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BPUEIOGRAFÍA:
Á~ALOS, Raúl W., Derecho procesal pen.al, t. 1, cap. 1. ARAGONESES ALON-
SO, Pedro, jlnstit~icio~ies
cle D w ~ c h oprocesal pe~i.al,Introducción, 2 y 3. BAU-
R~IANN,Jürgen, Derecho y~roc.esri.1.pe?ial (tr. de Conrado Finzi de la 3"d.,
C?-uridbegriffe zmd V(>r:fc1h7.e?isp1.i.11zi.pie71~
des Strafp7*oze$~ecIzts),cap. 1. BE-
LING, Ernst, Derecho pr.ocpscrl l)e?iril, tr. de Miguel Fenech, Introducción;
Derecho procesal pe71cr1,tr. de Roberto Goldschmidt y Ricardo C. Núñez, In-
troducción. CLARIÁ OLMEDO, Jorge, Derecho procesal, t. 1; cap. 1; Trntcido de
Dereclzo proces«l pe71nl, t. 1, Parte primera, cap. 1%D'ALBORA, Francisco,
Ci.~rsode Dm-eclzo p7~ocescil~)-ie~l.nl,Nociones previas, 1 y 11. FENECH, Miguel,
Derech.0 procesal pe~icrl,Introducción y Libro primero, cap. 1; El plaoceso pe-
nal, 3%d., §S 1 y 2. F L O R IEugenio,
~, Ele?nentos de Derecho procesal ?)enal,
cap. 1%HHENICEL, Heinrich, Strqfue:uerfah?.erls7.ech.t,§S 1 y 2. IBÁNEZY GARC~A-
VELAZCO, Miguel, Czi.7-so de Derecho procesal peri.al, caps. 1 y 11. ODERIGO,
Mario A., Leccio~c.escle Derecho procesal, cap. 1; Derecho procesal prizcrl, Par-
te primera, 111, Parte segunda, 1 a 111. PRIETO-CASTRO Y FERRANDIZ, Leonar-
do y GUTIORREZ DE CABIEDES Y FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Eduardo, D~t.echo
procesal. penal, 2"d., Libro tercero, Títulos 1 y 11. ROSS, Alf, Sobre el Dere-
ch.o U la jzlsticta, cap. VIII. ROXIN, Claus, Strnft:r,eyfalzrensrecht,23%ed., Ein-
lei-tung. RUBLANES, Carlos J., n/í(i7wnl de Derecho procescil pen.al, t. 1, caps. 1a
VI. VÁ~QUEZ ROSSI,Jorge Eduardo, Curso de Derecho procesal penal, cap. 11.
A. CONCEPTO Y CONTENIDO
El Derecho procesal penal es la rcn,za, del o.rcle?i.jzirídico in.te~-tiod e
1.~71. E s t a d o , cuya,s .??.o?m.asi,nstitzcyeli. y orga?7.i,zfl.?tlos órga:n.os ~ ~ 2 i b l i c o s
que c7.snzplen lu f ~ c n c i ó nj7iclicial 71en.ci.Ldel E s t a d o y disciplina^^. los «clos
q u e i ~ l t e g r n nel. procedí.in.ie?iio necesario para in-~po?l.er y a c t u a r 117?.Cf snrr.-
c i ó n o .rnedidu d e segzr.ridar1 pe11uL1, regulando así el comportamiento
d e quienes intervienen e n él.
Decimos q u e es u n a ,taci,tncr j z ~ r i d t c aporque se trata d e u n a porción
delimitada del conjunto de normas q u e integran el orden jurídico (in-
terno) d e u n Estado' cuya frontera intentamos trazar aquí, genérica-
Pena y medidas son las reacciones Lraclicionales del Derecho penal que llegan has-
ta nosotros. Hoy se discute, sin embargo, acerca cle una "tercera vía", identificada con
la reparación como sustit~itoo atenuante genérico de la pena. Cf. ROXIN, Sf'rqfi,ecltl, t.
T., 5 3, 111, p. 47; MAIER, El i ~ i g ~ e ds eo ln relia7rrció?/ da1 d a f i o como tercera uín rrl D e ~ e c l i o
penal arge?iti?io.
En la antibaedad se encuentran pocos vestigios de u n Derecho procesal penal. ca-
si siempre confundido con el Derecho penal. En la organización social arcaica, el De-
recho penal, que comprendía las reglas procesales penales, a lo sumo autorizaba y Ii-
milabii la reacción física contra el ofensor (ueriganza privada: expulsión de la paz, ta-
lión). La formulación de reglas procesales y su relativo desprendimiento de las normas
de Derecho penal material es el resultado de u n largo proceso histórico muy unido a
la creación y evolución de instancias políticas centrales (los Estados nacionales).
A. Concepto y contenido
s Por ej., la regulación cie la acción civil es delito en los códigos procesales penales o
algunos preceptos penales relativos al incumplimiento de deberes procesales en los có-
digos procesales civiles (CPC nacional. 436).
No se p~iededecir, salvo con licencia semBiltica extrema, que el Derecho placesal p(:-
11a1es una ciencia Jzcrídica (CLAI~IA OLMEUO, Derecho procesal, t. 1, n2 4, ps. 6 y SS.),por-
que ello implica confundir el conjunlo de elaboraciones científicas acerca de un cleter-
minado objeto, con el objeto en sí, para el caso, mezclar las proposicio?ies-deljurista
sobre el Derecho procesal penal vig.eilte con las 1107i1cnsprocesales penales positivas. El
objeto de la biología es el mundo viviente. que no se confunde con las proposiciones
científicas acerca de ese mundo.
$ 2. El Derecho procesal penal
S Cf. CLARIAOLMEDO.
Derecho ~)?ocesnl,cn especial nu 32 y SS.,ps. 26 y siguientes.
Cf. GUERRERO LECONTE,Necesidnd de 1171 Código jztdicial, ps. 1015 y SS.;la República
de Panamá ha adoptado el criterio que poshila el autor citado, regulando toda la rna-
teria procesal en un código judicial único, que destina sus libros a la organización JLI-
dicial y a los diversos procedimientos, con escasa fortuna práctica y científica.
A. Concepto y contenido
claro que el Derecho procesal penal comparte con varias ramas jurí-
dicas la estructura y función fundamentales de sus reglas (i~!fi*cc,B):
disciplinar actos que producen consecuencias jurídicas determinadas
dando a conocer así el valor de ciertos comportamientos humanos
permitidos. Por el contrario, se identifica al Derecho procesal penal
cuando se explica que su objeto es, por u n lado, disciplinar los actos
jurídicos que integran el procedimiento para llegar eventualmente a
una sanción o medida de seguridad penal, regulando así el compor-
tamiento de quienes intervienen en él y sus efectos jurídicos, y, por
el otro, instituir y organizar los órganos públicos que cumplen la fun-
ción penal del Estado.
De aquí emerge el contenido principal del Derecho procesal penal,
que usualmente se divide en dos ramas internas muy conectadas en-
tre si: el Derecho de orgaiiizcrcióti jz~dicinly el Derecho procesal p e ) ~ « l
propia me77 te dicho o e71 sentirlo e s t ~ i c t o . L
La división tiene, incluso, apoyo legislativo. El Derecho de la organ.izació?ijzrdi-
cial se materializa actualmente e11 todos los estados (provincias y Nación denlro
de la República) en la Leu cls o?y]rr?iiznci&~~
j~rdicial.Ésta, normalmente, no sólo ins-
tituye y organiza los órganos que cumplen la función judicial penal del Estado, si-
no también aquellos que cumplen las deinás tareas judiciales (civil, comercial, la-
boral, contencioso-administrativa, etc.) y, por ello, su estudio es compartido por
Lodos los Derechos procesales. Al Derecho de la organización judicial todavía no
se le han dedicado, en nuestro país, esfuerzos dignos de su importancia. Las leyes
de organización judicial son, la mayoría de las veces, un conjunto asistemd-ticode
reglas acerca de los tribunales, que instituyen sus funciones, la disciplina de los
cuerpos judiciales y hasta ciertas normas disciplinarias para el procedirnien-to
que cumplen los jueces, incliiyendo también reglas sobre competencia terrilorial
y material (división de los tribunales de u n Estado en circunscripciones territoria-
les y división de funciones entre ellos), que no agotan el tema, y hasta algunas
normas procesales puras (piénsese en el recurso de inaplicabilidad de ley que, en
el orden nacional, fue instituido por la Ley de organización judicial y todavía fun-
ciona según ella [ley nV4.050, 111).Al mismo tiempo, por la razón apuntada, las
leyes de organización judicial han resignado materias que le son propias: funda-
mentalmente, la regulación -total de la competencia de los tribunales.
Para los códigos de procedimiento sólo deberían dejar la regulación de los
efectos de la falta de competencia, la forma para invocarla y del procedimiento
para decidirla, el trámite de los coilflictos de competencia entre diversos tribuna-
les, y, quizgs, la flexibilización de aquellas reglas en casos de conexión. Este libro
no constituirá una excepción a esta tendencia, pues se ocupará principalmente
del Derecho procesal penal en sentido estricto y sólo rozará la organización judi-
cial cuando sea imprescindible. Vale la pena apuntar, finalmente, que las leyes de
organización judicial incluyen al ministerio público -y lo organizan, aun cuando
deficientemente- como Órgano judicial del Estado (en la mayoría de las provin-
cias conforme a sus constitucioiles).
El Derecllo procesal penal. eti sentido estricto está expuesto en los códigos proce-
sales penales, o de procedimientos penales o criminales. Su materia principal es-
5 2. El Derecho procesal penal
l2 Cf. RUBIANES,Mnti~rnl,
t. 1, 11" 11. ps. 44 y SS.;ROXIN, St~nfl~chtliche
G~~c?~dlnge~il~?.o
StrnfprozeJ, P L ed.. F, 78, 1, p. 601.
bleme, p. 12; PETERS,
su impugnación, con lo que se amplía el contenido antes descripto,
que sólo corresponde al llamado proceso de conocimiento. Es por ello
que, conforme a una denominación usualis, l-iemos utilizado en la de-
finición la expresión rrclz~«rla ley penal, más extensa que la de npli-
ccw la ley penal. Modernamente, la tendencia conduce al control total
de la ejecución penal por Órganos jurisdiccionales, con la creación de
tribunales especiales de ejecución, lo que implica la ampliación con-
secuente del contenido del Derecho procesal penall4.
Sc tliscute acerca de si la .jecirciÚ~~.pe).irrl constituye u n a tarea ndn.iinistr~c~liiici
o
jli<licinl. La situación entre nosotros es clara para la pena privativa de libertad (re-
clusión y prisión) y la medida de seguridad que implica privación de la libertad:
la sentencia firme de condena a prisión o reclusión o la disposición de la riledida
de seguridad constituye el Lítulo legítimo por el cual la Administración ejecula es-
tas consecuencias jurídicas, pero las principales decisiones acerca del término, la
suspensión, la transformacióil y la cesación de estas consecuencias penales se atri-
buyen al Poder Judicial del Eslodo. No ocurre lo mismo con las demás pcnas (pe-
cuniaria e inhabilitación) cuya ejecución íntegra es larea judicial. La evolución,
sin embargo, parece encaminarse liacia la judicialización de la ejecución penal15.
Distinta es la dispula -para nosotros de interés dogmático por la división de
compelencia legislativa entre las provincias y la Nación, según la Constitución na-
cional- sobre si la ejecución penal constituye u n poder reservado por las provin-
cias (CN, 121) o delegado por ellas (CN, 75, inc. 12). Planteada universalmenle. la
cuestión se reduce a saber cuálcs son las reglas de ejecución propias del Derccho
penal material y cuáles las procesales o administrativas. Es tarea del Derecho pe-
nal material definir qué es una pena, c6mo y cuáildo debe ejecutarse, se cun1pIa
esta labor en el mismo Código penal o e n una ley especial; corresponde al Dere-
cho procesal penal instituir los ó ~ - ~ a njudiciales
os y el procedimiento adecuado
para decidir e n aquellos casos e11 los cuales la ley penal exige u n a resolución ju-
dicial sobre la vida de la ejecución penal o pone en inanos de los jueces el control
de la ejecución; &r Úllimo, corresponde al Derecho aclministrativo (aun del po-
der judicial si se otorgara esía función a ese departainenío estatal) decidir sobre
la dirección y administración dc eslablecimientos de ejecución penal. Por lo tail-
to, tiene razón Ricardo C. NúNaz, cuando, resiriéndose a nuestro problema princi-
pal sobre la ejecución de penas privativas de libertad, separa las cuestiones abo-
gando por reglas Únicas de ejecución penitenciaria dictadas por el Cong~esode la
Nación en cumplimiento de sil función de sancionar la ley penal (CN, 75, inc. lS),
pero reconociendo que las provincias en su territorio y la Nación en el orden le-
deral preven Lodo lo relativo a In dirección, administración y control de los esta-
blecimientos penitenciarioslo.
o ,11, S: XII, tíl. 11, cap. 111, 111, ps. 377 y SS..en espe-
lo NúÑ&z,Derecllo per~nln , r ( y ~ t i l i t ~t.
cial. nola ri"15, p. 379, para su polémica con Ítalo A. LUDER. quien ha afirmado siein-
pre la competencia legislativa local sobre la ejecución de penas privativas de libertad
(cf. Derecito ejen~tivope?~cil,
ps. 882 y siguientes).
l7 Pueden leerse las más comunes para nosotros en R U B I ~ SMmlual, , L. 1. 11- 11, ps.
45 y siguiente.
la ODERIGO, Derecho proceso1 )ie~inl,2Qc1., p. 5, entre nosotros: conjunto de normas
jurídicas reguladoras del proceso penal.
l9 El mismo ODERIGO lo concibió como criipt.eso (Der~cho procesal penal, ps. 41 y SS.).
definición en la cual no todos sus elemenlos son normativos.
B. Función
2
.
1 . Función material
G ? - u ~ ~ ~ / ~p.~12.
27 Cf. BAUMANN, cJT(~~~.
28 Cf. ALCALAZAMORA e71 el pyoceso penal.
Y CASTII,J,O.El aUllrr71n?l?ie~ito
29Recuérdese como excepcióri nuestra ol)lrrció,i i,olii?itaria (pago voliinlario cle la
multa correspondiente al cielilo; CP, 64).
5 2. El Derecho procesal penal
Y, vistas las cosas desde la vereda opuesta del litigio. sólo existe cuando el denlail-
dado discute la pretensión de quien lo demanda porque, si se allana, reconocién-
dola (total o parcialinenle) por c~ialquicrrazón, aun contra la que le concecte el
Derccho, la discusión termina y la pretensión triunfa (total o parcialmente). En
esta área también son posibles las solucioiles extr.judiciales de las coiltrovcrsias,
cualcluiera que sea el motivo <luelas funda, sin importar el menor o mayor jirado
de realizacióil del Derecho inalerial que las preside, sino, antes bien, interesa la
finalización del coi~fliclosocial que las provoca. Los bienes jurídicos son aquí e ~ i -
teramente disponibles. Es pcir ello que, como expresión del principio de la auto-
nomía de la voluntad (CC, 1197), reina la rlis/~osicióiide las partes en los demás cle-
reclios procesales (el acreedor puede decidirlibremeille no perseguir a su deudor,
así como éste, demandado injuslarnci~te.puede pagar voluntariamente lo que no
P debe o allanarse total o parcialnienle a la pretensión del actor), mieiltrtis que en
el Derecho procesal penal gobierna la Iii.qliisición ( E j 8, B). Tampoco es posible coin-
prometer la solución dc una cuestión penal en árbiiros, como se permiic en o1r.a~
6reas del Derecho, y hasta las reg.las de competencia son más rígidas (i?.iil>r.o?.t.ogrr-
bilidwd de la competencia pe~ial).Hay razón, entonces, para asegurar que el Dere-
cho procesal penal es necesario para la realizacióil del Derecho penal en u n sen-
tido más fuerte que los demás clerechos procesales para los otros derechos inate-
riales, especialmente si nos refcrimos al Derecho procesal civil.
Eso se sostuvo en la pr,iinern edición de este libro. La conLraposición que pre-
cede es Lodavía gciléricainciltc cierta, pues deriva del nacimiento de la ciiesti(j,c.
pe~icil,de la génesis de la pena eslatal y del Dereclio penal. El ingreso de la repa-
ración como tercera iiicr del Derecho penal y el regreso dc la coi.iiposic~9ii, csi cici-
La manera, del principio (le la autonomía de la volunlad, al Derecho procesal pe-
nal, permiten hablar de u n a pt.ii)rrtiznc.idiidel Derecho p e i ~ a ltodavía
~~, en g6sic-
sis, y relativizar la caracterizacióii anterior que aúri hoy lo presidex.
La realización penal, según se vio, está regida por principios clel to-
do diversos a los d e los demás derecllos procesales, característica que,
a la vez, abona s u autonomía respecto de los derechos procesales con
los que se la pretende unificar y confirma su unión política profunda
con el Derecho penal. Sintéticamente -porque volveremos sobre el
parlicular al abordar sus relaciones con otras ramas del Derecho (5 3)
y enunciar sus principios políticos (5 8)- advertiremos que la realiza-
ción penal adquiere un rnarcaclo tinte oficial (estatal) y u n contenido
indisponible, según regla casi exenta de excepciones.
Esto es aíln más cierto enlrc nosotros, que 110 reconocemos ninguna excepcióil
al 11ri.ricipiode legalidncl cil los dclitos perscguibles de oficio (CP, 71), en tanlo se
manda perseguir y averiguar, scgún el inélodo regulado por el Derecho proccstil
penal, cada vez que los órganos de persecución penal del Estado conoz<:anla iio-
87
B. Función
b) Protección personal
La superación de la venganza de sangre del ofendido o sus parien-
tes se logró, tras una evolución secular, mediante la creación del po-
der penal del Estado. Este desarrollo corresponde, en la evolución so-
cial, al paso del primer al segundo estrato de la organización política
entre los hombres, desde la sociedci.rI o , ~ ~ c n i ccaracterizada
a, por grupos
parentales divididos, que carecían de una instancia política central, a
la sociedad cuLtur«l?n.e7i.t' r~iio~?~cio?7,u.dn,
con una organización estatal
central cuyo rasgo más característico es la asunción de la tarea de ad-
ministrar justicia". Este inmenso poder de la organización política
sobre los hombres que la integraban culmina en la Inquisición con la
afirmación de valores y principios absolutos -la persecución penal
estatal y la averiguación cle la verdad como meta del enjuiciamiento
penal-, en procura de conservar la forma de organización política y
la paz social adecuada a ella.
El crecimiento del poder penal del Estado trajo consigo un desme-
joramiento evidente de las condiciones de libertad y seguridad de los
individuos, subordinados al fin -políticamente cuestionable- perse-
guido por el Estado (sallts p.lrblicrr slipretncr. 1e.x est) y al arbitrio de sus
Órganos en el ejercicio de ese poder. La situación así descripta prepa-
ró la revolución política que significó el paso a otro estrato de la evo-
lución social: la soci,edncl .~ti.odwrlcr,caracterizada por la participación
y consenso de los iildividixos para fijar las formas y metas del orden
social, y sus límites, mediante acuerdos racionales y, en especial, por
la intervención de los afectados en la solución de los conflictos socia-
les que los tiene por actores". Esto equivale a la necesidad de poner
límites que eliminen, en lo posible, el abuso de ese poder, que logren
para el individuo afectado u n marco de garantías y una interveilción
efectiva en el desarrollo y solución del conflicto, procedimiento que,
como se verá, relativiza las metas que se propone la administración
de justicia penal del Estado". Esta forma de proceder, vinculada a la
persecución penal, supone la afirmación de valores del individuo
89
B. Función
~ V ~ A R I C O ~ EDereclio
5ti Cf. VI~LEZ , t. 11. cap. 11, 5 111, 3, ps. 99 y SS., y rap.
,~ror:esrrl,>e,c~l,
111, 5 , p. 127.
37 Cf. Gossar., Ln dgfeiisn eic el Estciclo de Uei.eclio, ld parte. A, ps. 220 y siguientes.
9 2. El Derecho procesal penal
individuales que exige eii el ámbito del Dereclio procesal penal eil los
§S 6 y 7 .
Se dice que "el proceso penal de u n a Nación es el termómetro de
los elementos democráticos o autoritarios de su ~onstituci&i1"j8o
bien se observa al "Dercclio procesal penal como sismógrafo de la
Constitución del Estado"'\ porque con razón se afirma que él es, al
menos parcialmente, Derecho constitucional reformulado o aplica-
do40. Con esas meláforas se expresa mejor y con más fuerza que coi1
textos extensos la f ~ i n c i ó nde garantía y protección del h o m b e~ freil-
te al poder penal del Estaclo, que cumple el Derecho procesal penal.
En realidad, todos los principios liinitadores del poder penal del Es-
tado que contiene la Coiistitucióii nacional son desarrollados y regla-
meiitados (CN, 28) e n los códigos dc procedimientos penales leyes JJ
l~olíticos
8OLDSCIibIIDT, P ? . ~ l ~ I e t r ~ n s , j c o ~?ji ~ l i ~ o ~ del l>?.ocesoperinl. 5 4, ng50. 11s. 100 y
siguiente.
ROXIN, 'j 2. A. p. $1.
Strnf~~e?.fflll?.etis~erIr~.
40 Cf. B~ubívriuv~, Gr~cttdbegri[fe.5%ed., cap. 1, 11, 1. p. 31 (ed. castellana, Derccl~o,n.oct!-
S 2, A. IV, p. 11.
strl l~ettnl,ti.. cte Conrarlo A. Fiilzi. 11. 29): ROXIN.Strn,fr~c~i:fiilcre~~~i~ecI~t~
Nitlln poe7tn sine iic(li,iio I P Q ~ I cf.
~ : Vf31,~zMARICONDE, ~ e ~ e c procesni
~io ~~c,ilni.
L. 11,
c a p . 1 , 4, ps. 2 5 y SS:, y 55 G y '7 de esta obra.
. .
B. Función
2. Función formal
Inmediatamente antes se aclaró la función política que cumplen
las reglas del Derecho procesal penal, en conjunto, dentro del orden
jurídico y, más precisamente, dentro del Derecho penal en sentido
amplio, comprensivo del Derecho procesal penal y del Derecho de
ejecución penal. Cabe ahora ocuparse, brevemente, de la estructura
de sus reglas particulares, según la distinción fundamental de funcio-
nes de las diversas normas de un orden jurídico ( 5 1).
Por definición, todas las normas del Derecho procesal penal son
7io?i?tas potestattuus. Ellas disciplinan los actos que integran necesaria
o eventualmente un procedimiento, disponiendo sobre el modo,
tiempo y forma e n los cuales deben ser llevados a cabo para obtener
ciertas consecuencias jurídicas, sobre la competencia de los Órganos
públicos que ejercen la función penal del Estado para realizar algu-
nos de ellos o las facultades de los particulares intervinientes en el
procedimiento para llevar a cabo otros. Sus normas conectan así u n
acto válidamente llevado a cabo con una consecuencia jurídica preci-
sa, delimitando las acciones jurídicamente indiferentes.de aquéllas
que tienen u n sentido preciso en el procedimiento. Sin estas reglas
no podríamos distinguir una sentencia de la opinión de u n juez, u n
recurso de la queja de u n interviniente en el proceso contra la injus-
ticia de la decisión, u n testimonio o una peritación valorable en la de-
cisión de una opinión vulgar o científica sobre el asunto.
9
1
Por qjemplo, la norma (coiljuilcióil de varios preceptos) que define la senten-
tia, compleja por cierto, nos dice cuál es el órgano público que debe dictarla, su
composición, los actos válidos que son su presupuesto y aquéllos de los cliie pue-
cle oblener el conocimieillo ktíctico necesario para decidir, el modo de deliberar la
solución y el de pronunciarla, la forma extríilseca del fallo y sus necesidacles i11-
trínsecas (l'undamentación), cl tiempo y el lugar de la deliberación y dccisi6i1
cuando ellos tieiieil cierta iinportai1cia; si son observados esos presupucslos, que
estudiarelnos posteriormenle c n parlicular, la senlencia conducirá a las conse-
cuencias jurídicas deseadas por quien praclica la acción de decidir, prevista por
el Derecho. La norma que prevC la posibilidad d e 1111 recurso faculta a alguieri ba-
jo dclerminadas circuilslai~cias,de u n modo, el-, u n tiempo y lugar delerininndos,
a irnpirg.nar la decisióii por iiijusta para lograr su modiSicacióil, s u revocación y
su reemplazo por otra o su eliminación; sólo si la acción de quejarse se lleva a cn-
bo coi~iorinea esos presupuestos producirá el efecto buscado y previsto eil la ley:
el iluevo examen de la causa, desde algún punto de vista, para coliseguir los fines
anticipados.
b
no es así: las reglas procesales cjue definen la sentencia son, segíin antes lo expre-
samos, las que posibilitan al juez llevar a cabo una determinada acción singular,
, coincidente con el tipo abstraclo que define la ley, para obtener ciertos electos o
consecuencias jurídicas. las quc posibili-tan identificar ese acto entre inuchos
\ otros particulares y oi'iciales que realiza el juez, y predicar de él que es vulido (o
i inválido) para provocar las consccuencins jurídicas previstas para él. Otra cosa es
! que exista, además, una norma que impone al juez el deber de dictar sentencia o
\ administrar justicia (CP, 273). norma cpe, incluso, puede contener en su tipo la
referencia a algunas reglas procesales. Sc observará que el juez cumple su deber
I
i aun fallando inválidamente desde el punto de vista del Derecho procesal y sólo es
S: punible si se niega a juzgar por pretexto de oscuridad, insui'iciencia o silcncio de
g
la lcy o retarda rnaliciosamenle la adininislración de justicia después de retlueri-
!
i
do por las partes y vcncidos los Lérminos legales (delito doloso), circunstancia que
verifica que se trata de normas clistintas y con diferente función.
i C. CARACTERES
1. Derecho público
a) Clasificación tradicional
No es motivo de discusión que el Derecho procesal penal es una ra-
ma del Derecl-io público45".Tanto si se define al Derecho público como
aquél que regula intereses comunitarios, por oposición a los intereses
privados de los individuos (teo~índe los Ln.te~eses), como si, seg.ún su
concepto más moderno, se lo identifica por la naturaleza de la rela-
ción jurídica que regula, en la que los órganos del Estado, o los indi-
viduos calificados de ese modo que ejercen sus funciones, ocupan
una posición supraorclinada respecto de los demás sujetos de dere-
chos (subordinados) a los que vinculan y obligan con su sola declara-
ción de voluntad (lc<o~in [le los st(jetos)l4,la clasificación es aparente-
mente correcta porque el Derecho procesal penal regula la actividad
de órganos estatales (sobre todo: el tribunal 9 el ministerio público)
que obran guiados por u n interés social (la persecución penal de los
delitos), y esos órganos se supraordinan a los particulares que inter-
vienen en el procedimiento, hecho que se nota, sin más, en el it~i:/)e-
~ i . jurisdiccional
0 que, con la declaración de voluntad del órgano esta-
95