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La misma Tierra : relatos inconclusos del Rock de zona sur / Santiago Parera. - 1a ed
. - Burzaco : Santiago Parera, 2020.
Libro digital, EPUB
Contacto:zonasurlibro@gmail.com
La Misma Tierra
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Banfield sería una usina privilegiada de lo que fue, para muchos, dos
de las mejores bandas que tuvo el rock argentino. La llegada de los
noventas de la hiperinflación, el plan de convertibilidad, festivales,
fanzines, Mtv, skate, formaría un conglomerado de bandas con
sonidos tan disimiles, pero con una misma esencia. Personalmente
fue un privilegio haber buceado esos momentos históricos, revisar
discografías varias, buscar información, chequear datos y enterarme
de miles de cosas que ni sabía. Lógicamente tuvimos un criterio
sobre la selección de las bandas: una mínima trayectoria, que hayan
editado algo y fue de mucha ayuda la recomendación de algunas por
parte de los entrevistados. Tranquilamente podríamos haber hecho
un completo compendio de todas las bandas que surgieron en cada
barrio, pero lo que hubiéramos ganado en pseudodemocracia, lo
hubiéramos perdido en claridad y enfoque. Esta bueno mencionar
que hubo otros lugares de zona sur donde se obviaron grupos, por
cuestiones geográficas y de vivencias, como la zona del ramal vía
Quilmes, pero podría aparecer en un futura segunda parte.
Bienvenidos al primer libro sobre el rock de zona sur, exclusivamente
contado de la mano de los protagonistas, verdaderos héroes de este
compendio de relatos inconclusos. Todos ellos de la misma zona.
De la misma tierra.
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Discografía escencial:
“Derrumbando la casa rosada” (1983) - Alerta Roja
“Estudio de Casos” (1987) - Los Corrosivos
“Profecia del Despertar” (1990) - Gastre
“La Misma Tierra” (1992) - El Lado Salvaje/Copiloto Pilato
“No Nuclear” (2002) - Acido Camboyano
“Nichi Tatto” (1996) - Calle de Tierra
“No hay frontera que separe Frontera” (1994) - Chiquero
“Para Todos los que sufren” (1996) - Los Mareados
“La Nueva Flor” (1994) - La Nueva Flor
“Perdedores Pop” (1995) - Perdedores Pop
“Todos los días hago esto” (1997) - Victoria Mil
“Mas victoria abril” (1999) - Victoria Mil
“Paciencia” (1995) - Adrian Paoletti
“En la ruta del Arbol” (1998) - Adrian Paoletti
“Valentin Alsina” (1994) - 2 Minutos
“Volvio la alegría vieja” (1995) - 2 Minutos
“Postal 97” (1997) - 2 Minutos
“Fin de semana salvaje” (1991) – Los Brujos
“San Cipriano” (1993) – Los Brujos
“Guerra de Nervios” (1995) – Los Brujos
“Bristo Malaga” (1994) – Estupendo
“Antenna” (1996) – Estupendo
“Montevideo” (1998) – Estupendo
“Rakvickarna” (1996) – La Morza
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Sur real
Ramiro Gutiérrez (Cantante de Barrio Turco/Chiquero): Ese show,
en Temperley (Rock al Sur), hizo que el rock existiera en zona sur,
porque se juntó toda la gente que íbamos a ver a Sumo.
Mariano Belgrano (Cantante de Boombo Klat/Mercado Negro/
THC/Maleza): No me olvido más. Cuando toco Ariel Roth le tiraban
panes de pasto por la cabeza (risas). Estuvo genial. La cancha estaba
llena.
Adrián “Maguila” Vázquez (Cantante de Acido Camboyano): Fue en
el año 1986, fue justo el día de mi cumpleaños, pero no me acuerdo
de nada (risas). Y cuando arranca Los Violadores, Piltrafa dice: “Por
si no lo saben, nosotros somos Los Violadores”. Fue muy lindo, no
me lo olvido más.
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con estos “. Y les dimos unos platos de Fernán, que estaban hechos
mierda, todos partidos (risas). Y Pil nos dice: “¡Pero son unos hijos
de puta! Nos podrían haber avisado”. A lo que le contesto: “¿Te
acordas lo del Teatro Del Plata? Bueno, acá la tenes. Disculpame
Sergio (Gramática, baterista de Los Violadores), porque vos sos
un buen tipo, pero estos hijos de puta me las iban a pagar”. Fue
muy gracioso. La primera grabación de punk rock, en Argentina,
lo sacamos nosotros, y meses después salió el de Los Violadores.
Victor Raffo: En esta zona hubo muchas bandas, con
ideas conceptuales muy interesantes, pero las que sonaron
realmente bien fueron las que en sus filas tenían a un tipo
que supiera de música, las que tuvieron a un Jorge morales.
Ramiro Gutiérrez: La primera generación eran Los Violadores,
Alerta Roja y Beto Morales (risas). Él fue el primero de la zona
sur, que venía del rock nacional, y se metió de lleno en el punk.
Beto Morales: Después de ver The Police, la primera banda que
forme fue en 1980, con este pibe Julio, y otro compañero del
laburo. Sonábamos para el culo. No teníamos instrumentos, pero
teníamos unos seis o siete temas, y queríamos salir a tocar en vivo.
Yo era amigo del dueño de Centerlom, que era del barrio, y estaba
organizando “Concursos de Música”(sic), cuyo premio eran horas
de grabación; fuimos y cuando llegamos eran todos muy hippies,
toca el primer grupo que era de Jazz fusión, el flautista “volaba”,
el tecladista “flotaba” y el guitarrista la gastaba. Viene el segundo
grupo, era mejor que el primero; y el tercer grupo éramos nosotros;
cuando nos vieron subir al escenario de saquito y corbata, ya nos
miraron raro. Éramos new wave, temas de dos tonos. Tocamos
el primer tema y nada, todos callados; tocamos el segundo y se
tiraban al piso de la risa. En el tercer tema, ya nos tiraban con
chicles, monedas. Y en el cuarto tema, el bajista dice:”Bueno, vamos
a tocar un tema, que se llama “Yo no quiero ser soldado”. Uno
del público le gritó: “Hacete monje, hijo de puta” (risas), a lo que
nuestro bajista contesto: “Ustedes ríanse. Pero este país va a entrar
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Deci que vivía con mis viejos, sino no jamás hubiera podido.
Victor Raffo: Los hermanos Morales fueron un coctel explosivo.
Beto traía la música de afuera, en una época que no existía
internet, y Jorge los escuchaba, los analizaba, los desglosaba y los
asimilaba; todo eso lo plasmaba en Capulco Gold y Los Corrosivos.
Marcelo Wygachiewicz: La base fue en la facultada de Ciencia
Sociales, de Lomas de Zamora. Ahí comenzó todo. Nos conocimos
con (Walter) Temporelli (Cantante de Los Corrosivos), con Adrián
Paoletti y con el turco Elías Ziede. Walter Temporelli armo Los
Corrosivos, el turco Elías se juntó con Ramiro, y forman Barrio Turco.
Adrián Paoletti: Cuando termine la secundaria, previo paso
por el CBC y dejarlo, fui a estudiar a Sociales en la UNLZ, que
se inauguraba el edificio en el cruce de Lomas, en 1986. En ese
lugar conozco a Jorge Morales y al turquito Elías Ziede. Ahí arme
una banda con German Di Prinzio, que se llamaba Religión;
ensayamos como un año, pero no tocamos nunca. Con Jorge
(Morales) entre a la cocina del rock, porque empecé a ir al ensayo
de los corrosivos ahí en Banfield, en la casa de los padres, y conocí
a Beto (Morales). Íbamos al Parakultural todo el tiempo a volantear,
y entrabamos gratis; ahí vi a Todos Tus Muertos, a La Forma,
banda de Leo Ramella, vi El Corte y el debut de Los Decadentes.
Elías Ziede: Con Adrián (Paoletti) nos conocimos en la
facultad de Sociales; una amistad muy acuariana. Siempre
dice en las notas que yo fui el único que me recibí (risas).
Adrián Paoletti: En mi casa había un modular ken Brown gigante,
mi viejo tenia bocha de discos de folklore, tango, música clásica,
ellos se casaron de grande así que recuerdo uno Almendra y “Yellow
Submarine” de The Beatles, cuando yo era muy chico; pero lo
particular para mí, es que yo no tengo ningún recuerdo de ellos
escuchando esos discos (risas). Entonces los empecé a escuchar
por motus propio y por curiosidad. Con mi hermana, mayor que
yo, empezamos a escuchar la música de la tele o lo que sonaba
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no queríamos tener nada que ver con eso. Por eso el punk, el primer
disco de los violadores y ahí estaba todo. Ojo, el primer disco de
V8 es impresionante, las letras, todo. Pero veía una contradicción
con esa cosa mezcla de con cuero, Hell Angels y nazismo.
Elías Ziede: El primer disco que me compre fue un simple de Te
Beatles, y el primero de rock nacional fue uno de Vox Dei, que
junto “Machine Head” de Deep Purple, fue el que más sonaba,
estaba todo el tiempo en el tocadiscos. Éramos diez punks en todo
Buenos Aires , así que si veía una chica punk, la seguía hasta la
casa, porque quería saber quién era; quería compartir con alguien el
“berretín”. Nos veían como marcianos, con el look que teníamos no
nos dejaban entrar a ningún lado. Así lo conocí a Fidel (Nadal), que
tenía una cresta altísima; yo tenía los pelos de blanco. Era festipunks,
mandarnos información, no existía el Si de Clarín, eran pegatinas de
fotocopias, el boca a boca, existía la revista pelo o veíamos videos
de The Cure, Echo and The Bunymen, y nos vestíamos como ellos.
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Estabamos aprendiendo
a tocar
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milias re chetas, que los padres viajaban y traían vinilos. Pablo Essau
(baterista de Los Pillos, desaparecido en 1990) tenía una colección
de discos exquisita. Entonces, esa intercomunicación con nosotros
fue letal, porque accedimos a un montón de cosas.
Jorge Morales: Mónica fue siempre ESA puerta. Nos puso en medio
de esa escena, en todo sentido. Podríamos decir que la gente de zona
sur conoció a la del Norte, a través de ella. Fue la principal pilar de
todo esto.
Marcelo Wygachiewicz: Mi viejo ya me había comprado el famoso
teclado Wolson .No sé quién le hablo de mí a Wotjek; yo estaba
en una banda de pop llamada Los Parquímetros, que éramos muy
malos, un espanto (risas). Wotjek me empezó a hablar sobre Wire,
Joy División, y mi no me gustaban esas bandas: “Yo quiero hacer
algo más Ramones, B52s”, pero se ve que no me entendió y me
dijo: “Ah bueno, está bien, vamos” (risas). A la semana estábamos
en casa tocando, y a los quince días, empecé a vestirme de negro; a
escuchar todo el post punk. A Mónica le paso lo mismo, había de-
jado de escuchar ese punk de “un, dos, tres, cuatro”.
Elías Ziede: ¿Que escuche después? Kiss, que me llamo la atención
el maquillaje y ya más de adolescente empecé a escuchar punk rock.
Luego me pase al after punk, y en esa época fue cuando nació Barrio
Turco, que tenía influencias de Joy Division, Bauhaus, Dead Can
Dance. Cosas de la época.
Ramiro Gutiérrez: Me decían el after, que me puso Pablito de Con-
moción Cerebral. Nosotros éramos los únicos que no hacíamos
punk. Era una época que se rescataba la cosa más minimalista, decir
cosas frías. Todos estábamos aprendiendo a tocar.
Marcelo Wygachiewicz: Wotjtek se compró un bajo, yo tenía mi
teclado, y la batería nos la había prestado un conocido. La polo-
nesa nos prestó un par de columnas, y con eso empezamos a tocar.
Ahí ensayábamos todos los días, vivíamos ahí. Luego apareció Julio
Cesar Torres, que fue el guitarrista, por medio de Patricia Pietra-
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las bases, y Mongo canto la mitad de las canciones. Esa noche nos
despedimos para seguir al día siguiente, pero no apareció más. De-
sapareció. Vino la madre a preguntar si sabíamos algo de él: “Mire
señora, nosotros hace quince días que lo estamos buscando, porque
tenemos que terminar de grabar”. Así que termine yo de grabar las
voces. La cosa fue que Mongo apareció dos meses después, pre-
guntado cuando había que grabar las voces: “Vos sos un pelotudo,
Mongo. Ya terminamos el disco”. A Pablo le dieron unos equipos
para que venda, y esa guita era para pagar el disco. Pero este se jugó
la guita en el hipódromo y la perdió. Así que terminamos pagando
el disco Fernán y yo. Pero faltaba una guita que cubrir, y nunca pu-
dimos sacar el master. Terminamos sacando una edición de cien
copias. Mongo nos volvió locos, fue el sesenta por ciento del motivo
de la separación de Alerta Roja.
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con los Fabulosos Cadillacs, la primera gira que hacían ellos por la
costa. Preparamos todo a full:” Hoy se llena de gente”, pensamos.
¡Para que!. Se largó una tormenta terrible. Una inundación que duro
hasta la noche. La gente se quedó guardada sus casas, fueron quince
personas (risas).
Leo Ramella: Los Cadillacs todavía no habían sacado su disco. Esa
noche me ve tocar la batería Mónica Vidal, en ese entonces era la
cantante de Antihéroes, que en ese momento me alucinaban, de las
bandas de la zona era en la que yo creía, y pensaba: “¡Que bueno
que pase algo con esto!”,y después no pasa nada, porque uno se da
cuenta de todas las cosas que interfieren para que no ocurra, o que
no es normal que una banda se perpetue.
Jorge Morales: El primer contacto con ella fue en 1984. Ella cantaba
en Antihéroes. Nosotros admirábamos a ellos como una avanzada
de música de ese entonces. Descubrimos el post punk y el lado dark
de toda esa música, y ellos fueron los pilares de esa movida. El mari-
scal (Marcelo Wygachiewicz) era un tipo de avanzada; creo que es
la mejor palabra que puedo encontrar. Te podían gustar o no, pero
ya sonaban muy bien. Estaban formados antes que nosotros y a un
paso más adelante, también. Ver a Mónica cantando con ellos era
algo alucinante. Después la volvimos a encontrar en Villa Gesell,
cuando fuimos con Capulco Gold. Ella andaba con (Sergio) Rotman
y nos hizo el contacto para tocar en la playa junto a los Cadillacs. Ese
recital fue muy raro, primero porque fue todo improvisado. Ellos
ya estaban siendo muy conocidos, en cambio nosotros no éramos
nadie. Hace poco, hable con Flavio (Cianciarullo), acá en Londres y
él se acordaba de todos los detalles de ese día, cosa que sorprendió
mucho, porque siempre pensé que había sido un recital más. No re-
cuerdo haber visto llover tanto en Villa Gesell, como ese día. Estaba
todo inundado. También en la época de Los Corrosivos hicimos
una buena alianza con Antihéroes, así que compartimos bastantes
fechas. Básicamente la conocimos por Ramella y por los Antihéroes.
Mariano Belgrano: Yo alquile la casa por dos meses. Acido Cam-
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irme a Mar Del Plata, que junto tenía unos primos de mi mujer. Era
la única que me quedo. Cuando vuelvo a Buenos Aires, me avisan
que Fernán estaba detenido en la unidad carcelaria de Dolores. Al
otro día, este me llama, y le pregunto qué paso: “Mira necesito que
me manden frazadas, puchos. En mi casa no me quieren atender “.
¿Sabes lo que habían hecho? Tipo cinco de la mañana, estaban en
la rotonda de Pinamar, súper drogados, y les robaban a los que iban
a la parada de colectivos. Pero los boludos se quedaban ahí. Una
parejita se dio cuenta y aviso a la policía. Así que cayeron los dos y
Fernán se pegó una cagaso de aquellos.
Leo Ramella: Hernán Reyna (guitarrista de El Corte, fallecido en
1995), estaban iniciando un proyecto con Javier Calamaro y estaban
probando bateristas, hasta que Mónica Vidal les hablo de mí, y em-
pezamos a ensayar. Al tiempo le pusimos de nombre El Corte, y
estábamos grabando un disco. Fue increíble. Empezamos a tocar
mucho y a los conciertos nuestros, venían todos los artistas que ad-
miraba: Daniel Melero, Charly García, etc. Y se instaló muy bien la
banda, porque no había una banda dark bien formada. Yo tenía una
batería nacional, y teníamos que grabar, me presentaron a Samalea y
fui a la casa, nos pusimos de acuerdo y me presto una batería divina.
De ahí nos fuimos a Panda a grabar con Mario Breuer, imagínate, era
un pendejo que apenas sabía tocar, y estaba ahí con batería prestada
por Samalea, un irrespetuoso (risas). Fue muy interesante lo que
paso y muy rápido, en dos años hicimos dos discos. Pero hubo un
momento que Javier cambio por completo, creyó que era el eslabón
perdido entre Ian Curtis y Steven Tyler, de un día para el otro. Y ahí
comenzó con Los Guarros. Yo me plante en ese momento, no voy
a cambiar, expuse mi visión pero obviamente me odiaron. Entonces
los chicos de Mimilocos, que ya nos conocíamos y les gustaba lo que
yo hacía, me propusieron sumarme a la banda. Cayo el productor
Jorge Álvarez de España a ver qué onda alguna banda de argentina
y se fijó en Mimilocos, empezó a poner guita, a exigir demos y no-
sotros nos cagabamos de risa, estábamos de la cabeza, heavy (risas).
Había buena cocaína, la morfina la conseguíamos de enfermeras
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Brigada de Moralidad
y buenas costumbres
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Estudio de Casos
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Sabes cómo sonaba ahí arriba. Pobres los vecinos, hasta las a AM
(risas).
Daniel Zapponi: Llevábamos cohetes, bombas (risas). Enfrente
estaba Villa Grampa, que fue el primer casco de Temperley. Venia
mucha gente a vernos, amigos, fans, era un quilombo. Una vez se
prendió fuego el piso de parquet y quedo un agujero en el medio de
la sala. Encima les quedaba a todos cerca, menos yo, que me iba en
bici de Banfield a Temperley. Hicimos cada fiesta ahí, con bandas
invitadas, Acido camboyano y Boombo Klat.
Gustavo Kaiser: Una banda muy importante fue Puñalada Correntina,
tocaban pero en los recitales siempre terminaban mal. Al cuarto o
quinto tema, Zapponi detonaba, y era eso (risas). Pero me acuerdo
que estaba buenísimo; yo iba a los ensayos en la casa de Lew, en
Temperley, y ellos eran una onda The Clash, muy adelantados. Las
letras increíbles y buenos músicos.
Ramiro Gutiérrez: Puñalada Correntina toco muy poco y no
sonaban bien, pero en esa época no había nada. Ellos, con Acido
Camboyano, fueron los primeros en hacer punk en la zona. Zona
roja eran más “ramoneros” y a mí no me interesaba esa onda, si más
la cuestión política, bandas como Crass o Dead Kennedys.
Daniel Zapponi: El nombre salió así. Yo tenía veintidós o veintitrés
años. Trabajaba en la fabricaba de mi tío y habían unos correntinos,
que eran macanudisimos y cuchilleros. Nacho había empezado a
joder con ponerle Puñalada. Y le dije: “No sabes cómo manejan
los cuchillos estos correntinos”. Y quedo Puñalada Correntina.
Teníamos un logo y todo. Los temas hablaban mucho de la
inmigración, un trasfondo de lo que era el comienzo de lo que fueron
las villas, después del proceso. La conscripción la hice en tiempo de
dictadura, me rompieron las rodillas. Nuestros padres decían que no
había pasado nada.
Adrián “Maguila” Vázquez: En el año 1987 teníamos equipos
Marshall, Cramer, Gibson porque eran más accesible conseguir ese
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Zapponi salía de atrás de los árboles, encaraba a los fititos, que eran
bajitos, y los saltaba (risas).
Lou Carrera: Zapponi fue el único tipo q lo vi cruzar Av. Pavón, con
un vaso de birra, haciendo malabares para que no lo atropelle un
auto, y no se le cayó una gota (risas).
Mariano Belgrano: En Lomas de Zamora vino un tipo con diez mil
pepas, y conoció a una chica que era amiga de toda la banda de la
zona: “Toma, dale a tus amigos para que prueben”. Le dio como
cien pepas (risas). Vos los veías pasar por la calle, los lunes, martes o
miércoles, eran veinte y todos: “Juajujuajuajua” (risas). Así fue todo
el día, todos los días, durante un par de meses (risas).
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Beto morales: El Lado Salvaje fue una idea de hacer una mezcla de
rock americano, con blues, pero que sea también “ramonero”, y que
también tenga algo de Vox Dei. A Mónica la echan de Antihéroes,
y le cuento lo que estaba craneando, así que nos juntamos con
Tornillo (Diego Fernández) en la batería y mi hermano, que me
hacia la gamba, ya que estaba comprometido con Los Corrosivos. Y
fuimos gestando la banda que estaba sonando interesante, porque
en esa época era todo muy oscuro, y yo quería hacer algo distinto,
más para arriba. Luego, Jorge (Morales) se peleó con el cantante
de Los Corrosivos por diferencias ideológicas y vino a tocar, pero
el bajo, ya que siempre toco la guitarra. El primer recital fue en un
cumpleaños, en Banfield, y lo que son las vueltas de la vida, ese día
estaba Ardilla (risas).
Ardilla Pérez: El Lado Salvaje se inaugura en el patio de la casa de un
pibe de Banfield; los dos Morales, Mónica y Tornillo en la batería.
Jorge Morales: Yo me fui de Los Corrosivos para tocar en el Lado
Salvaje. Quería rock. Y quería tocar el bajo; yo soy bajista. Mónica
y Beto se fueron de Antihéroes. Y se armó la banda, más Tornillo
en la batería. Vi que empezó a funcionar, como la rockeabamos. Me
volví loco. Esto era lo que quería, una mezcla entre Creedence y
Velvet Underground. No quería más depresión y oscuridad.
Gustavo Kaiser: El primer Lado Salvaje fue increíble, country
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esa época recuerdo una vez que me invitaron a tocar con Antihéroes
y los pibes de Religión no querían tocar. Así que arme Copiloto, y
en esa transición, Jorge y Beto arman El Lado Salvaje con Mónica,
que el primer baterista fue Tornillo, que después fue el bajista de
Copiloto Pilato.
Beto Morales: A Mónica (Vidal) la conocí en un show en el centro.
Tuvimos que armar el escenario. Voy a levantar un tablón y del otro
lado me ayuda alguien. Pensé que era un pibito. Y ahí pegamos onda.
Nos hicimos amigos. Fueron cinco años que marcaron mi vida.
Victor Raffo: La primera vez que la vi fue en el teatro Santa María.
Un show muy oscuro de Antihéroes y el Corte, había muy poca
gente, fines de 1986. No se lucia mucho ahí en Antihéroes, entre
tanto oscurantismo, a comparación del rock americano de El Lado
Salvaje, que apareció con minifalda de cuero, campera de jean, los
labios pintadas, los ojos delineados, y una actitud de “me los cojo a
todos”. Dije: “Wow, diosa frontman” (sic).
Gustavo Kaiser: Era impresionante. ¡Sabes lo que manejaba el
escenario esa piba! Terrible. Una loba. Súper sensual, sin ser linda.
Y se cantaba todo.
Victor Raffo: No era una gran cantante, pero tenía un gran carisma.
No la quiero juzgar como cantante porque no sé cómo hubiera
evolucionado.
Marcelo Wygachiewicz: ¿La primera vez que la escuchamos cantar?
Era muy mala. No era la que cantaba después en el Lado Salvaje,
con el tiempo fue mejorando. Pero la imagen que tenía balanceaba la
cosa. Imagínate una piba con todos los pelos parados, que aparentaba
ser de veintitrés años, pero tenía Diecisiete.
Beto Morales: Tornillo toco un tiempo, hasta que un día fuimos
al estudio El Cielito a grabar un demo y toco Pablo Essau de Los
Pillos. ¡Para que!. Volamos. Ahí nos dimos cuenta que necesitábamos
un buen baterista. Así que le dijimos a Tornillo que teníamos que
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buscar otro batero y nos dice: “ustedes son unos caretas, hijos de
puta.” (Risas). Nos dijo de todo, pero seguimos siendo amigos.
Jorge Morales: Así fue la historia. En ese entonces, Tornillo era el
joven desaforado, fue perfecto en la historia del grupo. Pero en un
momento nos vimos en la necesidad de poner un verdadero baterista
y ahí hubo un proceso de cambios en el medio.
Marcelo Belen: En 1985, estando en la puerta de mi casa, pasaban
unos vecinos nuevos que eran los Morales, con su perro y fumando
faso, y a la tercera vez que los vi pasar, los saludo: “Chau” (risas),
a ver qué onda, hasta que me dijeron: “¿Queres venir?”. Así que
empezamos a pasear el perro (risas), y así nos conocimos.
Beto Morales: Y nos quedamos debajo de un árbol a fumar uno, y
le dijimos: “¿No queres tocar con nosotros?”, nos contesta: “Si, por
que no. Yo toco cualquier cosa”. Nosotros sabíamos que Marcelo
era bueno, era del barrio, y pertenecía al bando de los que sabían
tocar. Mi hermano estuvo en ese bando, pero se pasó al otro, los que
no sabían y hacían bardo (risas), como yo, que sigo siendo un tira
piedra. Yo subo al escenario y hago eso, al que le pega en la cabeza
no se olvida más (risas).
Jorge Morales: Era nuestro vecino. Marcelo ya había tocado una
noche en Los Corrosivos en el Parakultural. Fue una cosa fabulosa.
La tengo en mi memoria como uno de los mejores recitales de Los
Corrosivos. Marcelo participo mucho de la composición, hay temas
y letras que son de él.
Marcelo Belen: Yo ya era un buen baterista y músico, y mis amigos
me decían: “¡Que haces con estos! ¿Estás loco?”. Fue una sensación,
un sentimiento y me siento feliz porque así hice mi carrera musical.
Siempre seguí mis instintos, si algo no me cabe, chau. Cuando entre
a la banda estaba en un momento de mi vida que quería tocar.
Mónica estaba re contenta cuando entre, viste que el baterista es
una pieza difícil.
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se encargaba del flete que era del Pato Salmerón, y esa camioneta
andaba bien día por medio, y cuando tuvo que ir a buscar las cosas
no la pudo hacer arrancar. Fue en semana santa y quedaron las cosas
ahí, sábado, domingo, lunes y martes, cuando fuimos el miércoles, ya
no quedaba nada. Nos robaron un Yamaha Twin Reverb, el equipo
de bajo, toda la batería de Marcelo, la consola, los micrófonos, las
luces, quedaron solamente los bafles grandes. Y al dueño del lugar
de La Carpintería, que fue el que nos robó, le propusimos tocar
los domingos, y se nos reía en la cara: “¿En serio quieren tocar un
domingo?”. Cuando vio que empezamos a llevar gente, ya nos sacó
la exclusividad, metió a Juana la Loca, a Los Brujos, y nos cago la idea
de tocar los domingos también (risas). Años después, un borracho
de Temperley me dijo: “Yo les robaba las cosas, el dueño me decía
si me robaba tal cosa, me daba tragos toda la noche” (risas)”, fue
al que le entregaron la llave. El último recital con Mónica fue en la
Biblioteca de Temperley, con Skabu Zimbel.
Jorge Morales: Todo venia en forma creciente, teníamos nuestro
público. Yo recuerdo que llegara el viernes para ir a tocar. Lugares
alucinantes. Otra alianza esencial, fue con Harry, Amor Indio o Mal
Recetado. Y también tuvimos un despegue con nuestra música.
Habíamos compuesto muchísimas cosas en ese entonces, una época
muy prolífica. Principalmente se improvisaba sobre ideas de Beto o
mías, las cuales se grababan. Mónica se llevaba la idea y volvía con
una letra. Después se pulían hasta convertirlas en canciones. Así se
hicieron los primeros demos de El Lado Salvaje.
Marcelo Belen: Éramos muy ingenuos, pero mostrábamos un perfil
increíble, que formábamos los cuatro, cortábamos muchas entradas
y nos iba muy bien. Íbamos a grabar un disco porque tuvimos
propuestas discográficas muy interesantes.
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Ardilla Pérez: La movida del post punk aca en Buraco era casi nada,
de hecho nosotros no veníamos de la corriente muy Ramones sino
éramos más de Joy División. Igual estábamos en el resurgimiento
de la movida punk de la zona que en capital ya estaba a full. Fui a
Cemento con dieciséis años y me voló la peluca, toda la situación,
era muy reaccionario a las estructuras de la época, recién se había
ido el gobierno de facto. Después un amigo que vino de Australia,
trajo todo esa onda new wave de la época y armamos una banda
llamada New Huevos (risas), que fue la primer banda con temas
armados, todos lookeados con camisa y corbatita que llegamos a
tocar un show también en Adrogue.
Daniel García: Una vez en Cemento teníamos una fecha nuestra,
era 1987 y nos jugábamos la vida. Y dos días antes lo dejaron libre
a Fernán, y tuvimos un solo ensayo (risas). Pero estuvimos con el
culo en la mano, porque no sabíamos que hacer o quien iba a tocar
la batería. Era nuestro primer Cemento y fueron mil doscientas
personas. No lo podíamos creer. Y había otro problema, que era
Mongo; no aparecía o venia ensayar, y el día de show no venía.
Un día tocamos en Santa Fe y Pueyrredón, veníamos ensayando
como trio más Chiflo y el día del show aparece Mongo con la novia
para ver el show. Y Fernán le dice: “¿Queres cantar? “, y Mongo le
contesta: “Bueno, dale” (risas). Todo era así en Alerta Roja. Una
vez hubo un festival que empezó a las 21 hs y terminamos tocando
últimos a las 6 de la mañana. Ese día toco la guitarra Chiflo porque
Ucci me había dicho: “Si a mí, no me pagan para tomar un Whisky
y comprar unas baterías para los pedales, no voy”. Así que no vino.
Con la guita que Chaban nos pagó ese día, nos fuimos a desayunar y
les dije: “Muchachos, no toco más. Basta”. Un día Ucci me pregunto
qué pasaba con Alerta Roja: “Nos separamos, no tocamos más, ¿Por
qué?”, y me dice: “Porque tengo amigos en la CIA y me cuentan que
ustedes se están reuniendo para grabar un disco”. Sergio Ucci es un
genio. Muchas de las cosas que aprendí de guitarra y efectos, de
grabar capas, fueron por él. Alerta roja fue su único proyecto serio,
porque con las otras bandas siempre estuvo de invitado. Todos se
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Adrián “Maguila” Vázquez: Fue una de mis bandas favoritas. Ale era
el payador del hardcore, improvisaba todo el tiempo (risas).
Alejandro Alaci: Yo nunca tenía letras, improvisaba todo el tiempo, y
en un momento pinto una grabación. Fuimos al estudio Marabunta
a grabar seis temas, y ellos no sabían qué iba a cantar, estaban en
el control diciendo: “Que va a hacer este” (risas), había como una
incógnita (risas). Me lleve las letras armadas e hice una performance
buenísima. Los pibes no lo podían creer (risas). Ese demo quedo
muy bueno, incluso hubo charlas con Radio Trípoli para editarlo,
pero quedo en la nada.
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Victor Raffo: Pegue muy buena onda con ella (Mónica Vidal) por
1988 /89, no así con Pablo (Essau), que era el novio. Y en esa época,
El lado Salvaje estaba en un muy buen momento. Tocaban mucho
con Harry, que era un trio que estaba Gigio González, Martin Aloe
y Pablo Essau, tocaban muy bien, muy pulcros. Me entero que
dicen:”Che, Pablo y Mónica se van a ir de vacaciones a remontar el
Amazonas”.
Marcelo Belen: En Villa Gesell hicimos una gira Harry, Los
Decadentes y El Lado Salvaje. Se llenaban los lugares. Una gira muy
divertida, a doce cuadras de la playa, éramos veinte llevando cosas,
uno un parlante, otro un fierro de la bata, y así.
Leo Ramella: Siempre estuvo esa idea de ir al Amazonas. No sé
porque. Un amigo de Calzada, Roberto, una persona espiritual,
conoció a gente de la ayahuasca, y se fue a vivir a allá, a un pueblo
llamado Amapia. Y es un hacedor de ayahuasca.
Marcelo Wygachiewicz: Me llamo antes de irse, que se iba al
Amazonas a vivir con los indios y que no volvía más. Lo mismo le
dijo a Eddie. En ese entonces, como que no le di bola: “Esta bien…
anda…”. Me llamo para despedirse.
Beto Morales: Y entonces Pablo y Mónica se van de viaje, pero no
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Mi vestido floreado
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toca”, “Ah, le debe gustar la batería”, y mi viejo le dijo: “Y, por ahí sí.
Ya lo mandamos a piano, a guitarra; pero sigue con esto”. Entonces
este tipo, me regalo una batería, que la había armado él, un bombito
de madera, sin pedal, y dos tamborcitos de madera con parches
de cuero. Me compre unos palitos de verdad. No lo podía creer,
cuando la vi dije: “Esto es lo más cercano a lo que yo quiero (risas)”.
Un día, mi primo, quince años mayor que yo, vio toda esa situación:
“Vos queres tocar la batería, y queres escuchar rock”. Me mostro sus
vinilos, sus vhs de Led Zeppelin, The Who, Pink Floyd, todo los que
se te ocurra. Y a partir de ahí, empecé a conectar con compañeros
del colegio que estaban en la misma búsqueda. Con mi hermano,
y dos vagos más, hicimos como una especie de banda, y ahí había
un grabador JVC, y grabamos casetes de mis viejos, tapándole el
agujerito con cinta (risas). Hasta les hacíamos una tapa con acuarela.
Walter “Mosca” Velázquez: Nací en el Hospital Alvear, en
Agronomía y así como salí, mis viejos se tomaron un taxi y termine
acá en Valentín Alsina, donde vivo desde hace cincuenta y dos años.
Mis papas son de San Luis y desde chiquito escuchaba la música
de ellos: Cafrune, Larralde, cumbias colombianas, Palito Ortega
y Johnny Tedesco. Mi Padrino vivía en Villa Devoto y los hijos,
que eran más grandes que yo, me dicen: “Escucha esto, pendejo.”.
Tenían un Winco, con la púa esa que era una piedra, y oí por primera
vez a The Beatles, Rolling Stones y Creedence Clearwater Revival.
Ese fue mi primer contacto con el rock. Después en el colegio, iba
al San Juan Bautista, un pibe me preguntó: “¿Escuchaste Moris?”.
Fue lo primero que escuche de rock nacional. A los once cambie
las revistas Billiken y Anteojito por revistas de rock, y ahí la flashée.
Y a los trece años hice un afiche en el cual invento una banda que
se llamaba Mosca y los Flits (new wave), y empapele todo Valentín
Alsina con ese afiche que había hecho. Fue una banda que nunca
existió, sino no tocaba ni el timbre (risas). Era el típico pibe que se
sentaba atrás de todo, vago pero era amigo de los nerds y ellos me
ayudaban (risas).
Alejandro Alaci: No soy de familia de músicos, mi era papa telefónico
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y mi mama era ama de casa, pero a ella le gustaba mucho bailar. Era
una persona muy alegre, y ese amor por el baile y la música me lo
transmitió mucho. No había instrumentos en casa, pero lo que hacía
era una cosa más teatral, que ya estaba en mí, por ejemplo, ellos
estaban comiendo y les hacia un numero de algo o una imitación, y
ellos me aplaudían. Te estoy hablando de que tenía siete años. Pero
después fui un pibe normal, me gustaba el futbol, pero apareció
Kiss y Queen, la dupla del mainstream del rock. Imagínate Kiss,
para nosotros eran unos aliens, los videos, los solos de Ace Frehley.
Mi primer disco que tuve fue “Live Killers” de Queen, y uno de
UNICEF que traía músicos negros. También me compre “The
Game” de Queen, importado, y salía igual que la edición nacional
porque era la época de Martínez de Hoz. Y eso fue lo que nos marcó.
Una aproximación a lo que seria Los Brujos después, fue con unos
amigos y mi hermano. Yo vivía en Turdera y para los carnavales, en
el club Alumni, podías hacer un número, de lo que sea, y nosotros
hicimos de Kiss. Un primo que era más grande y tenía más data de
rock, nos pintó como la tapa del disco “Dinasty”, nos hizo unos
instrumentos de madera y hacíamos playback de dos o tres temas.
Hasta usábamos pirotécnica con rompeportones, que tirábamos
contra la puerta y quedaba manchada (risas). Hacíamos “Fui hecho
para amarte” y otro más. Con este concurso, nos ganamos cuatro
años seguidos la temporada gratis para la pileta. Ese punto de unir
la música con la imagen estuvo desde el vamos. Y cuando armamos
los Brujos, los demás también traían eso.
Ardilla Pérez: Rearme Serenos de Tu Tumba con otro amigo
guitarrista, que era un referente para mí en esa época, pero no sabía
nada de punk rock y me dijo: “Mira, un amigo de mi viejo me regalo
un Flanger”, así que los primeros temas salieron con overdrive y
flanger (risas), algo raro. Vi a Todos Tus Muertos en Cemento y me
re pego, ya el nombre de la banda, las composiciones, más darkies,
fue un influencia de aquellas porque pasamos de cantar: “Plata,
plata, plata, quiero mucha plata...” a “…la idea de tener un hijo,
déjala, que muera mañana….”. Era una onda más T.S.O.L. Fue una
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punk, hc, ska. Todo bien con Divididos, con ese tipo de bandas:
“en el oeste, está el agite…”. Chúpenla. En el sur, el agua bien con
droga, manga de giles (risas). No tengo ni idea porque se dio ese
condimento que no lo tiene el norte, ni el oeste. Y después los
periodistas nos tildaron como los inventores del rock barrial. No sé.
Yo me hice cargo de mi barrio. La primera fecha fue en el bondi, un
lugar en Villa Crespo, que era un sótano grandísimo. Le mentimos al
dueño diciendo que hacíamos una onda The Who (risas). Tocamos
junto a 7m2h, siete muertos dos heridos (risas), la banda de mi amigo
“Moco”, ya fallecido. El aparecía con una cresta en una propaganda
de Fargo viejísima. Eran crossover, tipo DRI. Hicimos flyers y cayo
toda la gente de Alsina, mis amigos “rolingas”. Cuando cayeron al
bar vieron todos los punkis con cresta, oí!, pibes con skate y los
pibes de la hinchada de Atlanta. Uno me dice:” ¿Está todo bien,
Mosca?” (Risas). “Si. Vos chupa tranquilo, que acá no pasa. Si pasa
algo, nos agarramos a piñas todos” (risas). Y bueno la cosa fue que
tocamos, y terminamos a las piñas. Rompieron la vidriera. Vino
la policía. Salimos del lugar y estaba lleno de patrulleros. Era un
menjunje de tribus, que no podía terminar de otra manera (risas).
Después hicimos lo clásico, tocamos mucho en Zona Cyborg,
Arlequines, Cemento, etc.
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tocaban los Serenos, y menos ese día con los skinheads adentro
(risas). Era así, entrar, pisar al de la puerta. Los Serenos fue poco
tiempo, pero era divertido por eso.
Pablo “Pirulo” Guerrisi: Era en la cancha de básquet y había unas
gradas puestas en el medio frente al escenario. Ese día estaban
todos, toda “la convención” (risas). Y bueno, empezó el pogo y en
un segundo se armó la “bataola”, eran treinta burzaqueros contra
cinco pelados, pelea tipo hooligan (risas). Se suspendió todo.
Ardilla Pérez: Empieza a tocar El Lado Salvaje y se corta la luz, así
fue durante media hora, hasta que pudieron seguir tocando. Ellos
también con su oscuridad y creo que Mónica desde el más allá…
no sé, algo raro había. Después subimos los Serenos de tu Tumba,
empiezan a hacer pogo, a agitar, vienen los skins de la puerta, y al
cuarto tema, se transformó en un circo romano.
Walter Lema: Estaban los pibes re en pedo y uno le dijo una cosa
y otro le dijo otra, la cuestión era pudrirla. No recuerdo si estaban
tocando los Serenos o El Lado Salvaje que se armó el re quilombo,
empezaron a las trompadas. Yo me retire normalmente, hubo
corridas, pero Masacre no toco.
Beto Morales: Hubo una pelea terrible, no sé si llegamos a tocar, y los
pibes de acá estaban con la vena de que cada vez que iban al centro
los cagaban a palos, así que todo el que no era conocido, cobraba
(risas). Hasta a Marcelo Pocavida lo sacaron corriendo (risas), pero
mucho no recuerdo, en esa época era muy alcohólico. Era una
noche fría y lluviosa, rara, el escenario alto de cemento, todos abajo
cagandose a palos, Nichi, que era un pibe bueno, envuelto en llamas
pegándole a la gente: “Los voy a matar, los voy a matar.”(Risas).
Eran skins pero de acá (risas), nuestro fuerza de choque de El Lado
Salvaje. El nexo con ellos fue Ramiro.
Ramiro Gutiérrez: Yo no entre a ese show. A los más chicos les
gustaba Masacre Palestina, pero los más viejos estábamos más
reticentes, porque era una banda de la escena skinhead y ese fue el
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Nuevo Rock
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probar esa situación. A fines de los ochenta pegue onda con unos
chicos y armamos algo. Siempre quedando en la posición del canto
y experimentando todo el tiempo, porque era algo nuevo. Había
una banda que estaba Gastón Capurro, Diego Rodríguez, y en un
momento me invitaron a cantar. Me compre un secuenciador Midi
para teclados, con la fantasía de poder grabar en casa, sin tener
que ir a un estudio. Pero los teclados que había no abarcaban todo
lo que queríamos y uno de esos chicos me dijo:”Yo conozco un
flaco, que tiene un teclado específico”. Era un bitimbrico, y ahí nos
conocimos tocando en con esa gente, pero después se desmembró,
pero quedamos con una fuerte ligación con Sebastián (Mondragón,
Programación de Estupendo y productor). Nos quedábamos
hasta altas horas, secuenciando, probando cosas, grabando. Mucha
investigación.
Miguel Castro (Cantante, Tecladista y Programación de La Nueva
Flor/ Victoria Mil/UN): Las primeras bandas que me influenciaron
de acá son Copiloto Pilato y Los Brujos. Me había comprado el
ep de Copiloto y no lo podía creer. Ese fue mi comienzo, porque
pensé que no era imposible y se podía grabar algo. Los iba a ver y
me encantaban, eran muy raros. Las letras y la imagen de Adrián
me parecían alucinantes, Tornillo tocando el bajo era un animal, el
guitarrista otro loco. Antes de La Nueva Flor, ya tocábamos con
Julián (Della Paolera, guitarrista y cantante de La Nueva Flor/
Victoria Mil/Ok Pirámides) y otro amigo, yo tocaba la batería y
hacia coros (risas). Tenía trece o catorce años. Pero luego viene
Leonardo Santos, que ya éramos amigos y tocaba la batería, pero
bien (risas). Así que yo pase a la voz y formamos la Nueva Flor,
con Fernando Isely en el bajo. Eso fue por 1992. Ahí empezamos a
escuchar música de verdad. Porque antes nos había llegado discos
de generación X, Sex Pistols, Dead Kennedys, P.I.L. Conocíamos
la música desde un lugar muy inocente hasta que después de unos
años empezamos a entender todo, porque al principio te gusta esa
emoción. Después vino My Bloody Valentine, Happy Mondays, que
son más de fines de los ochenta.
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mucho.
Omar “Chiqui” Santamarina: A mí me rompieron varias veces
la cabeza por saltar por amigos, era así, te mataban a palos, y yo
teniendo el look, pelado, usaba borcegos con punta de acero porque
en esa época trabajaba en un aserradero y para mi usarlos era la
lucha del obrero, no por el lado de “Hitler aplastando judíos”, es
más, lo dice una letra nuestra: “Abajo la patronal, arriba los punta de
acero”. El disco que nos marcó eso fue “Virus 27”, y que era raro
para nosotros, porque vos estabas vomitando en la calle, venia un
skin y te arrancaba la cabeza de una patada. Era muy grieta todo,
peor que hoy Macri vs kirchneristas. Una vez lo agarro en la casa de
Lalo a Herman, de Mal Momento, yo no los quería, sabía que eran
unos putos, se juntaban con los skinheads de capital, pregonaban
una historia pero eran otra: “¡Eh loco, qué onda vos!, cuando estas
allá te haces el malo con aquellos, pero ahora acá estas solo. ¿Qué vas
a hacer?”, Lalo me miraba (risas). Otra, tocamos en el Defensores
de Glew, con BOD que traían unos cuantos skinheads de capital, y
los vi fumando porro, entonces voy y encaro a uno de ellos: “Che,
¿Vos no decías que los que fumaban eran todos unos putos, unos
drogadictos de mierda, que no servían para nada?”. Ellos allá decían
otra cosa, los escuche en los shows que tocamos muchas veces con
Mal Momento en Capital, en New Order, en Floresta, ese discurso:
“Los punks son una mierda…drogadictos, los vamos a matar…”.
Nosotros cantábamos sobre el obrero, que lo podes asociar al OI!,
pero para nosotros no tenía nombre, era lo que éramos nosotros.
Hemos llegado a tocar en la vía de Mármol con Chiquero y Copiloto
Pilato, unos eran unos re drogones y otros re volados.
Daniel García: Sergito y la banda hicieron muchas cagadas. Hubo
muchas divisiones por esta pelotudez de los “nazis” y hasta hubo
muertos. Desgraciadamente es así. Ya la sociedad argentina es
“nazi” de por sí, y estos vinieron a exacerbar todo eso. Así como te
digo esto, también digo que Sergio se portó muy bien conmigo, por
lo que te conté antes.
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Nichi Tattoo
a la casa. Eran dos onzas que valían cuatro dólares, cuando acá una
onza valía diez dólares. Marca Spaulding. En esa época era la única
manera. Ahora vas a la esquina y conseguís de todo.
Rana Almirón: Nichi me dice: “Yo me arme la maquinita, empecé a
tatuar a mis amigos, y me compre el material”. Así que yo empecé
igual. No había mucha información. “¿Cómo hago para comprar
una maquina?”, y Nichi me dice: “Tenes que escribir a National
para hacerte socio, mandar un cheque y a los seis meses te llega la
maquina“(risas). Él ya tenía maquinas copadas, algunas fabricadas
por él mismo. Era de construir todo, de inventar.
Gustavo Kaiser: El único tatuaje que tengo, me lo hizo él. Me
tatuó parte en la casa y parte en el local de Lomas de Zamora. Era
amigo de chico, estaba más allá de esa boludez del skinhead, ni sabía
de qué se trataba, era muy elemental. Le gustaban los cantitos de
cancha y quería tocar la batería. Era muy malo tocando, y bueno,
se engancho en esa. Yo con la gente de Comando Suicida me he
agarrado a trompadas mal, batallas, era mucho más joven y podía
pelear (risas). Con la banda de Chakal, que eran de Chacarita y era
la gente que nos iba a ver en Capital, nos hemos matado a golpes
contra los skins. Nosotros lo volvíamos loco con eso. Con Emiliano
tenían unas discusiones fuertísimas con eso. Fue un tipo que nunca
cago a nadie, y a él sí, con plata, con drogas.
(risas).
Rana Almirón: Era el único de los tatuadores que iba a los recitales,
estaba siempre. Le gustaba mucho Chiquero, Calle de Tierra,
escuchaba mucho punk, hardcore y Oi!, o llegabas al estudio, recién
se había fumado un porro y estaba sonando Joy Division, un mambo
más colgado, metido en su historia, dibujando y ni te hablaba: “Hola
Nichi”, asentía con la cabeza y seguía en la suya. No sabía si quería
que estemos o de onda nos echaba (risas). Nos tuvo una paciencia
increíble.
Omar “chiqui” Santamarina: Íbamos a ver Los Corrosivos,
Cadáveres de Niños, Todos Tus Muertos Los Auténticos
Decadentes, Sentimiento Incontrolable, Morgue Judicial, etc. Eran
mayoría festipunks, ir a Cemento a pararnos en la puerta y ver como
hacíamos para entrar. Ni para el boleto del colectivo teníamos.
Salíamos de Adrogue, colados en el tren, después caminar, y esperar
que caiga algún conocido. Si salía diez pesos la entrada, éramos
quince personas y juntábamos quince pesos (risas), y entre ese
combo nos metíamos. Pedíamos prestado escabio y nos volvíamos
como podíamos, todo sin plata. Íbamos mucho a ver una banda que
se llamaba “Homenaje a Joy División”, que Nichi era fanático. Tenía
tatuado el escudo de Harley Davidson pero con la leyenda que decía
Joy División.
Rana Almirón: Fue un bajón. Todo el mundo sabía que él estaba
enfermo, pero no se hablaba del tema era como medio tabú.
Empezó a cuidarse, dejo de comer carne, no escabiaba, se fumaba
algún porrito de vez en cuando, todos eran indicios de que algo le
pasaba. Los amigos de él nos decían: “¡Cierren el culo, ustedes no
saben nada!”. Yo había empezado a tatuar en un local de remeras
rockeras y hacia como un año que no lo veía a Nichi. Un día apareció
por el negocio con carpetas de dibujos para venderme, y me costó
reconocerlo, tenía como la cara desfigurada, como inflada y muy
flaco, no sé si seria de la medicación o que. Fue un momento difícil
porque me shockeo mal, no sabes cómo reaccionar. Nos quedamos
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Te paso un demo
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como una señal. Como éramos una banda de música extrema y hubo
veces que tocábamos con dos parlantes y un micrófono por línea
para mí, hacíamos lo que podíamos, y capaz no se entendía: “Ahora
vamos a tocar el tema “Indultos”, hacíamos panfletos con las letras,
para que sepan lo que hablamos y para concientizar a la gente.
Adolfo “Wata” Heber Vitoria (Cantante de Pandemia/Venus
Física/Matan S.A.): Nací en Adrogue y me crie en Caypole, donde
aún sigo viviendo. Era un barrio donde había muchos terrenos
baldíos y cuatro casas, incluida la mía. A los diez años escuchaba en
la radio AM de mi viejo, el programa “Cuero pesado” y pusieron
un tema de Metallica de “Kill em all”. Y me partió la cabeza. Antes
había escuchado Kiss. Después escuchaba la Rock & Pop, que
marco mucho. Era todo muy sectario en esa época porque estaba
los Zepelineros, lo de Deep purple, los Maiden (risas). Mis primeras
bandas fueron de ahí del barrio con amigos, mucho de autodidacta,
y me mimetice con la movida metalera a full, escuchábamos
mucha música, más que nada bandas under. Elegí ser cantante por
una cuestión de expresión, siempre me gustó el tema artístico, el
surrealismo, todo lo que tenga que ver con lo conceptual. Y también
pensé que si me colgaba un instrumento no llegaba a ese estado
de expresión que quería. Tendría que hacer una sesión de terapia
para ver realmente como llegue a esto, porque me gustaban las
películas de terror, el lugar donde vivía, único hijo, siempre me cree
mi mundo, debe ser un conjunto de todo eso.
Gustavo Kaiser: Lacra era Gustavo Calabria, Nichi y “el Monito”
que era el guitarrista. Era black metal.
Wata: Iba a ver Gastre, a Atroz, era amigo de Nichi, de Calabria que
hacían Lacra. Vi a Sumo en Le Paradise y Luca saco un churrasco
del bolsillo. Fue una masa.
Pablo Zabaleta: Nos robábamos las trashers de los puestos de diarios
del centro, íbamos con una Gillette y cortábamos el envoltorio
(risas). El skate nos llevó al punk rock, al hardcore y al thrash metal.
En un campeonato en el centro sonó “Master of Puppets” y dije:
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vos, no tomas las voz de otro. Después de varios años, Lalo me hizo
rearmar Calle de Tierra, pero no pasó nada, así que empezamos a
armar otros temas y así nació Chupín, que grabamos “Firmes en la
lucha” en la sala de Ray.
Chelo Romero: No me llegue a comprometer tanto como si estaba
el Chiqui, lo mío era más por el lado de rebeldía, pero si, estaba
de acuerdo con esos ideales. Estaba chocho de aportar ahí y los
lugares donde tocamos, que estuvo buenísimo. El Chiqui venía con
las letras armaditas, después las completaba, y estábamos todos
de acuerdo con las liricas, era perfecto ese método. La música si la
hacíamos entre todos, salía de jams más que nada. El Chiqui tocaba
bajo, guitarra y trompeta, aportaba muchísimo. Cuando grabamos
“Churro y bolita” para un compilado, el tipo que nos grababa
flasheaba mal: “Esto es un banda punk de verdad”. El discurso
era contundente. Nunca fue un problema la cantidad de público
que llevábamos en ese momento, aparte nosotros no pretendíamos
plata, era imposible que vivamos de la música, yo ni lo soñaba. En
ese momento tampoco media lo que está pasando.
Omar “Chiqui” Santamarina: El disco ”Nichi Tattoo” lo hicimos
en un estudio, en Balvanera, conocido de Lalo. Pusimos guita entre
todos, cada uno lo que podía y grabamos en cinta abierta. Esa vez si
grababan dos grupos era más barato, entonces hicimos el disco de
Calle de Tierra y el de Campo Tritón en la misma cinta. Hicimos cien
casetes que se vendieron en unos días, con la tapa en rojo y negro,
porque en dos colores era más económico y porque simbolizaba el
anarco sindicalismo, sacamos doscientos mas y también se fueron
en una semana: “Ok, saquemos trescientos...”. Después de ahí nos
invitaron a un compilado “Punk Rock colection”, con dos temas del
casete
Chelo Romero: Campo Tritón. Otra banda maldita. Aparte era otro
género y nace con el Chiqui. El nombre no sé si se le ocurrió a
Nichi, habían visto un camión que tenía escrito eso, creo. Paso por
muchas etapas, empezó con batería, guitarra y voz con Nichi, que
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una entrada. Si vos la ponías a tres pesos, porque tenías que pagar
sonido, etc., venían todos con un peso. Otro motivo fue la última
vez que tocábamos en la Plaza de Adrogue, pusimos una chica
con una cámara y un micrófono a preguntarles a cada persona que
estaba ahí por qué motivo había venido. Habrán dicho diez personas
el motivo, los demás porque iban ahí a tomar vino ahí, veían a las
bandas gratis. ¿Se entiende? Todo lo que estábamos haciendo, al
pedo. Y nos pasó de todo, nos apretó la policía, etc. “¿Y para qué?”,
pensaba yo. Con esa cabeza no llegas a ningún lado. Y llego un
momento que bajamos los brazos.
Omar “Chiqui” Santamarina: Grabamos un segundo disco en la sala
de Pity, con Pablito, sonidista de El Otro Yo, íbamos a grabar diez
temas pero llegamos a hacer ocho y nos separamos, nos peleamos.
A la mierda todo, Lalo era un desastre, Nico andaba medio mal, el
baterista estaba cansado, no quería tocar más y ese disco quedo en la
nada. Nosotros tuvimos una característica que nos enorgullece, no
tocamos jamás un puto cover y mismo ahora con Chupín tampoco,
porque la escencia de la música punk era volar con lo establecido,
entonces no puedo tocar un tema que toco otro porque ya está
establecido. Hoy en día es muy común hacer covers de The Clash,
¡Loco, paso hace setenta años! (sic). ¿No tenes cosas por las que
luchar ahora, que tenes que tocar un cover de The Clash? “No tiren
bombas a Londres…”, boludo, acá los pibes no comen, ¿Que me
estás diciendo? Una vez tocamos en Marco Pollo, con el Chino Vera,
que se sigue poniendo ex Attaque 77 (risas). Subieron y tocaron
un cover de The Who, otro de Attaque, otro de Guns and Roses.
Después subimos nosotros y dijimos: “Buenas, somos Chupín y no
hacemos covers” (risas). Para que, nos odiaron (risas).
Walter Mosca: Hemos tocado juntos con Calle de Tierra y también
con Chupín. A Lalo lo conozco porque había grabado el segundo de
Mal Momento. Cuando se va el Indio, me fui a Adrogue, para decirle
si quería tocar la viola en 2 Minutos.
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del nombre. Yo tenía una moneda por una separación con una ex
que nos habíamos comprado la casa y me dio la mitad de la guita,
entonces me compre batería, Marshall, mic Shure 58, y así arme la
sala, hasta que se pudrió todo con Mutantia y con la sala, al mismo
tiempo. En ese momento no me había cuenta de lo que teníamos
entre manos, sino hubiera seguido, sin dudas.
Miguel Chávez: Yo también tenía la llave, asi que nos turnábamos
con él. Siempre algo pasaba.
Mariano Belgrano: Yo vivía a la vuelta del rancho Espinoza, llegaba
del laburo e iba, sino era a ensayar, era a tomar una birra, siempre
pasaba algo. Se gestaron muchas bandas, todos amigos, con Acido,
Mutantia. Era una mugre, lleno de perros, pero era una felicidad,
pasillo al fondo en el centro de Lomas. Fue una época gloriosa.
Miguel Castro: Con Leo íbamos a los ensayos de Los Brujos, ahí en
el rancho Espinoza, donde pasaba todo, sino estabas ahí, viste. Hay
miles de anécdotas de ese lugar, nosotros niños de catorce y quinces
sentados en la peatonal con Ñoqui, todos en pedo y pasan unos
cantando: “Independiente, Independiente” y Ñoqui gritándoles:
“Aguante Racing” (risas). Imaginate como terminó. Todos corriendo
para todos lados. Le dieron una “tunda” tremenda y quedo tirado en
el piso, todo ensangrentado, sin las zapatillas. Nos querían chorear el
bajo. Lo tuvimos que llevar al hospital.
Pablo Zabaleta: La puerta de la sala no estaba muy acustizada y se
escuchaba todo. Al lado vivían unos coreanos que tenían casa de
ropa, y cada dos por tres se escuchaba desde arriba: “¡¡Alejandra!!
¡¡Alejandra!!, la música” (risas).
Gustavo Kaiser: Era una puerta común con un colchón, lleno de
pulgas, entonces alguien abría la puerta y se te caía el colchón encima
(risas). Adentro estaba lleno de mierda, porque había perros y te
cagaban todo, así que salías con olor a mierda (risas). Ensayábamos
con lo que había, capaz que íbamos y estaban todos los equipos
quemados o te tocaban tres equipos de bajo, y enchufábamos la
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(risas). “Loco, ¿Vos sos el Mosca? Sos un capo. Haces canciones anti
yuta, pero me caes bien.”. Y los compañeros le decían:” ¡Como te va
a caer bien, si es un hijo de puta!”. Arme una grieta en la comisaria
media extraña (risas). Me termino convidando porciones pizza. Me
ha tocado ese tipo de situaciones, con polis que estaba todo bien o
estaba todo mal.
Alejandro Alaci: San Cipriano nos salva de ese estado de locura en
que estamos sumergidos, de doblete de shows por fin de semana y
toda esa vorágine que nos dejó exhaustos. Por eso es un disco tan
oscuro, con las guitarras rabiosas y más pesadas, que fue surgiendo
mas que nada de los últimos shows en vivo como reflejando nuestro
estado. Fue el disco más artístico que hicimos, se fue el color, el
aquelarre, se fueron los materiales de plástico, cintas adhesivas y lo
cambiamos por el barro, por la arpillera, empezó a jugar más lo tribal,
nos metimos en esa estética de ritual. No fue un concepto armado,
quedo así. Era como habíamos quedado, un poco alienados, pero fue
groso, porque había ideas y estábamos en el zenit de la obra artistica.
Lo de grabar con micrófonos pegados al cuerpo lo sugirió Melero,
decía que Los Brujos era un grupo en vivo, más que en estudio, cosa
que es verdad, y quería plasmar eso. Diseño los micrófonos y lo
denomino “sistema subjetivo”. Quería que el oyente escuche a los
músicos como estos se escuchaban en vivo, porque el movimiento
de los músicos provocan algo en el audio y él quería registrarlo,
como un barrido de fase. Lo mismo hicimos con los micrófonos
de la batería. Fue un experimento que estuvo bueno. Igual también
hicimos tomas de manera convencional, digamos y usamos un poco
de las dos maneras. Se nota mucho en las violas esas capas de cambio
de audio. Ricky estaba muy copado con el libro “Las Clavículas del
Hechicero” y nos los mostro. Me acuerdo de ir a tocar a Córdoba y
alojarnos en una casa que estaba media abandonada, llena de velas
(risas). Donde caíamos generábamos ese ambiente, era como un
juego, había algo en el ambiente, una invocación, hablamos de cosas
esotéricas. Recuerdo que recorríamos muchas santerías buscando
imágenes e información de él. Teníamos un asesor chamanico. La
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a ver unos videos de Pixies con este pibe: “Ahí está, es ese, ves que
se parece a vos” (risas), fue alucinante. Yo en mi vida había visto o
escuchado a Pixies. Mi idea de acoples o feedback venia de Vox Dei
o GBH.
Daniel García: El sello Pinhead Records quería reeditar el cd y se
conecta con Mongo y Fernán. Yo me entero y llame al sello: “Mira,
soy Daniel, el bajista de Alerta Roja. ¿Vos hiciste algún arreglo con
alguien?” y me contesta: “Si, tenemos algún arreglo de palabra con
Mongo y Fernán “. Así que le digo: “No hay un solo tema que sea
de Mongo o de Fernán, soy todos míos y alguno de Pablo. Así que
si vos lo editas, yo te hago un juicio”. Y el flaco del sello me dijo si
quería guita: “No, no la necesito. Vivo de mi laburo y Alerta Roja
nunca me va a dar de comer. Yo lo que quiero es que se edite, ser
el responsable del disco, y que los temas tengan su correspondiente
autoría”. Salvo un tema que Pablo me hizo creer que era de él, pero
en realidad era un tema de Angelic Upstairs, y “Sin oportunidad”
que era una base de Slaughter and The Dogs (risas), pero con letra
de Alerta Roja y lo pusimos así, para no tener quilombos. Así que se
editó de esa manera y si el disco vende, Pablo y yo cobraremos los
derechos de autor, y a los otros dos, lo que le corresponda. No se la
iban a llevar de arriba. ¿Sabes cómo les pago a Fernán y a Mongo?
Les pago una guita, que les rindió un cajón de cervezas (risas) y
cds para que vendan, los cuales la mayoría terminaron regalando. A
partir de la reedición del disco se rearma la banda. Pero hicimos dos
ensayos y Fernan se dio vuelta y no pudo volver (risas), y tuvimos
que meter otro baterista.
Miguel Castro: Nos llego una carta documento y nos llamaron de un
estudio juridico muy groso, con una intimación de la actriz Victoria
Maria Rojas. Teníamos todas las de perder. Asi que tuvimos que
cambiar el nombre y mi vecino psicólogo me dice: “Pero pónganle
Victoria Mil, que suena igual “, y quedo ese nombre. Y eso nos sirvió
de publicidad extra, porque empezamos a aparecer más en los diarios,
más que nada por el tema de la denuncia de ella. Y salió “Armas”, que
lo hicimos con Estupendo y Daniel (Melero). Para el cuarto disco se
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van el bajista y Leo, y quedamos como dúo con Julián. Usamos una
bata programada y lo grabamos en la casa de Sebastián Mondragón
y en lo Diego Tuñon (Tecladista de Babasonicos). También yo ya
estaba metido en la producción, cosa que fue sucediendo a partir
del segundo disco, por temas de responsabilidad, más que nada. Y
eso fue una de las cosas que hizo un desgaste en la banda. Firmamos
con Pop Art, vuelve Leo a la batería e hicimos “Estoy bien, bien,
bien” y “Están despedidos”, donde nos rajó la discográfica. Nos
ofrecían muy poco presupuesto y lo terminamos haciendo solos.
La mezcla la hizo Gustavo iglesias y la otra mitad Tom Rixton,
que es un productor inglés, que le gusto la banda. Lo llame, vino
a vernos y se copó. El último disco “Muy lejos” lo grabamos en
Panda y lo queríamos hacer con Tom. Me llama la mujer de él, me
dice que Tom estaba saliendo de las drogas y que nos portemos bien
para cuidarlo. Estábamos en el estudio y venia Tom: “Che Migue,
¿Tienes plata para comprar comida?” (Risas), y al rato veías que el
tipo estaba re duro mal. Fue un desastre. Así que termino, de vuelta,
en casa editando el disco, track por track. Nos fuimos a tocar a
México y cuando volvemos se hizo todo muy cuesta arriba. Ya veía
todo lo que se avecinaba, más mis ganas de separarme y empezar a
hacer otras cosas, con mi vida y ver que no se podía mantenerse la
banda por si sola. Empezaba a funcionar demasiado mal, sumado a
problemas mucho más pesados de drogas. Yo no quería ser el padre
de nadie, no se puede contra determinadas cosas de las personas.
Entonces en un momento dije basta. Yo me voy.
Walter Mosca: Me gustaba mucho Victoria Mil. Los conocía de hace
bocha. Los últimos discos son buenísimos. También sus videos.
Ahora Migue esta mas volado. Vi el minicorto (UN – Ten cuidado)
hace un tiempo. Alucinante.
Adrián “Maguila” Vázquez: Fuimos soportes de bandas de afuera,
pero siempre apuntamos al underground, tuvimos oportunidades
de firmar contratos y nunca nos interesó. ¿Por que no? Muchos
problemas, te atan a un contrato que después no lo podes cumplir
y a mí no me gusta quedar mal. Estábamos en una época donde
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2 Minutos, el nuevo rock con El Otro Yo, Juana la Loca, Los Brujos,
Babasonicos. Era onda: “¿Ustedes de donde salieron? Seguro son
de zona sur”. Hoy en día las fusiones, mezclas, meter un DJ en una
banda de rock, samplear cosas, hacer música instrumental o con
gritos guturales, es algo normal y desde hace diez años, pero hace
veinte sucedía todo esto en el sur. Encima nos conocíamos todos y
en un momento cada uno tocábamos un poco con todos. El nuevo
rock trajo eso, más allá de la experimentación, de buscar un lenguaje
propio y animarse, estaba esa cosa de espíritu punk, ninguno sabia
tocar, yo ni batería tenia, pero sentía que podía tocar lo que me
gustaba y poder experimentar, porque me paso de tocar distintos
estilos también, cosa que me nutria mucho. Algunas bandas duraban
dos semanas pero tocaba con músicos que tenían otro concepto y
me pedían tocar otras cosas.
Jorge Morales: El origen del “sonido sureño” es anterior a nosotros
y lo hizo Vox Dei, definitivamente. Igual sería una pregunta para
hacerle a los que no son de zona sur. Podrían darte una mejor
respuesta. Lo que si hubo fue una “actitud sureña”. Creo que se
trató de una “casualidad temporal” y una serie de conexiones de
ese momento. La forma que nos relacionamos con otras tribus. Los
grupos de acá surgieron de la manera que surgieron porque fueron
a tocar a Capital Federal. Si es posible, que a partir de ahí, salieron
otros grupos. No veo otro motivo por el cual exista un “sonido
sureño”.
Elías Ziede: Era un todo, la adolescencia, ir a ver las bandas, a
escuchar música, todo muy fresco, novedoso. Estuvo muy bueno
eso, pero era el baile de la silla, quedaron muy pocos sentados. No
había amistad, mucha onda “falluta”, con algunas bandas todo
bien, nos prestábamos equipos instrumentos, pero había mucha
competencia. Encontramos el nicho justo que era el lugar de la
música alternativa, no podíamos tocar ni jazz, ni otra cosa, porque
no teníamos los instrumentos, ni era nuestro palo, entonces íbamos
hacia la experimentación, con lo que había, hacer sonidos locos, y
aprendíamos a tocar en el escenario, porque no nos gustaba ir a los
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Indice
Sur real 9
Nos confundieron con punks,con esos roñosos! 11
Estabamos aprendiendo a tocar 25
Punk after Punk 31
Brigada de Moralidad y buenas costumbres 40
Estudio de Casos 44
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