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Ética, Bioética, Ley: conceptos básicos

Borques Polloni BC. Gomez L, Lolas Stepke F., Torrres Quintana M. Ética. Bioética, ley:
conceptos básicos. En: Carmen Cardozo, E. R. (2006). Ética y Odontología. Una introducción.
Universidad de Chile: Centro Interdisciplinario de Estudios en Bioética(CIEB).
La ética se define como un conjunto de normas y principios morales que guían las actividades y
acciones humanas, reflexiona sobre la conducta más apropiada del ser humano respecto a la vida.
Define lo bueno de lo malo basándose en los valores de una acción o decisión.
Modelo médico-paciente donde se busca el bien del paciente y para ello hay reglas éticas que
rigen la practica medica ya que la salud es un derecho universal
La ética profesional en la odontología hay diversos elementos que se plantean el componente
moral, hacer el bien a sus pacientes, esto a su vez determinado por estándares. Tiene sus raíces
en las antiguas teorías sobre la virtud propuestas por Platón y Aristóteles (paternalismo,
maternalismo y sacerdotal) de los cuales nace el consentimiento informado
Componente intelectual, en el cual cada profesional está obligado a mantener la capacidad
necesaria para realizar sus tareas profesionales y a desarrollar solo las de su competencia
Componente organizacional es la interrelación profesional y con la comunidad códigos de ética y
asociación profesional que consiste en que cada profesional tiene normas generalmente
implícitas y no declaradas en relación con la correcta vinculación entre los miembros.
La bioética nace después de la segunda guerra mundial y actualmente se define por la
enciclopedia de bioética de New York como “el estudio sistemático de la conducta humana en el
ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud a la luz de los valores y principios”.
Por medio de esta se abordan cuatro puntos importantes: la reflexión ética interdisciplinario y
transdiciplinaria, la ética practica en la relación médico paciente, reflexión ética en decisiones de
salud pública en los cuales haya un arre percusión social y legal y, por último, la vigilancia de
una correcta praxis médica. Hay que resaltar que esta es de carácter multidisciplinario.
El cirujano dentista no puede permanecer ajeno a esta área del  conocimiento debe interesarle
especialmente la relación profesional del paciente y la investigación científica sobre todo la que
requiera experimentación con seres humanos o investigaciones que afecten el ser(moral o
físicamente) de las personas.
La bioética se basa en cuatro principios: 1) principio de no-maleficencia que es “Sobre todo, no
hacer daño “y hacer todo lo posible para hacer el bien, 2)Principio de autonomía, este principio
se basa en la convicción de que el ser humano debe ser libre de todo control exterior y ser
respetado en sus decisiones vitales básicas, 3) Principio de justicia. Se refiere a la obligación de
igualdad en los tratamientos y, respecto del Estado, en la distribución equitativa de los recursos
para prestar los servicios de salud, investigación, etc., y 4) Principio de Beneficencia en este
principio obliga al profesional de la salud a poner el máximo empeño en atender al paciente y
hacer cuanto pueda para mejorar su salud, de la forma que considere más adecuada. A manera de
aplicar estos criterios se basa en los juicios, tanto del cirujano dentista como del paciente
El derecho no puede desentenderse u oponerse a la moral. La ley moral regula el obrar del
individuo preocupado por la bondad de sus propios actos la ley civil regula las relaciones entre
individuos orientados hacia el bien común por lo que tiende a la paz, la libertad y la justicia, debe
proteger los valores en los cuales se cimienta el orden social.
La ética exige del médico que sea igualmente bueno, honesto y desinteresado ya hay temas de
alto interés social como el aborto, la experimentación con humanos, clonación, tortura, entre
otros que tiene mucho que ver con la bioética
La CONAMED encargada de vigilar el desempeño de la profesión en la salud y mediar entre
prestadores de servicios y usuarios por probables actos, omisiones o negligencias, hace que el
profesional adquiera seguros de responsabilidad social, aplicación de medicina defensiva y en
algunos otros seguros por mal praxis. las quejas más frecuentes que se presentan.
En este libro destacan muchos los términos la ética y la bioética algo largo de todos los capítulos
ya que se pretenden convertirlos elementos preventivos, con la posibilidad de transformar la
práctica médica y odontológica influyendo en ellas como modo de vida que protege los valores
sociales. Así, el diagnóstico, pronóstico y plan de tratamiento constituyen una pirámide para
otorgar al paciente las óptimas condiciones de salud odontológica.

Ética sin disfraces: una aproximación a la antropología, la cultura y la


ética de nuestro tiempo.

Prado Galan J, Etica sin disfraces: una aproximación a la antropología, la cultura y la ética de
nuestro tiempo. 2da Edición. México: Universidad Iberoamericana; 2008.
Estudio sobre las condiciones éticas de la sociedad a partir de diversas manifestaciones del
entorno cultural, tales como el New Age, el rescate de valores a partir de lecturas de Savater,
Gaardner, Eco, Carlos Cuautémoc Sánchez, así como de acontecimientos sociales como el
levantamiento armado de Chiapas. El autor confronta estas situaciones desde una
fundamentación antropológica de hombre y del planteamiento de una nueva ética que responda a
los nuevos comportamientos morales.
El autor se impone, con valor y responsabilidad, la pregunta sobre la pertinencia y relevancia de
lo ético en algunos best sellers de Umberto Eco, Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Fernando Savater
y otros autores cuyos textos han sido adoptados como lecturas obligatorias en las escuelas o
guías para la enseñanza de la ética. El neoconservadurismo y el vitalismo, explica Prado Galán,
son doctrinas que tratan de resolver la crisis espiritual del capitalismo. Ética y revolución, ética y
democracia, ética social, de la sexualidad… este libro discurre sobre algunos aspectos
fundamentales para el diseño de una ética de cara al momento actual.
La distorsión histórica de corte cientificista y racionalista que separó de manera tajante el juicio
de hecho y el juicio de valor (Morin, 2005) y que, sustentándose en una visión equívoca de
objetividad ubicó a la ciencia en el ángulo de lo objetivo y racional, y a la ética en el ángulo
subjetivo y emocional; derivó progresivamente en un alejamiento del campo de las profesiones
respecto del de la ética, dejando el tema de la ética profesional en el pasado, como una especie de
raíz pre-científica de las profesiones en la que se prescribían ciertas normas de buen
comportamiento ligadas a especulaciones filosóficas, o incluso a creencias religiosas que había
que superar.
Sin embargo, el tiempo ha ido regresando el tema de la ética al campo de la ciencia y de las
profesiones, por un lado porque la desilusión de la modernidad y la fe ciega en la razón que dio
origen a la llamada posmodernidad (Morin, 2005), o modernidad líquida (Bauman, 2007), trajo
consigo un retorno al campo de la subjetividad y una revaloración de la dimensión afectiva en la
que se sigue ubicando a la ética, y por otra parte, porque la profunda crisis sistémica en que se
encuentra el planeta en lo ecológico, lo económico, lo político, lo social y lo cultural ha obligado
a la sociedad a volver a pensar en la relación entre el saber y el vivir, entre las prácticas humanas
y lo auténticamente humano; en términos filosóficos, entre la verdad y el bien.
En la primera condición antes descrita, se tiene un elemento que establece la vinculación entre
ética y profesión. Porque la profesión, para poder ser llamada de ese modo, tiene que tener una
función social específica y esa función social específica se origina y tiene que ver con
proporcionar algún bien a la sociedad, el cual no se podría obtener de no existir la profesión. Se
trata aquí de lo que autores como Martínez (2006) llaman "bienes internos" de la profesión: los
bienes para los cuales fue creada socialmente.
En la definición de profesión que aporta Cortina se puede apreciar con mayor énfasis esta
relación entre profesión y búsqueda del bien humano, que implica necesariamente a la ética. Dice
Cortina que profesión es:
Una actividad social cooperativa, cuya meta interna consiste en proporcionar a la sociedad un
bien específico e indispensable para su supervivencia como sociedad humana, para lo cual se
precisa el concurso de la comunidad de profesionales que como tales se identifican ante la
sociedad (Cortina, 2000: 11).
Como filosofía de la práctica, la Ética está intrínsecamente relacionada con las profesiones, que
finalmente son prácticas humanas que nacen y se organizan, como ya se planteó, para
proporcionar un bien específico a la sociedad; para contribuir, a través del cumplimiento de un
deber ser moral —del bien interno que les dio origen— al logro progresivo y limitado de la
felicidad humana individual y colectiva, es decir, al estado de cosas en que las personas y la
sociedad toda se sientan "realmente bien" porque están satisfaciendo su deseo profundo de "vivir
para vivir" (Morin, 2003), que es su vocación fundamental.
En el campo de la ética profesional prácticamente existe consenso acerca de los principios que
deben fundamentar las acciones de todo profesionista que se precie de estar actuando
moralmente. Más allá de la existencia y apego a ciertos códigos deontológicos que plantean
muchos gremios profesionales, en un nivel de mayor generalidad y profundidad teórica se
encuentran estos tres principios de acción ética (o cuatro, dependiendo del desdoblamiento o no
del primer principio) que deben normar el comportamiento en el campo de la acción socio-
profesional.

La Educación del Hombre y del Ciudadano. Revista Iberoamericana de


Educación: Educación y Democracia

La Educación del Hombre y del Ciudadano. Revista Iberoamericana de Educación: Educación y


Democracia Numero 7 Enero Abril 1995.
https://rieoei.org/historico/oeivirt/rie07a02.pdf
Una buena parte de los países de habla hispana se encuentra enfrentada a un problema realmente
espinoso: sus constituciones, recientes las más de las veces, han sido elaboradas con todo esmero
por expertos en derecho constitucional comparado y por filósofos formados en los países más
desarrollados. Son constituciones moralmente perfectas en su impecable formulación: son, en su
mayoría, constituciones rawlsianas.
hoy en día es necesario recurrir a las aportaciones de diversas tradiciones morales y no optar
únicamente por alguna de ellas, descartando las restantes9. Por eso intentaré articular, en el
espacio del que dispongo, un modelo de educación moral cuyas piezas van siendo propiciadas
por distintas tradiciones morales, desde la base antropobiológica por la que somos
inevitablemente seres morales (tradición zubiriana), pasando por la moralidad como un
ineludible modo de ser persona (tradición del raciovitalismo orteguiano), la pertenencia a
comunidades, entre ellas la comunidad política (tradición comunitarista), la búsqueda de la
felicidad (tradición aristotélica), la necesidad del placer (tradición utilitarista) y la capacidad de
actuar por leyes que, como seres humanos, nos daríamos a nosotros mismos (tradición kantiana).
«Educación moral» significaría, pues, en este sentido, ayudar a la persona de modo que se sienta
en forma, deseosa de proyectar, encariñada con sus proyectos de autorrealización, capaz de
llevarlos a cabo, consciente de que para ello necesita contar con otros igualmente estimables. Por
tanto, cuantos trabajos se lleven a cabo en el terreno de la enseñanza en la línea
del autoconcepto, con vistas a fomentar la autoestima de los individuos, serán siempre pocos.
Porque entre un altruismo mal entendido, que exige del individuo el olvido de sí mismo, y un
egoísmo exacerbado, que lleva al cabo al desprecio del resto, se encuentra el quicio sano de una
autoestima por la que un individuo se encuentra antes alto de moral que desmoralizado.
os contenidos de la felicidad no pueden universalizarse. Mi felicidad es mi peculiar modo de
autorrealización, que depende de mi constitución natural, de mi biografía y de mi contexto
social, hecho por el cual yo no me atrevería a universalizarla. Lo que me hace feliz no tiene por
qué hacer felices a todos. Por eso, a mi juicio, tener en cuenta en la educación moral el deseo de
felicidad de los hombres es imprescindible, pero a sabiendas de que el educador no tiene derecho
a inculcar como universalizable su modo de ser feliz.
Todos los hombres tendemos a la felicidad y nadie puede negar que lo hace. Evidentemente,
cualquiera, aunque sea tratando de servir a los marginados de la tierra, busca su felicidad. Pero
no es lo mismo «felicidad» que «placer», porque la felicidad es un término para designar el logro
de nuestras metas, la consecución de los fines que nos proponemos. Por eso algunas corrientes
filosóficas entienden la felicidad como autorrealización, para distinguirla de quienes entienden
por felicidad obtención de placer, que es el caso de los hedonistas.
«Placer» significa satisfacción sensible causada por el logro de una meta o por el ejercicio de una
actividad. Quien escucha una hermosa sinfonía o come un agradable manjar experimenta un
placer; quien cuida a un leproso no siente placer alguno, pero puede muy bien ser feliz cuando
forma parte importante de su proyecto de autorrealización la preocupación por los marginados.
Una persona «alta de moral» en este sentido sabe, pues, distinguir entre normas
comunitarias convencionales y principios universalistas, que le permiten criticar incluso las
normas comunitarias. Sin embargo, a la hora de interpretar el punto de vista moral universalista,
existe una gran diferencia entre los kantianos: mientras Kohlberg, Hare47 o Rawls adoptan como
método para determinar qué normas son las correctas la «asunción ideal.
Quien asume esta actitud dialógica muestra con ella que toma en serio la autonomía de las demás
personas y la suya propia; le importa atender igualmente a los derechos e intereses de todos, y lo
hace desde la solidaridad de quien sabe que «es hombre y nada de lo humano puede resultarle
ajeno»51. Naturalmente cada quien llevará al diálogo sus convicciones y más rico será el
resultado cuanto más ricas sean las aportaciones. Pero a ello ha de acompañar el respeto a todos
los interlocutores posibles como actitud de quien trata de respetar la autonomía de todos los
afectados por las decisiones desde la solidaridad. La educación del hombre y del ciudadano ha de
tener en cuenta, por tanto, la dimensión comunitaria de las personas, su proyecto personal, y
también su capacidad de universalización, que debe ser dialógicamente ejercida, habida cuenta
de que muestra saberse responsable de la realidad, sobre todo de la realidad social, aquel que
tiene la capacidad de tomar a cualquier otra persona como un fin, y no simplemente como un
medio, como un interlocutor con quien construir el mejor mundo posible.

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