde la que
es posible no sólo respetar sino fomentar la existencia de comunidades diferentes,
abiertas. Contiene, en lo trascendental, las condiciones de posibilidad de realización
de diálogos concretos. En este sentido afirmamos que universalismo moral y
diferencia cultural se complementan; de otro modo nos encontraríamos con
universalismo vacio o con posiciones culturales dogmàticas; cuando de lo que se
trata es mas bien, dialógicamente, de un pluralismo valorativo.

La ética del discurso autoinserta en las denominadas éticas cognitivas, universalistas, procedimental y de
principios ; situada en el nivel posconvencional del desarrollo de la conciencia moral, no prescribe formas de
vida concretas, sino que lo suyo es proporcionar aquellos procedimientos que nos permiten legitimar normas
y, por lo tanto, prescribirlas con validez universal.
Esto significa que, en primera instancia el principio de universalización de la ética del discurso resultaría
contradictorio con concepciones - formas de vida - culturales diferentes.
La propuesta es analizar la necesidad de complementariedad entre universalismo y diferencia. Más allá de la
crítica al propio principio de universalización de la ética del discurso, creemos que en él está contenido la
posibilidad del reconocimiento y realización de la diferencia. Lo que pudiera afirmarse como un pluralismo
valorativo.
Es cierto que el principio de universalización se establece como una forma procedimental para legitimación de
las normas ; afirmando que tal universalización no puede lograrse a través de un monólogo interior por el que
el individuo en soledad consigo mismo delibera sobre las normas que todos aceptarían.
Por el contrario, el diálogo es el lugar en el que los hombres pueden averiguar si sus necesidades e interesas
subjetivos pueden definirse intersubjetivamente como exigencias, o bien permanecer en el terreno de lo
subjetivo.
En realidad, hay diferencia entre un decirse a sí mismo - monológico - y sentirse propietario de la verdad o el
error del otro, gestar su propio discurso ; a un dejarse decir - dialógico - escuchar al otro, no reducir las
respuestas a exigencias subjetivas ; sino más bien tener en cuenta la existencia de los interlocutores, acudir a
la argumentación buscando desinteresadamente el acuerdo en virtud del cual podrá conocerse a sí mismo
desde el punto de vista moral. El diálogo es ..."la única posibilidad existente para nosotros, los hombres, de
resolver sin violencia los conflictos"; (1) que es como afirmar que es el único camino que queda a los hombres
; falible, inseguro pero real.
Por lo tanto, en manos de los diálogos concretos está la decisión sobre la corrección de las normas. Pero,
¿quiénes participan o quienes son tenidos en cuenta en el diálogo y en el consenso final ?. La respuesta de una
ética dialógica es : todos los afectados por las normas que se cuestionen, porque todos son "interlocutores
virtuales" que han de reconocerse como personas legitimadas para participar.
Ahora bien, las condiciones en que debe llevarse a cabo el diálogo es de simetría, porque todos tienen el
mismo derecho a participar. En este sentido la ética del discurso sostiene que todos los miembros de la
comunidad de comunicación (todos los seres pensantes) están obligados a tener en cuenta, para posibilitar una
relación simétrica, todas las exigencias virtuales de todos los miembros virtuales ; es decir, todas las
"necesidades" humanas, en la medida en que podrían plantear exigencias a los demás hombres ; lo que supone
que hay que tener en cuenta la relación entre lo real y lo ideal.
Esta relación dialéctica está contenida en el enunciado de la norma ética básica. Es decir, la propuesta de
universalización de la norma ética básica es la realización -institucionalización juríco-política- de la
comunidad ideal de comunicación en todo acto de entendimiento comunicativo seriamente intencionado.
Es cierto que todas las personas capaces de acciones comunicativas están obligadas moralmente a realizar (a
largo plazo) los principios rectores de una comunidad ideal más justa y solidaria ; sin embargo, tiene sentido
aún el preguntarnos :
¿Si contamos con pueblos con distinto nivel de desarrollo y afirmación mundial, hasta donde la
institucionalización jurídico-política de intereses y principios alcanza para acercar las diferencias ?
¿Son tenidos en cuenta los problemas de exclusión material, cultural, educativo, de entendimiento recíproco ?
Naturalmente, en la medida en que se exige en la norma ética básica del discurso argumentativo que el
discurso, en tanto discurso práctico, tiene que fundamentar la validez de normas concretas a través de la
formación de consenso, en el sentido de la mediación de intereses de todos los afectados ; es que el discurso
ideal, que tenemos que presuponer en la argumentación, tiene que ser intitucionalizado bajo condiciones
reales.
Desde su posición teórica la ética del discurso delega las cuestiones de contenido ; más bien se limita a
formular y recordar el "punto de vista moral". Las posiciones materiales se contemplan sólo como
contribución a un discurso abierto, a la posibilidad de realizarlo "histórico-procedimentalmente".
"Como el principio de la ética del discurso incluye la exigencia de que se produzcan
discursos reales para la formación de consenso entre los afectados acerca de las
normas concretas, el principio se tiene que determinar a sí mismo como un puro
principio procedimental discursivo". (2)
Este es el modo en como la ética del discurso se distingue a sí misma de una pura ética deontológica de
principios, ya que afirma "que no puede partir de un punto de vista abstracto ajeno a la historia". Mas bien
tiene que considerar que la historia humana a comenzado desde siempre y la fundamentación de normas
concretas puede y debe conectarse a la historicidad conectada históricamente en las correspondientes formas
de vida. La ética del discurso asume, al mismo tiempo, la exigencia de una ética de la responsabilidad referida
a la historia. Sin embargo, la ética del discurso no puede ni quiere renunciar al punto de vista universalista del
deber ideal.
Es decir, que, si bien la ética del discurso "delega en los propios afectados la fundamentación concreta de las
normas para garantizar un máximo de adecuación a la situación", también pretende simultáneamente, "la
máxima utilización del principio de universalización referido al discurso", (3) en el siguiente sentido : siempre
que argumentamos presuponemos las condiciones normativas de un discurso ideal ; por lo tanto no son los
acuerdos fácticos los que darán validez a las normas. En ellos no siempre se cumplen los presupuestos del
discurso, ni las condiciones de simetría e igualdad de oportunidades de los participantes.
Los diálogos fácticos están sometidos a múltiples incidencias : no es difícil reconocer que no todos ingresan
en el buscando el consenso, cabe el riesgo de que lo utilicen sólo como estrategia ; no todos poseen un
conocimiento similar del tema que se discute o pareja capacidad dialéctica. "Si hay algo sencillo en el mundo
es percatarse de que los hombres son empíricamente desiguales, contémplese la diversidad desde la
perspectiva física, psíquica o dialéctica". (4)
Si bien es cierto que los hombres son empíricamente diferentes, son idealmente iguales, porque carece de
sentido ingresar en un diálogo tendente al consenso sin suponer en los interlocutores iguales derechos a hacer
propuestas y defenderlas argumentativamente. De ahí que, quienes quieran participar en un diálogo tendente a
un acuerdo tendrán que presuponer en los interlocutores no sólo características empíricas, sino también ciertos
rasgos "ideal trascendental", sin los cuales el diálogo pierde racionalidad.
Por ejemplo, la igualdad de derechos, la autonomía, el reconocimiento recíproco, no son factores
empíricamente observables en un proceso dialógico, ni habitualmente respetados en los diálogos fácticos.
Estas condiciones ideal-trascendental presupuestas en el diálogo, pueden ser negadas, pero esto supone
negarle sentido, y, además, conformarse con lo que ocurre en los diálogos fácticos.
Es, entonces, el consenso racional, dialógico, el que está capacitado para la legitimación última de las normas.
Tal consenso se sustenta en las condiciones ideales de la comunidad de comunicación.
Pareciera que, el "principio rector" de la ética del discurso pudiera considerarse en situaciones donde la
institucionalización de los discursos prácticos ya están establecidas ; pero tal vez no en situaciones donde las
implicaciones materiales condicionan no sólo los principios del discurso, sino la "vida" del sujeto mismo del
discurso.
Es decir, el reconocimiento de los interactuantes, el diálogo intersubjetivo, las condiciones de simetría para
argumentar y consensuar, implican una serie de exigencias previas al efectivamente ser reconocido, por lo que
no sólo es necesario presuponer "que los participantes afectados gozan de unos determinados medios
materiales , sino también de unos medios culturales y unas virtudes cívicas". (5) (Por ejemplo adecuada
capacidad para el juicio, autonomía...).
Pero, si esto es así, ya no podríamos caracterizar las condiciones para una situación ideal de habla en términos
formales ; y tendríamos que reconocer que tampoco se podría incluir a todos los sujetos interesados, pues sólo
podrían considerarse aquellos que tuvieran capacidad suficiente para ejecutar el juicio. Sin embargo, los
argumentantes, como sujetos de una posible fundamentación racional de las normas, siguen siendo hombres
reales. Por eso mismo, las normas ideales del discurso no pueden permanecer moralmente indiferentes.
Es por cierto correcto que las condiciones reales de la acción son cualitativamente distintas de aquellas del
discurso ideal. Sin embargo, quienes deseen realizar en el mundo real el ideal de una comunidad, que resuelva
mediante argumentos y consenso las exigencias de los interlocutores reales y virtuales, se les plantea
problemas como por ejemplo, ¿cómo exigir el cumplimiento de un principio cuyas reglas no se encuentran
encarnadas en ninguna institución real y de cuyo acatamiento universal no tenemos garantía ? ; ¿cómo tomar
en cuenta de la manera más adecuada, en la comunidad concreta de argumentación las pretensiones virtuales
de los no participantes, pero afectados ?
En este sentido, según Apel, el problema concerniente a la aplicación -realización- de la ética del discurso no
puede "resolverse con argumentos a priori", y por lo tanto, en cuanto problema complejo requiera
probablemente, además de la información empírica y del conocimiento científico, una "cierta confianza en la
razón comunicativa de la gente, como la capacidad de comunidad real de comunicación de la humanidad
presente y futura". (6)
Esto significa que la ética del discurso no desconoce que hunde sus raices en un mundo real y que está
llamada a transformarlo. Operativizar su principio normativo supone desarrollar el "método de la discusión
moral" y por otro lado "institucionalizarlo en condiciones finitas jurídico - políticas". (7)
Una respuesta desde la diferencia cultural dada a la realización de la norma ética básica es la Filosofía de la
Liberación.
Uno de sus representantes, Enrique Dussel, sostiene que el problema de la aplicación -realización de una
comunidad "histórico-posible"- mas justa, se resolvería desde el principio de la liberación, propuesto por la
Filosofía de la Liberación ; pues "mientras la "miseria sea un hecho en la mayoría de nuestros pueblos, la
filosofía de la liberación será pertinente, buscando "filosóficamente" los temas que la realidad le impone".
Para la ética de la liberación el postulado es liberar. Y, "liberar es construir una comunidad de comunicación
y de vida histórico - posible más justa, más racional. Liberar parte de una comunidad de comunicación de vida
real gracias a una práxis reformista o revolucionaria (ninguna de las dos puede ser descartada a priori) y desde
la interpelación del Otro como exigencia ética de la comunidad de comunicación y de vida real". (9)
Dijimos que el postulado de realización de la ética del discurso tiende a una solución procedimental, en la cual
el individuo no puede renunciar al discurso para la formación real de consenso ; sino que, "el compromiso es
colaborar en la realización a largo plazo y aproximativa de las condiciones de la ética del discurso".
Es decir, es un procedimiento que exige la participación en los discursos reales. Exigencia que cobra sentido
en la medida en que se asume el postulado moral de la "disolución histórica de la contradicción" entre la
comunidad real y la ideal, asegurando no sólo la supervivencia del género humano como comunidad real de
comunicación, sino también la realización social de la comunidad ideal de comunicación a través del principio
emancipatorio. Esta tarea "implica la eliminación de todas las asimetrías producidas socialmente, del diálogo
interpersonal". (10)
Para la ética de la liberación la exigencia ética "liberar al Otro", es la condición de posibilidad del argumentar
real. Por eso Dussel sostiene que "el principio de emancipación no puede identificarse con la intensión
liberadora o la práxis de la liberación". (11)
Es decir, el principio de emancipación de la ética del discurso es realizar la comunidad ideal en la real ; sin
embargo, la "práxis liberadora" aun reconociendo la intensión emancipatoria, "no olvida a la comunidad
política - económica de la comunidad de vida como proyecto". (12)
¿Significa acaso que ambas exigencias son irreconciliables ?, ¿No es válido para todos lo sujeto la valoración
responsable de la situación y la decisión desde una situación determinada sin negar el principio de
universalización ?.
Creemos que, para realizar la "comunidad ideal de sujetos" o la "comunidad de vida", es condición de
posibilidad el pluralismo, desde donde podríamos, tal vez, conciliar el universalismo de la norma básica de la
ética del discurso y el respeto a la diferencia de una comunidad de comunicación y de vida real. Pues, respetar
la diferencia no supone, necesariamente, negar algún valor con pretensión de universalidad, porque entonces
suprimiríamos las diferencias.
Si no hay universalidad, tampoco puede haber reconocimiento de la diferencias, porque un auténtico
reconocimiento tiene que ser universalmente válido.
El respeto a las diferencias así como no puede ser una exigencia restringida a un "juego del lenguaje",
tampoco puede ser restringido a una cultura determinada ; sino que más bien es una exhortación racional,
dirigida necesariamente a todos los seres racionales.
Si ya es una opción apostar por la razón, comprometemos en ella toda una forma de vida, pues ella reconoce
como morales las normas que tienen derecho a valer universalmente. Estas normas expresan "los intereses
generalizados a través del consenso".
Creemos que, se trata mas bien de afirmar que sólo si se reconoce que las diferencias de las personas y las
culturas tienen que ser universalmente respetadas, podremos exigir que se respeten las particularidades.
Es cierto que el universalismo ético puede ser intrumentalizado, usado estratégicamente, es decir, simulándolo
con fines de dominación ; pero esto no supone renunciar al mismo. Si lo hiciéramos estaríamos renunciando al
verdadero universalismo, verdadero dialogo, verdadero consenso.
El universalismo, lo mismo que su correlato el consenso, están exigidos por el carácter dialógico de la razón.
Prescindir de ellos, rechazarlos, implica permanecer encerrado en una posición monológica, y, porque no,
irracional. Vale entonces la pregunta si ¿es esto lo más deseable para afirmar y/o legitimar la diferencia ?.
Sin querer reducirlo a una mera expresión de deseo, cabría afirmar que universalismo moral y diferencia
cultural se complementan ; de otro modo nos encontraríamos con universalismos vacíos o con posiciones
culturales dogmàticas. Universalismo y diferencia -pluralismo valorativo- han de ser siempre
complementarios, incluso como aspiración ideal. Complementarios en tanto dos dimensiones de la moralidad
que se interaccionan, sin que una anule a la otra.

Notes
(1) Apel, Karl : Teoría de la verdad y ética del discurso, Barcelona, Paidós, 1991, pag.155.
(2) Ibid. pag.160.
(3) Ibid
(4) Cortina, Adela : Razón comunicativa y responsabilidad solidaria, Salamanca, Sígueme, 1986, pag.164.
(5) Cortina, Adela : Ética comunicativa y democracia, Barcelona, Crítica, 1991, pag.237.
(6) Apel, Karl : Debate en torno a la ética del discurso de Apel; La pragmática trascendental y los problemas
éticos Norte - Sur, México, Siglo XXI, 1994, pag. 54.
(7) Apel, Karl : La transformación de la filosofía - II, Madrid, Taurus, 1985, pag. 45.
(8) Dussel, Enrique : Fundamentación de la ética y filsosofía de la liberación ; La introducción de la
"transformación de la filosofía" de Karl Apel y la filosofía de la liberación (reflexiones desde una perspectiva
latinoamericana), Mexico, Siglo XXI, 1992, pag.103.
(9) Ibid.
(10) Apel, Karl : La transformación de la filosofía - II, Madird, Taurus, 1985, pag. 410.
(11) Dussel, Enrique : Fundamentación de la ética del discurso y filosofía de la liberación ; Introducción a la
"transformación de la filosofía", de Karl Apel y la filosofía de la liberación (reflexiones desde una
perspectiva latinoamericana), Mexico, Siglo XXI, 1992, pag. 103.
(12) Ibid.

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