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Parera, Santiago

La misma Tierra : relatos inconclusos del Rock de zona sur / Santiago Parera. - 1a ed
. - Burzaco : Santiago Parera, 2020.
Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga


ISBN 978-987-86-4737-1

1. Música. 2. Rock. I. Título.


CDD 781.660982

Idea y entrevistas: Santiago Parera y Diego Peralta


Registro de la propiedad intelectual en trámite.
Todo el material publicado en este libro fueron de entrevistas
exclusivas para dicha obra. No se recopiló información adicional
de ninguna otra fuente.

Diseño de Tapa e interior: Juan Carlos Ben Shepherd.

Contacto:zonasurlibro@gmail.com
La Misma Tierra

Este libro está dedicado a la memoria de Adrián Migli


(Nichi), Mónica Vidal, Leonardo Murad (Turco), Nicolás
Fumiere, Gabo Manelli, Pato Salmerón, Ariel Ham, Rubén
Bagliani y Tomas Loiseau.
Agradecemos a nuestras familias, amigos y a todos los
músicos protagonistas: Walter Lema, Beto Morales, Ramiro
Gutiérrez, Elías Ziede, Lou Carrera. Daniel Zapponi,
Mariano Belgrano, Daniel García, Gustavo Wislinsky,
Adrián Vázquez, Omar Santamarina, Lalo Barone, Chelo
Romero, Rana Almirón, Santiago Rial, Leonardo Ramella,
Miguel Castro, Ardilla Pérez, Marcelo Wygachiewicz,
Marcelo Belén, Jorge Morales, Victor Raffo, Claudio
Piñeiro, Walter Velázquez, Fernando Lamas, Adolfo
Heber Vitoria, Cristian Cabrera, Pablo Zabaleta, Miguel
Chávez, Ray Fajardo, Pablo Guerrisi, Alejandro Alaci,
Adrián Paoletti y Rubén Bagliani.

A Benicia Moreno, que gentilmente nos cedió los audios


de Rubén Bagliani.

Un agradecimiento especial a Walter Lema, por su


predisposición y ayuda desinteresada.

El titulo “La Misma tierra” esta tomado del split El Lado


Salvaje/Copiloto Pilato
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Santiago Parera - Diego Peralta

Prólogo de Diego Peralta


Cuando recuerdo porque quise plasmar la rica y jugosa historia del
rock sureño, veo a un joven fan viendo y disfrutando de shows
con mucha gente, amigos y, lo más importante, que reinaba una
camaderia entre las banda. Se notaba que todos sentían lo mismo.
Romper prejuicios, alegría e ir por más siempre son los condimentos
que tiene un músico sureño. Ah, y una cuota de locura que no puede
faltar. Esta locura empieza en un recital de los Serenos de tu Tumba
en un torneo de skate, en el club Independiente de Burzaco, ese
día abrace el skate y el punk. Como todo joven, no conocía Capital
y menos sabía viajar, por eso podía ir hasta Lanús que llegaba en
el tren o el colectivo 160. La zona sur llenaba todo lo que quería
conocer: punk, metal, reggae, ska y rock alternativo. Recitales donde
los sonidos no eran los mejores, pero los artistas dejaban todo
en el escenario, desde su corazón y bronca. Punks viendo bandas
alternativas, de reggae y sea era muy común, o skin tocando post
punk, esas cosas que solo podemos ver acá .Por eso con Santi
dijimos de dejar todo plasmado, que todos conozcan lo que se vivió
y se vive en el sur. Siempre vi el libro como unos fans recolectando
info de las bandas que nos gustan. Y con una pregunta que al día de
hoy es difícil responder. ¿Hay un sonido sureño? Bueno, saca vos la
respuesta.

Prólogo de Santiago Parera


En los noventas se llamó nuevo rock argentino. Hubo un
denominador común. Y fue que la mayoría de esas bandas provenían
del conurbano sur del gran Buenos Aires. Pero no todo comenzó
ahí, esto viene de antes. “Sur, paredón y después”, presagiaba
Homero Manzi, en la letra de un famoso tango, en alusión al Puente
Alsina, lo que sería la tapa de un hito del punk rock argentino y
disco de oro, o refiriéndose a la zona donde un grupo de amigos,
con apellidos polacos, nadarían en los sonidos del post punk
a mediados de los ochentas. Por la misma época, la localidad de

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La Misma Tierra

Banfield sería una usina privilegiada de lo que fue, para muchos, dos
de las mejores bandas que tuvo el rock argentino. La llegada de los
noventas de la hiperinflación, el plan de convertibilidad, festivales,
fanzines, Mtv, skate, formaría un conglomerado de bandas con
sonidos tan disimiles, pero con una misma esencia. Personalmente
fue un privilegio haber buceado esos momentos históricos, revisar
discografías varias, buscar información, chequear datos y enterarme
de miles de cosas que ni sabía. Lógicamente tuvimos un criterio
sobre la selección de las bandas: una mínima trayectoria, que hayan
editado algo y fue de mucha ayuda la recomendación de algunas por
parte de los entrevistados. Tranquilamente podríamos haber hecho
un completo compendio de todas las bandas que surgieron en cada
barrio, pero lo que hubiéramos ganado en pseudodemocracia, lo
hubiéramos perdido en claridad y enfoque. Esta bueno mencionar
que hubo otros lugares de zona sur donde se obviaron grupos, por
cuestiones geográficas y de vivencias, como la zona del ramal vía
Quilmes, pero podría aparecer en un futura segunda parte.
Bienvenidos al primer libro sobre el rock de zona sur, exclusivamente
contado de la mano de los protagonistas, verdaderos héroes de este
compendio de relatos inconclusos. Todos ellos de la misma zona.
De la misma tierra.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Discografía escencial:
“Derrumbando la casa rosada” (1983) - Alerta Roja
“Estudio de Casos” (1987) - Los Corrosivos
“Profecia del Despertar” (1990) - Gastre
“La Misma Tierra” (1992) - El Lado Salvaje/Copiloto Pilato
“No Nuclear” (2002) - Acido Camboyano
“Nichi Tatto” (1996) - Calle de Tierra
“No hay frontera que separe Frontera” (1994) - Chiquero
“Para Todos los que sufren” (1996) - Los Mareados
“La Nueva Flor” (1994) - La Nueva Flor
“Perdedores Pop” (1995) - Perdedores Pop
“Todos los días hago esto” (1997) - Victoria Mil
“Mas victoria abril” (1999) - Victoria Mil
“Paciencia” (1995) - Adrian Paoletti
“En la ruta del Arbol” (1998) - Adrian Paoletti
“Valentin Alsina” (1994) - 2 Minutos
“Volvio la alegría vieja” (1995) - 2 Minutos
“Postal 97” (1997) - 2 Minutos
“Fin de semana salvaje” (1991) – Los Brujos
“San Cipriano” (1993) – Los Brujos
“Guerra de Nervios” (1995) – Los Brujos
“Bristo Malaga” (1994) – Estupendo
“Antenna” (1996) – Estupendo
“Montevideo” (1998) – Estupendo
“Rakvickarna” (1996) – La Morza

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La Misma Tierra

Sur real
Ramiro Gutiérrez (Cantante de Barrio Turco/Chiquero): Ese show,
en Temperley (Rock al Sur), hizo que el rock existiera en zona sur,
porque se juntó toda la gente que íbamos a ver a Sumo.
Mariano Belgrano (Cantante de Boombo Klat/Mercado Negro/
THC/Maleza): No me olvido más. Cuando toco Ariel Roth le tiraban
panes de pasto por la cabeza (risas). Estuvo genial. La cancha estaba
llena.
Adrián “Maguila” Vázquez (Cantante de Acido Camboyano): Fue en
el año 1986, fue justo el día de mi cumpleaños, pero no me acuerdo
de nada (risas). Y cuando arranca Los Violadores, Piltrafa dice: “Por
si no lo saben, nosotros somos Los Violadores”. Fue muy lindo, no
me lo olvido más.

Omar “Chiqui” Santamarina (Bajista y cantante de Calle de Tierra/


Campo Tritón/Chupín): Yo fui a ese show, para ver a Sumo y
Los Violadores. Me acuerdo del violero de Cosméticos, tenía una
Epiphone Génesis, que no sé de donde la consiguió.

Victor Raffo (Guitarrista de THC/Maleza/ Los Cafres): Yo no fui


al Lomas Rock, pero tengo un grupo de amigos que estaban en
la organización, pero el día del show no los dejaron entrar (risas).
Tenían una indignación de aquellas, no les habían dado ni una
entrada de onda. Fue un fracaso económico absoluto. Sumo fue una
banda que llegabas a tu casa y te daban ganas de tocar, los tipo la
rockeaban. Eran muy espontáneos, se subían al escenario y parecían
que venían de jugar a la pelota, en contraste con Soda Stereo, que
estaban hiperproducidos.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Lou Carrera (Bajista de Los Apáticos/Acido Camboyano; Cantante


de Los Mareados): En 1985 fue la primera vez que vi a Los Violadores,
en la cancha de Temperley, en un festival que se llamó Lomas Rock.
Toco Sumo, Soda Stereo, Latorre, yo tenía quince años, no entendía
nada, vi Soda Stéreo y dije: “Uh, que bueno”, y vi Los Violadores y
dije: “¡Ah la mierda!” Ya eran unos monstruos, recién habían sacado
“¿Y ahora que pasa Eh?”
Adrián “Maguila” Vázquez: Al show de Los Andes (Sumo, 1987)
fui con Zapponi, hincha de Banfield a morir. Entramos a la tribuna,
dentro del campo de juego había unas sillas, y este pelotudo fue con
la camiseta de Banfield (risas). Nos empezaron a revolear butacas
por la cabeza, nos tuvimos que ir a la mierda. Así que lo vimos en
el costado.
Daniel Zapponi (Cantante de Puñalada Correntina): Podía usar la
camiseta porque tenía amigos de la banda de Los Andes, tipos muy
pesados. De Banfield nos mudamos a Lomas, a cuatro cuadras de la
cancha. Yo criaba perros San Bernardo y salía con la camiseta para
todos lados, ya me conocían (risas). Y un pibe, que le decían Tosca,
me dice: “Mira que estas en territorio de ellos. Veni que te presento
a todos los jefes”. Y me hice amigo de toda esa gente. Me acuerdo
que (Sumo) llegaron todos juntos en un Daihatsun.
Adrián “Maguila” Vázquez: Ese día casi se suspende porque Luca
(Prodan) se había escapado, porque no lo dejaron entrar con una
botella de ginebra. Fue Dafunchio a buscarlo, y lo engancharon en
Gerli. Lo trajeron de vuelta para que toque. Se veía venir que estaba
en las últimas.
Mariano Belgrano: Luca estaba muy en pedo. Tenía una botella de
agua llena de ginebra, como de costumbre. Ya no daba mucho pie
con bola. El escenario estaba en la mitad de la cancha. Una cagada.
Estábamos en las tribunas y los tipos tocando a treinta metros.
Horrible. Ya existía esa cultura del 2x1 para entrar. Y tiene que
seguir existiendo, porque hay gente que no puede pagar. Y tiene que

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La Misma Tierra

entrar. En nuestros shows no dejo a nadie afuera.


Daniel Zapponi: En un momento, toda la hinchada de Los Andes
empieza a cantar: “Che taladro, che taladro…”, y Luca se enojó,
porque pensó que le decían “tarado” (risas). “Yo no soy ningún
tarado”, dijo el pelado (risas). No estaba bien. Vimos a Sumo en
Avellaneda quince días antes y Luca llego tarde, muy hecho mierda.
Lou Carrera: Me acuerdo de llegar medio de día, tipo las siete de
la tarde. Estábamos afuera, y escuchamos la prueba de sonido de
Los Violadores, la batería que arrancaba con “Bombas a Londres”.
Estaba picante el ambiente, mucha gente de Temperley, también
estaban de Los Andes, todos en la tribuna, una porquería, no sé
qué quisieron hacer. Luca estaba hecho pelota, y algo muy loco me
llamo la atención ese día. Por lo general cerraban con “Fuck You”.
Termina el tema, la banda se va y el pelado se queda en el escenario
un rato. Se sentó, estaba en cuero, descalzo y con un jogging hecho
pelota, y llama a la banda para que vuelvan, y hacen “Fuck You” otra
vez. Después, con el diario del lunes, lo tome como una despedida,
porque nunca hicieron eso. El show fue un domingo y el martes se
murió Luca.
Daniel García (Bajista de Alerta Roja): Esa semana que Luca se
muere, Alerta Roja se separa. Me acuerdo que me llaman: “Daniel,
murió Luca”. No. No puede ser. Salgo a comprar el diario y veo la
tapa de Crónica con la noticia. Llamo a Timmy (McKern, manager
de Sumo) y después a Diego (Arnedo, Bajista de sumo). Me atiende
la madre y le digo: “Dígame que hay un error”. “No, no. Se murió
Luca”. Te juro que por muchos años pensé que algún día me lo
iba encontrar. Como que el tipo había hecho algo como para
desaparecer.

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Santiago Parera - Diego Peralta

¡Nos confundieron con


punks,con esos roñosos!

Beto Morales (Guitarrista de Capulco Gold/Boombo Klat/


Antiheroes/El Lado Salvaje/Micropunto): Mi viejo estuvo en la
presentación de Rock Around the Clock (1956) en un cine, donde
antes había números en vivo. Corrían las butacas y se ponían a bailar.
Con el tiempo, ya de adolescente, le digo a mi papa: “Yo quiero
ser músico.”, y me contesta: “¿Qué?, si son unos crotos, no tienen
plata. Buscate otra cosa”. Y le retruco: “¿Y vos como sabes?”, y me
contesta:”Cuando yo trabajaba en los cines, los músicos de rock no
tenían ni zapatos.”. ¿Sabes lo que hacían? Se compraban alpargatas
con cordones, las pintaban con cal y a la distancia parecían zapatos
blancos (risas). Y ojo con bailar muy rápido, porque se levantaba la
polvareda de cal. Una vez le pregunte a (Fernando) Bermúdez Lores
esta anécdota y me dice: “Bendito sea tu papa, porque esa época yo
también la viví”. Claro, (Bermúdez Lorens) toco con Eddie Pequenino;
vive en Madrid y todavía sigue tocando a los setenta y cuatro años.
Así que el rock viene del jazz, del swing, acá en Buenos Aires. Vi a
Pescado Rabioso, Color Humano, Aquelarre, Polifemo. Pero después
vino la dictadura, y no había otra cosa que hacer, que ver jazz.
Marcelo Belen (Baterista de El Lado Salvaje/Los Visitantes;
Manager de DDR): Mi primer acercamiento a la música viene por
el lado del jazz, Seru Giran y Spinetta. Era la época de la represión,
muy difícil para la cultura. Si no tenías los amigos indicados, no
conocías nada de lo que pasaba en ese momento en el mundo
punk de 1979/80. Mientras, acá sonaba Abba, Nicola de Bari. La
censura que había desde los medios de comunicación vapuleaban
todo, que son los mismos dueños que están ahora. Entonces toda
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La Misma Tierra

esa movida la descubrías mucho después, cosa que a mi me pasó.


Beto Morales: Escuchaba, Bob Marley, Joe Jackson, Sex Pistols y The
Clash. No había nadie que escuchara eso acá. Esos discos me los paso
“Chiquito”, que era un amigo de la secundaria. Cuando terminamos,
él siguió estudiando en la escuela de Aeronáutica, se recibió, e hizo
un viaje alrededor del mundo. Por el tema de la dictadura, en los
setentas, no dejaban entrar a argentinos a ningún puerto. Cuando
volvió me dice:” ¡Beto, no sabes! Hice el viaje de egresados. Pudimos
entrar solamente a Londres y estuve cuatro meses. Veni a mi casa
que te muestro las fotos y los discos que me traje”. Eso fue en
1977. Cuando vi las fotos de los amigos que hizo, tenían crestas,
vestidos con pañales, muy raros y ni hablar los discos. The Jam,
Television, Sex Pistols. Flashee. Me contaba:”Beto, estan todo el dia
fuck off, fuck off ”. Ese fue mi primer contacto con esa música.
Marcelo Belén: Mi abuelo tocaba la guitarra y mi viejo el bombo. Yo
tenía ocho años y me ponían a tocar con el bombo leguero sobre
Hernán Figueroa Reyes o los Chalchaleros. Esos fueron los primeros
indicios. Después en el cuarto de arriba me encuentro una batería.
En sexto grado ya toque en vivo, en el teatro Maipú, con un trio de la
escuela primaria, de la sagrada familia, en Banfield. Fue en la fiesta de
fin de año y tocábamos temas de rock nacional de la época: Pastoral,
etc. Hice el servicio militar en La Plata. Estuve dieciséis meses en
Infantería de Marina, que aprendí lo peor de todas las cosas de la
vida: mentir, robar, envidiar, cagar gente. Y en 1978, voy al edificio
Libertad, que había llegado hasta ahí a base de mentir y engañar.
Había logrado evadir unos trámites porque me iban a mandar al sur.
Mi viejo tenía un boliche en esa época y habíamos llevado a un cabo
engañado; así que el tipo empezó a largarme más seguido, y yo le
mentí que iba a estudiar en la escuela de marina. Había conseguido
todos los papeles para la inscripción, todo para quedarme en Buenos
Aires; que se yo capaz que ir al sur, hubiera sido interesante en ese
momento, pero la idea era quedarme acá. Zafar. Siempre zafar. Así
que todos los puestos que iba consiguiendo los iba arruinando. Toque
más en grupos de jazz o instrumentales como fueron la Data, Bidet,
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Santiago Parera - Diego Peralta

Tico Perico y Marcelo Molinari. Éramos bastantes reconocidos


en zona sur. Hasta que un día, no recuerdo con quien me cruce, y
me hizo escuchar “Pornografitti” de The Cure. A las tres semanas
renuncie al grupo. Se acabó el pop para mí. Eso fue en 1983/84.
Victor Raffo: Mi primer contacto con el rock del sur fue cuando en
estaba en séptimo grado, año 1981. Jugaba a la pelota en Melo y la
vía, con mi grupo de amigos, que estaba en dicha esquina; y a una
cuadra de ahí, sobre Gallo y Valentín Vergara, había un garaje donde
ensayaba una banda que se llamaba Lex. La música era jazz latina o
latín jazz, un sub genero del progresivo que está muy en boga en esa
época. Tenía once años. Me quedaba como una hora escuchándolos
pero también quería verlos tocar, y por medio de Ariel Gavilán,
baterista de esa banda, que jugaba a la pelota conmigo, pude entrar
al garaje a ver el ensayo. El bajista de esa banda era Jorge Morales.
Jorge Morales (Guitarrista de Los Corrosivos; bajista de El Lado
Salvaje): Esa fue mi primera banda, con unos chicos de la secundaria.
Era un garaje que se lo alquilábamos a una vecina y nos juntamos
a hacer ruido. Hacíamos rock, pero coqueteábamos con que nos
gustaba el jazz. Éramos totalmente principiantes, pero todo suma
en la vida. Uno de los chicos tocaba muy bien guitarra y él fue quien
me introdujo a este mundo. Tenían otro bajista, pero se fue, y yo le
compre el bajo. No prospero mucho, habremos tocados dos veces
en vivo. Una vez tocamos en Adrogue y nos vio una persona que se
interesó en nosotros. Terminamos haciendo la Banda Baranda, que
básicamente hacíamos covers. Pudimos tocar en Luar y en la costa.
Marcelo Wygachiewicz (Tecladista de Antihéroes): Nací en el barrio
de Agronomía, y a los 10 años, nos mudamos a Valentín Alsina. Mis
padres son polacos y se conocieron en la Sociedad polonesa, en un
recital de Sandro. A los chicos, que formamos Antihéroes, los conocí
en los Boys Scouts, de la comunidad polaca. En uno de los tantos
campamentos que hacíamos, lo conocimos a Robert Zelazek (Bajista
de Los Violadores). Se vestía con un cinturón con tachas, arriba del
uniforme de boy scout (risas). Fue el primero que nos hizo escuchar

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La Misma Tierra

a los Sex Pistols, en un casete grabado. Tenía 13 o 14 años. Fue una


bola, la impresión que me causo fue como un tanque. Antes de eso
había leído una nota a (Johnny) Rotten en la Pelo. Los de la revista,
decían es imposible que el punk pudiera triunfar acá en argentina,
porque era una cultura diferente y el rock nacional ya tenía un estilo,
bla, bla, bla. Y, al siguiente número, salió la carta famosa de Hari
B, diciendo que: “El punk en Argentina existe, porque existo yo”.
Daniel García: Yo leía La Pelo desde chico, que era una revista muy
de mierda, y cuando salió el punk rock hablaban pestes, pero nunca
decían nada concreto. Después en la época de la colimba, llega a
mis manos el álbum de Sex Pistols, que me lo paso Marcelo Gasio,
quien luego fuera el productor del disco de Alerta Roja, y me voló
la cabeza. Siempre fui de acá de zona sur. Nací en Capital Federal
porque la maternidad estaba ahí, pero vivía en la calle Ituzaingo, a
una cuadra del Lawn Tenis, en Temperley. En 1978/79 mis viejos
decidieron mudarse a Capital donde termine la secundaria. Un
día, fuimos con Marcelo, a un ciclo de recitales en el Teatro de la
Cortada, que el dueño Esteban Mellino. El fin de semana anterior
habían tocado Los Violadores, y el pelotudo en el flyer puso Los
Voladores (risas). Cuando fuimos nosotros tocaba DGI; mi amigo
me dice:”Es la banda de Pablo (Stella, guitarrista de Alerta Roja),
vamos a verlo que debe estar buenísimo”, onda como ir a ver un
número cómico (risas). A Pablo ya lo conocía de ir a jugar al futbol.
Así que fuimos, y la verdad estuvo muy bueno. Claro, el arreglo era:
“Toquen veinte minutos”, y como toda banda punk, en ese tiempo
hicieron veinte canciones (risas). Los tipos del lugar pedían por favor,
basta. Así que los sacaron a trompadas, literalmente, del escenario.
Fue un show (risas). Ese día hable con Pablo y lo felicite por la
banda: “Gracias, pero tocamos más”, me dijo (risas). A los quince
días, veo un aviso en el diario Segundamano: “Se busca bajista para
banda punk. Comunicarse con Pablo o Fernán”. Un amigo que era
de guita, se había comprado un bajo Kuc, tomo un par de clases y
me lo dio. Hablo con Pablo y le digo: “Che, si sabias que tocaba el
bajo, ¿Porque no me llamaste?”, y me contesta: “Uh, no sabía”. Y

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Santiago Parera - Diego Peralta

le pregunto:” ¿Y vos, desde cuando tocas la guitarra?”, “Desde que


me compre una”, me dice (risas). Así armamos Alerta Roja. Éramos
nosotros tres, y les pregunto: “¿Que temas tienen?”, porque veía
que siempre ensayábamos el mismo tema, que en realidad era una
zapada (risas). Así que juntamos temas que eran de DGI con temas
míos. “¿Y quién canta”?. Pablo me dice “No. Mira, yo no puedo
cantar y tocar”. Ok listo, canto yo, pero no me gustaba mi voz para
hacer punk rock. Salimos a tocar y pregunté cómo nos íbamos a
llamar. “Los Psicópatas”, dijo Pablo. Un nombre de mierda (risas).
Beto Morales: Yo vivía en Remedios de Escalada y en 1980 viene
The Police, fui a verlos al boliche New York City. Salía como cien
dólares la entrada, yo laburaba en una casa de cambio y tenía la guita
para pagarlo. Mi look en esa época ya era muy new wave, saco con
corbata finita, pantalones rotos en las rodillas. Ese día fue uno de los
primeros pedos que me agarre, los tragos eran carísimos, pero nos
tomamos todo. Estaba con Julio Mora, compañero mío de laburo,
y en el pogo, él me agarraba de un brazo y me revoleaba y mientras,
yo vomitaba a todo el que se me cruzaba. Al otro día fuimos con
una resaca a laburar y viene Julio, con el diario Crónica: “Los Punks
vomitaron New York City” (risas), ese era yo. Mi compañero estaba
indignado: “Mira Beto, nos confundieron con punks, con esos
roñosos”. También fui a Obras a verlos. Ese día vi gente parecida a mí.
Marcelo Belen: En ese recital nos metieron en cana con entrada
y todo. The Police era la parte más light de lo que fue el punk,
antes que eso pasamos por Led Zeppelin, rock sinfónico, mucha
música, que gracias a eso me ayudó mucho para mi profesión .
Victor Raffo : Beto laburaba en la época de la plata dulce,
ganaba bien y pudo darse el lujo de irse de vacaciones a Brasil,
y ahí trajo vinilos de Alpha Blondie, Black Uhuru a esta zona, y
tenía al hermano que era un músico con formación jazzística,
pulcro, muy técnico. Yo lo he visto tocar en ese ámbito, no me
la contaron, y un día le agarro un ataque de punk rock. También
se puso a tocar reggae, que es una música con muchas mañas.

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La Misma Tierra

Jorge Morales: Con mi hermano ya habíamos empezado a escuchar


Sumo y ese tipo de cosas. Mis viejos me dieron la posibilidad de
estudiar música. Así que elegí mi profesor de bajo, que fue Hernán
Merlo. Siempre digo que fui un punk rocker educado en el jazz.
Marcelo Wygachiewicz: A los nueve años, viene Wotjek viene a
la Argentina con el padre, que era ingeniero naval, a trabajar a los
astilleros de Ensenada. Pensaba que venía a Rio de Janeiro, y se
encuentra con Buenos Aires; al principio no le gustaba el lugar. Al
tiempo conoce a Hari B y fueron a ver una banda punk, que tocaba
el bajo una chica, no recuerdo el nombre, y eso le voló la peluca.
Me dijo que había visto la mejor banda punk del mundo. Y eso
que había estado en Londres y vio de todo. Eso fue en 1982/83.
Daniel García: Nuestro primer show fue con Los Violadores, en
1981. Todavía éramos un trio, y nos pusimos Cipol, para minutos
antes de subir al escenario, cambiarlo por Estado de Sitio (risas). Ahí
vino el odio hacia Los Violadores, porque nos cagaron. Habíamos
hecho un arreglo: “Nosotros llevamos el equipo, ustedes otro, etc”.
Probamos sonido, todo bien. Y minutos antes de salir a tocar, viene
Stuka (Guitarrista de Los Violadores) y nos dice: “Muchachos, miren
que hay que poner plata para el alquiler de la batería “. Le digo a
Piltrafa (Cantante de Los Violadores): “¿Cómo plata para la batería?
Vos sos un hijo de puta, porque estuviste en la sala, arreglamos todo
y nunca nos dijiste nada”. Y me dice: “Nosotros no teníamos, así que
la tuvimos que alquilar”. Nos salió una fortuna, como comprar una
bata nueva sin platos. Una cosa de locos. Hasta tuvimos que darles
uno de nuestros equipos para poder costear ese gasto. Encima ese
día nos cagaron el sonido. Claro, la mayoría de la gente nos vino
a ver a nosotros, y nos contaron que abajo no se escuchaba nada.
Igual ya me habían dicho que: “Mira que si tocas con Los Violadores
te van a cagar con el sonido”. Y nos cagaron. En 1983, armamos un
fecha en el Einstein, y no me preguntes porque, le dijimos a ellos de
compartir esa fecha (risas). Ese día nos prestó la batería Sumo, una
Colombo, con platos y todo. Pero le dijimos que los platos no eran
nuestros y los teníamos que alquilar. “Pero tenemos unos platos, toca
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Santiago Parera - Diego Peralta

con estos “. Y les dimos unos platos de Fernán, que estaban hechos
mierda, todos partidos (risas). Y Pil nos dice: “¡Pero son unos hijos
de puta! Nos podrían haber avisado”. A lo que le contesto: “¿Te
acordas lo del Teatro Del Plata? Bueno, acá la tenes. Disculpame
Sergio (Gramática, baterista de Los Violadores), porque vos sos
un buen tipo, pero estos hijos de puta me las iban a pagar”. Fue
muy gracioso. La primera grabación de punk rock, en Argentina,
lo sacamos nosotros, y meses después salió el de Los Violadores.
Victor Raffo: En esta zona hubo muchas bandas, con
ideas conceptuales muy interesantes, pero las que sonaron
realmente bien fueron las que en sus filas tenían a un tipo
que supiera de música, las que tuvieron a un Jorge morales.
Ramiro Gutiérrez: La primera generación eran Los Violadores,
Alerta Roja y Beto Morales (risas). Él fue el primero de la zona
sur, que venía del rock nacional, y se metió de lleno en el punk.
Beto Morales: Después de ver The Police, la primera banda que
forme fue en 1980, con este pibe Julio, y otro compañero del
laburo. Sonábamos para el culo. No teníamos instrumentos, pero
teníamos unos seis o siete temas, y queríamos salir a tocar en vivo.
Yo era amigo del dueño de Centerlom, que era del barrio, y estaba
organizando “Concursos de Música”(sic), cuyo premio eran horas
de grabación; fuimos y cuando llegamos eran todos muy hippies,
toca el primer grupo que era de Jazz fusión, el flautista “volaba”,
el tecladista “flotaba” y el guitarrista la gastaba. Viene el segundo
grupo, era mejor que el primero; y el tercer grupo éramos nosotros;
cuando nos vieron subir al escenario de saquito y corbata, ya nos
miraron raro. Éramos new wave, temas de dos tonos. Tocamos
el primer tema y nada, todos callados; tocamos el segundo y se
tiraban al piso de la risa. En el tercer tema, ya nos tiraban con
chicles, monedas. Y en el cuarto tema, el bajista dice:”Bueno, vamos
a tocar un tema, que se llama “Yo no quiero ser soldado”. Uno
del público le gritó: “Hacete monje, hijo de puta” (risas), a lo que
nuestro bajista contesto: “Ustedes ríanse. Pero este país va a entrar

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La Misma Tierra

en guerra con una potencia extranjera. Van a ver.”. Eso fue en el


año 1980, antes de Malvinas. Era groso nuestro bajista. “Condorito”
le decían. Nunca más lo vi a él. Así que no le gustaba a nadie, no
nos querían y nos desenchufaron los equipos. Ahí termino nuestro
show (risas). Los nombres de los temas eran tremendos: “Malditos
extranjeros”, que decía: “Quien viene a decir que la patria se hizo
grande, gracias a los inmigrantes, la patria se hizo grande por los
negros, por los indios, que regaron la tierra con su sangre…”,
imagínate, era pleno gobierno militar, que siempre apoyaron a los
inmigrantes que trabajaban, a los italianos, etc. Todo lo que vino fue
una basura, porque, si estamos así, fue por toda esa inmigración de
mierda. Me costó mucho superar ese golpe del público en contra,
las cargadas. Después de eso, mi novia de esa época, me prohibió
tocar la guitarra (risas), y estuve cuatro años sin tocar. Encima,
ahí quedo el estigma: “Donde tocan los Morales, hay quilombo”.
Victor Raffo: La antesala al rock sureño que yo vi, antes y después
de Malvinas, fue una cosa muy formal, todos sentados. Un neo
hipismo muy tardío; todos tocaban muy bien, muy correctos y
las letras tenían que tener un mensaje positivo. Muy cursi. Nada
que ver con lo que todo vino después, que fue el punk rock y
tocar sin saber. Pero para mí, el quiebre, más allá del fenómeno
Malvinas, con la primavera democrática en 1983, fue un bar
que se llamaba Luar, que por una cuestión de edad llegue a ver
solamente un show ahí. El espacio físico lo aporto este lugar.
Elías Ziede (Bajista y cantante de Barrio Turco/Pirata Industrial): Era
un lugar chiquito, para sesenta personas. Fue el primero en traer bandas,
con disco ya editados. Los Redondito de Ricota y Sumo, tocaron ahí.
Marcelo Belen: Hubo un lugar mítico Luar, al lado de café
parís. También estaban El Club de Campo, y en Temperley,
La Carpintería. Y muchas fiestas se hacían en casas. No era
tan complicado buscar fechas, no había tanto negocio. Con
el Lado Salvaje llegamos a tener sesenta shows, en un año.
Mariano Belgrano: Todos nos conocimos en Le Paradise.
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Santiago Parera - Diego Peralta

Aunque no entráramos, íbamos a los bares de los alrededores,


que te vendían lo que quieras. Una vez, pinto una fecha que
empezaba a la tarde temprano y era barato. Tocaba Sumo.
Alejandro Alaci (Cantante de Los Macarras/ Los Brujos):
Empecé a ir a Le Paradise, que era un mega boliche, con gente
de todos lados, y pasaban mucho new wave, como Devo, B 52s,
The Police, etc. Y la verdad, que escuchar todo eso a un volumen
altísimo, y con una calidad de audio buenísima, fue una inspiración
terrible. Ahí me metí en la música y en el rock. Por eso siempre
digo que mi base es esa música new wave. Todavía los sesentas,
era música que sonaba mal, eran “demodé”. Me ponían The
Beatles y no me gustaba el audio (risas). Éramos unos ignorantes.
Walter Lema (Guitarrista de Distorsión/Teleunicos; cantante de
Placer): En Le Paradise vi a Los Violadores, en 1986. Fue un domingo
a la matinée, porque si era más tarde, no te dejaban entrar. Yo era pibe,
pero igual me escapaba para ir a ver cosas; iba a ver mucho Todos tus
Muertos, Sentimiento Incontrolable, festipunks en Manzana de las
Luces, y como también hacia el fanzine, estaba siempre de acá para allá.

Adrián Paoletti (Cantante y guitarrista de Copiloto Pilato; solista):


Como publico empecé a ir a Obras, a los catorce años, a ver
Raúl Porchetto y Pedro y Pablo. Más adelante, iba al Country
de Banfield a ver Los Twist, GIT y a Los Redonditos. En Le
Paradise vi a Los Violadores, y me acuerdo de ver Soda Stereo,
en boliche chiquito de Adrogue. Era el típico circuito de boliches.
Beto Morales: Tiempo después toque en una banda de covers, que
fue la única vez que gane plata con la música. Entonces me sirvió
para ahorrar el sueldo del laburo, y comprarme mi primera guitarra
Fender, que salió dos mil seiscientos dólares. Me pidieron de todo,
certificado de trabajo, de domicilio, etc., pero cuando vieron que
laburaba en una casa de cambio. Ahí cambio la cosa. Cerramos
en un anticipo más tres cuotas. ¡Lo que me costó juntar esa guita!
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La Misma Tierra

Deci que vivía con mis viejos, sino no jamás hubiera podido.
Victor Raffo: Los hermanos Morales fueron un coctel explosivo.
Beto traía la música de afuera, en una época que no existía
internet, y Jorge los escuchaba, los analizaba, los desglosaba y los
asimilaba; todo eso lo plasmaba en Capulco Gold y Los Corrosivos.
Marcelo Wygachiewicz: La base fue en la facultada de Ciencia
Sociales, de Lomas de Zamora. Ahí comenzó todo. Nos conocimos
con (Walter) Temporelli (Cantante de Los Corrosivos), con Adrián
Paoletti y con el turco Elías Ziede. Walter Temporelli armo Los
Corrosivos, el turco Elías se juntó con Ramiro, y forman Barrio Turco.
Adrián Paoletti: Cuando termine la secundaria, previo paso
por el CBC y dejarlo, fui a estudiar a Sociales en la UNLZ, que
se inauguraba el edificio en el cruce de Lomas, en 1986. En ese
lugar conozco a Jorge Morales y al turquito Elías Ziede. Ahí arme
una banda con German Di Prinzio, que se llamaba Religión;
ensayamos como un año, pero no tocamos nunca. Con Jorge
(Morales) entre a la cocina del rock, porque empecé a ir al ensayo
de los corrosivos ahí en Banfield, en la casa de los padres, y conocí
a Beto (Morales). Íbamos al Parakultural todo el tiempo a volantear,
y entrabamos gratis; ahí vi a Todos Tus Muertos, a La Forma,
banda de Leo Ramella, vi El Corte y el debut de Los Decadentes.
Elías Ziede: Con Adrián (Paoletti) nos conocimos en la
facultad de Sociales; una amistad muy acuariana. Siempre
dice en las notas que yo fui el único que me recibí (risas).
Adrián Paoletti: En mi casa había un modular ken Brown gigante,
mi viejo tenia bocha de discos de folklore, tango, música clásica,
ellos se casaron de grande así que recuerdo uno Almendra y “Yellow
Submarine” de The Beatles, cuando yo era muy chico; pero lo
particular para mí, es que yo no tengo ningún recuerdo de ellos
escuchando esos discos (risas). Entonces los empecé a escuchar
por motus propio y por curiosidad. Con mi hermana, mayor que
yo, empezamos a escuchar la música de la tele o lo que sonaba
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Santiago Parera - Diego Peralta

en el momento; al mismo tiempo mi mama era fonoaudióloga, y


tenía su grupete de amigas, psicopedagogas y musicoterapeutas,
y tenían un taller de música para niños donde yo concurrí desde
muy chiquito con una flauta dulce y una melódica Honer a estudiar
música con ellos y medio a jugar. Pero ni bien tuve contacto
con eso, con la canción, empecé a estudiar guitarra, aprender los
primeros acordes y a los nueve o diez años comencé a escribir
cosas o cambiaba la letra de las canciones de las propagandas.
Tenía registros con números, por ejemplo, poesía 180 y la que tenía
música era canción 8. Desde los doce años que hago canciones,
yo en mi cuarto solo, y en quinta año de la secundaria, teníamos
como una banda. Era la típica que uno se compraba la batería, otro
tenía un teclado y nos juntábamos un par de veces en la casa de
mis viejos. Pero era más la fantasía y las ganas de tener un grupo.
Ramiro Gutiérrez: Mi abuelo era guitarrista de folklore y tango, y
hacia canciones. Más o menos algo empecé a picar por ahí, más
que nada la poesía. Era una cosa muy poética, de decir cosas, a
medida que empezamos a tocar en vivo con el tiempo se convirtió
en una banda propiamente dicha. Tengo recuerdos de un niño de
diez años, escuchando Moris y fue lo que me hizo descubrir el
rock. Empecé a ver bandas a los quince años, y el primer recital
que vi fue Riff, en Obras, en 1983, y eso me marco. El contexto
era que fuimos criados en la dictadura y hubo una generación que
se barrió, que fueron los desaparecidos; y nosotros nos quedamos
sin referentes y amigos, para escuchar música. Mi viejo vivía en El
Bolsón y conocí muchos hippies que eran rockeros, y acá cuando
íbamos a ver a Riff, V8 y esas bandas, como que los hippies eran
blandos. Los heavies estaban con las esvásticas y esas cosas, y a mí
no me gustaba eso. Si me identificó ir al Café Einstein y ver Los
Violadores; Omar Chaban te daba una hoja de biblia como entrada.
Cuando entre ahí fue como: “¡Wow, quiero esto!”. Creo que el punk
vino con una ideología, con una rebeldía. Era en un contexto de
dictadura y romper con eso. Y ahí caían los hippies, porque ellos en
esa época eran como burócratas, armaron el Festival de Malvinas y

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La Misma Tierra

no queríamos tener nada que ver con eso. Por eso el punk, el primer
disco de los violadores y ahí estaba todo. Ojo, el primer disco de
V8 es impresionante, las letras, todo. Pero veía una contradicción
con esa cosa mezcla de con cuero, Hell Angels y nazismo.
Elías Ziede: El primer disco que me compre fue un simple de Te
Beatles, y el primero de rock nacional fue uno de Vox Dei, que
junto “Machine Head” de Deep Purple, fue el que más sonaba,
estaba todo el tiempo en el tocadiscos. Éramos diez punks en todo
Buenos Aires , así que si veía una chica punk, la seguía hasta la
casa, porque quería saber quién era; quería compartir con alguien el
“berretín”. Nos veían como marcianos, con el look que teníamos no
nos dejaban entrar a ningún lado. Así lo conocí a Fidel (Nadal), que
tenía una cresta altísima; yo tenía los pelos de blanco. Era festipunks,
mandarnos información, no existía el Si de Clarín, eran pegatinas de
fotocopias, el boca a boca, existía la revista pelo o veíamos videos
de The Cure, Echo and The Bunymen, y nos vestíamos como ellos.

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Santiago Parera - Diego Peralta

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La Misma Tierra

Estabamos aprendiendo
a tocar

Leo Ramella (Baterista de Capulco Gold/El Corte/La Forma/Mim-


ilocos/Resonantes; productor y cerebro de Emisor): Nací en Jujuy,
porque mis viejos estaban laburando en Ledesma. Después fuimos
a vivir a San Telmo, y a los cuatro años nos vinimos a Adrogue. No
vengo de una familia con algún rastro artístico, todo lo contrario,
crianza en colegio privado inglés, “take you distance”. Súbitamente,
a los doce o trece años, a mi casa empiezan a llegar vinilos de un
hermano mayor, que tenía un amigo deejay, y empiezo a escuchar
música de ese modo. Había dos vertientes, mezcladas cruelmente,
que chocaban en los primeros ochentas. Era el hipermusico, que
en Lomas había mucho de eso, muchos jazz rock, y lo que se en-
tiende, por el virtuosismo progresivo con Gary Numan, Soft Cell,
The Clash, el punk y la new wave. A partir de ahí entre en otra
dimensión, había oculto algo en mí que exploto a raíz de escuchar
esos discos. Al poco tiempo estaba en el auto de mi hermano, junto
a sus amigos, yendo al Bar Einstein a ver Los Violadores, Sumo,
todos los fines de semanas, o ir a ver a V8 a lugares increíbles; y
escribir como un zombi en el pizarrón del colegio SUMO, gigante.
Todos me decían: “¿Qué es eso? ¿Estás loco, estas poseído? (risas).
Me compro el vinilo de V8, lo llevo al colegio y me lo sacan. Me
lo secuestran los directores. Mis viejos me decían: “Esto es graví-
simo. No pueden hacer eso. Te están robando, es tu disco” (risas).
Después de una semana me lo devolvieron, y por supuesto, ya había
entendido todo; o sea, me tenía que callar la boca e irme para otro
lado. Mi colegio era una especie de underground, porque a la super-
ficie mis rasgos no caían bien, se reían o me marginaban por loco.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Todo era absolutamente careta, vacío y esclavizante. Empecé a vivir


en el centro a los 19 años a vivir en distintos lugares. Mi caso es par-
ticular porque siempre estuve en situación underground. Es lo que
me gusta, sobre todo en este momento, donde se está legalizando
todo, al punto de volverse de terror.
Ramiro Gutiérrez: Ahí empecé hacer música con Leo Ramella, ellos
tenían un grupo llamado isla M. Conocen a Jorge y Beto morales,
arman Capulco Gold, y un poco de ahí sale Barrio Turco.
Jorge Morales: Resulta que el baterista de la banda, donde tocábamos
covers me dice: “Yo tengo un amigo, que vive a la vuelta de casa y
le gusta todo la música que te gusta a vos”. “Ok, preséntamelo”, le
contesto. Y esa persona era Leonardo Ramella. Junto a mi hermano,
Flavio Etcheto formamos Capulco Gold, que supuestamente era
ska. Pero ahora que lo veo a la distancia tocábamos Dub, sin saberlo
Leo Ramella: Un día caminando veo un cartelito, a la vuelta de mi
casa, que decía “Profesor de batería”. Tendría catorce por ese en-
tonces. Fui, y me empezó a enseñar cosas de la batería que no tenía
idea. A los diecisiete años arme un proyecto, con “no músicos”
como yo, y le puse Isla M, una banda experimental. Empezamos
a jugar con un grabador, a grabar percusiones, latas, etc. y pasarlas
a muy poca velocidad en la cinta. Ahí conozco a los hermano Mo-
rales que se enteran de un baterista “moderno”, yo era un “no-pro-
gresivo”, y nos juntamos a tocar en lo de mi profesor de batería.
Tocamos dos temas y me dijeron: “Armemos una banda”. Eso fue
Capulco Gold, que era ska y reggae. Pero también tenía un drum
machine. Me gustaba el tecno, el disco de Talking Head, Brian Eno
y todo ese mambo. Así que tenía un giro de cierta modernidad que
no había acá. Yo era muy chico, pero recuerdo que Beto era el que
armaba todo, sonábamos como podíamos.
Elías Ziede: Fui a tomar clases de bajo con el hermano de Leo Ra-
mella. Me dijo: “Yo te enseño a tocar el bajo, con la condición que,
en dos meses armes una banda”, y arme Barrio Turco. El cantante
Ramiro, fue ideal, amigo de los Ramella. Tenía una imagen increíble,
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La Misma Tierra

flaco, alto, con actitud y una imagen demoledora para la época. Él


hacia las letras, muy buenas y muy descriptivas.
Ramiro Gutiérrez: Estaba armado cuando empecé a cantar en
1985. Eduardo tenía la idea y el nombre, junto a un guitarrista de
La Plata, Tomas, que los conocimos en Villa Gesell. La etiqueta era
post punk, y empezamos tocando en un festi de Gerli, unos de los
primeros de la cooperativa que estaba Patricia. Estaban Comando
Suicida, Enema y Zona Roja, que no tocaron porque al guitarrista lo
habían metido preso.
Elías Ziede: Me acuerdo que me temblaban las piernas. Encima el
público de Comando Suicida y de Enema era terrible. No teníamos
batero, entonces Leo Ramella nos dice que toca él. Ensayábamos
en el fondo de casa de los Ramella, puso la batería y nos re apoy-
aron. Yo hacia las canciones; el guitarrista era Ramiro Pérez, hijo del
reconocido artista plástico Tito Perez. El debut de Barrio Turco fue
en el Parakultural, con La Forma y Los Alcaloides. De ahí en más,
pasaron guitarristas, bateristas, pero nosotros dos firmes ahí.
Marcelo Wygachiewicz: Era una cooperativa de punks, que los ech-
aban de todos lados y encontraron ese lugar para hacer recitales que
era una casa tomada, tipo squat, en Villa Crespo. En ese show toca
Comando Suicida, que el bajista se pelo todos los dedos y chorreaba
sangre. Una bestia como sonaban. Y esa noche se inauguró el pogo
rastrero, un cuartito donde había sesenta tipos y en un rincón to-
cando la banda. Eso fue a principios de 1985. Ese día conocimos a
Mónica (Vidal, cantante de Antihéroes y el Lado Salvaje, despare-
cida en 1990), que le dijimos si quería cantar. Queríamos hacer algo
diferentes a las bandas punks que tocaban rápido, teníamos un te-
clado y por eso elegimos una cantante femenina. Ella ya vivía en San
Isidro, tenía 15 años y se había ido de la casa. Vivía en una comu-
nidad punk con Félix, el hermano y Fidel. Un descontrol esa casa.
Marcelo Belen: Mónica vivía en ese momento con Fidel, Gamexane
(guitarrista de Todos Tus Muertos, fallecido en 2011), y se arma un
ida y vuelta terrible con los de zona sur. Eran de zona norte, de fa-
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Santiago Parera - Diego Peralta

milias re chetas, que los padres viajaban y traían vinilos. Pablo Essau
(baterista de Los Pillos, desaparecido en 1990) tenía una colección
de discos exquisita. Entonces, esa intercomunicación con nosotros
fue letal, porque accedimos a un montón de cosas.
Jorge Morales: Mónica fue siempre ESA puerta. Nos puso en medio
de esa escena, en todo sentido. Podríamos decir que la gente de zona
sur conoció a la del Norte, a través de ella. Fue la principal pilar de
todo esto.
Marcelo Wygachiewicz: Mi viejo ya me había comprado el famoso
teclado Wolson .No sé quién le hablo de mí a Wotjek; yo estaba
en una banda de pop llamada Los Parquímetros, que éramos muy
malos, un espanto (risas). Wotjek me empezó a hablar sobre Wire,
Joy División, y mi no me gustaban esas bandas: “Yo quiero hacer
algo más Ramones, B52s”, pero se ve que no me entendió y me
dijo: “Ah bueno, está bien, vamos” (risas). A la semana estábamos
en casa tocando, y a los quince días, empecé a vestirme de negro; a
escuchar todo el post punk. A Mónica le paso lo mismo, había de-
jado de escuchar ese punk de “un, dos, tres, cuatro”.
Elías Ziede: ¿Que escuche después? Kiss, que me llamo la atención
el maquillaje y ya más de adolescente empecé a escuchar punk rock.
Luego me pase al after punk, y en esa época fue cuando nació Barrio
Turco, que tenía influencias de Joy Division, Bauhaus, Dead Can
Dance. Cosas de la época.
Ramiro Gutiérrez: Me decían el after, que me puso Pablito de Con-
moción Cerebral. Nosotros éramos los únicos que no hacíamos
punk. Era una época que se rescataba la cosa más minimalista, decir
cosas frías. Todos estábamos aprendiendo a tocar.
Marcelo Wygachiewicz: Wotjtek se compró un bajo, yo tenía mi
teclado, y la batería nos la había prestado un conocido. La polo-
nesa nos prestó un par de columnas, y con eso empezamos a tocar.
Ahí ensayábamos todos los días, vivíamos ahí. Luego apareció Julio
Cesar Torres, que fue el guitarrista, por medio de Patricia Pietra-
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La Misma Tierra

fiesa (bajista de Cadáveres/She Devils/Kumbia Queers), y Jurek


(Szwedo) para tocar la batería. Creo que el primer festipunk de la
cooperativa fue en la Boca, con Los Corrosivos. Y el segundo, lo
hicimos en la polonesa, que toco Todos Tus Muertos, Sentimiento
Incontrolable, Tumbas NN, Alerta Roja y nosotros.
Elías Ziede: Era moda y teníamos la estética. Cuando fue la fecha del
Parakultural, lleve un ensayo; no era ni demo, y en el que hablábamos
arriba, porque había partes feas. El batero, a la mitad dejaba de
tocar porque se quedaba sin nafta, entonces decíamos:”…si porque
nos sigue mucha gente, nosotros ya queremos hacer un teatro…”;
le metíamos ilusión (risas). Y después salíamos con el maquillaje,
las camisas negras y ya a la gente le gustaba. Nos vendíamos bien.
Ramiro se tiraba al segundo tema y hacia el “muertito”. Poníamos
calas, era una puesta en escena que garpaba para divertirse. Éramos
imprevisibles, nunca tocábamos dos veces lo mismo. Recién em-
pezábamos, nos equivocábamos y por ahí había trompadas en el
escenario porque uno lo acosaba a otro. Era lo que uno buscaba que
pasara. Era ahí, en el momento.
Daniel García: Éramos caraduras. Salíamos a tocar, a hacer cual-
quiera e, insólitamente, nos estaba yendo bien. Cuando nos qui-
simos acordar, habíamos metido seis recitales con un montón de
gente que nos venía a ver. Claro, no había muchas bandas punks,
así que era tierra fértil. Empezamos a buscar cantante y probamos
dos tipos. Vino uno llamado José, todo lookeado de Punk y hablaba
con una voz muy gruesa, de locutor: “Acá Pablo me dio unas letras
para que cantara”. Entonces arrancamos con “Estado de Sitio”, y
empieza a cantar en falsete: “Estaaadoo de sitio, estaaadoo de sitio”
(risas). Y digo: “Para, algo paso, empecemos de vuelta”, y este José
me dice, con voz muy gruesa: “Si, perdón. Fui yo” (risas). El chabón
cantaba en falsete, parecía los Bee Gees (risas) pero punk. Así que
duro quince minutos. El fin de semana siguiente, Pablo trajo a otro
cantante: “Hola, que ashe’, soy Mongo” (Risas). Era alto, flaco y
con una cara de muerto infernal. Lo probamos y saco enseguida los
temas. Listo, este es el tipo. Vamos a grabar el disco, hicimos todas
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Santiago Parera - Diego Peralta

las bases, y Mongo canto la mitad de las canciones. Esa noche nos
despedimos para seguir al día siguiente, pero no apareció más. De-
sapareció. Vino la madre a preguntar si sabíamos algo de él: “Mire
señora, nosotros hace quince días que lo estamos buscando, porque
tenemos que terminar de grabar”. Así que termine yo de grabar las
voces. La cosa fue que Mongo apareció dos meses después, pre-
guntado cuando había que grabar las voces: “Vos sos un pelotudo,
Mongo. Ya terminamos el disco”. A Pablo le dieron unos equipos
para que venda, y esa guita era para pagar el disco. Pero este se jugó
la guita en el hipódromo y la perdió. Así que terminamos pagando
el disco Fernán y yo. Pero faltaba una guita que cubrir, y nunca pu-
dimos sacar el master. Terminamos sacando una edición de cien
copias. Mongo nos volvió locos, fue el sesenta por ciento del motivo
de la separación de Alerta Roja.

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La Misma Tierra

Punk after Punk

Ramiro Gutiérrez: Al año de armar Barrio Turco salió tocar en Ce-


mento, solos (risas), que vos decís: “Wow, tocaste ahí “. Pero era
todo muy boca en boca. Venia Chaban y nos decía: “¿Tenes una
banda? Ok, tocas el domingo en Cemento” (Risas). No teníamos
baterista para ese show y pusimos a uno, que tocaba re mal (risas).
La primera banda que toco en ese ciclo, en Cemento, fue Todos Tus
Muertos, y al fin de semana siguiente, fuimos nosotros.
Elías Ziede: Tocamos en el festival Exterminio, en Cemento, con
Comando Suicida, y los skinheads se subían al escenario, a escuchar
que decían las letras de Ramiro, porque si no estaban de acuerdo nos
iban a golpear en vivo. Pero Sergito es hincha de San Lorenzo, como
yo y éramos amigos: “No, con el turco está todo bien, es amigo
nuestro”. Y no hubo actos de violencia (risas).
Ramiro Gutiérrez: Ese día hable con Sergito: “Che, venite al sur
a comerte un asado” (risas). Eran pesados, muchos y organizados.
Y le pegaban entre veinte a tres tipos. Fueron una serie de peleas
callejeras frecuentes, hasta que apareció Hermética, con un público
heavy renovado, más barrial. Y los skinheads ahí perdieron, pero la
primera época eran bravos.
Elías Ziede: El nombre de Barrio Turco, fue de un concepto que
salió junto a Walter Temporelli. La idea de una no tolerancia a la
belleza, a la búsqueda de otro tipo de sonidos, del noise, del ruido,
del camino alternativo. Y aparte, yo tengo una descendencia mar-
cada de hijo de libaneses. Me quise hacer el Billy Idol y quede como
una morcilla con mayonesa. Fue entonces cuando me puse el tur-
bante, y la cosa quedo más adecuada.
Walter Lema: Me encuentro a un loco en la puerta de Cemento, que
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Santiago Parera - Diego Peralta

estaba solo también, y se pone a hablar conmigo: “¿Vas a entrar?


Dale, yo también”. Había poca gente, y así empezabas a conocer
gente. Ibas a tres recitales y ya eras amigo de todos. Estaba Todos
tus Muertos, que era los mas grande, digamos. Y Sentimiento In-
controlable, que era el under, así y todo. Eramos re pocos. En 1986,
fui a la “Olla” de Ezeiza, a un festi punk que hubo; tocaban Celeste
Carballo, Todos tus Muertos y Alerta Roja, que no se si llego a tocar,
fue todo medio un quilombo. Después, la Juventud Peronista tirán-
dole piedras a los punks, como todo un despelote, porque era el día
de la primavera. Olvidate. Quilombo de gente. Y ahí empecé a ir de
a poco, fui a ver a Siouxie and the Banshees, que fue Diciembre de
1986. Yo iba solo muchas veces. Alguna que otra vez iba con alguien,
pero no había nadie que comparta lo mismo. En Longchamps tenía
un par de amigos que escuchaban un poco, pero no era que: “Vamos
a ver a fulano”. Realmente, era como que sentía toda esa cosa del
punk, del rock, y ya estaba como comprometido con eso. Al toque.
No era que quería pertenecer, ya enseguida me sentí parte. Creo que
desde chico tenía esa naturaleza, siempre me gustó el quilombo. Ya
naturalmente de chico me gustaba Kiss, por ejemplo, que a todos
los chicos les gustaba. Pero porque eran como los “chicos malos”.
Siempre me gusto un poco ese costado de la humanidad. Ahora no
sé qué onda, en qué lado estoy. Ya ni me lo pregunto.
Elías Ziede: Chaban nos defendía o nos sacaba con su abogado.
Ramiro Gutiérrez: Él nos cuidaba, nos veía con el pelo medio raro y
te hacia entrar gratis, así que íbamos siempre (risas). Después no me
gusto en lo que se convirtió Cemento, se comercializo demasiado.
Es más, con Chiquero nunca le pedí una fecha. Solamente tocamos
una vez ahí para la Correpi.
Elías Ziede: Barrio Turco toco de soporte, con Los Violadores,
Vox Dei y Las Brujas, en la cancha de Claypole. Así que tuvimos
nuestro estadio (risas). Fueron dos fechas. Vox Dei había traído el
sonido y cuando tocamos nosotros, en los primeros temas, la gente
respondió. Éramos los locales, nos bajaron la tensión y se nos apa-

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La Misma Tierra

gaban los pedales. Y una banda de delincuentes, que hacían actos de


pillaje en la zona, le dijeron al sonidista: “Mira, si seguís tirando al
bombo a los chicos, te vamos a tirar un par de corchazos“(risas). Y
así, sacando arma en mano, se terminó el boicot y pudimos tocar.
Con Los Violadores todo bien, aparte ellos eran fuertes acá en la
zona sur, porque tocaban en Le Paradise. Tenían muchos seguidores
y muchas goupies. Paraban en lo de Pato Salmerón (guitarrista de
Zona Roja, fallecido en 2017), que tenía un local grande en el fondo,
y se podía tocar. Ellos venían en un Dodge Polara, todos juntos, uno
que manejaba y todos los músicos atrás apretujados. Como “Mafio y
sus pandilleros” (risas). Ese era el remis de la época.
Adrián Paoletti: El debut de Copiloto Pilato fue en Adrogue. Era
un bar re setentoso, llamado Status. Tocamos con Barrio Turco y la
Rosa Negra, que eran un pibe de rastas rubio, que tocaba la batería
y también estaba la novia en el grupo. Fue así, al toque: “Che, ¿no
queres tocar con Copiloto?”. Y bueno, tocamos dos temas: “Cinco
chicos en busca de fama” y “Que alegría estoy cantando”. Eran los
únicos que teníamos (risas). Ese día, la formación fue Alejandro
Álvarez en la batería, que ahora es ilustrador del diario La Nación, el
bajista era Marcelo Arias, que está en Skabu Simbel, y creo que toco
Jorge Morales la guitarra.
Omar “Chiqui” Santamarina: A los dieciséis, toque la guitarra con
unos pibes re locos de acá de Calzada, que se llamaba la Rosa Negra.
Hacíamos como un tributo al disco “Flowers of romance “de P.I.L.
El lugar donde ensayábamos era bizarro, de película argentina, una
casa chiquita, al costado una parra grande y al fondo un galpón
con gallinas, granos y semillas de plantas. Ahí tocábamos. Estaba la
batería y enchufábamos la guitarra en un amplificador Mac 12, que
eran unos equipos que ponían los “chupines” para escuchar Creed-
ence. Con ellos tocamos en varios lugares en vivo, como Strauss en
Adrogue, en Big Ziga de Temperley, que era del “negro bocha”, un
tipo de acá de Calzada, que falleció el año pasado. Ese día tocamos
con el Lado Salvaje, que cantaba Mónica Vidal, y Barrio Turco. Tam-
bién tocamos en Oliverio Mate Bar, un lugar jazzero; caímos y ob-
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Santiago Parera - Diego Peralta

viamente no le gustamos a nadie. Nos chiflaban. No sabíamos tocar.


La Rosa Negra era “Pelusa”, Laura, que era la mujer en el teclado
y yo la guitarra. No pudimos grabar nada porque era inaccesible, y
tampoco había salas de ensayo.
Ardilla Pérez (Cantante de Serenos de tu Tumba/El lado Salvaje/
Kinky Dogs): Para mí, Rosa negra era una banda que la entrada
tendría que venir con un porro. Yo iba a Calzada, a escucharlos al
ensayo. Eran una cosa extrañísima. Primus, pero más oscuro (risas).
Lalo Barone (Guitarrista y cantante de Calle de Tierra/Mal Mo-
mento/Chupín): Rosa negra estaban muy adelantados a su época,
no entendías nada. Es muy diferente a lo que escuchas ahora, el
look, lo que tocaban. Antes, se le daba más pelota a esas cosas.
Elías Ziede: El sonido era casual, no teníamos plata para el oper-
ador, nos hacía sonar de acuerdo a sus predilecciones, A veces había
un sonido, como el que usaba Riff, o a veces con nuestras cosas.
Viajábamos en el colectivo con nuestro equipo de bajo, atábamos
las cuerdas, los instrumentos de marca los tenían muy poca gente,
Pero sonábamos, le poníamos mucha actitud. Me acuerdo un show
en el Teatro de la Fábula, que nos tomamos un ácido con Ramiro, y
el, en el primer tema, se tiró al piso y no pudo cantar. Fue un show
instrumental, había mucha gente ese día, y no se pudo levantar; yo
le decía: “Dale, vamos por el cuarto tema…”, y me decía ok, con el
dedo, desde el piso (risas).
Marcelo Wygachiewicz: El nombre surgió del tema de The Stran-
glers “No More Heroes”. Wojtek me dijo: “¿Qué te parece?”. Me
pareció bien. No estaba muy convencido, pero tampoco me gust-
aban otros nombres. Y quedo Antihéroes.
Elías Ziede: Ensayábamos en todas las casas y, de cajón, nos hacían
denuncias por ruidos molestos. En lo de mi abuela había actividades
paranormales, porque era espiritista de la Escuela Científica San
Basilio. Una vez voló el estuche del saxo de una pared a otra pared,
y ahí ya no quisieron ir más los chicos.
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La Misma Tierra

Ramiro Gutiérrez: O íbamos a Palermo, por acá no había salas.


Hasta que Carlitos Espinoza armo una en Laprida, cuando falleció la
madre. Tuvimos varias formaciones, que estaba buenísimas, Sergio
Ucci, Carlitos Espinoza, Albi Álvarez, que ya era un re músico con
formación, Adrián Paoletti y Tornillo. Barrio Turco duro tres años,
con toda la furia. El punk entro medio en decadencia, con la apa-
rición de los festipunks.
Elías Ziede: Después terminamos ensayando en el Rancho Espi-
noza, pero a la mañana, porque Carlitos tocaba la bata en la última
etapa, y no nos quería cobrar. Íbamos lunes, miércoles y viernes,
de 9 a 11 hs, re caretas (risas). Y cuando íbamos un sábado a tocar,
Ramiro estaba re mamado, se olvidaba las letras. Yo decía: “¡Para
que ensayábamos!”. Eso también nos separo, la forma de ver las
cosas
Marcelo Wygachiewicz: El primer show fue con Todos Tus Muertos,
en un boliche de la Recoleta, en invierno de 1985. Después se fue
Wjotek, y pasó Jurek al bajo. Entro Eddie Papa, que se compró
una batería Nucifor. Tocamos en la Manzana de las Luces con Los
Pillos, que vino muchísima gente a ese show, y de ahí recorríamos el
Parakultural, Cemento, etc. Hicimos la carrera más en Capital Fed-
eral, que en zona sur.
Walter Lema: Me acuerdo de un lugar que se llamaba “La Joaquina”.
El piso de madera quedo destrozado, se destrozó todo.
Mariano Belgrano: Ese día toque con Mercado Negro. Hicimos diez
temas. Después toco Bomboo Klat y los Auténticos Decadentes,
así que termino cediendo el piso que era de pinotea, y la gente se
cayó pero seguían agitando (risas). Les había dicho a los del lugar:
“Cómprense veinte cajones de cervezas”, se quedaron sin nada en-
seguida. Así que el kiosquito de a la vuelta del lugar se hizo el día, no
quedaron ni las petacas (risas). Se trepaban por la reja para no pagar
la entrada, fue un descontrol.
Beto Morales: Al verano siguiente fuimos a Villa Gesell que tocamos
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Santiago Parera - Diego Peralta

con los Fabulosos Cadillacs, la primera gira que hacían ellos por la
costa. Preparamos todo a full:” Hoy se llena de gente”, pensamos.
¡Para que!. Se largó una tormenta terrible. Una inundación que duro
hasta la noche. La gente se quedó guardada sus casas, fueron quince
personas (risas).
Leo Ramella: Los Cadillacs todavía no habían sacado su disco. Esa
noche me ve tocar la batería Mónica Vidal, en ese entonces era la
cantante de Antihéroes, que en ese momento me alucinaban, de las
bandas de la zona era en la que yo creía, y pensaba: “¡Que bueno
que pase algo con esto!”,y después no pasa nada, porque uno se da
cuenta de todas las cosas que interfieren para que no ocurra, o que
no es normal que una banda se perpetue.
Jorge Morales: El primer contacto con ella fue en 1984. Ella cantaba
en Antihéroes. Nosotros admirábamos a ellos como una avanzada
de música de ese entonces. Descubrimos el post punk y el lado dark
de toda esa música, y ellos fueron los pilares de esa movida. El mari-
scal (Marcelo Wygachiewicz) era un tipo de avanzada; creo que es
la mejor palabra que puedo encontrar. Te podían gustar o no, pero
ya sonaban muy bien. Estaban formados antes que nosotros y a un
paso más adelante, también. Ver a Mónica cantando con ellos era
algo alucinante. Después la volvimos a encontrar en Villa Gesell,
cuando fuimos con Capulco Gold. Ella andaba con (Sergio) Rotman
y nos hizo el contacto para tocar en la playa junto a los Cadillacs. Ese
recital fue muy raro, primero porque fue todo improvisado. Ellos
ya estaban siendo muy conocidos, en cambio nosotros no éramos
nadie. Hace poco, hable con Flavio (Cianciarullo), acá en Londres y
él se acordaba de todos los detalles de ese día, cosa que sorprendió
mucho, porque siempre pensé que había sido un recital más. No re-
cuerdo haber visto llover tanto en Villa Gesell, como ese día. Estaba
todo inundado. También en la época de Los Corrosivos hicimos
una buena alianza con Antihéroes, así que compartimos bastantes
fechas. Básicamente la conocimos por Ramella y por los Antihéroes.
Mariano Belgrano: Yo alquile la casa por dos meses. Acido Cam-

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La Misma Tierra

boyano tenían la propia y Puñalada Correntina en otra, hasta que


se le venció el contrato y se vinieron a la nuestra. Éramos como
cuarenta viviendo ahí (risas). Al toque voy a buscar lugares para tocar
y conseguí uno, llamado Massachusetts, en la 115 y 3. El lugar era de
unos canas, y nos ofrecieron tocar ahí: “La recaudación es para ust-
edes y les damos de comer”. Listo. Así que llevamos el sonido de los
Morales y tocamos todos los días. Tocaron los Fabulosos Cadillacs,
los Decadentes, ese verano fue glorioso.
Daniel García: Hubo un discusión muy jodida y Fernán echo a
Pablo. Entonces llamo a Jorge Morales, que en esa época estaba en
Los Corrosivos y me dijo que no, pero me presento a Sergio Ucci,
que es de la zona, uno de los mejores guitarristas que vi. Pero con
el tiempo nos dimos cuenta que el tipo era un delirante total. Un
día nos dice: “Tenemos que hacer una gira por la costa”. Entonces,
mando a la novia de él y de Fernán, que era una punk de Belgrano,
a la costa a buscar fechas (risas). Y volvieron con dos fechas en
Villa Gesell y dos fechas en Mar del Plata. Ucci me dice:”Quedate
tranquilo, que consigo un micro escolar para la gira” (risas). Y nos
mandamos. Era 1987. Compramos víveres y paramos en un hotel
de unos conocidos de Fernán. Hacemos la primera fecha en boliche
muy lindo, frente al mar. Estaban todos los punk afuera pero no
entro nadie. No sé qué paso. Alguien me dijo que estaba Gamexane
diciendo que no entren, porque no íbamos a tocar. Una cosa rarí-
sima. Pero tocamos todos los temas de la lista, a propósito, para que
nos escucharan igual. Eso nos mató, porque fue una apuesta grande
y salvábamos la guita de los gastos. Hicimos una fecha más, y Fernán
se fue a Pinamar a buscar a la novia. Así pasaron los días y éste no
venía. Yo me quede clavado en el hotel, sin un mango para pagar
la estadía. Tenía que inventar algo. Así que agarre el bolso y lo tire
por la ventana al baldío que estaba al lado y, para no levantar nin-
guna sospecha. Salgo del hotel con una botella de gaseosa:”Me voy
a comprar una Coca”, les digo a los dueños. Voy al baldío, agarro el
bolso, tiro la botella a la mierda y me fui corriendo por la Avenida
3 hasta la terminal de ómnibus (risas). Me alcanzaba la guita para

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Santiago Parera - Diego Peralta

irme a Mar Del Plata, que junto tenía unos primos de mi mujer. Era
la única que me quedo. Cuando vuelvo a Buenos Aires, me avisan
que Fernán estaba detenido en la unidad carcelaria de Dolores. Al
otro día, este me llama, y le pregunto qué paso: “Mira necesito que
me manden frazadas, puchos. En mi casa no me quieren atender “.
¿Sabes lo que habían hecho? Tipo cinco de la mañana, estaban en
la rotonda de Pinamar, súper drogados, y les robaban a los que iban
a la parada de colectivos. Pero los boludos se quedaban ahí. Una
parejita se dio cuenta y aviso a la policía. Así que cayeron los dos y
Fernán se pegó una cagaso de aquellos.
Leo Ramella: Hernán Reyna (guitarrista de El Corte, fallecido en
1995), estaban iniciando un proyecto con Javier Calamaro y estaban
probando bateristas, hasta que Mónica Vidal les hablo de mí, y em-
pezamos a ensayar. Al tiempo le pusimos de nombre El Corte, y
estábamos grabando un disco. Fue increíble. Empezamos a tocar
mucho y a los conciertos nuestros, venían todos los artistas que ad-
miraba: Daniel Melero, Charly García, etc. Y se instaló muy bien la
banda, porque no había una banda dark bien formada. Yo tenía una
batería nacional, y teníamos que grabar, me presentaron a Samalea y
fui a la casa, nos pusimos de acuerdo y me presto una batería divina.
De ahí nos fuimos a Panda a grabar con Mario Breuer, imagínate, era
un pendejo que apenas sabía tocar, y estaba ahí con batería prestada
por Samalea, un irrespetuoso (risas). Fue muy interesante lo que
paso y muy rápido, en dos años hicimos dos discos. Pero hubo un
momento que Javier cambio por completo, creyó que era el eslabón
perdido entre Ian Curtis y Steven Tyler, de un día para el otro. Y ahí
comenzó con Los Guarros. Yo me plante en ese momento, no voy
a cambiar, expuse mi visión pero obviamente me odiaron. Entonces
los chicos de Mimilocos, que ya nos conocíamos y les gustaba lo que
yo hacía, me propusieron sumarme a la banda. Cayo el productor
Jorge Álvarez de España a ver qué onda alguna banda de argentina
y se fijó en Mimilocos, empezó a poner guita, a exigir demos y no-
sotros nos cagabamos de risa, estábamos de la cabeza, heavy (risas).
Había buena cocaína, la morfina la conseguíamos de enfermeras

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La Misma Tierra

amigas, el opio, inducina, aceptobron por amigos yonkies (risas).


Quería un sonido internacional, editarlo en México. Pero se llevó a
Alfredo a España y grabaron el disco, pero se pudrió todo, era un
disco de producida.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Brigada de Moralidad
y buenas costumbres

Victor Raffo: En los ochentas te agarraba la Brigada de Moralidad


y Buenas costumbre, y te tenía que ir a buscar tu viejo. Estaba la
policía y la mano de obra desocupada, que eran los polis del proceso,
que conseguían laburo en las brigadas. Se dedicaban a cazar punks
y, aparte, nos miraban como si fuéramos los nuevos subversivos.
Cuando no teníamos nada que ver con nada. Eso de combatir la ley.
No me rompan las pelotas.

Lou Carrera: La cana en esa época era complicada. Estaban las


razias; paraba un bondi en la puerta de un bar o boliche, entraban
y te preguntaban: “¿Tenes documentos?”. No importaba si tenías o
no, te llevaban igual. La orden era: “Llenen el bondi”.

Omar “Chiqui” Santamarina: Una vez me paso que te metían al


colectivo a las siete de la tarde, y te hacían recorrer todo Calzada,
todo San Gerónimo, 2 de abril y llegabas a la comisaria a las diez
de la noche, con el bondi lleno. Te tenían hasta a la mañana del día
siguiente y te soltaban. ¿Por qué? Porque sí. Eran como el maloncito
de policías de la Pantera Rosa (risas). Entraban a los recis, palo, palo
y palo y se iban. De onda. Era terrible la cana, te fumabas un porro
y eras un criminal de guerra.

Lou Carrera: Estábamos en democracia, pero tenía todas esas

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La Misma Tierra

prácticas de proceso. Alfonsín se comió un pijaso con eso, porque


agarro un país con esa fuerza. La primera vez que caí era pendejo.
Veníamos en el bondi de un festipunk cerca del cementerio de
Lomas de Zamora; tocaba una banda que se llamaba Delirium
Tremends, muy buena, y en esa época, con un amigo, salíamos de
casa vestidos tranqui, normal. Después afuera nos lookeabamos
bien punk (risas). La cana para el bondi, nos hicieron bajar y cuando
nos vieron, a mi amigo y a mí, la pinta que teníamos: “Vengan acá
chicos, suban al otro (risas)”. Y te daban vueltas por los clubes del
barrio, a levantar gente, hasta la comisaría de Temperley; te comías
unas gastadas, yo andaba con borcegos, cinturón militar: “¿Dónde
conseguiste eso? ¿Le afanaste a un cana? ¿Sos pesado vos?”. Dos
o tres horas pelotudeandote, hasta que se les ocurría pedirte tu
número de teléfono, llamaban a tus viejos; ese día ¡cuando me
vio mi viejo! Abren la puerta y me ve así (risas):“¡¡ Pero si vos te
fuiste bien (vestido) de casa!!”. Ese día hubiera preferido quedarme
guardado ahí (risas). A la semana, estaba tomando en lo del japonés,
ahí en la estación de Temperley; peinadito, remerita tranca y cae
otra razia. Yo tenía documentos, pero los otros tres que estaban
conmigo no. Se los muestro, y el cana me dice:”Gracias, gracias”.
Entonces me voy, y pensaba ir a avisarle a los viejos de los pibes;
cuando estoy saliendo, otro cana me dice: “¿A dónde vas?”, y yo:
“…Pero no, pero yo...”, parecía Pepe Biondi (risas). “No, vos venís
de voluntario”. Era un boludeo constante, si zafabas de caer en cana
un fin de semana... Nunca caí en un calabozo, era tenerte en un
patio. Era heavy. Veías un bondi venir, con las luces apagadas, y era
empezar a correr, porque si no caías.

Walter Lema: En ese momento era re común que te lleven por


eso, por menor o por averiguación de antecedentes. A los mayores
les decían que era doble A, averiguación de antecedentes y, a los
menores, porque eras menor. Pero básicamente, era lo mismo.

Omar “Chiqui” Santamarina: Había mucha persecución. Te sentabas


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Santiago Parera - Diego Peralta

a tomar una birra, venia la poli, te pegaba un par de palos y se iban.


O a veces te llevaban. Una vez, en la época de Calle de Tierra, estaba
esperando el (colectivo) 505 para ir a ensayar, tenía el pelo pintado
de verde con tempera creo. Y pasa la cana: “¿Qué haces así, con el
pelo pintado de verde?”, “Voy a ensayar”, contesté. Y me dicen:
“¿Ah sí? Veni puto, ensaya conmigo” (risas).
Adrián “Maguila” Vázquez: La yuta era brava, yo enganche la
última parte de los milicos en la calle, más allá que andaba desde
los trece años. Yo vivía en Turdera, que es una isla, y un barrio
de viejos fachos. Los milicos nos volvían locos porque nos veían
con los pelos parados y se pensaban que éramos de otro planeta.
Nos llevaban en cana para cagarse de risa de nosotros. Una vuelta
me fue a buscar mi vieja a la comisaria:” ¿Y su hijo cuál es? ¿Esa
cosa que está ahí?” (Risas). Claro, yo tenía una cresta verde. Nos
llevaban todos los fines de semana y nos largaban por la mañana.
Una calentura, porque teníamos unas ganas de salir. Lo que tenía esa
época, era que, vos te metías en la Isla Maciel, de punta a punta y no
te robaba nadie; y nosotros andábamos por esos lugares, los fondos
de Bustos, Santa Marta, por el tanque, que había una chanchería en
esa época. Teníamos unas minitas, e íbamos y veníamos caminando,
desde Lomas de Zamora. A la Villa Itati, nos metíamos caminando
a las cuatro, cinco de la mañana.
Leo Ramella: Los lugares más peligrosos que estuve fueron
situaciones que genero la policía. Por ejemplo, Riff y V8 en el
gimnasio de Vélez, la famosa noche que secuestraron una cadena
gigante, algo comiquísimo. Todos esos shows fueron batallas contra
la policía, por odios que yo no terminaba de entender. Era muy
chico todavía.
Marcelo Wygachiewicz: Te tenías que cruzar por enfrente. En un
show nuestro en Cemento, se llevaron unos pibes de nuestro barrio,
por averiguación de antecedentes, y después vinieron los padres a
casa, a ver que carajos había pasado. Era una mierda la policía de
esa época.
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La Misma Tierra

Gustavo “Kaiser” Wislinski (Guitarrista de Gastre/Ciborg): Yo


hice la colimba en Magdalena, en el anteúltimo levantamiento
carapintada. En la puerta del Parakultural vi como mataban a un
pibe punki. El policía saco un arma y pum. Le pegaron un tiro, y se
llevaron el cadáver. Era muy heavy la cana, la represión era terrible;
las razias todo el tiempo, parando bondis. Gastre tocaba mucho
cuando ya se abrió el circuito del metal, tocábamos mucho en las
villas y nunca nos afanaron un equipo. La gente de ahí escuchaba
heavy. Ahora escuchan cumbia o reggaetón. El heavy siempre
respeto a las mujeres y a la gente en sí. Nunca hubo violencia en un
recital de heavy metal, pero así y todo, la cana nos tenían bronca. Yo
la sufrí mucho y nos pararon muchos recitales. Uno de los últimos
fue en Arlequines y cerraron las dos calles. Entraron y nos cagaron
a palos, a los músicos, a la gente, se llevaron al bajista, fue terrible.
Nos rompían los equipos o quedaban ahí y teníamos que volver el
lunes a buscarlos. Tenían la cultura de Camps. Aparte la sociedad en
ese momento quería que vuelva la dictadura.
Leo Ramella: Fui desertor de la colimba, no me presente jamás, y
fui buscado hasta que se cortó el tema del servicio militar. Siempre
estuve en una situación de amenaza constante, la sociedad no cierra.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Estudio de Casos

Jorge Morales: Cuando se terminó lo de Capulco Gold, básicamente


vinieron Fellini (Walter Temporelli, cantante de Los Corrosivos)
y el Tano (Campesi, bajista de Los Corrosivos) a buscarme a mi
casa. Los Corrosivos ya existían con otra formación, de hecho yo
fui público. Me acuerdo de un recital de ellos en Banfield de ellos
y Mutantes del Kaos. Era como un barcito dentro de una galería,
que exploto de gente. Se subían por las paredes. Entre el público
estaba Fidel Nadal. Una manga de raros, que al principio el dueño
tuvo miedo. Tuvimos que convencerlo de que no cancelara el show
(risas). Empecé a tocar yo y la banda dio un vuelco musical, podría
decir. Al principio era más punk y después fue after punk, mucha
distorsión, mucho feedback. Y la cosa funciono muy bien. Tocamos
mucho.
Beto Morales: En 1986 mi hermano Jorge pasa a Corrosivos, Leo
Ramella a La Forma y yo me voy a Antihéroes. Ya era la época
del Parakultural, e hicimos un recital La Forma, Antihéroes, Los
Corrosivos. Fue para fin de año, que era la movida porque al terminar
las clases todo el mundo iba, era muy común en ese entonces; fue un
evento social buenísimo, igual al de la Manzanas de las Luces, con
diferencia de un año, y a partir de ahí, empezó a correr la bola, la
gente empezó a seguir a Los Corrosivos y a las bandas del sur.
Leo Ramella: En ese tiempo también arme La Forma con Andrés
Ruiz, que era cantante de Control que era una banda de punk de acá
muy grosa, y Flavio Etcheto, que venía de Capulco Gold.

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La Misma Tierra

Jorge Morales: Para mí el comienzo de toda la alternatividad fue en


el recital con la manzana de las luces con Tumbas NN y Antiheroes.
Víctor Rafa: Los Corrosivos fueron el proyecto más acabado en
lo artístico, conceptual y musical, era una banda de primer nivel,
sonaban terribles.
Gustavo Kaiser: Para mí fue una de las bandas más grosas que
existieron en el rock argentino. Los vi de pendejo y dije:”esto es algo
de otro planeta”. Jorgito con tres pedales, unos efectos alucinantes.
Beto Morales: Al principio era más Dead Kennedys, después entro
mi hermano y volaban. Eran muy resistidos por ser de zona sur. En
el famoso recital de La Capilla, Masacre Palestina y Los Corrosivos,
fue un choque cultural tremendo, las camisas a cuadros de los punks
de zona sur y los skaters de capital. Se hizo una movida muy grande.
Jorge Morales: A pesar de ser una banda de Post punk, con
influencias de Banhaus o Killing Joke, la diferencia radicaba en las
letras que cantaba Walter. La temática era como dice el nombre del
disco. Cada canción era un caso psicológico, y afrontado desde la
visión de Walter. Yo siempre lo vi como un estudioso de todo eso.
Ramiro Gutiérrez: Antihéroes fue muy importante, inclusive más
que Los Pillos. En esa época de post punk sureño, Marcelo tenía
muchísima música, grupos polacos, Cabaret Voltaire, y Mónica
también; en ese momento estaba de novia con Sergio Rotman,
que laburaba en una disquería y nos pasó de todo. Pero lo que más
me gustaba era el post punk, Joy División, P.I.L., aparte fuimos
contemporáneos a toda esa movida.
Marcelo Wygachiewicz: Había un par de revistas española, y estaba
el primer Towers Records, que laburaba Mónica, pero siempre había
gente que nos pasaba música. Wojtek era amigo de la hermana de
Hari B, y había conseguido un modo de robarle los discos. Se colaba
por la ventana, del altillo donde vivía, le sacaba los disco, los grababa
en casa, y se los volvía a llevar (risas). Mónica estaba encargada de

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Santiago Parera - Diego Peralta

la parte de los videos, conseguíamos dos videocaseteras y grabamos


ahí.
Beto Morales: Antihéroes era de Valentín Alsina, Mónica era de
barrio norte. La primera vez que los vi fue en La Seccional, una ex
comisaria, me sorprendió la música densa; yo entre por mi hermano,
que conocía a Marcelo de la facultad de Lomas. De ahí salió la onda
para que toquemos en capital.
Marcelo Wygachiewicz: Mónica no venía nunca a ensayar. Se había
deteriorado mucho la relación, y le dijimos que no venga más. Y
apareció otra cantante, Silvina. Pero al rato se fueron ella y Julio,
nuestro guitarrista. Y ahí aparece Beto, que venía de Capulco Gold y
lo conocía de Luar. Cuando salíamos de la facultad lo íbamos a ver.
Y también volvió Mónica. Beto trajo mucho sonido y a partir de eso
empezamos a sonar mucho mejor. Fue a fines de 1986.
Marcelo Belen: Yo toco en Los Corrosivos, en el Parakultural con
Todos tus Muertos, porque el baterista se había perdido en el centro,
y yo toque con mi impronta de no entender mucho, era un grupo
raro para mí. Y ahí es donde vi todo, el otro costado de la música que
existía, la contracultura, fue como:” wow”. Imagínate que veníamos
de un lado más light, creados por el gobierno de facto, fue en flash
total, y en ese recital gane más plata que todas las veces que había
tocado. Así que empecé a ir al garaje de los Morales donde escucho
a Siouxie and the Banshees, The Ramones, The Doors, Peter Tosh;
creo que Beto tenía un curro y conseguia discos, entonces queda
toda la música ahí abandonada, una cosa más intuitiva.
Adrián Paoletti: Viendo a Jorge y Beto aprendí el oficio de armar una
banda, ir a buscar las fechas, hacer los flyers, salir a pegar carteles y
meterme de la mano de ellos en el ambiente.
Beto Morales: No había internet, era todo por panfletos, el sonido
era paupérrimo, se había una guitarra buena era la mía, que la usaban
todos, lo mismo que mi equipo, un Ibáñez y así se fue formando la
historia del rock del sur.
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La Misma Tierra

Jorge Morales: ¿Cómo grabamos “Estudio de Casos”? Me acuerdo


de ir muy temprano a armar el escenario y tener el Parakultural
cerrado para nosotros. Porque honestamente, algunas de las tomas
del casete son de la prueba de sonido. Fue increíble tocar en el
Parakultural vacío y con un sonido demoledor. Y las siguientes
tomas fueron del show en vivo. Después se hizo una selección de
lo que sonaba mejor de todo eso. Fue idea de Melero hacerlo de esa
manera. Consiguió una porta estudio de cuatro canales. El hizo todo.
Le intereso el sonido y la propuesta de Los Corrosivos. Básicamente
las conversaciones fueron entre él y Walter. Algunos de los canales
vienen directamente de la consola, pero hubo cosas como el bombo
que no se escuchaba muy claro en la toma en vivo. Y se hizo un
overdub, en la casa de Melero, con una caja de ritmos, que era de mi
hermano. Todo con el dedo (risas). El Tano (Campesi) doblo todos
los tracks del bajo.
Leo Ramella: Se estaba grabando ese famoso compilado que nunca
salió, con Los Corrosivos, La Forma, Mimilocos y Todos Tus
Muertos, que lo estaba produciendo Melero, muy interesante con
dos temas de cada banda. Luego vino toda una debacle política y
todo se pinchó, y de algún modo todos asumieron que era algo muy
pretencioso y fuimos acusados de ese modo. ¿Por qué? Y porue
no era algo comercial, se suponía que todas las bandas hacían un
recorrido y llegaban a un lugar, pero en el fondo, el underground no
sugiere eso, es un montón de gente poniendo dinero y expectativas,
pero súbitamente no respondíamos al sistema o como el sistema
esperaba. Hasta fuimos maltratados por la prensa, que hasta hace
un año antes estaban diciendo que éramos la nueva generación, etc.,
etc.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Reggae de la mano del


punk

Adrián “Maguila” Vázquez: Nací en Palermo, pero al año nos


vinimos para Turdera. Después me fui a vivir a Lomas de Zamora,
un montón de años, en la esquina de la Municipalidad, y por ultimo
estuve un tiempo en Bariloche, en Colonia Suiza. Cuando arranque
con la música fue como un juego. Jugábamos a que teníamos un
grupo, golpeábamos un par de tachos, tenía trece años, Tuve una
banda llamada Los Cartones, que tocábamos temas de The Doors,
que en esa época no los conocía nadie. Después, por unos familiares,
tuve acceso a una guitarra eléctrica y un parlante. Y fuimos juntando
unos mangos para seguir equipándonos y nos largamos, así de
kamikaze, a probar. Duramos una semana. Lo primero que empecé
a escuchar fue The Police, era lo me gustaba. Un día estábamos
escuchando la radio y sonaba un grupo que estaba buenísimo, no
sabíamos quiénes eran. Resulto ser The Damned. Un Recital en vivo
que lo grabamos en casete. Ahí empezamos a investigar el punk
rock. Así que copiando ese estilo surgió Acido Camboyano. Fue
en el año 1987. El primer show fue en Lomas de Zamora, era un
boliche del intendente de Lomas, Toledo. Por medio de un familiar

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La Misma Tierra

de él, ese día compartimos el show con Puñalada Correntina.


Daniel Zapponi: Tocábamos en pubs y en clubes, junto a Boombo
Klat. En una época ellos iban a tocar en Capital, pero yo no quería,
porque si tenías campera de cuero te llevaban preso. También
tocábamos en fiestas y en casas, porque teníamos un batero que
era menor, así que había llevar a otro batero por las dudas (risas).
Tuvimos un festival con Los Violadores, en el viejo Correo de
Temperley, que vino Stuka y nos dijo: “Loco, que buena banda”.
Sonábamos muy bien, igual tendría unos quince temas, nada más.
Me gustaba mucho escribir. Justo estaba estudiando el profesorado
de Historia, tenía bastante data. Empezamos a hacer la banda con
Nacho De La Canal, que era el bajista de Boombo Klat. Yo era el
único que laburaba, compraba guitarras, cajas, hacia la parte eléctrica,
los parlantes. Todo era a pulmón, pero estábamos bien equipados.
Hacíamos tres o cuatro viajes en un Dodge 73´, para llevar las cosas.
Walter Lema: A los trece me compre una guitarra y empecé a tocar a
los catorce años. Me arme una banda, y a su vez, comencé a hacer un
fanzine. La banda se llamaba Doble A, que significaba averiguación
de antecedentes. En la banda tocaba un chico uruguayo, Iván,
cantaba y otro chico Diego tocaba la guitarra, y yo el bajo. También
toco un tiempo la guitarra “la fiera” Fernando Undertone, que en
esa época tocaba en Mal Momento. Ensayábamos en Caballito, a la
vuelta de la cancha de Ferro, Aranguren y Paysandú. Al principio
tocaba un batero que no daba. Como ahí ensayaba Leo DeCecco
(baterista de Ataque 77), con Mal Momento, con Secuestro, tenía
como tres o cuatro bandas, y toco un tiempo con nosotros. Estuve
un tiempo, no llegue a tocar en vivo, creo que la banda toco una
sola vez en Cemento, en un festival. Después Leo deja todas esas
bandas, y empieza a tocar en Attaque 77. Fue como:”Me lo tomo en
serio”. En vez de tocar con muchas bandas, me comprometo con
una sola y así fue que toco años con Attaque. De tanto ir a la sala
empezabas a conocer gente, todos del mismo rubro. Éramos quince
personas, tres veces que te ves y ya está. Todos curtíamos esa onda
de punk rock.
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Santiago Parera - Diego Peralta

Mariano Belgrano: Vivía en Adrogue, familia de muchos hermanos.


Mis viejos ponían música desde muy temprano, mi viejo escuchaba
jazz y mi vieja música brasileña, y ese era el mix que sonaba cuando nos
levantábamos. A los doce años empecé a tener mi propia colección
de vinilos. El primero que me compre, fue “Made in Japan” de Deep
Purple. Ese me mato. También escuchaba Génesis, Yes, de acá Mal,
Crucis, Alas. A las catorce me mudo a Villa Gesell. Los amigos de
mi viejo eran un poco más jóvenes que él, y por ese lado descubrí a
Spinetta, Almendra y a investigar la música nacional. Cuando estaba
en Gesell, el hijo de un millonario, dueños de hoteles, compro
unas bandejas Lea y pasaba música en las fiestas de quince. Con
eso ganábamos guita. Y nos veníamos a dedo, sin que se enteraran
nuestros viejos, porque éramos menores, hasta Buenos Aires, a la
disquería El Agujerito, a comprar los discos. Empezaba el new wave,
y toda es onda, hasta que escuche un disco de The Clash: “Wow, esto
es lo que me gusta”. Y después conocí a Bob Marley cuando escuche
el disco “Live”, y me case con el reggae. Cuando vuelvo a Adrogue,
armamos de pendejo la primer banda, que se llamaba Boombo Klat.
Año 1986. Ensayábamos, en Lomas y era muy principiantes. Pero
empezamos a tocar por la zona, y se llenaba. Hacíamos fechas con
Puñalada Correntina, banda que compartíamos la sala nuestra, en la
calle Pereyra Lucena. Se las prestábamos de onda, éramos amigos.
De hecho, el que era bajista de puñalada, está tocando en Maleza
conmigo. Lo formaron los hermanos Pointer, que eran el bajista y el
baterista, Javier que tenía trece años y tocaba muy bien. Empezaron
a convocar gente, primero canto un pibe de Banfield, y después me
mande yo de guapo. Y quede (risas).
Adrián “Maguila” Vázquez: Éramos un grupo muy reducido
de bandas punkis, En esa época no había grupos, estaban Los
Violadores, Alerta Roja y Zona Roja. En los ochentas se podía tocar
en todos los bares de la zona. El baterista de Puñalada, Gabriel Lew,
nos dijo: “Mi viejo tiene una casa abandonada, vamos y armamos
ahí”. Y así fue. Una zona carísima, de clase alta. Sin acústica, nada.
Tenían unas paredes de cuarenta centímetros y piso de pinotea.

50
La Misma Tierra

Sabes cómo sonaba ahí arriba. Pobres los vecinos, hasta las a AM
(risas).
Daniel Zapponi: Llevábamos cohetes, bombas (risas). Enfrente
estaba Villa Grampa, que fue el primer casco de Temperley. Venia
mucha gente a vernos, amigos, fans, era un quilombo. Una vez se
prendió fuego el piso de parquet y quedo un agujero en el medio de
la sala. Encima les quedaba a todos cerca, menos yo, que me iba en
bici de Banfield a Temperley. Hicimos cada fiesta ahí, con bandas
invitadas, Acido camboyano y Boombo Klat.
Gustavo Kaiser: Una banda muy importante fue Puñalada Correntina,
tocaban pero en los recitales siempre terminaban mal. Al cuarto o
quinto tema, Zapponi detonaba, y era eso (risas). Pero me acuerdo
que estaba buenísimo; yo iba a los ensayos en la casa de Lew, en
Temperley, y ellos eran una onda The Clash, muy adelantados. Las
letras increíbles y buenos músicos.
Ramiro Gutiérrez: Puñalada Correntina toco muy poco y no
sonaban bien, pero en esa época no había nada. Ellos, con Acido
Camboyano, fueron los primeros en hacer punk en la zona. Zona
roja eran más “ramoneros” y a mí no me interesaba esa onda, si más
la cuestión política, bandas como Crass o Dead Kennedys.
Daniel Zapponi: El nombre salió así. Yo tenía veintidós o veintitrés
años. Trabajaba en la fabricaba de mi tío y habían unos correntinos,
que eran macanudisimos y cuchilleros. Nacho había empezado a
joder con ponerle Puñalada. Y le dije: “No sabes cómo manejan
los cuchillos estos correntinos”. Y quedo Puñalada Correntina.
Teníamos un logo y todo. Los temas hablaban mucho de la
inmigración, un trasfondo de lo que era el comienzo de lo que fueron
las villas, después del proceso. La conscripción la hice en tiempo de
dictadura, me rompieron las rodillas. Nuestros padres decían que no
había pasado nada.
Adrián “Maguila” Vázquez: En el año 1987 teníamos equipos
Marshall, Cramer, Gibson porque eran más accesible conseguir ese
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Santiago Parera - Diego Peralta

tipo de instrumentos. Yo laburaba en esa época, pero la guita era para


morfar y para ayudar a mi familia, así que fue juntando de a poco,
y aunque parezca raro, en esa época, con la guita que sacábamos
de los recitales podíamos comprar un instrumento .Empezamos
a profesionalizarnos más. Ocus Pocus ponía la publicidad en los
carteles nuestros, estaba ese negocio solamente, en esa época.
Siempre comprábamos ahí o sino íbamos al Centro. Yo compre un
sonido y nunca compre nada (risas), una época intente con el bajo,
hasta que vino uno que sabía tocar (risas). Aparte tuve un accidente
que me volé un dedo, y no pude tocar más, igual siempre me gusto
cantar, son muchas cuerdas juntas, no me da la cabeza para pensar
tanto (risas).
Daniel Zapponi: El tema “Raquel” (canción de Los Auténticos
Decadentes) era un reggae bolero que hice yo. Era sobre una una
piba del Jagüel, que trabajaba conmigo en el hospital Santamarina,
de Monte Grande. Enfermera, morocha. Era ayudante de mi
hermana, que es odontóloga. Nos juntábamos con ella y los pibes
de laburo, y salíamos a bailar. Y ahí salió el tema. La letra es mía,
pero ellos le cambiaron la rítmica. Pero nunca lo pude hablar (con
Los Decadentes), porque creo que ni ellos saben quién es Raquel
(risas). Así que creo que Diego (Demarco, ex guitarrista de Puñalada
Correntina, actual guitarrista de Los Auténticos Decadentes) se
llevó un tema de Puñalada. Y paso lo que paso.
Walter Lema: Me acuerdo de un recital, en 1988, los Auténticos
Decadentes y Boombo Klat. Eran Reggae, pero yo siempre digo que
estaba tomado de la mano con el punk. Los Decadentes en esa época
tocaban “Gente que No”. A Victor (Raffo), que es guitarrista de Los
Cafres hoy en día, nos conocimos en festi punk. Vos decís:”Ah, toca
en Los Cafres”. El chabón era fanático de Enema, de Todos Tus
Muertos. Me parece re común que esté haciendo reggae.
Mariano Belgrano: En Boombo Klat, aterriza un “negro” de Aruba,
que estaba medio exiliado y se vino para acá. Era un músico de la san
puta, que había tocado en barcos, la tenía muy clara. Ahí nos enseñó

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La Misma Tierra

el pulso de como rasguear, como tocar, como dejar la guitarra seca,


pero copo la banda. Richard traía canciones que decían que era de él,
pero en realidad eran covers era de Dennis Brown, pero no teníamos
ni idea quien era (risas). Yo lo percibía que era un chanta, pero un
músico de puta madre. No trajo música, porque vino con una mano
atrás y otra adelante. Se vino de Aruba o Saint Martin porque lo
estaban persiguiendo. En esa zona hay mucha magia negra y esa
onda, y parece que venía por ese lado la cosa. Cuando fuimos a
grabar un demo, nos vio juan Porro, que era un productor famoso, y
nos ofreció grabar. Estaban Los Pericos, recién grabando su primer
disco y hubo todo una cama, un acueste. Se firmó un contrato que
en la letra chica decía que no podíamos tocar en Capital Federal, que
nadie leyó. Yo no lo firme porque me entere después y ahí me voy
de la banda. Boombo Klat se iba para arriba. Fue muy decadente,
porque éramos una de las primeras bandas de reggae. Termine
haciendo coros y el cantaba, y lo temas que yo cantaba, el me hacia
los coros. Pero fue por poco tiempo. Me canse, medio me serrucho
el piso mal y no se hablaron las cosas.
Daniel Zapponi: Consumíamos mucho alcohol, demasiado. Tengo
muchos amigos que terminaron en rehabilitación o muertos, como
el guitarrista de Zona Roja, Pato Salmerón, que falleció no hace
mucho. Hemos destruido boliches enteros. Una fecha, con Boombo
Klat, prendimos fuego un pub porque no nos querían pagar (risas).
¡Sabes como estábamos! Vino la policía, pero no nos podían tocar,
les dábamos miedo de la locura que teníamos (risas). No sabían lo
que era un ácido, así que pensaban: “A estos tipos los tengo que
matar” (risas). Me he caído arriba de parlantes, con todos los cables
haciendo cortocircuitos.
Mariano Belgrano: Zapponi se subía a los postes de luz y se tiraba
a arriba de las ramas, era otoño (risas). Estaban como a veinte
metros de altura, se tiraba de cabeza, era un animal. Saltaba coches
por Av. Meeks, ahí en la oscuridad. Era la época que estaba todos
perseguidos con el “hombre gato” (risas). Cuando íbamos de Luar
a Le Paradise, había un tramo de Av. Meeks que estaba re oscuro, y
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Santiago Parera - Diego Peralta

Zapponi salía de atrás de los árboles, encaraba a los fititos, que eran
bajitos, y los saltaba (risas).
Lou Carrera: Zapponi fue el único tipo q lo vi cruzar Av. Pavón, con
un vaso de birra, haciendo malabares para que no lo atropelle un
auto, y no se le cayó una gota (risas).
Mariano Belgrano: En Lomas de Zamora vino un tipo con diez mil
pepas, y conoció a una chica que era amiga de toda la banda de la
zona: “Toma, dale a tus amigos para que prueben”. Le dio como
cien pepas (risas). Vos los veías pasar por la calle, los lunes, martes o
miércoles, eran veinte y todos: “Juajujuajuajua” (risas). Así fue todo
el día, todos los días, durante un par de meses (risas).

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La Misma Tierra

Un lado salvaje sureño

Beto morales: El Lado Salvaje fue una idea de hacer una mezcla de
rock americano, con blues, pero que sea también “ramonero”, y que
también tenga algo de Vox Dei. A Mónica la echan de Antihéroes,
y le cuento lo que estaba craneando, así que nos juntamos con
Tornillo (Diego Fernández) en la batería y mi hermano, que me
hacia la gamba, ya que estaba comprometido con Los Corrosivos. Y
fuimos gestando la banda que estaba sonando interesante, porque
en esa época era todo muy oscuro, y yo quería hacer algo distinto,
más para arriba. Luego, Jorge (Morales) se peleó con el cantante
de Los Corrosivos por diferencias ideológicas y vino a tocar, pero
el bajo, ya que siempre toco la guitarra. El primer recital fue en un
cumpleaños, en Banfield, y lo que son las vueltas de la vida, ese día
estaba Ardilla (risas).
Ardilla Pérez: El Lado Salvaje se inaugura en el patio de la casa de un
pibe de Banfield; los dos Morales, Mónica y Tornillo en la batería.
Jorge Morales: Yo me fui de Los Corrosivos para tocar en el Lado
Salvaje. Quería rock. Y quería tocar el bajo; yo soy bajista. Mónica
y Beto se fueron de Antihéroes. Y se armó la banda, más Tornillo
en la batería. Vi que empezó a funcionar, como la rockeabamos. Me
volví loco. Esto era lo que quería, una mezcla entre Creedence y
Velvet Underground. No quería más depresión y oscuridad.
Gustavo Kaiser: El primer Lado Salvaje fue increíble, country

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Santiago Parera - Diego Peralta

alternativo. La guitarra de Beto era impresionante, con su Telecaster,


limándome el cerebro. Los primeros que sonaron bien, acá en zona
sur, fueron los hermanos Morales. Tenían un sonido impresionante.
Jorge Morales: Eso fue gracias a mi hermano y a mí. Siempre me
gusto tener guitarras lindas y que suenen bien. Fui un afortunado
por tener acceso a todo. El equipo de bajo, el de guitarra, la consola
y las cajas eran míos. Ese aporte de tener buenos equipos marco una
diferencia.
Victor Raffo: Los Morales dejaron no solo sus respectivas bandas
anteriores, sino que también esa onda after punk, para hacer una
banda de rock californiano. En los Babasónicos hubo una gran
influencia. Esa onda “Tex mex”, la habían hecho los chicos acá en
el barrio; escuchen “Caballo Americano”. Otro ejemplo es Juana
La Loca, que se adjudican el sonido sónico. ¡Pero si es lo que hacía
Jorge Morales! Y estoy seguro que ellos lo vieron tocar (a Jorge).
Sonaban de puta madre, aparte tenían un baterista como Marcelo
Belen. Y genero mucha envidia. Yo veía mucha envidia hacia El Lado
Salvaje. Los criticaban, los tildaban de caretas, todo porque tocaban
súper bien, pero era típico de los festipunks. Por ejemplo, que toque
Cadáveres, con un violero que punteaba y le griten: “Careta, punk
careta” (risas).
Marcelo Belen: Ensayamos en el garaje de los Morales. Jorge era un
muy buen músico, devenido en jazz, y Beto era el más rockero.
Jorge Morales: Si Juana la Loca es una banda sónica, nosotros de
ninguna manera lo éramos. Estuvimos en veredas diferentes. El
cantante venía a la puerta de mi casa, a escuchar nuestros ensayos.
Particularmente, me alineo con Todos Tus Muertos, Antihéroes,
con la Cooperativa Punk.
Ramiro Gutiérrez: La primera formación del El Lado Salvaje estaba
muy buena. Para mí, era la banda de Buenos Aires, de mucha
convocatoria en el under, aparte estaban los dos Morales, Marcelo
Belen, que venían con training. Sino hubiera pasado lo de Mónica,
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La Misma Tierra

hubieran llegado lejos. Con Ardilla fueron otra banda, totalmente


distinta.
Alejandro Alaci: El primer grupo que tuve se llamó Las Vacas
Sagradas. Éramos fanáticos de un capítulo del Agente 86, que había
un grupo llamado Sacred Cows, que tocaban un tema buenísimo
“Kill, Kill, Kill”, era un villano que tenía este grupo y cuando sonaba
la música, que era A Go Go, los hipnotizaba a ella y al Agente 86
(risas). Fue algo que nos influencio muchísimo, como The Ventures,
la música de Batman, esa estética, otro tipo de psicodelia. Después
hicimos Los Pastrelos, con Fabio Rey (guitarrista de Los Brujos)
y Quique Illid (baterista de Los Brujos), y otra que nos llamamos
Calvario Porteño, con chicos de la escuela. Coincidió con nuestra
adolescencia, época que pego fuerte el dark con The Cure y The
Romantics y usábamos sobretodo. Apareció el punk y el hardcore,
y empezamos a investigar en eso, grabando casetes, porque esos
discos no se conseguían.
Walter “Mosca” Velázquez: La primera banda que arme fue a
los dieciséis, y se llamaba Héroe Kamps. Íbamos al Italpark, en
Recoleta y por el camino veía las pintadas en las paredes “Héroe
Ramón”, “Heroe Camps”; después, de grande, me di cuenta que
el chabón había sido flor de hijo de puta. En esa época las bandas
que iba a ver al Parakultural se llamaban Comando Suicida, Morgue
Judicial, Masacre Palestina, entonces dijimos tenemos que poner un
nombre re pulenta. Le pusimos Héroe Camps pero con K, tenía
una esvástica para molestar, no éramos nazis ni nada parecido.
Pero duramos un toque, habremos hecho seis o siete temas, pero
no llegamos a tocar en vivo. Lo único que hicimos fue tocar en el
techo de la casa del baterista, a la noche y los vecinos llamaron a la
policía. Ese fue nuestro único show (risas). Y por 1987 fui a ver Los
Casanovas, al jardín japonés que tocaban gratis y conocí a un batero,
que vivía cerca de casa. Yo ya conocía al papa (Alejandro Ainadjian),
que tocaba el bajo y buscamos violeros, cosa que nos costó una
bocha, porque los que había por acá no lo sacabas de Deep Purple o
Pink Floyd. Cuando me echan del colegio, empecé a ir a uno turno
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Santiago Parera - Diego Peralta

noche por el Abasto y tenía un compañero heavy metal que era


violero. Le mostré un casete con los temas y le copo. Así que vino a
tocar, y al toque conozco al indio (Alejandro Mirones), que era del
barrio y se vino a tocar también. Pero el heavy metal se hizo el lindo
y faltaba a los ensayos. Un día tocamos en Chacarita y aparece el
chabón bajando de un taxi, con su guitarra: “Vengo a tocar, loco”.
Le contesto: “Ah, mira Matías, está todo bien, pero te presento al
nuevo violero, el Indio. Te deje quinientos sobrecitos bajo la puerta
de tu casa, no venís a ensayar nunca y te apareces así. Ya fue”.
Gustavo Kaiser: Empecé a los ocho años a tocar la guitarra la criolla,
me gusto de chico, y a los doce tuve mi primera viola eléctrica. Llegue
al grindcore través de escuchar bandas de crustpunk como Electro
Hippies, que después fue Carcass. Yo no era heavy metal, para
nada, escuchaba Black Sabbath de parte de mi viejo y mi tío, pero
escuchaba grindcore solamente, y death metal hasta ahí nomás. Si
tenía un poco de melodía decía: “No, esto es muy comercial” (risas).
A Gastre lo armamos con Gaby Mora, que tocaba el bajo y cantaba,
y Emiliano Gómez que venía de Sentimiento Incontrolable, pero no
tenía ninguna idea de lo que era el metal y lo que queríamos hacer.
No había ninguna banda parecida, arrancamos en 1987. No existía
el grindcore, nos preguntaba: “¿Qué es eso?”, y les explicaba que era
una especia de metal mezclada con punk. Los heavies te miraban
mal: “Ustedes no saben tocar”, nos decían, y no, no sabemos (risas).
Los punks en ese sentido siempre fueron más abiertos. Mi primo me
trajo el disco “Scum” de Napalm Death, y no sabíamos cómo sacar
el ritmo de batería, como era el beat: “¿Cómo carajo hacemos?”
(Risas), hasta que Emiliano lo saco, con practica y con un bombo
en esa época. Así que cuando sacamos el primer blast beat, arranco
Gastre. El nombre de la banda salió porque Alfonsín quiso hacer
un negocio para traer basura nuclear e instalarla en un pueblo, que
se llama Gastre (Chubut). Después supimos que significaba, en
mapuche, donde nacen los caminos, pero no sabíamos. Eran letras
sobre problemas sociales y ecología.
Adrián Paoletti: Después de Religión, arme Copiloto Pilato. Antes en
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La Misma Tierra

esa época recuerdo una vez que me invitaron a tocar con Antihéroes
y los pibes de Religión no querían tocar. Así que arme Copiloto, y
en esa transición, Jorge y Beto arman El Lado Salvaje con Mónica,
que el primer baterista fue Tornillo, que después fue el bajista de
Copiloto Pilato.
Beto Morales: A Mónica (Vidal) la conocí en un show en el centro.
Tuvimos que armar el escenario. Voy a levantar un tablón y del otro
lado me ayuda alguien. Pensé que era un pibito. Y ahí pegamos onda.
Nos hicimos amigos. Fueron cinco años que marcaron mi vida.
Victor Raffo: La primera vez que la vi fue en el teatro Santa María.
Un show muy oscuro de Antihéroes y el Corte, había muy poca
gente, fines de 1986. No se lucia mucho ahí en Antihéroes, entre
tanto oscurantismo, a comparación del rock americano de El Lado
Salvaje, que apareció con minifalda de cuero, campera de jean, los
labios pintadas, los ojos delineados, y una actitud de “me los cojo a
todos”. Dije: “Wow, diosa frontman” (sic).
Gustavo Kaiser: Era impresionante. ¡Sabes lo que manejaba el
escenario esa piba! Terrible. Una loba. Súper sensual, sin ser linda.
Y se cantaba todo.
Victor Raffo: No era una gran cantante, pero tenía un gran carisma.
No la quiero juzgar como cantante porque no sé cómo hubiera
evolucionado.
Marcelo Wygachiewicz: ¿La primera vez que la escuchamos cantar?
Era muy mala. No era la que cantaba después en el Lado Salvaje,
con el tiempo fue mejorando. Pero la imagen que tenía balanceaba la
cosa. Imagínate una piba con todos los pelos parados, que aparentaba
ser de veintitrés años, pero tenía Diecisiete.
Beto Morales: Tornillo toco un tiempo, hasta que un día fuimos
al estudio El Cielito a grabar un demo y toco Pablo Essau de Los
Pillos. ¡Para que!. Volamos. Ahí nos dimos cuenta que necesitábamos
un buen baterista. Así que le dijimos a Tornillo que teníamos que

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Santiago Parera - Diego Peralta

buscar otro batero y nos dice: “ustedes son unos caretas, hijos de
puta.” (Risas). Nos dijo de todo, pero seguimos siendo amigos.
Jorge Morales: Así fue la historia. En ese entonces, Tornillo era el
joven desaforado, fue perfecto en la historia del grupo. Pero en un
momento nos vimos en la necesidad de poner un verdadero baterista
y ahí hubo un proceso de cambios en el medio.
Marcelo Belen: En 1985, estando en la puerta de mi casa, pasaban
unos vecinos nuevos que eran los Morales, con su perro y fumando
faso, y a la tercera vez que los vi pasar, los saludo: “Chau” (risas),
a ver qué onda, hasta que me dijeron: “¿Queres venir?”. Así que
empezamos a pasear el perro (risas), y así nos conocimos.
Beto Morales: Y nos quedamos debajo de un árbol a fumar uno, y
le dijimos: “¿No queres tocar con nosotros?”, nos contesta: “Si, por
que no. Yo toco cualquier cosa”. Nosotros sabíamos que Marcelo
era bueno, era del barrio, y pertenecía al bando de los que sabían
tocar. Mi hermano estuvo en ese bando, pero se pasó al otro, los que
no sabían y hacían bardo (risas), como yo, que sigo siendo un tira
piedra. Yo subo al escenario y hago eso, al que le pega en la cabeza
no se olvida más (risas).
Jorge Morales: Era nuestro vecino. Marcelo ya había tocado una
noche en Los Corrosivos en el Parakultural. Fue una cosa fabulosa.
La tengo en mi memoria como uno de los mejores recitales de Los
Corrosivos. Marcelo participo mucho de la composición, hay temas
y letras que son de él.
Marcelo Belen: Yo ya era un buen baterista y músico, y mis amigos
me decían: “¡Que haces con estos! ¿Estás loco?”. Fue una sensación,
un sentimiento y me siento feliz porque así hice mi carrera musical.
Siempre seguí mis instintos, si algo no me cabe, chau. Cuando entre
a la banda estaba en un momento de mi vida que quería tocar.
Mónica estaba re contenta cuando entre, viste que el baterista es
una pieza difícil.

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La Misma Tierra

Beto morales: El primer show con Marcelo en 1988, fue en el


Medio Mundo Varieté. Ese día exploto de gente, y ya se empezó a
correr la bola como sonábamos. Teníamos una buena base de bajo y
batería, yo podía tirar la guitarra, romperla o dejar de tocar y seguía
sonando, y encima la presencia de Mónica. Hubo un show que fue
la despedida de Los Pillos, que fue muy triste. Fueron a tocar sin
ensayar e igual la rompieron, pero me acuerdo que (Adrián) Yanzon
(cantante de Los Pillos) en un reportaje nos dio con un caño: “Nos
separamos con un grupo horrible, El Lado Salvaje” (risas). Yo lo
entiendo. Ese día se estaban separando, como no la vas a pasar mal,
ellos habían apostado mucho por los Pillos. Igual todo bien, somos
re amigos. Lo encontré en la Feria Punk, me decían: “Esta Yanzon
¿lo vas cagar a palos? Mira que los mato, en Clarín, a El Lado Salvaje”
(risas); cuando lo veo a Yanzon: “¡A vos te estoy buscando!” (Risas).
A partir de ahí fue un en recital todos los meses en el Parakultural,
y en todos lados, siempre under hasta 1989, que explotamos como
banda.
Marcelo Belen: El Lado Salvaje estaba con todo hasta ese momento,
creo que el último show con Mónica habíamos metido quinientas
personas en el Parakultural, un grupo muy en ascenso. Nos ayudaban
amigos nuestros; venia “Tato”, que era un pibe de Calzada con el
flete, pero era un caos absoluto, lo que pasaba que éramos buenos
músicos. Esa era la diferencia contra la desorganización de todo el
mundo, porque cuando nos subíamos al escenario, listo.
Victor Raffo: Me acuerdo de un periodista español que vino a un
show de El Lado Salvaje y les dijo: “Ustedes en Europa, hacen
destrozos”, y les había alquilado una sala de ensayo en Capital,
pero para una banda de acá ir a hasta allá era una embole, si ellos
ensayaban en la casa de los Morales, en el tanque.
Beto Morales: Fuimos a grabar el demo a la fábrica del padre de Pablo
Essau. Lo grabamos en su porta estudio de cuatro canales, ahí en la
oficina, tocado sin platillos, porque nos habían robado las cosas en
La Carpintería de Temperley, por culpa de (Adrián) Paoletti, porque

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Santiago Parera - Diego Peralta

se encargaba del flete que era del Pato Salmerón, y esa camioneta
andaba bien día por medio, y cuando tuvo que ir a buscar las cosas
no la pudo hacer arrancar. Fue en semana santa y quedaron las cosas
ahí, sábado, domingo, lunes y martes, cuando fuimos el miércoles, ya
no quedaba nada. Nos robaron un Yamaha Twin Reverb, el equipo
de bajo, toda la batería de Marcelo, la consola, los micrófonos, las
luces, quedaron solamente los bafles grandes. Y al dueño del lugar
de La Carpintería, que fue el que nos robó, le propusimos tocar
los domingos, y se nos reía en la cara: “¿En serio quieren tocar un
domingo?”. Cuando vio que empezamos a llevar gente, ya nos sacó
la exclusividad, metió a Juana la Loca, a Los Brujos, y nos cago la idea
de tocar los domingos también (risas). Años después, un borracho
de Temperley me dijo: “Yo les robaba las cosas, el dueño me decía
si me robaba tal cosa, me daba tragos toda la noche” (risas)”, fue
al que le entregaron la llave. El último recital con Mónica fue en la
Biblioteca de Temperley, con Skabu Zimbel.
Jorge Morales: Todo venia en forma creciente, teníamos nuestro
público. Yo recuerdo que llegara el viernes para ir a tocar. Lugares
alucinantes. Otra alianza esencial, fue con Harry, Amor Indio o Mal
Recetado. Y también tuvimos un despegue con nuestra música.
Habíamos compuesto muchísimas cosas en ese entonces, una época
muy prolífica. Principalmente se improvisaba sobre ideas de Beto o
mías, las cuales se grababan. Mónica se llevaba la idea y volvía con
una letra. Después se pulían hasta convertirlas en canciones. Así se
hicieron los primeros demos de El Lado Salvaje.
Marcelo Belen: Éramos muy ingenuos, pero mostrábamos un perfil
increíble, que formábamos los cuatro, cortábamos muchas entradas
y nos iba muy bien. Íbamos a grabar un disco porque tuvimos
propuestas discográficas muy interesantes.

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La Misma Tierra

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Santiago Parera - Diego Peralta

¡Uy, tocan. Vamos a


hacer quilombo!

Gustavo Kaiser: El primer show de Gastre fue en el club Colon,


en Temperley, con Los Gallos Rojos, una banda de blues grosísima,
el primer Lado Salvaje y otras bandas que no recuerdo. Cerramos
nosotros y la gente que nos vino a ver, rompió todo el club. Y
nosotros, en vez de ponernos de la nuca, le dimos la manija para
que sigan agitando (risas). Me acuerdo que dejamos media batería y
otras cosas para cubrir los daños, que después pudimos recuperar
porque habíamos sacado guita de ese show. Después nos pasó en
Arlequines y en otros antros, y terminamos tocando más en Capital
Federal, que en zona sur, y eso que éramos de Temperley. Así fue el
arranque de Gastre (risas).
Lou Carrera: La famosa del club Colon que tocamos Los Apáticos,
con Acido Camboyano, El Ojo Vicioso, Gastre, Los Gallos Rojos,
y El Lado Salvaje. Un loco entro agitando al lugar con un cartel de
“Prohibido estacionar”, que había arrancado de la calle, con palo y
todo, y con eso trababa los ventiladores de techo (risas).
Pablo Zabaleta (Bajista de Mutantia; solista): Gastre, en cada recital
rompían todo. En Gimnasia y Esgrima de Lomas de Zamora,
destruyeron todo el gimnasio. Tuvo que ir la madre del Káiser a
pagar todo (risas).
Gustavo Kaiser: El primer que hicimos tema fue “Muerto en vida”,
está grabado en el primer demo “Liberación”, que salió a fines
de 1988. Lo grabamos en Marabunta, de Bernal, que era un lujo
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La Misma Tierra

grabar ahí. Ese estudio me lo recomienda Jorgito (Morales) de Los


Corrosivos. Lo grabamos en 8 canales, en vivo. El equipo de viola
estaba dentro de una chimenea, después se grabaron las voces y los
solos de viola. Al principio tocábamos sin bajo, spliteaba un equipo
de bajo, con una de guitarra y salía así, hasta los solos salían graves
(risas). Siempre pensábamos en algo artístico, no nos dejábamos
sacar fotos, no nos dejábamos filmar, no podíamos dar notas; yo
tuve muchos problemas con los chicos porque una vez di una nota,
y se me pudrió todo, eso era comercial. Éramos proto anarquistas.
Habíamos comprado toda esa historia de Electro Hippies, vivíamos
en comunidad en Temperley, en una casa. Yo laburaba pero
los otros larveaban de los padres. Era una parte de una fábrica
abandonada del abuelo de Calabria, un amigo nuestro, que llego
a cantar una vez en Gastre, en el último show, porque Gaby ya no
estaba más. La historia en Gastre era tan extrema que nos volvimos
cerrados. Después grabamos otro demo en 1989, que nos haría más
conocidos, lo pudimos editar e hicimos una tirada de cien casetes,
que no duraron nada. Se llamo “Profecía del despertar”. Eran ocho
temas más una introducción.
Lou Carrera: En 1988, con Los Apáticos hicimos una fecha con
Acido Camboyano y Puñalada Correntina en el Tablado de Lomas
de Zamora, un teatro tipo Las Nobles Bestias de Temperley, y
estuvimos haciendo más fechas. A nivel información no había
nada, ni videos. Me acuerdo de haber tirado un pilón de revistas
que compraba por una fotito de 8x8 que salía de los Sex Pistols
o de los Ramones. También vi una banda muy buena, Zona Roja,
que eran de Lomas de Zamora. Les falto de dar ese salto, estaban
cabeza a cabeza con Todos Tus Muertos y tenía su sequito de zona
sur que los iban a ver, o Skabu Zimbel, que era una banda de two
tones, paralelo a lo que hacía Madness, bastante contemporáneo.
Jugábamos a ver quién era más Sid Vicius, no había cresta en esa
época, pelos parados, campera de cuero y cinturón con cadenas.
Ramiro Gutiérrez: El punk medio me pasó por el costado, si como
ideología pero la música…, igual los noventas es como que nos abre
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Santiago Parera - Diego Peralta

más la mente a todos.


Victor Raffo: Para mí el punk fue un sentimiento, no fue una
ideología. Me pasaba algo contradictorio, porque canalizaba por
esa música pero por otro lado iba la UBA al ciclo básico de no
sé qué, porque mi familia quería que yo vaya a la universidad y yo
iba, ¿entendes?, pero aprovechaba en que en el ámbito de Sociales
había cosas interesantes. Vi la movida de la transición de la dictadura
a la democracia, todo el quilombo cultural y artístico que trajo,
pero lo más interesantes estuvo en los sótanos de San Telmo como
el Parakultural, Cemento. Fue una época especial, porque me
exprimía el cerebro leyendo a Habermas o Lipovestky, después me
iba a Cemento, que no podía hablarlo con nadie de Sociología y la
actualidad argentina. Era un contraste tremendo.
Walter Lema: Después de 1988 pare un poco de ir a Capital porque
tuve un problemita con la ley y no podía ir mucho. Había ido el
asistente social a mi casa y como que no me convenía, mi vieja me
decía: “Si vas, perdes”. Era pendejo e inquieto, pero me guarde un
“tiempito”. Ahí sali a armar mi banda, que fue la primera que tuve
en zona sur, Condenados, que tocaba Ray (Fajardo) la batería, Matu
(Naso, guitarrista de Placer) la guitarra, yo el bajo, y cantaba Julián
Della Paolera (guitarrista y cantante de OK Pirámides), que son
personas que siguen tocando. Era la tipica banda que se armaba
de la escuela, Julián trajo a Matu pero nos conocimos en la sala los
cuatro. Ya tenía Algunos temas y sabía que apuntábamos al punk
rock. Ray era más metalero pero igual estaba bueno; él y Matu eran
los únicos dos que sabían tocar, yo me la rebuscaba con el bajo y
Julián era la primera vez que cantaba, que para lo que hacíamos era
mejor que no sepa cantar. Por mi anterior banda ya tenía experiencia
en como armar temas, etc. Me acuerdo que una vez tocábamos en La
Carpintería, en Temperley, y el chabón nos dijo:” Sí, pero esto tiene
que ser a la tarde”, porque todos teníamos dieciséis años, éramos
muy chicos, y no quería hacer el show a la noche con pendejos, sería
un quilombo. Fue una fecha q hicimos con Distorsión, Serenos de
tu Tumba y Condenados. Lo tuvimos que hacer un sábado a la tarde
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La Misma Tierra

y como todos íbamos a la secundaria, el lugar exploto de gente,


fueron todos mis compañeros y los de las tres o cuatro bandas, y
a todos les gustaba, onda: “¡Uy, tocan .Vamos a hacer quilombo!”
(Risas). No pasaba nada, tenías el boliche o ir a Capital a ver bandas,
si había algo por acá era de milagro.
Ardilla Pérez: Nací en Parque Patricios y me viene a los seis años
a vivir a Burzaco, justo en la famosa tormenta de 1978. Le robe
el casete, a mi hermano mayor, “Nevermind the Bollocks” de Sex
Pistols. Me fui al garaje y cuando lo escuche dije: “Esto es algo
increíble”. Chau Sumo, Los Violadores, que eran las bandas que
había escuchado. Pero lo que realmente me inicia a mí, fue escuchar
a Antihéroes, Los Corrosivos o El Lado Salvaje, con Mónica
Vidal. Armamos los Serenos de Tu Tumba en la habitación de un
amigo, muy precariamente, es más, yo tocaba la guitarra con una
sola cuerda como si fuera un bajo, y el baterista tocaba sin bombo.
Con esa formación hicimos una fecha en Status, de Adrogue por
1985/86, y el cantante de ese entonces uso un teléfono de Entel
como micrófono (risas), estaba adelantado a la época.
Pablo “Pirulo” Guerrisi (Propietario de Rastrillo Records): Lo
primero que recuerdo, como icono, fue el recital de los Serenos de
Tu Tumba, en Francisco V de Burzaco. Era Ardi con un line up raro;
estaba Leo Pagliarino, Gabriel Sbatella y Luli Mcgoal, que ninguno
de estos tres tocaron más. Re punks. Año 1986, creo. Estaba lleno
de gente, Ñoqui (Walter Lema) y muchísimos músicos de la zona.
Ese fue el primer contacto con la escena de acá. Somos cuatro
hermanos, que éramos un terremoto, y un día mi vieja compro un
Winco y pinto un disco de Kiss, después uno Queen y The Beatles,
eso es lo primero que me acuerdo de mi infancia. Imitábamos a
Freddie Mercury, tocábamos la guitarra, después empecé a escuchar
la radio y grababa temas, Ariel Roth, Los Abuelos de la Nada, Los
Twist y Los Violadores, que fue otro shock. Y ahí empezó una
carrera de descubrir bandas, una mejor que la otra, Dead Kennedys,
Black Flag.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Ardilla Pérez: La movida del post punk aca en Buraco era casi nada,
de hecho nosotros no veníamos de la corriente muy Ramones sino
éramos más de Joy División. Igual estábamos en el resurgimiento
de la movida punk de la zona que en capital ya estaba a full. Fui a
Cemento con dieciséis años y me voló la peluca, toda la situación,
era muy reaccionario a las estructuras de la época, recién se había
ido el gobierno de facto. Después un amigo que vino de Australia,
trajo todo esa onda new wave de la época y armamos una banda
llamada New Huevos (risas), que fue la primer banda con temas
armados, todos lookeados con camisa y corbatita que llegamos a
tocar un show también en Adrogue.
Daniel García: Una vez en Cemento teníamos una fecha nuestra,
era 1987 y nos jugábamos la vida. Y dos días antes lo dejaron libre
a Fernán, y tuvimos un solo ensayo (risas). Pero estuvimos con el
culo en la mano, porque no sabíamos que hacer o quien iba a tocar
la batería. Era nuestro primer Cemento y fueron mil doscientas
personas. No lo podíamos creer. Y había otro problema, que era
Mongo; no aparecía o venia ensayar, y el día de show no venía.
Un día tocamos en Santa Fe y Pueyrredón, veníamos ensayando
como trio más Chiflo y el día del show aparece Mongo con la novia
para ver el show. Y Fernán le dice: “¿Queres cantar? “, y Mongo le
contesta: “Bueno, dale” (risas). Todo era así en Alerta Roja. Una
vez hubo un festival que empezó a las 21 hs y terminamos tocando
últimos a las 6 de la mañana. Ese día toco la guitarra Chiflo porque
Ucci me había dicho: “Si a mí, no me pagan para tomar un Whisky
y comprar unas baterías para los pedales, no voy”. Así que no vino.
Con la guita que Chaban nos pagó ese día, nos fuimos a desayunar y
les dije: “Muchachos, no toco más. Basta”. Un día Ucci me pregunto
qué pasaba con Alerta Roja: “Nos separamos, no tocamos más, ¿Por
qué?”, y me dice: “Porque tengo amigos en la CIA y me cuentan que
ustedes se están reuniendo para grabar un disco”. Sergio Ucci es un
genio. Muchas de las cosas que aprendí de guitarra y efectos, de
grabar capas, fueron por él. Alerta roja fue su único proyecto serio,
porque con las otras bandas siempre estuvo de invitado. Todos se

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La Misma Tierra

llenaban la boca hablando: “¿Buda?, si un genio, etc.”, pero nadie lo


quería para tocar. El ganaba enemigos en vez de amigos. La verdad
una pena.
Adrián “Maguila” Vázquez: Cuando quebró el club Temperley
hicimos un show buenísimo. El club había perdido la personería
jurídica. Ese día tocamos con Mutantia, Los Brujos, Pepe Albano
y el reviente, y Los Macarras. Ese momento de Acido Camboyano
fue buenísimo.
Alejandro Alaci: Los Macarras lo armamos con Fabio Rey, junto a
otra banda que se llamaba Salto al Vacío, que tocaba Ricky Rúa la
batería, el bajo Gabo Manelli y Gabriel Guerrisi (guitarrista de Los
Brujos). Ellos hacían dark y eran muy buenos músicos, pero nunca
habían tocado en vivo. Años ensayando, pero no les gustaba tocar
en vivo. Nos prestaban la sala en el fondo de la casa de Ricky, y los
veíamos ensayar. Eran buenísimos, tenían un sonido muy particular,
con esos ritmos entrevesados, muy Siouxie.
Pablo “Pirulo” Guerrisi: En 1988 me cruzo en Brasil con Fabio
Pastrello, guitarrista de Los Brujos, que es primo mío. Empezamos
a hablar de música y resulta que escuchábamos lo mismo. Y me
dice yo toco en Los Macarras y Gabriel (Guerrisi) tocaba en Salto
al Vacío, que era más onda The Cure. Vi a Los Macarras con los
Decadentes, en Temperley, y fue shock total, impresionante, se me
salía la cabeza para afuera (sic). Me acuerdo de Ale (Alaci) bailando
como Jim Morrison. Después hablando con él, me dijo que nunca
había visto el video de “Wild Child” (The Doors), que si yo vi.
Tocaban como los Bad Brains o los Dead Kennedys, hardcore supe
preciso, recontra furioso, era increíble. Son esas cosas que te quedan
grabadas de todo esto.
Alejandro Alaci: Los Macarras eran terribles, los pibes tocaban re
bien. Nuestras dos principales influencias eran Bad Brains y la ironía
de La Polla Records. Había empezado a trabajar en la SIGEN, y
ellos ensayaban en la sala de Espinoza; yo iba, cantaba dos temas y
me rajaba a tomar el tren para ir a laburar.
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Santiago Parera - Diego Peralta

Adrián “Maguila” Vázquez: Fue una de mis bandas favoritas. Ale era
el payador del hardcore, improvisaba todo el tiempo (risas).
Alejandro Alaci: Yo nunca tenía letras, improvisaba todo el tiempo, y
en un momento pinto una grabación. Fuimos al estudio Marabunta
a grabar seis temas, y ellos no sabían qué iba a cantar, estaban en
el control diciendo: “Que va a hacer este” (risas), había como una
incógnita (risas). Me lleve las letras armadas e hice una performance
buenísima. Los pibes no lo podían creer (risas). Ese demo quedo
muy bueno, incluso hubo charlas con Radio Trípoli para editarlo,
pero quedo en la nada.

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La Misma Tierra

“Años, años, vagando por


América, despertando en un
lugar distinto”

Victor Raffo: Pegue muy buena onda con ella (Mónica Vidal) por
1988 /89, no así con Pablo (Essau), que era el novio. Y en esa época,
El lado Salvaje estaba en un muy buen momento. Tocaban mucho
con Harry, que era un trio que estaba Gigio González, Martin Aloe
y Pablo Essau, tocaban muy bien, muy pulcros. Me entero que
dicen:”Che, Pablo y Mónica se van a ir de vacaciones a remontar el
Amazonas”.
Marcelo Belen: En Villa Gesell hicimos una gira Harry, Los
Decadentes y El Lado Salvaje. Se llenaban los lugares. Una gira muy
divertida, a doce cuadras de la playa, éramos veinte llevando cosas,
uno un parlante, otro un fierro de la bata, y así.
Leo Ramella: Siempre estuvo esa idea de ir al Amazonas. No sé
porque. Un amigo de Calzada, Roberto, una persona espiritual,
conoció a gente de la ayahuasca, y se fue a vivir a allá, a un pueblo
llamado Amapia. Y es un hacedor de ayahuasca.
Marcelo Wygachiewicz: Me llamo antes de irse, que se iba al
Amazonas a vivir con los indios y que no volvía más. Lo mismo le
dijo a Eddie. En ese entonces, como que no le di bola: “Esta bien…
anda…”. Me llamo para despedirse.
Beto Morales: Y entonces Pablo y Mónica se van de viaje, pero no
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Santiago Parera - Diego Peralta

vuelven nunca más. Y esperamos, hasta que Masacre Palestina nos


invitan a tocar. No podíamos rechazar esa fecha.
Victor Raffo: Yo organice una fecha en Parakultural e invite a
bandas amigas, entre ellas, El Lado Salvaje, para el jueves santo de
1990, y ellos me dicen: “Si, dale, para esa fecha Mónica seguro habrá
vuelto”. Se acercaba la fecha y Mónica no aparecía. Hubo antes otra
fecha en el Arlequines, y ellos estaban como: “¿Qué hacemos? Ok,
empezamos a ensayar como trio”, hasta que llegó la fecha del show y
tocaron en ese formato, con Jorge cantando. De Mónica, ni noticias.
Beto Morales: Ese fue nuestro debut sin Monica. Iris toco el bajo
ese día, estaba embarazada. Se armó un pogo mal, empezaron las
trompadas, y en un momento Iris se puso pálida: “Ay, él bebe se está
moviendo mucho”. ¿Y qué hacemos?...Bueno, tocamos un tema
lento, más tranca (risas). Los que se estaban peleando, que eran los
skinheads, empezaron a bailar como indios (risas), fue muy loco. El
último contacto que tuvimos, fue en el cumpleaños de mi hermano,
llamaron de Jujuy, y después nunca más.
Jorge Morales: Yo nunca me hubiese imaginado que iba a pasar
esto. En ese verano todos nos fuimos de vacaciones y nos agarró
de improvisto. Recuerdo la última vez que hable por teléfono con
Mónica, que fue para mi cumpleaños. Me llamo desde Jujuy o Salta.
Me conto que se iban a tomar un avión para el lado de Bolivia y
hacer ese viaje por el Amazonas.
Victor Raffo: El 30 de diciembre de 1989, Jorge Morales estaba
cumpliendo años y lo festejo en la casa de Marcelo Belen. Yo me
fui 12.15 AM, y la situación ya se estaba yendo de las manos (risas),
estaban bardeando dentro de la casa. Hubo uno que se subió a una
obra en construcción que estaba al lado de la casa, se cayó de un
techo a dos aguas y se quebró en tobillo, mataron al perro de la
madre de Marcelo, cuando el auto daba marcha atrás, para llevar a
este pibe al hospital (risas). Bueno, la cuestión que, esa noche llaman
por teléfono Mónica y Pablo para saludar a Jorge. Estaban en Salta, y
no sé qué problema tenían para cruzar la frontera, y esa fue la última
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La Misma Tierra

vez que se supo de ellos. Recién llegaron las noticias a mediados de


abril, que estaban desparecidos en Bolivia, porque habían tomado
un taxi aéreo y, a esa avioneta, le habían perdido el rastro en una
zona amazónica- boliviana de indígenas pacíficos pero dominados
por el narcotráfico.
Beto Morales: Cuando trabaja en la distribuidora, tenía un
compañero que era boliviano, y dos años después que paso eso, les
comente: “Tengo unos amigos que desaparecieron por Santa Ana,
Trinidad..”, y uno de ellos, me miro diciendo: “¡Pero como se van
a perder por ahí!. Toda mi vida anduve por esa zona, no se puede
perder nadie, lo conozco de punta a punta; si queres venis conmigo
y vamos a buscarlos, seguro que los encontramos”. Y ahí me dio
miedo. ¿Dónde se habrán metido estos? ¿Qué paso? ¿Habrá sido en
Beni? Fue justo en la frontera, del lado de Bolivia.
Elías Ziede: La primera vez que la conocí, se vino con un bombo de
batería, desde San Isidro a Valentín Alsina. Era una piba que tenía
mucha fuerza, mucha garra, muy punk y cantaba muy bien.
Marcelo Wygachiewicz: Se venía para Valentín Alsina desde zona
norte a ensayar, en el colectivo 15. Una vez el pibe que nos prestaba
la batería, se la había llevado y nos quedamos sin bata, y ella nos
avisa que había conseguido una, pero que había que traerla, y la
verdad nos daba paja ir hasta allá, traerla. Y ella se la trajo igual
(risas), en el colectivo, toda completa, con platos y todo. Nos llamó
desde la terminal, que estaba en la bajada de Puente Alsina, para que
vayamos a buscarla. Esas cosas se hacían, como que: “Bueno, hay
que hacerlo, vamos se hace…”.
Beto Morales: Mónica tenía una sensibilidad muy especial como
artista. Mi hermano y yo compartíamos componiendo y ella
poniéndole letra y al poco tiempo que empezamos a tocar con
ella, teníamos un montón de temas. Nos guiaba siempre y pasaba
algo malo cuando nos guiaba: “Vamos por acá”, y se quedaba la
camioneta atascada (risas), o se caía uno al rio, cosas así pasaban con
Mónica. Una gran amiga, buena compañera y la extraño muchísimo,
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Santiago Parera - Diego Peralta

hasta el día de hoy. No hay día que no la recuerde, a ella, y a Pablo


también. La conocía de muy chica, hable con ella por primera vez
en 1985, y yo sabía que era una pendeja bardo, borracha, que hacia
quilombo. Una vez, en un recital de Los Violadores, Piltrafa le
rompió la cabeza a Mónica de un sillazo. Se armó un quilombo,
cobraron esa noche, y ella fue a parar al hospital.
Marcelo Wygachiewicz: Era una persona muy grosa. Un día de
febrero, pleno carnaval, la estábamos esperando en la sala y los
pendejos la cagaron bañando con bombitas de agua. Y Mónica los
entro a correr, hasta agarro a uno de los pibes, lo tiro al suelo y le
pego una pataba en la cabeza. No había que meterse con ella, te
fajaba en serio.
Victor Raffo: Los Essau eran gente de mucha guita. Mónica y
Pablo vivian en un edificio sobre Av. Libertador, donde estaba el
Stud Free Pub, y cuando les llego la noticia, el padre se empezó a
mover porque tenía contactos. Allá en Bolivia la noticia fue tapa de
los diarios: “Desapareció un avión en la selva (…) viajaban Mónica
Vidal, argentina, DNI, etc., Pablo Essau, argentino, DNI, etc. (…)”.
¿Por qué la noticia no llego acá? ¿Por qué la cancillería boliviana no
le aviso a la cancillería argentina? Ahí paso algo raro. El ministro de
Relaciones Exteriores le ofreció al padre de Pablo la cooperación en
todo. Este último se fue a Bolivia, alquilo aviones, sobrevoló la zona,
pregunto, todo y no encontró nada. Cuando volvió, las autoridades
argentinas les habrían dicho, a la familia de Essau, que el avión
despego con un piloto inexperto y, cuando encaro a un frente de
tormenta, se desvió de la ruta comercial, y el ejército boliviano lo
tomo por un avión narco, lo bajaron cañonazos, entonces cayo en
la selva y nunca más se supo del aparato. Eso es todo lo que se
sabe. Nunca más se supo nada de ellos. Yo me acuerdo que hasta
hicieron una colecta para ir a ver una vidente. Y no falto el que dijo:
“Pero si me la cruce a Mónica la semana pasada en Pueyrredón y Las
Heras”. Desapareció muy joven, tendría 20 años. Fue una perdida
lamentable. Los que la conocimos lo sentimos muchísimo.

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La Misma Tierra

Beto Morales: Pusimos médiums, videntes. Hasta a mí me pasaron


cosas. Yo estaba de novio con la que ahora es mi ex señora, que
vivía en Longchamps. Una noche venia caminando desde Berlín y
Av. Espora, y estaba muy mamado, cansado. Me tiro a dormir en
el pasto a la altura de lo que hoy es el cementerio Gloriam. Estaba
casi amaneciendo, y me quede completamente dormido. Escucho
ruidos. Levanto la vista y veo un micro, con un tío mío que estaba
muerto, acomodando la escalera, y a Mónica, que viene y me dice:
“Ay, Beto. Estuve en “sbrila” (sic). No sabes que feo que es ese lugar,
que mal que la pasamos…”. Y me despierto de golpe. Me quedo ese
nombre “sbrila”. Meses después me di cuenta que “sbrila” era Brasil.
¡Brasil!. Me quiso decir que estaban ahí. Me mandó un mensaje
inconscientemente. Y me paso lo mismo una segunda vez, en el
mismo lugar, pero en el sueño aparece Pablo: “Beto, no busques
más. No hagas más nada, no nos mires más”. Y le hice caso. Nunca
más me acosté en ese lugar (risas). Cada vez que paso por ahí, voy
por la vereda de enfrente.
Marcelo Wygachiewicz: Me lo cuenta Beto en Cemento. Me cayó
para el orto. Me parece como descolocante que todavía no se sepa
nada, si se murió o si está ahí. Los nombres de los otros tripulantes
nunca se dieron a conocer tampoco. Parece que cruzaron una zona
que en esa época estaba manejada por el narcotráfico y ellos estaban
ahí, imagínate una piba con los pelos parados…son todas preguntas
sin respuesta. Se subieron en un día de tormenta, parece.
Marcelo Belen: Mónica era súper especial, un pequeño Robert
Smith, muy avanzada, con otra cultura. Se parece más a los pibes
de ahora, muy interesada en leer, en saber, en conocer poetas. Yo
conocí a Aldous Huxley por ella, estaba inclinada a ese tipo de cosas
cuando escribía. Era muy loco estar en esa secuencia que ella traía.
Ya era parte de la escena, era muy conocida.
Beto Morales: Quedamos muy marcados todos, fue muy grosa. En
aquel entonces, yo sentía que había tres cantantes diferentes a los
demás, por presencia, magnetismo, todo: Vicentico, Fidel y Mónica.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Hubo un festival en el Tablado de Temperley, con Puñalada, Acido,


Cadáveres Paralelos y nosotros. Llega Mónica, vestida de negro, y
entramos al lugar. La gente se abría para dejarla pasar (risas). La
imagen de ella marco mucho acá en la zona sur, en aquellos años.
Ahora se olvidaron todos, parece.
Ardilla Pérez: “Ella le dijo”, es una canción que está diciendo:
“Me va a pasar esto y desaparezco”. Esa letra es toda una
premonición:”Cansada de la indiferencia urbana, en una noche de
misterio, ella les dijo, ¿Saben que hay un lugar?, donde el mar y el
sol nunca se detienen/donde el tiempo y el dinero, no existen/ella
les dijo, vamos ahora, saltando/de gran altura/ya se van…”. Me
acuerdo y me agarra piel de gallina. Para mi dijo: “Nos tiramos acá,
ya fue”. Fue raro que nunca encontraron los cuerpos.
Marcelo Belen: Ahí quedamos varados. Tocamos un tiempo en sala
y después de un año salimos a tocar pero el grupo no estábamos
bien, se había desmembrado. Mónica era una parte importante.
Beto Morales: Quedamos como trio, eramos terribles, a grito pelado.
En una época hicimos un par de shows con Los Brujos, y en el
público se cagaban a palos mientras tocabamos. Después tocaban
ellos y todos bailando. ¿Por qué era así? Ni idea. Nuestra música era
violenta, pero tampoco para tanto, así que decidimos hacerle la cruz
a Los Brujos (risas).
Ramiro Gutiérrez: Estaba bueno, cantaban los tres, cambiaron el
sonido, medio Pixies pero más salvaje. Pero era lógico, estaban con
bronca. Ellos, con Copiloto, fueron los primeros compañeros de
shows.

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La Misma Tierra

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Santiago Parera - Diego Peralta

Mi vestido floreado

Alejandro Alaci: La idea era hacer algo más “sixties”, A Go Go,


un poco joder y estar a contramano de lo que estaba pasando.
Estaba esa mano dark de fines de los ochentas por la depresión
de la guita y la época de hiperinflación del gobierno de Alfonsín.
Nos juntamos en la casa de Gabriel, que tenía un par de temas, y
decidimos probarlos. Y el grupo se armó así: “Hay dos bateristas,
¿Qué hacemos?...bueno, Quique que toque, y vos cantas”. A Ricky
también le gustaba cantar, por eso quedamos dos cantantes. Así
que éramos los dos guitarristas, más Gabo (Manelli) en el bajo e
invitamos a una amiga, Gabriela, que le pusimos Morticia Flowers.
Ese ensayo fue un delirio, con vestidos floreados y unas ropas de
feria americana que usamos, una joda, jugar un poco con toda esa
parodia del rock. Pero estuvo buenísimo, la pasamos muy bien.
Teníamos un compañero de escuela del Pallotti llamado Tito, que
vio esto y dijo: “Tenemos que hacer un show”. Así que Tito nos
consigue un primer show en La Carpintería de Temperley. Fue en
octubre de 1987. Era un lugar que estaba abriendo, estaba lleno de
gente, de amigos nuestros y otros músicos. Tocamos algunos temas
de The Who, “Mi papi no me quiere”, “Embolarium”, “Mi vestido
floreado” y otros que ni aparecieron el primer disco. Éramos una
cosa compleja, porque era punk, era hardcore, con una estética de
los sesentas, A Go Go, y con un despliegue muy físico, al choque,
donde jugaba mucho el azar. Antes de que tocáramos ese día, hubo
una obra de teatro y había un ataúd, me metí ahí, y salimos al show
con los chicos llevándome. Impactar y chocar era la palabra. Así

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La Misma Tierra

nacieron Los Brujos. Fue un chiste que se transformó en algo serio.


Mariano Belgrano: Eran unas fiestas monumentales, que duraban
hasta el otro día. Eran rabiosos en el escenario, ni hablar de la
estética.
Alejandro Alaci: El segundo show fue en el salón de actos del Santa
Inés, con Morticia cantando. Ella era la voz principal y nosotros los
coros. A su vez, nosotros estábamos con Los Macarras y ellos con
Laverni, que eran nuestros grupos en serio, que pensábamos que
nos iba a ir bien; en cambio Los Brujos era una salida, una joda.
Ray Fajardo (baterista de Serenos de tu Tumba/Distorsión/
Chiquero/El Otro yo/Jauría): Hay una instancia donde los niños
están con el tema percusivo y esa cuestión me pasó a los cuatro años.
Se empezó a extender, seguía tocando cacerolas, baldes, haciéndome
los palillos con ramas de una higuera que había en casa, porque
las agujas de tejer se doblaban al toque (risas). En casa, mi abuelo
escuchaba mucha música clásica, tenía cantidad de discos, pero no
había tocadiscos. Mi padre era médico y mi madre profesora de
historia, no era un ambiente de estimulación artística, si bien se lo
valoraba mucho, no era algo accesible a nosotros. Así que empecé
a revisar esos discos pensando que eran libros, pero adentro había
unas cosas redondas y pregunte que eran. Más tarde me di cuenta
que se rompían, tirándolos contra la pared en el fondo de casa
(risas). No sabía el valor que tenían. Segui haciendo percusión y
se dieron cuenta que algo me pasaba con la música. A los ocho
años me mandaron a piano con una profesora que se llamaba Dora,
instrumento que me gustaba por esa cosa percusiva. A esa edad,
apareció en un momento el radiograbador, un BGH chiquito y mi
viejo empezó a escuchar más música en casa, cosa que no sucedía
todo el tiempo. Me la pasaba todo el tiempo en el galpón de mi casa,
reciclaba un montón de cosas, termotanques, sifones Drago, de
todo y son cosas que sigo haciendo en todos los discos que grabe.
Un paciente de mi papa, que era obstetra, le había preguntado que
era ese ruido, proveniente del fondo de casa (risas): “Es mi nene que

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Santiago Parera - Diego Peralta

toca”, “Ah, le debe gustar la batería”, y mi viejo le dijo: “Y, por ahí sí.
Ya lo mandamos a piano, a guitarra; pero sigue con esto”. Entonces
este tipo, me regalo una batería, que la había armado él, un bombito
de madera, sin pedal, y dos tamborcitos de madera con parches
de cuero. Me compre unos palitos de verdad. No lo podía creer,
cuando la vi dije: “Esto es lo más cercano a lo que yo quiero (risas)”.
Un día, mi primo, quince años mayor que yo, vio toda esa situación:
“Vos queres tocar la batería, y queres escuchar rock”. Me mostro sus
vinilos, sus vhs de Led Zeppelin, The Who, Pink Floyd, todo los que
se te ocurra. Y a partir de ahí, empecé a conectar con compañeros
del colegio que estaban en la misma búsqueda. Con mi hermano,
y dos vagos más, hicimos como una especie de banda, y ahí había
un grabador JVC, y grabamos casetes de mis viejos, tapándole el
agujerito con cinta (risas). Hasta les hacíamos una tapa con acuarela.
Walter “Mosca” Velázquez: Nací en el Hospital Alvear, en
Agronomía y así como salí, mis viejos se tomaron un taxi y termine
acá en Valentín Alsina, donde vivo desde hace cincuenta y dos años.
Mis papas son de San Luis y desde chiquito escuchaba la música
de ellos: Cafrune, Larralde, cumbias colombianas, Palito Ortega
y Johnny Tedesco. Mi Padrino vivía en Villa Devoto y los hijos,
que eran más grandes que yo, me dicen: “Escucha esto, pendejo.”.
Tenían un Winco, con la púa esa que era una piedra, y oí por primera
vez a The Beatles, Rolling Stones y Creedence Clearwater Revival.
Ese fue mi primer contacto con el rock. Después en el colegio, iba
al San Juan Bautista, un pibe me preguntó: “¿Escuchaste Moris?”.
Fue lo primero que escuche de rock nacional. A los once cambie
las revistas Billiken y Anteojito por revistas de rock, y ahí la flashée.
Y a los trece años hice un afiche en el cual invento una banda que
se llamaba Mosca y los Flits (new wave), y empapele todo Valentín
Alsina con ese afiche que había hecho. Fue una banda que nunca
existió, sino no tocaba ni el timbre (risas). Era el típico pibe que se
sentaba atrás de todo, vago pero era amigo de los nerds y ellos me
ayudaban (risas).
Alejandro Alaci: No soy de familia de músicos, mi era papa telefónico
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La Misma Tierra

y mi mama era ama de casa, pero a ella le gustaba mucho bailar. Era
una persona muy alegre, y ese amor por el baile y la música me lo
transmitió mucho. No había instrumentos en casa, pero lo que hacía
era una cosa más teatral, que ya estaba en mí, por ejemplo, ellos
estaban comiendo y les hacia un numero de algo o una imitación, y
ellos me aplaudían. Te estoy hablando de que tenía siete años. Pero
después fui un pibe normal, me gustaba el futbol, pero apareció
Kiss y Queen, la dupla del mainstream del rock. Imagínate Kiss,
para nosotros eran unos aliens, los videos, los solos de Ace Frehley.
Mi primer disco que tuve fue “Live Killers” de Queen, y uno de
UNICEF que traía músicos negros. También me compre “The
Game” de Queen, importado, y salía igual que la edición nacional
porque era la época de Martínez de Hoz. Y eso fue lo que nos marcó.
Una aproximación a lo que seria Los Brujos después, fue con unos
amigos y mi hermano. Yo vivía en Turdera y para los carnavales, en
el club Alumni, podías hacer un número, de lo que sea, y nosotros
hicimos de Kiss. Un primo que era más grande y tenía más data de
rock, nos pintó como la tapa del disco “Dinasty”, nos hizo unos
instrumentos de madera y hacíamos playback de dos o tres temas.
Hasta usábamos pirotécnica con rompeportones, que tirábamos
contra la puerta y quedaba manchada (risas). Hacíamos “Fui hecho
para amarte” y otro más. Con este concurso, nos ganamos cuatro
años seguidos la temporada gratis para la pileta. Ese punto de unir
la música con la imagen estuvo desde el vamos. Y cuando armamos
los Brujos, los demás también traían eso.
Ardilla Pérez: Rearme Serenos de Tu Tumba con otro amigo
guitarrista, que era un referente para mí en esa época, pero no sabía
nada de punk rock y me dijo: “Mira, un amigo de mi viejo me regalo
un Flanger”, así que los primeros temas salieron con overdrive y
flanger (risas), algo raro. Vi a Todos Tus Muertos en Cemento y me
re pego, ya el nombre de la banda, las composiciones, más darkies,
fue un influencia de aquellas porque pasamos de cantar: “Plata,
plata, plata, quiero mucha plata...” a “…la idea de tener un hijo,
déjala, que muera mañana….”. Era una onda más T.S.O.L. Fue una

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Santiago Parera - Diego Peralta

mezcla de todo lo que tenía en la cabeza como idea. El nombre de


Serenos de Tu Tumba, se me ocurrió cuando vi un dibujo de un
amigo, que era caricaturista, que era un tipo con una lámpara en
medio de un cementerio, caminando entre las tumbas. “Este sos
vos “, me dice (risas). Claro, era el sereno del cementerio. Y cuando
iba en el colectivo se me ocurrió Sereno de las tumbas, pero quedo
Serenos de Tu Tumba, más directo.
Walter Lema: Ramiro iba a la secundaria al Nuevo Burzaco, yo estaba
en séptimo y el en quinto año. Me acuerdo de él, polera negra, aros,
me llamaba la atención, y nos cruzábamos en recitales. Éramos de
zona sur, pero nos terminamos conociendo en 1990 en Mar del
Plata, en un show de Cadáveres y Todos contra Todos. Esa vez
habíamos ido en tren con (Luis) Alakran y algunos más, paramos
en la casa de Chary (Cantante de Loquero), y a la noche en el recital
lo veo a Ramiro. Me dice: “¡Vos sos de zona sur!” (Risas).
Lou Carrera: El ñoqui (Walter Lema) era re Rotten, mientras
todos nosotros éramos Sid Vicius. Me acuerdo que lo veía en esos
festivales que se armaban en la Casa del Lago, en Palermo. Una vez
llegábamos y se había suspendido, porque se armo un quilombo
barbaro, y estaba el ñoqui, sentado en el escenario, con los pelos
rojos, remera roja y la cadena con el candadito, esperando que pasara
algo y no pasaba nada (risas). Eran tipos que veías seguido:”Ah, este
es de zona sur”.
Ramiro Gutiérrez: A Ray lo conocí de los Serenos, iba a verlos a
los shows y pensaba: “Ojala que venga a tocar este (risas)”, aunque
no era el estilo que más buscaba, pero era muy buen baterista, y era
amigo de Mariano, así que le dijimos de tocar.
Ray Fajardo: Chiquero fue una de las primeras bandas sureñas de
la zona, empecé a tocar con Matu Naso, y Pablo Krantz. Sentí una
conexión muy fuerte en esa banda. Yo intentaba tener cuatro o cinco
bandas, para poder ensayar seguido y poder tocar todos los fin de
semana, que era algo imposible, pero tocando en varias bandas, si
pude hacerlo. Era Parakultural, Cemento, Arlequines, Zona Cyborg,
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La Misma Tierra

conocer a Wallas (Cantante de Masacre), a Nekro (Boom Boom


Kid), a Marcelo Pocavida, me metí en la historia del rock sureño.
Ahí fue el principio del arranque.
Ramiro Gutiérrez: El post punk había quedado muy atrás y venia
escuchando otra música. Chiquero se formó en 1989, pero no
tocamos hasta 1991. Fue algo súper pensado, planeado, y estuve un
montón para armarlo. Quería una banda con otro sonido, y quedo
esa mezcla de P.I.L., The Stooges, Velvet Underground y MC5,
más el saxo de Albi (Álvarez). En Barrio Turco intentamos hacer
algo así con Tornillo en la trompeta y Albi en saxo. En Chiquero
se pudo plasmar eso de sonar fuerte con vientos. Fue con Mariano
Rodríguez que arme la banda, pasándonos música y tomando birra,
que es así como se arman los grupos (risas), y después apareció
Walter (Formosa), que lo conocí en un recital de El Lado Salvaje.
Nosotros teníamos una fecha en Avellaneda y no teníamos bajista,
entonces le dije a Walter, creo esa misma semana:”Che, ¿Queres
tocar? Tenemos una fecha el sábado”. Y se vino desde La Boca
a la sala de Rubén, en Glew. No lo conocía nadie, tenía diecisiete
años, era Straight Edge, y cuando lo escuchamos tocar se nos cayó la
mandíbula, se aprendió todos los temas y quedaron buenísimo, era
EL bajista para la banda, aparte escuchaban un montón de música.
Fue el corazón de Chiquero, si escuchas atentamente las melodías
del bajo, ahí está todo. En general eran temas míos hechos con la
guitarra, como “Héroes del pueblo”, y después salían de zapadas,
más cuando entro Ray y Walter. Antes estuvo el Ñoqui, pero en dos
ensayos, y el Turco (Leonardo Murad) de Distorsión, que duro poco
porque tenía su grupo. Era de otro palo, pero nos unió la ideología,
aparte era un tipo noble.
Walter Lema: En 1991 toque el bajo, cuando se estaban armando,
pero faltaba siempre a los ensayos. Después, cuando deje de tocar
iba siempre, se cagaban de la risa. Tocaba Ray, Mariano Rodríguez,
Albi, Ramiro y yo el bajo. Toco el Turco un tiempo hasta que entro
Walter “Larker”. La primera vez que toque con Albi en Chiquero,
“flashee”, me volvía loco, creo que pifiaba todas las notas de solo
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Santiago Parera - Diego Peralta

mirar como tocaba el saxo.


Ramiro Gutiérrez: Ñoqui se va de Chiquero, pensaba que los demás
creían que no sabía tocar. Era un problema de él (risas). Me decía:
“No. No puedo tocar acá”. Entiendo que tenía una locomotora, y
ese era Ray, que me encantaba como tocaba y me llevaba muy bien.
De hecho nos hicimos grandes amigos.
Alejandro Alaci: Con el tiempo se desbandaron los grupos y quedo
Los Brujos como única actividad. El nombre lo trajo Fabio de un
disco de Clap: “Ahí vienen los brujos, flotando en la niebla…”. Nos
gustó y nos sedujo esa imagen. Primeros fuimos Los Brujos de
Transilvania, pero quedo Los Brujos, también por esa conexión con
los sesentas, eran nombres que empezaban con los/as. Empezamos
tocar por Capital, por el ambiente underground, que era inmenso y
muy rico en ideas y lugares. Hasta que llegamos a un show en Canal
7, con la formación de Morticia y Gabo, tocamos “Kanishka”,
que tenía otra letra: “Kanishka, Kanishka, tenes que ir al dentista”.
Fue en 1990. Después Gabo y Morticia se van, y quedamos como
únicos cantantes. Conocimos a Batato Barea en Cemento, que nos
presentaba en los shows, y nos invitó a tocar en obra de teatro
que se llamaba “Las locas que bailan y bailan”, que la hacían en el
Centro Cultural Recoleta, era una especie de Happening; un picnic
con mucha gente en el escenario, pasaba uno y hacia un speech y
nosotros hacíamos un tema llamado “Ay, Ay, ajo”, que era con una
guitarra y esa era letra, iba en crescendo y terminaba a los gritos.
Era una locura (risas) .Este tema era de un grupo llamado Los
Extremistas, donde estuvieron Gabo, Gabriel ,Morticia y Ricky,
antes de Salto al Vacío, que hacían punk, estaba buenísimo. Fue el
germen más grande de Los Brujos. “Si yo tuviera” era de ellos.
Walter Mosca: ¿De dónde viene el nombre de 2 Minutos? De un
disco de Depeche Mode. Al principio los periodistas pensaban que
eran porque los temas duraban dos minutos o por el disco de Iron
Maiden. Nada que ver. No podían creer que era por Depeche Mode.
El sur fue una usina gigante, tenías lo que vos quieras post punk,

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La Misma Tierra

punk, hc, ska. Todo bien con Divididos, con ese tipo de bandas:
“en el oeste, está el agite…”. Chúpenla. En el sur, el agua bien con
droga, manga de giles (risas). No tengo ni idea porque se dio ese
condimento que no lo tiene el norte, ni el oeste. Y después los
periodistas nos tildaron como los inventores del rock barrial. No sé.
Yo me hice cargo de mi barrio. La primera fecha fue en el bondi, un
lugar en Villa Crespo, que era un sótano grandísimo. Le mentimos al
dueño diciendo que hacíamos una onda The Who (risas). Tocamos
junto a 7m2h, siete muertos dos heridos (risas), la banda de mi amigo
“Moco”, ya fallecido. El aparecía con una cresta en una propaganda
de Fargo viejísima. Eran crossover, tipo DRI. Hicimos flyers y cayo
toda la gente de Alsina, mis amigos “rolingas”. Cuando cayeron al
bar vieron todos los punkis con cresta, oí!, pibes con skate y los
pibes de la hinchada de Atlanta. Uno me dice:” ¿Está todo bien,
Mosca?” (Risas). “Si. Vos chupa tranquilo, que acá no pasa. Si pasa
algo, nos agarramos a piñas todos” (risas). Y bueno la cosa fue que
tocamos, y terminamos a las piñas. Rompieron la vidriera. Vino
la policía. Salimos del lugar y estaba lleno de patrulleros. Era un
menjunje de tribus, que no podía terminar de otra manera (risas).
Después hicimos lo clásico, tocamos mucho en Zona Cyborg,
Arlequines, Cemento, etc.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Eramos pendejos, pero


se ve que sonábamos

Lou Carrera: Se armó un ciclo de recitales en el Country de Banfield,


vamos a ver Soda Stereo con un amigo, y al otro finde vimos Los
Violadores. Dijimos:”Ya está. Esta es la nuestra”. Después fue ir a
Cemento, Todos tus Muertos, Los Decadentes, Comando Suicida.
Como músico empecé con Los Apáticos, con compañeros de
secundaria. Yo iba a un colegio de curas y tocaba el trombón en la
banda del colegio, y cuando escucha todo eso dije: “Chau trombón”,
agarre el bajo y ahí arrancamos. Teníamos dieciséis y diecisiete años,
éramos un compañero del curso, Dante Martínez , era el cantante
y Diego Marino, primo de un integrante de La Pandilla del Punto
Muerto, que le prestaba la viola, una Faim que tenía que ir hasta
Gerli a buscarla (risas). Yo tenía un bajo que me había regalado mi
cuñado, muy raro, naranja, la caja con forma de una SG, que cuando
desarme los micrófonos tenía un hormiguero (risas).
Adrián “Maguila” Vázquez: De Acido se fueron algunos integrantes
a Europa o Estados Unidos, y quedamos con Juan Colombo, que
ahí empezamos a armar el Acido Camboyano puro, por 1987/88. El
nombre viene porque siempre fui un antiyankee total, y en Vietnam,
los Camboyanos los hacen mierda. Y acido de la lluvia acida, una
combinación química, me acuerdo haber leído unos libros de una
ONG de orientales que eran antinuclear, haber visto unas fotos y
videos de Hiroshima, que me quede muy impresionado.

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La Misma Tierra

Lou Carrera: Enchufábamos todo en un equipo de bajo que nos


había prestado el hermano de Dante, que era el bajista de Los gallos
Rojos, una banda de blues de la zona, hasta que lo hicimos mierda.
Era ese equipo, la batería y la voz, que ni se dónde la enchufábamos,
y así ensayábamos en el galpón de mi casa, un chaperio que los
vecinos nos querían cagar a tortazos. A dos cuadras estaba Juan
Colombo y ensayaba Acido Camboyano.
Adrián “Maguila” Vázquez: Vivía en la esquina de donde
ensayábamos, que eran un garaje, que habíamos acondicionado con
lonas, y una vuelta estaba en la puerta escuchando. Él estaba en Los
Apáticos pero en un momento la banda desapareció. Nuestro bajista
se fue a vivir a Estados Unidos, Emilio Quinteros, que falleció hace
unos años, y entro Lou, que tocaba muy bien. Estuvo dos años, pero
no llegamos a grabar nada. Compuso muchos temas, letra y música.
Lou Carrera: En esa época no estábamos tocando con Los Apáticos,
y en Acido quedaron Maguila y Juan, entonces me dicen a mí de
tocar el bajo. Ensayábamos en el rancho Espinoza de Lomas de
Zamora y lo llamaron al “Medio” para tocar la bata. Yo estuve desde
1989 hasta 1991. Estuvo buena esa época.
Adrián “Maguila” Vázquez : “El medio” (Luis Taranto) estaba, en
la puerta. Era chico, quince años tendría: “Yo toco, pero soy zurdo
nos dice”. “No para, espéranos un poco”. Vino uno y nos dice:
“Probalo al pibe que anda bien, yo lo escuche”. Se sentó en la batería,
cerramos la puerta y se quedó tocando. Tuvimos la casualidad que
los tres bateros que tuvimos eran zurdos, así que nunca hubo que
dar vuelta la bata (risas). Después de Lou, vino Sergio Minué, que era
el hermano del baterista de Los Mareados. Y también entra Hernán
Lescano, violero de Mal Momento. Se había armado un grupazo,
pero empezaron los problemas de celos, por el color de la guitarra,
porque el otro tenía el pelo más largo, porque el pantalón estaba más
roto que el tuyo.
Lou Carrera: En Los Apáticos llego a tocar Cristian Aldana.
Veníamos de Cemento de ver a Todos Tus Muertos y estábamos
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Santiago Parera - Diego Peralta

en el vagón esperando que salga el primer tren, comiendo bolas de


fraile con Dante y un par de pibes, muy fisuras, y vimos un chabón,
re Robert Smith. Miraba y el tipo entra y nos pregunta:” ¿Ustedes
son de Los Apáticos? Porque yo toco la viola, soy de Temperley,
si precisan guitarrista”. Justo el guitarrista no estaba tocando, así
que arreglamos con él. Al otro fin de semana fuimos a la casa, que
vivía en el triángulo de Temperley. Llegamos y fue muy bizarra la
situación, el viejo estaba en la puerta sentado tomando mate, la
madre adentro planchando, y este que entraba con todos los pelos a
lo Robert Smith, con polainas, nos cagabamos de risa. Entramos a
la habitación de este pibe, y tenía un equipo nacional de medio pelo,
pero cabezal y caja, grandísimo, lo enchufo y ¡¡Praaaaammmm!! Así
que en 1988 toco con nosotros e hicimos algunos shows en una
escuela de Adrogue, con los Serenos de tu Tumba, en las movidas de
la C.E.J.U, que él también estaba metido y en Monte Grande. Un día
estábamos boludeando en la Plaza de Turdera y para un auto, donde
bajan Gabriel Guerrisi y Ricky Rúa: “¿Cómo andan?”, “Bien, bien”.
Ellos sabían que estábamos sin tocar porque habíamos quedado el
cantante y yo solos. “Si quieren tocamos con ustedes”, nos dijeron.
Dante y yo nos miramos, como diciendo: “Estos chabones la tiene
clara”, y les decimos:” ¿Están seguros?”. Sabíamos que ellos se lo
tomarían medio como para pasar el rato, pero bueno, bienvenido
sean, algo vamos a aprender. Y el primer show con ellos lo hicimos
en la Biblioteca de Temperley, con Los Gallos Rojos. Éramos
pendejos, pero se ve que sonábamos.
Adrián “Maguila” Vázquez: Grabamos cuatro temas con Lapo
Gesaghi, que venía de Beerkle, y cuando nos escuchó no lo
podía creer porque esa música la escuchaba allá en New York.
Acá estaban todos con Nito Mestre, Spinetta. Y en el noventa
grabamos “No nuclear”. Ya estábamos en el ámbito serio del rock,
y por recomendación de alguien, conocimos a una persona de un
estudio, donde filmaban videos y programas de televisión, llamado
El Abasto, y fuimos a grabar a ahí. Hermética, en ese momento,
estaba haciendo “Acido Argentino” y Pappo también. Es más,

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La Misma Tierra

Hermética grabo con el equipo de bajo nuestro, que compramos


un año antes con la guita de un recital muy importante, y ellos nos
prestábamos de todo, nos prestaron un equipo de viola. Fue una
muy buena grabación. Usamos cinta de dos pulgadas, compramos
la cinta 3M. Álvaro Villagra tenía un oído y un dedo para pinchar,
increíble, no es como el Protools. Cuando terminamos de grabar, el
tipo tenía una cara de orto, porque resultó que al pedal de bombo
le faltaba aceite y escuchaba un ruido a chillido, y dijo: “Vamos a
grabar de nuevo el bombo solo”. Dejalo así, el solo escuchaba eso
(risas). ¿Sabes lo que hizo? Con un tijerita china corto un triangulito
de cinta y lo pego donde estaba el ruido (risas), y así lo edito. Groso
mal. Esa grabación fue con Juan Colombo la guitarra, Luis Taranto
en la batería, Sergio minué en bajo y yo. Igual intervinieron un par
con punteos. Metimos un montón de temas porque el técnico se
había copado con nosotros: “Grabemos, grabemos”. Ese y “Crimen
Crueldad”, son los dos oficiales. Y en el segundo, toco Dani, que
ahora es baterista de Chupín. Un día tocamos en unas canchas de
paddle en Burzaco, Los Brujos, El Otro Yo, Acido Camboyano,
Calle de Tierra y Serenos de tu Tumba. Ese día voy a jugar al futbol
al mediodía y voy para el lugar, tenía todavía los botines puestos.
Cuando llego nos enteramos que había fallecido la madre de “el
medio” nuestro baterista. Y bueno, avisamos que no íbamos a tocar,
y en la puerta esta Dani, era pibito en esa época, y me dice: “Yo
toco. Cuatro o cinco temas toco. Yo también soy zurdo”. Y pensé de
hacer por lo menos “La pelada” y dos temas más, para que la gente
no patalee. Terminamos tocando doce temas al hilo. La misma lista
que hacíamos siempre. Salió perfecto. Al tiempo tomo clases con
medio, y termino tocando en Acido.
Claudio “Boti” Piñeiro (Sonidista y productor de bandas en
Bocephus Producciones): En casa se escuchaba mucha música,
mi abuela era correntina y sonaba mucho chámame, y mi vieja
escuchaba otras cosas, pero había música, teníamos un Grundig con
tocadiscos. Cuando había salido el Invasión 88, que no recuerdo
si lo compro el Turco o Ñoqui, el único lugar donde lo podíamos

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Santiago Parera - Diego Peralta

escuchar era mi casa, y lo pasábamos a casete. Tenía un Emerson,


que era radio casete, tocadisco con dos parlantes. Cuando los pibes
empezaron a tocar como Distorsión, que eran Ñoqui la guitarra,
el Turco el bajo, Matías cantaba y un pibe de acá la vuelta, Titi, la
batería, no había equipo de guitarra, y no se a quién se lo ocurrió
que enchufaron la viola al Emerson. Subimos el volumen y no
sabes cómo distorsionaba. Así, Ñoqui toco un montón de tiempo,
hasta que se compró un pedalcito de plástico. Y el Turco tenía un
hermano que era disc jockey y le había pasado unas cajas para que
enchufara el bajo. Ensayaban en el galpón de la casa de mi vieja,
hasta que hicimos mierda el Emerson (risas). Yo siempre fui parte
de la banda, pero no toque hasta que se fue Ray. Estábamos juntos
todo el tiempo, salíamos de la escuela y después de comer, juntarse
en la puerta de la casa del Ñoqui o en la puerta del Turco. Era andar
todo el día en skate o hacer música. Igual anduve un tiempo en skate
porque era medio de madera, pero el Turco andaba zarpado, no sé si
llego a tener una tabla personalizada.
Walter Lema: En 1990 tuve otra banda que se llamó Desesperación,
tocaba Nano la bata, Matu la guitarra y yo volví a tocar el bajo,
y también en Distorsión, que estaba el Turco, Matías y un batero
tocando. Un domingo a la tarde, caigo a un ensayo de ellos, había
una guitarra, y me puse a tocar. Ya los conocía desde chiquito,
creo que hicimos tres temas al toque, hacíamos un ruidito y era
una canción (risas). Al tiempo, dejo de tocar en Condenados y me
dedico a Distorsión. Creo que Condenados tocaron en vivo, en una
fiesta cumpleaños en Burzaco y después en el Nacional de Adrogue.
Habrán hecho siete u ocho shows, como mucho: Era muy difícil
tocar en ese momento o por lo menos para nosotros, que éramos
muy chicos para encararlo. Era un quilombo, teníamos que cubrir el
flete, íbamos a ensayar a la sala de Rubén en Glew, y el sonido se lo
alquilábamos a él. Terminábamos sufriendo en vez de pasarla bien
(risas). Fueron muchos años de tocar y estar con las manos en el
orto, esperando cubrir el sonido, que de hecho lo hacíamos porque
teníamos muchas ganas. Después cambio la cosa, empezas a crecer

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La Misma Tierra

musicalmente, a tener más experiencia, sabes hacer las cosas de otra


forma o si ves un lugar que no te conviene, directamente no tocas,
pero en ese momento uno no sabía cómo hacer las cosas, aunque
tratabas de hacerlo lo mejor posible siempre era un quilombo. En
Distorsión empezábamos a tocar en algún club, colegio o bar a la
tarde, muchas fechas que ni recuerdo, capaz que un año tocabas tres
o cuatro veces. Ensayábamos a full y tocábamos muy poco, el sur
era muy cerrado.
Claudio “Boti” Piñeiro: Empezaron en 1987, hasta que apareció
Ray, que ya tocaba bien la batería, que venía de la anterior banda
de Ñoqui, Condenados. Ahí empezamos en las únicas dos salas
que había en esa época, la sala de Rubén en Glew o la sala Rancho
Espinoza, en Lomas de Zamora. Ñoqui toco en una época en Mal
Momento y de ahí trajo un montón de música, cosas raras que no
estaban editadas acá.
Ray Fajardo: Empecé a conectar con gente y salas de ensayo, entre
ellas de la de Rubén, en Glew, y empecé a tocar en varias bandas de
barrio, sin tener batería, ni mucha idea de nada, pero estaba todo el
día ahí; me escapaba del colegio, conseguía plata y me iba a tocar la
batería un rato. Ahí empecé a entender más de que se trataba eso,
a tocar en vivo. Mi primer gira con Distorsión fue de soporte de
Lethal:”Chau mama, me voy de gira”, tenía dieciséis años (risas).
También tocaba en los Serenos de tu Tumba y en una o dos bandas
más, grabando en cinta abierta, muy casero todo. Escuchaba mucha
música, y me era difícil explicar cómo seguía a Hermética a todos
lados, y me encantaba Kraftwerk o Velvet Underground, hoy en día
es algo normal eso. Recién mi primer bata la tuve a los veintiún años
(risas).
Pablo “Pirulo” Guerrisi: Después vino la época de la sala de Glew,
propiedad de Rubén, que fue el batero de la barra de la coneja de
Calabro, grabo el disco y todo. Ahí se cruzaba Distorsión, Serenos
de Tu Tumba, Chiquero y los chicos de Victoria Mil.

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Santiago Parera - Diego Peralta

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La Misma Tierra

Ese día fue la venganza.

Ardilla Pérez: Pablo Armesto, bajista de los Decadentes, me dice:


“Ardi, venite a Radio Trípoli, a ver qué podemos hacer con los
Serenos, que ustedes llevan gente. Vemos si podemos armar algo.
Voy al club Brown de Adrogue, hable con la gente de ahí y pensaron
que era de la Rock & Pop, así que me dieron todo (risas), y armamos
el recital. “. Le dije a Willy (Wallas, cantante de Masacre), que ya lo
conocía, y a El Lado Salvaje, que eran trio por la desaparición de
Mónica. Ese día, Masacre Palestina, vino con skinheads, la puerta la
organizaron ellos, y empezaron a bardear a todos los que entraban.
Pablo “Pirulo” Guerrisi: Desde la puerta estaba todo mal, toda
enrejada, no pintaba bien. Los de seguridad eran los pelados, amigos
de Masacre en esa época. Me encuentro a un amigo y empieza a
decirles: “Che, llámalo al gordo Wallas, que es mi amigo y quiero
entrar”, y los pelados le dicen: “Tomatelas de acá. ¿Quién sos? ”, Y
mi amigo les contesta: “¡Vos que sos! ¿Skin? ¿Skate? (sic). La concha
de tu madre, llamalo al gordo Wallas…” (Risas). ¡¡Skin-Skate!! (Risas).
Walter Lema: Se pudrió todo, mucha trompada. Fue algo raro, no
sé si habían pelados, me parece que eran como unos hardcores
positivos. Me acuerdo que, con Ardilla estábamos hablando por la
reja del club, y me decía:”Nadie quiere pagar la entrada, boludo.
Ñoqui, ¡me quiero matar, están todos afuera!”. Y le digo: “Yo voy
a pagar mi entrada”. Estaban todos afuera, la entrada en vez de $2,
salía $2,50 y no quería pagar nadie, la típica, que hoy sigue pasando.
El lugar era la cancha de futbol 5, que era gigante para llenarla de
gente.
Ramiro Gutiérrez: Ninguno queríamos pagar la entrada cuando
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Santiago Parera - Diego Peralta

tocaban los Serenos, y menos ese día con los skinheads adentro
(risas). Era así, entrar, pisar al de la puerta. Los Serenos fue poco
tiempo, pero era divertido por eso.
Pablo “Pirulo” Guerrisi: Era en la cancha de básquet y había unas
gradas puestas en el medio frente al escenario. Ese día estaban
todos, toda “la convención” (risas). Y bueno, empezó el pogo y en
un segundo se armó la “bataola”, eran treinta burzaqueros contra
cinco pelados, pelea tipo hooligan (risas). Se suspendió todo.
Ardilla Pérez: Empieza a tocar El Lado Salvaje y se corta la luz, así
fue durante media hora, hasta que pudieron seguir tocando. Ellos
también con su oscuridad y creo que Mónica desde el más allá…
no sé, algo raro había. Después subimos los Serenos de tu Tumba,
empiezan a hacer pogo, a agitar, vienen los skins de la puerta, y al
cuarto tema, se transformó en un circo romano.
Walter Lema: Estaban los pibes re en pedo y uno le dijo una cosa
y otro le dijo otra, la cuestión era pudrirla. No recuerdo si estaban
tocando los Serenos o El Lado Salvaje que se armó el re quilombo,
empezaron a las trompadas. Yo me retire normalmente, hubo
corridas, pero Masacre no toco.
Beto Morales: Hubo una pelea terrible, no sé si llegamos a tocar, y los
pibes de acá estaban con la vena de que cada vez que iban al centro
los cagaban a palos, así que todo el que no era conocido, cobraba
(risas). Hasta a Marcelo Pocavida lo sacaron corriendo (risas), pero
mucho no recuerdo, en esa época era muy alcohólico. Era una
noche fría y lluviosa, rara, el escenario alto de cemento, todos abajo
cagandose a palos, Nichi, que era un pibe bueno, envuelto en llamas
pegándole a la gente: “Los voy a matar, los voy a matar.”(Risas).
Eran skins pero de acá (risas), nuestro fuerza de choque de El Lado
Salvaje. El nexo con ellos fue Ramiro.
Ramiro Gutiérrez: Yo no entre a ese show. A los más chicos les
gustaba Masacre Palestina, pero los más viejos estábamos más
reticentes, porque era una banda de la escena skinhead y ese fue el
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La Misma Tierra

problema, porque vinieron muchos pelados. Ese día estaban todos


los punks de Adrogue, Burzaco y Calzada, y no sé qué quilombo
hubo en la puerta con los de seguridad y ahí se pudrió. Encima
estaba Judas, que era un skin conocido, y tenía todos los números
(risas), al primer pogo, chau (risas). Nosotros íbamos y veníamos del
“Resorte”, pero después lo que paso adentro, no lo puedo contar,
porque estaba en la puerta.
Marcelo Belen: Ese día fue la venganza. Fue un show que organizo
Ardilla. Lo que paso fue que de acá salía una congregación muy
grande a ver a Todos Tus Muertos, Masacre, y siempre cobraban.
Estuvo todo perfecto pero los estaban esperando, directamente,
los dejaron venir, dejaron que tocaran, hasta ese momento que
Masacre toco medio tema y fue una carnicería. Me acuerdo que con
Ardilla nos hicimos amigos de los de Masacre porque rescatamos a
ellos, a sus plomos, que estaban en el micro y los iban a matar. Fue
escarnioso, corriéndolos por la cancha del club Brown.
Ardilla Pérez: Apareció el presidente del club Brown, gritando
“Bastaaaaa… corten, todo, paren todo “, (risas). La gente que nos
iba a ver también tenían esa cosa de facho: “Ehh… los Serenos, o
sino los rompemos todo“, una idiotez, porque la banda no bajaba
esa línea.
Cristian Cabrera (Estuvo ese día en el público): Fue una noche
como tantas, por ahí de fines de los ochentas y un patilludo a cargo
de nuestra hermosa nación. Una mañana de hacer algo, o no, en
casa de los viejos, una noche agitada de viernes y preparar el sábado.
¿Preparar? Quizás solo era la inercia del cuerpo de cometer cada fin
de semana, casi la misma fórmula. Tarde de la “isla de los Witis”,
fútbol, Los Violadores, birras y un poco de humo dulce, abajo de
los árboles. Siguiente parada, ese mismo lugar o la plaza de Burzaco,
pero con ropa de noche, pantalones ajustados y cuanto todo fuera
más negro, mejor. Anillos, pulseras, tachas y la peor cara, con el
firme propósito de ser irreverentes, rebeldes, contestatarios. Casi
malos, casi punks. Cae el sol y la noche nos bañaba de barrio. Se

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Santiago Parera - Diego Peralta

teñía de Rock, de punk rock. Adrogue era el sitio, estación de tren


y buscar un rincón parecido a los nuestros. Fue el bar “El Resorte”,
unos litros, y club Brown, festi punk y noche asegurada. Vistas
borrosas, unos pesos para poder entrar y la “pandilla” de Serenos
de Tu Tumba se hacen escuchar, por todas esas calles empedradas
de un barrio muy señorial. Ruido más cervezas, y unos seis u ocho
tipos diferentes a todos los de esa noche, cabezas rapadas, borcegos,
algunos tirantes y cánticos pro nacionalistas. Yo entendí su canto
de guerra a mi manera, siempre supe “políticamente” quien era
y quien era el enemigo. Eran ellos, eran skinheads en zonas sur,
muy desafiantes, muy soberbios, muy preparados a todo. Un par
de acordes, mucho pogo, mucho slam y se vino lo que se tenía que
venir. Piñas, patadas y corridas. Yo inicie todo, secundado por el
gordo Mauro y Torito. El salón se paralizó y nadie sabía a quién
tenía que pegarle. Los pelados aguantaron y finalmente, solo
Mauro y yo peleábamos contra esos monstruos (eran gigantes). Los
corrimos, por toda la cancha, los sacamos de nuestro supuesto lugar
y festejamos la barbarie. Festejamos ser anti nazis, festejamos correr
de nuestro sitio (sin serlo) a gente que no debían estar allí. Hoy a la
distancia pienso que, muchos o pocos, solo querían pelear. Pocos
teníamos en claro quién era el enemigo, pocos éramos conscientes
de que éramos la minoría invencible, pocos supimos que éramos
armas letales. El tiempo pasó. Quizás fue por eso que volví a mi
viejo V8 y Riff, desde Sakura, envueltos en Gilleras Macho, era todo
mucho más sincero, más envuelto en Metal-Trash-Speed-Punk, mas
revestido en Hermética. El punk burzaquero fue solo, futbol, asado
y vino o birras.
Ray Fajardo: Fueron las últimas piñas que vi, que se transformaban
en batallas campales, aparte venían los temas más acelerados y
siempre volaba algo o había que esquivar un botellazo, eran otros
momentos. No pasábamos el cuarto tema, por eso estuvo bueno
bandas como Chiquero o Distorsión, porque terminábamos la lista
de temas (risas). Siempre había una excusa. Me paso de ir a pogos
metaleros, que eran absolutamente distintos, donde te caías y te

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La Misma Tierra

levantaban de vuelta, había otro tipo de códigos. Pensaba ¿Porque


nos pasaba esto? Tampoco éramos un grupo punk. Nos habían
pedido grabar algo para “Invasión 88”, del sello de Radio Trípoli
y lo mandamos como tres años después (risas). Era un grupo que
llevaba mucha gente. Los dos shows en el Fobal club de Burzaco
entraron trescientas personas pagas, pero no teníamos ni idea quien
estaba en la puerta (risas).

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Santiago Parera - Diego Peralta

No hay frontera que


separe frontera

Beto Morales: En 1990 se viene el cierre del Parakultural y el dueño


me dice: “Beto, El Lado Salvaje siempre fue un mal necesario acá,
así que la última fecha te la dejamos que la organices vos”. Nos
juntamos con Gigio González, que era el guitarrista de Harry,
Martin Aloe, bajista de Los Pillos y de Harry, Marcelo Belen en la
batería, mi hermano y yo en guitarras; cantamos de temas de Harry
y de El Lado Salvaje, le pusimos Harry Salvaje ese día (risas). Con
eso despedimos el Parakultural, también fue un pogo de aquellos,
podríamos haber seguido con esa formación pero los chicos eran
de zona norte, así que fue imposible. Ese día y en la casa del Pato
Salmerón, fueron los únicos shows de Harry Salvaje.
Ardilla Pérez: Ski House, en Adrogue, andaba para atrás y por un
amigo en común me presentan al dueño del lugar, que quería invertir
en el rock. Me lo ofrece y llame a Lee Chi (Bajista de Los Brujos
y Pirata Industrial), para que sea socio mío. Él ya la tenía un poco
más clara con los negocios. Me dijo: “Ardi, quédate tranquilo, que lo
agarramos juntos”.
Ramiro Gutiérrez: Decidimos grabar primero dos temas: “Ceguera”
y “El Santo Padre” para un compilado en 1992, y después siete
temas más en el Abasto, que recién empezaba. Ahí hablo con Álvaro
(Villagra): “Vengan una noche a grabar y otra noche a mezclar, pero
les cobro una sola”. Grabamos batería y bajo en vivo, la mayoría
eran primeras tomas. Yo grabe las voces a las siete de la mañana,
imagínate el estado de mi voz, un desastre (risas), pero quedo
98
La Misma Tierra

eso. Tocamos un montón al principio, pero empezamos a tener


problemas, se nos caían varios integrantes, de hecho Walter salió y
entro al grupo varias veces. Nos peleábamos y no venía, entonces
yo lo iba a buscar (risas). Después se fue Mariano (Rodríguez) a
El Lado Salvaje. Vinieron Pablo Krantz y Matu Naso que tenía su
proyecto con el Ñoqui, Desesperación, pero eran como invitados,
hasta la llegada de Sergio. Hubo temas de Chiquero que salían del
bajo como “Sal”; Sergio, que tocaba muy bien, era de otro palo y
tardo capaz en acoplarse a la banda. El demo de 1994, las guitarras
las hizo de otra forma, después con el tiempo, él entendió a la banda
e hizo muy buenas canciones.
Ardilla Pérez: La primera fecha que armamos fue con Mal recetado,
que era un tributo a The Doors, y el segundo fue con Attaque
77 y Serenos de tu Tumba, con cuatrocientos tickets cortados, los
cuales la mitad era gente que llevamos nosotros. Había hablado con
Mundy (Epifanio) y arregle que con Attaque toquen los Serenos de
tu Tumba, pero Matu no quería tocar, por más que era fan de ellos.
Hicimos una re movida, pegamos carteles por todos lados. Llego
el día del recital, y viene Leo de Cecco (Baterista de Attaque 77),
y nos dice: “¿Tienen batería? Yo traje la mía, pero se las alquilo”,
entonces le digo al dueño: “Hay que pagarle el alquiler de la batería
“. “Tomatelas, olvídate. Que toquen ellos solos”, me dice (risas).
Así que Matu se puso re contento y yo llorando (risas). Pero el
dueño se retractó porque empezó a ver guita de vuelta, y me dice:
“Conseguite otra fecha bien polenta, y acá pago yo, no hay drama.”.
Y apareció Hermética. Hablamos con ellos y cerramos la fecha. Le
digo a Ray: “Vamos a tocar con Hermética” y el chabón no la podía
creer, y Mata, otra vez, me dice: “Ardilla, nosotros hacemos Slate
rock. Nos van a matar”. Ese dia vino el triple de gente que cuando
toco Ataque 77. Nosotros fuimos al resorte con el Ñoqui y Ray que
temblaba porque era re fan. Lo vemos a Iorio y nos dice: “¿Ustedes
son los chicos que van a tocar con nosotros?”, “Si” le digo, “¿Y
que trajeron? “, me pregunta: “Eh, los instrumentos”, y nos dice:
“¿Nada mas?”, ahí pensé: “Uh no, otra vez la misma historia que

99
Santiago Parera - Diego Peralta

con Attaque, me muero”. Iorio se cago de la risa, pero al rato viene


el manager de ellos, Marcelo Tommy y me dice: “Ricardo me dijo
que les ponga a disposición nuestros stages, para lo que necesiten “.
Y cuando subimos aparecen ellos y nos preguntaban: “¿Te escuchas
bien, necesitas algo? “, nos mirábamos y no la podíamos creer.
Teníamos que tocar cinco temas nada más, y a lo último del show,
lo veo al manager de Hermética que nos hace señas, que tocáramos
dos temas más. La gente se recopo. Uno de los mejores que disfrute.
Rubén Bagliani (Guitarrista y cantante de La Morza): Empecé con
La Morza en 1991, tenía diecisiete años y éramos cinco integrantes.
Pasaron un montón de bajistas, hasta que llego Leandro López,
lo mismo con los bateristas, tocamos bastante tiempo con Ariel
Tremari hasta que vino Omar Kischinovsky, que tocaba en el Otro
Yo. Él deja la banda y se vino con nosotros. Y esa formación de trio
fue con las que más salimos a tocar. También teníamos a Marcelo
Mamani, que venía de invitado a tocar el saxo. Pero sonábamos
a trio. Construíamos las canciones sobre líneas de bajo más o
menos repetitivas, cosa que cuando nos volvimos a juntar, en 2010,
Leandro criticaba mucho eso, como que era siempre la misma nota
y agregábamos cortes, etc. Pero esa era la gracia. Veo que muchos
músicos piensan que cuanto más complicado es más lindo. Yo
nunca pensé la guitarra como una primera o una segunda, no me
gusta esa idea, sino que voy haciendo cosas como texturas. A veces
cuando el bajo va muy lleno no hago nada, o voy haciendo punteos y
acordes a la vez. Y estaba Omar, que era muy contundente tocando
la batería, el único problema era que siempre nos aceleraba los
temas (risas). Tocábamos de todo, bossanovas, “spy music” como
le digo yo. Ensayábamos en todos los garajes que pudimos, hasta
que pegamos un lugar acá en Varela, donde un día nos entraron a
robar y se llevaron nuestros instrumentos. Pero después de un mes
y medio, pude recuperar mi guitarra en una casa de música, que el
tipo me la dejo al precio que la había pagado. Estábamos un poco
más preocupados por tocar en Capital que en zona sur. Pergolini
organizo un concurso de bandas que se hizo en Obras, con el

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La Misma Tierra

auspicio de Terrabusi y lo ganamos. Con la plata de ese concurso


grabamos un video el video del tema “Chiribiribin” y, a partir de
eso, empezamos a tener un poco más de difusión.
Beto Morales: En 1992 empezamos a rearmar el grupo. Yo le dije
a Mariano Rodríguez si quería tocar en el grupo, entonces dejo
Chiquero y se vino con nosotros, es más Ramiro se enojó mucho
(risas), pero mi intención era que toque en las dos bandas, y con él
vino Ardilla.
Ardilla Pérez: Con los Serenos la cosa venia medio rara. Hicimos una
fecha en el Fobal (Burzaco Futbol Club), con Acido Camboyano,
habíamos metido doscientas personas y no nos importaba la guita,
ni cuanto habíamos recaudado. Estábamos desgastamos y no
la mantuvimos. Ray se fue al Otro Yo y Matu estaba explorando
otras cosas. Cuando se separan lo serenos, dije: “Chau, cuelgo los
guantes”. Yo empecé a laburar en boliches y esa fue una marca
que no me perdono nadie, pero me pagaban muy bien todos los
lunes, por manejar una camioneta y llevar los pibes a tarjetear. Fue
una contracultura lo que paso, cuando apareció el boliche Jazz, en
Burzaco, se canalizo todo ahí, iba el rockero pero no todos podían
entrar. Me ha pasado con El Lado Salvaje tocando y la gente de
Burzaco gritándome: “Anda a Jazz, puto“(risas). Fue un problemón.
La estaba pasando bien con el boliche, siempre me gusto Depeche
Mode, Camuflage, la música electrónica, el House y pensé bueno,
por ahí es el momento de hacer de esta música, meterme y laburar
en esto, pero bueno, el rock siempre te tira.
Victor Raffo: Quise formar una banda reggae con Marcelo Belen
y Marcelo de Skabu Zimbel. Y a los tres días me lo cruzo a Ardilla
(Pérez).
Ardilla Pérez: Una noche de pepa, me lo encuentro en una parada
de colectivo y me llevo hasta mi casa (risas). Al otro día lo llame por
teléfono para agradecerle, y me dice:”No tenes ganas de juntarte a
ver q onda”.

101
Santiago Parera - Diego Peralta

Victor Raffo: “Che, estoy formando una banda de reggae”. Y


Ardi me contesta: “Uhh, yo tengo ganas de cantar eso”. Y le digo:
“Bueno, venite al Rancho Espinoza, la semana que viene”. Y vino,
pero fue el único y último ensayo de esa banda.
Marcelo Belen: Queríamos hacer una banda de reggae con Ardilla
(Pérez) y con Victor (Raffo) de Los Cafres, tipo Olodum, música
brasileña (risas).
Ardilla Pérez: En Guaruya (Brasil) escuche una mezcla de reggae,
bossanova, rara. Así que voy a la sala de Laprida y, al lado, estaba
El Lado Salvaje, ya sin Mónica, ensayando. Entra Marcelo y me
dice: “Ardilla, ¿Queres probarte?”. No tenía muchas ganas, porque
había escuchado que los Morales eran problemáticos. Entonces,
literalmente, me cruce de una sala a otra, hablamos y uno de los
Morales me dice: “Escuchate “Por qué hoy nací” de Manal, y venite
con ese tema aprendido, así te probamos”. Claro, yo me aprendí la
versión de Hermética, y Jorge Morales se quería matar (risas). Y así
arranco.
Jorge Morales: El tema de Manal era algo que veníamos haciendo
como trio, y tuvimos la intención de tocarlo en vivo. Ardilla vino
en ese momento y trato de hacerlo. Fue así. Ni sabía que había una
versión de Hermética.
Victor Raffo: Cuando Marcelo Belen lo vio a Ardilla, dijo: “Este
es el cantante ideal para El Lado Salvaje.”. Y ahí surgió una nueva
versión del grupo. Ardilla siempre me agradeció que grabó un disco
gracias a mí.
Mariano Belgrano: Me dijeron de cantar en El Lado Salvaje, fui a un
par de ensayos. Pero no pasó nada, era una banda que me encantaba,
aparte amigos. Fue la época que desapareció Mónica, que fue un
garrón, y después quedo Ardilla.
Marcelo Belen: El Lado Salvaje siguió como tal porque Adrián
Paoletti apareció con el contrato para hacer el disco, sino hubiera

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La Misma Tierra

durado nada. En esa época era muy difícil sacar un disco, no es


como ahora, y tuvimos que rehacer algunas de las canciones.
Adrián Paoletti: Conocí a Tornillo, este trajo a Juan Manuel (Posse
Anchorena, guitarrista) y al principio estuvo medio vacante la batería,
hasta que entro Fernando Ordoñez. Tocábamos y ensayamos un
montón, casi tres veces por semana, y todos los fines de semanas
teníamos fecha. Muchas las hicimos con El Lado Salvaje y Harry.
Después se pinchó, la típica.
Marcelo Belen: Les llevo a mi mejor alumno que tenía, Fernando
Lamas (Ordoñez), daba clases en Centerlom en ese entonces, pero
antes le dije: “Mira que son unos chicos alocados, capaz que alguno
se pone en pedo, van al centro, a veces fuman, vos fíjate. ¿Conoces la
marihuana?” (Risas). Después me lo agradeció: “Vos me mandaste
ahí”. Eran unos personajes, capaz que se escondía en la esquina del
recital y no tocaba.
Beto Morales: Un día nos dijeron que había una productora nos
quería editar un disco, pero estábamos mal de plata, era la época
de la hiperinflación de Alfonsín, pero salió la idea que sería mitad y
mitad con Copiloto Pilato.
Adrián Paoletti: A través de varios amigos en común conocimos
a Gonzalo Villagra, que el padre tenía el estudio Sonovisión, que
era zarpado, sobre la calle Ayacucho, en un subsuelo. Grabamos
un demo que hice copias y lo vendíamos en los recitales. Y al año
siguiente grabamos el disco “La misma tierra”, que salió en 1992.
Marcelo Belen: Adrián siempre era el más movedizo de todos, como
lo es ahora, y fue el más bicho, consiguió el contrato. Fue todo
una gran movida, y un momento único, porque después la banda
duro poco y la industria duro poco. Lo grabamos en Sonovisión,
Ayacucho y Lavalle. Todo en vivo. El disco lo grabe solo con hit hat
y ride, no conseguí un crash.
Ardilla Perez: El “Orgullo salvaje” y tres temas mas, los hice en

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Santiago Parera - Diego Peralta

el estudio. En esa época estaba muy loco y no creía que ibamos a


grabar un disco, hasta que un dia Marcelo me dice: “Mañana tenes
que ir a grabar estas tres canciones. ¿No tenes letra? No me importa,
y sino las tenes, te cago a trompadas” (risas). Llego al estudio y
Gonzalo Villagra me dice:”Ardi, quédate tranquilo”. Compró un
whisky, me puso la pista, y me dice: “Vos escribí, dale”.
Marcelo Belen: La parte con Ardilla la re disfrute, estuvo buenísimo,
pero ya nunca volvió a ser ese grupo con esa personalidad única que
tenía. Tuvimos que adaptarnos bastante, y encima con Ardilla (risas).
Yo me llevaba muy bien, éramos muy amigo y con eso tratábamos
de salir adelante.
Alejandro Alaci: También tocamos mucho en Happenings, desfiles,
a partir de esa conexión. En uno de esos shows nos vio Daniel
Melero, y nos contactó enseguida. Anteriormente, en 1990,
habíamos grabado un primer demo de cuatro temas en los estudios
Marabunta, en Bernal. Y en 1991, fuimos a los estudios Aguilar, y
Melero nos metió a grabar. “Graben diez u once bases”, nos dice.
Así que tuvimos que elegir a dedo entre treinta bases que teníamos.
De tanto tocar en vivo ya teníamos un sonido, pero en el estudio
éramos totalmente inexpertos. Al otro día trajo a Cerati, que era la
época de “Colores Santos”, y se copó tanto que termino grabando
algunas guitarras. Pero faltaban las voces. Claro, el productor
Víctor Poeiman, vio a Cerati, a Melero y a Vivi Tellas, que nos dijo:
“Graben, graben un disco”. Melero nos hizo completar esas bases.
Y en un fin de semana hicimos todo, un día las bases, al otro día
las guitarras y el ultimo día las voces. El disco lo mezclaron Melero
y Cerati, ellos solos. Yo siempre digo que el mérito de Daniel, fue
organizar ese caos, esa locura nuestra, sacar lo mejor, porque sin
él, no hubiésemos podido hacerlo. Igual la mezcla no nos gustó,
porque sonaba como blando, nada que ver lo que éramos en vivo,
la batería muy al frente. Nos parecía muy careta el disco. Pero lo
dio una estética al audio, hizo que “Kanishka” sonara radial y nos
dio una mano que estuvo buenísima. Ese disco salió en casete y en
vinilo, y fue uno de los últimos de rock nacional, en editarse en ese
104
La Misma Tierra

formato. Hablando artísticamente del disco, había un mundo ficticio


con la “Tía Marcia”, las fiestas del infierno, los personajes, un delirio,
que habíamos creado, igual que los nombres que nos poníamos en
los discos. Salió el disco en Agosto y no pasó nada. Llego fin de año,
y fuimos con Lee Chi a la costa, con un vinilo, de boliche en boliche
(risas). Pasaban un tema y le pedíamos el vinilo, para llevarlo al
siguiente lugar. Al principio, el hit iba a ser “Fin de semana salvaje”
o “Embolarium”. “Kanishka” fue más de los medios, y quedo ese.
Ray Fajardo: Temperley se ponía a full, con La carpintería o La
Biblioteca y siempre me encontraba a Gabriel Guerrisi panfleteando.
Ellos recién habían sacado “Fin de semana salvaje”. “Che. ¿Qué
onda? ¿Cómo es grabar un disco? (risas)”. Ellos fueron la punta de
lanza, los primeros en tener un hit e impactar frente a lo que era la
gente o el rock en general, que hasta en ese entonces nos conocían
como un gueto, pero con “Kanishka”, los conoció todo el mundo.
Despegaron antes que ninguno.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Nuevo Rock

Alejandro Alaci: En 1992 empezamos a ir más a tele, estaba “Hacelo


por Mí”, tocamos con Iggy Pop, que estuvo buenísimo, ya que
éramos re fans y fueron cuatro noches increíbles. Teníamos el disco
fresco, tocamos cinco temas e hicimos “Yo tuviera“, como sorpresa.
Cuando tocamos con Nirvana nos conocía todo el mundo, y aparte
hacíamos el circuito de boliches, éramos un grupo muy vendible.
Me acuerdo que después de unos de los shows de Iggy, esa misma
noche teníamos, a veces, dos fechas más en otro lugar. Ya un show
con todo el despliegue que significaba era mucho, imagínate tres,
era una locura. Eso a la larga nos cansó, nos limo. “Kanishka” fue
un hit, inclusive más que el nombre del grupo, y llegamos al disco
de oro. La banda exploto, se vislumbró todo ese laburo de base que
habíamos hecho. Imagínate, no había MTV, ni internet, fue todo
de boca en boca, gente que decía: “Anda a ver Los Brujos que en
vivo…”. En canal 7 hicimos unos cortos que pasaban una parte
del show en el cine Los Ángeles, donde presentamos el disco con
Cerati y Melero, duraban un minuto y tenían una rotación en todo
el país, lo pasaban cada dos horas y eso nos hizo famosos. Éramos
la novedad, fuimos los primeros de lo que se llamó “Nuevo rock
argentino”. Fuimos el recambio que se tiene que dar en los grupos.
Walter Mosca: En 1992, los pibes de Mentes Abiertas nos dicen: “Che
mosca, ¿no quieren grabar dos temas? Vamos a hacer un compilado,
nosotros sacamos el disco”. Cada banda se pagaba sus horas en el
estudio Tecson. Fuimos, llevamos la batería y unos equipos. Todo
en un día. Grabamos “Ya no sos igual” y “Arrebato”. Ese fue el
puntapié inicial. Y nos fue muy bien. Empezamos a tocar en los

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La Misma Tierra

festivales de Mentes Abiertas. Éramos los punkis y nos seguían todo


tipo de gente. Empezaron a pasarnos la Rock & Pop y llenábamos
todas las fechas. Nuestros amigos nos rompían las pelotas con que
cobremos, porque teníamos mucho público. Un día viene Huevo
de MTS Producciones, y nos dice: “¿Quieren tocar ustedes solos en
Arlequines?”. Le dijimos que sí y arreglamos el tema de la guita, así
que nos dio esa plata y treinta litros de birra (risas). Fue la primera
vez que cobramos algo. Ahí abrimos los ojos. En uno de esos
shows, a un amigo nuestro que nos ayudaba de manager, ponele,
lo encara Andrés Vignolo, que tenía una productora y manejaba a
Los Violadores, Attaque 77. Nos vio potencial, y arreglamos para
laburar con él.
Marcelo Belen: Yo me mude al centro, empecé a laburar en el
Estudio del Abasto, conocí mucha gente y ahí entre a otro mundo.
Comencé a tocar en Los Visitantes, mi debut con ellos fue en Obras.
¡Y me pagaron!
Beto morales: Primero se enojó mi hermano conmigo, después
Marcelo y quedamos solos con Ardilla. Vino (Diego) Reta a tocar el
bajo, y “Chirola de Lomas” la batería, pero ya la última época eran
los shows lleno de gente y se cagaban a palos todos, hasta que llegó
un momento que le dije a Ardilla: “Basta, hasta acá llegamos, mira lo
que es esto, va a ocurrir algo malo”. Ahí se terminó.
Ardilla Pérez: Los Morales se peleaban todo el día, muchos
problemas. No me sentía cómodo musicalmente, todos me decían:
“¡Loco, tocas en El Lado Salvaje!”. Hoy en día pienso que lastima
que no lo aproveche, o en la grabación hay temas que no los cante
como me hubieran gustado, todo por no tomarlo en serio.
Ramiro Gutiérrez: Hasta la separación de Copiloto Pilato, de hecho
en el último recital de ellos no tocan, en La Luna, me acuerdo que
Adrián me decía: “Te ayudo con el equipo, te llevo, pero no vamos a
tocar” (risas), y tomo esa decisión. No era la banda: “Se va uno, pero
pongo a otro”. Eran ellos cuatro.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Adrián Paoletti: Tenia un Falcon, y le digo: “Mira te ayudo a cargar


los equipos, pero te pido mil disculpas, no tocamos” (risas). Me
acuerdo que Ramiro se enojó ese día, pero es muy común de las
bandas, Tornillo se iba a tocar con otras bandas, el otro no sé qué,
cuando íbamos a ensayar tenía que arreglar con este, con el otro.
Pero ni en pedo, flaco. Acabamos de sacar un disco. ¿Qué onda? Me
ponía la banda al hombro, salir a buscar fechas, y después del disco,
en vez de ponerse las pilas, fue todo lo contario y me pudrí. Mande
a la mierda todo.
Mariano Belgrano: Estuve cantando en Mercado Negro, que estuvo
buenísimo, tocamos varias veces en Cemento, pero fue efímero
porque el baterista se fue a Europa. A fines de los ochenta, estaba
viviendo en Lomas de Zamora. Nacho de la Canal y Diego Lew
se juntaban a tocar, para armar algo, y ahí también fui yo a cantar
y quede (risas). Fue a principios de los noventas que formamos
THC. Sufrimos muchos cambios de formación, siempre estuvimos
Nacho, Diego y yo. Cuando empezamos, invitábamos a Los Cafres,
a Todos Tus Muertos; era la época de salir a pegar carteles, afiches,
ir a buscarlos a la imprenta, preparar engrudo y salir a la noche a
pegar. Siempre apuntábamos a ser reggae tipo The Clash, no reggae
“roots”. Éramos híper rockers.
Victor Raffo: THC era muy rockero, reggae oscuro, suburbano,
pero los productores salían corriendo. Cuando grabamos el
segundo demo, fui a llevárselo a Radio Trípoli, y al día siguiente
de dejarlo, me llamaron: “Che, está buenísimo, queremos grabarlo”.
Y nosotros:”Bueno, pero queremos hacer temas nuevos.”, “¡Nooo,
que temas nuevos… estos están para grabar ya!”, y luego fuimos
una delegación a la oficina. Cuando nos vieron salieron espantados
(risas). En contraste con Los Cafres, que siempre laburaron para
jugar en primera división, THC era jugar a la pelota con los amigos
después de cuatro birras, pero los temas eran mejores que cualquier
banda. Yo siempre lamente mucho que THC no trascienda, pero
Los Cafres tenían un norte bien definido, y en el 2008 se quedaron
sin guitarra rítmica y entre a la banda desde ese momento. Me habían
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La Misma Tierra

ofrecido el puesto dos veces, en 1994 y en 1998.


Mariano Belgrano: Con THC grabamos en el Abasto, con cinta, todo
análogo, con Álvaro; después Gonzalo Villagra y Marcelo Belen.
Marce tenía un pedo de aquellos y se cayó de espalda, en la sala de
control, mientras estábamos grabando, salto la cinta y quedo así, no
se pudo arreglar (risas). Y contiguo al mismo estudio estaba la sala
de video, que estaba Hermética, aparece Iorio y le dice a Nacho:
“¿Cómo te llamas vos, pibe?” (Risas), bueno graba con mi equipo.
Claro, era una heladera gigante Yamaha con un rack finito, y Nacho
lo enchufa, toca y “Buuummmmm”. Boludo, se asustó (risas), así
que grabo todo el demo con el equipo de bajo de Iorio. El segundo
lo grabamos con Gonzalo, que habían comprado la maquinita
digital con los wometros, que se subían solos y cambiaban de canal,
fueron los precursores, y todavía la estaba investigando. Álvaro
había grabado todas las bases de batería, y viene Gonzalo y dice:”
¿Esto qué será?”, apretó y borro las pistas (risas). Todo el laburo de
una tarde, a la mierda. Y tuvimos que empezar de cero. Gonzalo nos
dice:”Bueno, yo los invito unas pizzas para compensar“(risas), y nos
llevó a una Uggis que había a la vuelta del estudio (risas). Así que
volvimos y arrancamos todo de vuelta. Era para matarlo.
Fernando Lamas (Guitarrista, Programación, Tecladista y Cantante
de Estupendo): Nací en Lomas de Zamora y viví en Lanús hasta el
2000, año que volví a vivir en Lomas. Comencé escuchando discos
y casetes de música infantil que había en casa, era de engancharme
mucho con la música en momentos libres. Teníamos un equipo con
unos parlantes Lea. Así que era muy común que alguien viniera con
un par de discos: “Mira, tengo esto. Vamos a escucharlo”. Después,
de más adolescente, me daba cuenta que cantaba con bastante
naturalidad y empecé a probar cosas con amigos que tocaban otros
instrumentos. Lo primero que tuve fue un bajo Faim, de fines
de los sesenta, que me lo dio mi tío porque veía que tenía interés
en ese aspecto, y lo tocaba sin equipo. Hasta que un día fui a la
casa de un amigo que era disc jockey, poníamos vinilos que tenían
pedazos de ritmos, cosas así, conectábamos el bajo y empecé a
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Santiago Parera - Diego Peralta

probar esa situación. A fines de los ochenta pegue onda con unos
chicos y armamos algo. Siempre quedando en la posición del canto
y experimentando todo el tiempo, porque era algo nuevo. Había
una banda que estaba Gastón Capurro, Diego Rodríguez, y en un
momento me invitaron a cantar. Me compre un secuenciador Midi
para teclados, con la fantasía de poder grabar en casa, sin tener
que ir a un estudio. Pero los teclados que había no abarcaban todo
lo que queríamos y uno de esos chicos me dijo:”Yo conozco un
flaco, que tiene un teclado específico”. Era un bitimbrico, y ahí nos
conocimos tocando en con esa gente, pero después se desmembró,
pero quedamos con una fuerte ligación con Sebastián (Mondragón,
Programación de Estupendo y productor). Nos quedábamos
hasta altas horas, secuenciando, probando cosas, grabando. Mucha
investigación.
Miguel Castro (Cantante, Tecladista y Programación de La Nueva
Flor/ Victoria Mil/UN): Las primeras bandas que me influenciaron
de acá son Copiloto Pilato y Los Brujos. Me había comprado el
ep de Copiloto y no lo podía creer. Ese fue mi comienzo, porque
pensé que no era imposible y se podía grabar algo. Los iba a ver y
me encantaban, eran muy raros. Las letras y la imagen de Adrián
me parecían alucinantes, Tornillo tocando el bajo era un animal, el
guitarrista otro loco. Antes de La Nueva Flor, ya tocábamos con
Julián (Della Paolera, guitarrista y cantante de La Nueva Flor/
Victoria Mil/Ok Pirámides) y otro amigo, yo tocaba la batería y
hacia coros (risas). Tenía trece o catorce años. Pero luego viene
Leonardo Santos, que ya éramos amigos y tocaba la batería, pero
bien (risas). Así que yo pase a la voz y formamos la Nueva Flor,
con Fernando Isely en el bajo. Eso fue por 1992. Ahí empezamos a
escuchar música de verdad. Porque antes nos había llegado discos
de generación X, Sex Pistols, Dead Kennedys, P.I.L. Conocíamos
la música desde un lugar muy inocente hasta que después de unos
años empezamos a entender todo, porque al principio te gusta esa
emoción. Después vino My Bloody Valentine, Happy Mondays, que
son más de fines de los ochenta.

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La Misma Tierra

Elías Ziede: Forme Pirata Industrial con Cristian Aldana, Gabriel


Guerrisi y los hermanos Schalum en percusión y batería, pero
Guerrisi estudiaba Arquitectura y podía ensayar los domingos nada
más, así que tuvimos que cambiarlo, vino un día a ensayar y había otro
guitarrista. Fue una cosa que nunca me lo perdono, y paso mucho
tiempo hasta que me volvió a saludar (risas). Estuvo Diego Vangioni
un tiempo cantando, él estuvo en un banda llamada Cavernaria, que
falleció hace poco, pero después se fue porque no quería cantar en
castellano. Hasta que un día nos salió una fecha en Cemento, con
homenaje a Joy Divison, y no teníamos cantante, entonces agarro y
digo: “Canto yo”, en mi vida lo había hecho. Pero fue un debut, y un
salto al vacío que salió muy bien. Hubo aprobación de la gente. Era
más New Order, Billy Idol, más bailable.
Claudio “Boti” Piñeiro: Cuando nos rateábamos del Colegio Nacional
de Adrogue, que eran muchas las veces (risas), íbamos al Hogar
Obrero, donde ahora es el Coto de Temperley. Desayunábamos
unas medialunas, y pasábamos horas hablando y armando cosas. En
una de esas veces, hicimos un flyer de una fecha con todas bandas
del Nacional: Condenados, Distorsión, La Burla y algunos más, en
la Carpintería de Temperley. Los puestos de venta que pusimos eran
las aulas (risas): 1ro 6 ,1ro 12 y otras divisiones. La entrada valía tres
australes. Lo hicimos con las letras cortadas del obituario del diario
(risas), con birome, tipo collage. Yo me encargaba de las fechas, iba
a San Telmo. El arreglo era siempre el mismo, nos daban entradas
para vender. Si bien esta zona era más punk, Ratos de Porao fue la
banda que nos hizo “cruzar la avenida” en el estilo de Distorsión.
Él tenía familiares en Brasil, y fue el responsable de traer muchos
discos de bandas de allá. Entonces cuando Ratos de Porao viene,
en 1989, a tocar a Argentina, el Turco nos dice: “Vamos a verlos”,
yo no conocía casi nada y cuando los vimos nos partió la cabeza,
presentaban el disco “Brasil”. Fue un punto de inflexión en la banda,
justo se había ido Ñoqui y el Turco pasó a tocar la guitarra y cantar,
Matías se calzo el bajo y ahí mutaron a ese crossover que caracterizo
a la banda. Las letras las hacia el Turco, la mayoría. Igual hay letras

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Santiago Parera - Diego Peralta

de Ray, como “Tercer Reich” o algunas de Matías.


Ray Fajardo: Después de un show con Chiquero, viene Cristian
Aldana y me dice: “Estoy armando una banda con mi hermana, se
llama el Otro Yo. ¿Queres tocar?”, le conteste: “No, ya tengo cuatro
bandas”, y ahí llamo a Omar Kischinovsky. Después compartimos
otras fechas en el Country de Banfield y en todos esos festivales que
se hacían.
Ramiro Gutiérrez: Después hay toda una época en los noventas que
se forman como cofradías, y una es muy fuerte, que se forma con
THC, fue nuestra época punki - reggae – party. Se juntaba mucha
gente y a partir de ahí la cosa de los festivales, y la nueva alianza fue
con Calle de Tierra. Para mí fue la mejor etapa de Chiquero, ya sin
Ray ni Albi. Por lo menos se acerca musicalmente a lo que yo quería.
Omar “Chiqui” Santamarina: Por 1981 mi hermano tocaba la guitarra,
es tres años mayor, escuchaba Led Zeppelin, Black Sabbath, Deep
Purple, Focus, y empecé a escuchar eso. Un día heredo una guitarra
de él, una vieja Faim. Yo tenía un vecino que escuchaba Ac/Dc, Iron
Maiden y tocaba la batería, nos juntábamos, enchufaba la guitarra en
un equipo de audio Rosario (risas), y el con la bata hacíamos puro
ruido, no sabíamos nada, pero me iban pasando cosas de la viola
e iba aprendiendo. En ese ínterin lo conocí a Lalo (Barone), que
vivía a dos cuadras y media de casa. Un día paso y escucho ruido.
En esa época era raro que alguien haga música, entonces paro y
pregunto:” ¿Qué onda acá, que hay ruido?”, me dicen: “Eh, estamos
por tocar”. Eran Lalo y “Trapito”, les propuse hacer algo, y nos
juntamos, tampoco sabían tocar (risas). Los abuelos de Lalo tenían
plata y era onda: “Quiero tocar la guitarra, abuelo.”, “Ok, toma una
guitarra y toma un equipo”. Nosotros los mirábamos, era un tesoro,
vivían en un chalet enorme, entonces con ellos formamos la primer
banda que era Retrovirus por 1987. El nombre era porque en esa
época empezaba el tema del HIV.
Chelo Romero (Baterista de Calle de Tierra/Campo Tritón):
Comenzó todo a los doce años con Kiss y eso me marco un
112
La Misma Tierra

montonazo; escuchaba a Peter Criss, muy pendiente de la batería y la


típica, tocaba donde podía, en los bancos de la escuela, cacerolas, etc.
Y cuando tuve mi primer batería, a los diecisiete o dieciocho años,
ya tenía una idea bastante clara. La compre acá en Rafael Calzada,
era una Rex, bien vintage. Mi primer grupo fue de rockabilly, Los
Perseguidos, sonaba muy bien y tocamos bastante, hasta que fui a la
colimba, en Bahía Blanca. Estudie con Marcelo Mira y siempre fui
muy autocritico, nunca estaba conforme. Crítica destructiva (risas).
Vuelvo de la colimba y vendí la Rex. Y me arme una bata por partes,
empecé con un redoblante Pearl y me compre una bata, que sin
saberlo había pertenecido a Marcelo Mira.
Omar “Chiqui” Santamarina: Yo la pase esa época de la “sal anfeta”,
era común, tuvimos la suerte de ser pobres, porque el que tenía
plata se moría rápido. Era “pinki, pinki”, y hasta la muerte. Nosotros
nos fisurábamos, se acababa la plata, y chau, a casa, habían otros
q salían a robar, otros que les robaban a los padres. Nosotros no,
se terminó y a dormir. A los drogones se les despertaba el chorro
y salían a chorear, a nosotros se nos daba de armar un grupo de
música o a dormir, era otra onda. En 1990 me fui a Bariloche y
cuando volví armamos definitivamente Calle de Tierra, con “el
turquito” en la batería, que era un pibe de Turdera, que falleció, muy
drogón, insufrible, se pasaba de rosca y tocaba menos que nosotros.
Después vino Ariel de Luca, un kiosquero de Calzada, e hicimos
la primera fecha en un lugar que se llamaba Sospechas, en Lomas
de Zamora, atrás de la Municipalidad, con el nombre de “Calli´e
Tierra” (risas). Ese día compartimos fecha con Pájaros Acuáticos,
también pibes de Calzada. Esa formación era Ariel, Lalo, “Trapito”
al bajo y yo, después lo cambiamos a Calle de Tierra, porque Lalo
vivía sobre una calle así.
Chelo Romero: El primer batero fue “el Turquito”, después Nichi
(Adrian Migli, falleció en 1996) y luego entro yo. Paralelamente, con
el Chiqui, estábamos haciendo cosas más darks, medio Primus, King
Crimson. Lalo vivía por acá en la zona, éramos amigos desde la
infancia. El proto Calle fue Retrovirus, ya venían tocando y después
113
Santiago Parera - Diego Peralta

cambiaron a Calle de Tierra. La primera vez que los vi fue acá en


Mármol, en el show contra el cierre del ramal Roca, vía Claypole, con
Nichi en la bata. Después Nichi se fue a una convención de tatuajes
a Brasil, y me dijeron a mí para cubrirlo. Y al final quede yo. Éramos
un trio y los primeros ensayos fueron en el Rancho Espinoza. Luego
entro “el Tano” (Guitarrista de Calle de Tierra) y fue una exquisitez,
más disonancias, otras melodías, mas deforme.
Omar “Chiqui” Santamarina: Para el segundo show de Calle, Ariel
ya no quiso tocar más, y ahí vino Chelo. “Trapito” también dejo de
tocar, y empecé a tocar el bajo y cantar, cosa que no podía, me sentía
limitado. Una vez tocamos en la vereda del Instituto Lomas, sobre
Meeks, que lo querían cerrar y pregunte por el micrófono si alguien
quería tocar el bajo (risas). Al tiempo apareció Nico (Fumiere), que
lo conocí cuando compartimos fecha con su banda, Killing Guru, en
un boliche llamado Aquelarre, en Temperley, típico lugar “trampa”
para viejos merqueros y gateros. El porrón de cerveza valía carísimo
y para un punk, en ese entonces era imposible (risas). Entonces toca
Calle de Tierra primero, y al tercer tema viene el dueño del lugar al
micrófono y me dice: “escúchame, flaco, sino vendo una cerveza,
se van todos a la mierda, porque acá no va la cosa así, yo no les
cobro por tocar y ustedes no me venden una birra. Se me van.”
(Risas), y yo, inescrupuloso como siempre, dije: “Miren chicos, acá
el hombre del boliche dice que si no vende una birra, nos vamos
a tener que ir todos a la mierda...”. Salto uno del público: “¿Ehhh,
cuánto sale? Son re careros, caretas...” “¿Cuánto sale una cerveza?”,
pregunto por el micrófono, y el tipo en la barra: “Cien el porrón”, y
el público:”Eehhh, puto, hijo de puta” (risas). A la mierda todo, nos
echaron, tocamos un tema y medio, creo (risas). Y le preguntamos
a Nico si quería tocar, justo medio que Killing Guru se estaban
separando.
Lalo Barone: Comencé a tocar la guitarra porque necesitaban que
toque la viola alguien, y me pasaron una Faim y un par de notas.
Tenía un pedal que sonaba como Jesus and Mary Chain (risas),
lluvia total, si erraba o tocaba mal, no se notaba. Me afinaban la
114
La Misma Tierra

guitarra la banda que salía de sala. Lo primero que vi fueron los


Penes Hardcore, que tocaba Lee Chi, en el Nacional de Adrogue a
los dieciséis años.
Ramiro Gutiérrez: Calzada para mí es muy importante, yo le sugerí
el nombre de Calle de Tierra porque tenían una letra: “Calle de
tierra, portón de madera”. Cuando ellos se forman tuvieron una
etapa medio skinhead, habían tocado en Comando Suicida, pero
nada que ver con eso. Yo discutía mucho con Chiqui pero sabía
quién era, a él llegaba ese discurso clasista de Comando. Chiqui es
un gurú.
Omar “Chiqui” Santamarina: Nichi conoce a los pibes de Comando
Suicida, en la época que había salido “Invasión 88”, y me dice a mí:
“¡Che, vamos a tocar a Comando Suicida!”, “Dale, vamos”. Claro,
nosotros escuchamos las letras y para nosotros era música Oi!, que
mucha gente hoy en día, lo revindica pero en esa época lo odiaban,
era otra cosa. Ser skinhead no era bueno, te rompían todo si eras
distinto, pero de a muchos y allá, después cuando venían acá eran
todos buenitos, no te peleaba ninguno. Ensayamos en una sala en La
Boca, vamos a tocar a Cemento, y cuando tocamos, ahí nos dimos
cuenta que era música Nazi, la gente que los iba a ver, etc. Escuchas
la letra: “Estoy todo el día trabajando, bla, blá, bla…” era una idea,
y cuando vimos la gente que los seguía era otra idea. Tocamos esa
vez y chau. Después de esa vez, viene Sergito (Betancort, cantante
de Comando Suicida) y nos dice: “Che, nos hace un nota Clarín”,
y yo pensaba: “Clarín, no es una revista de rock, es un diario, y no
está bueno eso”. Yo no fui, pero Nichi sí. Y sale la nota. En la foto
estaba Nichi, con los otros integrantes, y Sergito con una máscara de
San Lorenzo, y el título: “Los cabezas rapadas”. Nichi no entendía
nada, la nota decía algo así como: “El resurgimiento de los neonazis
en Argentina (...) los integrantes tiene problemas con sus padres
(…)” no sé qué. Cualquiera, Nichi con la vieja se llevaba diez puntos
(risas). Yo sabía que iba a pasar eso y se lo dije: “Viste boludo, por
eso yo no fui”. Pero cometimos el error con Comando y la gente ya
te condeno.
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Santiago Parera - Diego Peralta

Daniel García: Comando Suicida cuando empezó no eran nazis,


nada que ver. Venían a ensayar a nuestra sala, que quedaba en Parque
Patricios, era una casa vieja donde yo vivía. Fernán me los presento,
vinieron y por ese entonces tenían un solo tema. Eran un desastre
(risas). El baterista estaba una hora tratando de armar un la bata y el
bajista tenía un bajo que parecía un arco de lo doblado que estaba
(risas) así que le preste el mío. Aparte “le faltaban unos jugadores”.
Sergito me dice: “Lo que pasa es por la falopa”. ¡Que falopa, este
pibe es más raro! El único que tocaba bien era el guitarrista y tenían
un tema que se llamaba “Babilonia”, que era la única canción que me
gustaba. Así que siguieron ensayando, sacando temas. Un día vienen
Sergio y el guitarrista, y me preguntan “¿qué opinas?”. Les contesto:
“Mira loco, tiene que cambiar al bajista”. Le dijeron al bajista que no
iba más, y parece ser, que le dijeron que yo había recomendado eso.
¿Sabes lo que hizo este tipo? Hizo una denuncia en la cana, diciendo
que yo vendía falopa. Imaginate que era el año 1982. Y había un
detalle no menor, Sumo también ensayaba en esa sala. Luca tenia un
tuquera, que había fabricado y el porro que sobraba, lo tiraba a una
lata que usábamos de cenicero. Claro, un día llego del laburo y veo
a Sergito que estaba en la esquina de casa. “¡Que haces Sergito!”, y
me dice: “Mira Daniel, vengo a dar la cara. Al pelotudo del bajista
lo echamos, viste y como está loco, te hizo una denuncia, como que
vendes falopa. Y esta la policía adentro”. Yo entre a mi casa, subo
la escalera diciendo: “¿Que mierda es esto?”. Yo estaba como loco.
Vi que estaban revisando todo y me encara el jefe del operativo:
“Tranquilízate, recibimos una denuncia que vendías droga”, y le
digo: “¿Sabes de dónde vengo? De laburar. Yo no vendo nada”.
Y cuando subimos a la sala, ahí caigo. La concha de la lora, la lata
(risas). Yo la había metido en no sé dónde y nunca la vieron (risas).
Sergio les había dicho a los canas como venía la mano, porque sabía
cómo había sido la cosa. No podíamos creerlo. Encima en esa época,
me podía haber comido un quilombo de aquellos. Al mes apareció
el chabón a pedir disculpas. Le pegue una trompada que rodo por
las escaleras: “Tomatelas, ni aparezcas por acá, pelotudo”. A partir
de ese suceso quedo como una amistad con Sergito, se lo agradecí
116
La Misma Tierra

mucho.
Omar “Chiqui” Santamarina: A mí me rompieron varias veces
la cabeza por saltar por amigos, era así, te mataban a palos, y yo
teniendo el look, pelado, usaba borcegos con punta de acero porque
en esa época trabajaba en un aserradero y para mi usarlos era la
lucha del obrero, no por el lado de “Hitler aplastando judíos”, es
más, lo dice una letra nuestra: “Abajo la patronal, arriba los punta de
acero”. El disco que nos marcó eso fue “Virus 27”, y que era raro
para nosotros, porque vos estabas vomitando en la calle, venia un
skin y te arrancaba la cabeza de una patada. Era muy grieta todo,
peor que hoy Macri vs kirchneristas. Una vez lo agarro en la casa de
Lalo a Herman, de Mal Momento, yo no los quería, sabía que eran
unos putos, se juntaban con los skinheads de capital, pregonaban
una historia pero eran otra: “¡Eh loco, qué onda vos!, cuando estas
allá te haces el malo con aquellos, pero ahora acá estas solo. ¿Qué vas
a hacer?”, Lalo me miraba (risas). Otra, tocamos en el Defensores
de Glew, con BOD que traían unos cuantos skinheads de capital, y
los vi fumando porro, entonces voy y encaro a uno de ellos: “Che,
¿Vos no decías que los que fumaban eran todos unos putos, unos
drogadictos de mierda, que no servían para nada?”. Ellos allá decían
otra cosa, los escuche en los shows que tocamos muchas veces con
Mal Momento en Capital, en New Order, en Floresta, ese discurso:
“Los punks son una mierda…drogadictos, los vamos a matar…”.
Nosotros cantábamos sobre el obrero, que lo podes asociar al OI!,
pero para nosotros no tenía nombre, era lo que éramos nosotros.
Hemos llegado a tocar en la vía de Mármol con Chiquero y Copiloto
Pilato, unos eran unos re drogones y otros re volados.
Daniel García: Sergito y la banda hicieron muchas cagadas. Hubo
muchas divisiones por esta pelotudez de los “nazis” y hasta hubo
muertos. Desgraciadamente es así. Ya la sociedad argentina es
“nazi” de por sí, y estos vinieron a exacerbar todo eso. Así como te
digo esto, también digo que Sergio se portó muy bien conmigo, por
lo que te conté antes.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Chelo Romero: A los chicos de Calle los conocía todos punks y


darks. Después no lo podía creer, les atrajo esa cosa skinhead, que
era como una provocación más, y cuando se dieron cuenta de que
iba la cosa largaron todo. Se cagaban de risa de ellos mismos, como
que nunca se lo terminaron de creer, fue una pose, una provocación,
se hacían pero no eran. Y el haber tocado en Comando Suicida fue
una bisagra, porque fue un quilombo bárbaro, se quedaron en el
escenario viendo eso, y fue como: “Mmm, no estoy de acuerdo con
esto”. Cuando entre a tocar en Calle de Tierra, estaba esa discusión
todavía en la banda, porque comenzaron con esa tendencia, y con
Lalo decíamos que al primer “Oi!” dejábamos de tocar en el ensayo
(risas). Fue una tontería de pendejos, no eran nenes de mama que
estaban aburridos y se hacían nazis o porque los padres si lo eran.
Los chicos de acá nada que ver, aparte son tipos súper inteligentes
para esas boludeces.
Rana Almirón (Guitarrista y cantante de F.D.I/Afortunados
Perdedores; Tatuador profesional): Tenían ese look skin, con
borcegos pero no eran nazis, ni nada de eso, como la mayoría de los
skins de esa época, eran más de clase obrera a full, especialmente el
Chiqui, que siempre fue muy anarquista. Me acuerdo, en los shows
de ellos, escucharlo tirar frases de autores españoles de ese palo.
Nichi me decía: “Yo laburaba y esa es mi ropa de laburo”.
Lou: Me acuerdo de una en un salón de Calzada, a media cuadra
de la iglesia, que fue Attaque 77 a tocar, era la época de “El cielo
puede esperar”, explotaba, y me acuerdo que estaba Chiqui, Lalo,
look musculosa, tiradores. Y los chabones de Attaque vinieron en
una camioneta, bajaron y los dejaron a los cuatro solos, regalados
(risas), todos en un rincón cagados hasta las patas. El lugar estaba
lleno, no había camarín, algo muy raro. Subieron a tocar y vieron
que estaba todo bien, y en una Ciro Pertusi dijo: “Aguante los skins
de Calzada, está todo bien loco” (risas).

Omar “Chiqui” Santamarina: Tenia muchos amigos drogones y

118
La Misma Tierra

rompieron todo el baño (risas).


Lou Carrera: A fines de los ochentas escuchábamos más punk, G.B.H,
Exploited, Sex Pistols. Los Mareados eran más ramoneros cuando
empezaron y por 1994/95 empezamos a escuchar The Businnes, 4
Skins, todo esa palo del Oi! de los ochentas. A mí, personalmente,
me cambio la cabeza Toy Dolls, me preguntaba: “Como era que
Toy Dolls les gustaba a los pelados”, con esa vocecita que era un
chiste, después escuchas bien y tenían esos temitas medio marcha,
muy Doble Fuerza; ahí empezó el viraje para escuchar otras cosas.
El cantante de The Business dijo: “Somos punks sin pose”, tipos
re comunes, sin lookearse, y ahí empezamos a curtir eso y hacer la
música más para ese lado desde hace tres año, hasta hoy, con Dani
el bajista, Diego el guitarrista, de los originales. Una vez fuimos al
programa con el hermano de Magui en la radio de Frías, ya andábamos
lookeados con aviadoras y el pibe nos dice:” ¿Por qué ustedes se
loquean así, si no son fachos?”, “Si, bueno, no somos fachos, pero
nos cabe esta música”. Éramos Sharp sin saberlo, por eso rescato,
siempre que puedo, todo el laburo que hicieron los de “La Cultura
del Barrio”, porque fue un poco limpiar toda esa imagen y decir la
posta como el movimiento skinhead posta que nace en Inglaterra.
Acá llego la parte que los pelados ingleses eran todos del “National
Front”, hooligans que se pelearon en el Mundial 86´ contra los barras
de acá, y que Gámez los cago a trompadas (risas). Me acuerdo una
vez estar en la puerta de Arlequines, tocaba Doble Fuerza, la época
previa al primer disco, ya que como querían saber más nada con esa
movida. Había uno que le decían “el alemán”, un tipo más grande,
que vio toda la movida y se dio cuenta que ya no era lo mismo, pego
la vuelta y se fue a la mierda. Los más pendejos eran los que hacían
quilombo. Venía uno repartiendo los flyers, tenía tatuado la leyenda
“Industria Argentina”, y decía:”Y no quiero ver ninguno (flyer) en
el piso” (risas), y nosotros: “Si, señor. Sí, señor.”(Risas). Una vez la
pasamos fea en Haedo en 1994 o 1995, fuimos a tocar a un festival
con Bien Desocupados, Mal Momento y Expulsados, cuando era
trio, a diez cuadras de la estación, un lugar gigante con ventanas altas.

119
Santiago Parera - Diego Peralta

Estaba sospechosamente tranquilo el ambiente, armamos, hasta que


miramos por las ventanas y vemos que se estaban juntando crestas,
todo mal, eran los famosos “obelos”, como setenta, todos destroy,
bidones con escabio, con sogas, las caras todas pintadas, era la época
de “el correntino”. Y vimos que estaba poniendo picante, se trepan
dos por las rejas para mirar adentro qué onda y nos ven a nosotros,
borcegos, aviadora, gorrita, y dicen: “Ahí están, ahí están”, y en una
sentimos “Puummm”. Entraron todos, se quedaron en la otra punta,
y mandan un “Chasqui” (risas), recontra enrochadisimo, no se le
entendía nada, viene y nos mira: “Eeeee… ¿Ustedes son fachos,
loco?...”, y salta Diego, el violero, que en esa época estaba en la
plenitud del “boxindanga” (risas), le dice:”Loco, si te queres ir sano
de acá, tomatelas ya”. Yo lo mire y le digo: “Boludo, le podes pegar
a este, a dos, a diez. Pero son setenta, Diego, ¡Nos van a amasijar!
(risas)”. Le dije al batero:” Pásame un fierro, a alguno un fierraso le
pego”, y me paso un palillo de la batería (risas): “¿Que hago con esto,
boludo?”. La cosa que el chabón se fue, no sé qué les habrá dicho,
y no pasó nada, pero no tocamos ese día, nos hicimos los boludos
y nos fuimos a la mierda. Después de unos meses, me entere que
ese día habían andado unos pelados y habían re cagados a palos a
unos punkis, después caímos nosotros y pensaron: “Fueron estos”.
Era así, muy confuso todo. A nosotros una vez, un chabón grande
que paraba con los obelos, nos dice: “Loco, una vez fui a la casa del
“correntino”, se estaba picando y escuchando Los Mareados”. Esa
una facción. Los otros días una chica que labura en la Bond Street
me cuenta: “Yo estaba laburando y sonaban Los Mareados, del local
de “Barrabrava”, o sea, la otra facción (risas).

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La Misma Tierra

121
Santiago Parera - Diego Peralta

Nichi Tattoo

Omar “Chiqui” Santamarina: A Nichi (Adrián Migli) lo conocí


por amigos en común, en algún recital. ” ¿De dónde sos?”.” De
Mármol”. “Ah, yo de Calzada.” El día de la Rosa Negra estaba Nichi,
“ganchero” (sic) en el baño.
Ramiro Gutiérrez: Fue una persona única, era un pibe sabio. Yo era
más grande que él, pero para mí era mayor que yo. Muy centrado.
Dijo voy a tatuar y empezó a hacerlo. Yo tengo acá uno que hizo él.
Esta línea, una boludez.
Rana Almirón: Era muy copado. Él tendría 22 años, pero lo veía
como un adulto. Aparte tenía un corazón y unos huevos enormes
para aguantarnos, porque íbamos al local todos los días con unos
pibes de Don Orione, que después hicieron la banda Supervivencia
del Mas Apto. Le hacíamos mil preguntas, era un tipo muy sencillo,
de pocas palabras, y re directo. Nunca lo ibas a escuchar hablando
boludeces. Todo lo contrario a nosotros, que boludeabamos todo el
día, pero igual se cagaba de la risa. Nichi representaba esa figura de
un hermano mayor para nosotros, con templanza y mirando todo
desde arriba, pero a la vez era un pibe también. Era un tipo muy
maduro y serio.
Omar “Chiqui” Santamarina: Nichi se compró la primera máquina
de tatuar, vía Brasil, por Marcelo de School Tattoo. Practico conmigo
y con otros pibes. Estos tatuajes me lo hizo con una maquina
armada con un motorcito de grabador.
Ramiro Gutiérrez: Con un timbre y una aguja se había fabricado la
máquina, fue un genio. Los pibes venían del Mercado Central con
122
La Misma Tierra

unos tatuajes espantosos, pero Nichi hizo cada cosa impresionante


que no había llegado a desarrollarse. Hoy en día hubiera sido una
leyenda, de hecho los que son discípulos de él son grosos.
Rana Almirón: Llegue al hardcore y al punk de la mano del skate,
que empecé a andar a los doce años, y en ese círculo de amigos
conocí a “Aleko” ,un pibe de escalada, que tenía toda la data de
discos y me invita a ver unos recitales en Capital. Esto fue por 1991.
Y ahí fue la primera vez que vi gente tatuada, con ese look skater y
me encanto:”Wow, yo me quiero tatuar”. Empecé a averiguar y un
amigo apareció con un tatuaje: “Me lo hice en un estudio, llamado
Tarkus”. Era el estudio de Nichi que tenía en Lomas de Zamora,
con Román, en una galería que estaba enfrente de la estación de
tren. Tenía tres niveles, y Nichi estaba en el sótano.
Omar “chiqui” Santamarina: Él empezó a tatuar en Adrogue.
Laura, de la Rosa Negra, tenía una feria americana en la estación de
Adrogue, y Nichi tatuaba en el baño. Después en la galería de Trote,
al fondo, arriba de un local de ropa de un chileno. Un buen día, este
hijo de puta lo miraba como tatuaba, hasta que lo pateo y se puso
a tatuar el chileno este. Después Nichi tatuó en su casa y el último
local fue en Lomas de Zamora, frente a la estación de tren.
Rana Almirón: Era un estudio re simple pero estaba buenísimo,
bastante amplio, la recepción con las carpetas llenas de diseños y
el otro ambiente donde estaban tatuando los chicos. Me acuerdo
que apenas entre fue como: “Yo quiero hacer esto”. Fue inmediato.
Justo estaba en una etapa que mis padres se habían separado. Mi
viejo se borró y mi vieja me dice: “Si quieres estudiar, yo te banco
pero después no hay un mango para nada”. Ni sabía lo que quería
estudiar, le dije: “Voy a laburar”. Y me encontré con esto. De
chiquito siempre supe dibujar.
Omar “Chiqui” Santamarina: Las tintas que conseguía eran
buenísimas, ibas al “bolita” (McPyo Tattoo) y le decías: “¿Me das
una tinta?”, “Ok, son cien dólares”, ponele. Nichi tenía unos primos
que vivían en Estados Unidos, les hizo un pedido y se lo mandaron
123
Santiago Parera - Diego Peralta

a la casa. Eran dos onzas que valían cuatro dólares, cuando acá una
onza valía diez dólares. Marca Spaulding. En esa época era la única
manera. Ahora vas a la esquina y conseguís de todo.
Rana Almirón: Nichi me dice: “Yo me arme la maquinita, empecé a
tatuar a mis amigos, y me compre el material”. Así que yo empecé
igual. No había mucha información. “¿Cómo hago para comprar
una maquina?”, y Nichi me dice: “Tenes que escribir a National
para hacerte socio, mandar un cheque y a los seis meses te llega la
maquina“(risas). Él ya tenía maquinas copadas, algunas fabricadas
por él mismo. Era de construir todo, de inventar.
Gustavo Kaiser: El único tatuaje que tengo, me lo hizo él. Me
tatuó parte en la casa y parte en el local de Lomas de Zamora. Era
amigo de chico, estaba más allá de esa boludez del skinhead, ni sabía
de qué se trataba, era muy elemental. Le gustaban los cantitos de
cancha y quería tocar la batería. Era muy malo tocando, y bueno,
se engancho en esa. Yo con la gente de Comando Suicida me he
agarrado a trompadas mal, batallas, era mucho más joven y podía
pelear (risas). Con la banda de Chakal, que eran de Chacarita y era
la gente que nos iba a ver en Capital, nos hemos matado a golpes
contra los skins. Nosotros lo volvíamos loco con eso. Con Emiliano
tenían unas discusiones fuertísimas con eso. Fue un tipo que nunca
cago a nadie, y a él sí, con plata, con drogas.

Omar “chiqui” Santamarina: Nichi era de Mármol, vivía en Bynnon


y Mitre, en el barrio San Juan. Toco con nosotros la batería, era
muy malo tocando, muy fuerte, muy duro y después se fue a tocar
con Lacra. Después tuvimos un intento de banda con un pibe de
Burzaco, que nos juntábamos en mi casa y en el rancho Espinoza,
pero era un desastre todo, estaba muy “salado”, no venía nunca.
Ensayábamos de cuatro a ocho de la tarde, y las cinco ya estaba mal,
hecho mierda. Pero Nichi era más de ver que de tocar, y cuando
empezó a tatuar se dedicó de lleno a eso, que en esa época eran
veintiséis (sic) horas por día. El mismo me decía: “Yo no quiero
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La Misma Tierra

más, no quiero más. Me acuesto pensando en el último que hice y


me levanto pensando en el que tengo que hacer”. Y no podía más,
era muy agobiante porque no había tantos tatuadores
Ramiro Gutiérrez: Nichi es el primer cultivador de la zona, le gustaba
mucho el tema de las plantas y fue el que le cazo la onda. Nosotros
plantábamos y salía una lechuga espantosa.
Rana Almirón: Hacia unos dibujos re locos. Ya en los noventas, el
mundo del tatuaje empezó a experimentar con cosas biorgánicas,
esa cosa del Alíen de H.R. Giger, pero te dabas cuenta al toque si ese
tattoo era hecho por Nichi porque tenía esa forma de dibujar muy
particular, una mezcla de raíces con quesos podridos y biomecánicos.
Hoy en día miro amigos que tienen los brazos dibujados por él y
pienso: “Mira lo que dibujaba este tipo”, era muy creativo. Porque
tatuar aprende cualquiera pero la diferencia está en el dibujo, y ahí
sacaba ventaja. Mi primer tatuaje se lo hice a Bart, un amigo, se puso
las siglas B.D.O. (Barrio Don Orione). Me había hecho una maquina
rotativa hecha a prueba y error, Encontré una máquina registradora
que tenía un motor copado, mejor que uno de walkman, que son los
que hacen hoy en día, estábamos adelantados. Mi viejo tenía un auto
y cuando se va de casa me dice “Vendelo y repártanselo entre vos y
tu hermana”, y con esa guita me compro la primera máquina posta,
fui a la bond Street, que era el único lugar donde había y se la lleve
a Nichi para que la pruebe ,me explico cómo funciona y me tatuó
ahí, ya en esa época él estaba complicado, había cerrado el estudio
y se estaba cuidando, por diferencia de un año me perdí de tatuar
junto a él. Realmente es una lástima, porque el chabón era realmente
muy bueno, te estoy hablando del año 1991, hoy sería el padre del
tatuaje en zona sur, sin dudas. Nos perdimos de un talento. Mi base
fueron esos dos años que iba a verlo a él, esa fue mi preparación
.Era callado en algunas cosas, también en ese tiempo los tatuadores
se guardaban mucha info, sin ánimo de ser una crítica alguna, acá
llegaban dos revistas de tatuajes y era todo lo que había, después era
todo prueba y error. Una vez le pregunto: “¿Cómo hago para soldar
una aguja A3?”, y me respondía: “Y…es una onda, es una onda”
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Santiago Parera - Diego Peralta

(risas).
Rana Almirón: Era el único de los tatuadores que iba a los recitales,
estaba siempre. Le gustaba mucho Chiquero, Calle de Tierra,
escuchaba mucho punk, hardcore y Oi!, o llegabas al estudio, recién
se había fumado un porro y estaba sonando Joy Division, un mambo
más colgado, metido en su historia, dibujando y ni te hablaba: “Hola
Nichi”, asentía con la cabeza y seguía en la suya. No sabía si quería
que estemos o de onda nos echaba (risas). Nos tuvo una paciencia
increíble.
Omar “chiqui” Santamarina: Íbamos a ver Los Corrosivos,
Cadáveres de Niños, Todos Tus Muertos Los Auténticos
Decadentes, Sentimiento Incontrolable, Morgue Judicial, etc. Eran
mayoría festipunks, ir a Cemento a pararnos en la puerta y ver como
hacíamos para entrar. Ni para el boleto del colectivo teníamos.
Salíamos de Adrogue, colados en el tren, después caminar, y esperar
que caiga algún conocido. Si salía diez pesos la entrada, éramos
quince personas y juntábamos quince pesos (risas), y entre ese
combo nos metíamos. Pedíamos prestado escabio y nos volvíamos
como podíamos, todo sin plata. Íbamos mucho a ver una banda que
se llamaba “Homenaje a Joy División”, que Nichi era fanático. Tenía
tatuado el escudo de Harley Davidson pero con la leyenda que decía
Joy División.
Rana Almirón: Fue un bajón. Todo el mundo sabía que él estaba
enfermo, pero no se hablaba del tema era como medio tabú.
Empezó a cuidarse, dejo de comer carne, no escabiaba, se fumaba
algún porrito de vez en cuando, todos eran indicios de que algo le
pasaba. Los amigos de él nos decían: “¡Cierren el culo, ustedes no
saben nada!”. Yo había empezado a tatuar en un local de remeras
rockeras y hacia como un año que no lo veía a Nichi. Un día apareció
por el negocio con carpetas de dibujos para venderme, y me costó
reconocerlo, tenía como la cara desfigurada, como inflada y muy
flaco, no sé si seria de la medicación o que. Fue un momento difícil
porque me shockeo mal, no sabes cómo reaccionar. Nos quedamos

126
La Misma Tierra

ahí charlando, fue una conversación rara, era la alegría de verlo y la


sorpresa de verlo así. El dueño del local no lo había reconocido. Ahí
me cayó la ficha que estaba muy enfermo. Y a los dos meses vino un
amigo a decirme que Nichi había fallecido. Nos quedamos helados.
Tenía veinticuatro años.
Gustavo Kaiser: Lo íbamos a visitar, con mi esposa, al hospital. Le
decíamos: “Aguanta, cuídate, que parece que viene algo”, sabíamos
que el sida se estaba combatiendo, fue en general, y no se cuidó
nadie, se la seguían dando. Yo a Nichi lo acompañe a consultas al
Hospital Muñiz, le decían: “Mira, cuídate…”, y después se clavaba
una pepa el finde, que sabes que te deja débil. De 1990 a 1997 barrio
un montón de gente el sida. Después de que se murió Nichi, deje
de curtir, deje de picarme, deje la pepa y ahora ni fumo faso. Nichi
un grande.

Omar “chiqui” Santamarina: Nichi falleció un 12 de octubre de


1995, hicimos el tema con él en vida y lo escuchó. Y le dedicamos el
disco que salió en 1996.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Te paso un demo

Walter Lema: En la puerta del recital de Ramones, en Obras, que fue


Febrero de 1987, compro “Brigadas del Odio” y “Rebelión Rock”.
Ya había visto alguno por acá, que se llamaba “Zote” pero era más
musical. Yo buscaba más el lado:” ¿No hablan de que la policía nos
rompe las bolas?”.
Lou Carrera: Había un fanzine de Lomas llamado “Zote”. También
íbamos a Lomas o a la galería de Lavalle, que ahí escuchamos “Fuera
de sector”, y dijimos: “¿Y esto?”. Había teclados y esas cosas (risas).
Éramos más radicales. La info venia por ahí. Tenía un amigo que
el viejo viajaba y traía vinilos, eran caros, me pude comprar vinilos
recién en los noventas, cuando empece a laburar.
Adrián “Maguila” Vázquez: Nosotros grabamos mucho en casete
y mandábamos a pedir, teníamos algunos familiares que estaban en
Europa y de ahí traíamos cosas. Comprando en las “cuevas”, llegue
a tener unos cuantos vinilos, colecciones de The Clash.
Walter Lema: La onda era: “Te paso un demo, te paso otro…”, me
los traía para acá, y hacíamos la “repartija”. Si comprabas un disco
era una locura y había un par de disquerías por el microcentro, estaba
“Excalibur”, que era medio de heavy metal, compraba los casetes ya
grabados y también conseguí “Noches agitadas en el Cementerio”
de Todos Tus Muertos. Y la galería Bond Street, que en esa época
había tres locales, una disquería que se llamaba “Woodstock”, donde
me grabe el primer disco de Crass, otra “Taboo”, que estaba abajo,
y uno al fondo de la galería, que era como un local de ropa de

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La Misma Tierra

guerra, que estuvo existiendo hasta hace poco o sigue existiendo.


Yo siempre me rateaba de la escuela y hacia eso, patear y buscar
disquerías. Un día me grabe un disco de los Pistols, y el tipo me
dice: “¿Estás seguro que queres este disco?”, “Si, quiero este disco”,
tenía una tapa y todo, pero el flaco no me dijo nada. Le dejo el casete
y había que retirarlo a la semana. Me voy a buscar el casete, me lo
llevo, pongo play y era todo hablado, claro, era un reportaje: “Todo
bien, pero no entiendo un cuerno inglés”, le dije y creo que después
me grabo otra cosa. Algún arreglo hicimos.
Omar “chiqui” Santamarina: Nosotros nos juntábamos con unos
pibes que eran skaters y había uno que tenia plata, el padre era
abogado, viajaba a Brasil, y traía música, porque salía un disco y
acá se editaba diez años después. Uno de esos discos fue ”Virus
27 Brasil Oi!”, que la tapa era un dibujo de un recital donde había
skinheads, punks, pogueando, bailando, divirtiéndose, y nos llamaba
la atención, porque acá eso no pasaba, estaba todo muy dividido. En
esa época escuchábamos Dead Kennedys, Black Flag, Bad Brains,
Garotes Podres.
Walter Lema: Un amigo compro el disco “Psychocandy” de Jesus &
Mary Chain, en la galería de Lavalle, y vamos a la casa desesperados
a escucharlo. Lo ponemos y escuchábamos algo raro, decíamos:
“Tiene un ruido…”, para nosotros era como ¡¡¡woshhhhh!!!! sonaba
una capa de sonido como que estaba mal la cinta, y mi amigo dijo:
“Nooo, lo voy a cambiar”. Fue a cambiarlo, lo escucharon, y no, era
así (risas), estaba convencido que estaba fallado. Lo editaron acá casi
al momento que salió, esas cosas no ocurrían, acá llegaba todo tarde.
Omar “chiqui” Santamarina: “Psychocandy” es un discazo, me voló
los pocos pelos que tenía, todavía tengo el original. No existía una
distorsión tan podrida. Hoy en día, por hacerte una comparación
y salvando las distancias, serian el Korn de los heavy metal, que
están buenísimos, tocan con ropa Adidas, rastas y suenan más
podridos que cualquier metalero. Con “Psychocandy” era lo mismo,
re podridos y las letras eran bravas, había una que decía: “Baila, baila,
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Santiago Parera - Diego Peralta

alrededor de toda esta puta decadencia.” Escuchabas la canción y


parecía una de Cristian Castro con distorsión, pero te estaba tirando
un camión de tierra encima (risas), o una que se llamaba “In a Hole”.
Encima las distorsiones eran mágicas, yo me mate buscando pedales
que simulen ese sonido, el más cercano que había era el Feedbacker
de Boss.
Pablo Zabaleta: Estaba “La magia” del gordo Morgan, que era a ir
comprar casetes. He ido a cambiar vinilos de The Police por casetes
de The Ramones. Y al lado de “La Magia” puse mi primer skate
shop.
Walter Lema: Conocía lo que era un fanzine por leer el libro “Punk
la muerte joven” que lo tuve de chico. Lo tenía un pibe amigo, un
poco más grande que yo. Al toque empezó a volver a salir “Cerdos
y Peces”. Estaba en primer año e iba al colegio con la revista en la
carpeta, que salía una vez por mes. El fanzine Rebelión Rock la hacía
Luis Alakran, y estaba BDO, que era como un suplemento, un numero
adelanto que estaba buenísima. A principios de 1987 empiezo a ir
al puesto que tenía antes, en Plaza Almagro, empiezo a comprar
fanzines, a ver, a preguntarle a Alakran, a Patricia (Pietrafesa) y me
tiran un dato, un lugar que se llamaba “Makina” en la calle Lavalle
al 1500, cerca de Sadaic, que te hacían foto duplicación y era más
barato. Yo lo empiezo a hacer pero no como prensa, no me animaba
a hacer reportajes, no me daba el cuero o las ganas, lo hice como una
forma de protestar por algo, que canalizaba por ahí y en el primer
número puse toda mi mierda contra lo que me molestaba, puse tres
o cuatro letras con alguna fotito que había conseguido. Después, en
el segundo número, hicimos reportajes pero era todo muy precario
lo que se preguntaba, era pendejo, cero periodismo, me interesaba
mostrar que existía tal banda, nada más, aparte tocaba pero no me
hacía notas a mí mismo (risas). Me iba a la terraza en el lavadero,
máquina de escribir, puchos, una birra y con el grabadorcito ahí
escuchando música, es más hasta a veces tenía que apagar las música
porque me confundía escribiendo (Risas). Después fotocopias y
pegar con la plasticola.
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La Misma Tierra

Pablo “Pirulo” Guerrisi: Las diferencias entre las época nuestra y


la de ahora son muy marcadas, la manera de conseguir las cosas, la
manera de sorprendernos, de escuchar una tarde entera el mismo
disco e imaginarlo, era como leer un libro, después veías una fotito
en la revista de algún y flasheabas.
Gustavo Kaiser: Conseguíamos la música por correo, a otros países,
carta y a esperar, escocia, Brasil, Sudáfrica, Bélgica, y fanzines.
Walter Lema: Había un programa llamado “London calling” en
la Rock & Pop y pasaban bandas como Killing joke, Joy División,
New Model Army, y ahí estaba con el con el casete y grababa los
temas, me anotaba las bandas que no conocía y así me armaba un
compilado propio, antes había que patear, investigar, había que
salir a buscar, había que ponerle sangre, al que le gustaba. El único
trámite era dejar el casete y a la otra semana ir a retirarlo, ahora haces
enter y tenes todo ahí, que también está buenísimo, pero perdió
esa emoción, los doscientos q íbamos a recitales, nos enterábamos
por flyers o, a lo sumo el Sí! de Clarín, y sino fuiste, no tenías data
de nada o quizás alguno que estuvo y podía llegar a saber. No era
masiva la movida pero culturalmente era tremenda, todos los tipos
que te nombre tenían un poder para tener una onda.
Lou Carrera: En el programa del gordo Pil llegamos a ir con Acido,
tocamos en un par de festivales, se armaban unos recitales en
Turdera de la C.E.J.U., hubo una tarde q se armo en una esquina,
uno vecino se apiado y nos tiro una zapatilla y enchufo, y se armo
ahí en la calle, pusimos los equipos. Había movida.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Vos escucha esto, que


es lo queremos hacer

Miguel Chávez (Cantante de Mutantia): Un fin de semana voy a


Stadium Lomas a ver a Acido Camboyano, y lo encuentro a Pil,
que tenía un programa de radio llamado “El Camino Contrario”.
Pegamos onda y me invita un domingo a un ensayo de los Acido,
ahí conozco a Magui, en la sala de Laprida 324, que después fue mi
hogar, hasta que nos hicimos muy amigos y quede como asistente
de la banda.
Pablo Zabaleta: Toca en Mekos, Acido Camboyano y Radioactivo,
después ese lugar se llamó El Borde. Ese día conocí a Miguelo,
que era plomo de Acido Camboyano. Radioactivo duro un verano
porque después queríamos hacer thrash metal.
Miguel Chávez: El cantante de Radioactivo se quedó afuera,
porque quería seguir haciendo cosas de La Polla Records y estos se
aburrieron.
Pablo Zabaleta: Estábamos aprendiendo a tocar y en ese verano
escuchamos “Arise” y “Beneath The Remains” de Sepultura y
volvimos sacados. El batero se compró la doble pedalera. La
influencia de ese verano fue total, me lleve un pedazo de faso, y me
la pase escuchando y haciendo la las letras para la bandera, cada letra
está hecha en una hoja A4, con birome y también dibuje el pescadito
podrido.

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La Misma Tierra

Adrián “Maguila” Vázquez: En El Borde, una fecha con Mutantia y


Flema, estaba hasta las manos, me acuerdo que estábamos tocando
“Lluvia Acida” y veo que la gente “bajo” medio metro (risas), se vino
abajo el piso de madera, solamente quedo la barra y el escenario en
su lugar. Ahí fue cuando reformaron el lugar. Una vuelta fuimos a
Mar del Plata, con Mal de Parkinson, Doble Fuerza y Penadas por
la Ley. Tocamos en la sede de Boca Jr., y un flaco del público que
se puso a hablar con nosotros, se metió en un sótano y se choreo la
bandera que llevaba la hinchada y seis cajas de vino fino. Nosotros
ni nos dimos cuenta, nos querían matar a todos (risas), tuvimos que
escondernos un par de días. Al tiempo la bandera apareció en Lanús,
la tiraron por ahí y avisaron que estaba. Una vuelta en Die Schule,
con El Otro Yo, Comando Suicida y Otra Forma, fue el 8 de marzo
de 1996, ese día diluviaba mal. El escenario del lugar era bien alto,
y se había inundado todo, el agua llegaba hasta las rodillas, y en un
momento veíamos que la gente zapateaba en el agua. ¿Qué había
pasado? Un cable de 220 v se había caído en el agua, fueron dos
segundos. No se murió nadie de pedo (risas).
Miguel Chávez: Gastre estaban antes que nosotros, y los pibes de
Vibrión eran fans de Gastre, vieron la banda y dijeron: “Chau,
como suenan“. Después armaron Vibrión con ese estilo de música
pero las letras en inglés, siguiendo un poco el ejemplo de Sepultura,
pegarla en otros lugares, otros mercados. Nosotros dijimos:”Mira,
estos boludos, en vez de cantar en castellano….”, y encontraron la
veta, pegaron discográfica, gente que los promocionaba y les fue
bien en Europa. Y esas cosas uno no las veía, porque elegimos otros
caminos.
Gustavo Kaiser: Antes se llamaban Chakal. Luisito (Guardamagna,
guitarrista y cantante de Vibrión) nos vio y dijo: “¡Yo quiero hacer
eso!”, fue una fecha en Quilmes. Flashearon. Después vino III,
que no estuvo bueno, había pegado un sampler y lo quería meter
ahí, pero no quedo. Tocamos mucho en esa época., pero teníamos
quilombos porque la gente rompía mucho en esa época, eran un
bardo, un poco incitado por el cantante. Muchos shows en el
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Santiago Parera - Diego Peralta

Arlequines, en uno vino la cana y nos llevaron a todos. Gabi se


volvió loco, se hizo místico, y ahora está bien. Pero toda esa locura
nos llevó a separarnos. El show con Vibrión, Gaby lo hizo todo de
pepa. A lo último estábamos bastante mal. No veíamos un mango
pero nunca pusimos un mango para tocar. Jamás. En Cemento
nunca tocamos porque Gaby discutió fuerte con Chaban, le dijimos:
“Mira, llevábamos gente”, “¿Y ustedes quienes son, estos pendejos
quien se creen?”. Apenas se disolvió Gastre, arme Ciber en 1994,
que al principio era metal electrónico, pero término siendo música
electrónica pura.
Miguel Chávez: Mutantia me dijeron si quería cantar, yo lo único
que había tenido experiencia era en una bandita con una amiga, pero
nada más que eso, y ellos enseguida me adoctrinaron:”Vos escucha
esto, que es más o menos lo que queremos hacer”. Así de kamikaze
empecé a escuchar todo esa música, thrash, death metal, fui a un
ensayo y me dijeron: “Mira, los temas son estos y letras no tenemos,
así que vamos viendo”
Pablo Zabaleta: La temática de las letras viene porque el Colo
(Adrián Miguelez, guitarrista de Mutantia), el baterista y yo somos
vegetarianos, así que eso, más el medio ambiente, la ecología, eran
los 90s, la venida del neoliberalismo, etc. Hablaban de antifascismo,
de anarquismo, una letra decía “El poder que tiene el estado, está
acabando con nuestra libertad, porque es tan difícil ser uno mismo”.
Y la verdad que ahora es para cantarla de nuevo. El nombre salió de
una revista llamada Mutantia. También te puede llevar a decir por
una ciudad mutante. ¿Y porque mutante? Y por el tema de todo
lo que es derrames tóxicos, la explotación del uranio. Era la época
del basurero nuclear que querían instalar en el pueblo de Gastre
(Chubut).
Miguel Chávez: Yo había comprado unas revistas, empecé a ojear
una de ellas, y por la mitad leo “Carta a Miguel”, y digo: “Este me
está llamando “(risas). Era una carta para Miguel Grinberg, que era
el editor de la revista, que se había hecho para el mismo. Yo lo tome

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La Misma Tierra

como una señal. Como éramos una banda de música extrema y hubo
veces que tocábamos con dos parlantes y un micrófono por línea
para mí, hacíamos lo que podíamos, y capaz no se entendía: “Ahora
vamos a tocar el tema “Indultos”, hacíamos panfletos con las letras,
para que sepan lo que hablamos y para concientizar a la gente.
Adolfo “Wata” Heber Vitoria (Cantante de Pandemia/Venus
Física/Matan S.A.): Nací en Adrogue y me crie en Caypole, donde
aún sigo viviendo. Era un barrio donde había muchos terrenos
baldíos y cuatro casas, incluida la mía. A los diez años escuchaba en
la radio AM de mi viejo, el programa “Cuero pesado” y pusieron
un tema de Metallica de “Kill em all”. Y me partió la cabeza. Antes
había escuchado Kiss. Después escuchaba la Rock & Pop, que
marco mucho. Era todo muy sectario en esa época porque estaba
los Zepelineros, lo de Deep purple, los Maiden (risas). Mis primeras
bandas fueron de ahí del barrio con amigos, mucho de autodidacta,
y me mimetice con la movida metalera a full, escuchábamos
mucha música, más que nada bandas under. Elegí ser cantante por
una cuestión de expresión, siempre me gustó el tema artístico, el
surrealismo, todo lo que tenga que ver con lo conceptual. Y también
pensé que si me colgaba un instrumento no llegaba a ese estado
de expresión que quería. Tendría que hacer una sesión de terapia
para ver realmente como llegue a esto, porque me gustaban las
películas de terror, el lugar donde vivía, único hijo, siempre me cree
mi mundo, debe ser un conjunto de todo eso.
Gustavo Kaiser: Lacra era Gustavo Calabria, Nichi y “el Monito”
que era el guitarrista. Era black metal.
Wata: Iba a ver Gastre, a Atroz, era amigo de Nichi, de Calabria que
hacían Lacra. Vi a Sumo en Le Paradise y Luca saco un churrasco
del bolsillo. Fue una masa.
Pablo Zabaleta: Nos robábamos las trashers de los puestos de diarios
del centro, íbamos con una Gillette y cortábamos el envoltorio
(risas). El skate nos llevó al punk rock, al hardcore y al thrash metal.
En un campeonato en el centro sonó “Master of Puppets” y dije:
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Santiago Parera - Diego Peralta

“Esta es la que va”. Escuchaba Black Sabbath por un vinilo de un


novio de mi hermana, y ya sabía que quería ser bajista, escuchaba el
bajo nada más (risas). En ese momento era aprender, hasta que fui
a estudiar con Marcelo Yakko, técnica de dedos, que es mi escuela
igual que Cliff Burton, Steve Harris, hacer thrash metal los dedos.
Miguel Chávez: Mi primer show fue en el Indio, de Alejandro Korn,
delante de trescientas personas (risas). Estaba re cagado y los pibes
se dieron cuenta, así que me llevaron a la vuelta del lugar, prendimos
uno y me dieron la charla técnica (risas): “Tranquilízate, va a salir
todo bien, tenemos la lista de temas y vos saber lo que tenemos que
hacer, así que dale para adelante, si bardeas no importa, quien se va
a dar cuenta sino saben los temas “(risas).
Wata: A los dieciocho entro a Pandemia, que era un nivel
semiprofesional. Llegue a través de un amigo que me comento, era
la época del boca en boca, como se generaban los contactos, me
dice “Che, están buscando cantante en La Plata”, así que fui con
toda la energía a probarme y era muy importante porque estaba con
gente grande y con mucha trayectoria en la escena, fue algo muy
sorprenderte, era gente más profesional que yo, iba a aprender. Me
mandaron un casete para que me aprenda uno o dos temas, tenía las
neuronas abiertas a todo, así que las saque al toque, cosa que hoy en
día me costaría mucho (risas). Me tome el colectivo 338 de Claypole
a La Plata, escuchando las canciones en un Walkman. Siempre tuve
y tengo mucha pasión con la música. El estilo de cantar lo desarrolle
a prueba y error, no había tutoriales, fue simultaneo a la época del
grindcore y el death metal. Se decían muchas boludeces, como que
no cantes así que te va a salir un cáncer de garganta, te vas a quedar
afónico y la verdad que nunca tuve problemas con eso.
Pablo Zabaleta: Tuvimos muchos quilombos pero el baterista limo
mal, tres veces preso en Olmos y Batan. Hacia “pantomima” de
caño, era muy convincente, entonces iba a locutorios, negocios o
lo que sea, dejaba la moto prendida en la puerta y choreaba. Así
cayo. Era cleptómano. Fue la causa de nuestra separación porque lo

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La Misma Tierra

echamos, capaz que ahora viéndolo a la distancia, no lo tendríamos


que haberlo hecho, pero no lo podíamos mantener más. Nos echaron
de cinco salas de ensayos porque el chabón se llevaba hasta el tilter.
En la sala que yo manejaba, tenía un cuartucho con candado y el
chabón entraba. Un día vienen a ensayar los chicos de Subversión, y
abren la funda de la guitarra y había una pala ancha (risas). Olvídate,
fue él, lo sabíamos todos.
Wata: El primer show de Pandemia fue en el Estadio Chico, de
Quilmes, con Lethal, en 1993. Me agarraron algunos ataques de
pánico antes de salir al escenario. Me acuerdo que cantaba de más
y me mareaba, como una hiperventilación, pero ahora a la distancia
lo veo como que seguro tenía que ver con el temor, y esas cosas.
Tocamos por todos lados, grabamos un demo, después grabamos
un disco que nunca salió, quedó trunco, no tuvimos la viveza de
negociarlas cintas o no hubo nadie que se ocupara del asunto, no
había Pro tools, era todo de primera toma así que hicimos uno nuevo
con nuevas canciones y salió en 1997 por Icarus. No fue una carrera
muy larga, pero fue muy contundente. Aprendí un montón, fue
una plataforma esa experiencia. Fue una mutación natural, porque
éramos muy inconformistas, queríamos hacer algo diferente. Nos
separamos por cansancio, había muchas cosas que no me gustaban,
así que fue medio de común acuerdo, dejamos la banda congelada.
Una vez un tipo, un cordobés fantasma, se llevó la guita del show
de Therion, nos había vendido el show y agarramos viaje. Se fue a la
mierda con la guita del show y los suecos quedaron varados, así que
hicimos un segundo show a beneficio de ellos. Éramos bastantes
inexpertos, cosa que lo sigo siendo (risas), Fuimos soportes de
Morbid Angel a través de una productora, ya había hecho bastante
buena onda con Pete Sandoval (Baterista de Morbid Angel), que
hablaba castellano, y encima vinieron en su mejor época. El show
fue en Cemento, había dos camarines, uno para Morbid Angel y
otro para las bandas soporte. Voy a mear y estaba David Vincent
(Bajista y cantante de Morbid angel) arrodillado como rezando,
como haciendo una invocación, y casi más lo meo (risas), fue un

137
Santiago Parera - Diego Peralta

flash. Quiero ser satanista (risas). Siempre me gustaron los desafíos


y después de Pandemia, arme Venus Física, que era una mezcla de
rock, gótico y electrónica, también medio cansado del death metal
y toda la escena del metal. Fue un aspecto diferente. Yo trabajo en
Icarus Records y veía que el metal pasaba por el power metal, o el
death metal era más técnico, y quería hacer algo más old school. Y
se armó Matan S.A., banda que estoy hasta el día de hoy.

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La Misma Tierra

Esto es una banda punk


de verdad

Lou Carrera: Los Mareados, con la formación original, debutan con


Acido Camboyano en unas canchas de paddle De Lomas, justo el día
que vino Eric Clapton, porque Juan había ido a verlo y no llegaba,
no llegaba y teníamos que tocar. Después de Acido estuve unos
años sin hacer nada hasta que en 1994 que me uno a Los Mareados.
Se les había ido el cantante, estábamos ensayando en un lugar en
Escalada con el hermano de Maguila, un batero y yo en el bajo,
tratando de hacer algo nuevo, y después de nosotros ensayaban Los
Mareados, que estaban sin cantante. Un día salimos del ensayo y nos
quedamos tomando algo:” ¿Che, no queres cantar?”, “Yo toco el
bajo”, “Y pero bueno, dale”. Así que resigne el bajo y nos fuimos con
el hermano de Magui para Los Mareados. Llegamos a ser quinteto,
grabamos un demo en el estudio de Lapo Gesaghi, después Magui
se va, quedamos los cuatro, y medio con Los Mareados siempre fue
así, me voy yo (Risas). Ellos siguieron bastantes años y graban los
dos casetes famosos.
Walter Mosca: En 1994 grabamos nuestro primer disco “Valentín
Alsina”. Resulta que Mentes Abiertas nos quería grabar. Pero
también apareció Polygram. Nosotros pensábamos: “¿Cuantos
discos podemos vender?. ¿ Dos mil ?. Si nos pegan una patada en el
orto al año siguiente, por lo menos tenemos nuestro primer disco”
(risas). Así que fuimos a hablar con Pelo Aprile. Firmamos unos

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Santiago Parera - Diego Peralta

papeles que ni sé que decían. Estábamos escabiando los cuatro, re


en pedo y dijimos: “¿Y cómo se va a llamar? Somos los cuatro de
Alsina. Yo estudiaba diseño gráfico, y tenía la tapa en mi cabeza.
Se va llamar Valentín Alsina, con la foto del puente. Lo grabamos
acá en el barrio, con Amílcar Gilabert. Un groso mal. Nos dice:
“Che, que buenas canciones. Graben con lo que tengan y denle con
todo. No van a sonar como una pared de Marshall. Háganme caso.”.
Íbamos al estudio de noche hasta las seis de la mañana, y al otro
día íbamos a laburar, hechos mierda. Lo grabamos y lo mezclamos
en cien horas. Amílcar quería que grabáramos de nuevo “Ya no sos
igual” y “Arrebato”. Le dijimos que no, que meta las versiones del
Mentes Abiertas. A los quince días de la salida del disco, me llaman
a mi casa. Eran del sello que nos invitaban a cenar. Y nos comentan
que las ventas del disco habían explotado. Ya nos empezaron a
preguntar:” ¿Y cómo están para el próximo disco?”, “Si queres, lo
grabamos ya”, si teníamos canciones a lo pavote (risas). Fue disco
de oro y de Platino. Lo tengo por ahí en casa, lo usaba para servir
la picada (risas). Así que quedamos para el años siguiente grabar
el segundo disco y nos dicen: “¿Che, quieren ir a grabarlo Estados
Unidos?”. Y nosotros que éramos unos cabezas de tacho le dijimos
“Noooo. Grabamos de vuelta en lo de Amílcar, si nos queda a quince
cuadras”. Que pelotudos fuimos, te juro que le dijimos eso (risas).
Omar “chiqui” Santamarina: Mi sobrina festejo la fiesta de egresados
en “Exclusivo” y nos invitan tocar junto a otra banda de Claypole,
llamada Vasos Quebrados. Ya en esa época llevábamos un montón
de gente que la hacíamos pasar en los shows. Siempre nos cagabamos
en la plata, y la gente eso lo capto. Ese día había cincuenta o sesenta
personas que no tenían nada que ver con la fiesta ni eran egresados,
y fue así, negociamos y los dejaron pasar a todos, con el trato de que
no nos pagaran ese día a cambio. Fue un quilombo, la gente hacia
mosh y le pegaban a las luces, le rompieron todo el boliche (risas),
pero por lo general, no se pudría en nuestros shows. A veces si, como
en uno que tocamos en la ex terminal del 514, que estaba en la Av.
Espora, en Burzaco, ahí yo fui uno de los inicio el quilombo (risas),

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La Misma Tierra

fuimos ahí a apoyar la lucha de los trabajadores porque la querían


cerrar a esa línea, y mientras tocábamos, no se quien bardeo y un
amigo nuestro le contesto: “Ehh, puto…”, y se empiezan a agarrar
a piñas, yo digo: ”¡Che, como se van a agarrar a piñas!”, y otro me
dice: ”Callate vos, puto”, y me agarre a piñas también. Se pudrió
todo, los corrimos por Av. Espora, con Leandro Bubola (Guitarrista
de Killing Guru/Antikrostys/Subversión), hasta no sé dónde, y en
una miramos para atrás y se habían ido todos los nuestros (risas), así
que empezamos a correr (risas), pero fue una pelea de “chupinaje”,
de borrachos.
Lalo Barone: Nunca hubo violencia en los shows, salvo el de
Burzaco, que fue algo ajeno a la banda. Es una forma de vida, los
pensamientos de uno, tocar y hacer, por lo menos con la música, ya
que no vas a dar un discurso, lo haces con música, es simple. El que
lo entiende lo entiende, y el que no, esta. No era que buscabas algo,
satisfacer tus pensamientos, a la vez ayudar a quien necesite. Venía
a vernos gente y siempre se armaba alguna movida solidaria. Para el
comedor hemos tocado un montón de veces y eso no tiene precio,
ni mil entradas en Obras. Hacer algo bueno, ya que plata no ganas
porque es una banda, no es un comercio.

Omar “Chiqui” Santamarina: Chiquero eran muy poéticos, más


setenteros, venia más pegado con la línea de Copiloto Piloto.
Nosotros éramos más frontales, y a algunos grupos no le gustaba
eso. También por las vivencias. Con ellos o con Acido Camboyano,
no había para nada una competencia, “que toco más, toco menos”,
era un carro que tirábamos para el mismo lado, todos juntos.
Ramiro Gutiérrez: El discurso político de Calle de Tierra era
tremendo, y el Chiqui lo sostenía de una manera muy grosa.

Omar “Chiqui” Santamarina: Mi compromiso social fue por un poco


de todo, vivencias de la calle, leer a Recroix. Si tenes algo para decir,
algo para contar, algo para putear, contrarrestar, tenes que hacerlo

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Santiago Parera - Diego Peralta

vos, no tomas las voz de otro. Después de varios años, Lalo me hizo
rearmar Calle de Tierra, pero no pasó nada, así que empezamos a
armar otros temas y así nació Chupín, que grabamos “Firmes en la
lucha” en la sala de Ray.
Chelo Romero: No me llegue a comprometer tanto como si estaba
el Chiqui, lo mío era más por el lado de rebeldía, pero si, estaba
de acuerdo con esos ideales. Estaba chocho de aportar ahí y los
lugares donde tocamos, que estuvo buenísimo. El Chiqui venía con
las letras armaditas, después las completaba, y estábamos todos
de acuerdo con las liricas, era perfecto ese método. La música si la
hacíamos entre todos, salía de jams más que nada. El Chiqui tocaba
bajo, guitarra y trompeta, aportaba muchísimo. Cuando grabamos
“Churro y bolita” para un compilado, el tipo que nos grababa
flasheaba mal: “Esto es un banda punk de verdad”. El discurso
era contundente. Nunca fue un problema la cantidad de público
que llevábamos en ese momento, aparte nosotros no pretendíamos
plata, era imposible que vivamos de la música, yo ni lo soñaba. En
ese momento tampoco media lo que está pasando.
Omar “Chiqui” Santamarina: El disco ”Nichi Tattoo” lo hicimos
en un estudio, en Balvanera, conocido de Lalo. Pusimos guita entre
todos, cada uno lo que podía y grabamos en cinta abierta. Esa vez si
grababan dos grupos era más barato, entonces hicimos el disco de
Calle de Tierra y el de Campo Tritón en la misma cinta. Hicimos cien
casetes que se vendieron en unos días, con la tapa en rojo y negro,
porque en dos colores era más económico y porque simbolizaba el
anarco sindicalismo, sacamos doscientos mas y también se fueron
en una semana: “Ok, saquemos trescientos...”. Después de ahí nos
invitaron a un compilado “Punk Rock colection”, con dos temas del
casete
Chelo Romero: Campo Tritón. Otra banda maldita. Aparte era otro
género y nace con el Chiqui. El nombre no sé si se le ocurrió a
Nichi, habían visto un camión que tenía escrito eso, creo. Paso por
muchas etapas, empezó con batería, guitarra y voz con Nichi, que
142
La Misma Tierra

cantaba onda grindcore, o sea Bauhaus con el cantante de Napalm


Death (risas). Pero a mí no me gustaba. Entonces probamos con
otros cantantes y Chiqui se pasó al bajo. Queríamos hacer una
cosa con batas más estáticas, onda P.I.L., Bauhaus, armar algo así
claustrofóbico. Estamos escuchando otra música aparte y me llego
un casete, que tenia de un lado una banda heavy y el otro el disco
“Sailing of Seas of Chesse” de Primus. Y me voló la peluca. Le dije
al Chiqui: “¡Escucha este bajista!”. Me compre todo la discografía.
Al final, con Campo Tritón, hicimos un demo que estaba buenísimo,
que cantaba el pollo German Kelly y con otro guitarrista, Guillermo,
un crack.
Omar “Chiqui” Santamarina: Y ahí estuvo el error, que el Chelo era
muy fanático de Primus. En ese momento para él, Calle le parecía
muy poco musical, muy cuadrado. Quería experimentar otras cosas y
yo venía estudiando bajo con Eduardo Schahab, así que empezamos
a tocar cosas medias raras. Se equipó como Tim Alexander (Baterista
de Primus) (risas), pero fue sin querer para esa línea. Si nos unía
King Crimson, el guitarrista era fanático de Rush. Al fin de semana
siguiente del disco de Calle, grabamos el de Campo Tritón, porque
nos salió más barato.
Ramiro: Yo me junte con una asociación de vecinos de Mármol por
el tema del tren, que querían cerrar ese ramal, e hicimos un recital en
la estación de Mármol con Calle de Tierra.

Omar “Chiqui” Santamarina: Tocamos en el medio de las vías y me


acuerdo que estaban oxidadas, porque Carlos Saúl quería sacar el
tren, justo en frente del bar Yeti.
Lalo Barone: Nosotros hacíamos política pero sin banderas. Una vez
cortamos los Tribunales de Lomas de Zamora, pusimos un camión
y tocamos con Chiquero, para algún comedor, cuando fue lo del
ferrocarril o cuando encontraron a los chicos en Mármol. Eso nos
llenaba en ese momento. Y las letras y el mensaje de las canciones
no eran vendibles.

143
Santiago Parera - Diego Peralta

Ramiro Gutiérrez: En 1996 hicimos el festival de las Garantías


Civiles, fueron como treinta bandas más o menos, en la plaza San
Martin de Adrogue y seria la antesala a los festivales de la Correpi.
Invitamos a las Madres de Plaza de Mayo, el día que Hebe De
Bonafini descubrió el rock (risas). Justo estábamos tocando “Que
dirá el santo padre”, y aparecen ella y otra detrás del escenario.
La plaza estaba llena, habían venido todos los punkis de Budge
y otros lares. Estaba el tipo de la Correpi y vio toda esa movida
que no lo podía creer: las madres, los punkis crestones que no eran
los de Capital, el pogo tremendo, y todo eso pasando en el centro
de Adrogue. Me dice: “Quiero hacer festivales de la Correpi. Que
toquen ustedes y Calle de Tierra”.
Omar “Chiqui” Santamarina: Estuvo muy bueno el show que hicimos,
con Chiquero y otras bandas, había venido Hebe de Bonafini. Fui
con una remera que decía “Nichi Tattoo”, hacia poquito que había
fallecido, que me arrancaron a pedazos (risas) y me volví a mi casa
en cuero.

Lalo Barone: Hemos tocado para la Correpi, pero si había banderas


o algo, nos corríamos a un costado, no tocábamos. En el recital de
Adrogue nos mandaron cinco abogados, por si llevaba la policía a
alguno, aunque no estaba de acuerdo como actuaba la Correpi. La
última vez los sacamos cagando porque vinieron de una manera muy
agresiva: “Eh, vamos a romper todo”, y no era lo que buscábamos.
Así con los de Quebracho, nos volvieron locos para que vayamos a
tocar con ellos. Ni en pedo.

Omar “Chiqui” Santamarina: También nos pasó eso con Chiquero


en un recital, en Puente de la Noria, y nos encara uno de un partido
de izquierda, en esa época estaban más divididos que ahora: “Que
bueno que viene a tocar, que están con la lucha nuestra”, y le digo:
“¿Que lucha?”. Te metían en la misma bolsa, nosotros fuimos por
otro motivo, así que al final no tocamos y nos volvimos.

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La Misma Tierra

Lalo Barone: Cuando tocamos en Burzaco, me paro la policía,


fuimos a la comisaria y nos preguntaron porque hacíamos eso, con el
permiso de quien tocábamos. De una que nos recontra perseguían.

Omar “Chiqui” Santamarina: En esa época, la cana de Burzaco


habían matado a un pibe e hicimos una fecha en la “Farola”, que eran
unas canchas de paddle. Eran época de elecciones y junto a los de la
Correpi, había algunos funcionarios y se pusieron a dar un discurso
de no sé qué. Estaban utilizando el caso a nivel político. Cuando subí
al escenario, los hice mierda. Nosotros confrontábamos siempre, era
escupir la mierda que pasaba a nivel social. Era un recital para juntar
plata para pagar las costas del velorio de este pibe, y venían estos
boludos: “Lo que pasa que los derechos humanos…”. Políticos.
Aplaudieron todos y se tuvieron que ir. Era un recital de rock no un
acto político.
Chelo romero: Cuando tocamos en La Rockeria con Attaque 77,
estaba el productor de ellos y le gusto la banda: “Esto se vende solo,
es impresionante”. Teníamos un potencial bárbaro, fue un poco
culpa nuestra, salvo Lalo que se movió siempre, arreglaba las fechas,
tenía ese carácter de líder, era nuestro manager. Tal vez nos faltó
suerte.
Omar “Chiqui” Santamarina: Hubo una fecha en Florencio Varela,
al aire libre y gratis, con O´Connor y una banda bien cresta de
Quilmes, que era el primo de Chelo. Había cinco mil personas,
se te terminaba la vista y seguía habiendo gente (risas). Subimos
nosotros: “Somos Calle de Tierra”, y el público: “Uhh, la concha de
tu madre” (risas). Arrancamos con un ska que tocaba Lisandro el
saxo, un amigo de Nico, y empezaron a volar latas, botellas (risas),
no nos quería nadie. Después empezamos a “punkear” y la gente se
recopo, estuvo buenísimo, pero después no enteramos que no era
gratuito, O´Connor cobro una montón de guita, nosotros tocamos
gratis.
Lalo Barone: Calle se separa por la gente. En la época salía dos pesos
145
Santiago Parera - Diego Peralta

una entrada. Si vos la ponías a tres pesos, porque tenías que pagar
sonido, etc., venían todos con un peso. Otro motivo fue la última
vez que tocábamos en la Plaza de Adrogue, pusimos una chica
con una cámara y un micrófono a preguntarles a cada persona que
estaba ahí por qué motivo había venido. Habrán dicho diez personas
el motivo, los demás porque iban ahí a tomar vino ahí, veían a las
bandas gratis. ¿Se entiende? Todo lo que estábamos haciendo, al
pedo. Y nos pasó de todo, nos apretó la policía, etc. “¿Y para qué?”,
pensaba yo. Con esa cabeza no llegas a ningún lado. Y llego un
momento que bajamos los brazos.
Omar “Chiqui” Santamarina: Grabamos un segundo disco en la sala
de Pity, con Pablito, sonidista de El Otro Yo, íbamos a grabar diez
temas pero llegamos a hacer ocho y nos separamos, nos peleamos.
A la mierda todo, Lalo era un desastre, Nico andaba medio mal, el
baterista estaba cansado, no quería tocar más y ese disco quedo en la
nada. Nosotros tuvimos una característica que nos enorgullece, no
tocamos jamás un puto cover y mismo ahora con Chupín tampoco,
porque la escencia de la música punk era volar con lo establecido,
entonces no puedo tocar un tema que toco otro porque ya está
establecido. Hoy en día es muy común hacer covers de The Clash,
¡Loco, paso hace setenta años! (sic). ¿No tenes cosas por las que
luchar ahora, que tenes que tocar un cover de The Clash? “No tiren
bombas a Londres…”, boludo, acá los pibes no comen, ¿Que me
estás diciendo? Una vez tocamos en Marco Pollo, con el Chino Vera,
que se sigue poniendo ex Attaque 77 (risas). Subieron y tocaron
un cover de The Who, otro de Attaque, otro de Guns and Roses.
Después subimos nosotros y dijimos: “Buenas, somos Chupín y no
hacemos covers” (risas). Para que, nos odiaron (risas).
Walter Mosca: Hemos tocado juntos con Calle de Tierra y también
con Chupín. A Lalo lo conozco porque había grabado el segundo de
Mal Momento. Cuando se va el Indio, me fui a Adrogue, para decirle
si quería tocar la viola en 2 Minutos.

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La Misma Tierra

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Santiago Parera - Diego Peralta

Nuevo rock (Bis)

Elías Ziede: A Tomas (Loiseau) (Tecladista de Pirata Industrial,


Guitarrista y cantante de Mamushkas) lo conocí de la Radio FM
Suburbana, él era operador, y tenía un tecladito, así que vino y
quedo pero fue resistido durante mucho tiempo, era impuntual en
los ensayos, no se ponía las pilas para equiparse, pero con el tiempo
hasta llegamos a ser socios artísticos y grandes amigos hasta el final,
que se abrió e hizo otra banda. Fue raro, comenzó a armar su banda
paralela cuando yo no iba en la sala de ensayo que teníamos y se
pudrió todo.
Miguel Castro: El primer demo de La Nueva Flor lo grabamos en
lo de Melchor, que era el baterista de Sentimiento Incontrolable. Me
parece que lo hicimos con caja de ritmos. No recuerdo bien, éramos
muy chicos y nos íbamos hasta Belgrano. Y el disco lo grabamos en
lo de Lapo Gesaghi. No imitábamos a nadie como si lo hacían las
bandas de esa época. No sé porque, tal vez nos pegaba así el porro
(risas). Sabíamos que hacíamos música lenta, muy apagada, con
la guitarra muy distorsionada. Grabamos un segundo disco de La
Nueva Flor, pero quedo inédito. Lo hicimos con Gonzalo Córdoba,
en su casa. Intente tocar el violín, pero lo vendí y me compre un
sampler. Ahí nació Victoria Abril.
Santiago Rial (Guitarrista y cantante de Perdedores Pop/D-
Champions): Nuestra principal influencia es Morfi y Vinacho,
banda en la que siempre fuimos fans. Mi hermano estudiaba en la
Universidad del Salvador, y forjo una amistad con Bebe Contemponi,

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La Misma Tierra

que nos pasó grabaciones inéditas de la banda. Fue una banda


que Andrés Calamaro nombraba mucho, pero era una cosa rara
porque a la vez no existían. Zapaban, tenían temas y la rompían.
Hacían un rock que ahora está muy asimilado por la escena, pero
que en ese entonces no. Estábamos muy alucinados con ir a ver
esa banda y fue un gran impulso. Todos eramos fans de la Velvet
Underground, John Lee Hooker, Screaming Jay Hawkins, The
Stooges. Consumíamos mucha información, comprábamos muchos
discos y nos juntábamos en casa a escucharlos y habían una cosa
cancionera, que un poco definió a la banda, por más que también
hacíamos noise. Teníamos un proyecto con Marcos llamado Los
Pájaros Negros y habíamos grabado con Guillermo Arizona el
tema “Brinca”, que esta en el disco, pero ese proyecto no iba para
ningún lado. Un día veo a mi hermano tocando los temas de Morfi
y Vinacho y veía que tenía facilidad para aprender. Entonces pensé:
“porque no le paso los temas que yo tenía”. Eso fue parte del origen
del desconcierto de Perdedores Pop, y así empezamos a tocar, yo le
pase los tonos y arriba de eso tocaba cualquier cosa, lo que se me
ocurría, improvisaba. Una locura total.
Claudio “Boti” Piñeiro: El último ensayo de Distorsión fue en el
garaje de la casa del Turco y las cosas empezaron a cambiar, Ray
venia más tarde o cuando quería, y un día no vino, lo esperamos
como dos horas, nos pusimos a boludear, yo me senté en la bata
de Ray, que estaba armada, y en un momento el Turco lo fue a
llamar por teléfono, y al rato vuelve, abre la puerta de la sala y dice:
“Ray no toca más”. Silencio total. Éramos como diez tipos ese día
metidos ahí dentro. Y le digo:” ¿Como que toca más? ¿Y ahora
qué hacemos?”, y el Turco me contesta:”Me dijo que toque el Boti,
que toques vos”. Y bueno, empece a entrenar en casa, un montón.
El Turco me tuvo paciencia, pero Matías no (risas). Así que cada
dos ensayos, venía con la guitarra y tocábamos. Pero hicimos un
solo show con esa formación, en una fiesta en la casa de alguno,
estábamos muy en pedo ese día. Fue un desastre, ni recuerdos tengo
de esa vez (risas). Hasta que falleció el Turco y decidí no tocar más.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Con Matías ni hablamos del tema de seguir con la banda. En ningún


momento se planteó.
Ray Fajardo: Me cruzo a Maria Fernanda por Adrogue y me dijo:
“Che Omar se nos fue de la banda“, y yo: “Bueno, los bateros somos
así, dale tiempo, que baje un poco”. Estaba buenísimo lo que estaban
haciendo, recién había salido “Traka Traka”, fines de 1994. Así que
fui a tocar con ellos, pensando que Omar iba a volver, pero en un
momento me empezó a llamar a casa un tal Humberto, y yo ni idea
quien era. Era Cristian (risas), la flasheo por su segundo nombre.
Quedamos en que venía a casa a hablar y ver qué onda. Entonces
cayo un día a las tres de la tarde, que estaba viendo “Tommy” de The
Who, con diez amigos, todo oscuro, lleno de humo (risas). Así que
ensayamos, me aprendí los temas y en un par de meses empezamos
a hacer fechas. Hice el logo de las dos caritas. Cuando entre al
Otro Yo, la condición fue seguir con Chiquero, entre a la banda y
grabamos “Fuck You” para un disco tributo a Sumo.
Mariano Belgrano: Con THC surgió el puterio interno como siempre
pasa. Después de un show en La Trastienda con Los Decadentes,
empezó el quilombo de: “Tenes que echar a este y a este…”, querían
rajar a mi exmujer, que tocaba el teclado y encima embarazada de mi
primer hijo, y a Dieguito, yo dije: “No. Así no es la cosa, así no sigo”.
La banda se dividió en dos, con Lucho y Jorge Morales, armamos
Maleza. La otra parte de los ex THC armo una banda llamada Señor
Gomoso, que duro un pedo en el aire, es más los invitamos a tocar
una vez (risas). Empezamos a componer algunos temas en una
casa de Barracas, y después fuimos acoplando a otros integrantes.
Después Jorge se fue a Londres y volvió Nacho De la Canal.
Santiago Rial: Una constante de las bandas de zona sur, es que todos
tienen una personalidad muy fuerte. Éramos una de las bandas que
más ruido hacíamos y más fuerte tocábamos. Una banda de dos
guitarras, temas instrumentales. Y teníamos un baterista genial que
era Charly. La primera formación queríamos una bajista mujer.
Hicimos un anuncio que decía “(…) con influencias de Stooges,

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La Misma Tierra

Donovan, The Pastels”, el cual nunca llegábamos a poner porque


el vecino de enfrente de casa me dice: “Mariela, toca el bajo”. Ella
escuchaba Ratones Paranoicos, The Kinks. Así que vino, tocamos
una vez y quedo. Sufrimos una baja del cantante original, Marcos
Fontana, que se fue a vivir a Francia. Mi hermano era el más
perspicaz y empezó a repartir nuestro primer demo. Él se encargó
de comprar unas cajas, una porta estudio, unas potencias, tuvo un rol
decisivo en la banda. Tomo el liderazgo en un montón de cosas. Nos
metíamos adentro de una camionetita Mitsubishi celeste, que era
como un fetiche. La gente veía eso y ya sabía que éramos nosotros
(risas). La paradoja es que Perdedores Pop es una banda que el que
nos escucha entiende instantáneamente, le puede llegar a gente que
escuche cualquier tipo de música. Ese demo llego a las manos de
Francisco Bochaton y Alejandro Almada. Empezamos a tocar más,
la banda empezó a sonar mucho mejor e hicimos el segundo disco.
Estudie guitarra clásica con Fabio Rey, que vivía a la vuelta de mi
casa, entre la época del primer y segundo disco de Perdedores Pop.
Ya estaba la idea de la música, de esos arpegios y esas melodías. Esa
cosa de Jesus and Mary Chain y Ramonera.
Walter Lema: Ensayábamos en la sala de rancho Espinoza, que
ensayaba Copiloto, El Lado Salvaje, Chiquero, La Nueva Flor,
Juana la Loca, Los Brujos, Mutantia, éramos una re bandurria. Con
Ramiro nos juntábamos e íbamos a pasar la tarde, a tomar vino, a
reírnos, y a la nochecita nos íbamos cada uno a su casa o a continuar
en diferentes barrios. El día que íbamos a ensayar, esa era el peor día
(risas). Con Desesperación ensayábamos los sábados a la mañana,
no sé porque (risas). ¡Sabes cómo íbamos! Todos rotos.
Pablo Zabaleta: La sala comenzó con el “vato”, que lo conocí de
la calle. Un día me propone hacer un programa de radio, en una
FM que estaba enfrente a la Municipalidad de Lomas de Zamora,
el programa se llamaba Zona Roja, fue en 1989, pero duro tres
semanas. Un tiempo después intentamos armar una banda y
fuimos a ensayar a la sala de Laprida. Me hice muy amigo de la
dueña, Alejandra, que se divorció de Carlitos Espinoza, el autor
151
Santiago Parera - Diego Peralta

del nombre. Yo tenía una moneda por una separación con una ex
que nos habíamos comprado la casa y me dio la mitad de la guita,
entonces me compre batería, Marshall, mic Shure 58, y así arme la
sala, hasta que se pudrió todo con Mutantia y con la sala, al mismo
tiempo. En ese momento no me había cuenta de lo que teníamos
entre manos, sino hubiera seguido, sin dudas.
Miguel Chávez: Yo también tenía la llave, asi que nos turnábamos
con él. Siempre algo pasaba.
Mariano Belgrano: Yo vivía a la vuelta del rancho Espinoza, llegaba
del laburo e iba, sino era a ensayar, era a tomar una birra, siempre
pasaba algo. Se gestaron muchas bandas, todos amigos, con Acido,
Mutantia. Era una mugre, lleno de perros, pero era una felicidad,
pasillo al fondo en el centro de Lomas. Fue una época gloriosa.
Miguel Castro: Con Leo íbamos a los ensayos de Los Brujos, ahí en
el rancho Espinoza, donde pasaba todo, sino estabas ahí, viste. Hay
miles de anécdotas de ese lugar, nosotros niños de catorce y quinces
sentados en la peatonal con Ñoqui, todos en pedo y pasan unos
cantando: “Independiente, Independiente” y Ñoqui gritándoles:
“Aguante Racing” (risas). Imaginate como terminó. Todos corriendo
para todos lados. Le dieron una “tunda” tremenda y quedo tirado en
el piso, todo ensangrentado, sin las zapatillas. Nos querían chorear el
bajo. Lo tuvimos que llevar al hospital.
Pablo Zabaleta: La puerta de la sala no estaba muy acustizada y se
escuchaba todo. Al lado vivían unos coreanos que tenían casa de
ropa, y cada dos por tres se escuchaba desde arriba: “¡¡Alejandra!!
¡¡Alejandra!!, la música” (risas).
Gustavo Kaiser: Era una puerta común con un colchón, lleno de
pulgas, entonces alguien abría la puerta y se te caía el colchón encima
(risas). Adentro estaba lleno de mierda, porque había perros y te
cagaban todo, así que salías con olor a mierda (risas). Ensayábamos
con lo que había, capaz que íbamos y estaban todos los equipos
quemados o te tocaban tres equipos de bajo, y enchufábamos la
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La Misma Tierra

viola y la voz (risas), porque también estaba quemada la consola. Y


se hacía buena música.
Miguel Chávez: Una vez estábamos ensayando en la sala de adelante,
los pibes entraban y salían, y cuando abrían la puerta salía el sonido
de Mutantia (risas). Y en un momento veo que aparece una persona
con camisón blanco, parecía un espanto, era la china que entro y
grito: “¡¡Alejandra!! no poder vivir…!!Alejandra!!” (Risas). Nos
moríamos de la risa mal y le digo:”Perdónenos, señora”. Se fue
renegando. Esa fue una noche bastante complicada.
Pablo Zabaleta: Grabamos un casete que lo terminamos en el
estudio de Todos Tus Muertos, en Villa Urquiza y sacamos un
par. La banda duro tres años, pero tocamos muchísimo, hasta tres
veces por semana. Ensayábamos miércoles y viernes, en la sala que
siempre había diez o doce personas viéndonos (risas). Fuimos los
precursores de los ensayos abiertos, que hoy está en muy en boga.
Era un centro cultural sin saberlo. Yo viví ahí.
Elías Ziede: “Descarga medular” fue en un momento de necesidad
de sacar algo. El Otro Yo había editado “Los Hijos de Alíen”, y
para ellos fue un abre puertas, mucha promoción, también fue un
momento que empezaron las radios alternativas, que con cuatro
casetes independientes te hacían un programa. Lo grabamos en
un estudio de Almagro, todo a contrarreloj, en vivo, casi todo en
toma uno, pero teníamos tantas ganas que salió perfecto, dejamos
la mezcla en manos del dueño del estudio y quedamos más que
conformes. Los separadores de radio eran de una colección que
yo tenía. Vendimos un montón para todos lados, empezó a venir
más gente a los shows, fue muy positivo. Lo de las percusiones
lo propuso el búfalo Temperini, que era un manager que teníamos
nosotros, siempre fue ir mas allá, ponerle climas árabes, era rara la
banda, pero caíamos bien, quizás teníamos el reloj adelantado. Era
salir a discotecas y la gente te miraba como diciendo “¿Quien carajo
sos? “, no era una cara conocida, pero mido un metro ochenta de
altura, con un turbante en la cabeza, otro con tachos, y hacer una

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Santiago Parera - Diego Peralta

música que nunca escucharon en su puta vida. Saliamos a tocar y


escuchaban esas baterias raras, valian el doble esas conquistas, porque
si va tu publico te ayuda, sentis una energía que viene de abajo, pero
cuando tenes que ir a convencer y tenes que tocar diez temas para
que te aplaudan, la idea era shockear. Pensa que los mellizos tenían
el pelo teñido en esa época, y laburaban vendiendo pollos, había que
bajar así a las carnicerías y bancársela, porque el pelo queda teñido,
no es que la camuflas.
Walter Mosca: La historia de “Ya no sos igual” es entremezclada.
Nosotros ensayábamos en el garaje de la casa de mis viejos o en la
sala del baterista, que quedaba en Villa Ilaza. En frente de la sala del
batero, había un kiosquito que íbamos a comprar el vino “Maravilla”.
Éramos sus mejores clientes. Resulta que el marido de la dueña era
“poli” de la Federal. Cuando salió la canción, siempre pensó que
se la hicimos a él. Pero en realidad la letra la hice por un pibe que
escabiaba y fumaba porro con nosotros, que también era policía de
la Federal, en otro kiosquito por la casa de mis viejos. El nombre lo
invente, y escribí la letra: “Carlos se vendió, al barrio de Lanús (…)
por las noches patrulla la ciudad…”. Pero este era un delincuente
hijo de puta (risas). El tipo existe, pero nunca más lo vi. Fue una
historia mitad verdad y mitad ficción. Sabíamos que teníamos una
gran canción y pego en la psiquis de cualquier rockero. Quedo
como un pequeño himno “anti-rati” (risas). Yo venía de una gira por
Uruguay con un bolso, la guita que había cobrado y un perfume para
mi vieja. Y salimos de joda con Checha (Cantante de Súper Uva).
Este boludo estaba pateando bolsas de basuras y nos cruzamos a
un patrullero. Caímos en cana en la comisaria Nro. 19. Nos hicieron
averiguación de antecedentes y esas boludeces, la clásica. Yo estaba
cagado por la plata y les digo: “Che, no me zarpen la plata.”. Y un
poli me dice: “¡Yo a vos te conozco! Es el de la cancioncita (sic)
sobre nosotros.” Y medio que me empezaron a bardear: “¡Así que
sos vos! ¿Te queres matar, no? “. Y otra vez me paso que caigo en
cana por pelearme con uno, en la comisaria novena. Pero el poli vio
un suplemento No que había en el lugar. Justo estaba yo en la tapa

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La Misma Tierra

(risas). “Loco, ¿Vos sos el Mosca? Sos un capo. Haces canciones anti
yuta, pero me caes bien.”. Y los compañeros le decían:” ¡Como te va
a caer bien, si es un hijo de puta!”. Arme una grieta en la comisaria
media extraña (risas). Me termino convidando porciones pizza. Me
ha tocado ese tipo de situaciones, con polis que estaba todo bien o
estaba todo mal.
Alejandro Alaci: San Cipriano nos salva de ese estado de locura en
que estamos sumergidos, de doblete de shows por fin de semana y
toda esa vorágine que nos dejó exhaustos. Por eso es un disco tan
oscuro, con las guitarras rabiosas y más pesadas, que fue surgiendo
mas que nada de los últimos shows en vivo como reflejando nuestro
estado. Fue el disco más artístico que hicimos, se fue el color, el
aquelarre, se fueron los materiales de plástico, cintas adhesivas y lo
cambiamos por el barro, por la arpillera, empezó a jugar más lo tribal,
nos metimos en esa estética de ritual. No fue un concepto armado,
quedo así. Era como habíamos quedado, un poco alienados, pero fue
groso, porque había ideas y estábamos en el zenit de la obra artistica.
Lo de grabar con micrófonos pegados al cuerpo lo sugirió Melero,
decía que Los Brujos era un grupo en vivo, más que en estudio, cosa
que es verdad, y quería plasmar eso. Diseño los micrófonos y lo
denomino “sistema subjetivo”. Quería que el oyente escuche a los
músicos como estos se escuchaban en vivo, porque el movimiento
de los músicos provocan algo en el audio y él quería registrarlo,
como un barrido de fase. Lo mismo hicimos con los micrófonos
de la batería. Fue un experimento que estuvo bueno. Igual también
hicimos tomas de manera convencional, digamos y usamos un poco
de las dos maneras. Se nota mucho en las violas esas capas de cambio
de audio. Ricky estaba muy copado con el libro “Las Clavículas del
Hechicero” y nos los mostro. Me acuerdo de ir a tocar a Córdoba y
alojarnos en una casa que estaba media abandonada, llena de velas
(risas). Donde caíamos generábamos ese ambiente, era como un
juego, había algo en el ambiente, una invocación, hablamos de cosas
esotéricas. Recuerdo que recorríamos muchas santerías buscando
imágenes e información de él. Teníamos un asesor chamanico. La

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Santiago Parera - Diego Peralta

verdad que con San Cipriano se puede hacer un libro entero.


Elías Ziede: Nirvana llega a Buenos Aires y los llevo Grinbank los
llevo a la Rock & Pop para promocionar el show. Entonces ellos
preguntaron por las bandas de acá y les hicieron escuchar Fito Páez,
Ratones Paranoicos, etc., y les pareció un asco. Terminaron ahí y se
fueron a una parrilla, en Av. Córdoba y Callao, preguntaron donde
podían ir a ver algo mas under, y estaba Miriam Laferrer, que era
prensa del evento, y les dijo: “Miren, yo lo más raro que se, es Pirata
industrial, que son esos locos que les pegan unos tachos”. Ese día
tocábamos en La Cueva, en Constitución, estaba el lugar lleno, y
entre el público diviso a un gordo vikingo todo tatuado y a otro más
petiso, que era Dave Grohl, claro, el otro era el seguridad de ellos.
Entonces tocamos varios temas y se acercaron y nos aplaudieron,
y nos piden los instrumentos. También esta Courtney Love con
un pullover estirado con pelotitas (sic), que se sienta a la batería,
yo empecé a tocar “Blue Monday” de New Order y se cebaron,
después guarde el bajo y me fui a la mierda con mi novia, ellos se
quedaron zapando, no nos quedamos ni para la foto (risas). Hable
cosas con Krist Novoselic, estaba muy asombrado de estar con
gente re loca; él era muy careta, muy sano, por eso termino siendo
político, y nos contó que (Kurt) Cobain sufría de narcolepsia y se
quedó en hotel, para estar más relajado para el show. Después me
entere por Alejandro Almada, manager de Los Brujos, que habían
tocado ese día de soporte, que en una revista inglesa decía: “Los
Nirvana hablan muy bien de ustedes, que eran la mejor banda de
Argentina, bla, bla, y no hablan de Los Brujos, que es mi banda”
(risas) Después salió ese rumor de que Nirvana les habían robado
un riff de “Kanishka”, pero yo creo que Los Brujos nos quisieron
opacar (risas).
Alejandro Alaci: Estuvimos con Nirvana en los camarines. Eran
unos frikis, tomando café con leche con churrasco (risas), estaban
muy dispersos.
Fernando Lamas: Armamos Estupendo en 1993. Estaba loco con

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La Misma Tierra

la situación de los samplers, tenía ganas de cómo hacer collages.


Me cruce con una chica llamada Verónica Nilsen y, con Sebastián,
le planteamos la idea del proyecto que teníamos y que ella cantara.
Finalmente no siguió con nosotros, se dio cuenta que empezamos
a seguir por otro camino. Y desde ese momento, hasta mediados de
1994, armamos música con un secuenciador midi, unos samplers,
y con unos micrófonos, grabamos nuestras cosas e hicimos el
álbum en el estudio que armamos en casa. Las baterías las toco
Aitor Graña (Baterista de Juana La Loca), que Sebastián fue y las
grabo en la casa de él. Lo llamamos Acevedo Hi Fi, un poco como
una ironía, porque se supondría que era un poco más hi fi ir a un
estudio. Habíamos hecho un álbum en casa. Teníamos cierto poder
de mezcla en el sampler, lo bajamos a DAT, y de ahí directo a cd. Y
lo primero que se nos ocurrió es ver si, en Argentina, había lugares
donde fabricaban cds, que se estaban poniendo más populares en
ese momento. Y descubrimos que si había y que no era tan caro.
Un año y medio después, vimos que teníamos unas músicas y
nos preguntamos que hacíamos con esto, que posibilidades había.
Empezamos a hacer una gráfica, escaneando y probando cosas.
Así armamos todo, el nombre y hasta creamos un sello llamado
“Sonoridades Amapola”. Fue todo muy rápido y muy ermitaños, ni
siquiera salíamos a ver grupos, solo unos pocos amigos nos veían.
Y eso termino en “Bristo Málaga”, que salió en junio de 1994.
Sacamos seiscientas o mil copias, no recuerdo bien. Cuando salió el
disco cambio todo, porque fue muy sorpresivo la idea de un álbum
independiente, en cd y los disqueros se me cagaban de risa, porque
se los vendía directamente a ellos: “¿Pero cómo me traes un cd?
¿Sos de alguna distribuidora?”. Había algunas cosas independientes,
pero en general la distribución la hacía alguien. Empezamos a tocar
en vivo, a ir más a Capital, no tocábamos mucho por acá, cualquier
invitación o cualquier movida posible siempre parecía más abierta
en Capital que en zona sur. Tuvimos muy buena recepción. La
primera vez que Gustavo (Cerati) nos nombra como que le gustaba
la banda, los disqueros nos empezaron a llamar para que le llevemos
copias (risas). El primer show nos invitó Alaska y tocamos junto
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Santiago Parera - Diego Peralta

a Tintoreros (risas) en Morocco, fue rarísima esa unión. Fue en


Agosto de 1994.
Leo Ramella: Vuelvo a juntarme con Flavio y armamos Resonantes,
compusimos, hicimos un demo y se lo mostramos a Víctor
Ponieman de Random. Pum, a grabar. Lo produce Melero, pero
de vuelta situación: “Es música electrónica, eso no va. ¿Ustedes
dos solos? Estaría bueno que haya una banda”. Flavio se copa con
eso, como nos dan aire otra vez…Y bueno hacemos una banda,
hacemos ese disco y quedo bueno. Pero después la banda no la
pudimos sostener y seguimos los dos solos. Y el último disco de
Resonantes “Simultaneo”, nos ayuda un montón Gustavo Cerati,
porque a él le gustaba un mucho lo que hacíamos, fuimos mucho
al estudio de los Soda, estuvimos en todo el proceso del disco
“Dinamo”. Nos prestó un montón de máquinas, puso guitarras, nos
llevó a lo de Bergallo a masterizar, alucinante. Un apadrinamiento
maravilloso. Un día viene a chequear el mastering, que este todo
bien, y en un momento vamos a la cocina a fumar, era el año 1997, y
Gustavo empezó a hacer un descargo sobre Soda Stereo, que quería
terminar, que estaba podrido, esas cuestiones que pasa en todos los
grupos. Después Flavio se puso a tocar con Gustavo y me eso me
dio pie a decir: “Desde hoy soy solista”. Y empecé Emisor a fines
del 1997. Comencé a trabajar de cero, a trabajar en computadora,
sin sintes ni samplers o secuencers, cosa que había manejado
hasta ese momento, bajaba sonidos de algunas fuentes musicales.
Fue todo desde el sub-underground. Hice discos en CD-R hasta
que el sello Casa del Puente, de Pedro Moscuzza, escucha uno de
los discos que iba a salir en CDR- R y me dice: “Lo quiero editar.
Quiero que estés en el sello”. Al tiempo Gustavo hace un disco
de remixes, me llama y me da los tracks de él y Domingo Cura,
para remixar “Sulky”. Babasonicos me da para remezclar “Risas” y
empiezo a producir. En los comienzos de 2000 se dio una cosa que
a los músicos nos llamaban para musicalizar situaciones, no como
de Dj, de musicalizador, pasar cosas que Dub, Jazz, Electrónica,
y después vino lo de hacer música de cine que me suplanto todo

158
La Misma Tierra

eso anterior. La música electrónica que yo hago siempre estuvo


relacionada con las imágenes porque yo en vivo soy un operador,
tocando perillas, mucha abstracción porque no hay voces en Emisor,
solamente una radio procesada, sonidos ruidos varios y visuales en
las que siempre estoy metido como instigador de las mismas. Eso
me puso en plano con lo visual y lo auditivo. El director Santiago
Giralt me convoco para hacer música de una película, yo fui con un
pendrive y fue alucinante como funciono. Y de ahí hicimos música
de cinco películas. Descubrí un mundo maravilloso con gente con
otra lucidez que en la música no se encuentra, más que nada por un
desconocimiento y también por cierta cosa de no bancar mucho el
cine nacional. Una de las pelis fue nominada a los premios Gardel y
lo gane, pero no lo fui a buscar. Igual me siento re agradecido.
Santiago Rial: Leo es un referente súper importante, siempre
apareció haciendo música original, diferente, no para de hacer discos.
También fue un impulso enorme la influencia de la zona, conocer a
Julián Della Paolera, Migue, los Suarez, Estupendo, los Resonantes,
y quizás nos terminamos relacionando más con estas bandas que
con el ambiente propiamente dicho del rock. Mi guitarrista favorito,
como cualquier guitarrista argentino te va a decir, es Pappo. Me
encanta. Pero la verdad es que no iba a ver. Me enganche más con
ese cambio generacional, con otras dietas de la música.
Miguel Castro: Empecé a participar más en la composición con
Julián, hicimos un enroque de bajistas y entro Julián Egozcue.
Empezamos a hacer el disco con Gonzalo Córdoba, que salió en
1997. Mi hermano Pablo, me produjo los discos económicamente,
salvo el primer disco de la Nueva flor, que puso un poco de plata e
inventamos una rifa falsa de un televisor (risas). Después conocimos
a Melero que nos produjo el segundo disco, que lo grabamos en el
estudio La Escuelita. Toda esa época fueron muchas vueltas. Me fui
a vivir solo, me compre opio y morfina, por medio de un amigo que
se robó un laboratorio (risas), entonces era algo muy normal llegar
a casa, tomar una línea de morfina y fumar opio. Había viajado a

159
Santiago Parera - Diego Peralta

Londres y fui preso por robarme discos en Tower Records. Me había


comprado como cien y me afane siete más (risas). Me interrogaron y
quede preso ahí en Picadilly. Nos quedábamos en casa horas, hasta
las seis de la mañana, escuchando música. Teníamos la sala y una
vez en una fábrica de bolsas de papel madera, en Pompeya, me lleve
todo un papel metalizado y forramos toda la sala con eso (risas).
Cuando llovía, entraba agua a la sala y veías el piso chispeando
por las gotas de lluvia que pegaban contra el papel metalizado. Un
delirio. Peligrosísimo, aparte. Después de eso me mudo a Temperley
y sacamos el segundo disco.
Alejandro Alaci: Vivimos cuatro años todos juntos en Banfield, en
una casa antigua, que la alquilamos muy barata porque no tenía agua
caliente. Teníamos la sala, era un bunker pero también fue un club
(risas). Fue toda la época de “Guerra de Nervios”, ahí preparábamos
todo el disco, fue una locura pero también fue nuestra debacle. Un
disco muy difícil de hacer, con muchas fricciones. Vivimos ahí hasta
1998, año que nos separamos. Hubo una reencarnación de Los
Brujos sin Lee Chi ni Ricky, quedo yo como cantante y con Gabo
Manelli en el bajo, hicimos un disco perdido, que nunca se editó, y
quedo ahí, lo escuchábamos y estaba bueno, pero en ese contexto
sonaban raros. El tema “Beat hit” sonaba fuerte, pero en 2014 podía
ser algo.
Fernando Lamas: Nos fuimos a vivir a una casa de Lanús, donde
también montamos nuestro set y ahí se empezó a hacer “Antena”.
La intención fue abandonar todo lo que habíamos hecho en “Bristo
Málaga”, en relación al uso de sampleos, también cierta repercusión
y notas que nos habían hecho pensar como nos veían los demás.
Había cierta aseveración que no compartíamos. Entonces decidimos
hacer una cosa más fría, más seca. La tapa era de color celeste,
hay edificios, sin gente. Así que no hay sampleos largos, fue todo
una cuestión más electrónica, como un midi más ochentoso y con
un método más anticuado, volviendo un poco al comienzo de
Estupendo. Inclusive fuera de época de lo que estaba sucediendo en
ese momento. También lo grabamos de entre casa pero alquilamos
160
La Misma Tierra

ADATS, que tenían ocho canales y nos grabó Gustavo Iglesias. Lo


editamos por el sello nuestro, que todavía estaba funcionando. De
hecho ya habíamos sacado el primer disco de Carca “Miss Universo”,
que lo produjo Sebastián, uno de Daniel Melero y el primero de
Leandro Fresco, que también es del sur, más precisamente de
Monte Grande. Cuando sacamos antena usamos el mismo método
de venta que “Bristo Málaga”, pero ya había algunos chicos que
nos ayudaban con la distribución o a veces nos mandaban cartas
de Tucumán, Comodoro Rivadavia, porque veían una pequeña nota
en Clarín y nos escribían: “Tengo una pequeña disquería, mándame
cinco discos”. Eso era muy divertido.

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Santiago Parera - Diego Peralta

Ultimo nuevo rock

Adrián “Maguila” Vázquez: ¿Sobre el por qué de tantas formaciones?


Nunca me hice problema por eso, ni intercedía, si se iban, mejor. Si
ponía un cartel de “Buscamos guitarrista”, tenía setenta en la puerta.
Una vuelta yendo en tren con mi hijo, nos sentamos y adelante
nuestro estaba un pibe con la mama, y me dice: “Que tal señor,
¿Usted es el de Acido Camboyano? Mi hijo toca el bajo”. Unos años
después me lo encuentro en Burzaco, que iba con el padre, y me
dijo q tocaba el bajo y se sabía todos los temas de Acido. Yo justo
necesitaba un bajista, asi que le dije: “Dale, venite”, y fue al ensayo
con el padre. Este pibe era Ariel Ham, fue nuestro bajista durante
cinco años, muy bueno. Lamentablemente, hace unos años, tomo la
decisión de suicidarse.
Claudio “Boti” Piñeiro: ¿Dónde estaba el dia que paso lo del Turco?
Estaba al lado de él, de hecho me pegaron un botellazo en la cabeza
y se me aflojaron las piernas. Siempre le comento a mi mujer, si
hubiera queda inconsciente, hubiera terminado al lado del Turco,
porque yo lo vi a él en el suelo, que le estaban pateando y que le
tiraban un ladrillo en la cabeza. Voy a sacarlo y le pego una piña al
que lo estaba pateando la cabeza. Y ahí me pegan el botellazo. Eso
fue en el Molino, de Longchamps, íbamos a Felu Bar y esta gente
estaba en el Molino. No sé bien lo que paso, fue onda: “¿Donde esta
el Turco?”, y vimos una batalla afuera, y fuimos. No sabemos bien
como fue la movida antes. Es el dia de hoy que nunca supimos bien
que paso. Fue una mierda. Teniamos veinte años.

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La Misma Tierra

Adrian Paoletti: Después de Copiloto, estuve un año dedicándome


a la literatura, a escribir, que era algo pendiente, y medio por inercia,
yo hice un viaje medio iniciático a Chile, en un Falcon que tenía con
un amigo. Hicimos ocho mil kilómetros en un mes, Monte Grande
- Santiago de Chile, subimos hasta Arica, que es la frontera con
Perú, de ahí bajamos a Iquique. Quería llevarme la porta estudio, la
eléctrica, y me dijeron que no porque me iban a afanar todo, y medio
que me paranoiquie, cosa que después me arrepentí, y en Chile, con
unos amigos de ahí, fuimos a una casa de música y me compre una
acústica Epiphone by Gibson, que es la única que tengo, junto a una
eléctrica, y grabe todos mis discos. En ese viaje compuse “Mi Carro
de Fuego”, “Cecilia” que formarían parte de “Paciencia”. Desde
Santiago nos fuimos al Atlántico, al mar del sur, en ese lugar me los
encuentro a Rosario Blefari y Fabio Suarez, que estaban viviendo en
una casa, y recuerdo tocar en vivo esos dos temas que había hecho.
A la vuelta, en marzo me llama Rosario Blefari que iban a hacer una
fecha en La Luna, y me dice si quería venir a tocar esos temas que
había tocado en la playa. Y ese fue mi debut como solista. No fue
mi intención desarmar Copiloto y hacerme solista, así que fue una
experiencia nueva. Junte canciones que tenía, algunas que llagamos
a ensayar con Copiloto, pero pasaba que Juan Manuel era como un
loquito, teníamos una fecha y decía que no tenía ganas o que tenía
un cumpleaños de quince, entonces yo tocaba la guitarra e hicimos
“Un día de sol y lluvia”, “Transposición”, “La bondad no se nota” y
“Al trote”, los temas eléctricos de “Paciencia”. Y entonces grabo un
demo en el Abasto, en la calle Mario Bravo, y me empiezan a pedir
el casete, le hice una gráfica y ahí nació “Paciencia” en 1994. La
grafica son un montón de dibujos de Miguel Isali, que mantuvimos
muchos años una relación epistolar de papel, donde yo les mandaba
poesías, él me mandaba dibujos, y con esos los organice e hice el arte
de “Paciencia”. El casete lo empecé a llevar a la prensa, pero Fabio
Suarez me empezó a romper las pelotas: “Graba unos temas más y
edítalo en cd“. Yo tenía una guita que era un canuto de mis ahorros,
los tenia destinado para comprarme una casa a futuro, así que el
lado B de “Paciencia” lo grabe con Gonzalo Córdoba, que tenía una
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Santiago Parera - Diego Peralta

Tascam de ocho canales. Edite el cd y tuvo muy buena aceptación


de la prensa y se armó una cofradía con Suarez
Fernando Lamas: “Bristo Málaga” fue un disco muy largo, fue el
comienzo de la era del cd y jugamos con eso. Había canciones,
cosas más ambientales, música bailable, fue bastante ambivalente.
“Antenna” se hizo más específico, más electrónico. Pero eso tuvo
su hartazgo. Ponete a pensar también que la diferencia con otros
grupos, que al ser uno de música electrónica, casi todo el tiempo
estas como grabando, tenemos otro método y entonces los cambios
se nos hacían más radicales, como que: “Eso ya está, ya lo hicimos”.
Lo presentábamos en vivo, en varias versiones, porque rara vez
tocábamos algo como el disco. Con “Montevideo” fue nuestro
momento más punk, más desprolijo. Estaba cambiando mucho todo,
el país y era la primera vez que entrabamos en las computadoras,
o sea tener pedazos de audio, verlos y trabajarlos. Y eso fue una
revolución para nosotros, nos volvimos locos. La particularidad fue
que conseguimos una máquina de copiar cds y hacíamos de a un
disco, o sea todas las ediciones son distintas entre sí, e inclusive
tienen distintos playlist. Nos gustaba generar una sorpresa.
Santiago Rial: Al poco tiempo nos separamos. Se dio de una
manera muy natural. Un día vino la bajista y me dijo que no quería
seguir tocando. Fue una inmadurez de parte nuestra. Fuimos muy
admirados por músicos de bandas muy buenas, como Cerati, que
me contaba que le hacía acordar a Luna, Galaxie 500. Íbamos a
tocar con cualquiera y la rompíamos, en lugares como La Luna, Dr.
Jekyll, Centro Cultural Rojas, pero también fuimos muy criticados.
Imaginate una banda underground, pequeña, inexperta, que estaba
haciendo algo diferente, que no es apadrinada por ninguna banda.
Hubo fechas en las cuales no iba nadie. Y se hace difícil, por más que
te esfuerces un montón porque no podes vivir de esto. Y a la vez, el
haber disfrutado de estar de moda, a los seis meses el periodismo se
había olvidado de Perdedores Pop. A mí con D-Champion no me
dieron bola hasta muchos años después. Esteban en cambio tocaba
mucho en el centro, armo una banda con Manzana. En el 1998 fui
164
La Misma Tierra

papa y conscientemente había dejado pasar una oportunidad muy


buena. Es como un equipo chico que tiene un penal contra Boca y
lo erras. Bueno, anda a saber se te va a presentar otra oportunidad
como esa. Y por otro lado estábamos loquísimos, sin ninguna idea
de cómo manejarnos. Teníamos una actitud iconoclasta.
Pablo “Pirulo” Guerrisi: En 1995 conocí la revista “La cosa salvaje”
por medio de Elio (Martínez), y me mostraron un mundo de sellos
independientes, de otras bandas, de otros lugares del mundo y por
1998 empiezo a comprar vinilos, por correo, viajes, y se generó
una red de intercambio de cds y vinilos muy grosa. Y me llegaron
vinilos, eps, simples y demases, que termine escribiendo reviews
en la revista. Hay un sello de Dinamarca, llamado Bad Afro, que
editaban una revista y les mande un ejemplar de “La Cosa Salvaje”,
un cd de Motosierra y otro de Elio and the Horribles. Así me paso
con un sello alemán, Incognito Records, que terminaron editando
un disco de Motosierra. Se creó un intercambio muy groso. Charlie
Lorenzini era el dueño de No Fun Records y se fue a vivir a Estados
Unidos; el sello representaba, por ejemplo, a Motosierra, los traía
acá, les editaba los discos, y ese “trabajo” lo empecé a hacer yo,
y ahí conozco a Culpables, también de Montevideo, y comenzó
Rastrillo Records, que fue seguir la línea de No Fun Records y
seguir explotando ese circuito que había logrado pero este proyecto.
¿Cómo salió el nombre? Rastrillo es el que pide: “Eh, me das un
cigarro…me das un peso pa´ la birra” (risas) y a Marco, guitarrista
de Motosierra, le decían así en el barrio. Surgió la idea de un disco
como el “Garaje Days” de Metallica pero en joda:”Vos sos Rastrillo
Records, sos el productor. Cuando vayamos a Buenos Aires lo
vamos a grabar” (risas). Todo empezó con un pelotudez que tomo
sentido. Y seguí editando bandas como Culpables, Thee Butchers
Orchestra, Fuzz que los conocí en mi primer viaje a Sao Paulo
(Brasil). No tengo ningún criterio, ni quiero editar una banda, se va
dando de consecuencias de la movida que frecuento, por ejemplo
con Las Kellies, o The Rings, que son bandas que fui a ver y me
gustaron: “Bueno, te compro 10 cds. Yo los puedo mandar a afuera

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Santiago Parera - Diego Peralta

“, “Queremos sacar algo, pero que vos lo edites”, va pintando. Pero


también me paso de bandas que vienen y me ofrecen: “Che, tenemos
un disco terminado, nosotros ponemos la guita. Queremos sacarlo
por Rastrillo Records”, yo me quedo como diciendo: “No es así, no
me copa”. Por más que me guste la banda.
Walter Mosca: En 1995 sacamos el segundo disco y hacemos la
primera gira por Estados Unidos, por medio de un contacto con
Tomas Cookman. Tocamos en Manhattan y en el último día que
estuvimos ahí, pegamos show en el CBGB, después de varios días de
comerle la cabeza al portero del lugar (risas). Fue el sueño del pibe.
De ahí nos fuimos a Los Ángeles, donde fuimos soportes de The
Skatallites. Después bajamos a México. Yo pensaba: “¿A México?
Vamos a tocar para diez mamados.”. Y a cada antro que íbamos
lo llenábamos de gente. Claro, yo no sabía que estaban rotando a
full nuestros videos en MTV. Mi familia eran amantes del boxeo.
Recuerdo en casa ver las peleas de Galindez. Y decidí escribir “Piñas
van, piñas vienen”, dedicado a todos esos boxeadores argentinos.
Vignolo consiguió el contacto con Horacio Acavallo, que tenía
con un socio un par casas de deportes, para la intro del tema. Nos
juntamos en un bodegón de acá con el viejo y el socio. Una masa el
tipo. Vino al estudio y grabo, al toque.
Rubén Bagliani: El disco lo grabamos en cinta y lo pasábamos a
casete en cinta de cromo, porque tenía mejor calidad. Le pusimos
“Ravickarna”. El nombre fue tomado de un corto de Jan Svankmajer,
que hizo en 1966 y la tapa es un fotograma de esa animación. Y con
este nombre me paso algo muy loco. Cuando me voy a a vivir a
Tenerife (España), paro con checos y eslovacos. Les pregunto qué
significaba Ravickarna y me dicen “ataúd grande”. Salí corriendo
porque no lo podía creer. A mí, acá en Florencio Varela, me decían
el “funebrero”, porque laburaba en la casa de sepelios de mi abuelo.
Muchas de las canciones que hice en esa época fueron cosas que me
después me pasaron en la vida real.
Miguel Chávez: Éramos cuatro muy diferentes entre sí, hasta de

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La Misma Tierra

distintas localidades y amistades. Yo iba mucho a la Bond Street y


conocí a Marcelo Corvalan, Adrián Outeda, es más, Animal estaban
auspiciado por Slayer Skateboards, que eran de Lanús. Estuvimos
por hacer una fecha con ellos, pero no se dio, porque nos habíamos
separado.
Pablo Zabaleta: No tocábamos en festi heavy, sino con Chiquero,
THC, éramos los pibitos que hacíamos ruido. Yo después de eso me
aparte de la escena. No hice mas nada durante ocho años. El Colo
se casó, dijo: “No toco mas, vendió el JCM 900, las dos cajas y la
Jackson. Mucho tiempo después fue manager de Factory Records.
¿Qué artistas tenia? Pibes chorros, Nene malo, Wachiturros. Vendió
el sello y puso la inmobiliaria en Banfield.
Claudio “Boti” Piñeiro: ¿Cómo llegue a ser sonidista? En los shows
de Distorsión lo primero era hacerme amigo del sonidista (risas) y
le tiraba un par de pautas, como bajar los coros de Matías, subir la
viola en los punteos del turco, etc. En 1996 estudie cine y empecé a
laburar en un canal de televisión. El sonidista un día me dice: “Che,
vos que sos del palo, decime a ver si está bien la mezcla…”. Ya venía
de estudiar audiovisuales pero termine de aprender ahí, en el día a
día.
Miguel Chávez: Adrián Outeda (Cantante de NDI/Satan Dealers/
Bandera de Niebla) me pidió un tema de Mutantia para un disco
tributo a No Demuestra Interés, pero ya nos habíamos separado
en ese momento, así que le digo:”Espérame unos días que busco
músicos”. Y en cinco días “arme” una banda con Pablo Potenzoni,
que tocaba en Todos Tus Muertos, el guitarrista de 13 al Diablo y
hago un versión de ”Violencia”, con el mismo Adrián en coros. Yo
lo cante con mi onda y quedo buenísimo.
Beto Morales: Cuando tocaba en Antihéroes, había un pibe de barrio
Norte, que se fue a California en 1986 y volvió en 1989, me dice:
“Beto, sabes que vi una banda, no recuerdo el nombre y había un
guitarrista, morocho como vos, tenía la mismas entradas y tocaba así
con acoples. Era vos”. Y en 1992, en el Teatro San Martin, fuimos
167
Santiago Parera - Diego Peralta

a ver unos videos de Pixies con este pibe: “Ahí está, es ese, ves que
se parece a vos” (risas), fue alucinante. Yo en mi vida había visto o
escuchado a Pixies. Mi idea de acoples o feedback venia de Vox Dei
o GBH.
Daniel García: El sello Pinhead Records quería reeditar el cd y se
conecta con Mongo y Fernán. Yo me entero y llame al sello: “Mira,
soy Daniel, el bajista de Alerta Roja. ¿Vos hiciste algún arreglo con
alguien?” y me contesta: “Si, tenemos algún arreglo de palabra con
Mongo y Fernán “. Así que le digo: “No hay un solo tema que sea
de Mongo o de Fernán, soy todos míos y alguno de Pablo. Así que
si vos lo editas, yo te hago un juicio”. Y el flaco del sello me dijo si
quería guita: “No, no la necesito. Vivo de mi laburo y Alerta Roja
nunca me va a dar de comer. Yo lo que quiero es que se edite, ser
el responsable del disco, y que los temas tengan su correspondiente
autoría”. Salvo un tema que Pablo me hizo creer que era de él, pero
en realidad era un tema de Angelic Upstairs, y “Sin oportunidad”
que era una base de Slaughter and The Dogs (risas), pero con letra
de Alerta Roja y lo pusimos así, para no tener quilombos. Así que se
editó de esa manera y si el disco vende, Pablo y yo cobraremos los
derechos de autor, y a los otros dos, lo que le corresponda. No se la
iban a llevar de arriba. ¿Sabes cómo les pago a Fernán y a Mongo?
Les pago una guita, que les rindió un cajón de cervezas (risas) y
cds para que vendan, los cuales la mayoría terminaron regalando. A
partir de la reedición del disco se rearma la banda. Pero hicimos dos
ensayos y Fernan se dio vuelta y no pudo volver (risas), y tuvimos
que meter otro baterista.
Miguel Castro: Nos llego una carta documento y nos llamaron de un
estudio juridico muy groso, con una intimación de la actriz Victoria
Maria Rojas. Teníamos todas las de perder. Asi que tuvimos que
cambiar el nombre y mi vecino psicólogo me dice: “Pero pónganle
Victoria Mil, que suena igual “, y quedo ese nombre. Y eso nos sirvió
de publicidad extra, porque empezamos a aparecer más en los diarios,
más que nada por el tema de la denuncia de ella. Y salió “Armas”, que
lo hicimos con Estupendo y Daniel (Melero). Para el cuarto disco se
168
La Misma Tierra

van el bajista y Leo, y quedamos como dúo con Julián. Usamos una
bata programada y lo grabamos en la casa de Sebastián Mondragón
y en lo Diego Tuñon (Tecladista de Babasonicos). También yo ya
estaba metido en la producción, cosa que fue sucediendo a partir
del segundo disco, por temas de responsabilidad, más que nada. Y
eso fue una de las cosas que hizo un desgaste en la banda. Firmamos
con Pop Art, vuelve Leo a la batería e hicimos “Estoy bien, bien,
bien” y “Están despedidos”, donde nos rajó la discográfica. Nos
ofrecían muy poco presupuesto y lo terminamos haciendo solos.
La mezcla la hizo Gustavo iglesias y la otra mitad Tom Rixton,
que es un productor inglés, que le gusto la banda. Lo llame, vino
a vernos y se copó. El último disco “Muy lejos” lo grabamos en
Panda y lo queríamos hacer con Tom. Me llama la mujer de él, me
dice que Tom estaba saliendo de las drogas y que nos portemos bien
para cuidarlo. Estábamos en el estudio y venia Tom: “Che Migue,
¿Tienes plata para comprar comida?” (Risas), y al rato veías que el
tipo estaba re duro mal. Fue un desastre. Así que termino, de vuelta,
en casa editando el disco, track por track. Nos fuimos a tocar a
México y cuando volvemos se hizo todo muy cuesta arriba. Ya veía
todo lo que se avecinaba, más mis ganas de separarme y empezar a
hacer otras cosas, con mi vida y ver que no se podía mantenerse la
banda por si sola. Empezaba a funcionar demasiado mal, sumado a
problemas mucho más pesados de drogas. Yo no quería ser el padre
de nadie, no se puede contra determinadas cosas de las personas.
Entonces en un momento dije basta. Yo me voy.
Walter Mosca: Me gustaba mucho Victoria Mil. Los conocía de hace
bocha. Los últimos discos son buenísimos. También sus videos.
Ahora Migue esta mas volado. Vi el minicorto (UN – Ten cuidado)
hace un tiempo. Alucinante.
Adrián “Maguila” Vázquez: Fuimos soportes de bandas de afuera,
pero siempre apuntamos al underground, tuvimos oportunidades
de firmar contratos y nunca nos interesó. ¿Por que no? Muchos
problemas, te atan a un contrato que después no lo podes cumplir
y a mí no me gusta quedar mal. Estábamos en una época donde
169
Santiago Parera - Diego Peralta

era un quilombo de drogas y alcohol, ahí empezamos a decaer un


poco, te estoy hablando ya del año 2001, pleno quilombo del país
también, y la patada definitiva fue Cromañón, ahí quede solo, y me
fui a vivir a Bariloche. Allá rearme el grupo y me fui muy bien.
Pienso que tantas formaciones que tuvimos fue porque hubo un
momento que algunos integrantes pensaron que iba ser alguna
salida laboral importante. Se equivocaron. Somos completamente
under. Siempre va a ser así. A esta altura de mi vida ya no me da
de enfrentar una responsabilidad semejante de viajar, tocar en
“quinientos” lugares, en su momento lo hice, ya está. No me fue
bien económicamente pero si muy bien socialmente. Me ha pasado
de estar en otros países u otras provincias y que me digan: “Aguante
Acido” en algún colectivo. En 1996 estaba en Pico Truncado (Santa
Cruz), un pueblo de quince cuadras por diez cuadras, donde viven
solamente algunos geólogos y unos “enfermos laburantes” que
están locos por el viento que hay, porque no pueden salir a la calle y
donde hay casas de aluminio con ruedas para moverse. Fui a hacer
un laburo y había una cantina onda del lejano oeste (risas) con un
pool y una fonola. Imagínate, yo iglesia o farmacia no encuentro
ninguna, pero los bares los encuentro todos (risas), y de afuera se
escuchaba 2 Minutos, pregunto: “¿Esto es bar?”, “Si, pasa”, y había
unos pibes. Yo en esa época me había cortado el pelo, porque me
había quedado sin laburo y había nacido mi hijo hacia un par de
meses. Y me pongo a ver la fonola, los nombres de los temas para
poner una moneda, se acerca un chico y me dice: “También hay de
Los Violadores y de The Ramones”, se me quedo mirando un rato y
se fue. Al rato vino con cinco pibes más y me pidieron un autógrafo,
me habían conocido del compilado “La Furia Records”, vinieron
con el afiche y la foto, a ver si era yo (risas). El papa de uno de ellos
tenía una radio y al otro día me hicieron un reportaje, comimos un
cordero al fondo de la casa, estuvo buenísimo. Una vez, en Brasil,
fui con la madre de mis hijos a un pueblito y pasaban esos colectivos
que llevan a todos los paisanos con las gallinas, yo estaba sentado en
un barcito afuera, y me gritan: “¡Aguante Acido!”(Risas).

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La Misma Tierra

Lou Carrera: Este pibe Aldana siempre en reportajes reconoció que


su primer banda fueron Los Apáticos. En 2004, Dante Martínez, el
cantante, cumplía cuarenta años, y empezó a hinchar las bolas de
juntarse tocar en el cumpleaños, y nosotros:”No rompas las bolas
(risas). Estamos hablando de cosas de hace veinticinco de años.
Ya fue”. Y bueno, empezó a jodernos, y le dimos para adelante.
El pibe que tocaba la batería vive en Necochea y entonces toco el
hermano, que es el actual baterista de Los Mareados, después los
demás estábamos todos, empezamos a ensayar en la sala El Árbol
Caído, y nos asombramos, porque nos acordábamos los temas y
habíamos crecido como músicos. Dante había hecho Ultra 7 en los
90s, Diego, el violero, hizo Conexión Bluesmania, nos cagamos de
risa de las letras, pero bueno, la onda era escribir sobre eso. Tuvimos
un par de meses de ensayo, y le dijimos a Cristian (Aldana), vino a un
ensayo, tocamos un par de temas, y después vino al cumpleaños, que
fue en un salón atrás del Carrefour de Adrogue, muy familiar todo.
Cayo Cristian con una Gibson que valía más que el salón (risas), y
se copó, ese día le dijo a Dante: “Mi regalo va a ser que van a tocar
soporte de El Otro Yo”. “Bueno, ok”, pensábamos. Al otro año, para
diciembre, ellos siempre hacían fechas por el sur, y nos dice:”Che
no sé qué día, pero hacemos la fecha con ustedes”, no la podíamos
creer, pero para esa época la mujer del batero estaba a punto de
tener mellizos, y le dijimos a Cristian que no, lo dejamos para la
próxima. Al año siguiente, misma situación, nos invita de soporte
de ellos en el Auditorio Sur, y ahí fuimos a tocar. Nos trataron de
primera, camarín con heladera llena de birras, que se la vaciamos
(risas) probamos sonidos, los plomos de ellos preguntándonos si
estaba todo bien, si necesitábamos algo, la mejor onda. En el set de
El Otro Yo subimos nosotros e hicimos dos temas que hacíamos
con Los Apáticos, “Sida”, y otro más. Eran canciones de Cristian
que las hizo cuando toco con nosotros en la primera época de Los
Apáticos y ese fue nuestro último show.
Alejandro Alaci: La vuelta se dio de a poco. Primero viendo esas
grabaciones e íbamos a hacer un especie de Anthology, así que

171
Santiago Parera - Diego Peralta

completamos esas bases, Gabriel tenia temas nuevos, yo algunas


letras y dijimos:”Bueno, completemos y hagamos un disco”, sin
la idea de volver. Pero bueno, ahí Ricky volvió, porque estábamos
distanciados. Hicimos “Pong!” y estuvo buenísimo porque la música
estaba viva. Nos enteremos de la enfermedad de Ricky cuando
empezamos a hacer el disco y fue para adelante con todo, en ningún
momento se quejó de algo, nunca lo afecto, recién al final se sintió
mal. Tuvo mucho que ver la manera de ser de él, siempre al frente, le
habían dado tres meses y duro tres años. Mira lo que era él. Y estuvo
buenísimo porque hicimos todo lo que había para hacer, el disco,
shows en vivo, tiro las ideas de la nueva estética de los conos, los fric
fracs, fue una vuelta a la altura de lo que Los Brujos se merecían.
Walter Mosca: Terminamos de grabar el disco “Advertencia” en el
estudio Abasto al Pasto, Don Torcuato. Faltaba la mezcla. En un
momento el Indio viene a hablar conmigo:”Che, vamos a la 202 y
Panamericana. Hay una parrilla.”. Vamos para ese lugar y me dice:
“Che, yo me voy de la banda. Todo bien con ustedes. Pero quiero
viajar. “. Y se fue para Miami. Termino en Costa Rica. Ni se quedó
para la foto. Te fijas en el librito del disco y somos tres. Después de
eso, me fui de vacaciones como casi dos meses a Colombia. Cuando
se va el indio, yo quería poner dos violas. Y entraron Pablo (Pedrozo)
y Pablo Coll, que tocaban en Cargo de Conciencia. Y después se nos
va el batero, con el cual tuvimos unos quilombos de aquellos, de
guita, de todo. Hasta que le pusimos la roja.
Rubén Bagliani: El rock aca en Argentina es casi la letra. La gente
quiere escuchar una historia en la que se sienta identificado, cosas
banales, y La Morza en un punto era medio abstracto, un cuadro
Picassesco. Hoy en día lo apuntaría a otro tipo de público porque
intentaba que fuera algo masivo. Pero éramos una banda no común
y algunos dicen que estábamos adelantados en el tiempo. Siempre
me atormento el tema del estilo musical. Hacer un estilo solo es
aburrido. Todos los días me levanto y no me siento igual. Me acuerdo
que había unos punkis en Varela que les poníamos los temas y no les
gustaban, salvo los que sonaban más tu-ta-tu-ta (risas). ¿Las paredes
172
La Misma Tierra

que estaban pintadas con el logo de la Morza? Fui yo. Trataba de


andar todo el tiempo con el aerosol, y que no se me pinten los dedos,
para no quedar escrachado. Por todos lados. Yo le había puesto mi
vida a la banda, era mi pasión. Por flojera nuestra, no se dio y nos
separamos. Estaba cerrado a ciertas cosas que podía haber visto en
su momento.
Santiago Rial: Nosotros en el 2000 hicimos un disco que se llama
“Free Pop”, que por un lado está influenciado por toda la movida
de los 90s y por otro lado es esa idea de querer encontrar tu propio
camino, de desarrollar una voz propia, aunque suena pretencioso.
No esa cosa de: “Somos originales”, pero al final si fuiste influyente,
sos original. Después de la tragedia de la muerte de Charly, realmente
no sabiamos que hacer, pero no con la banda, porque él nos dijo de
seguir tocando. Nos habían invitado al Festipulenta y habíamos ido
a la clínica a visitarlo, para decirle: “¿Te molestaba que hagamos esa
fecha? ¿Te parece tal batero?”. En ningún momento pensábamos
que el chabón se iba a morir. Creiamos que eran unos meses en
recuperarse, en rehabilitación. Cuando se murió el tipo, dentro
de todo ese shock, teníamos una fecha, teníamos que ensayar. Y
tocamos. El regreso de Perdedores Pop fue increíble. Toda la gente
cantando las canciones, los punteos y había un público que yo no
conocía. Generacionalmente era otra gente, de otro lado. Sentimos
la misma inocencia y desparpajo para tocar en cualquier lado.
Daniel García: Todos los integrantes de la banda teníamos algún
problema, por ahí yo era el que menos tenia (risas). Fernán venia
de una niñez muy complicada, el padre se suicida cuando él era
chico. Mongo lo mismo, con un padre dominante. Pablo, con sus
problemas con el juego. Entonces el día que dije de separarnos, me
encontré a mí mismo con veintiséis años, con una esposa y un nene
de siete años. “Ya está, la música no va más”, pensé. Siempre me
planteaba que hacer, porque la cosa iba bien, en progreso, pero no
nos dábamos cuenta que los propios integrantes de la banda nos
boicoteábamos. El único punk de verdad de la banda es Mongo,
porque decidió vivir su vida así, de la jubilación de la madre y como
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Santiago Parera - Diego Peralta

un indigente. Y vivió mimetizado con Luca Prodan, que él era el


amigo. Y la realidad es que fui yo el amigo de Luca. Siempre dijo
que Mongo era el mejor cantante de punk que había. Cuando Sumo
grabo el demo, del segundo disco, me hace escuchar la versión del
“Ojo blindado” y Luca me dice: “Para este tema, yo me inspire en
Mongo, como él lo hubiese cantando“. El famoso “Sergio del bar”
(del tema “Mañana en el abasto”) no era Mongo, era un pibe que
laburaba en el bar de la estación de subte Carlos Gardel y le regalaba
escabio gratis, porque Luca se hacía amigo de todos, en especial los
que le regalaban chupi (risas). Aparte Mongo nunca laburo, el viejo
le regalo una camioneta para hacer flete y el único viaje que hizo fue
para Alerta Roja (risas).

174
La Misma Tierra

La misma tierra

Daniel García: A esto yo no le veía futuro, y de repente aparece Juana


la Loca, El Otro Yo, Los Brujos y muchas más. No sé qué paso acá.
Si en este lugar no había caso, no le entraban las balas a la gente de
acá. Es más, ya me llamo la atención Los Corrosivos en su momento,
que fue un grupo que me encantaba. Si me hubieran dicho: “Deja de
tocar el bajo en Alerta Roja para ir a Los Corrosivos”, iba. De una.
Con eso te digo todo. Juana la Loca también me gustaba mucho. Los
dos primeros discos son fantásticos.
Lou Carrera: En el sur había mucha variedad, muchas bandas raras,
no sé, hubo una bocanada de aire. Acá se trataba de hacer algo
propio, autóctono, que paso en el punk en los noventas y todo el
vestigio ramonero, que personalmente mucho no me gusto, salvo
cosas, como el primer disco de 2 Minutos, que para mí es glorioso,
cuatro pibes cantando sobre su barrio, Valentín Alsina, que estabas
en el puente tomando una birra, venia la cana y te levantaba, y no
sobre los hooligans del Nothing Hill, eran de barrio, bien nuestro.
Hoy es como que cada banda tiene su sala, antes había una sola y en
la semana, te cruzabas a todas las bandas, desde las 14 hs hasta las 23
hs, desfilaban todos los estilos y de todas las zonas, sino ensayabas
ibas igual a tomarte una birra, a charlar, y de paso escuchabas a
las bandas: “¡Uh, escucha como suenan!”. Te nutrias de todos, se
influenciaban todos. Después llegaba el fin de semana e íbamos a
ver esas bandas
175
Santiago Parera - Diego Peralta

Mariano Belgrano: Zona sur es de vanguardia a nivel musical, había


mucha personalidad, porque es más barrio, mas calle, la gente se
crio de otra manera y tiene la cabeza más abierta. En Capital Federal
no pasa, son más cerrados: “Vamos a hacer esto y eso….”, apuntan
a eso y no te caminan una calle. Acá un pendejo que empezó a
escuchar música, escucho veinticinco millones de estilos (sic) y hasta
que se decide que hacer, ya tiene elaborado eso, inconscientemente
tiene una mezcla de lo que fue escuchando. Los festivales eran así,
eran un rejunte total. ¿Vos te pensas que la gente se peleaba o algo?
No había problema.
Marcelo Wygachiewicz: A veces pienso porque carajo habrá sido,
pero no tengo idea. La ubicación geográfica no creo, es la misma
ciudad de mierda. En la facultad escuchábamos toda la música nueva
que había y al rock and roll mucha bola no le dábamos.
Daniel Zaponi: Debe haber algún tipo de magia en el sur. Maradona
salió de Villa Fiorito (Lanús) y es zona sur (risas). Creo que en Capital
manejan un cero más en plata (sic) pero tienen menos rebeldía. El
smog no los deja pensar (risas).
Adrián “Maguila” Vázquez: Es algo muy difícil de explicar, es una
escencia que tiene el sureño. Es underground puro, con muy buenos
músicos. Hay músicos de nombre en zona sur y vos fíjate que no son
iguales a los que estamos hablando nosotros, como por ejemplo: el
Indio Márquez, Marcelo Mira, Lapo Gesaghi, Pepi Taveira, parece
que fueran de la capital. He tocado con bandas de Noruega, de
Brasil, etc. y me daba cuenta en la forma que ecualizaban los equipos
son parecidos a los de acá de la zona, mas ásperos. Los Macarras,
Calle de Tierra, eran hardcore de verdad.
Claudio “Boti” Piñeiro: Tiene que ver con lo urbano, ante la
necesidad salíamos a buscar otras cosas, lo que nos hizo tener esa
identidad. Mi abuela vivía en el Oeste y era todo asfalto, lleno de
líneas de colectivo, el tren andaban mejor que acá, lo tenían todo
ahí. Nosotros íbamos al Parakultural y no sé si la gente de allá iba.
Tuvimos acceso a otra info. Para ir a comprar un instrumento
176
La Misma Tierra

teníamos que ir hasta Talcahuano, o a Rock Show, en Belgrano. A mí


nunca me costó subirme a un bondi para ir al centro, anda a decirle
a uno de Capital que venga para acá.
Pablo “Pirulo” Guerrisi: Toda zona sur tiene mucha influencia del
ferrocarril, muchas ramificaciones, vía Quilmes, vía Calzada, vía
Adrogue, Burzaco, vía Monte Grande, nombre de localidades y
colegios ingleses. Es un tema de análisis muy grande, capaz de los
antepasados, el tipo de educación, mucha movida sale del Palotti,
del Industrial de Monte Grande, del Nacional de Adrogue. Burzaco
parece un barrio bajo pero no es, ponete a pensar que tiene cinco
o seis clubes en un radio de cuarenta cuadras y es un pueblo de
100.000 habitantes.
Ray Fajardo: Durante años estuve como buscando la piedra roseta
del jeroglífico este, llamado zona sur, porque se nota y me lo han
dicho, no solamente con los músicos y los que trabajan en el rock,
que somos extraterrestres, como hablamos y nos manejábamos, una
cosa distinta, surrealista, hay una forma de lectura. Una mezcla de
esa cosa arrogante con tinte de vanguardista, pero que nada que ver
con una posición sociocultural, es más una cosa de cierta autoestima
o cierto brillo, que también se fusiona con las cosas más rusticas,
rudimentarias o “cabeza”. Podemos estar leyendo Rimbaud, pero
quemando las hojas en la vereda, o escuchando algún partido de
Brown de Adrogue. Y eso se expresa en lo estético, en la forma de
hablar, en la vestimenta, hay como una construcción. Debe haber
algún puente invisible desde el sur a Manchester, porque se mezcla
esa cosa futbolera o “cabezón”, pero con cierta clase, el ferrocarril,
mucho apellido inglés. Esa cuestión de búsqueda, te puede gustar o
no, pero las bandas del sur no hay nada parecidas en el mundo.
Walter Mosca: Fue el que le dio vida a todo el rock argentino. Antes
era como más romántico. No tenías nada, ahora es más fácil por las
redes, internet, etc. Había que patear, moverte, grabarte como puedas.
El único programa de radio que había era “El Tren Fantasma”, un
programa de culto. Valentín Alsina es como Manchester, lo puedo

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Santiago Parera - Diego Peralta

decir porque pude viajar y conocer ese lugar.


Wata: Se lo atribuyo a los dinosaurios que estuvieron acá y que
seguimos estando, formadores de opinión.
Gustavo Kaiser: El sur es la parte olvidada de todos lados. Para
mi hay una frontera muy difusa entre lo que es Capital y el Gran
Buenos Aires. Además el sur es muy largo y tiene algo raro, se divide
en dos corredores: ramal Quilmes y ramal Temperley. Acá existía la
magia nada más, en Capital llegaba otra información. Es como que
estamos desprendidos del resto, somos más orgullosos. La mayoría
de las bandas de zona oeste y de Capital se consagraban cuanto
tocaban en el centro, acá en el sur no era así, tocábamos para la
gente de la zona y listo. También creo que estaba la influencia de
Vox Dei, que eran muy eclécticos, y si lo analizas, es como que están
aparte en la historia del rock nacional. Es como que no se sabe
cómo unos chabones de Quilmes, hicieron lo que hicieron.
Alejandro Alaci: Siempre fue interesante el sur. El Lado Salvaje,
Copiloto Pilato, éramos grupos donde había un interés estético e
intelectual, no estábamos tanto en lo rockero, sino que también
estábamos abiertos a influencias como los sesentas, algo del rock
inglés, estéticamente era más rico. No era simplista sino que
buceábamos, inclusive sonoramente.
Fernando Lamas: Es verdad que siempre y muy desde el principio
recuerdo como se remarcaba esa situación de la zona sur, que
inclusive habría que ver hasta qué punto de la zona sur, porque se
me ocurre pensar hasta en Virus, que eran de City Bell, también era
una cita muy común en las notas sobre ellos recalcar que eran de esa
zona y no de Capital Federal. Como una cosa prototípica de la zona
sur. Por los ramales del tren tenemos dos divisiones, Temperley y
Quilmes –La Plata, que son otras músicas. En los ochentas no había
como tanta conexión cultural. No sé qué podrá ser lo identitario,
pero hay como un link muy sutil entre grupos muy distintos.
Ray Fajardo: El sur estaba haciendo mucho foco en el punk rock por
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La Misma Tierra

2 Minutos, el nuevo rock con El Otro Yo, Juana la Loca, Los Brujos,
Babasonicos. Era onda: “¿Ustedes de donde salieron? Seguro son
de zona sur”. Hoy en día las fusiones, mezclas, meter un DJ en una
banda de rock, samplear cosas, hacer música instrumental o con
gritos guturales, es algo normal y desde hace diez años, pero hace
veinte sucedía todo esto en el sur. Encima nos conocíamos todos y
en un momento cada uno tocábamos un poco con todos. El nuevo
rock trajo eso, más allá de la experimentación, de buscar un lenguaje
propio y animarse, estaba esa cosa de espíritu punk, ninguno sabia
tocar, yo ni batería tenia, pero sentía que podía tocar lo que me
gustaba y poder experimentar, porque me paso de tocar distintos
estilos también, cosa que me nutria mucho. Algunas bandas duraban
dos semanas pero tocaba con músicos que tenían otro concepto y
me pedían tocar otras cosas.
Jorge Morales: El origen del “sonido sureño” es anterior a nosotros
y lo hizo Vox Dei, definitivamente. Igual sería una pregunta para
hacerle a los que no son de zona sur. Podrían darte una mejor
respuesta. Lo que si hubo fue una “actitud sureña”. Creo que se
trató de una “casualidad temporal” y una serie de conexiones de
ese momento. La forma que nos relacionamos con otras tribus. Los
grupos de acá surgieron de la manera que surgieron porque fueron
a tocar a Capital Federal. Si es posible, que a partir de ahí, salieron
otros grupos. No veo otro motivo por el cual exista un “sonido
sureño”.
Elías Ziede: Era un todo, la adolescencia, ir a ver las bandas, a
escuchar música, todo muy fresco, novedoso. Estuvo muy bueno
eso, pero era el baile de la silla, quedaron muy pocos sentados. No
había amistad, mucha onda “falluta”, con algunas bandas todo
bien, nos prestábamos equipos instrumentos, pero había mucha
competencia. Encontramos el nicho justo que era el lugar de la
música alternativa, no podíamos tocar ni jazz, ni otra cosa, porque
no teníamos los instrumentos, ni era nuestro palo, entonces íbamos
hacia la experimentación, con lo que había, hacer sonidos locos, y
aprendíamos a tocar en el escenario, porque no nos gustaba ir a los
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Santiago Parera - Diego Peralta

profesores. Y también todos nos conocíamos, todos tocábamos con


todos.
Adrián “Maguila” Vázquez: Éramos todos amigos, no había
problemas. Para mí los quilombos empezaron cuando se empezaron
a armas bandas del mismo género, por celos, básicamente, después
medio que bajaron un par de cambios, pero yo le di una mano a
muchos grupos. Algunos se hicieron famosos, y no me dieron más
bola, ni me invitaron a ningún lado, es más ni querían que tocáramos
con ellos, no sé si tenían miedo o que. He invitados a grupos a tocar,
de onda y después que se den vuelta y hablen cualquier barbaridad
de nosotros. Era la típica. “Me pincharon el sonido”, decían. Lo que
pasa que nosotros teníamos experiencia de cómo poner las perillas
en los equipos.
Pablo “Pirulo” Guerrisi: Al garage rock le encuentro una autenticidad
y un peso específico que también vale rescatar y mostrarlo, ya que
está un poco dormido en un underground inmenso, inclusive es
más grande que el mainstream. Las revistas y los fanzines que se
consumían en los ochentas te mostraban unas cosas increíbles.
Podes encontrar muchas más bandas que en MTV. Y termina siendo
una obsesión. Pero escuchaba Metallica, que me gustaba muchísimo,
Anthrax.
Pablo Zabaleta: Yo era fan de Chiquero, THC y El Lado Salvaje,
que eran nuestros amigos, no nos percatábamos que eran terribles
bandas. Aparte compartíamos fechas, que eso fue siempre una
diferencia con las fechas que había en Capital, que eran todas del
mismo palo. Jamás se armó un quilombo en nuestros recitales.
Nunca.
Fernando Lamas: La primera vez que vi a Los Brujos no lo podía
creer. Ver a estos locos saltando hasta el techo con una energía
increíble, tocando ese hardcore beat, como decían ellos. Fueron
como una energía que movieron a muchos otros. También me
gustaba mucho La Nueva Flor, eran más chicos que yo y me parecían
muy interesantes. Y con Victoria Mil hicimos varias fechas en los
180
La Misma Tierra

noventas. Muchos años después conocí a los grupos anteriores de


los integrantes de Los Brujos, como Los Macarras, Salto al Vacío,
La Verne, y no lo podía creer. En un momento me cruce con Ricky
Rúa y le dije que quería editar esos casetes. Pero en ese momento se
había separado y había que hablar con unos o con otros y no accedí.
Ale (Alaci) era muy gracioso, tenía un nivel de demencia clara, yo lo
escuche ahí en Los Macarras, y me parecía que estaba más dado que
en Los Brujos, las letras eran muy cómicas.
Miguel Chávez: Bajo en Banfield del bondi 278, ramal S, y veo que
sube uno todo tatuado, con chaleco de jean, se ve que el loco se
iba para Lomas. Yo iba para lo de Marcelo Belen y cuando llego
me dice:” ¿Te cruzaste con el vecino nuevo?”, “No. ¿Con quién?”,”
¡Con Dee Dee Ramone! Recién yo lo vi que salió de la casa de
Bárbara”, “¡Me estas jodiendo! Uuhh era ese que subió...yo le veía
cara conocida” (risas). Cosas que pasan en el sur, solamente.
Gustavo Kaiser: Estuvimos a punto de tocar con Kreator, en Halley,
pero toco Escabios, una banda que eran muy amigos nuestros.
Estuve a punto de morirme. Tuve un accidente y me prendí fuego,
me queme la cara, todo. Estaba re loco y dije: “Voy a prender fuego
unas ramas”. Era laurel, estaba verde. Las puse en un parrillero:
“Esto no prende”, y fui a buscar un bidón de nafta de diez litros
y se lo tire. Y lo que recuerdo después es el Hospital de Clínicas.
Zafe. Mi mujer me seco y me subieron al auto, directo al hospital,
sino la quedo. Tuve un pequeño infarto por el dolor. Y me hicieron
un cultivo de piel, me sacaron células de otros lados y eso cicatrizo
bien. Me reconstruyeron la mano. Después el proceso de curación
fue excelente. Así que mucho Benadril, que tiene morfina, que por
suerte no quede pegado.
Leo Ramella: Podemos hablar de ciertas geografías y esta zona no
suena igual que el norte o el oeste. No sé porque. Nos tomamos
ciertas atribuciones, las llevábamos a cabo, por más que todos
somos distintos entre sí. Burzaco fue el lugar donde todos nos
dimos cuenta que ahí estaba sobreviviendo algo que en todos los

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Santiago Parera - Diego Peralta

demás lugares se murió, o había que rebuscársela mucho para que


pase, shows buenísimos, con climas de rock y siempre fui muy bien
tratado en ese ámbito. A mí me estigmatizaron de muchas maneras
idiotas, porque soy de Adrogue:”Uhh, donde vive López Murphy”,
quedando como un gorila de no sé qué. Siempre nos tomaron para
la joda.
Beto Morales: Los Corrosivos, Barrio Turco, La Forma, El Otro Yo,
Los Últimos Salileros, Chiquero, Copiloto Pilato, Calle de Tierra.
Los Decadentes eran tremendos en los festipunks, no había pogo,
era montaña rusa (Risas). El primer recital que tocamos sin Mónica,
armaron el set de batería sobre dos mesas atadas (risas), y cuando
llegamos, Marcelo miro la tarima y me dice: “No, Beto. Mira esto,
tiene una soguita nada más, yo peso cien kilos”. Empezamos a tocar,
se sentó y “puummmm”, se abrieron las dos mesas y se cayó él con
la batería entera (risas). Así que tuvimos que armar todo de vuelta y
atarlo con cadenas para que toque Marcelo (risas).

Omar “Chiqui” Santamarina: Para mi ahora la lucha continua con lo


que hago en el “Boxeo Barrial”. Esas bandas consagradas, ¿Pueden
revolucionar con algo? Podrían hacerlo pero ya no les da el tomate,
porque piensan en seguir ganando guita. O Divididos, tocan re bien
los tipos, ¿Porque no revolucionas la música?? Si sos el primero, te
da la nafta, como en su momento hizo King Crimson, por ejemplo.
Pero no, estos tipos tocando rock and roll. Es un comercio.
Marcelo Belen: Culturalmente estamos en el mismo lugar. Todas
las cosas que iban a venir con la democracia era todo una mentira,
todo eso increíble que apareció en realidad no sirvió para nada.
Hoy estamos más hacinados culturalmente e industrialmente,
en ese momento existían las compañías y la música se movía de
otra manera, y había un montón de cosas más, hoy es como que
está perdido todo eso, no se sabe dónde está, y en este momento,
como país, estamos más cerca de una represión que de una cosa
democrática. Pasaron una cantidad de años y es como que volvimos

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La Misma Tierra

a eso. Uno que es un músico y artista se ve que piensa demasiado y


cree que las cosas van a ser diferente pero en realidad no, y eso tiene
que ver mucho con todo. Miro los grupos más importantes que
hacen tours por el mundo y son los grupos viejos, no hay grupos
nuevos, no hay un grupo nuevo que levante la bandera de los viejos,
un grupo taquillero hoy es de mi época, que son tipos de cincuenta
años como yo, no se puede meter un grupo nuevo, es muy loco
eso. Tiene que ver con el estancamiento cultural de los medios que
generan ese tipo de cosas, sumado a que todo se hizo un monopolio
terrible. Yo trabaje por el mundo con diferentes artistas, puedo
decirte que hay lugar para todos, o sea acá no quiere hacerlo, porque
hay circuitos y podría ser más abierto todo, sin embargo esta todo
súper centralizado, se industrializo todo, tu ropa, tu pensamiento,
vos mismo.
Leo Ramella: Encuentro un pico musical de inspiración en el año
1985, cuando sale Sumo, Charly hace “Piano Bar”, sale “Nada
Personal”, “Divididos por la felicidad”, todos discos increíbles, pero
también hubo algo que apareció ese año, que para mí ahí colapsa
todo y nos vamos cuesta abajo. Y fue el Suplemento Si! Clarín se
metió en el rock nacional y Pergolini en la Rock & Pop. Entonces la
energía oscura de los medios y los monopolios generaron Cromañón,
porque el día que paso esa tragedia, la montaña de caca, que es
Callejeros, ganaban ese año la encuesta del Sí! Esa tragedia mete a
Macri en el poder, a la derecha y toda la mierda que ocurre ahora. Yo
adoraba a Omar Chaban, tuve larguísimas conversaciones hermosas
con él. Había visto a La Forma, en vivo, en Cemento y me llamo
para hacer la música de una obra de teatro, un antecesor a lo que
después haría en cine. Después de tocar en Cemento, nos íbamos
a la casa de el, que habia un piano. Me decía: “Leo por favor, toca
algo en el piano” (risas). Y yo: “Omar, en mi vida toque un piano,
no tengo ni idea“ (risas). Un dia estábamos caminando con Flavio
por la calle y lo encontramos:”Che chicos, estoy abriendo un nuevo
lugar, se llama Cromañon. Vénganse y traigan alguna propuesta, así
hacemos algo”. Pero ya sabíamos que los medios de comunicación

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Santiago Parera - Diego Peralta

eran un éxito, tenían todo su poder. Y ahora tenemos todos estos


festivales que carecen de arte. El underground es pobre y marginal,
por más que el que este ahí se elegante y hasta la gente pueda creer
que tiene dinero, nunca es así, son ideas que lucen como tal.
Miguel Castro: El entretenimiento es cada vez más pobre, dejo de ser
algo revolucionario. En otras épocas había algo para decir. Hoy no.
Hay otros rubros que tienen mucho más para decir, que la música
hoy en día, para mí. La rebeldía ya corre por otros lados. La música
se volvió tan parte del sistema. Rebelarse contra el sistema es otra
cosa, no ir a tomarse una birra a un pub, ni siquiera tomar drogas.
Eso es estar cada vez más adentro del sistema. Es un momento
muy difícil musicalmente. Los artistas hoy duran mucho menos, si
no tenes seguidores en Instagram no te llaman para ningún festival.
Y cada vez es peor, porque son estadísticas, y el mismo sistema
termina escupiéndote. Empieza un círculo donde la gente te deja de
llamar, pasan esas cosas.
Leo Ramella: El rock es peor que el fascismo que había a principios
de los ochentas. El post Cromañon se fue al fascismo total. Y siempre
pude vivir en esa situación under, porque toque en muchas bandas,
soy productor y por esa gracias de la vida, hice música para cine y
eso me dio de comer hasta estos tiempos, que está todo francamente
complicado, la legalidad es cara, en un local pagar todo, seguro, etc.
Fernando Lamas: Pasaron muchos años y seguimos haciendo música,
la que nos pinta, a veces con una cosa más formal, a veces más
desprolija. Vamos haciendo lo que queremos y cuando podemos.
Inclusive haciendo otras cosas más allá de Estupendo. Sebastián está
grabando mucha gente, yo también estuve produciendo o en otros
grupos. Nunca accedimos a una situación muy popular, siempre
tocamos para poca gente, como de culto, ponele. Y poder seguir
haciéndolo, más que un orgullo, es un lujo.

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La Misma Tierra

Indice
Sur real 9
Nos confundieron con punks,con esos roñosos! 11
Estabamos aprendiendo a tocar 25
Punk after Punk 31
Brigada de Moralidad y buenas costumbres 40
Estudio de Casos 44

Reggae de la mano del punk 47


Un lado salvaje sureño 55
¡Uy, tocan. Vamos a hacer quilombo! 64
“Años, años, vagando por América, despertando en un lugar distinto” 71
Mi vestido floreado 78
Eramos pendejos, pero se ve que sonábamos 86
Ese día fue la venganza. 93
No hay frontera que separe frontera 98
Nuevo Rock 106
Nichi Tattoo 122
Te paso un demo 128

Vos escucha esto que es lo que queremos hacer 131


Esto es una banda punk de verdad 139
Nuevo rock (Bis) 148
Ultimo nuevo rock 162
La misma tierra 175

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