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LOS SIETE RETOS DE LA EDUCACIÓN COLOMBIANA

(REFLEXIONES)

(Tomado de: https://alvaroalviz.wordpress.com/2008/11/19/los-siete-retos-de-la-


educacion-colombiana-reflexiones/).

Las tres páginas que les ofrezco a continuación representan una reflexión y un llamado
a tomar conciencia sobre necesidad de repensar la labor educativa, tanto
estructuralmente como en su praxis.

La educación en Colombia atraviesa en estos tiempos por una crisis notoria: La


deficiencia en la cobertura de calidad, la falta de inversión adicional, la ausencia de planes
efectivos de apoyo a los planes de mejoramiento en los colegios, la ineficacia en la
aplicación de los estándares básicos de competencias, el fracaso en la aplicación de
pruebas a estudiantes y, consecuentemente, los resultados desastrosos en las mismas,
el papel indiferente de la escuela ante la imperiosa necesidad de enseñar la convivencia,
la ética, la moral, la democracia y la ciudadanía, la apatía de nuestros niños y jóvenes
con respecto a ciertas áreas del conocimiento a causa de los bajos niveles de educación
en éstas, la esquiva capacitación continuada y permanente a docentes y el problema de
la articulación de la secundaria y media con la superior y con el trabajo y el empleo,
constituyen los temas más escabrosos y controvertidos del problema educativo actual, a
la vez que, obligatoriamente, nos ubican en el plano de la reflexión con respecto a
esclarecer el sendero que debe tomar la educación colombiana en los próximos años.
¿Cuáles son los retos o desafíos principales que nuestro sistema educativo está
afrontando y deberá asumir a futuro? Carlos Vasco, en su conferencia “Siete Retos de la
Educación Colombiana”, presenta los siete desafíos de la educación nacional (entre
muchísimos que han surgido en estos años) para el periodo de 2006 a 2019.

El primero de ellos consiste en cambiar la imagen de la educación dentro de la cultura


económica y política, de modo que ésta no sea vista como un “rubro engorroso del gasto
público”, sino como la inversión pública más productiva. Hay que mirar en la educación
al motor dinamizador del desarrollo político, social, económico y cultural de nuestro
pueblo; por lo tanto, no deben escatimarse esfuerzos en invertir masivamente en ella.

Como segundo reto, Vasco propone el articular la cobertura educativa (cupos escolares)
con la calidad de la misma. Es decir, invertir en la creación de más cupos escolares a la
vez que se trabaja por una educación que responda a los intereses y necesidades de
nuestros niños y jóvenes, para que, de esta forma, no se siga presentando el triste
fenómeno de la deserción que, según cifras de la contraloría, un gran porcentaje del total
de ésta se debe, no precisamente a problemas económicos o de desplazamiento forzoso,
sino a la percepción por parte de alumnos y padres de inutilidad y aburrimiento en los
estudios. El gobierno debe, entonces, crear nuevos cupos reales, pero con inversión
adicional, para que cuando sean ocupados por los estudiantes, éstos encuentren
suficiente calidad educativa, se sientan atraídos fuertemente hacia el estudio y decidan
por voluntad propia no desertar. A su vez, para que los padres, al ver en la educación de
sus hijos una actividad fructífera y que abre puertas al empleo digno, a mejorar su calidad
de vida, hagan todos los esfuerzos posibles por ayudarlos a continuar. Para Vasco, “sin
mucha calidad adicional no es pues posible ni siquiera lograr las metas de cobertura y
por ello, las cifras de secundaria y media no han aumentado”.
En tercer lugar, Carlos Vasco presenta el reto de pasar de la enseñanza y evaluación por
logros y objetivos específicos a la enseñanza y a la evaluación por competencias. El
problema de la ineficacia de los estándares, las pruebas y los planes de mejoramiento,
según él, radica, entre otros factores, en que los maestros no han aprendido a enseñar
para el desarrollo de competencias. Y peor aún, el Ministerio de Educación tampoco sabe
cómo enseñar para el desarrollo de competencias, ni cómo formar a maestros que no
aprendieron así, para que enseñen de esta forma. Todo lo anterior se traduce en
desempeños académicos pobres y bajos resultados en las pruebas aplicadas (pruebas
del saber, pruebas ICFES, ECAES) lo cual genera exclusión, desmoralización de los
maestros y descrédito para las instituciones que resultan “mal libradas”; se acrecienta la
deserción escolar sin que “los padres tengan otra opción de seguir enviando a sus hijos
e hijas a las mismas para lo mismo: una educación muy pobre para los muy pobres”.

Se hacen necesarias, entonces, acciones concretas por parte del gobierno encaminadas
al apoyo de aquellas instituciones que manifiestan bajos resultados en la pruebas. Estas
ayudas deben incluir dotación escolar (pupitres, libros, computadores, textos y otros
materiales didácticos) planes de mejoramiento acompañados con planes de apoyo,
formación docente continuada y permanente, para que, de esta manera, se pueda cumplir
con el cuarto reto educacional: La excelencia articulada con la calidad. Porque de lo
contrario, como lo afirma él mismo, “la excelencia se queda para los colegios privados
con pensiones de quinientos mil pesos y los padres y las madres de familia de estos
colegios jamás se van a preocupar por la calidad de la educación oficial”.

El quinto reto consiste en conciliar el pluralismo y el moralismo postmoderno con la


enseñanza de la convivencia, la ética, la moral, la democracia y la ciudadanía y con la
enseñanza de la religión. Para Vasco, el problema de la crisis del sentido de los valores
y principios morales radica en que la generaciones pasadas recibieron instrucciones
morales y religiosas, pero no las aprendieron ni practicaron. Por otro lado, a pesar de que
existen en la educación colombiana estándares de competencia ciudadana, los maestros
en la escuela, partiendo de la premisa de que es obligación de cada docente promover
la educación ciudadana, ninguno se encarga al fin de ella y si se le asigna tal labor a
determinados maestros (los de ciencias sociales, por ejemplo) los jóvenes terminan
“acorazándose” por natural repulsión a los sermones o cátedras moralistas.

En el sexto puesto del listado de retos educacionales está lograr desterrar la apatía
generalizada en nuestros jóvenes con respecto a las ciencias naturales, las matemáticas
y las tecnologías a causa de los pobres niveles de educación en dichas áreas del
conocimiento. Vasco cree que nuestros maestros no están haciendo uso de las
metodologías adecuadas y específicamente de la didáctica que requiere la enseñanza
de estas asignaturas, lo cual genera un “suicidio colectivo”, puesto que los jóvenes que
no obtienen buenos resultados en estas materias, ven en muchos casos, truncadas sus
aspiraciones de continuar o de hacer estudios superiores en esas mismas áreas del
saber. Esto además impide que el colectivo social apoye el estudio de estas disciplinas y
a los jóvenes que quieren estudiarlas.

Por último, al sistema educativo colombiano le corresponde un reto que quizá resulte ser
el más arduo de todos: La articulación de los distintos niveles y ramas de la educación.
Para esto se hace imprescindible comenzar por articular la educación infantil con la
básica primaria e igualmente, la primaria con la secundaria, de modo que cada estudiante
encuentre menos insuperables las transiciones o ascensos entre un nivel y otro, evitando
así la deserción escolar, que en muchos casos es el producto de la heterogeneidad de
los distintos grupos que llegan a conformar un curso. El reto se hace más difícil si se
considera la necesidad de articular también la básica secundaria y la media con la
superior o la universitaria y con el mundo del trabajo y del empleo.

Los desafíos anteriormente planteados no pretenden en ninguna medida acrecentar el


pesimismo generalizado sobre la crisis educativa colombiana. Por el contrario, lo que
buscan es crear conciencia de la realidad de nuestro sistema educativo y a la vez,
despertar un espíritu crítico y constructivo entre aquellos que de una u otra manera
participan en el quehacer educativo (docentes, padres de familia, estudiantes); pues es
deber moral de todos ellos participar activamente en ésta tan proclamada revolución
educativa. Quizá, no esté en nuestras manos la solución a todos los problemas de la
educación, pero aun así, eso no nos exime de la responsabilidad de aportar, desde el
lugar que nos tocó en este gran sistema, para la construcción de una educación de
excelencia. En cuanto al papel del estado frente a la crisis, cabe citar las palabras finales
de Carlos Vasco en su conferencia, como una invitación vehemente a la reflexión:
“Enfrentar en serio cualquiera de estos retos va a requerir mucha inversión en tiempo,
investigación y desarrollo, en asesorías, formación continuada y detección y fomento de
nuevas iniciativas, pero esa será la inversión de más alto rendimiento para el país”.

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