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Introducción
Jesús venia hablando de que Él es el pan de vida y que nos iba a dar su cuerpo y su sangre
como comida y bebida
Y el evangelio de hoy nos habla de algunas reacciones de las personas que seguían a Jesús.
Dicen algunos: “Es duro este lenguaje ¿Quién puede escucharlo?
Aquí nos encontramos con una verdad que vuelve a aparecer en cada época.
Una y otra vez no es la dificultad intelectual lo que impide que muchos se acerquen a Jesús,
sino aceptar su vida y su mensaje como norma de vida para nosotros.
Los discípulos se daban cuenta de que Jesús se había presentado como la misma vida de
Dios venida a la Tierra; la dificultad de la gente era aceptar aquello como verdad, con todas
sus consecuencias.
Jesús añade: " Mis palabras son espíritu y vida.» Él es el único que nos puede decir lo que
es la vida, poner en nosotros el espíritu en que debe vivirse y darnos la fuerza para vivirla.
El problema es que a veces nos rehusamos a esa vida que Jesús nos trae.
Como en el caso de Judas, que sin abandonarlo físicamente era uno de los que murmuraban
(Jesús sabia quienes murmuraban y quien lo iba a entregar, sin duda hablando de Judas)
¿Qué significa esto para nosotros? Que tenemos que estar atentos para no perder los
ideales, entusiasmos, sueños y lealtades. Pedir la gracia de no perder el encanto de la vida
que Jesus nos vino a traer
Lo vemos en la persona de Pedro: Jesús era el único que tenía palabras de vida eterna.
La lealtad de Pedro tenía sus raíces en su relación personal con Jesucristo. Habría muchas
cosas que Pedro no entendía; estaría a veces tan confuso y despistado como cualquier otro.
Pero había algo en Jesús por lo que habría estado dispuesto a morir.
Conclusión
En último análisis, el Cristianismo no es una filosofía que podemos aceptar, ni una teoría a
la que nos adherimos. Es una respuesta personal a Jesucristo. Es la lealtad y el amor que da
una persona porque el corazón no le deja hacer otra cosa.
SVM