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La mecánica newtoniana o mecánica vectorial es una formulación específica de

la mecánica clásica que estudia el movimiento de partículas y sólidos en un espacio


euclídeo tridimensional. Los cuerpos tienen velocidad inicial básica de la misma se hace
en sistemas de referencia inerciales donde las ecuaciones básicas del movimiento se
reducen a las leyes de Newton, en honor a Isaac Newton, quien hizo contribuciones
fundamentales a esta teoría.
La mecánica es la parte de la física que estudia el movimiento. Se subdivide en:
 Estática, que trata sobre las fuerzas en equilibrio mecánico.
 Cinemática, que estudia el movimiento sin tener en cuenta las causas que lo
producen.
 Dinámica, que estudia los movimientos y las causas que los producen
(fuerza y energía).
La mecánica newtoniana es adecuada para describir eventos físicos de la experiencia diaria,
es decir, a eventos que suceden a velocidades muchísimo menores que la velocidad de la
luz y tienen escala macroscópica. En el caso de sistemas con velocidades próximas a la
velocidad de la luz debemos acudir a la mecánica relativista.
Entonces el gobierno español decidió invadir el sultanato de Marruecos con el pretexto del
«ultraje inferido al pabellón español por las hordas salvajes» cercanas a Ceuta. Los auténticos
motivos de la expedición colonial, aunque se dijo que se trataba de «rehacerse en sus fértiles
comarcas de nuestras pérdidas coloniales» fueron de orden interno. Por un lado, como señaló
un observador de la época, para acabar con las "intrigas cortesanas" que ponían en peligro al
gobierno -«entonces O'Donnell inventó la guerra de África, guerra injusta porque los infelices
moros daban todas cuantas satisfacciones pedíamos, incluso ahorcar a los pobres diablos
que habían sido la causa del conflicto; pero era preciso distraer a la corte ultramontana con la
guerra contra los infieles, que por su atraso y pobreza se los vencía con facilidad, y de este
modo la gloria militar haría fuerte al gobierno y mataba las intrigas cortesanas»- y acabar con
la amenaza de los pronunciamientos de ciertos jefes militares «buscando derivativos a las
ambiciones militares» en forma de ascensos, condecoraciones y títulos nobiliarios,
con grandeza de España incluida -el propio O'Donnell obtuvo el título de duque de Tetuán-. El
Gobierno español también "vio en aquel conflicto menor la oportunidad de mejorar la imagen
de España en el exterior y de beneficiarse él mismo del clima patriótico que los sucesos de
Ceuta generaron en la sociedad española".
La reacción popular fue unánime y todos los grupos políticos, incluso la mayoría de los
miembros del Partido Democrático, apoyaron sin fisuras la intervención. En Cataluña y el País
Vasco se organizaron centros de reclutamiento de voluntarios para acudir al frente, donde se
inscribieron muchos carlistas, sobre todo procedentes de Navarra, en un proceso de
efervescencia patriótica como no se había dado desde la Guerra de la Independencia.
La ola de patriotismo que se extendió por todo el país, a veces rayando en el racismo
antimarroquí, también fue fomentada por la Iglesia católica cuando alentó a los soldados «a
no volver sin dejar destruido el islamismo, arrasadas las mezquitas y clavada la cruz en todos
los alcázares».5
O'Donnell, hombre de gran prestigio militar, y justo en el momento en el que estaba en plena
expansión su política de ampliación de las bases de apoyo al gobierno de la Unión Liberal,
consciente también que desde la prensa se reclamaba con insistencia una acción decidida
del Ejecutivo, propuso al Congreso de los Diputados la declaración de guerra a Marruecos el
22 de octubre, tras recibir el beneplácito de los gobiernos francés e inglés, a pesar de las
reticencias de este último por el control de la zona del estrecho de Gibraltar.

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