Cátedra: Problemática de la Literatura y las Artes
Actuales
Consigna: Trabajo Práctico N° 1
Profesora: Molinas, Isabel
Alumnas: Agüero, Paulina- Mergen, Ana Paula-
Paredes, Agustina
Fecha de entrega: martes 13 de septiembre de 2016
a- El siguiente informe de lectura se desarrolla con el objeto de abordar dos de las problemáticas enunciadas en la Unidad 1 del programa de la cátedra Problemática de la Literatura y las Artes Actuales; nos referimos a la especificidad y a la legibilidad del arte, debido a que nos interesa indagar respecto de ¿cómo debe mirarse el arte? o, mejor dicho, ¿cómo debe pensarse? Para ello, partiremos del interrogante que atraviesa a toda la materia: ¿qué es el arte contemporáneo? tomando como soporte teórico, las propuestas de Agamben, G. (2008) y de Giunta, A. (2014); para luego observar la cuestión de la legibilidad desde Oliveras, E. (2008) y Bourriaud, N. (2006).
La especificidad del Objeto
Preguntarnos a cerca de ¿qué es el arte contemporáneo?, equivale a pensar en su especificidad. Según Agamben, G. (2008) es contemporáneo aquel que no coincide perfectamente con su tiempo, ni se adecúa a sus pretensiones; sino que tiene la mirada fija en su tiempo pero busca la oscuridad, no las luces, ya que todos los tiempos son, para quien lleva a cabo la contemporaneidad, oscuros. Ser contemporáneos es volver a un presente en el cual nunca hemos estado. La contemporaneidad es una relación de convivencia del sujeto con el tiempo al cual se adhiere y a la vez se distancia. Ahora bien, ¿qué significa buscar/ver la oscuridad? Significa que se requiere un tipo de actividad, no es algo pasivo, sino que es una acción para neutralizar las luces que vienen de la época a fin descubrir sus tinieblas. Por tanto, es contemporáneo quien no se deja enceguecer por las luces del siglo y alcanza a vislumbrar en ellas la oscuridad. Dice Agamben, G. (2008) ser contemporáneos es “ser puntuales a una cita a la que solo se puede faltar” (pág. 4). La contemporaneidad se inscribe en el presente marcándolo como arcaico, y solo quien percibe lo arcaico (próximo al origen) puede serle contemporáneo. Pero el origen no está situado solamente en el pasado cronológico: es contemporáneo del devenir histórico y no cesa de operar en él. Por otro lado, Giunta, A. (2014) sostiene que el término “contemporáneo” (relación estrecha con el presente) se ha generalizado y que en los nuevos museos reemplaza a “moderno”. Considera que la contemporaneidad no es un estilo, sino que está formada de síntomas, es decir, de aspectos que se observan, de transformaciones que dan cuenta de una nueva sensibilidad. La autora sostiene que, si bien la contemporaneidad en el arte no comienza en una fecha precisa, sus síntomas pueden percibirse en la segunda posguerra (con la explosión del informalismo en los ´50 y el experimentalismo en los´60) y se consolidan en los ´90. Para Giunta, A. (2014) estos síntomas son: en primer lugar, algo que se puede registrar desde Duchamp, y que se profundiza después de 1945: la irrupción de la vida en la obra. El arte contemporáneo, surgiría después de la autonomía del arte que propone el arte abstracto (separado y distante del mundo que nos rodea); es decir, el arte contemporáneo sería “posautónomo”. En segundo lugar, el artista contemporáneo critica a las instituciones artísticas (aspecto que también puede verse en Duchamp). Las instituciones aceptan las cachetadas y el artista las critica con ironía pero continúa en el sistema. En tercer lugar, el artista contemporáneo suele revisitar el pasado, para interpretarlo y resignificarlo en el presente. Investiga archivos, cuestiona iconografías nacionales e indaga el tiempo pretérito desde la memoria. En palabras de Giunta, A. (2014), “los artistas son cazadores de imágenes” (pág. 28-29). En cuarto lugar, el artista contemporáneo desde los sesenta ha experimentado con la tecnología. En quinto lugar, destaca la temática de las representaciones cartográficas. La historiadora establece que “Los artistas han intervenido y diseñado distintos mapas como formas de replantear el mundo” (pág. 44). Además, señala las intervenciones en el espacio público como formas de alterar la geografía urbana. Esto nos remite, a otra característica contemporánea planteada por Giunta, A. (2014), nos referimos al impulso democratizador, que el arte salga a la calle, fuera de las instituciones artísticas. A- La lectura artística Una vez abordada la cuestión de la especificidad del arte, indagaremos ahora la de la legibilidad. Oliveras, E. (2008) considera que en 1913 Duchamp introduce un gran cambio epistemológico con su Rueda de Bicicleta, ya que a partir de ella la obra de arte contemporánea se convierte en un objeto para el pensamiento y requiere que pensemos casi como si fuésemos filósofos o teóricos. Esto significa que el nuevo espectador del siglo XXI debe mirar, pensar y trabajar para hacer una lectura artística. Al igual que debe tener algún conocimiento de historia del arte, para poder apreciar en qué medida el nuevo paradigma niega a los anteriores. Lo que la autora quiere decir con esto es que ya no solo se goza la pura apariencia, porque el arte es síntoma de su tiempo, del espíritu de su tiempo. Además, no debe olvidarse que a la variedad de manifestaciones artísticas corresponderá la diversidad en la recepción, es decir, que distintos tipos de público circulan por los espacios de exhibición. Como consecuencia, el público ya no es visto por los artistas en términos ideales, como una construcción abstracta o como un mero eslabón final en la cadena de la comunicación estética, sino como un elemento formador del objeto estético, psicológica y físicamente posicionado; no mero receptor sino también emisor. Surge así, la categoría de "interacción con" una obra materialmente abierta que se completa, aunque de forma momentánea, gracias a la colaboración del espectador. Todo lo cual conduce a una superación de la distancia tradicional artista-obra -público. Bourriaud, N. (2006) por su parte, sostiene que el arte hoy modela universos posibles. Las obras ya no tienen como meta formar realidades imaginarias o utópicas, sino construir modos de existencia o modelos de acción dentro de lo real ya existente. El artista habita las circunstancias que el presente le ofrece para transformar el contexto de su vida en un universo duradero. Nada sería más absurdo que afirmar que el arte contemporáneo no desarrolla proyecto cultural o político alguno. Idea similar se expone en Oliveras, E. (2008) donde se analiza la relación arte-política partiendo de la discusión sostenida por Adorno y Benjamín respecto de la obra técnicamente reproducible. Continuando con Bourriaud, N. (2006), el autor plantea a la obra de arte como un intersticio social. Es decir, plantea la posibilidad de un arte relacional: un arte que tomaría como horizonte teórico la esfera de las interacciones humanas y su contexto social, la idea de “intersticio” sugiere las posibilidades de intercambio. Por lo tanto, no se puede considerar a la obra contemporánea como un espacio por recorrer, ya que la obra se presenta ahora como una duración por experimentar. La ciudad permitió y generalizó la experiencia de la proximidad: es el símbolo tangible y el marco histórico del estado de sociedad. Forma de arte que parte de la intersubjetividad, y tiene por tema central el “estar-junto”, el encuentro entre observador y cuadro, la elaboración colectiva del sentido. El arte reduce el espacio de las relaciones, o sea, el arte contemporáneo desarrolla un proyecto político cuando se esfuerza por alcanzar la esfera relacional, problematizándola. Los principios que se quieren mostrar son: el grado de participación exigido al espectador por el artista, la naturaleza de la obra, los modelos de lo social representado, etc. Además, una exposición genera un “dominio de intercambio” propio, que debe ser juzgado con criterios estéticos, analizando la coherencia de la forma y luego el valor simbólico del mundo que nos propone, de la imagen de las relaciones humanas que refleja. Sobre la base de lo dicho, se considera que la estética relacional constituye una teoría de la forma, es decir, de una estructura que presenta características de un mundo; la obra de arte no es la única, es solo un subgrupo de la totalidad de las formas existentes. El arte mantiene juntos momentos de la subjetividad ligados a experiencias particulares. Cada obra es así el modelo de un mundo viable y la obra de un artista toma el estatuto de un conjunto de unidades que pueden ser reactivadas por un espectador-manipulador. La forma nace en esa zona de contacto con el otro, es una propiedad relacional que nos liga con aquellos que nos transforman en cosa al mirarnos. Dice Bourriaud, N. (2006) “La forma toma consistencia y adquiere una existencia real cuando pone en juego las interacciones humanas” (pág. 23) Producir una forma es inventar encuentros posibles, crear condiciones para un intercambio. “La obra busca captar mi mirada como el recién nacido busca a su madre” (pág. 25), es decir, como algo instintivo, la esencia de lo social necesita del reconocimiento. Cuando un artista nos muestra algo despliega una ética transitiva que ubica su obra entre el “mirame” y “mirá esto”. Ahora bien, pensar en la participación del espectador y el carácter transitivo de la obra de arte, es pensar en la intervención del espectador/receptor en la obra de arte. Así, un cuadro, por ejemplo, concentra una emoción que la mirada del espectador debe revivir y hacer evolucionar. Dicha noción de lo transitivo introduce en el área artística un desorden formal, propio del diálogo. Siguiendo la propuesta de Bourriaud, N. (2006) entendemos que el arte relacional nace de la observación del presente y de una reflexión sobre el destino de la actividad artística. Su postulado fundamental es la esfera de las relaciones humanas como lugar para las obras de arte. El espacio en el que las obras se despliegan es el de la interacción, el de la apertura que inaugura el diálogo. Las obras producen espacios-tiempos relacionales y generan esquemas sociales alternativos, modelos críticos de las construcciones de las relaciones amistosas. La obra de arte se presenta como un intersticio social, dentro del cual estas experiencias, estas nuevas posibilidades de vida, se revelan posibles: “El arte ya no busca representar utopías, sino construir espacios concretos” (pág. 55) Como consecuencia, observamos que el arte de hoy nos obliga a pensar diferente las relaciones entre el espacio y el tiempo: es lo esencial, allí reside su originalidad. Por tanto, una obra no depende ya de la simple percepción ocular: es su cuerpo, su historia y su comportamiento lo que atrae al “que mira”, y ya no su presencia física abstracta. Al decir de Didi-Huberman, G. (2000), ni el objeto, ni el sujeto, ni el arte de ver se detienen en lo que es visible; el acto de dar a ver no es equivalente a dar evidencias visibles, sino que “dar a ver” es siempre inquietar el ver, en su acto, en su sujeto. Para concluir, hemos intentado exponer posibles respuestas a partir de los autores seleccionados para cuestiones tan complejas como son las de la especificidad y de la legibilidad del arte. Respecto de la primera, claramente se observa la generalización que sufre actualmente el término “contemporáneo”, cuando en realidad ser contemporáneos es una cuestión de coraje, porque demanda tener la mirada fija en nuestro tiempo pero para buscar la oscuridad. Por lo que podríamos decir que el concepto de “contemporáneo” sirve para reconocer la fugacidad del presente, es decir, la multiplicidad de relaciones entre el ser y el tiempo. En relación con la segunda, pierde valor la definición de “lo bello”, ya que este es más un problema de la estética. Lo que debe destacarse es que el arte más que ser visto requiere ser pensado y como tal demanda una acción y un trabajo de pensamiento por parte del espectador. Así, surge una interacción entre la obra, su artista y su espectador, porque el arte trasciende su propio campo y forma parte de otras prácticas significantes. b- A fin de acercarnos a la conformación de un primer corpus de arte contemporáneo, hemos seleccionado una performance de Francis Alÿs: Bridge- Puente (2006), una instalación de Cildo Meireles: Misión/Misiones (Cómo construir catedrales) (1987), el retrato de Juanito Laguna de Antonio Berni (1973), Retratos de Le Frére (2014) y obras del artista callejero Banksy (2009). Pretendemos demostrar que las obras interactúan con el artista y su espectador (volviéndola reflexiva), y que tienen como meta la denuncia a la estructura social, ya que ellas son objetos de resistencia. En primer lugar, intentaremos definir las tres formas de expresión sobre las que nos hemos basado para la conformación del corpus. Las mismas se identifican con el arte contemporáneo y puntualmente con la idea de globalización y el comienzo de la circulación mundial en centros de arte. Podemos acercarnos a una posible definición de performance a partir de las palabras del artista contemporáneo Maler, L. (en Giunta, A. 2011):
“la performance tiene una estructura ritual, un comienzo y un fin, momentos
mágicos. Reúne varias acciones que funcionan a la vez, pero no es representación, es presentación. El actor no representa a otro (Hamlet o Enrique II), es quien está ahí, frente al público” (pág. 246)
Por otro lado, en relación con los conceptos de instalación y fotografía, es
Giunta, A. (2011) quien expresa que estas dos formas de arte son las más apropiadas para ingresar a los circuitos artísticos. La autora propone que la instalación “(…) ha sido una forma de producir arte y también un comentario sobre el arte y sus límites” y puntualmente hace referencia a que el objetivo de la Instalación es “denunciar un acontecimiento inmediato” (pág. 274) Además, a fin de explicitar nuestros criterios de selección, nos centraremos en la posición del espectador ante el impacto de la obra, la cual, como ya hemos dicho, ofrece resistencia y nos invita a pensar, a reflexionar sobre los acontecimientos. Por esto, nos pareció interesante el rol que le concede Maler, L. (en Giunta, A. 2011) al espectador: “un espectador contemplador”, quien está situado frente a la obra no para reaccionar, sino para que se siente y reflexione. Las obras contemporáneas nos introducen en un espacio de denuncia y de protesta, sobre todo para quienes siempre han sido considerados como los “ajenos”. Speranza, G. (2012), por su parte, nos invita a pensar en la figura del “otro”, pensando puntualmente en el caso del arte latinoamericano:
“La corrección política ha llevado al reconocimiento del Otro, es cierto, pero al
precio de aplanar las diferencias, domesticar lo minoritario y normalizar las singularidades en una variedad inocua que alimenta la expansión veraz del mercado del arte” (pág. 29). Sobre la base de lo dicho, consideramos que las tres expresiones de arte seleccionadas dan lugar a observaciones pertinentes. En el caso de la instalación de Cildo Meireles, artista brasilero, la obra denominada Misión /Misiones (Cómo construir catedrales) es una reflexión sobre el costo humano de la fundación de las misiones jesuitas en Brasil, Paraguay y Argentina en los siglos XVI y XVII. La obra consta de una alfombra de seiscientas mil monedas doradas en el piso y dos mil huesos en el techo. Ambos elementos se unen por una columna de ochocientas hostias. La misma fue inaugurada en Brasilia y luego expuesta en diferentes ciudades del mundo. De esta forma, el artista trata de medir de alguna forma el costo humano de la evangelización y su conexión con la explotación de las riquezas de las colonias. La iluminación proviene del techo, iluminando los huesos y proyectándose en las monedas, lo cual genera un reflejo amarillento que invade la instalación. La obra, de forma rectangular, puede ser recorrida y observada desde los diferentes ángulos. Meireles está atravesado por la ideología en defensa de las minorías, y en este caso nos encontramos con una crítica a la institución católica.
Por otro lado, la performance de Francis Alÿs llamada Bridge- Puente es
para Speranza, G. (2012) “una obra colectiva en la que la cualidad poética del relato es todavía más inseparable de su vocación política”. La obra consiste en un puente para que estadounidenses y cubanos ‘caminaran’ sobre las aguas que separan los dos países: “Para la ‘construcción’ del puente, Alÿs alistó una flota de cientocincuenta barcos de pesca en Santa Fe, La Habana y en Cayo Hueso, Florida y pidió a sus dueños que los dispusieran uno junto a otro formando una línea en dirección a la otra ciudad, para que luego pescadores de ambos puertos caminaran de un barco a otro hasta llegar al último”. Es interesante la reflexión que da lugar esta performance en relación con lo hegemónico y el poder de las clases dominantes, puntualmente en el caso de Estados Unidos como centro del capitalismo. Alÿs nos propone “la ‘construcción’ colectiva de un puente, efímero pero perdurable en un relato que dice: Cubanos y americanos caminamos sobre el agua que nos separa. ¿De quién es el puente flotante?” (pág. 36). Otro ejemplo de obra contemporánea es el retrato de Juanito Laguna por Antonio Berni (1973), artista que a partir de la creación de este personaje denuncia aspectos de la vida social. Juanito Laguna es el niño pobre de las grandes urbes latinoamericanas. Representa a los chicos que viven en situaciones de pobreza, que habitan casas humildes o viviendas de chapa y cartón. Sus padres trabajan en fábricas o talleres, hacen changas para mantener a sus familias. Sus madres trabajan en la costura o limpiando casas. La situación de exclusión y pobreza de Juanito Laguna se ha acentuado desde los años ’60, cuando nació el personaje, hasta nuestros días. Juanito es retratado por Berni con una mirada de denuncia social y una enorme poesía. Juanito juega, viaja, se relaciona con los animales, festeja navidad pobre, aprende a leer, pesca, etc. Según el propio Berni, Juanito es un chico pobre, pero no un pobre chico, porque tiene sus ojos cargados de porvenir. El pintor desea para él un cambio profundo y una realización humana plena. Los Juanito Laguna son homenajeados por el gran artista introduciendo en la obra la basura de la sociedad industrial que suele rodear a esos niños en su hábitat cotidiano. Así, se realiza una apelación sensible acerca de sus derechos y su completa inclusión social.
“Juanito Laguna”. Palacio San Martín
También nos parece interesante incluir los “retratos” de Le Frére de líderes españoles. En la XXIII edición de la feria de arte contemporáneo (Feria de Liberación de Espacios Comerciales Hacia el Arte), que se celebra cada año en Madrid y es junto con ARCO o ART-MADRID uno de los puntos de interés para todos los seguidores del arte contemporáneo tanto nacional como internacional, este año se ha hablado de nuevas tendencias, autores más conocidos o menos conocidos y sobre todo, de las obras con las que participó en la feria el artista Le Frère. Los dibujos de Le Frère no solo llaman la atención por el material y soporte que utiliza – bolígrafo negro sobre papel higiénico (doble capa) – sino por el mensaje que acompaña a sus obras. De acuerdo con el propio artista, es un mensaje “con una fuerte carga social y crítica adecuada para los tiempos que vivimos”.
“IS PAIN, el papel de un Estado” en el Espacio Tiovivo, en Madrid (2012)
Retrato de Cándido Retrato de Retrato de Juan
Méndez Esperanza Aguirre Carlos I Rey de Secretario general Presidenta de la España y cazador de UGT. CAM. de elefantes.
Retrato de Mariano Retrato de Artur Retrato de Arnaldo
Rajoy Presidente Mas Presidente de Otegui Ex miembro del PP y actuall CiU y de la de ETA ex portavoz presidente de Generalidad de Batasuna España. Catalana. Retrato de Mariano Retrato de Rosa Rajoy Presidente Díez Presidenta de del PP y actuall UPyD. presidente de España.
Por último decidimos incluir al artista callejero Bansky. Sus orígenes en el
mundo del “street art” se sitúan en la década de los ‘80, época en la que el grafiti comienza a emerger como modalidad de pintura libre realizada en espacios urbanos. No obstante, es con la llegada de los ‘90 cuando la popularidad de Banksy se incrementa debido a sus polémicas obras en las que trata temas de ámbito social, político y económico. A través de su arte, realiza críticas sobre numerosos temas que atañan a la sociedad, utilizando la sátira y la ironía para evocar a la reflexión del espectador. Bibliografía
Agamben, Giorgio (2008) ¿Qué es lo contemporáneo?, en
http://www.ddooss.org/articulos/textos/Giorgio_Agamben.htm Bourriaud, Nicolás (2006) Estética relacional. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2008. Caspasso, Veronica (2010) Tendencias en el arte contemporáneo latinoamericano: el caso del artista Cildo Meireles. Disponible en http://asri.eumed.net/2/vc.html Didi-Huberman, George (2000) Ante el tiempo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2006. García Canclini, Néstor (2010) La sociedad sin relato. Antropología y Estética de la inminencia. Buenos Aires: Katz. Giunta, Andrea (2014) ¿Cuándo empieza el arte contemporáneo?, en http://www.arteba.org/dixit2014/LibroDixit-2014.pdf ---------------------- (2011) Escribir las imágenes. Ensayos sobre Arte Argentino y Latinoamericano. Buenos Aires: Siglo XXI. Oliveras, Elena (ed.) (2008) Cuestiones de arte contemporáneo. Hacia un nuevo espectador en el siglo XXI. Buenos Aires: Emecé. Speranza, Graciela (2012) Atlas portátil de América Latina. Arte y ficciones errantes. Buenos Aires: Editorial Anagrama. Corpus Alÿs, F. (2006) Bridge-Puente; en https://www.youtube.com/watch? v=iszkw_bfT0 Berni, A. (1973) Retrato de Juanito Laguna; en http://www.bienaldearte.com.ar/bienal-2014/catalogo-oficial/ Meireles, C. (1987) Misión/Misiones (Cómo construir catedrales); en http://marthadicroce.blogspot.com.ar/2012/01/cildo-meireles-misionmisiones- como.html Le Frére (2014) en http://www.artelista.com/blog/arte-y-denuncia-social Banksy (2009) en http://www.culturavia.com/blog/2016/01/05/banksy- obras/
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