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Cuadernillo de Literatura 5º PROFESORA IRENE MARIA MORA

El Quijote CERVANTES Capítulo primero. mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo Galalón, al ama que tenía, y aun a su
Que trata de la condición y ejercicio del ello. No estaba muy bien con las heridas sobrina de añadidura.
famoso hidalgo don Quijote de la Mancha que don Belianís daba y recebía, porque En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar
  En un lugar de la Mancha, de cuyo se imaginaba que, por grandes maestros en el más estraño pensamiento que jamás
nombre no quiero acordar-me, no ha que le hubiesen curado, no dejaría de tener dio loco en el mundo; y fue que le areció
mucho tiempo que vivía un hidalgo de los el rostro y todo el cuerpo lleno de convenible y necesario, así para el
de lanza en astillero, adarga antigua, rocín cicatrices y señales. Pero, con todo, aumento de su honra como para el servicio
flaco y galgo corredor. Una olla de algo alababa en su autor aquel acabar su libro de su república, hacerse caballero ndante,
más vaca que carnero, salpicón las más con la promesa de aquella inacabable y irse por todo el mundo con sus armas y
noches, duelos y quebrantos los sábados, aventura, y muchas veces le vino deseo de caballo a buscar las aventuras y a
lantejas los viernes, algún palomino de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra, ejercitarse en todo aquello que él había
añadidura los domingos, consumían las como allí se promete; y sin duda alguna lo leído que los caballeros andantes se
tres partes de su hacienda. El resto della hiciera, y aun saliera con ello, si otros ejercitaban, deshaciendo todo género de
concluían sayo de velarte, calzas de mayores y continuos pensamientos no se agravio, y poniéndose en ocasiones y
velludo para las fiestas, con sus pantuflos lo estorbaran. Tuvo muchas veces peligros donde, acabándolos, cobrase
de lo mesmo, y los días de entresemana competencia con el cura de su lugar –que eterno nombre y fama. Imaginábase el
se honraba con su vellorí de lo más fino. era hombre docto, graduado en Sigüenza–, pobre ya coronado por el valor de su brazo,
Tenía en su casa una ama que pasaba de sobre cuál había sido mejor caballero: por lo menos, del imperio de Trapisonda; y
los cuarenta, y una sobrina que no llegaba Palmerín de Ingalaterra o Amadís de así, con estos tan agradables
a los veinte, y un mozo de campo y plaza, Gaula; mas maese Nicolás, barbero del pensamientos, llevado del estraño gusto
que así ensillaba el rocín como tomaba la mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba que en ellos sentía, se dio priesa a poner
podadera. al Caballero del Febo, y que si alguno se le en efeto lo que deseaba.
Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los podía comparar, era don Galaor, hermano Y lo primero que hizo fue limpiar unas
cincuenta años; era de complexión recia, de Amadís de Gaula, porque tenía muy armas que habían sido de sus bisabuelos,
seco de carnes, enjuto de rostro, gran acomodada condición para todo; que no que, tomadas de orín y llenas de moho,
madrugador y amigo de la caza. Quieren era caballero melindroso, ni tan llorón luengos siglos había que estaban puestas y
decir que tenía el sobrenombre de Quijada, como su hermano, y que en lo de la olvidadas en un rincón. Limpiólas y
o Quesada, que en esto hay alguna valentía no le iba en zaga. aderezólas lo mejor que pudo, pero vio que
diferencia en los autores que deste caso En resolución, él se enfrascó tanto en su tenían una gran falta, y era que no tenían
escriben; aunque, por conjeturas letura, que se le pasaban las noches celada de encaje, sino morrión simple; mas
verosímiles, se deja entender que se leyendo de claro en claro, y los días de a esto suplió su industria, porque de
llamaba Quejana. Pero esto importa poco turbio en turbio; y así, del poco dormir y del cartones hizo un modo de media celada,
a nuestro cuento; basta que en la narración mucho leer, se le secó el celebro, de que, encajada con el morrión, hacían una
dél no se salga un punto de la verdad. manera que vino a perder el juicio. apariencia de celada entera. Es verdad
Es, pues, de saber que este sobredicho Llenósele la fantasía de todo aquello que que para probar si era fuerte y podía estar
hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que leía en los libros, así de encantamentos al riesgo de una cuchillada, sacó su espada
eran los más del año, se daba a leer libros como de pendencias, batallas, desafíos, y le dio dos golpes, y con el primero y en
de caballerías, con tanta afición y gusto, heridas, requiebros, amores, tormentas y un punto deshizo lo que había hecho en
que olvidó casi de todo punto el ejercicio de disparates imposibles; y asen-tósele de tal una semana; y no dejó de parecerle mal la
la caza, y aun la administración de su modo en la imaginación que era verdad facilidad con que la había hecho pedazos,
hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y toda aquella máquina de aquellas sonadas y, por asegurarse deste peligro, la tornó a
desatino en esto, que vendió muchas soñadas invenciones que leía, que para él hacer de nuevo, poniéndole unas barras de
hanegas de tierra de sembradura para no había otra historia más cierta en el hierro por de dentro, de tal manera que él
comprar libros de caballerías en que leer, y mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había quedó satisfecho de su fortaleza; y, sin
así, llevó a su casa todos cuantos pudo sido muy buen caballero, pero que no tenía querer hacer nueva experiencia della, la
haber dellos; y de todos, ningunos le que ver con el Caballero de la Ardiente diputó y tuvo por celada finísima de
parecían tan bien como los que compuso el Espada, que de sólo un revés había partido encaje.
famoso Feliciano de Silva, porque la por medio dos fieros y descomunales Fue luego a ver su rocín, y, aunque tenía
claridad de su prosa y aquellas entricadas gigantes. Mejor estaba con Bernardo del más cuartos que un real y más tachas que
razones suyas le parecían de perlas, y más Carpio, porque en Roncesvalles había el caballo de Gonela, que tantum pellis et
cuando llegaba a leer aquellos requiebros y muerto a Roldán el encantado, valiéndose ossa fuit, le pareció que ni el Bucéfalo de
cartas de desafíos, donde en muchas de la industria de Hércules, cuando ahogó Alejandro ni Babieca el del Cid con él se
partes hallaba escrito: La razón de la a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los igualaban. Cuatro días se le pasaron en
sinrazón que a mi razón se hace, de tal brazos. Decía mucho bien del gigante imaginar qué nombre le pondría; porque,
manera mi razón enflaquece, que con Morgante, porque, con ser quella según se decía él a sí mesmo, no era razón
razón me quejo de la vuestra fermosura. Y generación gigantea, que todos son que caballo de caballero tan famoso, y tan
también cuando leía: [...] los altos cielos soberbios y descomedidos, él solo era bueno él por sí, estuviese sin nombre
que de vuestra divinidad divinamente con afable y bien criado. Pero, sobre todos, conocido; y ansí, procuraba acomodársele
las estrellas os fortifican, y os hacen staba bien con Reinaldos de Montalbán, y de manera que declarase quién había
merecedora del merecimiento que merece más cuando le veía salir de su castillo y sido, antes que fuese de caballero andante,
la vuestra grandeza. robar cuantos topaba, y cuando en llende y lo que era entonces; pues estaba muy
Con estas razones perdía el pobre robó aquel ídolo de Mahoma que era todo puesto en razón que, mudando su señor
caballero el juicio, y desvelábase por de oro, según dice su historia. Diera él, por estado, mudase él también el nombre, y [le]
entenderlas y desentrañarles el sentido, dar una mano de coces al raidor de cobrase famoso y de estruendo, como
que no se lo sacara ni las entendiera el convenía a la nueva orden y al nuevo
ejercicio que ya profesaba. Y así, después Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle bien cubierto de su rodela, con la lanza en
de muchos nombres que formó, borró y título de señora de sus pensamientos; y, ristre, arremetió a todo el galope de
quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en buscándole nombre que no desdijese Rocinante, y embistió con el primer molino
su memoria e imaginación, al fin le vino a mucho del suyo, y que tirase y se que estaba delante; y dándole una lanzada
llamar Rocinante: nombre, a su parecer, encaminase al de princesa y gran señora, en el aspa, la volvió el viento con tanta
alto, sonoro y significativo de lo que había vino a llamarla Dulcinea del Toboso, furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose
sido cuando fue rocín, antes de lo que porque era natural del Toboso; nombre, a tras sí al caballo y al caballero, que fue
ahora era, que era antes y primero de su parecer, músico y peregrino y rodando muy maltrecho por el campo.
todos los rocines del mundo. Puesto significativo, como todos los demás que a Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo
nombre, y tan a su gusto, a su caballo, él y a sus cosas había puesto. el correr de su asno, y cuando llegó, halló
quiso ponérsele a sí mismo, y en este CAPÍTULO OCTAVO que no se podía menear, tal fue el golpe
pensamiento duró otros ocho días, y al que dio con él Rocinante. ¡Válame Dios!
Del buen suceso que el valeroso Don
cabo se vino a llamar don Quijote; de dijo Sancho; ¿no le dije yo a vuestra
Quijote tuvo en la espantable y jamás
donde –como queda dicho– tomaron merced que mirase bien lo que hacía, que
imaginada aventura de los molinos de
ocasión los autores desta tan verdadera no eran sino molinos de viento, y no los
viento, con otros sucesos dignos de felice
historia que, sin duda, se debía de llamar podía ignorar sino quien llevase otros tales
recordación
Quijada, y no Quesada, como otros en la cabeza? Calla, amigo Sancho,
En esto descubrieron treinta o cuarenta
quisieron decir. Pero, acordándose que el respondió Don Quijote, que las cosas de la
molinos de viento que hay en aquel campo,
valeroso Amadís no sólo se había guerra, más que otras, están sujetas a
y así como Don Quijote los vió, dijo a su
contentado con llamarse Amadís a secas, continua mudanza, cuanto más que yo
escudero: la ventura va guiando nuestras
sino que añadió el nombre de su reino y pienso, y es así verdad, que aquel sabio
cosas mejor de lo que acertáramos a
patria, por Hepila famosa, y se llamó Frestón, que me robó el aposento y los
desear; porque ves allí, amigo Sancho
Amadís de Gaula, así quiso, como buen libros, ha vuelto estos gigantes en molinos
Panza, donde se descubren treinta o poco
caballero, añadir al suyo el nombre de la por quitarme la gloria de su vencimiento: tal
más desaforados gigantes con quien
suya y llamarse don Quijote de la Mancha, es la enemistad que me tiene; mas al cabo
pienso hacer batalla, y quitarles a todos las
con que, a su parecer, declaraba muy al al cabo han de poder poco sus malas artes
vidas, con cuyos despojos comenzaremos
vivo su linaje y patria, y la honraba con contra la voluntad de mi espada. Dios lo
a enriquecer: que esta es buena guerra, y
tomar el sobrenombre della. haga como puede, respondió Sancho
es gran servicio de Dios quitar tan mala
Limpias, pues, sus armas, hecho del Panza. Y ayudándole a levantar, tornó a
simiente de sobre la faz de la tierra. ¿Qué
morrión celada, puesto nombre a su rocín y subir sobre Rocinante, que medio
gigantes? dijo Sancho Panza.
confirmándose a sí mismo, se dio a despaldado estaba; y hablando en la
Aquellos que allí ves, respondió su amo, de
entender que no le faltaba otra cosa sino pasada aventura, siguieron el camino del
los brazos largos, que los suelen tener
buscar una dama de quien enamorarse; puerto Lápice, porque allí decía Don
algunos de casi dos leguas. Mire vuestra
porque el caballero andante sin amores Quijote que no era posible dejar de hallarse
merced, respondió Sancho, que aquellos
era árb ol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin muchas y diversas aventuras, por ser lugar
que allí se parecen no son gigantes, sino
alma. Decíase él a [sí]: muy pasajero; sino que iba muy pesaroso
molinos de viento, y lo que en ellos parecen
–Si yo, por malos de mis pecados, o por mi por haberle faltado la lanza y diciéndoselo
brazos son las aspas, que volteadas del
buena suerte, me encuentro por ahí con a su escudero, dijo: yo me acuerdo haber
viento hacen andar la piedra del molino.
algún gigante, como de ordinario les leído que un caballero español, llamado
Bien parece, respondió Don Quijote, que no
acontece a los caballeros andantes, y le Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en
estás cursado en esto de las aventuras;
derribo de un encuentro, o le parto por una batalla roto la espada, desgajó de una
ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate
mitad del cuerpo, o, finalmente, le venzo y encina un pesado ramo o tronco, y con él
de ahí, y ponte en oración en el espacio
le rindo, ¿no será bien tener a quien hizo tales cosas aquel día, y machacó
que yo voy a entrar con ellos en fiera y
enviarle presentado y que entre y se hinque tantos moros, que le quedó por
desigual batalla. Y diciendo esto, dio de
de rodillas ante mi dulce señora, y diga sobrenombre Machuca, y así él, como sus
espuelas a su caballo Rocinante, sin
con voz humilde y rendido: ‘‘Yo, señora, descendientes, se llamaron desde aquel
atender a las voces que su escudero
soy el gigante Caraculiambro, señor de la día en adelante Vargas y Machuca. Hete
Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda
ínsula Malindrania, a quien ven-ció en dicho esto, porque de la primera encina o
alguna eran molinos de viento, y no
singular batalla el jamás como se debe roble que se me depare, pienso desgajar
gigantes aquellos que iba a acometer. Pero
alabado caballero don Quijote de la otro tronco tal y bueno como aquel, que me
él iba tan puesto en que eran gigantes, que
Mancha, el cual me mandó que me imagino y pienso hacer con él tales
ni oía las voces de su escudero Sancho, ni
presentase ante vues-tra merced, para que hazañas, que tú te tengas por bien
echaba de ver, aunque estaba ya bien
la vuestra grandeza disponga de mí a su afortunado de haber merecido venir a
cerca, lo que eran; antes iba diciendo en
talante''? verlas, y aser testigo de cosas que apenas
voces altas: non fuyades, cobardes y viles
¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero podrán ser creídas. A la mano de Dios, dijo
criaturas, que un solo caballero es el que
cuando hubo hecho este discurso, y más Sancho, yo lo creo todo así como vuestra
os acomete. Levantóse en esto un poco de
cuando halló a quien dar nombre de su merced lo dice; pero enderécese un poco,
viento y las grandes aspas comenzaron a
dama! Y fue, a lo que se cree, que en un que parece que va de medio lado, y debe
moverse, lo cual visto por Don Quijote, dijo:
lugar cerca del suyo había una moza de ser del molimiento de la caída. Así es la
pues aunque mováis más brazos que los
labradora de muy buen parecer, de quien él verdad, respondió Don Quijote; y si no me
del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
un tiempo anduvo enamorado, aunque, quejo del dolor, es porque no es dado a los
Y en diciendo esto, y encomendándose de
según se entiende, ella jamás lo supo, ni le caballeros andantes quejarse de herida
todo corazón a su señora Dulcinea,
dio cata dello. Llamábase Aldonza alguna, aunque se le salgan las tripas por
pidiéndole que en tal trance le socorriese,
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ella. Si eso es así, no tengo yo que replicar, que llaman aventuras, mas advierte que, a recibir presta muerte por justo castigo de
respondió Sancho; pero sabe Dios si yo me aunque me veas en los mayores peligros vuestras malas obras.
holgara que vuestra merced se quejara del mundo, no has de poner mano a tu Detuvieron los frailes las riendas, y
cuando alguna cosa le doliera. De mí sé espada para defenderme, si ya no vieres quedaron admirados, así de la figura de
decir, que me he de quejar del más que los que me ofenden es canalla y gente Don Quijote, como de sus razones; a las
pequeño dolor que tenga, si ya no se baja, que en tal caso bien puedes cuales respondieron: señor caballero,
entiende también con los escuderos de los ayudarme; pero si fueren caballeros, en nosotros no somos endiablados ni
caballeros andantes eso del no quejarse. ninguna manera te es lícito ni concedido descomunales, sino dos religiosos de San
No se dejó de reír Don Quijote de la por las leyes de caballería que me ayudes, Benito, que vamos a nuestro camino, y no
simplicidad de su escudero; y así le declaró hasta que seas armado caballero. Por sabemos si en este coche vienen o no
que podía muy bien quejarse, como y cierto, señor, respondió Sancho, que ningunas forzadas princesas. Para conmigo
cuando quisiese, sin gana o con ella, que vuestra merced será muy bien obedecido no hay palabras blandas, que ya yo os
hasta entonces no había leído cosa en en esto, y más que yo de mío me soy conozco, fementida canalla, dijo Don
contrario en la orden de caballería. Díjole pacífico y enemigo de meterme en ruidos y Quijote. Y sin esperar más respuesta, picó
Sancho que mirase que era hora de comer. pendencias; bien es verdad que en lo que a Rocinante, y la lanza baja arremetió
Respondióle su amo que por entonces no tocare a defender mi persona no tendré contra el primer fraile con tanta furia y
le hacía menester; que comiese él cuando mucha cuenta con esas leyes, pues las denuedo, que si el fraile no se dejara caer
se le antojase. Con esta licencia se divinas y humanas permiten que cada uno de la mula, él le hiciera venir al suelo mal
acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre se defienda de quien quisiere agraviarle. de su grado, y aun mal ferido si no cayera
su jumento, y sacando de las alforjas lo que No digo yo menos, respondió Don Quijote; muerto. El segundo religioso, que vio del
en ellas había puesto, iba caminando y pero en esto de ayudarme contra modo que trataban a su compañero, puso
comiendo detrás de su amo muy despacio, caballeros, has de tener a raya tus piernas al castillo de su buena mula, y
y de cuando en cuando empinaba la bota naturales ímpetus. Digo que sí lo haré, comenzó a correr por aquella campaña
con tanto gusto, que le pudiera envidiar el respondió Sancho, y que guardaré ese más ligero que el mismo viento. Sancho
más regalado bodegonero de Málaga. Y en precepto tan bien como el día del domingo. Panza que vio en el suelo al fraile,
tanto que él iba de aquella manera Estando en estas razones, asomaron por el apeándose ligeramente de su asno,
menudeando tragos, no se le acordaba de camino dos frailes de la orden de San arremetió a él y le comenzó a quitar los
ninguna promesa que su amo le hubiese Benito, caballeros sobre dos dromedarios, hábitos. Llegaron en esto dos mozos de los
hecho, ni tenía por ningún trabajo, sino por que no eran más pequeñas dos mulas en frailes, y preguntáronle que por qué le
mucho descanso, andar buscando las que venían. Traían sus anteojos de camino desnudaba. Respondióles Sancho que
aventuras por peligrosas que fuesen. En y sus quitasoles. Detrás de ellos venía un aquello le tocaba a él legítimamente, como
resolución, aquella noche la pasaron entre coche con cuatro o cinco de a caballo que despojos de la batalla que su señor Don
unos árboles, y del uno de ellos desgajó les acompañaban, y dos mozos de mulas a Quijote había ganado. Los mozos, que no
Don Quijote un ramo seco, que casi le pie. Venía en el coche, como después se sabían de burla, ni entendían aquello de
podía servir de lanza, y puso en él el hierro supo, una señora vizcaína que ia a Sevilla, despojos ni batallas, viendo que ya Don
que quitó de la que se le había quebrado. donde estaba su marido que pasaba a las Quijote estaba desviado de allí, hablando
Toda aquella noche no durmió Don Quijote, Indias con muy honroso cargo. No venían con las que en el coche venían,
pensando en su señora Dulcinea, por los frailes con ella, aunque iban el mismo arremetieron con Sancho, y dieron con él
acomodarse a lo que había leído en sus camino; mas apenas los divisó Don Quijote, en el suelo; y sin dejarle pelo en las barbas
libros, cuando los caballeros pasaban sin cuando dijo a su escudero: o yo me le molieron a coces y le dejaron tendido en
dormir muchas noches en las florestas y engaño, o esta ha de ser la más famosa el suelo sin aliento ni sentido: y sin
despoblados, entretenidos en las memorias aventura que se haya visto, porque detenerse un punto, tornó a subir el fraile,
de sus señoras. aquellos bultos negros que allí parecen, todo temeroso y acobardado y sin color en
No la pasó así Sancho Panza, que como deben ser, y son sin duda, algunos el rostro y cuando se vio a caballo picó tras
tenía el estómago lleno, y no de agua de encantadores que llevan hurtada alguna su compañero, que un buen espacio de allí
chicoria, de un sueño se la llevó toda, y no princesa en aquel coche, y es menester le estaba aguardando, y esperando en qué
fueran parte para despertarle, si su amo no deshacer este tuerto a todo mi poderío. paraba aquel sobresalto; y sin querer
le llamara, los rayos del sol que le daban Peor será esto que los molinos de viento, aguardar el fin de todo aquel comenzado
en el rostro, ni el canto de las aves, que dijo Sancho. Mire señor, que aquellos son suceso, siguieron su camino haciéndose
muchas y muy regocijadamente la venida frailes de San Benito, y el coche debe de más cruces que si llevaran el diablo a las
del nuevo día saludaban. Al levantarse dio ser de alguna gente pasajera: mire que espaldas. Don Quijote estaba, como se ha
un tiento a la bota, y hallóla algo más flaca digo que mire bien lo que hace, no sea el dicho, hablando con la señora del coche,
que la noche antes, y afligiósele el corazón diablo que le engañe. Ya te he dicho, diciéndole: la vuestra fermosura, señora
por parecerle que no llevaban camino de Sancho, respondió Don Quijote, que sabes mía, puede facer de su persona lo que más
remediar tan presto su falta. No quiso poco de achaques de aventuras: lo que yo le viniera en talante, porque ya la soberbia
desayunarse Don Quijote porque como digo es verdad, y ahora lo verás. Y diciendo de vuestros robadores yace por el suelo
está dicho, dio en sustentarse de sabrosas esto se adelantó, y se puso en la mitad del derribada por este mi fuerte brazo; y
memorias. camino por donde los frailes venían, y en porque no penéis por saber el nombre de
Tornaron a su comenzado camino del llegando tan cerca que a él le pareció que vuestro libertador, sabed que yo me llamo
puerto Lápice, y a hora de las tres del día le le podían oír lo que dijese, en alta voz dijo: Don Quijote de la Mancha, caballero
descubrieron. Aquí, dijo en viéndole Don gente endiablada y descomunal, dejad andante y aventurero, y cautivo de la sin
Quijote, podemos, hermano Sancho Panza, luego al punto las altas princesas que en par y hermosa doña Dulcinea del Toboso; y
meter las manos hasta los codos en esto ese coche lleváis forzadas, si no, aparejáos en pago del beneficio que de mí habéis
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recibido o quiero otra cosa sino que volváis de aventurarlo todo a la de un solo golpe. Naturalmente eres cobarde, Sancho, dijo
al Toboso, y que de mi parte os presentéis El vizcaíno, que así le vio venir contra él, Don Quijote; pero por que no digas que soy
ante esta señora, y le digáis lo que por bien entendió por su denuedo su coraje, y contumaz, y que jamás hago lo que me
vuestra libertad he fecho. Todo esto que determinó hacer lo mismo que Don Quijote: aconsejas, por esta vez quiero tomar tu
Don Quijote decía, escuchaba un escudero y así le aguardó bien cubierto de su consejo y apartarme de la furia que tanto
de los que el coche acompañaban, que era almohada, sin poder rodear la mula a una temes; mas ha de ser con una condición,
vizcaíno; el cual, viendo que no quería ni a otra parte, que ya de puro cansada, y que jamás en vida ni en muerte has de
dejar pasar el coche adelante, sino que no hecha a semejantes niñerías, no podía decir a nadie que yo me retiré y aparté
decía que luego había de dar la vuelta al dar un paso. Venía, pues, como se ha deste peligro de miedo, sino por complacer
Toboso, se fue para Don Quijote, y dicho, Don Quijote contra el cauto vizcaíno a tus ruegos; que si otra cosa dijeres,
asiéndole de la lanza le dijo en mala lengua con la espada en alto, con determinación mentirás en ello, y desde ahora para
castellana, y peor vizcaína, de esta de abrirle por medio, y el vizcaíno le entonces, y desde entonces para ahora te
manera: anda, caballero, que mal andes; aguardaba asimismo, levantada la espada desmiento, y digo que mientes, y mentirás
por el Dios que crióme, que si no dejas y aforrado con su almohada, y todos los todas las veces que lo pensares o lo
coche, así te matas como estás ahí circunstantes estaban temerosos y dijeres. Y no me repliques más, que en solo
vizcaíno. Entendióle muy bien Don Quijote, colgados de lo que había de suceder de pensar que me aparto y retiro de algún
y con mucho sosiego le respondió: si fueras aquellos tamaños golpes con que se peligro, especialmente deste que parece
caballero, como no lo eres, ya yo hubiera amenazaban, y la señora del coche y las que lleva algún es no es de sombra de
castigado tu sandez y atrevimiento, cautiva demás criadas suyas estaban haciendo mil miedo, estoy para quedarme y para
criatura. A lo cual replicó el vizcaíno: ¿yo votos y ofrecimientos a todas las imágenes aguardar aquí solo no solamente a la Santa
no caballero? juro a Dios tan mientes como y casas de devoción de España, porque Hermandad que dices y temes, sino a los
cristiano; si lanza arrojas y espada sacas, Dios librase a su escudero y a ellas de hermanos de las doce tribus de Israel, y a
el agua cuán presto verás que el gato aquel tan grande peligro en que se los siete Macabeos y a Cástor y a Polux, y
llevas; vizcaíno por tierra, hidalgo por mar, hallaban. Pero está el daño de todo esto, aún a todos los hermanos y hermandades
hidalgo por el diablo; y mientes, que mira si que en este punto y término deja el autor que hay en el mundo. Señor, respondió
otra dices cosa. Ahora lo veredes, dijo de esta historia esta batalla, disculpándose Sancho, que el retirarse no es huir, ni el
Agraves, respondió Don Quijote; y que no halló más escrito destas hazañas esperar es cordura, cuando el peligro
arrojando la lanza en el suelo, sacó su de Don Quijote, de las que deja referidas. sobrepuja a la esperanza, y de sabios es
espada y embrazó su rodela, y arremetió al Bien es verdad que el segundo autor de guardarse hoy para mañana, y no
vizcaíno con determinación de quitarle la esta obra no quiso creer que tan curiosa aventurarse todo en un día, y sepa que
vida. historia estuviese entregada a las leyes del aunque zafio y villano, todavía se me
El vizcaíno, que así le vio venir, aunque olvido, ni que hubiesen sido tan poco alcanza algo desto que llaman buen
quisiera apearse de la mula, que por ser de curiosos los ingenios de la Mancha que no gobierno. Así que no se arrepienta de
las malas de alquiler, no había que fiar en tuviesen en sus archivos o en sus haber tomado mi consejo, sino suba en
ella, no pudo hacer otra cosa sino sacar su escritorios algunos papeles que de este Rocinante si puede, o si no yo le ayudaré, y
espada; pero avínole bien que se halló famoso caballero tratasen; y así, con esta sígame, que el caletre me dice que hemos
junto al coche, de donde pudo tomar una imaginación, no se desesperó de hallar el menester ahora más los pies que las
almohada que le sirvió de escudo, y luego fin de esta apacible historia, el cual, manos.
fueron el uno para el otro, como si fueran siéndole el cielo favorable, le halló del Subió Don Quijote sin replicarle más
dos mortales enemigos. La demás gente modo que se contará en el siguiente palabra, y guiando Sancho sobre su asno,
quisiera ponerlos en paz; mas no pudo, capítulo. se entraron por una parte de Sierra Morena
porque decía el vizcaíno en sus mal CAPÍTULO VIGÉSIMOTERCERO que allí junto estaba, llevando Sancho
trabadas razones, que si no le dejaban intención de atraversarla toda, e ir a salir al
De lo que sucedió al famoso Don Quijote
acabar su batalla, que él mismo había de Viso o a Almodóvar del Campo, y
en Sierra Morena, que fue una de las más
matar a su ama y a toda la gente que se lo esconderse algunos días por aquellas
famosas aventuras que en esta verdadera
estorbase. La señora del coche, admirada y asperezas, por no ser hallados si la
historia se cuentan
temerosa de lo que veía, hizo al cochero Hermandad los buscase. Animóle a esto el
Viéndose tan mal parado Don Quijote, dijo
que se desviase de allí algún poco, y desde haber visto que de la refriega de los
a su escudero: siempre Sancho, lo he oído
lejos se puso a mirar la rigurosa contienda, galeotes se había escapado libre la
decir, que el hacer bien a villanos es echar
en el discurso de la cual dio el vizcaíno una despensa que sobre su asno venía, cosa
agua en el mar: si hubiera creído lo que me
gran cuchillada a Don Quijote encima de un que la juzgó a milagro, según fue lo que
dijiste, yo hubiera excusado esta
hombro por encima de la rodela, que a llevaron y buscaron los galeotes.
pesadumbre; pero ya está hecho, paciencia
dársela sin defensa, le abriera hasta la Aquella noche llegaron a la mitad de las
y escarmentar para desde aquí adelante.
cintura. Don Quijote, que sintió la entrañas de Sierra Morena, adonde le
Así escarmentará vuestra merced,
pesadumbre de aquel desaforado golpe, pareció a Sancho pasar aquella noche y
respondió Sancho, como yo soy turco; pero
dio una gran voz, diciendo: ¡oh señora de aún algunos días, a lo menos todos
pues dice que si me hubiera creído, se
mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, aquellos que durase el matalotaje que
hubiera excusado este daño, créame ahora
socorred a este vuestro caballero, que por llevaba, y así hicieron noche entre dos
y se excusará otro mayor, porque le hago
satisfacer a la vuestra mucha bondad, en peñas y entre muchos alcornoques: pero la
saber que con la Santa Hermandad no hay
este riguroso trance se halla! El decir esto, suerte fatal, que según la opinión de los
usar de caballerías, que no se le da a ella,
y el apretar la espada, y el cubrirse bien de que no tienen lumbre de la verdadera fe,
por cuantos caballeros andantes hay, dos
su rodela, y el arremeter al vizcaíno, todo todo lo guía, guisa y compone a su modo,
maravedís, y sepa que ya me parece que
fue en un tiempo, llevando determinación ordenó que Ginés de Pasamonte, el
sus saetas me zumban por los oídos.
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famoso embustero y ladrón, que de la En esto alzó los ojos, y vio que su amo Por esa trova, dijo Sancho, no se puede
cadena por virtud y locura de Don Quijote estaba parado, procurando con la punta del saber nada, si ya no es que por ese hilo
se había escapado, llevado del miedo de la lanzón alzar no sé qué bulto que estaba que está ahí se saque el ovillo de todo.
Santa Hermandad, de quien con justa caído en el suelo, por lo cual se dió priesa ¿Qué hilo está aquí? dijo Don Quijote.
razón temía, acordó de esconderse en a llegar a ayudarle si fuese menester, y Paréceme, dijo Sancho, que vuestra
aquellas montañas, y llevóle su suerte y su cuando llegó fue a tiempo que alzaba con merced nombró ahí hilo. No dije sino Fili,
miedo a la misma parte donde había la punta del lanzón un cojín y una maleta respondió Don Quijote, y este sin duda es
llevado a Don Quijote y Sancho Panza a asida a él, medio podridos, o podridos del el nombre de la dama de quien se queja el
hora y tiempo que los pudo conocer, y a todo y deshechos; mas pesaba tanto, que autor de este soneto, y a fe que debe ser
punto que los dejó dormir. Y como siempre fue necesario que Sancho ayudase a razonable poeta, o yo sé poco del arte.
los malos son desagradecidos, y la tomarlos, y mandóle su amo que viese lo ¿Luego también, dijo Sancho, se le
necesidad sea ocasión de acudir a lo que que en la maleta venía. Hízolo con mucha entiende a vuestra merced de trovas? Y
no se debe, y el remedio presente venza a presteza Sancho, y aunque la maleta venía más de lo que tú piensas, respondió Don
lo porvenir, Ginés ni era agradecido ni bien cerrada con una cadena y su candado, por Quijote; y veráslo cuando lleves una carta
intencionado, acordó de hurtar el asno a lo roto y podrido della vio lo que en ella escrita en verso de arriba a abajo a mi
Sancho Panza, no curándose de había, que eran cuatro camisas de delgada señora Dulcinea del Toboso, porque quiero
Rocinante, por ser prenda tan mala para holanda, y otras cosas de lienzo no menos que sepas, Sancho, que todos o los más
empeñada como para vendida. Dormía curiosas que limpias, y en un pañizuelo caballeros andantes de la edad pasada
Sancho Panza, hurtóle su jumento, y antes halló un buen montoncillo de escudos de eran grandes trovadores y grandes
que amaneciese se halló bien lejos de oro, y así como los vio dijo: Bendito sea músicos, que estas dos habilidades, o
poder ser hallado. todo el cielo que nos ha deparado una gracias por mejor decir, son anejas a los
Salió la aurora alegrando la tierra, y aventura que sea de provecho. Y buscando enamorados andantes; verdad es que las
entristeciendo a Sancho Panza, porque más, halló un librillo de memoria ricamente coplas de los pasados caballeros tienen
halló menos su rucio, el cual viéndose sin guarnecido. Este le pidió Don Quijote, más de espíritu que de primor.
él comenzó a hacer el más triste y doloroso mandóle que guardase el dinero y lo Lea más vuestra merced, dijo Sancho, que
llanto del mundo, y fue de manera que Don tomase para él. Besóle las manos Sancho ya hallará algo que nos satisfaga. Volvió la
Quijote despertó a las voces, y oyó que en por la merced, y desvalijando a la valija de hoja Don Quijote, y dijo: Esto es prosa, y
ellas decía: ¡Oh hijo de mis entrañas, su lencería la puso en el costal de la parece carta. ¿Carta misiva, señor?
nacido en mi misma casa, brinco de mis dispensa. Todo lo cual, visto por Don preguntó Sancho. En el principio no parece
hijos, regalo de mi mujer, envidia de mis Quijote, dijo: Paréceme, Sancho (y no es sino de amores, respondió Don Quijote.
vecinos, alivio de mis cargas, y finalmente, posible que sea otra cosa), que algún Pues lea vuestra merced alto, dijo Sancho,
sustentador de la mitad de mi persona, caminante descaminado debió de pasar por que gusto mucho destas cosas de amores.
porque con ventiséis maravedís que esta sierra, y salteándole malandrines le Que me place, dijo Don Quijote, y
ganaba cada día mediaba yo mi despensa! debieron de matar, y le trujeron a enterrar leyéndola alto, como Sancho se lo había
Don Quijote que vió el llanto y supo la en esta tan escondida parte. No puede ser rogado, vio que decía de esta manera: "tu
causa, consoló a Sancho con las mejores eso, respondió Sancho, porque si fueran falsa promesa y mi cierta desventura me
razones que pudo, y le rogó que tuviese ladrones no se dejaran aquí este dinero. llevan a parte donde antes volverán a tus
paciencia, prometiéndole de darle una Verdad dices, dijo Don Quijote, y así no oídos las nuevas de mi muerte que las
cédula de cambio para que le diesen tres adivino ni doy en lo que esto pueda ser; razones de mis quejas. Desechásteme, ¡oh
en su casa, de cinco que había dejado en mas espérate, veremos si en este librito de ingrata! por quien tiene más, no por quien
ella. Consolóse Sancho con esto y limpio memoria hay alguna cosa escrita por donde vale más que yo; mas si la virtud fuera
sus lágrimas, templó sus sollozos y podamos rastrear y venir en conocimiento riqueza que se estimara, no envidiara yo
agradeció a Don Quijote la merced que le de lo que deseamos. Abrióle, y lo primero dichas ajenas, ni llorara desdichas propias.
hacía, el cual, como entró por aquellas que halló en él escrito como en borrador, Lo que levantó tu hermosura han derribado
montañas, se le alegró el corazón, aunque de muy buena letra, fue un soneto, tus obras; por ella entendí que eras angel,
pareciéndole aquellos lugares acomodados que leyendo alto, porque Sancho también y por ellas conozco que eres mujer.
para las aventuras que buscaba. lo oyese, vio que decía de esta manera: Quédate en paz, causadora de mi guerra, y
Reducíansele a la memoria los O le falta al amor conocimiento, haga el cielo que los engaños de tu esposo
maravillosos acaecimientos que en o le sobra crueldad, o no es mi pena estén siempre encubiertos; porque tu
semejantes soledades y asperezas habían igual a la ocasión que me condena quedes arrepentida de lo que hiciste, y yo
sucedido a caballeros andantes. Iba al género más duro de tormento. no tome venganza de lo que no deseo."
pensando en estas cosas tan embebecido Pero si amor es dios, es argumento, Acabando de leer la carta, dijo Don Quijote:
y transportado en ellas, que de ninguna que nada ignora, y es razón muy buena Menos por esta que por los versos se
otra se acordaba, ni Sancho llevaba otro que un dios no sea cruel; pues ¿quién puede sacar más de que quien la escribió
cuidado (después que le pareció que ordena es algún desdeñado amante. Y hojeando
caminaba por parte segura), sino de el terrible dolor que adoro y siento? casi todo el librito, halló otros versos y
satisfacer su estómago con los relieves que Si digo que sois vos, Fili, no acierto, cartas, que algunos pudo leer y otros no,
del despojo clerical habían quedado, y así que tanto mal en tanto bien no cabe, pero lo que todos contenían eran quejas,
iba tras su amo, cargado con todo aquello ni me viene el cielo esta ruina. lamentos, desconfianzas, sabores y
que había de llevar el rucio, sacando de un Presto habré de morir, que es lo más cierto sinsabores, favores y desdenes,
costal, y embaulando en su panza; y no se que al mal de quien la causa no sabe, solemnizados los unos y llorados los otros.
le diera por hallar otra aventura, entre tanto milagro es acertar la medicina. En tanto que Don Quijote pasaba el libro,
que iba de aquella manera, un ardite. pasaba Sancho la maleta sin dejar rincón
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en toda ella ni en el cojín que no buscase, de vuestra merced luego es conmigo el respondió Don Quijote, sino a un cojín y a
escudriñase e inquiriese, ni costura que no miedo, que me asalta con mil géneros de una maletilla, que no lejos de este lugar
deshiciese, ni vedija de lana que no sobresaltos y visiones; y sírvale esto que hallamos. También la hallé yo, repondió el
escarmenase, porque no quedase nada por digo de aviso para que de aquí adelante no cabrero; mas nunca la quise alzar, ni llegar
diligencia ni mal recado; tal golosina había me aparte un dedo de su presencia. Así a ella, temeroso de algún desmán y de que
despertado en él los hallados escudos, que será, dijo el de la Triste Figura, y yo estoy no me la pidiesen por de hurto; que es
pasaban de ciento, y aunque no halló más muy contento de que te quieras valer de mi diablo sotil, y debajo de los pies se levanta
de lo hallado, dio por bien empleados los ánimo, el cual no te ha de faltar aunque te al hombre cosa donde tropiece y caya, sin
vueltos de la manta, el vomitar del brevaje, falte el ánimo del cuerpo; vente ahora tras saber cómo ni cómo no. Eso mesmo es lo
las bendiciones de las estacas, las mí poco a poco, como pudieres, y haz de que yo digo, respondió Sancho, que
puñadas del arriero, la falta de las alforjas, los ojos lanternas, rodearemos esta también la hallé yo, y quise llegar a ella con
el robo del gabán y del asno, y toda la serrezuela, quizá toparemos con aquel un tiro de piedra; allí la dejé y allí se queda
hambre, la sed y el cansancio que había hombre que vimos, el cual sin duda no es como se estaba, que no quiero perro con
pasado en servicio de su buen señor, otro que el dueño de este nuestro hallazgo. cencerro.
pareciéndole más que rebien pagado con la A lo que Sancho respondió: Harto mejor Decidme, buen hombre, dijo Don Quijote,
merced recibida de la entrega del hallazgo. sería no buscarle, porque si le hallamos, y ¿sabéis vos quién sea dueño destas
Con gran deseo quedó el Caballero de la acaso fuere el dueño del dinero, claro está prendas? Lo que sabré yo decir, dijo el
Triste Figura de saber quien fuese el dueño que lo tengo de restituir, y así fuera mejor, cabrero, es que habrá al pie de seis meses
de la maleta, conjeturando por el soneto y sin hacer esta inútil diligencia, poseerlo yo poco más a menos, que llegó a una majada
la carta, por el dinero en oro, y por las tan con buena fe, hasta que por otra vía menos de pastores, que estará como tres leguas
buenas camisas, que debía de ser algún curiosa y diligente pareciera su verdadero deste lugar, un mancebo de gentil talle y
principal enamorado, a quien desdenes y señor, y quizá fuera a tiempo que lo apostura, caballero sobre esa mesma mula
malos tratamientos de su dama debían de hubiera gastado, y entonces el rey me que ahí está muerta, y con el mesmo cojín
haber conducido a algún desesperado hacía franco. y maleta que decís que hallastes y no
término; pero como por aquel lugar Engáñaste en eso, Sancho, respondió Don tocastes: preguntónos que cuál parte desta
inhabitable y escabroso no parecía persona Quijote, que ya que hemos caído en sierra era la más aspera y escondida.
alguna de quien poder informarse, no se sospecha de quién es el dueño,, y le Dijímosle que era donde ahora estamos, y
curó de más que de pasar adelante, sin tenemos casi delante, estamos obligados a es así la verdad, porque si entrais media
llevar otro camino que aquel que Rocinante buscalle y volvérselo; y cuando no lo legua más adelante, quizá no acertareis a
quería, que era por donde él podía buscásemos, la vehemente sospecha que salir, y estoy maravillado de cómo habeis
caminar, siempre con imaginación que no tenemos de que él lo sea, nos pone ya en podido llegar aquí, porque no hay camino ni
podía faltar por aquellas malezas alguna tanta culpa como si lo fuese. Así que, senda que a este lugar encamine: digo
extraña aventura. Sancho amigo, no te dé pena el buscalle, pues, que en oyendo nuestra respuesta el
Yendo, pues, con esta pensamiento, vio por la que a mí se me quitará si le hallo. Y mancebo volvió las riendas, y encaminó
que por cima de una montañuela, que así picó a Rocinante, y siguióle Sancho a hacia el lugar donde le señalamos,
delante de los ojos se le ofrecía, iba pié y cargado, merced a Ginesillo de dejándonos a todos contentos de su buen
saltando un hombre de risco en risco y de Pasamonte; y habiendo rodeado a parte de talle, y admirados de su demanda y de la
mata en mata con extraña ligereza: la montaña, hallaron en un arroyo caída, priesa con que le víamos caminar y
figurósele que iba desnudo, la barba negra muerta y medio comida de perros y picada volverse hacia la sierra: y desde entonces
y espesa, los cabellos muchos y de grajos, una mula ensillada y enfrenada; nunca más le vimos, hasta que desde allí a
rebultados, los pies descalzos y las piernas todo lo cual confirmó en ellos más la algunos días salió al camino a uno de
sin cosa ninguna; los muslos cubrían unos sospecha de que aquel que huía era dueño nuestros pastores, y sin decille nada se
calzones, al parecer de terciopelo leonado; de la mula y del cojín. allegó a él y le dió muchas puñadas y
mas tan hechos pedazos que por muchas Estándola mirando oyeron un silbo como coces, y luego se fue a la borrica del hato,
partes se le descubrían las carnes. Traía la de pastor que guardaba ganado, y a y le quitó cuanto pan y queso en ella traía,
cabeza descubierta, y aunque pasó con la deshora a su siniestra mano aparecieron y con extraña ligereza, hecho esto se volvió
ligereza que se ha dicho, todas estas una buena cantidad de cabras, y tras ellas a entrar en la sierra. Como esto supimos
menudencias miró y notó el Caballero de la por cima de la montaña pareció el cabrero algunos cabreros, le anduvimos a buscar
Triste Figura; y no lo procuró aunque no que las guardaba que era un hombre casi dos días por lo más cerrado desta
pudo seguille, porque no era dado a la anciano. Diole voces Don Quijote, y rogóle sierra, al cabo de los cuales le hallamos
debilidad de Rocinante andar por aquellas que bajase donde estaban. El respondió a metido en el hueco de un grueso y valiente
asperezas, y más siendo él de suyo gritos que quién les había traído por aquel alcornoque. Salió a nosotros con mucha
pasicorto y flemático. Luego imagino Don lugar, pocas o ningunas veces pisado sino mansedumbre, ya roto el vestido y el rostro
Quijote que aquel era el dueño del cojín y de pies de cabras o de lobos, y otras fieras desfigurado y tostado del sol, de tal suerte
de la maleta, y propuso en sí de buscalle, que por allí andaban. Respondióle Sancho que apenas le conocimos, sino que los
aunque supiese andar un año por aquellas que bajase, que de todo le darían buena vestidos, aunque rotos, con la noticia que
montañas hasta hallarle; y así mandó a cuenta. Bajó el cabrero, y en llegando dellos teníamos, nos dieron a entender que
Sancho que atajase por la una parte de la adonde Don Quijote estaba, dijo: Apostaré era el que buscábamos.
montaña, que él iría por la otra, y podría ser que está mirando la mula de alquiler que Saludónos cortésmente, y en pocas y muy
que topasen con esta diligencia con aquel está muerta en esa hondonada, pues a buena razones nos dijo que no nos
hombre, que con tanta priesa se les había buena fe ha seis meses que está en ese maravillásemos de verle andar de aquella
quitado de delante. No podré hacer eso, lugar. Díganme, ¿han topado por ahí a su suerte, porque así le convenía para cumplir
respondió Sancho, porque en apartándome dueño? No hemos topado a nadie, cierta penitencia que por sus muchos
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pecados le había sido impuesta. locura le venía a tiempos, y que alguno que llamar el Roto de la Mala Figura, como a
Rogámosle que nos dijese quién era; mas se llamaba Fernando le debía de haber Don Quijote el de la Triste, después de
nunca lo podimos acabar con él. Pedímosle hecho una mala obra tan pesada, cuanto lo haberse dejado abrazar, le apartó un poco
también que cuando hubiese menester el mostraba el término a que le había de sí, y puestas sus manos en los hombros
sustento, sin el cual no podía pasar, nos conducido. Todo lo cual se ha confirmado de Don Quijote, le estuvo mirando como
dijese dónde le hallaríamos, porque con después acá con las veces, que han sido que quería ver si le conocía, no menos
mucho amor y cuidado se lo llevaríamos, y muchas, que él a salido al camino, unas a admirado quizá de ver la figura, talle y
que si esto tampoco fuese de su gusto, que pedir a los pastores le den de lo que llevan armas de Don Quijote, que Don Quijote lo
a lo menos saliese a pedirlo, y no a quitarlo para comer, y otras a quitárselo por fuerza, estaba de verle a él. En resolución, el
a los pastores. Agradeció nuestro porque cuando está con el accidente de la primero que habló después del
ofrecimiento, pidió perdón de los asaltos locura, aunque los pastores se lo ofrezcan abrazamiento fué el Roto, y dijo lo que se
pasados, y ofreció de pedillo de ahí de buen grado no lo admite, sino que lo dirá adelante.
adelante por amor de Dios sin dar molestia toma a puñadas, y cuando está en su seso CAPÍTULO VIGÉSIMOQUINTO
alguna a nadie. lo pide por amor de Dios, cortés y
Que trata de las extrañas cosas que en
En cuanto a lo que tocaba a la estancia de comedidamente; y rinde por ello muchas
Sierra Morena sucedieron al valiente
su habitación, dijo que no tenía otra que gracias, y no con falta de lágrimas: y en
caballero de la Mancha, y de la imitacion
aquella que le ofrecía la ocasión donde le verdad os digo, señores, prosiguió el
que hizo a la penitencia de Beltenebros
tomaba la noche; y acabó su plática con un cabrero, que ayer determinamos yo y otros
Despidióse del cabrero Don Quijote, y
tan tierno llanto, que bien fuéramos de cuatros zagales, los dos criados y los dos
subiendo otra vez sobre Rocinante, mandó
piedra los que escuchádole habíamos, si amigos míos, de buscalle hasta tanto que
a Sancho que le siguiese, el cual lo hizo
en él no le acompañáramos, le hallemos, y después de hallado, ya por
como sin jumento, de muy mala gana.
considerándole como le habíamos visto la fuerza, ya por grado, le hemos de llevar a
Ibanse poco a poco entrando en lo más
vez primera, y cual le veíamos entonces, la villa de Almodóvar, que está de aquí a
áspero de la montaña, y Sancho iba muerto
porque, como tengo dicho, era un muy ocho leguas, y le curaremos, si es que su
por razonar con su amo, y deseaba que él
gentil y agraciado mancebo, y en sus mal tiene cura, o sabremos quién es,
comenzase la plática por no contravenir a
corteses y concertadas razones mostraba cuando esté en su seso, y si tiene parientes
lo que le tenía mandado; mas no pudiendo
ser bien nacido y muy cortesana persona, a quien dar noticia de su desgracia. Esto
sufrir tanto silencio, le dijo: señor Don
que puesto que éramos rústicos los que le es, señores, lo que sabré deciros de lo que
Quijote, vuestra merced me eche su
escuchábamos, su gentileza era tanta que me habéis preguntado, y entended que el
bendicion y me de licencia, que desde aquí
bastaba a darse a conocer a la mesma dueño de las prendas que hallasteis es el
me quiero volver a mi casa, y a mi mujer y
rusticidad; y estando en lo mejor de su mesmo que visteis pasar con tanta ligereza
a mis hijos, con los cuales por lo menos
plática paró y enmudecióse, clavó los ojos como desnudez.
hablaré y departiré todo lo que quisiere,
en el suelo en un buen espacio en el cual Que ya le había dicho Don Quijote cómo
porque querer vuestra merced que vaya
todos estuvimos quedos y suspensos, había visto pasar aquel hombre saltando
con él por estas soledades de día y de
esperando en qué había de parar aquel por la sierra; el cual quedó admirado de lo
noche, y que no le hable cuando me diere
embelesamiento, con no poca lástima de que al cabrero había oído, y quedó con
gusto, es enterrarme en vida. Si ya quisiera
verlo, porque por lo que hacía abrir los más deseo de saber quién era el
la suerte que los animales hablaren, como
ojos, estar fijo mirando al suelo sin mover desdichado loco, y propuso en sí lo mesmo
hablaban en tiempo de Guisopete, fuera
pestaña gran rato, y otras veces cerrarlos, que ya tenía pensado de buscalle por toda
menos mal, porque departiera yo con
apretando los labios y encarnando las la montaña, sin dejar rincón ni cueva en
Rocinante lo que me viniera en gana, y con
cejas, fácilmente conocimos que algún ella que no mirase hasta hallarle. Pero
esto pasara mi mala ventura; que es recia
accidente de locura le había sobrevenido; hízolo mejor la suerte de lo que él pensaba
cosa, y que no se puede llevar en
mas él nos dió a entender presto ser ni esperaba porque en aquel mismo
paciencia, andar buscando aventuras toda
verdad lo que pensábamos, porque se instante pareció por entre una quebrada de
la vida, y no hallar sino coces y
levantó con gran furia del suelo donde se una sierra, que salía donde ellos estaban,
manteamientos, ladrillazos y puñadas, y
había echado, y arremetió con el primero el mancebo que buscaba, el cual venía
con todo esto nos hemos de coser la boca,
que halló junto a sí con tal denuedo y rabia, hablando entre sí cosas que no podían ser
sin osar decir lo que el hombre tiene en su
que si no le quitáramos le matara a entendidas de cerca, cuanto más de lejos.
corazón, como si fuera mudo. Ya te
puñadas y bocados, y todo esto hacía Su traje era cual se ha pintado, sólo que
entiendo, Sancho, respondió Don Quijote,
diciendo: "Ah fementido Fernando, aquí, llegando cerca vió Don Quijote que un
tú mueres porque te alce el entredicho que
aquí me pagarás la sinrazón que me coleto hecho pedazos que sobre sí traía,
te tengo puesto en la lengua. Dale por
hiciste; estas manos te sacarán el corazón era de ámbar, por donde acabó de
alzado, y di lo que quisieres, con condición
donde albergan y tienen manida todas las entender qué persona que tales hábitos
que no ha de durar este alzamiento más de
maldades juntas, principalmente la fraude y traía no debía de ser de ínfima calidad.
en cuanto anduviéremos por estas sierras.
el engaño" : y a éstas añadía otras En llegando el mancebo a ellos los saludó
Sea así, dijo Sancho, hable yo ahora, que
razones, que todas se encaminaban a decir con una voz desentonada y bronca, pero
después Dios sabe lo que será y
mal de aquel Fernando, y a tacharle de con mucha cortesía. Don Quijote le volvió
comenzando a gozar de este
traidor y fementido. Quitámosele, pues, con las saludes con no menos comedimiento, y
salvoconducto digo: ¿que qué le iba a
no poca pesadumbre, y él sin decir más apeándose de Rocinante con gentil
vuestra merced en volver tanto por aquella
palabra se apartó de nosotros y se continente y donaire, le fue a abrazar, y le
reina Magimasa, o cómo se llame? ¿O qué
emboscó corriendo por entre estos jardines tuvo un buen espacio estrechamente entre
hacia al caso que aquel abad fuese su
y malezas, de modo que nos imposibilitó el sus brazos, como si de luengos tiempos lo
amigo, o no? Que si vuestra merced pasara
seguille. Por esto conjeturamos que la hubiera conocido. El otro, a quien podemos
con ello, pues no era su juez, bien creo yo
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que el loco pasara adelante con su historia, Oriana, a hacer penitencia en la Peña tanto que tú vuelvas con la respuesta de
y se hubieran ahorrado el golpe del guijarro Pobre, mudando su nombre en el de una carta que contigo pienso enviar a mi
y las coces, y aun más de seis torniscones. Beltenebros, nombre por cierto significativo señora Dulcinea; y si fuere tal cual a mi fe
A fe, Sancho, respondió Don Quijote, que si y propio para la vida que él de su voluntad se le debe, acabarse ha mi sandez y mi
tú supieras, como yo sé, cuán honrada y había escogido. Así que me es a mí más penitencia, y si fuere al contrario seré loco
cuán principal señora era la reina fácil imitarle en esto, que no en hender de veras, y siéndolo no sentiré nada. Así
Madasima, yo sé que dijeras que tuve gigantes, descabezar serpientes, matar que de cualquiera manera que responda,
mucha paciencia, pues no quebré la boca endriagos, desbaratar ejércitos, fracasar saldré del conflicto y trabajo en que me
por donde tales blasfemias salieron; porque armadas y deshacer encantamientos; y dejares, gozando el bien que me trujeres,
es muy gran blasfemia decir ni pensar que pues estos lugares son tan acomodados por cuerdo, o no sintiendo el mal que me
una reina esté amancebada con un para semejantes efectos, no hay para que aportares, por loco.
cirujano. La verdad del cuento es que aquel se deje pasar la ocasión que ahora con Pero dime, Sancho, ¿traes bien guardado
maestro Elisabat que el loco dijo, fue un tanta comodidad me ofreces sus guedejas. el yelmo de Mambrino? Que ya vi que le
hombre muy prudente y de muy sanos En efecto, dijo Sancho, ¿qué es lo que alzaste del suelo, cuando aquel
consejos, y sirvió de ayo y de médico a la vuestra merced quiere hacer en este tan desagradecido le quiso hacer pedazos;
reina; pero pensar que ella era su amiga, remoto lugar? Ya no te he dicho, respondió pero no pudo, donde se puede echar de ver
es disparate digno de muy gran castigo. Y Don Quijote, que quiero imitar a Amadís, la fineza de su temple.
porque veas que Cardenio no supo lo que haciendo aquí del desesperado, del sandio A lo cual respondió Sancho: vive Dios,
dijo, has de advertir que cuando lo dijo ya y del furioso, por imitar juntamente al señor Caballero de la Triste Figura, que no
estaba sin juicio. Eso digo yo, dijo Sancho, valiente don Roldan, cuando halló en una puedo sufrir ni llevar en paciencia algunas
que no había para qué hacer cuenta de las fuente las señales de que Angélica la Bella cosas que vuestra merced dice, y que por
palabras de un loco, porque si la buena había cometido vileza con Medoro, de cuya ellas vengo a imaginar que todo cuanto me
suerte no ayudara a vuestra merced, y pesadumbre se volvió loco, y arrancó los dice de caballerías, y de alcanzar reinos e
encaminara el guijarro a la cabeza como le árboles, enturbió las aguas de las claras imperios, de dar ínsulas y de hacer otras
encaminó al pecho, buenos quedáramos fuentes, mató pastores, destruyó ganados, mercedes y grandezas, como es uso de
por haber vuelto por aquella mi señora, que abrasó chozas, derribó casas, arrastró caballeros andantes, que todo debe de ser
Dios cohonda; ¡pues montas, que no se yeguas, e hizo otras cien mil insolencias cosa de viento y mentira, y todo pastraña o
librara Cardenio por loco! Contra cuerdos y dignas de eterno nombre y escritura. Y patraña, o como lo llamáremos, porque
contra locos está obligado cualquier puesto que yo no pienso imitar a Roldan, quien oyere decir a vuestra merced que
caballero andante volver por la honra de las Orlando o Rotolando (que todos estos tres una bacía de barbero es el yelmo de
mujeres, cualesquiera que sean, cuanto nombres tenía), parte por parte en todas Mambrino, y que no salga deste error en
más por las reinas de tan alta guisa y pro las locuras que hizo, dijo y pensó, haré el más de veinticuatro horas, ¿qué ha de
como fue la reina Madasima, a quien yo bosquejo como mejor pudiere en las que pensar, sino que quien tal dice y afirma
tengo particular afición por sus buenas parecieren ser más esenciales y podrá ser debe de tener güero el juicio? La bacía yo
partes, porque fuera de haber sido que viniese a contentarme con sola la la llevo en el costal toda abollada, y llévola
fermosa, además fue muy prudente y muy imitación de Amadis, que sin hacer locuras para aderezarla en mi casa y hacerme la
sufrida en sus calamidades, que las tuvo de daño, sino de lloros y sentimientos, barba en ella, si Dios me diere tanta gracia
muchas, y los consejos y compañía del alcanzó tanta fama como el que más. que algún día me vea con mi mujer y hijos.
maestro Elisabat le fueron de mucho Paréceme a mí, dijo Sancho, que los Mira, Sancho, por el mismo que denantes
provecho y alivio para poder llevar sus caballeros que lo tal ficieron, fueron juraste, te juro, dijo Don Quijote, que tienes
trabajos con prudencia y paciencia, y de provocados y tuvieron causa para hacer el más corto entendimiento que tiene ni
aquí tomó ocasión el vulgo ignorante y mal esas necedades y penitencias. Pero tuvo escudero en el mundo. ¿Qué es
intencionado de decir y pensar que ella era vuestra merced, ¿qué causa tiene para posible que en cuanto ha que andas
su manceba; y mienten, digo otra vez, y volverse loco? ¿Qué dama le ha conmigo no has echado de ver que todas
mentirán otras doscientas todos los que al desdeñado? ¿O qué señales ha hallado las cosas de los caballeros andantes
pensaren y dijeren. Ni yo lo digo ni lo que le den a entender que la señora parecen quimeras, necedades y desatinos,
pienso, respondió Sancho, allá se lo hayan, Dulcinea del Toboso ha hecho alguna y que son todas hechas al revés? Y no
son su pan se lo coman; si fueron niñería con moro o cristiano? Ahí está el porque sea ello así, sino porque andan
amancebados o no, a Dios habrán dado punto, respondió Don Quijote, y esa es la entre nosotros siempre una caterva de
cuenta. De mis viñas vengo, no sé nada, no fineza de mi negocio; que volverse loco un encantadores que todas nuestras cosas
soy amigo de saber vidas ajenas; que el caballero andante con causa, ni grado ni mudan y truecan, y las vuelven según su
que compra y miente, en su bolsa lo siente; gracias: el toque está en desatinar sin gusto y según tienen la gana de
cuanto más que desnudo nací, desnudo me ocasión, y dar a entender a mi dama, que si favorecernos o destruirnos, y así eso que a
hallo, ni pierdo ni gano. Mas que lo fuesen, en seco hago esto, qué hiciera en mojado; ti te parece bacía de barbero, me parece a
¿qué me va a mí? Y muchos piensan que cuanto más que harta ocasión tengo en la mi el yelmo de Mambrino, y a otro le
hay tocinos, y no hay estacas; ¿mas quién larga ausencia que he hecho de la siempre parecerá otra cosa: y fue para providencia
puede poner puertas al campo? Cuanto señora mía Dulcinea del Toboso, que como del sabio que es de mi parte, hacer que
más que de Dios dijeron... ya oíste decir a aquel pastor de marras parezca bacía a todos, lo que real y
¡Válca de alcanzar la perfección de la Ambrosio, quien está ausente todos los verdaderamente es yelmo de Mambrino, a
caballería; y una de las cosas en que más males tiene y teme. Así que, Sancho causa que siendo él de tanta estima, todo
este caballero mostró su prudencia, valor, amigo, no gastes tiempo en aconsejarme el mundo me perseguiría por quitármele;
valentía, sufrimiento, firmeza y amor, fue que deje tan rara, tan felice y tan no vista pero como ven que no es más de un bacin
cuando se retiró, desdeñado de la señora imitación. Loco soy, loco he de ser hasta de un barbero, no se curan de procuralle,
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como se mostró bien en el que quiso para que lo cuentes y recites a la causa de veras, porque de otra manera sería
rompelle, y le dejó en el suelo sin llevarle, total de todo ello. contravertir a las órdenes de la caballería,
que a fe si le conociera que nunca él le Y diciendo esto, se apeó de Rocinante, y que nos mandan que no digamos mentira
dejara. Guárdale, amigo, que por ahora no en un momento le quitó el freno y la silla, y alguna, pena de relasos, y el hacer una
lo he menester, que antes me tengo de dándole una palmada en las ancas le dijo: cosa por otra lo mismo es que mentir: así,
quitar todas estas armas y quedar desnudo libertad te da el que sin ella queda, oh que mis calabazadas han de ser
como cuando nací, si es que me da en caballo tan extremado por tus obras cuan verdaderas, firmes y valederas, sin que
voluntad de seguir en mi penitencia más a desdichado por tu suerte; vete por do lleven nada del sofístico ni del fantástico, y
Roldan que a Amadís. quisieres, que en la frente llevas escrito, será necesario que me dejes algunas hilas
Llegaron en estas pláticas al pie de una que no te igualó en ligereza el Hipógrifo de para curarme, pues que la ventura quiso
alta montaña, que casi como peñon tajado Astolfo, ni el nombrado Frontino que tan que nos faltase el bálsamo que perdimos.
estaba sola entre otras muchas que la caro le costó a Bradamente. Más fue perder el asno, respondió Sancho,
rodeaban. Corría por su falda un manso Viendo esto Sancho, dijo: Bien haya quien pues se perdieron en él las hilas y todo, y
arroyuelo, y hacíase por toda su redondez nos quitó ahora del trabajo de ruégole a vuestra merced que no se
un prado tan verde y vicioso, que daba desenalbardar el rucio, que a fe que no acuerde más de aquel maldito brebaje, que
contento a los ojos que le miraban. Había faltaran palmadicas que dalle ni cosas que en solo oirle mentar se me revuelve el
por allí muchos árboles silvestres y algunas decille en su alabanza; pero si él aquí alma, no y cuanto más el estómago. Y más
plantas y flores que hacían el lugar estuviera, no consintiera yo que nadie le le ruego, que haga cuenta que son ya
apacible. desalbardara, pues no había para qué, que pasados los tres días que me ha dado de
Este sitio escogió el Caballero de la Triste a él no le tocaban las generalas de término para ver las locuras que hace, que
Figura para hacer su penitencia, y así en enamorado ni de desesperado, pues no lo ya las doy por vistas y por pasadas en cosa
viéndole comenzó a decir en voz alta, como estaba su amo, que era yo cuando Dios juzgada, y diré maravillas a mi señora, y
si estuviera sin juicio: Este es el lugar, oh quería: y en verdad, señor caballero de la escriba la carta y despácheme luego,
cielos, que disputo y escojo para llorar la Triste Figura, que si es que mi partida y su porque tengo gran deseo de volver a sacar
desventura en que vosotros mismos me locura de vuestra merced van de veras, a vuestra merced deste purgatorio donde le
habeís puesto: este es el sitio donde el que sea bien tornar a ensillar a Rocinante dejo.
humor de mis ojos acrecentará las aguas para que supla la falta del rucio, porque ¿Purgatorio le llamas, Sancho? dijo Don
deste pequeño arroyo, y mis continuos y será ahorrar tiempo a mi ida y vuelta, que si Quijote. Mejor hiciera en llamarle infierno,
profundos suspiros moverán a la continua la hago a pie no sé cuando llegaré ni aun pero, si hay otra cosa que lo sea.
las hojas destos montaraces árboles, el cuando volveré, porque en resolución soy Quien ha infierno, respondió Sancho, nulla
testimonio y señal de la pena que mi mal caminante. esta retentio, segun he oido decir. No
asenderado corazón padece. Oh vosotros, Digo, Sancho, respondió Don Quijote, que entiendo que quiere decir retentio, dijo Don
quien quiera que seais, rústicos dioses, que sea como tú quisieres, que no me parece Quijote. Retentio es, repondió Sancho, que
en este inhabitable lugar tenéis vuestra mal tu designio, y digo que de aquí a tres quien está en el infierno nunca sale del ni
morada, oid las quejas deste desdichado días te partirás, porque quiero que en este puede, lo cual será al revés en vuestra
amante, a quien una luenga ausencia y tiempo veas lo que por ella hago y digo, merced, o a mi me andarán mal los pies, si
unos imaginados celos han traído a para que se lo digas. Pues ¿qué más tengo es que llevo espuelas para avivar a
lamentarse entre estas asperezas, y a que ver, dijo Sancho, que lo que he visto? Rocinante: y póngame yo una por una en el
quejarse de la dura condición de aquella Bien estás en el cuento, respondió Don Toboso, y delante de mi señora Dulcinea,
ingrata y bella, término y fin de toda Quijote: ahora me falta rasgar las que yo le diré tales cosas de las necedades
humana hermosura. Oh vosotras, Napeas y vestiduras, esparcir las armas, y darme de y locuras (que todo es uno) que vuestra
Dríadas, que tenéis por costumbre de calabazadas por estas peñas, con otras merced ha hecho y queda haciendo, que la
habitar en las espesuras de los montes, así cosas de este jaez que te han de admirar. venga a poner más blanda que un guante,
los ligeros y lascivos Sátiros, de quien sois, Por amor de Dios, dicho Sancho, que mire aunque la halle más dura que un
aunque en vano, amadas, no perturben vuestra merced como se da esas alcornoque, con cuya respuesta dulce y
jamás vuestro dulce sosiego, que me calabazadas, que a tal peña podría llegar, melificada volveré por los aires como brujo,
ayudéis a lamentar mi desventura, o a lo ya en tal punto, que con la primera se y sacaré a vuestra merced deste purgatorio
menos no os canséis de oilla. Oh Dulcinea acabase la máquina desta penitencia. Y que parece infierno, y no lo es, pues hay
del Toboso, día de mi noche, gloria de mi sería yo de parecer que ya que a vuestra esperanza de salir del, la cual, como tengo
pena, norte de mis caminos, estrella de mi merced le parece que son aquí necesarias dicho, no la tienen de salir los que están en
ventura, así el cielo te la de buena en calabazadas, y que no se puede hacer esta el infierno, ni creo que vuestra merced dirá
cuanto acertares a pedirle, que consideres obra sin ellas, se contentase, pues todo otra cosa. Asi es la verdad, dijo el de la
el lugar y el estado a que tu ausencia me eso es fingido y cosa contrahecha y de Triste Figura; ¿pero qué haremos para
ha conducido, y que con buen término burla, se contentase, digo, con dárselas en escribir la carta? Y la libranza pollinesca
correspondas al que a mi fé se le debe. Oh el agua, o en alguna cosa blanda como también, añadió Sancho. Todo irá inserto,
solitarios árboles, que desde hoy en algodón, y déjeme a mí el cargo, que yo dijo Don Quijote; y sería bueno, ya que no
adelante habéis de hacer compañía a mi diré a mi señora, que vuestra merced se las hay papel, que la escribiésemos como
soledad, dad indicio, con el blando daba en una punta de peña más dura que hacían los antiguos, en hojas de árboles, o
movimiento de vuestras ramas, que no os la de un diamante. en unas tablitas de cera, aunque tan
desagrada mi presencia. Oh tú, escudero Yo agradezco tu buena intención, amigo dificultoso será hallarse eso ahora como el
mio, agradable compañero en mis Sancho, respondió Don Quijote; mas papel.
prósperos y adversos sucesos, toma bien quiérote hacer sabedor de que todas estas Mas ya me ha venido a la memoria donde
en la memoria lo que aquí me verás hacer, cosas que hago no son de burlas, sino muy será bien y aun más que bien escribilla que
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es en el librillo de memoria que fue de título puede desesperarse y ahorcarse, que todos los poetas que alaban damas debajo
Cardenio, y tú tendrás cuidado de hacella nadie habrá que lo sepa, que no diga que de un nombre que ellos a su albedrío les
trasladar en papel, de buena letra en el hizo demasiado de bien, puesto que le lleve ponen, es verdad que las tienen.
primer lugar que hallares donde haya el diablo y querría ya verme en camino, ¿Piensas tú que las Amarilis, las Filis, las
maestro de escuela de muchachos, o si no, sólo por vella, que ha muchos días que no Silvias, las Dianas, las Galateas, las Alidas
cualquiera sacristan te la trasladará ; y no la veo, y debe de estar ya trocada, porque y otras tales de que los libros, los
se la des a trasladar a ningún escribano gasta mucho la faz de las mujeres andar romances, las tiendas de los barberos, los
que hace letra procesada, que no la siempre al campo, al sol y al aire: y teatros de las comedias están llenos,
entenderá Satanás. Pues ¿qué se ha de confieso a vuestra merced una verdad, fueron verdaderamente damas de carne y
hacer de la firma? dijo Sancho. Nunca las señor Don Quijote, que hasta aquí he hueso, y de aquellos que las celebran y
cartas de Amadís se firman, respondió Don estado en una grande ignorancia, que celebraron? No por cierto, sin que las más
Quijote. Está bien, respondió Sancho; pero pensaba bien fielmente que la señora se las finge por dar sujeto a sus versos, y
la libranza forzosamente se ha de firmar, y Dulcinea debía de ser alguna princesa de porque los tengan por enamorados y por
esa si se traslada dirán que la firma es quien vuestra merced estaba enamorado, o hombres que tiene valor para serlo: y así
falsa, y quedaréme sin pollinos. alguna persona tal que mereciese los ricos bástame a mí pensar y creer que la buena
La libranza irá en el mismo librillo firmada, presente que vuestra merced le ha de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta,
que en viéndola mi sobrina no pondrá enviado, así el del vizcaíno como el de los y en lo de linaje importa poco, que no han
dificultad en cumplilla, y en lo que toca a la galeotes, y otros mucho que deben ser, de ir a hacer la información dél para darle
carta de amores, pondrás por firma: según deben de ser muchas las victorias algún hábito, y yo me hago cuenta que es
Vuestro hasta la muerte el Caballero de la que vuestra merced ha ganado y ganó en la más alta princesa del mundo, porque has
Triste Figura. Y hará poco al caso que vaya el tiempo que yo aún no era su escudero: de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos
de mano ajena porque, a lo que yo me sé pero bien considerado, ¿qué se le ha de cosas solas incitan a amar más que otras,
acordar, Dulcinea no sabe escribir ni leer, y dar a la señora Aldonza Lorenzo, digo a la que son la mucha hermosura y la buena
en toda su vida ha visto letra mía ni carta señora Dulcinea del Toboso, de que se le fama, y estas dos cosas se hallan
mía, porque mis amores y los suyos han vayan a hincar de rodillas delante della los consumadamente en Dulcinea, porque en
sido siempre platónicos, sin extenderse a vencidos que vuestra merced envia y ha de ser hermosa ninguna le iguala, y en la
más que a un honesto mirar, y aun esto tan enviar? Porque podría ser que al tiempo buena fama pocas le llegan: y para concluir
de cuando en cuando, que osaré jurar con que ellos llegasen estuviese ella con todo, yo me imagino que todo lo que
verdad que en doce años que ha que la rastrillando lino, o trillando en las eras, y digo es así, sin que sobre ni falte nada, y
quiero más que a la lumbre destos ojos que ellos se corriesen de verla, y ella se riese y píntola en mi imaginación como la deseo,
han de comer la tierra, no la he visto cuatro enfadase del presente. así en la belleza como en la principalidad, y
veces, y aun podrá ser que destas cuatro Ya te tengo dicho antes de ahora muchas ni la llega Elena, ni la alcanza Lucrecia, ni
veces no hubiese ella echado de ver la una veces, Sancho, dijo Don Quijote, que eres otra alguna de las famosas mujeres de las
que la miraba; tal es el recato y muy grande hablador, y que aunque de edades pretéricas, griega, bárbara o latina;
encerramiento con que sus padres Lorenzo ingenio boto, muchas veces despuntas de y diga cada uno lo que quisiera, que si por
Corchuelo y su madre Aldonza Nogales la agudo, mas para que veas cuán necio eres esto fuere reprendido de los ignorantes, no
han criado. tú, y cuán discreto soy yo, quiero que me seré castigado de los rigurosos.
Ta, ta, dijo Sancho. Qué ¿la hija de oigas un breve cuento. CAPÍTULO XXVI
Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea Has de saber que una viuda hermosa,
del Toboso, llamada por otro nombre moza, libre y rica, y sobre todo Donde se prosiguen las finezas que de
Aldonza Lorenzo? Esa es, dijo Don Quijote, desenfadada, se enamoró de un mozo enamorado hizo el nuestro don Quijote en
y es la que merece ser señora de todo el motilón, rollizo y de buen tomo. Alcanzólo a Sierra Morena
universo. Bien la conozco, dijo Sancho, y saber su mayor, y un día dijo a la buena
sé decir que tira tan bien una barra como el viuda, por vía de fraternal reprensión: Y, volviendo a contar lo que hizo el de la
más forzudo zagal de todo el pueblo. Vive maravillado estoy, señora, y no sin mucha Triste Figura después que se vio solo, dice
el dador, que es moza de chapa, hecha y causa, de que una mujer tan principal, tan la historia que, así como don Quijote acabó
derecha, y de pelo en pecho, y que puede hermosa y tan rica como vuestra merced, de dar las tumbas o vueltas, de medio
sacar la barba del lodo a cualquier se haya enamorado de un hombre tan abajo desnudo y de medio arriba vestido, y
caballero andante o andar, que la tuviere soez, tan bajo y tan idiota como Fulano, que vio que Sancho se había ido sin querer
por señora. ¡Oh hideputa, qué rejo que habiendo en esta casa tantos maestros, aguardar a ver más sandeces, se subió
tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un tantos presentados y tan teólogos, en quien sobre una punta de una alta peña y allí
día encima del campanario de la aldea a vuestra merced pudiera escoger como tornó a pensar lo que otras muchas veces
llamar unos zagales suyos, que andaban entre peras, es decir, este quiero, aqueste había pensado, sin haberse jamás resuelto
en un barbecho de su padre, y aunque no quiero. Mas ella le repondió con mucho en ello. Y era que cuál sería mejor y le
estaban de allí más de media legua, así la donaire y desenvoltura: vuestra merced, estaría más a cuento: imitar a Roldán en
oyeron como si estuvieran al pie de la torre; señor mío, está muy engañado, y piensa las locuras desaforadas que hizo, o Amadís
y lo mejor que tiene es que no es nada muy a lo antiguo, si piensa que yo he en las malencónicas. Y, hablando entre sí
melindrosa, porque tiene mucho de escogido mal en Fulano por idiota que le mesmo, decía: -Si Roldán fue tan buen
cortesana, con todos se burla, y de todo parece, pues para lo que yo le quiero, tanta caballero y tan valiente como todos dicen,
hace mueca y donaire. Ahora digo, señor filosofía sabe y más que Aristóteles: así ¿qué maravilla?, pues, al fin, era encantado
Caballero de la Triste Figura, que no que, Sancho, por lo que yo quiero a y no le podía matar nadie si no era
solamente puede y debe vuestra merced Dulcinea del Toboso, tanto vale como la metiéndole un alfiler de a blanca por la
hacer locuras por ella, sino que con justo más alta princesa de la tierra; si que no planta del pie, y él traía siempre los
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zapatos con siete suelas de hierro. Aunque fatigaba mucho era no hallar por allí otro había grandes días que todo era fiambre. 
no le valieron tretas contra Bernardo del ermitaño que le confesase y con quien  Esta necesidad le forzó a que llegase junto
Carpio, que se las entendió y le ahogó consolarse. Y así, se entretenía a la venta, todavía dudoso si entraría o no.
entre los brazos, en Roncesvalles. Pero, paseándose por el pradecillo, escribiendo y Y, estando en esto, salieron de la venta dos
dejando en él lo de la valentía a una parte, grabando por las cortezas de los árboles y personas que luego le conocieron; y dijo el
vengamos a lo de perder el juicio, que es por la menuda arena muchos versos, todos uno al otro: 
cierto que le perdió, por las señales que acomodados a su tristeza, y algunos en  -Dígame, señor licenciado, aquel del
halló en la fontana y por las nuevas que le alabanza de Dulcinea.  caballo, ¿no es Sancho Panza, el que dijo
dio el pastor de que Angélica había   Mas los que se pudieron hallar enteros y el ama de nuestro aventurero que había
dormido más de dos siestas con Medoro, que se pudiesen leer, después que a él allí salido con su señor por escudero? 
un morillo de cabellos enrizados y paje de le hallaron, no fueron más que estos que  -Sí es -dijo el licenciado-; y aquél es el
Agramante; y si él entendió que esto era aquí se siguen: Árboles, yerbas y plantas caballo de nuestro don Quijote. 
verdad y que su dama le había cometido que en aqueste sitio estáis, tan altos,  Y conociéronle tan bien como aquellos que
desaguisado, no hizo mucho en volverse verdes y tantas, si de mi mal no os holgáis, eran el cura y el barbero de su mismo
loco. Pero yo, ¿cómo puedo imitalle en las escuchad mis quejas santas. Mi dolor no os lugar, y los que hicieron el escrutinio y acto
locuras, si no le imito en la ocasión dellas? alborote, aunque más terrible sea, pues, general de los libros. Los cuales, así como
Porque mi Dulcinea del Toboso osaré yo por pagaros escote, aquí lloró don Quijote acabaron de conocer a Sancho Panza y a
jurar que no ha visto en todos los días de ausencias de Dulcinea del Toboso. Es aquí Rocinante, deseosos de saber de don
su vida moro alguno, ansí como él es, en el lugar adonde el amador más leal de su Quijote, se fueron a él; y el cura le llamó
su mismo traje, y que se está hoy como la señora se esconde, y ha venido a tanto mal por su nombre, diciéndole: 
madre que la parió; y haríale agravio sin saber cómo o por dónde. Tráele amor al  -Amigo Sancho Panza, ¿adónde queda
manifiesto si, imaginando otra cosa della, estricote, que es de muy mala ralea; y así, vuestro amo? 
me volviese loco de aquel género de locura hasta henchir un pipote, aquí lloró don  Conociólos luego Sancho Panza, y
de Roldán el furioso. Por otra parte, veo Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso. determinó de encubrir el lugar y la suerte
que Amadís de Gaula, sin perder el juicio y Buscando las aventuras por entre las duras donde y como su amo quedaba; y así, les
sin hacer locuras, alcanzó tanta fama de peñas, maldiciendo entrañas duras, que respondió que su amo quedaba ocupado
enamorado como el que más; porque lo entre riscos y entre breñas halla el triste en cierta parte y en cierta cosa que le era
que hizo, según su historia, no fue más de desventuras, hirióle amor con su azote, no de mucha importancia, la cual él no podía
que, por verse desdeñado de su señora con su blanda correa; y, en tocándole el descubrir, por los ojos que en la cara tenía. 
Oriana, que le había mandado que no cogote, aquí lloró don Quijote ausencias de  -No, no -dijo el barbero-, Sancho Panza; si
pareciese ante su presencia hasta que Dulcinea del Toboso. No causó poca risa vos no nos decís dónde queda,
fuese su voluntad, de que se retiró a la en los que hallaron los versos referidos el imaginaremos, como ya imaginamos, que
Peña Pobre en compañía de un ermitaño, y añadidura del Toboso al nombre de vos le habéis muerto y robado, pues venís
allí se hartó de llorar y de encomendarse a Dulcinea, porque imaginaron que debió de encima de su caballo. En verdad que nos
Dios, hasta que el cielo le acorrió, en medio imaginar don Quijote que si, en nombrando habéis de dar el dueño del rocín, o sobre
de su mayor cuita y necesidad. a Dulcinea, no decía también del Toboso, eso, morena. 
Y si esto es verdad, como lo es, ¿para qué no se podría entender la copla; y así fue la  -No hay para qué conmigo amenazas, que
quiero yo tomar trabajo agora de verdad, como él después confesó. Otros yo no soy hombre que robo ni mato a
desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a muchos escribió, pero, como se ha dicho, nadie: a cada uno mate su ventura, o Dios,
estos árboles, que no me han hecho mal no se pudieron sacar en limpio, ni enteros, que le hizo. Mi amo queda haciendo
alguno? Ni tengo para qué enturbiar el más destas tres coplas. En esto, y en penitencia en la mitad desta montaña, muy
agua clara destos arroyos, los cuales me suspirar y en llamar a los faunos y silvanos a su sabor. 
han de dar de beber cuando tenga gana. de aquellos bosques, a las ninfas de los  Y luego, de corrida y sin parar, les contó
Viva la memoria de Amadís, y sea imitado ríos, a la dolorosa y húmida Eco, que le de la suerte que quedaba, las aventuras
de don Quijote de la Mancha en todo lo que respondiese, consolasen y escuchasen, se que le habían sucedido y cómo llevaba la
pudiere; del cual se dirá lo que del otro se entretenía, y en buscar algunas yerbas con carta a la señora Dulcinea del Toboso, que
dijo: que si no acabó grandes cosas, murió que sustentarse en tanto que Sancho era la hija de Lorenzo Corchuelo, de quien
por acometellas; y si yo no soy desechado volvía; que, si como tardó tres días, tardara estaba enamorado hasta los hígados. 
ni desdeñado de Dulcinea del Toboso, tres semanas, el Caballero de la Triste  Quedaron admirados los dos de lo que
bástame, como ya he dicho, estar ausente Figura quedara tan desfigurado que no le Sancho Panza les contaba; y, aunque ya
della. Ea, pues, manos a la obra: venid a mi conociera la madre que lo parió.  sabían la locura de don Quijote y el género
memoria, cosas de Amadís, y enseñadme  Y será bien dejalle, envuelto entre sus della, siempre que la oían se admiraban de
por dónde tengo de comenzar a imitaros. suspiros y versos, por contar lo que le nuevo. Pidiéronle a Sancho Panza que les
Mas ya sé que lo más que él hizo fue rezar avino a Sancho Panza en su mandadería. enseñase la carta que llevaba a la señora
y encomendarse a Dios; pero, ¿qué haré Y fue que, en saliendo al camino real, se Dulcinea del Toboso. Él dijo que iba escrita
de rosario, que no le tengo? puso en busca del Toboso, y otro día llegó en un libro de memoria y que era orden de
  En esto le vino al pensamiento cómo le a la venta donde le había sucedido la su señor que la hiciese trasladar en papel
haría, y fue que rasgó una gran tira de las desgracia de la manta; y no la hubo bien en el primer lugar que llegase; a lo cual dijo
faldas de la camisa, que andaban visto, cuando le pareció que otra vez el cura que se la mostrase, que él la
colgando, y diole once ñudos, el uno más andaba en los aires, y no quiso entrar trasladaría de muy buena letra. Metió la
gordo que los demás, y esto le sirvió de dentro, aunque llegó a hora que lo pudiera mano en el seno Sancho Panza, buscando
rosario el tiempo que allí estuvo, donde y debiera hacer, por ser la del comer y el librillo, pero no le halló, ni le podía hallar
rezó un millón de avemarías. Y lo que le llevar en deseo de gustar algo caliente; que si le buscara hasta agora, porque se había
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quedado don Quijote con él y no se le hasta que acababa en «Vuestro hasta la arzobispo, y no emperador, como es uso y
había dado, ni a él se le acordó de muerte, el Caballero de la Triste Figura».  costumbre de los caballeros andantes? 
pedírsele.  No poco gustaron los dos de ver la buena  -No tengáis pena, Sancho amigo -dijo el
Cuando Sancho vio que no hallaba el libro, memoria de Sancho Panza, y alabáronsela barbero-, que aquí rogaremos a vuestro
fuésele parando mortal el rostro; y, mucho, y le pidieron que dijese la carta amo y se lo aconsejaremos, y aun se lo
tornándose a tentar todo el cuerpo muy otras dos veces, para que ellos, pondremos en caso de conciencia, que sea
apriesa, tornó a echar de ver que no le ansimesmo, la tomasen de memoria para emperador y no arzobispo, porque le será
hallaba; y, sin más ni más, se echó trasladalla a su tiempo. Tornóla a decir más fácil, a causa de que él es más
entrambos puños a las barbas y se arrancó Sancho otras tres veces, y otras tantas valiente que estudiante. 
la mitad de ellas, y luego, apriesa y sin volvió a decir otros tres mil disparates. Tras  -Así me ha parecido a mí -respondió
cesar, se dio media docena de puñadas en esto, contó asimesmo las cosas de su amo, Sancho-, aunque sé decir que para todo
el rostro y en las narices, que se las bañó pero no habló palabra acerca del tiene habilidad. Lo que yo pienso hacer de
todas en sangre. Visto lo cual por el cura y manteamiento que le había sucedido en mi parte es rogarle a Nuestro Señor que le
el barbero, le dijeron que qué le había aquella venta, en la cual rehusaba entrar. eche a aquellas partes donde él más se
sucedido, que tan mal se paraba.  Dijo también como su señor, en trayendo sirva y adonde a mí más mercedes me
 -¿Qué me ha de suceder -respondió que le trujese buen despacho de la señora haga. 
Sancho-, sino el haber perdido de una Dulcinea del Toboso, se había de poner en  -Vos lo decís como discreto -dijo el cura- y
mano a otra, en un estante, tres pollinos, camino a procurar cómo ser emperador, o, lo haréis como buen cristiano. Mas lo que
que cada uno era como un castillo?  por lo menos, monarca; que así lo tenían ahora se ha de hacer es dar orden como
 -¿Cómo es eso? -replicó el barbero.  concertado entre los dos, y era cosa muy sacar a vuestro amo de aquella inútil
 -He perdido el libro de memoria -respondió fácil venir a serlo, según era el valor de su penitencia que decís que queda haciendo;
Sancho-, donde venía carta para Dulcinea persona y la fuerza de su brazo; y que, en y, para pensar el modo que hemos de
y una cédula firmada de su señor, por la siéndolo, le había de casar a él, porque ya tener, y para comer, que ya es hora, será
cual mandaba que su sobrina me diese tres sería viudo, que no podía ser menos, y le bien nos entremos en esta venta. 
pollinos, de cuatro o cinco que estaban en había de dar por mujer a una doncella de la  Sancho dijo que entrasen ellos, que él
casa.  emperatriz, heredera de un rico y grande esperaría allí fuera y que después les diría
  estado de tierra firme, sin ínsulos ni la causa por que no entraba ni le convenía
 Y, con esto, les contó la pérdida del rucio.  ínsulas, que ya no las quería.  entrar en ella; mas que les rogaba que le
  Consolóle el cura, y díjole que, en  Decía esto Sancho con tanto reposo, sacasen allí algo de comer que fuese cosa
hallando a su señor, él le haría revalidar la limpiándose de cuando en cuando las caliente, y, ansimismo, cebada para
manda y que tornase a hacer la libranza en narices, y con tan poco juicio, que los dos Rocinante. Ellos se entraron y le dejaron, y,
papel, como era uso y costumbre, porque se admiraron de nuevo, considerando cuán de allí a poco, el barbero le sacó de comer. 
las que se hacían en libros de memoria vehemente había sido la locura de don  Después, habiendo bien pensado entre los
jamás se acetaban ni cumplían.  Quijote, pues había llevado tras sí el juicio dos el modo que tendrían para conseguir lo
 Con esto se consoló Sancho, y dijo que, de aquel pobre hombre. No quisieron que deseaban, vino el cura en un
como aquello fuese ansí, que no le daba cansarse en sacarle del error en que pensamiento muy acomodado al gusto de
mucha pena la pérdida de la carta de estaba, pareciéndoles que, pues no le don Quijote y para lo que ellos querían. Y
Dulcinea, porque él la sabía casi de dañaba nada la conciencia, mejor era fue que dijo al barbero que lo que había
memoria, de la cual se podría trasladar dejarle en él, y a ellos les sería de más pensado era que él se vestiría en hábito de
donde y cuando quisiesen.  gusto oír sus necedades. Y así, le dijeron doncella andante, y que él procurase
 -Decildo, Sancho, pues -dijo el barbero-, que rogase a Dios por la salud de su señor, ponerse lo mejor que pudiese como
que después la trasladaremos.  que cosa contingente y muy agible era escudero, y que así irían adonde don
 Paróse Sancho Panza a rascar la cabeza venir, con el discurso del tiempo, a ser Quijote estaba, fingiendo ser ella una
para traer a la memoria la carta, y ya se emperador, como él decía, o, por lo menos, doncella afligida y menesterosa, y le pediría
ponía sobre un pie, y ya sobre otro; unas arzobispo, o otra dignidad equivalente.  un don, el cual él no podría dejársele de
veces miraba al suelo, otras al cielo; y, al  A lo cual respondió Sancho:  otorgar, como valeroso caballero andante.
cabo de haberse roído la mitad de la yema  -Señores, si la fortuna rodease las cosas Y que el don que le pensaba pedir era que
de un dedo, teniendo suspensos a los que de manera que a mi amo le viniese en se viniese con ella donde ella le llevase, a
esperaban que ya la dijese, dijo al cabo de voluntad de no ser emperador, sino de ser desfacelle un agravio que un mal caballero
grandísimo rato:  arzobispo, querría yo saber agora qué le tenía fecho; y que le suplicaba,
 -Por Dios, señor licenciado, que los diablos suelen dar los arzobispos andantes a sus ansimesmo, que no la mandase quitar su
lleven la cosa que de la carta se me escuderos.  antifaz, ni la demandase cosa de su
acuerda; aunque en el principio decía:  -Suélenles dar -respondió el cura- algún facienda, fasta que la hubiese fecho
«Alta y sobajada señora».  beneficio, simple o curado, o alguna derecho de aquel mal caballero; y que
 -No diría -dijo el barbero- sobajada, sino sacristanía, que les vale mucho de renta creyese, sin duda, que don Quijote vendría
sobrehumana o soberana señora.  rentada, amén del pie de altar, que se en todo cuanto le pidiese por este término;
 -Así es -dijo Sancho-. Luego, si mal no me suele estimar en otro tanto.  y que desta manera le sacarían de allí y le
acuerdo, proseguía..., si mal no me  -Para eso será menester -replicó Sancho- llevarían a su lugar, donde procurarían ver
acuerdo: «el llego y falto de sueño, y el que el escudero no sea casado y que sepa si tenía algún remedio su estraña locura. 
ferido besa a vuestra merced las manos, ayudar a misa, por lo menos; y si esto es Segunda parte Capítulo 22: Donde se da
ingrata y muy desconocida hermosa», y no así, ¡desdichado de yo, que soy casado y cuenta [de] la grande aventura de la cueva
sé qué decía de salud y de enfermedad no sé la primera letra del ABC! ¿Qué será de Montesinos, que está en el corazón de
que le enviaba, y por aquí iba escurriendo, de mí si a mi amo le da antojo de ser
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la Mancha, a quien dio felice cima el que me lo pidiese [d]el modo que había de le daría a un primo suyo, famoso estudiante
valeroso don Quijote de la Mancha buscar la mujer con quien se quisiese y muy aficionado a leer libros de
Grandes fueron y muchos los regalos que casar. Lo primero, le aconsejaría que caballerías, el cual con mucha voluntad le
los desposados hicieron a don Quijote, mirase más a la fama que a la hacienda, pondría a la boca de la mesma cueva, y le
obligados de las muestras que había dado porque la buena mujer no alcanza la buena enseñaría las lagunas de Ruidera, famosas
defendiendo su causa, y al par de la fama solamente con ser buena, sino con ansimismo en toda la Mancha, y aun en
valentía le graduaron la discreción, parecerlo; que mucho más dañan a las toda España; y díjo[l]e que llevaría con él
teniéndole por un Cid en las armas y por un honras de las mujeres las desenvolturas y gustoso entretenimiento, a causa que era
Cicerón en la elocuencia. El buen Sancho libertades públicas que las maldades mozo que sabía hacer libros para imprimir y
se refociló tres días a costa de los novios, secretas. Si traes buena mujer a tu casa, para dirigirlos a príncipes. Finalmente, el
de los cuales se supo que no fue traza fácil cosa sería conservarla, y aun primo vino con una pollina preñada, cuya
comunicada con la hermosa Quiteria el mejorarla, en aquella bondad; pero si la albarda cubría un gayado tapete o arpillera.
herirse fingidamente, sino industria de traes mala, en trabajo te pondrá el Ensilló Sancho a Rocinante y aderezó al
Basilio, esperando della el mesmo suceso enmendarla: que no es muy hacedero rucio, proveyó sus alforjas, a las cuales
que se había visto; bien es verdad que pasar de un estremo a otro. Yo no digo que acompañaron las del primo, asimismo bien
confesó que había dado parte de su sea imposible, pero téngolo por dificultoso.  proveídas, y, encomendándose a Dios y
pensamiento a algunos de sus amigos, Oía todo esto Sancho, y dijo entre sí:  despediéndose de todos, se pusieron en
para que al tiempo necesario favoreciesen –Este mi amo, cuando yo hablo cosas de camino, tomando la derrota de la famosa
su intención y abonasen su engaño.  meollo y de sustancia suele decir que cueva de Montesinos. 
–No se pueden ni deben llamar engaños – podría yo tomar un púlpito en las manos y En el camino preguntó don Quijote al primo
dijo don Quijote– los que ponen la mira en irme por ese mundo adelante predicando de qué género y calidad eran sus
virtuosos fines.  lindezas; y yo digo dél que cuando ejercicios, su pr[o]fesión y estudios; a lo
Y que el de casarse los enamorados era el comienza a enhilar sentencias y a dar que él respondió que su profesión era ser
fin de más excelencia, advirtiendo que el consejos, no sólo puede tomar púlpito en humanista; sus ejercicios y estudios,
mayor contrario que el amor tiene es la las manos, sino dos en cada dedo, y componer libros para dar a la estampa,
hambre y la continua necesidad, porque el andarse por esas plazas a ¿qué quieres todos de gran provecho y no menos
amor es todo alegría, regocijo y contento, y boca? ¡Válate el diablo por caballero entretenimiento para la república; que el
más cuando el amante está en posesión de andante, que tantas cosas sabes! Yo uno se intitulaba el de las libreas, donde
la cosa amada, contra quien son enemigos pensaba en mi ánima que sólo podía saber pinta setecientas y tres libreas, con sus
opuestos y declarados la necesidad y la aquello que tocaba a sus caballerías, pero colores, motes y cifras, de donde podían
pobreza; y que todo esto decía con no hay cosa donde no pique y deje de sacar y tomar las que quisiesen en tiempo
intención de que se dejase el señor Basilio meter su cucharada.  de fiestas y regocijos los caballeros
de ejercitar las habilidades que sabe, que, Murmuraba esto algo Sancho, y entreoyóle cortesanos, sin andarlas mendigando de
aunque le daban fama, no le daban su señor, y preguntóle:  nadie, ni lambicando, como dicen, el
dineros, y que atendiese a granjear –¿Qué murmuras, Sancho?  cerbelo, por sacarlas conformes a sus
hacienda por medios lícitos e industriosos, –No digo nada, ni murmuro de nada – deseos e intenciones.
que nunca faltan a los prudentes y respondió Sancho–; sólo estaba diciendo –Porque doy al celoso, al desdeñado, al
aplicados.  entre mí que quisiera haber oído lo que olvidado y al ausente las que les
–El pobre honrado, si es que puede ser vuesa merced aquí ha dicho antes que me convienen, que les vendrán más justas que
honrado el pobre, tiene prenda en tener casara, que quizá dijera yo agora: "El buey pecadoras. Otro libro tengo también, a
mujer hermosa, que, cuando se la quitan, le suelto bien se lame".  quien he de llamar Metamorfóseos, o
quitan la honra y se la matan. La mujer –¿Tan mala es tu Teresa, Sancho? –dijo Ovidio español, de invención nueva y rara;
hermosa y honrada, cuyo marido es pobre, don Quijote.  porque en él, imitando a Ovidio a lo
merece ser coronada con laureles y palmas –No es muy mala –respondió Sancho–, burlesco, pinto quién fue la Giralda de
de vencimiento y triunfo. La hermosura, por pero no es muy buena; a lo menos, no es Sevilla y el ángel de la Mada–lena, quién el
sí sola, atrae las voluntades de cuantos la tan buena como yo quisiera.  Caño de Vecinguerra, de Córdoba, quiénes
miran y conocen, y como a señuelo –Mal haces, Sancho –dijo don Quijote–, en los Toros de Guisando, la Sierra Morena,
gustoso se le abaten las águilas reales y decir mal de tu mujer, que, en efecto, es las fuentes de Leganitos y Lavapiés, en
los pájaros altaneros; pero si a la tal madre de tus hijos.  Madrid, no olvidándome de la del Piojo, de
hermosura se le junta la necesidad y la –No nos debemos nada –respondió la del Caño Dorado y de la Priora; y esto,
estrecheza, también la embisten los Sancho–, que también ella dice mal de mí con sus alegorías, metáforas y
cuervos, los milanos y las otras aves de cuando se le antoja, especialmente cuando translaciones, de modo que alegran,
rapiña; y la que está a tantos encuentros está celosa, que entonces súfrala el suspenden y enseñan a un mismo punto.
firme bien merece llamarse corona de su mesmo Satanás.  Otro libro tengo, que le llamo Suplemento a
marido. Mirad, discreto Basilio –añadió don Finalmente, tres días estuvieron con los Virgilio Polidoro, que trata de la invención
Quijote–: opinión fue de no sé qué sabio novios, donde fueron regalados y servidos de las cosas, que es de grande erudición y
que no había en todo el mundo sino una como cuerpos de rey. Pidió don Quijote al estudio, a causa que las cosas que se dejó
sola mujer buena, y daba por consejo que diestro licenciado le diese una guía que le de decir Polidoro de gran sustancia, las
cada uno pensase y creyese que aquella encaminase a la cueva de Montesinos, averiguo yo, y las declaro por gentil estilo.
sola buena era la suya, y así viviría porque tenía gran deseo de entrar en ella y Olvidósele a Virgilio de declararnos quién
contento. Yo no soy casado, ni hasta agora ver a ojos vistas si eran verdaderas las fue el primero que tuvo catarro en el
me ha venido en pensamiento serlo; y, con maravillas que de ella se decían por todos mundo, y el primero que tomó las unciones
todo esto, me atrevería a dar consejo al aquellos contornos. El licenciado le dijo que para curarse del morbo gálico, y yo lo
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declaro al pie de la letra, y lo autorizo con pero llena de cambroneras y cabrahígos, y con tanta priesa, que dieron con don
más de veinte y cinco autores: porque vea de zarzas y malezas, tan espesas y Quijote en el suelo; y si él fuera tan agorero
vuesa merced si he trabajado bien y si ha intricadas, que de todo en todo la ciegan y como católico cristiano, lo tuviera a mala
de ser útil el tal libro a todo el mundo.  encubren. En viéndola, se apearon el señal y escusara de encerra[r]se en lugar
Sancho, que había estado muy atento a la primo, Sancho y don Quijote, al cual los semejante. 
narración del primo, le dijo:  dos le ataron luego fortísimamente con las Finalmente se levantó, y, viendo que no
–Dígame, señor, así Dios le dé buena sogas; y, en tanto que le fajaban y ceñían, salían más cuervos ni otras aves noturnas,
manderecha en la impresión de sus libros: le dijo Sancho:  como fueron murciélagos, que asimismo
¿sabríame decir, que sí sabrá, pues todo lo –Mire vuestra merced, señor mío, lo que entre los cuervos salieron, dándole soga el
sabe, quién fue el primero que se rascó en hace: no se quiera sepultar en vida, ni se primo y Sancho, se dejó calar al fondo de la
la cabeza, que yo para mí tengo que debió ponga adonde parezca frasco que le ponen caverna espantosa; y, al entrar, echándole
de ser nuestro padre Adán?  a enfriar en algún pozo. Sí, que a vuestra Sancho su bendición y haciendo sobre él
–Sí sería –respondió el primo–, porque merced no le toca ni atañe ser el mil cruces, dijo: 
Adán no hay duda sino que tuvo cabeza y escudriñador desta que debe de ser peor –¡Dios te guíe y la Peña de Francia, junto
cabellos; y, siendo esto así, y siendo el que mazmorra.  con la Trinidad de Gaeta, flor, nata y
primer hombre del mundo, alguna vez se –Ata y calla –respondió don Quijote–, que espuma de los caballeros andantes! ¡Allá
rascaría.  tal empresa como aquésta, Sancho amigo, vas, valentón del mundo, corazón de acero,
–Así lo creo yo –respondió Sancho–; pero para mí estaba guardada.  brazos de bronce! ¡Dios te guíe, otra vez, y
dígame ahora: ¿quién fue el primer Y entonces dijo la guía:  te vuelva libre, sano y sin cautela a la luz
volteador del mundo?  –Suplico a vuesa merced, señor don desta vida, que dejas por enterrarte en esta
–En verdad, hermano –respondió el Quijote, que mire bien y especule con cien escuridad que buscas! 
primo–, que no me sabré determinar por ojos lo que hay allá dentro: quizá habrá Casi las mismas plegarias y deprecaciones
ahora, hasta que lo estudie. Yo lo cosas que las ponga yo en el libro de mis hizo el primo. 
estudiaré, en volviendo adonde tengo mis Transformaciones.  Iba don Quijote dando voces que le diesen
libros, y yo os satisfaré cuando otra vez nos –En manos está el pandero que le sabrá soga y más soga, y ellos se la daban poco
veamos, que no ha de ser ésta la postrera.  bien tañer –respondió Sancho Panza.  a poco; y cuando las voces, que
–Pues mire, señor –replicó Sancho–, no Dicho esto y acabada la ligadura de don acanaladas por la cueva salían, dejaron de
tome trabajo en esto, que ahora he caído Quijote –que no fue sobre el arnés, sino oírse, ya ellos tenían descolgadas las cien
en la cuenta de lo que le he preguntado. sobre el jubón de armar–, dijo don Quijote:  brazas de soga, y fueron de parecer de
Sepa que el primer volteador del mundo fue –Inadvertidos hemos andado en no volver a subir a don Quijote, pues no le
Lucifer, cuando le echaron o arrojaron del habernos proveído de algún esquilón podían dar más cuerda. Con todo eso, se
cielo, que vino volteando hasta los pequeño, que fuera atado junto a mí en detuvieron como media hora, al cabo del
abismos.  esta mesma soga, con cuyo sonido se cual espacio volvieron a recoger la soga
–Tienes razón, amigo –dijo el primo.  entendiera que todavía bajaba y estaba con mucha facilidad y sin peso alguno,
Y dijo don Quijote:  vivo; pero, pues ya no es posible, a la señal que les hizo imaginar que don Quijote
–Esa pregunta y respuesta no es tuya, mano de Dios, que me guíe.  se quedaba dentro; y, creyéndolo así,
Sancho: a alguno las has oído decir.  Y luego se hincó de rodillas y hizo una Sancho lloraba amargamente y tiraba con
–Calle, señor –replicó Sancho–, que a oración en voz baja al cielo, pidiendo a mucha priesa por desengañarse, pero,
buena fe que si me doy a preguntar y a Dios le ayudase y le diese buen suceso en llegando, a su parecer, a poco más de las
responder, que no acabe de aquí a aquella, al parecer, peligrosa y nueva ochenta brazas, sintieron peso, de que en
mañana. Sí, que para preguntar necedades aventura, y en voz alta dijo luego:  estremo se alegraron. Finalmente, a las
y responder disparates no he menester yo –¡Oh señora de mis acciones y diez vieron distintamente a don Quijote, a
andar buscando ayuda de vecinos.  movimientos, clarísima y sin par Dulcinea quien dio voces Sancho, diciéndole: 
–Más has dicho, Sancho, de lo que sabes – del Toboso! Si es posible que lleguen a tus –Sea vuestra merced muy bien vuelto,
dijo don Quijote–; que hay algunos que se oídos las plegarias y rogaciones deste tu señor mío, que ya pensábamos que se
cansan en saber y averiguar cosas que, venturoso amante, por tu inaudita belleza te quedaba allá para casta. 
después de sabidas y averiguadas, no ruego las escuches, que no son otras que Pero no respondía palabra don Quijote; y,
importan un ardite al entendimiento ni a la rogarte no me niegues tu favor y amparo, sacándole del todo, vieron que traía
memoria.  ahora que tanto le he menester. Yo voy a cerrados los ojos, con muestras de estar
En estas y otras gustosas pláticas se les despeñarme, a empozarme y a hundirme dormido. Tendiéronle en el suelo y
pasó aquel día, y a la noche se albergaron en el abismo que aquí se me representa, desliáronle, y con todo esto no despertaba;
en una pequeña aldea, adonde el primo sólo porque conozca el mundo que si tú me pero tanto le volvieron y revolvieron,
dijo a don Quijote que desde allí a la cueva favoreces, no habrá imposible a quien yo sacudieron y menearon, que al cabo de un
de Montesinos no había más de dos no acometa y acabe.  buen espacio volvió en sí, desperezándose,
leguas, y que si llevaba determinado de Y, en diciendo esto, se acercó a la sima; bien como si de algún grave y profundo
entrar en ella, era menester proverse de vio no ser posible descolgarse, ni hacer sueño despertara; y, mirando a una y otra
sogas, para atarse y descolgarse en su lugar a la entrada, si no era a fuerza de parte, como espantado, dijo: 
profundidad.  brazos, o a cuchilladas, y así, poniendo –Dios os lo perdone, amigos; que me
Don Quijote dijo que, aunque llegase al mano a la espada, comenzó a derribar y a habéis quitado de la más sabrosa y
abismo, había de ver dónde paraba; y así, cortar de aquellas malezas que a la boca agradable vida y vista que ningún humano
compraron casi cien brazas de soga, y otro de la cueva estaban, por cuyo ruido y ha visto ni pasado. En efecto, ahora acabo
día, a las dos de la tarde, llegaron a la estruendo salieron por ella una infinidad de de conocer que todos los contentos desta
cueva, cuya boca es espaciosa y ancha, grandísimos cuervos y grajos, tan espesos vida pasan como sombra y sueño, o se
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marchitan como la flor del campo. ¡Oh no, desperté dél y me hallé en la mitad del –No sé –prosiguió don Quijote–, pero no
desdichado Montesinos! ¡Oh mal ferido más bello, ameno y deleitoso prado que sería dese puñalero, porque Ramón de
Durandarte! ¡Oh sin ventura Belerma! ¡Oh puede criar la naturaleza ni imaginar la más Hoces fue ayer, y lo de Roncesvalles,
lloroso Guadiana, y vosotras sin dicha ijas discreta imaginación humana. Despabilé donde aconteció esta desgracia, ha
de Ruidera, que mostráis en vuestras los ojos, limpiémelos, y vi que no dormía, muchos años; y esta averiguación no es de
aguas las que lloraron vuestros hermosos sino que realmente estaba despierto; con importancia, ni turba ni altera la verdad y
ojos!  todo esto, me tenté la cabeza y los pechos, contesto de la historia. 
[Es]cuchaban el primo y Sancho las por certificarme si era yo mismo el que allí –Así es –respondió el primo–; prosiga
palabras de don Quijote, que las decía estaba, o alguna fantasma vana y vuestra merced, señor don Quijote, que le
como si con dolor inmenso las sacara de contrahecha; pero el tacto, el sentimiento, escucho con el mayor gusto del mundo. 
las entrañas. Suplicáronle les diese a los discursos concertados que entre mí –No con menor lo cuento yo –respondió
entender lo que decía, y les dijese lo que hacía, me certificaron que yo era allí don Quijote–; y así, digo que el venerable
en aquel infierno había visto.  entonces el que soy aquí ahora. Montesinos me metió en el cristalino
–¿Infierno le llamáis? –dijo don Quijote–; Ofrecióseme luego a la vista un real y palacio, donde en una sala baja,
pues no le llaméis ansí, porque no lo suntuoso palacio o alcázar, cuyos muros y fresquísima sobremodo y toda de
merece, como luego veréis.  paredes parecían de transparente y claro alabastro, estaba un sepulcro de mármol,
Pidió que le diesen algo de comer, que cristal fabricados; del cual abriéndose dos con gran maestría fabricado, sobre el cual
traía grandísima hambre. Tendieron la grandes puertas, vi que por ellas salía y vi a un caballero tendido de largo a largo,
arpillera del primo sobre la verde yerba, hacía mí se venía un venerable anciano, no de bronce, ni de mármol, ni de jaspe
acudieron a la despensa de sus alforjas, y, vestido con un capuz de bayeta morada, hecho, como los suele haber en otros
sentados todos tres en buen amor y que por el suelo le arrastraba: ceñíale los sepulcros, sino de pura carne y de puros
compaña, merendaron y cenaron, todo hombros y los pechos una beca de colegial, huesos. Tenía la mano derecha (que, a mi
junto. Levantada la arpillera, dijo don de raso verde; cubríale la cabeza una gorra parecer, es algo peluda y nervosa, señal de
Quijote de la Mancha:  milanesa negra, y la barba, canísima, le tener muchas fuerzas su dueño) puesta
–No se levante nadie, y estadme, hijos, pasaba de la cintura; no traía arma sobre el lado del corazón, y, antes que
todos atentos. ninguna, sino un rosario de cuentas en la preguntase nada a Montesinos, viéndome
Capítulo 23: De las admirables cosas que mano, mayores que medianas nueces, y suspenso mirando al del sepulcro, me dijo:
el estremado don Quijote contó que había los dieces asimismo como huevos ‘‘éste es mi amigo Durandarte, flor y espejo
visto en la profunda cueva de Montesinos, medianos de avestruz; el continente, el de los caballeros enamorados y valientes
cuya imposibilidad y grandeza hace que se paso, la gravedad y la anchísima de su tiempo; tiénele aquí encantado, como
tenga esta aventura por apócrifa presencia, cada cosa de por sí y todas me tiene a mí y a otros muchos y muchas,
Las cuatro de la tarde serían cuando el sol, juntas, me suspendieron y admiraron. Merlín, aquel francés encantador que dicen
entre nubes cubierto, con luz escasa y Llegóse a mí, y lo primero que hizo fue que fue hijo del diablo; y lo que yo creo es
templados rayos, dio lugar a don Quijote abrazarme estrechamente, y luego que no fue hijo del diablo, sino que supo,
para que, sin calor y pesadumbre, contase decirme: ‘‘Luengos tiempos ha, valeroso como dicen, un punto más que el diablo. El
a sus dos clarísimos oyentes lo que en la caballero don Quijote de la Mancha, que cómo o para qué nos encantó nadie lo
cueva de Montesinos había visto. Y los que estamos en estas soledades sabe, y ello dirá andando los tiempos, que
comenzó en el modo siguiente:  encantados esperamos verte, para que des no están muy lejos, según imagino. Lo que
–A obra de doce o catorce estados de la noticia al mundo de lo que encierra y cubre a mí me admira es que sé, tan cierto como
profundidad desta mazmorra, a la derecha la profunda cueva por donde has entrado, ahora es de día, que Durandarte acabó los
mano, se hace una concavidad y espacio llamada la cueva de Montesinos: hazaña de su vida en mis brazos, y que después
capaz de poder caber en ella un gran carro sólo guardada para ser acometida de tu de muerto le saqué el corazón con mis
con sus mulas. éntrale una pequeña luz por invencible corazón y de tu ánimo stupendo. propias manos; y en verdad que debía de
unos resquicios o agujeros, que lejos le Ven conmigo, señor clarísimo, que te pesar dos libras, porque, según los
responden, abiertos en la superficie de la quiero mostrar las maravillas que este naturales, el que tiene mayor corazón es
tierra. Esta concavidad y espacio vi yo a transparente alcázar solapa, de quien yo dotado de mayor valentía del que le tiene
tiempo cuando ya iba cansado y mohíno de soy alcaide y guarda mayor perpetua, pequeño. Pues siendo esto así, y que
verme, pendiente y colgado de la soga, porque soy el mismo Montesinos, de quien realmente murió este caballero, ¿cómo
caminar por aquella escura región abajo, la cueva toma nombre’’. Apenas me dijo ahora se queja y sospira de cuando en
sin llevar cierto ni determinado camino; y que era Montesinos, cuando le pregunté si cuando, como si estuviese vivo?’’ Esto
así, determiné entrarme en ella y fue verdad lo que en el mundo de acá dicho, el mísero Durandarte, dando una
descansar un poco. Di voces, pidiéndoos [a]rriba se contaba: que él había sacado de gran voz, dijo:
que no descolgásedes más soga hasta que la mitad del pecho, con una pequeña daga, ‘‘¡Oh, mi primo Montesinos! 
yo os lo dijese, pero no debistes de oírme. el corazón de su grande amigo Durandarte Lo postrero que os rogaba, 
Fui recogiendo la soga que enviábades, y, y llevádole a la Señora Belerma, como él que cuando yo fuere muerto, 
haciendo della una rosca o rimero, me se lo mandó al punto de su muerte. y mi ánima arrancada, 
senté sobre él, pensativo además, Respondióme que en todo decían verdad, que llevéis mi corazón 
considerando lo que hacer debía para calar sino en la daga, porque no fue daga, ni adonde Belerma estaba, 
al fondo, no teniendo quién me sustentase; pequeña, sino un puñal buido, más agudo sacándomele del pecho, 
y, estando en este pensamiento y que una lezna.  ya con puñal, ya con daga.’’
confusión, de repente y sin procurarlo, me –Debía de ser –dijo a este punto Sancho– Oyendo lo cual el venerable Montesinos, se
salteó un sueño profundísimo; y, cuando el tal puñal de Ramón de Hoces, el puso de rodillas ante el lastimado caballero,
menos lo pensaba, sin saber cómo ni cómo sevillano.  y, con lágrimas en los ojos, le dijo: ‘‘Ya,
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señor Durandarte, carísimo primo mío, ya gran caballero de quien tantas cosas tiene gran Dulcinea del Toboso, tan celebrada en
hice lo que me mandastes en el aciago día profetizadas el sabio Merlín, aquel don todos estos contornos, y aun en todo el
de nuestra pérdida: yo os saqué el corazón Quijote de la Mancha, digo, que de nuevo y mundo’’. ‘‘¡Cepos quedos! –dije yo
lo mejor que pude, sin que os dejase una con mayores ventajas que en los pasados entonces–, señor don Montesinos: cuente
mínima parte en el pecho; yo le limpié con siglos ha resucitado en los presentes la ya vuesa merced su historia como debe, que
un pañizuelo de puntas; yo partí con él de olvidada andante caballería, por cuyo ya sabe que toda comparación es odiosa, y
carrera para Francia, habiéndoos primero medio y favor podría ser que nosotros así, no hay para qué comparar a nadie con
puesto en el seno de la tierra, con tantas fuésemos desencantados; que las grandes nadie. La sin par Dulcinea del Toboso es
lágrimas, que fueron bastantes a lavarme hazañas para los grandes hombres están quien es, y la señora doña Belerma es
las manos y limpiarme con ellas la sangre guardadas’’. ‘‘Y cuando así no sea – quien es, y quien ha sido, y quédese aquí’’.
que tenían, de haberos andado en las respondió el lastimado Durandarte con voz A lo que él me respondió: ‘‘Señor don
entrañas; y, por más señas, primo de mi desmayada y baja–, cuando así no sea, ¡oh Quijote, perdóneme vuesa merced, que yo
alma, en el primero lugar que topé, primo!, digo, paciencia y barajar’’. Y, confieso que anduve mal, y no dije bien en
saliendo de Roncesvalles, eché un poco de volviéndose de lado, tornó a su decir que apenas igualara la señora
sal en vuestro corazón, porque no oliese acostumbrado silencio, sin hablar más Dulcinea a la señora Belerma, pues me
mal, y fuese, si no fresco, a lo menos palabra. Oyéronse en esto grandes alaridos bastaba a mí haber entendido, por no sé
amojamado, a la presencia de la señora y llantos, acompañados de profundos qué barruntos, que vuesa merced es su
Belerma; la cual, con vos, y conmigo, y con gemidos y angustiados sollozos; volví la caballero, para que me mordiera la lengua
Guadiana, vuestro escudero, y con la cabeza, y vi por las paredes de cristal que antes de compararla sino con el mismo
dueña Ruidera y sus siete hijas y dos por otra sala pasaba una procesión de dos cielo’’. Con esta satisfación que me dio el
sobrinas, y con otros muchos de vuestros hileras de hermosísimas doncellas, todas gran Montesinos se quietó mi corazón del
conocidos y amigos, nos tiene aquí vestidas de luto, con turbantes blancos sobresalto que recebí en oír que a mi
encantados el sabio Merlín ha muchos sobre las cabezas, al modo turquesco. Al señora la comparaban con Belerma. 
años; y, aunque pasan de quinientos, no se cabo y fin de las hileras venía una señora, –Y aun me maravillo yo –dijo Sancho– de
ha muerto ninguno de nosotros: solamente que en la gravedad lo parecía, asimismo cómo vuestra merced no se subió sobre el
faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las vestida de negro, con tocas blancas tan vejote, y le molió a coces todos los huesos,
cuales llorando, por compasión que debió tendidas y largas, que besaban la tierra. Su y le peló las barbas, sin dejarle pelo en
de tener Merlín dellas, las convirtió en otras turbante era mayor dos veces que el mayor ellas. 
tantas lagunas, que ahora, en el mundo de de alguna de las otras; era cejijunta y la –No, Sancho amigo –respondió don
los vivos y en la provincia de la Mancha, las nariz algo chata; la boca grande, pero Quijote–, no me estaba a mí bien hacer
llaman las lagunas de Ruidera; las siete colorados los labios; los dientes, que tal eso, porque estamos todos obligados a
son de los reyes de España, y las dos vez los descubría, mostraban ser ralos y no tener respeto a los ancianos, aunque no
sobrinas, de los caballeros de una orden bien puestos, aunque eran blancos como sean caballeros, y principalmente a los que
santísima, que llaman de San Juan. unas peladas almendras; traía en las lo son y están encantados; yo sé bien que
Guadiana, vuestro escudero, plañendo manos un lienzo delgado, y entre él, a lo no nos quedamos a deber nada en otras
asimesmo vuestra desgracia, fue que pude divisar, un corazón de carne muchas demandas y respuestas que entre
convertido en un río llamado de su mesmo momia, según venía seco y amojamado. los dos pasamos. 
nombre; el cual, cuando llegó a la Díjome Montesinos como toda aquella A esta sazón dijo el primo: 
superficie de la tierra y vio el sol del otro gente de la procesión eran sirvientes de –Yo no sé, señor don Quijote, cómo
cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver Durandarte y de Belerma, que allí con sus vuestra merced en tan poco espacio de
que os dejaba, que se sumergió en las dos señores estaban encantados, y que la tiempo como ha que está allá bajo, haya
entrañas de la tierra; pero, como no es última, que traía el corazón entre el lienzo y visto tantas cosas y hablado y respondido
posible dejar de acudir a su natural en las manos, era la señora Belerma, la tanto. 
corriente, de cuando en cuando sale y se cual con sus doncellas cuatro días en la –¿Cuánto ha que bajé? –preguntó don
muestra donde el sol y las gentes le vean. semana hacían aquella procesión y Quijote. –Poco más de una hora –
Vanle administrando de sus aguas las cantaban, o, por mejor decir, lloraban respondió Sancho. Eso no puede ser –
referidas lagunas, con las cuales y con endechas sobre el cuerpo y sobre el replicó don Quijote–, porque allá me
otras muchas que se llegan, entra pomposo lastimado corazón de su primo; y que si me anocheció y amaneció, y tornó a anochecer
y grande en Portugal. Pero, con todo esto, había parecido algo fea, o no tan hermosa y amanecer tres veces; de modo que, a mi
por dondequiera que va muestra su tristeza como tenía la fama, era la causa las malas cuenta, tres días he estado en aquellas
y melancolía, y no se precia de criar en sus noches y peores días que en aquel partes remotas y escondidas a la vista
aguas peces regalados y de estima, sino encantamento pasaba, como lo podía ver nuestra. 
burdos y desabridos, bien diferentes de los en sus grandes ojeras y en su color –Verdad debe de decir mi señor –dijo
del Tajo dorado; y esto que agora os digo, quebradiza. ‘‘Y no toma ocasión su Sancho–, que, como todas las cosas que le
¡oh primo mío!, os lo he dicho muchas amarillez y sus ojeras de estar con el mal han sucedido son por encantamento, quizá
veces; y, como no me respondéis, imagino mensil, ordinario en las mujeres, porque ha lo que a nosotros nos parece un hora, debe
que no me dais crédito, o no me oís, de lo muchos meses, y aun años, que no le tiene de parecer allá tres días con sus noches. 
que yo recibo tanta pena cual Dios lo sabe. ni asoma por sus puertas, sino del dolor –Así será –respondió don Quijote. 
Unas nuevas os quiero dar ahora, las que siente su corazón por el que de contino –Y ¿ha comido vuestra merced en todo
cuales, ya que no sirvan de alivio a vuestro tiene en las manos, que le renueva y trae a este tiempo, señor mío? 
dolor, no os le aumentarán en ninguna la memoria la desgracia de su mal logrado –preguntó el primo. 
manera. Sabed que tenéis aquí en vuestra amante; que si esto no fuera, apenas la –No me he desayunado de bocado –
presencia, y abrid los ojos y veréislo, aquel igualara en hermosura, donaire y brío la respondió don Quijote–, ni aun he tenido
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hambre, ni por pensamiento.  figuras, entre las cuales conocía él a la docena de reales, o los que vuestra merced
–Y los encantados, ¿comen? –dijo el reina Ginebra y su dueña Quintañona, tuviere, que ella da su palabra de
primo.  escanciando el vino a Lanzarote,  volvérselos con mucha brevedad’’.
–No comen –respondió don Quijote–, ni cuando de Bretaña vino.  Suspendióme y admiróme el tal recado, y,
tienen escrementos mayores; aunque es Cuando Sancho Panza oyó decir esto a su volviéndome al señor Montesinos, le
opinión que les crecen las uñas, las barbas amo, pensó perder el jui–cio, o morirse de pregunté: ‘‘¿Es posible, señor Montesinos,
y los cabellos.  risa; que, como él sabía la verdad del que los encantados principales padecen
–¿Y duermen, por ventura, los encantados, fingido encanto de Dulcinea, de quien él necesidad?’’ A lo que él me respondió:
señor? –preguntó Sancho.  había sido el encantador y el levantador de ‘‘Créame vuestra merced, señor don
–No, por cierto –respondió don Quijote–; a tal testimonio, acabó de conocer Quijote de la Mancha, que ésta que llaman
lo menos, en estos tres días que yo he indubitablemente que su señor estaba necesidad adondequiera se usa, y por todo
estado con ellos, ninguno ha pegado el ojo, fuera de juicio y loco de todo punto; y así, se estiende, y a todos alcanza, y aun hasta
ni yo tampoco.  le dijo:  los encantados no perdona; y, pues la
–Aquí encaja bien el refrán –dijo Sancho– –En mala coyuntura y en peor sazón y en señora Dulcinea del Toboso envía a pedir
de dime con quién andas, decirte he quién aciago día bajó vuestra merced, caro esos seis reales, y la prenda es buena,
eres: ándase vuestra merced con patrón mío, al otro mundo, y en mal punto según parece, no hay sino dárselos; que,
encantados ayunos y vigilantes, mirad si es se encontró con el señor Montesinos, que sin duda, debe de estar puesta en algún
mucho que ni coma ni duerma mientras con tal nos le ha vuelto. Bien se estaba vuestra grande aprieto’’. ‘‘Prenda, no la tomaré yo –
ellos anduviere. Pero perdóneme vuestra merced acá arriba con su entero juicio, tal le respondí–, ni menos le daré lo que pide,
merced, señor mío, si le digo que de todo cual Dios se le había dado, hablando porque no tengo sino solos cuatro reales’’;
cuanto aquí ha dicho, lléveme Dios, que iba sentencias y dando consejos a cada paso, los cuales le di (que fueron los que tú,
a decir el diablo, si le creo cosa alguna.  y no agora, contando los mayores Sancho, me diste el otro día para dar
–¿Cómo no? –dijo el primo–, pues ¿había disparates que pueden imaginarse.  limosna a los pobres que topase por los
de mentir el señor don Quijote, que, –Como te conozco, Sancho –respondió don caminos), y le dije: ‘‘Decid, amiga mía, a
aunque quisiera, no ha tenido lugar para Quijote–, no hago caso de tus palabras.  vuesa señora que a mí me pesa en el alma
componer e imaginar tanto millón de –Ni yo tampoco de las de vuestra merced – de sus trabajos, y que quisiera ser un Fúcar
mentiras?  replicó Sancho–, siquiera me hiera, siquiera para remediarlos; y que le hago saber que
–Yo no creo que mi señor miente – me mate por las que le he dicho, o por las yo no puedo ni debo tener salud careciendo
respondió Sancho.  que le pienso decir si en las suyas no se de su agradable vista y discreta
–Si no, ¿qué crees? –le preguntó don corrige y enmienda. Pero dígame vuestra conversación, y que le suplico, cuan
Quijote.  merced, ahora que estamos en paz: ¿cómo encarecidamente puedo, sea servida su
–Creo –respondió Sancho– que aquel o en qué conoció a la señora nuestra ama? merced de dejarse ver y tratar deste su
Merlín, o aquellos encantadores que Y si la habló, ¿qué dijo, y qué le cautivo servidor y asendereado caballero.
encantaron a toda la chusma que vuestra respondió?  Diréisle también que, cuando menos se lo
merced dice que ha visto y comunicado allá –Conocíla –respondió don Quijote– en que piense, oirá decir como yo he hecho un
bajo, le encajaron en el magín o la memoria trae los mesmos vestidos que traía cuando juramento y voto, a modo de aquel que hizo
toda esa máquina que nos ha contado, y tú me le mostraste. Habléla, pero no me el marqués de Mantua, de vengar a su
todo aquello que por contar le queda.  respondió palabra; antes, me volvió las sobrino Baldovinos, cuando le halló para
–Todo eso pudiera ser, Sancho –replicó espaldas, y se fue huyendo con tanta espirar en mitad de la montiña, que fue de
don Quijote–, pero no es así, porque lo que priesa, que no la alcanzara una jara. Quise no comer pan a manteles, con las otras
he contado lo vi por mis propios ojos y lo seguirla, y lo hiciera, si no me aconsejara zarandajas que allí añadió, hasta vengarle;
toqué con mis mismas manos. Pero, ¿qué Montesinos que no me cansase en ello, y así le haré yo de no sosegar, y de andar
dirás cuando te diga yo ahora cómo, entre porque sería en balde, y más porque se las siete partidas del mundo, con más
otras infinitas cosas y maravillas que me llegaba la hora donde me convenía volver a puntualidad que las anduvo el infante don
mostró Montesinos, las cuales despacio y a salir de la sima. Díjome asimesmo que, Pedro de Portugal, hasta desencantarla’’.
sus tiempos te las iré contando en el andando el tiempo, se me daría aviso cómo ‘‘Todo eso, y más, debe vuestra merced a
discurso de nuestro viaje, por no ser todas habían de ser desencantados él, y Belerma mi señora’’, me respondió la doncella. Y,
deste lugar, me mostró tres labradoras que y Durandarte, con todos los que allí tomando los cuatro reales, en lugar de
por aquellos amenísimos campos iban estaban; pero lo que más pena me dio, de hacerme una reverencia, hizo una cabriola,
saltando y brincando como cabras; y, las que allí vi y noté, fue que, estándome que se levantó dos varas de medir en el
apenas las hube visto, cuando conocí ser la diciendo Montesinos estas razones, se aire. 
una la sin par Dulcinea del Toboso, y las llegó a mí por un lado, sin que yo la viese –¡Oh santo Dios! –dijo a este tiempo dando
otras dos aquellas mismas labradoras que venir, una de las dos compañeras de la sin una gran voz Sancho–. ¿Es posible que tal
venían con ella, que hablamos a la salida ventura Dulcinea, y, llenos los ojos de hay en el mundo, y que tengan en él tanta
del Toboso? Pregunté a Montesinos si las lágrimas, con turbada y baja voz, me dijo: fuerza los encantadores y encantamentos,
conocía, respondióme que no, pero que él ‘‘Mi señora Dulcinea del Toboso besa a que hayan trocado el buen juicio de mi
imaginaba que debían de ser algunas vuestra merced las manos, y suplica a señor en una tan disparatada locura? ¡Oh
señoras principales encantadas, que pocos vuestra merced se la haga de hacerla señor, señor, por quien Dios es, que
días había que en aquellos prados habían saber cómo está; y que, por estar en una vuestra merced mire por sí y vuelva por su
parecido; y que no me maravillase desto, gran necesidad, asimismo suplica a vuestra honra, y no dé cré–dito a esas vaciedades
porque allí estaban otras muchas señoras merced, cuan encarecidamente puede, sea que le tienen menguado y descabalado el
de los pasados y presentes siglos, servido de prestarle sobre este faldellín que sentido! 
encantadas en diferentes y estrañas aquí traigo, de cotonía, nuevo, media –Como me quieres bien, Sancho, hablas
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desa manera –dijo don Quijote–; y, como no tienen límite, ni las abrevian ni impiden me voy muriendo a toda priesa; déjense
no estás experimentado en las cosas del los pecados de los hombres.  burlas aparte, y traíganme un confesor que
mundo, todas las cosas que tienen algo de Estuvo atenta la sobrina a las razones del me confiese y un escribano que haga mi
dificultad te parecen imposibles; pero tío, y pareciéronle más concertadas que él testamento, que en tales trances como éste
andará el tiempo, como otra vez he dicho, y solía decirlas, a lo menos, en aquella no se ha de burlar el hombre con el alma; y
yo te contaré algunas de las que allá abajo enfermedad, y preguntóle:  así, suplico que, en tanto que el señor cura
he visto, que te harán creer las que aquí he –¿Qué es lo que vuestra merced dice, me confiesa, vayan por el escribano.
contado, cuya verdad ni admite réplica ni señor? ¿Tenemos algo de nuevo? ¿Qué Miráronse unos a otros, admirados de las
disputa. Capítulo 74: De cómo don Quijote misericordias son éstas, o qué pecados de razones de don Quijote, y, aunque en duda,
cayó malo, y del testamento que hizo, y su los hombres?  le quisieron creer; y una de las señales por
muerte –Las misericordias –respondió don donde conjeturaron se moría fue el haber
Como las cosas humanas no sean eternas, Quijote–, sobrina, son las que en este vuelto con tanta facilidad de loco a cuerdo,
yendo siempre en declinación de sus instante ha usado Dios conmigo, a quien, porque a las ya dichas razones añadió
principios hasta llegar a su último fin, como dije, no las impiden mis pecados. Yo otras muchas tan bien dichas, tan cristianas
especialmente las vidas de los hombres, y tengo juicio ya, libre y claro, sin las y con tanto concierto, que del todo les vino
como la de don Quijote no tuviese privilegio sombras caliginosas de la ignorancia, que a quitar la duda, y a creer que estaba
del cielo para detener el curso de la suya, sobre él me pusieron mi amarga y continua cuerdo. 
llegó su fin y acabamiento cuando él menos leyenda de los detestables libros de las Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo
lo pensaba; porque, o ya fuese de la caballerías. Ya conozco sus disparates y con él, y confesóle. 
melancolía que le causaba el verse sus embelecos, y no me pesa sino que este El bachiller fue por el escribano, y de allí a
vencido, o ya por la disposición del cielo, desengaño ha llegado tan tarde, que no me poco volvió con él y con Sancho Panza; el
que así lo ordenaba, se le arraigó una deja tiempo para hacer alguna cual Sancho, que ya sabía por nuevas del
calentura que le tuvo seis días en la cama, recompensa, leyendo otros que sean luz bachiller en qué estado estaba su señor,
en los cuales fue visitado muchas veces del del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de hallando a la ama y a la sobrina llorosas,
cura, del bachiller y del barbero, sus muerte; querría hacerla de tal modo, que comenzó a hacer pucheros y a derramar
amigos, sin quitársele de la cabecera diese a entender que no había sido mi vida lágrimas. Acabóse la confesión, y salió el
Sancho Panza, su buen escudero.  tan mala que dejase renombre de loco, cura, diciendo: 
éstos, creyendo que la pesadumbre de que, puesto que lo he sido, no querría –Verdaderamente se muere, y
verse vencido y de no ver cumplido su confirmar esta verdad en mi muerte. verdaderamente está cuerdo Alonso
deseo en la libertad y desencanto de Llámame, amiga, a mis buenos amigos: el Quijano el Bueno; bien podemos entrar
Dulcinea le tenía de aquella suerte, por cura, al bachiller Sansón Carrasco y a para que haga su testamento. 
todas las vías posibles procuraban maese Nicolás, el barbero, que quiero Estas nuevas dieron un terrible empujón a
alegrarle, diciéndole el bachiller que se confesarme y hacer mi testamento.  los ojos preñados de ama, sobrina y de
animase y levantase, para comenzar su Pero de este trabajo se escusó la sobrina Sancho Panza, su buen escudero, de tal
pastoral ejercicio, para el cual tenía ya con la ent[r]ada de los tres. Apenas los vio manera, que los hizo reventar las lágrimas
compuesta una écloga, que mal año para don Quijote, cuando dijo:  de los ojos y mil profundos suspiros del
cuantas Sanazaro había compuesto, y que –Dadme albricias, buenos señores, de que pecho; porque, verdaderamente, como
ya tenía comprados de su propio dinero ya yo no soy don Quijote de la Mancha, alguna vez se ha dicho, en tanto que don
dos famosos perros para guardar el sino Alonso Quijano, a quien mis Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a
ganado: el uno llamado Barcino, y el otro costumbres me dieron renombre de Bueno. secas, y en tanto que fue don Quijote de la
Butrón, que se los había vendido un Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de Mancha, fue siempre de apacible condición
ganadero del Quintanar. Pero no por esto toda la infinita caterva de su linaje, ya me y de agradable trato, y por esto no sólo era
dejaba don Quijote sus tristezas.  son odiosas todas las historias profanas del bien querido de los de su casa, sino de
Llamaron sus amigos al médico, tomóle el andante caballería, ya conozco mi necedad todos cuantos le conocían. 
pulso, y no le contentó mucho, y dijo que, y el peligro en que me pusieron haberlas Entró el escribano con los demás, y,
por sí o por no, atendiese a la salud de su leído, ya, por misericordia de Dios, después de haber hecho la cabeza del
alma, porque la del cuerpo corría peligro. escarmentando en cabeza propia, las testamento y ordenado su alma don
Oyólo don Quijote con ánimo sosegado, abomino.  Quijote, con todas aquellas circunstancias
pero no lo oyeron así su ama, su sobrina y Cuando esto le oyeron decir los tres, cristianas que se requieren, llegando a las
su escudero, los cuales comenzaron a creyeron, sin duda, que alguna nueva mandas, dijo: 
llorar tiernamente, como si ya le tuvieran locura le había tomado. Y Sansón le dijo:  –ítem, es mi voluntad que de ciertos
muerto delante. Fue el parecer del médico –¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos dineros que Sancho Panza, a quien en mi
que melancolías y desabrimientos le nueva que está desencantada la señora locura hice mi escudero, tiene, que, porque
acababan. Rogó don Quijote que le Dulcinea, sale vuestra merced con eso? Y ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y
dejasen solo, porque quería dormir un ¿agora que estamos tan a pique de ser dares y tomares, quiero que no se le haga
poco. Hiciéronlo así y durmió de un tirón, pastores, para pasar cantando la vida, cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna,
como dicen, más de seis horas; tanto, que como unos príncipes, quiere vuesa merced sino que si sobrare alguno, después de
pensaron el ama y la sobrina que se había hacerse ermitaño? Calle, por su vida, haberse pagado de lo que le debo, el
de quedar en el sueño. Despertó al cabo vuelva en sí, y déjese de cuentos. restante sea suyo, que será bien poco, y
del tiempo dicho, y, dando una gran voz, –Los de hasta aquí –replicó don Quijote–, buen provecho le haga; y, si como estando
dijo:  que han sido verdaderos en mi daño, los ha yo loco fui parte para darle el gobierno de
–¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto de volver mi muerte, con ayuda del cielo, la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo,
bien me ha hecho! En fin, sus misericordias en mi provecho. Yo, señores, siento que darle el de un reino, se le diera, porque la
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sencillez de su condición y fidelidad de su buena suerte les trujere a conocer al autor fue el espantajo y el coco 
trato lo merece.  que dicen que compuso una historia que del mundo, en tal coyuntura, 
Y, volviéndose a Sancho, le dijo:  anda por ahí con el título de Segunda parte que acreditó su ventura 
–Perdóname, amigo, de la ocasión que te de las hazañas de don Quijote de la morir cuerdo y vivir loco.
he dado de parecer loco como yo, Mancha, de mi parte le pidan, cuan Y el prudentísimo Cide Hamete dijo a su
haciéndote caer en el error en que yo he encarecidamente ser pueda, perdone la pluma: 
caído, de que hubo y hay caballeros ocasión que sin yo pensarlo le di de haber –Aquí quedarás, colgada desta espetera y
andantes en el mundo.  escrito tantos y tan grandes disparates deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada
–¡Ay! –respondió Sancho, llorando–: no se como en ella escribe, porque parto desta o mal tajada péñola mía, adonde vivirás
muera vuestra merced, señor mío, sino vida con escrúpulo de haberle dado motivo luengos siglos, si presuntuosos y
tome mi consejo y viva muchos años, para escribirlos. malandrines historiadores no te descuelgan
porque la mayor locura que puede hacer un Cerró con esto el testamento, y, tomándole para profanarte. Pero, antes que a ti
hombre en esta vida es dejarse morir, sin un desmayo, se tendió de largo a largo en lleguen, les puedes advertir, y decirles en el
más ni más, sin que nadie le mate, ni otras la cama. Alborotáronse todos y acudieron a mejor modo que pudieres:
manos le acaben que las de la melancolía. su remedio, y en tres días que vivió ‘‘¡Tate, tate, folloncicos! 
Mire no sea perezoso, sino levántese desa después deste donde hizo el testamento, De ninguno sea tocada; 
cama, y vámonos al campo vestidos de se desmayaba muy a menudo. Andaba la porque esta impresa, buen rey, 
pastores, como tenemos concertado: quizá casa alborotada; pero, con todo, comía la para mí estaba guardada.
tras de alguna mata hallaremos a la señora sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba Para mí sola nació don Quijote, y yo para
doña Dulcinea desencantada, que no haya Sancho Panza; que esto del heredar algo él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos
más que ver. Si es que se muere de pesar borra o templa en el heredero la memoria somos para en uno, a despecho y pesar del
de verse vencido, écheme a mí la culpa, de la pena que es razón que deje el escritor fingido y tordesillesco que se
diciendo que por haber yo cinchado mal a muerto.  atrevió, o se ha de atrever, a escribir con
Rocinante le derribaron; cuanto más, que En fin, llegó el último de don Quijote, pluma de avestruz grosera y mal deliñada
vuestra merced habrá visto en sus libros de después de recebidos todos los las hazañas de mi valeroso caballero,
caballerías ser cosa ordinaria derribarse sacramentos, y después de haber porque no es carga de sus hombros ni
unos caballeros a otros, y el que es vencido abominado con muchas y eficaces razones asunto de su resfriado ingenio; a quien
hoy ser vencedor mañana.  de los libros de caballerías. Hallóse el advertirás, si acaso llegas a conocerle, que
–Así es –dijo Sansón–, y el buen Sancho escribano presente, y dijo que nunca había deje reposar en la sepultura los cansados y
Panza está muy en la verdad destos leído en ningún libro de caballerías que ya podridos huesos de don Quijote, y no le
casos.  algún caballero andante hubiese muerto en quiera llevar, contra todos los fueros de la
–Señores –dijo don Quijote–, vámonos su lecho tan sosegadamente y tan cristiano muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir
poco a poco, pues ya en los nidos de como don Quijote; el cual, entre de la fuesa donde real y verdaderamente
antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco, compasiones y lágrimas de los que allí se yace tendido de largo a largo,
y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se imposibilitado de hacer tercera jornada y
Mancha, y soy agora, como he dicho, murió.  salida nueva; que, para hacer burla de
Alonso Quijano el Bueno. Pueda con Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le tantas como hicieron tantos andantes
vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi diese por testimonio como Alonso Quijano caballeros, bastan las dos que él hizo, tan a
verdad volverme a la estimación que de mí el Bueno, llamado comúnmente don Quijote gusto y beneplácito de las gentes a cuya
se tenía, y prosiga adelante el señor de la Mancha, había pasado desta noticia llegaron, así en éstos como en los
escribano. –Ítem, mando toda mi hacienda, presente vida y muerto naturalmente; y que estraños reinos’’. Y con esto cumplirás con
a puerta cerrada, a Antonia Quijana, mi el tal testimonio pedía para quitar la tu cristiana profesión, aconsejando bien a
sobrina, que está presente, habiendo ocasión de algún otro autor que Cide quien mal te quiere, y yo quedaré
sacado primero de lo más bien parado della Hamete Benengeli le resucitase satisfecho y ufano de haber sido el primero
lo que fuere menester para cumplir las falsamente, y hiciese inacabables historias que gozó el fruto de sus escritos
mandas que dejo hechas; y la primera de sus hazañas.  enteramente, como deseaba, pues no ha
satisfación que se haga quiero que sea Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la sido otro mi deseo que poner en
pagar el salario que debo del tiempo que mi Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide aborrecimiento de los hombres las fingidas
ama me ha servido, y más veinte ducados Hamete puntualmente, por dejar que todas y disparatadas historias de los libros de
para un vestido. Dejo por mis albaceas al las villas y lugares de la Mancha caballerías, que, por las de mi verdadero
señor cura y al señor bachiller Sansón contendiesen entre sí por ahijársele y don Quijote, van ya tropezando, y han de
Carrasco, que están presentes. –Ítem, es tenérsele por suyo, como contendieron las caer del todo, sin duda alguna. Vale.
mi voluntad que si Antonia Quijana, mi siete ciudades de Grecia por Homero. 
sobrina, quisiere casarse, se case con Déjanse de poner aquí los llantos de
hombre de quien primero se haya hecho Sancho, sobrina y ama de don Quijote, los
información que no sabe qué cosas sean nuevos epitafios de su sepultura, aunque
libros de caballerías; y, en caso que se Sansón Carrasco le puso éste:
averiguare que lo sabe, y, con todo eso, mi Yace aquí el Hidalgo fuerte 
sobrina quisiere casarse con él, y se que a tanto estremo llegó 
casare, pierda todo lo que le he mandado, de valiente, que se advierte 
lo cual puedan mis albaceas distribuir en que la muerte no triunfó 
obras pías a su voluntad. –Ítem, suplico a de su vida con su muerte. 
los dichos señores mis albaceas que si la Tuvo a todo el mundo en poco; 
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UN PROBLEMA de Borges
     Imaginemos que en Toledo se descubre un papel con un texto arábigo y que los paléografos lo declaran de puño y
letra de aquel Cide Hamete Benengeli de quien Cervantes derivó el Don Quijote. En el texto leemos que el héroe (que,
como es fama, recorría los caminos de España, armado con espada y lanza, y desafiaba por cualquier motivo a
cualquiera) descubre, al cabo de uno de sus muchos combates, que ha dado muerte a un hombre. En este punto cesa el
fragmento; el problema es adivinar, o conjeturar, cómo reacciona don Quijote.

Quijote de Manuel Vicent El País 16-04-2000

Dudo de que don Quijote fuera una buena persona: quería tener razón frente a todo el mundo y además nunca pagaba la
consumición en los mesones. Se podrá creer que su figura encarna esa parte noble que cualquier mortal, aun el más
descastado, lleva dentro, pero en el fondo era un maleducado que trataba con desprecio a su escudero. Alonso Quijano
hoy en un restaurante sería uno de esos que le grita al camarero porque el filete está poco hecho y arma por esa
nimiedad un altercado universal con la lanza incluida. A buen seguro que en su momento se hubiera hecho falangista,
nazi, revolucionario soviético o fascista con tal de cambiar la coraza por un uniforme. Tienen mucho peligro los que
proclaman la verdad desde lo alto de un caballo. Lo más odioso de este personaje no es su orgullo sino su vanidad. Si
hubiera sido escritor no habría cesado de dar lanzadas en el aire hasta ser el primero en la lista de los más vendidos. Si
hubiera sido jefe de negociado se habría enfrentado a cualquier villano diciendo: usted no sabe con quien está hablando,
y nadie hallaría la forma de calmarlo hasta no reconocer su grandeza y pasar por tonto como hacía Sancho Panza con tal
de no oírle. Confundir la locura con el alto espíritu es una estupidez y más si se intenta combatir la injusticia sólo como un
alarde de la propia nobleza. El ideal en esta vida es Sancho Panza sin estar gordo. Si uno lograra imaginar a este
personaje adusto y con el vientre liso descubriría bajo su jubón al propio Cervantes herido de melancolía. Don Quijote es
un puro flato que bascula entre el idealismo y la mala leche, entre las princesas inasequibles y el onanismo; en cambio
Sancho está lleno de sabiduría adquirida en las ventas donde este usuario del pollino al menos tenía la decencia de pagar
el porrón de vino y la pensión de cebada. El 23 de abril es el día de Cervantes, no de Don Quijote. La historia de España,
la conquista de América y las letras castellanas habrían sido mucho mejores si el ejemplo hubiera sido un Sancho Panza
lleno de ironía, pragmatismo y apego a los placeres, y no ese lunático anclado en otra época. Cuando uno repara en esa
ración de locura que todo el mundo lleva dentro, pronto se descubre que ese quijotismo se identifica muchas veces con el
ego insaciable. Por el contrario qué gran tipo sería hoy Sancho Panza si además de las virtudes que lo adornan fuera
flaco, midiera 1´85 y jugara al baloncesto

El matadero de Esteban Echeverría


A pesar de que la mía es historia, no la delegación directa de Dios el imperio Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia
empezaré por el arca de Noé y la inmaterial sobre las conciencias y muy copiosa. Los caminos se anegaron; los
genealogía de sus ascendientes como estómagos, que en manera alguna pantanos se pusieron a nado y las calles de
acostumbraban hacerlo los antiguos pertenecen al individuo, nada más justo y entrada y salida a la ciudad rebosaban en
historiadores españoles de América que racional que vede lo malo. acuoso barro. Una tremenda avenida se
deben ser nuestros prototipos. Temo Los abastecedores, por otra parte, buenos precipitó de repente por el Riachuelo de
muchas razones para no seguir ese federales, y por lo mismo buenos católicos, Barracas, y extendió majestuosamente sus
ejemplo, las que callo por no ser difuso. sabiendo que el pueblo de Buenos Aires turbias aguas hasta el pie de las barrancas
Diré solamente que los sucesos de mi atesora una docilidad singular para del alto. El Plata creciendo embravecido
narración, pasaban por los años de Cristo someterse a toda especie de mandamiento, empujó esas aguas que venían buscando
de 183... Estábamos, a más, en cuaresma, solo traen en días cuaresmales al su cauce y las hizo correr hinchadas por
época en que escasea la carne en Buenos matadero, los novillos necesarios para el sobre campos, terraplenes, arboledas,
Aires, porque la iglesia adoptando el sustento de los niños y de los enfermos caseríos, y extenderse como un lago
precepto de Epitecto, sustine dispensados de la abstinencia por la inmenso por todas las bajas tierras. La
abstine (sufre, abstente) ordena vigilia y Bula..., y no con el ánimo de que se harten ciudad circunvalada del Norte al Este por
abstinencia a los estómagos de los fieles, a algunos herejotes, que no faltan, una cintura de agua y barro, y al Sud por
causa de que la carne es pecaminosa, y, dispuestos siempre a violar los un piélago blanquecino en cuya superficie
como dice el proverbio, busca a la carne. Y mandamientos carnificinos de la iglesia, y a flotaban a la ventura algunos barquichuelos
como la iglesia tiene ab initio y por contaminar la sociedad con el mal ejemplo. y negreaban las chimeneas y las copas de
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los árboles, echaba desde sus torres y asado. La abstinencia de carne era general unitarios, cuyas impiedades, según los
barrancas atónitas miradas al horizonte en el pueblo, que nunca se hizo más digno predicadores federales, habían traído sobre
como implorando misericordia al Altísimo. de la bendición de la iglesia, y así fue que el país la inundación de la cólera divina;
Parecía el amago de un nuevo diluvio. Los llovieron sobre él millones y millones de tomó activas providencias, desparramó sus
beatos y beatas gimoteaban haciendo indulgencias plenarias. Las gallinas se esbirros por la población y por último, bien
novenarios y continuas plegarias. Los pusieron a 6 $ y los huevos a 4 reales y el informado, promulgó un decreto
predicadores atronaban el templo y hacían pescado carísimo. No hubo en aquellos tranquilizador de las conciencias y de los
crujir el púlpito a puñetazos. Es el día del días cuaresmales promiscuaciones ni estómagos, encabezado por un
juicio, decían, el fin del mundo está por excesos de gula; pero en cambio se fueron considerando muy sabio y piadoso para
venir. La cólera divina rebosando se derechito al cielo innumerables ánimas y que a todo trance y arremetiendo por agua
derrama en inundación. ¡Ay de vosotros acontecieron cosas que parecen soñadas. y todo se trajese ganado a los corrales.
pecadores! ¡Ay de vosotros unitarios impíos No quedó en el matadero ni un solo ratón En efecto, el decimosexto día de la carestía
que os mofáis de la iglesia, de los santos, y vivo de muchos millares que allí tenían víspera del día de Dolores, entró a nado
no escucháis con veneración la palabra de albergue. Todos murieron de hambre o por el paso de Burgos al matadero del Alto
los ungidos del Señor! ¡Ay de vosotros si ahogados en sus cuevas por la incesante una tropa de cincuenta novillos gordos;
no imploráis misericordia al pie de los lluvia. Multitud de negras rebusconas cosa poca por cierto para una población
altares! Llegará la hora tremenda del vano de achuras, como los caranchos de presa, acostumbrada a consumir diariamente de
crujir de dientes y de las frenéticas se desbandaron por la ciudad como otras 250 a 300, y cuya tercera parte al menos
imprecaciones. Vuestra impiedad, vuestras tantas harpías prontas a devorar cuanto gozaría del fuero eclesiástico de
herejías, vuestras blasfemias, vuestros hallaran comible. Las gaviotas y los perros alimentarse con carne. ¡Cosa estraña que
crímenes horrendos, han traído sobre inseparables rivales suyos en el matadero, haya estómagos privilegiados y estómagos
nuestra tierra las plagas del Señor. La emigraron en busca de alimento animal. sujetos a leyes inviolables y que la iglesia
justicia y el Dios de la Federación os Porción de viejos achacosos cayeron en tenga la llave de los estómagos!
declarará malditos. consunción por falta de nutritivo caldo; pero Pero no es extraño, supuesto que el diablo
Las pobres mujeres salían sin aliento, lo más notable que sucedió fue el con la carne suele meterse en el cuerpo y
anonadadas del templo, echando, como fallecimiento casi repentino de unos que la iglesia tiene el poder de conjurarlo:
era natural, la culpa de aquella calamidad a cuantos gringos herejes que cometieron el el caso es reducir al hombre a una máquina
los unitarios. desacato de darse un hartazgo de chorizos cuyo móvil principal no sea su voluntad
Continuaba, sin embargo, lloviendo a de Extremadura, jamón y bacalao y se sino la de la iglesia y el gobierno. Quizá
cántaros, y la inundación crecía fueron al otro mundo a pagar el pecado llegue el día en que sea prohibido respirar
acreditando el pronóstico de los cometido por tan abominable aire libre, pasearse y hasta conversar con
predicadores. Las campanas comenzaron a promiscuación. un amigo, sin permiso de autoridad
tocar rogativas por orden del muy católico Algunos médicos opinaron que si la competente. Así era, poco más o menos,
Restaurador, quien parece no las tenía carencia de careo continuaba, medio en los felices tiempos de nuestros beatos
todas consigo. Los libertinos, los pueblo caería en síncope por estar los abuelos que por desgracia vino a turbar la
incrédulos, es decir, los unitarios, estómagos acostumbrados a su revolución de Mayo.
empezaron a amedrentarse al ver tanta corroborante jugo; y era de notar el Sea como fuera; a la noticia de la
cara compungida, oír tanta batahola de contraste entre estos tristes pronósticos de providencia gubernativa, los corrales del
imprecaciones. Se hablaba ya como de la ciencia y los anatemas lanzados desde Alto se llenaron, a pesar del barro, de
cosa resuelta de una procesión en que el púlpito por los reverendos padres contra carniceros, achuradores y curiosos,
debía ir toda la población descalza y a toda clase de nutrición animal y de quienes recibieron con grandes
cráneo descubierto, acompañando al promiscuación en aquellos días destinados vociferaciones y palmoteos los cincuenta
Altísimo, llevado bajo palio por el Obispo, por la iglesia al ayuno y la penitencia. Se novillos destinados al matadero.
hasta la barranca de Balcarce, donde originó de aquí una especie de guerra -Chica, pero gorda -exclamaban.- ¡Viva la
millares de voces conjurando al demonio intestina entre los estómagos y las Federación! ¡Viva el Restaurador!
unitario de la inundación, debían implorar la conciencias, atizada por el inexorable Porque han de saber los lectores que en
misericordia divina. apetito y las no menos inexorables aquel tiempo la Federación estaba en todas
Feliz, o mejor, desgraciadamente, pues la vociferaciones de los ministros de la iglesia, partes, hasta entre las inmundicias del
cosa habría sido de verse, no tuvo efecto la quienes, como es su deber, no transigen matadero y no había fiesta sin Restaurador
ceremonia, porque bajando el Plata, la con vicio alguno que tienda a relajar las como no hay sermón sin Agustín. Cuentan
inundación se fue poco a poco escurriendo costumbres católicas: a lo que se agregaba que al oír tan desaforados gritos las últimas
en su inmenso lecho sin necesidad de el estado de flatulencia intestinal de los ratas que agonizaban de hambre en sus
conjuro ni plegarias. habitantes, producido por el pescado y los cuevas, se reanimaron y echaron a correr
Lo que hace principalmente a mi historia es porotos y otros alimentos algo indigestos. desatentadas conociendo que volvían a
que por causa de la inundación estuvo Esta guerra se manifestaba por sollozos y aquellos lugares la acostumbrada alegría y
quince días el matadero de la gritos descompasados en la peroración de la algazara precursora de abundancia.
Convalecencia sin ver una sola cabeza los sermones y por rumores y estruendos El primer novillo que se mató fue todo
vacuna, y que en uno o dos, todos los subitáneos en las casas y calles de la entero de regalo al Restaurador, hombre
bueyes de quinteros y aguateros se ciudad o donde quiera concurrían gentes. muy amigo del asado. Una comisión de
consumieron en el abasto de la ciudad. Los Alarmose un tanto el gobierno, tan paternal carniceros marchó a ofrecérselo a nombre
pobres niños y enfermos se alimentaban como previsor, del Restaurador creyendo de los federales del matadero,
con huevos y gallinas, y los gringos y aquellos tumultos de origen revolucionario manifestándole in voce su agradecimiento
herejotes bramaban por el beef-steak y el y atribuyéndolos a los mismos salvajes por la acertada providencia del gobierno, su
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adhesión ilimitada al Restaurador y su odio del terrible juez y a no resaltar sobre su Pero a medida que adelantaba, la
entrañable a los salvajes unitarios, blanca cintura los siguientes letreros rojos: perspectiva variaba; los grupos se
enemigos de Dios y de los hombres. El «Viva la Federación», «Viva el Restaurador deshacían, venían a formarse tomando
Restaurador contestó a la y la heroína doña Encarnación Ezcurra», diversas aptitudes y se desparramaban
arenga rinforzando sobre el mismo tema y «Mueran los salvajes unitarios». Letreros corriendo como si en medio de ellos cayese
concluyó la ceremonia con los muy significativos, símbolo de la fe política alguna bala perdida o asomase la quijada
correspondientes vivas y vociferaciones de y religiosa de la gente del matadero. Pero de algún encolerizado mastín. Esto era,
los espectadores y actores. Es de creer algunos lectores no sabrán que la tal que inter el carnicero en un grupo
que el Restaurador tuviese permiso heroína es la difunta esposa del descuartizaba a golpe de hacha, colgaba
especial de su ilustrísima para no Restaurador, patrona muy querida de los en otro los cuartos en los ganchos a su
abstenerse de carne, porque siendo tan carniceros, quienes, ya muerta, la carreta, despellejaba en éste, sacaba el
buen observador de las leyes, tan buen veneraban como viva por sus virtudes sebo en aquél, de entre la chusma que
católico y tan acérrimo protector de la cristianas y su federal heroísmo en la ojeaba y aguardaba la presa de achura
religión, no hubiera dado mal ejemplo revolución contra Balcarce. Es el caso que salía de cuando en cuando una mugrienta
aceptando semejante regalo en día santo. en un aniversario de aquella memorable mano a dar un tarazcón con el cuchillo al
Siguió la matanza y en un cuarto de hora hazaña de la mazorca los carniceros sebo o a los cuartos de la res, lo que
cuarenta y nueve novillos se hallan festejaron con un espléndido banquete en originaba gritos y explosión de cólera del
tendidos en la playa del matadero, la casilla a la heroína, banquete a que carnicero y el continuo hervidero de los
desollados unos, los otros por desollar. E1 concurrió con su hija y otras señoras grupos, -dichos y gritería descompasada de
espectáculo que ofrecía entonces era federales, y que allí en presencia de un los muchachos.
animado y pintoresco aunque reunía todo gran concurso ofreció a los señores -Ahí se mete el sebo en las tetas, la tía
lo horriblemente feo, inmundo y deforme de carniceros en un solemne brindis su federal -gritaba uno.
una pequeña clase proletaria peculiar del patrocinio, por cuyo motivo ellos la -Aquel lo escondió en el alzapón -replicaba
Río de la Plata. Pero para que el lector proclamaron entusiasmados patrona del la negra.
pueda percibirlo a un golpe de ojo preciso matadero, estampando su nombre en las -¡Che!, negra bruja, salí de aquí antes que
es hacer un croquis de la localidad. paredes de la casilla donde se estará hasta te pegue un tajo -exclamaba el carnicero.
El matadero de la Convalescencia o del que lo borre la mano del tiempo. -¿Qué le hago ño, Juan?, ¡no sea malo! Yo
Alto, sito en las quintas al Sud de la ciudad, La perspectiva del matadero a la distancia no quiero sino la panza y las tripas.
es una gran playa en forma rectangular era grotesca, llena de animación. Cuarenta -Son para esa bruja: a la m...
colocada al extremo de dos calles, una de y nueve reses estaban tendidas sobre sus -¡A la bruja! ¡a la bruja! -repitieron los
las cuales allí se termina y la otra se cueros y cerca de doscientas personas muchachos-: ¡se lleva la riñonada y el
prolonga hacia el Este. Esta playa con hollaban aquel suelo de lodo regado con la tongorí! -y cayeron sobre su cabeza sendos
declive al Sud, está cortada por un zanjón sangre de sus arterias. En torno de cada cuajos de sangre y tremendas pelotas de
labrado por la corriente de las aguas res resaltaba un grupo de figuras humanas barro.
pluviales, en cuyos bordes laterales se de tez y raza distintas. La figura mas Hacia otra parte, entre tanto, dos africanas
muestran innumerables cuevas de ratones prominente de cada grupo era el carnicero llevaban arrastrando las entrañas de un
y cuyo cauce, recoge en tiempo de lluvia, con el cuchillo en mano, brazo y pecho animal; allá una mulata se alejaba con un
toda la sangrasa seca o reciente del desnudos, cabello largo y revuelto, camisa ovillo de tripas y resbalando de repente
matadero. En la junción del ángulo recto y chiripá y rostro embadurnado de sangre. sobre un charco de sangre, caía a plomo,
hacia el Oeste está lo que llaman la casilla, A sus espaldas se rebullían caracoleando y cubriendo con su cuerpo la codiciada
edificio bajo, de tres piezas de media agua siguiendo los movimientos una comparsa presa. Acullá se veían acurrucadas en
con corredor al frente que da a la calle y de muchachos, de negras y mulatas hilera 400 negras destejiendo sobre las
palenque para atar caballos, a cuya achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las faldas el ovillo y arrancando uno a uno los
espalda se notan varios corrales de palo a harpías de la fábula, y entremezclados con sebitos que el avaro cuchillo del carnicero
pique de ñandubay con sus fornidas ella algunos enormes mastines, olfateaban, había dejado en la tripa como rezagados, al
puertas para encerrar el ganado. gruñían o se daban de tarascones por la paso que otras vaciaban panzas y vejigas y
Estos corrales son en tiempo de invierno un presa. Cuarenta y tantas carretas toldadas las henchían de aire de sus pulmones para
verdadero lodazal en el cual los animales con negruzco y pelado cuero se depositar en ellas, luego de secas, la
apeñuscados se hunden hasta el encuentro escalonaban irregularmente a lo largo de la achura.
y quedan como pegados y casi sin playa y algunos jinetes con el poncho Varios muchachos gambeteando a pie y a
movimiento. En la casilla se hace la calado y el lazo prendido al tiento, caballo se daban de vejigazos o se tiraban
recaudación del impuesto de corrales, se cruzaban por entre ellas al tranco o bolas de carne, desparramando con ellas y
cobran las multas por violación de reclinados sobre el pescuezo de los su algazara la nube de gaviotas que
reglamentos y se sienta el juez del caballos echaban ojo indolente sobre uno columpiándose en el aire celebraba
matadero, personaje importante, caudillo de aquellos animados grupos, al paso que chillando la matanza. Oíanse a menudo a
de los carniceros y que ejerce la suma del mas arriba, en el aire, un enjambre de pesar del veto del Restaurador y de la
poder en aquella pequeña república por gaviotas blanquiazules que habían vuelto santidad del día, palabras inmundas y
delegación del Restaurador. -Fáciles de la emigración al olor de carne, obscenas, vociferaciones preñadas de todo
calcular qué clase de hombre se requiere revoloteaban cubriendo con su disonante el cinismo bestial que caracteriza a la
para el desempeño de semejante cargo. La graznido todos los ruidos y voces del chusma de nuestros mataderos, con las
casilla por otra parte, es un edificio tan ruin matadero y proyectando una sombra clara cuales no quiero regalar a los lectores.
y pequeño que nadie lo notaría en los sobre aquel campo de horrible carnicería. De repente caía un bofe sangriento sobre
corrales a no estar asociado su nombre al Esto se notaba al principio de la matanza. la cabeza de alguno, que de allí pasaba a
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la de otro, hasta que algún deforme mastín picado por el aguijón de alguna lengua -Dele espuela al mancarrón. -Ya se metió
lo hacia buena presa, y una cuadrilla de locuaz. en la calle sola. -¡Que lo ataje el diablo!
otros, por si estrujo o no estrujo, armaba -Hi de p... en el toro. El tropel y vocería era infernal. Unas
una tremenda de gruñidos y mordiscones. -Al diablo los torunos del Azul. cuantas negras achuradoras sentadas en
Alguna tía vieja salia furiosa en -Mal haya el tropero que nos da gato por hilera al borde del zanjón oyendo el tumulto
persecución de un muchacho que le había liebre. se acogieron y agazaparon entre las
embadurnado el rostro con sangre, y -Si es novillo. panzas y tripas que desenredaban y
acudiendo a sus gritos y puteadas los -¿No está viendo que es toro viejo? devanaban con la paciencia de Penélope,
compañeros del rapaz, la rodeaban y -Como toro le ha de quedar. ¡Muéstreme lo que sin duda las salvó porque el animal
azuzaban como los perros al toro y llovían los c..., si le parece, c...o! lanzó al mirarlos un bufido aterrador, dio un
sobre ella zoquetes de carne, bolas de -Ahí los tiene entre las piernas. No los ve, brinco sesgado y siguió adelante
estiércol, con groseras carcajadas y gritos amigo, más grandes que la cabeza de su perseguido por los jinetes. Cuentan que
frecuentes, hasta que el juez mandaba castaño; ¿o se ha quedado ciego en el una de ellas se fue de cámaras; otra rezó
restablecer el orden y despejar el campo. camino? diez salves en dos minutos, y dos
Por un lado dos muchachos se adiestraban -Su madre sería la ciega, pues que tal hijo prometieron a San Benito no volver jamás a
en el manejo del cuchillo tirándose ha parido. ¿No ve que todo ese bulto es aquellos malditos corrales y abandonar el
horrendos tajos y reveses; por otro cuatro barro? oficio de achuradoras. No se sabe si
ya adolescentes ventilaban a cuchilladas el -Es emperrado y arisco como un unitario. cumplieron la promesa.
derecho a una tripa gorda y un mondongo -Y al oír esta mágica palabra todos a una El toro entre tanto tomó hacia la ciudad por
que habían robado a un carnicero; y no de voz exclamaron: ¡mueran los salvajes una larga y angosta calle que parte de la
ellos distante, porción de perros flacos ya unitarios! punta más aguda del rectángulo
de la forzosa abstinencia, empleaban el -Para el tuerto los h... anteriormente descripto, calle encerrada
mismo medio para saber quién se llevaría -Sí, para el tuerto, que es hombre de c... por una zanja y un cerco de tunas, que
un hígado envuelto en barro. Simulacro en para pelear con los unitarios. llaman soles por no tener mas de dos
pequeño era este del modo bárbaro con -El matahambre a Matasiete, degollador de casas laterales y en cuyo aposado centro
que se ventilan en nuestro país las unitarios. ¡Viva Matasiete! había un profundo pantano que tomaba de
cuestiones y los derechos individuales y -¡A Matasiete el matahambre! zanja a zanja. Cierto inglés, de vuelta de su
sociales. En fin, la escena que se -Allá va, gritó una voz ronca interrumpiendo saladero vadeaba este pantano a la sazón,
representaba en el matadero era para vista aquellos desahogos de la cobardía feroz. paso a paso en un caballo algo arisco, y sin
no para escrita. ¡Allá va el toro! duda iba tan absorto en sus cálculos que
Un animal había quedado en los corrales -¡Alerta! Guarda los de la puerta. Allá va no oyó el tropel de jinetes ni la gritería sino
de corta y ancha cerviz, de mirar fiero, furioso como un demonio! cuando el toro arremetía al pantano.
sobre cuyos órganos genitales no estaban Y en efecto, el animal acosado por los Azorose de repente su caballo dando un
conformes los pareceres porque tenía gritos y sobre todo por dos picanas agudas brinco al sesgo y echó a correr dejando al
apariencias de toro y de novillo. Llegole su que le espoleaban la cola, sintiendo flojo el pobre hombre hundido media vara en el
hora. Dos enlazadores a caballo penetraron lazo, arremetió bufando a la puerta, fango. Este accidente, sin embargo, no
al corral en cuyo contorno hervía la chusca lanzando a entrambos lados una rojiza y detuvo ni refrenó la carrera de los
a pie, a caballo y horquetada sobre sus fosfórica mirada. Diole el tirón el enlazador perseguidores del toro, antes al contrario,
ñudosos palos. Formaban en la puerta el sentando su caballo, desprendió el lazo de soltando carcajadas sarcásticas: -Se amoló
más grotesco y sobresaliente grupo varios la asta, crujió por el aire un áspero zumbido el gringo; levántate, gringo -exclamaron, y
pialadores y enlazadores de a pie con el y al mismo tiempo se vio rodar desde lo cruzando el pantano amasando con barro
brazo desnudo y armados del certero lazo, alto de una horqueta del corral, como si un bajo las patas de sus caballos, su
la cabeza cubierta con un pañuelo punzó y golpe de hacha la hubiese dividido a cercén miserable cuerpo. Salió el gringo, como
chaleco y chiripá colorado, teniendo a sus una cabeza de niño cuyo tronco pudo, después a la orilla, más con la
espaldas varios jinetes y espectadores de permaneció inmóvil sobre su caballo de apariencia de un demonio tostado por las
ojo escrutador y anhelante. palo, lanzando por cada arteria un largo llamas del infierno que de un hombre
El animal prendido ya al lazo por las astas, chorro de sangre. blanco pelirrubio. Más adelante al grito de
bramaba echando espuma furibundo y no -Se cortó el lazo -gritaron unos-: allá va el ¡al toro! ¡al toro! cuatro negras achuradores
había demonio que lo hiciera salir del toro -pero otros deslumbrados y atónitos que se retiraban con su presa se zabulleron
pegajoso barro donde estaba como clavado guardaron silencio porque todo fue como en la zanja llena de agua, único refugio que
y era imposible pialarlo. Gritábanlo, lo un relámpago. les quedaba.
azuzaban en vano con las mantas y Desparramose un tanto el grupo de la El animal, entre tanto, después de haber
pañuelos los muchachos prendidos sobre puerta. Una parte se agolpó sobre la corrido unas 20 cuadras en distintas
las horquetas del corral, y era de oír la cabeza y el cadáver palpitante del direcciones azorando con su presencia a
disonante batahola de silbidos, palmadas y muchacho degollado por el lazo, todo viviente se metió por la tranquera de
voces tiples y roncas que se desprendía de manifestando horror en su atónito una quinta donde halló su perdición.
aquella singular orquesta. semblante, y la otra parte compuesta de Aunque cansado, manifestaba bríos y
Los dicharachos, las exclamaciones jinetes que no vieron la catástrofe se colérico ceño; pero rodeábalo una zanja
chistosas y obscenas rodaban de boca en escurrió en distintas direcciones en pos del profunda y un tupido cerco de pitas, y no
boca y cada cual hacia alarde toro, vociferando y gritando: ¡Allá va el toro! había escape. Juntáronse luego sus
espontáneamente de su ingenio y de su ¡Atajen! ¡Guarda! -Enlaza, Siete pelos. - perseguidores que se hallaban
agudeza excitado por el espectáculo o ¡Que te agarra, Botija! -Ya furioso; no se le desbandados y resolvieron llevarlo en un
pongan delante. -¡Ataja, ataja morado! señuelo de bueyes para que espiase su
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atentado en el lugar mismo donde lo había la cincha algunas carretas cargadas de -Degüéllalo, Matasiete -quiso sacar las
cometido. carne. pistolas-. Degüéllalo como al Toro.
Una hora después de su fuga el toro estaba Mas de repente la ronca voz de un -Pícaro unitario. Es preciso tusarlo.
otra vez en el Matadero donde la poca carnicero gritó: -¡Allí viene un unitario!, y al -Tiene buen pescuezo para el violín.
chusma que había quedado no hablaba oír tan significativa palabra toda aquella -Tócale el violín.
sino de sus fechorías. La aventura del chusma se detuvo como herida de una -Mejor es resbalosa.
gringo en el pantano excitaba impresión subitánea. -Probemos -dijo Matasiete y empezó
principalmente la risa y el sarcasmo. Del -¿No le ven la patilla en forma de U? No sonriendo a pasar el filo de su daga por la
niño degollado por el lazo no quedaba sino trae divisa en el fraque ni luto en el garganta del caído, mientras con la rodilla
un charco de sangre: su cadáver estalla en sombrero. izquierda le comprimía el pecho y con la
el cementerio. -Perro unitario. siniestra mano le sujetaba por los cabellos.
Enlazaron muy luego por las astas al -Es un cajetilla. -No, no le degüellen -exclamó de lejos la
animal que brincaba haciendo hincapié y -Monta en silla como los gringos. voz imponente del Juez del Matadero que
lanzando roncos bramidos. Echáronle, uno, -La mazorca con él. se acercaba a caballo.
dos, tres piales; pero infructuosos: al cuarto -¡La tijera! -A la casilla con él, a la casilla. Preparen la
quedó prendido de una pata: su brío y su -Es preciso sobarlo. mashorca y las tijeras. ¡Mueran los salvajes
furia redoblaron; su lengua estirándose -Trae pistoleras por pintar. unitarios! ¡Viva el Restaurador de las leyes!
convulsiva arrojaba espuma, su nariz -Todos estos cajetillas unitarios son -Viva Matasiete.
humo, sus ojos miradas encendidas - pintores como el diablo. ¡Mueran! ¡Vivan!, repitieron en coro los
¡Desgarreten ese animal! exclamó una voz -¿A que no te le animas, Matasiete? espectadores y atándole codo con codo,
imperiosa. Matasiete se tiró al punto del -¿A que no? entre moquetes y tirones, entre
caballo, cortole el garrón de una cuchillada -A que sí. vociferaciones e injurias arrastraron al
y gambeteando en torno de él con su Matasiete era hombre de pocas palabras y infeliz joven al banco del tormento como los
enorme daga en mano, se la hundió al de mucha acción. Tratándose de violencia, sayones al Cristo.
cabo hasta el puño en la garganta de agilidad, de destreza en el hacha, el La sala de la casilla tenía en su centro una
mostrándola en seguida humeante y roja a cuchillo o el caballo, no hablaba y obraba. grande y fornida mesa de la cual no salían
los espectadores. Brotó un torrente de la Lo habían picado: prendió la espuela a su los vasos de bebida y los naipes sino para
herida, exhaló algunos bramidos roncos, caballo y se lanzó a brida suelta al dar lugar a las ejecuciones y torturas de los
vaciló y cayó el soberbio animal entre los encuentro del unitario. sayones federales del Matadero. Notábase
gritos de la chusma que proclamaba a Era este un joven como de 25 años de además en un rincón otra mesa chica con
Matasiete vencedor y le adjudicaba en gallarda y bien apuesta persona que recado de escribir y un cuaderno de
premio el matambre. Matasiete extendió, mientras salían en borbotón de aquellas apuntes y porción de sillas entre las que
como orgulloso, por segunda vez el brazo y desaforadas bocas las anteriores resaltaba un sillón de brazos destinado
el cuchillo ensangrentado y se agachó a exclamaciones trotaba hacia Barracas, muy para el Juez. Un hombre, soldado en
desollarle con otros compañeros. ajeno de temer peligro alguno. Notando apariencia, sentado en una de ellas
Faltaba que resolver la duda sobre los empero, las significativas miradas de aquel cantaba al son de la guitarra la resbalosa,
órganos genitales del muerto clasificado grupo de dogos de matadero, echa tonada de inmensa popularidad entre los
provisoriamente de toro por su indomable maquinalmente la diestra sobre las federales, cuando la chusma llegando en
fiereza; pero estaban todos tan fatigados pistoleras de su silla inglesa, cuando una tropel al corredor de la casilla lanzó a
de la larga tarea que la echaron por lo pechada al sesgo del caballo de Matasiete empellones al joven unitario hacia el centro
pronto en olvido. Mas de repente una voz lo arroja de los lomos del suyo tendiéndolo de la sala.
ruda exclamó: aquí están los huevos, a la distancia boca arriba y sin movimiento -A ti te toca la resbalosa -gritó uno.
sacando de la barriga del animal y alguno. -Encomienda tu alma al diablo.
mostrando a los espectadores dos enormes -¡Viva Matasiete! -exclamó toda aquella -Está furioso como toro montaraz.
testículos, signo inequívoco de su dignidad chusma cayendo en tropel sobre la víctima -Ya le amansará el palo.
de toro. La risa y la charla fue grande; como los caranchos rapaces sobre la -Es preciso sobarlo.
todos los incidentes desgraciados pudieron osamenta de un buey devorado por el tigre. -Por ahora verga y tijera.
fácilmente explicarse. Un toro en el Atolondrado todavía el joven fue, lanzando -Si no, la vela.
Matadero era cosa muy rara, y aun vedada. una mirada de fuego sobre aquellos -Mejor será la mazorca.
Aquél, según reglas de buena policía debió hombres feroces, hacia su caballo que -Silencio y sentarse -exclamó el Juez
arrojarse a los perros; pero había tanta permanecía inmóvil no muy distante a dejándose caer sobre su sillón. Todos
escasez de carne y tantos hambrientos en buscar en sus pistolas el desagravio y la obedecieron, mientras el joven de pie
la población, que el señor Juez tuvo a bien venganza. Matasiete dando un salto le salió encarando al Juez exclamó con voz
hacer ojo lerdo. al encuentro y con fornido brazo asiéndolo preñada de indignación:
En dos por tres estuvo desollado, de la corbata lo tendió en el suelo tirando al -Infames sayones, ¿qué intentan hacer de
descuartizado y colgado en la carreta el mismo tiempo la daga de la cintura y mí?
maldito toro. Matasiete colocó el matambre llevándola a su garganta. -¡Calma! -dijo sonriendo el juez-; no hay
bajo el pellón de su recado y se preparaba Una tremenda carcajada y un nuevo viva que encolerizarse. Ya lo verás.
a partir. La matanza estaba concluida a las estertóreo volvió a victoriarlo. El joven, en efecto, estaba fuera de sí de
12, y la poca chusma que había ¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los cólera. Todo su cuerpo parecía estar en
presenciado hasta el fin, se retiraba en federales!, siempre en pandilla cayendo convulsión: su pálido y amoratado rostro,
grupos de a pie y de a caballo, o tirando a como buitres sobre la víctima inerte. su voz, su labio trémulo, mostraban el
movimiento convulsivo de su corazón, la
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agitación de sus nervios. Sus ojos de fuego -Lo prefiero a que maniatado me arranquen en el cual pareció agotarse toda su fuerza y
parecían salirse de la órbita, su negro y como el cuervo, una a una las entrañas. vitalidad, se incorporó primero sobre sus
lacio cabello se levantaba erizado. Su -¿Por qué no llevas luto en el sombrero por brazos, después sobre sus rodillas y se
cuello desnudo y la pechera de su camisa la heroína? desplomó al momento murmurando:
dejaban entrever el latido violento de sus -Porque lo llevo en el corazón por la Patria, -Primero degollarme que desnudarme,
arterias y la respiración anhelante de sus por la Patria que vosotros habéis infame canalla.
pulmones. asesinado, ¡infames! Sus fuerzas se habían agotado;
-¿Tiemblas? -le dijo el Juez. -No sabes que así lo dispuso el inmediatamente quedó atado en cruz y
-De rabia, por que no puedo sofocarte entre Restaurador. empezaron la obra de desnudarlo.
mis brazos. -Lo dispusisteis vosotros, esclavos, para Entonces un torrente de sangre brotó
-¿Tendrías fuerza y valor para eso? lisonjear el orgullo de vuestro señor y borbolloneando de la boca y las narices del
-Tengo de sobra voluntad y coraje para ti, tributarle vasallaje infame. joven y extendiéndose empezó a caer a
infame. -¡Insolente! Te has embravecido mucho. Te chorros por entrambos lados de la mesa.
-A ver las tijeras de tusar mi caballo; haré cortar la lengua si chistas. Los sayones quedaron inmobles y los
túsenlo a la federala. -Abajo los calzones a ese mentecato espectadores estupefactos.
Dos hombres le asieron, vino de la ligadura cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien -Reventó de rabia el salvaje unitario -dijo
del brazo, otro de la cabeza y en un minuto atado sobre la mesa. uno.
cortáronle la patilla que poblaba toda su Apenas articuló esto el Juez, cuatro -Tenía un río de sangre en las venas
barba por bajo, con risa estrepitosa de sus sayones salpicados de sangre, -articuló otro.
espectadores. suspendieron al joven y lo tendieron largo a -Pobre diablo: queríamos únicamente
-A ver -dijo el Juez-, un vaso de agua para largo sobre la mesa comprimiéndole todos divertirnos con él y tomó la cosa demasiado
que se refresque. sus miembros. a lo serio -exclamó el juez frunciendo el
-Uno de hiel te haría yo beber, infame. -Primero degollarme que desnudarme; ceño de tigre-. Es preciso dar parte,
Un negro petizo púsosele al punto delante infame canalla. desátenlo y vamos.
con un vaso de agua en la mano. Diole el Atáronle un pañuelo por la boca y Verificaron la orden; echaron llave a la
joven un puntapié en el brazo y el vaso fue empezaron a tironear sus vestidos. puerta y en un momento se escurrió la
a estrellarse en el techo salpicando el Encogíase el joven, pateaba, hacía chusma en pos del caballo del Juez
asombrado rostro de los espectadores. rechinar los dientes. Tomaban ora sus cabizbajo y taciturno.
-Éste es incorregible. miembros la flexibilidad del junco, ora la Los federales habían dado fin a una de sus
-Ya lo domaremos. dureza del fierro y su espina dorsal era el innumerables proezas.
-Silencio -dijo el Juez-, ya estás afeitado a eje de un movimiento parecido al de la En aquel tiempo los carniceros
la federala, sólo te falta el bigote. Cuidado serpiente. Gotas de sudor fluían por su degolladores del Matadero eran los
con olvidarlo. Ahora vamos a cuentas. rostro grandes como perlas; echaban fuego apóstoles que propagaban a verga y puñal
-¿Por qué no traes divisa? sus pupilas, su boca espuma, y las venas la federación rosina, y no es difícil
-Porque no quiero. de su cuello y frente negreaban en relieve imaginarse que federación saldría de sus
-No sabes que lo manda el Restaurador. sobre su blanco cutis como si estuvieran cabezas y cuchillas. Llamaban ellos salvaje
-La librea es para vosotros, esclavos, no repletas de sangre. unitario, conforme a la jerga inventada por
para los hombres libres. -Átenlo primero -exclamó el Juez. el Restaurador, patrón de la cofradía, a
-A los libres se les hace llevar a la fuerza. -Está rugiendo de rabia -articuló un sayón. todo el que no era degollador, carnicero, ni
-Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas En un momento liaron sus piernas en salvaje, ni ladrón; a todo hombre decente y
son vuestras armas; infames. El lobo, el ángulo a los cuatro pies de la mesa de corazón bien puesto, a todo patriota
tigre, la pantera también son fuertes como volcando su cuerpo boca abajo. Era preciso ilustrado amigo de las luces y de la libertad;
vosotros. Deberíais andar como ellas en hacer igual operación con las manos, para y por el suceso anterior puede verse a las
cuatro patas. lo cual soltaron las ataduras que las claras que el foco de la federación estaba
-¿No temes que el tigre te despedace? comprimían en la espalda. Sintiéndolas en el Matadero.
libres el joven, por un movimiento brusco

Maestras Argentinas: Clara Dezcurra de chicos una alternativa diferente que los En realidad, poco y nada decía para sus
Roberto Fontanarrosa arrancara de la enseñanza rutinaria. Esta alumnos la temática de la anterior
vez, en la clase de Habla Hispana, dejé de composicióntipo, "Voyage autour de mon
Clara Dezcurra toma la pluma y escribe la lado nuestra clásica composición 'Voyage bureau" ("Viaje en derredor de mi pupitre")
fecha: "16 de Julio de 1840". Luego, con la autour de mon bureau' y quise impuesta por el maestro modernista
misma letra minúscula y erguida, agrega el sorprenderlos con algo propio, conocido, francés Alphonse Chateauvieux a fines de
encabezamiento: "Querida Juana". cercano. Fue entonces cuando les propuse 1815. La escuela de Clara Dezcurra,
Finalmente, tras alisar el papel que tiene la escribir sobre 'La Vaca'." Clara Dezcurra no apenas un simple salón de tierra
textura y la consistencia del hojaldre, lo sabe, pero ha introducido un hábito de apisonada, no tiene pupitres, ni bancos, ni
embebe la pluma en la tinta negra, y escritura que será, luego, por décadas, siquiera sillas. Los alumnos se apretujan
redacta: "Ayer decidí cambiar el método indicador y modelo en las escuelas criollas. sentándose en rejas de arado, tocones de
que siempre utilizamos. Quise darle a mis
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ceiba o simples calaveras de vaca que le han confesado su condición, como Juan unirse con el bigote, dibujando una "U"
relucen como si fuesen de mármol. La José Losada. Otros le han dicho que la provocativa. Pero los mazorqueros aún no
calavera de vaca es el asiento más fácil de vincha celeste que llevan recogiéndoles el han llegado hasta ese punto del
conseguir, el más frecuente, porque la pelo, es en honor de la bandera. "Pero abecedario. Solo Isidro Gaitán, un
escuela nocturna de la señora Dezcurra es, nadie viene a controlar lo que pasa en sargento, puede memorizar las letras hasta
durante el día, un matadero clandestino. estos parajes, Juana --le ha escrito a su la hache que, al ser muda, lo desconcierta.
Clara humedece con la saliva de su lengua amiga--. Estamos dejados de la mano de Los demás apenas si se han familiarizado
el reborde pringoso de la tapa del sobre Dios. Mis chicos escriben con trozos de con las letras hasta la "D". Clara duda si
donde ha metido la carta. Lo cierra y luego, ladrillos o pedazos de tripa gorda y yo continuar con la enseñanza. Apenas sus
aprovechando el calor del candil que la utilizo las paredes como pizarra. Don chicos descubran que la "U" tiene un dibujo
alumbra malamente, derrite casi un Martin de Agüero me ha prometido tizas, similar al que se lee en las mejillas del
centímetro de lacre sobre el vértice de la pero me dicen que el barco que las trae joven unitario, pude arder Troya. Clara no
juntura. Le llega, desde afuera, el olor encalló en las proximidades de Recife." Un quiere tener más problemas con el
pesado que viene desde el saladero de zambo iza la bandera. Le dicen "Falucho", gobierno. Pero habrá de tenerlos. Antes de
cueros, el tufo casi irrespirable a pescado pero es en broma. Tomó parte del sitio de que llegue, por fin, la carta de Juana, ya
podrido de la costa, y el mugido profundo El Callao, pero no logra aprender la tabla don Artemio Soto conoce la noticia de su
de algún animal que ha olfateado, quizás, del cuatro. No ha llegado aún al país el innovación pedagógica. Algún mazorquero
el aroma premonitorio de la sangre. La sistema inglés de los palotes, y los alumnos la ha comentado en algún boliche. Tal vez
escuela ni siquiera está en el centro de trazan una línea acá, otra allá, sin ton ni un tropero alcanzó a contar las desventuras
Buenos Aires. Ahí, frente al portalón de la son, sin orden ni medida. Clara es la de su composición-tipo cerca del oído de
Iglesia de los Cordeleros, como se lo había primera en entonar "Oda a la Bandera", de algún correveidile del poder. Tras seis
prometido don Juan Lezica, cuando era Balmes y Vespuci. Hija y nieta de meses de espera, la carta de Juana llega,
alguacil segundo del Municipio, para luego educadoras, recuerda las anécdotas de su como una premonición, días antes que la
decirle que, aquello, era imposible. El abuela, Irma Dezcurra, de cuando aún la de Domingo Faustino Sarmiento. A la luz
episcopado, o, mejor dicho, el obispo joven nación no tenía divisa, antes de que vacilante del quinqué, Clara lee la esquela
Alcides Melgarejo, le había recordado a don Manuel Belgrano la crease. Los niños de su amiga. "Tené cuidado, Clara" es todo
Rosas que no debían permitirse escuelas ni -- contaba la anciana-- se reunían en los el texto, entre sucinto y fraternal. Sin duda
queserías en las proximidades de los patios escolares antes de entrar a clase y Juana, preocupada, consciente del tiempo
templos. Y entonces le habían dado a Clara no sabían que hacer. Daban vueltas sobre que llevará a su carta llegar de nuevo hasta
ese quincho --porque de otra forma no se lo sí mismos, se chocaban entre ellos o la capital, optó por escribirla lo más rápido
podía denominar-- cerca de los corrales de giraban tontamente como tiovivos sin posible, casi con características
Mataderos, a metros de la puerta de Santa acertar con una conducta. Alguno, quizás, telegráficas. Clara bebe una copita de
Brígida, detrás del saladero de don Felipe gritaba consignas emotivas, o repartía oporto, al que enturbia con hojas de regaliz.
Echenaugucía. Y la escuela era nocturna. chanzas contra los españoles. Alguna Duda si abrir o no la carta de Sarmiento.
Y los "chicos", como ella los denominaba, maestra, tal vez más devota, entonaba Sin embargo, la redacción de esta, lo
eran ya gente grande: puesteros de los salmos religiosos. Hubo quien --recordaba comprobará luego, es de advertencia mas
corrales, matarifes, carreros cachapeceros, abuela Irma-- aguardando la entrada a no llega a sonar admonitoria. "No veo de
pero muy especialmente, federales. clase, se empecinó en vocear los números buen grado --le escribe el sanjuanino-- el
Hombres de la Santa Federación que de la lotería de cartones, el juego que tanto cambio por usted introducido en la
llegaban a clase luciendo la divisa punzó, entusiasmaba a Manuelita, y así nació la enseñanza de nuestra lengua criolla.
mazorqueros que, en el primer día de "cifra", el canto que, junto a vidalas y Somos un país incipiente que requiere de
clase, habían degollado a un negro por pericones, habría de animar numerosas y ejemplos y el modelo del maestro
robarse una goma de borrar. Clara, todas encendidas veladas patrias. Clara come un Chateauvieux aún está en vigencia. Somos
las tardes, mientras escucha dar las siete pastelito dulce y lo acompaña con té de todavía como el joven retoño que precisa
en el carrillón de la Merced, baldea el piso cardosanto. La respuesta de Juana de la rectitud y firmeza del tutor para crecer
para quitar los oscuros cuajarones de Azurduy tarda en llegar. Hoy Clara ha derecho." Clara garrapatea una carta de
sangre que quedan de la actividad del tenido que sosegar a un federal muy respuesta plena de formalismos y
frigorífico clandestino, y echa hacia los alcoholizado. No la desvela tanto la ambigüedades, lejos de su habitual estilo
potreros las reses que no han sido aún indisciplina, pero se le duermen en la clase. franco, y decide continuar con sus planes.
sacrificadas. Espera, en tanto, desde el Y a veces se pelean. Los mazorqueros La hace persistir en su esfuerzo el
Alto Perú, la respuesta de Juana, su sospechan que uno de los muchachos es entusiasmo que observa en sus alumnos.
compañera de promoción. Intuye que su unitario. Es un mozo joven, bien parecido, Por primera vez, muchos de ellos escriben
puesto al frente de la precaria escuela que viene siempre de bombachas de fino más de dos páginas de composición,
peligra. Sin ella saberlo, ha permitido la fieltro y botas altas. Tiene la patilla larga cuando con el tema "Viaje en torno a mi
inscripción de más de un unitario. Algunos que baja y dobla luego hacia arriba, para pupitre" algunos no alcanzaban ni a los tres
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renglones. Un matarife de Achiras Altas, partir de vivencias que a ellos le sean recreo. Se oye el punteo de alguna
Juan Sala, redacta, incluso, casi diez familiares. Seis meses después, guitarra, alguna relación intencionada, el
páginas de un relato estremecedor, fruto de puntualmente, recibe la contestación. Y de repique constante de un tamboril. De
su conocimiento de la tropa vacuna. allí en más, día a día, irá recibiendo cartas pronto alguien grita, hay un revuelo. Clara
Tiempo después, será la base de un libro del maestro sanjuanino. Sarmiento no falta presta atención, inquieta. Sus muchachos
paradigmático: Amalia. Josefa Paz de un solo día al Correo. Algunas de sus son buenos, pero si se los vigila son
Hurlingham invita a Clara a tomar chocolate cartas, no todas, muestran sobre el mejores. Escucha un violín y se estremece.
en su casa de la bajada del Marquesado. pergamino largos trazos de un pegote Son los sones de la "refalosa", la danza
Recibe en una sala solariega desde donde blancuzco, como si alguien hubiese con que los mazorqueros acompañan los
se ve el patio interno de la casa, moqueado sobre ellos. Clara deduce que saltos despatarrados de sus víctimas
impregnado con un perfume fresco a Sarmiento las ha escrito bajo su histórica cuando resbalan sobre su propia sangre.
magnolias, glicinas y santarritas. Hay un higuera, buscando aislarse, tal vez, de los Clara se levanta y sale a ver qué pasa.
jardín, también, con lilas del lugar y patos rayos solares. "No me opongo a que usted Pero, en este caso, la víctima ya ha caído
criollos. Una morena carabalí sirve el trabaje sobre 'La Vaca' –le dice el autor de sobre el patio de la escuela. Es Juan José
chocolate en bandeja cubierta con una Facundo– en lugar de hacerlo sobre el Lozada, el joven unitario de las patillas en
mantilla bordada por la misma señora modelo francés. Habrá un día, solo Dios "U". Lo han degollado. Ante la pregunta
Josefa. Josefa le cuenta a Clara, animosa, puede saberlo, en que nuestro país se enérgica de Clara, nadie dice saber nada,
que en el colegio adonde va su hija, en quitará de encima la influencia europea, y nadie dice conocer a los asesinos. Pero
clase de Habla Castellana le pidieron una quizás entonces usted será considerada hay risas torvas, sofocadas. El grupo de
composición sobre el tema "La Vaca". una precursora. Pero déjeme sugerirle otra mazorqueros se aleja un tanto,
Josefa cuenta esto con risa amable y, cada variante; ya que el debate se ha instalado empujándose unos a otros, como
tanto, se toca el ñandutí de su pechera en torno a si es conveniente o no gastar sorprendidos o avergonzados por la
impecable. Clara no tiene tiempo ni de papel, tinta e ingenio sobre un animal tan reprimenda. Clara escribe a Juana, el 24 de
alegrarse. A la noche siguiente, una frágil rasposo y de índole infeliz como la vaca le febrero de ese año. "Los eché a todos. No
figura desciende de una calesa frente a su propongo que sus composiciones sean me importa, Juana, que sean mazorqueros,
escuela, siendo de inmediato rodeada por sobre otro animal todavía más cercano y hombres del Restaurador de las Leyes o lo
perros coléricos y becerros supervivientes. afín a nuestra tradición libertaria como el que sea. Hoy degüellan a un compañero y
El nocturno visitante es don Benito Agudo caballo. Más de uno de nuestros centauros, mañana pueden llegar a hacer cosas
Ersilbengoa, mano derecha del nuncio que regaron con su sangre generosa el peores. A estas situaciones hay que
apostólico y amanuense del alguacil suelo americano, sabrá agradecérselo." cortarlas de raíz, antes que pasen a
Ordóñez. "Hemos recibido las quejas de Clara lo piensa. Supone, con su intuición mayores." Entre los expulsados de la
Monseñor Brizuela –comunica a Clara de maestra, que el del caballo puede ser un escuela está el sargento federal Anacleto
Dezcurra– con respecto al tipo de temas paso posterior. Incluso no deja de lado la Medina, héroe de Cepeda. Clara estudia al
que usted está haciendo escribir a sus gallina, con su doméstica convivencia. Pero jinete que ha llegado hasta su escuela. Ella
alumnos." Clara conoce bien a monseñor la cercanía de los corrales, la vital actividad estaba calentando agua en la pava de latón
Bizuela. Se corren muchos rumores en del matadero y, fundamentalmente, la peruano para prepararse un caldo, cuando
torno a su persona. Se decía de él que a su creciente importancia del ganado vacuno escuchó el galope. El hombre es un
arribo a nuestras costas, cuatro años atrás, en la suerte de nuestra economía, la soldado de Rosas y le estira en la mano, un
era un hombre afable y comprensivo. Pero deciden a continuar con el plano trazado. rollo de papel sujeto con una cinta: por
que había sufrido un doloroso accidente Es febrero de 1845 y el formidable estío de supuesto, punzó. Clara desenrolla el
durante las invasiones británicas, cuando Buenos Aires embalsama la brisa con mensaje y lee el texto. La trasladan. Ha
transportaba trabajosamente un pilón con aromas fuertes. Clara ha recibido el paso estado dando clase durante siete años en
aceite hirviendo. Aquella desgracia, se del aguatero llenando dos odres grandes un tinglado con piso de tierra que, durante
comenta ahora, ha dado origen a la para sus muchachos. La composición-tipo el día, hacía las veces de frigorífico
sabrosa fritura de pastelería puesta en "La Vaca" se emplea ya en casi todos los clandestino. A pocas varas del matadero de
boga por todos los panaderos: la "bola de establecimientos educacionales de la reses y del solar donde se envenenan los
fraile". "Es indigno –continúa don Benito ciudad. Hasta las familias patricias que cueros. Alumbrándose con velas de grasa.
Agudo Arsilbengoa– que nuestros guardias contratan institutrices británicas han Educando a una clase compuesta por
federales, nuestros soldados, sean encontrado pertinente el uso de la matarifes, soldados federales, negros,
obligados a escribir sobre un tema tan poco redacción impuesta por Clara Dezcurra. zambos, convictos, renegados y mal
épico y glorioso como el que usted les Sentada sobre una rueda de carro, Clara entretenidos. Ahora la letra pareja y grande
impone." Clara comprende que ha llegado observa el patio a través de la puerta del del Restaurador le indica que será
el momento de defender sus convicciones. salón. El calor del día ha exacerbado el olor trasladada a un lugar de menor jerarquía.
Escribe a Sarmiento explicando su postura a bosta y escucha las risotadas de sus No lo dice con esas palabras. "La patria --le
y la ventaja de educar a sus alumnos a chicos disfrutando el momento plácido del escribe Rosas-- demanda de usted un
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nuevo sacrificio. Y hemos decidido particular obcecación en persistir con el engañoso rubro de aporte cultural." Deja
destinarla a una escuela marginal, con tema de "La Vaca". "Creo que todo ha sido gotear el lacre, morosamente, sobre la
alumnos que detentan problemas de inútil --escribe a su amiga Juana--. juntura del cierre, antes de moldearlo bajo
conducta. Sé que usted, con su firmeza de Comprendo que, hoy por hoy, se hace muy la presión de su anillo de sello. No puede
espíritu, sabrá encarrilarlos y superar los difícil cambiar algo de lo ya dispuesto. dejar de pensar en la fugacidad de su
problemas de presupuesto que, de aquí en Supongo que, con el paso del tiempo, todo iniciativa educacional. No sabe cuán
más, habrá de sufrir." Clara Dezcurra sabe el mundo se olvidará de mi tema de equivocada está. Una gota de lacre,
que ya no tiene sentido aguardar el composición y volveremos a 'Voyage lustrosa, ha modelado un diminuto
cargamento de tiza. Intuye que su autour de mon bureau', o a cualquier otra montículo sobre la mesa.
alejamiento obedece, más que nada, a su imposición venida de afuera bajo el

El matadero por Trillo y Brescia

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La malasangre y el gran círculo de la violencia de María Belén Landini

La casa familiar en la que transcurre la nacional” estaba llegando a su fin y muchos encuentra el amor; pero para volver
pieza es una gran alegoría de la Argentina, de los artistas exiliados volvían al país. La indefectiblemente, conducida, obligada por
o por lo menos de la provincia de Buenos violencia de la casa familiar de La su padre, al gran círculo de la violencia.
Aires, de aquello que Rosas en su malasangre  y la de la Argentina de Rosas Cuando entramos a la escena2 o cuando
momento construyó como la Argentina se vuelve contemporánea, mimética, nos adentramos en la lectura de las
federal, como territorio dominado por el realista, perdiendo su carácter alegórico. acotaciones que describen el salón de la
yugo de sus caprichos. Este país y, por “En el teatro, específicamente, connotar se casa del terrorífico Benigno, nos topamos
consiguiente, la casa de Benigno y su vuelve sinónimo de denotar. Este código es con todas las gamas del rojo: “…paredes
familia, se rigen bajo el método de la posible gracias al binarismo de las fuerzas tapizadas de rojo granate. La vestimenta de
violencia y el terror. La fecha en la que fue en juego: se sabe muy bien quién es el los personajes varía también en distintas
estrenada esta obra es sugerente respecto enemigo y de quién no se puede hablar”. 1 tonalidades de rojo”.3 El rojo es el color de
de los tiempos que corrían y que, de algún Dolores fue criada desde la violencia, sin la divisa federal, de la mazorca, de Rosas,
modo, repetían la historia de la época conocer otra forma, y no podrá salir de eso de la sangre. De sangre se vestirá cada
rosista. El “proceso de reorganización más que por un momento, aquel en el que uno de los personajes, excepto Rafael, al
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que “vestirán” de rojo (“rojo sangre”) al final “efecto prolongado”: la violencia sanguinarios y malvados son en otras su
de la pieza. Benigno es el que lleva el rojo psicológica. mancha, su oprobio”.5
más intenso, más macabro, el rojo-muerte: Benigno utiliza todos los medios para La ironía y el cinismo son las maneras en
“El padre que viste de rojo muy oscuro, casi ejercer su poder: el arte, la educación, las que Dolores ha aprendido a relacionarse
negro…” (p. 57). El Rafael-cadáver que relaciones sociales, y en cada uno de estos con quienes la rodean. También ella se rige
Dolores puede llorar en la última escena es ámbitos imparte su violencia: a través del por el simple capricho, ella decide cuándo
la presentificación de los cadáveres arte hace que su mujer toque el piano comenzará su historia de amor, ella se lo
ausentes, de los cadáveres que no pueden hasta que los dedos no le den más y obliga confiesa a Rafael, ella lo apabulla desde el
ser llorados, que no se sabe dónde están. a bailar exasperadamente a Rafael con principio. Dolores trata a Rafael como se le
El terror escénico se ubica en el espacio Fermín, hasta marearlo, hasta humillarlo, antoja cuando se le antoja: “Para que yo
vacío, cubre el vacío social a través del mientras Dolores sufre observando la ofenda, ¡tiene que haber ‘alguien’ para
símbolo no simbólico, de la obviedad, de la funesta escena. Aquí nos encontramos otra ofender!” (p. 77); y poco después: “Te
alusión evidente. vez frente al vacío que se llena con lo no amo… Te amo con tus ojos furiosos…” (p.
La violencia se instala desde la simbología dicho socialmente: si el arte estaba 84).
del propio color del federalismo, y entramos coartado por el régimen militar, en este Dolores actúa con los demás personajes de
así al universo violento de la familia con las caso el arte se presenta en la pieza en su la pieza creyendo que puede calcularlo
primeras palabras de los personajes, totalidad como “desencubrimiento” de este todo tal cual lo hace su padre, pero hay
cuando Benigno condena a su mujer por arte prohibido pero reproduce a la vez ese momentos en los que la sorprende el
haber tenido la irrisoria idea de que él arte oficial al servicio del gobierno en la horror, sobre todo ante la presencia de
compartiría el vino con alguien más. La música de la madre usada por Benigno Fermín. Cuando su padre la maltrata,
figura del padre es la del detentor del poder para la tortura. pareciera que todavía confía en que él la
autoritario, hace y dice lo que se le antoja La educación es el medio que parece usar quiere, sin poder reconocer lo que significa
sin medir las consecuencias y con un para que su hija deje a un lado la cada acto del “hombre de la casa”, sin
profundo odio, que a fuerza de estar ingenuidad de la juventud y sea así resignarse a creer que existe ese grado de
contenido, se hace más intenso, más consciente de los tormentos a los que está violencia, a creer que sea real; pero cuando
evidente. En esta primera escena se dirige expuesta dentro y fuera de la casa, de lo es Fermín quien aparece, Dolores sabe
a su mujer: “¿Qué? Yo dicto la ley. Y los que se debe soportar, sólo porque él así lo que su campo de acción terminó y que no
halagos. Y los insultos. Dije lo que dije, y lo desea. El mismo mecanismo que con el puede pasar más allá de lo que el criado-
puedo repetir. (…) Imbécil.” (p. 59). arte se produce, sucede también en esta bestia le permite: “…cuando era chica le
Además de la violencia verbal, Benigno se esfera: las instituciones están limitadas y gustaban los regalos que le traía. Dolores: -
maneja con violencia física, sobre todo en representadas a la vez en el arte. (…) Me daban horror. Fermín: - (…) ¡Todo
lo que respecta a su esposa, débil y sumisa Y las relaciones sociales le sirven a este un verano le traje arañas!” (p. 105). La
(“…le toma el brazo, como si quisiera padre para desbaratar todo capricho de su apabulla la violencia explícita.
hacerle una caricia. Pero después de un hija, imponiéndole un marido que no le Dolores, a diferencia de su padre, es más
momento, se lo tuerce.” [p. 59]), no así con tiene ningún respeto y la ultraja tanto y más pasional, más impulsiva y su inteligencia le
Dolores, contra quien ejerce una violencia que él mismo: “[Juan Pedro] la toca permite darse cuenta de lo que pasa en el
sutil, premeditada y generalmente brutalmente” (p. 98); “toca a Dolores como exterior, de que la violencia que vive día a
intermediada por su fiel criado Fermín. La alguien que aprovecha burdamente la día se origina más allá de las paredes de
violencia que Benigno utiliza para con su ocasión” (p. 101). Juan Pedro viene de su casa, que viene desde más arriba, “del
hija es en su esencia irónica, casi cínica, es afuera para reproducir el orden impuesto que corta cabezas”. Dolores no soporta
como si quisiera decirle todo el tiempo que por “el que corta cabezas” y aceptado por escuchar el carro de los melones, sabe lo
la odia, con el tono del padre que más su futuro suegro, que hace oídos sordos a que eso significa y se enfrenta a su padre
tiernamente habla a su hija. Esa furia los ultrajes de éste hacia Dolores y le para manifestarle que no está de acuerdo
contenida, esa maldad hacia su propia festeja los que se dirijan a cualquier otro, con el asesinato, con el horror que se vive.
estirpe le sale por los poros de manera como Rafael, o su propia esposa. Estos Rafael comparte con ella esa opinión y
evidente y clara, casi sin tapujos, en cada tres ámbitos alegorizan también el orden llega a transmitírselo, lo que los unirá
palabra que emite. Cuando consuela a establecido por el gobierno de la época de mucho más y dará sentido a “lo importante”
Dolores, que ha sido “ultrajada” por Rafael, referencia, porque nadie podía salirse de de la pieza. “Dolores:- O su mujer. O sus
utiliza un tono excesivamente irónico, se esos cánones si no quería ser convertido criados… Nadie puede decir que no al
burla, disfruta pensando en lo que hará con en “melones”, si no quería ser NN en la señor de la casa. Mueve un dedo y ya está.
el jorobado y que su hija, en un rapto de esfera del vacío. Madre:- Ese señor es tu padre. Dolores:-
ingenuidad, no ha sabido calcular: “Te Benigno (la ironía y el cinismo están ya en ¿Y el otro señor, mamá? ¿El que corta
quedarás sin profesor. Serás burrita, su nombre de pila) es “falso, corazón cabezas?” (p. 89).
burrota. Como tu madre. Que si viene un helado, espíritu calculador, que hace el mal El amor de Rafael es para Dolores un
franchute no sabe decir buen día. ¿Qué sin pasión, y organiza lentamente el escape y una lucha contra ese
haremos con él?” (p. 77) La violencia despotismo con toda la inteligencia de un autoritarismo en el que la sociedad entera
contenida que maneja con Dolores muestra Maquiavelo”.4 Tal como Sarmiento está inmersa. Los melones simbolizan en la
que a ella no se la puede tratar como a los caracterizó a Quiroga en su Facundo, pieza esa violencia externa que se
demás, Dolores es más fuerte que su Benigno representa la ambivalencia propia transmite casi directamente al interior de la
madre y no es parte de la servidumbre, por de la personalidad pública y el asesino a casa a través de Fermín, el nexo entre el
lo que Benigno debe utilizar un recurso sangre fría: “…sublimes, clásicos, por adentro y el afuera, el que trae todo lo
más sutil y más solapado que el simple decirlo así, van al frente de la humanidad externo: trajo a Rafael y de la misma
insulto, pero a la vez más dañino, con civilizada en unas partes; terribles, manera “se lo llevó”, y trajo melones para
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Dolores: “Fermín:- (…) ¡Melones! (…) para afianzar en Dolores lo que ya se El carácter “opositor” de la pareja es el que
¡Pasaron y compré! Pensé, a la niña le vislumbraba en su carácter. Rafael ingresa lleva a Rafael a la muerte. No así a
gustará” (p. 73). Fermín es el ejecutor, el transmitiendo una educación avalada Dolores, quien cumple nada más y nada
verdugo, mientras que Benigno se oficialmente, respetando los cánones menos que el destino que su nombre
comporta como el autor intelectual de las impuestos, pero la confianza con su predica, por ubicarse en una situación
atrocidades que, orgulloso, su criado-bestia alumna hace que lo proscrito se fortalezca intermedia: opositora, pero hija, familia.
realiza. Fermín es, además, el único que se tanto en él como en ella, que, a través del Rafael transgrede desde su propia figura,
ensucia las manos con sangre. Mientras los conocimiento del exterior, hace de su desde el amor que profesa hacia la joven y
demás acompañan el movimiento de la bandera de batalla algo real y concreto. desde el ocultamiento de éste; y es esa
guerra de la sangre, él la lleva en sus Hace de ella pura confianza en sí misma. trasgresión la que lo hará víctima de la
manos primero para hacerle una broma a El “torcido” convierte lo figurado en una violencia roja de Benigno, que,
Dolores y luego para aniquilar su felicidad, imagen literal para que no nos queden intermediado por Fermín, lo presentará
le trae el dolor de las cabezas cortadas a dudas acerca de cuál es la ley que rige la muerto a los ojos de su propia hija,
su misma presencia. A pesar de que lo que casa, para que no dudemos cuál es la línea llenando el vacío con un cuerpo y un
Fermín acarrea dentro de la bolsa no que hay que seguir, pero que él no sigue, nombre.
resulta ser realmente una cabeza, el daño desviándose, en todo sentido, inclusive El final de la pieza nos revela la
que produce en la joven es el mismo, el pagando el “desliz” con su propia vida. Su imposibilidad de Dolores de salir del círculo
horror que le genera es aquel que le joroba le vale humillaciones y sufrimientos, violento en el que vive, ya que, al momento
hubiese producido esa misma cabeza, sólo pero también le acerca la posibilidad de de pasar a la esfera no doméstica externa,
ver la sangre apabulla a la niña. Es el dolor conocer el amor. Rafael es el receptor de la su plan se ve trunco y su nexo “positivo”
del disparo de un fusil que no tiene balas, parte física y sin tapujos de la violencia con el exterior (Rafael) deja de existir,
pero que tortura al que no lo sabe. ejercida por Benigno y por Fermín; él hace mientras que el “negativo” (Fermín) se hace
El terror es el medio por el que el padre y la uso de la violencia verbal sólo cuando debe más presente para duplicar y reproducir la
hija, el marido y la mujer, el amo y el criado defenderse, sobre todo de las acción y las ideas que el camión de
se relacionan. Benigno no conoce otra humillaciones de Dolores, frente a quien, melones le hacía llegar en sus pregones.
manera, la pieza sólo nos muestra un por ser su alumna, se muestra más firme En esta última escena tanto como en las
fragmento de esta sanguinaria vida que lo que frente a los demás. Rafael se defiende anteriores se nos revela el carácter del
lleva a las torturas continuas. Lo que con insultos y sólo una vez le levanta la personaje de la madre, aquel ser que no
sabemos es que responde a alguien que mano, lo que le costará muy caro. ignora los sucesos de violencia que se
está en el exos, en el afuera. “Incapaz de “Dolores:- Hay mujeres que… que se viven dentro y fuera de la casa, pero que
hacerse admirar o estimar, gustaba de ser pueden enamorar de los defectuosos… tampoco toma partido para enfrentarlos, a
temido; pero este gusto era exclusivo, Rafael) ¡Y defectuosos que por suerte no pesar de que es también ella una víctima.
dominante hasta el punto de arreglar todas se enamoran de las imbéciles!” (p. 75). La madre sufre y ve a su hija y al profesor
las acciones de su vida a producir el terror Rafael y Dolores son los dos únicos sufrir pero no se mete, no toma partido y lo
en torno suyo, sobre los pueblos como personajes que presentan evolución dentro único que tiene para decir en el momento
sobre la víctima que iba a ser ejecutada, de la pieza, y ésta parece deberse a la del trágico desenlace es “Vamos a dormir”
como sobre su mujer y sus hijos”.6 Ésta es influencia del uno sobre el otro. Rafael llega (p. 118). Es parte de los que miran el
la manera en la que se maneja Quiroga para darle a Dolores aires nuevos y ella lo mundial del ’78 como si a pocos metros del
según Sarmiento y ésta es la manera en la convierte en un ser con carácter y estadio no estuvieran ocurriendo grandes
que se maneja Benigno. capacidad de defenderse frente a las atrocidades.
Las comparaciones que hasta el momento agresiones, al menos frente a las suyas, El círculo de la violencia es un círculo
se han intercalado entre el Quiroga dándole al mismo tiempo la posibilidad de cerrado que se instala desde la primera
retratado por Sarmiento y el Benigno de La experimentar un sentimiento nuevo, el puesta en escena de la obra en 1981. El
malasangre muestran y confirman que el amor. La relación entre ambos se compone terrorismo de estado estaba instalado
orden de violencia doméstica impartida por como la contrapartida de la relación entre desde hacía cinco años y formaba parte del
este último responde a y reproduce un Fermín y Benigno, ya que llevan la bandera contexto cotidiano de actores,
orden más amplio, exterior, y que se de las “cabezas sobre los hombros”, espectadores y de la dramaturga, que aún
convierte en el paso previo de aquel que mientras que los otros abogan por “el que se exiliaba en Barcelona. Esta misma
realmente quiere ser mostrado mediante la corta cabezas”. La alegoría del país que se sensación es la que genera la identificación
puesta en escena: el de la dictadura de vive tiene también sus opositores, sus de cada espectador con Dolores, por
1976-1983. “unitarios” de turno. Más allá de la lectura ejemplo, quien es víctima de la tortura
Del otro lado de la violencia representada obvia que podemos hacer de los dos psicológica, o con Rafael, víctima de la
por Benigno, Rafael es un personaje que “bandos” presentes en la pieza, la tortura física. El régimen de Rosas,
encorvado, torcido, jorobado, es aquel que complejidad se instala desde el personaje “encubierto” en el Benigno padre de familia
no sigue el “recto” comportamiento exigido, de Dolores y la institución familia, eje del y el accionar del gobierno de facto
es el que no viste de rojo, el que trae a la discurso oficial de la dictadura: la institución “desencubierto” en sus actos, nos muestra
casa otra cosa diferente de aquella que a la que se quiere preservar es en este una realidad conocida pero no por eso
trae Fermín, es el representante de “el otro caso la que revela la peor parte de lo que menos violenta. La violencia interna de esa
bando”. Por un lado, dijimos que, como se vive, en la familia se explicita el conflicto casa, de esa escena, explota y sale hacia
vehículo de la educación, saca a la niña de social para que sea el espectador quien afuera y desde afuera vuelve a repercutir
la ingenuidad para hacerle más consciente elija ceñirse a él o trasladarlo a aquello que en lo interno, porque no puede pensarse la
su sufrimiento; pero, por otro lado, trae el sabe que esa puesta en escena quiso Argentina de 1981 ó 1982 sin la remisión al
amor y “las cabezas sobre los hombros” decir.
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proceso y no puede pensarse este proceso sin la remisión a la familia.

Novedad estética / Crítica social: Eugenio Cambaceres y Sin Rumbo por Spicer

Es un hecho indudable que a esta realidad es el caso del científico orientador – la li teratura–, en la Fisiología
con harta frecuencia los naturalismo literario en producto de una tendencia de las Pasiones (1868) de
artefactos culturales –es general y la novela Sin general hacia la Charles Letourneau –un
decir, las diversas Rumbo del escritor argentino secularización y la tratado sobre el origen
manifestaciones de la Eugenio Cambaceres, en experimentación en la fisiológico de las emociones
producción cultural, desde particular. Publicada en época– que sirve de y los sentimientos del ser
las obras literarias hasta las 1885, fecha en la que ya armazón filosófica para sus humano–, y en el Tratado
la música y las ardían hacía más de un obras 2. El empleo de este Filosófico y Fisiológico de la
manifestaciones plásticas, lustro los fuegos discurso particular revelaba, Herencia (1868-1869) de
entre otros ejemplos– están relacionados con el arribo del para mediados del siglo en Prosper Lucas –el cual
predestinados al escándalo o naturalismo en el ámbito cuestión, el hecho de que ya enfoca las leyes de la
a la infamia debido a su cultural y literato de Buenos se manifestaba con creciente herencia y el análisis de las
postura de vanguardia. Este Aires, Sin Rumbo constituye plenitud un interés mayor por anomalías físicas y morales
fenómeno ocurre la primera manifestación lo científico que, a su vez, relacionadas con la herencia.
comúnmente, desde luego, a notable de esta escuela en alcanzaba un lectorado cada Es decir, las ciencias –tanto
pesar del potencial valor de tierra argentina. Dada la vez mayor. Un conocido su discurso como su
estos productos culturales trascendencia y vigencia de ejemplo de este fenómeno es proceder– tienen una notable
como obras de gran esta novela naturalista la publicación de grandes influencia en relación con la
relevancia y visión en cuanto prototípica, y a guisa de tratados científicos de evolución de las ideas que
a la cultura productora de introducción, quisiéramos autores científicos en la sirven de guía para los
éstas. En bastantes casos la repasar la disputa en torno a época en cuestión como Del autores naturalistas.
falta de aceptación –o la la escuela naturalista en Origen de las Especies Asimismo, se utilizan para
tardanza en percibir– las Francia y su recepción en (1859), obra escrita por el crear un nuevo discurso
cualidades de la nueva visión tierras argentinas. Asimismo, biólogo naturalista británico literario de amplio alcance al
por parte del pueblo pretendemos aclarar y Charles Darwin en la que se nivel mundial cuyos ecos aún
receptor/lector de estos analizar la postura particular tratan temas se perciben hoy en día 5. En
artefactos revela una de Cambaceres en torno a correspondientes a la cuanto a su técnica literaria,
disyuntiva temporal crítica: su propia visión estética y la existencia, el proceso de los autores naturalistas
los avances simplemente crítica social de la Argentina selección natural, y a la aspiran a seguir los
quedan más allá de la finisecular decimonónica que supervivencia de los más preceptos científicos
capacidad receptora de los ofrece el autor en Sin aptos 3. No obstante, y más reinantes en la época –los
consumidores culturales, lo Rumbo, una novela ejemplar allá del darwinismo –que principios subyacentes de la
cual provoca el rechazo de del naturalismo argentino. El tendrá un cariz cada vez más observación y la
las novedades estéticas. En naturalismo, Francia y social con la constante caracterización del fenómeno
tal vez el peor de los casos, Buenos Aires El naturalismo, evolución de la sociedad observado– para producir
la incapacidad de aceptación “un amplio movimiento occidental durante el siglo en una obra literaria que se
de nuevos valores estéticos filosófico, artístico y literario” cuestión– los escritores podría calificar de
revela la existencia de una (Schlickers 11), responde – naturalistas también “hiperrealista” por sus
intransigencia cultural, como nueva tendencia en los aprovechaban las lecciones pretensiones en relación con
frecuentemente relacionada márgenes tanto cronológicos de la Introducción a la la caracterización objetiva de
con las nociones ya como estéticos de la escuela Medicina Experimental lo observado. Intentan llevar
existentes –e intolerantes– realista decimonónica– a la (1865) del fisiólogo francés el modo realista basado en la
del “buen gusto”. Esta última realidad circundante de Claude Bernard en sus obras verosimilitud ya existente de
alusión es de particular cambio, de transición y de 4. Emile Zola, considerado su época a un nivel más
relevancia en Occidente a evolución social que tradicionalmente como el extremo y audaz. Por lo
fines del siglo XIX cuando la atraviesa el mundo fundador del movimiento tanto, la imagen que ofrecen
irrupción de la modernidad occidental durante la naturalista, se inspira, en los escritores del contexto
comienza a sacudir los segunda mitad del siglo XIX. particular, en la Historia de la particular en el que viven sus
cimientos culturales En términos del naturalismo Literatura Inglesa (1863) de protagonistas es
tradicionales –léase literario en particular, los Hippolyte Taine –quien trata frecuentemente cruda y
“burgueses”– de la sociedad. autores de esta escuela se la influencia del medio en el brutal. Sus obras enfatizan,
Nada más relevante en torno apropian de un discurso ser humano, visto a través de pues, la existencia de ciertos
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malestares – sociales, social” del medio descrito, como “científicos” de la contorno social. La realidad
políticos, económicos y llevado a cabo con un palabra escrita, la cual servía de que muchos de ellos
culturales– existentes en su espíritu científico. Debido a como vía de análisis social tenían estudios médicos o
sociedad. Esto no lo hacen su fe en el proceder científico para las sociedades en ejercían la medicina enfatiza
caprichosamente, sin en su aplicación a la transición. Hacen hincapié, cada vez más la prueba de la
embargo: sus obras literatura y en su propia por lo tanto, en la sordidez y visión de estos escritores de
pretenden ser un análisis capacidad de alcanzar una la inmoralidad existentes en una fusión de su “arte” con
objetivo de las patologías extrema objetividad literaria, los ámbitos retratados con la su “ciencia”.
existentes en el “corpus se imaginan a sí mismos finalidad de analizar su
EL ANTIHÉROE EN LA NOVELA “EL JUGUETE RABIOSO”, DE
ROBERTO ARLT Por Alejandra Crespín Argañaráz
Es el hombre común e histórico que Ulises, como todos los héroes Todos los personajes de Arlt  son
por imperio de la decisión del autor se grecolatinos, andan perdidos por los héroes antiheroicos  y por lo tanto hay
convierte en protagonista de la obra. mares, y si uno ve  esos mares están que tomarlos desde lo marginal. En
El hombre actual, el hombre del siglo dentro de nosotros mismos y el camino muchos sentidos los personajes de Arlt
XXI que lucha denodadamente desde lo tenemos que hacer nosotros. El se asemejan al antihéroe de la novela
su lugar de trabajo, la madre que de personaje central de la obra  El juguete picaresca. Silvio Astier debe enfrentar
pronto quedó sola y trabaja para rabioso es Silvio Astier. En el primer por sus propios medios a la soledad, la
mantenerlos y para que se eduquen, me capítulo, “Los ladrones”, influido por la pobreza y el desamparo. A semejanza
pregunto, ¿no son héroes? El único lectura de folletines,  funda con otros del pícaro tradicional, ocupan ellos el
problema  es que nunca se van a hacer dos adolescentes “El club de los centro de la narración en tanto sus
acreedores a un premio Nobel, ni caballeros de la medianoche” y se amos o señores se mueven en planos
siquiera al reconocimiento de la dedica a pequeños robos en el barrio. secundarios.
sociedad. Son héroes antiheroicos , Después de un fracaso, el Club deja sus Silvio Astier reúne las condiciones no
porque son héroes pisoteados por el actividades. En el segundo capítulo, del héroe antiguo, sino del antihéroe o
medio , ya que son anónimos, porque “Los trabajos y los días”,  Silvio, luego héroe antiheroico. A diferencia del
no gozan de prestigio, ni lo gozaran de mudarse de barrio, consigue trabajo Lazarillo, el bastardo recogido por
nunca  y porque sus nombres no como dependiente de librería y pasa a caridad y luego arrojado a los caminos
pasarán a la historia, porque no vivir  a la casa de Don Gaetano, su y pasando de amo en amo, Silvio Astier
ocuparán ni una línea de los diarios. No patrón. Al fin, por diversas es aquel que desde niño lleva dentro de
son próceres … humillaciones que recibe, intenta si el deseo de llegar a… algo, a ser
Ahora bien, en la novela realista se ve a quemar la librería en que trabaja, pero alguien y tras tener fracaso sobre
aquel niño desamparado que roba las fracasa y deja su puesto. En el capitulo fracaso, traiciona y es la única vez que
migas de pan de un ciego como tercero, “El juguete rabioso”, intenta no fracasa. El antihéroe de esta novela,
podemos leer en El Lazarillo de ingresar en la Escuela de Aviación Silvio Astier, deberá asumir su realidad
Tormes. Analizaré en primer lugar como aprendiz de mecanico; primero lo degradada , es decir la imagen que los
cómo surge la idea del héroe. El mito, aceptan , pero luego le dan de baja otros le imponen de si mismo. Es un
como dice Mirecea Eliade, “Los mitos porque no necesitan “personas hombre soñador  y humillado y su
que llegaron a nosotros están vacios de inteligentes sino brutos para el trabajo”. mundo está rodeado por delincuentes y
contenidos”, lo que llegó a nosotros fue Luego de todo esto, Silvio vive una seres marginales, pareciéndose todos
la Leyenda, porque el verdadero aventura con un homosexual en una entre si. El autor permite inferir a
significado del mito de la antigüedad es pieza de hotel. Así es que compra un través de la conducta de su personaje
el que no ha sido descifrado. Lo que revolver y piensa suicidarse, pero un paralelismo  entre el pillaje y la
nosotros conocemos con las religiones también fracasa. Pasado ya un tiempo traición, llevado a cabo por Silvio
en la Edad Media, que están en plena conoce al Rengo, un individuo Astier y sus amigos, Enrique y Lucio,
decadencia y a esas las llamamos marginal que trabaja como cuidador de en la niñez y esta última ya en la
paganas. Es decir que cuando hablamos carros en la Feria de Flores. Éste cuenta adultez.
de paganismo, no hablamos de a Silvio el proyecto de robo en casa del Si bien el concepto de antihéroe  puede
religiones antiguas o no cristianas, no, ingeniero Vitri. Silvio acepta. Luego en aplicarse tanto a Silvio Astier como a
hablamos de esa religión antigua en su interior se pregunta : “¿Y si lo lazarillo, el antiheroismo  tiene matices
decadencia a la que uno en la delatara?”. Y así es como va a ver a diferentes en ambos personajes. Silvio
actualidad no tiene acceso. Nosotros Vitri, delata al Rengo, éste es arrestado, Astier participa de las condiciones
somos los descendientes y  los hijos de y Silvio le comunica a Vitri que desea sociales del antihéroe , en tanto
esas razas humanas y esos misterios se marcharse al sur del país. Es importante recordamos que se ven en él al pequeño
revelan en nosotros  y son tradiciones  observar que en  el momento en que individuo de clase media porteña
que no llegamos a comprender y que no delata al Rengo es la única vez que no azotado por la miseria, marginado
están a nuestro alcance. Son siglos que fracasa, cuando realiza un acto socialmente, torturado por los tabúes
viven  dentro de la raza humana, si bien “socialmente” bueno, pero del sexo. Lazarillo de Tormes, que
es cierto que el ambiente influye, así individualmente malo. también es antihéroe, nada tiene en
como los padres. Tanto Eneas, como común con Silvio Astier, el primero
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roba por necesidad, este último a causa Esta novela de Roberto Arlt comparte En la primera mitad del siglo XVI la
de los fracasos que tiene  llega a con la novela picaresca el tono satírico  sociedad española  estaba en plena
traicionar y habiendo sido también un con el cual desenmascara situaciones y decadencia  financiera  a causa  de las
niño como Lazarillo, roba por placer y deja al descubierto la hipocresía  y la largas guerras. Lazarillo, por la tanto
hasta llega a formar “El Club de los situación social en que se vive. Así es aparece como víctima del momento
Caballeros de la Medianoche”. que a este personaje  antiheroico que histórico que le ha tocado vivir. Se da
Es evidente que aquí nos encontramos vive rodeado de seres marginados, con esto la aparición del “antihéroe” 
con dos antihéroes absolutamente estos le excitan su vena cleptómana como expresión del derrumbe de los
opuestos. En El juguete rabioso no se desde la niñez y condicionado por la mitos del mundo caballeresco.
ve el ideal del caballero perfecto de las sociedad. Otro aspecto es el carácter itinerante
altas esferas sociales, en tanto que Ahora bien, ¿qué quiso mostrar del protagonista, el pícaro pasa de amo
Lazarillo, el bastardo colocado en el Roberto Arlt en esta novela? ¿Quizás en amo, movido siempre por el hambre,
centro de la novela, se hace acreedor  a ciertas formas de alienación del acuciado por una necesidad que no
nuestras simpatías por sus actitudes. individuo  en el mundo logra remediar  en uno u otro señor.
Luego es antihéroe por oposición  al contemporáneo? Habrá de ser un muy Así  construye su existencia donde el
concepto tradicional del héroe buen tema de investigación para otro prójimo es simplemente un elemento de
caballeresco. Silvio Astier es antihéroe trabajo. Se ve en esta obra que Arlt apoyo  o de explotación, nunca un
como una burda imitación de aquellos  persiste en la imagen del muchacho que medio de autoformación.
que el novelista considera seudohéroes procura desentrañar el secreto del CONCLUSION
de  la historia. El protagonista de “juguete rabioso” que en fin es su vida.
Roberto Arlt no vive sus experiencias El Lazarillo es el nombre del En El Juguete Rabioso de Roberto Arlt,
en una suma adicionada sin conexión protagonista, cuyo titulo completo se sugiere la presencia y la acción de
causal; lejos de ello cada uno de los es La vida de Lazarillo de Tormes y de los hombres con los cuales Silvio
traspiés del personaje de Silvio Astier sus fortunas y Astier se rodea, mediante robos,
reconoce  una causa anterior. El adversidades. Tradicionalmente  se desilusiones, aceptar por su parte la
universo del pícaro a la inversa no le denominaba Lázaro al hombre que realidad, ver que fracasa y fracasa en
permite llegar a conclusiones con soportaba toda clase de desdichas y todo lo que emprende, hasta que
facilidad, deberá tropezar  una y otra proezas. El tema principal de esta traiciona. Aunque este es el aspecto en
vez para llegar a comprender lo errado novela  es el hambre y los medios de el cual se pone énfasis, en el Capítulo
de sus pasos. Aferrado a su los que se vale el pícaro para superarla. IV, todas las particularidades
circunstancia no posee otra escuela ni Alrededor de este tema giran todas las contempladas por el antihéroe son
mas guía que la de sus yerros y alternativas por las cuales atraviesa  el tomadas en esta novela. Aparece la
tropiezos, pues todo su mundo  gira en personaje central. Es importante actividad de cada uno de los
torno a su propia experiencia. destacar que el tema del amor esta personajes: Silvio Astier, sus amigos
En El juguete rabioso, el novelista es ausente en la novela picaresca. El Enrique y Lucio, Don Gaetano, el
una especie de dueño y señor de las Lazarillo pertenece al estrato social Ingeniero Vitri, el “Rengo”. Las
vidas cuyos hilos maneja. Si más bajo, al comienzo es un niño sin características propias del antihéroe
vinculamos el robo efectuado por maldad que se va deteriorando por lo que desde mi punto de vista, tanto
Silvio Astier con las migajas de pan golpes  que recibe y que van héroe como antihéroe corresponden a
hurtadas por Lazarillo, o con las malas brindándole experiencia. Ahora bien, si un mismo paradigma. Este hombre 
artes de que se vale el Buscón para comparamos a Lazarilo de Tormes con tiene un destino en el cual queda
disponer a gusto de las gallinas de su los héroes de los diversos tipos de atrapado, aunque como escritor  quede
ama, vemos que estos últimos hurtan novela de la época, el pícaro aparece aprisionado en su obra.
por necesidad, en tanto que Silvio como un “antihéroe”, no hay luchas por En síntesis en El juguete rabioso de R.
Astier  sigue el impulso de sus la amada, ni paisajes campestres Arlt  se ven las distintas  características
caprichos infantiles. Del contraste entre idealizados, sino que Lázaro es un del antihéroe  contempladas por el
Silvio Astier de naturaleza diabólica, vagabundo que acude a diversas tretas hombre, pero realiza asimismo
inteligente  y Lazarillo de naturaleza para sobrevivir. Lázaro no es ladrón , innovaciones, una de las más
libre, impulsiva , surgen las difíciles cuando roba lo hace para satisfacer  sus interesantes es la traición. Por último
situaciones por la que deberá atravesar  necesidades primarias, no es resulta original  la equiparación del
este último: deberá enfrentar las pendenciero, sí tiene un intimo deseo antihéroe  con el hombre en general y
situaciones en que lo coloca su de libertad que lo conduce a deambular el Lazarillo de Tormes en particular, a
temperamento franco y juvenil. de un lado a otro. través del único atributo que aquel no
pierde, y este último no tiene ni recibe
por transferencia: el robar por placer.

El túnel es una novela de estructura psicológica escrita por el argentino Ernesto Sábato. Presenta en el


personaje de María Iribarne la comprensión de la totalidad y el absoluto a la vez que las zonas ocultas de
misterio que impulsarán a Juan Pablo Castel a asesinarla. El pintor, al dar forma a su obsesión interna, debe
renunciar a cualquier otra opción, en un proceso a la vez constructivo y destructivo que centrará el análisis de
las motivaciones del crimen. Obra esencial de Ernesto Sábato, El túnel nos entrega los elementos básicos de

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su visión metafísica del existencialismo. Es una obra en la que abunda el pesimismo en cada diálogo o
pensamiento de los personajes.
Temas de la novela
Buenos Aires como metrópoli
Para el año 1900, Buenos Aires estaba en camino de convertirse en una metrópoli potente. Era éste el caso a
causa de muchos cambios ocurridos en la infraestructura del país, y la consecuencia del establecimiento de
grandes grupos de inmigrantes en la ciudad en lugar de mudarse a otras provincias. La construcción de líneas
ferroviarias subió y trajo riqueza, porque la materia prima era transportada con más facilidad. Como
consecuencia, las exportaciones subieron de manera drástica. Con el trabajo actuando como un imán, la
ciudad se volvió metropolitana y multicultural. Argentina, como resultado de la inmigración masiva, fue
entonces capaz de competir con las naciones europeas más importantes. Una estructura ejemplar que
mostraba esta nueva prosperidad es el Teatro Colón, que es uno de los recintos de ópera más importantes
del mundo. Los mayores bulevares de la ciudad fueron construidos alrededor de esta época.
Marco histórico de Argentina: el peronismo en 1945
La pobreza y el trabajo continuo eran dos tópicos que Argentina afrontaba en 1945. En un intento de eliminar
este problema, Juan Domingo Perón llegó al poder en 1946 e implementó un movimiento político conocido
como Peronismo, también conocido como "Justicialismo" (ya que su objetivo era la justicia social).
Personajes principales
Juan Pablo Castel: Protagonista y narrador de la historia. Solitario e incomprendido cree encontrar en María la
comprensión y el amor que no ha tenido, por ser ésta la única persona que ha entendido su pintura. Su
obsesión por María es llevada al límite y la mata creyéndose engañado. Psicológicamente es un personaje
muy intenso, con una habilidad mental se cuestiona y cuestiona al lector sobre la existencia humana.
María Iribarne: Un tono de misterio y confusión envuelve la historia de María. Responde al interés que Castel
siente por ella pero nunca logra entregarse del todo, tal vez por su estado civil (está casada con Allende), sin
embargo, según sospechas de Castel mantiene relaciones afectivas con Hunter a quien visita frecuentemente.
Se siente identificada con Juan Pablo Castel a través de sus pinturas.
Personajes secundarios
Allende: Esposo de María. Está ciego y conoce a Castel porque le entrega una carta que María le dejó antes
de partir por primera vez a la estancia de Hunter, su primo. Al enterarse por boca de Castel de las
infidelidades de María y de su muerte, lo llama "insensato" y termina por suicidarse.
Hunter: Primo de Allende y al parecer amante o amigo cercano de María.

Casa tomada de Julio Cortázar


Nos gustaba la casa porque aparte de nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos francesa. Desde 1939 no llegaba nada
espaciosa y antigua (hoy que las casas moriríamos allí algún día, vagos y esquivos valioso a la Argentina.
antiguas sucumben a la más ventajosa primos se quedarían con la casa y la Pero es de la casa que me interesa hablar,
liquidación de sus materiales) guardaba los echarían al suelo para enriquecerse con el de la casa y de Irene, porque yo no tengo
recuerdos de nuestros bisabuelos, el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros importancia. Me pregunto qué hubiera
abuelo paterno, nuestros padres y toda la mismos la voltearíamos justicieramente hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer
infancia. antes de que fuese demasiado tarde. un libro, pero cuando un pullover está
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos Irene era una chica nacida para no terminado no se puede repetirlo sin
en ella, lo que era una locura pues en esa molestar a nadie. Aparte de su actividad escándalo. Un día encontré el cajón de
casa podían vivir ocho personas sin matinal se pasaba el resto del día tejiendo abajo de la cómoda de alcanfor lleno de
estorbarse. Hacíamos la limpieza por la en el sofá de su dormitorio. No sé por qué pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban
mañana, levantándonos a las siete, y a eso tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen con naftalina, apiladas como en una
de las once yo le dejaba a Irene las últimas cuando han encontrado en esa labor el mercería; no tuve valor para preguntarle a
habitaciones por repasar y me iba a la gran pretexto para no hacer nada. Irene no Irene qué pensaba hacer con ellas. No
cocina. Almorzábamos al mediodía, era así, tejía cosas siempre necesarias, necesitábamos ganarnos la vida, todos los
siempre puntuales; ya no quedaba nada tricotas para el invierno, medias para mí, meses llegaba plata de los campos y el
por hacer fuera de unos platos sucios. Nos mañanitas y chalecos para ella. A veces dinero aumentaba. Pero a Irene solamente
resultaba grato almorzar pensando en la tejía un chaleco y después lo destejía en un la entretenía el tejido, mostraba una
casa profunda y silenciosa y cómo nos momento porque algo no le agradaba; era destreza maravillosa y a mí se me iban las
bastábamos para mantenerla limpia. A gracioso ver en la canastilla el montón de horas viéndole las manos como erizos
veces llegábamos a creer que era ella la lana encrespada resistiéndose a perder su plateados, agujas yendo y viniendo y una o
que no nos dejó casarnos. Irene rechazó forma de algunas horas. Los sábados iba dos canastillas en el suelo donde se
dos pretendientes sin mayor motivo, a mí yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe agitaban constantemente los ovillos. Era
se me murió María Esther antes que en mi gusto, se complacía con los colores y hermoso.
llegáramos a comprometernos. Entramos nunca tuve que devolver madejas. Yo Cómo no acordarme de la distribución de la
en los cuarenta años con la inexpresada aprovechaba esas salidas para dar una casa. El comedor, una sala con gobelinos,
idea de que el nuestro, simple y silencioso vuelta por las librerías y preguntar la biblioteca y tres dormitorios grandes
matrimonio de hermanos, era necesaria vanamente si había novedades en literatura quedaban en la parte más retirada, la que
clausura de la genealogía asentada por mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un
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pasillo con su maciza puerta de roble Dejó caer el tejido y me miró con sus Nuestros dormitorios tenían el living de por
aislaba esa parte del ala delantera donde graves ojos cansados. medio, pero de noche se escuchaba
había un baño, la cocina, nuestros -¿Estás seguro? cualquier cosa en la casa. Nos oíamos
dormitorios y el living central, al cual Asentí. respirar, toser, presentíamos el ademán
comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se -Entonces -dijo recogiendo las agujas- que conduce a la llave del velador, los
entraba a la casa por un zaguán con tendremos que vivir en este lado. mutuos y frecuentes insomnios.
mayólica, y la puerta cancel daba al living. Yo cebaba el mate con mucho cuidado, Aparte de eso todo estaba callado en la
De manera que uno entraba por el zaguán, pero ella tardó un rato en reanudar su casa. De día eran los rumores domésticos,
abría la cancel y pasaba al living; tenía a labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco el roce metálico de las agujas de tejer, un
los lados las puertas de nuestros gris; a mí me gustaba ese chaleco. crujido al pasar las hojas del álbum
dormitorios, y al frente el pasillo que Los primeros días nos pareció penoso filatélico. La puerta de roble, creo haberlo
conducía a la parte más retirada; porque ambos habíamos dejado en la parte dicho, era maciza. En la cocina y el baño,
avanzando por el pasillo se franqueaba la tomada muchas cosas que queríamos. Mis que quedaban tocando la parte tomada,
puerta de roble y mas allá empezaba el libros de literatura francesa, por ejemplo, nos poníamos a hablar en voz más alta o
otro lado de la casa, o bien se podía girar a estaban todos en la biblioteca. Irene pensó Irene cantaba canciones de cuna. En una
la izquierda justamente antes de la puerta y en una botella de Hesperidina de muchos cocina hay demasiados ruidos de loza y
seguir por un pasillo más estrecho que años. Con frecuencia (pero esto solamente vidrios para que otros sonidos irrumpan en
llevaba a la cocina y el baño. Cuando la sucedió los primeros días) cerrábamos ella. Muy pocas veces permitíamos allí el
puerta estaba abierta advertía uno que la algún cajón de las cómodas y nos silencio, pero cuando tornábamos a los
casa era muy grande; si no, daba la mirábamos con tristeza. dormitorios y al living, entonces la casa se
impresión de un departamento de los que -No está aquí. ponía callada y a media luz, hasta
se edifican ahora, apenas para moverse; Y era una cosa más de todo lo que pisábamos despacio para no molestarnos.
Irene y yo vivíamos siempre en esta parte habíamos perdido al otro lado de la casa. Yo creo que era por eso que de noche,
de la casa, casi nunca íbamos más allá de Pero también tuvimos ventajas. La limpieza cuando Irene empezaba a soñar en alta
la puerta de roble, salvo para hacer la se simplificó tanto que aun levantándose voz, me desvelaba en seguida.)
limpieza, pues es increíble cómo se junta tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, Es casi repetir lo mismo salvo las
tierra en los muebles. Buenos Aires será no daban las once y ya estábamos de consecuencias. De noche siento sed, y
una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir antes de acostarnos le dije a Irene que iba
habitantes y no a otra cosa. Hay conmigo a la cocina y ayudarme a preparar hasta la cocina a servirme un vaso de
demasiada tierra en el aire, apenas sopla el almuerzo. Lo pensamos bien, y se agua. Desde la puerta del dormitorio (ella
una ráfaga se palpa el polvo en los decidió esto: mientras yo preparaba el tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la
mármoles de las consolas y entre los almuerzo, Irene cocinaría platos para cocina o tal vez en el baño porque el codo
rombos de las carpetas de macramé; da comer fríos de noche. Nos alegramos del pasillo apagaba el sonido. A Irene le
trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y porque siempre resultaba molesto tener llamó la atención mi brusca manera de
se suspende en el aire, un momento que abandonar los dormitorios al atardecer detenerme, y vino a mi lado sin decir
después se deposita de nuevo en los y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba palabra. Nos quedamos escuchando los
muebles y los pianos. con la mesa en el dormitorio de Irene y las ruidos, notando claramente que eran de
Lo recordaré siempre con claridad porque fuentes de comida fiambre. este lado de la puerta de roble, en la cocina
fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba contenta porque le quedaba y el baño, o en el pasillo mismo donde
Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran más tiempo para tejer. Yo andaba un poco empezaba el codo casi al lado nuestro.
las ocho de la noche y de repente se me perdido a causa de los libros, pero por no No nos miramos siquiera. Apreté el brazo
ocurrió poner al fuego la pavita del mate. afligir a mi hermana me puse a revisar la de Irene y la hice correr conmigo hasta la
Fui por el pasillo hasta enfrentar la colección de estampillas de papá, y eso me puerta cancel, sin volvernos hacia atrás.
entornada puerta de roble, y daba la vuelta sirvió para matar el tiempo. Nos Los ruidos se oían más fuerte pero siempre
al codo que llevaba a la cocina cuando divertíamos mucho, cada uno en sus sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un
escuché algo en el comedor o en la cosas, casi siempre reunidos en el golpe la cancel y nos quedamos en el
biblioteca. El sonido venía impreciso y dormitorio de Irene que era más cómodo. A zaguán. Ahora no se oía nada.
sordo, como un volcarse de silla sobre la veces Irene decía: -Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido
alfombra o un ahogado susurro de -Fijate este punto que se me ha ocurrido. le colgaba de las manos y las hebras iban
conversación. También lo oí, al mismo ¿No da un dibujo de trébol? hasta la cancel y se perdían debajo.
tiempo o un segundo después, en el fondo Un rato después era yo el que le ponía ante Cuando vio que los ovillos habían quedado
del pasillo que traía desde aquellas piezas los ojos un cuadradito de papel para que del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
hasta la puerta. Me tiré contra la pared viese el mérito de algún sello de Eupen y -¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le
antes de que fuera demasiado tarde, la Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco pregunté inútilmente.
cerré de golpe apoyando el cuerpo; empezábamos a no pensar. Se puede vivir -No, nada.
felizmente la llave estaba puesta de sin pensar. Estábamos con lo puesto. Me acordé de los
nuestro lado y además corrí el gran cerrojo (Cuando Irene soñaba en alta voz yo me quince mil pesos en el armario de mi
para más seguridad. desvelaba en seguida. Nunca pude dormitorio. Ya era tarde ahora.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando habituarme a esa voz de estatua o Como me quedaba el reloj pulsera, vi que
estuve de vuelta con la bandeja del mate le papagayo, voz que viene de los sueños y eran las once de la noche. Rodeé con mi
dije a Irene: no de la garganta. Irene decía que mis brazo la cintura de Irene (yo creo que ella
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han sueños consistían en grandes sacudones estaba llorando) y salimos así a la calle.
tomado parte del fondo. que a veces hacían caer el cobertor. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien
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la puerta de entrada y tiré la llave a la diablo se le ocurriera robar y se metiera en
alcantarilla. No fuese que a algún pobre la casa, a esa hora y con la casa tomad
El evangelio según Marcos de Jorge Luis Borges
El hecho sucedió en la estancia Los y que nadie sale a andar a caballo sino Segundo Sombra. Espinosa, para distraer
Álamos, en el partido de Junín, hacia el sur, para cumplir con una tarea. Con el tiempo de algún modo la sobremesa inevitable,
en los últimos días del mes de marzo de llegaría a distinguir los pájaros por el grito. leyó un par de capítulos a los Gutres, que
1928. Su protagonista fue un estudiante de A los pocos días, Daniel tuvo que eran analfabetos. Desgraciadamente, el
medicina, Baltasar Espinosa. Podemos ausentarse a la capital para cerrar una capataz había sido tropero y no le podían
definirlo por ahora como uno de tantos operación de animales. A lo sumo, el importar las andanzas de otro. Dijo que ese
muchachos porteños, sin otros rasgos negocio le tomaría una semana. Espinosa, trabajo era liviano, que llevaban siempre un
dignos de nota que esa facultad oratoria que ya estaba un poco harto de las bonnes carguero con todo lo que se precisa y que,
que le había hecho merecer más de un fortunes de su primo y de su infatigable de no haber sido tropero, no habría llegado
premio en el colegio inglés de Ramos Mejía interés por las variaciones de la sastrería, nunca hasta la Laguna de Gómez, hasta el
y que una casi ilimitada bondad. No le prefirió quedarse en la estancia, con sus Bragado y hasta los campos de los Núñez,
gustaba discutir; prefería que el interlocutor libros de texto. El calor apretaba y ni en Chacabuco. En la cocina había una
tuviera razón y no él. Aunque los azares del siquiera la noche traía un alivio. En el alba, guitarra; los peones, antes de los hechos
juego le interesaban, era un mal jugador, los truenos lo despertaron. El viento que narro, se sentaban en rueda; alguien la
porque le desagradaba ganar. Su abierta zamarreaba las casuarinas. Espinosa oyó templaba y no llegaba nunca a tocar. Esto
inteligencia era perezosa; a los treinta y las primeras gotas y dio gracias a Dios. El se llamaba una guitarreada.
tres años le faltaba rendir una materia para aire frío vino de golpe. Esa tarde, el Salado Espinosa, que se había dejado crecer la
graduarse, la que más lo atraía. Su padre, se desbordó. barba, solía demorarse ante el espejo para
que era librepensador, como todos los Al otro día, Baltasar Espinosa, mirando mirar su cara cambiada y sonreía al pensar
señores de su época, lo había instruido en desde la galería los campos anegados, que en Buenos Aires aburriría a los
la doctrina de Herbert Spencer, pero su pensó que la metáfora que equipara la muchachos con el relato de la inundación
madre, antes de un viaje a Montevideo, le pampa con el mar no era, por lo menos esa del Salado. Curiosamente, extrañaba
pidió que todas las noches rezara el mañana, del todo falsa, aunque Hudson lugares a los que no iba nunca y no iría:
Padrenuestro e hiciera la señal de la cruz. había dejado escrito que el mar nos parece una esquina de la calle Cabrera en la que
A lo largo de los años no había quebrado más grande, porque lo vemos desde la hay un buzón, unos leones de mampostería
nunca esa promesa. No carecía de coraje; cubierta del barco y no desde el caballo o en un portón de la calle Jujuy, a unas
una mañana había cambiado, con más desde nuestra altura. La lluvia no cejaba; cuadras del Once, un almacén con piso de
indiferencia que ira, dos o tres puñetazos los Gutres, ayudados o incomodados por el baldosa que no sabía muy bien dónde
con un grupo de compañeros que querían pueblero, salvaron buena parte de la estaba. En cuanto a sus hermanos y a su
forzarlo a participar en una huelga hacienda, aunque hubo muchos animales padre, ya sabrían por Daniel que estaba
universitaria. Abundaba, por espíritu de ahogados. Los caminos para llegar a la aislado -la palabra, etimológicamente, era
aquiescencia, en opiniones o hábitos estancia eran cuatro: a todos los cubrieron justa- por la creciente.
discutibles: el país le importaba menos que las aguas. Al tercer día, una gotera Explorando la casa, siempre cercada por
el riesgo de que en otras partes creyeran amenazó la casa del capataz; Espinosa les las aguas, dio con una Biblia en inglés. En
que usamos plumas; veneraba a Francia dio una habitación que quedaba en el las páginas finales los Guthrie -tal era su
pero menospreciaba a los franceses; tenía fondo, al lado del galpón de las nombre genuino- habían dejado escrita su
en poco a los americanos, pero aprobaba herramientas. La mudanza los fue historia. Eran oriundos de Inverness,
el hecho de que hubiera rascacielos en acercando; comían juntos en el gran habían arribado a este continente, sin duda
Buenos Aires; creía que los gauchos de la comedor. El diálogo resultaba difícil; los como peones, a principios del siglo
llanura son mejores jinetes que los de las Gutres, que sabían tantas cosas en materia diecinueve, y se habían cruzado con indios.
cuchillas o los cerros. Cuando Daniel, su de campo, no sabían explicarlas. Una La crónica cesaba hacia mil ochocientos
primo, le propuso veranear en Los Álamos, noche, Espinosa les preguntó si la gente setenta y tantos; ya no sabían escribir. Al
dijo inmediatamente que sí, no porque le guardaba algún recuerdo de los malones, cabo de unas pocas generaciones habían
gustara el campo sino por natural cuando la comandancia estaba en Junín. olvidado el inglés; el castellano, cuando
complacencia y porque no buscó razones Le dijeron que sí, pero lo mismo hubieran Espinosa los conoció, les daba trabajo.
válidas para decir que no. contestado a una pregunta sobre la Carecían de fe, pero en su sangre
El casco de la estancia era grande y un ejecución de Carlos Primero. Espinosa perduraban, como rastros oscuros, el duro
poco abandonado; las dependencias del recordó que su padre solía decir que casi fanatismo del calvinista y las supersticiones
capataz, que se llamaba Gutre, estaban todos los casos de longevidad que se dan del pampa. Espinosa les habló de su
muy cerca. Los Gutres eran tres: el padre, en el campo son casos de mala memoria o hallazgo y casi no escucharon.
el hijo, que era singularmente tosco, y una de un concepto vago de las fechas. Los Hojeó el volumen y sus dedos lo abrieron
muchacha de incierta paternidad. Eran gauchos suelen ignorar por igual el año en en el comienzo del Evangelio según
altos, fuertes, huesudos, de pelo que tiraba que nacieron y el nombre de quien los Marcos. Para ejercitarse en la traducción y
a rojizo y de caras aindiadas. Casi no engendró. acaso para ver si entendían algo, decidió
hablaban. La mujer del capataz había En toda la casa no había otros libros que leerles ese texto después de la comida. Le
muerto hace años. una serie de la revista La Chacra, un sorprendió que lo escucharan con atención
Espinosa, en el campo, fue aprendiendo manual de veterinaria, un ejemplar de lujo y luego con callado interés. Acaso la
cosas que no sabía y que no sospechaba. del Tabaré, una Historia del Shorthorn en presencia de las letras de oro en la tapa le
Por ejemplo, que no hay que galopar la Argentina, unos cuantos relatos eróticos diera más autoridad. Lo llevan en la sangre,
cuando uno se está acercando a las casas o policiales y una novela reciente: Don pensó. También se le ocurrió que los
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hombres, a lo largo del tiempo, han agrada más que la variación o la novedad. Espinosa, que era librepensador pero que
repetido siempre dos historias: la de un Una noche soñó con el Diluvio, lo cual no se vio obligado a justificar lo que les había
bajel perdido que busca por los mares es de extrañar; los martillazos de la leído, le contestó:
mediterráneos una isla querida, y la de un fabricación del arca lo despertaron y pensó -Sí. Para salvar a todos del infierno.
dios que se hace crucificar en el Gólgota. que acaso eran truenos. En efecto, la lluvia, Gutre le dijo entonces:
Recordó las clases de elocución en Ramos que había amainado, volvió a recrudecer. -¿Qué es el infierno?
Mejía y se ponía de pie para predicar las El frío era intenso. Le dijeron que el -Un lugar bajo tierra donde las ánimas
parábolas. temporal había roto el techo del galpón de arderán y arderán.
Los Gutres despachaban la carne asada y las herramientas y que iban a mostrárselo -¿Y también se salvaron los que le clavaron
las sardinas para no demorar el Evangelio. cuando estuvieran arregladas las vigas. Ya los clavos?
Una corderita que la muchacha mimaba y no era un forastero y todos lo trataban con -Sí -replicó Espinosa, cuya teología era
adornaba con una cintita celeste se lastimó atención y casi lo mimaban. A ninguno le incierta.
con un alambrado de púa. Para parar la gustaba el café, pero había siempre un Había temido que el capataz le exigiera
sangre, querían ponerle una telaraña; tacita para él, que colmaban de azúcar. cuentas de lo ocurrido anoche con su hija.
Espinosa la curó con unas pastillas. La El temporal ocurrió un martes. El jueves a Después del almuerzo, le pidieron que
gratitud que esa curación despertó no dejó la noche lo recordó un golpecito suave en releyera los últimos capítulos. Espinosa
de asombrarlo. Al principio, había la puerta que, por las dudas, él siempre durmió una siesta larga, un leve sueño
desconfiado de los Gutres y había cerraba con llave. Se levantó y abrió: era la interrumpido por persistentes martillos y por
escondido en uno de sus libros los muchacha. En la oscuridad no la vio, pero vagas premoniciones. Hacia el atardecer se
doscientos cuarenta pesos que llevaba por los pasos notó que estaba descalza y levantó y salió al corredor. Dijo como si
consigo; ahora, ausente el patrón, él había después, en el lecho, que había venido pensara en voz alta:
tomado su lugar y daba órdenes tímidas, desde el fondo, desnuda. No lo abrazó, no -Las aguas están bajas. Ya falta poco.
que eran inmediatamente acatadas. Los dijo una sola palabra; se tendió junto a él y -Ya falta poco -repitió Gutrel, como un eco.
Gutres lo seguían por las piezas y por el estaba temblando. Era la primera vez que Los tres lo habían seguido. Hincados en el
corredor, como si anduvieran perdidos. conocía a un hombre. Cuando se fue, no le piso de piedra le pidieron la bendición.
Mientras leía, notó que le retiraban las dio un beso; Espinosa pensó que ni Después lo maldijeron, lo escupieron y lo
migas que él había dejado sobre la mesa. siquiera sabía cómo se llamaba. Urgido por empujaron hasta el fondo. La muchacha
Una tarde los sorprendió hablando de él una íntima razón que no trató de averiguar, lloraba. Espinosa entendió lo que le
con respeto y pocas palabras. Concluido el juró que en Buenos Aires no le contaría a esperaba del otro lado de la puerta.
Evangelio según Marcos, quiso leer otro de nadie esa historia. Cuando la abrieron, vio el firmamento. Un
los tres que faltaban; el padre le pidió que El día siguiente comenzó como los pájaro gritó; pensó: es un jilguero. El
repitiera el que ya había leído, para anteriores, salvo que el padre habló con galpón estaba sin techo; habían arrancado
entenderlo bien. Espinosa sintió que eran Espinosa y le preguntó si Cristo se dejó las vigas para construir la Cruz.
como niños, a quienes la repetición les matar para salvar a todos los hombres.
Emma Zunz Jorge Luis Borges 
El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, empezado a vislumbrarlos, tal vez; ya era ventana, ya estaba perfecto su plan.
al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y la que sería. Procuró que ese día, que le pareció
Loewenthal, halló en el fondo del zaguán En la creciente oscuridad, Emma lloró interminable, fuera como los otros. Había
una carta, fechada en el Brasil, por la que hasta el fin de aquel día del suicidio de en la fábrica rumores de huelga; Emma se
supo que su padre había muerto. La Manuel Maier, que en los antiguos días declaró, como siempre, contra toda
engañaron, a primera vista, el sello y el felices fue Emanuel Zunz. Recordó violencia. A las seis, concluido el trabajo,
sobre; luego, la inquietó la letra veraneos en una chacra, cerca de fue con Elsa a un club de mujeres, que
desconocida. Nueve diez líneas Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron;
borroneadas querían colmar la hoja; Emma madre, recordó la casita de Lanús que les tuvo que repetir y deletrear su nombre y su
leyó que el señor Maier había ingerido por remataron, recordó los amarillos losanges apellido, tuvo que festejar las bromas
error una fuerte dosis de veronal y había de una ventana, recordó el auto de prisión, vulgares que comentan la revisación. Con
fallecido el tres del corriente en el hospital el oprobio, recordó los anónimos con el Elsa y con la menor de las Kronfuss
de Bagé. Un compañero de pensión de su suelto sobre «el desfalco del cajero», discutió a qué cinematógrafo irían el
padre firmaba la noticia, un tal Feino Fain, recordó (pero eso jamás lo olvidaba) que domingo a la tarde. Luego, se habló de
de Río Grande, que no podía saber que se su padre, la última noche, le había jurado novios y nadie esperó que Emma hablara.
dirigía a la hija del muerto. que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, En abril cumpliría diecinueve años, pero los
Emma dejó caer el papel. Su primera Aarón Loewenthal, antes gerente de la hombres le inspiraban, aún, un temor casi
impresión fue de malestar en el vientre y en fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, patológico... De vuelta, preparó una sopa
las rodillas; luego de ciega culpa, de desde 1916, guardaba el secreto. A nadie de tapioca y unas legumbres, comió
irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya se lo había revelado, ni siquiera a su mejor temprano, se acostó y se obligó a dormir.
estar en el día siguiente. Acto contínuo amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la Así, laborioso y trivial, pasó el viernes
comprendió que esa voluntad era inútil profana incredulidad; quizá creía que el quince, la víspera.
porque la muerte de su padre era lo único secreto era un vínculo entre ella y el El sábado, la impaciencia la despertó. La
que había sucedido en el mundo, y seguiría ausente. Loewenthal no sabía que ella impaciencia, no la inquietud, y el singular
sucediendo sin fin. Recogió el papel y se sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho alivio de estar en aquel día, por fin. Ya no
fue asucuarto. Furtivamente lo guardó en ínfimo un sentimiento de poder. tenía que tramar y que imaginar; dentro de
un cajón, como si de algún modo ya No durmió aquella noche, y cuando la algunas horas alcanzaría la simplicidad de
conociera los hechos ulteriores. Ya había primera luz definió el rectángulo de la los hechos. Leyó en La Prensa que el
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Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa desesperado propósito. Pensó (no pudo no sentencia que el señor Loewenthal oiría
noche del dique 3; llamó por teléfono a pensar) que su padre le había hecho a su antes de morir.
Loewenthal, insinuó que deseaba madre la cosa horrible que a ella ahora le Las cosas no ocurrieron como había
comunicar, sin que lo supieran las otras, hacían. Lo pensó con débil asombro y se previsto Emma Zunz. Desde la madrugada
algo sobre la huelga y prometió pasar por refugió, en seguida, en el vértigo. El anterior, ella se había soñado muchas
el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la hombre, sueco o finlandés, no hablaba veces, dirigiendo el firme revólver, forzando
voz; el temblor convenía a una delatora. español; fue una herramienta para Emma al miserable a confesar la miserable culpa y
Ningún otro hecho memorable ocurrió esa como ésta lo fue para él, pero ella sirvió exponiendo la intrépida estratagema que
mañana. Emma trabajó hasta las doce y fijó para el goce y él para la justicia. Cuando se permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la
con Elsa y con Perla Kronfuss los quedó sola, Emma no abrió en seguida los justicia humana. (No por temor, sino por ser
pormenores del paseo del domingo. Se ojos. En la mesa de luz estaba el dinero un instrumento de la Justicia, ella no quería
acostó después de almorzar y recapituló, que había dejado el hombre: Emma se ser castigada.) Luego, un solo balazo en
cerrados los ojos, el plan que había incorporó y lo rompió como antes había mitad del pecho rubricaría la suerte de
tramado. Pensó que la etapa final sería roto la carta. Romper dinero es una Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron
menos horrible que la primera y que le impiedad, como tirar el pan; Emma se así.
depararía, sin duda, el sabor de la victoria y arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de Ante Aarón Loeiventhal, más que la
de la justicia. De pronto, alarmada, se soberbia y en aquel día... El temor se urgencia de vengar a su padre, Emma
levantó y corrió al cajón de la cómoda. Lo perdió en la tristeza de su cuerpo, en el sintió la de castigar el ultraje padecido por
abrió; debajo del retrato de Milton Sills, asco. El asco y la tristeza la encadenaban, ello. No podía no matarlo, después de esa
donde la había dejado la antenoche, estaba pero Emma lentamente se levantó y minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo
la carta de Fain. Nadie podía haberla visto; procedió a vestirse. En el cuarto no que perder en teatralerías. Sentada, tímida,
la empezó a leer y la rompió. quedaban colores vivos; el último pidió excusas a Loewenthal, invocó (a fuer
Referir con alguna realidad los hechos de crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir de delatora) las obligaciones de la lealtad,
esa tarde sería difícil y quizá improcedente. sin que lo advirtieran; en la esquina subió a pronunció algunos nombres, dio a entender
Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, otros y se cortó como si la venciera el
atributo que parece mitigar sus terrores y conforme a su plan, el asiento más temor. Logró que Loewenthal saliera a
que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer delantero, para que no le vieran la cara. buscar una copa de agua. Cuando éste,
verosímil una acción en la que casi no Quizá le confortó verificar, en el insípido incrédulo de tales aspavientos, pero
creyó quien la ejecutaba, cómo recuperar trajín de las calles, que lo acaecido no indulgente, volvió del comedor, Emma ya
ese breve caos que hoy la memoria de había contaminado las cosas. Viajó por había sacado del cajón el pesado revólver.
Emma Zunz repudia y confunde? Emma barrios decrecientes y opacos, viéndolos y Apretó el gatillo dos veces. El considerable
vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos olvidándolos en el acto, y se apeó en una cuerpo se desplomó como si los estampi-
consta que esa tarde fue al puerto. Acaso de las bocacalles de Warnes. dos y el humo lo hubieran roto, el vaso de
en el infame Paseo de Julio se vio Pardójicamente su fatiga venía a ser una agua se rompió, la cara la miró con
multiplicada en espejos, publicada por fuerza, pues la obligaba a concentrarse en asombro y cólera, la boca de la cara la
luces y desnudada por los ojos los pormenores de la aventura y le ocultaba injurió en español y en ídisch. Las malas
hambrientos, pero más razonable es el fondo y el fin. palabras no cejaban; Emma tuvo que hacer
conjeturar que al principio erró, inadvertida, Aarón Loewenthal era, para todos, un fuego otra vez. En el patio, el perro
por la indiferente recova... Entró en dos o hombre serio; para sus pocos íntimos, un encadenado rompió a ladrar, y una efusión
tres bares, vio la rutina o los manejos de avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. de brusca sangre manó de los labios
otras mujeres. Dio al fin con hombres del Establecido en el desmantelado arrabal, obscenos y manchó la barba y la ropa.
Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió temía a los ladrones; en el patio de la Emma inició la acusación que había
que le inspirara alguna ternura y optó por fábrica había un gran perro y en el cajón de preparado («He vengado a mi padre y no
otro, quizá más bajo que ella y grosero, su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. me podrán castigar...»), pero no la acabó,
para que la pureza del horror no fuera Había llorado con decoro, el año anterior, la porque el señor Loewenthal ya había
mitigada. El hombre la condujo a una inesperada muerte de su mujer - ¡una muerto. No supo nunca si alcanzó a
puerta y después a un turbio zaguán y Gauss, que le trajo una buena dote! -, pero comprender.
después a una escalera tortuosa y después el dinero era su verdadera pasión. Con Los ladridos tirantes le recordaron que no
a un vestíbulo (en el que había una vidriera íntimo bochorno se sabía menos apto para podía, aún, descansar. Desordenó el diván,
con losanges idénticos a los de la casa en ganarlo que para conservarlo. Era muy desabrochó el saco del cadáver, le quitó los
Lanús) y después a un pasillo y después a religioso; creía tener con el Señor un pacto quevedos salpicados y los dejó sobre el
una puerta que se cerró. Los hechos secreto, que lo eximía de obrar bien, a fichero. Luego tomó el teléfono y repitió lo
graves están fuera del tiempo, ya porque trueque de oraciones y devociones. Calvo, que tantas veces repetiría, con esas y con
en ellos el pasado inmediato queda como corpulento, enlutado, de quevedos otras palabras: Ha ocurrido una cosa que
tronchado del porvenir, ya porque no ahumados y barba rubia, esperaba de pie, es increíble... El señor Loewenthal me hizo
parecen consecutivas las partes que los junto a la ventana, el informe confidencial venir con el pretexto de la huelga... Abusó
forman. de la obrera Zunz. de mí, lo maté...
¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en La vio empujar la verja (que él había La historia era increíble, en efecto, pero se
aquel desorden perplejo de sensaciones entornado a propósito) y cruzar el patio impuso a todos, porque sustancialmente
inconexas y atroces, pensó Emma Zunz sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo era cierta. Verdadero era el tono de Emma
una sola vez en el muerto que motivaba el cuando el perro atado ladró. Los labios de Zunz, verdadero el pudor, verdadero el
sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una Emma se atareaban como los de quien odio. Verdadero también era el ultraje que
vez y que en ese momento peligró su reza en voz baja; cansados, repetían la había padecido; sólo eran falsas las
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circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.

La intrusa de Jorge Luis Borges


Dicen (lo cual es improbable) que la historia Malquistarse con uno era contar con dos Una tarde, en la plaza de Lomas, Eduardo
fue referida por Eduardo, el menor de los enemigos. se cruzó con Juan Iberra, que lo felicitó por
Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, Los Nilsen eran calaveras, pero sus ese primor que se había agenciado. Fue
que falleció de muerte natural, hacia mil episodios amorosos habían sido hasta entonces, creo, que Eduardo lo injurió.
ochocientos noventa y tantos, en el partido entonces de zaguán o de casa mala. No Nadie, delante de él, iba a hacer burla de
de Morón. Lo cierto es que alguien la oyó faltaron, pues, comentarios cuando Cristián Cristián.
de alguien, en el decurso de esa larga llevó a vivir con él a Juliana Burgos. Es La mujer atendía a los dos con sumisión
noche perdida, entre mate y mate, y la verdad que ganaba así una sirvienta, pero bestial; pero no podía ocultar alguna
repitió a Santiago Dabove, por quien la no es menos cierto que la colmó de preferencia por el menor, que no había
supe. Años después, volvieron a horrendas baratijas y que la lucía en las rechazado la participación, pero que no la
contármela en Turdera, donde había fiestas. En las pobres fiestas de conventillo, había dispuesto.
acontecido. La segunda versión, algo más donde la quebrada y el corte estaban Un día, le mandaron a la Juliana que
prolija, confirmaba en suma la de Santiago, prohibidos y donde se bailaba, todavía, con sacara dos sillas al primer patio y que no
con las pequeñas variaciones y mucha luz. Juliana era de tez morena y de apareciera por ahí, porque tenían que
divergencias que son del caso. La escribo ojos rasgados; bastaba que alguien la hablar. Ella esperaba un diálogo largo y se
ahora porque en ella se cifra, si no me mirara, para que se sonriera. En un barrio acostó a dormir la siesta, pero al rato la
engaño, un breve y trágico cristal de la modesto, donde el trabajo y el descuido recordaron. Le hicieron llenar una bolsa
índole de los orilleros antiguos. Lo haré con gastan a las mujeres, no era mal parecida. con todo lo que tenía, sin olvidar el rosario
probidad, pero ya preveo que cederé a la Eduardo los acompañaba al principio. de vidrio y la crucecita que le había dejado
tentación literaria de acentuar o agregar Después emprendió un viaje a Arrecifes por su madre. Sin explicarle nada la subieron a
algún pormenor. no sé qué negocio; a su vuelta llevó a la la carreta y emprendieron un silencioso y
En Turdera los llamaban los Nilsen. El casa una muchacha, que había levantado tedioso viaje. Había llovido; los caminos
párroco me dijo que su predecesor por el camino, y a los pocos días la echó. estaban muy pesados y serían las once de
recordaba, no sin sorpresa, haber visto en Se hizo más hosco; se emborrachaba solo la noche cuando llegaron a Morón. Ahí la
la casa de esa gente una gastada Biblia de en el almacén y no se daba con nadie. vendieron a la patrona del prostíbulo.
tapas negras, con caracteres góticos; en Estaba enamorado de la mujer de Cristián. Eltrato ya estaba hecho; Cristián cobró la
las últimas páginas entrevió nombres y El barrio, que tal vez lo supo antes que él, suma y la dividió después con el otro.
fechas manuscritas. Era el único libro que previó con alevosa alegría la rivalidad En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta
había en la casa. La azarosa crónica de los latente de los hermanos. entonces en la mañana (que también era
Nilsen, perdida como todo se perderá. El Una noche, al volver tarde de la esquina, una rutina) de aquel monstruoso amor,
caserón, que ya no existe, era de ladrillo Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al quisieron reanudar su antigua vida de
sin revocar; desde el zaguán se divisaban palenque En el patio, el mayor estaba hombres entre hombres. Volvieron a las
un patio de baldosa colorada y otro de esperándolo con sus mejores pilchas. La trucadas, al reñidero, a las juergas
tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; mujer iba y venía con el mate en la mano. casuales. Acaso, alguna vez, se creyeron
los Nilsen defendían su soledad. En las Cristián le dijo a Eduardo: salvados, pero solían incurrir, cada cual por
habitaciones desmanteladas dormían en -Yo me voy a una farra en lo de Farías. Ahí su lado, en injustificadas o harto
catres; sus lujos eran el caballo, el apero, la la tenés a la Juliana; si la querés, usala. justificadas ausencias. Poco antes de fin de
daga de hojas corta, el atuendo rumboso El tono era entre mandón y cordial. año el menor dijo que tenía que hacer en la
de los sábados y el alcohol pendenciero. Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; no Capital. Cristián se fue a Morón; en el
Sé que eran altos, de melena rojiza. sabía qué hacer. Cristián se levantó, se palenque de la casa que sabemos
Dinamarca o Irlanda, de las que nunca despidió de Eduardo, no de Juliana, que reconoció al overo de Eduardo. Entró;
oirían hablar, andaban por la sangre de era una cosa, montó a caballo y se fue al adentro estaba el otro, esperando turno.
esos dos criollos. El barrio los temía a los trote, sin apuro. Parece que Cristián le dijo:
Colorados; no es imposible que debieran Desde aquella noche la compartieron. -De seguir así, los vamos a cansar a los
alguna muerte. Hombro a hombro pelearon Nadie sabrá los pormenores de esa sórdida pingos. Más vale que la tengamos a mano.
una vez a la policía. Se dice que el menor unión, que ultrajaba las decencias del Habló con la patrona, sacó unas monedas
tuvo un altercado con Juan Iberra, en el arrabal. El arreglo anduvo bien por unas del tirador y se la llevaron. La Juliana iba
que no llevó la peor parte, lo cual, según semanas, pero no podía durar. Entre ellos, con Cristián; Eduardo espoleó al overo
los entendidos, es mucho. Fueron troperos, los hermanos no pronunciaban el nombre para no verlos.
cuarteadores, cuatreros y alguna vez de Juliana, ni siquiera para llamarla, pero Volvieron a lo que ya se ha dicho. La
tahúres. Tenían fama de avaros, salvo buscaban, y encontraban razones para no infame solución había fracasado; los dos
cuando la bebida y el juego los volvían estar de acuerdo. Discutían la venta de habían cedido a la tentación de hacer
generosos. De sus deudos nada se sabe y unos cueros, pero lo que discutían era otra trampa. Caín andaba por ahí, pero el cariño
ni de dónde vinieron. Eran dueños de una cosa. Cristián solía alzar la voz y Eduardo entre los Nilsen era muy grande -¡quién
carreta y una yunta de bueyes. callaba. Sin saberlo, estaban celándose. En sabe qué rigores y qué peligros habían
Físicamente diferían del compadraje que el duro suburbio, un hombre no decía, ni se compartido!- y prefirieron desahogar su
dio su apodo forajido a la Costa Brava. decía, que una mujer pudiera importarle, exasperación con ajenos. Con un
Esto, y lo que ignoramos, ayuda a más allá del deseo y la posesión, pero los desconocido, con los perros, con la Juliana,
comprender lo unidos que fueron. dos estaban enamorados. Esto, de algún que habían traído la discordia.
modo, los humillaba.
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El mes de marzo estaba por concluir y el gallinas; el viejo había pasado sin mirarla. – Ahora, desde la ventana alta del caserón
calor no cejaba. Un domingo (los domingos Se me ha dado por tener un hijo, sabes. – se ven los pinos, y los perros duermen.
la gente suele recogerse temprano) Señaló afuera, el campo, y su ademán Largos los pinos, lejos.
Eduardo, que volvía del almacén, vio que pasó por encima de Paula que estaba en el –Todo lo que quiero es mujer en la casa, y
Cristián uncía los bueyes. Cristián le dijo: patio, como si el ademán la incluyera, de un hijo, un macho en el campo –Antenor
-Vení, tenemos que dejar unos cueros en lo hecho, en las palabras que iba a pronunciar señaló afuera, a lo hondo de la noche
del Pardo; ya los cargué; aprovechemos la después. –Mucho para que se lo quede el agujereada de grillos; en algún sitio se oyó
fresca. gobierno, y muy mío. ¿Cuántos años tiene un relincho–. Vení, arrímate.
El comercio del Pardo quedaba, creo, más la muchacha? Ella se acercó.
al Sur; tomaron por el Camino de las –Diecisiete, o dieciséis –la abuela no sabía –Mande –le dijo.
Tropas; después, por un desvío. El campo muy bien; tampoco sabía muy bien cómo –Todo va a ser para él, entendés. Y
iba agrandándose con la noche. hacer para disimular el asombro, la alegría, también para vos. Pero anda sabiendo que
Orillaron un pajonal; Cristián tiró el cigarro las ganas de regalar, de vender a la nieta. acá se hace lo que yo digo, que por algo
que había encendido y dijo sin apuro: Se secó las manos en el delantal. me he ganao el derecho a disponer. –Y
-A trabajar, hermano. Después nos El dijo: señalaba el campo, afuera, hasta mucho
ayudarán los caranchos. Hoy la maté. Que –Qué me miras. ¿Te parece chica? En los más allá del monte de eucaliptos, detrás de
se quede aquí con sus pilchas, ya no hará bailes se arquea para adelante, bien los pinos, hasta pasar el cerro, abarcando
más perjuicios. pegada a los peones. No es chica. Y en la aguadas y caballos y vacas. Le tocó la
Se abrazaron, casi llorando. Ahora los casa grande va a estar mejor que acá. Qué cintura, y ella se puso rígida debajo del
ataba otro círculo: la mujer tristemente me contestas. vestido. –Veintiocho años tenía cuando me
sacrificada y la obligación de olvidarla. –Y yo no sé, don Anteno. Por mí no hay… lo gané –la miró, como quien se mete
–y no alcanzó a decir que no había dentro de los ojos–, ya hace arriba de
"PATRÓN". de Abelardo Castillo inconveniente porque no le salió la palabra. treinta.
Y entonces todo estaba decidido. Cinco Paula aguantó la mirada. Lejos, volvió a
I La vieja Tomasina, la partera se lo dijo,
minutos después él salió del rancho, pasó escucharse el relincho. El dijo:
tas preñada, le dijo, y ella sintió un miedo
junto a Paula y dijo “vaya, que la vieja –Vení a la cama.
oscuro y pegajoso: llevar una criatura aden-
quiere hablarla”. Ella entró y dijo: II
tro como un bicho enrollado, un hijo, que a
–Sí, claro. No la consultó. La tomó, del mismo modo
lo mejor un día iba a tener los mismos ojos
Y unos meses después el cura los casó. que se corta una fruta del árbol crecido en
duros, la misma piel áspera del viejo. Estás
Hubo malicia en los ojos esa noche, en el el patio. Estaba ahí, dentro de los límites de
segura, Tomasina, preguntó, pero no
patio de la estancia vieja. Vino y asado y sus tierras, a este lado de los postes y el
preguntó: asintió. Porque ya lo sabía;
malicia. Paula no quería escuchar las alambrado de púas. Una noche –se decía–.
siempre supo que el viejo iba a salirse con
palabras que anticipaban el miedo y el muchos años antes, Antenor Domínguez
la suya. Pero m’hija, había dicho la mujer,
dolor. subió a caballo y galopó hasta el
llevo anunciando más partos que potros
–Un alambre parece el viejo. amanecer. Ni un minuto más. Porque el
tiene tu marido. La miraba. Va a estar
Duro, retorcido como un alambre, bailando trato era “hasta que amanezca”, y él estaba
contento Anteno, agregó. Y Paula dijo sí,
esa noche, demostrando que de viejo sólo acostumbrado a estas cláusulas viriles,
claro. Y aunque ya no se acordaba, una
tenía la edad, zapateando un malambo arbitrarias, que se rubricaban con un
tarde, hacía cuatro años, también había
hasta que el peón dijo está bueno, patrón, y apretón de manos o a veces ni siquiera con
dicho:
él se rió, sudado, brillándole la piel curtida. eso.
–Sí, claro.
Oliendo a padrillo. –De acá hasta donde llegues –y el caudillo,
Esa tarde quería decir que aceptaba ser la
Solos los dos, en sulky la llevó a la casa. mirando al hombre joven estiró la mano, y
mujer de don Antenor Domínguez, el dueño
Casi tres leguas, solos, con todo el cielo la mano, que era grande y dadivosa, quedó
de La Cabriada: el amo.
arriba y sus estrellas y el silencio. De golpe, como perdida entre los dedos del otro–.
–Mire que no es obligación. –La abuela de
al subir una loma, como un aparecido se Clavas la estaca y te volvés. Lo alambras y
Paula tenía los ojos bajos y se veía de lejos
les vino encima, torva, la silueta del Cerro es tuyo.
que sí, que era obligación. –Ahora que usté
Negro. Dijo Antenor: Nadie sabía muy bien qué clase de favor se
sabe cómo ha sido siempre don Anteno
–Cerro Patrón. estaba cobrando Antenor Domínguez
con una, lo bien que se portó de que nos
Y fue todo lo que dijo. aquella noche; algunos, los más
falta su padre. Eso no quita que haga su
Después, al pasar el último puesto, Tomás, suspicaces, aseguraban que el hombre
voluntad.
el cuidador, lo saludó con el farol desde caído junto al mostrador del Rozas tenía
Sin querer, las palabras fueron ambiguas;
lejos. Cuando llegaron a la casa, Paula no algo que ver con ese trato: toda la tierra
pero nadie dudaba de que, en toda La
vio más que a una mujer y los perros. Los que se abarca en una noche de a caballo.
Cabriada, su voluntad quería decir siempre
perros que se abalanzaban y se frenaron Y él salió, sin apuro, sin ser tan zonzo
lo mismo. Y ahora quería decir que Paula,
en seco sobre los cuartos, porque Antenor como para reventar el animal a las diez
la hija de un puestero de la estancia vieja –
los enmudeció, los paró de un grito. Paula cuadras. Y cuando clavó la estaca empezó
muerto, achicharrado en los corrales por
adivinó que esa mujer, nadie más, vivía ahí a ser don Antenor. Y a los quince años era
salvar la novillada cuando el incendio aquel
dentro. Por una oscura asociación supo él quien podía, si cuadraba, regalarle a un
del 30– podía ser la mujer del hombre más
también que era ella quien cocinaba para el hombre todo el campo que se animara a
rico del partido, porque, un rato antes, él
viejo: el viejo le había preguntado cabalgar en una noche. Claro que nunca lo
había entrado al rancho y había dicho:
“comieron”, y señaló los perros. hizo. Y ahora habían pasado treinta años y
–Quiero casarme con su nieta –Paula
estaba acostumbrado a entender suyo todo
estaba afuera, dándoles de comer a las

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lo que había de este lado de los postes y el ellos agacharon la cabeza. El capataz –Yo te voy a dar retraso –Antenor repetía
alambre. Por eso no la consultó. La cortó. venía del lado de las cabañas, gritando las palabras, las mordía–. Yo te voy a dar
Ella lo estaba mirando. Pareció que iba a alguna cosa. El viejo miró a Paula, y de retraso. Mañana mismo le digo al Fabio
decir algo, pero no habló. Nadie, viéndola, nuevo al peón que ahora se levantaba, que te lleve al pueblo, a casa de la
hubiera comprendido bien este silencio: la encogido como un perro apaleado–. Si Tomasina. Te voy a dar retraso.
muchacha era una mujer grande, ancha y andas alzado, en cuanto me dé un hijo te la La había espiado seguramente. Había
poderosa como un animal, una bestia bella regalo. llevado cuenta de los días; quizá desde la
y chucara a la que se le adivinaba la III primera noche, mes a mes, durante los tres
violencia debajo de la piel. El viejo, en A los dos años empezó a mirarla con años que llevó cuenta de los días.
cambio, flaco, áspero como una rama. rencor. Mirada de estafado, eso era. Antes –Mañana te levantas cuando aclare.
–Contesta, che. ¡Contesta, te digo! –se le había sido impaciencia, apuro de viejo por Acostate ahora.
acercó. Paula sentía ahora su aliento junto tener un hijo y asombro de no tenerlo: los Una ternera boca arriba, al día siguiente,
a la cara, su olor a venir del campo. Ella ojos inquisidores del viejo y ella que bajaba en el campo. Paula la vio desde el sulky,
dijo: la cabeza con un poco de vergüenza. cuando pasaba hacia el pueblo con el viejo
–No, don Anteno. Después fue la ironía. O algo más bárbaro, Fabio. Olor a carne quemada y una gran
–¿Y entonces? ¿Me querés decir, pero que se emparentaba de algún modo “A”, incandescente, chamuscándole el
entonces…? con la ironía y hacía que la muchacha se flanco: Paula se reconoció en los ojos de la
Obedecer es fácil, pero un hijo no viene por quedara con la vista fija en el plato, durante ternera.
más obediente que sea una, por más que la cena o el almuerzo. Después, aquel Al volver del pueblo, Antenor todavía
aguante el olor del hombre corriéndole por insulto en los potreros, como un golpe a estaba ahí, entre los peones. Un torito
el cuerpo, su aliento, como si entrase mano abierta, prefigurando la mano pesada mugía, tumbado a los pies del hombre;
también, por más que se quede quieta y ancha y real que alguna vez va a nadie como el viejo para voltear un animal
boca arriba. Un año y medio boca arriba, estallarle en la cara, porque Paula siempre y descornarlo o caparlo de un tajo. Antenor
viejo macho de sementera. Un año y medio supo que el viejo iba a terminar golpeando. la llamó, y ella hubiera querido que no la
sintiéndose la sangre tumultuosa Lo supo la misma noche que murió la llamase: hubiera querido seguir hasta la
galopándole el cuerpo, queriendo salírsele abuela. casa, encerrarse allá. Pero el viejo la llamó
del cuerpo, saliendo y encontrando sólo la –O cuarenta y tantos, es lo mismo. y ella ahora estaba parada junto a él.
dureza despiadada del viejo. Sólo una vez Alguien lo había dicho en el velorio: –Ceba mate. –Algo como una tijera
lo vio distinto; le pareció distinto. Ella cuarenta y tantos. Los años de diferencia, enorme, o como una tenaza, se ajustó en el
cruzaba los potreros, buscándolo, y un querían decir. Paula miró de reojo a nacimiento de los cuernos del torito. Paula
peón asomó detrás de una parva; Paula Antenor, y él, más allá, hablando de unos frunció la cara. Se oyeron un crujido y un
había sentido la mirada caliente cueros, adivinó la mirada y entendió lo que mugido largo, y del hueso brotó, repentino,
recorriéndole la curva de la espalda, como todos pensaban: que la diferencia era un chorro colorado y caliente. –Qué fruncís
en los bailes, antes. Entonces oyó un grande. Y quién sabe entonces si la culpa la jeta, vos.
crujido, un golpe seco, y se dio vuelta. no era de él, del viejo. Ella le alcanzó el mate. Preñada, había
Antenor estaba ahí, con el talero en la –Volvemos a la casa –dijo de golpe. dicho la Tomasina. Él pareció adivinarlo.
mano, y el peón abría la boca como en una Ésa fue la primera noche que Paula le Paula estaba agarrando el mate que él le
arcada, abajo, junto a los pies del viejo. sintió olor a caña. Después –hasta la tarde devolvía, quiso evitar sus ojos, darse
Fue esa sola vez. Se sintió mujer aquella, cuando un toro se vino resoplando vuelta.
disputada, mujer nomás. Y no le importó por el andarivel y hubo gritos y sangre por –Che –dijo el viejo.
que el viejo dijera yo te voy a dar mirarme el aire y el viejo se quedó quieto como un –Mande –dijo Paula.
la mujer, pión rotoso, ni que dijera: trapo– pasó un año, y Antenor tenía siem- Estaba mirándolo otra vez, mirándole las
–Y vos, qué buscas. Ya te dije dónde pre olor a caña. Un olor penetrante, que manos anchas, llenas de sangre pegajosa:
quiero que estés. parecía querer meterse en las venas de recordó el bofetón de la noche anterior. Por
En la casa, claro. Y lo decía mientras un Paula, entrar junto con el viejo. Al final del el andarivel traían un toro grande, un pinto,
hombre, todavía en el suelo, abría y tercer año, quedó encinta. Debió de haber que bufaba y hacía retemblar las maderas.
cerraba la boca en silencio, mientras otros sido durante una de esas noches furi- La voz de Antenor, mientras sus manos
hombres empezaron a rodear al viejo bundas en que el viejo, brutalmente, la desanudaban unas correas, hizo la
ambiguamente, lo empezaron a rodear con tumbaba sobre la cama, como a un animal pregunta que Paula estaba temiendo. La
una expresión menos parecida al respeto maneado, poseyéndola con rencor, con hizo en el mismo momento que Paula gritó,
que a la amenaza. El viejo no los miraba: desesperación. Ella supo que estaba que todos gritaron.
–Qué buscas. encinta y tuvo miedo. De pronto sintió –¿Qué te dijo la Tomasina? –preguntó.
–La abuela –dijo ella–. Me avisan que está ganas de llorar; no sabía por qué, si porque Y todos, repentinamente, gritaron. Los ojos
mala –y repentinamente se sintió sola, el viejo se había salido con la suya o por la de Antenor se habían achicado al mirarla,
únicamente protegida por el hombre del mano brutal, pesada, que se abría ahora: pero de inmediato volvieron a abrirse,
talero; el hombre rodeado de peones ancha mano de castrar y marcar, enormes, y mientras todos gritaban, el
agresivos, ambiguos, que ahora, al estallándole, por fin, en la cara. cuerpo del viejo dio una vuelta en el aire,
escuchar a la muchacha, se quedaron –¡Contesta! Contéstame, yegua. atropellado de atrás por el toro. Hubo un
quietos. Y ella comprendió que, sin El bofetón la sentó en la cama; pero no revuelo de hombres y animales y el
proponérselo, estaba defendiendo al viejo. lloró. Se quedó ahí, odiando al hombre con resbalón de las pezuñas sobre la tierra. En
–Qué miran ustedes –la voz de Antenor, los ojos muy abiertos. La cara le ardía. mitad de los gritos, Paula seguía parada
súbita. El viejo sabía siempre cuál era el –No –dijo mirándolo–. Ha de ser un retraso, con el mate en la mano, mirando
momento de clavar una estaca. Los miró y nomás. Como siempre. absurdamente el cuerpo como un trapo del
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viejo. Había quedado sobre el alambrado habían quedado en blanco. La voz de una presencia extraña y amenazadora, que
de púas, como un trapo puesto a secar. Paula fue un grito: acaso se parecía un poco a la locura, sí,
Y todo fue tan rápido que, por encima del –¡Va a tener el chico, me oye! –Antenor alguna noche, cuando ella venía con la
tumulto, los sobresaltó la voz autoritaria de levantó la cara; el remedio se volcaba lámpara, el viejo miró bien su cara: eso
don Antenor Domínguez. sobre las mantas, desde las comisuras de como un gesto estático, interminable, que
–¡Ayúdenme, carajo! una sonrisa. Dijo que sí con la cabeza. parecía haberse ido fraguando en su cara o
IV Esa misma noche empezó todo. Entre ella quizá sólo en su boca, como si la
Esta orden y aquella pregunta fueron las y Fabio lo subieron al cuarto alto. Allí, don costumbre de andar callada, apretando los
dos últimas cosas que articuló. Después Antenor Domínguez, semicolgado de las dientes, mordiendo algún quejido que le
estaba ahí, de espaldas sobre la cama, correas atadas a un travesaño de fierro, subía en puntadas desde la cintura, le
sudando, abriendo y cerrando la boca sin que el doctor había hecho colocar sobre la hubiera petrificado la piel. O ni necesitó
pronunciar palabra. Quebrado, partido cama, erguido a medias podía contemplar mirarla. Cuando oyó girar la llave y vio
como si le hubiesen descargado un el campo. Su campo. Alguna vez volvió a proyectarse larga la sombra de Paula sobre
hachazo en la columna, no perdió el garrapatear con lentitud unas letras el piso, antes de que ella dijera lo que
sentido hasta mucho más tarde. Sólo torcidas, grandes, y Paula mandó llamar a siempre decía, el viejo intuyó algo
entonces el médico aconsejó llevarlo al unos hombres que, abriendo un boquete en tremendo. Súbitamente, una sensación que
pueblo, a la clínica. Dijo que el viejo no la pared, extendieron la ventana hacia nunca había experimentado antes. De
volvería a moverse; tampoco, a hablar. abajo y a lo ancho. El viejo volvió a sonreír pronto le perforó el cerebro, como una gota
Cuando Antenor estuvo en condiciones de entonces. Se pasaba horas con la mirada de ácido: el miedo. Un miedo solitario y
comprender alguna cosa, Paula le anunció perdida, solo, en silencio, abriendo y poderoso, incomunicable. Quiso no
lo del chico. cerrando la boca como si rezara –o como si escuchar, no ver la cara de ella, pero adi-
–Va a tener el chico –le anunció–. La repitiera empecinadamente un nombre, el vinó el gesto, la mirada, el rictus aquel de
Tomasina me lo ha dicho. suyo, gestándose otra vez en el vientre de apretar los dientes. Ella dijo:
Un brillo como de triunfo alumbró Paula–, mirando su tierra, lejos hasta los –Va a tener el chico.
ferozmente la mirada del viejo; se le altos pinos, más allá del Cerro Negro. Antenor volvió la cara hacia la pared.
achisparon los ojos y, de haber podido Contra el cielo. Después, cada noche la volvía.
hablar, acaso hubiera dicho gracias por Una noche volvió a sacudirse en un ahogo. VI
primera vez en su vida. Un tiempo después Paula dijo: Nació en invierno; era varón. Paula lo tuvo
garabateó en un papel que quería volver a –Va a tener el chico. El asintió otra vez con ahí mismo. No mandó llamar a la
la casa grande. Esa misma tarde lo la cabeza. Tomasina: el día anterior le había dicho a
llevaron. Con el tiempo, este diálogo se hizo Fabio que no iba a necesitar nada, ningún
Nadie vino a verlo. El médico y el capataz costumbre. Cada noche lo repetían. encargo del pueblo.
de La Cabriada, el viejo Fabio, eran las dos V –Ni hace falta que venga en la semana –y
únicas personas que Antenor veía. Salvo la El campo y el vientre hinchado de la mujer: como Fabio se había quedado mirándole el
mujer que ayudaba a Paula en la cocina – las dos únicas cosas que veía. El médico, vientre, dijo: –Mañana a más tardar ha de
pero que jamás entró en el cuarto de ahora, sólo lo visitaba si Paula –de tanto en venir la Tomasina.
Antenor, por orden de Paula–, nadie más tanto, y finalmente nunca– lo mandaba Después pareció reflexionar en algo que
andaba por la casa. El viejo Fabio llegaba llamar, y el mismo Fabio, que una vez por acababa de decir Fabio; él había
al caer el sol. Llegaba y se quedaba quieto, semana ataba el sulky e iba a comprar al preguntado por la mujer que ayudaba en la
sentado lejos de la cama sin saber qué pueblo los encargos de la muchacha, casa. No la he visto hoy, había dicho Fabio.
hacer o qué decir. Paula, en silencio, acabó por olvidarse de subir al piso alto al –Ha de estar en el pueblo –dijo Paula. Y
cebaba mate entonces. caer la tarde. Salvo ella, nadie subía. cuando Fabio ya montaba, agregó: –Si lo
Y súbitamente, ella, Paula, se transfiguró. Cuando el vientre de Paula era una comba ve al Tomás, mándemelo. Luego vino
Se transfiguró cuando Antenor pidió que lo enorme, tirante bajo sus ropas, la mujer Tomás y Paula dijo:
llevaran al cuarto alto; pero ya desde antes, que ayudaba en la cocina no volvió más. –Podes irte nomás a ver tu chica. Fabio va
su cara, hermosa y brutal, se había ido Los ojos de Antenor, interrogantes, estaban a cuidar la casa esta semana.
transformando. Hablaba poco, cada día mirando a Paula. Desde la ventana, arriba, Antenor pudo ver
menos. Su expresión se fue haciendo cada –La eché –dijo Paula. cómo Paula se quedaba sola junto al aljibe.
vez más dura –más sombría–, como la de Después, al salir, cerró la puerta con llave Después ella se metió en la casa y el viejo
quienes, en secreto, se han propuesto (una llave grande, que Paula llevará no volvió a verla hasta el día siguiente,
obstinadamente algo. Una noche, Antenor siempre consigo, colgada a la cintura), y el cuando le trajo el chico.
pareció ahogarse; Paula sospechó que el viejo tuvo que acostumbrarse también a Antes, de cara contra la pared, quizá pudo
viejo podía morirse así, de golpe, y tuvo esto. El sonido de la llave girando en la escuchar algún quejido ahogado y, al
miedo. Sin embargo, ahí, entre las sábanas antigua cerradura anunciaba la entrada de acercarse la noche, un grito largo
y a la luz de la lámpara, el rostro de Paula –sus pasos, cada día más lerdos, retumbando entre los cuartos vacíos; por
Antenor Domínguez tenía algo más livianos, a medida que la fecha del fin, nítido, el llanto triunfante de una
desesperado, emperradamente vivo. No iba parto se acercaba–, y por fin la mano que criatura. Entonces el viejo comenzó a reírse
a morirse hasta que naciera el chico; los dejaba el plato, mano que Antenor no se como un loco. De un súbito manotón se
dos querían esto. Ella le vació una atrevía a tocar. Hasta que la mirada del aferró a las correas de la cama y quedó
cucharada de remedio en los labios viejo también cambió. Tal vez, alguna sentado, riéndose. No se movió hasta
temblorosos. Antenor echó la cabeza hacia noche, sus ojos se cruzaron con los de mucho más tarde.
atrás. Los ojos, por un momento, se le Paula, o tal vez, simplemente, miró su Cuando Paula entró en el cuarto, el viejo
rostro. El silencio se le pobló entonces con permanecía en la misma actitud, rígido y
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sentado. Ella lo traía vivo: Antenor pudo
escuchar la respiración de su hijo. Paula se
acercó. Desde lejos, con los brazos muy
extendidos y el cuerpo echado hacia atrás,
apartando la cara, ella, dejó al chico sobre
las sábanas, junto al viejo, que ahora ya no
se reía. Los ojos del hombre y de la mujer
se encontraron luego. Fue un segundo:
Paula se quedó allí, inmóvil, detenida ante
los ojos imperativos de Antenor. Como si
hubiera estado esperando aquello, el viejo
soltó las correas y tendió el brazo libre
hacia la mujer; con el otro se apoyó en la
cama, por no aplastar al chico. Sus dedos
alcanzaron a rozar la pollera de Paula, pero
ella, como si también hubiese estado
esperando el ademán, se echó hacia atrás
con violencia. Retrocedió unos pasos;
arrinconada en un ángulo del cuarto, al
principio lo miró con miedo. Después, no.
Antenor había quedado grotescamente
caído hacia un costado: por no aplastar al
chico estuvo a punto de rodar fuera de la
cama. El chico comenzó a llorar. El viejo
abrió la boca, buscó sentarse y no dio con
la correa. Durante un segundo se quedó
así, con la boca abierta en un grito
inarticulado y feroz, una especie de estertor
mudo e impotente, tan salvaje, sin
embargo, que de haber podido gritarse
habría conmovido la casa hasta los
cimientos. Cuando salía del cuarto, Paula
volvió la cabeza. Antenor estaba sentado
nuevamente: con una mano se aferraba a
la correa; con la otra, sostenía a la criatura.
Delante de ellos se veía el campo, lejos,
hasta el Cerro Patrón.
Al salir, Paula cerró la puerta con llave;
después, antes de atar el sulky, la tiró al
aljibe.

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