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NIETZSCHE EL ICONOCLASTA UN NIHILISTA ARISTOCRATIZANTE

Más allá del bien y del mal es la negación de los valores

La moral, un espejismo retórico que obstaculiza la aproximación a la


realidad con la percepción de un pensamiento predispuesto mediante
el dogma.

La iglesia, utilizando como instrumento a la filosofía cristiana, se ha


encargado de corromper al mundo occidental, el pecado, traducido al
atentado contra los valores en el sentido axiológico, es digno de
negociación dentro de la posición cristiana, basta con aceptar a Cristo
como tu salvador, o arrepentirte de los hechos más atroces antes de
morir, para obtener la salvación del alma, la iglesia impone el diezmo
como parte de la condición para la obtención del perdón y el perdón es
la coyuntura ideal como fórmula de corrupción de la conciencia.

Nietzsche sostiene que el cristianismo es una religión de los esclavos


es el platonismo para el pueblo.

En todos los tiempos se ha querido mejorar al hombre, en una franca


conversión de la bestia para aproximarlo a lo divino,
autoproclamándose el sacerdote como consignatario de esa tarea de
domesticación a la bestia, para mejorarla y hacerla menos peligrosa, si
se le debilita se le hace menos peligrosa, imprimiéndole el sentimiento
del miedo y del dolor, miedo a la condena y al dolor de la crucifixión,
se les convierte en una caricatura de hombre enjaulado en las
espantosas ideas del remordimiento y la conmiseración de sí mismo,
imprimiéndole odio contra sus instintos (el sexo y los placeres), lleno
de desconfianza hacia todo lo que seguía siendo fuerte y feliz, por
ende enfermo de la psique, atado a la cruz del sufrimiento, porque su
mundo no era este, sino el reino de los cielos y en consecuencia se le
condiciona para sufrir la explotación y el dolor, la humillación de ser
abofeteado y encadenado a la cruz, por el solo hecho de disentir o
contraponerse a las ideas imperantes, todo esto como parte
conformadora de un sistema penal, de control y dominación, la misión
es enfermar la psique humana, bajo la apariencia de haber vuelto
mejor la condición humana, pero en la realidad la atmosfera cristiana
ha construido un escenario de hospital y de cárcel en un mundo
enfermo, por ende todos los medios por los cuales se ha querido hasta
ahora hacer a la humanidad, más moral han sido hasta ahora
radicalmente inmorales, ahí tenemos a la cárcel al Derecho y a la
religión, expresiones de poder que embrutecen al actuar en pro de la
mediocridad bajo el influjo de dos grandes narcóticos el alcohol y el
cristianismo.

Nietzsche propone aprender a ver, a pensar, a hablar y a escribir, es


tanto como saber bailar con los pies, con las ideas, con las palabras y
con la pluma. Considera que toda moral y religión es un imperativo
basado en la idea del pecado original, de la razón y la sin razón
inmoral, parte de la ideología del control y dominación, imprimiendo al
sujeto una carga de remordimiento para proyectarlo en el roll de un
orden, al surgir como la expresión de un acto reprobable para
imprimirle el deber de rechazar instintivamente a la sensualidad y al
sexo, bajo la exigencia de su rechazo para obtener la virtud.

Se expresa al cristianismo bajo una moral salvajemente recalcitrante o


cuando un pueblo se entrega al lujo, camina hacia la perdición, por la
necesidad de tener estímulos cada vez más intensos y frecuentes, se
agota a la naturaleza, y se traduce en un ser enfermo, sin embargo lo
que proyecta la degeneración de los instintos, es el error con digresión
de la voluntad, bajo la óptica de una expresión de la voluntad libre,
porque para Nietzsche, tener los pies ligeros constituye el primer
atributo de la divinidad, y la esclavitud cristiana te aleja del árbol de la
ciencia, donde se alza este árbol, se encuentra siempre el paraíso,
mas allá del bien y del mal las ganas de burlarse son síntomas de
salud.
El hombre ha proyectado fuera de él tres hechos internos, la voluntad,
el espíritu y el yo, de este último concepto extrajo al ser y determinó
que las cosas existían de acuerdo con la imagen que tenia de sí,
mismo y como un entendido en términos de causa, el concepto de
cosa no es más que el reflejo de la creencia en el yo, sin embargo el
error metafísico es la concepción del espíritu en términos de causa
haciéndolo como medida de la realidad y darle el nombre de Dios
como una causa imaginaria que obstaculiza se averigüe el origen de
las cosas, buscando reducir el conocimiento a una explicación
psicológica para producir una sensación de poder, porque lo
desconocido implica peligro, inquietud y preocupación es preferible
contar con una explicación cualquiera, que no tener ninguna, para
librarse de representaciones opresivas, las representaciones opresivas
en el sujeto son bien aprovechadas por la Iglesia en la creación del
infierno y del diablo como amenaza para el ejercicio del control y la
dominación.

El instinto de causalidad condicionado por el sentimiento de miedo, por


lo que se busca una causa que tranquilice, libere y alivie, excluyendo
lo nuevo o lo no vivido o extraño, por lo que buscamos como causa un
tipo de explicación escogida y privilegiada, para aliviar el sentimiento
que produce lo extraño, mediante condicionamientos, la esfera de la
moral y la religión ingresan a ese perímetro de causas imaginarias, la
moral aparece como una idea envenenadora y calumniadora de la
vida, las pasiones y los sentidos aparecen como causas de culpas y
malestares, y los sentimientos agradables se afirman determinados
por la confianza en Dios, o buena conciencia determinada por la virtud
cristiana de fe, esperanza y caridad.

Tal estado de ánimo, son traducciones de sentimientos de placer o de


dolor, a un dialecto falso entrando la moral y la religión al campo de la
psicología del error y se confunde la verdad con el efecto de lo que se
cree que es verdad, así mismo, se confunde un estado de conciencia
con lo que causa ese estado.
El error, es el error de la voluntad libre que se basa en todo intento de
buscar responsabilidades bajo el instinto de querer juzgar y castigar,
atribuyendo a la voluntad las intenciones y a los actos las
responsabilidades, por un determinado modo de ser, la voluntad
inventada esencialmente con la necesidad de castigar, queriendo
encontrar culpables, es una óptica de la vieja psicología de la voluntad
que se debe a la existencia del hecho producido por sus autores,
pretendiendo de irrogarse el derecho de imponer castigos, por la
voluntad divina, siendo Dios a quien de inicio le confieren ese derecho,
precisando que el origen de toda acción se hallaba en la conciencia.

Los inmoralistas iconoclastas como Nietzsche, pretenden con todas


sus fuerzas, eliminar los conceptos de culpa y castigo, en contra del
mundo teológico, que esgrime la idea del hombre moral bajo una
metafísica cristiana de verdugos.

Es absurdo tratar de encaminar al ser hacia un fin cualquiera, porque


el hombre ha inventado la idea del fin, pues en la realidad no hay
finalidad alguna al formar parte del todo, somos en el todo nada que
se pueda juzgar medir o comparar y condenar nuestra existencia, pues
ello equivaldría a juzgar, medir comparar y condenar el todo.

No se puede atribuir el modo de ser a una causa primera en que el


mundo no sea una unidad, por lo tanto se restablece la inocencia del
devenir, debiendo negarse la responsabilidad de ese devenir para
redimir al mundo contra todo Dios y contra todo Diablo, evitándose la
ilusión del juicio moral, ante la interpretación errónea de la moral sobre
determinados fenómenos, porque el juicio moral corresponde a un
nivel de ignorancia que no aparece en el concepto de lo real y solo se
encuentra en el imaginario.

Por otro lado lo que llaman moral, bajo el discurso de la cría de una
raza y especie determinada, no es más que condicionarlo en términos
de hospital y de cárcel para neutralizarlo.

En el cristianismo como sistema, conjunto de ideas y de opiniones


sobre las cosas, el eje central es la creencia en Dios y si se desvanece
esta, todo queda destruido a partir de la idea de que el hombre no
sabe ni puede saberlo por si, la idea de lo bueno o lo malo y que solo
Dios lo sabe, siendo la moral cristiana un mandamiento de Dios fuera
de toda crítica y de todo derecho a la crítica, no debiendo pasar por
alto que esta deidad es gran demandante del amor humano y condena
a quien lo rechace, por ende hay una renuncia al libre albedrio, y en
ese instinto a la conservación humana, los miedos domestican al
hombre para buscar su acercamiento con la deidad.

Por eso el poeta Vallejo señala con toda razón “Oh Dios por qué no
fuiste hombre para ser mejor Dios”.

El hambre de ser Dios se trastoca en diabólico, pero lo diabólico es


Dionisiaco y forma parte de un todo, permitiendo la existencia de lo
Apolíneo, Dionisio combate el aburrimiento mediante un sistema
emotivo y amplificado, en una perspectiva visual que el hombre
Apolíneo no puede comprender ante su falta de emociones, la mixtura
de todas las formas y emociones conforman el conjunto universo, en
donde lo satánico es tan bello, como la expresión dionisiaca de la
música y esa conjunción es una descarga completa de emociones que
se complementan, por eso Baudelaire anula toda carga moral, para
construir sus poemas diabólicos con expresiones dionisiacas,
debiéndose concluir que nada nos limite, que nada nos oprima, para
alcanzar el sentimiento más elevado de potencia y seguridad en el
gran estilo que es el hombre, permitiéndonos el lujo del escepticismo,
constituyéndonos en los ateos más firmes ante la búsqueda de un
“Dios” mas superior, mas vagabundo y más flexible que el Dios mismo,
porque ser dichosos es la fórmula que Prometeo enseña al mundo y a
pesar de sus cadenas a la piedra, luchar por romperlas a cualquier
precio para cumplir su consigna histórica de entregar el fuego a la
humanidad.

José Luis Aguirre Huerta & Jesus Miranda Granados


Abogados de Profesión
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