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LA PROTECCioN:

NUESTRO COMPROMISO
Programa de Formación de Tutores en la Prevención
del Abuso Sexual de niñas, niños y adolescentes.

12. Atencion terapeutica


para las victimas

Autores: Prof.a Dr.a D. Collin-Vézina


1. Introducción
El abuso sexual infantil es una forma de maltrato que provoca reacciones de indignación e
incomprensión en todas las culturas. El abuso sexual infantil es, tristemente, un problema
generalizado en todas las sociedades que puede causar un gran impacto perjudicial sobre
las víctimas. En este capítulo, vamos a examinar las consecuencias del abuso sexual
infantil para la salud mental, los procesos de revelarlo y las estrategias de intervención para
ayudar a los niños y a los padres no agresores a afrontarlo.

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2. Consecuencias para la salud mental
El abuso sexual infantil constituye un factor de riesgo significativo al desarrollarse múltiples
consecuencias negativas tanto en la infancia como en la edad adulta. Durante los años de
educación preescolar, escolar y la adolescencia, los trastornos de estrés postraumático y
los síntomas de disociación son más comunes entre niños víctimas de abuso sexual que
entre los que no lo han sido. Algunos síntomas de estrés postraumático son recuerdos
intrusivos (por ejemplo, un flashback como si el suceso estuviera ocurriendo de nuevo), y
evitar ciertos lugares, actividades o personas que hacen recordar el evento traumático. Los
síntomas de disociación incluyen: pérdida de memoria (amnesia) de algunos periodos de
tiempo, acontecimientos y personas, así como una sensación de estar desvinculado de sí
mismo. También los trastornos de humor, como episodios de depresión mayor, se han
solido asociar al abuso sexual infantil a lo largo de la vida. En los niños, los resultados del
abuso sexual se manifiestan en problemas de comportamiento tal y como una conducta
sexual inapropiada. Durante los años de la adolescencia, se ha demostrado que las
víctimas presentan mayores problemas de conducta.
Suelen desarrollar más comportamientos sexuales arriesgados. Las víctimas también son
más propensas a abusar de sustancias, desarrollar comportamientos de autolesión e
intentos de suicidio. Estas consecuencias en la salud mental es probable que se mantengan
en la edad adulta dado el vínculo que se ha demostrado que existe entre el abuso sexual
infantil y la psicopatología de vida. Más preocupante aún es el hecho de que las víctimas de
abuso sexual infantil corren más riesgo de experimentar violencia en las relaciones
amorosas tempranas que los jóvenes que no lo han sido, y que corren entre 2 y 3 veces
mayor riesgo de volver a ser víctimas de abuso sexual en la edad adulta que las mujeres
que no lo han sido. Este análisis del alcance en los estudios sobre el impacto del abuso
sexual infantil viene a demostrar que prácticamente no hay ningún ámbito de la
sintomatología que no haya sido asociado a esta forma de maltrato. En un informe sobre
diez años de estudios en materia de abuso sexual infantil, se constató que la mayoría de las
víctimas de abuso sexual infantil presentan síntomas de moderados a graves y pueden
presentar más de un diagnóstico psiquiátrico.

A pesar de la prueba contundente de los impactos perjudiciales del abuso sexual infantil,
algunos estudios sugieren que no todas las víctimas presentan síntomas.
Aproximadamente un tercio de las víctimas puede ser que no manifieste ningún síntoma
clínico en el momento que se revela el abuso. Esto lo podemos explicar, en parte, por las
características extremadamente diversas del abuso sexual infantil que dan lugar a un
amplio abanico de posibles consecuencias. El abuso sexual es una experiencia de vida
difícil y sus víctimas forman un grupo heterogéneo, por lo que no se puede generalizar.
Además, no todos los niños disponen de los mismos recursos personales, familiares ni
ambientales para ayudarlos a hacer frente al abuso. Entre aquellos factores que
potencialmente influyen sobre la capacidad de resiliencia de las víctimas de abuso sexual,
a los niños que reciben el apoyo de padres no agresores y los que no han sido víctimas de
abuso previamente parece que lo llevan mejore a pesar de las dificultades derivadas del
abuso. Por otra parte, aunque algunos niños que han sido abusados no manifiesten
síntomas clínicos en el momento de revelar el abuso, son susceptibles de desarrollar dichos
síntomas más adelante. Por ejemplo, durante la pubertad las cuestiones relativas a las
relaciones íntimas y la sexualidad pueden reaparecer y ser bastante abrumadoras para las
víctimas.

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3. Los procesos de revelar el abuso
Revelar el abuso es un proceso complejo y delicado que requiere ser abordado con empatía
y sensibilidad. El hecho de revelarlo es particularmente clave a la hora de entender mejor el
abuso sexual infantil y encontrar soluciones; el revelarlo es por lo general la única manera
de saber lo que sucedió y la historia de aquellos que han sido abusados una de las pocas
fuentes de información sobre el problema. Sin embargo, la mayoría de las personas que
sufrieron abusos no lo revelaron inmediatamente después y aquellos que lo hicieron no
necesariamente dieron explicaciones claras. Algunos esperan muchos años antes de
contarlo y puede que su relato sea breve, poco claro o contradictorio. Las víctimas de abuso
sexual infantil que jamás relevaron el abuso y aquellas que tardaron en hacerlo suelen
obtener resultados de trastorno psicológico y estrés postraumáticos que alcanzan niveles
clínicos en comparación con adultos que no han sufrido abusos sexuales. Los adolescentes
por lo general tardan más tiempo en revelarlo que los niños, lo que en parte se puede
explicar por el miedo a los efectos negativos o por que se sienten culpables del abuso.

Más allá de revelarlo abiertamente, el abuso sexual infantil se puede manifestar de diversas
formas. Estudios recientes concluyen que los niños pueden intentar revelarlo a través de su
comportamiento y de forma indirecta, por ejemplo, a través de dibujos y juegos. Los niños
pueden ir desvelando partes de la información para estimar la respuesta del adulto: si la
reacción es positiva y de atención, el niño podrá ir revelando más. Si por el contrario le
parece que nadie le cree, puede ser que no vuelva a hablar de ello. La reacción de los niños
al revelarlo y sus sentimientos ante ello suelen ir ligados a la respuesta de los demás. La
respuesta profesional juega un papel clave en el bienestar del superviviente. Los
profesionales que son positivos y apoyan reconociendo y confirmando el abuso pueden
mitigar los efectos negativos del mismo. Por el contrario, los profesionales que no
comprenden el abuso y lo minimizan o lo ponen en duda pueden agravar sus efectos
negativos.

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4. Estrategias de intervención
Entre las distintas estrategias de comportamiento cognitivo y de tratamiento sistémico y
psicodinámico, la Terapia Cognitiva Conductual Enfocada en el Trauma (TCC-ET) se ha
establecido sólidamente como modelo estándar de referencia. La TCC-ET es un modelo de
tratamiento psicosocial diseñado para tratar el estrés postraumático y los problemas
conductuales y emocionales asociados en niños y adolescentes. Es apropiado aplicarla con
niños de entre 3 y 18 años y los padres o cuidadores que no han realizado los abusos.

El tratamiento incluye sesiones individuales paralelas con los niños y sus padres (o con los
cuidadores), y conjuntas entre padres e hijos que se van incrementando a lo largo de la
duración del tratamiento. El acrónimo “PRACTICE” (por sus siglas en inglés) agrupa los
componentes de este modelo de tratamiento:

Psicoeducación y habilidades parentales (P): durante las sesiones, padres e hijos aprenden
a entender mejor el abuso. Se repasan los mitos acerca del abuso sexual infantil y se
debaten los sentimientos que se experimentan y creencias más comunes. Los padres
también aprenden habilidades de comunicación saludables para poder dar a sus hijos un
mejor apoyo durante el proceso de recuperación.

Habilidades de relajación (R): durante las sesiones, padres e hijos aprenden ejercicios de
respiración profunda y técnicas de relajación muscular para poder aplicarlas cuando se
produzcan pensamientos intrusivos que interfieran con el desempeño cotidiano del niño.

Habilidades de regulación y expresión del afecto (A): a través del uso de diferentes
herramientas, incluyendo las artes, se enseña a los niños a identificar emociones y niveles
de intensidad como una forma de expresión de las experiencias vividas.

Habilidades cognitivas para afrontarlo y procesarlo (C): las técnicas cognitivas para
afrontarlo contribuyen a que los niños identifiquen la diferencia entre los conocimientos
precisos y no precisos y los útiles y no útiles, así como a distinguir y relacionar sentimientos,
pensamientos y comportamientos, y qué pueden hacer para sustituir pensamientos y
cambiar las emociones y comportamiento.

Narración del trauma (T): los ejercicios de exposición progresiva se utilizan para ayudar a
los niños en el desarrollo de la narración del trauma, utilizando elementos verbales, escritos
o simbólicos para relatar los hechos. La narración debe reflejar la experiencia que ha vivido
el niño a través de la que se pueden procesar pensamientos no precisos y poco útiles.

Exposición en vivo (I): exposición progresiva del niño a recuerdos traumáticos, por ejemplo,
el lugar donde tuvo lugar el abuso. Se usa para ayudar al niño a ganar control sobre sus
reacciones emocionales.

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Sesiones conjuntas entre padres e hijos (C): las sesiones conjuntas permiten tanto a padres
como a hijos establecer una comunicación en lo referente al abuso, y al niño le permite
compartir su relato sobre el trauma.

Reforzar la seguridad y el desarrollo futuro (E): la educación sobre la sexualidad saludable,


la autodefensa y la formación en asertividad se usa para facilitar un futuro desarrollo
positivo y equipar a los niños para que en el futuro puedan hacer frente a potenciales
elementos de estrés.

Motivación

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5. Conclusión
Aunque los efectos del abuso sexual infantil no sean siempre visibles, las víctimas siguen
cargando la amenaza sobre su bienestar. La experiencia traumática del abuso sexual
infantil es un factor de riesgo considerable en el desarrollo de problemas de salud mental
que afectan tanto al bienestar presente como futuro de las víctimas. Teniendo en cuenta que
las historias de muchas víctimas siguen siendo desconocidas, los orígenes de esos
problemas de salud mental puede que no sean detectados. En el intento de ofrecer servicios
eficaces a las víctimas, debemos dar prioridad al desarrollo de estrategias que aborden
cuáles son las barreras que hay para revelar y denunciar los abusos. Aunque el tabú del
abuso sexual infantil ya no esté tan presente como hace unas décadas cuando casi nadie
hablaba de ello, el tapar algunas cuestiones puede impedir aún que las víctimas se dirijan a
las autoridades para contar el abuso que están sufriendo. Se han realizado progresos en
cuanto a reconocer el abuso sexual infantil como un problema social, especialmente en los
países occidentales, pero no debemos perder de vista que aún no hemos alcanzado el
objetivo principal, que no es sólo ofrecer a los niños que han sido abusados la ayuda que
tanto merecen, sino protegerlos primeramente del abuso sexual.

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Contenidos de propiedad intelectual de la Pontificia
Universidad Gregoriana.
Centro de Protección de la Infancia CPP

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