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MODELOS MÉDICOS
En general, “Modelo” es una abstracción de la realidad que reúne las características más
dominantes de un tema, sistema, etc. El modelo médico, puesto por consenso, se convierte
en una característica estructuralmente dominante, que justifica el calificativo de
hegemónico, adoptado voluntariamente por quienes aplican sus normas y procedimientos.
Por iguales razones, es el modelo que se enseña.
MODELO BIOMEDICO
Responde, al igual que la cultura, de la que forma parte, a la influencia de ésta y, como
ésta, es eminentemente témporo espacial. En determinado momento comienza a restringir
su utilidad y reducir su consenso, que es lo que sucede con el modelo médico actualmente
hegemónico, y que se enseña y aplica sobre la sola base de las ciencias biológicas y su
creciente desarrollo científico. Éste es el modelo “Biomédico” o de la “medicina científico-
natural”, según la denominación de la Escuela Médica Alemana. Alcanzó su cenit al finalizar
la primera mitad del siglo XX. A partir de entonces, comenzaron a hacerse evidentes sus
faltas y deformaciones, lo que justificó la aparición de propuestas de modificaciones y hasta
de un cambio total.
No cabe duda que los adelantos de la ciencia y la tecnología médicas de este siglo han
contribuido a mejorar los niveles de salud y bienestar de importantes sectores humanos.
Sin embargo, es también claro que la importancia de esa contribución ha sido
constantemente exagerada por el poder médico, en desmedro de la influencia del progreso
social y económico. Esta mistificación de lo técnico-científico genera concepciones de
prevención y tratamiento de las enfermedades excesivamente subordinados al uso de alta
tecnología y centradas en el individuo.
Por otra parte, los propios adelantos tecnológicos están creando dilemas éticos complejos.
Bastan como ejemplos, la contradicción entre la capacidad creciente para hacer sobrevivir
a recién nacidos de extremo bajo peso y las graves secuelas neurológicas que suelen
presentar a posteriori. O el abuso y mal uso de la tecnología genética con objetivos no
médicos, como la selección de sexo en la descendencia.
El énfasis en lo tecnológico y en lo individual afecta también las concepciones de causalidad
de las enfermedades, privilegiando en forma reduccionista los aspectos biológicos por
sobre los sociales.
Fundamentado en las ciencias biológicas, el Modelo Biomédico, es, sin discusión alguna,
el que generó los grandes adelantos de la medicina, surgidos de la investigación y
aplicación de sus descubrimientos mediante la tecnología.
Así comprendido el modelo biomédico, debemos reconocer que el balance de sus aportes
es netamente favorable, y como fruto de su empleo es posible anotar el extraordinario
adelanto logrado en los últimos siglos en el conocimiento y el tratamiento de las
enfermedades en general. Laín Entralgo, con justificable entusiasmo destaca que la
medicina desde 1870 a la fecha ha progresado más que en todos los siglos anteriores.
Paulatinamente, se empezaron a ver sus vicios y defectos. Es morfologista hasta la más
exquisita sofisticación, o sea, marcadamente “reduccionista”, consecuencia de una
riesgosa despreocupación por el resto de la persona, que es la que sufre ese proceso.
Es una medicina cuantitativa y analítica, filosóficamente materialista mecanicista, que por
su tendencia a la fragmentación del ser humano deriva hacia el dualismo cuerpo-alma.
En síntesis, con este modelo se creó una estructura para examinar, clasificar y tratar las
enfermedades. Desde esta orientación, básicamente patologista, se define la salud como
ausencia de enfermedad. Así el mundo se divide entre sanos y enfermos, siendo
enfermedad aquello que el médico pueda reconocer, demostrar y clasificar por
procedimientos basados en este método.
MODELO REDUCCIONISTA
Uno de los aportes inspirado en el afán de eliminar el reduccionismo del modelo biomédico
es la concepción psicosomática que se fue definiendo desde fines del siglo XIX.
El reconocimiento del factor psíquico en la patología humana es de vieja data, pues la
medicina práctica fue siempre psicosomática por la sencilla razón de que para ser eficaz no
podría ser de otra manera.
Desde médicos y filósofos coincidieron en que el hombre es esencialmente una integración
psicofísica y, por consiguiente, lo es igualmente el hombre enfermo.
El modelo biomédico intentó desde un comienzo ordenar y clasificar las enfermedades del
ser humano, y lo hizo teniendo en cuenta varios aspectos: etiología, patogenia,
sintomatología, topografía. Todo ello referido a lo que acostumbramos designar
genéricamente “clínica”, mientras formaban cuerpo aparte el conjunto de afecciones de la
psiquis y la mente, agrupadas en el rubro “psiquiatría”.
Sin embargo, la evolución de esta última disciplina (cada vez más empeñada en
consolidarse con un fundamento neurofisiológico y bioquímico) y las escuelas de Freud,
Pavlov y Cannon, dieron comienzo al intento de establecer puentes de conexión entre
ambos campos de la patología, que se ampliaron cuando la realidad de la patología clínica
se encontró con el hecho insoslayable de la participación del sector psíquico en gran
cantidad de enfermedades, especialmente de evolución crónica. Se comenzó a hablar de
afecciones psicosomáticas, denominación de connotación etiológica a la vez que
sintomática que llevó, incluso, a establecer una distinción (que no llegó a concretarse) entre
afecciones psicosomáticas y somatopsíquicas, según cual fuera el sector más
comprometido o la etiología más destacable.
En este proceso surgieron al lado de las enfermedades psicosomáticas los trastornos
psicofuncionales, y se pretendió establecer diferencias según que el factor psíquico fuera
etiología de enfermedades somáticas con lesiones orgánicas evidentes o solamente de
alteraciones funcionales de los diversos aparatos de la economía o de varios de ellos a la
vez.
Pero a medida que se profundiza en el examen de todas las afecciones que padece el ser
humano, se descubre que los factores psíquicos y somáticos actúan como etiología y
simultáneamente como manifestaciones de uno y otro orden, por lo que se llega a la
conclusión, sin establecer prioridad de lo uno sobre lo otro, que siempre estamos en
presencia de padecimientos psicosomáticos.
En suma, todas las enfermedades reconocen factores psíquicos y somáticos en su
etiología, y tienen tanto manifestaciones psíquicas como somáticas. Categóricamente, la
medicina es psicosomática o no es medicina. Es imposible practicar buena medicina sin
hacer medicina psicosomática.
MEDICINA ANTROPOLÓGICA
Si con la medicina psicosomática “el sujeto entró en la medicina”, con la medicina
antropológica es la sociedad la que entra en la medicina, a través del hombre social.
De esta manera arribamos a la medicina antropológica, que es la medicina del hombre
social.
La medicina antropológica es sintética y cualitativa. Considera al hombre enfermo como un
todo, como una integridad, suma de una serie de sectores, pero que tiene individualidad
propia más allá al ser suma de estos sectores. Suma de cantidades genera cambio de
calidad. La persona vive y se desarrolla en un entorno físico y social. Es igualmente la
medicina ejercida con base ética. “El enfermo no es una idea teórica, filosófica; es una
noción concreta, viviente, sensible, real, emocionante.
Sus antecedentes son de vieja data, pues surgen del mismo Hipócrates, quien se
preocupaba más del enfermo que de la enfermedad.
De ahí que en algún momento se habló de la vuelta de Hipócrates, y se calificó de
“neohipocratismo”.
La meta de la medicina es social; no se trata sólo de curar una enfermedad y restaurar un
organismo. Su objetivo es mantener al hombre adaptable a su ambiente, como un miembro
útil de la sociedad, o readaptarlo, según sea el caso. “La tarea de la medicina es buscar la
salud, prevenir la enfermedad, tratar a los enfermos cuando ya la prevención no es posible
y rehabilitar a las personas que ya han sido curadas. Éstas son funciones sociales y
debemos considerar la medicina principalmente como una ciencia social”.
La denominación “medicina antropológica” es preferible ya que define mejor el concepto de
integralidad que subyace en esta medicina que considera al hombre como persona, como
un todo.
La medicina antropológica con su condición esencial de ser medicina de la persona, es la
que en la etapa actual de la historia de la humanidad, se constituye en el modelo médico
que nos permite ejercer la profesión médica de acuerdo con las normas éticas que nos
indican el camino para obrar: amor y respeto al prójimo; justicia y defensa de la libertad y
dignidad humana.
Esta manera de pensar permite acercarse hacia el desarrollo de una teoría integral de la
medicina que facilita a su vez comprender los fenómenos que predisponen, determinan y
mantienen las enfermedades.
CONCEPCION HOLISTICA
Se basa en la concepción del ser humano como un todo y no solo como la suma de sus
partes. En este sentido, la medicina holística indica que para un tratamiento terapéutico se
debe tener en cuenta el entorno y los diferentes aspectos que componen a la persona.
Incluye conceptos como “energía vital” y “equilibrio”
Este tipo de medicina se encarga de restaurar el equilibrio mediante la aplicación de
terapias tradicionales y complementarias que son combinadas de forma tal para llevar al
paciente a un estado óptimo de salud.
Se utiliza en el tratamiento de problemas de carácter físico (por ejemplo, dolores
musculares) y también psicológico (angustia y depresiones, entre otros.) utiliza métodos
tradicionales y naturales aunque también modernos. Dentro de la medicina holística se
suele incluir la homeopatía, yoga, la fitoterapia y la acupuntura.