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No debe confundirse con Guerra de sucesión castellana.
Guerra de sucesión española
Fecha
Julio de 1701 - julio de 1715
Lugar
Europa occidental, Norte de África y América1
Casus belli
Subida al trono español de Felipe de Borbón conservando derecho al francés.
Interés anglo-austro-neerlandés (Tratado de La Haya) de repartirse los territorios
españoles y derrotar a Luis XIV de Francia.
Derechos sucesorios del archiduque Carlos.
Resultado
Tratado de Utrecht, Tratado de Rastatt y Tratado de Baden
Consecuencias
Felipe V es reconocido como rey de España, sin derecho al trono francés.
Gran Bretaña se convierte en la potencia hegemónica de Europa en detrimento de
Francia y España y adquiere el derecho de asiento.
Comienzo de la decadencia de la monarquía francesa.
Cambios territoriales
España cede Menorca y Gibraltar a Gran Bretaña, Sicilia a Saboya y los Países Bajos
Españoles, Nápoles, Milán y Cerdeña a Austria.
Francia cede zonas de Canadá a Gran Bretaña y consigue Landau in der Pfalz y
Barcelonette.
Beligerantes
Borbónicos:
España fiel a Felipe V
Francia
Baviera (hasta 1704)
Colonia
Mantua
Portugal (hasta 1703)
Saboya (hasta 1703)
Austracistas:
España fiel al archiduque Carlos
Sacro Imperio Romano Germánico
Austria
Prusia
Hanóver
Provincias Unidas
Gran Bretaña
(unión de reinos en 1707)
Inglaterra
Escocia
Portugal (desde 1703)
Saboya (desde 1703)
Dinamarca (cuerpo auxiliar)
Figuras políticas
Felipe V
Luis XIV
Maximiliano II
Carlos III
Archiduque Carlos
Leopoldo I
José I
Ana I
Víctor Amadeo II
Comandantes
Marqués de Villadarias
Duque de Berwick
Cardenal Belluga
Marqués de Bay
Duque de Vendôme
Duque de Villars
Conde de Tessé
Duque de Villeroy
Duque de Boufflers
Rafael Casanova
Basset y Ramos
Margrave de Baden-Baden
Príncipe de Hesse-Darmstadt
Conde de Starhember
Príncipe de Saboya
Duque de Marlborough
George Rooke
Marqués de Ruvigny
Anthonie Heinsius
Señor de Overkirk
Conde de Albemarle
Marqués de Minas
Fuerzas en combate
30 0002
350 0002
32 0002
(Soldados movilizados al tiempo. No se incluyen todos los beligerantes)
100 0002
75 0002
130 0002
(Soldados movilizados al tiempo. No se incluyen todos los beligerantes)
Bajas
10 000-12 000 muertos en combate2
115 000-140 000 muertos en combate2
4000-5000 muertos en combate2
35 000-40 000 muertos en combate2
24 000-30 000 muertos en combate2
40 000-52 000 muertos en combate2
Probablemente entre 400 000 y 700 000 muertos (100 000 a 200 000 civiles), solo 228
000 a 274 000 caídos en combate, la mayoría por enfermedades y heridas.23 Otras
fuentes elevan la cifra a 1 251 000 muertos, cerca de medio millón en Francia,
muchos de ellos por enfermedad.4
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Índice
1
Situación política previa
1.1
Los tratados de partición de los territorios de la «monarquía católica» de Carlos
II
1.2
El testamento de Carlos II
1.3
La aceptación del testamento por Luis XIV y la ruptura del Segundo Tratado de
Partición
2
Felipe V ocupa el trono
2.1
El nacimiento de la Gran Alianza antiborbónica
3
El comienzo de la guerra (1701-1705)
3.1
Primeras acciones bélicas
3.2
Los aliados llevan la guerra a la península
3.3
La sublevación austracista del Principado de Cataluña y del Reino de Valencia
4
La guerra se alarga (1706-1710)
4.1
El archiduque Carlos proclamado Carlos III de España
4.2
La batalla de Almansa y el fin de los reinos de Valencia y de Aragón
4.3
La ruptura de 1709 entre Felipe V y Luis XIV
4.4
1710, el año decisivo para Felipe V
5
El final del conflicto (1711-1714)
5.1
Hacia la paz de Utrecht
5.2
El Tratado de Utrecht
5.3
El Principado de Cataluña sigue resistiendo (1713-1714)
5.3.1
La batalla del 11 de septiembre de 1714
5.4
El fin del Principado de Cataluña
5.5
Toma de Mallorca
6
Consecuencias
6.1
La represión borbónica y el exilio austracista
6.2
La política «revisionista» de Felipe V y el Tratado de Viena de 1725
7
Conclusiones
8
Véase también
9
Notas
10
Referencias
11
Bibliografía
12
Enlaces externos
Situación política previa[editar]
Los tratados de partición de los territorios de la «monarquía católica» de Carlos
II[editar]
Alegoría del reconocimiento del duque de Anjou como rey de España, por Henri
Antoine de Favanne (1704).
En el testamento Carlos II establecía dos normas de gran importancia y que el
futuro Felipe V no cumpliría. La primera era el encargo expreso a sus sucesores de
que mantuvieran «los mismos tribunales y formas de gobierno» de su Monarquía y de
que «muy especialmente guarden las leyes y fueros de mis reinos, en que todo su
gobierno se administre por naturales de ellos, sin dispensar en esto por ninguna
causa; pues además del derecho que para esto tienen los mismos reinos, se han
hallado sumos inconvenientes en lo contrario». Así decía que la «posesión» de «mis
Reinos y señoríos» por Felipe de Anjou y el reconocimiento por «mis súbditos y
vasallos...» [como] «su rey y señor natural» debía ir precedida por «el juramento
que debe hacer de observar las leyes, fueros y costumbres de dichos mis Reinos y
señoríos», además de que en el resto del testamento se incluían nueve referencias
directas más al respeto de las «leyes, fueros, constituciones y costumbres». Según
Joaquim Albareda, todo esto manifiesta la voluntad de Carlos II de «asegurar la
conservación de la vieja planta política de la monarquía frente a previsibles
mutaciones que pudieran acontecer, de la mano de Felipe V». La segunda norma era
que Felipe debía renunciar a la sucesión de Francia, para que «se mantenga siempre
desunida esta monarquía de la corona de Francia».19
En conclusión, la elección de Felipe de Anjou se debió a que el gobierno español
tenía como prioridad principal la conservación de la unidad de los territorios del
Imperio español, y Luis XIV de Francia era en ese momento el monarca con mayor
poder de Europa y, por ello, prácticamente el único capaz de poder llevar a cabo
dicha tarea.
La aceptación del testamento por Luis XIV y la ruptura del Segundo Tratado de
Partición[editar]
El 1 de noviembre de 1700 se produjo la muerte de Carlos II —tres días antes había
nombrado una Junta de Gobierno al frente de la cual había situado al cardenal
Portocarrero—. El 9 de noviembre se confirmaba en Versalles que Carlos II había
nombrado como su sucesor al segundo hijo del delfín de Francia, Felipe de Anjou, lo
que abrió un debate entre los consejeros de Luis XIV ya que la aceptación del
testamento supondría la ruptura del Segundo Tratado de Partición suscrito en marzo
con el Reino de Inglaterra y con las Provincias Unidas. El embajador francés en
Londres relató la duda de Luis XIV: «se sentía contento por la reunión de las dos
monarquías, pero preveía que ello podía conducir a una guerra que se había
propuesto evitar».20
John Churchill, I duque de Marlborough, por Adriaen van der Werff (1704).
Estimulado por su abuelo, en 1702 Felipe V desembarcó cerca de Nápoles pacificando
el Reino de las Dos Sicilias en un mes, tras lo cual reembarcó hacia Finale. De ahí
fue a Milán, siendo recibido con entusiasmo también allí e incorporándose a
comienzos de julio al ejército del duque de Vendôme cerca del río Po. La primera
batalla tuvo lugar en Santa Vittoria y supuso la destrucción del ejército del
general Visconti por las tropas franco-españolas, a la que siguió un sangriento
intento de desquite en la batalla de Luzzara. Su comportamiento en estas batallas
fue brillante, rayando lo temerario. Sumido en un nuevo acceso de su enfermiza
melancolía, se reembarcó y regresó a España, pasando por Cataluña y Aragón y
haciendo entrada triunfal en Madrid el 13 de enero de 1703. A su regreso le
esperaban las malas noticias de que la Dieta imperial le había declarado la guerra
a él y a su abuelo como usurpadores del trono español. El ejército del duque de
Borgoña tuvo que retirarse ante la superioridad del duque de Marlborough
(protagonista de la canción infantil Mambrú se fue a la guerra), perdiéndose
Raisenwertz, Venlo, Ruremunda, Senenverth, Maseich, Lieja y Landau en Alsacia.
Contrarrestaron un poco esto los éxitos del elector de Baviera (aliado de la causa
borbónica) tomando Ulm y Memmingen.
Los aliados llevan la guerra a la península[editar]
Una de las principales preocupaciones de los aliados era conseguir una base naval
en el Mediterráneo para las flotas inglesa y holandesa. Su primera tentativa fue
tomar Cádiz en agosto de 1702, pero fracasó.40 En la batalla de Cádiz un ejército
aliado de 14 000 hombres desembarcó cerca de esa ciudad en un momento en que no
había casi tropas en España. Se reunieron a toda prisa, recurriéndose incluso a
fondos privados de la esposa de Felipe V, la reina María Luisa Gabriela de Saboya
(que en el futuro sería conocida afectuosamente por los castellanos como «la
Saboyana»), y del cardenal Luis Fernández Portocarrero. Sorprendentemente este
ejército aliado fue rechazado, triunfando la defensa española.
Retrato del archiduque Carlos ante el puerto de Barcelona, óleo de Frans van
Stampart, Museo de Historia del Arte de Viena.
Tras la rendición de Barcelona, Felipe V intentó recuperar la capital del
Principado de Cataluña y un ejército borbónico integrado por 18 000 hombres a las
órdenes del duque de Noailles y del mariscal Tessé inició el sitio de Barcelona de
1706 el 3 de abril, mientras el propio Felipe V se instalaba en Sarriá. A finales
de abril los borbónicos ya controlaban el castillo de Montjuic desde donde
prepararon el asalto a la ciudad. Pero el 8 de mayo llegaba a Barcelona una flota
anglo-holandesa compuesta por 56 barcos y con más de 10 000 hombres a bordo al
mando del almirante John Leake, lo que obligó a retirarse a los borbónicos. Felipe
V cruzó la frontera francesa volviendo a entrar de nuevo en España por Pamplona.54
Al partir de Madrid Felipe V dejó casi desguarnecido el frente portugués, por lo
que casi al mismo tiempo que llegó a Barcelona la escuadra aliada, un ejército
anglo-portugués tomaba Badajoz y Plasencia y avanzaba sobre Madrid por los valles
del Duero y del Tajo. Los aliados tomaron en mayo Ciudad Rodrigo y Salamanca, lo
que forzó al rey y a la reina a abandonar Madrid y trasladarse a Burgos con la
corte. El almirante de la escuadra borbónica, marqués de Santa Cruz, se pasaba al
bando austriaco. Zaragoza proclamaba a Carlos III, quedando en Aragón solo Tarazona
y Jaca leales a la causa borbónica. Carlos III dejó Barcelona y el 27 de junio de
1706 tuvo lugar la primera entrada en Madrid del archiduque Carlos,55 siendo
recibido con una frialdad que sorprendió al propio Carlos. En Madrid fue proclamado
el 2 de julio como Carlos III rey de España pero a finales de ese mismo mes
abandonaba la capital con destino a Valencia debido a la falta de apoyos que había
encontrado —solo unos pocos nobles le habían jurado obediencia— y a los problemas
de abastecimiento de las tropas aliadas. Felipe V volvió a entrar en Madrid el 4 de
octubre ante el clamor popular, mientras el duque de Berwick junto con el obispo
Luis Antonio de Belluga y Moncada y «cuerpos francos» (precursores de las
guerrillas) reconquistaban Elche, Orihuela y Cartagena, capturando 12 000
prisioneros. Por contra, el mismo día en que Felipe V volvía a ocupar el trono en
Madrid, se proclamaba en el Reino de Mallorca al archiduque como su rey tras la
toma austracista de Mallorca. El 10 de octubre Carlos III el archiduque juraba en
Valencia los Fueros y quedaba asimismo consagrado como monarca del Reino de
Valencia.
En el resto de los frentes europeos los borbónicos eran derrotados en la batalla de
Ramillies, en mayo de 1706, y 15 000 soldados eran hechos prisioneros, con lo cual
el ya duque de Marlborough tomaba casi todos los Países Bajos españoles, incluyendo
Bruselas, Brujas, Lovaina, Ostende, Gante y Malinas; y en Italia se levantaba el
asedio de Turín, la capital de Saboya, lo cual permitía al duque de Saboya tomar
Milán el 26 de septiembre y Eugenio de Saboya conquistaba para el archiduque Carlos
el Reino de Nápoles.
La batalla de Almansa y el fin de los reinos de Valencia y de Aragón[editar]
Batalla que se dio en los campos de Almansa por las armas de las dos coronas,
contra las de los portugueses, ingleses y olandeses (sic) el día 25 de abril de
1707, óleo de Buonaventura Ligli y Filippo Pallotta (topógrafo), 1709, Museo del
Prado.
El 25 de abril de 1707 un ejército aliado anglo-luso-holandés presentó batalla a
las tropas borbónicas en la llanura de Almansa sin conocimiento de los importantes
refuerzos que estos últimos habían recibido. Así, la victoria borbónica en la
batalla de Almansa fue muy importante, pero no decisiva para el final de la guerra.