El carácter fetichista de la mercancía (segunda parte del capítulo).
Sthefanny Jara Zúñiga
B 63535
Al referirse al fetichismo en la mercancía, Marx parte de el:
carácter de igualdad de los productos del trabajo. La medición
de los trabajos por su duración adopta la forma de la magnitud de valor de los productos del trabajo; por último, las relaciones de los productores, en las cuales se afirman los caracteres sociales de sus trabajos, adquieren la forma de una relación social de los productos del trabajo (Marx. 1971. pág 86)
así la mercancía adquiere, a partir de la imagen de la forma-valor y los
productos de trabajo “se trata de una relación social determinada de los hombres entre sí, que aquí adquiere para ellos la forma fantástica una relación de cosas entre sí” (Marx. 1971. pág. 87) de modo tal que, se toma a la mercancía como si fuese un ser animado, que puede interrelacionarse con otras mercancías; cuestión que no es posible, ya que la mercancía no tiene vida y por tanto no es ella la que se interrelaciona, son los humanos quienes forjan relaciones entre sí. Donde, particularmente quienes tienen acceso a la producción de mercancías poseen una mayor capacidad de imponerse.
Al adquirir la mercancía está independencia, muchas veces es tomada por los
economistas tradicionales como una forma eterna que a tener su desarrollo en cualquier tipo de sociedad, tal como por ejemplo pasa en el caso de Crusoe o como lo señala David Harvey (2014. pág. 52) “eso es precisamente lo que han hecho los economistas políticos burgueses: han tratado el valor como un hecho de la naturaleza, no como una construcción social que brota de un modo de producción particular.” Así, la mercancía se aprecia como un objeto “especial” que oculta el valor del trabajo y esclaviza a las personas. Al esclavizar a las personas estás se las cosifica y se les prohíbe acceder a parte del conocimiento sobre el proceso de producción del capital y el rol del trabajo, haciendo parecer, por ejemplo las libertades impulsadas por los liberales como la de mercado “no es libertad en absoluto, sino una ilusión fetichista. Bajo el capitalismo, los individuos se rinden a la disciplina de fuerzas abstractas (como la mano oculta del mercado que tanto apreciaba Adam Smith) que gobiernan de hecho sus relaciones y opciones.” (Harvey. 2014. pág. 49) desmitificando el carácter vivo que se le da a esté, a la vez se podría hacer con la apariencia totalizante que adquiere, pues se cree que este es eterno y que, indistintamente de las condiciones materiales particulares este seguirá presidiendo.
Todo esto, viene aa configurar un pensamiento generalizado en el cual se
aliena o se separa a la mercancía del trabajo humano, se la ve separada de quién la fabrica y como propiedad privada de otro. Todo esto obstaculiza la toma de consciencia -como también lo indica Harvey- sobre la perspectiva de otra sociedad, pues la mercancía y, es más, las relaciones sociales tal como las conocemos hoy día parecen naturales. Aún cuando todas las formas y las instituciones que tenemos hoy día sólo responden a los avances materiales y son un estadio temporal en la historia.
Referencias Bibliográficas:
Harvey. D (2014) “Guia de El Capital de Marx Libro primero” Ediciones Akal
S.A. Madrid. España
Marx K. (1971). “El Capital: Critica de la Economía Política”. Librerias Allende