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EUDEBA 1975
Capítulo Primero
Aproximación Teórica
2
y admitir al mismo tiempo que, para explicarlo y comprenderlo, conviene referirse a
leyes que su comportamiento actualiza hic et nunc; supuesto que el individuo exprese
siempre, en su conducta singular, relaciones de comportamiento que pueden ser
generalizadas y que, en estas condiciones, se deba conducir principalmente los
esfuerzos hacia el descubrimiento de leyes, no es menos cierto que la ciencia así
adquirida sólo encuentra su justificación definitiva cuando sirve para aclarar las razones
de ser de tal conducta en tal individuo. Por lo demás, si nos atuviésemos estrictamente a
la fórmula aristotélica, no podría existir ciencia histórica alguna, se trate ya de geofísica
o de historia humana, pues toda relación de causación histórica es, evidentemente,
singular: los acontecimientos nunca se dan dos veces de la misma manera, aunque
pueda existir un determinismo subyacente, aunque pueda haber leyes en la historia. Del
mismo modo, ¿ha sido alguna vez el estudio de las leyes psicológicas preparación
suficiente para comprender al prójimo? Si estas leyes poseen alguna expresión, ésta se
halla en el individuo, y sólo en él.
1
Psicología de la configuración, de la estructura o de la forma. (N. del T.)
3
III. Por consiguiente, la pregunta fundamental que se plantea al psicólogo es la
siguiente: ¿cómo es posible una individualidad? Si se conviene en utilizar el concepto
de personalidad para designar esta individualidad psicológica, la pregunta implica una
multitud de otras: ¿cómo explicar y comprender tal personalidad? ¿Qué determinismos
rigen su formación, estructuración y evolución?
Se sobrentiende que el contenido real del concepto de 'personalidad' -que utilizaremos
de esta manera en lo sucesivo- sólo puede aparecer a medida que se responda a estas
preguntas. Es difícil anticipar una definición que no sea puramente formal. Pero es
necesario, por lo menos, destacar aquello que la personalidad no es.
La noción de personalidad, en tanto que individualidad psicológica, no significa aquí
la influencia ejercida por un individuo sobre otro ("tiene una personalidad notable"):
todos tenemos una personalidad, hasta los más simples y además, el psicólogo no debe
emitir juicios de valor. La personalidad tampoco significa la apariencia de que uno se
reviste ('adoptar' una personalidad): esta apariencia no es sino un aspecto de la
personalidad total, sea como determinante o como resultado. Ni mucho menos significa
el ideal que un individuo puede forjarse de sí mismo ("tratar de cultivar su
personalidad"): sería entonces una abstracción normativa y directriz. Por último, no se
trata, en este caso, de la esencia metafísica e hipotética del ser humano ("la personalidad
del individuo es inviolable, debe ser respetada", etc.): el psicólogo deja en manos del
moralista la noción de persona y no hace ninguna especulación sobre la naturaleza
ontológica del hombre.
En dos palabras, la personalidad no es 'estimulo social' ni personaje ni ficción directriz
ni entidad metafísica. Para lograr una definición formal que no esté demasiado
vinculada con un sistema, nada mejor que referirse a las diversas características que
debe connotar un concepto comprensivo. 1) La personalidad es única, propia de un
individuo; aunque éste tenga rasgos en común con otros; 2) La personalidad no es sólo
una suma, una totalidad de funciones, sino una organización, una integración; a pesar de
que esta integración no siempre se realiza, la noción de centro organizador queda
definida, al menos, por la tendencia integrativa; 3) La personalidad es temporal porque
es siempre la de un individuo que vive históricamente; 4) Por último, sin ser estímulo ni
respuesta, la personalidad se presenta como una variable intermediaria, se afirma como
un estilo a través de la conducta y por medio de ella.
La siguiente definición delimitará suficientemente el objeto que nos ocupa: la
personalidad es la configuración única que toma, en el transcurso de la historia de un
individuo, el conjunto de los sistemas responsables de su conducía. Esta definición
teórica no se aleja, por otro lado, de cierto número de definiciones ya clásicas, como por
ejemplo, la de Allport ( 2 ).
2
Allport, Personality, A Psychological Interpretation, 1937, pág. 48; "La personalidad es la organización
dinámica de los sistemas psicofísicos que determinan los ajustes del individuo al medio circundante." Cf.
también The Nature of Personality, 1950.
4
personalidad, estudio que podríamos llamar con Murray( 3 ), "personología". Distinguir
la personalidad -en sentido estricto- del 'carácter' es, pues, tarea que urge aun a riesgo de
anticiparnos a las justificaciones que lo que sigue traerá por sí mismo.
Por otro lado, cualesquiera sean las ambigüedades terminológicas, la caracterología
y la personología tienen, en concreto, hipótesis de investigación muy diferentes. Para el
caracterólogo, la individualidad está constituida por un conjunto de 'rasgos' -más
fundamentales unos que otros- los cuales, agrupados, constituyen cierto número de
'tipos' a los que puede ser referido todo individuo. El clínico no desconoce la función
integradora de la personalidad, aquello que hace de ella no una suma sino una totalidad.
El caracterólogo tiende a hacer del carácter algo estático, espacial, una especie de
invariante, de estructura fundamental en la que luego se insertará el resto; en pocas
palabras, una 'naturaleza'. El concepto de personalidad, tal como lo emplea la
personología, es, bien sabemos, esencialmente histórico; la personología considera que
la personalidad es historia -nunca integralmente definida ni definitiva- y que el
problema de la `vida personal' no puede resolverse sino dentro de una perspectiva
evolutiva; por esto mismo, tratará de construir un esquema conceptual válido para todo
el transcurso del desarrollo del individuo" (Murray).
Por regla general, el caracterólogo muestra escaso interés por las 'fuentes' del
comportamiento; más bien dedica su atención a las modalidades generales, recurrentes,
de la conducta, que constituyen precisamente los 'rasgos'; el carácter resulta ser entonces
un conjunto de 'expresiones', de elementos periféricos. Por el contrario, con la idea de
personalidad se tiende a considerar los factores dinámicos de la conducta, las
motivaciones, los complejos centrales, vale decir, el aspecto secreto, menos evidente de
la individualidad. En resumen, allí donde la caracterología verá estabilidad, invariantes
de conducta, rasgos, la personología buscará fuentes, historia, integración. Frente al
individuo, la primera trabaja más bien como un retratista; la segunda, como un
historiador. A esto se agregan dos diferencias más.
El caracterólogo, realmente, nunca presta atención a la personalidad-historia; porque
si utiliza el término 'personalidad', lo toma generalmente por sinónimo de carácter, ya
que hace de la personalidad algo estable, que encaja en una tipología, etc. En cambio,
una psicología de la personalidad no ignora necesariamente el carácter: Allport, por
ejemplo, concede cierta importancia a los rasgos, al personaje aparente; Cattell no
subestima el interés de una descripción por medio de los tipos, como complemento del
método biográfico y de los métodos de autoestimación (4 ).
Por otra parte, la divergencia más fundamental entre ambas formas se da al abordar el
problema del acercamiento al individuo. Paradójicamente se puede afirmar que el punto
de vista caracterológico se encuentra más lejos de la elucidación del 'porqué' y del
'cómo' del individuo que el punto de vista personológico. Cuando el caracterólogo, sea
calculando las correlaciones entre los 'rasgos' para establecer los tipos, sea construyendo
sobre propiedades generales una "tipología" estática, determina cierto número de
categorías de carácter, es evidente que se trata de categorías generales, de las
correlaciones que más generalmente existen entre los rasgos.
El problema de la individualidad comienza realmente cuando se quiere introducir un
individuo dentro de tal clasificación; bien sabemos hasta qué punto la operación resulta
difícil y siempre arbitraria. En el fondo, la caracterología -igual que la psicología
general y la psicología diferencial- no se interesa tanto por el individuo en efecto, ¿se
comprende acaso el comportamiento del individúo X porque se lo clasifique en la
categoría de los "coléricos"? Por cierto, no; pues considerar a X un 'colérico' porque
3
H. A. MURRAY, Explorations in Personality, 1938 [ed. fr., 1 9 5 3 ] Introducción.
4
R. B. CATTELL, Personality, 195O [ed. fr., 1956], capítulos 1-IV.
5
monta fácilmente en cólera es destacar en él, precisamente, las características que tiene
en común con todos los coléricos y no considerar aquello que le impide parecerse a otro
colérico: los motivos propios por los cuales 'monta en cólera' -que lo distinguen de
cualquier otro colérico- y la manera singular de vivir sus cóleras. Incluirlo en un tipo
significa, ipso facto, negarse a elucidar su ser colérico, su sistema colérico personal.
Carácter y personalidad son, pues, conceptos lo suficientemente diferentes como para
que la definición de "personalidad" que dimos precedentemente cubra un dominio
preciso de hechos. En lo sucesivo utilizaremos el término carácter para designar
exclusivamente el aspecto expresivo de la personalidad, sin considerarlo una naturaleza
o un centro, como hace Gastón Bcrgcr, cuyo punto de vista representa bastante bien el
de la caracterología clásica ( 5 ). Huelga decir que el término carácter en su acepción
vulgar ("tener carácter") no tiene más valor científico que el término personalidad en
el sentido de 'estímulo social'.
5
G. BERGER , Caractère et personnalité, 1914.
6
KLUCKHOHN y MUR . RAY , Personality in nature, society and culture, 1948.
6
transformaciones de las conductas, las que rigen la solución de los conflictos, etc.)
serían completamente falsas y arbitrarias -vale decir, no serían leyes explicativas de un
momento de una historia individual- si no supusiéramos que una ley 'longitudinal` actúa
al mismo tiempo como condición determinante. Ejemplos de 'doble causalidad' de este
orden serán expuestos más adelante.
Sólo un constante análisis en ambos planos puede resolver la antinomia a que hemos
aludido, antinomia entre el carácter general de una ley y la singularidad del objeto
donde se concreta singularmente la relación causal. No existen dos individualidades
iguales porque una ley psicológica nunca actúa sobre terrenos idénticos, vale decir, en
concomitancia con un mismo complejo de otras leyes. La dialéctica de lo 'transversal' y
de lo 'longitudinal' impide que las leyes que mencionaremos aparezcan fuera de una
personalidad concreta, en la cual la evolución y la estructuración se anuden
progresivamente. Como dice Allport: las leyes sólo presentan interés en la medida en
que nos "dedicamos a coordinarlas en el nudo de la individualidad".
Se aludirá a diversos esquemas teóricos. Cada una de las escuelas que ha estudiado el
problema de la evolución de la personalidad ha elaborado un marco conceptual propio.
Se encontrarán, pues, conceptos behavioristas ( 7 ), que hacen hincapié en el learning( 8 ),
conceptos gestaltistas ( 9 ), cuyo eje es la unidad del 'yo', conceptos psicoanalíticos;
finalmente, conceptos culturalistas. Estos últimos vuelven a situar el individuo en su
marco social real y dan a entender que la personalidad no sólo es historia sino, además,
historia dentro de una historia.
7
Conductistas. (N. del T.)
8
Aprendizaje, término general para designar todo lo relativamente duradero de una respuesta, que se debe a la
experiencia. (N. del T.)
9
Estructuralistas (N. del T.)