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LUIS CARLOS SANCHEZ “EL LOBO FEROZ”

Frente a una computadora de carcasas negras, se sentaba cada día a transcribir textos,
alistar presentaciones con diapositivas, editar videos para sus clientes o revisar su cuenta
de Facebook.
Siempre encaraba hacia la pared, concentrado con la cabeza gacha, hasta el punto de
aislarse por completo del bullicio que le rodeaba. A su lado colocaba una bolsa de
caramelos de leche, chupetas de sabores varios, galletas o globos multicolores.
Las golosinas y confites no eran para él.
Los reservaba para los niños que frecuentaban entre 2008 y 2009 aquel local de
fotocopias, servicios detallados de internet y elaboración de trabajos universitarios, aún
ubicado en la avenida Libertador de Maracaibo, en el occidente de Venezuela, frente a
una cancha de baloncesto y entre calles atestadas de comerciantes.
Sus edades oscilaban entre los siete y los 12 años. Los sentaba en su regazo o entre las
piernas para mostrarles videojuegos en línea o abrirles cuentas en alguna red social con
las cuales podían comunicarse luego.
Deixi Tapia, una mujer morena, simpática, entrada a sus cincuenta años y dueña del ciber
Vasedeca, tiene la piel de gallina mientras recuerda esas escenas —que siempre le
parecieron atípicas—, sentada en una silla de espaldar rígido en su negocio al mediodía
del último día de enero.
Las autoridades policiales y judiciales de Colombia tienen registros de su verdadera
identidad: Juan Carlos Sánchez Latorre, nacido el 13 de septiembre de 1980 en El Espinal
(Tolima), criado en Barranquilla y señalado en su país de 276 abusos a niños, niñas y
adolescentes entre 2001 y 2006.
Había estado preso en la cárcel colombiana La Modelo entre marzo y noviembre de 2008,
pero el Juzgado Séptimo Penal Municipal de Barranquilla ordenó su libertad por
vencimiento de términos en el juicio en su contra por abusar de un niño de ocho años.
MODO DE OPERACIÓN
Las indagaciones revelaron su modus operandi de otrora: contactaba a los niños en
centros comerciales o en las calles de Barranquilla, llevándolos posteriormente a moteles
para filmarles y tomarles fotos desnudas, bajo extorsión con dinero o amenaza con armas
blancas.
Deixi lo describe como un hombre de escasos recursos, "inestable", nómada, que en
ningún momento mencionaba su pasado en Colombia. Demostraba pánico ante las
cámaras, dice. Las evadía. Odiaba retratarse bajo la excusa de que no era fotogénico.
"Danilo" controlaba las computadoras a su antojo. Solo él manejaba sus claves. Ylas
desbloqueaba para que menores de edad las usaran, pese a que las ordenanzas de la
ciudad prohíben la permanencia de niños o adolescentes en sitios con acceso a Internet.
"Me echaba tierra en los ojos (engañaba) y lo volvía a hacer. Se les pegaba mucho a los
niños, sobre todo a los varones", lamenta Deixi, escudriñando con la mirada a su derredor
para ubicar el par de multas impresas, todavía adheridas con cinta adhesiva en las
paredes del cyber.
El lobo feroz’ no se quedó solo en los cuentos, para casi 500 niños pasó de las historias
de terror a la realidad. Este aterrador personaje bautizado como Juan Carlos Sánchez
Latorre abusó sexualmente de menores de edad en Colombia por lo que hoy es
catalogado como uno de los peores criminales del mundo.
‘El lobo feroz’, tenía un hambre insaciable y al igual que en el cuento se aprovechó de la
inocencia de “Caperucita” bajo este seudónimo con el que se dio a conocer a través de
redes sociales, mismas con las que se dedicaba a atrapar a sus víctimas.
Vestido de cordero salía a las calles en una cacería que pasó desapercibida durante
años. Trabajaba como tecnólogo de sistemas en Barranquilla y esta no es la primera vez
que cae en manos de las autoridades. En 2008 fue capturado por acceso carnal abusivo y
acto sexual con menor de 14 años. Sin embargo, poco después fue dejado en libertad por
vencimiento de términos a pesar de las pruebas que pesaban en su contra.
‘El lobo feroz’ no se quedó solo en los cuentos, para casi 500 niños pasó de las historias
de terror a la realidad. Este aterrador personaje bautizado como Juan Carlos Sánchez
Latorre abusó sexualmente de menores de edad en Colombia por lo que hoy es
catalogado como uno de los peores criminales del mundo.
‘El lobo feroz’, tenía un hambre insaciable y al igual que en el cuento se aprovechó de la
inocencia de “Caperucita” bajo este seudónimo con el que se dio a conocer a través de
redes sociales, mismas con las que se dedicaba a atrapar a sus víctimas.
Vestido de cordero salía a las calles en una cacería que pasó desapercibida durante
años. Trabajaba como tecnólogo de sistemas en Barranquilla y esta no es la primera vez
que cae en manos de las autoridades. En 2008 fue capturado por acceso carnal abusivo y
acto sexual con menor de 14 años. Sin embargo, poco después fue dejado en libertad por
vencimiento de términos a pesar de las pruebas que pesaban en su contra.
Los casos de abuso sexual se hicieron cada vez más recurrentes en la zona del Atlántico.
Aunque Sánchez, de 37 años de edad, ya estaba en la mira de las autoridades, nadie
había sido capaz de encontrar una relación entre el sujeto acusado anteriormente y las
nuevas denuncias, esta fue la oportunidad para que ‘el lobo feroz’ escapara, pero sus
instintos estaban más vivos que nunca.
De acuerdo con la revista Semana, en 2011 autoridades mexicanas encontraron material
pornográfico proveniente de Colombia y la brutalidad de los videos, fotografías y correos
llamó la atención, por lo que de inmediato se pusieron en contacto con investigadores
colombianos que se pusieron la tarea de encontrar al criminal.
Los investigadores descifraron un correo por el que presuntamente se cargaba el material
pornográfico. Una de las carpetas contenía archivos protagonizados por 276 niños, cada
uno con una foto desnudo y videos de entre 2 y 5 minutos de duración, en donde se
evidenciaba la forma en que el individuo abusaba sexualmente de cada uno.
Los investigadores aún recuerdan el impactante sonido de las suplicas, los lamentos y los
aterradores gritos que imploraban piedad, pero que nunca fueron escuchados. La
brutalidad de los hechos, convirtieron al abusador en el macabro personaje de una
película de terror jamás escrita.
Otros correos electrónicos revelaron que el “lobo feroz” amenazaba a sus víctimas con
arma blanca o con asesinar a sus familiares, de esa forma las intimidaba y evitaba que
contaran lo ocurrido, además de las brutales golpizas a las que sometía a los menores
para lograr sumisión total. Pero estos correos revelaron un macabro negocio, así lo dio a
conocer Semana una vez se confirmó que Juan Carlos Sánchez recibía entre 100 y 400
dólares por cada video en que violaba a algún menor.
Se ganaba la confianza de los menores gracias a su afición por los video juegos, los
jóvenes habían sido seleccionados previamente por su cómplice desde México y eran
persuadidos para dejarse fotografiar desnudos, en caso de no acceder empezaban las
amenazas y agresiones.
Meses de pesquisas llevaron a una persecución que se diseccionó a Venezuela donde las
semanas avanzaban sus resultados, hasta que el 1 de diciembre las autoridades del
vecino país comunicaron que lo habían capturado cerca de un parque infantil en esa
ciudad. Lo llevaron a una cárcel en Caracas mientras es trasladado a Colombia para
responder por sus vejámenes.
Sus vecinos siempre lo vieron como un hombre “amable y cordial, que no tenía ningún
comportamiento extraño”. Así mismo, una familia de la capital del estado de Zulia llegó a
convertirlo en el padrino de bautizo de sus dos hijos menores, por la amistad que creció
entre ellos. Allá se hacía llamar Danilo Santiago y además de trabajar como celador,
laboró en tres cafés internet como transcriptor y asesor de tesis, frente a la Universidad
Rafael Belloso Chacín, y tuvo una relación con una estudiante de comunicación social, de
25 años, la misma con la que aparece en las publicaciones de la red social y con la que
vivió en el conjunto residencial Terrazas de Maracaibo, también cerca de la
Circunvalación 2.
Olga Albornoz manifiesta que los abusadores son personas con un desarrollo emocional
desviado. “Se sabe que tienen una carga genética que predispone esto y, por cuestiones
de su infancia temprana o media, se dispara la genética y, más el medio ambiente, hacen
que estas personas tengan unos desarrollos sexuales y emocionales muy desviados.
Todo el mundo cree que por ser abusador sexual la parte más importante es la sexual y
no, es la sensación de dominar y someter”.
Hay algunos abusadores sexuales que no tienen la situación de ser sociópatas, entonces
presentan culpa ante una situación. Juan Carlos Sánchez es un sociópata, no solo no
presenta culpa, sino que comercializa pornografía, vende y se ufana de la situación.
Simplemente va en busca de su placer y le importa un frito el resto de la gente.

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