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1. David Hume fue uno de los representantes más importantes del empirismo.
El empirismo es una corriente filosófica que se opone al racionalismo por
considerar a la razón incapaz por si misma de producir conocimientos útiles acerca
del mundo. A partir de esto considera que la experiencia es la única fuente valida
de conocimiento.
Sostiene que el origen de nuestro conocimiento está en la experiencia ya que
nuestra mente es como una “tabula rasa”, (hoja en blanco) en donde se van
imprimiendo las ideas y no considera la existencia de las ideas innatas como
sostiene el racionalismo.
2. Hume, sustituyo el término de ideas por el de percepciones. Las percepciones se
dividen en dos tipos: impresiones e ideas. Las impresiones son, en esencia, lo que
hoy denominamos sensaciones, mientras que las ideas eran para Hume copias
menos intensas de las impresiones. Por ejemplo: podemos tener una impresión
inmediata del libro que estamos leyendo en este momento, y que luego podríamos
recordarlo en forma de idea, es por eso que las ideas son una copia menos
intensa de la experiencia real. Es decir que, lo que diferencia las impresiones de
las ideas son su intensidad. Tanto las impresiones como las ideas provienen, bien
de las sensaciones de los objetos externos, o bien de la reflexión, con lo que hume
se refiere a experiencias emocionales.
Las impresiones, que serían nuestras percepciones más intensas: cuando oímos,
o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos. Aquella
percepción en la que sentimos una pasión o una emoción de cualquier clase, o
cuando las imágenes de los objetos externos nos son traídas por nuestros
sentidos. Son nuestras percepciones vivas y fuertes.
Idea: "todo el mundo admitirá sin reparos que hay una diferencia considerable
entre las percepciones de la mente cuando un hombre siente el dolor [...] y cuando
con posterioridad evoca esta sensación o la anticipa en su imaginación [y] una
distinción semejante afecta a todas las percepciones de la mente..”
Las ideas o contenidos mentales se suceden unas a otras y se combinan unas con
otras siguiendo un cierto orden y regularidad: cuando en nuestra mente está
presente una idea, y no hacemos uso del pensamiento voluntario sino que
dejamos que espontáneamente los distintos contenidos mentales fluyan uno tras
otro, a esta idea le sucederá otra con la que está vinculada o unida. Unas ideas
atraen a otras, del mismo modo, sugiere Hume, que en el mundo físico un cuerpo
atrae a otro merced a la gravedad. Las leyes de la asociación describen estas
fuerzas por las cuales unas ideas tienden a evocar a otras. Dado que las fuerzas
que unen unas ideas con otras son, como dice Hume, "fuerzas suaves", la
sucesión de una idea por otra no es una sucesión que se tenga que dar de forma
absolutamente necesaria, por lo que las leyes que describen dichas regularidades
no son leyes estrictas: nos dicen simplemente que si la idea "A" está vinculada con
la idea "B", y en nuestra conciencia aparece la idea "A", es muy probable que
aparezca después la idea "B". Gracias a dichas conexiones naturales formamos
espontáneamente las ideas complejas a partir de las ideas simples; las leyes de la
asociación describen dichas conexiones y son consecuencia de la imaginación,
no de la razón.
LEY DE LA CONTIGÜIDAD
SEGÚN ESTA LEY DE LA ASOCIACIÓN, AQUELLAS IDEAS QUE SE HAN VIVIDO JUNTAS
TIENDEN A APARECER JUNTAS.
El típico caso de una canción que nos recuerda a una persona es un ejemplo de
esta ley. Es una ley muy importante porque está a la base de la formación de las
ideas complejas, particularmente de las de substancia: miramos a la calle y vemos
un objeto, percibimos las ruedas, el volante, los asientos, las puertas, las
ventanillas, los faros, el maletero, abrimos el capó y percibimos el motor, ...; todas
estas percepciones se dan unas junto a otras, tanto en el sentido temporal, puesto
que pueden percibirse unas tras otras si nuestra mirada recorre sin interrupción
dicho objeto, como en un sentido espacial, puesto que las sensaciones visuales de
las ruedas pueden formar un continuo con las sensaciones visuales de la puerta o
de la carrocería. Si se repite esta experiencia, se crea en nosotros una disposición
a reproducir una de las ideas correspondientes a dicho objeto cuando está
presente la otra, y de este modo podemos formar la idea compleja “coche”.
Nuestras expectativas respecto de los aspectos o rasgos que nos van a ofrecer las
cosas se basan en gran medida en esta ley: nos causaría gran sorpresa mirar en
el interior del coche que vemos en la calle y no encontrar un volante, puesto que
siempre hemos visto que en los coches hay volantes, experiencia ésta última que
crea en nuestra mente el hábito o disposición a considerar que ha de ser así en los
casos futuros.
LEY DE LA SEMEJANZA
Esta ley es importante en nuestro trato con las cosas pues consideramos que los
objetos semejantes deben tener las mismas propiedades y los mismos poderes
causales.