Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
lauracastillo-
lacr@nube.unadmexico.mx
lauracastillo.lacr@gmail.com
¿Cuál es el impacto jurídico, político y social del sistema acusatorio y oral del
Derecho Penal en México?
La reforma constitucional llevada a cabo a partir del año 2008 no tiene una
tendencia u orientación filosófica o política única determinada, pues parte de ella
tiene que ver con el sistema de justicia penal y otra parte de ella responde a las
exigencias de seguridad pública. La tendencia prevaleciente es respecto a
garantizar una mayor observancia de los derechos humanos, no solo del
inculpado si no también de la victima o del ofendido, esto es, una tendencia de
corte liberal y democrática en el que se plasman criterios y principios
característicos del sistema penal de este tipo de estado, que pretende limitar el
ejercicio del poder penal para evitar que derechos humanos sean afectados
durante la actuación ministerial o policial o durante el desarrollo del proceso.
En el ámbito jurídico, actualmente se pueden señalar dos grandes problemas,
uno cualitativo, por ser un sistema muy injusto y otro cuantitativo, por ser un
sistema muy ineficiente, esta es una perspectiva que en general revelan los
estudios hechos por la OEA. (Organización de Estados Americanos), al sistema
penal mexicano. Es injusto porque existe inequidad en el proceso, que consiste
en una gran concentración de facultades en el ministerio público, tanto en el
proceso como en la averiguación previa, que no son controladas adecuadamente
de los que derivan numerosas violaciones a los Derechos Humanos; un culto al
expediente escrito que coagula la realidad y la lleva, cercenada, al escritorio del
gran ausente del proceso: el Juez, quien por exceso de casos, delega en sus
colaboradores la conducción del proceso que se supone que el preside.
Es ineficiente, pues la defensa tiene grandes adversidades, pues enfrenta a un
sistema que subsidia y valida las insuficiencias e ineficiencias de los policías y el
ministerio público, pero además, es un sistema muy ineficiente, ya que aun,
cuando solo se reportan uno de cada cinco delitos, con eso basta para saturar a
las procuradurías de justicia, pocas investigaciones son concluidas, los procesos
se prolongan por meses y la victima generalmente desiste y abandona el caso
por decepción del sistema penal.
La sociedad nos preguntamos, ¿De que tamaño es la impunidad? Hoy en día la
probabilidad de que el autor del delito sea puesto a disposición de un Juez es
del 29% solo doscientos de los delitos se reportan, el 26% de las averiguaciones
previas se concluyen y se capturan o presentan ante los jueces al 55% de los
probables responsables. Los altos niveles de violencia que agobian a la vida
social en México y que han puesto en entredicho la eficacia de las instituciones
de seguridad en el país, han llevado a plantear si el diseño institucional de justicia
corresponde a la realidad imperante y consecuentemente, a escudriñar cuales
deben ser los mecanismos mas apropiados para devolver la seguridad a los
ciudadanos que reclaman justicia.
La visión en varios sectores de la población y de los medios de comunicación
primicialmente, es que el ascenso de los niveles de violencia y criminalidad no
es un producto endémico y exclusivo de la pobreza, sino que, por el contrario,
encuentra gran parte de su explicación en la grosera desigualdad que prevalece
en México, esta se desprende de un acelerado proceso de polarización social e
implementación de políticas publicas selectivas y de exclusión que han cortado
los círculos de convivencia y han ubicado a América Latina como la región más
desigual del mundo.
En ese orden de ideas, el planteamiento de la reforma penal en México se ha
guiado por el azote creciente de una delincuencia que ha rebasado al aparato de
seguridad del Estado y ha experimentado un fenómeno de patología social que
impulsa la violencia en todos los niveles y orilla a los ciudadanos a crear métodos
de justicia por propia mano en aquellos espacios en donde el Estado no tiene
presencia, o teniéndola, los ciudadanos carecen de voz en sus instituciones.
Debido a lo anterior la reforma al sistema penal, tiene diversos y grandes retos
a vencer como son: la oposición o pasividad de los actores jurídicos al cambio
de un sistema escrito a un sistema oral, la capacitación de jueces, la capacitación
de abogados como auxiliares del sistema (defensores y fiscales), que los cuales
en la reforma no son considerados como parte del sistema jurídico.
Lo que hasta aquí se ha planteado quiere llevar a suponer que, en gran medida,
el éxito o fracaso de la reforma penal en México, tiene que ver directamente con
el bagaje de cultura jurídica que se ostente y la capacidad de los actores para
adaptarse a los nuevos cambios en beneficio no solo de su actividad profesional,
sino de la justicia como institución fundamental en un Estado democrático que
se debe a los ciudadanos. Esta puede ser una buena hipótesis inicial, por ello es
necesario asumir que, para una adecuada implementación de la reforma, deben
desarrollarse diversos instrumentos que posibiliten un trabajo progresivo y
constante, abarcando ámbitos que van desde los institucional y presupuestario,
hasta lo educacional y comunitario.
La reforma constitucional, transforma tres subsistemas del sistema de justicia
penal. En dichas reformas se transformaron los subsistemas de seguridad
pública, procuración y administración de justicia y el régimen penitenciario, los
cuales sin duda causa un impacto jurídico en la cultura jurídica de los mexicanos,
estos cambios se vieron reflejados en los artículos 16 al 22; las fracciones XXI y
XXIII del articulo 73; la fracción VII del articulo 115 y la fracción XIII del apartado
B del artículo 123, todos de la Constitución Política, las cuales tienen importancia
sustancial para la implementación del nuevo sistema de justicia penal acusatorio
y oral.
Los cambios más significativos al artículo 16 constitucional, sostiene que,
establece una serie de requisitos que el ministerio publico debe de reunir para
que un juez de control autorice cualquier actividad, es decir, el ministerio publico
realmente estará supeditado al poder judicial, quien vigilara que se respeten los
derechos de la victima y del imputado dentro del debido proceso; se reconoce
constitucionalmente la figura de la flagrancia dando una descripción; también
establece los requisitos para que un juez de control autorice al ministerio publico
arraigar al imputado; establece los requisitos para que el juez de control gire una
orden de cateo; las comunicaciones privadas pueden en ciertos casos ser
utilizadas como elementos de prueba y por ultimo se establecen los requisitos y
funciones del juez de control en cual tendrá bajo su mando directo al ministerio
público y prácticamente será la parte vinculante entre el MP. Y las partes de
acusación y defensa.
En cuanto al articulo 17, las reformas contempladas en este articulo son los
mecanismos alternativos que el juez de control a los jueces de juicio tiene para
dirimir las controversias entre las partes; también establece la obligación del
sistema penal para generar las condiciones para que el imputado reciba una
asesoría publica y gratuita de calidad.
Así mismo el articulo 18 constitucional, se adiciona a la estructura penitenciaria
la figura del juez de ejecución de penas y medidas, el cual tendrá facultades
administrativas dentro de la administración penitenciaria a la par con los
directores de los centros de reinserción social establece los convenios de
extinción de penas en los establecimientos penitenciarios, crea mecanismos
para la reinserción social; faculta al juez de ejecución para verificar el
cumplimiento de la pena en los casos de delincuencia organizada. Establece las
medidas de seguridad propuestas para la reclusión de acusados y sentenciados,
los cuales deberán estar en forma separado unos de otros.
En tanto el articulo 19, establece los requisitos al ministerio público para solicitar
al juez de control el auto de vinculación a proceso del imputado, asi como
también, regula los requisitos para que un juez de control gire una orden de
aprensión preventiva. La aprensión preventiva se deja para los casos en que sea
necesaria para garantizar la eficacia del proceso y proteger el interés social,
respetando el principio básico de la presunción de inocencia. Así mismo, se
evitará el contacto de quienes delinquen por primera vez.
En tanto que el artículo 19 de nuestra carta magna, le establece los requisitos al
ministerio público para solicitar al juez de control el auto de vinculación a proceso
del imputado, así como también, regula los requisitos para que un juez de control
gire una orden de prisión preventiva. La prisión preventiva se deja para los casos
en que sea necesaria para garantizar la eficacia del proceso y proteger el interés
social, respetando el principio básico de la presunción de inocencia. Asimismo,
se evitará el contacto de quienes delinquen por primera vez.
El articulo 20 reformado, se encuentra el corazón garantista de la reforma, se
fijan con precisión la modalidad oral y los principios del proceso penal, se definen
con claridad y ampliándose los derechos, tanto del imputado como de la víctima.
Se especifican las excepciones en caso de delincuencia organizada, si perjuicio
de sus derechos como la presunción de inocencia, conocer los datos de la
investigación y estar siempre en la presentación y desahogo de pruebas a que
el proceso tenga como objetivo establecer la verdad de lo hechos protegiendo al
inocente y procurando que el verdadero culpable no quede impune y se repare
el daño de la victima
Todas las grandes transformaciones jurídicas requieren ir acompañadas de un
cambio cultural que las aterrice. Las normas, por si solas, no modifican la
realidad, si no que es la manera en que son acogidas en el sistema, lo que les
da su plena afectividad. Así, por mas ambiciosa que sea una reforma
constitucional o legal, su impacto y su capacidad para generar un cambio social
están supeditados a que los encargados de aplicarlas e interpretarlas lo hagan
de manera orientada a lograr sus fines y objetivos. Así sucedió, por ejemplo, con
la reforma constitucional en materia de derechos humanos de 2011, la cual
enfrento dos visiones completamente diferentes sobre su alcance: para algunos,
la reforma debía leerse dentro de los cánones tradicionales sobre jerarquía
normativa y control de constitucionalidad, mientras que, para otros, implicaba
una completa redefinición de nuestro constitucionalismo.
Tras arduos debates en el pleno de la Suprema Corte, finalmente prevaleció una
interpretación que revoluciono nuestro sistema jurídico, al determinarse que
existe un bloque de constitucionalidad formado por los derechos contenidos
tanto en la Constitución como en los tratados internacionales, que sirve de
parámetro para juzgar la validez del resto del orden jurídico nacional.
Conclusión: