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79 la práctica social. Con tal categoría demuestra que las diversas prácticas que existen en
una formación social pertenecen orgánicamente a una misma totalidad compleja. De este
modo, por práctica social Althusser entiende a la unidad compleja de las diversas prácticas
que existen en una sociedad determinada, cada una de ellas “es un (sub)sistema específico
de producción cuyo mecanismo autónomo remata en un `efecto pertinente´ (Balibar) que le
es exclusivo” (Karsz, 1970: 36)1.
Cada práctica está articulada con el resto por un doble criterio: por el modo en que
las restantes prácticas ejercen sus efectos sobre ella y por el modo en que ella ejerce sus
efectos sobre las restantes; pero, como señalamos, las relaciones entre estas diversas
prácticas no ocurren de manera homogénea y lineal, sino sobre la base de una articulación
jerarquizada. Así, tanto la práctica política, como la ideológica y la teórica están
determinadas en última instancia por la práctica económica
80 sobredeterminación. En “Pour Marx” dice Althusser que el concepto de estructura
dominante “define la totalidad marxista como un todo complejo que posee la unidad de
una estructura articulada […] siendo el nivel económico el que determina en última
instancia el elemento que desempeñará el papel de dominante […]” (1965: 6)2.
81 Que la práctica económica sea determinante en última instancia no supone decir que sea
el fundamento de las restantes prácticas, ni que la determinación sea dentro de un esquema
unilateral donde lo económico explicaría por sí solo toda la complejidad de una formación
social. La determinación en última instancia supone que la posición ocupada por otra
práctica depende de la posición relativa respecto de la práctica económica. Dice Balibar
que si bien “en estructuras diferentes, la economía es determinante en cuanto determina la
instancia de la estructura social que ocupa el lugar determinante […] En el modo de
producción capitalista ocurre que este lugar está ocupado por la economía misma […]”
(Althusser y Balibar, 1967: 245)3.
83 Las relaciones de producción, por su parte, son las condiciones sociales del proceso de
producción concernientes “al tipo específico de relaciones que existen entre los agentes de
la producción, en función de las relaciones que existen entre estos agentes, por una parte, y
los medios materiales de producción por otra” (Althusser y Balibar, 1967: 188)4.
1
Karsz, S. (1970). Lectura de Althusser. Buenos Aires: Galerna.
2
Althusser, L. (1965). La revolución teórica de Marx. México: Siglo XXI.
3
Althusser, L. y Balibar, E. (1967). Para leer El Capital. México: Siglo XXI.
4
Althusser, L. y Balibar, E. (1967). Para leer El Capital. México: Siglo XXI.
por relaciones precisas existentes entre los hombres y los elementos materiales del proceso
de producción” (Althusser y Balibar, 1967: 189)5.
85 Althusser que “para existir toda formación social, al mismo tiempo que produce y para
poder producir, debe reproducir las condiciones de su producción” (1970: 10)6. Debe
reproducir tanto las fuerzas productivas (medios de producción: objeto de trabajo y medios
propiamente dichos; y fuerza de trabajo) como las relaciones sociales de producción.”
86 Althusser destaca un nuevo factor que debe considerarse a la hora de la reproducción de
la fuerza de trabajo: la reproducción de la sumisión al orden establecido por la clase
dominante.
87 La ideología como sistema de representaciones imaginarias:
toda ideología, en su deformación necesariamente imaginaria, no representa las condiciones
de producción existentes […] sino ante todo la relación (imaginaria) de los individuos con
las relaciones de producción y las relaciones que de ella resultan. En la ideología no está
representado el sistema de relaciones reales que gobiernan la existencia de los individuos,
sino la relación imaginaria de esos individuos con las relaciones reales en que viven (1970:
46)7.
Es en la ideología donde los hombres se representan (no donde conocen, ámbito que
corresponde a la ciencia) “la manera en que viven su relación con sus condiciones de
existencia […] relación que expresa más una voluntad (conservadora, conformista,
reformista o revolucionaria) […] que la descripción de una realidad” (Althusser, 1965:
193)8.
87-88 la representación ideológica nos brinda “un sistema de ideas, nociones, instituciones
en el cual y por el cual los individuos, los grupos y las clases se representan la formación
social y sus respectivas situaciones en ella” (Sosa, 2011b: 179)9.
88 la existencia de las ideas de su creencia es material, en tanto esas ideas son actos
materiales insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales definidos, a su
vez por el aparato ideológico material del que proceden las ideas de ese sujeto (1970: 50)10.
Agregar a la vacancia teórica de Althusser
5
Althusser, L. y Balibar, E. (1967). Para leer El Capital. México: Siglo XXI.
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Althusser, L. (1970). Ideología y Aparatos ideológicos de Estado: Freud y Lacan. Buenos Aires: Nueva
Visión.
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Althusser, L. (1970). Ideología y Aparatos ideológicos de Estado: Freud y Lacan. Buenos Aires: Nueva
Visión.
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Althusser, L. (1965). La revolución teórica de Marx. México: Siglo XXI.
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Sosa, M. (2011). La teoría de la Ideología de Louis Althusser. En S. Caletti (Coord.), Sujeto, política y
Psicoanálisis. Discusiones althusserianas con Lacan, Foucault, Laclau, Butler y Zizek (pp.173/191). Buenos
Aires: Prometeo.
89 Althusser sentencia con la tesis de que “no hay práctica sino por y bajo una ideología”
(1970: 51)11.
76 Este artículo presenta las coordenadas de un campo de problemas que se teje en los
cruces de distintas búsquedas teóricas en la tradición marxista, el psicoanálisis y las teorías
del discurso. Agregar a la justificación del abordaje teórico-metodológico
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Althusser, L. (1970). Ideología y Aparatos ideológicos de Estado: Freud y Lacan. Buenos Aires: Nueva
Visión.
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Althusser, L. (1970). Ideología y Aparatos ideológicos de Estado: Freud y Lacan. Buenos Aires: Nueva
Visión.
78 Nos encontramos así ante un núcleo fecundo para los estudios en comunicación, cuyo
centro ubicamos en los procesos de la producción social de las significaciones.
atravesada por las problemáticas de la discursividad, la constitución subjetiva y la
ideología.
diversos esfuerzos teóricos provenientes de distintas disciplinas. En ellos se articulan, con
sus matices, reflexiones en torno a la ideología, lo inconsciente, lo estructural y se producen
nociones del discurso y/o de la discursividad de diferentes alcances
79 la problemática althusseriana deviene una suerte de…terreno fecundo para avanzar…
que atraviesan nuestra tarea de producción teórica.
80 haciendo lugar a una pregunta por la eficacia estructurante de lo imaginario,
Nuestro trabajo de investigación se inscribe entonces –en un sentido laxo- en ese espacio de
problemas teóricos que puede identificarse como problemática althusseriana. Conviene
aclarar que entendemos por problemática aquello que el propio Althusser sugiere: una
matriz conceptual inmanente a las prácticas teóricas y por lo tanto, efecto de ellas y no
cláusula jurídica, ni rígida doctrina de pensamiento. Es decir que, en sentido estricto,
leemos a Althusser y esto supone que hacemos pie en sus textos, para forzar su teoría hasta
sus extremos porque, tal como el concepto mismo de problemática lo indica, ésta excede
largamente la palabra de autor, es interior-exterior a ella y produce sus reverberaciones (no
cualesquiera, desde luego) en otras voces.
81 En esta matriz,
Preguntarse por la filosofía materialista –en Marx y más allá de Marx— es siempre, en la
perspectiva althusseriana, preguntarse por su vínculo con la historia, o mejor todavía, su
compromiso en lo histórico.
85 la noción de ideología la que cobra relevancia y nos interesa destacar.
86 la práctica ideológica, cuya principal función es la de producir la evidencia de lo dado?
no es la demostración o la explicación de una coyuntura, sino una forma de interrogarla
[…] mecanismo a partir del cual los individuos son producidos como sujetos,
constituidos y reconocidos en tanto que sujetos. Esto supone que la interpelación
ideológica instituye la categoría de sujeto como un efecto de su propia
perfomatividad, pero que además la instituye de manera tal que, lejos de presentarse
como resultado de ese mecanismo, se re-presenta como una evidencia primera y
fundante. (Viterbo, 2009: 7). Agregar en el paréntesis del marco político sobre el
sujeto como efecto de la interpelación
Resulta así que lo que toma forma y se precipita por el dispositivo de la interpelación es la
propia subjetividad de los hombres, si por ella entendemos ese lugar “interior” en el que se
reconocen como idénticos a sí mismos, el punto de inscripción subjetiva en la trama de
relaciones que componen su realidad. La interpelación ideológica coloca a los hombres en
condiciones de representarse como sujetos en el lugar que se le ha reservado en las
relaciones sociales de producción, y de vivir el discurso ideológico –y el mundo que en él
se teje- como el producto de sus propias razones, de su propio albedrío, de su propia
identidad (Viterbo, 2009).
Ahora bien, Althusser agrega que el efecto específico de la ideología no es únicamente el
reconocimiento -del sujeto en el discurso ideológico- sino más bien éste en su relación con
el desconocimiento del proceso mismo de interpelación que organiza ese reconocimiento de
los individuos como sujetos.
90 El concepto de interpelación ideológica resulta productivo, entonces, para pensar modos
específicos de constitución subjetiva
13
Balibar, Etienne (1990) “Foucault y Marx. La postura del nominalismo”, en Balibar et al. Michel Foucault,
filósofo. Barcelona. Gedisa.
La perspectiva genealógica recoge las adquisiciones de la arqueología y enfatiza la
caracterización pragmática de los discursos, para pensarlos como elementos tácticos y
estratégicos inscriptos o articulados en las relaciones de poder.
8 Las sociedades humanas secretan la ideología como el elemento y la atmósfera misma
indispensable a su respiración, a su vida histórica. (1967: 192).
8-9 La ideología aparece así como una cierta representación del mundo, que liga a los
hombres con sus condiciones de existencia y a los hombres entre sí en la división de sus
tareas, y la igualdad o desigualdad de su suerte (1968: 49)14.
9 "la ideología tiene por función asegurar la ligazón de los hombres entre sí en el conjunto
de las formas de su existencia, la relación de los individuos con las tareas que les fija la
estructura social" (1968: 54).
10 la instancia ideológica es una de las dimensiones constitutivas de toda formación social,
151 el aporte de Althusser es crucial para comprender por qué los procesos de subjetivación
posmodernos no se sostienen sin presuponer una noción de verdad aunque esa verdad sea
inalcanzable o entendida como un ideal regulador
En primer lugar voy a exponer las razones por las que la ideología sólo puede entenderse
por contraposición a una presupuesta teoría de la verdad, a la que Althusser denomina
ciencia. En segundo lugar, voy a mostrar cómo la ideología, a pesar de su falsedad
constitutiva, puesto que no representa ningún tipo de conocimiento verdadero sobre el
mundo, tiene una facultad productiva, es decir, produce realidades sociales y psíquicas. Su
carácter eminentemente pragmático se traduce en procesos y rituales de tipo material o
físico que tienen consecuencias prácticas inmensas en la forma en que los individuos se
entienden a sí mismos y al mundo que los rodea.
152 la teoría de la interpelación de Althusser y la visión disciplinaria de la sociedad de
Foucault tienen profundas afinidades: ambos destacan con igual intensidad el carácter
material y performativo de la producción de sujetos.
157 La ideología funciona desde dentro tanto como desde fuera produciendo una red de
verdades «subjetivas»; donde por subjetivo debemos entender no que afectan al sujeto, sino
que lo constituyen, lo subjetivizan. La ideología, en tanto que ilusión, produce el efecto
fundamental por medio del cual creemos ser sujetos libres y autónomos con una identidad
propia, distintos de los demás, con una «personalidad» distintiva y característica.
159 Althusser sostiene que la ideología representa de forma imaginaria las condiciones
reales de existencia.
Althusser, Louis (1968) “Práctica Teórica y Lucha Ideológica” en La filosofía como arma de la revolución.
14
Esta problemática se inicia dentro del ámbito del discurso tratando de explicar por qué la
materialidad del mismo en tanto que «acontecimiento enunciativo» queda fijada en unos
parámetros preestablecidos. Se pregunta cuáles son los sistemas de sujeción que atrapan a
los discursos para controlarlos y neutralizar su potencial «salvaje».
En su anterior labor arqueológica, Foucault distinguía entre el acontecimiento discursivo,
-con su carácter aleatorio, material, discontinuo e imprevisible- y aquellos discursos ya
domesticados dominados por la representación, discursos en los que nos reconocemos. Por
tanto, en Foucault existe una oposición entre acontecimiento (discursivo) y representación.
Lo que permite el paso del primero al segundo es la influencia de un poder de control. En
El orden del discurso, el autor trabaja con una imagen negativa del poder, una imagen
según la cual el poder coacciona, impide, prohíbe, censura.
la hipótesis de un poder represivo basto y masivo, que Althusser atribuye a los aparatos de
estado, esconde la existencia de otra modalidad de poder más insidiosa y sutil que urge
analizar: su capacidad de fabricar seres «normales» (Foucault) o construir la «realidad
vivida» (Althusser). En términos generales, ya no nos encontramos frente a un poder que
nos impide «llegar a ser lo que somos» (Morey, 1983: 243) 15 sino de frente a un poder que
nos hace ser lo que somos.
Como explica el propio Foucault en una entrevista: «lo que hace que el poder se sostenga,
que sea aceptado es simplemente que no pesa sólo como potencia que dice no, sino que cala
de hecho, que produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; hay que
considerarlo como una red productiva que pasa a través de todo el cuerpo social, mucho
más que como una instancia negativa que tiene por función reprimir»
167 Las relaciones de poder no se limitan a obstaculizar, limitar, falsear o facilitar el
discurso, no le son exteriores sino internas, son constitutivas, lo producen.
170-171 Pero debemos dejar claro que el individuo no es sólo el producto ficticio de una
representación ideológica; es también una realidad fabricada por esta tecnología de poder
que se llama disciplina. «Es necesario cesar de describir los efectos (de la ideología) en
términos negativos: “excluye”, “reprime”, “rechaza”, “censura”, “abstrae”, “enmascara”,
“esconde”. De hecho, el poder produce; produce lo real; produce dominios de objeto y
15
Morey, Miguel. 1983. Lectura de Foucault. Madrid: Taurus.
rituales de verdad. El individuo y el conocimiento que podemos tener de él revelan esta
producción» (Foucault, 1984:196-197)16.
Si el Estado es el ámbito de la Ley, el taller y la fábrica son el ámbito de la norma. Por
medio de la disciplina se fabrica al hombre normal y se normaliza a poblaciones enteras.
Sin embargo, Foucault tiende a olvidar o infravalorar la dimensión psíquica que refuerza la
aplicación de la disciplina por medio del auto sometimiento plenamente consentido y
aceptado por el individuo y que, como señalé, apunta a un sentimiento de culpa abstracto y
primordial.
en lugar de estudiar el centro del poder había que indagar “los cuerpos periféricos y
múltiples, esos cuerpos constituidos, por los efectos de poder, como sujetos” (Foucault
1997: 26), y casi a renglón seguido de presentar al sujeto como efecto de las relaciones de
poder, alude al individuo: “el individuo no es quien está enfrente del poder; él es del poder,
creo, uno de sus efectos primeros” (Foucault 1997: 27).
197 Las disciplinas no consagran el poder a alguien en particular, no lo concentran en un
individuo visible, sino que se aplica “sobre el cuerpo y debe ser por ese nuevo poder
tornado «dócil y sumiso».” (Foucault 2003: 23). El poder funciona en red y su “visibilidad
no radica más que en la docilidad y la sumisión de aquellos sobre quienes se ejerce”
(Foucault 2003: 24).
16
Foucault, Michel. 1984. Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo XXI.
14 un análisis de la formalización de las series discursivas y su operación práctica en
conjunto
A estos conjuntos de determinaciones, Foucault los llamará los sistemas de dispersión: los
campos de posibilidades estratégicas, las formas de repartición y las reglas de formación,
que al describirlos, darán lugar a las formaciones discursivas, las series enunciativas que
serán el objeto de análisis de la arqueología. MARCO TEÓRICO
17-18 las dimensiones no serán ni las relaciones lógicas ni las vinculaciones semánticas: los
enunciados se analizarán desde los juegos de reglas, de relaciones y limitaciones, de
formación y transformación que se encontrarán en este espacio que no responde a los
criterios jerárquicos ni de continuidad con los que se analizaba el discurso
tradicionalmente. Este espacio que se encuentra en torno al enunciado, donde
encontraremos los elementos que nos permitirán describir la especificidad de las
formaciones discursivas que allí se constituyen, puede dividirse en tres niveles:
21 Los objetos, que son aquello de lo que los enunciados hablan, no serán el criterio que
determinará la unidad de cierta serie de enunciados, como lo eran bajo el análisis clásico
del discurso. Serán los propios conjuntos de enunciados que producirán a los objetos, los
que establecerán su aparición como derivación de los límites de su campo, que serán las
condiciones existenciales del objeto, sin definir su constitución interna, pero si definiendo
su aparición:
lo más relevante para el filósofo sobre los objetos en el análisis enunciativo, es que para
definirlos se haga referencia a las reglas, al “nexo de las regularidades que rigen su
17
FOUCAULT, M. (2003). La arqueología del saber. Traducción de Aurelio Garzón del Camino. Buenos
Aires: Siglo XXI.
dispersión”, lo que en su aparición histórica permite su formación y constitución como
objetos de un discurso.
22 La fuente del discurso es el “campo anónimo” de prácticas, y no el sujeto: “No se deben
situar ya los enunciados en relación con una subjetividad soberana, sino reconocer en las
diferentes formas de la subjetividad parlante efectos propios del campo enunciativo”
(Foucault, 2003: 207).
Así la pregunta de por qué se dice lo que se dice y por qué se ha enunciado de cierto modo
determinado, no dependerá de una subjetividad, sino de los cambios sistemáticos en las
prácticas discursivas: quién tiene derecho a hablar (a establecer un enunciado), desde qué
lugar emana un enunciado y qué posición ocupa el sujeto del discurso. Por ello, en una
formación discursiva, se pueden encontrar varios planos hablando, dispersos y no-
unificados por ninguna síntesis (de una subjetividad psicológica o de un sujeto
trascendental). El discurso no se puede seguir concibiendo como un fenómeno de expresión
sino cómo, respecto al sujeto, un campo de regularidad para diversas posiciones de
subjetividad.
Esta trama de relaciones múltiples entre acontecimientos discursivos, que el análisis de las
formaciones discursivas descubre, no es efectivamente la misma trama del texto en sí. Esta
madeja de relaciones articuladas en cierto orden son las que “caracterizan ciertos niveles
del discurso y definen unas reglas que aquél actualiza en tanto que práctica singular”
(Foucault, 2003: 126)
26 El enunciado no se encuentra nunca “libre”, ya que siempre está situado en un
determinado campo enunciativo, del que forma parte teniendo un rol entre los demás
elementos, apoyándose y distinguiéndose de ellos, entrando en el juego enunciativo donde
siempre está jugando un papel específico. Finalmente la última de las condiciones descritas
por Foucault para la función enunciativa será la de tener una existencia material: el
enunciado no puede darse si no es en unas coordenadas específicas y, al interior de un
espesor material, que no sólo será condición de su existencia como enunciado, sino que
también lo constituirá cómo tal.
Otro rasgo que caracteriza al análisis de los enunciados es que los tratará siempre en su
forma de exterioridad,
ejerce cierto papel respecto de los discursos: asegura una función de clasificación; un
nombre de este tipo permite agrupar cierto número de textos, delimitarlos, excluir algunos,
oponerlos a otros.
se puede afirmar que durante este período se instituyó un nuevo sentido sobre el
trabajo,
18
Goldín, A. (2014), Políticas laborales: rupturas, continuidades y retos en contextos cambiantes. En
CARLOS ACUÑA (comp). El Estado en acción – Fortalezas y debilidades de las Políticas Sociales en la
Argentina. (109-154). Siglo XXI Editores.
Chartier, R. (1999). Trabajar con Foucault: esbozo de una genealogía de la función-autor.
Signos históricos, 1, 11-27.
11 1969, Foucault distinguía dos problemas, a menudo confundidos por los historiadores:
por un lado, el análisis sociohistórico del autor como individuo social y los diversos
interrogantes que se vinculan a esta perspectiva
Considerando el autor como “una función del discurso”, Foucault recuerda que lejos
de ser universal, pertinente para todos los textos en todas las épocas, la asignación
de las obras a un nombre propio es discriminadora: “la función-autor es
característica del modo de existencia, circulación y funcionamiento de ciertos
discursos en el seno de una sociedad”
11-12 la función-autor está situada a distancia de la evidencia empírica según la cual
todo texto ha sido escrito por alguien.
154 el análisis del discurso suele ser simplemente un recurso metodológico para dar cuenta
de la discursividad de los corpus analizados que, incluso, no serían resultado estrictamente
del análisis del discurso, sino del análisis de contenido.
el investigador que recurre al análisis del discurso tiene en sus manos una
herramienta capaz de trabajar como un arqueólogo, encontrando las reglas de
formación y de las exclusiones de los discursos
157 La importancia capital de los discursos está entonces en la posibilidad de poder y de
saber que trascienda las condiciones que hacen posible su emergencia como práctica.
163 Abordemos lo que Foucault entiende por formación discursiva, concepto que más se
acerca a la noción de discurso en Foucault:
“[La formación discursiva] es el principio de dispersión y de repartición, no
de las formulaciones, no de las frases, no de las proposiciones, sino de los
enunciados (en el sentido que he dado a esta palabra), el termino de discurso
puede ser establecido: conjunto de enunciados que dependen de un mismo
económico, sistema de formación” (Foucault, (1979) [2003]: 181).
167 Es la descripción pura de los acontecimientos discursivos (Foucault, (1979) [2003]: 43)
que interesa al análisis del discurso como:
“[conjunto] de reglas que permiten construir eventualmente otros
enunciados aparte de ésos [...] La descripción de los acontecimientos del
discurso plantea otra cuestión muy distinta: ¿cómo es que ha aparecido tal
enunciado y ningún otro en su lugar?” (Foucault, (1979) [2003]: 43- 44)20.
19
Foucault, M. (). El orden del discurso
20
Foucault, M. (1979) [2003]. La arqueología del saber. Siglo XXI Editores.
168 Corresponde entonces al análisis del discurso establecer quién habla, no qué sujeto con
nombre y apellido, sino qué discurso y qué reglas de exclusión se encuentran en su
funcionamiento.
21
Althusser, L. y Balibar, E. (2010) [1969]. Para leer El Capital. México: Siglo XXI.