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ESTUDIO DE CASO

“ANSIEDAD EN ADULTOS”

PARA EL CURSO DE PSICONEUROINMUNOENDOCRINOLOGIA PNIE

AUTOR:

Lic. Cynthia Cueva Vilchez

PROFESOR:

Dr. Jaime Zavaleta Diaz

1
Chiclayo – Perú 2020

DEDICATORIA

2
A mi madre que sin su apoyo incondicional
No hubiera logrado ser la profesional que
Hoy soy, y siempre ha estado en los
momentos
En que más se la he necesitado

Agradecimiento
A mis compañeros y colegas, que al ver su
progreso profesional, cada día, me inspira a
continuar mis estudios y ser una mejor
profesional para esta sociedad que tanto
A la Universidad Señor de Sipán que gracias necesita profesionales
a su excelente de la salud
currícula mental.
he podido
conocer sobre este curso, del cual desconocía hasta la fecha, abriéndome cada
día más el panorama, sobre esta hermosa carrera profesional

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DECLARATORIA DE AUTENTICIDAD

Yo, CYNTHIA DEL CARMEN CUEVA VILCHEZ Estudiante de la maestria en


psicologia clínica de la USS identificado con DNI 47214869 con el estudio de
caso titulado “Corrección neuropsicológica de la articulación verbal del lenguaje
de una niña con hipoacusia bilateral”

Declaro bajo juramento que:


1. El estudio de caso es de mi autoría
2. He respetado las normas internacionales de citas y referencias para las
fuentes consultadas; por tanto el trabajo no ha sido plagiado ni total ni
parcialmente.
3. El trabajo no ha sido auto plagiado, es decir no ha sido publicada ni
presentada anteriormente para obtener algún grado académico previo o
título profesional.
4. Los datos presentados en los resultados son reales, no han sido falseados,
ni duplicados, ni copiados, y por tanto los resultados que se presentan el
trabajo se constituyeron en aportes a la realidad investigada.

De identificarse la falta de fraude (datos falsos), plagio (información sin citar


autores) autoplagio (investigación propia que ya ha sido publicada), piratería
(uso de información ajena) o falsificación (presentar falsamente las ideas de
otros) asumo las consecuencias y sanciones que en mi acción se deriven,
sometiéndome a la normatividad vigente de la Universidad Cesar Vallejo.

Cynthia Cueva Vilchez


DNI N° 18166017

4
INDICE

Contenido

DEDICATORIA.....................................................................................................2

DECLARATORIA DE AUTENTICIDAD................................................................4

INTRODUCCIÓN..................................................................................................7

CAPÍTULO I: TEORÍAS RELACIONADAS AL TEMA..........................................9

CAPÍTULO II: Modelos y enfoques teóricos.......................................................15

CAPÍTULO III: DISEÑO DE EVALUACIÓN.......................................................21

CAPÍTULO VI: REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS..........................................23

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INTRODUCCIÓN

Debido a la situación actual que estamos viviendo con el tema del COVID19,
vemos muchas muertes diarias y vivimos en fechas de ansiedad que está
cambiando nuestra realidad.

La ansiedad es una sensación muy desagradable; afectando del 15% al 20%


de la población mundial, en algún momento de su vida según expone Joan
Seguí, psiquiatra responsable de la Unidad de Ansiedad de ITA Urgell.
De la variedad de trastornos de ansiedad, tenemos el trastorno de pánico que
consiste en miedo desesperado e intenso de manera recurrente e inesperada
sin un peligro aparente, la persona llega sentir que se está muriendo por lo
tanto es importante mantener la calma, controlar las emociones y cuando pase
estado de pánico todo regresa a la normalidad. Se diagnostica a algo menos de
un 1% de la población. Las mujeres son de dos a tres veces más propensas.
La ansiedad generalizada se da en un porcentaje del 3 al 5% de los adultos  y las
mujeres tienen el doble de probabilidades de presentarla. Consiste en una
preocupación excesiva, la persona que lo padece siente inquietud, fatiga,
irritabilidad, entre otros síntomas.
El estrés post-traumático afecta, por lo menos, al 1% de la población alguna vez
durante su vida, aunque en las personas con mayor riesgo, como los veteranos de
guerra, tiene una mayor incidencia.

Ansiedad, miedo y estrés: ¿son la misma cosa? No. Si bien son términos que a
menudo se utilizan para designar el mismo tipo de reacción, y, por otra parte,
una reacción puede estar englobada dentro de la otra en algunas
circunstancias, significan cosas diferentes. Llamamos estrés a la reacción por
la cual el organismo se coloca en estado de máxima alerta, generando una
serie de modificaciones psicofísicas (tensión muscular, taquicardia, atención
aumentada, aceleración del ritmo respiratorio, etc.) para afrontar diferentes
situaciones de demanda. La reacción suele ser la misma ante diferentes tipos
de estresores (estresores = situaciones capaces de generar estrés). Es un tipo

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de reacción, más o menos primitiva, que compartimos con el resto de los
integrantes del reino animal puesto que generalmente no participan áreas
superiores de la corteza cerebral (que se encuentran solo en el cerebro
humano). Por ejemplo, si una persona está trabajando muchas horas con
intensidad, sometida a una gran presión, es de esperar que con el correr de los
días comience con una serie de síntomas, tales como aceleración de los latidos
del corazón, contracturas musculares, nerviosismo, irritabilidad, dificultades
para concentrarse, trastornos del sueño, etc. Todas esas manifestaciones
ocurren como consecuencias del estrés y, entonces, el sujeto debería tomarse
un descanso (vacaciones), para que, al suspender el estímulo que generó el
estrés (la sobrecarga laboral), el funcionamiento del organismo vuelva a la
normalidad.

El miedo implica, en cambio, además de las manifestaciones corporales, un


conjunto de comportamientos y emociones que se observan y experimentan
cuando un organismo se enfrenta a situaciones de riesgo o amenaza. Es decir,
aparecen cambios orientados a evitar la situación atemorizante o, si no hay
escapatoria, enfrentarla. Por ejemplo, vamos caminando en la noche por una
vereda oscura. Un individuo que camina por la vereda de enfrente cruza hacia
nosotros en actitud sospechosa. El corazón se acelera, la respiración se agita,
quizá experimentemos una sensación de mareo o visión borrosa. Son señales,
síntomas muy similares a los del estrés, provocados en ese contexto por el
miedo, cuya función es que nos demos cuenta de que podríamos estar en
peligro. La ansiedad, por su parte, es un tipo de reacción bastante más
evolucionada, que solo experimentan los humanos, puesto que implica
pensamientos, comportamientos, reacciones fisiológicas y experiencias
emocionales que presenta el hombre ante 14 situaciones de conflicto
(necesidad de tomar decisiones o desarrollar acciones en las que hay más de
una alternativa potencialmente correcta).

Entonces, ¿cómo se podría definir mejor la ansiedad? Es muy difícil dar una
definición de ansiedad que cubra sus diferentes aspectos, pero todos
conocemos muy bien esa sensación que parece una combinación de inquietud,
impaciencia, alarma, incertidumbre y temor, a la que llamamos de ese modo.

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No existe una persona que no la haya experimentado, por ejemplo, al entrar a
una sala para una entrevista laboral o para dar un examen, o ante una señal de
peligro en una calle solitaria por la noche. Sin embargo, lo que es menos
conocido es que sensaciones tales como mareos, visión borrosa,
entumecimiento y hormigueo, sensación de falta de aire que puede derivar en
sensación de ahogo o asfixia, pueden ser también parte de la ansiedad.
¿Es normal sentir ansiedad? Sí. Llamamos ansiedad normal a un conjunto de
emociones y manifestaciones físicas que se presentan cuando nos
enfrentamos (o nos estamos por enfrentar) a situaciones nuevas, o de
exigencia. La “ansiedad normal” nos ayuda a adaptarnos a estas situaciones de
manera tal que podamos obtener la respuesta más adecuada para las mismas.
En este sentido, es beneficiosa, ya que nos permite alcanzar mejor los
objetivos que nos planteamos en la vida. Por ejemplo, frente a una situación de
tener que terminar un trabajo muy importante en un plazo determinado, la
ansiedad normal nos va a permitir estar más alertas, dormir menos horas y
enfocar toda nuestra atención y nuestras energías en nuestra tarea. Sin
embargo, cuando los síntomas ansiosos se vuelven excesivos y difíciles de
controlar, pueden llegar al punto de interferir seriamente en nuestras
actividades diarias (trabajo, vida social, de pareja, etc.). En este caso
estaremos en presencia de un cuadro de “ansiedad patológica”, que puede
requerir tratamiento médico y/o psicológico para su resolución.

CAPÍTULO I: TEORÍAS RELACIONADAS AL TEMA


1. Funciones Fisiológicas

La respuesta fisiológica es la reacción que se produce en el organismo ante los


estímulos estresores. Ante una situación de ansiedad, el cuerpo tiene una serie
de reacciones fisiológicas que suponen la activación del eje hipofisosuprarrenal
y del sistema nervioso vegetativo.

El eje hipofisosuprarrenal (HSP) está compuesto por el hipotálamo, que es una


estructura nerviosa situada en la base del cerebro que actúa de enlace entre el

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sistema endocrino y el sistema nervioso, la hipófisis, una glándula situada
asimismo en la base del cerebro, y las glándulas suprarrenales, que se
encuentran sobre el polo superior de cada uno de los riñones y que están
compuestas por la corteza y la médula.

El sistema nervioso vegetativo (SNV) es el conjunto de estructuras nerviosas


que se encarga de regular el funcionamiento de los órganos internos y controla
algunas de sus funciones de manera involuntaria e inconsciente. Ambos
sistemas producen la liberación de hormonas, sustancias elaboradas en las
glándulas que, transportadas a través de la sangre, excitan, inhiben o regulan
la actividad de los órganos

La ansiedad implica la activación de dos sistemas neuroendocrinos de alerta que


capacitad al organismo para adaptare y reaccionar frente a una amenaza:

 Adrenalina y noradrenalina (corto plazo)


 Cortisol (medio – largo plazo)

Estas sustancias y las vías de neurotransmisión implicadas son las responsables de


la aparición de las múltiples manifestaciones físicas de la ansiedad que son
discretamente más frecuentes en mujeres en proporción 2/1 frente a hombres.

1.1 Sistema Nervioso


En el Sistema Nervioso genera:
- Cefalea, Pérdida de memoria y atención
- Mareo; inestabilidad; Desmayos
- Fatiga, tensión muscular
- Contracturas, dolor lumbar
- Temblor escalofríos, sofocos
- Visión doble, borrosa y tubular

1.1.1 Sistema Nervioso Vegetativo


Este sistema mantiene la homeostasis del organismo. La activación
simpática supone la secreción de catecolaminas, que son:
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- La adrenalina segregada por parte de la médula suprarrenal,
especialmente en casos de ansiedad.
- La noradrenalina segregada por las terminaciones nerviosas
simpáticas, aumentando su concentración principalmente en el estrés
de tipo físico, en situaciones de alto riesgo o de agresividad. Estas
hormonas son las encargadas de poner el cuerpo en estado de alerta
preparándolo para luchar o huir. Son las que permiten enlazar el
fenómeno del estrés con los fenómenos psicofisiológicos de la
emoción. Ambas intervienen en los siguientes procesos:

o Dilatación de las pupilas.


o Dilatación bronquial.
o Movilización de los ácidos grasos, pudiendo dar lugar a un
incremento de lípidos en sangre (posible arterioescierosis).
o Aumento de la coagulación.
o Incremento del rendimiento cardíaco que puede desembocar
en una hipertensión arterial.
o Vasodilatación muscular y vasoconstricción cutánea.
o Reducción de los niveles de estrógenos y testosterona, que
son hormonas que estimulan el desarrollo de las
características sexuales secundarias masculinas.
o Inhibición de la secreción de prolactina, que influye sobre la
glándula mamaria.
o Incremento de la producción de tiroxina, que favorece el
metabolismo energético, la síntesis de proteínas, etc. Vemos
pues que, ante una situación de estrés, existe un compromiso
de todo el organismo.

1.2 Sistema Digestivo


En el sistema digestivo genera
- Diarrea, estreñimiento
- Dolor abdominal, acidez gástrica
- Meterismo, reflujo, gastroesofágico

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- Náuseas y vómitos
- Boca seca, dificultad para tragar

1.3 Sistema Cardiovascular


En el Sistema Cardiovascular genera
- Taquicardia
- Hipertensión
- Palpitaciones
- Angina de pecho

La actividad del sistema nervioso simpático produce un aumento de la frecuencia


cardíaca y de la fuerza de los latidos. Estos cambios son vitales en la preparación
para la actividad ya que aceleran el flujo sanguíneo, aumentando así la llegada de
oxígeno y energía a los tejidos, en particular a los grandes grupos musculares. Para
eso se acelera y fortalece su latido el corazón, para aumentar el aporte a los
músculos de sustancias fundamentales para la acción y defensa. La sangre es
desviada de los lugares donde en ese momento de urgencia no es tan necesaria
(gracias a un estrechamiento de los vasos sanguíneos), hacia las áreas donde más
se Por ejemplo, la sangre disminuye su caudal en la piel y en los dedos. Esto es útil
porque si el organismo es atacado y se produce un corte, es menos probable que
se desangre hasta morir. Es por eso que durante la ansiedad la piel se ve pálida y
se siente fría, los dedos se ponen fríos, y a veces se experimentan
entumecimientos y hormigueos. Por otra parte la sangre se desvía hacia los
músculos grandes, como los bíceps y los cuádriceps, donde más se la necesita para
ayudar al cuerpo a prepararse para la acción. la necesita (gracias a un
ensanchamiento de los vasos sanguíneos).

1.4 Piel
En la piel genera:
- Sudoración
- Piel fría
- Palidez
- Hormigueo, pico
- Eccemas, alopecia, canas

11
1.5 Sistema Respiratorio

En el Sistema Respiratorio genera:


- Aumento frecuencia respiratoria (hiperventilación)
- Sensación de falta de aire
- Tos, rinitis
- Dolor al inspirar
- Opresión en el pecho
-
La hiperventilación es definida como el aumento de la cantidad y profundidad
del número de respiraciones por minuto. Cuando la persona está ansiosa, el
aumento de la frecuencia respiratoria está al servicio de la mayor demanda de
oxígeno por parte de un organismo activado para la acción. Es decir, en un
principio, esta modificación respiratoria es un cambio positivo. Es verdad, sin
embargo, que muchas personas se asustan de esta aceleración respiratoria, y
comienzan a respirar mal, con miedo, en respiraciones cortas. Por eso es tan
importante la reeducación respiratoria en el tratamiento del trastorno de pánico.
La respiración se acelera para conseguir más oxígeno y así ayudarnos en
nuestra reacción de lucha/huida.

Es parte de un mecanismo de defensa y, como tal, no puede provocarnos daño


Para sobrevivir el cuerpo necesita del oxígeno (O2). Cuando respiramos, el O2
entra 41 a los pulmones donde es captado por los glóbulos rojos y transportado
por la circulación hacia todas las células del organismo. Estas lo consumen y
liberan dióxido de carbono (CO2), el cual, a su vez, es llevado a los pulmones,
desde donde se elimina a través de la respiración. El eficiente control de las
reacciones energéticas del cuerpo depende de un adecuado balance entre el
O2 y el CO2. Este equilibrio se mantiene gracias a una correcta frecuencia
respiratoria (entre 10 y 14 respiraciones por minuto). Ante la necesidad de un
mayor gasto de O2 (por ejemplo, durante el ejercicio físico) se produce un
incremento de la frecuencia respiratoria para compensar la situación. O
viceversa, si las necesidades de O2 disminuyen (por ejemplo, durante la
relajación) la cantidad de respiraciones también baja. La respiración, como el

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resto de las funciones corporales, está automáticamente controlada por
mecanismos físicos y químicos, pero tiene la particularidad de poder ser
controlada por la voluntad en determinadas circunstancias.

En personas que sufren ansiedad, tienen una tendencia, por estar en una crisis
o por hábito, al aumento de la frecuencia respiratoria.

El efecto más importante de la hiperventilación es que se elimina demasiado


CO2 (dióxido de carbono). Eso ocasiona una disminución de la acidez normal
de la sangre provocando lo que se conoce como alcalosis metabólica. Estos
acontecimientos son los responsables de la mayoría de las manifestaciones
físicas que ocurren durante la hiperventilación. Uno de los cambios más
importantes es la constricción de vasos sanguíneos a lo largo de todo nuestro
cuerpo, con la consecuente disminución, leve y temporaria, del aporte
sanguíneo al cerebro. Dichos efectos pueden provocar dos amplias categorías
de síntomas:

a) los denominados centrales, producidos por la leve disminución del O2


en algunas partes del cerebro, como mareo, sensación de irrealidad, sensación
de ahogo, visión borrosa, cansancio excesivo;

b) los síntomas periféricos, producidos por la leve disminución del O2 en


otras partes del cuerpo, que generan aumento de la frecuencia cardíaca (para
bombear más sangre y distribuirla en los lugares donde más se necesita, en el
momento del alerta), entumecimiento y hormigueo de extremidades,
acaloramiento, manos frías y húmedas, contracturas musculares. La reducción
de la cantidad de oxígeno es muy leve y absolutamente inofensiva. También es
importante destacar que la hiperventilación puede producir sensación de ahogo
o atragantamiento, cuando en realidad nunca falta el aire. Sienten que falta el
aire, pero no es así, en verdad. Sienten que podríamos asfixiarnos, pero eso no
está ocurriendo ni podría ocurrir jamás a causa de la ansiedad o
hiperventilación.

La hiperventilación también puede ser responsable de una cantidad de


manifestaciones generales. Primero, el acto de respirar en forma exagerada
resulta una tarea bastante exigente desde el punto de vista físico, por lo que
podemos llegar a transpirar y sentir calor o rubor. Segundo, si esta exigencia se

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prolonga en el tiempo, puede provocar cansancio excesivo y llevar al
agotamiento. En tercer lugar, como en estos casos tendemos a respirar más
con el tórax que con el diafragma, los músculos torácicos se agotan y se tornan
tensos, lo cual puede generar dolor en el pecho, suspiros o bostezos. Estos
hábitos pueden ser considerados una forma de hiperventilación ya que los
suspiros o bostezos reiterados “eliminan” súbitamente una importante cantidad
de CO2. En consecuencia, para combatir el problema es importante que
estemos atentos a los suspiros o bostezos y que tratemos de suprimirlos. En
muchos casos la hiperventilación puede no ser evidente ni para uno mismo,
debido a la costumbre después de largos períodos con este hábito.

1.6 Genitourinario
- Inapetencia Sexual
- Eyaculación precoz, impotencia, frigidez
- Micción frecuente y escasa
- Dolor al orinar

CAPÍTULO II: Modelos y enfoques teóricos

El TAG fue introducido por primera vez en 1980 en la tercera edición del
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III, por sus
iniciales en inglés) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus

14
siglas en inglés).

Las personas que padecen de un trastorno de ansiedad generalizada (TAG)


viven excesivamente preocupadas. Los motivos de su preocupación son
aquellos comunes de la vida cotidiana: la salud propia o de la familia, el futuro,
la economía, el rendimiento laboral, lograr cumplir a tiempo con diversas
obligaciones, llegar en horario a las citas, o incluso cuestiones de menor
importancia, como un desperfecto en la casa o el auto. La característica
principal es que el estado de preocupación es tan intenso, persistente e
incontrolable que altera nuestra vida cotidiana y la de quienes nos rodean.
Cuando se sufre un estado de tensión de esa naturaleza es muy común que
se produzcan contracturas musculares (cuello, mandíbula, espalda), que nos
resulte difícil mantener la concentración, que estemos impacientes e irritables.
Además, se duerme mal, con sueño liviano, y muchas veces se despiertan con
dolor de mandíbula por haber dormido con los dientes apretados.

Como es lógico suponer, cualquiera puede presentar, en algún momento de su


vida, un estado de mucha preocupación como el que acabamos de describir, y
eso no significa que esté sufriendo esta patología. Se trata de un TAG cuando
ocurre sin 59 causas externas suficientes y, además, se mantiene de manera
más o menos permanente a lo largo de por lo menos seis meses.

Tal como muestra el caso anterior, dos de los componentes nucleares del TAG
son la ansiedad y preocupación excesivas, persistentes y difíciles de controlar
sobre una serie de áreas o temas, tales como la salud, la familia, los amigos, el
trabajo, la escuela, la economía y otras cuestiones de la vida cotidiana. Lo
usual es que haya más de dos áreas de preocupación y que estas puedan ir
cambiando. Que la preocupación y la ansiedad se consideren excesivas
significa que su intensidad, duración o frecuencia son desproporcionadas con
relación a la probabilidad o impacto real de aquello que se teme. En cuanto a la
persistencia, es muy frecuente que la preocupación y la ansiedad excesivas
aparezcan varios días a la semana e incluso todos los días, y que pueden durar
varias horas de media. Además, las personas afectadas perciben que les es
muy difícil controlar sus preocupaciones y su ansiedad. En consecuencia con lo
que se acaba de decir, las preocupaciones en el TAG son diferentes de las
15
preocupaciones que cualquier persona tiene en su vida diaria. Estas últimas no
son excesivas o desproporcionadas, son mucho menos frecuentes, duraderas
e intensas, son más fáciles de controlar, tienen que ver con un menor número
de temas o situaciones, generan mucho menos malestar emocional y síntomas
físicos, y no producen deterioro en áreas importantes del funcionamiento de la
persona. Por otra parte, no hay que confundir tampoco preocupaciones con
obsesiones. Estas últimas no son simplemente preocupaciones excesivas
sobre problemas cotidianos o de la vida real, sino cogniciones 21
experimentadas como intrusas e inaceptables (egodistónicas) que adoptan
frecuentemente la forma de impulsos e imágenes añadidos a los pensamientos
y que pueden tener un contenido extraño, irracional o de naturaleza
aparentemente mágica. En cambio, las preocupaciones suelen experimentarse
como pensamientos verbales, son egosintónicas y su contenido no suele ser
visto como inapropiado. Por otra parte, la mayoría de las obsesiones van
acompañadas de compulsiones dirigidas a reducir la ansiedad asociada con
aquellas. Finalmente, el contenido de las obsesiones tiende a ser estático,
mientras que el de las preocupaciones es más cambiante y puede variar de
una semana a otra e incluso de un día a otro. Las preocupaciones también
deben ser distinguidas de las rumiaciones depresivas. Las preocupaciones
tienden a centrarse en posibles eventos negativos en el futuro, mientras que las
rumiaciones se focalizan en eventos negativos que ya han sucedido. Aunque
una preocupación puede referirse a un acontecimiento pasado, el centro de
atención principal radica en las posibles repercusiones futuras

Modelo de aprensión ansiosa Según este modelo (Barlow, 2002; Zinbarg,


Craske y Barlow, 2006), el TAG es conceptualizado como una aprensión
ansiosa que constituye el trastorno de 56 ansiedad básico. En el surgimiento de
los trastornos de ansiedad en general y del TAG en particular intervienen una
vulnerabilidad biológica y una vulnerabilidad psicológica. La primera consiste
en una hipersensibilidad neurobiológica al estrés genéticamente determinada e
incluye rasgos temperamentales que tienen un fuerte componente genético.
Entre los principales se encuentran el neuroticismo, la introversión, la
afectividad negativa (tendencia estable y heredable a experimentar una amplia
gama de sentimientos negativos) y la inhibición conductual ante lo

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desconocido. La vulnerabilidad biológica puede interactuar con una
vulnerabilidad psicológica o percepción, basada en experiencias evolutivas
tempranas, de que los eventos negativos o amenazantes son impredecibles,
incontrolables o ambas cosas. Como resultado, ante la ocurrencia de eventos
estresantes o problemáticos, las personas aprenden a estar hipervigilantes
para descubrir las posibles amenazas de tipo externo o interno, centran su
atención en las posibles fuentes de amenaza, interpretan la información
ambigua como amenazante y presentan sesgos de memoria respecto a los
aspectos amenazantes. Todo esto implica un aumento de la activación y la
ansiedad que se intenta afrontar mediante:
a) Preocupaciones verbales que inhiben las imágenes amenazantes, restringen
la activación autonómica y suponen un intento vano de solución de problemas,
al tiempo que evitan el afecto negativo nuclear.
b) Conductas de evitación del contexto situacional o de aspectos del afecto
negativo, en caso de que sea posible. La consideración de la preocupación
como procesamiento básicamente verbal y reductor de la activación
autonómica deriva del modelo de evitación de Borkovec. La eficacia del
proceso de preocupación es solo temporal y las imágenes amenazantes
vuelven a resurgir generando más ansiedad y nuevas preocupaciones. Un
segundo ciclo vicioso se presenta cuando las personas intentan distraerse de
sus preocupaciones, lo cual tiene el efecto paradójico de hacer que las
imágenes amenazantes sean más accesibles. Finalmente, la dificultad para
terminar el proceso de preocupación conduce a un funcionamiento deteriorado
o a la dificultad para concentrarse en lo que se está haciendo. Esto constituye
una nueva fuente de ansiedad y preocupación; al no poder realizar una eficaz
resolución de problemas, las personas se reafirman en que las situaciones
estresantes son incontrolables y empiezan a preocuparse acerca de sus
preocupaciones.
Esto remite al modelo metacognitivo de Wells presentado después. Datos
empíricos. Los rasgos temperamentales y el rasgo de ansiedad se dan en
familias y aunque no está aún claro que el TAG sea más frecuente en
familiares de pacientes con TAG que en familiares de personas control, hay
datos sugerentes de que es así, al menos en muestras clínicas. La carga
genética para el TAG ha oscilado entre el 22% y el 37%; la varianza restante

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vendría explicada, al menos en muestras adultas, por factores ambientales no
compartidos. Por lo que respecta a la vulnerabilidad psicológica, las personas
con TAG han informado, en comparación con personas sin TAG, de
a) Una mayor frecuencia de eventos traumáticos en el pasado, tanto en
general como de tipos concretos de eventos: enfermedad/daño, muerte
de otros, agresión física/sexual, acontecimientos emocionales muy
negativos con familiares y amigos; y b) de estilos educativos (educación
inconsistente, hipercontrol, falta de afecto) que dificultan el desarrollo de
la autonomía y de la sensación de control. Sin embargo, la ocurrencia de
dichos eventos y estilos educativos no es específica del TAG, sino que
se da también en otros trastornos. Finalmente, los sesgos cognitivos de
atención, interpretación y, quizá, de memoria implícita (pero no explícita)
han caracterizado a personas con TAG en comparación con grupos
control sin ansiedad, aunque estos sesgos son típicos de los trastornos
de ansiedad en general y no solo del TAG

Modelo de evitación acerca de la preocupación: Borkovec (Sibrava y


Borkovec, 2006) ha enfatizado la vulnerabilidad psicológica en el surgimiento
del TAG y ha distinguido dos componentes en la misma: la percepción de
amenaza generalizada (o la visión del mundo como peligroso) y el sentirse
incapaz de afrontar los eventos amenazantes.
Esta vulnerabilidad ha podido surgir a partir de la experiencia de eventos
traumáticos o muy estresantes y de ciertos estilos educativos (falta de afecto,
sobreprotección) que favorecen un apego inseguro en la infancia y el desarrollo de
pobres habilidades interpersonales.
Por lo que se refiere al mantenimiento del TAG, las preocupaciones son vistas
básicamente como pensamientos verbales que inhiben o reducen las imágenes
vívidas amenazantes y la activación somática y emocional que las acompaña, pero
sin constituir un proceso eficaz de solución de problemas. La preocupación funciona
como una respuesta de evitación cognitiva ante las amenazas percibidas, internas y
externas, e impide el procesamiento emocional de la información amenazante. En
consecuencia, no se activa suficientemente la estructura de miedo ni se llevan a
cabo acciones para reevaluar y afrontar la amenaza, con lo que no se incorpora la
información correctiva necesaria. Como resultado, las preocupaciones, aunque son

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reforzadas negativamente por la reducción de las imágenes aversivas, contribuyen
a mantener las interpretaciones de amenaza y disminuyen el control percibido sobre
las amenazas futuras. Asimismo, las preocupaciones son reforzadas negativamente
cuando la activación emocional se reduce al no ocurrir las consecuencias temidas
(lo que sucede la inmensa mayoría de las veces) y cuando la función de la
preocupación es no pensar en otro tipo de experiencias más perturbadoras
emocionalmente.

Por otra parte, el resurgimiento periódico de las imágenes amenazantes, debido a la


inhibición del procesamiento emocional, facilita la nueva ocurrencia de
preocupaciones. Otro factor que contribuye al mantenimiento de las preocupaciones
lo constituyen las creencias de que son útiles para resolver problemas, evitar lo que
se teme, motivarse para actuar, prepararse para lo peor o ayudar a no pensar en
otras cosas más perturbadoras emocionalmente. Dichas creencias se han
desarrollado posiblemente a partir de los efectos percibidos de las preocupaciones:
como la inmensa mayoría de las consecuencias temidas en el TAG tienen una baja
probabilidad de ocurrencia, la preocupación es supersticiosamente reforzada de
modo negativo por la no ocurrencia de lo que se teme. Además, también pueden
influir el modelado y la información por parte de personas allegadas.

Datos empíricos. Factores históricos asociados al TAG han sido haber tenido una
mayor frecuencia de eventos traumáticos (p. ej., maltrato, pérdida de un progenitor)
y más problemas familiares durante la infancia: conflictos con los padres, conflictos
entre los padres, falta de atención y afecto de los padres, rechazo por parte de
estos y educación inconsistente por parte de los padres. Las personas con TAG
también han informado de sentimientos ambivalentes hacia los seres queridos y de
haber cuidado a sus seres queridos (más que ser cuidados por ellos) para obtener
su amor y aprobación. Hay datos de que las preocupaciones contribuyen a
mantener la percepción de amenaza y disminuyen la capacidad percibida para
afrontarla. Se ha comprobado que la preocupación es fundamentalmente un
proceso que ocurre más nivel verbal más que en la imaginación.

Sin embargo, aunque las imágenes son menos frecuentes en personas con TAG
que en personas sin TAG, las preocupaciones pueden implicar un papel de las

19
imágenes mayor de lo pensado. Por otra parte, preocuparse antes de imaginar o
ver una situación amenazante ha dado lugar a una menor respuesta autonómica y
emocional en comparación con relajarse o hacer una tarea neutral. No obstante,
esto solo ha sido así cuando las medidas durante la situación han sido comparadas
con las obtenidas durante el periodo inmediatamente anterior a la preocupación; no
ha habido una menor reactividad, e incluso esta ha sido mayor, cuando la
comparación se ha hecho con una línea base convenientemente separada del
periodo de preocupación.
Otro dato importante es que la activación en términos absolutos durante la
imaginación o afrontamiento de la situación amenazante ha sido similar para las
condiciones de preocupación, relajación o tarea neutral previa. Además, la
activación en términos absolutos durante la preocupación ha sido más alta que
durante la relajación o tarea neutral y también que durante una línea base no
contaminada por el periodo de preocupación. Finalmente, diversos estudios han
puesto de manifiesto que la preocupación está asociada con una mayor actividad
del sistema nervioso simpático y con una menor actividad del sistema nervioso
parasimpático (bajo tono vagal).
En resumen, las preocupaciones producen una clara activación somática y
emocional y, en comparación con tareas previas de relajación o actividades
neutrales, no reducen dicha activación al imaginar o afrontar posteriormente las
situaciones temidas. La preocupación prolongaría la representación cognitiva del
evento amenazante junto con su repercusión emocional concomitante. Todo esto
ha llevado a postular el modelo de evitación del contraste emocional negativo (Llera
y Newman, 2014; Newman y Llera, 2011), según el cual la preocupación no intenta
ni consigue evitar las emociones negativas, sino que sirve para estar
emocionalmente preparado para el peor resultado posible de diversos eventos. Es
decir, la persona usaría la preocupación como una estrategia de afrontamiento para
evitar pasar de un estado emocional neutral o positivo a uno negativo o
experimentar un incremento intenso o repentino en afecto negativo en los pocos
casos en que las consecuencias temidas suceden.
Esta evitación refuerza negativamente la ocurrencia de las preocupaciones como
preparación para lo peor e impide el procesamiento emocional. Las creencias sobre
la utilidad de las preocupaciones han sido informadas más frecuentemente por
pacientes con TAG que por personas sin TAG, aunque no todos los pacientes las

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presentan y, además, parecen ser propias de diversos trastornos de ansiedad más
que específicas del TAG

CAPÍTULO III: DISEÑO DE EVALUACIÓN

La entrevista clínica es un medio muy útil para explorar diversos aspectos


importantes para entender al paciente y conceptualizar el caso. Estos aspectos
incluyen: a) motivo de consulta y otros posibles problemas que el paciente
quiera reconocer en este momento inicial, b) definición y análisis del problema:
características del mismo, condiciones que lo agravan o reducen, variables
situacionales y personales que lo mantienen, interferencia que causa en la
vida, c) historia y fluctuaciones del problema, d) tratamientos previos y actuales
y resultados logrados, e) motivación, expectativas y objetivos del paciente, f)
recursos y limitaciones del paciente, y g) otros trastornos o problemas que
pueda presentar el paciente.

Finalmente, suele ser conveniente entrevistar a una persona allegada del


paciente para obtener otro punto de vista. Es necesario pedir permiso al cliente
y preguntarle qué parte de la información que ha dado se puede comunicar en
caso necesario y cuál no; esta misma pregunta debe hacerse a la persona
allegada.

Escalas de depresión, ansiedad y estrés (Depression Anxiety, Stress 85 Scales,


DASS; Lovibond y Lovibond, 1995; versión española de Bados, Solanas y Andrés,
2005). En este cuestionario, que puede consultarse en el cuadro 6.2, el cliente
valora de 0 a 3 con qué intensidad/frecuencia ha experimentado durante la semana
anterior cada uno de 21 síntomas emocionales negativos. Existen tres escalas
(depresión, ansiedad y estrés) de 7 ítems cada una y moderadamente
correlacionadas entre sí. La escala de depresión incluye los ítems 3, 5, 10, 13, 16,
17 y 21 y evalúa tristeza, falta de emociones positivas, falta de ilusión y de iniciativa
para hacer cosas, desvalorización de sí mismo y falta de sentido de la vida. La
escala de ansiedad incluye los ítems 2, 4, 7, 9, 15, 19 y 20 y evalúa principalmente
la activación somática y también la preocupación por situaciones y la experiencia

21
subjetiva de ansiedad. La escala de estrés incluye los ítems 1, 6, 8, 11, 12, 14 y 18 y
evalúa dificultad para relajarse, hiperreactividad ante las situaciones, agitación,
irritabilidad, gasto de energía e impaciencia. Esta última escala discrimina entre
pacientes con TAG y pacientes con otros trastornos de ansiedad. Los tres factores
del DASS-21 cargan en un factor de orden superior (malestar psicológico general),
por lo que sería adecuado calcular también una puntuación total. Cuadro 6.2.
Escalas de depresión, ansiedad y estrés (versión de 21 ítems)

CAPÍTULO VI: REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bados, A. (s.f.). TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA GUIA PARA EL TERAPEUTA. España:


Sintesis.

CASCARDO, E. (2016). ANSIEDAD, ESTRÉS,PÁNICO Y FOBIAS. Argentina: B de Book.

Cuixart, S. N. (1999). Fisiología del estrés. CENTRO NACIONAL DE CONDICIONES DE TRABAJO.

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ANEXOS

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