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Pregunta

Tengo un perro que quiero mucho. Él alegra mi vida y hace sonreír a muchas
personas. Muchas veces escuché decir que los animales no tienen alma, o que sus
almas son diferentes a las de los seres humanos. Cuando miro a mi perro siento
que su alma está en un nivel superior al de muchas personas que conozco,
particularmente debido a su naturaleza desinteresada. No tengo dudas de que él
sabe distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, y que hará todo lo que pueda para
alegrar a quien necesita un poco de ánimo. Los animales piensan, expresan
emociones y sienten dolor y placer. ¡Muchos seres humanos ni siquiera son
sensibles cuando otra persona necesita apoyo emocional!

¿Qué opina el judaísmo sobre la espiritualidad de los animales en general, y de los


perros en particular? ¿Los animales tienen alma? ¿En el Cielo hay un lugar especial
para los animales buenos?

Espero que pueda aclararme este tema.

Respuesta del Rabino de Aish

Formulas una pregunta muy profunda.

Los grandes cabalistas explican que todos los seres vivos, los humanos y los
animales, tienen alma. Sin embargo, no todas las almas son iguales. Como se
describe en Génesis 2:7, el ser humano tiene tanto un néfesh como una neshamá.
El néfesh se define como el alma animal; la fuerza vital, los impulsos instintivos,
animales. En contraste, la neshamá es un componente exclusivamente espiritual,
una chispa Divina que diferencia al ser humano de los animales. Esta es la parte de
la persona que anhela espiritualidad y cercanía a Dios.

Tanto los humanos como los animales tenemos respuestas emocionales como
amor, temor, lealtad, imaginación, memoria, inteligencia, etc. Huimos del peligro,
tenemos instinto de supervivencia y un impulso para procrear. Todo esto emana
del alma animal, el alma inferior.

Sin embargo, en los humanos hay otra entidad espiritual, muy diferente y mucho
más elevada. Los humanos también tienen un alma espiritual, Divina. Sólo esta
alma tiene la capacidad de crear una relación con Dios, con la dimensión
trascendental de la existencia. Es aquí donde los humanos ingresan al ámbito del
libre albedrío, de tomar decisiones morales. Sólo los humanos tienen la capacidad
de elegir placeres más elevados, placeres del alma, como ayudar a los pobres,
incluso si eso implica recibir menos placeres físicos, como no acaparar más
alimentos para nosotros mismos. Nunca verás a un perro hambriento decirle a sus
amigos: "No peleemos por esto" o "Dejemos algo para Fido, que llegará más
tarde".

Los seres humanos estamos en una batalla constante para ver qué alma dirigirá
nuestra vida. La medida de verdadera “humanidad” es el grado en que uno
controla al alma animal, porque de lo contrario la persona se comporta como un
animal. (En verdad, tal como explican los Sabios, es peor que un animal.
Desperdiciar el potencial espiritual es algo por lo que sólo un ser humano puede
ser considerado responsable).

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