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Vicentín encarna una puja de poder porque mejora la capacidad pública para conducir la economía
Por Ricardo Aronskind JUN 14, 2020
Pero la vida sigue, y las decisiones tarde o temprano hay que tomarlas.
Runners
Si algo no puede decir la vociferante derecha local, es que la situación de
Vicentin la provocó el Frente de Todos. Su auge y caída se produjeron
durante la gestión de Cambiemos, así como buena parte de las maniobras
fraudulentas que se vienen denunciando en relación al accionar
comercial, financiero y crediticio del grupo.
El episodio Vicentin encarna, por lo tanto, una puja de poder porque abre
un sendero estratégico de mejora de las capacidades públicas para
conducir la economía.
Vicentin no es el socialismo
La hiperideologización de los sectores más concentrados es alarmante.
Su hostilidad a todo lo público y lo estatal no se observa en el Primer
Mundo.
Frente a esa lógica que no promete nada a nadie que no participe del
reducido grupo social corporativo, el gobierno nacional toma una
decisión a contrapelo de las preferencias liberales.
La sinfonía pro-fuga de la prensa seria
El gobierno parece estar moviéndose en el sentido de contener la
hemorragia de dólares/excedente, con algunos pasos imprescindibles.
Pero hasta en eso el ambiente cultural-ideológico está tan distorsionado,
que nos encontramos con que existirían unos derechos sagrados a la
fuga de divisas, y que en cambio el Estado sería abiertamente un ente
opresor si pretende que los recursos se canalicen hacia la producción.
Anticomunismo de anticipación
Evidentemente el programa de la derecha no incluye la posibilidad de la
recuperación argentina: se va a oponer a todo lo que sirva para que el
país se ponga de pie, porque no quiere un Estado con las capacidades de
gestión necesarias para liderar el crecimiento. Ya está usando el
latiguillo de la libertad versus el autoritarismo, denuesto con el que
señalará a todo ejercicio de poder significativo por parte del actual
gobierno.
Aquí también ha asomado ese ensayo grotesco, que no tiene base en una
realidad política de fuerte radicalización izquierdista, sino precisamente
en lo contrario: una fuerte radicalización derechista, que sobre un
contexto de atraso y miseria como el latinoamericano, avanza
brutalmente sobre los restos de bienestar disponibles en los rincones de
nuestra región. Es un anticomunismo de anticipación, que agrede
preventivamente a los actores que podrían esbozar un “no” a las
demandas de nuevas depredaciones sociales por parte de fracciones
minoritarias.
En el caso de la diputada Vallejos, por querer ser picante, perjudica al presidente y su política. Callar,
pensar, actuar y realizar es más importante que hablar, aunque uno pase desapercibido.
Del excelente artículo del profesor Aronskind me tomé el atrevimiento de extraer los siguientes párrafos:
1) La negociación de la deuda continúa en un tenso clima. El gobierno argentino no se ha dejado acorralar por los
bonistas que le están exigiendo condiciones que han provocado la intervención del propio FMI para rea rmar que no se
le puede pedir más a la Argentina, y que llevaron a Joseph Stiglitz, premio Nobel muy ligado al ministro Guzmán, a
señalar que “los acreedores no tienen vergüenza”, acusándolos de insensibilidad humana y de incomprensión de la
inviabilidad económica de sus demandas al país. Argentina podrá pagar su deuda si, entre otras cosas, consigue las
divisas su cientes a través del comercio exterior.
2) Mientras en la ciudad de la pandemia la gestión de Rodríguez Larreta decidió permitir la alegre difusión masiva del
Covid-19 mediante la realización de corridas nocturnas sin adecuadas medidas de protección, la decisión o cial de
tomar al grupo Vicentin como una relevante herramienta de política pública disparó otra carrera, que cuenta con dos
grandes runners. Por una parte el Estado nacional, encabezado por un frente de sectores populares que necesita contar
con instrumentos regulatorios para garantizar la gobernabilidad económica en los próximos años, y por otra parte el
establishment argentino (al cual reportan los principales medios de comunicación, Juntos por el Cambio y responde el
público cacerolero en general), dispuesto a evitar que ningún gobierno argentino cuente con herramientas para
conducir el proceso económico.
3) Lamentablemente la discusión pública debe atravesar un mar de ignorancias y falacias para poder avanzar.
Expropiar una empresa no es el socialismo, sino algo que fue muy frecuente en el capitalismo productivo de posguerra.
Cobrar impuestos no es expropiar. Controlar monopolios no es el comunismo. Evitar la especulación cambiaria no es
totalitarismo. Frenar el contrabando de cereales no es chavismo. La derecha local cali ca como medidas
revolucionarias a lo que es el difícil camino de volver a la legalidad económica, a salir de la anomia empresarial, a que
las leyes del Estado nacional alcancen también a los poderosos.
Respecto a las negociaciones del gobierno nacional con los lobos de Wall Street cabe decir que son tan complicadas
como se preveían. A los acreedores privados poco les importa el estado calamitoso de la economía argentina, el
deterioro de la calidad de vida que vienen sufriendo millones de argentinos en los últimos años, los costos que debería
pagar el pueblo si Alberto Fernández aceptara sin chistar todas y cada una de sus exigencias. Consciente de ello el
Nobel de Economía Stiglitz los acusó de carecer de vergüenza. Me parece que se quedó corto. Son delincuentes
internacionales de guante blanco que gozan de un respaldo monolítico. Son tan poderosos que se dan el lujo de poner
en jaque a un presidente que cuenta con el respaldo del FMI, el Vaticano y la Comunidad Europea. Las negociaciones
parecen estar hoy empantanadas pero me parece que al nal se llegará a algún tipo de acuerdo.
El caso Vicentin puso una vez más al descubierto el oscurantismo ideológico de importantes sectores de la sociedad.
Tengo amigos que siguen creyendo que el objetivo último de Cristina Kirchner y La Cámpora es imponer el chavismo en
la Argentina. Están convencidos de que lo que pretende “la yegua” es destruir la propiedad privada y las libertades de
todos los argentinos. Lo de Vicentin, exclaman, no hace más que corroborarlo. Si uno se tomara el trabajo, por ejemplo,
de leerles lo que dice Germán Bidart Campos sobre la expropiación en su Tratado Elemental de Derecho Constitucional
para hacerlos entrar en razón (la expropiación está consagrada en la Carta Magna), para hacerles ver que, si bien se
trata de una medida dura, la situación nanciera de la empresa es insostenible, su reacción es la de siempre: empiezan
a vociferar en contra del kirchnerismo.
Es muy difícil discutir civilizadamente con estas personas. Creen que, como bien señala Aronskind en su escrito, toda
decisión del Estado que afecte poderosos intereses privados libera de obstáculos el camino que conduce al
¡comunismo! Lo peor de todo es que los medios de comunicación alineados con el establishment machacan todo el
tiempo con semejante barbaridad. Los conservadores sueñan con un Estado mínimo como el pregonado por Robert
Nozick, con la desaparición de los vínculos sociales (siempre recuerdan la histórica frase de Thatcher “la sociedad
como tal no existe”), y con jueces que se limiten a sentenciar en su favor. Todo lo que huela a igualdad, inclusión
social, solidaridad, etc., es socialismo totalitario.
La convivencia civilizada se ha tornado en Argentina, qué duda cabe, una misión imposible.
Lo contradictorio que tiene el anticomunismo de clase en argentina, es que se produce en un contexto de voto cada 2
años que permite el control del denigrado Estado (denigrado por ellos, valga la aclaración), a quien gane esas
elecciones, con lo cual la estatización de Vicentin sería comunista sólo por un lapso de 4 años como máximo y pasaría
a ser expropiación capitalista para puesta en valor en caso de que el próximo gobierno sea de los neoliberales.
Esta inmensa contradicción se ve también en llamar comunistas a los K y al mismo tiempo fascistas nazis, algo para
terapia sin duda alguna.
O permitirse el lujo de decir que CFK integraba 4 asociaciones ilícitas para quedarse con dinero del Estado y tildarla de
comunista, anque fascista al mismo tiempo y no dejar de criticar que se compra caretras y zapatos de marcas
extravagantes. O sea, todo un dispendio de la contradicción ideológica en la que está inmersa una parte de la sociedad
que no tiene centro, no es guiada por nada que sea de nido como inteligencia y está tan perdida como necesitada de
terapia pisquiátrica.
En este contexto que todos conocemos bien vale la pena no darle bola a lo que esta gente desquiciada opine, diga o
pretenda. Sólo alcanza con darles un chaleco de fuerza y ponerle la pastillita bajo la lengua. Cualquier otra cosa que
hagamos con ellos es inhumano porque es imposible que un desquiciado mental pueda mantener una vida normal.
Detesto la prision preventiva, pero en Argentina no h ay jueces para luchar contra este esteblishment.
Hay que terminar con la picardia de Uruguay.
«En suiza no es ilegal no pagar impuestos en Italia» Ese es el modelo uruguayo.
Eduardo Varela-Cid Dice 1 día hace
Muy claros conceptos. Cada párrafo trasluce la batalla cultural que hoy estamos perdiendo por goleada. Hay que
hacer llegar la verdadera informacion a todos los que podamos.
El problema de Argentina como país no es la llegada de inversiones extranjeras, es frenar la fuga al exterior del
excedente producido por los trabajadores argentinos. Excedente obtenido por los grupos monopolios locales o
extranjeros que dominan todas las actividades económicas pagando salarios miserables y manejando los precios de la
economía a su antojo, incluso hoy. Retener el excedente e invertirlo localmente es un objetivo de mínima, pero la
recuperación del papel de Estado en la economía es el objetivo a lograr. Renova está en la orilla del río Paraná, en el
conglomerado agroportuario al norte de la ciudad de Rosario, y es una de las plantas de molienda de soja más
grandes del mundo y a pesar de los créditos del Banco Nación a nes de 2019 Vicentín vendió a Glencore el 16,7 % de
Renova, y con el 66,7 % del paquete accionario Renova ahora es de Glencore, una multinacional con sede en Suiza,
que se la considera la principal empresa privada dedicada a la compraventa y producción de materias primas y
alimentos del mundo. un grupo con tiene una facturación anual equivalente al 50 % del PBI de Argentina. Renova no
es ya ni siquiera una empresa local, es Suiza. El dilema es Estado o Corporaciones en el mundo de hoy y en un país
como Argentina.
Muy buen comentario. RENOVA puede llegar a ser una verdadera piedra en el zapato en la expropiacion
de VICENTIN
«…. los fondos necesarios para hacer que el país funcione terminan en Panamá.»
Yo diría que los fondos terminan disfrazando de insolventes a sus dueños y dando trabajo y trans riendo capital a
zonas de nula o escasa tributación.
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