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EXPOSICIÓN EL TSTIGO

(CLAUSTRO SAN AGUSTÍN)

Metodología de la investigación

Mariana Ossa Villamizar


Paula Molina Ángel
Juan Piracoca
Yulied Natalia Pardo Río

11-02 J.M

Silveria Espinosa de Rendón

Bogotá D.
A lo largo de su historia el claustro San Agustín ha reunido exposiciones que nos
han marcado y muchas veces nos han llenado de ese conocimiento que teníamos olvidado,
hace un par de meses el San Agustín o más conocido como museo de la universidad
nacional de Colombia reunió de la mano de Jesús Abad Colorado una serie de fotografías
que nos enseñan la cruda realidad que vivió nuestro país y que hasta hoy no tiene pie de
olvido.

La violencia ha marcado desde años memorables a la nación, épocas


trascendentales donde muchas veces no se conoce el origen y él por qué de su realización,
el testigo de la mano con fotografías nos daban historias y fechas exactas de todo ese dolor
que sintieron muchos, frases como "Quien no ha tenido que despedirse de su familia a las
malas no sabe lo que es el dolor".

Es inevitable observar y no sentir, más de 4 décadas surgiendo en ese conflicto


social donde además de crear más guerra, crea desplazamiento, pobreza, dolor, afecta la
educación los estándares físicos, acaba sueños y sobre todo acaba las esperanzas de las
personas que sueñan con un mañana en paz, la guerra no es una alternativa la paz sí, no
podemos sanar cuando desde las personas que nos gobiernan se encuentran almas sin
corazón que lo único que han hecho es el mal a Colombia, políticos como Álvaro Uribe
Vélez que hicieron de esto una dictadura maquillada con progreso y desmovilización.

La guerra ha sido el refugio de estos ese refugio que los hace mantener en el poder
y esa burla contra nosotros, porque aparte de que el estado nos roba nos roban los sueños,
nos quitan vidas, nos dañas ilusiones, ideologías, corrientes, no somos ni seremos un país
mediocre, seremos violencia, pobreza y guerra si en nuestra política tradicional
encontramos fichas no claras para nuestra estabilidad, acabar con la vida a las malas fue la
rutina que llevo esté país no hasta hace poco donde se firmaron unos diálogos de paz y unos
acuerdos que serían respetados por personas que reconocen el sentido común.

Entregar las armas fue nuestro primer paso pero como de costumbre en Colombia
arrebatan hasta las cosas buenas, arrebatan el dolor de las personas que enfrentaron
masacres, aquellas personas declarar su conformidad con ese proceso de paz pero aquellas
que lo irrespetan son esas mismas que nos afirman una y otra vez que su poder está a manos
de eso, de la guerra y el conflicto armado.

Desde el campo rural hasta el Urbano ha sido afectado de una y mil maneras,
ninguna muestra de violencia se debe omitir porque el dolor ajeno es tan importante como
el nuestro, somos una nación, un país dividido que es culpable de nuestra desgracia, porque
desde el Choco hasta Bogotá se vivió en carne propia el conflicto armado, ese proceso
social que degrada al ser humano a sus derechos y a su libertad.

El conflicto armado en Colombia ha sido el pan de muchos y el sustento para


mantenerse en ese poder nulo, terrorífico e incapaz, veíamos fotografías que resaltaban
masacres como la de Bojayá, la del salado, unión patriótica, operación orión y entre otras,
aunque si bien es cierto que todas marcaron una en especifica llamó nuestra atención y es
resaltar el caso de la unión patriótica, la historia del fracaso más sangriento en Colombia.
Una historia sin fin para muchos y un historial que nadie quiere recordar, a veces
porque no eran parte de sus prototipos o simplemente no pertenecían a sus intereses, hace
29 años a eso de los años 1984 y 2003, los integrantes de un partido político nacido de un
proceso de paz, la unión patriótica, fueron perseguidos, masacrados, exterminados
totalmente donde no quedara rastro alguno, fue la campaña política más terrorífica de
Colombia.

Muchos se preguntaran que estos actos no son nada novedosos en nuestra nación
puesto que al final todo se ha hecho tras una cortina de humo que lo único que crea es
intereses para el público y agradecimientos para quienes hacen el daño realmente, la unión
patriótica fue un acto de desmovilización, dejaban las armas y se insertaban en el mundo
público y político, pero no es un secreto que en la mente de estas personas insertaron un
engaño que al final iba a acabar con sus vidas y sus cuerpos no tendrían recuerdo alguno.

Lo otro que nadie sabe exactamente es cuántas personas vinculadas a la UP (y a los


partidos A Luchar y Frente Popular) murieron asesinados o fueron desaparecidos en esa
campaña de exterminio, aunque lo que sí se sabe es la otra cifra aterradora: cero. Nunca
nadie fue encarcelado ni condenado por esos hechos, a pesar de que los hermanos Fidel y
Carlos Castaño hubieran sido condenados como personas ausentes por la muerte de una
persona, el candidato presidencial Bernardo Jaramillo Ossa, delito que el segundo de ellos
siempre negó.

La Unión Patriótica fue el resultado de los primeros acuerdos suscritos entre el


gobierno (conservador) de Belisario Betancur y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), en un proceso de negociación que se conoció como los acuerdos de La
Uribe -municipio del Meta-, sede histórica de la guerrilla que entonces comandaban
militarmente Manuel Marulanda Vélez (Pedro Antonio Marín) y políticamente Jacobo
Arenas (Luis Alberto Morantes Jaimes). El primero era el líder de la guerrilla campesina
liberal que, en 1964, se había levantado en armas contra el Estado como las autodefensas
campesinas del Pato y Marquetalia -entonces departamento del Huila, hoy Caquetá- y el
segundo era el comandante político que había llegado a la insurgencia como delegado del
Partido Comunista Colombiano (PCC) cuando la guerrilla adoptó los lineamientos
ideológicos de este partido, entonces en la clandestinidad. (Gomez, 2016, P.1)

Inicialmente la union patriotica nació como un mecanismo para ensayar una nueva
postura politica, pero termino siendo una de las massacres mas grandes que ha tenido
Colombia sin resaltar que no sabemos la cantidad exacta ni como sucedio.

La UP no era un proyecto histórico, sino un mecanismo que serviría para que los
guerrilleros de las FARC entraran a la vida política y se formó a partir de convergencias y
alianzas con dirigentes y militantes del PCC, de organizaciones sociales y en zonas como
Urabá, de la participación de dirigentes sindicales y de políticos de los partidos liberal y
conservador. Debía ser un mecanismo de transición mientras los acuerdos, casi tan
avanzados como los del gobierno de Juan Manuel Santos en La Habana, se ponían en
práctica.
Bibliografía
Octavio Gomez, (2016).Historia del fracaso más sangriento en Colombia. Bogotá:
Colombia Plural.

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