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RESPETABLE LOGIA MANUEL DE LIMA Nº 121

VALLE DE TEMUCO
TENIDA DE PRIMER GRADO

“UN NUEVO PACTO SOCIAL DESDE LA PERSPECTIVA


MASÓNICA”

Autor : Víctor Jofré Valenzuela


Grado : Tercero
Fecha de lectura: 16 de marzo 2020 E:. V:.
1

A.:L.:G.:D.:G.:A.:D.:U.:

“La libertad, la justicia y la paz tienen por base el reconocimiento


de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia
humana y de sus derechos iguales e inalienables”.
Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.

INTRODUCCIÓN

A partir de la Revolución Francesa, principalmente en el Hemisferio Occidental, se


han reconocido los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de
todos los individuos de la especie humana. Para la Masonería la práctica fundamental
mediante la cual se alcanzan los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad, enarbolados
por esta revolución, es la Tolerancia, pues ésta asegura la supervivencia de comunidades
heterogéneas en todas las regiones del mundo, transformándose para nuestra A.: O:. en
un deber moral y un requerimiento legal y político de los individuos, grupos y Estados.

En cada uno de las naciones-estados modernas, sus habitantes se han dado a la


tarea de generar un “Pacto Social” que les permita respetar las libertades y derechos
fundamentales de cada uno de sus miembros, así como propender al desarrollo humano y
la paz social, generando para ello un conjunto de normas encaminadas al logro de dichos
fines. Este conjunto de normas jurídicas armónicas que dan cuerpo y fundamento a un
Estado se les ha denominado como Carta Magna, Norma Fundamental o Constitución
Política del Estado. En ella se establece por el constituyente (pueblo) la organización
política del Estado, los derechos fundamentales de las personas y su protección, la forma
de gobierno, las funciones o poderes del Estado, las autoridades, su forma de elección y
atribuciones, su forma de modificación, etc. Para ello, no se debe dejar de lado, dos
elementos fundamentales en la elaboración de una Constitución, que corresponden a:
“quien es el constituyente que redacta las normas” y “cuál es la concepción o visión
política que subyace a la norma fundamental”, esta última está plasmada, puntualmente
en la Constitución de 1980 en su capítulo I: “Bases de la Institucionalidad.” Es aquí
entonces donde radica la esencia de todo pacto social que se cristaliza mediante un
instrumento jurídico denominado, en el caso de nuestro país, como Constitución Política
de la República.

Chile desde los inicios de su independencia se ha venido dando, cada cierto tiempo
y generalmente producto de quiebres institucionales, diversas constituciones que,
pretendiendo interpretar la voluntad política de sus ciudadanos, han generado una
organización política, económica, social y valórica para el desarrollo del país y de su
gente. Lamentablemente, ninguno de los ensayos constitucionales a lo largo de nuestra
historia, incluidos la actual Constitución que nos rige, han contado en su redacción con la
representación de todos los sectores de la sociedad, más bien, han sido grupos de poder,
élites políticas, sociales y económicas quienes han impuesto a la gran mayoría del pueblo
un modelo político y económico que, me atrevo a aseverar, no ha representado la voluntad
popular ni entregado las oportunidades de desarrollo para todos.

DESARROLLO

A partir del 18 de octubre del año pasado, nuestra sociedad chilena está viviendo
una crisis política y social que algunos le han denominado “estallido social” que tiene como
principales causas un creciente descontento en los sectores medios y bajos, que ven una
gran desigualdad económica y de oportunidades que se traduce en el abuso sostenido de
grupos políticos y económicos que mantienen privilegios que emanan de una Constitución
elaborada exclusivamente por y para ellos.

Las grandes demandas sociales apuntan, en el ámbito económico, en una mejor


distribución de la riqueza, en que los principales recursos naturales como los yacimientos
mineros, las aguas, los recursos marítimos pertenezcan a todos los chilenos, mejor
distribución de las cargas públicas y los tributos. En el ámbito de los derechos sociales, las
demandas apuntan a hacer realidad el derecho a la salud y la educación gratuitas, a la
protección y seguridad social, así como a la vivienda digna. En el ámbito político, que
exista una real representación de todos los sectores políticos y sociales en la toma de
decisiones, mayor contrapeso de los poderes públicos, descentralización de asignación de
recursos, reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, equidad de género,
término a las discriminaciones arbitrarias y privilegios y, mayores libertades personales,
especialmente en las relacionadas con la vida privada.

El progreso de un país no se mide solamente por su éxito macroeconómico, sino


por su desarrollo humano. Es así que los países que progresan son aquellos que son
capaces de proveer a su gente una mejor calidad de vida y una mayor participación
ciudadana en la toma de decisiones.

El gobierno de turno, los dos grandes conglomerados políticos, que se han


alternado en el poder, desde el retorno a la democracia e incluso los medios de
comunicación, han señalado que “esto no lo vieron venir” refiriéndose al estallido social
generado a partir de la protesta de estudiantes secundarios por el alza de los pasajes del
metro. Esto es difícil de creer para el ciudadano de a pie que ha visto, a lo largo de los
últimos treinta años, mantener por una élite un modelo político-económico que ha
privilegiado un crecimiento económico para su beneficio en desmedro de la gran mayoría
de los chilenos. Modelo que se basa en el interés particular y no en los principios de
solidaridad y equidad social.

Todo lo señalado anteriormente, nos hace razonar como obreros de paz que
trabajamos ardorosamente por construir el templo inmaterial de una sociedad más justa e
inclusiva que, en este momento histórico no podemos quedarnos observando desde la
vereda del frente y debemos contribuir a generar las condiciones para un nuevo pacto
social que instale nuestros más caros principios en un nuevo proyecto de país.

En palabras de Tomás Moulian, formular un “proyecto de país”, se trata de un


ejercicio plagado de dificultades, la operación exige pensar el futuro considerando la
densidad de un país con existencia e historia, no como una sociedad que se despliega
como un croquis realizado en un tablero de dibujo o como un deber ser que se elabora a
partir de ideales abstractos. Para que tenga sentido político debe ser abordado tomando
en consideración la actualidad y el pasado. Pensar de manera política el futuro requiere,
encontrar en el pasado y en el presente de esta sociedad llamada Chile ciertas líneas
matrices de su experiencia que se puedan usar como basamentos de la construcción
discursiva sobre el futuro.

En el documento, La Masonería Piensa Chile, el Ex Gran Maestro declara que


nuestra A:. O:. es dueña de una larga historia de contribución al desarrollo de la República
y de su Institucionalidad. Señala que, desde inicios del siglo XX los masones chilenos
destacaron por resaltar los problemas nacionales, especialmente aquellos vinculados con
la “cuestión social”, que agitaron vivamente los debates desde el despertar de ese siglo.
Agrega además que, el propio Gran Maestro Enrique Mac Iver se dirigió al país en su ya
afamada carta, para establecer la crisis moral que en su opinión vivía la República y que,
en medio de una significativa crisis social, se conectaba con la necesidad de cambios
importantes en la misión del servicio público.

¿Qué hacer para generar un nuevo “pacto social” desde la perspectiva


masónica?

Hoy nos encontramos prontos a participar de un plebiscito que permitirá a pueblo


chileno expresar su voluntad en torno a la decisión de elaborar una nueva Constitución
Política y el mecanismo para llevarlo a cabo. Vemos que hay sectores, a mi juicio
minoritarios, que son partidarios de modificar la actual Carta Magna, haciéndole reformas
que recogerían las demandas de la ciudadanía; por otra parte, la mayoría de la población
estaría, de acuerdo con algunas encuestas y manifestaciones sociales, por elaborar una
nueva Constitución a través de un proceso constituyente, ya sea con participación
legislativa o sin ella.
De cara al Plebiscito, se debe tener presente las palabras del historiador chileno
Gabriel Salazar, quien señala en su libro “Poder Popular Constituyente”: el “poder
constituyente” es el que puede y debe ejercer el pueblo por sí mismo -en tanto que
ciudadanía soberana- para construir, según su voluntad deliberada y libremente
expresada, el Estado (junto al Mercado y la Sociedad Civil) que le parezca necesario y
conveniente para su desarrollo y bienestar.

El acto plebiscitario al cual estamos convocados, tiene como fecha de realización el


26 de abril del presente año y, de ser aprobado abrirá la puerta a un hecho sin
precedentes en nuestra historia patria: construir una nueva Constitución con la
participación de todos los actores sociales.

Desde la perspectiva masónica esta es una instancia única de participación


ciudadana por lo cual estamos todos convocados a ella, pero no solamente con nuestro
sufragio, sino que desplegando todas nuestras competencias, valores y principios para
generar un instrumento jurídico que represente el sentir de los amplios sectores sociales,
teniendo en cuenta las legítimas demandas sociales y una real contribución a la paz
social.

Así como usamos las herramientas del grado: el mazo y el cincel para tallar nuestra
propia piedra bruta, debemos empuñarlas para devastar las injusticias e iniquidades que
abundan en nuestra sociedad actual y que tiene a nuestro país sumido en una profunda
crisis político-social.

No debemos permitir que la violencia, especialmente la generada desde las


instituciones del Estado, principalmente las violaciones sistemáticas de los derechos
humanos de parte de las fuerzas de orden público, que paradójicamente está dirigida por
un iniciado, ya que no podemos decir que es un masón porque para ello debe ser
reconocido como tal. También la violencia ejercida por grupos de individuos que
confundidos con los manifestantes ocasionan destrozos a la propiedad pública y privada,
generando en ocasiones saqueos a centros comerciales y supermercados. No debemos
confundir ni asociar manifestaciones políticas pacíficas, legítimas en su origen, con actos
vandálicos generados por individuos que poco o nada tienen que ver con las demandas
sociales y políticas. Nuestro deber es proteger los derechos de las personas,
especialmente cuando son violentados o conculcados ilegítimamente ya sea por agentes
del Estado o por particulares. Nuestra labor es contribuir a la paz, al entendimiento, al
diálogo, a la verdad y el respeto de los derechos de todas las personas. Nuestro accionar
debe estar encaminado a educar creando condiciones necesarias para transitar por un
camino de paz que nos permita construir una sociedad más justa, equitativa y solidaria
donde quepan todas las ideas, expresiones y sensibilidades que tengan como finalidad la
dignidad de la persona humana y su mayor realización material y espiritual.
CONCLUSIONES

1.- La Constitución vigente no es el resultado de la evolución constitucional mundial,


occidental, latinoamericana o chilena, sino de la afectación de los intereses de una minoría
económica por las políticas distributivas del gobierno de la Unidad Popular. No sobre sus
derechos sino sobre sus intereses.

2.- La crisis político-social que vive nuestro país es fruto de un descontento social
generado por un modelo político-económico que se instala en Chile por una minoría para
la protección de sus intereses en perjuicio de las mayorías.

3.- Una Constitución para que sea legítima debe ser elaborada con la participación
de todos los sectores de la sociedad y debe propender a la mayor realización material y
espiritual de los ciudadanos con respeto de sus derechos fundamentales.

4.- Un nuevo “pacto social”, desde la perspectiva masónica, debe necesariamente


tener a la base los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, los cuales deben
considerar como eje articulador la tolerancia de todas las expresiones políticas y sociales,
asegurando con ello la paz social.

5.- La participación activa de todos los chilenos y chilenas en el plebiscito del mes
de abril, permitirá al país tomar una decisión que genere cambios importantes y
necesarios para poder elaborar un nuevo marco jurídico que potencie un desarrollo
económico y humano basado en los principios de solidaridad y equidad social.

6.- La defensa irrestricta e intransable de los derechos fundamentales es una tarea


prioritaria y constante de los obreros de paz.

7.- Las herramientas y principios que la Masonería pone a nuestra disposición


deben ser los recursos que debemos poner a disposición de un nuevo pacto social que
tenga como núcleo fundamental la dignidad de la persona humana.

S:.F:.U:.
BIBLIOGRAFÍA

1. Wirth Oscar. “El libro del aprendiz Masón”.


2. Moulian Tomás. “El deseo de otro Chile”
3. Gran Logia de Chile. “La Masonería piensa a Chile”
4. Gabriel Salazar. “En el nombre del Poder Popular Constituyente”
5. Bassa Jaime., J. C. Ferrada, Christian Viera. “La Constitución que queremos”
6. Editorial Jurídica de Chile. Constitución Política de la República de 1980.

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