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Kurt Spang
Criticar la crítica
Pensamiento y Cultura, núm. 10, noviembre, 2007, pp. 103-121,
Universidad de La Sabana
Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70101006

Pensamiento y Cultura,
ISSN (Versión impresa): 0123-0999
pensamiento.cultura@unisabana.edu.co
Universidad de La Sabana
Colombia

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Criticar la crítica

Criticar la crítica
Kurt Spang*

Resumen: la situación caótica de la crítica actual hace imprescindible una reconsideración seria con el
fin de dotarla nuevamente de criterios sólidos y libres de cargas ideológicas y circunstanciales. El artículo se
divide en tres partes: “Dar al texto lo que es del texto” trata del respeto que la crítica debe a la mera textua-
lidad de la obra; “Dar al crítico lo que es del crítico” se refiere a la exigencia de conceder al crítico un amplio
margen de libertad interpretativa; la tercera parte se dedica a los trascendentales como criterio de enjuicia-
miento de la obra de arte en general, y la literaria en particular, sin que se menosprecien las contribuciones
instrumentales que aportan las numerosas escuelas y corrientes críticas.

Palabras clave: crítica literaria, teoría de la literatura y del arte.

Abstract: Since there is a chaotic situation in criticism nowadays, it is imperative to look for a serious
reconsideration in order to grant it with solid criteria, free from ideological or circumstantial charges. The ar-
ticle is divided in three parts: “Giving the text what belongs to the text” is about the respect that criticism has
to show towards the textuality of a work. “Giving the critic what belongs to the critic” refers to the mandatory
requirement of giving to critics a wide margin of interpretative independence. The third part is dedicated to
trascendentals as judgment criteria for arts in general, and literature in particular, without underestimating
instrumental contributions coming from so many criticism schools and styles.

Key words: Literary criticism, literature and arts theory.

Résumé : la situation chaotique de la critique actuel fait indispensable une sérieuse reconsidération,
pour la fournir de nouveau avec des critères solides et libres des charges idéologiques et circonstancielles.
L’article est divisé en trois parts : “Donner au texte celui qui appartient au texte“ traite du respect que la cri-
tique doit à la simple textualité de l’œuvre ; “Donner au critique (comme personne) celui qui appartient au
critique“ traite de l’urgence de donner au critique un grand marge de liberté interprétatif ; la troisième partie
est dévoue aux transcendantaux comme un critère de jugement des œuvres d’art en général et des œuvres
littéraires en particulier, sans mépriser les contributions instrumentales apportées par des nombreux courant
et écoles critiques.

Mots clés : critique littéraire, théorie de la littérature et de l’art.

* Filólogo de las universidades del Sarre y La Sorbona. Subdirector del Departamento de Literatura Hispánica Recibido: 2007 - 05 - 10
Universidad de Navarra, Campus Universitario, 31080, Pamplona, Navarra (España). kspang@unav.es Aprobado: 2007 - 10 - 01
Kurt Spang

A n interpretation is the expression of the me-


aning of another expression.
B. J. F. Lonergan*
El concepto de crítica cuenta con una tra-
yectoria milenaria2. Ya Aristóteles propone la
tripartición de las tareas filosófico-filológicas
distinguiendo entre las del grammatikos, las del
Hemos sido durante mucho tiempo, y creo que filologos y del kritikos3: dos milenios más tarde,
lo somos aún, los huéspedes de la creación. Debemos la crítica en su sentido filosófico alcanza una
a nuestro anfitrión la cortesía de la pregunta. culminación sistemática en las tres obras fun-
G. Steiner damentales kantianas que llevan esta voz en su
título: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón
Vivimos una época crítica en el doble sentido práctica y Crítica del juicio. Como retoño más
de época en crisis, y en el de época con afanes reciente de la crítica filosófica, la Escuela de
de criticar. Puesto que es necesaria la crítica, Frankfurt con su “teoría crítica”, no dejó des-
y puesto que además nos gusta criticar, no cansar a los jóvenes rebeldes del 68.
hace falta buscar mucho para descubrir que
realmente hay bastante motivo. Sin embargo, El objetivo de este ensayo es más humilde,
¿quién critica la crítica? Di a mi ensayo este tí- se limita al ámbito de la literatura, a la crítica
tulo apoyándome en el de una conferencia de T. y la interpretación de obras literarias. N. Frye
S. Eliot “Criticar al crítico” del año 19611. Ahora declara en su Anatomía de la crítica que:
bien, ¿qué necesitad existe de criticar la críti-
ca? En primer lugar, considero útil y necesario Está claro que la crítica no puede ser un estu-
clarificar la noción de crítica reconsiderando dio sistemático si no existe una calidad en la
su cometido y sus límites y, en segundo lugar, literatura que la capacite para serlo; entonces al
intento establecer una distinción entre crítica e igual que detrás de las ciencias naturales exis-
interpretación. te un orden de la naturaleza la literatura no es
una mera acumulación de “obras” sino un or-
La abundancia de publicaciones al res- den de palabras4.
pecto hace imposible un repaso exhaustivo de
tantos libros y artículos que tratan este tema y, Se precisa, por tanto, fijar una definición de
al mismo tiempo, es aconsejable limitar previa- la literatura antes de abordar la problemática de
mente el ámbito de nuestro estudio a la crítica la crítica y la interpretación literarias; tarea que
literaria aunque sería deseable que se investi- en el marco de este artículo resulta harto difícil;
garan también aspectos comunes del ámbito de remito al interesado a un intento mío de definir
la literatura y los de otras artes. A todos los es- el fenómeno5, intento en el que precisamente
fuerzos subyace la cuestión por la existencia de
2 Para una descripción detallada del concepto de crítica véase, C. V.
una normativa general de la crítica, un mínimo Bormann y H. Holzhey, “Kritik“, J. Ritter y K. Gründer, Historisches
denominador común que resuma la problemá- Wörterbuch der Philosophie, vol. 4, Darmstadt, Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1976, col. 1249-1282; acerca de la crítica literaria en
tica y la herramienta elemental de todo tipo de particular véase F. Schalk y H. D. Weber, “Literaturkritik“, ibíd., col.
crítica o, al menos, de la crítica de las artes. 1286-1292.
3 Véase a este respecto el documentado artículo de R. Wellek, “The term
and concept of literary criticism”, in Concepts of Criticism, New Haven
* Esta cita procede del artículo de J. Pieper “Was heißt Interpretation?”, and London, Yale University Press, 1963, pp. 21-36, y su detallada A
Rheinisch-Westfälische Akademie der Wissenschaften. Geisteswis- History of Criticism, New Haven, Yale University Press, 4 vols., 1955.
senschaften, Vorträge G 234, Opladen, Westdeutscher Verlag, 1979, (Trad. esp.: Conceptos de crítica literaria, Venezuela, Universidad Cen-
pp. 9-29. tral X, 1963, e Historia de la crítica literaria, Madrid, Gredos, 1996).
1 T. S. Eliot, Criticar al crítico, Madrid, Alianza, 1967, p. 14. (La confe- 4 N. Frye, Anatomy of criticism. Four essays, Princeton, PUP, 1990, p. 17.
rencia que da el título al libro fue pronunciada en la Universidad de 5 Véase K. Spang, “Repensando la literatura como arte”, Revista de Lite-
Leeds en 1961). ratura, vol. LXVII, núm. 133, 2005, pp. 5-30.
Criticar la crítica

me empeño en establecer paralelos entre la lite- blemente. Baste repasar las consideraciones al
ratura y las otras artes, que forzosamente deben respecto de R. Wellek8 y de M. A. Garrido9 para
tener aspectos en común capaces de facilitar la darse cuenta de la necesidad de un deslinde
comparabilidad, a la vez que permitirán desta- previo del término para evitar malentendidos.
car las diferencias. Ambas tareas se imponen
en una época en la que se van desdibujando los La voz “crítica” procede del griego krino
límites con lo que, por consiguiente, también la que significa juzgar y seleccionar, también exis-
crítica corre el peligro de extraviarse en diversi- te kritikos –como vimos más arriba– para desig-
dades perdiendo la visión de la unidad y –apa- nar la persona capaz de juzgar. El Diccionario de
rente contradicción– también la de la diversi- la Lengua Española es todavía más explícito al
dad porque ésta no puede existir sin la unidad ofrecer entre otras estas dos acepciones que nos
a la que pertenece. Así la recepción de la obra interesan particularmente:
de arte en general y de la literaria en particular
1. Examen y juicio acerca de alguien o algo y,
ya remite obligatoriamente a una unidad míni-
en particular, del que se expresa pública-
ma que todas las artes tienen en común. mente sobre un espectáculo, un libro, una
obra artística, etc.
Por otra parte, no debe pasarse por alto 2. Conjunto de las personas que, con una mis-
que toda crítica y toda interpretación forman ma especialización, ejercen la crítica en los
un tipo de recepción. En lo que se refiere a la medios de difusión.
crítica y la interpretación literarias que nos ocu-
pan aquí podemos presuponer la existencia de Sobre la base de estas acertadas distincio-
dos tipos de recepción fundamentales que ca- nes podemos afirmar ya que el término designa
lifico como recepción directa o inmediata, por tanto una actividad como el resultado de esta
un lado, e indirecta o mediatizada, por otro. La actividad. Es más, resulta pertinente que in-
comunicación principal, es decir, la emisión y la troduzcamos también la distinción entre crítica
recepción intencionada y más apreciada por los docens y crítica utens en el sentido de que en el
autores es la directa. Como ya constata Dámaso ámbito universitario los filólogos procuran ela-
Alonso, los autores escriben para sus lectores y borar y enseñar herramientas y destrezas crí-
lo que pretenden conseguir es deleitarlos6; por ticas e interpretativas con la esperanza de que
tanto, el primer conocimiento de la obra poética los estudiantes se hagan con las habilidades y
es el del lector7. A éste se añade un segundo tipo manejen el instrumental para practicar la critica
de recepción, el de la crítica, que no es de nin- utens. Dicho sea de paso, la critica docens abar-
guna manera un impedimento para la delecta- ca también la llamada preceptiva literaria, que
ción, al contrario, hasta puede aumentarla; este desde la Poética aristotélica hasta entrado ya el
aumento es además un indicio de que la inter- siglo XIX se consideraba repertorio normativo
vención, el “entremetimiento” de otra persona, para la creación literaria y entraba a formar
o incluso de varias personas, en la estrecha y parte de la enseñanza de la literatura compren-
deseada relación entre autor y lector en princi- diendo el instrumental y la normativa para el
pio no son nocivos, molestos o perturbadores. comentario de obras literarias. No por nada en
las universidades españolas la actual asignatu-
Es este segundo tipo de recepción, la críti- ra de teoría de la literatura se llamaba “Crítica”
ca y la interpretación, el que va a ser objeto de todavía en los años setenta del siglo pasado10.
una dedicación más detenida en estas páginas.
Mientras que el término “interpretación” no es 8 R., Wellek, Conceptos de crítica literaria, ob. cit., pp. 25-35.
demasiado polifacético, el de crítica lo es nota- 9 M. A. Garrido Gallardo, Nueva introducción a la teoría de la literatura,
Madrid, Síntesis, 2000, pp. 34 y ss.
10 Todavía hoy no ha caído en desuso esta acepción de la voz, como se
6 Véase D. Alonso, Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos, observa en el reciente libro de A. García Berrío y T. Hernández Fer-
Madrid, Gredos, 1962, p. 39. “Las obras literarias no nacieron para ser nández, en el que se afirma que “La crítica literaria es el nombre bajo
estudiadas y analizadas, sino para ser leídas y directamente intuidas el que se entiende más comúnmente la práctica del estudio técnico
[…]. Este conocimiento tiene […] se fija o completa en la relación del de la literatura. Como disciplina de estudio y de trabajo científico se
lector con la obra, tiene como fin primordial la delectación y en la de- ocupa de los conceptos y métodos con los que se examinan las obras
de creación artística y los acontecimientos literarios”. A. García Berrío
lectación termina”.
y T. Hernández Fernández, Crítica literaria. Iniciación al estudio de la lite-
7 Ibíd., 35. ratura, Madrid, Cátedra, 2004, p. 17.
Kurt Spang

Sólo paulatinamente se ha ido afianzando la “reclusión” del intérprete, “encerrado” con


la acepción de crítica mediadora, acepción que una obra.
actualmente parece ser la más consolidada. Es
decir, prevalece el carácter institucional y pú- Dos peligros acechan al crítico: primero,
blico del oficio (N. Frye habla del public critic)11 en el caso de los críticos periodísticos, la prisa
cuya función principal es la mediación entre y, por consiguiente, la casi inevitable superfi-
literatura y público, ello en oposición a la natu- cialidad de sus juicios o, más nocivo todavía,
raleza primordialmente individual y particular en el caso del crítico académico, su formación
de la interpretación. Ahora bien, esta distinción y su interés pueden orientarlo exclusivamente
no implica que determinadas actividades crí- hacia aspectos externos o periféricos de la obra
ticas no puedan coincidir o solaparse con las literaria. El afán de “reconstruir” la obra bajo la
interpretativas, incluso habrá que suponer y perspectiva de las fuentes de las que se nutre,
desear que sea así porque el inicio, tanto de la o mostrando sus influencias o las diferentes re-
labor crítica como de la interpretativa, debe ser cepciones que ha tenido, investigar la estructu-
la confrontación ceñida y profundizadora con ra o el estilo, su relevancia sociológica o simple-
el texto. El crítico forzosamente tiene que inter- mente las circunstancias biográficas en las que
pretar previamente la obra que reseña, aunque se escribió, todo ello puede resultar interesante
acaso no lo haga siempre con la misma hondu- y útil pero obstaculiza el verdadero cometido
ra y minuciosidad con la que lo suele hacer nor- de la crítica impidiendo que ésta penetre hacia
malmente el intérprete. Hay que subrayar su la lograda plasmación literaria de una cosmo-
carácter público, reflejado en el hecho de que el visión que es (o debería ser) el afán del buen
fruto del trabajo del crítico se destine a la publi- autor literario. El segundo peligro, situado en
cación y la difusión en los diferentes medios es el otro extremo, se refleja en el postulado de F.
un distintivo inconfundible. Schlegel que defiende que la poesía sólo puede
ser criticada a través de la poesía, lo que signi-
¿Cuál es el corpus con el que trabajan el crí- fica que la crítica de una obra de arte debe plas-
tico y el intérprete? No está unívocamente de- marse en otra obra de arte. Recuerda también
terminado porque lo mismo puede ser la obra la afirmación de Baudelaire que recomienda
individual, que es el caso más frecuente, que un que la mejor crítica a un cuadro es escribir un
conjunto de obras o representaciones teatrales. soneto. Tanto un extremo como el otro se alejan
Este último aspecto precisa ciertas puntuali- del cometido verdadero de la crítica y de la in-
zaciones. La crítica teatral tiene también como terpretación en el sentido de que evitan o al me-
corpus la obra individual que se representa en nos dificultan el acceso del intérprete y de sus
un determinado momento, pero a esta circuns- eventuales lectores al núcleo de la obra de arte,
tancia se añade otro factor importante que es es decir, a lo que ésta comporta de revelación de
precisamente el hecho de que esta obra es in- la realidad, de “alumbramiento del mundo”, de
terpretada por un grupo teatral y la tarea del Welterschließung según el término heideggeria-
crítico es la de juzgar tanto el texto dramático no de difícil traducción. Es, o por lo menos de-
como su representación teatral con todo lo que bería ser, presuposición de toda actividad críti-
implica de elementos y modificaciones adicio- ca e interpretativa que cada texto quiera decir
nales no presentes en el texto. algo sobre el hombre y el mundo. En este orden
de ideas, J. Pieper afirma que: “Interpretar váli-
De todos modos, aquí se revela nueva- damente una aseveración significativa, equivale
mente, y en otra faceta, el carácter público de la a averiguar lo que ha pretendido decir el que se
actividad crítica. La colectividad del aconteci- expresa, es decir, comprenderlo y transmitirlo,
miento dramático-teatral que se considera en la es decir, hacerlo comprensible. Con ello se de-
crítica añade una faceta más que contrasta con signa una empresa sumamente exigente”12.

11 Frye, ob. cit., p. 9. 12 Pieper, ob. cit., p. 13.


Criticar la crítica

Como el texto literario no es un tratado Criterios y enfoques de la


filosófico, histórico o teológico, este algo pue-
de estar oculto y revelarse sólo detrás de las crítica
circunstancias externas, detrás de los hechos
que ofrece la historia narrativa o dramática, o La problemática más aguda y más discu-
la evocación de un estado anímico en la lírica. tida en este ámbito es obviamente la suscitada
Ahora bien, si el texto se revela como vacío e por los criterios que deben aplicarse a la crítica
insignificante, en el doble sentido de la palabra, y la interpretación. De antemano pueden dis-
tinguirse dos grupos de criterios: primero, la
la mejor interpretación no lo salvará puesto que
actitud y las pautas racionales ante el texto li-
poco o nada hay que interpretar.
terario y, segundo, los juicios emocionales o de
gusto. En el fondo se contraponen y, en el mejor
La etimología de interpretar se halla en el
de los casos, la actitud racionalista y sistemática
verbo latín interpretari que significa hacer de
se solapan con la emocional e intuitiva. La racio-
intermediario, explicar o declarar el sentido de
nalista sólo en parte corre pareja con la poética
algo, principalmente de un texto; además signi-
normativa y apriorística, es igualmente aplica-
fica traducir y enjuiciar. Como se ve, hasta aquí
ble a cualquier otra aproximación racional a un
coincide con la actividad del crítico. La diferen-
texto literario. La actitud intuitiva o emotiva se
cia se aprecia, en primer lugar, en el carácter basa en la espontaneidad, la sensibilidad y el
más particular, más recluido de la interpreta- gusto personal del intérprete.
ción. Pero tampoco se excluyen los solapamien-
tos como veremos con detalle más abajo. Como existe una ineludible corresponden-
cia entre la actitud del autor ante la creación
Resulta útil la distinción de dos fases de la literaria y artística en general, y el modo de re-
interpretación: en primer lugar, el análisis como cepción de la obra de arte, esta particularidad
averiguación y acumulación de los componen- debe tenerse en cuenta también en la crítica. Si
tes y elementos de contenido y forma, y en se- el summum de la creación es la emulación de
gundo lugar, la interpretación –también desig- los grandes modelos, la labor del crítico será
nada como comentario– de estos materiales y distinta que ante obras que se concibieron ela-
su valoración para completar la comprensión y boradas desde una supuesta tabula rasa. Así el
explicación del texto. afán de originalidad de los artistas, sobre todo a
partir del Romanticismo, es uno de los potentes
La interpretación como aproximación a la motores de la creación artística De ahí emerge
comprensión del texto en diversos grados de también con frecuencia una actitud rupturista;
intensidad y complejidad es el acercamiento el consiguiente rechazo de las normas estable-
más originario a la obra literaria. Sólo la obra cidas desemboca en la introducción de nuevas
comprendida puede ser explicada y valorada. normas y nuevos recursos y, por tanto, en la ne-
El desarrollo cuantitativo de las interpretacio- cesidad de idear nuevas normas para su inter-
nes también puede variar, y no sólo depende de pretación. No significa que por ello los criterios
la extensión de la obra interpretada, hecho que básicos cambiaran; como veremos, las modas y
influye poderosamente en el número de pági- las innovaciones no modifican los objetivos fun-
nas, sino depende también de las capacidades damentales. La ruptura no siempre es radical.
interpretativas y expresivas del comentarista. Así en la famosa Querelle des anciens et des mo-
Recuérdense los autocomentarios de san Juan dernes del siglo XVI francés los autores no qui-
de la Cruz a su Cántico espiritual que exceden sieron más que ampliar la normativa vigente y
con creces la extensión de sus poemas o –un aplicar nuevos recursos sin rechazar tampoco
ejemplo más reciente– las excelentes interpreta- por ello rotundamente todo el bagaje cultural
ciones de Madame Bovary y de Les misérables de acumulado. Se debe tener claro siempre que la
M. Vargas Llosa que alcanzan formato de libro. originalidad y la innovación de por sí todavía
Kurt Spang

no constituyen un valor estético y cultural. Josef genera la obra que se estudia. Salta a la vista
Früchtl dice con toda razón: que una postura como esta última es difícil de
defender ya que presupondría la posibilidad de
Las nuevas técnicas y formas en el arte no son una creación radicalmente original que partiría
todavía un criterio de valor por sí mismos, sino de una imposible tabula rasa; el mismo presu-
sólo en la medida en la que desde el punto de puesto debe establecerse del lado de la crítica
vista de la estética de la producción ofrecen una que no es pensable sin premisas y antecedentes
solución para problemas heredados y desde el
por muy autónoma que se crea. En suma, no
punto de vista de la estética de la recepción po-
sibilitan nuevas formas de percepción13. hay remedio contra la historicidad del hombre
y de sus actividades; el que pretende ignorarlas
Desde el punto de vista del origen de los actúa como el avestruz.
criterios cabe distinguir tres enfoques: prime-
ro, tomando como referencia su relación con Además cabe exigir que los criterios sean
el texto se presentan dos opciones extremas: aplicables a un grupo de obras y, por tanto, que
sean apriorísticos y aplicables a todas las obras.
o son criterios que se entresacan del propio
La primera opción es utópica y, si se practica,
texto –práctica que recomiendan los llamados
llevará obligatoriamente a la fragmentación o
críticos inmanentistas–, o son supratextuales
incluso al atomismo de las obras y de sus inter-
en el sentido de aplicables a todos los textos
pretaciones, lo que a su vez conduciría inelu-
literarios. No son pocos los autores y críticos
diblemente a la imposibilidad de comparar, de
que sostienen que cada obra aporta sus pro-
valorar y de jerarquizar. La crítica que renuncia
pias normas de interpretación. Éste es uno de
a estas tres facetas de su labor se convierte rá-
los argumentos fundamentales de las escuelas
pidamente en un discurso arbitrario sobre las
inmanentistas como lo era particularmente el
obras literarias sin ninguna validez intersubje-
New Criticism norteamericano. El presupuesto
tiva y calculable de criterios, interpretaciones y
de que las normas deben ser supratextuales en
valoraciones.
el sentido de poseer una aplicabilidad a todos
los textos literarios debe partir lógicamente de
El tercer enfoque de los criterios interpre-
una definición “unitaria” de la literatura. En
tativos hace referencia al grado de objetividad
su mayoría las normas y los recursos se averi-
y de subjetividad con el que se establecen. Es
guan por inducción y posterior sistematización imposible separar tajantemente las dos facetas;
desde el propio corpus. Un claro ejemplo, en- todo lo que realiza el hombre implica la rela-
tre otros aspectos, son las estructuras genéricas ción entre un sujeto y un objeto. Forzosamente
que a la fuerza deben basarse en una observa- también la crítica y la interpretación. La exigen-
ción inductiva de los textos con características cia lógica es naturalmente que se procure ser
similares. El segundo enfoque de los criterios lo más objetivo posible. Sin embargo, se cono-
se relaciona estrechamente con el anterior ya ce que –lo vimos más arriba– algunas escuelas
que se refiere al momento en el que se generan. dan una importancia predominante a lo sub-
Nuevamente existen dos posibilidades: o bien jetivo proponiendo que una obra de arte sólo
son apriorísticos en el sentido de que existie- puede interpretarse cabalmente a través de otra
ron antes de la creación de la obra y antes de obra de arte.
que se emprenda su interpretación, son los que
llamamos supratextuales, o bien se establecen Obviamente, entre la crítica y la interpre-
a posteriori, es decir, teóricamente la obra se tación existe una zona de solapamiento, sobre
crea sin tener en cuenta categorías existentes de todo en aquel sector en el que ambas contem-
modo que las normas para su interpretación las plan una obra individual y concreta con la in-
tención de comprenderla en su valor testimo-
13 J. Früchtl, “Kategorien der literarischen Ästhetik”, H. Brackert y J.
Stückradt (eds.), Literaturwissenschaft. Ein Grundkurs, Reinbeck, pp.
nial, es decir, de revelación de la realidad, lo
297-310, cita 304. que implica también su valor estético. No es, ni
Criticar la crítica

debería constituir –como ya afirmé– la principal gidas anteriormente como reacción contra los
preocupación del crítico la atención dedicada a excesos del racionalismo: “el cierto no sé qué”,
los aspectos externos, a fuentes, influencias, ele- el sentiment, el gusto, etc., que designan aque-
mentos estructurales o coincidencias y discre- lla zona recóndita que se abre igualmente a la
pancias con otras obras, aunque evidentemente hora de la interpretación de la obra de arte. En
pueden aportar datos para su mejor compren- el fondo, la comprensión artística y la literaria
sión. N. Frye observa a este respecto que: “El en particular permanecen en una franja inacce-
estudioso deposita sus materiales al exterior de sible a una descripción totalmente racional. Y
los portales de la literatura: como otras ofertas sin embargo, puede haber y de hecho hay nu-
dedicadas a consumidores invisibles; buena merosas coincidencias tanto de comprensión
parte de esta erudición parece ser el producto como de interpretación; el texto literario no es
de una creencia conmovedora, a veces sólo una radicalmente opaco ni totalmente subjetivo; es
esperanza de que algún Mesías crítico y sinteti- más, la exigencia de un determinado grado de
zador del futuro lo hallará útil”14. intersubjetividad y de consenso es indispen-
sable para que todo texto pueda cumplir con
Me refiero a aquel objetivo de la crítica su cometido de revelarnos parcelas de la rea-
que pretende penetrar en el núcleo de una obra lidad. En términos de M. Heidegger, el arte es
para captar el mensaje que aspira transmitir el un medio de exploración (Welterschließung) o
autor y –aspecto imprescindible– los significa- de apertura del mundo (Welteröffnung)15. A de-
dos que legítimamente pueda descubrir cada cir verdad, los paralelos más elementales ya se
receptor crítico, esta zona resulta difícil de con- hallan en el propio substrato de la literatura, el
ceptualizar ya que es la que tiene que ver con el lenguaje; por muy plurisignificativo y connota-
misterio de la comunicación humana en gene- tivo que sea, si no atribuimos un significado y
ral, y la verbal, ante todo la literaria, en parti- una referencialidad idénticos a la palabra sem-
cular. La comprensión de la comunicación oral bramos la semilla de la confusión.
y la escrita, tanto la convencional como la ar-
tística, constituyen un fenómeno cuya explica- Por ello, la prevención más segura para
ción necesariamente deriva hacia lo enigmático evitar las discrepancias demasiado llamativas
y lo misterioso porque, en el fondo, sólo son en las diversas críticas e interpretaciones es la
posibles las conjeturas para elucidar el proceso contextualización. Quiero decir con ello que
cerebral y mental que lleva de la identificación tanto la creación como la interpretación tienen
de signos, sonidos, palabras y oraciones hasta lugar en un determinado ambiente, en una de-
la captación del significado de un texto. En el terminada época histórica, en una determinada
caso de los textos literarios –que son por natu- corriente filosófico-artística, en una palabra, en
raleza connotativos y plurisignificativos desde el correspondiente Zeitgeist, es decir, el espíritu
su creación por el autor hasta su recreación o de la época. Lo resume contundentemente G.
“con-creación” por el receptor– las cosas se Steiner al afirmar:
complican aún más. No es de extrañar que un
estudioso como Amado Alonso, para designar Hay un consenso general respecto a que toda
el fenómeno insondable de la creación y la re- producción humana, concepto articulado o acto
cepción en la literatura, hable de la “almendra estético tiene lugar en el tiempo. Este tiempo po-
poética”, o Leo Spitzer del “étimo espiritual”, y see evidentes componentes históricos, sociales
y psicológicos. Es también evidente que gran
que Dámaso Alonso describa creación y recep-
ción literarias como “intuiciones totalizadoras”.
15 M. Heidegger, Sein und Zeit, Tübingen, Niemeyer, 1979, pp. 12, 46, 54, 87,
Son voces que recuerdan las designaciones sur- 134 y ss. Compárese también “Der Ursprung des Kunstwerks“, en Holz-
wege, Frankfurt/M., Fischer, 1980, p. 29y ss. Hegel indica que es tarea del
arte “despojar al mundo de su áspera extrañeza“, G. W. F. Hegel, “Vorle-
14 Frye, ob. cit., p. 10. sungen über die Ästhetik“, I, Werke, vol. 13, Frankfurt/M., 1975, p. 151.
Kurt Spang

parte del arte depende de factores contingentes tación. Los divido en dos grupos. El primero
como la disponibilidad de ciertos materiales, obedece al postulado: dar al texto lo que es del
de códigos convencionales de reconocimiento, texto, y el segundo a la exigencia: dar al crítico
y de un público potencial implicado en un con- lo que es del crítico.
texto y en una temporalidad dados16.
Con esta atribución –Dar al texto lo que es
Lo verdaderamente complicado es que no
del texto– quiero aludir a una de las obligacio-
tienen por qué coincidir el espíritu de la época
nes fundamentales del crítico y del intérprete
de la creación con el de la interpretación. Sólo
que es la fidelidad al autor, respetando su vo-
en la crítica de obras contemporáneas a la rea-
luntad y el texto en la medida en la que ambos
lización de la interpretación, los parámetros de
pueden averiguarse y considerarse auténticos.
contextualización resultan relativamente fáciles
Por este mismo motivo el epígrafe también de-
de reunir y captar. Cuanto mayor sea la distan-
cia temporal, e incluso geográfica, más com- bería rezar: “Dar al autor lo que es del autor”,
pleja se revela la contextualización. Esta básica porque al fin y al cabo él es el creador del texto.
dificultad de comprensión no exime al lector, Y téngase en cuenta que todavía no hablo de la
crítico e intérprete, de procurar hacerse con to- dedicación profesional y analítica al texto, sino
das las ayudas a su alcance que faciliten la em- de una actitud que el crítico debería asumir de
presa y eviten que la interpretación se encamine antemano y, con un poco de suerte, prolongar
por derroteros equivocados. Hay que tomar en también hacia el resto de las fases de su labor.
serio el mencionado presupuesto de que cada ¿Cómo se practica esta fidelidad? En primer lu-
texto nace en un contexto que influye en su gar a través de la capacidad de escuchar en el
creación y, por supuesto, también su recepción, sentido que le da Josef Pieper a zuhören18, que
crítica o interpretación a su vez se producen en implica un escuchar con atención y paciencia.
un contexto diferente, máxime si históricamen- Supone, por tanto, las tres cualidades impres-
te difiere del de la creación. Forzosamente el cindibles para la adquisición de cualquier co-
autor y el receptor del tipo que sean, consciente nocimiento, a saber, buenos modales, amor y
o inconscientemente participan del contexto en paciencia. Un acercamiento respetuoso a la per-
el que viven. Por eso mismo hay que advertir sona o al objeto y, en nuestro caso, al texto, que
de otro peligro, a saber: la tendencia natural e uno se propone conocer, junto con una predis-
inevitable de comprender e interpretar los tex- posición a la apertura y la cortesía no sólo in-
tos desde el presente. Como dice T. S. Eliot: fluyen en el comportamiento nuestro sino que
hasta nos hacen ver y escuchar el objeto mismo
Todo escritor está habituado a que sus palabras con otros ojos y otros oídos. “Cum libellis loquor”,
se citen fuera de su contexto, de modo que po- dice Plinio el joven, “hablo con los libros”, y ésta
lemistas no demasiado escrupulosos puedan es la actitud idónea frente al texto porque pre-
interpretarlas de una forma que no correspon- supone escuchar y dialogar con él como con un
de a la intención. Pero todavía es más frecuente auténtico interlocutor, algo que en el fondo es
citar lo dicho hace muchos años como si se hu-
hablar con el autor. Para ello se requiere sosiego
biera proferido ayer, porque eso suele hacerse
porque los atropellos no dan nunca resultados
casi siempre sin malicia17.
satisfactorios. El texto merece nuestro respeto y
afecto. Tal vez suene improcedente la primera
Dar al texto lo que acepción de amor que presenta el Diccionario de
es del texto la Lengua Española que reza: “sentimiento inten-
so del ser humano que, partiendo de su propia
Veamos los ámbitos y límites básicos en el insuficiencia, necesita y busca el encuentro y
ejercicio de la crítica y sobre todo de la interpre- unión con otro ser”, porque si el otro ser es un
texto, el acercamiento amoroso acaso no sea tan
16 G. Steiner, Gramáticas de la creación, Barcelona, Círculo de Lectores,
2001, p. 79.
17 Eliot, ob. cit., p. 14. 18 Ver nota 10.
Criticar la crítica

intenso; no obstante, no estaría mal si el crítico la comprensión ya que cada conocimiento es y


o el intérprete partieran más a menudo “de su debe ser un re-conocimiento, y sólo él hace po-
propia insuficiencia” y sin prejuicios se acerca- sible la con-creación
ran con humildad al texto intentando “buscar
el encuentro y la unión” en el sentido del firme Porque el proceso de lectura comienza y termi-
y despreocupado deseo de conocerlo realmente na en el lector, y lo que hace posible la lectura
y, en el mejor de los casos, de apreciarlo. es un acto irremisiblemente personal de com-
promiso con la lectura y la interpretación, ese
gesto de recepción que incluye abrirse al texto
Obviamente, una actitud de esta índole re-
y, lo que es igualmente importante, estar dis-
quiere paciencia, requiere una diligencia sosega- puesto a realizar afirmaciones fundadas sobre
da que es el garante de que el texto pueda des- su sentido y sobre lo que se podría añadirse al
plegar unas facetas y unas cualidades que no se mismo19.
revelarán nunca en un acercamiento apresurado.
Paciencia significa también leer y releer un texto El difícil equilibrio que se le exige entonces
–rara virtud en los lectores actuales–. Uno de los al intérprete es precisamente dar al texto lo que
grandes errores es la convicción de que con una es del texto, dejarlo valer en lo que dice, respe-
sola lectura se ha comprendido el texto. Esta ac- tando las discrepancias que pueda presentar
titud es tan desacertada como la que presupone con las propias convicciones. De ello hablare-
que con un encuentro se conoce a una persona, o mos con más detenimiento más adelante. Vea-
que con una audición se familiariza uno con una mos primero un tercer aspecto de la dedicación
obra musical, o con una mirada se comprende un respetuosa al texto; parece una perogrullada,
cuadro o una escultura. pero que en tiempos de la deconstrucción me-
rece por lo menos ser mencionada; me refiero a
Y esto sólo es una faceta –por así decir, la la aceptación de la referencialidad del lenguaje.
más externa– de la fidelidad al autor y al texto. G. Steiner constata: “Incluso el poema lírico más
El encuentro con un texto siempre representa el íntimo nace de una compleja matriz de circuns-
encuentro de un sujeto con un objeto, o quizá, tancias temporales y formas sociales: siendo la
en cierto sentido, más aún el encuentro de dos primera y más importante la condición del len-
subjetividades, la del autor, reflejada en el tex- guaje, que resulta siempre de fuerzas colectivas
to, y la del receptor que aflora y se materializa y diacrónicas”20.
en la interpretación. La subjetividad del autor
implica el presupuesto de que éste experimenta El logocentrismo deconstructivo21 que cree
y exterioriza en su obra ciertas preocupaciones; poder postular y permitir una ilimitada inter-
presupone que su obra de alguna manera tes- pretación de un texto respetando exclusivamen-
timonia que no está contemplando con indife- te las relaciones intralingüísticas de las palabras
rencia al hombre y su entorno, en suma, que y oraciones descuida e ignora el hecho funda-
sus obras constituyen un testimonio de su vi- mental, imprescindible e irrefutable de que las
sión del mundo. palabras son signos que se refieren a una reali-
dad extralingüística que suponen nuestra vin-
Por supuesto, tanto para el autor como culación con el mundo y permiten pensarlo y
para el intérprete será imposible deshacerse comunicarlo. El crítico que abandona el terreno
completamente de las convicciones y del baga- de la referencialidad renuncia con este mismo
je cultural personales, tampoco sería deseable hecho también a la referencialidad de su pro-
porque haría imposible la “compenetración”
de dos sujetos que se lleva forzosamente a 19 E. W. Said, Humanismo y crítica democrática. La responsabilidad pública de
cabo en cada interpretación como una especie escritores e intelectuales, Barcelona, Debate, 2006, p. 90.
de diálogo; una lectura no podría ser enrique- 20 Steiner, ob. cit., p. 75.
21 Véase A. García Berrío, “Epílogo (provisional): De lo uno a lo diverso.
cedora sin la aportación de los conocimientos Teoría de la literatura y teoría de la crítica“, Teoría de la literatura. La
personales del lector, es más, ni sería posible construcción del significado poético, Madrid, Cátedra, 1994, pp. 640 y ss.
Kurt Spang

pia crítica en el sentido de que puede significar deshacerse de las circunstancias vitales y cultu-
lo que significa y también su contrario; de este rales personales es ilusorio aspirar a sintonizar
modo, aquel tipo de crítica se juzga a sí mismo exactamente con la mentalidad del autor y la
demostrando su invalidez y con ello su inutili- situación en la que se creó una obra; pretender
dad. Lo mismo que no vale el “anything goes“, meterse en la piel del autor y olvidarse de la
igualmente arbitrario y contingente. propia equivaldría a hacer malabarismos es-
quizofrénicos. La solución se halla siempre en
Queda un aspecto más que reseñar dentro un compromiso, y consiste en distinguir en la
de las exigencias de este epígrafe. Dar al texto medida de lo posible, por un lado, las particu-
lo que es del texto significa también que una laridades de la época y de las circunstancias del
crítica y una interpretación deben considerar autor en el momento de la creación de la obra
el texto completo e íntegro, lo que no significa en cuestión y, por otro, reducir a la justa medida
que haya que explicitarlo forzosamente todo, lo que pueda haber de ingredientes personales
sobre todo si es muy extenso; pero no se puede en la comprensión e interpretación de este tex-
interpretar un fragmento como si fuese la tota- to. No se trata de suprimir las intuiciones y los
lidad y tal vez sacar conclusiones equivocadas conocimientos personales que ayudan a sinto-
de una parte desarraigada. El texto logrado es nizar con el texto y comprenderlo mejor, sino
fundamentalmente una unidad que debe ser de matizar los elementos que podrían falsificar
respetada para una cabal comprensión e inter- la expresión original del autor. La tarea no es
pretación. Siempre cabe una interpretación si- fácil y requiere un severo autocontrol por parte
necdóquica en el sentido de interpretar la parte del crítico; es más difícil aún si el momento de la
por el todo. creación es remoto o si el texto es anónimo, por-
que son necesarios conocimientos detallados
Dar al crítico lo que es del de la supuesta época de origen y de los autores
coetáneos. La escuela de la estética de la recep-
crítico ción ha hecho grandes esfuerzos para elaborar
el llamado “horizonte de expectativas” predo-
La segunda exigencia básica de la crítica e minante en determinadas épocas, y podrá ser
interpretación la denomino como “dar al críti- provechoso hacerse con los pertinentes “prejui-
co lo que es del crítico”. Centraré, por tanto, la cios” en el sentido gadameriano23 y rechazar los
atención en las prerrogativas pero también en prejuicios personales injustificados. Una buena
los deberes y las obligaciones que correspon- parte de las tareas de contextualización la lle-
den al lector e intérprete al enfrentarse con el van a cabo aquellas disciplinas que se encargan
texto. Ya mencioné el hecho de que cada lectura de dilucidar este concepto como la historia de
es una co-creación o, al menos, una colabora- la literatura, la ecdótica, etc.
ción con el autor. D. Alonso la describe así: “El
lector es el artista donde se completa la relación En este orden de ideas, y es algo proclama-
poética. Es un artista que no inventa intuiciones do por los propios recepcionistas, acecha el pe-
espontáneas, sino reflejadas, siempre mediante ligro del postulado de la historicidad absoluta
la excitación de la obra de un creador”22. de todas las interpretaciones y la consiguiente
provisionalidad irremediable. Es evidente que
Una de las tareas elementales de la cola- no hay interpretación definitiva en el sentido
boración entre ambos es la contextualización; radical; todas adolecen, si se puede decir así, de
es decir, así como la creación se realiza en un la marca de la época y de la persona que las rea-
espacio histórico y geográfico determinado, la lizó; pero ello no implica tampoco que no pueda
recepción está sometida al mismo condiciona- haber interpretaciones válidas. Siempre habrá
miento. De la misma manera que es imposible
23 Véase H. G. Gadamer, Verdad y método. Fundamentos de una hermenéuti-
22 Véase Alonso, ob. cit., p. 201. ca filosófica, Salamanca, Sígueme, 1991.
Criticar la crítica

otras, nuevas, distintas y válidas, siempre que Exigencias al crítico


todas ellas se hagan contando con los medios
y el saber al alcance de la época. Evidentemen- Es evidente que al buen crítico, así como
te, nadie puede saber nunca la verdad entera,
al intérprete, se les exige una sensibilidad lite-
sino sólo partes pendientes de completar y, no
raria y artística, unos conocimientos y unas ca-
por ello se anula la existencia de la verdad. Una
pacidades intelectuales fuera de serie. De ellas
interpretación lograda siempre es acabada y
la más elemental es el dominio del idioma, y
autónoma, aunque pueda haber otras simultá-
ello desde dos ángulos de vista: primero, como
neas o posteriores que vean otros matices o dis-
pongan de nuevos conocimientos para abordar premisa para entender correctamente el texto y
un texto. no solamente en el sentido de captar su senti-
do sino también dar razón de los juegos de pa-
Esta es una de las razones por las cuales la labra, las ironías, las segundas intenciones, en
crítica inmanentista radical se invalida a sí mis- suma, que sepa leer también entre líneas. En se-
ma. El texto como única fuente de información gundo lugar, debe dominar el idioma en tanto
nunca podrá ser suficiente para una interpre- que instrumento de comunicación para poder
tación, siempre habrá que recurrir a fuentes e expresar debidamente el fruto de su análisis e
informaciones extratextuales. También se muti- interpretación del texto. La tarea del crítico es
la peligrosamente un texto si se aísla de su au- principalmente la de hacer de mediador entre
tor y de sus circunstancias. Renunciar al bagaje autores y público lector, lo que implica por un
cultural y al instrumental analítico e interpreta- lado que la reseña y la interpretación que escri-
tivo equivale a renunciar a los medios impres- ba se entiendan y, por otro, que sean sugerentes,
cindibles que dan vida al texto. La socialidad que contagien a los futuros lectores y les inciten
con la que se define una faceta fundamental del a la lectura. Nunca la formulación debe resul-
hombre se extiende también a sus actividades y tar inaccesible al lector; es inadmisible la crítica
obras. Así como, en un extremo, es ilícito con- intelectualista y casi ocultista que se da aires
cebir toda la literatura como un solo libro, tam- de estar destinada sólo a círculos de iniciados
bién, llegados al otro extremo, es improcedente y elitistas. Frye castiga este tipo de reseñas ya
el opuesto de concebir la obra individual como que “aquí la crítica se restringe a gestos rituales
absolutamente autóctona. Situarla en su lugar masónicos, a cejas alzadas y comentarios críp-
y en su momento en la cadena histórica forma ticos y signos de una comprensión demasiado
parte de lo que entiendo por contextualización. ocultista para la sintaxis”25.

En último término se añade una circuns- Aparte del dominio del idioma y su uso
tancia, a menudo comprobada y que errónea- razonable el crítico debe poseer –como ya ad-
mente se interpreta como presunción de la crí- vertí– una sensibilidad artística y literaria nota-
tica, el que los autores mismos no son capaces
bles y procurar adquirir una formación cultu-
reconocer y valorar plenamente todos los deta-
ral y literaria que le capacite para analizar con
lles ni tampoco el alcance de su obra; y ello ni
conocimiento de causa y juzgar con la mayor
en el momento de su creación, ni aún posterior-
objetividad posible. Será difícil de evitar que
mente. N. Frye lo confirma al especificar que:
haga concesiones a sus gustos personales per-
Es generalmente aceptado que el crítico es me- ceptibles probablemente en la selección de las
jor juez del valor de un poema que su creador, obras que se propone presentar al público. En
pero todavía persiste la idea de que es un tanto cualquier caso siempre tendrá que luchar con-
ridículo considerar al crítico como el juez final tra la proclividad a juzgar más positivamente
de su significado a pesar de que en la práctica las obras que respondan a sus gustos persona-
queda claro que tiene que serlo24. les y de tender a ser más duro con las que no

24 Véase Frye, ob. cit., p. 5, nota 10. 25 Ibíd., p. 4.


Kurt Spang

le agradan. Cuestión aparte es si el crítico debe intuitivo tenemos unas nociones sorprendente-
criticar obras positivamente malogradas o si, mente sólidas de lo que son los trascendentales;
por el contrario, debe silenciarlas. Opino que es más, constituyen una especie de garantía de
la crítica más oportuna a un libro malo es no supervivencia en la vida cotidiana, los necesita-
hacerle ninguna. Ahora bien, si por el motivo mos y los aplicamos a diario. Vemos claramente
que sea el libro malo ya obtuvo fama y existe el cuándo un fenómeno material o espiritual está
peligro de que muchos lectores lo compren por acabado, completo, “redondo”, en suma, cuán-
estar en boca de todos u ocupar primeros pues- do tiene unidad. Para ello no hace falta recurrir
tos en la lista de best seller, entonces el crítico a reflexiones metafísicas. Sabemos cuando una
debe intentar contrarrestar la corriente y preci- afirmación sobre un fenómeno material o espi-
sar por qué la lectura de este libro es una pér- ritual es acertada o equivocada, aunque en oca-
dida de tiempo. Conviene que el público sepa siones puede haber casos en los que nos falta
que existen muchos libros buenos que valen la información y no sabemos exactamente cómo
pena, tantos que una vida humana no da abasto son las cosas, sobre todo en épocas relativistas
para leerlos. como la nuestra en las que a muchas personas
se les bailan los criterios. Pero aún admitiendo
El dominio de los que esto es así, el hecho no implica que se deba
poner en tela de juicio o negar la existencia de
trascendentales la verdad.

A mi modo de ver, los criterios más fiables Con la bondad existen aún menos proble-
y capaces de superar los juicios meramente mas. El trascendental de la bondad tiene dos
personales y contingentes, criterios que segura- facetas principales, el hacer bien las cosas, por
mente constituyen la herramienta más difícil de un lado, y hacer el bien, por otro. No nos resul-
adquirir y la más difícil de aplicar pero también ta difícil descubrir y evaluar cuándo las cosas
la más eficaz, son los trascendentales. Se trata están bien hechas y cuándo nos encontramos
de categorías por encima de todas las demás ante una chapuza, y tampoco costará mucho
pero con ellas el riesgo de la parcialidad y de distinguir entre una actuación buena y mala.
la ideologización en los juicios y las valoracio- Con ello no quiero negar que haya casos límite,
nes es mucho menor que basándose en criterios o que siempre resulte tan sencillo deslindar a la
inherentes a la obra de arte en general y de la primera lo éticamente positivo de lo negativo.
literaria en particular. La supremacía de estas
categorías trae naturalmente consigo dificulta- Tampoco se puede negar que todos los
des que parecen insuperables a primera vista. hombres tengan una percepción innata de lo
Primero la de adquirir unas nociones que ca- bello. Como los demás trascendentales, forma
paciten concebir los trascendentales, y segun- una especie de alimento espiritual demasiadas
do la de aplicarlas a la práctica interpretativa veces infravalorado o incluso ignorado. En rea-
de cada texto. lidad, la falta de estos alimentos puede llevar a
los hombres en casos extremos a una “anorexia
Se me dirá que habrá que ser filósofo y me- espiritual”; el descuido de los trascendentales
tafísico para hacerse con esta herramienta críti- puede traer consecuencias nefastas para la vida
ca. Ciertamente, algo de filosofía tienen unidad, del individuo y la convivencia social.
verdad, bondad y belleza ya que son conceptos
con los cuales se entra en un nivel de abstrac- Lógicamente, la capacidad de percepción
ción muy elevado porque en principio abarcan de lo uno, verdadero, bueno y bello, aunque in-
la realidad y el ser enteros. Ahora bien, antes nata, es perfectible. Es una de las tareas a la que
de tirar la toalla habrá que tener claro –como tienen que dedicarse de por vida el crítico, el
en tantas ocasiones– que a todos nos asiste el lector consciente y, en el fondo, todos los hom-
sentido común ya que de modo inconsciente e bres. Los trascendentales son fuentes de cono-
Criticar la crítica

cimiento y fuentes de gozo nada despreciables, obras. Así ocurre, por ejemplo, en el caso del
mejor dicho, irrenunciables. El progreso cultu- cuadro que se presenta como entidad y unidad,
ral es mensurable a través del progreso del cul- y se independiza de los demás por el marco
tivo de los trascendentales. que lo rodea. El libro, ya como objeto material,
constituye una unidad externa de la literatura.
Nos interesa ahora deslindar cómo se re- Análogamente, el margen blanco alrededor del
flejan los trascendentales ante todo en la litera- poema desempeña la misma función.
tura, y cómo pueden resultar útiles en la prác-
tica crítica e interpretativa. Como veremos, la La unidad lógica o interna revela un grado
realización de los trascendentales en la obra li- de singularidad más elevado constituida por
teraria no es exclusivamente una consecuencia varios componentes sólida y coherentemente
del tratamiento de un tema a través de la inven- engranados tal como se observa con claridad
ción de una problemática y de la elaboración en los organismos, e igualmente en la obra de
de un conflicto; se materializan si no en todos, arte lograda. Las partes sólo se entienden en
en la inmensa mayoría de los ingredientes de relación con y en función de la totalidad que
ella. La intrínseca interrelación de fondo y for- configuran; no se consideran en lo que son ais-
ma abarca también la realización de los trascen- ladamente, sino en lo que la unificación con el
dentales o, mejor dicho, los trascendentales son resto hace de ellos. La división de un drama en
el garante de que el fondo encuentre su forma tres actos crea unidades externas, pero son la
o a la inversa. Y si en la interpretación se descu- funcionalidad de los actos como exposición, en-
bren discrepancias entre el fondo y la forma, o lace y desenlace del conflicto dramático lo que
si existe un exceso de un trascendental a costa le confieren unidad interna.
de otro, es en primer lugar una falta de unidad
y en segundo lugar un indicio de la hechura de- Es en esta perspectiva que se percibe tam-
ficiente de esta obra. bién más claramente el fenómeno de la disgre-
gación y la disolución; es más, puede producir-
La unidad se la situación aparentemente paradójica de que
una obra de arte ostente una unidad externa a
La unidad es la premisa fundamental para la que, sin embargo, no corresponde ninguna
la existencia de la diversidad en la realidad, en ilación y coherencia lógica e interna. Un caso
general, y también en la literatura. Mientras curioso de supuesta disgregación se produce
que en la diversidad se manifiesta la contin- en la novela abierta, es decir, aquella narración
gencia, desde la unidad emerge un concepto cuyo conflicto no queda solucionado al final.
general. Obviamente existen diversos grados ¿La “apertura” afecta la unidad o se produce el
y diversas especies de unidad. La unidad real caso aparentemente paradójico de una unidad
o cuantitativa del ser se refiere a la posibilidad inacabada? Se supone que la falta de solución y
de distinguir una cosa de otra, al hecho de que conclusión es deseada por el autor y forma pre-
posee un determinado grado de individualidad cisamente el final deseado o bien para plasmar
(indivisum), desde una piedra, pasando por las y sugerir la imposibilidad de una solución o
plantas y los animales, hasta llegar al hombre para incitar al lector a “construir” y a imaginar
observamos diversas unidades cada vez más el final, y con ello la unidad, él mismo.
patentes y sutiles. También sirve para distin-
guir una obra de otra en el ámbito del arte. La verdad
Es útil distinguir entre unidad externa e Afirmar la existencia de la verdad, desde
interna, sobre todo en el arte. Las obras de arte Nietzsche y hasta en nuestros días, es exponer-
constituyen una unidad externa que en la ma- se a la crítica o a la sonrisa petulante de los que
yoría de los casos se aprecia por algún indicio pretenden saber que no existe, pero eso sí lo sa-
de independencia que la separa de las otras ben con certeza.
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El hecho de que las cosas y las ideas son, anula su existencia. El hombre, y sobre todo
ya es la primera verdad. Si luego somos capaces los auténticos artistas, son buscadores de la
de liberarnos de las trabas de la mera subjetivi- verdad y si no pierden el aliento lo serán hasta
dad, y de averiguar y formular adecuadamente el final de sus días. No sin razón se le atribu-
cómo son las cosas y las ideas hemos alcanzado yen al artista desde la antigüedad capacidades
un primer nivel de universalización, un pun- de vate y visionario; y en un nivel cotidiano, a
to que nos permite ponernos de acuerdo con la persona mayor más madurez y más sabidu-
otros sujetos sobre las propiedades de la rea- ría en el sentido de que el mosaico compuesto
lidad y establecer consenso con ellos; el pen- de verdades fragmentarias, que va elaborando
samiento se adecua a la realidad. Descubrimos a lo largo de su vida, ineludiblemente se va
lo que podríamos llamar la verdad fáctica o de completando de manera paulatina sin alcan-
conocimiento. zar nunca la plenitud.

Al parecer, los hechos componen sólo una En la manifestación de la verdad reside


superficie, lo palpable o sensorialmente per- el motivo más potente del alto valor formativo
ceptible, pero en realidad –como ocurre sobre de la literatura ya que despliega mundos posi-
todo en el arte– sirven de estímulos e indicios bles hechos con los ingredientes de la realidad
que nos invitan a descubrir significados más existente configurados de tal manera que nos
profundos. Descubriendo esta duplicidad de revelen verdades más profundas y evidencias
niveles vamos camino de descubrir la verdad universales.
óntica. precisamente, el cometido más desta-
cado y fructífero de la literatura y del arte es La tarea del crítico y del intérprete es dis-
el presentarnos mundos posibles para que en cernir hasta qué punto el autor ha conseguido
ellos descubramos la realidad verdadera y plasmar la verdad sobre el hombre y el mun-
esencial. El arte abre ventanas sobre el ser, nos do en una determinada obra. Para realizar de-
hace transparente la realidad más allá de la su- bidamente esta labor tiene que ser consciente
perficie y de las contingencias. El cuadro que del doble nivel que debe contemplar, analizar y
nos ofrece la imagen de un árbol representa evaluar: toda obra evoca el conflicto y la proble-
en primer lugar la verdad fáctica de un árbol, mática de uno o varios individuos con su nom-
pero si está descrito o pintado con arte revela bre y su circunstancia, ahora bien, en la obra
también la “arbolidad”, quiero decir, la verdad lograda esta individualidad se trasciende y se
óntica de lo que es la esencia de este árbol y de universaliza sin perder, no obstante, el carácter
todos los árboles. El retrato de una persona, icó- individual.
nico o verbal, reproduce los rasgos visibles del
individuo en cuestión, pero evoca también su Para el autor y para el crítico la plasmación
personalidad y transparenta también una ima- y el reconocimiento de la verdad en una obra
gen de lo humano y de la humanidad. requieren unos conocimientos nutridos sobre el
hombre y el mundo. Soy consciente de que en
No hace falta recordar que no siempre los la actualidad, tal vez más que en otras épocas,
mundos posibles del arte o de la literatura ofre- las opiniones acerca de la verdad del hombre y
cen auténticas revelaciones de la verdad óntica. del mundo discrepan de manera considerable.
Es precisamente el grado de penetración de las Gran parte de la confusión en la que vivimos
apariencias fenoménicas, por un lado, o la falta hoy en día se debe precisamente a esta falta de
de profundidad, por otro, lo que nos sirve de consenso que no pocas veces es una falta de
indicio y medida para enjuiciar y valorar positi- sentido común en relación con estos aspectos
va o negativamente una obra de arte. básicos, si bien fundamentales, como las cues-
tiones de qué es el hombre y qué es el mundo.
Como advertí, nadie es capaz de descu- Y gran parte de la confusión y de las discrepan-
brir y conocer la verdad plena, hecho que no cias críticas e interpretativas tiene su origen en
Criticar la crítica

las actitudes encontradas y enfrentadas de las vista técnico pero habrá que renunciar a valo-
personas dedicadas a la crítica. Naturalmen- rarla desde el punto de vista de la problemática
te uno puede discrepar, pero lo que no parece que evoca. Siguiendo la actitud del relativismo
admisible es que la crítica actúe como si estas actual, todo será admisible y todo deberá acep-
cuestiones no existieran, haciendo como si la tarse como equivalente. Este hecho demuestra
verdad no estuviera comprometida en las acti- también que el crítico debe aportar desde fue-
vidades críticas e interpretativas. ra un bagaje ético y cultural considerable a la
obra que estudia. Si su único criterio es la obra
misma será imposible evaluar objetivamente su
La bondad contenido, tendrá que aceptar y dar por buenas
las actuaciones de las figuras tal como se pre-
Todo lo que es apto para perfeccionar algo
sentan o simplemente abstenerse de cualquier
existente es bueno, tanto en lo material como
valoración. Y esto es precisamente lo que ocu-
en lo espiritual. Dicho de otro modo, hay una rre con demasiada frecuencia.
bondad derivada del modo de actuar, de hacer
bien las cosas, y una bondad basada en el hecho
de hacer el bien. Es obvio que ambas bondades La belleza
se relacionan estrechamente.
De entrada hay que aclarar que la belle-
La bondad de hacer bien las cosas, el bo- za no es un trascendental más que se añade
num utile, lleva a otro bien, contribuye a que a los otros, sino que es la lógica consecuencia
mejore el objeto sobre el cual se ejerce. La me- de la presencia de los demás trascendentales.
Un fenómeno material o espiritual es bello en
dicina es un bien que restituye la salud como
la medida en la que en él se realicen unidad,
bien humano, el bien hacer del artista contribu-
verdad y bondad26. Existe la belleza superficial,
ye a la perfección de la obra que está creando.
el objeto e incluso la obra de arte o la persona
Además, perfecciona también a la persona que
que deslumbra, pero si además de la superficie
realiza el acto.
hermosa no participan de la unidad, verdad y
bondad no podrá poseer el splendor formae del
Hacer el bien implica la realización de un que habla Alberto Magno como indicio y ori-
valor en sí como la paz, la compasión, el amor, gen de la belleza. El esplendor de la forma nace
etc. Todos contribuyen a la perfección del hom- de la presencia y conjugación de todos los tras-
bre. Salta a la vista que para enjuiciar el bien y cendentales en armonía, no aisladamente, ni
el mal de la actuación humana se precisa de una enfrentados sino desplegándose en una perfec-
medida. Y esta medida es precisamente uno de ción y compenetración accesible al observador.
los aspectos más debatidos en este momento; Evidentemente, según el grado de aproxima-
puede resumirse en la sencilla pregunta: ¿exis- ción a la configuración ideal que representan
ten unas normas y unas pautas que rigen la na- también la belleza va a ser gradual.
turaleza y especialmente la naturaleza humana
y disponemos, por tanto, de unos criterios pre- Cuando Santo Tomás define la belleza
establecidos y universales para la distinción del como quae visa placent no pretende reducir la be-
bien y del mal? O, por el contrario, ¿la medida lleza al ámbito de lo visual, sino subrayar que el
y el criterio del bien y del mal se dirimen en modo más inmediato de su percepción son los
cada situación y para cada sujeto? Nótese que ojos, sin ninguna mediación; sin embargo, en la
esta última opción implicaría la imposibilidad obra literaria existe una particularidad: que no
de juzgar la actuación de una persona o la plas- puede prescindir de la mediación en forma de
mación de la actuación humana en una obra li- la palabra para transmitir lo bello. Todos cono-
teraria. Si en este ámbito se admite también el
26 La estrecha relación entre los trascendentales ya se vislumbra en la
“anything goes”, la obra literaria teóricamente exigencia platónica del kalon kai agathon, de la compenetración necesa-
podría estar muy bien hecha desde el punto de ria de bondad y belleza.
Kurt Spang

cemos la satisfacción o incluso el arrebato que concepto incluye obligatoriamente su negación:


puede provocar la contemplación de la belleza el ser se opone a la nada, lo bueno a lo malo, la
natural, pictórica o escultórica. En estos casos verdad a la mentira y, por tanto, la negación de
nos “faltan las palabras”. Naturalmente, tam- la belleza es la fealdad. Es una deficiencia en el
bién puede producirse una especie de éxtasis sentido de una belleza incompleta o deformada.
al escuchar una obra musical o contemplar una El tema ya se trata en la Poética de Aristóteles.
danza. La fealdad como opuesta a la belleza puede ge-
nerarse, en su nivel más prosaico, por ausencia
De todos modos, la sensación de suma sa- de habilidades artesanales del artista y, por tan-
tisfacción, de sosiego, e incluso de euforia, se to, por involuntarias deformaciones por otro,
relaciona estrechamente con la percepción de por distorsiones e imperfecciones intencionales
la verdadera belleza. Ahora bien, ciertas face- con el fin de señalar anomalías o abusos en la
tas de la belleza, sobre todo la belleza corporal, realidad, obedeciendo en estos casos a las exi-
pueden embriagar y desequilibrar al que la gencias de la verdad y la bondad implicadas
contempla si todo ello no se acompaña de una en todo quehacer artístico28. La cuestión que
belleza espiritual que es la que completa y per- se nos plantea es, ¿hasta qué punto y de qué
fecciona realmente la primera. Platón distingue manera la fealdad en el arte puede constituir
tres tipos de belleza o de eros en el Simposio: en un valor estético positivo? Si el objetivo supre-
niveles cada vez más elevados se presenta al mo del arte no es la plasmación de la belleza
hombre la belleza: como objetual o corporal, meramente superficial, sino el de dar fe esté-
como espiritual y, finalmente, como ideal en el ticamente de la realidad auténtica, no podrá
sentido de la aprehensión de la idea de la belle- nunca prescindirse de la representación de lo
za en su acepción trascendental27. feo ya que lo exige el postulado de la verdad y
la bondad implícito en el concepto de belleza.
Si todas las cosas son por lo menos ini- Con lo cual se produce el fenómeno aparente-
cialmente bellas la máxima belleza la tendrá la mente contradictorio de que lo feo se convierte
espiritual o ideal. En la literatura nos hallamos en faceta de lo bello o, por lo menos, de lo es-
ante el fenómeno complejo de algo material, a téticamente válido y necesario en el arte29. No
saber, la obra de arte verbal, pero precisamente faltan las demostraciones de esta realidad en
por el lenguaje es de manera simultánea mate- todas las artes; baste pensar en las representa-
rial y espiritual, fónica y conceptual. A ello se ciones pictóricas, escultóricas y literarias de lo
añade que puede evocar tanto lo material como maligno, lo monstruoso, de los horrores, cruel-
lo espiritual. Por ello el crítico deberá tener en dades y catástrofes de toda índole. Parece que
cuenta ambos aspectos; el ideal siendo la bella se practica así una remodelación del postulado
idea expresada a través de la bella forma ade- horaciano que recomendaba a los poetas mez-
cuada. No cabe duda de que la averiguación y clar lo utile y lo dulce, es decir, que enseñen de-
valoración de estas facetas, y su adecuación, son leitando, reclamación que se convierte de este
unas de las tareas más complejas y difíciles de
la interpretación de la obra literaria, pero resul- 28 I. Yarza, Introducción a la estética, Pamplona, Eunsa, 2004). “La verdad
tan también las más profundas y satisfactorias. que el arte lleva consigo podrá ser transmitida de tantas formas di-
versas, a través de lenguajes diferentes y más o menos sutiles, pero
deberá siempre acercar a la comprensión y al conocimiento de algún
Como todos los conceptos, la belleza tam- aspecto de la realidad. Se podría decir, entonces, que una misma ver-
dad puede ser conocida de manera diversa, implicando solamente la
bién tiene su opuesto, la fealdad, que debe ser racionalidad científica, teórica, o implicando la que hemos llamado
racionalidad estética, capaz de percibir de manera connatural la belle-
considerada en cuanto a su posible derecho de za y, conjuntamente con ella, la verdad“.
ciudadanía en el arte y en la literatura. Ontoló- 29 La publicación de las actas de un coloquio con el significativo título
gicamente hablando la fealdad es una realidad Die nicht mehr schönen Künste (Las ya no bellas artes) puede despertar
la sospecha de que la fealdad en el arte es un fenómeno reciente, si
obvia. Existe lo feo ya que por principio cada bien ya los propios colaboradores demuestran su existencia desde la
poesía griega hasta el moderno pop art. Véase H. G. Jauß (ed.), Die
nicht mehr schönen Künste. Grenzphänomene des Ästhetischen, Poetik und
27 Platón, Simposio, 208b-211c. Hermeneutik, III, München, Fink, 1968.
Criticar la crítica

modo en la exigencia de mezclar lo utile y lo cierta aversión. No queda espacio para tratar
turpis, lo provechoso con lo feo, de enseñar ho- las implicaciones de la catarsis aristotélica en
rrorizando. Hay que añadir que el utile puede la representación de los actos feos, malvados o
interpretarse de dos maneras ya que no sólo se inconscientemente monstruosos que generan
refiere al delectare como entretenimiento y di- temor y compasión en los receptores en los que
versión, sino también al deleite que puede pro- se presupone un conocimiento de la verdad y
ducir la hechura lograda de una obra. la bondad, y una sensibilidad para detectar su
ausencia30. La crueldad o fealdad no puede sus-
A pesar de la existencia y frecuencia de lo citar compasión si el receptor no la contrasta a
feo en las artes desde sus inicios, su valoración la vez con la bondad como comportamiento na-
no siempre ha sido igual. Durante largo tiem- tural y correcto.
po lo feo se consideraba de rango inferior y se
atribuía sólo a las circunstancias ridículas. Lo La aparentemente desproporcionada ex-
deforme y lo deslucido y espantoso se asigna- tensión de la parte dedicada a los trascenden-
ban y se limitaban a la caricatura, a lo cómico, tales no es casual. Me importaba recordar y
lo burdo y grotesco, y los géneros en los que explicitar categorías milenarias pero caídas en
se tematizaban. Un cambio significativo se pro- olvido y desuso, aunque a mi modo de ver son
duce con la instauración del cristianismo en el fundamentales para la labor crítica (y no sólo
que la fealdad adquiere un rango equivalente al en la literatura). Podría surgir la impresión de
de la belleza. La pasión de Cristo y su imitación que los criterios que propongo se centran exce-
en numerosísimas representaciones de todas siva o incluso exclusivamente en el contenido
las artes, los sufrimientos, martirios y sacrifi- de la obra literaria. Descuidar u obviar la estre-
cios elevaban la crueldad y lo feo a niveles de cha vinculación de forma y fondo en cualquier
lo sublime, dándoles en muchos casos un rango obra de arte y, lógicamente, también en la lite-
artístico muy elevado a estas representaciones, raria equivaldría a una anulación de su esencia.
dependiendo naturalmente de la realización Hay que tener claro que la obra literaria es el
artesanal apropiada. La razón de este cambio fondo de una forma o la forma de un fondo, y
de perspectiva se hace evidente, ya que aquí los trascendentales no se refieren únicamente
también se incluyen más palpablemente en la a las ideas, todo fenómeno natural y toda rea-
mera representación fáctica las dimensiones de lización humana de la índole que sea pueden
la bondad y la verdad que conceden al sufri- contemplarse bajo la perspectiva de la unidad,
miento una categoría ennoblecedora y salvífica. verdad, bondad y belleza. Y a estas realizacio-
Aquí se ilustra también de manera manifiesta nes humanas pertenecen también todos los re-
la íntima compenetración de lo sensorial y lo cursos y todas las estructuras que desembocan
intelectual o espiritual. finalmente en la elaboración de la obra literaria.
Ello implica que el crítico debe echar mano de
Las numerosas figuras icónicas o verbales todos los medios y todos los métodos capaces
de torturas y martirios que a menudo se repre- de averiguar la hechura de una obra porque de-
sentan en y con cuerpos bellos –baste pensar trás de los aspectos materiales, o mejor dicho,
en los abundantes cuadros que representan la sólo a través de ellos surgen el fondo, las ideas
crucifixión y a San Sebastián atravesado de fle- y circunstancias que nos revelarán la dimensión
chas– aconsejan establecer una distinción entre trascendental de la obra.
la auténtica fealdad corporal y la presentación
de bellos cuerpos mutilados. En el primer caso Estoy consciente de que reflexiones de este
la fealdad es, por así decir, inherente, mientras tipo son todo menos actuales y políticamente
que en el segundo está causada por interven- correctas; sin embargo, la situación en la que se
ción ajena. La reacción a la fealdad natural es
casi siempre la repulsión, mientras que la mu- 30 U. Franke, “Das Hässliche”, Historisches Wörterbuch der Philosophie,
tilación suele producir compasión además de vol. 3, 1974, pp. 1003-1007.
Kurt Spang

hallan hoy en día la crítica y la reflexión sobre Früchtl, J., “Kategorien der literarischen
el arte en general requiere una reconsideración Ästhetik“, H. Brackert y J. Stückradt (eds.), Li-
de sus criterios y procedimientos. No sostengo teraturwissenschaft. Ein Grundkurs, Reinbeck,
tampoco –y lo afirmé más arriba– que sean in- 2004.
válidos los muchos conocimientos y procedi-
mientos de análisis literarios acumulados a lo Frye, N. Anatomy of criticism. Four essays,
largo de los muchos siglos de ejercicio de la crí- Princeton, PUP, 1990 (1957).
tica. Pero su diversidad reclama con urgencia
una unidad capaz de justificar el empleo de las Gadamer, H. G., Verdad y método. Funda-
a veces minuciosas y admirables técnicas de mentos de una hermenéutica filosófica, Salamanca,
análisis que, si bien llevan a un conocimiento Sígueme, 1991.
detallado de fuentes, influencias, recursos, es-
tructuras, recepciones y de tantos aspectos ais- García Berrio, A., Teoría de la literatura. La
lados, no permiten descubrir y disfrutar la obra construcción del significado poético, Madrid, Cá-
literaria como plasmación artística que a la vez tedra, 1994.
es una cosmovisión reveladora del hombre y de
la realidad. Esta nueva vieja crítica será capaz García Berrío, A. y Hernández Fernández,
de satisfacer la sed de unidad, verdad, bondad T., Crítica literaria. Iniciación al estudio de la litera-
y belleza de las que tan necesitadas están los tura, Madrid, Cátedra, 2004.
hombres desde hace siempre, y sobre todo en
la actualidad dominada por el relativismo y la Garrido Gallardo, M. A., Nueva introduc-
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