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UNIVERSIDAD HISPANO.

LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA.

INTEGRACIÓN DE CASOS.

CASO PIGGLE "LA MADRE SUFICIENTEMENTE


BUENA".

NOMBRE DEL ALUMNO


NADAL ALDECUA FANNY DEL CARMEN.

IMPARTE
LIC. PREN VALDEZ

Umán, Yucatán. A 2020.


Introducción.

En el siguiente trabajo iremos desarrollando el caso de la pequeña Piggle o la madre


suficientemente buena de Donald W. Winnicott caso extraído de sus libros más famosos de
psicosis bajo la dirección de Juan David Nasio. El texto está constituido por la
reproducción de las cartas que los padres le mandaban a Winnicott y la descripción y
apuntes de las sesiones a lo largo del tratamiento con la niña Gabrielle, alias Piggle.

Se expondrán la importancia del juego como medio de autodescubrimiento y creatividad, el


cual fue propuesto por el Dr. Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista inglés, Winnicott
es el analista que da valor a la influencia ambiental (materna) en el desarrollo emocional
temprano del bebé.

Este trabajo analítico se puede dividir en tres partes, la primera nos hace referencia a las
tres primeras sesiones así como a los comentarios posteriores a estas de los padres; la
segunda nos ubica en el entusiasmo de la niña por el avance en su terapia así como la ayuda
de Winnicott para que la niña pueda liberarse de la "madre negra" y así encontrar una
madre suficientemente buena por último la tercera parte que nos habla de la evolución de
Gabrielle en la resolución de sus perturbaciones psíquicas, que al mismo tiempo se da con
la capacidad de la niña para concluir con la terapia, y así poner un fin a la cura; esta abarca
las 6 últimas sesiones de la consulta así como los comentarios de los padres sobre su
desarrollo una pequeña parte de una carta enviada por Gabrielle a Winnicott.
Caso piggle "La madre suficientemente buena"

A través del historial de la pequeña Piggle, Winnicott permite apreciar todo el proceso de
un análisis que se extendió a lo largo de dos años y medio (desde los dos y medio hasta los
cinco años de la niña), con la originalidad de que las sesiones eran poco frecuentes (hubo
dieciséis en total) y se realizaban a petición de la paciente, cuya familia vivía en Oxford, en
tanto Winnicott tenía su consulta en Londres. Esta modalidad llevó a Winnicott a
preguntarse si se había tratado realmente de psicoanálisis o de psicoterapia.

Para Freud (1899) el psicoanálisis no constituye una búsqueda científica imparcial, sino que
es un acto terapéutico cuyo objetivo es modificar el comportamiento.

Concordando con el autor Freud, el psicoanálisis tiene como objetivo la investigación y el


tratamiento de las enfermedades mentales. Se basa en el análisis de los conflictos sexuales
inconscientes que se originan en la niñez.

Según Laplanche y Pontalis, “Psicoterapia es, en sentido amplio, todo método de


tratamiento de los desórdenes psíquicos o corporales empleando medios psicológicos y, de
manera más precisa, la relación terapeuta-paciente” (1967, p. 359).

De acuerdo con los autores anteriores la psicoterapia es el tratamiento que tiene como
objetivo el cambio de pensamientos, sentimientos y conductas.

Para Winnicott (1980) la respuesta no depende de los aspectos formales de la situación


analítica (frecuencia y regularidad de las sesiones), sino de lo que se hace con la
transferencia. A lo largo del relato y comentario de las sesiones, Winnicott plantea
cuestiones que interesan al tema del final del análisis.

Se emplea la disección del análisis en tres etapas:

1ra. El estado caótico en que se encuentra Gabrielle al inicio de tratamiento, siendo punto
de partida el objeto transicional y la elaboración de la fantasía de la "mamá negra"

2da. Exploración de las fuentes de angustia, acompañada de Winnicott, en busca de la


liberación de la "mamá negra" para encontrarse con una madre "suficientemente buena"
3ra. La resolución de perturbaciones psíquicas a la par de la capacidad de separación del
analista y poner fin a la cura.

Una niña pequeña en un momento caótico.

Cabe resaltar el relato que hacen los padres de la sintomatología de su hija, en la carta que
dirigen a Winnicott solicitando tiempo para ver a su hija, donde se describe parte de la
sintomatología en Gabrielle: "tormentos que la mantienen despierta por la noche" asignado
ya un valor en la carta a la calidad en la relación de la niña con nosotros (los padres), siendo
este la génesis del malestar de Gabrielle.

Posiblemente, la formación de los padres y el conocimiento de la psicoterapia, facilitan


acertadamente la introducción de psicoanálisis como alternativa para la cura de su hija,
reconociendo la presencia que tienen en los primeros dos años de vida, asignado la
aparición del malestar a la reorganización de la triada previa a la llegada de Suzanne
(hermana menor de Gabrielle), además de que los padres asignan la llegada de este cuarto
integrante como detónate de la ansiedad.

Según la doctora Colón (2012) afirma que los celos son un estado afectivo que se
caracteriza por el miedo de perder o que se reduzca el cariño y atención de alguien querido,
en este caso el de los padres.

Concordando con la doctora Colón, los celos infantiles se manifiestan en ocasiones a través
de conductas agresivas: pegar, morder, pellizcar, golpear al rival o a los padres. Es decir,
las conductas celosas se pueden manifestar hacia el hermano, la nueva pareja, etc. o hacia
las figuras de apego principal.

En opinión de Ayuso, “Los trastornos de ansiedad causan preocupaciones y miedos


exagerados, y también cambios en el comportamiento del niño, así como en sus patrones de
sueño, alimentación y/o estado de ánimo.” (1988, p 27).

De acuerdo con el autor Ayuso, la ansiedad puede presentarse en forma de miedo o


preocupación, pero también puede hacer que los niños estén irritables y enfadados.

Para cuando Winnicott atiende a Gabrielle, queda claro que estaba más que familiarizado
con el tratamiento en niños además de dominar las artes en cuanto a establecer el marco del
juego, sin posibilidad de resistencia que hiciera frente al analista, adoptando un postura
directiva en la primera sesión lo considero la contra parte de la cita "los padres nunca
perdieron la confianza y no interfirieron", aquí lo vemos del modo: Gabrielle confía y
permite que Winnicott interfiera desde el primer momento en que se cruzan en análisis, la
angustia de la niña y la directiva del analista, dado con ello, comienzo a la comunicación a
través del juego, aportando este material los avatares de la angustia de la niña, mismos que
parecen provenir desde la primera sesión de la llegada de la hermana menor Suzanne,
terminado con la fantasía del orden a través del a como de los juguetes en las canastas, en
este arrebato de contener la ruptura a la triada previa.

Sería entonces a nuestro parecer, la presentación de caso por parte de los padres como del
motivo de consulta de Gabrielle, como las piezas en el tablero de ajedrez.

Winnicot le apuesta en el trabajo con Piggle, la reelaboración del objeto transicional.

De acuerdo con el modo en que lo presenta Winnicott, el objeto transicional aparece al


comienzo como un elemento reconfortante. Consuela al niño de la separación de la madre
que acaba de experimentar. Al representar a la madre, ayuda a soportar sus ausencias. Está
dotado de las cualidades que tiene la madre en los momentos de calma; es compasivo y
benévolo. Su existencia tangible ayuda al niño a pasar de la representación de un objeto que
controlaría en sus fantasías a un objeto que controla en la realidad. Este dominio de un
objeto real lo prepara para aceptar que la realidad exterior existe independientemente de él.

En Piggle, existe una ausencia del objeto transicional. Los datos teóricos suministrados por
Winnicott y sumados a los datos sobre la evolución patológica de la pequeña Piggle lleva a
formular la siguiente hipótesis: creemos que en la época en que Piggle tomó conciencia de
su separación física de la madre, se halló en dificultades para asumirla y la vivió como un
abandono. Por consiguiente, se alejó de su madre por quien comenzó a “hacerse desear” y
se volcó hacia el padre que llegó a ser así su principal objeto de amor. Se nos dice que ese
padre, al que Piggle amaba apasionadamente cuando era niña, se transformó en un buen
sustituto de la madre. Al hacer un nuevo bebé su padre la abandonó. La llegada de la
hermanita desmoronó el ordenamiento psíquico construido por Piggle.
Le resultó imposible entonces conservar una imagen de madre buena. Al verse privada del
sustituto maternal bondadoso o de un objeto que pudiera simbolizar a esa madre benévola,
se lanza a elaborar una fantasía aterradora. En esa fantasía, lo que aparece sobre todo es una
mamá negra y, en ocasiones un “babacar” es decir un continente negro.

Cuando los padres le proponen trabajar con el doctor Winnicott, se lo presentan como
“alguien que sabe mucho de babacar y mamá negra”. Para comprender hasta qué punto
Winnicott es un especialista en babacar y en mamá negra, nos referiremos a sus
concepciones del desarrollo del niño en el período que va desde los 6 meses a los 2 años.
Esta aclaración teórica nos permitirá seguir la trayectoria patológica de la pequeña Piggle,
es decir, la elaboración de la fantasía de la mamá negra, las imágenes de madre que
implica, la naturaleza de la agresividad que expresa.

Cuando un bebé llega a la edad de aproximadamente 6 meses, su desarrollo psíquico y


físico lo lleva a hacer descubrimientos. Particularmente dos de esos hallazgos habrán de dar
origen a grandes transformaciones de su organización psíquica.

En esa época, el niño cobra conciencia de que él y su madre son dos personas diferentes,
dos personas separadas físicamente. Luego, reconocerá que su bienestar depende de la
madre. Por razones vinculadas con el nivel de desarrollo del niño, esa madre, que ahora ya
es alguien distinto y separado, será objeto, en el espíritu del hijo, de tres representaciones.
Por turnos se impondrán en su pensamiento tres imágenes diferentes. Y cada una de ellas
corresponderá a la dinámica psíquica que caracterice al niño en cada momento.

Las tres imágenes maternales.

- La primera imagen representa a una madre solícita, compasiva, disponible, en suma, una
madre vivaz y saludable. Predomina en los momentos de calma, de tranquilidad, pero
también en los momentos en que el pequeño siente una tensión pulsional en la que no hay
visos de agresividad.

- La segunda imagen, representa una madre mala, frustrante, perseguidora. Una madre que
le reprocha que obtenga satisfacción a sus expensas y que la enferme. Esta imagen
predomina en los momentos de tensión pulsional en los que está implicada la agresividad
del niño, particularmente en el momento de comer, cuando el pequeño imagina que
satisfacer su hambre implica un deterioro del cuerpo de la madre.

- La tercera imagen es la más compleja: representa a una madre dotada de cualidades


opuestas, es decir, a veces buena y gratificante, a veces mala y frustrante. Esta tercera
imagen resulta de la integración en una sola de las dos imágenes anteriores.

En Piggle ocurre así:

Los argumentos fantasmáticos de la pequeña Piggle: la mamá negra arranca a la madre de


la realidad, le arrebata sus “miams” pechos, la ensucia y la mata. A veces, esa mamá negra
reclama sus “miams” y estos aparecen agujereados y tirados en el inodoro. La mamá negra
vive enferma en el vientre de la pequeña Piggle y es muy difícil hacerla sentir mejor. Los
personajes negros contaminan a quienes se les acercan y los ennegrecen.

¿Cómo detener ese desastre? Este es el problema que Winnicott ayudará a resolver.

La exploración de la voracidad durante las consultas: Se ponen en escena situaciones en las


que se expresa una intensa voracidad: los animales grandes se comen a los pequeños, la
lámpara se enferma por culpa de su gran boca, el balde desborda los juguetes.

La voracidad hace intolerable la idea de compartir con alguna otra persona, en este caso un
bebé. En sus juegos, Piggle también dispone del nacimiento potencial de los bebés con los
cuales estaría obligada a compartir a su madre. En los juegos con el padre, los bebés nacen
cuando ella lo dispone y, al mismo tiempo, Piggle puede ser todos los bebés que nacen.

Winicott, sin impedir que la niña actúe libremente, también toma sus propias iniciativas.
Inventa, por ejemplo, un juego en el que también él se transforma en un bebé voraz: un
bebé que quiere todos los juguetes y a la mamá que hasta se la va a comer. Al abrir este
espacio de juego, Winnicott provoca la agresividad de Piggle y le muestra a un bebé voraz,
por lo tanto, agresivo. La niña entra gustosa al juego, Winnicott provoca la agresividad de
Piggle y le muestra un bebé y le muestra a un bebé voraz, por lo tanto, agresivo. La niña
entra gustosa al juego y para hacer frente a ese bebé voraz se convierte en león y luego
busca la protección del padre.
El moco como conduce Winnicott el trabajo analítico permite que Piggle, a través de los
juegos, comience a vislumbrar el deseo contrariado situado en el punto de origen de la
mamá negra. La posición subjetiva que consiste en querer alimentarse vorazmente de la
propia madre excluye la posibilidad de compartir el alimento con otro. En ese contexto
psíquico, Piggle vive la llegada de la hermanita como una catástrofe. Siente, pues, una
frustración intolerable que desencadena en ella una intensa agresividad que, en su espíritu,
sólo puede tener consecuencias dramáticas para sí misma y para la madre. Esas
consecuencias son hasta tal punto dramáticas que resulta inevitable hacer surgir una mamá
negra responsable de toda la agresividad; de la de Piggle, naturalmente, pero también de la
de todos aquellos que está a su lado.

Cuando termina esta primera parte de la cura, Piggle, reconoce que Winnicott la ayudó y,
según él mismo afirma, “Piggle puso en su sitio a la mámá negra”. Se evitó así la
contaminación provocada por la mamá negra, pero no se resolvió completamente el
problema planteado por la destrucción.

Aun cuando, durante el sueño, las fuerzas de vida hacen una tímida aparición: “las espigas
se elevaban sólo un poco, por lo malo que tenían dentro”, queda intacta la cuestión de saber
dónde situó Piggle a la mamá negra.

La conducción que hace Winnicott respecto al trabajo analítico, que Piggle vislumbre el
deseo de la "mamá negra" al querer alimentarse de la madre en forma voraz, excluyendo en
esto la posibilidad de compartir el alimento con otro, para que Piggle ponga en su lugar a la
mamá negra, evitando con esto una contaminación mayor.

El final.

El último encuentro entre Winnicott y Gabrielle. Gabrielle ya ha cumplido los 5 años


cuando, tres meses después, se presenta a la última consulta, que no se desarrolla como las
anteriores. En realidad, se parece más bien a la visita de una amiga a casa de un amigo. Se
reencuentra con todos los juguetes y recuerda los juegos previos. Winnicott le pregunta:
“¿Recuerdas qué significaban para ti los juguetes cuando eras la pequeña Piggle, en lugar
de la Gabrielle grande?”. Cuando llega la hora de partir, Gabrielle está dispuesta a hacerlo y
va en busca de su padre. Evidentemente la visita le ha dado gusto. Winnicott escribirá a
modo de comentario final: “Parecía completamente natural al decirme adiós y tuve la
impresión de estar ante una niña de 5 años completamente natural y normal en el plano
psiquiátrico”.

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