Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
sustento de la violencia
Esta definición plantea una confusión conceptual respecto a la categoría de género, ya que la
categoría de género no se reduce al estudio sobre la condición de la mujer. El género, más que
1
Este fragmento es parte de la Tesis Doctoral: “La violencia en la pareja a la luz del desarrollo moral: El Caso de
México”, realizada por la autora para la obtención del grado en la Universidad de Chile, 2014. Todos los derechos
reservados. Usar únicamente bajo su consentimiento explícito.
un concepto, se ha convertido en una epistemología social para el estudio de los fenómenos
sociales (Lamas, 1996). Aunque se describirá con profundidad el género como categoría de
análisis social posteriormente en este capítulo, para efectos de comprender y diferenciar el
concepto de violencia de género, se define el género como las diferencias sociales y culturales
que se producen entre los hombres y las mujeres como resultado de la producción de normas
culturales que regulan el comportamiento, distinguiéndolo del concepto de sexo, referido a la
genitalidad (Lamas, 2003; Enríquez, 2006).
Respecto al concepto de violencia contra las mujeres, éste se enfoca en el estudio del sujeto de
violencia, dentro de una postura crítica hacia las prácticas de género en la cultura. La
conceptualización de la violencia contra la mujer, especialmente enfocada en los contextos de
pareja, surge de los estudios feministas sobre la dominación hacia la mujer y el aumento
considerable de las encuestas sobre violencia dentro de los hogares (Cantera, 2004; Castro &
Casique, 2007; 2009). Aunque no existe una definición universalmente aceptada, una referencia
conceptual es la de las Naciones Unidas (ONU, 1993a:--) en la Declaración sobre la Eliminación
de la Violencia contra la Mujer, que se refiere a:
“todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda
tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así
como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto
si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Las limitaciones del concepto de violencia hacia la mujer radican en que la interpretación de
cualquier acto de violencia hacia una mujer, está condicionada generalmente por la premisa de
ser únicamente derivada de su condición de género. Esto imposibilita, en muchos casos, la
comprensión de todas las áreas de las relaciones o situaciones en donde surge la violencia,
asumiendo indirectamente un rol pasivo de las mujeres respecto a su entorno socio-cultural.
El abuso sexual, como por ejemplo en el caso de relaciones sexuales forzadas, impuestas
mediante amenazas e intimidaciones o con la fuerza física, la coerción a prácticas sexuales
indeseadas, o la constricción a tener relaciones sexuales con terceros.
La violencia económica, que comprende actos tales como el negar dinero, el rechazar la
obligación de contribuir económicamente, la privación de alimentos y de las necesidades
básicas, y el control del acceso a la atención sanitaria, al empleo, etc.”
Esta visión de la violencia doméstica fue uno de los enfoques más importantes que se realizaron
al inicio del estudio de la violencia en las relaciones de pareja. Adoptando una perspectiva
feminista, consideraban la violencia como una forma de sujeción hacia la mujer en un entorno
patriarcal (Alberdi, I. & Matas, N. 2002.; Amor, P., Echeburúa, E., De Corral, P., Zubizarreta, I., &
Sarasua, B., 2002; Bertelli, M., 2002; Echeburúa, E., 1998; UNICEF, 2000).
Uno de los aportes importantes de este enfoque fue poner en relevancia los malos tratos hacia
las niñas dentro de la definición de violencia doméstica. Con este cambio, comienza a hacerse
visible la condición vulnerable de las niñas en los hogares, debido a las prácticas e ideologías
dominantemente masculinas que legitiman la violencia hacia las mujeres dentro del seno familiar.
Sin embargo, al surgir del enfoque de violencia hacia las mujeres, este concepto también
comparte las limitaciones en términos teóricos y prácticos al estar sustentada en la violencia de
género para la interpretación de cualquier acto violento en el contexto familiar.
La violencia (intra)familiar, se define como malos tratos o agresiones físicas, psicológicas, sexuales
o de otra índole, infligidas por personas del medio familiar y dirigida generalmente a los miembros
más vulnerables de la misma: niños, mujeres y ancianos (Fernández, et. al., 2003). Es decir, es
cualquier acto violento en contra de algún miembro de la familia, lo que no limita únicamente a
la violencia infringida a la mujer como cónyuge, sino que contempla la violencia dentro del seno
familiar, incluyendo a cualquiera de sus miembros. Aunque en la mayoría de las investigaciones,
este término es homologado con la violencia doméstica (Sagot & Carcedo, 2000; Trujano &
Mendoza, 2003; Quiñones, Arias, Delgado & Tejera, 2011), también ha sido desarrollado desde
la psicología y medicina enfocándose más en el aspecto epidemiológico y la prevalencia del
fenómeno. La Norma Oficial Mexicana (2000) define la violencia intrafamiliar como el acto u
omisión, único o repetitivo, cometido por un miembro de la familia en una relación de poder, en
función del sexo, la edad, o la condición física, en contra de otro integrante de la misma,
independientemente del espacio físico donde ocurra el maltrato físico, psicológico, sexual o
abandono.
El concepto de violencia en la pareja. La diferencia del término violencia en la pareja con las
definiciones descritas radica en que al situar el objeto de estudio en el contexto de pareja, se
integra también la posibilidad del ejercicio de la violencia de la mujer hacia el varón (Archer, 2002;
Carney, 2007; Dobash & Dobash, 2004; Johnson, 2006; Rodríguez, 2010), así como entre
miembros de parejas homosexuales (Cantera, 2004; Hirigoyen, 2008), pero que esta violencia no
responde únicamente a la condición social del género.
Con énfasis en la pareja, la definición de la violencia resalta las pautas de dominación y abuso de
poder inherentes en ella. Por ello, la violencia en pareja se entiende como maltrato que se da
dentro de la intimidad de una relación de pareja, cuando uno de los dos miembros trata de
imponer su poder por la fuerza. El maltrato es todo acto de agresión emocional ejercido hacia
una persona, manifestado en forma física, sexual, económica, verbal, social, aunque pueden
existir otros medios utilizados en distintos ámbitos de la persona (Hirigoyen, 2008; Ramírez,
2008). En la violencia en la pareja también está implícito el impedimento del diálogo dentro de la
pareja, ante la intención de nulificar en acción o decisión al otro (Arendt, 2006).
La definición de Hirigoyen (2008) utiliza el término ‘poder por la fuerza’, entendiéndolo desde la
concepción de Bourdieu (1977), que se refiere a la imposición de unos sobre los otros mediante
relaciones de sometimiento, imponiendo la arbitrariedad. Dichas relaciones de fuerza (o
sometimiento) se instauran en el nivel simbólico, entendido como el entramado de significaciones
socialmente legitimadas, que permiten la reproducción de las relaciones desiguales entre sexos y
que se trasmiten mediante los aparatos ideológicos sociales, como son la educación, la cultura y
los medios de comunicación. Esta concepción de poder en Bourdieu o violencia/dominio en
Arendt (2006), retoma la idea de la imposición sobre el otro y el carácter instrumental-teleológico
dentro del concepto.