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Alfonso Torres- El retorno de la comunidad

¿Por qué tal​ abundancia y redundancia​ de comunidad? además de remitir a un significado


positivo - el de ―unión, ―comunión, ―solidaridad, ―vecindad, etc.(de Marinis, 2010:247)-,
dicha palabra, también transmite una sensación agradable, un sentimiento acogedor
(Bauman, 2003b: 7). Puede haber personas malvadas o buenas,tener buenas o malas
compañías o se puede tener o vivir en una mala sociedad, pero la comunidad siempre se le
ve como buena, como cálida y acogedora; dentro de ella no hay extraños, todos somos
conocidos, y podemos contar con una buena voluntad mutua.

El uso más corriente de este sentido irreflexivo de ―comunidad, tiende a


identificarla con formas unitarias y homogéneas de vida social en las que prevalecen
rasgos, intereses y fines comunes.
Por lo general se asocia a un territorio pequeño (barrio, localidad) o una población
homogénea (pobladores,beneficiarios de un programa, usuarios de un servicio),
generalmente pobre o marginal, que comparte algo (necesidades, intereses, ideales).D​icha
representación untaría y esencialista de comunidad, invisibiliza las diferencias,
tensiones y conflictos propios de todo colectivo o entidad social​.Esta simplificación de
significado también sirve para justificar la aplicación de políticas, programas y la
intervención sobre dichas ―comunidades‖, tanto por parte de instituciones
gubernamentales, eclesiales, políticas, universitarias o filantrópicas, así como la acción de
ciertos militantes que pretenden defenderlas, acompañarlas o movilizarlas.
“Comunidad” genera:
- Entusiasmo al evocar idílicos esquemas de vida local unitaria(paraísos perdidos,
añorados o esperados)
- sospecha y escepticismo:
- al ver en ella una noción anacrónica heredada de un cristianismo ingenuo
(Velásquez, 1985),
- los remanentes de un populismo romántico,expresión de regímenes
totalitarios o integristas (Touraine, 1997) o
- ingenuas iniciativas para huir de la sociedad (Bauman, 2003).

La emergencia de estas imagenes celebrativas de comunidad ​suele aparecer en


contextos donde la convivencia humana se pone en peligro​, ya sea para​ añorarla ​como
algo que se fue o para ​desearla​ como algo que viene, como una promesa que se hará
realidad en el futuro. En el siglo XVIII y de conocimiento, a fines del siglo XIX, coincidió con
la conformación de la ideología moderna y la consolidación del sistema capitalista en
Europa, el cual traía consigo la ​destrucción de formas y vínculos comunitarios​ en el
mundo rural y el ​deterioro y envilecimiento de la vida de los trabajadores​ de las
ciudades.

Actualmente: mundialización e invasión en todas las esferas de la realidad social, por parte
del capitalismo; crisis de las bases y de la imagen de la sociedad moderna; el ―triunfo de
la civilización‖ ha multiplicado y
recrudecido los conflictos étnicos, culturales, sociales y políticos en diferentes regiones del
mundo. En países donde el modelo neoliberal es adoptado bajo la presión de las agencias
financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, BID), las potencias mundiales y las
transnacionales, aumentan las inquietudes sociales, la pobreza, la precarización de las
condiciones laborales, el desempleo y la privatización y mercantilización de los servicios
públicos. Generando la desarticulación del tejido social, el incremento de la violencia y los
conflictos sociales, mayor acumulación capitalista y con este incremento de valores tales
como el egoísmo, el consumismo y la competencia, así como de actitudes que favorecen el
status quo como el conformismo, la indiferencia, la apatía, la desconfianza y,
principalmente, el ​miedo generalizado​. Este último, llevado al extremo a partir del 11 de
septiembre de 2001, a través de la ideología del ―peligro terrorista‖ y reconvertido en
xenofobia, homofobia o sensación de inseguridad frente a los extraños.

Asimismo algunos procesos populares y movimientos sociales, acuden al referente


comunitario, para justificar la defensa de vínculos y modos de vida vulnerados y también
como un horizonte ético y político de su proyecto alternativo al capitalismo. A menudo
muchas experiencias organizativas populares y movimientos sociales se autodenominan
como ―comunitarios‖, en oposición y resistencia a otras formas de acción

1887- de la obra de Ferdinand Tönnies ―Comunidad y asociación:


Comunidad: ​ tipo de ​vínculos, valores y modos de acción de una fuerte intensidad
subjetiva y compromiso​, que contrastan con el carácter abstracto e impersonal de esa
totalidad social que empieza a llamarse sociedad.
La Escuela de Chicago, desde una perspectiva ecológica, retomaron la noción de
comunidad, para referirse a áreas de la ciudad que constituían mundos sociales y culturales
diferenciados
Luego de la posguerra el interés fue abandonado durante las siguientes tres décadas: los
régimenes fascistas y comunistas justificaron muchos actos por el nombre de la comunidad
(originaria o futura). Y que para la ciencia social hegemónica, la comunidad, como realidad
histórica y como concepto, sería necesariamente subsumida por los ineludibles e
irreversibles procesos de modernización y de consolidación del capitalismo y
el socialismo.
En la década de los ochenta del siglo pasado se dio una primera oleada de reactivación por
la comunidad, en el mundo académico anglosajón dentro del campo de la filosofía política:
el debate entre liberales y comunitaristas, cuyo leitmotiv es la relación entre moral y política
en las en las sociedades multiculturales actuales en las que conviven diferentes grupos
humanos con tradiciones, modos de vida y cosmovisiones diversas
El síntoma comunitario y su diagnóstico: ​ José Miguel Marinas: síntoma moral y político:
la pervivencia y el incremento de formas comunitaristas, aquellas que ponen la verdad del
vínculo social en los orígenes locales, en la tierra o en la sangre, mientras que las
exigencias de una racionalidad universal convocan a un foro mundial de
planteamientos, deliberación y resolución de los problemas.
síntoma ​de origen​ psicoanalítico, porque alude a una manera de vivir que se repite y
vuelve, sin que al parecer haya razones suficientes para ello. ​Síntoma, ya no síquico
sino ​moral y político​, porque - desde su contexto intelectual y su mirada europea – el
comunitarismo como alternativa, de los grupos y movimientos que buscaban defenderse de
los efectos negativos del neoliberalismo capitalista y el uniformismo de la globalización,
representa hoy una regresión​ a ​modos no democráticos​ ​o ​que ​conviven con ellos.
Es un programa intelectual de Marinas muy sugerente para comprender y ​encauzar ​este
deseo de comunidad hacia la fundamentación de ​una nueva ética de la política​: ​Tres
momentos: ​el síntoma, el diagnóstico y las propuestas normativas (desarrollado a través de 9
tesis)
1-añoranza de un espacio de solidaridad e interacción
2- ​El vaciamiento de lo político​ en la medida en que prima una visión más bien instrumental de la
política, acompañada de una ética de lo político, del vínculo social, formalista o restrictiva
3-​ lo político desde una nueva ética: ​J.L. Nancy, R. Esposito en torno a la communitas, H. Arendt
en torno al espacio ético y político y Claude Lefort en torno a una nueva ética de lo político.
4-formas actuales del comunitarismo adquieren nuevos determinantes y plantean nuevos problemas
éticos, al verse sometidas simultáneamente a los códigos de la polis (Arendt) y a los el mercado
(Benjamin)
5-se ve hoy ideológicamente centrada en la categoría de etnicidad o de multiculturalismo:
hay que mostrar como la construcción de las​ identidades morales y políticas ​en las comunidades
responden a un repertorio de códigos que reemplazan el etnocentrismo y lo reformula.
6-en qué medida las “identidades asesinas”, es decir​ la construcción de la comunidad
en el parámetro principal de la violencia​, nos ayuda a esclarecer la ética comunitarista y su posible
superación.
7-​construcción de un modelo​ que recoja los elementos positivos del síntoma y desate su cierre
ideológico, comienza por la pregunta por el sujeto ético y político con el que se enfrenta la comunidad
en su proceso de constitución
8-Ese modelo critico de lo ético de lo político que toma el comunitarismo como punteo de arranque se
confronta hoy con nuevas aproximaciones a la racionalidad practica: es de gran importancia el
conjunto de revisiones en torno al juicio (a la crítica Kantiana del
discernimiento) en la medida que nos ayudan a pensar y desarrollar un tipo de argumentación que
aúne los requisitos del formalismo y la atención de lo ético y político.
9-El modelo trata de aportar un nuevo modo representación de lo político éticamente considerado….
Lo político como configuración ética de lo social y las relecturas de la política arendtiana, se propone
una nueva forma de lectura ética de lo político atendiendo a su configuración (mise en forme)
construcción de sentido (mise en sens) y representación ritual institucional (mise en scene). Desde
este punto de vista, lo comunitario es visto como el poder creador de valores y procedimientos que
implica una visión no fundamentalista de lo político”

Sin embargo, nuestro punto de partida y nuestro interés es diferente,​ pues


consideramos que lo que está en juego en y desde nuestra realidad histórica
latinoamericana es otra cosa.
Hay emergencias comunitarias que buscan evadir las contingencias del presente
(por ejemplo, algunos pentecostalismos y grupos esotéricos) y de las creadas artificialmente
bajo la lógica de la sociedad del consumo y la industria cultural (clubes de fans y
subculturas estéticas). ​Lo novedoso en nuestro continente es la emergencia, la
persistencia y la proliferación de ―diferentes expresiones de acción colectiva
impulsadas en nombre de la comunidad” cuyas potencialidades instituyentes y
emancipadoras están aún por valorar.

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