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Edgardo Bagate Quispe Villanueva, Magíster en Derecho Civil y Comercial por la Universidad Nacional de Trujillo, Doctor en
Derecho por la Universidad Privada Antenor Orrego de la misma ciudad, docente de pregrado en el área de Derecho Civil de esta
última universidad, de la Universidad Privada César Vallejo y de la Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo de Cajamarca;
docente de posgrado de la Universidades Nacional de Trujillo, de la Universidad Privada Antenor Orrego, de la Universidad
Nacional de Cajamarca, de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo de Ancash y de la Universidad Privada Alas
Peruanas filial Tarapoto. Abogado en ejercicio, árbitro de controversias privadas, miembro del Centro de Arbitraje de la Cámara de
Comercio de Cajamarca, Conciliador Extrajudicial acreditado por el Ministerio de Justicia y profesor titulado en la especiali dad de
Historia y Geografía por el Instituto Superior Pedagógico “Indoamérica”. Blog: https://elabogadoensulaberinto.wordpress.com/
Steve Diego Gutierrez Cerrepe, Bachiller en Derecho por la Universidad Privada Antenor Orrego de la ciudad de Trujillo, con
estudios culminados en Maestría de Derecho Civil y empresarial por la misma casa superior de estudios. Miembro del Estudio
Jurídico Edgardo Quispe Villanueva Abogados.
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Se puede notar que los autores citados hacen hincapié en el elemento fáctico de tener
una cosa para sí, sustentado en una intención concordante con tal estado de
vinculación sujeto-cosa.
Entonces, ese “tener para sí” de la cosa por parte del sujeto, significa “algo más”. En
efecto, para ALBALADEJO (1997, p. 49) la posesión es un poder de hecho que
expresa por un lado, un predominio del sujeto sobre la cosa (con independencia de si
se tenga o no derecho a ella) pero de otro, como un poder jurídico o derecho que (no
es solo la detentación pura y simple) a su vez constituye el señorío concedido por la
ley, razón por lo que culmina expresando: “se trata de dos figuras distintas que tiene
el mismo nombre pero cada una tiene su propia naturaleza”.
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A la posesión se la ha denominado un fenómeno, calificándola como “uno de los más incomprensibles y
controvertidos” institutos, “el más grande tormento de la historia y de la doctrina”. (Cfr. BENDERSKY, 1961, p. 8)
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Dos son las principales teorías sobre la naturaleza jurídica de la posesión. Nos
referimos a las doctrinas de los jurisconsultos alemanes, SAVIGNY e IHERING.
Pero no basta con el corpus. Para que realmente una persona sea reputada
poseedora, es necesario que posea con ánimo de dueño (animus domini). Por el
contrario, si tiene la cosa reconociendo en otro el derecho de propiedad, si la tiene
en representación de otro o para otro, es un simple detentador (ejemplo:
arrendatario, usufructuario, usuario, superficiario).
De otro lado, en cuanto al animus que requiere SAVIGNY, muchas veces será
imposible probar, pues se trata de un elemento intencional, sino vemos: ¿qué
ocurre cuando la persona cambia de ánimo y posee el bien ahora como dueño,
mañana como representante del nuevo propietario y luego nuevamente como
dueño?
a límites más modestos (como ocurre con el servidor de la posesión al que hace
referencia el artículo 897° del código civil).
¿A qué se debe que una redacción tan escueta y aparentemente clara como la
“definición” de posesión del 896° genere opiniones tan dispares, como las
reseñadas previamente?
Se puede concluir que la posesión es una figura jurídica que posee diversas aristas
y cumple varias funciones. Esa es la razón por la que preferimos el empleo del
término “fenómeno posesorio”. Es indispensable por tanto, evitar encasillarla en
un esquema rígido, sino que por el contrario, se debe diseñar acepciones que
privilegien su utilidad práctica.
Por ello, si la posesión (que como derecho real existe y emana del hecho mismo
de poseer), entonces evidentemente el sistema legal regula las consecuencias
jurídicas del hecho de la posesión como corresponde a su condición de derecho
real principal.
Son estas consideraciones las que han llevado a muchos a concluir que la
posesión es un derecho a la vez que un hecho. Por ello, en palabras de PUIG
BRUTAU:
“(…) Es un hecho en cuanto se refiere al señorío efectivo sobre la cosa,
con independencia de la causa o fundamento jurídico de este poder o
dominación, pero es un derecho en la medida que la ley regula
consecuencias jurídicas del hecho de la posesión. Al depender de la
voluntad del sujeto que posee la producción de estas consecuencias
previstas por la ley, la posesión aparece como un derecho subjetivo,
aunque de un tipo peculiar. Es un derecho provisional porque no podrá
ser opuesto –por lo menos de manera definitiva- a la propiedad y a otros
derechos reales” (1978, p. 46).
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El poseedor se presume propietario, en tanto no se pruebe lo contrario (lo que no se aplica en caso de propietario con
derecho inscrito y tampoco puede oponerla el poseedor inmediato al mediato); la posesión de un bien hace presumir la
de sus accesorios y la del inmueble hace presumir la de los bienes muebles que se hallen en él; se presume la buena fe
del poseedor (salvo que el bien esté inscrito a nombre de otra persona); se presume la posesión del lapso intermedio si
el poseedor actual prueba haber poseído anteriormente (presunción de continuidad).
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5. CLASIFICACIÓN DE LA POSESIÓN. -
Siguiendo a RAMÍREZ CRUZ (2017, pp. 445 y ss.), GONZALES BARRÓN
(2010, p. 164 y ss.) y GONZALES LINARES (2007, p. 154 y ss.), a continuación,
ofrecemos el resumen de la clasificación de la posesión, desarrollados por estos
autores:
AUTORES CLASIFICACIÓN DE LA POSESIÓN
- Possessio. La posesión (a secas): Es la situación de poder sobre el bien,
como tal supone la tenencia - corpus - y la voluntad de disponer del bien
con exclusión de los demás.
CLASIFICACIONES
ANTIGUAS - Possessio civilis. Esta es una propiedad de hecho, esta era una posesión
cualificada respecto a la anterior.
- Posesión de mala fe
- Posesión precaria. La posesión precaria es la que se ejerce sin título alguno
o cuando el que se tenía ha fenecido.
LA POSESIÓN EN - Posesión en nombre propio. Todos los que ejercen posesión por si
LA CODIFICACIÓN
(llamada también personal o para sí) cualquiera que sea el concepto en que
NACIONAL
ostenten.
Una visión comparativa de las clasificaciones precedentes nos deja una sensación de
confusión, pues, observamos listados más o menos extensos, meramente descriptivos,
poco prácticos y desvinculadas entre sí, los diversos tipos de posesión.
Por nuestra parte, consideramos que todo intento clasificatoria debe comenzar a partir
de indagar: cuál es el denominador común de toda clasificación. La respuesta se halla
en el denominado “Titulo”, el cual debe ser entendido cómo, “aquello que justifica
el ejercicio de un derecho real”; en este caso el de la posesión.
Entonces, ¿Cómo se justifica que una persona sea llamada poseedor? La respuesta
está en la voluntad de los sujetos (a través de los actos jurídicos) y en las disposiciones
de la ley.
Siendo el “acto jurídico” y “la ley”, los títulos que justifican la posesión,
comenzaremos con la “posesión precaria”. Cuando el artículo 911° señala que es
poseedor precario quien no tiene título o si lo tenía, éste ya feneció, la interrogante
que surge es: ¿Por qué si no hay título (acto jurídico) hablamos de posesión precaria?
Veamos otra clasificación: que nos indica la existencia de la: “posesión mediata e
inmediata”. Nuevamente el título es el protagonista, cuando en el artículo 905°, se
dice que es “poseedor mediato” quien concede el título para poseer un bien en favor
de otra persona, siendo a su vez este último, considerado como “poseedor
inmediato”.
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Responder a la pregunta anterior, nos lleva a entender que el acto jurídico celebrado
debe orientarse a permitir que el “poseedor inmediato”, se vincule con la cosa de
manera temporal y no como nuevo propietario. En ese contexto se entiende que, con
el fin de evitar la mala fe de este último (quien eventualmente de seria hacer valer
parcial o totalmente su plazo de posesión en un futuro proceso de prescripción); se
proteja a quien confirió temporalmente el título, mediante la ficción legal de
considerarlo como “poseedor mediato” pese a que la vinculación actual con el bien
corresponde al inmediato.
Por el contrario, si el acto jurídico solo transfiere la posesión temporalmente (lo cual
nos lleva al escenario de la posesión “mediata” e “inmediata”), como en los casos
del arrendamiento y el usufructo; observamos que el arrendatario y el usufructuario
(aparte de ser considerados poseedores inmediatos) son considerados como
poseedores a título de no propietario, pues culminado el plazo de duración del
respectivo contrato, deberán restituir la posesión del bien al arrendador y al nudo
propietario respectivamente.
Puede darse también el caso -en circunstancias de invasiones de terreno- donde los
diversos poseedores organicen entre ellos como coposeer el bien (situación regulada
en artículo 899° del código civil).
Por el contrario, el poseedor ilegitimo de mala fe, es aquel que basa su posesión en
un acto jurídico viciado, como sería el caso de aquel invasor de un terreno que
deliberadamente falsifica un contrato de compraventa de un inmueble para engañar a
sus vecinos que él es el actual titular de dicho bien.
6. A MANERA DE CONCLUSIÓN. -
A lo largo de estas líneas hemos realizado un breve recorrido sobre alguno de los
aspectos más importantes y relevantes del fenómeno posesorio con la finalidad de
aportar al mejor conocimiento de esta institución jurídica tan compleja e importante.
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