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Filósofo griego (Atenas, 427 - 347 a. C.). Nacido en el seno de una familia aristocrática,
abandonó su vocación política por la Filosofía, atraído por Sócrates. Siguió a éste durante
veinte años y se enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias…). Tras la
muerte de Sócrates (399 a. C.), se apartó completamente de la política; no obstante, los
temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a concebir un
modelo ideal de Estado. Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los
discípulos de Pitágoras; luego pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue
rescatado y pudo regresar a Atenas.
Platón
Allí fundó una escuela de Filosofía en el 387, situada en las afueras de la ciudad, junto al
jardín dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre de Academia. La Escuela,
una especie de secta de sabios organizada con sus reglamentos, residencia de estudiantes,
biblioteca, aulas y seminarios especializados, fue el precedente y modelo de las modernas
instituciones universitarias.
En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la Filosofía
englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo -en la propia
Academia- las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas diferenciadas del saber,
como la Lógica, la Ética o la Física. Pervivió más de novecientos años, hasta que Justiniano
la mandó cerrar en el 529 d. C., y en ella se educaron personajes de importancia tan
fundamental como Aristóteles.
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado
casi completos y se le considera por ello el fundador de la Filosofía académica (a pesar de
que su obra es fundamentalmente un desarrollo del pensamiento socrático). La mayor parte
están escritos en forma de Diálogos, como los de La República, Las Leyes, El Banquete,
Fedro o Fedón.
El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación
práctica. El mundo del verdadero ser es el de las ideas, mientras que el mundo de las
apariencias que nos rodean está sometido a continuo cambio y degeneración. Igualmente, el
hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo
mortal (relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de
las ideas, que contempló antes de unirse al cuerpo). Este hombre dual sólo podría conseguir
la felicidad mediante un ejercicio continuado de la virtud para perfeccionar el alma; y la
virtud significaba, ante todo, la justicia, compendio armónico de las tres virtudes
particulares, que correspondían a los tres componentes del alma: sabiduría de la razón,
fortaleza del ánimo y templanza de los apetitos. El hombre auténtico será, para Platón,
aquel que consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual -y no de
los sentidos- consistente en que el alma recuerde el mundo de las ideas del cual procede.
Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede realizarse en la vida
social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y consistencia a las virtudes
individuales. El Estado ideal de Platón sería una República formada por tres clases de
ciudadanos -el pueblo, los guerreros y los filósofos-, cada una con su misión específica y
sus virtudes características: los filósofos serían los llamados a gobernar la comunidad, por
poseer la virtud de la sabiduría; mientras que los guerreros velarían por el orden y la
defensa, apoyándose en su virtud de la fortaleza; y el pueblo trabajaría en actividades
productivas, cultivando la templanza.
Las dos clases superiores vivirían en un régimen comunitario donde todo (bienes,
hijos y mujeres) pertenecería al Estado, dejando para el pueblo llano instituciones como la
familia y la propiedad privada; y sería el Estado el que se encargaría de la educación y de la
selección de los individuos en función de su capacidad y sus virtudes, para destinarlos a
cada clase. La justicia se lograría colectivamente cuando cada individuo se integrase
plenamente en su papel, subordinando sus intereses a los del Estado.
Sin embargo, las ideas de Platón siguieron influyendo -por sí o a través de su discípulo
Aristóteles- sobre toda la historia posterior del mundo occidental: su concepción dualista
del ser humano o la división de la sociedad en tres órdenes funcionales serían ideas
recurrentes del pensamiento europeo durante siglos. Al final de la Antigüedad, el
platonismo se enriqueció con la obra de Plotino y la escuela neoplatónica (siglo iii d. C.).
1.- PLATÓN
Filósofo griego que vivió aproximadamente entre los años 427 adC y 347 adC. Fue
fundador de la Academia, un centro especializado en la actividad filosófica y cultural. El
nombre procede del lugar donde se fundó, allí existía un templo dedicado al antiguo héroe
llamado Academo.
Destacan las preocupaciones éticas, plenamente influido por Sócrates. Entre ellas destacan:
Apología, Ion, Critón, Protágoras, Laques, Trasímaco, Lisis, Cármides y Eutifrón.
2. Época de transición.
Revisa sus ideas anteriores e introduce temas sobre la naturaleza y la medicina. Destacan:
Teeteo, Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo y Critias, Las Leyes y Epínomis.
Platón murió hacia el año 347 adC, y en sus últimos años se dedicó a impartir sus
enseñanzas en la Academia de Atenas.
Las ideas filosóficas de Platón han marcado el rumbo de toda la tradición filosófica antigua
y moderna, ya sea para aceptar sus propuestas o discutirlas. Son la culminación del
desarrollo clásico del pensamiento antiguo. Su teoría política era extremadamente dura
contra la democracia ateniense y glorificó una sociedad clasista, pensando que la posición
social de una persona debía de estar siempre acorde con su inteligencia y no depender de la
familia, la fuerza o la riqueza. Es sin duda, un pensamiento que podría inspirar a las
generaciones futuras al comunismo.
Aunque bien se podría pensar críticamente que ninguna de sus utopías ha llegado a cuajar
en siglos posteriores, aunque existe el paradigma que plantea ver en los claustros cristianos
una realización del ideal platónico. Mientras que el filosofo da rienda suelta a su ideal
imposible en su Academia, esperando de esta forma difundir una influencia ejemplar, a su
alrededor se desarrollan los acontecimientos más importantes de la Historia Universal; en
pocos años toda Grecia se verá inmersa en una invasión sobre oriente a las órdenes de
Alejandro Magno, para iniciar una etapa desligada de la polis. El helenismo y su arte, que
Platón no llegó a concebir nunca como parte del progreso, llegará a convertirse en la forma
de arte de toda la antigüedad.
2.-CONTEXTO HISTÓRICO
Platón era de familia ilustre, descendiente de Codro, último rey de Atenas, por vía paterna y
de Solón, el gran legislador ateniense, por la materna. Fueron parientes suyos Critias, uno
de los Treinta Tiranos y Cármides, político conservador ateniense. Dos de sus hermanos,
Adimanto y Glaucón aparecen en La República.
Su verdadero nombre era Aristocles; tuvo una educación acorde con el rango familiar y de
él se esperaba una brillante carrera política. Formado en las tradiciones del régimen de
Pericles fue su encuentro con Sócrates lo que le hizo reconducir su vida hacia la filosofía.
Sus experiencias de juventud marcaron su vida, pero lo que más llegó a afectarle fue la
condena y muerte de su maestro, Sócrates, en el año 399 adC.
Platón vivió en una Atenas convulsa, donde destaca la muerte de Pericles a causa de la
peste y el estallido de la guerra del Peloponeso, la cual acabó con la rendición de Atenas y
la consecuente victoria de los espartanos. En este contexto, Platón advirtió que la
democracia ateniense carecía de un caudillo verdaderamente responsable y capaz, y que sus
dirigentes estaban obstaculizados a cada paso por la necesidad de complacer a la masa
popular. Bajo la presión espartana, se estableció en Atenas una comisión de gobierno de
Treinta Tiranos que monopolizaron todo el poder; entre ellos se hallaban Critias y
Cármides. Pronto se convirtió en un gobierno de terror donde todos los elementos
incómodos fueron asesinados. Más de 1500 ciudadanos atenienses encontraron la muerte.
La salvación de la ciudad vino de fuera; un grupo de desterrados atenienses se levantó
contra los tiranos y el gobiernos de los treinta cayó y en el 403 los demócratas volvieron a
la ciudad de Atenas instaurando el gobierno de los Quinientos. Fue esta democracia la que
sometió a Sócrates acusándole de impío y de corromper a la juventud. Los atenienses le
condenaron a muerte y Platón sintió una profunda decepción ya que consideraba a su
maestro como una de la persona más justas y sabia de Atenas. Fue de este modo, como
Platón abandonó todo interés por la política. Es en uno de sus últimos documentos, la carta
séptima donde muestra su desencanto y amargura al comprobar cómo en las crisis
constantes no tenía sentido hacer política en una democracia como la ateniense. Los ideales
democráticos se habían deteriorado en una realidad confusa. Todo ellos llevó a Platón a
reflexionar sobre la relación entre la justicia, la filosofía y el poder. La decisión de Platón
de abstenerse definitivamente de tomar parte en la política de Atenas data, sin duda, del
inicuo proceso y de la condena a muerte de su maestro; pero la formulación de sus
convicciones sobre que el navío del Estado necesita un piloto firme que lo guíe y que ese
piloto debe ser un hombre conocedor de la ruta que ha de seguirse y pronto a actuar
conscientemente según su conocimiento es lo más probable que se fuera gestando ya en él
durante los años del declinar del poderío ateniense.
LA ACADEMIA
Platón fundó la Academia en el 388-387 adC. cerca del santuario dedicado al héroe
Academo. Se le podría llamar la primera universidad europea, pues en ella se impartía no
sólo estudios filosóficos sino que abarcaba gran cantidad de ciencias auxiliares, tales como
matemáticas, astronomía y ciencias físicas; los miembros de las escuelas se reunían en el
culto común a las Musas.
OBRAS UTÓPICAS
Pero Platón siempre creyó posible la realización de sus utopías, que desarrolló en tres obras
su idea de un Estado perfecto e ideal: La República o Politeia, Las Leyes y Timeo y
Criteas.
2.1.-La República o Politeia.
En la República, Platón decía que las sociedades deberían de tener una estructura tripartita
de clases, la cual respondía según el apetito, espíritu y razón del alma de cada individuo.
Diseña una ciudad bien ordenada con tres clases sociales:
· Filósofos Gobernantes que formaban la razón del alma y eran los apropiados para tomar
decisiones para la comunidad.
· Guerreros Guardianes o protectores, valientes, fuertes que llegarían a formar el “espíritu
del alma”.
· Trabajadores Productores que correspondían a la parte del “apetito” del alma.
Se pretende poner de manifiesto en esta obra la ausencia de la propiedad privada, y con una
comunidad de mujeres y niños en las dos clases superiores, la de los gobernantes y los
guardianes, que viven y comen en común, y los niños, sin conocer a sus padres, son
educados desde su nacimiento públicamente. En cuanto a la clase productora, labradores y
artesanos, se halla excluida de la vida activa. En este modelo hallamos un reflejo de la
sociedad espartana y sus rigurosas formas de vida, con la separación de los niños de sus
padres para ser educados en la Agogé y una población de ilotas o periecos que podría ser la
de productores .
Toda la República o Politeia de Platón con sus castas, sus tareas prescritas y su enemistad
contra toda innovación contradice al individualismo y desenfrenado de la antigua Grecia.
Según su filosofía, mediante una selección a tiempo y una educación cuidadosa podría
formarse una clase superior de gobernantes.
En sus últimos años, Platón trazó la figura de una segunda utopía en su libro Las Leyes. Su
ideal más moderado resulta en el fondo tan imposible como el primero, porque está en
contra de la naturaleza de los griegos antiguos. Se renuncia esta vez a la comunidad de
mujeres y de bienes y se trata de hacer una ciudad agraria con 5.400 lotes que hay que
conservar intactos y alejada del mar, cuando es la Talasocracia o gobierno del mar, el gran
ideal griego por excelencia. El gobierno aquí no es de una selección de soberanos-filósofos
sino de un solo legislador vitalicio, vigilante, censor, inspector de fortunas, gastos y
negocios, que ha de tener junto a sí toda una tropa de funcionarios.
Protagonizan estos diálogos dos ancianos que charlan sobre un ciudad, de menor rigor
idealista que la respuesta en La República, aunque no menos utópica. Platón continuaba en
su afán de imaginar ciudades muy distintas de la democracia ateniense. Creía indispensable
construir esa polis ideal, si no en la tierra, al menos como un paradigma o modelo celeste.
3.1 LA ATLÁNTIDA
Hacia el año 350 a.C., Platón escribió en sus diálogos tardíos, Timeo y Critias sobre una la
existencia de una gran isla – más grande que Libia y Asia juntas – más allá de las Columnas
de Heracles, actual Estrecho de Gibraltar. Esta isla ocupaba gran parte de lo que hoy
conocemos como el Océano Atlántico. En los Diálogos Critias, discípulos de Sócrates narra
una historia que escuchó a su padre cuando era un niño y que éste a su vez escuchó de
Solón, el gran legislador ateniense y uno de los Siete Sabios de Grecia.
El Timeo y Critias narra el viaje que Solón, realizó a Egipto, donde oyó a los sacerdotes de
Sais la historia de la isla de Atlántida. Los sacerdotes le explicaron que la historia se
remontaba al principio de los tiempos, cuando los dioses reinaban sobre la tierra y se
dividieron el mundo para que cada uno de ellos lo gobernase. Poseidón, el dios del mar,
recibió la isla que llamó Atlántida, eligió a una mujer mortal, Clito, y comenzó una dinastía
de reyes que gobernarían durante siglos. Tuvieron cinco pares de gemelos y a cada uno le
dio un reino. Al mayor de ellos, Atlas le dio la ciudad que llevaba su nombre y que tendría
poder sobre las otras nueve. Así, explicó, se fundó la ciudad de Atlántida, dentro del
continente que lleva su mismo nombre.
La historia, que Critias relata como verdadera, se remonta a nueve mil años antes de la
época de Solón para contar como los atenienses detuvieron el avance del imperio de los
atlantes y que al poco tiempo de la victoria ateniense, la isla desapareció en el mar a causa
de un terremoto y una gran inundación.
La precisa descripción de los textos y el hecho de que se afirme reiteradamente que se trata
de una historia verdadera ha llevado a que se hayan buscado posibles ubicaciones para la
isla. A pesar de ello, la mayoría de historiadores de la actualidad opinan que la Atlántida,
tal y como la describe Platón, nunca existió.
4.1 En la antigüedad
Se conservan algunos párrafos de escritores antiguos que aluden a los escritos de Platón
sobre la Atlántida, aunque se han perdido muchos otros. Estrabón en el siglo I adC, cita a
través de la opinión de Posidonio acerca de que es posible que el relato de Platón no sea
ficción. Un siglo más tarde, Plinio el Viejo señala en su Historia Natural que, de dar crédito
a Platón habría que asumir que el océano Atlántico se llevó en el pasado extensas tierras.
Por su parte Plutarco, en el siglo II nos informa que los nombres de los sacerdotes egipcios
que habrían relatado a Solón la historia de la Atlantida son Sonkhis de Sais y Psnophis de
Heliópolis. Finalmente, en el siglo V Proclo refiere que Crantor, filósofo de la Academia
platónica, viajó a Egipto y pudo ver las estelas en que se hallaba escrito el relato que
escuchó Solón.
Fray Bartolomé de las Casas objetó ese derecho de dominio basado en las Hesperides o la
Atlántida. Sin embargo, al comentar acerca de Colón dijo:
“…Cristóbal Colón pudo naturalmente creer y esperar que aún cuando aquella gran isla
estaba perdida y sumergida, quedarían otras, o por lo menos, quedaría tierra firme, que él
podría encontrar si la buscaba…”
Otro de los autores de la época del descubrimiento del Nuevo Mundo, Pedro Sarmiento de
Gamboa, escribió en 1552:
“Las Indias de España eran continentes al igual que la isla Atlántica, y en consecuencia, la
propia isla Atlántica, que estaba frente a Cádiz y se extendía sobre el mar que atravesamos
para venir a las Indias, el mar que todos los cartógrafos llaman Océano Atlántico, ya que la
isla Atlántica estaba en él. Y así hoy navegamos sobre lo que antes fue tierra firme”
Durante los siglos XVI y XVII, varias islas (Azores, Canarias, Antillas…) figuraron en los
mapas como restos del continente perdido . en 1626, el filosofo inglés Francis Bacon
publica La Nueva Atlántida (the New Atlantis), utopía en pro de un mundo basado en los
principios de la razón y el progreso científico y técnico. En España, en 1673, el cronista
José Pellicer de Ossau identifica la Atlántida con la península Ibérica, asociando a los
atlantes con los misteriosos tartesios.
Desde la época del descubrimiento de América hasta hoy, filósofos y escritores nos han
ofrecido sus teorías acerca de la Atlántida. Francis Bacon en The New Atlantis (1638)
opinaba que la Atlántida de Platón era América. La trama de Shakespeare en Le
Tempestad, que tiene lugar en una isla del Atlántico, se atribuye algunas veces al renovado
interés en el continente sumergido y en las islas perdidas del océano. Más tarde, en 1665, el
padre Kircher, un jesuita y estudioso de esta cuestión, opinó a favor de que la teoría de la
Atlantida era una isla del atlantico y nos legó un famoso mapa en el que la hace aparecer en
su relación de ubicación con Europa y América.
El propio Voltaire aparece también, ya que existe una dedicatoria al filósofo en un estudio
sobre Atlántida del astrónomo Jean Bailly (anterior a la Revolución Francesa) que situaba
la isla-continente en el extremo Norte, cuando el Ártico era tropical. AL parece Voltaire
compartía la opinión de Baillo, aunque es difícil de probar, debido a su falta de fe en la
mayor parte de las instituciones de la época.
En el siglo XIX aparecieron otras teorías más modernas, dos escuelas importantes: una se
basaba en el supuesto de que el continente sumergido era una isla Atlántica, un pueste entre
América y Europa, y la otra que había estado situada al norte o el noroeste de África,
cuando el Sahara no era todavía un desierto.
No será hasta la segunda mitad del siglo XIX que la historia de la Atlántida adquiere la
fascinación que provoca hasta hoy. En 1869, Julio Verne escribe la novela Veinte mil
leguas de viaje submarino que en el capítulo IX describe un paseo que los protagonistas dan
por los restos de la sumergida Atlántida. Tiempo después, en 1883, Ignatius Donnelly
publica Atlántida: El Mundo Antediluviano (Atlantis: The antediluvian World).
4.3 La obra de Ignatius Donnelly
El éxito de Donnelly motivó a los autores más diversos a plantear sus propias teorías. En
1888, la ocultista Madame Blavatsky publica La Doctrina Secreta, texto basado,
supuestamente, en un documento escrito en la Atlántida, EL libro de Dzian. Según
Blavatsky, los atlantes habrían sido una raza de humanos anterior a la nuestra, cuya
civilización habría alcanzado un notable desarrollo científico y espiritual. En 1938,
Heinrich Himmler organiza, en el contexto del misticismo nacionalsocialista, una serie de
expediciones a distintos lugares del mundo en busca de los antepasados atlantes de la raza
aria. En 1940, el médium norteamericano Edgar Cayce predice que en 1968 la Atlántida
volverá a la superficie frente a las costas de Florida.
Sin embargo será la teoría de Frost la que llegará a convertirse en la más aceptada y
difundida. En 1938 el arqueólogo griego Spyridon Marinatos plantea que el fin de la
civilización cretense, a causa del volcán de Santorini podría ser el fondo histórico de la
leyenda. La idea será trabajada por el sismólogo Angelos Galanopoulos, quien en 1960
publicará un artículo en donde relaciona la tesis cretense con los textos de Platón. Si bien el
propio Marinatos sostuvo siempre que se trataba de una simple especulación, la tesis de la
Atlántida cretense ha tenido amplia aceptación y captado muchos seguidores, entre los que
contaba el oceanógrafo francés Jacques Cousteau.
5.-TESIS CRETENSE
Las excavaciones realizadas por Sir Arthur Evans en la isla de Creta a finales del siglo
XIX, puso al descubierto algo más que unas simples ruinas de un palacio minoico. A causa
de ellas se hizo necesario replantear la historia del Mediterráneo antes del periodo clásico.
Pero de repente, una terrible destrucción hizo desaparece el poder cretense. Confiados en su
supremacía en el mar, no habían tenido en cuenta el fortificar sus ciudades y puede ser este
descuido el que trajo su decadencia. Alguna conmoción rompió su poder marítimo cuando
aún estaba lleno de vigor, creciendo y desarrollándose, una incursión saqueó la ciudad y
asolo la isla y después de esto la civilización minoica se desvaneció. La influencia minoica
pereció como fuerza política y comercial, por lo tanto Knossos y sus ciudades fueron
destruidas cuando parecían más fuertes y más seguras, como si todo el reino de hubiese
hundido en el mar.
“… la isla era el camino hacia otras islas, y desde esas islas se podía pasar al continente
opuesto que rodeaba el océano[…] En dicha isla había surgido una confederación de reyes
grande y maravillosa que gobernaba sobre ella y muchas otras islas, así como partes de la
tierra firme…”
Este párrafo describe la situación política y geográfica de Knossos. Después se puede leer
en el Critias que la isla era muy elevada y escarpada en la orilla, como lo es en general toda
la isla de Creta, pero que la región que rodeaba la ciudad era una meseta abrigada por el
norte. Coincide con el lugar de Knossos, que está en una colina baj que se alza en una
llanura. Además, las fronteras del imperio de la Atlántida eran muy parecidas a las
adjudicadas a la influencia minoica. Se dice que Atlántida gobernó el norte de África hasta
Egipto y Europa hasta el Mar Tirreno.
Una dificultad obvia a la hora de identificar Creta con l Atlántida es que Creta queda dentro
las Columnas de Heracles, mientras que la Atlántida se afirma expresamente que estaba
fuera de ellas. Si tomamos el mismo punto de vista geográfico que los sacerdotes de Sais,
quienes contaron su historia a Solón, la confusión podría haber surgido de forma natural. La
traducción del relato del egipcio al griego pudo provocar el error. En la época de Solón, el
exotismo debía ser buscado muy al oeste, fuera del océanos y más allá de las Columnas de
Heracles. Existía una frase egipcia que decía “Más allá de los Cuatro Pilares del Mundo”,
que sería Creta según los cálculos egipcios iniciales, puesto que al principio los cuatro
Pilares se identificaban con montañas reales.
A grandes rasgos, la historia y la geografía de la Creta minoica se correspondería con lo
que Paltón nos dice de la Atlántida. El gran puerto con sus buques y mercancías llegando
desde todas partes, los baños, el estadio y el sacrificio de un toro son marcadamente
minoicos. El hecho de la caza del toro “en el templo de Poseidón sin armas, sino con palos
y lazos” es una descripción de la plaza de toros de Knossos y la práctica de la
Taurokathapsia, representada también en el vaso de Vafio.
Parece que Solón realmente escuchó un relato en Sais, que lo llenó de asombro y que no era
más que el recuerdo egipcio de los minoicos. Aunque ni solón ni el sacerdote supieron
identificar a la pequeña isla que parecía tan grande a sus antepasados.
“…¡Ay!, Solón, Solón, ¡Los griegos seréis siempre niños!, ¡no existe el griego viejo![…]
tenéis alma de jóvenes, sin creencias antiguas transmitidas por una larga tradición y
carecéis de conocimientos encanecidos por el tiempo. Esto se debe a que tuvieron y tendrán
lugar muchas destrucciones de hombres, las más grandes por fuego y agua, pero también
otras menores provocadas por otras innumerables causas.[…]Contrariamente, siempre que
vosotros, o los demás, os acabáis de proveer de escritura y de todo lo que necesita una
ciudad, después de un periodo habitual de años, os vuelve a caer, como un enfermedad, un
torrente celestial que deja solo a los iletrados e incultos, de modo que nacéis de nuevo,
como niños, desde el principio, sin saber nada de vuestra ciudad ni de los que ha sucedido
entre vosotros durante las épocas antiguas…”
6.1 En la literatura
6.2 En la música
· Manuel de Falla puso música al poema de Jacinto Verdaguer, en una obra para solista,
coro y orquesta. La partitura, tras 20 años de trabajo, quedó truncada por la muerte de su
autor en 1946. Su discípulo Ernest Halffter la completó, estrenándola en 1976.
6.3 En el cine
6.4 En el comic
6.5 En la televisión
6.6 En videojuegos
No hay duda de que el continente perdido ha hecho correr ríos de tinta y que su autor ha
pasado a la posteridad por ello. Hoy en día, Platón sería un filósofo temático; saldría en
todas las televisiones relatándonos sus teorías como verdaderas. Como no es un hecho
posible, en lugar de eso, todos los medios de comunicación, prensa, radio, televisión, cine,
libros… han dado su propia teoría sobre la existencia de la Atlántida.
Es sumamente curioso que una persona que vivía en pleno siglo IV adC. desarrollara una
hipótesis tan descabellada para afianzar sus enseñanzas en la Academia e idealizar un
Estado perfecto que veía hacerse añicos a su alrededor. Es de suponer que Platón tuvo sus
defensores y detractores en aquella época, muchos más de los que nos han llegado hasta
nuestros días, y que su oposición a la democracia no debió canjearle muy buenas amistades.
Sus viajes a Siracusa, serían una buena excusa para alejarse de toda la decadencia de
Atenas. Allí constata la evidencia de las dificultades que un filósofo pueda ser consejero de
un rey y menos aún de un tirano. De estos fracasos saca su idea de que no es fácil que un
rey se haga filósofo ni que un filósofo pueda convertirse en rey. Ni en Atenas ni en
Siracusa.
Pero igual de decepcionante sería descubrir que los gobernantes de aquel tiempo no estaban
dispuestos a hacer el sacrificio que él les sugería, hacer prevalecer la Verdad y la Justicia,
dentro de una ética, que había heredado de un Sócrates sumamente idealizado. Desde su
Academia, tampoco consiguió crear el perfecto tirano-filósofo, puesto que la historia no nos
ha dejado muestra de ello. Platón empleó su relato para poner en práctica sus ideas acerca
de una sociedad perfecta que buscaba con ansia la felicidad común. Es esta la recreación de
mundos utópicos y fabulosos que guardan su propio misterio en su lejanía en el tiempo y el
espacio.
Tampoco podría suponer que la discusión sobre su Estado ideal pudiese llegar tan lejos
como lo ha hecho. A lo largo de la historia se ha perseguido ese ideal, quizás más por la
búsqueda del oro del que tanto hablaba el Timeo y Critias que por la garantía de encontrar
un paraíso terrenal, donde la abundancia, las maravillas obras palaciegas y la técnica
aplicada a las tareas cotidianas eran la consecuencia de una dinastía real, que había ido
mejorando, a cada nuevo rey, lo que el anterior dejó. Pero, hay que reconocer que solo los
historiadores y científicos han dudado de la existencia de un continente sumergido, por lo
demás, exploradores, literatos, poetas, compositores lo han ensalzado a ojos del pueblo
llano.
De todas maneras sus teorías sobre la tiranía y la filosofía no dejan de tener una cierta
lógica, desde el punto de vista que Platón tenía en aquel momento y desde el contexto
histórico que le tocó vivir. Se trataba de una época de guerras, donde cualquier victoria
dependería de una rápida actuación. La democracia, tal y como la entendemos nosotros, no
tiene nada que ver con la democracia de la que disfrutaban los atenienses. En ella no
participaban los extranjeros, ni las mujeres, ni los esclavos por supuesto. Tan solo un
pequeña parte de la población tenía en sus manos el poder de legislar y ese poder, en
muchas ocasiones era discutido hasta la saciedad hasta el momento de tomar una decisión
que conviniera a todas las partes. Platón, proponía con sus teorías, el gobierno de un solo
hombre, un filósofo que distinguiera entre los valores reales y fuese capaz de tomar una
determinación rápida y justa en los momentos de mayor peligro para el Estado. Esa
persona, debía de ser la más honrada, incapaz de sacar provecho para sí mismo y hacer lo
posible por contentar a la mayor parte de los ciudadanos. Una persona justa, cual Sócrates
lo era.
No hay que dejar de lado, la idea de que Platón pretendiese enfrentar a una utópica
Atlántida contra Atenas, una nación ideal contra otra que estaba corrupta y que asesinaba a
todo aquel que no le convenía. Posiblemente, toda la historia fuese una alegoría de la
muerte de Pericles y todo lo que ello trajo después. La decadencia, la ira de los dioses y la
destrucción son los efectos a la causa de la corrupción ateniense. Destruir para volver a
nacer. Cosa que no se ha entendido de esta manera.
Aunque hay que tener los pies en el suelo y pensar que la tesis de una Atlántida minoica
cobra fuerza a medida que vamos leyendo los Diálogos de Timeo y Critias. Todo lo que
relatan parece tener algo que ver con el reino de Minos, la talasocracia atlántica-minoica,
los grandes palacios, la caza y sacrificio del toro, Poseidón, como dios supremos de los
atlantes-minoicos, todo lo demás que parece no encajar, se podría dejar a la imaginación de
un Platón en busca de un mundo ideal, un Estado Perfecto donde los dioses colman a los
hombres sabios de todas las riquezas terrenales y en cuanto esos hombres se dejan
corromper, es cuando toman la determinación de eliminarlos, como escarmiento a la
negación de la Justicia por encima de cualquier otra cosa. Para el filósofo, son los hombres
los que atraen su propia desgracia. Como ya cantaban los versos de Homero en la Iliada:
“ Oh dioses!, ¡de que modo culpan los mortales a los numenes!...dicen que las cosas malas
les vienen de nosotros y son ellos quienes se atraen con sus locuras, infortunios no
decretadas por el destino...”
Platón
(- 428 a - 347)
La influencia de Sócrates
En el año 407, a la edad de veinte años, conoce a Sócrates, quedando admirado por la
personalidad y el discurso de Sócrates, admiración que le acompañará toda la vida y que
marcará el devenir filosófico de Platón. No parece probable que Platón mantuviera una
relación muy intensa con el que consideró su maestro, si entendemos el término relación en
su sentido más personal; sí es cierto que entendida en su sentido más teórico la hubo, y de
una intensidad que raya en la dependencia. Pero también sobre su relación con Sócrates hay
posiciones contradictorias. El que no estuviera presente en la muerte de Sócrates ha hecho
pensar que no pertenecía al círculo íntimo de amigos de Sócrates; sin embargo, parece que
sí se ofreció como aval de la multa que presumiblemente la Asamblea impondría a
Sócrates, antes de que cambiara su decisión por la condena a muerte.
Primeros viajes
En el año 399, tras la muerte de Sócrates, Platón abandona Atenas y se instala en Megara,
donde residía el filósofo Euclides que había fundado una escuela socrática en dicha ciudad.
Posteriormente parece que realizó viajes por Egipto y estuvo en Cirene, (noticias ambas,
aunque probables, difíciles de contrastar, no habiéndose referido Platón nunca a dichos
viajes, por lo que también es probable que luego de una breve estancia en Megara regresara
a Atenas ) yendo posteriormente a Italia en donde encontraría a Arquitas de Tarento, quien
dirigía una sociedad pitagórica, y con quien trabó amistad.
Invitado a la corte de Dionisio I, en Siracusa, se hizo amigo de Dión, que era cuñado de
Dionisio, y con quien concibió la idea de poner en marcha ciertas ideas políticas sobre el
buen gobierno que requerían la colaboración de Dionisio. Al parecer, las condiciones de la
corte no eran las mejores para emprender tales proyectos, ejerciendo Dionisio como tirano
de Siracusa; irritado por la franqueza de Platón, según la tradición, le retuvo prisionero o lo
hizo vender como esclavo en Egina, entonces enemiga de Atenas, siendo rescatado
finalmente por un conciudadano que lo devolvió libre a Atenas.
La Academia
Una vez en Atenas, en el año 388-387, fundó la
Academia, nombre que recibió por hallarse cerca del santuario dedicado al héroe
Academos, especie de "Universidad" en la que se estudiaban todo tipo de ciencias, como
las matemáticas (de la importancia que concedía Platón a los estudios matemáticos da
cuenta la leyenda que rezaba en el frontispicio de la Academia: "que nadie entre aquí que
no sepa matemáticas"), la astronomía, o la física, además de los otros saberes filosóficos y,
al parecer, con una organización similar a la de las escuelas pitagóricas, lo que pudo
comportar un cierto carácter secreto, o mistérico, de algunas de las doctrinas allí enseñadas.
La Academia continuará ininterrumpidamente su actividad a lo largo de los siglos, pasando
por distintas fases ideológicas, hasta que Justiniano decrete su cierre en el año 529 de
nuestra era.
Últimos viajes
En el año 369 emprende un segundo viaje a Siracusa, invitado por Dión, esta vez a la corte
de Dionisio II, hijo de Dionisio I, con el objetivo de hacerse cargo de su educación; pero los
resultados no fueron mejores que con su padre; tras algunas dificultades (al parecer estaba
en situación de semi-prisión) consigue abandonar Siracusa y regresar a Atenas. También
Dión tuvo que refugiarse en Atenas habiéndose enemistado con Dionisio I, donde
continuará la amistad con Platón. Unos años después, en el 361, y a petición de Dionisio II,
vuelve a realizar un tercer viaje a Siracusa, fracasando igual que en las ocasiones anteriores,
y regresando a Atenas en el año 360 donde continuó sus actividades en la Academia, siendo
ganado progresivamente por la decepción y el pesimismo, lo que se refleja en sus últimas
obras, hasta su muerte en el año 348-347.