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TECNOLÓGICO NACIONAL DE MÉXICO

Instituto Tecnológico de Jiquilpan

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BIOQUÍMICA DEL NITRÓGENO

INGENIERÍA BIOQUÍMICA
3 TIPOS DE ENFERMEDADES GENÉTICAS
RESUMEN
PRESENTA

CRISTIAN DANIEL MACIAS OCHOA

PROFESORA: ANA ROSA SÁNCHEZ MANZO

JIQUILPAN, MICH., 17DE JUNIO, 2020


TECNOLÓGICO NACIONAL DE MÉXICO
Instituto Tecnológico de Jiquilpan

La xerodermia pigmentosa (XP)

La xerodermia pigmentosa (XP) es una genodermatosis que se manifiesta por alteraciones cutaneo-
oculares fotoinducidas y cánceres cutáneos. A estas manifestaciones se a˜ nade a veces una
afectación neurológica. Esta enfermedad se asocia a un déficit de los genes del sistema de reparación
por escisión-resíntesis de los nucleótidos (reparación por escisión de nucleótidos o NER, de
nucleotide excision repair) en los siete primeros grupos genéticos (A-G) y a una anomalía de los
genes de la transcripción para el octavo grupo (xerodermia pigmentosa variante, XPV). Los
carcinomas cutáneos son los cánceres más frecuentes. Pueden comenzar desde la infancia. Los
melanomas suelen ser múltiples en la XP. Su incidencia está subestimada debido a la frecuencia de
regresiones espontáneas. El aspecto clínico se caracteriza por un polimorfismo de las lesiones, con
una discromía típica. En la mayoría de los casos, permite establecer el diagnóstico. El estudio de las
capacidades de resíntesis del ácido desoxirribonucleico (ADN) (síntesis no programada de ADN o
unscheduled DNA synthesis, UDS) y la supervivencia celular tras la exposición a radiación
ultravioleta (UV) serían la exploración de referencia para el diagnóstico biológico. En la actualidad,
tienden a sustituirse por las nuevas técnicas de biología molecular con las que se buscan las
mutaciones genéticas de la enfermedad. Estas técnicas son muy útiles para la identificación de los
pacientes heterocigotos y para el diagnóstico prenatal. La fotoprotección es la medida preventiva
esencial. Los pacientes deben evitar cualquier exposición a los rayos solares y a las fuentes
artificiales que emitan UV. Varios métodos terapéuticos modernos engrosan el arsenal terapéutico
para destruir los tumores cutáneos, como el imiquimod y la fototerapia dinámica (FTD). Estos
métodos son útiles para eliminar los tumores iniciales, a la vez que se conserva la piel sana. La
cirugía y la criocirugía son los métodos más adecuados para tratar los tumores cutáneos en los ni˜
nos. La quimioterapia podría ser una alternativa para los tratamientos de los queratoacantomas y de
los carcinomas epidermoides (CE). La criocirugía puede asociarse a otros tratamientos para destruir
los CE del hemilabio. El tratamiento de estos pacientes en centros de referencia, así como la
intervención de las asociaciones de apoyo a las familias han permitido mejorar la calidad del
tratamiento y retardar la evolución de la enfermedad.

La XP es una enfermedad hereditaria que se transmite de forma autosómica recesiva. Se trata de un


trastorno cosmopolita y se ha descrito en todas las poblaciones. Es una enfermedad muy infrecuente,
con una prevalencia estimada de 1/300.000 en Estados Unidos y en Europa. Es menos infrecuente en
Japón, donde la prevalencia se estima en 1/100.000. En cambio, aún sigue siendo relativamente
frecuente en ciertas regiones con una tasa elevada de consanguinidad y con familias relativamente
numerosas, como Oriente Medio y el Magreb. En Túnez, se estima una prevalencia de 1/10. La
distribución geográfica de los diferentes grupos genéticos es heterogénea, aunque existe un
predominio de ciertas formas en función de las regiones: el grupo C es el más descrito en los países
mediterráneos y los grupos A y F en Japón. La reparación por escisión y resíntesis de nucleótidos
(nucleotide excision repair, NER) es el principal sistema implicado en el restablecimiento de la
integridad del ácido desoxirribonucleico (ADN) celular lesionado por la radiación ultravioleta (UV),
las radiaciones ionizantes y las sustancias químicas UV o radiomiméticas. En el ser humano, se han
identificado 11 proteínas deficientes de este sistema.
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Tricotiodistrofia

La tricotiodistrofia conforma un grupo heterogéneo de entidades determinadas genéticamente por un


patrón autosómico recesivo. Este hecho va a dar lugar a diferentes alteraciones que comparten un
mismo origen neuroectodérmico. Desde el punto de vista estructural estas manifestaciones se
caracterizan por ser consecuencia del bajo contenido de azufre tisular. Presentamos un caso de
tricotiodistrofia clasificado inicialmente como síndrome Tay, pero en función de las manifestaciones
clínicas y pruebas complementarias, así como de la evolución de la enfermedad, fue finalmente
etiquetado como síndrome PIBIDS. El término tricotiodistrofia deriva del griego tricho: pelo, thio:
azufre, dis: alteración, trophe: forma. El origen de este desorden se encuentra en el déficit de azufre
que existe en tejidos derivados del neuroectodermo. La fotosensibilidad observada deriva de un
defecto en el sistema de reparación de escisión nucleótida (NER) que se encarga de la reparación del
ADN. El defecto en alguno de los 11 genes que determinan la afectación en la función del general
transcription factor IIH (TFIIH), conlleva padecer un alto riesgo de cáncer cutáneo por
hipersensibilidad cutánea a la radiación ultravioleta (UV). Según se encuentre afectada la función
del complejo NER, de la transcripción o ambas, se observarán una serie de características clínicas
que componen síndromes diferentes (fig. 6). Son tres las entidades más frecuentemente relacionadas
con la alteración de este sistema: xeroderma pigmentosum, síndrome de Cockayne y tricotiodistrofia
(PIBIDS). El término fue adoptado inicialmente por Price entre los años 1979-1980, y se basó en
una serie de casos a los que sumó otros descritos por Pollit, Jenner y Davies (1968). Estos enfermos
asociaban retraso mental y físico, así como trichorrhexis nodosa. Posteriormente, Brown et al (1970)
describieron el defecto específico que se produce en el pelo, la trichosquisis, así como una
birrefringencia alterna, y la determinación de un contenido bajo en azufre.

Tay (1971) describió la asociación con eritrodermia ictiosiforme, retraso mental y físico,
denominándolo síndrome Tay. Jorizzo et al (1982) sugieren el término IBIDS, que asocia ictiosis.
Posteriormente se describen signos que completan el cuadro, así Chapmann (1988) propone SIBIDS
que asocia además osteosclerosis, y Crovato, Borrone y Rebora (1983) proponen el término PIBIDS,
que incluye la fotosensibilidad. Clínicamente se observa un pelo característicamente quebradizo,
desarrollo de fotosensibilidad hasta en un 50 % de los casos, debida a una deficiencia en la
reparación del ADN, prácticamente indistinguible del producido en el XP tipo D6, aunque sin
evidencia de aumento del cáncer cutáneo en esta entidad. Existen numerosas manifestaciones
asociadas descritas en forma de casos clínicos aislados. Desde el punto de vista diagnóstico las
alteraciones del pelo son los únicos cambios diagnósticos (y obligatorios) que identifican el déficit
de azufre. Los cambios macroscópicos se aprecian en las regiones frontal y occipital, y los
microscópicos en la región occipital. Así, en el microscopio óptico se observan característicamente
imágenes de trichosquisis, pero pueden observarse otras distrofias pilosas como trichorrhexis nodosa
atípica o alteraciones pili torti-like. En el microscopio de luz polarizada se aprecia un patrón tiger-
tail. Por otro lado, el análisis del contenido de azufre debe encontrarse en cifras inferiores al 50 %.
Desde el punto de vista terapéutico cabe destacar el avance en el diagnóstico prenatal de nuevos
casos en madres embarazadas que presenten algún hijo afecto, basándose en la medida de defectos
en la síntesis de ADN inducidos por UV en células cultivadas de líquido amniótico, que puede llevar
a los padres a tomar la decisión de detener el embarazo en algunos casos
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. Síndrome de Cockayne

El síndrome de Cockayne es un trastorno de origen genético que produce un envejecimiento


prematuro durante la etapa infantil y adolescente. A nivel clínico, se caracteriza por un espectro
amplio de alteraciones, entre las que se incluyen anomalías en el crecimiento y desarrollo
psicomotor, regresión neurológica, fenotipo físico característico, fotosensbilidad, anomalías
oftalmológicas y auditivas, entre otras. En cuanto al origen etiológico del síndrome de Cockayne,
buena parte de los casos se deben fundamentalmente a la presencia de mutaciones específica en los
genes ERCC8 y ERCC6, situados en los cromosomas 5 y 10 respectivamente. Por otro lado, su
diagnóstico se confirma a través del estudio genético y el análisis de ARN, aunque resulta
fundamental realizar una amplia exploración física y estudio de las características clínicas de los
afectados. A pesar de que no existe una cura para esta patología, existen diferentes abordajes
terapéuticos sintomatológicos, basados en la intervención médica y rehabilitadora: corrección
quirúrgica, estimulación temprana, motrices, electroestimulación, administración darmacológica,
terapia física, etc. El síndrome de Cockayne fue descrito inicialmente por Cokayne en el año 1936.
En su reporte clínico hacía referencia a la descripción de dos casos definidos clínicamente por
enanismos caquéctico, atrofia retiniana y sordera. Además, posteriormente amplió sus descripciones
con nuevos casos clínicamente similares, cuyos síntomas comenzaban a desarrollarse de manera
evidente durante la primera infancia. Finalmente, entorno a las décadas de los 80 y 90, gracias a los
avances técnicos, esta patología pudo ser descrita a nivel celular, mientras que en 1990 se consiguió
identificar los principales genes implicados en esta patología. El síndrome de Cokayne queda
definido por tres hallazgos fundamentales: Retraso significativo del crecimiento (baja estatura, bajo
peso, etc.), sensibilidad anormalmente exagerada a los estímulos lumínicos (fotosensbilidad) y
apariencia física envejecida.

El origen del síndrome de Cockayne se encuentra en la presencia de alteraciones genéticas,


específicamente en el desarrollo de mutaciones en el gen ERCC o CBS y el gen ERCC o CSA.
Ambos genes tienen un papel fundamental en la producción de proteínas encargadas de la reparación
del ADN lesionado o dañado. Ante daños externos o internos, el ADN no podrá ser reparado con
normalidad y las células que presenten un funcionamiento deficitario morirán de forma exponencial.
Los déficits en la reparación del ADN pueden contribuir tanto a las características de la
fotosensbilidad como a otros rasgos clínicos típicos del síndrome de Cockayne. A pesar de que el
análisis de la historia médica y la exploración física son fundamentales para sustentar la sospecha
del síndrome de Cockayne, es fundamental el empleo de otro tipo de abordajes médicos. En este
caso, el empleo de pruebas de neuroimagen, como la resonancia magnética o la tomografía
computarizada, son útiles para la determinación de las alteraciones neurológicas. Además, el estudio
genético para la detección de anomalías en la reparación de alteraciones genéticas es fundamental
para la confirmación definitiva del diagnóstico del síndrome de Cockayne. El tratamiento del
síndrome de Cockayne y de las complicaciones médicas secundarias es fundamentalmente
sintomático: Intervención quirúrgica de las anomalías musculo-esqueléticas y dentarias.
Adaptaciones nutricionales y alimentarias, Tratamiento físico rehabilitador: estimulación de las
habilidades psicomotoras, control de la espasticidad y trastornos cerebelosos. Tratamiento
farmacológico de la espasticidad, Adaptaciones posturales y Electroestimulación muscular.

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