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BOTONERA EN IMAGEN
Entrevista
Colette Soler
De rupturas y construcciones » AASM 2020
XIII Congreso
Argentino de Salud
Por Emilia Cueto
Mental
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Usted se formó con Jacques Lacan. A más de dos décadas de su muerte, ¿qué permanece vivo del
maestro?
Para mí, Lacan vivo es su texto. Por supuesto tengo recuerdos de su persona, de mi análisis con él, de mi encuentro y
de Lacan en sus seminarios. Tengo recuerdos, pero para mí lo importante es la orientación que surgió de su obra. Y es
verdad que casi desde su muerte –se van a cumplir veinticinco años–, trabajo estos textos y verifico cada vez más
que, incluso cuando un texto parece difícil de entender, finalmente si se explica bien, si se trabaja bien, arroja una luz
que sirve en la práctica analítica. Entonces, no pienso de ninguna manera que, a pesar de lo que algunos dicen, el
texto sea el texto muerto y necesite al autor vivo. Precisamente, un gran texto vive y hay algunos vivientes que no lo
hacen.
Su relación con Jacques-Alain Miller data de muchos años. Compartieron diversos espacios que
implicaron un arduo trabajo en pos del desarrollo del psicoanálisis, pero también, y en base a los
testimonios que aparecen en el libro El Psicoanálisis frente al pensamiento único, atravesaron muchos
años de contienda y desacuerdo a pesar de lo cual usted permanecía en la A.M.P. ¿Por qué decidió
quedarse?
Voy a precisar lo que introduce la pregunta acerca de la antigüedad del vínculo. Yo llegué a la Escuela Freudiana de
París, la escuela de Lacan y seguí los seminarios, pero entré como miembro de la escuela en 1976. En ese momento
no conocía a Miller. Sabía que había hecho el índex de los escritos, que era miembro de la escuela, pero en verdad
puedo decir que cuando llegué, para mí, Miller no existía. Incluso no asistí, en el comienzo, a la sección clínica en París
a la cual él se dedicaba. Entonces, conocí a Miller al final de la Escuela Freudiana, no puedo precisar si en 1977, o en
1978. Bien, después, efectivamente trabajé, al momento de la disolución, en la creación de la Escuela de la Causa
Freudiana. Trabajé mucho tiempo en este conjunto y en el Campo Freudiano, también, que desarrolló todos los
seminarios fuera de Francia. Eso para ubicar el principio de la historia. ¿Y por qué no me marché enseguida cuando vi
que algo no funcionaba? Por una razón que para mí es absolutamente esencial: el problema era una dificultad del
conjunto, y no de carácter individual. Había un problema individual con las acusaciones de Miller, pero de todos
modos, era una contrariedad de toda la comunidad, entonces, no se me ocurrió salir sola. Y me quedé hasta que pude
comprobar que había un montón de psicoanalistas que tenían la misma idea. Veía que pensaban, empezaban a
concluir que no era posible continuar así. Entonces, en ese momento sí pude tomar la decisión de marcharme, pero no
sola; con la idea de crear otra comunidad con gente que conocía, formada, seria, y que no tenía la intención de
montar problemas y de hacer lo mismo que antes.
En relación con la temática del pase, usted promueve una única instancia del pase y de la garantía
funcionando a nivel internacional, y propone la creación de un colegio. ¿Cuál es la razón de su
insistencia en lo internacional?
En primer lugar le voy a decir que no fui sola a elaborar la garantía internacional, porque fue el resultado de una
discusión con mucha gente, puesto que quienes salieron de la AMP para crear los Foros, se encontraban no sólo en
Francia sino también en España, Italia, Australia, Argentina, Colombia, Brasil. Teníamos un lazo con todos estos foros.
Desde años, además. Muchos de ellos eran amigos, colegas de trabajo. Pensábamos crear una comunidad y hemos
creado primero en noviembre de 1999, la Internacional de los Foros del Campo Lacaniano. Es decir, una federación de
estos foros para mantener un lazo que no fuera un lazo desde la dirección internacional –porque no hay dirección
internacional– sino una cohesión internacional entre los foros. Cuando empezamos a hablar de la escuela, el debate se
extendió durante dos años para saber qué tipo de escuela queríamos hacer. Puedo decir que en favor de la garantía
internacional, se encontraba el hecho de que la comunidad ya era internacional. No es que hemos decidido
internacionalizar desde un lugar, ya éramos un conjunto internacional. Sí, habíamos decidido que se podía pensar, que
se podrían crear garantías nacionales –una en Francia, una en España, una en Italia, etc. –. Es un argumento que
depende de la coyuntura después de la crisis. Pero creo que hay otro argumento, quizás, más fundamental, más fuerte
y es que una garantía tiene más valor si se otorga no entre conocidos. Hemos comprobado las dificultades que se
presentan para hacer funcionar una garantía internacional, pero pienso que vamos a ir paso a paso resolviéndolas. Hay
dificultades puesto que es verdad que donde se conoce el trabajo de alguien, es en su lugar, y queremos que la
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garantía que se da a alguien estimado en su lugar implique también otros lugares. Entonces, exige que la persona
••••• produzca un trabajo que se pueda evaluar más ampliamente y no solo en el ámbito local.
Usted propone que el cartel del pase esté compuesto por colegas de dos o tres lenguas diferentes, lo
cual puede generar sus complicaciones.
No es lo más sencillo. Lo más sencillo es siempre trabajar en su rinconcito con los más cercanos, los conocidos, los
amigos. Si buscamos la sencillez, no la vamos a encontrar, precisamente, en lo que estamos proponiendo.
En La maldición sobre el sexo , toma la expresión de Lacan “el escándalo del discurso analítico”. ¿Le
parece que Lacan ha podido superar, a través de las fórmulas de la sexuación, las dificultades que se
presentan en Freud al momento de pensar, desde la estructura, la diferencia hombre-mujer?
Sí. Quizás, no sé si lo pensaba en el momento en el cual hice el curso sobre La maldición sobre el sexo
, pero en mi
último libro, con los años transcurridos entre los dos textos, pienso que efectivamente, Lacan ha logrado superar este
escándalo. El escándalo –que Lacan atribuye a la Asociación Freudiana, IPA, pero que viene de Freud– consistía en el
hecho de que el propio Freud ha pensado a las mujeres sobre el modelo que había construido respecto al hombre.
Lacan dice que utiliza la misma vara, medida, para las mujeres y que este escándalo se encuentra disimulado desde
Freud. Hubo un momento en los años ’30 donde se desarrolló un debate sobre el tema, y después, nada más. Para
simplificar, Lacan relanzó el tema, hay que decirlo. Lo relanzó y seguro que con las fórmulas de la sexuación y
especialmente lo que sigue al seminario Encore, no comparte de ninguna manera la posición freudiana. Pero lo que
descubrí desde el seminario sobre La maldición sobre el sexo es que si se lee bien, Lacan ya había contestado la
pregunta “¿qué quiere la mujer?”, pregunta del Freud del último período, con la cual confesaba no haber resuelto el
problema. Freud es siempre más sutil de lo que uno piensa.
En las últimas décadas, se han producido cambios importantes en el terreno sexual. Hay una apertura a
aceptar prácticas que antes eran socialmente rechazadas. ¿El discurso psicoanalítico ha tenido alguna
incidencia en ello?
Sí, pienso que sí; creo que un siglo de psicoanálisis no fue sin efecto a este nivel. Quizás no sólo se trata de la
incidencia del psicoanálisis, existe la incidencia del capitalismo, hay la incidencia de lo que formulamos, cuando
decimos con la expresión de Lacan, el Otro no existe. Pero creo que el mensaje freudiano sobre lo que él mismo ha
llamado la perversión polimorfa, es decir, las fragmentaciones de las zonas erógenas, de las pulsiones, todo eso que
Freud descubrió en 1905, los ensayos sobre la sexualidad, fue un escándalo, pero ahora es una banalidad. Todos
saben eso, y lo que Freud sacó de la represión con tanto esfuerzo, ahora, se encuentra exhibido en la superficie del
discurso sobre las pantallas de la televisión y es como si el mensaje freudiano hubiera pasado.
¿Es el mensaje freudiano el que caló de alguna manera en la cultura? ¿O es que Freud se anticipó a lo
que iba a venir?
No creo que Freud se haya anticipado. Nada indica que se anticipó, porque Freud nos habla de las pulsiones
reprimidas, refoulées; en castellano, hay una sola palabra para dos. Las pulsiones reprimidas que él descubre vía el
desciframiento del síntoma, no las descubre observando a los sujetos. Observando a los sujetos descubre en el marco
de la educación de su tiempo –una educación victoriana, bien normativa–, los ideales, las normas, las buenas
conductas y los síntomas que impedían funcionar cosas. En todo eso, no hay nada que indique la presencia pulsional.
Es descifrando los síntomas que descubre lo que detrás del síntoma se fabrica (podemos decir, a partir de las pulsiones
reprimidas y el desplazamiento de las pulsiones reprimidas). Freud no anticipaba de ninguna manera. El solo esperaba
que, quizás, el psicoanálisis pudiera impedir una represión demasiado feroz de las pulsiones, pero Freud nunca anticipó
el hecho que la represión de las pulsiones podría bajar al punto que vemos ahora.
En referencia a la dimensión terapéutica del psicoanálisis respecto a síntomas, tales como fobias u
obsesiones, uno de sus planteos es que la pareja sexual es siempre sintomática. ¿Esto es algo inherente
a la pareja sexual o, se relaciona con que ya no hay modelos?
Es más fundamental. Podríamos decir que los modelos mismos eran sintomáticos. Podríamos decir eso –se necesitaría,
quizás, desarrollar un poco–, pero cuando digo que la pareja es sintomática me refiero a la idea que Lacan ha
formulado de diversas maneras, pero finalmente, con la expresión “No hay proporción sexual”, lo que quiere decir
sencillamente que en el Otro, el Otro del discurso, el Otro del lenguaje, no hay inscripción de una pareja de goce, hay
ideales, mujeres ideales, hombres ideales. Son significantes finalmente. En el Otro, hay los significantes de la mujer,
los significantes del hombre, de los niños, también, pero eso no dice nada del aspecto viviente del goce corporal, y
especialmente, en la pareja. La elección del partenaire se encuentra determinada vía el inconsciente. Es lo que
significa decir: es sintomática. Y no puede ser otra cosa que sintomática, precisamente, porque no hay una inscripción
universal y, tampoco, un lazo natural, como se da en los mamíferos superiores. El macho va a la hembra. En la especie
humana no es así.
A cien años del Blooms day , retomo un planteo que expusiera en relación con la tesis que postula Jung
con respecto al Ulises de Joyce. Jung decía que era ininterpretable. Su afirmación es que esa tesis es
perfectamente lacaniana avant la lettre .
Lacan no ha dicho exactamente que Joyce no era interpretable. Ha dicho cosas, pero bajo otra forma. Ha dicho que su
texto no dice nada a nuestro inconsciente, no resuena con nuestro inconsciente. Él no ha hablado exactamente del no
interpretar. Me parece que Jung ha captado algo, efectivamente, que algunos no están de acuerdo, los universitarios
no están de acuerdo para decir que Joyce no se puede interpretar, que Ulises, más bien, no se puede interpretar.
Intentan interpretarlo y dicen: puesto que intentamos hacerlo y lo hacemos como pueden decir que no es
interpretable. Pero creo que Jung captó algo y, además, estaba enfurecido con el texto de Ulises,
porque vio que
parecía algo como asociación libre, pero que no se lograba sacar una interpretación. Había tantas interpretaciones
probables que no había una posible.
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La versión completa de esta entrevista en www.elsigma.com.
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