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JUAN 6,60-69 ¿También ustedes quieren irse?

Introducción

Jesús venia hablando de que Él es el pan de vida y que nos iba a dar su cuerpo y su sangre
como comida y bebida

Y el evangelio de hoy nos habla de algunas reacciones de las personas que seguían a Jesús.
Dicen algunos: “Es duro este lenguaje ¿Quién puede escucharlo?

La palabra “duro” no significa simplemente difícil de entender, sino difícil de aceptar.

Aquí nos encontramos con una verdad que vuelve a aparecer en cada época.

Una y otra vez no es la dificultad intelectual lo que impide que muchos se acerquen a Jesús,
sino aceptar su vida y su mensaje como norma de vida para nosotros.

Los discípulos se daban cuenta de que Jesús se había presentado como la misma vida de
Dios venida a la Tierra; la dificultad de la gente era aceptar aquello como verdad, con todas
sus consecuencias.

Muchas veces se lo rechaza A Jesús, o se lo recorta, no por un problema intelectual o de


simple conocimiento, sino porque es un desafío para nuestra vida (aceptarlo implica tenerlo
como centro, como norma de vida, implica muchas veces cambios en nosotros)

Queremos enseñarle a Dios como deben ser las cosas

Jesús añade: " Mis palabras son espíritu y vida.» Él es el único que nos puede decir lo que
es la vida, poner en nosotros el espíritu en que debe vivirse y darnos la fuerza para vivirla.

El problema es que a veces nos rehusamos a esa vida que Jesús nos trae.

En el evangelio vemos tres actitudes en aquellos seguidores

(i) Algunos se volvieron atrás

Abandonaron a Jesús. Se fueron de Él. Estos eran seguidores de conveniencia. No buscaban


a Jesús, sino los beneficios que podían sacar de Él. (esquivaban el desafío que Jesús nos
propone)

(ii) Hubo endurecimiento de corazón

Como en el caso de Judas, que sin abandonarlo físicamente era uno de los que murmuraban
(Jesús sabia quienes murmuraban y quien lo iba a entregar, sin duda hablando de Judas)

¿Qué significa esto para nosotros? Que tenemos que estar atentos para no perder los
ideales, entusiasmos, sueños y lealtades. Pedir la gracia de no perder el encanto de la vida
que Jesus nos vino a traer

(iii) Hubo lealtad

Lo vemos en la persona de Pedro: Jesús era el único que tenía palabras de vida eterna.

La lealtad de Pedro tenía sus raíces en su relación personal con Jesucristo. Habría muchas
cosas que Pedro no entendía; estaría a veces tan confuso y despistado como cualquier otro.
Pero había algo en Jesús por lo que habría estado dispuesto a morir.

Conclusión

En último análisis, el Cristianismo no es una filosofía que podemos aceptar, ni una teoría a
la que nos adherimos. Es una respuesta personal a Jesucristo. Es la lealtad y el amor que da
una persona porque el corazón no le deja hacer otra cosa.

SVM

Pidamos a la virgen nos alcance la gracia de nunca cerrar el corazón al mensaje de


Jesús. Él es el único que tiene palabras de vida eterna para nosotros

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