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El mercado mundial de la carne ha sufrido una convulsión inesperada que sólo el tiempo dirá si es
catastrófica o simplemente causa un daño moderado. El análisis de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) sobre los posibles efectos cancerígenos de la carne (la tratada como las salchichas,
embutidos y adobos y la roja o procedente de los músculos de los animales) permite suponer que en
los próximos meses se producirán descensos en las ventas. Las reacciones entre asustadas y airadas
no se han hecho esperar, desde quienes acusan a la OMS de poca seriedad hasta quienes proclaman
simplemente que “mi carne es buena”, pero ninguna de ellas ha ofrecido un disrcurso argumentado
que contradiga las conclusiones de la OMS. Que la organización se haya equivocado en la forma de
transmitir la información, con pocas matizaciones y dejando casi directamente al consumidor que
interprete sin más unas estadísticas alarmantes, tiene importancia, claro, pero no resuelve el fondo de
la cuestión.
La industria cárnica ha recibido una advertencia (que sea alarmista o precipitada no es pertinente
para el fondo de la cuestión) que debería escuchar con atención. Porque, probablemente, volverá a
repetirse en el futuro. La respuesta industrial inmediata sólo puede ser una: demostrar más allá de
toda duda que la carne que se consume no genera problemas de salud. Como se logre este
convencimiento es asunto de las empresas. Oportunidad tienen para salir de esta crisis con más
credibilidad. La inversión sectorial bien entendida no consiste sólo en construir modernos mataderos
o plantas de transformación; hay que invertir además en investigación biológica para conseguir
conservantes seguros para la salud.
El problema puede extenderse además a otros ámbitos de la industria alimentaria. Comer legumbres,
verduras y frutas es muy sano, siempre y cuando estén libres de los pesticidas con que se protegen los
cultivos. En el fondo, la cuestión es que la industria alimentaria no puede ni debe conformarse con
producir y transformar; tiene que ofrecer productos que no dañen la salud, ni por la materia prima ni
por sus añadidos.
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La carne no mata, los añadidos sí | Economía | EL PAÍS http://economia.elpais.com/economia/2015/10/30/actualidad/1446223...
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