LA COMUNIDAD INMUNIZADA:

EL ESTADO JUSTICIALISTA DEL SIGLO XXI Y EL

INCIERTO POR-VENIR DEL MUNDO
Roy Williams1

El Mundo Des-encadenado y el época” sólo es medianamente

paradigma inmunitario1 comparable, en la historia
cercana, con los hechos que
odemos decir, que la actual siguieron a la caída del muro de

P pandemia que se extiende

de manera general a nivel
global, no sólo ha modificado
Berlín, la quiebra del orden bipolar
y el hegemonismo
norteamericano subsiguiente. Del
nuestras pautas de vida, conjunto de esas intervenciones
costumbres, cotidianidades en el filosófico-políticas, podemos
desempeño laboral, formas de afirmar que muestran un grado de
relación social, sino que también discrepancia significativo al
ha generado un impacto, una momento de analizar el
reflexión y una desgarradura en el fenómeno: Desacuerdo para
ámbito de la filosofía política elegir un marco teórico
contemporánea. Figuras como adecuado, para identificar los
Byung Chul- Han, Jean Luc Nancy, efectos estructurales (y la
Roberto Esposito, Giorgio virulencia) de la pandemia y para
Agamben, Alexander Dugin, construir un diagnóstico futuro de
Slavoj Zizek, entre otros han mediano plazo. De ese modo,
sumado sus voces para tratar de Zizek considera que este
diagnosticar un horizonte que, a acontecimiento posibilita pensar
todas luces, se encuentra una sociedad alternativa que
plagado de contingencias e recree sus vínculos dando pie a un
incertidumbres. Sería factible comunismo renovado, mientras
afirmar que este “espíritu de que Byung Chul Han descree de
esa posición y afirma la pandemia
1
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad no abre horizonte a comunismo
de Buenos Aires y Licenciado en Ciencia Política alguno y que el capitalismo se
por la Universidad Nacional de Rosario. Profesor
mantendrá con más fuerza aún,
Adjunto (a cargo) de Problemática del
Conocimiento en las Ciencias Sociales y luego de superado el trance. El
coordinador responsable de la Cátedra Libre filósofo coreano, también valora
“Juan Domingo Perón”, Directo del Grupo de positivamente el rol de la big-data
Estudios Políticos y Sociales sobre peronismo como forma de contener la
“Fermín Chávez” en la Facultad de Ciencia
expansión del virus en el mundo
Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario. Director asiático. Al parecer, el uso de
académico de la Cátedra Pensamiento dispositivos de control social no
Latinoamericano e Integración Regional “Manuel caería mal a la idiosincrasia
Ugarte” de la misma universidad.
1
 cultural de países como Japón,
China, Corea o Taiwan. Roberto
Esposito acertadamente ha
recordado la centralidad
biopolítica del fenómeno y sus
inusitados alcances globales,
hablando de una medicalización
de la política y de una politización
de la medicina, mientras que
Giorgio Agamben entiende que
esta coyuntura de crisis sirve como
pretexto para que los Gobiernos
decreten arbitrariamente la
suspensión de sus regímenes de
Derecho. Finalmente, Alexander
Dugin, considera estamos
entrando en una orden post-
global en el que las sociedades
abiertas se transformaran en
sociedades cerradas, tales
sociedades serán autocráticas,
autosuficientes y ejercerán un rol
soberano sobre determinadas
áreas estratégicas. Finalmente,
entre otros aspectos, señala que
en esta nueva época será
necesario construir una nueva
ideología estatal con un nuevo
cuerpo político de funcionarios.
En el marasmo de estas diversas
posiciones, desde nuestra
perspectiva podemos aventurar lo
que consideramos, como algunas
certezas: 1- Después de muchas
ocasiones que se lo ha querido
retirar del escenario en nombre de
una retórica globalista, asistimos a
un ¿nuevo? retorno del Estado –
con funciones recortadas - como
actor central en el ordenamiento
social. 2 – Manteniéndose
cerradas o abiertas estas
sociedades, es posible que
2
afrontemos una redefinición del
concepto de soberanía y de la
noción de articulación política en
función del horizonte futuro. 3- En
relación al punto anterior creemos
que se va a imponer la
centralidad de lo aspectos
geopolíticos y biopolíticos como
elementos estructurantes de la
nueva realidad, 4 – Ante los cierres
de fronteras, las exageraciones y
las formas de un sentimiento
nacional claustrofóbico, aparece
como necesaria la rehabilitación -
en un nuevo plano- del ideal de
unidad latinoamericana. 5 –
Asistimos a la posible mutación de
la opinión pública – desde un
estereotipo usualmente vinculado
al consumismo individualista hacia
un sentimiento gregario
inmunitario que, en algunos casos,
muestra tintes policiales y
persecutorios - , 6- el espectáculo
ha llegado para quedarse (ya
desde hace muchos años), no
como divertimiento, no como
complemento del imaginario
político, sino como signo de
época y, mejor aún, como relato
distópico permanentemente
repetido sobre la conciencia de
los ciudadanos.
La inmunización soberana: El
Estado, el poder y la auto-
absolución del Derecho
Cuando hablamos del Estado
como dispositivo de control y de
su rol inmunizador, rápidamente se
nos ofrece la figura del Leviatán
bosquejada por Thomas Hobbes.
En el filósofo inglés, el pacto social
del cual emerge el Leviatán está
 fundado sobre la sustracción
misma de la posibilidad de
comunidad. En estado de
naturaleza, es decir, en la guerra
siempre latente y amenazante, los
seres humanos se encuentran
condicionados por el deseo de
bienes que son escasos. Esta
situación es la que determina que
el deseo de cada individuo
siempre se encuentre,
potencialmente, en condiciones
de confrontarse con el mismo
deseo de otro individuo. Como un
juego de fuerzas contrapuestas y
de tensiones fluctuantes, el rastro
inmarcesible de “lo común” es
entrevisto por Hobbes en el
carácter agonístico de la vida
social, pero, principalmente, en la
posibilidad de poder-dar-muerte
como rasgo “propio” del ser
humano. Como ha señalado
Roberto Esposito, en la reflexión
hobbesiana se impondría el miedo
como categoría fundante de la
política y como distrito de
residencia desde donde se
desplegarían el derecho y la
moral. Miedo que se presentaría
como correlato de la conciencia
de la propia mortalidad individual
pero, sobre todo, en tanto certeza
de que lo más propiamente
comunional que habría en el
hombre sería el poder de dar
muerte a otro hombre. Un miedo
que se impondría como figura
destructiva y amenazante pero, a
la vez, como expresión
arquitectónica del orden político y
elemento constituyente del
cuerpo político. Hablamos de un
Leviatán que sería, también, una
3
forma del distanciamiento, una
malla metafísica y legal capaz de
espaciar, suspendiéndolas, las
tramas interrelacionales de la vida
común. Si los individuos
encuentran su ser-en-común más
propio en el poder-dar-muerte, el
Estado surgido del pacto se
ofrecería como la figura capaz de
sustraer el horizonte de la vida
interindividual. Adviene un vínculo
que se expresa en la posibilidad
de dar-la-muerte y abre paso a
una dialéctica interindividual de
enemigo a enemigo. Por ello, el
Leviatán no fusiona a los
individuos sino que los separa,
inmunizándolos de cualquier
pertenencia comunitaria. En la
sustracción del ser-en-común o,
mejor aún, en la imposibilidad de
la comunidad, el Leviatán se
reconoce como la posibilidad
misma de la creación de vacíos
interindividuales: El Leviatán no
solamente “se asemeja a una
creación a partir de la nada”, sino
que también crea la nada.
Súbditos –de semejante
soberano– son precisamente
aquellos que no tienen nada en
común, desde que todo ha sido
dividido entre lo “mío” y lo “tuyo”:
una partición en que nada se
comparte. (Esposito, 2003: 66)
Ha sido Giorgio Agamben, quien,
ha hecho hincapié en el
fenómeno de auto-suspensión del
Estado de Derecho en las
democracias contemporáneas. El
discurso de la seguridad, las
retóricas de la autodefensa que
surgen en las democracias han
 hecho crecer exponencialmente
en el ámbito contemporáneo la
apelación a las formas del Estado
de excepción.
excepcionalidad comienza
devenir una figura recurrente de
gobierno y el peligro-posible se
expresa como el subterfugio de
una suspensión sistemática. De
ese modo, se genera un territorio
de anomia, de indeterminación
que parecería caracterizarse por
un estar y no estar dentro de la
ley. En esta perspectiva, el
soberano siempre se encuentra
dentro y fuera del sistema jurídico,
quedando la excepción como un
rasgo ontológicamente
constitutivo del ordenamiento
estatal: “Si la excepción es la
estructura de la soberanía, ésta no
es, entonces, ni un concepto
exclusivamente político, ni una
categoría exclusivamente jurídica,
ni una potencia exterior al
derecho (Schmitt), ni la norma
suprema del orden jurídico
(Kelsen): es la estructura originaria
en que el derecho se refiere a la
vida y la incluye en él por medio
de la propia suspensión.”
(Agamben, 1998:43)
Habiendo indicado el lineamiento
de la axiomática hobbesiana y la
mención de Agamben, se nos
ofrece la doble interrogación.
¿Cómo responder a la situación
de emergencia social, sin caer en
una lógica de “bando soberano”,
pero sin tampoco derivar en una
situación de anomía estatal, de
prescindencia e inacción del
ámbito gubernativo?. Por un lado,
4
el peligro de una soberanía
estatal irrestricta que someta a un
orden disciplinario y de enemistad
La a los ciudadanos. Por otro lado, la
a amenaza de un Estado vacío de
significación que renuncie su
carácter soberano, quedando
sujeto a la inactividad (Italia,
España), la apatía (Brasil, Gran
Bretaña) o a órdenes y directivas
emanadas de países centrales u
organismos internacionales. Como
corolario de este núcleo
problemático surge
decididamente una interrogación
¿Qué tipo de articulación estatal
se abre como respuesta a la
pandemia y qué esperar
después?
El Leviatán Criollo: El Estado
Justicialista ante la cuestión del
orden, la autonomía de la
comunidad y la interrelación de lo
estatal.
Como hemos señalado en
Fenomenología del Peronismo
para el peronismo, el ente estatal
comparece en el ámbito de la
realidad histórica manifestándose
en su despliegue y más allá de sus
singularidades como una unidad
de orden histórico. La realidad
política se encuentra tejida por
actos humanos individuales que,
al presuponer a los ex-sistentes
comunicados y relacionados
entre sí en pos de una finalidad
común, devienen actos humanos
sociales y, al encontrarse esos
actos remitidos a su realización en
la polis, comparecen como actos
 propiamente políticos. En este
sentido, la acción política
aparece como una forma de
“obrar” que perfecciona al
hombre concebido como zoon
politikon, pero también representa
una especie de “hacer” que crea
la unidad de orden, real y
accidental que sería el ente
estatal. Para Sampay “El Estado, la
realidad política total, es una
realidad humana constituida por
una multitud de actos humanos,
por lo que no posee en sí una
unidad substancial, sino una
unidad de orden; o sea, el Estado
es un obrar humano
mancomunado, no por una fusión
de sujetos, desde que esos actos
humanos siguen siendo en sí
individuales, sino que tienen de
común el objetivo que persiguen,
esto es, el fin que, en un primer
grado, causa esos actos
individuales inmanentes,
después, causa también,
transitivamente, la unidad de
orden del Estado.” (329-330)
Podemos decir que
interrogación sobre
comparecer de la comunidad, es
decir, de la propiedad de su
advenir, se comunica con las
formas obrantes del ente estatal:
en la concreción de las diferentes
figuras epocales del Estado
parece residir el ámbito donde
desarrollar efectivamente la vida-
en-común.
El caso de Sampay, el punto de
partida desde el cual se sostiene
su axiomática comunitaria
5
considera al hombre un ser social
por naturaleza, entendiendo que
el carácter primordial de la vida-
en-común constituye una
dimensión ontológica del ser
humano. Hablamos de un
carácter esencialmente social del
hombre que, si bien en principio
remite a la axiomática aristotélica,
en el caso de Sampay se ahonda
en los fundamentos
coexistenciarios de la filosofía de
Tomás de Aquino. El ser humano
se muestra como un animal
gregario, como un ex-sistente que
en el uso de su razón se reconoce
remitido a la vida-en-común. Es
imposible que pueda
desenvolverse de manera
autosuficiente, sin demandar en el
plano existencial la concurrencia
y el auxilio de los otros.
Interpelación constitutiva de lo
co-existencial que, como se sabe,
y en la reflexión aquiniana adviene
expresión inherente a su
necesidad natural.
la De acuerdo con este horizonte
el axiomático, el Estado tiene como
fin que cada miembro pueda
llegar a su realización individual en
el marco de prosperidad,
bienestar y elevación cultural de
la comunidad y en dirección de
las coordenadas del bien común.
Así, los hombres se encuentran
subordinados al Estado para
alcanzar sus aspiraciones
individuales, en proyección de
una destinación colectiva. Este
Estado es considerado una
unidad de orden o, mejor aún,
una expresión historial que se
 encarna como fuerza regitiva de debe ser dirigida y coordinada
lo común, es decir, como una por el Estado: Pero el Estado, en la
entidad que reúne, regulando y reforma que se propicia, si bien
religando lo común. De acuerdo tiene como fin la perfección y la
con la comprensión tomista felicidad del hombre que vive en
recuperada por Sampay, el sociedad –la suficiencia de vida
Estado tiene como don quebrar la que el aislamiento haría imposible
dispersión de la multitud, lograr–, abandona la neutralidad
interrumpiendo sus aspectos liberal que, repito, es intervención
disociativos y entramando lo a favor del poderoso, y participa,
individual en el plano referencial dentro de la órbita de las
de lo co-existenciario. Tal reunión, funciones que le son propias, en
apuntando hacia el bien común, las cuestiones sociales,
se muestra, a fin de cuentas, recta económicas, culturales, como
y justa en el ejercicio de su poder supletivo e integrador, para
efectividad. afirmar un orden positivo,
restituyendo o asegurando al
Desde tal perspectiva, la hombre la libertad necesaria a su
comunidad no se endereza, perfeccionamiento. (Sampay,
únicamente, a superar las 2013: 92) Dentro de este prisma de
necesidades individuales relativas comprensión, el Estado propio de
a la suficiencia, sino que la sociedad de masas debería
encuentra su finalidad intrínseca y poseer como finalidad intrínseca y
su consumación terrenal en el vivir rasgo distintivo constituirse como
bien, una vida cualificada la organización por excelencia
entendida como camino hacia destinada a la realización plena,
una comunidad en trance de en el ámbito terreno, de la vida
perfección, que halla su colectiva e individual,
fundamentación en un convivir garantizando, a su vez, el acceso
virtuoso y en la accesión a la de sus miembros al bien común.
felicidad común. Temática Siguiendo lo expresado por Perón,
espejada en la lectura de Sampay Sampay entendería que, en su
y que en Tomás de Aquino se carácter ontológico, el Estado es
encarna en la participación de la para el hombre y no el hombre
multitud en la vida virtuosa. para el Estado:

Precisamente, si tal despliegue Ahora bien, llegados a este punto

coexistenciario no debe ser y adentrándonos en el pasado
comprendido, únicamente, en cercano del Siglo XX, podemos
relación a la subsistencia, sino que sostener que el peronismo como
exige incorporar las nociones de expresión de los pueblos
perfección y de felicidad como periféricos en su lucha por la
aspectos indispensables de las autonomía representa una
formas de lo común, tal tarea
6
 concepción alternativa en lo
referido al modelo de Estado.
En la medida en que afinca su
interpretación de lo real desde el
punto de vista de la comunidad y
considera el carácter soberano
del sujeto popular, la axiomática
justicialista va a entender lo
estatal, fundamentalmente, como
un herramental del Pueblo. Como
también hemos señalado en
nuestra obra, esta perspectiva
comunitaria muestra una
accesión singular en el artículo
“Una comunidad organizada”,
publicado en 1951 en el diario
Democracia. Allí Perón señala que
la comunidad organizada debe
ser entendida como una entidad,
que puede ser un pueblo, un
gobierno o el Estado, los cuales se
caracterizan por tener como
finalidad una misión común. De
hecho, ninguna organización
puede realizarse sin prebosquejar
los objetivos centrales comunes
hacia los que se destina su
obramiento mancomunado.
De acuerdo a esta mirada, la
política aparece como un arte de
la convivencia y, en este punto, el
conductor se distanciaría de
quien ejerciese el mando de
manera intransigente y autoritaria,
pues de lo que se trata es de
com-poner voluntades. En el
obramiento político los medios se
van ofreciendo como un plexo de
posibilidades, un abanico de
opciones y, principalmente, una
instancia que siempre refiere a
“otro”, en términos de discordia o
concordia. Estado, gobierno y
7
pueblo deberían desplegarse de
manera coordinada, armónica y
compensada en la consecución
de la misión colectiva de
realización de la patria. El
gobierno comparece como una
dirección común por medio de la
cual se posibilita que cada
individuo se realice a sí mismo y
que, coincidentemente, todos se
realicen en la comunidad. El
Estado tiene que mostrarse
coordinado a la labor llevada
adelante por el gobierno, y debe
desarrollar una colaboración y
cooperación inteligente entre el
pueblo, las instituciones estatales y
el gobierno: El justicialismo
concibe al gobierno como el
órgano de la concepción y
planificación, y por eso es
centralizado; al Estado como
organismo de la ejecución, y por
eso es descentralizado, y al
pueblo como el elemento de
acción, y para ello debe también
estar organizado. (Perón, 2009:
191) Como podemos observar, el
Estado, el gobierno y el pueblo
aparecen abordados no desde
una mirada disgregada y
anquilosa, sino, y más
especialmente, desde el horizonte
mismo ofrecido por su
interrelación. Este aspecto, si bien
encuentra remisiones con el
carácter orgánico de la política
propia del peronismo, al mismo
tiempo emerge como una
instancia capaz de reconducir, de
manera resignificante, la noción
de soberanía en su modalidad
estatal. Aquí, la imagen de un
Estado soberano, identificado con
 la sustancia y condensado en la
imagen más tradicional del
Leviatán hobbesiano, deja su
lugar en pos de una comprensión
que piensa el ente estatal desde
la estructura de la relación.
En su tan difundido artículo “La
emergencia viral y la sociedad del
mañana” Byung Chul Hang ha
marcado como uno de los rasgos
que emergen en esta nueva
realidad es la aparición de la
negatividad. Con esto quiere
significar que lo que había
caracterizado a la sociedad de
las últimas décadas vinculado a
una ausencia de resistencias, se
desarmar con la pandemia y
ahora lo político reconoce la
noción de alteridad a partir de la
amenaza del virus: La
globalización suprime todos estos
umbrales inmunitarios para dar vía
libre al capital. Incluso la
promiscuidad y la permisividad
generalizadas, que hoy se
propagan por todos los ámbitos
vitales, eliminan la negatividad del
desconocido o del enemigo. Los
peligros no acechan hoy desde la
negatividad del enemigo, sino
desde el exceso de positividad,
que se expresa como exceso de
rendimiento, exceso de
producción y exceso de
comunicación. La negatividad del
enemigo no tiene cabida en
nuestra sociedad ilimitadamente
permisiva. …Pues bien, en medio
de esta sociedad tan debilitada
inmunológicamente a causa del
capitalismo global irrumpe de
pronto el virus. Llenos de pánico,
8
volvemos a erigir umbrales
inmunológicos y a cerrar fronteras.
El enemigo ha vuelto. Ya no
guerreamos contra nosotros
mismos, sino contra el enemigo
invisible que viene de fuera.” (La
emergencia del virus y la
sociedad del mañana).
Precisamente, la aparición de la
alteridad, en los términos de un
antagonismo que convoca a
todas las fuerzas de la comunidad
a combatirlo, conduce
(nuevamente) al problema de la
pandemia hacia una axiomática
de la movilización plenaria de las
fuerzas de una sociedad. En este
punto, podemos decir que, la
forma en que se despliega lo viral,
su expansión física y simbólica, la
manera en que irradia las
discursividad cotidiana a una
retórica de la guerra. La guerra se
manifiesta como amenaza y
como lógica agonística inherente
a un periodo determinado, en
suma como factor que debe ser
abordado integralmente por el
ámbito estatal.
Ahora bien, pensando más allá
del virus, -es decir considerando la
superación y su “más allá” - la
excepcionalidad de la situación
futura nos conmina a considerar
elementos hipotéticos y
potenciales de una política
porvenir. 1) En primer lugar,
creemos que en el nuevo
paradigma emergente se va a
imponer la necesidad de la
interrelación de cada uno de los
actores sociales, entendiendo que
 sólo en la mutua interacción se
construye un imaginario
estratégico nacional. Lo
comunitario se constituiría en
arquetipo sobre el que se asienta
lo democrático. 2) Por encima de
cualquier discurso agonístico, o de
cualquier “metáfora” perdida
sobre la guerra, la analogía
médica o la retórica
economicista, va a ser
únicamente la política -en sentido
ampliado- con su lógica inherente
la que construirá el marco sobre
que se asiente todo modelo
comunitario porvenir. 3) como
consecuencia de lo anterior, en la
medida en que la política
determina el objetivo político del
país, su despliegue convoca la
actividad de un pensamiento
estratégico que se desenvuelva
por encima de consideraciones
meramente fragmentarias 4)
Frente a un imaginario colectivo
que posiblemente comience a
darle cierto valor al aislacionismo,
a la construcción de fronteras o
de límites de todo tipo, resulta
imprescindible recuperar el ideal
de unidad latinoamericano como
forma de afrontar en modo
coordinado, estratégico y fuera de esa figura histórica, todo
continental los problemas
(pos)globales y sus consecuencias
futuras 5) La consolidación de un
nuevo paradigma en que prime la
integralidad de la política y de su
carácter estratégico va a tornar
ineludible la reconstrucción del
federalismo como representación
orgánica de lo comunitario
nacional en el contexto de la
interacción total. 6) Por último, la
9
necesidad de reconstruir la
morfología del Estado,
demandará la presencia de
nuevos actores y en ese sentido
debemos preguntarnos cuánto
tiempo más los sindicatos, las
universidades y las organizaciones
libres del pueblo - que han dado
respuestas efectivas, eficientes y
comunitarias en las épocas de
requerimiento social- van a estar
por fuera de un Estado que
requerirá una nueva estructura
orgánica, funcional y de sentido.
En el pensamiento de Perón toda
historia, remitía a una lógica
inherente, que determinaba lo
que llamaba Evolución. El
movimiento de los pueblos y de
sus formas de organización eran el
reflejo consciente de una época,
eran el signo que abría historia,
frente a las fuerzas de la
conservación compuestas por un
principio oligárquico y
segregativo. Las comunidades
encarnaban la imagen de cada
período singular. Así, - en estos
momentos de desencanto social-,
debemos decir, que para el líder
argentino, todo lo que quedaba
lo que resultaba ajeno a esa
dialéctica de los pueblos, era, en
cierto modo “sin-mundo”,
mientras que todo lo que
representaba al pueblo en su
acaecer temporal era historia,
sentido, futuridad y, en última
instancia, por-venir del mundo.
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