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Resumen
Es a finales de la década de 1960 que se despierta el interés erudito por la historia del feminismo,
pero no fue sino hasta 1972-1973, que se pudo disponer de estudios académicos en una cantidad
apreciable dedicados a los movimientos de emancipación de las mujeres en el pasado.
Primer período, fue el de la lucha por el sufragio: sufragismo, lucha meritoria, sin duda, pero el
hecho que las mujeres alcanzaran el voto, apenas alteró las barreras sociales y políticas: la
subordinación de las mujeres continuó.
Segundo periodo, es la lucha por el derecho al trabajo en igualdad de condiciones. Sin embargo, el
avance de la sociedad capitalista y la sucesiva incorporación de las mujeres al trabajo productivo,
lejos de mejorar las condiciones de vida de las mujeres, las ha sometido a una doble y hasta triple
jornada de trabajo. Esto permite concluir que el segundo momento de la lucha por la emancipación
femenina está en crisis.
Tercer periodo, tiene como escenario las universidades europeas y que constituye un parteaguas
que se desenvuelve en las décadas de 1960 y 1970. La mujer ya no es reconocida y legitimada solo
en función de la familia, no obstante, la nueva identidad continúa condenándolas a las dobles y
triples jornadas.
Para analizar la historia y evolución del movimiento feminista ha sido útil la dicotomía: feminismo
burgués y feminismo revolucionario. Feminismo burgués se desarrolló en el siglo XIX; es burgués
debido a la extracción de clase de sus integrantes y al tipo de demandas y reivindicaciones que
sostuvieron, las que pretendían abrir espacios para las mujeres en el marco de la sociedad
burguesa. Calificamos, de la misma manera, a todos los feminismos históricamente posteriores que
buscaron el reconocimiento de las mujeres en el seno de la sociedad capitalista. Contrario a lo
anterior, es feminismo revolucionario el que vincula la liberación de las mujeres a la liberación de
todos los oprimidos y explotados sin diferencia de género, y plantea demandas de reestructuración
global de la sociedad.
En el feminismo revolucionario
Primero momento: sindicalismo. Sindicatos impulsados por mujeres de clase media. Significó el
intento de unir al movimiento feminista de corte burgués con las aspiraciones de la clase obrera.
Casi todos fueron de existencia transitoria. Pero la cooperación entre las feministas burguesas y las
trabajadoras no logró vencer las barreras de clase; las obreras se convirtieron, poco a poco, al
socialismo.
La expresión feminista forma parte no solo de la modernización del Estado, sino de la realización de
los principios que fundaron al Estado moderno, dentro de los que están la libertad y la igualdad, así
como para observar cómo estos ideales han sido reivindicados tanto dentro de las luchas burguesas
como socialistas, sirviendo para ensanchar el ámbito de libertades y derechos garantizados por el
imperio de la Ley.
Otras características de los Estados contemporáneos es la importancia que se ha dado no solo a las
mujeres, sino a las organizaciones no gubernamentales (ONG) como forma de expresión de la
sociedad civil.
Hoy, se cuestionan las formas de ejercicio de la autoridad, del poder, de la distribución de las
riquezas, de las ideas sobre el bienestar, entre otros. Aunque estos problemas de legitimación se
presentan, especialmente, en las sociedades más desarrolladas y con los niveles más altos de
bienestar, en las sociedades en vías de desarrollo se busca también, reivindicar la democracia y se
lucha por espacios de participación tanto para mujeres como para la sociedad civil.