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Presentación 5

Presentación

Ramas tan distintas del saber, tales como la lingüística, la


mineralogía o la biología, se preguntan por la forma de sus
objetos; de ahí que la morfología constituya parte esencial de
sus corpus. Así también, la física relativista de Einstein, por
ejemplo, depende de un concepto de forma, en este caso, la del
espaciotiempo, tomado a su vez de la geometría riemanniana.
El extravagante mundo de la física cuántica, por su parte, se
deja exponer de manera privilegiada a partir de diagramas, por
una suerte de mor­fología conceptual, como se puede apreciar
en el trabajo de Richard Feynman, aunque asimismo recurre a
la teoría de grupos en el modelo fundamental de partículas. La
lingüística, al interesarse por la forma del enunciado, se intere-
sa igualmente por la lógica que ahí se pone en juego y mutatis
mutandis, por la lógica del sentido. Aristóteles, desde los co-
mienzos de la filosofía, construye su metafísica sobre la base
de homologías estructurales entre el lenguaje y el ser, porque
este último se expresaría apofánticamente en la forma de la pro-
posición y cuya verdad se desplegaría en la forma de juicios y
silogismos. Y la matemática contemporánea expone en la teoría
de categorías la totalidad de las matemáticas a partir de figuras
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que diagraman objetos y relaciones abstractas. Se trata aquí de


una anfibología del concepto de forma; de “parecidos de familia”
entre los diversos usos del concepto, como diría Wittgenstein.
¿Es que acaso es posible una teoría general de la forma, una
suerte de matesis universalis u ontología formal?
Como sucede con todos los conceptos ampliamente difundi-
dos y utilizados, no es fácil saber qué se quiere decir por forma.
En efecto, la forma que interviene en la composición de la sus-
tancia en Aristóteles tiene poco que ver con la forma de las hojas
y éstas con la forma de las oraciones. Adicionalmente, ciencias
empíricas relacionadas con los sistemas dinámicos, muy parti-
cularmente los de tipo caótico, las lógicas difusas, la geometría
fractal, la topología y otras ramas de la matemática y la física,
se sirven de conceptos de forma que se alejan de la concepción
más tradicional de ésta que heredamos de la geometría. Ahí los
bordes difusos, el azar, los cambios abruptos, el caos y el tiempo
dejan de ser conceptos impensables para volverse inseparables
del concepto de forma. Desde la modernidad, y cada vez con
más fuerza, poetas y filósofos, pero también naturalistas y
pensadores de toda clase, denunciaron el cerrado mundo de las
matemáticas y la lógica que intentaba capturar en una fórmula
o en una proposición los colores de la vida y las “maravillas”
de la creación natural y cultural. Denunciaron lo obtuso de los
silogismos y las limitaciones de los círculos y los cuadrados.
Pero si esto es así, el concepto de forma dio en el siglo xix
signos definitivos de su independencia. Es decir, que, si no todo
se dejaba formalizar, tampoco toda forma se dejaba ya aplicar
al mundo. Muchas invenciones matemáticas parecían no tener
relación alguna con el mundo. Lo enigmático resultaba entonces
del hecho de que un pensamiento nacido de las abstracciones
encontrara, como por una feliz casualidad, una aplicación en
el mundo. Piénsese en Einstein y la geometría de Riemann,
en Lévi-Strauss y las matemáticas de Bourbaki, en los usos
de la topología en la teoría de la significación de Thom y Petitot,
pero también en las interpretaciones más libres de ésta por parte
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del Lacan tardío, preocupado por los agujeros y los bordes o en


el Deleuze de madurez, interesado en los pliegues y los territo-
rios del análisis matemático. ¿Se trata de metáforas? ¿Hay usos
propios e impropios de la forma? ¿Usos para la predicción y usos
para la comprensión? Puede ser, pero con eso no explicamos en
absoluto la omnipresencia del concepto de forma en ciencias y
disciplinas tan diversas, ni las homologías estructurales que hay
en el concepto mismo, a pesar de los campos tan alejados en los
que se emplea. Decir que se trata simplemente de una anfibología
conceptual o de meros equívocos en el uso de la palabra y dar
por terminada la cuestión, es un claro signo de pereza intelectual.
El mundo de la forma se nos presenta hoy como heterogéneo
y complejo, pero al mismo tiempo, como un vehículo que nos
permite establecer parentescos estructurales entre las regiones
conceptuales más distantes del mundo (biología y lingüística,
física y lógica, matemática y psicoanálisis), sin por ello aspirar
a un gran sistema de las formas (una morfología general como
ontología). Formas las hay en plural, y existen varias formas
de las formas, así como contextos de uso. Pero, como hemos
dicho, las formas, sin importar su proveniencia, revelan in-
esperadas correlaciones entre sí que nos sorprenden, sin que
podamos reducir una a otra, y sin que podamos encontrar la regla
definitiva de su asociación. Es toda una sorpresa que encontre-
mos homologías estructurales entre la geometría y la lógica,
entre la gramática y la música; que las costas se emparenten con
los cristales por la geometría fractal, o que podamos razonar
topológicamente tanto al describir el comportamiento animal,
como al caracterizar la ciudad o una obra de arte.
En una conferencia titulada Des espaces autres. Hétérotopies,
escribe Foucault que, si la obsesión del siglo xix había sido la
historia, nuestra época sería la del espacio, en tanto que vivimos
en una era de

la simultaneidad y la yuxtaposición […] [de] lo próximo y lo lejano,


[…] de lo disperso […] donde el mundo se experimenta menos […]
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como una gran vida que se desarrollaría a través del tiempo, que como
una gran red que liga sus puntos y que entrecruza su madeja (https://
foucault.info/documents/heterotopia/foucault.heteroTopia.fr/).

Foucault atinó en su diagnóstico, particularmente en cuanto


a la relación que comenzaba a entablarse entre el espacio y la
ciencia. Pero no es claro que haya logrado salir del hechizo del
tiempo con su preocupación esencial de la genealogía y la his-
toria, ni del cerco subjetivo. Si la obsesión por el tiempo tenía
su apoyo en la subjetividad (el tiempo siempre ha sido su éter,
así como de la interioridad y de lo espiritual), el espacio abriría
camino al lugar donde ésta, la subjetividad, se encuentra situada:
el afuera del lenguaje y del mundo, pero también de la naturaleza
o de lo real. Es cierto que la nueva preocupación por el espacio se
haría legible por medio de redes y puntos, superficies y relacio-
nes no-métricas, pero este hecho, que remite inmediatamente al
estructuralismo, nos conduciría, en última instancia, a la ciencia
misma y su modo de aprehender el mundo matemáticamente.
Las redes y los puntos se ensancharían con los espacios con-
tinuos; los pliegues, los agujeros y otras catástrofes se pueden
expresar de manera privilegiada en el lenguaje de la matemática.
El estructuralismo propio de la lingüística no estaba necesaria-
mente al tanto de la gran revolución que experimentaba ya la
matemática desde el siglo xix y que presentaría resultados inau-
ditos en las décadas de 1950 y 1960. La matemática, pensada de
manera clásica como determinista, orientada al cálculo (Hegel
mismo afirmaba que la matemática era la ciencia de la medida)
y determinable a priori, y que por esas razones fue el blanco
de críticas de la fenomenología y la hermenéutica, daría un giro
radical. Ella se presentaría cada vez más problemática, pero
más flexible, menos determinista, más rica, menos numérica
y más conceptual. Es así que una matemática conceptual estaba
por primera vez a la altura de las reflexiones filosóficas y de las
ciencias sociales y naturales. Pero no sólo eso, la matemática
hizo suyas reflexiones clave en la filosofía y las ciencias, a través
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de un pensamiento del infinito (Cantor), de la multiplicidad con-


juntista (Cantor, Dedekind, Zermello y Frankl), del vacío (como
en la construcción de los números naturales de Von Neumann),
pero también del continuum (Gauss y Riemann), de las superfi-
cies (Poincaré) y, sobre todo, de nuevos espacios que permitirían
encontrar tránsitos entre regiones matemáticas aparentemente
disyuntas (Lawvere y Grothendieck). La riqueza conceptual
de la matemática ofrecería un marco inaudito para pensar los
problemas contemporáneos: la multiplicidad de interpretaciones
proclamada por la posmodernidad y su “pegamiento” por pro-
cedimientos genéricos (como en la invocación de Badiou por
un nuevo universalismo), el nihilismo (el problema de la nada y
el vacío) y la complejidad (caos y sistemas dinámicos, a partir
de espacios topológicos producidos probabilísticamente), etc. El
problema de la unidad y la multiplicidad, del vacío y el “algo”,
de la definición de espacios conectados de maneras no-triviales,
relaciones entre lo local y lo global, la exploración del orden y las
estructuras “desde adentro” (de forma inmanente, como iniciara
Gauss con su teorema egregio), etc.
Todo esto se encuentra muy lejos de los tiempos en que las
ciencias o la filosofía eran forzadas a entrar en el paradigma de
la matemática para asegurar con ello su dignidad. La exuberan-
cia matemática permitió a las ciencias incluir espacios imposi-
bles en las dimensiones usuales, dimensiones fragmentarias (no
cero, uno, dos, que corresponderían al punto, la línea, el plano,
etc.), nudos, superficies con agujeros, grafos para captar el
comportamiento de redes, sistemas dinámicos caóticos, sistemas
de pegamiento de espacios heterogéneos, puentes para encon-
trar invariantes entre diferentes universos matemáticos, etc. Se
trataba de una revancha de la visión geométrica, en contra de la
visión lógica y formalista. El resultado sería un ejercicio de
la imaginación matemática propia de la geometría acoplado a la
imaginación conceptual de la filosofía y las ciencias, naturales
y sociales. Es así que comienza una época de pensamiento que
podríamos llamar diagramático. De la geometría retiene la capa-
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cidad de icono y dibujo, del lenguaje retiene la capacidad signi-


ficante, del pensamiento formal retiene la capacidad de abstraer
patrones y hacerlos identificables en las regiones más distantes.
Es quizá esto lo que se deja pensar bajo, en primera instancia,
el concepto de forma: una multiplicidad de ordenamientos (pa-
trones, estructuras y disposiciones) y sus entrelaces no-triviales.
Pero no se trata, en absoluto, de “matematizar” todo campo
del saber, sino de aprovechar la imaginación matemática para
captar, con un juicio igualmente imaginativo, problemas de
diversos campos. Aquí la abstracción no vuelve disponible
las cosas para su control humano, sino que permite acoplar
y traducir las regiones o “modos” de ser más diversos, como
la naturaleza y la cultura o las personas y los objetos, sin por
ello pedir el sacrificio de su especificidad. Muchas veces se ha
atacado el pensamiento formal que, como su nombre pareciera
indicarlo, hace abstracción de todo contenido. Pero la situación
actual de las ciencias formales se encuentra bajo una doble
condición. Por un lado, posee grados de libertad que le permi-
ten desprenderse de la inmediatez de los contenidos concretos,
dando así espacio a variaciones y transformaciones. Por el otro,
no existen metaformas en las cuales pudiéramos subsumir toda
forma posible. Pero en ese punto es donde comienza el trabajo
de la traducción y la traslación.
El diagrama es entonces uno de los modos predilectos de
abordar la forma, sus variaciones y los campos donde se desplie-
gan familias de formas. Lo que se perfila con el razonamiento
diagramático es un modo de pensar a través de las formas, re-
conociendo patrones y motivos análogos en seres distantes, por
medio de razonamientos plásticos y figurativos, pero sin ceder a
la ingenuidad y vaguedad del proceder analógico. Pensemos, por
ejemplo, en los nudos, que recorren la teoría de cuerdas y llegan
al ADN alcanzando los quipus andinos. Las redes aparecen en
la computación, en las relaciones sociales, en los seres vivos y
en las tramas de cosas. La pérdida de los colores del mundo se
compensa con la permeabilidad de sus más lejanos ámbitos. Este
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desarrollo de la conciencia espacial no se debió solamente a los


conceptos, ni las imágenes, sino a ese híbrido de materialidad,
imagen y lenguaje que es el diagrama.
Esta preocupación por el espacio y su aparejado camino
diagramático es indisoluble de la pregunta por la forma. Fue
necesario reconocer que si el tiempo transcurre (devenir), el
espacio toma forma (se estructura, en el sentido más amplio del
término). Pronto resultó evidente que el mundo no se somete a
un solo sistema de coordenadas espaciotemporales, a un solo
“universo” ontológico. Hay varios tiempos y varios espacios,
como varios seres y “universos” o “campos” o “regiones” de
seres. ¿Cómo pensar esta multitud? ¿Cómo se realiza el tránsito
entre ellos? ¿Cómo se enlazan y cómo se distancian entre sí? El
resultado filosófico de los siglos xix y xx consistió, sin duda, en
pensar el tiempo no como una forma preestablecida (sea objeti-
va, sea propia de la sensibilidad), sino como un producirse, es
decir, como temporización: génesis del tiempo desde sí mismo.
El resultado del siglo xx y del xxi ha sido, paulatinamente, un
pensamiento donde el espacio no funge ya más como un conte-
nedor de cosas, ni se concibe como una forma vacía, sino que
llega a ser, se produce: tiene lugar un proceso de espaciación.
¿Y qué es este advenir del tiempo y del espacio sino su tomar-
forma? ¿No es la forma precisamente el concepto donde tiempo
y espacio aparecen enlazados? Si hay una pregunta que deba
ser hoy formulada en la filosofía, lo mismo que las ciencias
sociales y naturales no es aquella por el tiempo o el espacio,
sino por su entrelace y las variedades que éste adopta. Es así
que se nos presenta hoy la interrogación por el comportamiento
de las formas a partir de momentos fundamentales de morfo-
génesis, metamorfosis, estabilidad estructural y disolución y
sus acoplamientos. Este tomar-forma son los espacios-tiempo,
en toda su multitud de registros. Es por ello que, como primer
paso, es necesario superar la oposición entre tiempo y espacio,
entre lo estable y lo cambiante, entre el caos y el orden. En un
segundo paso se vuelve necesario avanzar más con el concepto
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de forma para ver no solamente sus usos en tales o cuales cien-


cias o incluso desde el punto de vista de la matemática. Se hace
imprescindible reconocer el carácter enigmático del concepto
mismo. Se lo ha querido separar de la materia para después jun-
tarlos, como Aristóteles, en un compuesto hilemórfico (materia
y forma), como si tuviesen un origen diverso. Se lo ha querido
poner del lado del sujeto, como Kant, para explicar la “sorpresa”
de que nuestros conceptos fuesen tan aptos para el mundo. Se ha
querido predicar de la naturaleza misma, como Schelling, afir-
mando que la propia materia se forma en un proceso dinámico.
Se lo ha querido hacer contenido de sí, como la lógica de Hegel,
donde los conceptos vuelven sobre sí para generar un bucle de
retroalimentación conceptual. Pero pese a las separaciones y las
uniones, los dualismos y los monismos, el concepto permanece
enigmático.
El presente número ofrece una gama de artículos que discu-
ten en torno al concepto de forma desde diversas perspectivas
y campos del saber. Se trata de una invitación plural para re-
flexionar sobre este intrigante y poderoso concepto. La intención
es promover un espacio abierto para el diálogo entre diferentes
disciplinas, el anhelo es crear conexiones inesperadas, estimular
curiosidad y provocar nuevas ideas. Elegimos el título Avatares
de la forma, pues resume la condición dinámica del concepto
dentro de una realidad compleja que se apareja a la transfor-
mación de la ciencia misma. Avatares atañe a las vicisitudes y
situaciones por las que ha pasado algo o alguien, en este caso la
forma. Pero también la palabra avatares es el plural de avatar.
A modo de ejercicio lúdico, la palabra avatar, da merced a ima-
ginar un espacio de posibilidades, por ejemplo: idear la ciencia
como un avatar del ser humano. ¿Qué queremos decir con esto?
En definición, un avatar encarna las cualidades del ser que le da
origen y potencia otras, que sólo pueden desplegarse a través de
él. Así, la ciencia, con sus instrumentos y paradigmas, potencia
el saber humano y viceversa. Un microscopio, en sentido figu-
rado, es un avatar del ojo humano que potencia la habilidad de
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ver cosas invisibles, un paradigma es un avatar del pensamiento


que potencia la comprensión de una realidad. Esto significa que
los diagramas a los que hemos aludido, así como los conceptos
utilizados en torno al término de forma, fungen como avatares
del pensar, como producciones con los cuales se pueden realizar
experimentos. Recordemos lo que Peirce decía sobre los mapas
(tan cercanos a los diagramas), a saber, que no se trata de copias
de lo real, sino de instrumentos con los cuales podemos hacer
experimentos. No son, en sentido estricto, herramientas, sino
instanciaciones, avatares, en los cuales averiguamos qué es la
cercanía (tan cara a nuestro habitar en el mundo), la superposi-
ción (tan propia de los palimpsestos que producimos histórica-
mente), la simultaneidad (tan enigmática en un mundo en devenir
implacable), etc.
Es así que ciencia y humanidad se entrelazan, se autocues-
tionan, se autocorrigen, se autotransforman y se autolimitan.
Una encarna (instancia, funge como avatar) de la otra y se
permiten co-existir, depender y mutar juntos. Por lo tanto, el
título “los avatares de la forma” se refiere a las diferentes defi-
niciones, aplicaciones y contextos en los que el concepto forma
se ha aplicado, pero también, en un ejercicio alegórico, apunta
a los distintos enigmas, encarnaciones y mutaciones que han
desplegado ciencia y ser humano. El avatar parece una figura
de la ciencia ficción, pero es en realidad un concepto antiguo.
Sólo recientemente, con el inicio de la inteligencia artificial, el
avatar ha cobrado un sentido sin precedentes. Nos encontramos
en el umbral de una era donde personas, cosas y programas, es
decir, espacios muy diferentes en naturaleza, se entremezclan,
se acoplan, circulan, se limitan o se potencian. Esta nueva com-
binación será el futuro de las “nuevas formas” sobre las que
discutirán la filosofía, las humanidades y la ciencia en general.
He aquí una invitación para expandir la investigación con el
fin de abordar “los avatares de la forma” desde esta inquietante
perspectiva. Estos híbridos conceptuales y ontológicos, esta ex-
periencia medial, mediada y multimedia, en que se ha convertido
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la existencia humana (pero quizá no sólo ella), exige un pensar


diagonal, capaz de moverse por diferentes registros y capaz de
mostrar: “qué patrón conecta el cangrejo con la langosta y a la
orquídea con la prímula y a los cuatro conmigo […] a mí contigo
[…] y a los seis de nosotros con la amiba en una dirección y con
el tímido esquizofrénico en otra”, como dice Gregory Bateson
en Mente y Naturaleza.
La convocatoria reunió artículos para realizar dos volúmenes
sobre el tema. En esta primera entrega se encuentra una selec-
ción que incluye perspectivas desde la semiótica, la filosofía, la
lingüística, las matemáticas, el arte y la antropología, confor-
mando un número plural que discute desde distintos ángulos
“los avatares de la forma”. Se inicia con el texto de Jacques
Fontanille titulado “El advenimiento de la forma. Mutaciones,
interacciones, emociones e imperfecciones”. El autor discute el
concepto de forma y las transformaciones que ha experimentado
dentro de la semiótica estructural, a partir de la obra de Grei-
mas. El estructuralismo marcó una época en la que se suscribió
la hipóstasis, donde forma y sistema se confunden. La forma se
conceptualizó como inmutable, perfecta, la buena forma. Pero
el autor afirma que cuando creemos poseer la significación de
una forma perfecta, comenzamos una nueva búsqueda, ahora
de la imperfección. Se discute así la forma ideal partiendo de
la filosofía de Platón y Aristóteles, y se realiza un examen de la
concepción de la forma en la gestalt. Las transformaciones que
ha tenido la forma corresponden a componentes antropológicos
y bio-semióticos de la construcción del conocimiento y el sig-
nificado.
Los autores Rodrigo Ibarra González, Ignacio Rodríguez Sán-
chez y Antonio Rico Sulayes, presentan el artículo “Del punto
al área: consideraciones desde la teoría de la complejidad para
representar el aprendizaje léxico”, se cuestionan el hecho de que
la lengua ha sido estudiada como un sistema simple que puede
explicarse como una suma de factores. Sin embargo, estudios
recientes demuestran que existen relaciones de codeterminación
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entre factores, así como cambios no-lineales que ponen en duda


aquella forma tradicional. Al ser un sistema dinámico, el estudio
de la lengua requiere de nuevos enfoques y representaciones.
Así, los autores proponen una metodología para la representación
del aprendizaje léxico en estudiantes de segunda lengua, la cual
considera la complejidad y representa el cambio como un mapa
dinámico.
Óscar Javier Pérez Lora ofrece en su texto “El modelo THK.
Abordaje de la filosofía de las matemáticas desde un punto de
vista sintético”, una presentación del pensamiento de Fernando
Zalamea. El trabajo nos acerca a la obra del filósofo colombiano
y su esfuerzo por contribuir a una lectura unitaria de la mate-
mática una vez que resulta imposible determinar un único objeto
y método para la vastedad del campo de las matemáticas. El
modelo THK (Topos de Haces Sobre Modelos de Kripke) parte
de la teoría de topos desarrollada por Grothendieck, empleando
la herramienta matemática de haces y el modelo de Kripke de la
lógica intuicionista. Los topos permiten pensar espacios capaces
de soportar cierto universo de objetos matemáticos y una cierta
lógica. Los haces posibilitan conectar espacios diferentes para
lograr tránsitos entre lo global y lo local, lo local y lo disconti-
nuo y otras polaridades. Finalmente, los modelos de Kripke, que
capturan la lógica trivaluada intuicionista (donde la negación
de la negación no es equivalente a la afirmación), permiten dar
cuenta de la evolución del saber matemático. El resultado es una
sugerente propuesta para integrar, de ahí lo sintético, diferentes
campos de la matemática en una filosofía global.
En su artículo “Meta-formas narrativas del sello de correos.
Lecturas del sello español”, Fernando Monroy Avella realiza un
análisis de la iconografía postal, la cual exige no sólo el análisis
de la imagen per se, sino de considerar al sello como un universo
que encierra, en sus diversas formas materializadas, un discurso
politizado y socializado. El corpus gráfico analizado es de 2 400
imágenes provenientes del catálogo de sellos de los años 1850
a 1992 de España. Los temas versan sobre deporte, política,
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naturaleza, eventos, patrimonio, ciudades, y más. De acuerdo


con el autor, los sellos de correos conforman un terreno rico en
vestigios gráficos llenos de significación que requieren de una
lectura compleja. Bajo el enfoque de la semiótica visual se hace
visible de manera ordenada y metódica, lo que en apariencia es
incorpóreo y disperso. A través de esta estrategia el autor des-
cubre los discursos subyacentes o las meta-formas narrativas del
sello de correo español. Es aquí donde la forma visual encarna
los discursos e ideología que le dan vida.
“Del manierismo epistemológico al manierismo estético.
Algunas propuestas y ejemplos para una exploración feno-
menológica del espacio del juego artístico”, es el título de la
contribución de Carlos Alberto Lobo. Tomando como punto de
partida la fenomenología husserliana, el autor explora los mo-
dos de presentación de la obra de arte para vincularlos con el
concepto matemático de variedad riemanniana. Por manierismo
debe entenderse la atención a los modos de darse de las cosas en
todo su detalle y no la determinación si algo existe o no existe,
si es o no real. En este sentido, el manierismo epistemológico
intenta hacer surgir la riqueza de la donación fenomenológica a
partir del concepto de inactualidad. Lo crucial es el valor que
representa el concepto de variedad, a saber, un conjunto de pun-
tos de vista, variaciones y transformaciones que constituyen un
espacio común.
En la contribución titulada “Avatares de la forma en el espa-
cio-tiempo Pacha”, Leonora Arriagada Peters plantea un tema
capital en la ciencia contemporánea occidental: comprender e in-
tegrar los saberes de culturas ancestrales, en este caso, la cultura
andina precolombina y actual, en tanto que ofrecen un universo
de pensamiento capaz de dar réplica a los desafíos de la era glo-
bal. La autora realiza un minucioso análisis del concepto de Pa-
cha desde el punto de vista de la forma. Según se argumenta en
el texto, el concepto puede traducirse como la unión de los ejes
existenciales: espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]. El concepto
plantea un origen espaciotemporal y relativo de todas las cosas,
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un escenario en el que la forma/idea [materia-espíritu], aquella


justa vinculación entre lo material e inmaterial en el (espacio-
tiempo), confiere “existencia” a las ideas. La filosofía andina
invita a vincular la idea con la forma [idea/forma], entendida
como una unidad en el espacio-tiempo relativo y en constante
cambio. La propuesta final es desarrollar “toda una teoría” sobre
el espacio-tiempo Pacha que pueda dialogar, vincular y aplicarse
con el acervo científico contemporáneo. Al concluir la lectura
de este texto es imposible no maravillarse con el pensamiento
andino, un pensamiento genuinamente complejo y un norte para
imaginar nuevas formas de comprender y vivir la realidad.
Guillermo Callejas, en el artículo titulado “Sobre la re-con-
ceptualización de los distintos significados del término τὸ ὂν.
Un análisis de Categorías 2, 1a 20-1b 9 y algunos pasajes de la
Metafísica de Aristóteles”, examina el concepto de forma y su
relación con la noción de sustancia según Aristóteles. Pero en
este texto se abordan formulaciones clave que Aristóteles aplica
después en otras obras: “lo que se dice de un sujeto”, “lo que
está en un sujeto” y “lo que ni se dice ni está en un sujeto”, que
corresponden a lo que se da necesaria, accidental y generalmente
en un sujeto. Puede apreciarse la forma del juicio o predicación y
su relación con un triángulo modal de oposiciones. Nuevamente
es posible reconocer la estrecha relación entre su metafísica, su
ontología y la teoría general de la lógica.

Arturo Romero Contreras y Citlalli Reynoso Ramos


Índice 3

Índice

Presentación .......................................................................... 5
El advenimiento de la forma.
Mutaciones, interacciones, emociones e imperfecciones
Jacques Fontanille ........................................................19
Del punto al área: consideraciones desde la teoría
de la complejidad para representar el aprendizaje léxico
Rodrigo Ibarra González, Ignacio Rodríguez Sánchez
y Antonio Rico Sulayes .........................................................49
El modelo THK. Abordaje de la filosofía
de las matemáticas desde un punto de vista sintético
Oscar Javier Pérez Lora ..............................................79
Meta-formas narrativas del sello de correos.
Lecturas del sello español
Fernando Monroy Avella ...................................................101
Del manierismo epistemológico al manierismo estético.
Algunas propuestas y ejemplos para una exploración
fenomenológica del espacio del juego artístico
Carlos Alberto Lobo .....................................................125
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha
Leonora Arriagada Peters ............................................165
4 Índice

Sobre la re-conceptualización de los distintos


significados del término τὸ ὄν.
Un análisis de Categorías 2, 1a 20-1b 9 y algunos pasajes
de la Metafísica de Aristóteles
Guillermo Callejas ......................................................... 205
Noticias del Fondo Greimas de Semiótica
Víctor Alejandro Ruiz Ramírez,
Blanca Alberta Rodríguez .............................................. 235
Resúmenes .............................................................................. 247
Acerca de los autores .....................................................263
El advenimiento de la forma... 19

Avatares de la forma.
Tópicos del Seminario, 42.
Julio-diciembre 2019, pp. 19-47.

El advenimiento de la forma.
Mutaciones, interacciones, emociones e imperfecciones

Jacques Fontanille
Universidad de Limoges
Instituto Universitario de Francia

Traducción de Dominique Bertolotti Thiodat

Introducción

Desde su título, esta reflexión comienza por una mención in-


directa a la obra de Greimas (1990); me refiero a De la imper-
fección. Esta sola mención basta para sugerir de qué manera la
forma puede pasar de la perfección a la imperfección: por la
mediación de la sensibilidad y de la estesia, que es el motivo
central de la obra de Greimas, y que se encuentra también en
el centro de la mayoría de los debates. Mediación que en oca-
siones es recusada y, en otras, reivindicada en la historia de las
concepciones de la forma, por lo menos en la tradición filosófica
europea. Pero la pregunta que trato de plantear, circunscribir y
desarrollar aquí, no se limita a la mediación sensible, sino que,
además, y sobre todo, involucra la orientación que ha seguido la
transformación de la semiótica. Constituida según los principios
del estructuralismo, la semiótica de Greimas empieza por una
concepción de la estructura que aunque no siempre se asemeja
a una “forma perfecta”, sí se asimila, en todo caso y tanto como
sea posible, a una “buena forma”, para prolongarse y terminar
(en el recorrido de Greimas) por la búsqueda de la imperfección.
20 Jacques Fontanille

Si asumimos que los topoï argumentativos deberían orientar


a la vez nuestras interpretaciones y nuestras conductas, es
evidente que, en este caso, el topos según el cual más valdría
ser perfecto que imperfecto no se cumple. Nos esforzaremos,
pues, en comprender cómo y por qué, cuando creemos poseer
la significación de una forma perfecta, podemos ser inducidos
a emprender una búsqueda de la imperfección. No se trata,
entonces, de reconstituir el camino historiográfico de la semió-
tica estructural, menos el del propio Algirdas Julien Greimas,
sino de comprender por qué la forma debe ser imperfecta para
producir efectos de sentido que inciten a una construcción de la
significación.
Es cierto, como lo recuerdan los editores de este volumen
de Tópicos del Seminario, que la noción de forma ha sufrido
muchos avatares y que si se la llega a mencionar en los trabajos
semióticos, no es suficiente para identificar su significación. En
la época del estructuralismo se tendía a la hipóstasis: la forma
y el sistema se confundían, y siendo que se consideraba al sis-
tema como, en cierto modo, una invariante inmutable, a pesar
de las advertencias de Saussure (2004) y de Hjelmslev, quienes,
cada uno a su manera, habían insistido en el cambio sistémico,
la forma también era considerada como inmutable. Según se
verá, la noción de forma ha evolucionado en gran medida, en
particular porque la atención se ha desviado progresivamente
del resultado (el “sistema”) hacia el proceso de apercepción
y de análisis que conduce a la forma. Ésta es la orientación
de la reflexión que presentaremos: desplazar la “forma”, de la
epistemología hacia la metodología; la forma es indisociable
del procedimiento de análisis y de las condiciones de su apre-
hensión, y de ahí deriva directamente su modo de existencia
epistemológico.
El advenimiento de la forma... 21

1. La forma ideada1 e ideal

1.1. Esbozos filosóficos

Desde los inicios de la filosofía occidental, la forma ha sido


definida como una idealidad. Para los filósofos presocráticos, la
forma pertenece al dominio del ser, mientras que la percepción
y la sensibilidad pertenecen al de la existencia, en la extensión
material, espacial y temporal. Para Platón, las formas inteligibles
son entidades inmutables y universales, esencias, de las que el
mundo sensible sólo es la imagen reflejada y cambiante. Debido
a que estas formas no son accesibles mediante los sentidos, sino
únicamente por el espíritu, son, pues, “ideas” (ἰδέα, idea). Por
el contrario, la materia, y en especial la materia sensible, sólo
puede conocerse a través de la mediación de la forma ideada.
No puede más que imitar de manera imperfecta estos modelos
perfectos: la imperfección es identificada, pero no es la de la
forma. A propósito de la ciudad (“Estado”), Platón (2008) precisa
el papel indicial de la denominación:

―Comprendo: hablas del Estado cuya fundación acabamos de des-


cribir, y que se halla sólo en las palabras, ya que no creo que exista
en ningún lugar de la tierra.
―Pero tal vez resida en el cielo un paradigma para quien quiera
verlo y, tras verlo, fundar un Estado en su interior (República, cap.
ix, 592b) […]
―[…] Pues creo que acostumbrábamos a postular una Idea única
para cada multiplicidad de cosas a las que damos el mismo nombre
(República x, 596a).

La forma sería, en este sentido (como lo indica la noción de


“modelo”), no únicamente una idea, sino, debido a sus realiza-
ciones concretas y sensibles, un prototipo ideal, acogido en un
“nombre” que es perfecto, justamente, porque sólo es el nombre
de una entidad virtual. Es evidente que la forma escapa a la ex-
1
En francés, el autor utiliza el término idéelle [N. del T.].
22 Jacques Fontanille

periencia, no es accesible a una indagación empírica, y, cuando


más, proporciona un modelo de referencia que es susceptible
de guiar la experiencia o la indagación. La forma da acceso al
conocimiento, pues no hay conocimiento posible más que por
el hecho de que la percepción y la significación de la materia
sensible se sustentan sobre las formas ideadas de las cuales son
el modelo. Aún no llegamos a la concepción según la cual sería el
proceso de conocimiento el que produciría la forma.
Aristóteles es más explícito sobre el papel de la forma.
Recordemos con Greimas y Courtés (1990) el origen aristotélico
de la noción de “forma” tal como la utilizamos actualmente,
pero en una formulación que no pone de manifiesto el avance
aristotélico, con relación a la concepción platónica:

[…] la noción de forma ha heredado de la tradición aristotélica un


lugar eminente en la teoría del conocimiento: opuesta a materia ―que
‘informa’, a la vez que ‘forma’, el objeto cognoscible―, la forma es
lo que garantiza su permanencia e identidad. En esta acepción fun-
damental, la forma está próxima a nuestra concepción de estructura
(gestalt) (Greimas y Courtés, 1990: 182, entrada “Forma”).

Más precisamente, Aristóteles define la forma como una de


las cuatro causas de la existencia en su teoría del conocimien-
to, siendo las causas en cuestión cuatro maneras de explicar la
existencia de cualquier cosa. Recordemos que los cuatro tipos
de causas son: (i) la causa material (la materia que constituye
una cosa), (ii) la causa formal (la esencia de dicha cosa), (iii)
la causa motriz o eficiente, causa del cambio (lo que produce,
destruye o modifica la cosa), y (iv) la causa final (aquello “en
vista de lo cual” está hecha la cosa). Así, la causa material de un
recipiente es la cerámica o el metal de que está hecho; su esencia,
su morfología adaptada a su papel de contenedor de alimentos o
bebidas; su causa motriz, el procedimiento de su fabricación; y,
su causa final, el conjunto de sus usos.
En resumen, las cuatro causas de Aristóteles constituirían un
buen programa para una teoría del diseño, pues circunscriben
El advenimiento de la forma... 23

no sólo las condiciones de existencia de una entidad sensible,


sino más específicamente cada uno de los puntos de vista que
podemos adoptar en cuanto a esa entidad, cada uno de los cuales
puede ser desarrollado como un modo de existencia correlacio-
nado a los otros tres. Se nos perdonará esta pequeña extrapola-
ción: si la forma es un punto de vista sobre las condiciones de
existencia de cualquier entidad, entonces sería necesariamente
el complemento de los demás puntos de vista, y no estaría en
una posición dominante de perfección. En efecto, Aristóteles no
plantea la forma como una entidad destacable e intangible, sino
como el efecto de un punto de vista en el proceso que conduce
a la existencia de una entidad, entre otros puntos de vista. Aún
no llegamos a los puntos de vista adoptados por el análisis, sin
embargo, ya estamos en los puntos adoptados con relación a
un proceso existencial subyacente, que valdrán posteriormente
como “causas” y explicaciones de esta existencia. Así pues, pa-
reciera que incluso para Aristóteles, la forma no era considerada
como ya dada, sino como “por construirse” o por reconstruirse
en las operaciones de conocimiento.
Este acercamiento a través del proceso y las causas tiene con-
secuencias en la relación entre la forma, la materia y el mundo
sensible. Ciertamente, al igual que en Platón, la forma ordena la
materia de los existentes, caracteriza su esencia y su principio de
unidad, y funda la posibilidad de su significación. Pero la pers-
pectiva aristotélica no implica la perfección y la imperfección,
ya que sólo una abstracción intelectual (un acto de conocimiento)
puede disociar la materia y la forma: en la experiencia sensible,
la forma y la materia son inseparables e interdependientes. Dicho
con otras palabras, ¡la forma está contaminada! De ahí la dis-
tinción propuesta por Aristóteles, para salvar de la imperfección
sensible al menos una parte de las formas, entre seres materiales
e inmateriales:

Todos los objetos compuestos, que tienen forma y materia, lo chato,


el círculo de bronce, se resuelven en sus partes, y la materia es una
24 Jacques Fontanille

de estas partes. Pero todos aquellos seres, en cuya composición no


entra la materia, todos los seres inmateriales, como, por ejemplo, la
forma considerada en sí misma, no pueden absolutamente resolverse
en sus partes, o se resuelven de otra manera [ella es eterna o bien deja
de existir] (Aristóteles, 2001: 161).

El único privilegio de la causa formal, paradójicamente, es


el hecho de ser la causa más inaccesible, menos directamente
cognoscible, siendo que es necesario primero, según Aristóte-
les, haber establecido las otras tres (materia, transformaciones,
usos) para poder pronunciarse sobre la esencia y la forma. Si,
por ejemplo, nos centramos en la causa material, también en-
contramos en Aristóteles el “poder” (la energía asociada a la
materia) que participa en la “toma de forma” de los existentes.
Si por el contrario nos enfocamos en la causa eficiente (o motriz),
encontramos entonces las posibilidades de variación, de inesta-
bilidad y de estabilización de las que la forma surgirá como un
estado reconocible en medio de todos los otros estados, menos
reconocibles.
No hallamos, pues, en Aristóteles, argumento constante a
favor de una posición original de la forma, sino más bien una
concepción que se asemejaría a la emergencia de un horizonte
inteligible en un mundo en movimiento. Este movimiento de las
formas es el producto de la energía asociada a la materia y de la
fuerza del cambio que se le aplica: desplazamiento, metamorfo-
sis, generación, corrupción, etc.
En esta gran separación entre dos concepciones de la forma,
Kant se ubicaría más bien del lado de Platón, ya que según él,
las “formas” son propiedades del conocimiento, de las idealida-
des y de las leyes que el pensamiento impone a la materia (o al
contenido) del conocimiento. Hay, pues, para Kant (1985), formas
de la sensibilidad y de la intuición (en particular el espacio y el
tiempo), formas del entendimiento (las categorías), formas de la
razón (las ideas), etc. Pero, en otro sentido, él desplaza conside-
rablemente el problema, al hacer de la forma una propiedad del
conocimiento y no una propiedad aislable e hipostasiada de los
El advenimiento de la forma... 25

objetos por conocer, mientras que Platón hacía de la forma un


modelo ideado asegurando la mediación entre el conocimiento
y el mundo del ser.

1.2. La gestalt

Para completar este preámbulo es necesario un examen, aunque


sea rápido, de la concepción de la forma que es la más cercana
a la concepción estructural: la de la teoría de la gestalt. De
inspiración psicológica, esta teoría de la forma declina las
“leyes” que participan en la formación de las gestalten: la
continuidad, que hace percibir series homogéneas incluso entre
figuras discontinuas; la proximidad y la familiaridad, que carac-
terizan zonas prioritarias donde realizar las asociaciones entre
las partes; la similitud, que ejerce su presión incluso a distancia,
incitando a agrupar los “mismos”; la convergencia, que motiva
a los reagrupamientos de entidades aparentemente heterogéneas,
etc. Cada una de estas leyes corresponde a una presión que se
ejerce a favor de acercamientos, reagrupamientos y conexiones
entre partes que son susceptibles de completarse, fusionarse,
encajarse o encadenarse.
Desde un punto de vista semiótico, la primera pregunta es la
de las relaciones elementales entre tales partes: ¿pertenecen a
las mismas o a otras? Podemos confirmar que en la teoría de la
gestalt, ambos tipos de relaciones intervienen: las mismas que se
agrupan para fusionar o repetirse, las otras que se asocian para
dar lugar a conjuntos en los que dominan la complementariedad,
la convergencia y/o la congruencia. Luego surge otra pregunta:
¿de qué naturaleza es el vínculo entre estas partes? Entonces, se
pueden distinguir dos tipos de vínculos: vínculos totalizantes (el
ensamble de entidades-partes constituye una entidad de rango
superior, la totalidad), y vínculos fluyentes-cursivos (el ensam-
ble de entidades-partes da lugar a flujos regulados, a cursos de
existencia).
26 Jacques Fontanille

A sabiendas que el conjunto de los elementos por reunir


es de naturaleza sensible (son percepciones, que se apoyan en
sensaciones) y que las “leyes” de la gestalt se manifiestan como
presiones que se ejercen sobre estas percepciones-sensaciones,
una tercera pregunta se impone: ¿Cuál es la naturaleza de estas
presiones? La teoría de la gestalt avanza una respuesta que to-
dos conocemos: se trata globalmente de la presión ejercida por
la “buena forma”. La ley de la buena forma es, en efecto, la ley
principal sobre la que se apoyan todas las demás: bajo el efecto
de dicha ley, un conjunto de partes tiende, en primer lugar, a
ser percibido como una forma simple, estable, inmediatamente
reconocible, la “buena” forma. Sin duda, este resumen es un
poco superficial, pero presenta la ventaja de poner de mani-
fiesto la circularidad del razonamiento: si todas las presiones
particulares (las leyes anteriores) conducen al reconocimiento
de una forma, es porque esta forma es “buena”, y si esta forma
es “buena”, es porque todas las presiones convergen. Por ende,
hay, en efecto, una presión de convergencia que conduce a la
forma, pero el calificativo “buena” no indica una propiedad de
la forma misma: sólo indica el final feliz de esta “convergencia”
de presiones en el proceso de producción de la forma.
De hecho, aquí falta un elemento esencial: la “buena forma”
es mucho más que la resultante de todas las presiones particu-
lares provenientes de distintas “leyes” de la gestalt. En efecto,
estas presiones se ejercen entre sensaciones-percepciones para
agruparlas y asociarlas. Pero no inventan nada más que lo que
recogen en el acto de percepción. Por el contrario, la gestalt
inventa o reconoce algo totalmente diferente: una forma glo-
balmente reconocible, replicable en su identidad misma, y a
menudo ya estabilizada por los aprendizajes, los hábitos y los
usos. En suma, se diría, desde un punto de vista semiótico, el
producto de un proceso de iconización. La iconización puede
ser anterior, en curso o a futuro; poco importa, ella actualiza
una forma significante, la posibilidad de la construcción de una
significación a partir de elementos cuya yuxtaposición no lo
El advenimiento de la forma... 27

permitía. La convergencia de las presiones es, pues, una des-


cripción incompleta, a la que es necesario agregar el proceso de
iconización. Resumiendo, si la forma es “buena”, es porque está
lista para significar.
En este caso, la forma es una semiosis, al menos poten-
cialmente. Más allá de las presiones de la convergencia ges-
táltica, es identificada, reconocida o imaginada, porque la
organización de un plano de la expresión, así sea deficiente,
encuentra a modo de hipótesis la de un plano del contenido
que estabilizará el anterior. Estamos, pues, lejos de una forma
“ideada” o “ideal”. Podría ser “ideada”, si consideramos que
el significado que completa y estabiliza el significante es de
naturaleza abstracta y conceptual. Pero de ninguna manera
“ideal”, pues, por definición, una semiosis es una realización
concreta de la cual podemos tener la experiencia sensible, y que
resulta de una enunciación. Tal como la forma aristotélica, la
forma de la gestalt no domina el mundo sensible, lo estructura
desde adentro, es un efecto de las fuerzas y de los equilibrios
de fuerzas que lo animan. Así como en Aristóteles, la forma
gestáltica hace existir una entidad, y, más allá de Aristóteles,
ella la realiza y la da a experimentar, pues está relacionada con
el proceso del conocimiento.
La “buena forma” no es, pues, perfecta, genérica y abstrac-
ta: permite captar particularidades, especificidades y hasta
individualidades. La buena forma comparte el mismo tipo de
imperfección que la estesia greimasiana: se apoya sobre la
incompletud o la imprecisión de la percepción, para abrirse
sobre otro mundo u otro modo de interpretación del mundo,
bajo la presión de una espera holística, desencadenada por una
percepción y/o una afección [affect] particularmente sobresa-
lientes e intensos.
28 Jacques Fontanille

2. Intermedio subjetal y existencial

En una escena extraída de El ser y la nada, Sartre agrega a la


construcción precedente otra dimensión: el fondo sobre el cual
la forma se destaca. Y precisa incluso el vector de esa relación
y de aquello que sobresale: las fluctuaciones de la atención
perceptiva.

Tengo cita con Pedro a las cuatro. Llego con un cuarto de hora de
retraso; Pedro es siempre puntual: ¿me habrá esperado? Miro el salón,
a los parroquianos y digo: “No está aquí”. […] “En seguida vi que
no estaba” […].
Es cierto que el café, por sí mismo, con sus parroquianos, sus mesas,
sus butacas, sus vasos, su luz, su atmósfera fumosa y los ruidos de
voces, de platillos entrechocándose, de pasos que lo colman, es una
plenitud de ser. Y todas las intuiciones de detalle que puedo tener
están plenas de esos olores, colores […]. Pero es menester observar
que, en la percepción, se da siempre la constitución de una forma sobre
un fondo. Ningún objeto, ningún grupo de objetos está especialmente
designado para organizarse en fondo o en forma: todo depende de
la dirección de mi atención. Cuando entro en ese café para buscar a
Pedro, todos los objetos del café asumen una organización sintética
de fondo sobre el cual Pedro está dado como debiendo aparecer. Cada
elemento de la pieza: persona, mesa, silla, intenta aislarse, destacar-
se sobre el fondo constituido por la totalidad de los demás objetos,
y recae en la indiferenciación de ese fondo, se diluye en ese fondo.
Pues el fondo es lo que no se ve sino por añadidura, lo que es objeto
de una atención puramente marginal. […] soy testigo del sucesivo
desvanecimiento de todos los objetos que miro, y en particular de los
rostros que por un instante me retienen (“¿No es Pedro ése?”) y que
se descomponen al momento, precisamente porque “no son” el rostro
de Pedro. Empero, si finalmente, descubriera a Pedro, mi intuición se
llenaría con un elemento sólido; me quedaría de pronto fascinado por
su rostro, y todo el café en torno de él se organizaría como presencia
discreta (Sartre, 1993: 48-49).

Desde que la forma es capturada sobre un fondo, se convoca


al conjunto de las condiciones de la experiencia sensible. Ya no
se trata de extraer por abstracción una forma ideada, que se po-
El advenimiento de la forma... 29

dría oponer a la diversidad y a la imperfección de lo sensible, ni


tampoco de comprender cómo emerge una “buena” forma de la
masa heteróclita de los elementos percibidos. Sartre describe el
recorrido de una mirada en busca de un rostro esperado, y este
recorrido captura sucesivamente elementos figurativos provisio-
nalmente más destacables, los que alcanzan el fondo en cuanto se
desvía su atención: “Cada elemento de la pieza: persona, mesa,
silla, intenta aislarse, destacarse sobre el fondo constituido por
la totalidad de los demás objetos, y recae en la indiferenciación
de ese fondo, se diluye en ese fondo”.
Como él precisa: “todo depende de la dirección de mi aten-
ción”. Pero el rostro que se busca, podría aparecer, y la mirada
estaría, entonces, “fascinada”, es decir inmovilizada y exclusiva-
mente consagrada a ese objeto. Si el autor puede agregar “todo
el café en torno de él se organizaría como presencia discreta”, es
justamente porque el recorrido se detendría, porque la relación
entre la forma y el fondo se estabilizaría.
Dicha concepción “subjetal”, dependiente del flujo de la per-
cepción y de las fluctuaciones de la atención, es característica
de dos tipos de semiosis que hemos evocado más arriba: la
semiosis fluyente-cursiva y la semiosis totalizante. En el primer
caso, la forma debe destacarse de un plano de existencia (lo
que Sartre designa como la “plenitud de ser”), durante las inte-
racciones entre la atención subjetal y el colmamiento2 objetal.
En efecto, en varias ocasiones, Sartre evoca el encuentro entre
sus “intuiciones” y su “colmamiento” a través de las figuras de
los existentes. La principal diferencia entre todas estas figuras
acumuladas que, a su vez, se destacan, y el rostro de Pedro, es
que el modo subjetal reservado a este último no es una intuición
2
En francés, Jacques Fontanille utiliza un neologismo: le remplissement
objectal que, literalmente, sería equivalente al llenado objetal. Sin embargo,
en español el término llenado desconcierta. Pero como el autor quiere hacer un
paralelo entre la “atención subjetal” que sí se traduce bien y el “llenado objetal”,
propongo utilizar “colmamiento objetal”, pues se quiere expresar la idea de que el
objeto queda plenamente realizado, colmado en su ser (de hecho en la traducción
del texto de Sartre, ahí aparece el verbo “llenarse”) [N. del T.].
30 Jacques Fontanille

abierta, sino una espera o una inquietud finalizadas (desde la


apertura, el enunciador sabe que Pedro podría ya haberse ido).
En esta afección [affect] particularmente sobresaliente e intensa,
las distintas partes de la escena del café se organizan y se esta-
bilizan: es la semiosis totalizante.
La diferencia principal entre el relato de esta experiencia y el
de las experiencias sobre las que se apoya la teoría de la gestalt
reside en su carácter de práctica vivida: el observador no está
sometido a un artefacto de laboratorio, sino que está inmerso en
el flujo de la existencia y en el tumulto de demandas sensibles
heteróclitas. Como cualquier inmersión existencial, conlleva
riesgos, y en especial el de dejarse invadir, distraer o inhibir
por las olas acumuladas o sucesivas de dichas demandas. La
táctica subjetal consiste, entonces, en disociar la atención en
varios estratos más o menos sincronizados, o al menos dos, uno
intenso, concentrado y móvil (en busca de “formas”), el otro,
difuso, “marginal” y global (dirigido al “fondo”). La atención
concentrada, dirigida y móvil, permite destacar del fondo series
de elementos figurativos, posibles candidatos al estatuto de for-
ma, y la diferencia se hace entonces en función de la intensidad
de las afecciones [affects]: mientras los colmamientos objetales
no suscitan sino débiles afecciones [affects] (los de la intuición
abierta y flotante), el barrido de la escena continúa, en atención
abierta y fluyente; en cuanto uno de estos colmamientos objeta-
les encuentra una afección [affect] intensa, ya sea la espera o la
inquietud, la relación entre la forma y el fondo se estabiliza: de
esta manera, pasamos de un estrato de la atención a otro, el de la
atención concentrada y totalizante.
La iconicidad de este rostro ya existe, sólo hace falta recono-
cerla y bastaría que Pedro se presente en la escena para detener
el barrido visual. Si comparamos esta situación con las de la
misma naturaleza puestas en escena por Proust en En busca del
tiempo perdido, comprenderemos fácilmente que la iconicidad
de la forma no es la que está en juego aquí. En Proust, en efec-
to, las variaciones a medio y a largo plazo de la memoria del
El advenimiento de la forma... 31

narrador y de la fisonomía de los actores del relato conducen


a superposiciones, confrontaciones, suposiciones, en suma, un
proceso de reconocimiento que focaliza los estados sucesivos y
la iconización de una forma, en relación o no con un fondo. Por
el contrario, cuando Sartre entra en el café, no duda de su capa-
cidad de reconocer el rostro de Pedro, pues lo tiene en su
memoria. Por consiguiente, las cuestiones de la constitución
de la forma, de las relaciones entre sus partes, de su “captura”
y de su estabilidad icónica ya no se plantean para el rostro, sino,
como ya lo hemos sugerido, para la forma global de la escena.
Este punto es esencial para comprender lo que se desarrollará a
continuación sobre las formas de vida.
La cuestión, pues, reside en la naturaleza de la relación entre
el fondo y la forma: es necesario que la forma sea reconocida
y fijada para que el fondo se organice alrededor de ella. Sartre
nos hace tocar el último punto del recorrido que hemos iniciado
con Platón y Aristóteles, y que hemos continuado con la teoría
de la gestalt: la forma sobresaliente permite al fondo tomar for-
ma. De alguna manera, todo tiene lugar como en el análisis del
sueño en Freud: a partir de una escena vivida, el sueño desplaza
el acento de intensidad afectiva, lo fija en uno de los elementos
de dicha escena, y de esta fijación nace otra escena, la escena
soñada que se reorganiza alrededor del elemento intensificado.
El advenimiento de la forma consagra no sólo a la forma a la que
se apunta, sino sobre todo al conjunto del fondo y del entorno
del que se destaca en tanto significante.
Habíamos iniciado con una semiosis fluyente-cursiva y
llegamos a una semiosis mereológica de totalización. Se suele
considerar que la teoría de la gestalt es de naturaleza “holística”
porque postula que la totalidad tiene otra significación distinta
de la suma de partes. Pero el “holismo” no concierne, en este
caso, sino a la “buena” forma. En la experiencia sartriana, el
“holismo” incumbe, por el contrario, a la totalidad constituida
por el fondo, organizado alrededor de la forma, y no sólo a la
forma, y, además, al término de una búsqueda del elemento
32 Jacques Fontanille

figurativo pertinente (aquí, el rostro de Pedro), sobre el que


recaerá la carga de la afección [affect] principal, y que será
el único que podrá detener el flujo y disponer las partes de la
escena a su alrededor.
Este intermedio sartriano aclara de manera singular lo que
podría ser el estatuto semiótico de la forma: no una entidad ais-
lable, sino un acontecimiento (o, mejor aún, un advenimiento),
una forma que reorganiza la situación global en la que adviene;
no sólo un conjunto de partes formando un todo destacable,
sino un catalizador de totalización en la experiencia misma de
la complejidad inextricable del mundo sensible. El desafío de la
toma de forma no es, pues, únicamente el reconocimiento de
esta forma, sino también y sobre todo, de manera más amplia,
la aprehensión y la inteligibilidad del “medio” que esta forma
contribuye a estructurar y a estabilizar. Es a partir de ahí que
se perfila el papel de la estesia en De la imperfección, donde
una pequeña sensación, incluso efímera, siempre y cuando se
estabilice un instante en la apercepción, puede dar apertura a un
mundo totalmente distinto, otro “modo de existencia”, o más pre-
cisamente, como en el análisis del texto de Tournier, “otra isla”.

3. La forma y la sustancia semióticas

3.1. La relatividad de la relación forma/sustancia

Examinemos con mayor atención la articulación de la forma y de


la sustancia en Hjelmslev y Greimas, siendo que es precisamente
ahí donde se juega el estatuto epistemológico y/o metodológico
de la forma desde un punto de vista semiótico. En la perspectiva de
Hjelmslev, la forma semiótica presupone la existencia de la ma-
teria (purport en inglés), de la que Greimas y Courtés recuerdan
la definición ambivalente:

Para designar el material primero gracias al cual una semiótica ―en


cuanto forma inmanente― se encuentra manifestada, L. Hjelmslev
El advenimiento de la forma... 33

emplea indiferentemente los términos materia o sentido (en inglés:


purport), aplicándolos a la vez a los dos “manifestantes” del plano
de la expresión y del plano del contenido. Su preocupación de un
no-compromiso metafísico es, pues, evidente: los semióticos pueden
escoger a su antojo una semiótica “materialista” o una “idealista”
(Greimas y Courtés, 1990: 254, entrada “Materia”).

Esta distinción tiene como presupuesto la justificación mis-


ma de la teoría del lenguaje, la articulación de las invariantes
(formales) con las variables (materiales). Hjelmslev lo afirma
abiertamente en su Prolegómenos: “La meta de la teoría lingüís-
tica es probar […] la tesis de que todo proceso tiene un sistema
subyacente ―y toda fluctuación una constancia subyacente”
(Hjelmslev, 1974: 21). Son, entonces, como lo recuerda Piotrows-
ki (2017: 190), las relaciones de “mutación” y “conmutación”,
mutuas o no mutuas, las que permitirán, desde el punto de vista
del método, distinguir las constantes (relaciones mutuas) y las
variables (relaciones que no son mutuas). Y continúa:

[…] la conmutación supone el recurso a las sustancias, y requiere, pues,


un apoyo externo al sistema de la lengua: “[…] la conmutación […], y de
una manera más general las correlaciones entre variantes […] constitu-
yen el dominio propio en el que se impone el recurso a las sustancias
[…]” (Hjelmslev, cit. por Piotrowski, 2017: 191).3

En este punto, debemos recordar que esta articulación de la


forma y de la sustancia también es un motivo fundador de
la semiótica greimasiana, claramente asumido, incluso en sus
ambigüedades, por Greimas y Courtés:

En la terminología de L. Hjelmslev, se entiende por sustancia la


“materia” o el “sentido” cuando son tomados a su cargo por la for-
ma semiótica con vistas a la significación. Efectivamente, materia
y sentido (sinónimos para el lingüista danés) no son aprovechados
sino en uno de sus aspectos, en cuanto “soportes” de la significación,

3
Traducción libre.
34 Jacques Fontanille

para servir de sustancia semiótica (Greimas y Courtés, 1990: 398,


entrada “Sustancia”).

“Materia y sentido” por un lado, “sustancia” por el otro, no


se distinguen entre sí sino por el punto de vista adoptado por el
analista: “materia o sentido” cuando no se toma en considera-
ción la relación a la forma (el “tratamiento mediante la forma”),
“sustancia” cuando se toma en cuenta este tratamiento, en vista
a la manifestación. Lo que queda, entonces, es la articulación
entre sustancia y forma, que es, finalmente, lo único que se puede
considerar como semióticamente pertinente.
No obstante, ambos autores subrayan la relatividad de dicha
articulación:

Sin embargo, se debe señalar ―Hjelmslev mismo insiste sobre este


punto― que la distinción entre forma y sustancia es totalmente re-
lativa y depende, en definitiva, del nivel de pertinencia elegido para
el análisis. Esta oposición, indiscutiblemente fecunda, no debería ser
hipostasiada, pues conduciría hasta la distinción de dos semánticas
―formal y sustancial― inconciliables (Greimas y Courtés, 1990: 399,
entrada “Sustancia”).

Esta relatividad ya fue previamente descrita por el propio


Hjelmslev como una variación de puntos de vista:

Todo lo no comprendido en una “forma” tal [...] queda relegado a otra


jerarquía que respecto a la “forma” desempeña el papel de “sustancia”
[...] desde el momento en que se cambia de punto de vista y se proce-
de al análisis científico de la “sustancia”, esta sustancia se convierte
forzosamente en “forma” (Hjelmslev, 1972: 62-63).

Hjelmslev se esforzará por canalizar los efectos de esta “re-


latividad” al distinguir, en particular, sustancias inmediatas y
mediatas, sin embargo, la sustancia sigue apareciendo, en este
caso, como semióticamente formada, constituida por estratos en
los que el análisis puede remitir relaciones de forma a sustancia, al
desplazar el punto de vista en el seno de la jerarquía de los estratos.
El advenimiento de la forma... 35

La movilidad de los puntos de vista analíticos que proyecta


así casi a voluntad relaciones de forma a sustancia, puede ser
considerada ya sea bajo el ángulo paradigmático (el análisis
sería entonces “vertical” y jerarquizado), ya sea bajo el ángulo
sintagmático (el análisis se continuaría entonces de manera
“horizontal”, en un proceso ordenado). Durante un análisis
considerado verticalmente, la movilidad de los puntos de vista
permite recorrer estratos de la sustancia semántica, por ejemplo
ideológicos, culturales, históricos, que pueden dar lugar a efec-
tos de tipo connotativo. Pero, durante un análisis considerado
horizontalmente, el resultado es sorprendente porque se aseme-
ja a la experiencia relatada por Sartre (ver arriba). Sigamos en
este punto la reconstitución propuesta por Piotrowski:

En cuanto a F y a S, su alternancia ya puede ser comprendida como


una sucesión necesaria de etapas descriptivas al ritmo del procedi-
miento de análisis. En efecto, el procedimiento capta una sustancia
con el fin de reconocer y de extraer de ella una forma. Pero esta “ex-
tracción” no se realiza en un solo tiempo de operación: las lecturas
se suceden (siguiendo un orden definido por la teoría) y hacen, por
consiguiente, alternar forma y sustancia. Entonces, la forma recono-
cida en una etapa del análisis tiene como correlato la parte aún no
analizada y de la que el procedimiento se hará cargo posteriormente
para reconocer ahí una forma. Esta parte aún no analizada es, pues,
una sustancia (Piotrowski, 2017: 198).4

Probablemente con el afán de simplificar, Piotrowski no


precisa lo que adviene con la forma ya “analizada” cuando el
procedimiento y el punto de vista se desplazan hacia la parte
“aún no analizada”. Pero basta interrogarse sobre las fuerzas o
las debilidades de la “memoria” en el proceso de análisis para
concluir que bien podría, ella también, volverse nuevamente
sustancia, si no es integrada a un sistema más estable. Pues,
en este caso, todo depende, en esta movilidad de los puntos
de vista, de la intensidad de la atención, y de la persistencia
4
Traducción libre.
36 Jacques Fontanille

de la memoria de las formas. En la experiencia sartriana, es


la espera fijada en un rostro ya conocido la que da ritmo a la
emergencia y al desdibujamiento de las formas sucesivas: todas
aparecen y desaparecen en el transcurso del proceso (aquí, un
barrido visual) y solamente la emergencia del rostro esperado
fijaría la forma de conjunto del lugar (el café parisino). En el
proceso de análisis semiótico, podría darse el mismo caso: el
análisis sólo comienza si se tiene una hipótesis para resolver
un problema bien identificado, y esta hipótesis toma entonces
la figura de una “forma esperada”, la que proporcionará una
estructura estabilizada al conjunto analizado cada vez que el
barrido analítico la volviera a encontrar. Pero también existen
procesos de análisis sin hipótesis previas, y es precisamente
para éstos que es necesario inventar equivalentes de una “me-
moria” de las formas recorridas y recabadas: es justamente el
papel que se le asigna la mayoría de las veces al sistema. El
sistema semiótico es una memoria de las formas recogidas en
el análisis, el cual, además y sobre todo, tiene la capacidad de
agenciarlas entre sí, y es nada menos este agenciamiento el que
hace la fuerza de dicha memoria.
Ya sea que se considere al análisis como la construcción de
una jerarquía paradigmática o como una sintagmática meta­
semiótica (una vez más una alternativa entre dos puntos de vista
complementarios), en ambos casos, dicho análisis determina las
relaciones entre forma y sustancia, cuándo y dónde capta esta
relación para construir la significación. No hay entidades semió-
ticas reservadas a la forma y otras a la sustancia: esta distinción
puede entonces considerarse como meramente metodológica, y
si la erigimos en principio epistemológico, independientemente
del proceso de análisis, así como lo hacían Platón y Aristóteles,
entonces la forma adquiere un estatuto ontológico (una “existen-
cia” aparte, distinta de la variación sensible).
El advenimiento de la forma... 37

3.2. Empirismo radical y estesia

Podríamos deducir de lo anterior que ésta es la razón por la que


Greimas eligió, en definitiva ―es decir en el último libro
que escribió él solo, De la imperfección― tomar partido por un
empirismo radical. El empirismo radical5 ha sido principalmente
definido por William James (1909) y retomado en Francia por
Étienne Souriau (2009), un contemporáneo muy conocido de
Greimas, en su obra Los diferentes modos de existencia. La
posición epistemológica de James y de Souriau procede de una
reducción a la experiencia pura, sin postular previamente la
intervención de sujetos cognoscentes, la existencia de sustan-
cias o de materias de referencia. Por el contrario, el empirismo
radical produce los pensamientos, los objetos y el conocimiento
como los efectos de modos de existencia derivados y específicos:
abarca de entrada las relaciones y los procesos, como efectos de
sentido (“sentimientos” o “impresiones”) que acceden inmedia-
tamente al estatuto de formas significantes:
Si leemos a William James, la reivindicación es más que
explícita:

Si hay cosas como sentimientos, entonces, tan seguramente como


existen relaciones in rerum natura, no menos, sino más seguramen-
te, existen sentimientos por los cuales son conocidas estas relaciones.
No hay una conjunción o una preposición, y apenas una frase adver-
bial, una forma sintáctica o inflexión de voz en el lenguaje humano,
que no exprese uno u otro matiz de relación que en algún momento
sentimos que actualmente existe entre los objetos más vastos de nues-
tro pensamiento. Si hablamos objetivamente, las relaciones reales son
las que aparecen reveladas: si hablamos subjetivamente, el torrente de
la conciencia es el que iguala a cada una de ellas por una coloración
íntima […]. Debemos decir un sentimiento de y, y de si, un sentimiento

5
Este desarrollo dedicado al empirismo radical y sus ecos en la obra de
Greimas está inspirado en el texto «  Les modes d’existence  : Greimas et les
ontologies », de Jacques Fontanille (2018).
38 Jacques Fontanille

de pero y un sentimiento de por exactamente lo mismo que decimos


sentimiento de azul o sentimiento de frío (James, 1909: 263-264).

El empirismo radical no postula, pues, sustancias, materias y


espíritus de los que emanarían formas y relaciones a través de la
mediación de la experiencia sensible. Postula, por el contrario,
que las relaciones y los procesos son, de inicio, constitutivos de
esta experiencia sensible y que, además, ya que tenemos de ellos
“sentimientos” e “impresiones”, estas relaciones forman desde ya
parte de la “corriente de conciencia” que nace de la experiencia.
El razonamiento que conduce a James para designar estas rela-
ciones y estos procesos gracias a preposiciones y conjunciones
lingüísticas sólo tiene la apariencia de la analogía, pues, según él,
el lenguaje no capta directamente estas impresiones de relaciones
para expresarlas mediante este tipo de morfemas. Los signifi-
cantes relacionales son entonces proyectados en las inflexiones
y transformaciones de la experiencia, en las alteraciones de la
existencia en movimiento.
A partir de este momento, la búsqueda de la imperfección (es
decir de las diferentes formas de la alteración de nuestras expe-
riencias sensibles), está en el centro de la última obra de Greimas:

Todo parecer es imperfecto: oculta el ser; es a partir de él que se


construyen un querer-ser y un deber-ser, lo que es ya un desvío del
sentido. Sólo en la medida en que es lo que puede ser ―o el puede-
ser― el parecer resulta, apenas, soportable (Greimas, 1990; 1997: 25).
Querer decir lo indecible, pintar lo invisible: pruebas de que la cosa, la
única, está aquí, de que otra cosa es aún posible. Nostalgias y esperas
alimentan lo imaginario cuyas formas, ajadas o desvanecidas, ocupan
el espacio de la vida: la imperfección, propiciadora de desvíos, cumple
así, en parte, su función (Greimas, 1990; 1997: 95).

La sustancia, el objeto y el sujeto no son aquí presupuestos:


hay acción, interacción, producción de afecciones [affects]. La
búsqueda estética de Greimas trata, de hecho, sobre la pura in-
teracción entre figuras sensibles, actores, momentos y lugares,
El advenimiento de la forma... 39

una experiencia compartida de la que nacerá “la cosa”, actantes u


otro “mundo”, bajo el efecto de la imperfección-alteración, y para
un sujeto sensible que adviene a la existencia al mismo tiempo
que esas entidades calificadas como “imaginarias”. Esta semióti-
ca encuentra formas de existencia emergentes. La radicalización
de la experiencia conduce a describir estas formas emergentes
como desviaciones a partir del ser, y luego a describir inme-
diatamente estas desviaciones no como preposiciones y conjun-
ciones, sino como modalizaciones del ser (querer, poder, etc.).
En este caso, los morfemas relacionales que están proyectados
como significantes en las experiencias de alteraciones sensibles,
son morfemas de modalización.
La relación con el ser es aquí un eco de las posiciones plató-
nicas y aristotélicas, pero con una diferencia fundamental, que
las formas que de ahí se desprenden no son modelos ideales, ni
invariantes inmutables e intangibles, sino únicamente alteracio-
nes provisionales que aparecen y desaparecen, a menos que se
estabilicen al abrirse sobre “otros mundos”, inesperados pero
coherentes. La pluralidad y la labilidad de las formas de existen-
cia se encontraban aquí en gestación, habría hoy que asumirlas.

4. Formas de vida

4.1. Las formas de vida, el medio y el Umwelt

“Formas de vida” es una expresión fijada en varios idiomas que


designa en general la diversidad de las especies vivientes, pero
que a menudo ha sido utilizada para designar conjuntos de com-
portamientos humanos individuales o colectivos. Wittgenstein
(1961) retomó esta expresión para designar el estrato superior y
último de su jerarquía pragmática de interpretaciones (enuncia-
dos > juegos de lenguaje > formas de vida), y este concepto ha
conocido cierto éxito en los trabajos inspirados por la pragmá-
tica anglosajona. La cuestión que nos planteamos aquí no trata
principalmente sobre “vida” sino sobre “forma”. Sin embargo,
40 Jacques Fontanille

resulta útil preguntarse “cómo la vida puede tener una forma”.


Para lo cual remito al primer capítulo de la obra Formas de
vida (Fontanille, 2015). Pero la aportación de Jacob von Uexküll
(2015) representa un avance muy significativo para comprender
lo que es una forma holística en el mundo viviente. Su teoría
del Umwelt, en efecto, sin (casi) ninguna proyección antropo-
morfa, describe las interacciones entre un ser vivo cualquiera
y su entorno: en estas interacciones, modifican sus propiedades
respectivas, puesto que el ser viviente no selecciona sino algunos
aspectos de su entorno, y el entorno selecciona, a su vez, algunas
propiedades del ser viviente. Las principales operaciones que
construyen los Umwelten son:

1. La orientación subjetal: el Umwelt sólo significa si el conjunto


de las interacciones que lo constituyen está orientado a partir
de un centro reflexivo de sensibilidad-actividad (la entidad
viviente cuyo punto de vista estructura el Umwelt).
2. La co-selección: en la interacción entre los componentes
del Umwelt, las figuras del mundo están reducidas a algu-
nos rasgos o propiedades pertinentes: para la garrapata, por
ejemplo, no hay “mamífero anfitrión”, sino un paquete de
propiedades sensibles necesarias y solidarias: olor, calor,
textura. Recíprocamente, el entorno selecciona, por su parte,
capacidades perceptivas y accionales del ser viviente que está
en el centro del Umwelt. Podemos asimilar dichas propiedades
co-seleccionadas a saliencias biológicas.
3. La esquematización: la interacción global en el seno del
Umwelt está regulada por un esquema o varios esquemas
prácticos, establecidos por y para la especie, que ordenan y
encadenan series de interacciones de tipo perceptivo y/o de
tipo accional. Podemos asimilar esta regulación global a las
pregnancias biológicas.
4. El conjunto de los productos de estas tres operaciones, y en
particular la última, la esquematización, suscitan “tonalida-
des”, una suerte de presión y de forma-objetivo, perceptiva,
El advenimiento de la forma... 41

accional e incluso pasional, que orienta las co-selecciones,


que focaliza un esquema práctico más que otros, que dirige,
en suma, el conjunto de las significaciones para el ser viviente
central y para sus socios de interacción.
La tonalidad es una característica de las interacciones mis-
mas, del Umwelt entero, y no únicamente de los estímulos y pro-
piedades del organismo viviente o de su entorno. Para un Umwelt
dado, en general, varios esquemas prácticos están disponibles,
y la tonalidad impone a uno de ellos como (provisionalmente)
dominante. La tonalidad es el equivalente de la dominante
temático-pasional de un esquema práctico: intercambiamos,
nos protegemos, producimos, tenemos miedo o deseamos, etc.
Las tonalidades presentan propiedades estructurales idénticas
a lo que Greimas llamaba un “micro-universo de sentido” en
Semántica estructural: ambos están organizados alrededor de
un predicado temático, y coloreados por una dominante modal
y existencial (Greimas, 1987). Las interacciones observadas en
el seno de los “micro-universos de sentido” así como en el seno
de los Umwelten, son producidas bajo las condiciones impuestas
por la estructura temático-narrativa del predicado (y, por ende,
de los esquemas prácticos) y por la coloración modal-existencial
dominante (la tonalidad).
Son las tres primeras operaciones reunidas las que confieren a
las percepciones y a las acciones su valor semiótico, actualizado
y expresado bajo la forma de una “tonalidad existencial” y las
que hacen del Umwelt una “forma de vida” característica de una
especie o de un grupo de organismos. La orientación subjetal, la
selección y la esquematización participan de la especiación, es
decir que caracterizan formas de vida no como declinaciones o
variables de una “forma” ideada o ideal, ni tampoco en relación
con una sustancia, sino como formas emergentes, estabilizadas y
desestabilizadas durante interacciones con otras formas de vida,
y, más generalmente, a lo largo de la evolución de los mundos
vivientes.
42 Jacques Fontanille

Por su lado, la “tonalidad” puede ser tanto genérica y compar-


tida de forma duradera por una especie completa, como ocasio-
nal, ya sea porque es particular de un individuo, ya sea porque
fija singularmente las condiciones de una interacción actual,
hic et nunc. La tonalidad, con sus presiones temáticas, modales
y pasionales, “hace existir” el Umwelt como forma semiótica
global actualizada: sería el equivalente, mutatis mutandis, a una
enunciación. Nos limitaremos, para mantenernos lejos de las
tentaciones antropomorfas, a hablar de instauración: la tonalidad
“instaura” la forma de vida, cuya orientación subjetal, co-selec-
ción y esquematización práctica han fijado las condiciones de
existencia en tanto forma semiótica, y cuya tonalidad actualiza
la genericidad o la singularidad.

4.2. Algunas condiciones para que la vida tome forma

Con respecto a las formas de vida, tal como las hemos definido y
presentado (Fontanille, 2015), sin referencia explícita o implícita
a las propiedades del Umwelt, identificamos una cierta cantidad
de posibles homologaciones. En primer lugar, la subjetalidad.
Uexküll no duda en utilizar los conceptos de “subjetividad”, de
“imagen subjetiva” y de “sujeto”, pero, de alguna manera, por
defecto. Lo que llama “sujeto” no es nada más que el centro de
orientación de las interacciones de un Umwelt dado, siendo que
este centro de orientación está dotado de propiedades perceptivas
y accionales. Nada más. Es por ello que preferimos utilizar la ex-
presión orientación subjetal. De la misma manera, lo que llamá-
bamos “formas de vida”, cuando limitábamos nuestra reflexión
a los seres humanos, supone también un centro de sensibilidad
y de actividad, individual o colectivo, que no necesariamente es
un “sujeto”.
Sobre el eje paradigmático de las formas de vida (su jerarquía
semántica, en suma), destacábamos el hecho de que una forma de
vida propone una “deformación coherente” gracias a la selección
sistemática y coordinada de las variables disponibles en cada uno
El advenimiento de la forma... 43

de los niveles del recorrido generativo: se declaran, entonces,


“congruentes” a estas selecciones cuando la superposición de
las elecciones operadas en cada nivel (categorías elementales,
axiologías, narratividad, modalización, figuratividad, etc.) pro-
cura una identidad reconocible en el conjunto que ellas forman.
La homologación con la co-selección característica del
Umwelt es entonces casi demasiado fácil: en efecto, hay que
notar que, a diferencia de nuestra presentación anterior de las
formas de vida, la teoría de los Umwelten en Uexküll proporcio-
na una explicación a estas selecciones congruentes: son las inte-
racciones internas del Umwelt (entre el ser viviente y su entorno)
las que producen las selecciones recíprocas (ver más arriba), y
son los mecanismos de regulación de los Umwelten (en particular
las tonalidades) los que garantizan la congruencia entre estas
co-selecciones. A este respecto, la lectura semiótica de Uexküll
permite completar y consolidar la teoría de las formas de vida.
Finalmente, en nuestro acercamiento a las formas de vida,
insistíamos sobre el hecho de que ninguna forma de vida puede
ser capturada sola, que cada forma de vida que se manifiesta,
lo hace contradiciendo o neutralizando otras formas de vida,
en particular dominantes y extensamente compartidas. Esta
insistencia no tiene ningún carácter dogmático u ontológico: no
se trata de la manera como son las formas de vida, sino de la
manera como aparecen, de la manera como se dan a captar: sólo
podemos capturar una forma de vida emergente o recientemen-
te actualizada sobre el fondo de las formas de vida rutinarias,
instaladas, que se vuelven invisibles a aquellos que las viven, a
menos de que esperen o inventen otra.
La sintagmática global de las formas de vida obedece al mis-
mo principio que el que hemos observado en la escena narrada
por Sartre: la atención se desplaza, las formas de vida se hunden
en el fondo de la vida individual y colectiva, otras emergen al
primer plano, y así sucesivamente hasta que un acuerdo duradero
aparezca, bajo el efecto de una afección [affect] lo suficientemente
discriminante. Pero en ese caso también la interpretación semió-
44 Jacques Fontanille

tica de la obra de Uexküll aporta un complemento. Un Umwelt


sólo posee un centro de orientación perceptiva y accional, pero
no un único ser viviente. A lo largo de las interacciones entre
seres vivos, cada uno dispone de su propio Umwelt, ya sea por-
que cada uno pertenece a especies distintas, ya sea porque cada
uno puede, en cualquier momento, deformar su propio Umwelt,
y hasta suscitar la aparición de un nuevo Umwelt. Si siempre se
trata de la misma especie, el desplazamiento consistirá en una
extensión o en una reducción del centro de orientación (a elegir:
toda la especie, una sub-especie local, un grupo aislado, una
familia, un individuo). Dicho de otra manera, la estabilidad de
las Umwelten (y de las formas de vida) está lejos de estar ga-
rantizada, y hasta se podría plantear la hipótesis de que cuanto
más grande es la estructura perceptiva, accional y tonal de un
Umwelt, más sometida está a fluctuaciones de este tipo.
Lo que se llama “desplazamiento de la atención” en Sartre
(en el caso de un acercamiento fenomenológico y gestáltico de
una situación social humana) puede entonces llamarse, en el
caso de las formas de vida consideradas en su extensión más
amplia, “desplazamiento del centro de orientación subjetal”, el
cual suscita nuevas formas de vida.

5. Para terminar

Hemos encontrado, bajo la luz de una situación existencial puesta


en escena por Sartre, al menos dos tipos de situaciones semió-
ticas en las que las formas, en relación con lo que constituye su
fondo material, aparecen como inestables y relativas. La primera
es la del análisis semiótico, inspirada en Hjelmslev y Greimas.
La segunda es la dinámica de interacción y de confrontación
entre Umwelten y formas de vida. En el primer caso, la inestabi-
lidad y la relatividad de la relación entre la sustancia y la forma
no pueden imputarse al objeto de análisis, sino al proceso de
análisis mismo (ver más arriba). Para pasar del “sentido-materia”
a la “significación”, es necesario adoptar uno o varios puntos
El advenimiento de la forma... 45

de vista, estar en condición de pasar de uno al otro de manera


explícita y regulada. Así, la “forma” es dotada de una plastici-
dad sorprendente. En el segundo caso, la misma inestabilidad,
observada esta vez entre las formas Umwelten o entre las formas
de vida, no es imputable a la intervención de un analista, sino
a la de un actor cualquiera, susceptible de ser el centro subjetal
de una forma de vida, y que no puede aprehender aquella que
inventa y aquellas que recusa a menos de que se confronten
(superposición, alternativa, conflicto, etc.) entre sí.
Para unificar ambas situaciones sólo falta dar un paso:
el analista constituye, él también, un centro de orientación
perceptivo (observa, memoriza, etc.) y accional (clasifica,
jerarquiza, etc.); él también realiza una estricta selección entre
las propiedades de su entorno para retener únicamente las que
conciernen a su análisis; y, recíprocamente, las especificidades
de su entorno seleccionan en él las propiedades perceptivas y ac-
cionales que le permiten jugar su papel de centro de orientación.
Finalmente, la regulación sintagmática del análisis posibilita el
control de los desplazamientos del centro de orientación, los
cuales a su vez inducen los desplazamientos de la relación entre
forma y sustancia.
En definitiva, el parentesco entre las dos situaciones podría
explicarse fácilmente: el analista semiótico estaría en interacción
con todos los componentes de un entorno; estas interacciones,
así como la tonalidad de “cientificidad” que las inspiran, ins-
taurarían una forma de vida, y el estatuto de las “formas” que
manipula sería, entonces, comparable al de las formas internas
de un Umwelt o de una forma de vida. La subjetalidad perceptiva
y accional que orienta esta forma de vida “científica” no sería
entonces ni relativizante ni subjetivizante; sería únicamente la
condición del conocimiento y de la construcción de la significa-
ción, que da testimonio de la necesaria presencia de un observador.
Esta culminación hipotética tendría al menos un mérito, el de
recordar que los semiotistas son seres vivos y que su actividad
de construcción de “formas” echa sus raíces mucho más allá
46 Jacques Fontanille

de las discusiones técnicas entre los exégetas hjelmslevianos y


greimasianos, en los componentes antropológicos y biológicos
de la construcción del conocimiento y de la significación.

Referencias

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Fontanille, Jacques (2015). Formas de vida. Trad. de Desiderio
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tin-Fréville. Introducción de Dominique Lestel. París  : Payot.
Bibliothèque Rivages.
Wittgenstein, Ludwig (1961). Investigations philosophiques. Trad.
de P. Klossowski. París : Gallimard.
Del punto al área... 49

Avatares de la forma.
Tópicos del Seminario, 42.
Julio-diciembre 2019, pp. 49-78.

Del punto al área: consideraciones desde la teoría


de la complejidad para representar el aprendizaje léxico

Rodrigo Ibarra González


Universidad Autónoma de Querétaro
Ignacio Rodríguez Sánchez
Universidad Autónoma de Querétaro
Antonio Rico Sulayes
Universidad de las Américas Puebla

1. La ciencia como sesgo de realidad

Aunque la percepción más común de la ciencia es la de una


actividad homogénea, existen otras tradiciones y prácticas muy
distintas en torno a tal concepción. Habermas (2002) afirma
que los métodos para hacer ciencia y los fines que ésta persigue
se hallan estrechamente vinculados y que, por tanto, el método
cambia según la finalidad. Tanto la ciencia como la tecnología
son constructos culturales respaldados por una comunidad.
Esta validación en buena medida proviene de la repetición de
prácticas y acciones comunes, las cuales legitiman las formas
de hacer ciencia.
Una interpretación de cómo hacer ciencia proviene del méto-
do científico. El éxito de este método se explica porque mecaniza
la realidad y genera predicciones a partir de afirmaciones del tipo
“Si X sucede en condiciones A, entonces Y sucederá en condi-
ciones B”. Estas oraciones condicionales, o premisas seguidas
de conclusiones, las cuales son típicas de la lógica clásica, se
50 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

transforman en el ámbito científico en causalidades, en leyes que


resumen un conocimiento. Lograr esta mecanización de reglas
de cierto conocimiento requiere que la realidad y las relaciones
que en ellas se dan se simplifiquen en la mayor medida posible.
A aproximadamente 400 años del uso recurrente del método
científico (García, 2006), conviene pensar en las limitantes de
un método que sistemáticamente disgrega la realidad. ¿Qué
perdemos en aras del mecanicismo recién ejemplificado?
Feyerabend (1986) sugiere que un medio complejo requiere
de explicaciones y métodos complejos. Un medio complejo
desafía los análisis basados en procedimientos y metodologías
preestablecidas que no consideran condiciones cambiantes en
la historia. Al repetir constructos teóricos hegemónicos sin un
proceso de cuestionamiento, los hechos adversos a la narrativa
dominante tienden a recibir explicaciones un tanto burdas. En
caso de teorías, continúa el autor, la unanimidad de opiniones
no cuestionadas ni cuestionables es un hecho tan peligroso como
la visión religiosa.
En este artículo ilustraremos cómo, desde la teoría de sis-
temas dinámicos, la recopilación compleja de datos permite
realizar un análisis sofisticado del proceso de aprendizaje de
vocabulario de segundas lenguas. Ello aporta una visión de la
realidad más compleja, rica y con mayor potencial explicativo.
Para esto, el artículo se desarrolla en tres etapas.
En primer lugar, presentamos una revisión de la teoría de sis-
temas dinámicos y sus aplicaciones en el ámbito del aprendizaje,
específicamente en el aprendizaje de vocabulario de segundas
lenguas.
En segundo lugar, explicamos cómo la forma en que se
recogen, seleccionan y leen los datos concede hacer lecturas más
complejas del conocimiento. Aquí haremos hincapié en distintas
maneras de visualizar la información que influye en cómo enten-
demos el conocimiento. En este caso concreto, exponemos las
limitaciones y algunas propuestas de representaciones gráficas,
pues éstas resultan ilustrativas de algunos sesgos, restricciones
Del punto al área... 51

y fortalezas del método científico. Por ejemplo, argüiremos que


la gráfica es una abstracción de un segmento de la realidad de
interacciones entre un cúmulo de variables en una situación
determinada. Entonces, analizamos diferentes tipos de gráficas,
de menor a mayor complejidad, que suelen usarse para hacer re-
presentaciones; para ello recurriremos al ejemplo del desarrollo
léxico de un individuo.
En tercer lugar, discutimos algunas de las implicaciones que
se desprenden de abordar la recolección, el procesamiento y la
interpretación de datos complejos.

2. La teoría de sistemas dinámicos (TSD) y la adquisición y


el desarrollo de la lengua

Durante mucho tiempo el aprendizaje se ha concebido (igual que


la historia y el conocimiento) como una actividad lineal, continua
e incremental. Utilizando la manida metáfora de la concepción
bancaria o alimentaria del conocimiento (Freire, 1970), el apren-
dizaje de la lengua se conceptualiza como una alcancía. Cada
concepto o información transmitida es como una moneda que
se agrega o “alimenta” la alcancía. El aprendizaje adquirido en-
tonces es el resultado de la suma de todos los conceptos. No hay
pérdidas ni saltos. Posiblemente una de las señales más claras de
esta visión en la que el aprendizaje de la lengua se da como la
suma de diferentes valores sea la que proviene del concepto zona
de desarrollo próximo (ZPD, por sus siglas en inglés) creado por
Vygotsky (1978). El autor define esta noción como

La distancia entre el nivel de desarrollo actual determinado por sus


capacidades para solucionar problemas y el nivel potencial de desarro-
llo, determinado a través de las capacidades de solucionar problemas
bajo la guía de un adulto o la colaboración con pares más capaces.

Según esta noción, se espera que el aprendiz reciba un input


un poco más complejo del que por lo común maneja, para que
52 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

estas instancias de lengua, en el caso del aprendizaje lingüístico,


sirvan de escalones en su crecimiento. La forma en la que se
resume dicha idea es con una fórmula de exactitud casi mate-
mática: I+1. Tanto la idea de la ZPD como del I+1 repercuten en
el aprendizaje incremental tipo alcancía. Si el proceso de adqui-
sición inicia en un punto X, al ser expuesto al lenguaje tipo I+1,
se hallará en un periodo de adquisición X+1, seguido de X+2,
X+3 y así consecutivamente. El motivo por el cual los procesos
de aprendizaje se conceptualizan como continuamente incremen-
tales se debe a que implícitamente se cataloga al lenguaje como
un sistema simple.
Los sistemas simples son, en esencia, sistemas cuyos compo-
nentes tienen una relación parcial o total con el sistema y cierto
grado de independencia (García, 2006). En el caso de la lengua,
elementos tales como los morfemas son identificables y tienen un
significado altamente estable, lo cual asegura su independencia y
relación con el sistema lingüístico. Debido a que los componen-
tes de los sistemas simples son, en principio, independientes, es
posible establecer relaciones causales. El enfoque de la lengua
como un sistema simple es consistente con los fines del método
científico. Este punto de vista y método hunde sus raíces en el
positivismo, e intenta explicar y predecir lo que pasa en el mun-
do social al buscar regularidades y relaciones causales entre sus
elementos constituyentes. Este proceso explicativo es claramente
reduccionista, pues el todo es segmentado continuamente en sus
constituyentes (Hirschheim, 2002).
Además de esta conceptualización del lenguaje como sistema
simple, hay quienes consideran que el lenguaje posiblemente
tenga otra naturaleza. Algunos sugieren una postura alternativa
en la que las palabras no son consideradas objetos ―componen-
tes en un listado mental― sino procesos, como lo sugiere un
acercamiento de los sistemas dinámicos (De Bot, Chan, Lowie,
Plat, & Verspoor, 2012).
Los sistemas dinámicos manifiestan características y
comportamientos radicalmente distintos a los de los sistemas
Del punto al área... 53

simples. A diferencia de los sistemas simples, los elementos de


los sistemas dinámicos tienen relaciones de interdependencia y
codeterminación (García, 2006). En el caso de una casa (ejem-
plo de sistema simple), realizar cambios a los grifos, tuberías o
cables eléctricos no generará cambios en cosas como el número
de tabiques en el muro o el color del suelo. Por otro lado, un
cambio de magnitud del viento en un determinado clima puede
repercutir en humedad y presión ambiental, lo cual afectará la
temperatura y con ello a la flora de la región. Este ejemplo del
clima muestra cómo las relaciones en los sistemas complejos
dificultan, cuando menos, la visión tradicional de elementos de
un sistema como variables independientes. Al hablar de siste-
mas complejos esta constante codeterminación puede hacer que
sea imposible establecer relaciones causales o predicciones (Li
& Yorke, 1975).
Durante los procesos de aprendizaje de la lengua, o incluso en
el uso constante de ésta, la interacción de elementos en la lengua
puede generar un soporte entre diversas estructuras durante di-
cha interacción o una competencia por recursos (Larsen-Freeman
& Ellis, 2009). Ellis (2008) ilustra así esta afirmación: cuando
una palabra es usada frecuentemente, es imposible escapar de la
erosión semántica y morfo-fonológica. Una palabra erosionada
en el nivel semántico y morfo-fonológico es menos prominente y,
por consiguiente, su retención demanda más esfuerzo, pues este
tipo de palabra presenta una contingencia baja en la asociación
de forma y función.
Adicionalmente a esta interconexión y codeterminación en el
sistema lingüístico, también se observan en él comportamientos
típicos de un sistema complejo. En un estudio efectuado por Paul
van Geert y Marijn van Dijk (2002) los investigadores tomaron
cincuenta y cinco muestras del repertorio léxico de una niña,
para analizar su adquisición de preposiciones; estas pruebas se le
practicaron de los 18 a los 33 meses de edad. Durante el tiempo
que duró el estudio se observó una tendencia general hacia el
incremento en el uso de preposiciones, pero en el día a día se re-
54 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

portaban fluctuaciones no lineales. Para ilustrar esta afirmación,


la investigación mostró hacia el final que la participante utilizó
la siguiente cantidad de preposiciones espaciales, en el siguiente
orden: 25, 19, 18, 12, 25, 11, 3 y 17. Estas fluctuaciones en el uso
de preposiciones no corresponden a un sistema simple en el que
los cambios son lineales.
Tanto las relaciones entre los elementos de la lengua como
los cambios que se dan en ésta apuntan hacia un sistema com-
plejo. Debido a que los sistemas complejos por definición nunca
se encuentran estáticos (aunque en ciertos momentos pueden
hallarse en periodos de alta estabilidad), cualquier análisis debe
incorporar el tiempo como un factor esencial y necesario (Geert
& Dijk, 2002). Cualquier estudio que no muestre cambios o di-
ferencias a lo largo del tiempo no podría tener como objeto los
sistemas dinámicos.
Es importante notar que aunque aquí nos pronunciamos a
favor de describir el lenguaje como un sistema dinámico, eso no
niega que ciertos niveles del lenguaje se puedan describir como
sistemas simples. Describir la lengua, o algunos de sus ámbitos
como un sistema simple no invalida la interpretación de ésta
como un sistema complejo y viceversa. Son dos niveles de estudio
que poseen diferentes características.
Para ejemplificar los dos niveles de estudio representados
por uno y otro tipo de sistema, podemos hablar en términos de
morfología sobre las flexiones verbales. En un sistema simple
es posible describir los elementos morfológicos independien-
tes de un verbo (relaciones estables y elementos más o menos
autónomos). Incluso, a modo de sistema simple, constatamos
cómo estas flexiones pueden ser aplicadas a no-palabras: yo
grajupeo, tú grajupeas, nosotros grajupeamos […]. En con-
traste, un estudio con la misma temática pero basado en un
sistema dinámico, como el de Geert & Dijk (2002), mostraría
variabilidad no incremental ni lineal en el uso, acertado o no,
de los morfemas verbales y los errores. Un estudio no invalida
al otro, ya que por su naturaleza, los sistemas dinámicos tales
Del punto al área... 55

como la lengua se encuentran estratificados. En un estrato del


sistema, ciertas interacciones tendrán una importancia alta,
mientras que en otro, no serán tan importantes (García, 2006).
Esta estratificación permite que ciertas relaciones dentro de
un nivel puedan ser descritas como simples, mientras que el
análisis de uno o varios estratos completos den como resultado
relaciones complejas.
Este artículo y su propuesta describen la lengua como un
sistema dinámico. Siguiendo a García (2006), se hace una estrati-
ficación en una parte de este sistema. En lo que aquí corresponde,
esta estratificación del sistema lingüístico es en el nivel léxico.
No se intenta sugerir que la lengua sea únicamente un agregado
de palabras. Simplemente se trata de un nivel de estudio, como
lo han hecho previamente Caspi (2010) o Spoelman & Verspoor
(2010). Tal como proceden estos autores, se presentan propuestas
metodológicas y prácticas alineadas con conceptos de la TSD:
variabilidad, progresión no lineal, estados atractores y especial
atención a un estado inicial. De este modo, la propuesta de
análisis léxico muestra comportamientos típicos de un sistema
dinámico.
Es importante hacer esta aclaración y poner énfasis en los
tipos de sistemas debido a que durante casi 400 años se ha
mantenido de forma hegemónica una visión de cómo estudiar
la lengua (Beniger & Robyn, 1978; García, 2006). Con ello, se
advierte un único tipo de construcción mental para describir
sus resultados. Es esperable que, con el dominio del método
científico y de las representaciones que de ella derivan, exista
cierta coerción para mantener el paradigma actual (Kuhn,
1970). En este caso, el paradigma vigente describe la lengua
como un sistema simple y no presenta explicaciones satisfac-
torias con respecto a los cambios no lineales durante la ad-
quisición y el uso de la lengua, adscribiéndola como “ruido”
(errores de medición o información irrelevante). Incorporar
estudios de sistemas dinámicos (la TSD, por ejemplo) posibilita
dar respuestas más adecuadas con respecto a este fenómeno
56 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

y otros que competen a este tipo de sistemas. Así pues, para


reflexionar sobre patrones comunes en investigaciones léxicas
nos planteamos las siguientes preguntas:
• ¿Qué información y datos se pierden al seguir metodologías
que intentan reducir el ruido y la variabilidad?
• ¿Cuáles son las limitantes al representar cambios con va-
lores numéricos a lo largo del tiempo y cómo suplir estos
cambios?
En suma, es necesario replantearnos la forma en la que pen-
samos y representamos la variabilidad y la realidad. No hay una
valoración real de qué desconocemos al desechar la variabilidad
como ruido, ese zumbido molesto que no dice nada mientras
mezclamos, promediamos y estandarizamos datos en una repre-
sentación lineal. Volveremos a este tema en la sección 4.

3. Representaciones visuales:
de lo simplificado a lo complejo

3.1. Primer nivel de representación: el punto

Posiblemente la manera más sencilla de evaluar el estado del


sistema léxico de un individuo sea generar una batería de
ítems ―cuya selección, nivel de contextualización y mecáni-
ca de respuesta dependerá de los intereses del investigador―,
efectuar un conteo de aciertos (o realizar un promedio, si la
prueba presenta escalas) y reportar resultados por medio de
un puntaje final, descrito por un único valor numérico. Sin
importar el método utilizado para evaluar, en última instancia
habrá invariablemente un conteo de aciertos o puntajes. Al
representar este valor, por lo general se usa un punto a una
altura determinada. Este primer nivel de representación es el
punto en el plano lineal (Figura 1).
Del punto al área... 57

30

25
Conteo de aciertos

20

15

10

0
Participante motivado Participante desmotivado

Figura 1. Representación puntual de conteo de aciertos.

La información en este tipo de gráfico es simple y sigue dos


nociones metafóricas propuestas por Lakoff & Johnsen (2003):
un punto localizado en la sección superior de un plano está aso-
ciado con un estado positivo y una mayor cantidad (de aciertos),
mientras que un punto localizado en la zona inferior se relaciona
con características opuestas. Esto facilita comparaciones. Si el
punto del participante “A” se encuentra más elevado que el punto
del participante “B”, entonces el participante “A” tiene un mejor
dominio o conocimiento léxico.
Ya que este tipo de gráfico describe y representa únicamente
un puntaje total al comparar participantes, existen elementos no
considerados: ¿cuáles y cuántos aciertos o errores comparten los
participantes? o ¿es significante la relación puntajes semejantes-
ítems compartidos? Es imposible dar respuesta a estas preguntas
con estas metodologías y representaciones que predominan en
la esfera científica. Estas interrogantes que influyen sobre re-
sultados en el nivel de los ítems aumentan conforme más indi-
viduos participan en la generación de un promedio grupal. Una
desviación estándar insignificante o casi nula supone resultados
altamente homogéneos o consistentes. Como veremos más ade-
lante, esto no es totalmente cierto cuando se toman en cuenta
diferencias en el nivel de los ítems.
58 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

Para las representaciones puntuales como ésta, el tiempo es


un factor no considerado. Sin decirlo explícitamente, estas re-
presentaciones sugieren que una única toma de datos léxicos es
lo suficientemente representativa como para ilustrar el nivel de
adquisición de un elemento alrededor de la toma de la muestra.
Estudios longitudinales individuales, en especial aquellos apoya-
dos en la TSD muestran que sobre todo durante el aprendizaje,
se suscitan cambios caóticos y muchas veces impredecibles
(Caspi, 2010; De Bot, Chan, & Lowie, 2012; De Bot, Lowie &
Verspoor, 2007; Rodríguez, 2012). En este tipo de estudios, con
facilidad se podría dar una imagen imprecisa del sistema si sólo
se tomara una muestra. Esto es particularmente cierto durante
los procesos de aprendizaje. El factor tiempo es necesario y, por
tanto, constituye un segundo nivel de representación.

3.2. Segundo nivel: el punto en movimiento

El segundo nivel de representación retoma elementos de la re-


presentación puntual de la sección anterior (donde el eje vertical
representa aciertos), con una adición: el tránsito de izquierda a
derecha es el avance en el tiempo. Si un punto representa un
momento en el sistema lingüístico, el cambio del sistema lin-
güístico es únicamente un punto moviéndose, tal como puede
verse en la Figura 2.
Aciertos

T1 T2 T3 T4
Tiempo

Individuo "N"

Figura 2. Diseño prototípico de un estudio léxico longitudinal.


Del punto al área... 59

La Figura 2 muestra un aprendizaje estereotípico constante


y “fluido”, donde el punto avanza en el eje del tiempo y sube
acorde a su puntaje siguiendo una curva matemáticamente pre-
decible. Esta es una imagen distorsionada de la realidad y de los
datos. Los estudios longitudinales que abrazan la TSD subrayan
que estas curvas provienen de datos previamente “suavizados”
por promedios, proyecciones lineales, interpolación de datos y
diferentes tipos de medias (Caspi, 2010). Este suavizado de los
datos se hace desechando las irregularidades y la variabilidad
para mostrar patrones predecibles. El suavizado de datos ha
sido particularmente aprovechado en el ámbito de la lingüís-
tica computacional (Jurafsky & Martin, 2008) y la minería de
textos (Manning, Raghavan & Schütze, 2009). Estas formas de
simplificación permiten mecanizar más eficientemente los datos
(y con ellos la realidad), pero no son la realidad. Son hechos
interpretados convertidos en constructos teóricos (Feyerabend,
1986). Las mediciones longitudinales que representan de forma
menos distorsionada los procesos de aprendizaje léxico muestran
avances, retrocesos, y cambios no lineales (Larsen-Freeman,
1997; Larsen-Freeman & Cameron, 2012), como es visible en
los datos hipotéticos de puntajes de la Figura 3.

20

12
Aciertos

5
1
T1 T2 T3 T4

Tiempo

Individuo 1

Figura 3. Gráfico prototípicamente esperado para un estudio


longitudinal en la TSD.
60 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

Aunque la Figura 3 es una representación más realista de los


cambios no lineales/complejos durante el aprendizaje del léxico
(Beckner, Blythe, Ellis, & Bybee, 2009; Spoelman & Verspoor,
2009), la representación tiene limitantes que se originan desde
el conteo de aciertos. Estas limitantes concitan a repensar cómo
entendemos el lenguaje. Baste decir al momento que, a dife-
rencia de contar dinero, actividad en la que las monedas son
intercambiables si el valor final es el mismo, al medir el creci-
miento léxico no deberíamos considerar como intercambiables
las palabras aprendidas.

3.3. La recta: el horizonte impenetrable

Supóngase que a un individuo se le aplica tres veces una misma


prueba de inventario léxico consistente en 20 ítems, calificán-
dola de forma binaria, con aciertos y errores. En esta prueba, el
participante hipotético obtiene en cada una de las tres pruebas
seis aciertos de 20 posibles (Figura 4).

6,5

6 6 6 6 Participante
Aciertos

5,5

4,5

4
T1 T2 T3

Figura 4. Caso hipotético de aparente estabilidad en el aprendizaje


léxico.
Del punto al área... 61

Al observar la representación y los datos, uno supondría que


se ha llegado a un periodo de estatismo en su crecimiento léxico,
como lo atestiguan estos totales. Sin embargo, esta aparente esta-
bilidad puede esconder un alto proceso de cambio. Es posible que
exista una estabilidad en el nivel superficial (totales), mientras
que en el nivel profundo (ítem) haya diferencias significativas,
como se propone en la Tabla 1.

Tabla 1
Resultados hipotéticos de una tabla binaria

Ítem 10

Ítem 11

Ítem 12

Ítem 13
Ítem 14

Ítem 15

Ítem 16

Ítem 17

Ítem 18

Ítem 19

Ítem 20
Ítem 1

Ítem 2

Ítem 3

Ítem 4

Ítem 5

Ítem 6

Ítem 7
Ítem 8

Ítem 9

T1 X X X X X X

T2 X X X X X X

T3 X X X X X X

Respetando el ejemplo propuesto de una misma prueba de 20


ítems aplicada tres veces, con seis aciertos en cada aplicación, la
aparente estabilidad queda en entredicho. Es posible encontrar un
fuerte estado de cambio, donde ítems aparentemente conocidos
pueden no reaparecer como conocidos o que reaparezcan como
conocidos tras un periodo de desconocimiento. La absoluta es-
tabilidad de la línea recta descrita en el plano cartesiano queda
comprometida al mirar a detalle la evolución por ítem. Este cues-
tionamiento de la aparente estabilidad crece considerablemente si
en vez de resultados binarios se reportan como resultados escalas
numéricas para cada ítem.

3.4. Un nuevo horizonte

Supóngase que a un participante se le aplica tres veces una


prueba de reconocimiento léxico de 20 ítems. Cada reactivo se
62 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

califica del 0 al 4, siendo 0 el puntaje más bajo y 4 el más alto.


En esta prueba se obtienen los promedios T1=1.95, T2=2.1 y
T3=2.25 (Figura 5).

2,3
2,25
2,2
2,1 2,1
2
1,95
1,9
1,8
1,7
1,6
1,5
T1 T2 T3
Promedio2

Figura 5. Promedios hipotéticos en la aplicación de una prueba en tres


tiempos.

Aunque los promedios muestran una tendencia unidireccional


casi lineal hacia la mejoría, en el nivel de los ítems la realidad
se muestra menos simple (Tabla 2).

Tabla 2
Ejemplo hipotético de variabilidad compleja
Promedio
Ítem 10
Ítem 11
Ítem 12
Ítem 13
Ítem 14
Ítem 15
Ítem 16
Ítem 17
Ítem 18
Ítem 19
Ítem 20
Ítem 1
Ítem 2
Ítem 3
Ítem 4
Ítem 5
Ítem 6
Ítem 7
Ítem 8
Ítem 9

T1 0 4 1 0 0 4 4 4 0 0 1 3 4 4 0 2 1 2 1 4 1.95
T2 1 4 1 1 3 0 2 1 0 0 1 3 4 2 2 4 3 3 3 4 2.1
T3 3 4 1 4 0 0 4 0 0 0 1 3 4 2 2 3 3 4 3 4 2.25
Del punto al área... 63

En este ejemplo, los ítems no siguen esta tendencia tan


simple. El ítem 14 presenta en la segunda aplicación un re-
sultado “peor” (“2”) que en la primera (“4”), mientras que en
el ítem 5 se aprecian dos “0” interrumpidos con un “3” en T2,
por citar un par de ejemplos. El comportamiento individual
de los ítems presenta más patrones que en el promedio: no
únicamente se observan tendencias hacia un mayor puntaje
(ítem 18); también vemos estabilidades (ítem 3), mejorías se-
guidas de retrocesos (ítem 5) y retrocesos (ítem 8); en suma,
complejidad. Al intentar describir los resultados en el nivel
de los ítems mediante la representación de tipo variabilidad
versus tiempo, es esperable que los resultados sean de difícil
legibilidad (Figura 6).

4,5
Ítem 1 Ítem 2
4
Ítem 3 Ítem 4
3,5
Ítem 5 Ítem 6
3 Ítem 7 Ítem 8
2,5 Ítem 9 Ítem 10
2 Ítem 11 Ítem 12

1,5 Ítem 13 Ítem 14


Ítem 15 Ítem 16
1
Ítem 17 Ítem 18
0,5
Ítem 19 Ítem 20
0
T1 T2 T3

Figura 6. Resultados de una prueba de reconocimiento léxico en tres


tiempos por ítem.

En esta prueba hipotética de tan solo 20 ítems, la Fig. 6 en-


torpece la lectura de los datos en el nivel de los ítems: no perfila
tendencias, agrupaciones principales y/o secundarias, relaciones
entre ítems y diferencias o semejanzas. Esto es comprensible
porque los gráficos en los que el eje “X” representa el tiempo y el
eje “Y” la variabilidad, datan de 1600 (Beniger & Robyn, 1978)
64 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

y fueron diseñados considerando primordialmente relaciones


causales propias de los sistemas simples. Explica Hirschheim
(1992) que la ciencia moderna ―entendida como el método cien-
tífico― y por ende esta representación de la realidad, describe
qué sucede en el mundo social al buscar regularidades y relacio-
nes causales entre sus elementos constituyentes. Este proceso se
basa necesariamente en el reduccionismo, para el cual todo es
segmentado de manera progresiva en constituyentes y relaciones
más elementales. Resulta entonces un verdadero contrasentido
intentar plasmar comportamientos complejos con herramientas
que están diseñadas en específico para simplificar y reducir las
interacciones de un sistema. Ilustrar sistemas complejos con
herramientas creadas dos siglos antes (Holmes, 2008) muestra
los peligros latentes cuando los investigadores se asumen como
usuarios de herramientas, más que como creadores de nuevas
herramientas, pues “cuando tu única herramienta es un martillo
en mano, el mundo parece un clavo” (Hirschheim, 1992). Este
comentario es, para nosotros, ejemplo del compromiso necesario
para generar herramientas y representaciones que nazcan con
la complejidad en su esencia, no simplemente forzar otras sólo
porque son parte de una cultura dominante.

3.5. Trazar mapas de la complejidad

En la sección anterior se presentó el ejemplo hipotético de una


prueba de conocimiento léxico aplicada tres veces, en la cual se
hacía uso de una escala del 0 al 4. Tradicionalmente se graficaría
en un plano de variabilidad versus tiempo, pero es posible crear
un híbrido en el que variabilidad y tiempo se fusionen en ambos
ejes del plano cartesiano (Ibarra, 2017).
En el eje Y, la puntuación de T3 se anota de forma ascendente
(0, 1, 2, 3, 4). El eje X contiene las puntuaciones de T1 y T2
concatenadas, es decir, una adyacente a la otra para generar un
código numérico de dos posiciones que inicia con la puntuación
Del punto al área... 65

de T1 y termina con la de T2. Por ejemplo, un resultado T1=2


y T2=1 produciría el código 21. Por tanto, el eje X parte desde
00 y sigue con 01, 02, 03, 04, 10, 11, 12, 13, 14, hasta llegar a
44 (no se muestra en la Fig. 8). De esta manera, el eje X cubre
todas las posibles combinaciones de resultados en T1 y T2. Al
cruzar el eje X (que contiene T1 y T2) con el eje Y (que contiene
T3), podemos graficar en una localización estos puntajes. En esta
propuesta, cada posible evolución de un ítem es una posición en
plano cartesiano. Graficar es, entonces, crear un agregado de
puntos en el plano.
Si, por ejemplo, un ítem presenta los resultados: T1=0, T2=1
& T3=4; entonces en el plano cartesiano el eje X=T1 T2= 01;
mientras que el eje Y = T3=4 (7).
Y= (T3)

X= (T1-T2)

Figura 7. Ejemplo de gráfico de un punto.


)
El mapa resultante contiene todas las posibles combinacio-
nes de puntuaciones a lo largo de las tres pruebas. Su organi-
zación es tal que puntos contiguos presentan el menor cambio
posible (únicamente de un punto en T2 o T3). Esto implica que
aquellos ítems que se hallan agrupados como racimos presentan
puntajes muy parecidos, mientras que dos distanciados tienen
comportamientos diferentes. Ya que este mapa está ordenado
con valores numéricos por eje, ciertas zonas muestran mejoría
en puntuaciones, mientras que otras, disminución en los pun-
tajes (Figura 8).
66 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

Figura 8. Mapa dinámico y sus constituyentes.

En la Figura 8 se aprecian diferentes bandas de colores. Esto


es porque aunque las casillas contiguas presentan un cambio de
un punto en T2 y T3; T1 funge como denominador común en
forma de bandas. En buena medida, esto es porque bajo los linea-
mientos de la TSD, una característica esencial es que los sistemas son
extremadamente sensibles a condiciones iniciales (Oestreicher,
2007; De Bot, Lowie, & Verspoor, 2007).
En pruebas de múltiples reactivos, es esperable que ciertos
ítems tengan puntuaciones semejantes. En estos casos se coloca
en la casilla cuántos ítems presentan un mismo comportamien-
to. Cuando un mapa tenga ítems disgregados, esto será indicio
de un sistema en reordenamiento (De Bot, Lowie, Thorne, &
Verspoor, 2013; García, 2006), incluso cuando el promedio pu-
diera sugerir total estabilidad. Un mapa con ítems concentrados
en uno o varios puntos es sintomático de estabilidad o de cerca-
nía a ésta. Cuando los ítems orbitan alrededor de coordenadas
estables (000, 111, 222, 333, 444) esto sugiere que el sistema
lingüístico se está asentando en estados atractores (Plaza-Pust,
2008), ya sea hacia el aprendizaje o hacia la fosilización.
Al graficar el ejemplo de tres tiempos comentado en sec-
ciones anteriores (Tabla 2), las respuestas aparecen dispersas a
lo largo del mapa, sugiriendo un sistema caótico. Aunque hay
algunos ítems que tienen comportamientos idénticos (sugerido
por casillas con puntuación superior a 1), las respuestas no
Del punto al área... 67

parecen concentrarse en una zona particular del mapa, lo que


sugiere un comportamiento que aún se encuentra en cambio
(Figura 9).

Figura 9. Ejemplo hipotético de mapa dinámico.

Como ejercicio mental ―y para mostrar la importancia de los


cambios en el nivel de los ítems―, se reordenarán únicamente
los resultados por ítem en cada una de las pruebas, yendo de
menor a mayor. Esto genera una mayor estabilidad en el nivel
de los ítems pero con promedios idénticos (Tabla 3 ).

Tabla 3
Ejemplo hipotético ordenado
Promedio
Ítem 10
Ítem 11
Ítem 12
Ítem 13
Ítem 14
Ítem 15
Ítem 16

Ítem 17
Ítem 18
Ítem 19

Ítem 20
Ítem 1

Ítem 2

Ítem 3
Ítem 4
Ítem 5
Ítem 6
Ítem 7
Ítem 8
Ítem 9

T1 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 2 2 3 4 4 4 4 4 4 4 1.95
T2 0 0 0 1 1 1 1 1 2 2 2 3 3 3 3 3 4 4 4 4 2.1
T3 0 0 0 0 0 1 1 2 2 3 3 3 3 3 4 4 4 4 4 4 2.25

En este caso, el mapa (o gráfica) muestra puntuaciones agru-


padas alrededor de los estados atractores o sitios con puntuacio-
nes idénticas (Figura 10).
68 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

Figura 10. Mapa dinámico con datos hipotéticos organizados.

Las diferencias entre los mapas dinámicos aquí presentados


(Figuras 9 y 10) muestran algunas limitantes de formas más
tradicionales de ilustrar e investigar la lengua. Ciertamente es
un punto de vista diferente, pero ¿cuáles son sus implicaciones?

4. Retomando la complejidad desde el horizonte

Hasta aquí hemos explicado y ejemplificado cómo, a menudo,


bajo el método científico, se privilegian las simplificaciones en
aras de mecanizar relaciones. La mecanización permite generar
más y mejores predicciones. La utilidad de predecir no puede ser
minimizada. Como mencionamos anteriormente, algunas áreas
de los estudios del lenguaje, como la lingüística computacional,
han explotado en particular la predicción de datos lingüísticos.
Las representaciones gráficas que son consistentes con la inten-
ción de utilizar predicciones, reducen los datos y sus relaciones
a las más importantes. Es innegable la utilidad de este modo de
pensar y actuar, pero consideramos indispensable señalar que
hacerlo irreflexivamente nos limita.
La forma en la cual se recogen, procesan e interpretan los
datos, señalan cuestionamientos y problemáticas interesantes,
Del punto al área... 69

que abarcan lo estadístico, lo epistemológico y lo filosófico. A


continuación presentamos algunas reflexiones acerca de estos
problemas.
En cuanto a la medición estadística, pocos discrepan con la
visión de que las medidas de tendencia central por lo común
usadas al describir el crecimiento léxico son superficiales, a
falta de un mejor adjetivo para describirlas. Lo son de la misma
forma que la superficie del agua no informa de las corrientes
del mar:  se establece un borde limítrofe conveniente que, sin
embargo, oscurece procesos tales como cambios y movimientos
internos. Las medidas de tendencia central, conteos totales y pro-
medios ignoran todo lo que no sea descriptible en un único valor
numérico por observación. Aunque las medidas de tendencia
son complementadas con medidas de dispersión, estas últimas
usualmente sirven a lo mucho como un agregado que no aporta
información relevante.
En el caso del aprendizaje de lenguas, podemos imaginar
algún contexto en el cual podría ser útil y práctico reducir
el conocimiento del vocabulario de una lengua a un valor
numérico (como en la Tabla 2); por ejemplo, al sugerir que
alguien tiene el dominio del 70% de ésta. De hecho, este tipo
de afirmaciones resultan bastante cotidianas. En realidad, ese
es un dato de escaso significado, pues es muy difícil establecer
cuál es el tamaño del vocabulario de una lengua, cuál es el
tamaño del vocabulario “normal” de un hablante nativo o qué
tan bien se conoce el vocabulario. Hablar de conocer un 70%
sólo tiene sentido si se compara con un 50% o un 75%, pero
no siempre esas medidas son realmente comparables, pues no
son realizadas con los mismos instrumentos. El tamaño del
vocabulario es sólo una de las dimensiones del conocimiento
de éste; otras pueden ser la profundidad, la organización y
el acceso a aquél (Meara, 2005). Como plantea Serres (1991:
21), “la simplificación y las elecciones forzadas oscurecen la
compleja realidad; esta forma de maniqueísmo no permite un
pensamiento nuevo”.
70 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

Otra de las consecuencias del uso de datos complejos como


los que hemos presentado aquí es que se produce el cuestiona-
miento de un fundamento básico de la medición de lenguas (y de
la psicometría en general): la confiabilidad (el otro fundamento
es la validez). La confiabilidad es la variabilidad que deben pre-
sentar las pruebas. Este principio postula que los resultados de
una misma prueba realizada por un mismo sujeto varias veces
de manera consecutiva deberían ser prácticamente los mismos.
Si los resultados de aplicar varias veces una misma prueba a
un mismo participante de manera consecutiva son exactamente
iguales, entonces la confiabilidad de la prueba es absoluta. De
lo contrario, hay un error de medición, y la prueba no es total-
mente confiable.
En los casos que hemos presentado en la sección 3.3. nos
centramos no sólo en el comportamiento de los participantes sino
en el comportamiento de cada palabra para cada participante.
Los resultados obtenidos en investigaciones relacionadas con
sistemas dinámicos contradicen siempre, en distinto grado, el
principio de confiabilidad test-retest (Ibarra, 2017; Spoelman &
Verspoor, 2010; Geert & Dijk, 2002). Es decir, que una misma
prueba presentada a los mismos participantes bajo distintos
formatos con lapsos de separación de pocas semanas arroja re-
sultados muy diferentes. Rodríguez (2012) reporta casos en los
cuales, con lapsos de sólo tres días, se muestra variabilidad en
al menos un tercio de los datos obtenidos. Este tipo de hallazgos
entra en conflicto directo con una de las piedras angulares de
la medición, que, como mencionábamos, rechazaría estos datos
como errores de medición de un instrumento poco confiable o
“suavizaría” la variabilidad o el ruido promediando o interpolan-
do datos. Esta problematización del concepto de confiabilidad es
un tema de intenso y amplio debate en la comunidad académica.
Algunos investigadores que promueven el uso de una evaluación
dinámica (más cualitativa, distinta de la que hemos aquí expues-
to) han llegado a conclusiones muy parecidas a las que estamos
exponiendo (Poehner, 2008).
Del punto al área... 71

La visualización de datos es una manera de narrar ciertos


eventos y su importancia es capital. No son una simple deco-
ración para los datos. Los gráficos poseen, de ser utilizados
correctamente, un valor inherentemente explicativo. Menciona
Tufte (2001) ejemplos en los cuales diversas catástrofes pudieron
haber sido advertidas de haber contado con gráficas que perfila-
ran la información adecuada de los datos recabados. Un ejemplo
es la relación entre la ubicación de la bomba de agua en Londres
respecto de los fallecidos durante la epidemia de cólera en 1854.
Asimismo, la explosión del Challenger pudo haber sido evitada de
haber visto un conjunto de gráficos que mostraran los efectos
de las bajas temperaturas ambientales en las turbinas del cohete.
Los gráficos, como interfaz narrativa que media entre los datos
puros y el lector, deben ser tratados como algo más allá que un
añadido a los datos.
Al analizar las gráficas de tipo variabilidad versus tiempo,
se mostró que es posible que dos estudios de evolución léxica
con un mismo puntaje y desviación estándar presentaran nive-
les distintos de variabilidad en el nivel de los ítems (Tabla 2 y
Tabla 3). Bajo la misma línea argumentativa, también se explicó
que aunque se mostrara una absoluta estabilidad en puntajes
totales, eso no significaría que sus respuestas fuesen totalmente
estables. Aún dentro de una total estabilidad, hay espacio para
una variabilidad imperceptible al simple conteo de aciertos.
Creemos haber mostrado e ilustrado que el aprendizaje no es
necesariamente un proceso lineal, constante, progresivo e incre-
mental sino que el aprendizaje es un proceso complejo.
Estamos conscientes de que una medición compleja de los
fenómenos como la que estamos proponiendo es sólo factible
cuando se utilizan herramientas sofisticadas en la recolección y
el procesamiento de datos. Sin embargo, no consideramos que
el uso masivo de datos vaya a facilitar un conocimiento abso-
luto. Al igual que muchos pensadores contemporáneos (Sadin,
2015), no creemos que todo sea mensurable y cuantificable. No
consideramos tampoco que el manejo masivo de datos tratados
72 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

por un algoritmo consiga mostrar correlaciones secretas que


hasta ahora habían permanecido ocultas. No deja de resultar
curioso que tanto los planteamientos más tecnófilos, como los
planteamientos más anticientifistas (Angell & Demetis, 2012)
coincidan en que la causalidad es un obstáculo en el desarrollo
de un conocimiento de la realidad.
Así, ante la sugerencia de que las correlaciones vayan a sus-
tituir a las causalidades (que el “así son las cosas” sustituya al
por qué), coincidimos en la crítica que hace Han (2014) cuando
advierte que “la cuantificación de lo real en búsqueda de datos
expulsa al espíritu del conocimiento”. A pesar de ello, nuestra vi-
sión no es anticientifista y sí compartimos la idea de que “frente
al orden clásico llegado hasta nosotros y llevado a una potencia
jamás conocida en el campo de los métodos estamos obligados a
reconocer la realidad del desorden” (Serres, 1991: 53) y que ese
desorden puede ser descrito por formas innovadoras y complejas
de representación. Dicho de otro modo, consideramos que entre
la imposibilidad cartográfica del emperador chino de Borges y la
simplificación extrema de una etiqueta numérica, hay propuestas
en las que es posible combinar discursos cientifistas con discur-
sos humanistas. Lo que ocurre es que las propuestas para trazar
estos espacios complejos (y complicados) a menudo no son bien
recibidos en el ambiente de hiperespecialización que impera en
la universidad. La TSD y su hincapié en las redes de relaciones
complejas en sistemas abiertos es una apuesta atractiva para ese
ya no tan nuevo derrotero de ciencia.
Finalmente, un cambio de mirada en la medición de datos
conllevaría muchas implicaciones. Algunos especialistas en
medición del conocimiento de segundas lenguas, como Mislevy,
Steinberg & Almond (2002), creen que las últimas investiga-
ciones invitan a la implementación de nuevos constructos para
medir el conocimiento de lenguas. Los especialistas tendrán que
explicar cómo esos nuevos constructos describen el comporta-
miento de personas concretas en situaciones específicas. Y lo
tendrán que hacer de una manera comprensible para aprendices,
Del punto al área... 73

profesores, padres, empleadores y administradores. Contraria-


mente a lo que sucede con el modo tradicional de evaluar, habría
que realizar evaluaciones complejas y multidimensionales, y el
éxito que puedan tener estas nuevas propuestas dependerá de la
cooperación y el diálogo que haya entre todas las partes involu-
cradas en el aprendizaje.

Conclusión

En este artículo hemos propuesto que, dependiendo de cómo se


recojan y procesen los datos, se puede extraer información útil,
capaz de impulsar el debate sobre el significado de aquéllos y el
cuestionamiento de conocimientos previos que podrían consi-
derarse simplistas. No obstante, queremos insistir en que el uso
masivo de datos no puede suplir ni eliminar las explicaciones
teóricas. Eso significaría el final de la verdad, el final de la na-
rración. Se requiere que los científicos tomen las riendas de los
datos, no que los datos constriñan el actuar de los científicos.
Como dice Han (2015), “los datos son meramente aditivos. La
adición se opone a la narración. A la verdad le es inherente una
verticalidad. Los datos y las informaciones, por el contrario,
habitan lo horizontal”.
Aunque los gráficos no presentan información propiamente
nueva, pues son solamente representaciones visuales derivadas
de datos numéricos, su fortaleza radica en dar forma y figura a
números en abstracto, generando un concentrado de datos fácil-
mente comprensible. Sirven, en cierta manera, de filtro para com-
prender una ventana de la realidad: cierta información se perfila
y se lleva al frente, como eje narrativo. Anteriormente se ha
abogado en que el filtro está matizado hacia las representaciones
lineales y relaciones causales, lo cual puede ser una limitación.
Es importante estar consciente de cómo es que estos vínculos
entre el intérprete y los datos pueden limitar el pensamiento del
primero, para así suponer si existen alternativas capaces de suplir
74 Rodrigo Ibarra, Ignacio Rodríguez, Antonio Rico

dichas carencias. En este sentido, creemos en lo adecuado del


enfoque de Serres (1991: 63), quien afirma lo siguiente:

Hoy debemos proponer un modelo nuevo para nuestros nuevos pro-


blemas. Hay orden en el desorden, hay desorden en el orden. Nuestras
redes están inmersas localmente en las nubes, nuestras estructuras en
las distribuciones, como archipiélagos en el mar. Pero también hay
nubes en las redes, y mar entre las islas. Este modelo es sin embargo
demasiado escenográfico, parece aún inmerso en un espacio global
del que nada sabemos, es también casi estático. Una vez más debemos
meditar sobre el tiempo.

Tenemos 400 años estudiando con base en el punto y el punto


en movimiento. Merecemos conocer más, a mayor profundidad
y en direcciones que aún no hemos considerado. Intentar agotar
temas estudiados no es suficiente. También es necesario recon-
siderar los filtros que hacen factible observar la realidad y las
representaciones que nos posibilitan entender estos filtros. Tal
vez la realidad sea más compleja que lo que ahora entendemos.
No podremos saberlo hasta que observemos bajo una nueva lupa
y nos adentremos en terrenos inexplorados.

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El modelo THK... 79

Avatares de la forma.
Tópicos del Seminario, 42.
Julio-diciembre 2019, pp. 79-99.

El modelo THK. Abordaje de la filosofía de las


matemáticas desde un punto de vista sintético

Oscar Javier Pérez Lora


Universidad Nacional de Colombia

Introducción

¿Cómo puede la filosofía abordar el desarrollo de la matemática


contemporánea? ¿Qué criterios debe desarrollar una filosofía
de las matemáticas respecto al desarrollo de la matemática
real de los últimos dos siglos? Similar a las demás ciencias, la
matemática ha logrado un alto nivel de abstracción que impide
visualizar sus resultados de forma intuitiva. Pero adicional a
la profunda abstracción, otro factor determinante ha sido la
explosiva producción matemática en el último siglo que hace
imposible seguirle la pista, tanto por la cantidad como por la
diversidad de problemáticas tratadas en sus distintas ramas,
pues “la alta especialización de la matemática hace muy difícil
obtener un panorama de lo que sucede al interior de la misma”
(Odifreddi, 2006: 19-21).
Es razonable cuestionar si esta proliferación se da en el desa-
rrollo de un organismo que adquiere con el tiempo mayor cohe-
sión y unidad, o si, por el contrario, se está convirtiendo en una
torre de Babel de disciplinas aisladas. ¿Puede caracterizarse a la
matemática como una ciencia con un objeto y un método únicos?
80 Oscar Javier Pérez Lora

“En una palabra ¿existe hoy una matemática o varias matemáti-


cas?” (Bourbaki, 1962: 36). No interesa dar una respuesta a esta
pregunta sino sólo evidenciar que la riqueza de la matemática
contemporánea escapa hasta para las mentes más brillantes de
esta disciplina. El filósofo, si es que se atreve a aventurarse en
este terreno, ha de ser consciente de que se arroja a un inmenso
océano en el que puede navegar sin buenos resultados y perder
con facilidad la orientación. Pero como en los tiempos de los
grandes descubrimientos, será necesaria la guía de puntos fijos
en el cielo y un trabajo aunado con los matemáticos que hoy en
día desarrollan esta área del conocimiento.
Hasta el momento, la filosofía analítica ha realizado un im-
portante programa de investigación en la filosofía de la lógica.
No obstante, el presente texto toma como punto de inicio el
hecho de que la lógica es sólo una parte de la matemática y, en
cuanto tal, es incapaz de capturar su riqueza, variedad y pro-
fundidad. La imagen de Bertrand Russell de la lógica como la
niñez de la matemática, y ésta como la adultez de aquélla, se
da en el contexto de la búsqueda de los “fundamentos” a finales
del siglo xix y principios del siglo xx. Justamente, el teorema
de incompletitud de Kurt Gödel (1931) echa por tierra cualquier
pretensión de fundamentar o reducir la matemática, bien sea
en el intuicionismo, la axiomática o el logicismo de Russell y
Whitehead.
El enfoque tradicional de la filosofía analítica presenta, al
menos, dos creencias erróneas respecto a la naturaleza de las
matemáticas. En primer lugar, el supuesto de invariabilidad
ontológica y epistemológica. Esto es, suponer que aun cuan-
do la matemática avance, sus tipos de objetos y métodos se
mantienen invariables; de ser así baste con entender la teoría
de conjuntos y la lógica de primer orden para abordar el es-
tudio de las matemáticas. En segundo lugar, y consecuencia
del anterior, ignorar los nuevos avances y métodos debido a la
creciente complejidad y especialización de los conocimientos
matemáticos.
El modelo THK... 81

Estos supuestos tienen sentido de manera parcial en contex-


tos limitados a matemáticas elementales y teoría de conjuntos.
El sistema de axiomas Zermelo-Fraenkel ha demostrado que
cualquier construcción matemática puede representarse dentro
de una adecuada teoría de conjuntos, a partir de la lógica clásica de
primer orden. No obstante, tales resultados tienen un valor lógico
mas no matemático. Es una falaz extrapolación que reduce la
riqueza de los diferentes modos de hacer de otras construcciones
matemáticas a la teoría de conjuntos. Esta reducción se apoya en
el supuesto de que todas las proposiciones matemáticas, entendi-
das como tautologías, son equivalentes entre sí. Por tanto, basta
estudiar el espectro de las proposiciones elementales (Zalamea,
2009, 25-26).

Sin embargo, creemos que estos dos supuestos ubicuos ―no distinguir
matemáticas elementales y avanzadas; no asumir una dualidad de
tránsitos e invarianzas en matemáticas― valen solo parcialmente, en
contextos restrictivos determinados, y consideramos que extrapolar
esos supuestos al conjunto “real” de las matemáticas (y, en particu-
lar, a las matemáticas contemporáneas) constituye un profundo error
metodológico (Zalamea, 2009: 22).

La filosofía analítica pretende mostrar la matemática como


una continuidad y, en esa medida, se restringe al estudio de la
lógica de primer orden y a la teoría de conjuntos como imagen
de la matemática en su totalidad. “There is, of course, no sharp
separation between the philosophy of mathematics and the phi-
losophy of logic. The main issues and views of either discipline
permeate those of the other” (Shapiro, 2005: 15). Asume, en ese
sentido, conexiones restringidas a lo implícito que habrían de
hacerse explícitas, algo que no constituye novedad en el sentido
kantiano de lo analítico: “La lógica y la matemática también son
aprióricas, pero no intentan articular algo que ya sabemos, sino
que preguntan qué está implícito en las conexiones que ya co-
nocemos o que podemos suponer hipotéticamente” (Tugendhat,
2003: 22). Pero como bien lo expresara el filósofo francés Al-
82 Oscar Javier Pérez Lora

bert Lautman: “Las matemáticas se presentan así como síntesis


sucesivas, donde cada etapa es irreducible a la etapa anterior”
(Lautman, 2011: 137).
Interesa, por tanto, acercarse filosóficamente a esa matemática
real, entendida como la urdimbre de conocimientos, métodos y
problemas aceptados por la comunidad matemática con la que
se enfrenta el matemático en la práctica diaria de su disciplina.
Pero, ¿cómo hacerlo? El presente artículo expone el modelo THK
desarrollado por Fernando Zalamea como marco analógico en
la propuesta de una filosofía sintética de la matemática contem-
poránea. A partir del estudio de las polaridades y la dialéctica
de la matemática (uno-múltiple, positivo-negativo, discreto-
continuo, etc.), formula este modelo como analogía del quehacer
de la matemática moderna y contemporánea en la dinámica de
obstrucción-tránsito aplicado a los matemáticos más relevantes
(Zalamea, 2017).
Un importante referente en la elaboración del modelo THK
es Albert Lautman (1908-1944), un conocedor de las técnicas
matemáticas más avanzadas de su tiempo y muy cercano al
grupo de Bourbaki.

Se trata de un programa de comprensión de la creatividad mate-


mática que se ve inundado por una polaridad irreductible entre lo
ideal y lo real, y que resulta sencillamente incomprensible desde las
perspectivas de la filosofía analítica, donde las polaridades “ideal” y
“real” se consideran como sombras ficticias elaboradas en el lenguaje
(Zalamea, 2011: 28).

El desconocimiento de la obra de Lautman obedece, en par-


te, al dominio intelectual de la filosofía analítica en el periodo
de posguerra, así como a la nada fácil exigencia de abordar la
matemática moderna como requisito de lectura para entender
su filosofía.
Por otro lado, su prematura muerte en el contexto de la Se-
gunda Guerra Mundial impidió que impulsara su obra. Luego de
la invasión alemana a Francia, Lautman se unió a la Resistencia
El modelo THK... 83

pero fue posteriormente capturado y ejecutado por el régimen


nazi en el año de 1944. Se han realizado algunas reivindicaciones
esporádicas de su obra, como la de Giles Deleuze en Diferen-
cia y repetición (Capítulo 4 en “Síntesis ideal de la diferencia”
de 1968), así como en algunos trabajos de Jean Petitot y Alan
Badiou. Actualmente, la edición más completa de su obra está
a cargo de Fernando Zalamea, publicada en el año 2011 por la
Universidad Nacional de Colombia en colaboración con la Em-
bajada de Francia en Bogotá, Colombia.
El modelo THK se enmarca en el enfoque de la filosofía sin-
tética de las matemáticas contemporáneas desarrollado por el
propio Zalamea (Zalamea, 2016a). El término sintética apunta “al
entorno relacional conjuntivo de la creación matemática y de una
realidad velada con la que la invención se contrasta” (Zalamea,
2009: 11). Esto, en tanto que la matemática es un acto de crea-
tividad humana, que al contrastar con una realidad invisible se
descubre como visible. El “acercamiento de dialéctica, metafísica
y matemáticas no es una mera casualidad, sino uno de los mo-
tores necesarios de la cultura” (Zalamea, 2011: 32). Por filosofía
se entiende el ejercicio reflexivo de la razón sobre la razón, esto
es, reflexionar sobre la matemática como producto genuino de
la razón. En relación con matemáticas se refiere al extenso ám-
bito de construcciones matemáticas, más allá de codificaciones
lógicas o conjuntistas. Por último, el término contemporánea
delimita el estudio filosófico a la matemática posterior a 1950
hasta nuestros días (Zalamea, 2009: 11).

1. La dialéctica en la matemática contemporánea

Profundas polaridades o dialécticas rigen el desarrollo de la ma-


temática. Por un lado, está lo puntual que representa el descenso
a lo local, esto es, lo analítico, lo diferencial, lo tipificado y la
lógica clásica. Es aquello que se expresa en la multiplicidad, lo
discreto y lo positivo. Por otro lado, está lo reticular, ascenso a
84 Oscar Javier Pérez Lora

lo global a través de la síntesis, lo integral, lo arquetípico y la


lógica intuicionista que se expresa en lo uno, lo continuo y lo
negativo. Como se observa, se conforman diversas dialécticas
entre análisis versus síntesis, diferencial versus integral, tipifica-
do versus arquetípico y lógica clásica versus lógica intuicionista.
Pero contrariamente a suponer que esto sea una dificultad o
imperfección del saber matemático, es justamente esta dualidad
lo que constituye el “péndulo del saber”. Existe un movimiento
de ascenso y descenso entre lo reticular y lo puntual en sus diver-
sas manifestaciones, entre lo local y lo global. Este movimiento
es precisamente lo que una filosofía de las matemáticas debe
capturar para comprender el desarrollo matemático.
Lo local representa obstrucción mientras que lo global repre-
senta tránsito. Eso quiere decir que este movimiento dialéctico
encuentra obstrucciones en su desarrollo, pero esta misma obs-
trucción constituye la semilla del tránsito:

La matemática se mueve en una incesante oscilación pendular entre


reconocer singularidades y rupturas dentro de un contexto dado y,
luego, tratar de superarlas e integrarlas como regularidades o conti-
nuidades dentro de otro nuevo contexto ampliado (Zalamea, 2015).

Un ejemplo quizá más palpable y cercano a la filosofía sea


el caso de √2. En la escuela pitagórica todo ha de ser expresado
como número o como fracción (razón) entre dos números. Sin
embargo, de un triángulo rectángulo cuyos catetos son la unidad,
no existe una razón que conmesure la hipotenusa. El descubri-
miento de esta “inconmensurabilidad” da lugar a los irracionales,
y tal como su nombre sugiere en este contexto, designa aquello
que no es expresado por la razón (αλογος) o que no tiene razón
(άρρητος) (Kline, 2016: 53-61).
Es difícil imaginar que se haya llegado a los números irracio-
nales, y por extensión a la conformación de los números racio-
nales, por otra vía que no fuera la obstrucción en los números
naturales. En otras palabras, es imposible derivar los irracionales
de los naturales porque los primeros “escapan” de los segundos;
El modelo THK... 85

constituyen la negación que emerge de su ámbito restringido (lo-


cal). Así, los irracionales no son una continuidad de los naturales
o enteros sino una ruptura que asciende a la conformación global
de los reales. A su vez, el conjunto de los reales encontrará la
obstrucción de √-1 que le llevará a los complejos. Este proceso
de obstrucción/tránsito ocurre en los diferentes desarrollos y
áreas de la matemática, y es preciso una filosofía de las matemá-
ticas para identificar, caracterizar e interpretar este movimiento
permanente. Existen nuevos elementos que escapan a través de
la negación de sus componentes básicos. Esto quiere decir que
tales componentes básicos son incapaces de contarnos toda la
historia, y ello nos obliga a abandonar la orilla y sumergirnos
en el vasto océano de las matemáticas.

2. Modelo THK de la filosofía matemática

El modelo THK ha presentado una evolución continua en su


formulación. Nace como ejercicio de Fernando Zalamea en el
Seminario continuo de filosofía de las matemáticas. Epistemo-
logía e historia de las matemáticas. La siguiente presentación
del modelo THK se concentra en los desarrollos que se dieron
en el Seminario durante el segundo semestre de 2016 y los dos
semestres de 2017 (Zalamea, 2016b; Zalamea, 2017), princi-
palmente. Este Seminario hace parte de un programa de largo
aliento (2012-2018) con relación al estudio de las matemáticas
modernas (1830-1950) y contemporáneas, desde 1950 al pre-
sente. El objetivo del Seminario consiste en producir nuevas
aproximaciones al entendimiento de las génesis de la creativi-
dad matemática avanzada. Para esto, el Seminario se divide
en dos periodos: El primer periodo inicia en el año 2012 con
el estudio del matemático francés Évariste Galois (2012-I). En
lo sucesivo se ha realizado el estudio de los matemáticos más
relevantes, en su orden: Riemann (2012-II), Poincaré (2013-I),
Cantor (2013-II), Hilbert (2014-I), Gödel (2014-II) y Grothen-
86 Oscar Javier Pérez Lora

dieck. A este último el Seminario le dedicó tres semestres, del


primero de 2015 al primero de 2016. Este periodo se dedica a
la exploración local de los matemáticos más relevantes en el
desarrollo de la disciplina.
En el segundo semestre de 2016 se inicia el segundo periodo
del Seminario con el estudio de las polaridades de lo múltiple y
lo uno (2016-II), lo discreto y lo continuo (2017-I), lo negativo
y lo positivo (2017-II), La creatividad matemática (2018-I) y,
para finalizar este Seminario continuo, la Tipología creativa
final. Concepciones de la matemática (2018-II). Este periodo
está “dedicado a reflexiones globales sobre formas plurales de
creatividad, con énfasis en el estudio de estratos, tramas y flu-
jos intermedios entre polaridades mayores” (Zalamea, 2016a).
Durante el segundo semestre de 2017 se amplió aún más el
modelo THK con la inclusión de las superficies de Riemann
(THK-R-). Esta ampliación se justifica en el intento por capturar
los “puntos de ramificación” del modelo THK hacia la cultura
(literatura, cine, artes plásticas y música). En lo que corresponde
a esta presentación, nos limitamos por el momento a su formu-
lación original.
La siguiente exposición del modelo THK tomará sus elemen-
tos esenciales sin entrar en los detalles técnicos, pues además de
que alargaría innecesariamente este artículo, sería ineficaz para
transmitir su valor filosófico.
Como se verá, el modelo THK se construye a partir de
algunas de las herramientas más relevantes y avanzadas de la
matemática contemporánea. Esto significa que en la base de
la analogía se encuentran desarrollos con un alto nivel técnico.
Sin embargo, y siendo nuestro interés divulgativo, no se hace
necesario describir todo este aparataje. El objetivo será entonces
comprender su aplicación al análisis filosófico de la matemática.
En el desarrollo de las siguientes secciones se profundizará en
algunos elementos técnicos cuando sea necesario.
El modelo THK... 87

3. H: la lógica de los haces de estructuras de Caicedo

El haz matemático es el objeto por excelencia que evidencia


el pliegue y despliegue entre los espacios de la matemática y
la filosofía. La noción de haz sobre un espacio topológico fue
introducida por Leray, Cartan y Lazard en los años cuarenta y
cincuenta. El posterior trabajo de Grothendieck generalizó la
noción de haz, y gracias a matemáticos como Lawvere y otros
categoristas,

ha salido a la luz el hecho fundamental de que los haces pueden verse


como “conjuntos variables” los cuales obedecen a una lógica intrínse-
ca propia, y que las categorías de haces constituyen universos alternos
cada uno de los cuales permite hacer una matemática heterodoxa que
ilumina y enriquece a la clásica (Caicedo, 1995: 569).

La lógica de los haces fue desarrollada por el matemático


colombiano Xavier Caicedo.1 Sin entrar en detalles técnicos,
existen tres tipos de estructuras matemáticas: algebraicas, de
orden, y topológicas. Sobre estas últimas, Caicedo formuló pro-
cedimientos para hallar teoremas lógicos a partir de este tipo
de estructuras. Esta lógica de estructuras usa como modelo los
haces fibrados sobre espacios topológicos. Los resultados de esta
teoría de modelos encuentran interesantes conexiones entre la
lógica y la geometría.
Una de las famosas paradojas de Zenón sobre la imposibili-
dad del movimiento y las unidades extensas pero indivisibles (el
punto de la geometría), se refiere a la paradoja de la flecha. En
esta paradoja se lanza una flecha que debe recorrer un espacio

1
Xavier Caicedo es considerado el matemático más importante de Colombia.
Ha sido por mucho tiempo docente de matemáticas en la Universidad Nacional
de Colombia y en la Universidad de los Andes. Su trabajo en la mencionada
lógica de haces lo convirtió en pionero del estudio y la aplicación de estructuras
topológicas en diversas áreas de la matemática. En 1999 la Academia Colombiana
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le concedió el “Premio a la Obra” por
sus aportes al desarrollo de la matemática colombiana.
88 Oscar Javier Pérez Lora

entre el arquero y su objetivo. La velocidad es la razón entre el


espacio recorrido y el tiempo que tarda en recorrerlo. Sin em-
bargo, si el tiempo y el espacio están compuestos por pequeños
intervalos indivisibles, necesariamente la flecha estará en reposo
en el instante i, y como tal, en todos los instantes de su recorrido
(Kline, 2016: 61-64). La física y la matemática moderna salvan
esta paradoja gracias al concepto de límite. Así, la velocidad
instantánea de la flecha es el límite matemático de las propor-
ciones que son posibles de medir en intervalos alrededor de la
coordenada tiempo t0 y espacio x0.
Si bien es una solución que resuelve en lo práctico esta cues-
tión, el contenido epistemológico de la velocidad instantánea si-
gue siendo una ficción. Cualquier observación, tan precisa como
sea posible sobre un punto, se refiere en última instancia a una
región o vecindad del punto. Esto es, un conjunto que contiene
un disco de radio positivo alrededor de éste.

Las nociones de punto geométrico e instante temporal son idealiza-


ciones límite gracias a las cuales podemos construir nuestros modelos
matemáticos del mundo. No es claro que podamos prescindir de las
mismas o que ganásemos algo de poder hacerlo, aparte de complicar
los modelos inmensamente. Sin embargo, las anteriores observacio-
nes apuntan a la conveniencia de revisar la lógica que gobierna a las
propiedades puntuales o instantáneas, las cuales deben ser también
un límite de propiedades extensas. Precisamos una lógica adecuada
para individuos extendidos, digamos sobre abiertos de un espacio
topológico x (que podemos imaginar como el espacio-tiempo), cuyas
propiedades puntuales cumplan el siguiente paradigma de continuidad
veritativa: Si una propiedad vale de un individuo en un punto de su
dominio de extensión, entonces debe valer en toda una vecindad de
dicho punto (Caicedo, 1995: 571).

En tal sentido, los haces se definen como una función en la


que cada punto X definido de un conjunto contiene una vecin-
dad abierta p(S) para la que se cumple que es abierto en X y es
un homeomorfismo. La palabra proviene del griego y significa
homoios ‘misma’ y morphé ‘forma’. Esto significa que dos es-
El modelo THK... 89

pacios topológicos son iguales de acuerdo con determinadas


propiedades topológicas. Si es posible deformar una figura hasta
convertirla en otra figura y aun así conserva ciertas caracterís-
ticas, se dice entonces que ambas figuras son topológicamente
idénticas. El ejemplo clásico es transformar una dona en una
tasa, pues ambos objetos topológicos conservan un hoyo que
las hace idénticas.
El conjunto X se define como la vecindad de cualquier punto
x, el cual define un espacio que se secciona desde el espacio X
(vecindad al punto x) al espacio Ex (vecindad del punto e). La
Figura 1 representa estas ideas. La línea azul se denomina como
el haz o la fibra que conecta ambas regiones, que en términos de
la topología exhiben idénticas propiedades a pesar de pertenecer
a dos espacios distintos.

Ex
S Espacio
e topológico 1
Proyección

Haz p
Sección

P S
p(S) X
x Espacio
topológico 2

Figura 1. Haz matemático sobre espacios topológicos.

Pero el haz matemático no se limita a una simple colección


de fibras. Las vecindades abiertas de la definición establecen
conexiones “horizontales” entre las fibras cercanas. Así, por
90 Oscar Javier Pérez Lora

ejemplo, dos vecindades en X(x1, x2) que no tienen conexión


en el espacio X, pero que se conectan por medio de las fibras en
el espacio Ex. Esta unión horizontal se denomina sección de
H y se define como una función continua que conecta ambos
puntos en el espacio. Una sección se dice global si su domi-
nio es todo el espacio X, y se dice local en el caso contrario
(Caicedo, 1995: 569). En la Figura 2 se observa cómo desde el
espacio X dos vecindades x1 y x2 aparentemente inconexas se
proyectan sobre el espacio Ex y allí encuentran una conexión
novedosa.

Ex
Espacio
topológico 1
Sección global

Sección local
Proyección

Sección

P S

x1 x2
X
Espacio
topológico 2

Figura 2. Sección local y global.

Se han resaltado hasta aquí los puntos esenciales de los


conceptos de haces subyacentes a la lógica desarrollada por
Caicedo (1995), sin entrar en la mayoría de sus desarrollos
técnicos. Pero lo dicho es suficiente para entender el signifi-
cado de la H en el modelo THK. Zalamea adopta este desarrollo
de la lógica y la topología como analogía para hacer filosofía
El modelo THK... 91

sintética de las matemáticas. Es importante remarcar el ca-


rácter analógico del modelo THK, pues a partir de lo técnico
se permite pensar en lo metodológico, formas de pensar la
matemática contemporánea.
Por lo anterior, el espacio topológico X se identifica con
el espacio de la técnica matemática (MAT), mientras que el
espacio topológico E corresponde al espacio del pensamien-
to o filosofía (FIL). Desde la educación secundaria se suele
considerar la matemática como un campo independiente de la
filosofía y de otras ramas del saber, con un objeto de estudio
propio, una metodología particular y unos problemas que le
son exclusivos como disciplina. Esta noción como campo de
conocimiento es correcta, pero imitada a su propio espacio
“topológico”. Justamente, el modelo THK quiere representar
las conexiones de la matemática más allá del campo disciplinar
y de la técnica. Son conexiones y construcciones que escapan
de la técnica pero que en lo profundo se relacionan y se trans-
forman mutuamente.
La Figura 3 representa esta analogía, en donde p(s) es la
vecindad sobre el punto de la técnica (teoremas, definiciones o
pruebas), y la fibra sobre este punto es el despliegue que tiene la
técnica sobre el espacio de la filosofía. “Ideas que se proyectan
y se pliegan sobre la técnica” (Zalamea, 2016b). Los fragmentos
locales de las fibras no son vacías, es decir, hay una “fuerza con-
glomerada de ideas detrás de las técnicas” (Zalamea, 2016a: 7).
Se identifica entonces un ir y venir entre técnica y pensamiento.
En otras palabras, hay un homeomorfismo entre matemáticas y
filosofía.
92 Oscar Javier Pérez Lora

FIL
Despliegue de la Espacio topológico
técnica sobre la e S
del pensamiento
filosofía: (filosofía)
• Conceptos
• Sociedad
• Ideas

Sección de la
Proyección de

(despliegue)
la filosofía

filosofía
sobre la
(pliegue)

técnica
sobre la
técnica

P S
•Teoremas
x
p(S) MAT
•Definiciones Espacio topológico de la
•Pruebas técnica matemática

Figura 3. Haces de la filosofía de las matemáticas.

La problemática esencial consiste, por tanto, en tener ciertas


informaciones locales obstructivas (MAT), cierta vecindad y la
proyección de p(s) que arroja determinada curva (FIL). Pero,
¿cómo pasar de estas variedades locales a una globalidad?
¿Existen secciones globales? ¿Cómo se agregan o “pegan”
las secciones locales? La sección global se conforma a partir
del despliegue del conjunto de técnicas sobre el espacio del
pensamiento. Esto quiere decir que detrás de la multiplicidad
de obstrucciones y tránsitos en el espacio de la técnica, se
encuentran insospechadas conexiones que conforman las diver-
sas secciones globales de la matemática, tanto en un autor en
específico, como en el conjunto de las matemáticas. Algunos
esbozos de sección global en las matemáticas contemporáneas
son la geometrización, el sincretismo aritmético, la defor-
mación/fluxión, y la esquematización, entre otras (Zalamea,
2016b: 8) (Figura 4).
El modelo THK... 93

FIL
Sección global

Secciones locales

técnica sobre
Sección de la

(despliegue)
Proyección de

la filosofía
la filosofía

(pliegue)
sobre la
técnica

P S

MAT
Matemático 1 Matemático 2 Matemático 3

Figura 4. Secciones locales y globales en la filosofía


de las matemáticas.

En la Figura 4 se asumen tres hipotéticos matemáticos. Sobre


el espacio de la técnica (MAT) el dos (2) y el tres (3) presentan
una intersección parcial en sus respectivos trabajos, mientras que
el uno (1) más bien parece independiente respecto de los otros
dos. No obstante, el despliegue al espacio del pensamiento (FIL)
evidencia que entre los matemáticos uno (1) y dos (2) existe una
sección local que los relaciona, así como con los matemáticos dos
(2) y tres (3). Si bien no hay relación directa entre el matemático
uno (1) y el tres (3), existen relaciones mediadas por dos (2). Estas
secciones locales, a su vez, responden a una sección global que
cubre todo el dominio de MAT.
94 Oscar Javier Pérez Lora

4. K: los modelos de Kripke

En el transcurso del Seminario continuo, la anterior analogía con


la lógica de haces se desarrolló en el segundo semestre de 2016.
Para el primer semestre de 2017 hay una exigencia por ampliar
este modelo, en concreto, introducir el tiempo para capturar el
“saber matemático evolutivo”. Para representar el desarrollo
temporal de un objeto se establecen los modelos de Kripke
(1959) de la lógica intuicionista. Esta inclusión corresponde a la
K del modelo THK, y es a su vez otro espacio topológico que
representa las continuidades, vecindades y conexiones entre
momentos específicos en la obra de un matemático. Sobre cada
uno de estos momentos (puntos) es posible construir un haz que
se despliega sobre el campo de la filosofía.
La relación entre estos modelos de Kripke y los haces sobre
espacios topológicos se enmarca en otro trabajo desarrollado por
Xavier Caicedo, titulado Conectivos intuicionistas sobre espa-
cios topológicos (1997). Interesa conocer este trabajo que presen-
ta una axiomatización completa de la lógica modal intuicionista
trivalente. Los conectivos son preservados por homeomorfismos
locales, siendo la escogencia uniforme de éstos para cada espacio
de una categoría de espacios topológicos.
El uso de los modelos de Kripke se justifica en el hecho de
que es el concepto/objeto más simple para capturar lógicas diná-
micas. Sobre el tiempo representado en un espacio topológico se
identifica un “instante de tiempo en k”, y sobre éste se definen
“mundos de verdades en el instante k” (Figura 5). Cada mundo
de verdad tiene la posibilidad de construir un haz, tal y como
se ha definido anteriormente. A diferencia de la lógica clásica
en la que la negación de la negación resulta en identidad, la
negación en lógica intuicionista es una dinámica que involucra
todo el futuro. La negación es entonces un concepto más rico
y denso que permite representar los procesos (no lineales, con
quiebres y rupturas) de la creatividad matemática en el tiempo
(Zalamea, 2017).
El modelo THK... 95

Mundos de
verdades en
instante h

Instante
de tiempo

Figura 5. Representación del modelo de Kripke.

Se da, por lo tanto, la relación entre la realización temporal


del trabajo de un matemático en correspondencia con los haces
que capturan el movimiento de la técnica con el pensamiento
(Figura 6). El conjunto de los haces sobre el espacio de Kripke
aporta el desenvolvimiento temporal de la relación entre la téc-
nica y las ideas, lo que se denomina una “historia internalista”.
Ahora bien, esto no es suficiente, pues será necesario establecer
las relaciones de obstrucción y tránsito entre los diferentes haces,
ello con el objeto de estructurar una “historia externalista”. Esto
es, evidenciar las relaciones entre los diferentes haces (Zalamea,
2017).
96 Oscar Javier Pérez Lora

Tránsitos

FIL FIL

MAT MAT

Obstrucciones

.....

Figura 6. Modelo de Kripke y haces en la filosofía de las matemáticas.

Así, la analogía se extiende al considerar el tiempo. El


quehacer del matemático no es de ninguna manera lineal ni
unidireccional. Los fracasos y las obstrucciones hacen parte
del descubrimiento de la matemática, pues clausuran caminos
y abren nuevas perspectivas sin las que no serían posibles los
espectaculares desarrollos que ha logrado esta disciplina en el
pensamiento humano.

5. T: los topos de Grothendieck

El último componente del modelo THK se refiere a encontrar


el topos de todos los haces sobre el modelo de Kripke. Esto
es, agrupar en un concepto global los diferentes espacios de la
El modelo THK... 97

matemática y de la filosofía, junto con los tránsitos y las obstruc-


ciones que se desenvuelven en el tiempo como unidad temática.
En otras palabras, entender de manera global el modo en que se
desarrolla el aspecto técnico de la matemática junto con las ideas
filosóficas que éstas implican.
En la analogía del modelo THK es necesario entonces adecuar
una idea matemática que englobe los desarrollos matemáticos.
Tradicionalmente la matemática se ha construido a través de la
teoría de conjuntos y las funciones. Sin embargo, un concepto
muy importante en la matemática contemporánea es el de topos
que, gracias al trabajo de Grothendieck (1962) y de su posterior
revisión por parte de Lawvere (1970), se entiende como pensar
el espacio en otro y no en sí. Esto quiere decir, en función del
modelo THK, trabajar con todos los haces matemáticos (mul-
tiplicidad) de la Figura 6, es decir, reunirlos en el topos como
una sola estructura topológica (Figura 7). Este componente
corresponde, entonces, a la letra T del modelo (Zalamea, 2017).
La Figura 7 configura, finalmente, el modelo THK como ana-
logía para la filosofía matemática. De abajo hacia arriba, hay una
historia en el desarrollo de la matemática o, en otras palabras,
la matemática es un proceso creativo que se desenvuelve en el
tiempo que es capturado por el modelo de Kripke. De modo
contrario a una historia lineal, el modelo de Kripke evidencia que
este proceso creativo presenta quiebres, rupturas y bifurcaciones.
Sobre cada momento importante en esa creación matemática se
construye un haz, el cual revela el pliegue y despliegue entre el
espacio de la técnica (MAT) y el espacio de la filosofía (FIL)
que se configura en la historia internalista. Los haces sobre el
espacio topológico encuentran, a su vez, obstrucciones y tránsi-
tos en lo que se conforma como historia externalista.
Por último, el conjunto de todos los haces (múltiple) como
epistemología constituye el topos como superestructura (uno).
El topos es la “unidad superior detrás de la diversidad” en la
búsqueda de arquetipos e invarianzas en la metafísica (Zalamea,
2016b: 11). En suma, la invención matemática se contrasta con
98 Oscar Javier Pérez Lora

una realidad velada que se hace visible. El modelo THK, como


filosofía de las matemáticas, captura entonces la fenomenología
del pliegue y despliegue de la creatividad matemática (H) que
se desarrolla en el tiempo (K), en contraste con los arquetipos e
invarianzas de la metafísica (T).

Topos Tránsitos Superestructura


Historia
externalista [metafísica]
FIL FIL
Historia
internalista

Haces Estructura
[fenomenología]
MAT MAT

Obstrucciones

Modelo ..... Tiempo


[historia]
de Kripke

Figura 7. Modelo THK de la filosofía matemática.

Referencias
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François Le Lionnais (ed.). Las grandes corrientes del pensamien-
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Exactas, Físicas y Naturales, vol. 21, núm. 81, pp. 503–19.
El modelo THK... 99

Kline, Morris (2016). El pensamiento matemático de la antigüedad


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Lautman, Albert (2011). Ensayos sobre la dialéctica, estructura y
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Disponible en: http://www.revistas.unal.edu.co-/index.php/idval/
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___________ (2015). Fundamentos de matemáticas. Bogotá: Univer-
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___________ (2016a). Epistemología e historia de las matemáticas.
Seminario continuo de filosofía de las matemáticas 2016-I. Bo-
gotá: Universidad Nacional de Colombia.
___________ (2016b). Epistemología e historia de las matemáticas.
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gotá: Universidad Nacional de Colombia.
___________ (2017). Seminario continuo de filosofía de las mate-
máticas. Recordatorio: El Modelo THK (Topos de haces sobre
modelos de Kripke). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
___________. Modelos en haces para el pensamiento matemático. Bogotá:
Departamento de Matemáticas. Universidad Nacional de Colom-
bia (En prensa).
Meta-formas narrativas del sello de correos... 101

Avatares de la forma.
Tópicos del Seminario, 42.
Julio-diciembre 2019, pp. 101-123.

Meta-formas narrativas del sello de correos.


Lecturas del sello español

Fernando Monroy Avella


Universidad Católica de Lille

Introducción

Las prácticas epistolares de hoy vía internet y otras nuevas


tecnologías han modificado radicalmente la utilización de los
sellos de correos (estampillas). Aun así, muchos países continúan
empleándolos periódicamente e incentivando la circulación de
imágenes con temáticas diversas. Otros, en cambio, han aban-
donado su uso, no sólo a causa de las tendencias modernas sino
también ante el fracaso de las políticas de las respectivas admi-
nistraciones de correos.
Por tanto, y para fortuna de los investigadores, el sello no ha
desaparecido por completo. Hoy se puede gozar del conjunto de
emisiones gracias a los catálogos filatélicos disponibles en las
tiendas especializadas (Láiz, 2005-2006). Esta base de datos
iconográficos es a la vez un inventario de publicaciones emitidas
año tras año, y un vestigio gráfico inestimable de la vida de un
país. Este registro sistemático de imágenes abre posibilidades
amplias para la investigación, ya que en él se pueden encontrar
valiosas huellas de la sociedad, a la manera de los hallazgos
arqueológicos. Y como en toda excavación arqueológica tradi-
102 Fernando Monroy Avella

cional en donde se descubren fundaciones urbanas, monedas,


fragmentos de huesos o de alimentos, en este “terreno-documen-
to” español que es el catálogo de sellos, se pueden igualmente
desenterrar los episodios más destacados de la vida nacional o
internacional.
Como el arqueólogo ante el hallazgo, que procederá a re-
constituir e interpretar los elementos fraccionados, correlacio-
nando vestigios, confrontándolos con conocimientos teóricos,
también el semiólogo detectará en el inventario de sellos formas
específicas, temáticas afines, bloques y series que utilizará para
esbozar hipótesis. El conjunto de sellos de correos es un terreno
rico en vestigios gráficos. La colección es vasta y, a pesar de
las apariencias, su lectura compleja. La complejidad reside no
tanto en la interpretación unitaria de cada imagen, en la que
el discurso de cada cuadro aporta una idea a veces elemental y
limitada. Es la razón por la cual el desafío interpretativo debe
ir más allá: se trata de descubrir formas ocultas de expresión
en la masa de viñetas, diluidas en el tiempo de publicación.
Hoy, con la experiencia de varios años de observación y de
análisis, sabemos que existen estructuras simples o complejas
de imágenes emitidas en diferentes épocas; son estructuras
que vehiculan una sintaxis enunciativa digna de interpretación
(Alemany y Aranaz, 2000).
Este artículo busca revelar una gama de formas y me-
ta-formas de lectura contenidas en la colección de imágenes
de sellos españoles: modelos gráficos correlacionados y en-
riquecidos entre sí, contribuyendo a dar un significado denso
y completo a la vez. Algunas de estas formas fueron útiles;
otras, inadecuadas; unas y otras hicieron parte de una evolu-
ción visual práctica y necesaria para comprender el sello. Con
este metalenguaje completaremos las potencialidades visuales
de este medio de comunicación despreciado, de una cierta
forma, por la ciencia.
Meta-formas narrativas del sello de correos... 103

1. Parámetros metodológicos

El corpus de imágenes proveniente del catálogo de sellos está


limitado entre 1850, año del primer sello español, y 1992, año
de la firma del tratado de Maastricht. Nos encontramos ante una
masa de aproximadamente dos mil cuatrocientas imágenes que
incluyen temáticas tales como el deporte, la política, la naturale-
za, los eventos, el patrimonio y las ciudades, entre muchos otros
más (Monroy, 2011).
Una observación minuciosa de los diferentes sellos se impone,
relacionándolos con el contexto histórico y con la actualidad
del momento. Si bien los análisis cuantitativos aportan valores
fundamentales en el análisis de movimientos y de tendencias,
también procedemos a evaluar los análisis cualitativos, principal-
mente los que conciernen a los sujetos representados y a la aso-
ciación de sujetos, como se hizo en su momento con el análisis de
la pintura en la filatélica (Monroy, 2012a). La tendencia analítica
varía en función del sujeto de búsqueda. Así por ejemplo, si se
quiere llegar a un modelo tipo utilizando una estructura gráfica,
las formas extraídas y la metodología no son las mismas que si
se desea conocer una tendencia cartográfica del territorio.
Fieles a nuestros principios iniciales, hemos dado prioridad total
a la observación empírica, dejando el cúmulo de teorías —sean
éstas semióticas, fenomenológicas, políticas, sociales…— como
soporte a posteriori, es decir, como ayuda de argumentación.

2. Bases de percepción del sello

La morfología del sello es múltiple y cambiante. El corpus estu-


diado de dos mil cuatrocientas imágenes distribuidas en ciento
cuarenta y tres años contiene un número de formas de lectura
variable y a la vez maleable, siempre al servicio de la expresión
significativa. Esta plasticidad del corpus contribuyó a lograr
nuestros propósitos de investigación aportando herramientas de
percepción para una mejor interpretación del discurso. Aun hoy,
104 Fernando Monroy Avella

las diferentes formas posibles del corpus son la base de análisis


actuales y de futuros proyectos.
Está claro que las miradas son diferentes si se trata de un
observador común o si se trata de un investigador en búsqueda
de huellas históricas, por ejemplo. La perspectiva cambia, como
cambia la actitud, la distancia ante el objeto, los cuestionamien-
tos que suscita y, por tanto, los resultados obtenidos. Es la razón
por la cual el método escogido para el marco científico exige
un enfoque diferente a la actitud del individuo común. Esta
actitud, aunque básica y en muchos casos útil, puede inducirnos
a atajos simplistas e interpretaciones rápidas. Es cierto que a
pesar de la linealidad de las publicaciones, el sello no es “leí-
do” en la práctica como una secuencia. En efecto, en situación
real, el sello es percibido puntualmente por el destinatario de la
misiva independientemente del siguiente correo recibido o del
precedente; es una percepción aleatoria, activada cada vez que
se recibe una misiva. Cada sello es así un universo en sí mismo
el cual concentra una idea precisa y muchas veces concisa: un
personaje en pose o en acción, un evento, un aniversario… de
esta forma, la imagen acumula para ella y para el receptor un
discurso politizado y socializado. Cada lector podrá interpretar
en él una actividad —deporte, turismo, exposición…— en un
contexto nacional o internacional; (re)conocer un personaje que
haga parte de la actualidad literaria, política, social; descubrir
la celebración que honre un proyecto o un evento. Cada sello es
así un discurso completo para una conciencia puntual (Sello 1).

Sello 1 (1929)

Carabela sobre el Guadalquivir, acercándose a Sevilla.


Meta-formas narrativas del sello de correos... 105

Sin embargo, existe otra forma de leer las imágenes, aglu-


tinando las emisiones y creando nuevas formas significantes.
Al englobar documentos se podrá revelar un posible encadena-
miento de unidades tendientes a reforzar una idea. Esto se logra
únicamente al cambiar de escala de observación (Charcosset,
1981). El procedimiento es el mismo que se efectúa en un mapa
topográfico en donde unas veces se hace un zoom sobre un sec-
tor preciso y otras veces se hace un retro-zoom para situar este
sector en una zona más amplia y ubicarse convenientemente.
Con este juego de vaivén el objeto observado ya no es el mis-
mo. Un punto en el mapa, que podría representar la ciudad x,
cambiaría de aspecto si nos damos cuenta de que esta ciudad
está en medio de un desierto o de un bosque, en borde del mar o
tierra adentro, rodeada de otras aglomeraciones o completamente
aislada en la región.
Desde esta perspectiva, los aspectos significantes en la
observación de un punto determinado cambian en el momen-
to de la percepción de una masa de puntos. La razón es que
las formas inéditas de esa masa de puntos contribuyen a la
ampliación del conocimiento del objeto y ayudan a su com-
prensión y su apropiación. El ejemplo que ilustra mejor esta
perspectiva es la configuración de nubes de aves o de bancos
de peces (Figura 1).

Figura 1. De la visión unitaria a la percepción


de formas significantes.
106 Fernando Monroy Avella

El ornitólogo ampliará su estudio no sólo analizando la golon-


drina de forma individual, sino también observando la maleabili-
dad de la nube de golondrinas que al formarse y al desplazarse,
transmite información sobre las características de la especie y
su respectivo comportamiento.
Ya habíamos tomado en precedentes estudios algunos
parámetros utilizados por Jérôme Baschet dentro del marco de
la iconografía medieval, principalmente en lo que él denomina la
serialidad (1996). Con ella se busca detectar aspectos referen-
ciales comunes, temáticas y valores repetitivos presentes en una
cadena de obras de arte que parecieran dispersas en el tiempo y
desconectadas entre sí. De otra parte, el semiólogo Adrien Fru-
tiger comprobaba, no sin sorpresa, la capacidad del ser humano
para organizar, clasificar, seleccionar elementos del cotidiano.
En efecto, Frutiger (1983: 5) demuestra que la “fabricación” del
orden es más fácil que la creación de desorden, contrariamente
a lo que comúnmente se piensa, y esto debido a la estructura
mental humana. Sus experiencias llevan a pensar que la reacción
innata del hombre es la de ajustarse a un arreglo estructurado
de su ámbito, del mundo que lo rodea. Un orden implícito signi-
ficante que le asegure estabilidad.
Es de suponer entonces, respecto a las series de sellos, que
lo que en apariencia es un fluido de imágenes emitidas progresi-
vamente y sin lógica aparente entre ellas, con el objetivo exclu-
sivo de satisfacer una necesidad funcional en la distribución de
correos, podría ser en realidad una estrategia estatal provocada
para componer una estructura significante a largo plazo. Es lo
que se podría considerar como una “estabilidad” ideológica, una
línea de pensamiento oficial, proyectada gracias a las imágenes
de los sellos de correos.
Las formas encontradas dentro del corpus de sellos varían en
función del objeto de la búsqueda requerida. Así, por ejemplo,
queriendo descubrir lo que había dentro de la masa, la observa-
ción de los primeros años nos llevaba naturalmente a detectar
qué “familias” temáticas se generaban con el tiempo; fueron
Meta-formas narrativas del sello de correos... 107

entonces apareciendo las bandas cronológicas. Enseguida, estas


bandas temporales se transformaron en gráficos polares con ejes
temáticos. Posteriormente se llegó a una clasificación tradicional
del tipo coordenadas, para luego declinarlas en barras o curvas.
Luego se focalizó la investigación en la variante territorial lle-
vando las imágenes a una forma cartográfica, dentro de la cual
se detectaron nubes de puntos que formaban ejes (Bertin, 1967).
Las últimas investigaciones en curso tienden hacia un discurso
retórico y filosófico, lo que implica la detección de formas abs-
tractas.
Pasemos revista de esta gama de posibilidades morfológicas
para comprender las variedades perceptivas y la utilidad en la
mecánica de significación.

3. La forma cronológica de la “familia” temática

La construcción de un “linaje” temático fue fundamental para


trazar las primeras tendencias del discurso. Ya lo decíamos, el
catálogo como tal, aunque útil como materia de base, puede
resultar voluminoso y saturar la manera de percibir las imáge-
nes. Sabemos que el conteo bruto de sellos es a la vez ineficaz
y engorroso. Es por esto que hacia finales de los años ochenta,
en un laboratorio de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Sociales de París (ehess), se procedió a la elaboración de fri-
sos cronológicos con el fin de desplegar el catálogo y hacerlo
abordable.
Con este método, el Centro de Estudios Urbanos de la
ehess buscaba detectar rápidamente y de manera metódica
los tipos de familias gráficas en general y las familias urba-
nas en particular, que era el centro de nuestra investigación
(Monroy, 2011). El punto de partida que sirvió como modelo
fueron unos análisis preliminares sobre la iconografía france-
sa y que se pueden apreciar en el Panorama de los sellos de
Francia (Coste, 2002). En su momento los sellos se organiza-
108 Fernando Monroy Avella

ron en tiras, clasificándolos por bandas temáticas de manera


progresiva en el tiempo: la banda ciudad, la de castillos, la
de iglesias… (Figura 2).

Figura 2. Friso temático cronológico por familias.

El método contribuía a la creación de un cuadro sinóptico


en donde la lectura se hacía clara y eficazmente. La ampliación
de temas crecía a medida que se avanzaba en el tiempo. El fri-
so contribuía también a detectar los vacíos, es decir aquellos
momentos en los que desaparecían temáticas que antes eran
recurrentes.
Si bien el friso cronológico era muy útil, rápidamente se
detectó que también era poco práctico, teniendo en cuenta la
longitud de las bandas que podían ocupar varios metros de lar-
go. La cuadrícula original francesa es un ejemplo claro: ésta se
halla expuesta en el museo de Los Correos de París en un gran
mural y publicado a la manera de páginas plegables en la obra
mencionada antes. Las imágenes españolas fueron ubicadas
inicialmente de la misma forma, mediante la cual se extrajeron
conclusiones interesantes y pertinentes para un primer trabajo
académico, pero pronto se quiso evitar esta presentación en
razón de su carácter voluminoso (Sello 2).
Meta-formas narrativas del sello de correos... 109

Sello 2 (1960)

Familia. Fiestas tradicionales (tauromaquia).

4. La forma polar

Poder ubicar las imágenes en un mismo panel de lectura para


visualizarlas comparativamente no fue tarea fácil. El desafío
consistía en lograr detectar formas significantes dentro de un
marco visual paralelo a otros. A partir de los conocidos gráficos
polares cuyo centro es un punto del que se generan variables
radiales a la manera de una telaraña, pudimos ubicar las dife-
rentes imágenes postales. Con este objetivo, en los años noventa
se inició la fabricación de estrellas que “hablaran” por sí mismas
y expresaran ampliamente todo el potencial semiótico que la
colección de sellos españoles podía contener.
El trabajo fue arduo y enriquecedor, sobre todo en lo que
concierne a la determinación de temas y su respectiva clasifi-
cación. Sin embargo, el resultado final no fue el esperado. En
teoría el efecto era prometedor, ya que se esperaba que el modelo
de la estrella pudiera casi por definición “irradiar” y demostrar
ella misma el poder de la representación, pero en la práctica se
pudo constatar su complejidad tanto en la elaboración de cada
gráfico como en la puesta en paralelo “interestelar” al buscar una
comparación eficaz y con sentido.
110 Fernando Monroy Avella

Primeramente, había que determinar el punto de partida de


la gráfica. Para esto nos basamos en la simbólica y con ella en-
tramos a elaborar una estructura metafórica apropiada para el
caso español. El punto de inicio fue entonces la figura Real como
productora de una tendencia. Si en una monarquía el Rey es el
centro de la sociedad, de su existencia y de su soberanía, éste
debería ser también su “Principio” generador en la iconografía.
Bajo este fundamento se ideó luego la figura de la “Proyección”
y que metafóricamente se imaginó como la piedra que cayera en
el estanque y que irradiara las ondas a su alrededor. Principio y
Proyección constituyeron la estructura de base de una parrilla
de lectura a la que habría que darle un sentido (Figura 3).

Figura 3. Principio generador de una proyección.

Dos variantes canalizaron la estructura precedente: la va-


riante horizontal y la vertical. Siguiendo la simbólica como base,
se consideraba que la horizontal representaría la zona terrestre, el
espacio en donde el ser humano se desplaza y actúa, como es el
caso de la zona urbana; a este eje lo llamamos le bâti, es decir, lo
construido, todo aquello que representaba lo edificado, zona de
extensión física y de conquista, zona de apropiación del territo-
rio. Por oposición, tendríamos la variante vertical representando
los aspectos experimentados por el ser, le vécu, su vivencia, es
decir la existencia humana. Con estos dos parámetros comple-
mentarios se elaboró un gráfico de coordenadas x-y en donde las
abscisas bâti/vécu, encontraran una cierta coherencia gracias a la
simbólica. Desde esta perspectiva, si la abscisa de lo construido
Meta-formas narrativas del sello de correos... 111

(x) es la zona en donde el ser se despliega, entonces determi-


namos que hacia la derecha ubicaremos las imágenes del país
(ciudades de España), mientras que a la izquierda tendremos su
doble, es decir su proyección (América). De su parte, en la abs-
cisa vertical (y) se encuentran igualmente dos zonas claramente
definidas y opuestas; por un lado, hacia abajo, ubicamos la parte
terrestre del hombre (los personajes), mientras que hacia arriba
situamos su proyección divina (los santos y vírgenes). Tanto para
una u otra abscisa, el punto de encuentro es la figura del Rey
como ente aglomerante (Figura 4).

Figura 4. Elaboración de un gráfico de coordenadas en donde los ejes


toman un valor en función de proyecciones simbólicas.

Este gráfico de coordenadas es el principio de la estrella,


en donde la aparición de ejes suplementarios diagonales es el
resultado de comparaciones temáticas (Figura 5).

Figura 5. El modelo de la estrella permite la ubicación de los temas de


los sellos.
112 Fernando Monroy Avella

Cada sello contiene argumentos visuales útiles para ser ubicado


en un eje preciso, lo que implica tener una gran objetividad en el
momento de la observación, así como un alto nivel de rigor de je-
rarquización con respecto a los elementos que componen la imagen.
Por ejemplo, si en un sello encontramos la ilustración de un castillo,
la decisión de posicionarlo sobre el eje “castillos” es evidente. Pero
si este castillo se encuentra acompañado de otros elementos (per-
sonajes, vehículos, logotipos…) su ubicación podría ser puesta en
cuestión y valorada en función de una connotación dominante del
elemento. De ahí la importancia de las prioridades gráficas.
El estudio logró determinar un total de veinticinco flechas
repartidas en el sentido de las agujas de un reloj. Se definieron
temas que van desde iglesias, castillos, personajes, hasta de-
portes, transportes, tauromaquia, etc. Cada imagen está repre-
sentada por un punto puesto en línea, lo que al final ilustraba
el volumen total de una variante. Por ejemplo, en un momento
dado, podemos encontrar cuatro panorámicas de ciudades, tres
castillos, nueve personajes, dos transportes, dos de tauromaquia,
etc. Existe un gráfico polar por etapa (como lo veremos ense-
guida). A pesar de la aparición de formas polares heterogéneas
de cada periodo, el método fue abandonado por no haber sido lo
suficientemente práctico y no haber arrojado parámetros compa-
rativos concluyentes. Sin embargo, su elaboración y su puesta a
prueba aportaron datos y argumentos sólidos a los análisis que
se hicieron más adelante (Sello 3).

Sello 3 (1966)

Castillo de Butrón, posicionado en el eje “castillos” del gráfico polar.


Meta-formas narrativas del sello de correos... 113

5. Las curvas y los gráficos de barras

Prosiguiendo con las tentativas de visualización del sello a través


de la forma del corpus, se pudo comprobar que a medida que
se avanzaba, la sinterización se imponía. Numerosos fueron los
modelos de lectura que no tuvieron un final exitoso pero que sí
contribuyeron a la comprensión global de la colección y de los
ejes temáticos abordados. Así como los artistas buscan la obra
ideal —la esencia— los esfuerzos de esquematización de nuestro
estudio desembocaron en la implementación de los básicos y
tradicionales gráficos geométricos. La idea era la de conservar
la simplicidad para una óptima observación comparativa y evo-
lutiva: las curvas y las barras.
Comprender la evolución del sello español es también estar
atento a sus variantes y a sus fracturas. Por consiguiente, se
procedió a fragmentar el corpus en etapas a partir de índices
icónicos, históricos o políticos que daban a la colección en
general un ritmo y una secuencia específica. Más allá de los ar-
gumentos teóricos, se privilegiaron las observaciones prácticas.
Si el corpus estaba constituido de casi dos mil cuatrocientas
imágenes repartidas en ciento cuarenta y tres años, era evidente
que había que detectar un posible fraccionamiento. Para ello
había que descubrir los posibles cambios, tal como se hace en
música (andante, allegro, etc…); luego de varios años de obser-
vación se determinaron siete periodos en los que se desarrollaban
ocho fases (el periodo de la “guerra civil” contiene dos fases, la
de las emisiones republicanas y la de las nacionalistas). Poste-
riormente se le dio un nombre a cada periodo para facilitar su
identificación:

• 1850-1904: Expresión del poder


• 1905-1928: Escenas teatrales
• 1929-1936: Primeras exposiciones
• 1936-1939: Guerra civil (republicanos)
• 1936-1939: Guerra civil (nacionalistas)
114 Fernando Monroy Avella

• 1939-1959: Expansión santa


• 1960-1975: Afirmación territorial
• 1976-1992: País de autonomías e internacional

Estos periodos contienen un cierto número de rúbricas temáti-


cas que representaban el conjunto de los sellos. Con el ánimo de
sintetizar, y aprovechando la experiencia de los gráficos polares,
se procedió a determinar cada una de las rúbricas representadas;
de esta forma se pasa de veinticinco temas iniciales a dieciséis.
Estos temas son: santos/vírgenes, iglesias, monasterios, monu-
mentos, paisajes urbanos, edificios, castillos, mapas, personajes,
sociedad, defensa, progreso, lugares de otra parte, símbolos/
atracciones, folklor y naturaleza.
Se inició luego una compleja fragmentación en la que po-
demos plasmar principalmente dos grandes gráficos: el gráfico
de comportamiento global (Figura 6) y el de volumen temático
(Figura 7).

Figura 6. Evolución del volumen de imágenes periodo por periodo.


Meta-formas narrativas del sello de correos... 115

Cartes/plans 21
Châteaux 28
Monuments 35
Paysages urbains 51
Lieux d'ailleurs 61
Monastères 65
Défense 78
Églises 88
Nature 117
Folklore 151
Société 160
Progrès 163
Édifices individuels 178
Saints/vierges 227
Symboles/abstractions 246
Personnages 693

0 100 200 300 400 500 600 700 800

Quantité d'images

Figura 7. Las barras temáticas contribuyen


a la comparación volumétrica de tópicos.

En el primer caso le damos la prioridad a las zonas temporales


y reunimos allí la totalidad de los sellos para encontrar una curva
visual oscilante. En ella se demuestra una constante gráfica que
no pasa las doscientas imágenes hasta antes de los años sesenta, y
a partir de allí una explosión de sellos que demuestra la vitalidad
de la producción en los últimos treinta años. De su parte, en el
segundo caso le damos prioridad a las rúbricas temáticas en donde
encontramos un aumento progresivo de la producción entre la
temática “Mapas” y la de “Personajes”. Esta mecánica analítica
no sale de la tradición gráfica empleada en muchos estudios cien-
tíficos. El interés de esta visualización consiste en la facilidad
de demostrar con pocos elementos en mano, las posibilidades
expresivas de los tableros de datos (Sello 4).
Sello 4 (1970)

Concha Espina.
116 Fernando Monroy Avella

6. Las zonas cartográficas

Las investigaciones científicas exigen una focalización del objeto


de estudio. Con el ánimo de evitar la dispersión frecuente en los
trabajos académicos, se quiso cuestionar el conjunto de sellos
desde el punto de vista de la territorialidad. La problemática en
su momento se centró en saber cómo la representación territorial
del sello determina una geopolítica española. Si de geopolítica
se trata, los mapas y las tendencias cartográficas son de vital
importancia. Utilizando las mismas zonas temporales predefi-
nidas anteriormente, se procede a la elaboración de mapas para
detectar posibles zonas prioritarias de representación.
Se parte del principio de que si existen ocho etapas históri-
cas, contaremos entonces con ocho mapas del país. Cada uno
contendrá los sellos que indiquen el lugar preciso de represen-
tación: el palacio X de Madrid, el monumento Y de Sevilla, la
vista panorámica Z de San Sebastián, etc. La selección de sellos
es rigurosa, ya que evidentemente no se tendrán en cuenta sino
los sellos que muestran o hacen alusión a una ciudad, un sitio,
un territorio, dejando de lado todas las demás. De esta forma se
tiene en cuenta solamente el 35,7% de las imágenes totales, es
decir unas ochocientas cuarenta imágenes.
Las formas cartográficas resultantes de esta intención son
múltiples. Un examen meticuloso de la geografía de la ima-
gen revela que el posicionamiento territorial está fuertemente
impregnado de políticas estatales. Estas políticas dejar ver es-
trategias focalizadas en tres tendencias: el centro del país, una
diagonal y una horizontal. El mapa central es característico del
primer periodo (fin del siglo xix) en donde se focaliza la capi-
tal, Madrid. La tendencia diagonal es el resultado de una época
marcada por la representación popular ante el poder, es decir
la época republicana (después de 1931) y luego la democrática
(después de 1976). La referencia de la imagen se focaliza enton-
ces sobre tres grandes ciudades: Barcelona, Madrid y Sevilla,
sin omitir, evidentemente, las indicaciones de zonas aledañas a
Meta-formas narrativas del sello de correos... 117

estas tres ciudades y que contribuyen al refuerzo de la diagonal.


Y para terminar se detecta la zona horizontal, situada sobre la
parte norte del país. Esta horizontalidad es propia de la época
franquista (después de los años cuarenta) en donde se prioriza
el eje Barcelona, Zaragoza y Santiago de Compostela (Figura 8
y Sello 5).

Figura 8. Tipología cartográfica del sello.

Sello 5 (1984)

Madrid y su estatuto de autonomía de la Comunidad.

7. Hacia una forma conceptual

Si hasta el momento se ha evocado el descubrimiento —y en


algunos casos la construcción— de formas más o menos estan-
darizadas encaminadas a la lectura y al análisis de sellos de co-
rreos, es importante ahora indicar que existen otras morfologías
menos convencionales pero que se encuentran más difuminadas
en el tiempo. Es importante observar que hemos pasado de la
118 Fernando Monroy Avella

percepción puntual de cada imagen (como lo haría un observador


del común) a la búsqueda grupal de signos presentes en bloques
de imágenes, y que nos han permitido descubrir discursos más
elaborados (Edeline, Klinkenberg & Minguet, 1992). Con el
propósito de extraer índices que nos conlleven a construir una
tendencia, debemos focalizarnos primeramente en la observa-
ción de temas precisos (deportes, pintura, castillos, nación, y
otros más) y seguir su despliegue temporal, es decir analizar la
forma y el momento en que fueron emitidos. Se evocarán aquí
brevemente algunos ejemplos, no sin antes precisar que cada
tema tiene un comportamiento morfológico diferente e indepen-
diente; si ciertos tópicos siguen un ritmo cronológico regular,
otros por el contrario fragmentan la figuración en momentos muy
precisos del marco de estudio; por ejemplo: en la representación
de la temática “Deportes” se pudo encontrar, de una parte, una
concentración absoluta de sus emisiones al final del marco de
trabajo, es decir a partir de 1960, y esto durante treinta años so-
lamente. Y, de otra parte, durante este relativamente corto lapso,
la imagen deportiva está organizada de manera sistemática en
un escalonamiento de sujetos que emiten un discurso evolutivo y
cíclico: de la unidad a la complejidad, para volver a la unidad a
manera de metonimia. Se puede constatar así que en un inicio la
disciplina deportiva aparece representada aisladamente, dándole
prioridad al genérico específico de la disciplina (un atleta o un
lanzador de bala, sin una escenografía particular); en tal caso,
la sobriedad es la norma. Poco después se impone de forma su-
til un paisaje: la disciplina se desarrolla dentro de un contexto
evocado de forma discreta. Acto seguido aparecen los binomios,
ya sean personajes o circunstanciales (un jinete y su caballo, dos
contendientes de Hockey). Se pasa luego a la representación de
equipos. La evolución no se detiene aquí, ya que luego de una
serie de formas cambiantes, se constata que hay un retorno a la
singularidad, pero esta vez hecha a partir de un fragmento del
deporte, un brazo, medio cuerpo… (Figura 9).
Meta-formas narrativas del sello de correos... 119

Figura 9. Evolución de la forma de los sellos según el tema.

Otro ejemplo particularmente revelador es el de la representa-


ción de dos grandes eventos internacionales: la Exposición Uni-
versal y los Juegos Olímpicos. Estos encuentros de talla planetaria
tuvieron lugar en España en momentos especialmente críticos de
su historia. Los acontecimientos tuvieron una gran repercusión
y contribuyeron a canalizar positivamente la política interna y
externa del país, al ayudar a mejorar el ambiente psicológico de
la sociedad. De una parte, fueron el epicentro de la actualidad,
desviando la atención hacia horizontes prometedores y, de otra
parte, se izaron en verdaderos pilares de un nuevo proyecto de
nación. El honor de la sede lo tuvieron las ciudades de Barcelona
y Sevilla, ciudades que miran dos mundos aparte: el norte por
Barcelona y el sur por Sevilla. Ambas ciudades se vistieron de gala
al mismo tiempo en dos momentos opuestos del siglo xx: 1929 y
1992, creando —sin hacerlo adrede, sin duda— dos oposiciones
visuales invertidas de sus cifras: 29 y 92 (Figura 10).

Figura 10. Marco conceptual del sello en función


de los eventos internacionales.
120 Fernando Monroy Avella

Los eventos tuvieron lugar en dúo: en 1929, dos exposiciones


universales se realizaron en estas dos ciudades, repartiéndose
la responsabilidad de tal desafío ante los ojos de nacionales y
extranjeros. Barcelona, haciendo alarde de una europeización
cada vez más afirmada, acogió la Exposición Internacional (o
General). En el evento participaron veinte países del continente
y dos no europeos: Japón y EE. UU. De su parte, Sevilla fue
la sede de la Exposición Iberoamericana. La capital andaluza
renovó así su vocación de plataforma ultramarina con América
iniciada durante los grandes descubrimientos del siglo xv. Al
realizar estos dos grandes eventos, España decide reanudar sus
esfuerzos diplomáticos y de comercialización con el mundo,
luego de la crisis de finales del siglo xix generada con la pérdida
de su imperio en 1898. Los sellos contribuyen de esta forma a la
promoción de una nueva visión del país. Si la cita del comienzo
del siglo tiende hacia una recuperación luego de un siglo xix en
decadencia, la segunda cita, la de 1992, se focaliza hacia una
España de la Unión Europea, la de Maastricht, que se presenta
con la cercanía del siglo xxi. Esta vez las mismas dos ciudades
acogen igualmente dos grandes eventos universales: Barcelona
organiza los Juegos Olímpicos mientras que Sevilla lo hace con
la Exposición Universal. Los cuatro eventos y su ilustración en
los sellos sirvieron así de peldaños históricos, soportes visuales
de un país que en su respectivo momento deseaba avanzar hacia
una nueva era, jugando un papel de primer orden en el contexto
continental y mundial (Sello 6).

Sello 6 (1987)

Promoción de la Exposición Universal de 1992.


Meta-formas narrativas del sello de correos... 121

Conclusión

Todavía quedan por presentar otras formas conceptuales de


temáticas ya abordadas en otros escritos o coloquios. Es el caso
de la representación de La Pintura (Monroy, 2012b), de Los Cas-
tillos (Monroy, 2016), de Franco (Monroy, 2012c), de La Mujer
(Monroy, 2014), de La Retórica (Monroy, 2013), de La Nación
(Monroy, 2012b), entre otras que aún están en curso. Cada tópico
exige un examen minucioso, tanto de cada imagen tomada in-
dividualmente como de la forma que se crea con los bloques de
imágenes distribuidos en el tiempo.
Hay que resaltar de este estudio el comportamiento de las
formas que las diferentes viñetas crean. De una parte, al acercar-
nos a la imagen nos encontramos con el dilema de poder leerla
de manera apropiada. Varias preguntas fluyen en ese sentido:
¿Cómo llegar a ella? ¿Cómo discernirla? ¿Cómo extraer la in-
formación? Estas y otras preguntas conducen a la búsqueda de
un método de lectura adecuado con el fin de poder interpretar
el mensaje iconográfico convenientemente (Dufrenne, 1982).
En segundo lugar, descubrimos que una buena lectura se hace
interrelacionando otras imágenes. Inútil encerrarnos en una sola
sabiendo que existe un diálogo entre bloques de imágenes, entre
series en apariencia desconectadas entre sí. Es ahí en donde la
red de imágenes resulta oportuna, sobre todo, resaltando su
apropiada interconexión. Se sabe que esta interconexión puede
presentarse en un despliegue temporal, con el cruce de datos, en
un mapa, o bien con acercamientos de contenido.
De tal manera que la forma que aparece de las imágenes es
fundamental para adelantar estudios sobre el comportamiento
iconográfico. La forma es, por una parte, el resultado de un
análisis de observación y, por otra, la herramienta sine qua non
para toda investigación, principalmente cuando de extraer in-
formación se trata. Sin ella la comprensión del objeto resultaría
amputada de un valor fundamental que es, en nuestro caso, la
secuencialización (Baschet, 1996). A semejanza de las viñetas
122 Fernando Monroy Avella

de una historieta en donde la secuencia es imprescindible para


que la narración tenga un sentido, la colección de sellos de
correos (de España, en todo caso) es admitida igualmente como
una cadencia sintagmática portadora de un discurso explotable.
Se trata, entonces, de una narrativa propia de un medio de co-
municación de pleno derecho, a la manera de trama discursiva
en donde emergen signos de comunicación y herramientas de
comprensión.
La nube de imágenes que al principio se suponía útil para
la visualización, resulta ahora necesaria para la interpretación
(Charcosset, 1981). Esta nube que puede tomar formas diversas
es, sin duda, un útil de trabajo indispensable en la perspectiva
de determinar un método de comprensión. Es el método que
en nuestro caso se impone para descubrir y quizás ampliar el
sistema que rige las emisiones temáticas o globales de sellos
españoles.

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rreos y filatelia (1850-2000). Madrid: Correos y Telégrafos.
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Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 125

Avatares de la forma.
Tópicos del Seminario, 42.
Julio-diciembre 2019, pp. 125-164.

Del manierismo epistemológico al manierismo estético.


Algunas propuestas y ejemplos para una exploración
fenomenológica del espacio del juego artístico*

Carlos Alberto Lobo


Colegio Internacional de Filosofía

Introducción

En un artículo reciente sobre el filósofo Gilles Châtelet (Lobo,


2017: 279-313) usé la expresión manierismo epistemológico para
caracterizar su práctica de la filosofía de la ciencia y su interpre-
tación de la práctica fenomenológica, siguiendo una analogía con
la corriente artística tal como la definen ciertos historiadores. Sin
embargo, hablando de manierismo me refería a algo más general,
a saber, una profunda afinidad entre esta práctica singular de la
historia de la ciencia y la fenomenología husserliana. En ambos
casos, estamos atentos a las maneras, es decir: a los modos y
modalidades de la “intención”, del opinar, de la intuición y de sus
correlatos. Porque neutraliza el cuestionamiento ontológico tradi-
cional y gracias a su incansable atención a los modos de donación

* Quiero agradecer al profesor Ricardo Gibu Shimabukuro y a los miembros del


Seminario Linderos de la Fenomenología, por haberme ofrecido la oportunidad
de exponer estas ideas y por las apasionantes discusiones, que acontecieron en la
ciudad de Puebla el 25 de junio de 2018. También agradezco, de manera especial,
a Arturo Romero Contreras, quien me obsequió su amistad y propició la ocasión
de mejorar mi castellano, un poco oxidado, y las notas de aclaración. Finalmente,
agradezco a Patricia Grienbaum por su lectura y consejos.
126 Carlos Alberto Lobo

y constitución, la fenomenología trascendental se presenta como


un manierismo filosófico. La cuestión no es la de saber si algo X
existe o no; o lo que es, o determinar por qué las cosas son así en
vez de ser diferentes, sino mantenerse en una descripción cuasi-
mimética y meticulosa del “cómo”, de las maneras, siguiendo
cómo es que tal o cual cosa se da, cómo se constituye, cómo es
referida intencionalmente, cómo es pensada, deseada, sentida, etc.
En este artículo propongo seguir la trayectoria inversa. Par-
tiendo del concepto de manierismo epistemológico y matemá-
tico, deseo mostrar que esta denominación puede ser aplicada
no sólo a la fenomenología de la conciencia de imagen,1 sino a
la experiencia estética misma, en particular pictórica. El texto
expondrá los siguientes argumentos:
I. A riesgo de perderme en complicaciones, o incluso en un
juego bastante manierista, de referencias anidadas, intentaré
mostrar en qué sentido la fenomenología de la conciencia de ima-
gen y la fenomenología de la experiencia estética propuesta por
la fenomenología husserliana es manierista en este sentido. En
general, los grupos de maneras o modos forman lo que Husserl
llama, según Riemann, una “variedad”.2 En términos generales,

1
Para una mejor comprensión por parte de un público no familiarizado con
la fenomenología, se han agregado algunas definiciones dadas por Husserl en
pasajes centrales de su obra. Para ello se ha consultado el Diccionario Husserl
(dh) (Zirión: 2018). Sobre el término conciencia de imagen, Husserl (Hua, iii/1:
208) afirma que “La imagen como trozo o ingrediente de la percepción psicoló-
gicamente real en sentido estricto sería a su vez algo real en el mismo sentido
―algo real que funcionaría como imagen de otro algo real. Pero esto sólo podría
hacerlo en virtud de una “conciencia de imagen” en la que primero aparecería
algo ―con lo que tendríamos una primera intencionalidad― y esto funcionaría
a su vez en la conciencia como ‘objeto-imagen’ (p. 219) de otro algo ―para lo
que sería necesaria una segunda intencionalidad fundada en la primera. Pero no
es menos evidente que cada uno de estos modos de conciencia requiere ya por sí
la distinción entre objeto inmanente y objeto real, o sea, encierra en sí el mismo
problema que debía resolverse mediante la construcción” (dh).
2
Como escribe Husserl sobre la variedad (Mannigfaltigkeit): “Con todo
esto es también absolutamente indudable que la ‘unidad’ y la ‘multiplicidad’
pertenecen aquí a dimensiones totalmente diversas: todo lo hylético pertenece a
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 127

estas variedades de modos están emparejadas, o correlacionadas,


con un sistema de modificaciones.
II. Desplegando el sistema de modificaciones que constitu-
yen la forma del espacio, Husserl nombra a la forma general así
constituida, una superficie de Riemann. Como resultado, sugiere
que una imagen o una pintura forman, desde un punto de vista
fenomenológico, una superficie riemanniana, entendida como
un sistema de modos.
III. Pero, sobre todo, al orientarnos hacia la fenomenología
de la experiencia estética descubrimos que llegamos al grupo
fundamental de modos, al juego de modificaciones y modos
centrales, aquellos que tocan las creencias3 y los sentimientos,
de cuya experiencia depende el placer estético. La experiencia
estética es un juego subjetivo con las modificaciones de creencias
y sentimientos. Su correlato debe caracterizarse como una com-
posición libre de modos de ser y de valor. El objeto estético es

la vivencia concreta como ingrediente; en cambio, lo que en ello como múltiple


se ‘exhibe’ o “matiza”, pertenece al nóema” (Hua, iii/1: 227, cit. en dh).
3
Respecto de la creencia (Glaubensthese), Husserl señala lo siguiente: “Lo
mismo pasa ―y es cosa que nos interesa aún aquí especialmente― con variantes
modales de las tesis específicas de creencia (de las prototesis dóxicas), con las con-
jeturas, sospechas, preguntas, etc., e igualmente con las negaciones y afirmaciones.
Los correlatos conscientes en ellas, la posibilidad, probabilidad, el no-ser, etc.,
pueden experimentar una posición dóxica y con ella una específica ‘objetivación’,
pero mientras ‘vivimos en’ el conjeturar, preguntar, rechazar, afirmar, etcétera, no
llevamos a cabo prototesis dóxicas ―aunque sin duda llevamos a cabo otras ‘tesis’,
en el sentido de una necesaria generalización del (p. 258) concepto, a saber, tesis de
conjetura, tesis de cuestionabilidad, tesis de negación, etc. Pero en todo momento
podemos llevar a cabo las correspondientes prototesis dóxicas; en la esencia de
las situaciones fenomenológicas radica la posibilidad ideal de actualizar las tesis
potenciales encerradas en ellas (p. 269). Esta actualización, si por adelantado se
trataba de tesis actuales, conduce siempre de nuevo a tesis actuales, encerradas
potencialmente en las tesis iniciales. Si traducimos estas tesis iniciales a la lengua
de la neutralidad, se traduce también a ésta la potencialidad. Si llevamos a cabo
conjeturas, preguntas, etcétera, en la mera fantasía, subsiste todo lo precisamente
desplegado, sólo que con otro signo. Todas las tesis dóxicas y modalidades de ser
que quepa sacar de los primitivos actos o de los nóemas de éstos por medio de los
posibles cambios de dirección de la mirada de la atención, están ahora neutraliza-
das” (Hua, iii/1: 257, cit. en dh).
128 Carlos Alberto Lobo

una composición y un poner en juego todos los modos de seres


y valores considerados como puramente posibles, es decir, como
posibilidades neutralizadas.

1. Manierismo epistemológico y manierismo pictórico

Antes de comenzar, ofrezco algunas breves explicaciones. Ha-


blando aquí de manierismo, me refiero a la definición propuesta
por el gran historiador del arte Walter Friedländer en su libro
Manierismo y anti-manierismo en la pintura italiana (1957).
El manierismo representa una corriente autónoma, diferente
del clasicismo y del barroco, del cual tenemos que distinguir
aún formas tardías y rígidas de éste, incluso aquellas que caen
en el cliché, transformado el manierismo en un mero recurso
retórico, en un artificio. En breve, la manera entendida como
aplicación cuasi-mecánica de recursos artísticos, en oposición a
una cierta forma de realismo, al barroco en su sentido estricto
y al neoclasicismo.
A las dos formas o fases del manierismo propuestas por Fried-
länder, deberíamos añadir también una cierta geografía y com-
parar lo que se llama manierismo flamenco con el manierismo
italiano. El manierismo flamenco nos interesará particularmente
porque, sobre todo en su fase final o en su forma límite, encon-
tramos a un artista que todo lector de Husserl conoce: David
Teniers el Joven, del cual hablaremos un poco.
Para quien se detiene en los rasgos más generales y superfi-
ciales, las dos formas de manierismo que Friedländer distingue
son indiscernibles. Quien se detiene ahí conservará en parti-
cular sus características negativas o peyorativas: distorsión de
las figuras (la llamada “forma serpentina”) y la irracionalidad
o desproporcionalidad del espacio pictórico. Pero si uno se
remonta a la intención o a la “voluntad artística” que se mues-
tra en las obras, las características esenciales enumeradas por
Friedländer resultan ser una expresión de la subjetividad, de la
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 129

interioridad de la idea o concetto4 y, especialmente, del rechazo


de cualquier forma de espacio rígido. En otras palabras, “el
problema del espacio tridimensional se desvanece”: son los “vo-
lúmenes de cuerpos” los que “mueven más o menos espacio”;
son los cuerpos mismos los que “crean el espacio” (Panofsky,
1984),5 lo cual supone que el volumen de los cuerpos sea redu-
cido a puntos, los cuales deben ser entendidos a su vez como
puntos de intensidad. Esta renuncia a un espacio estructurado
de antemano tiene como contrapartida una exploración de las
condiciones de construcción (o constitución) del espacio a par-
tir de las “maneras”, de los “modos”. Mientras que la solución
clásica consistirá en una adaptación recíproca entre figuras y
espacio, vinculada a la estructuración de la perspectiva y del
cálculo de las buenas proporciones, el manierismo preserva
la plasticidad y el volumen de las figuras, liberándose de las
normas de armonía de proporciones, en tanto que el espacio
conserva algo de irreal, irracional e ilógico.6 Puesto en relación
con el temblor o el movimiento de los cuerpos, el “subjetivis-
mo” manierista adquiere aquí un significado específico. Éste
se define como una tentativa por reconstruir el espacio de las
figuras desde la interioridad, desde el “sentimiento rítmico”
del artista (Panofsky, 1984: 10) y ya no en el sentido de la
expresión pura de la impresión óptica de aquél; se requiere, en
cambio, un observador, se solicita su reacción, su actividad de
transformación según ciertas reglas.

4
En el sentido en que Panofsky, quien fue estudiante de Friedländer, lo
dirá en Idea. Contribution à l’histoire du concept de l’ancienne théorie de l’art
(1984). Ver particularmente la introducción, (p. 23) y el punto de partida de la
interiorización de la idea en el alma (p. 35) y en el alma del artista.
5
[Traducción propia].
6
“Esto también vale, por ejemplo, para las pinturas figurativas de El Greco
donde, a pesar de su tendencia colorística, el espacio siempre posee algo de
irracional y de ilógicamente organizado. (Se podrían citar el espacio y las pro-
porciones entre sí en las figuras del fondo y de distancia media en un trabajo
tal como el San Mauricio)” (Panofsky, 1984: 9) [Subrayado nuestro].
130 Carlos Alberto Lobo

El Miguel Ángel de la Capilla Sixtina sería un ejemplo


destacado del manierismo, al presentarlo en su forma de con-
centración máxima. Reduciendo y disminuyendo el espacio
al máximo, comprime las figuras, produce cierta profundidad
a partir de las líneas y la movilidad de las figuras, por así
decirlo “vectorizadas”, sin suprimir la sensación de falta de
espacio.7 Las dimensiones del espacio-soporte no contradi-
cen este análisis. Es así como las figuras de El Juicio Final
(Figura 1) por la intensidad de sus gestos y el esquematismo
de su forma, producen también esta impresión de un espacio
irreal y desintegrado, sostenido o extendido hasta el límite del
gesto por cuerpos cuya anatomía se impone a expensas de la
proporción.8

7
“Con seguridad, a través de estos medios se logra una mirada hacia la pro-
fundidad, pero esta innovación no evita el sentimiento de falta de espacio o de
estrechamiento del espacio. Lo tenso y sin aliento, es forzado por el apilamiento
de poderosos cuerpos en gran movimiento, desgarrados por capas de luz en un
espacio inadecuado para ellos, de modo que se podría temer que los miembros
entrelazados se derramaran e irrumpieran respecto al marco de izquierda a de-
recha” (Panofsky, 1984: 16).
8
“Todo esto ―el espacio irreal y no-construido, la construcción de los
volúmenes corporales, especialmente la completa y abrumadora predominancia
del cuerpo, especialmente del desnudo y, finalmente, el poderoso énfasis de lo
anatómico a expensas de lo normal y lo proporcionado― todas estas cosas hicie-
ron del Juicio Final la obra principal de la actitud artística anticlásica manierista,
sobrepasando en profundidad espiritual y formal toda construcción” (Panofsky,
1984: 16).
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 131

Figura 1. Miguel Ángel. El Juicio Final, en la Capilla Sixtina.


Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Last_Judge-
ment_(Michelangelo).jpg
132 Carlos Alberto Lobo

El paralelismo con el manierismo epistemológico y la fe-


nomenología husserliana resalta claramente esta cita de Gilles
Châtelet (1996: 26):

[…] es notable que la cuestión del espacio constituye el fantasma que


ronda la fenomenología en el punto crucial que permite su desplie-
gue: la épokhè. Me quedo indiferente frente a la tesis del mundo. […]
A la pregunta irritante: “pero ¿dónde está el espectador trascendental9
cuya conversión radical permite poner entre paréntesis la forma de
las declaraciones sobre el mundo?”, esta pregunta no tiene respuesta
satisfactoria sino en la donación de una nueva “espacialidad”, radi-
calmente diferente de la espacialidad que vale para el que permanece
preso en la actitud natural. El espectador trascendental no es muy
diferente [de] dos egos que viven sobre una superficie. No están en
su mundo, pero se pegan a él todavía.

2. Manierismo del espacio pictórico y manierismo de la


fenomenología del espacio

Para apoyar esta extensión, esta primera ampliación del con-


cepto de manierismo, usemos un ejemplo como el que aparece
en Ideas I (Husserl, 1962). Me refiero a la galería de David
Teniers que Husserl dice haber contemplado en la galería de
Dresde. Por cierto, algunos historiadores ven en David Teniers

9
Sobre el espectador trascendental (transzendentaler Zuchauer), Husserl
señala que: “Así, con la reducción fenomenológica se lleva a cabo una especie
de escisión del yo: el espectador trascendental se sitúa sobre sí mismo, se mira,
y se mira también como el yo entregado antes al mundo, se encuentra por ende
en sí, en cuanto cogitatum, como hombre, y encuentra en las cogitationes co-
rrespondientes, el vivir y el ser trascendentales que componen lo mundano en
su totalidad. Si el hombre natural (incluido en él el yo que es en última instan-
cia trascendental, pero que no sabe nada de ello) tiene un mundo existente en
ingenua calidad de absoluto y una ciencia del mundo, entonces el espectador
trascendental, vuelto consciente de sí como yo trascendental, tiene el mundo
sólo como fenómeno, esto es, como cogitatum de la respectiva cogitatio, como
lo que aparece en las respectivas apariciones, como mero correlato” (Hua, i:
16, cit. en dh).
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 133

el Joven a uno de los últimos representantes del “manierismo


flamenco” (Figura 2).

Figura 2. David Teniers el Joven. La Galería del Archiduque Leopoldo


en Bruselas (1650). Disponible en: https://commons.wikimedia.org/
wiki/File:David_Teniers_the_Younger_Archduke_Leopold_William_
in-hisGallery_at_Bruselas-Google_Art_Project.jpg

Husserl escribe:

Un nombre nos recuerda nominativamente el Museo de Dresde y


nuestra última visita a él: recorriendo las salas, nos detenemos ante
un cuadro de Teniers que representa una sala de cuadros. Supongamos
que los cuadros de esta última representan a su vez cuadros, que por
su parte contuviesen inscripciones legibles, etc. Así podemos medir
qué serie de representaciones pueden encajarse unas en otras y cuán-
134 Carlos Alberto Lobo

tos términos intermedios puede haber realmente en las objetividades


aprehensibles. Para ejemplo de evidencias esenciales, en especial de
la evidencia de la posibilidad ideal de continuar a capricho encajan-
do unas vivencias en otras, no son menester casos tan complicados
(1962: § 100).

Lo que está aquí en juego a través de estos entrelaces e in-


crustaciones (Ineindander), de esta producción de niveles (Stu-
fenbildung), de espacios virtuales que ejemplifica la galería de
Teniers, y que Husserl llama aquí mediaciones, es el conjunto
de modificaciones10 y sistemas de modificaciones y combinacio-
nes de los modos correspondientes. Mientras más explora uno
este ejemplo (Figura 3) y desarrolla estas complicaciones, mejor
se entiende en qué sentido y por qué Husserl define la estructura
del horizonte como un espacio de juego, y la exploración feno-
menológica misma como el método de los horizontes.11

10
Husserl dice sobre la modificación, lo siguiente: “Pero hay que advertir
siempre que el hablar de modificaciones se refiere aquí, de un lado, a una posible
transformación de los fenómenos, o sea, a una posible operación actual; de otro
lado, a la peculiaridad esencial, y mucho más interesante, de las nóesis o los nóe-
mas, consistente en remontarse, por su propia esencia y sin tener en consideración
para nada el origen, a otros distintos de ellos y no-modificados. Pero en ambos
respectos seguimos en el terreno fenomenológico puro. Pues los términos de
transformación y origen se refieren aquí a procesos fenomenológicos esenciales
y no aluden en lo más mínimo a vivencias empíricas como hechos naturales”
(Hua, iii/1: 245, cit. en dh).
11
Husserl menciona: “La esencia entraña que todo lo que existe realmente,
pero de que todavía no se tiene una experiencia actual, pueda venir a darse, y que
esto quiera decir entonces que se encuentra dentro del horizonte indeterminado,
pero determinable, de la actualidad de la experiencia, en un momento preciso.
Pero este horizonte (p. 102) es el correlato de los componentes indeterminados
que son esenciales a la experiencia misma de cosas, y estos componentes de-
jan abiertas ―siempre esencialmente― posibilidades de llenarlos que no son
en modo alguno arbitrarias, sino motivadas, trazadas de antemano en su tipo
esencial. Toda experiencia actual señala, por encima de sí misma, a posibles
experiencias, que a su vez señalan a otras posibles y así in infinitum. Y todo esto
se lleva a cabo según formas y reglas esencialmente determinadas o ligadas a
tipos a priori” (Hua, iii/1: 101, cit. en dh).
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 135

Figura 3. David Teniers el Joven. La Galería del Archiduque Leopoldo


en Bruselas (1640). Disponible en: https://www.wikiart.org/es/david-
teniers-el-joven/the-picture-gallery-of-archduke-leopold-wilhelm-1640

La variación imaginaria de este ejemplo permite incrustar


representaciones dentro de representaciones, y, en general, tipos
de conciencia esencialmente distintos unos en los otros: una con-
ciencia de palabra se llena o se ilustra por medio de una memoria,
que conduce a una conciencia de imagen, que desencadena un
juego libre de la imaginación, que potencialmente incluye todo
tipo de intencionalidades. La ilustración (Verbildlichung) puede
envolver una conciencia de imagen (Bildbewußtsein), incluso si
ambas son específicamente distintas, etc.
136 Carlos Alberto Lobo

2.1. La superficie de la pintura como el pre-espacio visual es


una superficie de Riemann

Siguiendo nuestra analogía, entendemos mejor por qué Husserl


estuvo tentado a nombrar al plano del cuadro una superficie de
Riemann, es decir, una variedad de dimensión-2, con ciertas
propiedades que permiten el funcionamiento de una superficie
como un plano de proyección (o de “cartografía”) de “mundos”,
es decir, de variedades topológicas dotadas de estructuras (in-
cluso métricas) más ricas. Esta expresión no se encuentra aislada
en las investigaciones de Husserl, sino que la hallamos en el
contexto de la exploración de la forma a priori del espacio, con
sus niveles llamados “de pre-espacio”.
Es así que los campos sensoriales (y en particular el campo
visual) son caracterizados como variedades de Riemann. No se
trata de una mera metáfora. Husserl lo justifica en tanto se trata
de formas presupuestas por las formas matemáticas (protoma-
temática), y hace derivar las propiedades de este pre-espacio:
bidimensionalidad, homogeneidad, movilidad libre, estructura
de grupos conmutativos,12 esfericidad, isotropismo, continuidad.
Respecto de la homogeneidad y la bidimensionalidad del
espacio riemanniano, Husserl observa:

Hasta este punto, todos los cuerpos eran “seres de superficie” [Flä-
chenwesen], e incluso “seres de esfera” [Kugelwesen]. Lo que se
constituye así, es un espacio de Riemann, homogéneo y de dimensión
2. Una tercera dimensión, una profundidad, una corporeidad tridi-
mensional no tendrían sentido en este contexto. Pero esta [superficie],
se constituye en el momento en que entran en juego los grupos de
movimientos y, correlativamente, los grupos de datos cinestésicos
de modificaciones de imagen de una nueva especie. La dificultad es
describirlos (Hua, xvi: 311).

12
Empleamos aquí el término grupo en su sentido técnico: conjunto dotado
de una ley de composición interna, asociativa, simétrica (con un elemento neutro
y contrario), en este caso también conmutativo.
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 137

Veamos ahora otro paralelo: la pregunta planteada por la fe-


nomenología del espacio corresponde ahora a aquella que plantea
la pintura según muchos comentaristas, incluido Merleau-Ponty
(1964: 44-45).13 Es el problema de la conquista de la profundidad.
Ahora, la restricción es que, como hemos aprendido de la reduc-
ción fenomenológica, no podemos salir del plano de inmanencia,
en particular, de la multiplicidad de Riemann que es nuestro
campo visual y que Husserl llama, una vez más, “espacio visual
de Riemann” (Hua, xvi: 315). Para el fenomenólogo, como para
el pintor, el método consistirá en determinar las leyes de com-
posiciones internas a este campo, las cuales permitirán producir
una proyección.

No obstante, no es necesario constituir la multiplicidad oculomotriz


como multiplicidad visual de dimensión 2, delimitada. Imaginé-
monos el ojo inmóvil en la cabeza. La cabeza tiene una posición
fundamental cinestésica particular, y alrededor de ella una super-
ficie cinestésica bidimensional de movimiento. Entonces el espacio
visual riemanniano se constituiría otra vez y de manera más simple
(Hua, xvi: 315).

13
«  La peinture n’est alors qu’un artifice qui présente à nos yeux une pro-
jection semblable à celle que les choses y inscriraient et y inscrivent dans la
perception commune, nous fait voir en l’absence de l’objet vrai comme on voit
l’objet vrai dans la vie et notamment nous fait voir de l’espace là où il n’y en a
pas. Le tableau est une chose plate qui nous donne artificieusement ce que nous
verrions en présence de choses ‘diversement relevées’ parce qu’il nous donne
selon la hauteur et la largeur des signes diacritiques suffisants de la dimension
qui lui manque. La profondeur est une troisième dimension dérivée des deux
autres  » [“La pintura no es entonces sino un artificio que presenta a nuestros
ojos una proyección similar a aquella que las cosas inscribirían e inscriben en
la percepción común, nos hace ver espacio ahí donde no lo hay. El cuadro es
una cosa plana que nos da artificialmente aquello que veríamos en presencia de
cosas ‘reveladas diversamente’ porque nos da según la altura y la longitud signos
diacríticos suficientes de la dimensión que le falta”] [La traducción es nuestra]
(Merleau-Ponty, 1985: 44-45).
138 Carlos Alberto Lobo

2.2. La conquista de la profundidad supone ciertas leyes de


transformación

Aquí entran en juego, más particularmente, leyes de transforma-


ción definidas de tal manera que permitan la “libre movilidad”
(de un punto, de un cuerpo en esta variedad). Una idealización
es necesaria si queremos dar cuenta de la movilidad de un punto
en este campo y también de la posibilidad de proyectarse en un
punto cualquiera de este campo. Todo esto puede parecer muy
abstracto, pero es precisamente lo que hicimos al colocamos en
el punto de vista de tal o cual personaje imaginario, empezando
con el punto de vista ideal del observador de la escena o del
pintor que nos da a ver esta galería que posiblemente imaginó y
que no tenía frente a sus ojos. Lo que llamamos “observador”,
lo debemos distinguir del pintor pintado en la galería, abajo, a
la izquierda del cuadro, y también de David Teniers, que ya no
está entre nosotros.
La primera condición de posibilidad para la conquista de la
profundidad es esta “transformabilidad” de todo punto en el
punto-cero y recíprocamente entonces, de todo sistema de coor-
denadas en cualquier otro punto:

El sistema de movimientos del andar. Ando. Andando, puedo alcanzar


cualquier punto del espacio sensible riemanniano, y volver a él: cada
punto “se acerca” y se transforma, si no está ocupado por un cuerpo,
en el “punto cero”, se anula [desaparece]. Idealmente cada cuerpo
puede coincidir con el cuerpo-cero, y mi cuerpo con cualquier otro
cuerpo. Es así que se constituye el punto del espacio objetivo, la zona
espacial, la corporeidad objetiva. Todo cuerpo es lo que es, indepen-
dientemente de su posición bajo el horizonte momentáneo y movible;
está continuamente dado para mí en el horizonte, pero se queda lo
mismo a cada cambio del horizonte por substitución (Hua, xvi: 318).

Esta idealidad es unas de las mediaciones que constituyen


el espacio objetivo y la espacialidad del cuerpo. Ella permite,
además, ligar sintéticamente horizontes diversos, y justifica el
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 139

que un cuerpo sea el mismo, aunque apareciendo bajo diversos


horizontes. La fenomenología del espacio consistirá en una
reconstrucción meticulosa de la génesis que corresponde a la
conquista de la profundidad (la tercera dimensión). Ahora, ésta
implica una coordinación cuya forma matemática es lo que se
llama “grupo de transformaciones”. La posibilidad interviene
aquí como fondo de una idealización.

2.3. La superficie en cuestión es una superficie modal;


la actividad de constitución consiste en una composición
de modificaciones

La fenomenología en general es una teoría de las variedades o de


multiplicidades de conciencia (de modificaciones y de sistemas
de modificaciones constituyentes). Nuestra conciencia percep-
tiva de la cosa espacial supone esta estratificación. La “cosa”
espacial es ella misma una unidad sintética constituida por tales
combinaciones sintéticas. El resultado final es la formación de
un “orden espacial”.
Las sensaciones y las cinestesias son modificaciones ele-
mentales, distintas, pero relacionadas esencialmente. Las
cinestesias son modificaciones globales; las sensaciones,
modificaciones locales. Ambas implican modificaciones del
campo sensorial. Por el contrario, hay modificaciones que
dejan el campo sensorial sin cambio, como la focalización, la
expansión o la contracción, el alejamiento y el acercamiento
que fundan la perspectiva (Perspektivierung) (Hua, xvi: 213).
En general, las modificaciones se combinan como fuerzas (Hua,
xvi: 250). Considerando estas modificaciones, Husserl hace un
comentario, que se volverá siempre más insistente, de que con
estas modificaciones se mezclan siempre modificaciones de la
creencia (Hua, xvi: § 43).
Mi pregunta es entonces: ¿estamos autorizados a realizar un
pasaje al límite y afirmar que estas últimas modificaciones son
fundamentales, o que eventualmente forman el fondo y la base
140 Carlos Alberto Lobo

para todas las otras modificaciones? La respuesta parece obvia.


Sería abusivo decir que estos modos de creencia serían los más
fundamentales. Si el campo visual, por ejemplo, es una variedad
riemanniana, y la imagen perceptiva es un plano tangente a esta
variedad, las impresiones sensoriales resultan ser los constitu-
yentes fundamentales. No parece posible ni sencillo intentar
una reducción de esta imagen perceptiva a una multiplicidad de
modos de creencia. La cuestión y la respuesta son las mismas
para la imagen en su sentido estricto. ¿Cuál es el papel y el peso
respectivos de la impresión y de la creencia? Y ¿cuál para la
imaginación y lo que se llama “imágenes mentales”? ¿Debemos
o no suponer, en este caso, sustitutos de impresiones, por ejem-
plo, “fantasmas”?

3. De las diversas maneras de no creer lo que nuestros ojos


ven

Para desenredar estas preguntas, el método más eficaz consiste


en estudiar casos-límite: las ilusiones ópticas y, más ampliamen-
te, los casos en los que no creemos lo que vemos. La respuesta
habitual, consagrada por la tradición filosófica, dice que pode-
mos engañarnos respecto a todo, excepto de las impresiones
como tales. El alcance de la posibilidad de ilusión da la medida
exacta de la importancia de las modalidades de creencia... Ad-
mitimos que podemos engañarnos en la aprehensión de esta
superficie: todo pudiera ser ilusorio excepto la sensación; los
colores sobre la tela, que parecen escapar a todas variaciones de
creencia, por lo menos, son “verdaderos”.14

14
Este punto, que podría parecer un detalle, constituye por tanto una de las
cuestiones especulativas más difíciles. En él se empeñaba la respuesta platónica
(contra el empirismo y el escepticismo de Protágoras). Mencionemos tres de esos
lugares estratégicos: Fedón, Teeteto y Filebo. La misma fórmula se encuentra en
Descartes en la Segunda Meditación.
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 141

3.1. La fenomenología del trampantojo o ilusión óptica

Para decidir si debemos confirmar tal excepción, volvamos al


trampantojo en el cuadro. Si miramos nuestro ejemplo, vemos
que, en el espacio del cuadro, efectuamos una distinción entre
los objetos percibidos en la galería (que los personajes consi-
deran como verdaderos, reales) y las imágenes en los cuadros
que consideran como ideales. Esto presupone que tenemos que
distinguir entre diferentes modos de creencia, combinados desde
el interior del cuadro. Pero ¿qué forma modificada de creencia
está funcionando aquí?; y ¿conforme a qué sistemas de modifi-
caciones de creencia?
Permanezcamos en el espacio de esta galería. Y consideremos
al hombre que abre la puerta (Figura 4).

Figura 4. David Teniers el Joven. La Galería del Archiduque Leopoldo


en Bruselas (1639). Disponible en: https://www.wikiart.org/es/david-
teniers-el-joven/the-gallery-of-archduke-leopold-in-brussels-1639
142 Carlos Alberto Lobo

La incongruencia de esta entrada nos alerta: ¡un hombre que


entra por una puerta que parece la de un armario! ¿Y si no se
tratara sino de una ilusión óptica? Y, de hecho, si miramos más
y más atentamente, nos surgen dudas. Con esta puerta nuestra
conciencia comienza a girar. Como Husserl, que dudaba entre
la percepción de una dama y una conciencia de maniquí, es-
tamos también oscilando entre la “percepción” (en la imagen)
de un hombre que sale de un armario y entra en la galería, y
la conciencia de ver la figura de un hombre pintado sobre una
superficie que podría ser la de un biombo o de una pantalla, que
a su vez simula una puerta de un armario y que el pintor, David
Teniers, y por supuesto el pintor del cuadro, busca producir esta
ilusión de un trampantojo en abismo, etc. Con estas bifurcacio-
nes y cruzamientos y sobre cada uno de estos niveles o planos,
nuevos modos de creencia y combinaciones de tales modos son
introducidos.
El descubrimiento de estas desviaciones de la representación
mediante modificaciones dóxicas (de la creencia) remonta a las
Investigaciones lógicas, y al ejemplo del maniquí (Puppe, Wa-
chspuppe) de la quinta investigación. Este famoso ejemplo del
maniquí de cera que parece una señora debía ser, en el recuerdo
de Husserl, más o menos como esto:

• El Panoptikum (Museo de Cera) (Figura 5)


• Figura de cera (Figura 6)
• La figura de cera y su doble (Figura 7)
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 143

Figura 5. Panoptikum Berlín, Friedrichstraße (Museo de Cera).


Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Berlin-Mitte_
Postkarte_054.jpg

Figura 6. Figura del Museo de Cera. Disponible en: https://commons.


wikimedia.org/wikiFile:Y%C4%B1lmaz_B%C3%BCy%C3%BCker%C5
%9Fen_wax_Museum_Eski%C5%9Fehir_(Marilyn_Monroe).jpg
144 Carlos Alberto Lobo

Figura 7. Figura del Museo de Cera. Disponible en: http://st1.photoga-


llery.ind.sh/wp-content/uploads/indiacom/asha-bhosle-posing-with-her-
wax-statue-at-madame-tussauds-in-delhi-201710-1507097166.jpg

Como lo decía Husserl en 1901 (cit. en Panzer, 1984: 175-178)


en el célebre parágrafo 27 de la Quinta Investigación Lógica,
los dos modos se producen alternativamente. “Mientras estamos
engañados por esta ilusión, tenemos una percepción” —percibi-
mos una señora.

Tan pronto como reconocemos la ilusión, es lo contrario lo que ocu-


rre, vemos precisamente un maniquí que representa a una señora.
Naturalmente la palabra representar no significa que la percepción
sea una representación, sino que lo percibido tiene prácticamente la
función de estimular la mera representación correspondiente. Por otro
lado, lo percibido (el maniquí) es aquí también diferente de lo que,
por medio (vermittelst) de la percepción, debe ser representado (la
señora) (cit. en Panzer, 1984).
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 145

En la primera edición se insistía sobre la estructura del


trampantojo como tal y, correlativamente, sobre la estructura
de la conciencia de trampantojo: lo percibido que no es lo que
representa, y no se presenta, desde el principio, como lo que es.
El ejemplo del maniquí o muñeca de cera (Puppe, Wachs-
puppe) es presentado y variado bajo formas siempre más sutiles
a lo largo de los años.15 Sabemos que la ilusión no funciona
sino como trampa de la creencia: un trampantojo es en primer
lugar un dispositivo que produce un efecto de creencia. Produce
creencia. Pero al mismo tiempo, uno no cree de verdad lo que
ve. O uno no sabe lo que ve. Una vez que la ilusión ha sido
descubierta, es decir, que se ha vuelto intuitivamente en cuanto
tal, la creencia anterior aparece como lo que era/es, una creencia
errada, infundada. Pero existen casos en los que la trampa está
tan bien hecha, que somos incapaces de decidir. El conflicto
entre una creencia y su modificación (modalización) permanece
y aumenta eventualmente su intensidad. La modalización queda
móvil, flotante.

3.2. Tesis y aporías

Llegamos entonces a las tesis siguientes:

Tesis 1. La conciencia de imagen se caracteriza por el modo del


“como si” y, en términos de modalidades de creencia, el modo
del descrédito. De ahí resulta, como correlato, lo que Husserl
llama un fictum (Hua, xxiii: 48, 67-68) una ficción, que es una
nada (Nichtigkeit). La conciencia de imagen consiste precisamen-
te en la posición de esta nada como tal: entonces, y sólo entonces,
surge del interior de la imagen, como a través de una ventana

15
Se recurre a él en contextos de análisis teóricos decisivos en: Phantasia,
Bildbewußtsein, Erinnerung (Hua, xxiii: 48, 120, 121, 240, 242-248, 277, 398,
406-407, 423, 478-479, 482-4833 y 511). Y es retomado en los Analyses sur les
synthèses passives (Hua, xi: 33-36, 42, 59, 270).
146 Carlos Alberto Lobo

(Hua, xxiii: 46, 280-283, 510) lo que se llama el “sujeto” de la


imagen (Bildsujet), es decir, el motivo, el tema. Este descrédito
se funda sobre momentos de discordancia (de desemejanza) que
“portan ausencia”, lo que confiere a ciertos elementos sensibles
una función de representación (Vergegenwärtigung). En última
instancia, volveríamos a la impresión como último soporte de
la aprehensión. Decimos, con el pensador francés Pascal, que la
imagen porta ausencia y presencia (y como veremos también,
placer y desplacer), porque lleva semejanza y desemejanza,
igualdad y desigualdad (Gleicheit, Ungleichheit). Un “retrato
perfecto”, añade Husserl, para ser un “retrato”, debe incluir mo-
mentos de discrepancia, que permiten descreditar lo que vemos.
Por lo demás, es en este contexto que interviene la expresión su-
perficie de Riemann para nombrar la superficie de la imagen. Sin
embargo, podemos circular virtualmente sobre esta superficie,
permaneciendo en ella, o podemos mirar a través de ella como
a través de una ventana y preguntar cómo y con qué personajes
que constituyen los temas de la imagen, si lo que vemos es una
ilusión o no.
Tesis 2. La conciencia de imagen es una conciencia reproduc-
tiva. Este modo que caracteriza la conciencia de imagen y la
imaginación, y que Husserl designa el modo del “como si” o
modo del “cuasi”, resulta en un desdoblamiento que confiere a
la representación la función de re-producción (Reproduktion).
Pero ya en 1907, Husserl subraya las insuficiencias de esta
descripción y lo hace siempre de la misma manera, a través de
variaciones y análisis eidéticos de ejemplos.
1. En general, una distinción entre actos o formas de concien-
cia a través de los modos de aprehensión no es suficiente si no
llegamos al nivel de la composición interna. Al final, el esquema
general “aprehensión–contenido de aprehensión” tiene que ser
abandonado (Hua, xxiii: 80-81).16

16
Para comparar una vez más con Merleau-Ponty (1964: 46-47), cuyo análisis
es rondado por el modelo del intuitus originarius: “Lo que llamo la profundidad
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 147

2. Por consiguiente, la caracterización en términos de con-


flicto entre los modos de creencia no es tampoco suficiente. Si
volvemos a nuestro ejemplo, la caracterización de la ilusión como
conflicto entre los modos respectivos de creencia (duda, presun-
ción, etc.) no basta. En particular, la explicación de la imagen
como un conflicto entre el modo de la certidumbre (perceptiva)
y la duda tampoco es adecuada, pues conduce a absolutizar la
sensación y a hacer de la creencia una función de caracteres
intrínsecos de datos que presuponemos como absolutos: las im-
presiones. No obstante, hay que resaltar el hecho contundente de
que en varios idiomas, como en francés y en español, la palabra
impresión expresa un modo menor o débil de creencia.
3. La oposición entre sensación y creencia es también pro-
blemática. Si mantenemos este esquema, referido a Hume, nos
vemos obligados a presuponer un sustituto de sensación para
la imaginación, problemáticos “fantasmas” (Phantasma), que
no son “espectros” sino el contenido de una aprehensión ima-
ginativa. En el caso de las reproducciones de percepciones o
de imaginaciones, tendríamos que suponer la existencia de una
“creencia” (un belief ) reproducible en la imaginación o en la
imagen. Esto implica inmediatamente “fantasmas” de creen-
cia, como nuestro ejemplo17 parece suponerlo. ¿Cuando pienso
simplemente o imagino un juicio (con su creencia propia), no
es “el momento del belief ” también figurado en imagen por un

no es nada sino mi participación en un Ser sin restricción y, en primer lugar, en


un ser del espacio por encima de todo punto de vista. Las cosas se encabalgan
unas en otras porque ellas son una fuera de la otra. La prueba de ello es que yo
puedo ver la profundidad contemplando un cuadro que, todo el mundo estará de
acuerdo, no la posee, y que organiza para mí la ilusión de una ilusión […] Este
ser de dos dimensiones, que me hace ver otra, es un ser agujerado, como decían
los hombres del renacimiento, una ventana […] Pero la ventana no se abre a fin de
cuentas sino a un partes extra partes, a la altura y la longitud que son solamente
vistas desde otro ángulo, sobre la absoluta positividad del Ser”.
17
Una simple conciencia de creencia, una creencia “desacreditada en la
imaginación”, pero reproducida sin embargo en ella (Retomado en Hua, xxiii:
120, 121, 147, y ss.).
148 Carlos Alberto Lobo

momento [fantasmático] de belief ?” (Hua, xxiii: 99). Pregunta


Husserl, que no disimula que aquí caemos en “grave aprieto”.18

3.3. La impresión como creencia

La salida del aprieto se esboza en torno al año 1909, cuando,


reflexionando sobre las relaciones entre impresión y creencia
(belief ),19 Husserl zanja la cuestión con una fórmula lapidaria:
“Impresión como creencia” (Hua, xxiii: 218). Pero entonces se
abre otro abismo. Porque hay que distinguir enseguida entre
creencia impresional y sus modificaciones (Hua, xxiii: 218), y
entre creencia actual y creencia modificada.20 Hay que admi-
tir también la posibilidad de “una creencia fundada sobre la
imaginación”, no soportada por ninguna impresión, ni ningún
fantasma. Para esto, tenemos que considerar la creencia como
un modo, un “modal”. Podemos, por tanto, empezar a esta-

18
Otra prueba de este aprieto es la terminología que se busca. Así, se lee
en una nota importante: “Me gustaría a partir de ahora tratar de fundar la
concepción que interpreta la creencia no como un momento caracterizante que
se añade, sino como una cierta aprehensión impresional ella misma, donde la
palabra aprehensión debe ser tomada en sentido suficientemente amplio. Pero
está probablemente mal expresado”. En el verano de ese año agregará: “Las dos
concepciones: creencia como un momento propio, separable y creencia como
modo” (Hua, xxiii: 219).
19
Respecto de la creencia (Belief ), encontramos la siguiente afirmación: “Por
lo demás, hay que advertir siempre que las síntesis explicitativas o analíticas (el
juicio antes de la expresión significativo-conceptual) y por otra parte la enuncia-
ción o juicio en el sentido corriente y finalmente la doxa (belief ) son cosas que
hay que distinguir bien. Lo que se llama “teoría del juicio” es un mal equívoco.
Aclarar esencialmente la idea de doxa es algo distinto de aclarar la enunciación
o las explicitaciones [Véase nota al pie 1: Con todo este parágrafo el capítulo
final de la Investigación vi, Investigaciones lógicas ii. Como se ve, el autor no
ha permanecido quieto entretanto, pero a pesar de las varias cosas atacables e
inmaduras, se mueven aquellos análisis en la dirección de su progreso. Dichos
análisis han sido discutidos repetidas veces, pero sin entrar realmente en los
nuevos motivos mentales y formulaciones de problemas allí ensayados]” (Hua,
xxiii/I: 294, cit. en dh).
20
Incluso forma y modo de creencia y materia de creencia.
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 149

blecer el inventario de los tipos de conciencia en función de


distinciones modales.21
Esto presupone que no confundimos el contenido modal (la
creencia) con un sentimiento,22 que nos conformamos con dis-
tinguir las especies intencionales según la presencia o ausencia
de creencia, o que no nos limitamos a las categorías clásicas de
lo posible, lo necesario, lo contingente, y lo imposible. Tendre-
mos que analizar con atención las articulaciones internas, las
leyes de composiciones de estos modos y correlativamente los
encadenamientos de modificaciones. El “modal del recuerdo”
(Hua, xxiii: 229) no puede ser reducido a una mera combinación
externa de creencia y del sustituto de sensación, porque una
simple variación basta para mostrarnos que un acto completo
(una percepción, un juicio, una imaginación) pueden servir de
inicio para un recuerdo en el cual un mundo poético completo se
encierra. Como en el íncipit de la Búsqueda de Proust:

A veces apenas había apagado la vela, cerrábanse mis ojos tan pres-
tos, que ni tiempo tenía para decirme: “Ya me duermo”. Y media
hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar
el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre
las manos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había
cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular
el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo
pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un

21
Aquello que Husserl hace claramente en la reescritura de sus lecciones de
fenomenología de la voluntad, en particular en el profundo análisis de la diferen-
cia entre querer (vouloir) y desear (souhaiter). Véase mi comentario sobre este
tema en (Lobo, 2007: 29-83).
22
“La creencia no es alguna cosa colgada a las representaciones, no es un
feeling que se une a ellas, una manera a veces presente, a veces faltante de exigir
[Zumuten] en tales representaciones, sino que es la conciencia no modificada ella
misma. Ella obedece a las leyes de la razón [Vernunft], es decir, a leyes de esencia
del cumplimiento intuitivo de la conciencia no modificada, a leyes de esencia de
la posición de objetos como identidades de un proceso de prueba inquebrantable
que puede “ser” en sí frente a la conciencia (no modificada) cambiante. La cons-
titución de objetos que son [seiend] de un mundo que es [seiend] es la efectuación
de la razón [Vernunftsleistung]” (Hua, xxiii: 558).
150 Carlos Alberto Lobo

cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos V. Esta figuración


[creencia] me duraba aún unos segundos después de haberme
despertado: no repugnaba a mi razón, pero gravitaba como unas
escamas sobre mis ojos sin dejarlos darse cuenta de que la vela ya
no estaba encendida. Y luego comenzaba a hacérseme ininteligible,
lo mismo que después de la metempsicosis pierden su sentido, los
pensamientos de una vida anterior; el asunto del libro se desprendía
de mi personalidad y yo ya quedaba libre de adaptarme o no a él; en
seguida recobraba la visión, todo extrañado de encontrar en torno
mío una oscuridad suave y descansada para mis ojos, y aún más
quizá para mi espíritu, al cual se aparecía esta oscuridad como una
cosa sin causa, incomprensible, verdaderamente oscura (Proust, En
busca del tiempo perdido).

Gracias al papel que juega la variación modal, entendemos


mejor por qué Husserl es llevado a preguntarse si debemos hablar
de “intuición modal” más que de “intuición modalizada”, y sobre
el paralelismo o casi identificación entre ésta y las “intuiciones
categoriales” (Hua, xxiii: 418):

No son intuiciones sensibles, sino complejos obtenidos por cambios


de intuiciones sensibles, y que, por su parte, son [ellos mismos] in-
tuiciones: intuiciones ‘categoriales’ ¿conviene esta denominación?
¿Tenemos que hablar de “intuiciones modalizadas” o de “intuiciones
modales? (Hua, xxiii: 418).

Con estas “modificaciones e intuiciones modales”, estamos


sobre el suelo o la esfera de la “posicionalidad”, que corresponde
a una clase fundamental de tomar posición (Stellungsnahame),23 a
la cual corresponde un registro específico de experiencia, en este
caso una experiencia de modificaciones modales.24 Se adivina
23
Como escribe Husserl sobre tomar posición: “Hemos prescindido hasta
aquí de lo peculiar de la “toma de posición” del yo puro que, en la repulsa, espe-
cialmente aquí la negadora, “se dirige” contra lo repelido, el ser que se trata de
tachar, así como en la afirmación se inclina hacia lo afirmado (p. 255) se dirige
a ello” (Hua iii/i: 244, cit. en dh).
24
“Este modo posicional posee la particularidad de esencia de poder experi-
mentar ciertas modificaciones, las modales, que ya antes de toda espontaneidad
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 151

también cómo es posible buscar en ella una “razón escondida”,25


una razón que yace en el juego sutil de las variaciones y combi-
naciones modales de la creencia, pero también del sentimiento y
de la voluntad, cuyas reglas o leyes quedan por ser descubiertas.
Para entender esto y saber que estas reglas son leyes de la razón,
leyes de esencia, tenemos que postular un orden oculto26 en el
juego artístico. El descubrimiento de este orden supone la inter-
vención de una modificación nueva, sui generis, que se distingue
completamente de las modificaciones modales (sean dóxicas o
axiológicas): la neutralidad.

4. El manierismo de la actitud estética y el mundo estético


como espacio de juego de posibilidades:
el “objeto” estético como objeto compuesto de maneras

Conciencia de imagen y conciencia estética son distintas. El


análisis del fictum, de la ficción y de la ilusión del tipo “muñeca
de cera”, no toca la cuestión de la actitud estética. Este ilusio-
nismo no es sólo un “efecto espectacular”, sino que es ajeno al
fenómeno estético (Hua xxiii: 48). Si lo comparamos con otros
[entre ellas la del juicio] modifican la vivencia de una manera determinada,
independiente de su contenido cualquiera” (Hua, xxiii: 458).
25
Los puntos 4 y 5 son particularmente claros al respecto: “Estas moda-
lizaciones pueden también ser expresadas así: cada vivencia posicional puede
experimentar “inhibiciones”, distorsiones, incluso si son vivencias oscurecidas,
de recubrimiento resistente, supresión [Aufhebung] por otras vivencias. Las
vivencias intencionales son justamente intenciones en el juego de intenciones y
contra-intenciones. Intención no significa aquí, sin embargo, espontaneidad de
la toma de posición. 5) De este modo debe aclararse la maravillosa constitución
de la conciencia, la maravillosa preferencia por la razón que juzga [urteilende
Vernunft], que consiste en “transformar” toda otra razón en razón que juzga y
este confuso entrelazo [Ineinander] de aprehensión, que siempre se extiende en
una nueva aprehensión, es decir, una posición que siempre se vuelve posición,
por lo que debe distinguirse entre posición y contenido. Y esta maravilla, que la
posición es creencia, razón escondida” (Hua, xxiii: 458).
26
Tomamos prestado el título de la obra de Anton Ehrenzweig, El orden
oculto del arte (1974) [The Hidden order of art, 1967].
152 Carlos Alberto Lobo

regímenes de creencia, es un milagro banal, trivial. En el resto


del artículo, indicaré brevemente los supuestos de lo que sería o
tendría que ser una fenomenología manierista del objeto estético
y de la experiencia estética.

4.1. El descubrimiento de la neutralización

La experiencia estética se caracteriza como una actitud glo-


bal de neutralización27 y no por un carácter de reproducción, o
de una dimensión expresiva (en su sentido post-kantiano). La
modificación de neutralidad 28 es sui generis, pero puede ser
27
Respecto de la neutralización, Husserl señala que: “Se trata para nosotros
ahora [con la modificación de neutralidad] de una modificación que en cierto
modo anula por completo, quita por completo su fuerza a toda modalidad dóxica
sobre la cual se vierta ―pero en un sentido totalmente distinto que la negación,
la cual, como vimos, tiene en lo negado su efecto positivo, un no-ser que es a su
vez un ser. Esta modificación no tacha, no “efectúa” nada; es en la conciencia (p.
248) el polo opuesto de todo efectuar: su neutralización. Está encerrada en todo
abstenerse de efectuar, ponerlo fuera de juego, colocarlo entre paréntesis, “dejarlo
indeciso” y, sin embargo, tenerlo por “indeciso”, “sumirse con el pensamiento”
en el efectuar o “limitarse a pensar” lo efectuado, sin “cooperar” (Hua iii/1: 247,
cit. en dh).
28
Remitiéndonos a Hua (III/1: 252), encontramos sobre el objeto-imagen
reproductor (Abbildendes Bildobjekt) lo siguiente: “Intentemos ponernos esto
en claro. Supongamos que estamos contemplando el grabado de Durero “El
caballero, la muerte y el diablo”. Distinguimos aquí, primero, la percepción
normal, cuyo correlato es la cosa llamada “grabado”, esta hoja en el cartapacio.
Segundo, la conciencia perceptiva en que nos aparecen en las líneas negras
figuritas sin color, “el caballero a caballo”, “la muerte” y “el diablo”. En la
contemplación estética no estamos vueltos a estas figurillas como a objetos;
estamos vueltos a las realidades exhibidas, más exactamente, a las realidades
“reproducidas”, el caballero de carne y hueso, etcétera. (p. 263). La concien-
cia de la “reproducción” (de las pequeñas figuras grises en las que, en virtud
de las nóesis fundadas, “se exhibe por medio de ‘imágenes’”, por obra de la
semejanza, otra cosa), la conciencia que hace posible y procura la reproduc-
ción, es ahora un ejemplo de la modificación de neutralidad de la percepción.
Este objeto-“imagen” reproductor no está ante nosotros ni como existente, ni
como no-existente, ni en ninguna otra modalidad de posición; o más bien, es
consciente como existente, pero como “quasi-existente” en la modificación
de neutralidad del ser. Pero, igualmente, también lo reproducido, cuando nos
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 153

“materializada”, indicada por bordes, por un cuadro o por la in-


troducción “inmaterial” del modo del “como si”. Esto explica que
se haya podido comparar con una ventana cuando se inventaba
la perspectiva moderna. Pero esta neutralidad es más amplia y
profunda y puede intervenir en todas las articulaciones y todos
los niveles de la experiencia estética, y no sólo en la forma de
incrustaciones de imágenes.
Para tener una idea de esta modificación y de la extensión
del campo que abre, empezamos con ejemplos no-estéticos. Los
dispositivos técnicos que Husserl evoca en repetidas ocasiones,
que son las imágenes estereoscópicas o estereogramas, nos
muestran que esta neutralización se produce en la superficie de
la impresión, por así decirlo. Es un proceso fisiológico y neu-
rológico perfectamente explicable, pero que necesita también
un análisis fenomenológico. Los estereogramas implementan,
en el plano de la percepción misma, una modificación que es
de la forma de una neutralización, aunque de forma local y
momentánea, en el curso del acomodamiento por el cual vemos
surgir una profundidad y una figura con relieve en el medio
de un desastre de impresiones de colores y a veces de formas
arbitrarias (Figura 8).

conducimos en forma puramente estética y lo tomamos a su vez como ‘mera


reproducción’, sin imprimirle el sello del ser o del no-ser, del ser posible o ser
probable, etc. Mas esto no quiere decir, como se ve, una privación, sino una
modificación, justo la de neutralización. Sólo que no debemos representárnosla
como una operación de transformación que afecte a una posición previa. Puede
ser también esto en ocasiones, pero no necesita serlo” (dh).
154 Carlos Alberto Lobo

Figura 8. Estereograma. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/


Archivo:Estereograma_elemental.jpg

La variación sobre este ejemplo nos ayuda a liberarnos del cri-


terio de la reproducción. Hay imágenes que no son reproductivas.
El objeto estereoscópico es un “fantasma percibido”, que puede
estar bajo nuestros ojos sin que seamos capaces de verlo. Pero
una vez que lo tenemos visto, afirmamos, planteamos (setzen), su
presencia como fantasma físico. “La pirámide estereoscópica no
nos aparece como una nada, y tampoco [la intención correspon-
diente], como una intención recusada, suprimida (herabgesetzt),
sino como sin posición (Hua, xxiii: 481).
Es todavía “imaginación” (en un sentido muy amplio) pero
no es una reproducción” (Hua, xxiii: 481). No tenemos, por lo
demás, conciencia de la pirámide como una representación, una
aparición en el modo de una imagen. Por otro lado, el objeto
que aparece es, sin embargo, un “objeto en sus maneras, sus
modos” (objeto-en-su-como) (Hua, xxiii: 584). Eso se explica
por la intervención de una modificación que ocurre durante el
acomodamiento de la vista. Una “suspensión de creencia sin
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 155

conflicto” (Hua, xxiii: 240), que abre la puerta a un mundo de


apariencias en un modo que es comparable a un proceso de libre
imaginación.

4.2. El objeto estético como objeto en su cómo

Pero como lo decíamos, la experiencia estética es otra cosa.


Se caracteriza por su atención “exclusiva” a los modos de los
datos. Por eso, “lo esencial para la actitud estética no es la
imaginación, sino la actitud interesada por lo que es estético,
es la atención a la objetividad en el cómo” (Hua, xxiii: 591). Si
el contemplar una imagen moviliza una intuición modal y la
imagen también es fundamentalmente un sistema de modos y
de modificaciones potencialmente implicadas, el objeto estéti-
co, considerado según la actitud estética, como el tema de la
fenomenología, es una “objetividad considerada en el cómo”,
una unidad articulada de maneras ontológicas y axiológicas
que provoca en el espectador o el auditor o el lector, un juego
de modalizaciones dóxicas29 y axiológicas. Más precisamente
en el modo fundamental de neutralidad (adóxica y anaxiótica)
(Hua, xxiii: 338).
Hablar de actitud desinteresada es equívoco, y en muchos
sentidos inexacto. Porque estoy interesado en el objeto presente
en sus modos de presencia, sin estar interesado en su existencia
o inexistencia. Lo que se presenta en esta forma puede ser lo
que queramos:

29
Como dice Husserl sobre la modalidad dóxica: “Es, por lo demás,
cómodo emplear el término de modalidad de ser para la serie entera de
estos caracteres de ser, o sea, comprendiendo bajo él también el “ser” no
modificado, siempre que se le deba considerar como miembro de esta serie;
aproximadamente como el aritmético comprende bajo el nombre de número
también el uno. En el mismo sentido, generalizamos el sentido del término
de modalidades dóxicas, bajo el cual comprendemos, frecuentemente además
con consciente ambigüedad, los fenómenos noéticos y noemáticos paralelos”
(Hua, iii/1: 241, cit. en dh).
156 Carlos Alberto Lobo

El interés estético se torna hacia el objeto presente en el modo de su


presencia, sin estar interesado en su existencia y tampoco su cuasi
existencia. Si es un hermoso paisaje, lo miro actualmente como apa-
rece en este punto de vista, desde esta entrada en el valle, tal como
se me presenta (Hua, xxiii: 586).

El objeto de la experiencia estética es este “objeto en su


cómo” y explora estos modos como tales, dóxicos y axiológi-
cos, que constituyen un “mundo” distinto de un mundo imagi-
nario que la obra porta en sí. Exploro este “mundo de modos”
con sus horizontes modales, distintos de los horizontes de un
mundo imaginario que está, eventualmente, representado o
reproducido. Esta inactualidad30 puede afectar la base supuesta
de la percepción: la impresión. Como en los monocromos de
Yves Klein, que nos invitan a hundirnos en la profundad de un
único color o en los intersticios y niveles de luminosidad de
otro (Figuras 9 y 10).

30
Respecto de la inactualidad, Husserl afirma que: “En esto entran además
vivencias del fondo de la actualidad de la índole de las “mociones” de agrado,
mociones de juzgar, mociones de desear, etc., en diversos grados de lejanía del
fondo, o como también podemos decir, de lejanía al yo y cercanía al yo, dado
que el yo puro, actual y vivo en las cogitationes del caso es el punto de refe-
rencia. Un agradarse, un desear, un juzgar, etc., puede “llevarse a cabo” en el
sentido específico de esta expresión, a saber, por el yo, que en este llevar a cabo
“actúa vivazmente” (o, como al “llevar a cabo” la tristeza, “padece” actual-
mente); pero semejantes modos de conciencia pueden ya “moverse”, emerger
en el “fondo”, sin que se les “lleve a cabo” así. Por su propia esencia son ya, sin
embargo, estas inactualidades “conciencia de algo”. Por eso no hicimos entrar
en la esencia de la intencionalidad también lo específico del cogito, la “mirada
a” o el volverse el yo hacia algo (que, por lo demás, ha menester aún de que se
lo comprenda en su multiformidad y se lo investigue fenomenológicamente)
[Nota al pie: 1 Cf. Supra, § 37, pp. 83 ss.] antes bien, este cogitativo nos sirvió
como una modalidad especial de lo que llamamos en general intencionalidad”
(Hua, iii/1: 189, cit. en dh).
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 157

Figura 9. Yves Klein (sin título).


© Succession Yves Klein c/o adagp, París.

Figura 10. Yves Klein, Monocrome Or, 1962.


158 Carlos Alberto Lobo

O, si tomamos el camino inverso, tenemos los estereogramas


de Ivan Cangelosi, que suponen tres niveles: la escritura del texto
de Dante con plumas estilográficas, funcionando como pintu-
ra y colores, y a través de los cuales se compone una imagen
estereoscópica de una escena del infierno: la boca del infierno
(Figuras 11 y 12).

Figura 11. The Divine Comedy – Hell (Detalhe) © Ivan Cangelosi, 2012
107X86 Ink on paper.
Disponible en: https://www.ivancangelosi.it/language/en/2012-3/.
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 159

Figura 12. The Divine Comedy – Hell (Detalle)


© Ivan Cangelosi, 2012 107X86 Tinta sobre papel.
160 Carlos Alberto Lobo

4.3. La obra de arte como composición de modos de lo posible


y modos de la afectividad

Entendemos que el objeto de la percepción, por ejemplo, un


paisaje, pueda actuar estéticamente, no porque “haría imagen”
(Hua, xxiii: 145), sino porque efectuamos una conversión
completa de actitud ―motivada en ocasiones por condiciones
particulares de la percepción y una disposición pasajera de
nuestra sensibilidad y voluntad. Es así que todos los estratos
de la conciencia de imagen pueden entrar en el juego de la
experiencia estética, empezando por el estrato de la sensación.
¿Es necesario que el paisaje “haga imagen” o “cuadro”? No.
Pero es indispensable que intervenga una modificación global,
la “suspensión de la actualidad” o modificación de inactuali-
dad (Hua, xxiii: 362) que preserva el contenido global de la
percepción. Claro, “realizamos actualmente esta experiencia”,
pero no la hacemos “en la actitud de la experiencia actual”.
Nos desolidarizamos de ésta, no participamos en la actividad
posicional (Hua, xxiii: 514).
La inactualidad es una inhibición, una suspensión que
afecta no sólo a los modos de la creencia, sino también a los
modos del sentimiento y de la voluntad. A causa de su carácter
globalizante, esta neutralidad se distingue de otras formas de
neutralización que intervienen localmente. La primera abre el
espacio de juego de todos los modos de las formas de intencio-
nalidad. Incluso los modos axiológicos. “Las obras de arte del
tipo que sean, no representan solo personas que tienen emo-
ciones, ideas, etc. Sino que presentan variedades de humores,
de pensamientos, etc.” (Hua, xxiii: 276).
La obra de arte pone en juego y juega con modalidades
axiológicas también. La llegada de un ave común ―pero
inquietante ya, portadora de amenazas inminentes. Como
lo escribe Husserl, es cuando empecemos a “percibir” estas
articulaciones y que la concatenación de los modos afectivos
sean presentes y comprendidos que se produce la experiencia
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 161

estética. “Un paisaje despierta un humor (Stimmung, mood)”


—y lo que está representado lo está en este modo afectivo.
Estos humores no son los del que efectúa la experiencia, sino
los de los personajes de ficción en el cuadro o en la película.
Los humores expuestos resultan de la manera en que están
representados. Puedo ser un espectador participativo, pero no
es necesario. Puedo realizar la experiencia estética pura de
estos modos sin sentirlos.
Entre los modos que constituyen la materia del trabajo artís-
tico, tenemos que mencionar las combinaciones de los modos
de lo posible. La neutralidad interviene como medio para poner
en balance o en suspenso diversos registros de posibilidad. En
relación con este juego, lo posible se carga de modos axiológi-
cos, de afectividad. Suelen existir posibilidades humorísticas,
trágicas, dramáticas, horríficas, etc.31
La maestría de Alfred Hitchcock en cuanto al suspenso
consiste en el dominio en la composición de modalidades
dóxicas y afectivas, en su capacidad de mantener los “objetos
de lo posible”32 entre diversos registros de posibilidades. Una
escena urbana divertida puede de repente caer en el horror,
pero podría cambiar hacia el género fantástico, el burlesco,
etc. (Figura 13).

31
Véase el sugestivo ensayo de Guillaume Pigeard de Gurbert (2001).
32
Guillaume Pigeard de Gurbert, desde una perspectiva deleuziana, propone
llamar “barroca toda obra que produce objetos en gran suspenso de posibilida-
des revolucionarias”, donde hace a propósito un uso muy amplio. Esta posibilidad
revolucionaria sugiere otra lectura de intriga, de peripecia y, particularmente, del
retorno ―de la périagogê aristotélica.
162 Carlos Alberto Lobo

Figura 13: Los pájaros, de Alfred Hitchcock. Disponible en: https://


commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Birds_original_poster.jpg

Se abre entonces, en el seno de la experiencia del mundo


real, otra profundidad comparable, de muchas maneras, con la
del campo abierto por la epochè trascendental. En la experiencia
estética, como en la experiencia fenomenológica, se abre otra
sucesión de horizontes, del cual el laberinto de Teniers sólo
daba una vaga idea. Puedo andar libremente en este “mundo”,
que no es real y tampoco imaginario, pero aquí, como en el arte,
Del manierismo epistemológico al manierismo estético... 163

y al contrario de la imaginación libre, sé de antemano que esta


libertad está arreglada. Como escribe Husserl: “La unidad de las
apariencias como apariencias debe atenerse a lo que está dicho
y nada más”. Si quiero evitar el involucrarme en la invención
de otra ficción que la que el artista me ofrece, debo permanecer
ligado por las indicaciones, los “signos” que el artista, el pintor,
ha dispuesto sobre la tela y ligado bajo las leyes de composicio-
nes internas. Si divago, me permito entrar en un sueño con los
ojos abiertos, la obra se transforma en un pretexto. Me cuento
historias en vez de seguir las inflexiones y modulaciones que me
está contando el artista.

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Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 165

Avatares de la forma.
Tópicos del Seminario, 42.
Julio-diciembre 2019, pp. 165-204.

Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha

Leonora Arriagada Peters


Asociación de Ciencias Wissen-schafft-Werte e.V., Berlín

Introducción

El conocimiento andino adquiere relevancia

En el contexto de los desafíos globales del siglo xxi, redescubrir


y visibilizar el mundo de conocimientos de la alta cultura de los
Andes adquiere vital importancia. Esto, dado que varias de las
preguntas planteadas y resueltas en el periodo precolombino,
después de cuatro destrucciones del mundo y en el marco de
la construcción del quinto mundo,1 coinciden con los desafíos
1
La historia precolombina hace referencia a cuatro “acabos de mundo”
que están directamente relacionados con el descuido de normas básicas de
convivencia humana y la despreocupación colectiva por mantener y cuidar
el equilibrio con la Madre Tierra Pachamama. En ese escenario el “acabo de
mundo” se manifiesta con serios cambios climáticos. Fenómenos a los que, al
no ser entendidos como señal de advertencia, les suceden sequías, hambrunas,
erupciones volcánicas, terremotos y diluvios. Lo que finalmente conlleva a un
cataclismo responsable de la completa destrucción del mundo. En este contexto
específico, el calentamiento global presenta desafíos similares a los del “quinto
mundo” precolombino, los que se enfocan en el cuidado del medio ambiente
―entendido como el “hogar común”― y al desarrollo de una economía de
166 Leonora Arriagada Peters

de la era global actual. Cabe resaltar, en lo específico, la cos-


movisión andina del medio ambiente, en la que la Madre Tierra
Pachamama ―la naturaleza― se entiende como un sistema
interrelacionado, y la milenaria experiencia en la construcción
colectiva de una economía de reciprocidad.

Desafíos de la investigación científica andina

Cuando nos abocamos a la indagación del tema precolombino,


antes que tarde, surge el problema de la falta de evidencia
documental.2 América aún no está seriamente presente en los

reciprocidad capaz de generar las bases de un buen vivir colectivo. “El Primer
Mundo […] Estubo el mundo lleno de hombres que no cauía y estos no conoció
al Criador y Hazedor de los Hombres. Y ací, desto mandó Dios fuese castigado
el mundo […]” (Guaman Poma de Ayala [1615: 1001-1002]; Murra y Adorno
(eds.), 1936: 983-984). Quarta Edad del Mundo “[…] el Hacedor, a quien en
lengua de éstos llaman Pacha yachachic [Creador de Mundo] y por otro nombre,
Tecsi Viracocha […] que algunas naciones que halló rebeldes y que no habían
cumplido su mandato, a gran parte deellos convirtió en piedras en figuras de
hombres y mujeres con el mismo traje que traían. Fue la conversión en piedras
en los lugares siguientes: Tihuanaco y en Pucará y Jauja [… Pachacamac y en
Cajamarca […]” (De Molina [1553], 1959: 16). “El Quinto Mundo [...] pasado el
diluvio y seca la tierra, deterninó Viracocha de poblarla [la tierra] por segunda
vez, y hacerlo con más perfecto. [...] Y dejando la isla pasó por la laguna y la
tierra firme llevando en su compañía a los dis criados […] fuese a un asiento
que ahora llaman Tihuanacu, que es una provincia de Collasuyu y en ese lugar
esculpió y dibujó en unas losas grandes las naciones que pensaba crear, lo cual
hecho mandó a sus dos criados que encomendasen y la memoria los nombres
que él les daría a aquellas gentes que allí habia pintado y de los valles y pro-
vincias y lugares de donde los tales habían de salir […] Viracocha prosigió su
camino, haciendo obras e intruyendo a las gentes criadas. Y de esta manera
llegó a las comarcas donde es ahora Puerto Viejo […]” (Sarmiento de Gamboa
[1906], 1988: 43-45).
2
La invisibilización y destrucción de la biblioteca de la alta cultura andina,
se concreta con la determinación de eliminar los Kipu-Libros o Quipus tomada
el 23.12.1583 en Lima, Ciudad de los Reyes: “Deben evitarse los libros profanos
y lascivos […] Y entre los indios, ignorantes de las letras, había en vez de libros
ciertos signos de diferentes cuerdas que ellos llaman quipos […] procuren los
obispos destruir por completo todo estos instrumentos perniciosos” (Lisi [1583],
1990: 191). Esta decisión, tomada en la tercera sesión del Concilio Provincial
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 167

libros.3 La ciencia de la alta cultura andina, es decir, la filosofía


andina, las matemáticas andinas y la arquitectura andina, entre
otras ramas del saber precolombino, casi no están mencionadas
en la anales de la historia de las ciencias universales. En este es-
cenario, la investigación se ha visto ineludiblemente enfrentada
al reto de iniciar procesos de reconstrucción y decodificación
de conocimientos aplicados a partir de vestigios de las lenguas,
la arquitectura, la música, las pinturas coloniales, las obras de
artes cerámicas y los fragmentos de textiles, etc. A inicios del
siglo xxi se dispone de un cúmulo medido, disperso y diverso
de documentos e investigaciones. Éstos van desde las crónicas
españolas del siglo xvi, pasando por la mirada del americanista
alemán Max Uhle (1897, 1919, 1923) ―padre de la arqueología
sudamericana―, las aportaciones geométrico-matemáticas de
María Reiche (1949, 1954, 1955, 1965, 1966, 1975, 1993), em-
papadas del espíritu de la academia de la década de 1930, las
investigaciones bajo la influencia de los años 60, hasta llegar
a las aportaciones de las comunidades indígenas de 2018. En
idiomas y formatos varios, desde diferentes disciplinas y es-
cuelas de pensamiento, la bibliografía existente ofrece un crisol
de miradas sobre el legado precolombino.

Las líneas de pensamiento en torno al Pacha

Desde 1584, la mayor fuente para decodificar el concepto Pa-


cha son los documentos del Concilio Provincial de Lima, así

Limeño en 1583, firmada por el rey Felipe II y los Papas Gregorio XII y Sixto
V, marca un punto de inflexión en la historia y el entendimiento del continente
sudamericano. Un acontecimiento con profundas consecuencias económicas,
sociales y culturales hasta el día de hoy.
3
“De hecho, antes de su ‘descubrimiento’, la América precolombina no
estuvo presente ni en el imaginario, ni en los libros del llamado Viejo Mundo.
Y todo indica que la Alta Cultura de los Andes tampoco estuvo presente en la
biblioteca de Cristóbal Colón, el que buscando las Indias llegó a Mesoamérica.
Se trataba pues de un mundo desconocido” (Arriagada Peters, 2016: 13).
168 Leonora Arriagada Peters

como los diccionarios quechua/aimara-castellano (Academia


Mayor de la Lengua Quechua, 1995; Perroud y Chauvenc,
1970; Rosat Pontacti, 2004; Torres Fernández de Córdova,
1982; Yaranga Valderrama, 2003), cuyo objetivo es generar
puentes lingüísticos del castellano a las lenguas precolombi-
nas y viceversa. El desafío permanente reside en el carácter
polisémico y polifuncional de los términos precolombinos.
A partir de la década de 1950, las investigaciones europeas
y sudamericanas en torno al espacio, el tiempo y el espacio-
tiempo, considerando o no el término Pacha, aluden en su
mayoría, directa o indirectamente, a la noción de Spime (Haya
de la Torre, 1936, 1956, 1957, 1976; Steger, 1991; Earls, 2006;
Estermann, 2008;4 Uribe, 2008) y a Einstein,5 al que conside-
ran un referente válido en torno al que se busca contraponer,
ampliar o explicar el aspecto polisémico y aparentemente
contradictorio de la voz Pacha. Finalmente, a partir de 1990
surgen investigaciones con relación al vocablo Pacha, de aca-
démicos con raíces andinas o con una clara cercanía a las co-
munidades indígenas6 (Milla Villena, 1983; 2003; Milla Euribe,
1990; Arriagada Peters, 2011, 2014, 2016; Lozano Castro, 1994,
2016,7 2018; Mejía Huamán, 1999; Carpio Natcheff, 2000;
4
“Filosóficamente, pacha significa el ‘universo ordenado en categorías
espacio-temporales’” (Estermann, 2008: 76).
5
Einstein se tradujo al castellano en México (Mateos, 1923) y Buenos Ai-
res (Felke, 1924), lo que en combinación con la visita de Einstein a Sudamérica
en 1925, explica la fascinación por sus teorías en la intelectualidad ilustrada
sudamericana de la época (Tiomno Tolmasquin, 2005). En el ámbito de la ar-
quitectura se alude a profesionales tales como Oscar Niemayer en Brasil y Juan
Martínez en Chile, hasta llegar a Juan Sabbagh y Claudio Aravena a inicios
del siglo xxi. Todos éstos hacen vinculaciones e interpretaciones apropiadas al
contexto geográfico y sociocultural sudamericano, incorporando aportaciones
inéditas.
6
“El Universo como una totalidad indivisible, propuesto por David Bohn,
no es otra cosa que el concepto andino de Pacha” (Milla Villena, 2003. Pre-
facio).
7
“Pacha y Pachayachachic, las nociones y representación del espacio-
tiempo […] Pacha la fuerza cósmica invisible original del Andes que anima a la
materia y se mueve por sí misma, es simultáneamente espacio, tiempo, mundo,
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 169

Untoja Choque y Mamani Espejo, 2000; Chambi Pumakahua,


2009a/b; Bascopé Caero, 2006; Chacama Rodríguez y Díaz
Araya, 2011; Mamani Choque y Ramos Alcalá, 2013; Marín
Benítez, 2015). Esta tendencia se observa con fuerza y está en
claro proceso de crecimiento.

La representación de ideas andinas mediante formas

En el caso de la representación de las ideas andinas mediante


la forma, el primer documento al respecto es el manuscrito
de Pachacuti Yamqui datado en 1613. El cronista ofrece una
imagen a mano alzada, que alude a una representación de ideas
relativas al génesis del mundo andino, que existió en forma
de una gran lámina de oro dispuesta en el templo Coricancha
en el Cusco precolombino. Este documento es un clásico del
americanismo prehispánico, del cual se han deducido un sin-
número de interpretaciones (Pachacuti Yamqui [1613], 1993:
208; Milla Villena, 1983: 232-233; Milla Euribe, 1990: 9-11;
Steger 1991; 24-28) y explicaciones polivalentes. Más allá de
las diferencias, hay un consenso respecto de que la simetría de la
imagen plantea una dualidad complementaria, y en cuanto a
la función orientadora de la constelación Chakana en lo alto
de la imagen. Esta alegoría puede entenderse como base para el
análisis de la relación entre las ideas y sus expresiones formales
(Figuras 1a y 1b).

abarca todo lo que alienta o está inmóvil. Vocablo mágico; tiempo sin tiempo,
mundo de mundos, lo engendra y transmuta todo, está fluyendo siempre” (Lo-
zano Castro, 2016: 94-95).
170 Leonora Arriagada Peters

Figura 1a

El génesis andino en el Pacha.


Representación de la idea de génesis de Joan de Santa Cruz
Pachacuti Yamqui (1613)

Fuente: Manuscrito de Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1613),


cit. por Duviols e Iter (eds.) (1993: 208).
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 171

Figura 1b

El génesis andino en el Pacha.


Representación de la idea de génesis de Joan de Santa Cruz
Pachacuti Yamqui (1613)

Chakana
PACHA

PACHAYACHACHI
Wirakocha Pachyachachi:
creador,
ordenador del mundo
Chakana
PACHAMAMA
Madre Tierra,
mundo en movimiento
Collca Pata
Terrazas
de cultivo

Fuente: Milla Villena (1983 [1613]: 232); y Milla Euribe (1990: 10).

La autora del presente artículo ha realizado dos aportes en el


contexto de las ciencias andinas. En primer lugar, ha ofrecido la
primera sistematización de la filosofía andina, las matemáticas
andinas y la arquitectura andina.8 Si entendemos por ciencia
8
“Hasta la fecha no se conocen investigaciones científicas que aborden la
pregunta por un sistema de conocimientos andinos, o al menos estos no son
conocidos por la autora. Es por ello que, para abordar una investigación de esta
naturaleza, fue necesario partir de la creación de un glosario y compilar la bi-
bliografía sobre el tema, para luego definir una ruta de investigación basada en
la teoría de sistemas. El modelo elaborado contempla dos componentes con tres
elementos cada uno. Por una parte, se utiliza el concepto de sistema que considera
un ‘principio’, una ‘estructura’ y un ‘método’. Por otra, se utilizan conocimien-
tos andinos aplicados de ‘filosofía’, ‘matemáticas’ y ‘arquitectura’, los cuales
se extrapolan de obras monumentales y objetos de arte. Estos seis elementos se
entrelazan entre sí con un enfoque teórico-sistémico, principalmente deductivo, el
cual permite interrelacionar los conocimientos en un sistema marco de referencia.
De esta vinculación emana el ‘Sistema de Conocimientos Andinos’” (Arriagada
Peters, 2011. Abstract).
172 Leonora Arriagada Peters

un conocimiento sistematizado, entonces la sistematización


aludida inaugura una nueva etapa en la historia de las ciencias
universales, al demostrar deductivamente y aplicando la teoría
de sistemas, la existencia de la ciencia andina. Habemus Cien-
cia Andina, la tesis doctoral en cuestión, ofrece una mirada al
interior del mundo de las ciencias de la filosofía andina, las
matemáticas andinas y la arquitectura andina. En segundo lugar,
presenta un nuevo análisis del estado del saber, que considera un
proceso de triple exploración. El desafío fue el reordenamiento
del conocimiento disponible, con un enfoque de análisis vincu-
lante y contextualizado. Ello considera la creación de nuevas
interrelaciones entre a) El estudio del objeto de representación
en cerámica de la idea Pacha, b) Una aclaración morfológica del
término Pacha, y c) El cúmulo de investigaciones disponibles
al respecto (Figura 2).

Figura 2

El concepto panandino Pacha. Un proceso de triple exploración:


análisis del estado del saber precolombino andino

Investigaciones

PACHA
“espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]”,
el origen relativo de todas las cosas
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 173

Las perspectivas que se despliegan son la posibilidad de avan-


zar en la construcción de una teoría en torno al concepto Pacha,
aplicable al espacio-tiempo histórico, al espacio-tiempo urbano
arquitectónico y al espacio-tiempo de producción agronómico,
principalmente.

1. Pacha, un concepto panandino clave

Pacha “[…] la palabra primordial de los Pueblos de los Andes”


(Bascopé Caero, 2006: 1) es un concepto panandino clave, que
ha ocupado a las(os) eruditos andinos y coloniales desde que se
imprimiese el primer libro en Sudamérica el año 1584:9 “Pacha
es un vocablo quechua-aimara tan rico en acepciones y con-
notaciones, como tal vez lo sea el vocablo logos en griego o la
palabra esse en latín” (Estermann, 2008: 75).
La polisémica voz Pacha fue considerada en el siglo xvi en
Lima como una noción no traducible y sin equivalencia en latín,
hebreo o griego. El vocablo Pacha10 es mencionado en los docu-
mentos trilingües ―castellano, quechua y aimara― del Concilio
Provincial de Lima (1582-1583), específicamente en la primera
edición de la Doctrina cristiana (1584), en la cual, al final del
texto, los autores adjuntaron anotaciones y aclaraciones respecto
de los “vocablos dificultosos”11 de las lenguas quechua y aimara,

9
“La impresión en 1584 del ‘Catecismo de la Doctrina Cristiana para instruc-
ción de los indios y de las demás personas que han de ser enseñadas en nuestra
Santa Fe’, constituye un hito singular en la cultura del Perú, porque marca el inicio
de la actividad editorial [en Perú y Sudamérica]. Luego de las autorizaciones
reales y las del Santo Sínodo Provincial, que había ordenado su impresión, el
texto nos introduce en una triple versión en español, quechua y aymara” (Tamayo
Herrera y Marticorena Estrada, [1583] 1984: 7).
10
“Vocabulario Breve de la Lengua Aymara Pachamama: la tierra fértil, fe-
cunda” (Tamayo Herrera y Marticorena Estrada, [1583] 1984: 82); “Pachamama
‘La tierra’: Adoraban también […] a la tierra que llamaban pachamama (Instruc.,
7 § 1)” (Alvar López, 1999: 69).
11
“[…] Al final de este libro está la parte más interesante desde el punto de
vista histórico-cultural, porque en ella van las anotaciones o escolios sobre la
174 Leonora Arriagada Peters

en las que orientan al lector en la interpretación específica de los


más de cien vocablos andinos introducidos en los documentos
oficiales del Concilio.
En lo específico, la palabra quechua Pacha es un término de
significados múltiples12 y funciones diversas, dependiendo de su
ubicación dentro de un contexto determinado (Figs. 1a, 1b y 2),
como se observa en la siguiente referencia: “Pacha, en las len-
guas kechua y aymara, tiene la acepción de ‘mundo’, ‘universo’,
‘suelo’, ‘lugar’, ‘tierra’, ‘tiempo’, ‘historia’, ‘momento señalado
o acaecido’, ‘número’, ‘un todo íntegro en sí mismo, solo, total,
dos en uno’” (Yaranga Valderrama, 1991: 43).

1.1. Pacha: “espacio-tiempo”

Pacha puede entenderse como “espacio-tiempo” o “tiempo-


espacio”.13 En una revisión realizada en varios diccionarios que-
chua-castellano, que abarcan desde Quito hasta Cochabamba,14

traducción del texto a los idiomas andinos y donde se desliza una serie de consi-
deraciones sobre el quechua y el aymara, sus dificultades gramaticales y fonéticas
y sobre la extensión del uso de estas lenguas entre los habitantes del virreinato,
introduciendo también algunas advertencias sobre sus variaciones dialécticas”
(Tamayo Herrera y Marticorena Estrada, [1583] 1984: 8).
12
“[…] Pacha es una palabra polisémica (raíz, morfemas, sufijos) y que
cumple funciones según la posición que ocupa en las palabras y la sintaxis, así
cuando está al inicio, en el intermedio y al final” (Untoja Choque y Mamani
Espejo, 2000: 8). “El término pacha refiere tanto al espacio como el tiempo (y al
mundo entero) [… Las] palabras quechuas contradicen las asociaciones espacio-
temporales intuitivas de las lenguas europeas. En el mundo espacio-temporal
andino el ‘futuro’ se ubica ‘detrás’ del observador, mientras el ‘pasado’ sigue
‘delante’” (Steger, 1991: 24).
13
Cabe destacar que “[e]n la cosmología occidental clásica (pre Einsteiniana)
el espacio y el tiempo son considerados como dos dimensiones distintas: esta
distinción está reflejada en la estructura semántica y gramática de esas lenguas.
[…] el espacio y el tiempo están intrínsecamente eslabonados en el pensamiento
andino y tal interrelación se expresa en la lengua misma” (Steger, 1991: 24).
14
“El presente glosario presenta una aclaración morfológica de conceptos
panandinos esenciales del Kechua. Con objeto de salvar las dificultades del
significado polisémico de las palabras Kechuas, el presente análisis se basa en y
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 175

encontramos el término Pacha planteado de las siguientes


maneras:

“Pacha. 1.- Lugar. 2.- Tiempo. 3. Tierra. 4. Época. 5. Vestido.


6.- Un parásito. 7.-En tal caso. 8.- Absolutamente. 9.- Vientre,
barriga, panza, estómago. 10.- El que tiene seis dedos en sus
manos o pies. 11.- Suelo, tierra. 12.- Partícula que significa
inmediatamente. 13.- Partícula que significa mismo. 14.- Una
enfermedad” (Perroud y Chauvenc, 1970: 125).

“Pacha n. “En expresiones de tiempo, lugar, modo, etc.,


‘exactitud’ (en tiempo espacio, etc.), ‘precisión’, ‘sin dilación’,
‘totalidad’ (muy, totalmente, enteramente), ‘mismo’, ‘nada
menos que’” (Rosat Pontacti, 2004: 682).

“Pacha s. Tiempo; lugar; tierra; mundo; comarca; región, país;


manta; remolino; parásito; barriga; vientre, estómago; faz,
rostro; hora; cobija; vestidura, ropa; época” (Torres Fernández
de Córdova, 1982: 203).

“Pacha. 1. (nom.) Espacio, lugar. 2. (nom.) Tiempo. 3. (nom.)


Tierra, mundo. 4. (nom.) Época, historia. 5. (nom.) Vestido.
6. (nom.) Parásito. 7. (nom.) En tal caso. 8. (nom.) Absoluta-
mente. 9 (nom.) Vientre. 10. (nom.) El que tiene seis dedos en
manos o pies, es atribuido a seres sobrenaturales. 11. (nom.)
Suelo, tierra. 12. (nom.) Sufijo que significa inmediatamente.
13. (nom.) Sufijo que significa mismo. 14. (nom.) Enfermedad
cultural denominada Pacha, atribuida al poder de las monta-
ñas y de la tierra” (Yaranga Valderrama, 2003: 199).

conjuga cinco diccionarios diferentes. Estas fuentes abarcan desde: Cochabamba


en Bolivia (Rosat Pontacti, 2004), Ayacucho (Yaranga Vaderrama, 2003), Kusko
(Academia Mayor de la Lengua Quechua, 1995), Lima (Perroud y Chauvenc,
1970) Perú y hasta Cuenca y Quito en Ecuador (Torres Fernández de Córdova,
1982)” (Arriagada Peters, 2011: 46. Glosario).
176 Leonora Arriagada Peters

Este entendimiento espacio-temporal del vocablo panandino


Pacha15 motivó a diversos investigadores americanistas16 a in-
dagar posibles puntos de encuentro entre el concepto Pacha en
su acepción de espacio-tiempo y la noción Spime (space+time)
acuñada por Albert Einstein: “[…] existe la idea de que se puede
abordar el fenómeno [pacha] con un lenguaje ‘occidental’, recu-
rriendo para ello a las concepciones relativistas de Einstein sobre
el tiempo y el espacio […]” (Steger, 1991: 18), así “[…] el espacio
y el tiempo están intrínsecamente eslabonados en el pensamiento
andino y […] tal interrelación se expresa en la lengua misma”
(Steger, 1991: 24).
En términos generales, podemos decir que el concepto pa-
nandino Pacha eslabona el espacio con el tiempo, conformando
una unidad indisoluble complementaria dual, fundamental en la
cosmovisión andina.

1.2. Pacha: “espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]”

Además de la acepción espacio-temporal que acabamos de


tratar, encontramos otro grupo importante de significaciones:

15
“Pacha: Concepto de complementariedad espacio-temporal […] ‘Pa’ [...]
significa: bi, dual, dos en todas las acepciones […] ‘Cha’ […] significa fuerza
o energía en movimiento, es decir todo lo que denota dinámica. Entonces, la
palabra ‘Pacha’ traducida, etimológicamente significaría: dos fuerzas, energía
dual. Ahora nos preguntamos ¿cuáles son las dos fuerzas que definen el univer-
so en la esfera causal? Para el pensamiento andino el universo está ordenado
con base en categorías espacio-temporales, por lo que esas dos fuerzas que se
encuentran en el concepto ‘Pacha’ son el tiempo y el espacio. Entonces, Pacha
significa fundamentalmente ‘Espacio-Tiempo’ en las diferentes acepciones en
que se pueda utilizar este concepto y en cualquier idioma prehispánico” (Carpio
Natcheff, 2000: 25-26).
16
Aquí se hace referencia al 7° Coloquio Interdisciplinario de la Sección
Latinoamérica Instituto Central (06) de la Universidad de Erlangen que se
dedicó al tema “La concepción del tiempo y el espacio en el mundo andino”,
a cargo de Hanns-Alber Steger, realizado el 8-9/12/1983 en Nuremberg, Ale-
mania.
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 177

“[…] Pacha, nuestro Pacha es espacio, tiempo, materia, espíritu”


(Bascopé, 2006: 5). Pacha también puede entenderse como
“espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]”. Esta definición amplía la
de la unidad (espacio-tiempo), incorpora los polos de [materia/
cuerpo] y [espíritu/alma], elementos que a su vez constituyen una
unidad dual complementaria, una forma/idea [materia/cuerpo-
espíritu/alma]17 en sí misma (Figura 3).

Figura 3

El concepto panandino Pacha

PACHA
espacio- tiempo-
[materia] y [espíritu] = “espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]”,
el origen de todas las cosas

Esta mirada plantea la posible vinculación entre las unidades


de (espacio-tiempo) y la [materia-espíritu]:

Ahora parece estar claro, lo que entendemos por la palabra Pacha,


tanto en el sentido estrecho y amplio. En el sentido estrecho, pacha sig-
nifica todo lo que es aprehensible. Lo que es visible, distinguible y
adjetivable. En el sentido amplio, Pacha, significa alteridad, todo lo
aleatorio, desconocido, indeterminado, como cuando las cosas vienen
al mundo, los hechos, los eventos […] (Untoja Choque y Mamani
Espejo, 2000: 9).

17
“Un [importante] aspecto de la cosmovisión aborigen es el que se refiere
a las relaciones cuerpo-espíritu. De acuerdo con esta mentalidad el hombre
está constituido por cuerpo y espíritu que forman una totalidad [...]” (Estrella,
1995: 17).
178 Leonora Arriagada Peters

“Pacha: 1.- ‘espacio-[materia] y tiempo-[espíritu], origen


de todas las cosas’. Una definición que amplía la de espacio-
tiempo usada hasta la fecha, la cual considera la incorporación
de la materia-espíritu. La palabra Pacha, entendida luego como
concepto originario y generador de vida en el (espacio-tiempo)
en constante cambio de la [materia+espíritu]. 2.- Estructura:
‘Ordenamiento 1, 2, 3 andamiaje generador de vida en el
espacio-tiempo’” (Arriagada Peters, 2011: 46. “Glosario”).
Esta lectura ampliada de la palabra Pacha “espacio-[materia]
y tiempo-[espíritu]”, permite entenderla como un concepto ge-
nerador de vida en el (espacio-tiempo) y en constante cambio de
la [materia-espíritu]. Una mirada andina que desde su génesis
no concibe ni da cabida a lo que Antonio Damasio (2011) deno-
mina: “El error de Descartes”. Cuando el filósofo y matemático
francés René Descartes dice: “Pienso, luego existo”, plantea
una mente-espíritu separada del cuerpo-materia.18 En contra-
posición a la perspectiva de Descartes, la voz Pacha vincula
la [materia] y el [espíritu], eslabona el [cuerpo] y el [alma] en
una unidad complementaria proporcional e indisoluble. Pacha
liga y re-liga esta unidad [materia/cuerpo-espíritu/alma] a un
(espacio-tiempo) específico. El término Pacha habla de una
vida personal y colectiva, entendida como unidad [cuerpo-
alma], de una forma/idea emplazada en un espacio-tiempo o
spacetime único y específico. Por lo tanto, la vida de la unidad

18
“En el corazón de los occidentales no existe sentimiento para resolver sus
conflictos, su corazón va por un lado, y su mente por otro;” dice Aguilar Sayri-
tupac” (Milla Villena, 1983: 11). Con este análisis desde las orillas del Lago
Titikaka, el anciano amauta alude al quiebre entre el cuerpo y la mente del
occidental. Esta fractura cuerpo/mente tiene su raíz ―entre otras variables―,
en la filosofía que René Descartes instaurara (1637). Una filosofía que ha tenido
profundas consecuencias en el desarrollo cultural, económico y político europeo-
anglosajón. Este dilema o “quiebre entre cuerpo y alma en el occidental” es una
crítica central, continua y recurrente desde el mundo andino hacia la cultura
europea-anglosajona. Ello se explica desde una mirada prehispánica latente, que
entiende el cuerpo-alma, la [materia-espíritu] como una unidad indisoluble dentro
de un (espacio-tiempo) concreto.
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 179

[materia/cuerpo-espíritu/alma]19 y la forma/idea en el Pacha,


deben entenderse como relativas y en mutación permanente
(Figura 3).

2. La forma en el espacio-tiempo Pacha confiere existencia


a las ideas

En el contexto de la filosofía andina, la forma/idea consiste en


aquella “justa vinculación entre lo material e inmaterial en el
espacio-tiempo Pacha”, que le confiere el estatuto de “existencia”
a las ideas. Ello en el entendido de que para las(os) amautas20 de

19
Esta aseveración andina es válida para la vida humana, vegetal y animal.
Así como para la Madre Tierra en toda su plenitud, dado que en el entendimiento
prehispánico los volcanes, los ríos, las nubes, etc., son todos seres animados con
alma, personalidad y carácter.
20
“Amauta: adj. prudente, juicioso. Amauta: s. sabio. profesor del Yachaywa-
si; maestro” (Torres Fernández de Córdova, 1982: 29). “Amawta: (nom.) sabio,
filósofo. Hombre erudito prudente” (Yaranga Valderrama, 2003: 9). “Amawt(‘)a
[…] Sabio, filósofo en el incanato. Los Amawtas tenían el encargo de instruir a
la juventud noble para que se desempeñara en asuntos de leyes, artes, ritos, etc.
[...] Profesor, maestro. Adj. Sabio, letrado, docto, erudito. Perito, versado, hábil,
entendido en muchos conocimientos, como los Kallawayakuna; astrónomo, pru-
dente, cuerdo. T. Amawta-Sonqo-Amawt’a-Kay, don de sabiduría. Amawt’a-Jina.
Sabiamente, prudentemente. Cat A. Jesús: Quollana amawta. Jesús Yachacheja-
mawta. Catedrático” (Rosat Pontacti, 2009: 167). “Hamawt’ta: Sabio, consejero
de Estado, ‘sabificador” (Milla Villena, 2003: 257). La presencia de mujeres
en posiciones de poder y en relación de equivalencia con sus pares masculinos
queda en evidencia en el Manuscrito de Guaman Poma ([1615: 1001-1002], 1936:
983-984) que muestra el “Mapamundi de las Indias” o Tawantisuyo. Aquí cada
uno de los cuatro suyos [regiones] está gobernado por un par complementario
mujer-hombre. Un vínculo de género complementario que considera una inte-
rrelación de poder ecuánime entre las partes. El principio de justa vinculación
femenino-masculino, se evidencia entre las(os) “Amautas: prudentes filósofas(os)
con la capacidad de entender la naturaleza” (Chambi Pumakahua, comunicación
oral, 2017) que conformado por mujeres y hombres, guió el devenir de Tawanti-
suyo. Si bien los diccionarios ―escritos por sacerdotes católicos hombres― sólo
mencionan a eruditos masculinos, dicha omisión se aclara en el Manuscrito de
Pachakuti Yamqui de 1613. Aquí, en la representación del génesis andino mismo,
Inti, el sol/masculino y Quilla, la luna/femenina están dispuestos en una relación
de equivalencia y complementariedad femenino/masculino, en forma simétrica en
180 Leonora Arriagada Peters

la América precolombina un concepto sin espacialización ―es


decir sólo inmaterial― es una idea en proceso, aun en busca de
una expresión material concreta para poder completarse y gozar
de existencia. Una existencia que el pensamiento andino concibe
materializada21 dentro del Pacha. Aquí las ideas toman forma,
son forma/ideas relativas a un espacio-tiempo específico desde el
genuino inicio de su génesis. Por lo tanto, cada idea dispone de
una cuidada expresión formal. Estamos, luego, ante una unidad
[forma/idea] y/o [idea/forma].

2.1. La idea de espacio se expresa con un cuadrado o cubo.


Espacio = o

En vista de la necesaria vinculación entre concepto y forma, po-


demos entender por qué la idea de espacio se asocia y se expresa
formalmente y en la vida práctica por medio de un cuadrado o
cubo:

En el simbolismo de la cosmología Andina, el concepto de unidad


se denomina “Pacha”, que se traduce en Quechua como [espacio],
“mundo”, “plano” […] Dicho concepto que representa toda unidad
espacial, se expresa iconológicamente en el signo del “cuadrado”,

torno al principio ordenador del mundo Pachayachachi. En el mismo manuscrito,


bajo la representación de la Chakana, la pareja conformada por una mujer y un
hombre, dispuestos en forma simétrica y con dimensiones similares habla de una
correlación en términos de igualdad, de dualidad complementaria entre los sexos
femenino y masculino (Figura 1). “[…] la pareja perfecta o el Par-Primordial que
en el Qhapaq Simi o lengua puquina está representada por la pareja ‘illa wi’ o
‘Ídolo’ puquina de llave […] que representa un varón mirando al oriente y una
mujer mirando al poniente, ambos envueltos de serpientes ‘quwas’ y ‘asiris’”
(Lajo, 2002: 46). La relación dual mujer-hombre […] ésta es la base o sostén, la
viga maestra del sistema de pensamiento y la sabiduría andina fundamental de
la cultura andina, la dualidad que se complementa y se proporciona en un Duo-
Verso Paralelo y Combinado” (Lajo, 2002: 52).
21
El dilema de la Utopía de Tomás Moro, el desarrollo de una idea aplicable
en un “no-lugar”, puede reinterpretarse y entenderse como una [forma/idea] en
proceso de búsqueda de un (espacio-tiempo), para materializarse y existir en un
“sí-lugar” específico en el Pacha.
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 181

el cual encierra las cualidades formativas de todo rectángulo en


general (Milla Euribe, 1990: 43).

Además de expresarse en la figura geométrica del cuadrado,


la idea de espacio se ordena, a su vez, en unidades fractales. Es
decir, en cuadrados22 de diversas dimensiones, los cuales en es-
cala micro y macro conforman una red cuadriculada infinita, un
telar finamente hilado con múltiples módulos, en formato maxi,
médium y mini, conformado por submódulos y supermódulos
con idénticas proporciones, siempre cuadrados (Figuras 1, 3 y
7).23 Esta idea de espacio expresada en un cuadrado es una no-
ción clave dentro del mundo andino. Ésta representa también las
superficies y las terrazas de cultivo en andenes, que constituyen
la base económica y alimentaria de la vida misma.24 El cuadrado
expresa tanto la superficie en que se cultiva como el depósito
de alimentos modular en el que se protegen y administran las
cosechas:

La medida de unidad espacial [el cuadrado] expresada en su es-


tructura unitaria cuadriculada o red de construcción proporcional
[fractal], se asocia al concepto del signo “collca pata” […] que
traducido literalmente como “depósito” (collca) y “andén” (pata),
significa todo espacio que guarda o sustenta la medida (Milla
Euribe 1990, 43).

22
En el manuscrito de Pachacuti Yamqui se ve en la parte inferior una
filigrana modular cuadrada que hace alusión a las terrazas de cultivo fractal,
denominadas Collca Pata.
23
La matriz polivalente Chakana, que contiene el cuadrado ―que aquí re-
presenta al espacio―, está conformada por unidades cuadradas fractales.
24
La vida se entiende aquí como un engranaje entre seres humanos, plantas,
animales, el agua, etc. Un sistema en el que todos, en conjunto y en un esfuerzo
mancomunado “cultivan la vida” en los andenes de cultivo con-formados por
terrazas (tierra/femenina) y canales (agua/masculino).
182 Leonora Arriagada Peters

2.2. La idea de tiempo se expresa con un círculo


o circunferencia. Tiempo = ¡

La idea de tiempo está inserta y latente en el espacio representa-


do con un cuadrado. Así, el círculo, en cuanto a idea de tiempo,
nace de las diagonales del cuadrado que permiten visibilizar la
circunferencia como un concepto inseparable del cuadrado [idea
del espacio]. La circunferencia, por su parte ―con un diámetro
deducido de la diagonal del cuadrado―, contiene a la espiral, la
que nos habla de una circunferencia [idea de tiempo] en movi-
miento. Esta idea de tiempo está conformada por ciclos, que al
igual que en el caso de la idea de espacio, dispone de iteraciones
fractales en formato micro y macro.
Un devenir del tiempo en movimientos concéntricos, 25 un
tiempo que retorna cíclicamente ―una y otra vez― a su prin-
cipio y origen, un tiempo, que mirando al pasado, pre-dispone
de unidades de desarrollo de crecimiento futuro preestablecidas
(Figuras 3, 6 y 7).26

2.3. La idea de una “ justa vinculación” se expresa en una matriz


polivalente orientadora

El designio vinculador, la máxima “la justa vinculación de los


opuestos”27 latente en el concepto Pacha deviene de la conste-

25 La matriz polivalente Chakana que contiene el círculo ―en representación


del tiempo― está conformada por unidades circulares concéntricas fractales,
escalonadas en relación de creciente y decreciente, respectivamente.
26
El tiempo expresado en forma de círculo contiene el movimiento propio de
una circunferencia. La espiral contenida en la matriz Chakana se expresa en la
parte superior de la expresión cerámica de Pacha.
27
Este designio de polaridad complementaria proporcional dual lo comparten
también las divinidades andinas, específicamente Wiracocha Pachayachachic,
el gran ordenador del universo. “El complemento cósmico del ‘Ordenador’ es
‘Pachacamac’, el ‘Creador’ o ‘Hacedor del Universo’. De esta manera, la concep-
ción de la Divinidad es dual, constituida por ‘Wiracocha’ y ‘Pachacama’, como
expresiones del orden y la energía universales” (Milla Euribe, 1990: 1).
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 183

lación Chakana o “Cruz del Sur”,28 entendida como un compás


orientador “escrito en el cielo” del hemisferio sur. Esta conste-
lación señorea el cielo austral, indicando siempre hacia el polo
sur y, por ende, brindando ―noche a noche― orientación29 a lo
largo de todo el año. Las(os) amautas30 ―sabias(os), filósofas(os),
astrónomas(os) y arquitectas(os) precolombinas(os)― “bajaron”
las estrellas del cielo reflejándolas en espejos de agua.31 Enfo-
cándose en las dos líneas, de diferente largo, que sólo unidas
conforman la cruz. Sobre esta base, construyeron un cuadrado
cuyos lados corresponden a la línea corta y la diagonal a la línea
larga― y luego una matriz polivalente que denominaron a su vez
Chakana.32 Así, la Chakana se transformó ―en su expresión de
matriz polivalente― en el eje orientador de la alta cultura andina
(Fig. 1 y 6).33 De este modo, se: “[…] representa este misterio de

28
La constelación Chakana en lo alto del manuscrito de Pachakuti Yamqui
expresa su vocación orientadora, la que se plasma en el génesis de un dios gene-
rador y ordenador del universo, que en sí mismo contiene al Pacha en dualidad
complementaria proporcional.
29
“[…] Desde siempre, nuestros mayores nos han señalado la Cruz del Sur
con sus cuatro estrellas guías como cuatro pequeños soles que guían a nuestro
pueblo y a nuestros pensamientos” (Aguilar Sayritupac, cit. por Milla Villena,
1983: 11).
30
“Los científicos del Mundo Andino […] su principal aporte fue el de or-
ganizar científicamente su sociedad […] Los cronistas Betanzos Blas Valera y
Montesinos nos dan una versión […] de esta organización, usando el término
Capaccuna para designar a la sucesión ordenada de 103 gobernantes que eran
escogidos en sabios Amautas y los arquitectos Astronómos: los Camasca Amauta
Runa. […] la Capaccuna era la institución encargada, ya 2000 años antes de
Cristo, de gobernar el Estado Confederado Andino Comunitario mediante un
gobierno colegiado formado por parejas representantes de los Cuatro Suyos o
regiones y presidido por una de ellas” (Milla Villena, 1983: 21).
31
“[…] una de las técnicas usadas por los arquitectos astrónomos andinos
desde las épocas del pre cerámico eran los espejos astronómicos” (Milla Villena,
1983: 52).
32
“Chakana: Chaka: ‘puente’, ka: ‘instrumento’. Chakana: Instrumento para
construir puentes” (Arriagada Peters, 2011: 46’ Glosario).
33
La Chakana, en su versión de matriz polivalente y fractal, contiene los polos
opuestos en una relación dual complementaria y proporcional. De ahí que ofrece
orientación concreta ―filosófica y matemática― en cuanto a la forma de vincular
184 Leonora Arriagada Peters

la chakana universal que tiende puentes [justos] entre lo huma-


no y lo divino, entre lo vivo y lo inerte, entre lo femenino y lo
masculino, entre el pasado y el futuro” (Estermann, 2008: 228).
Esta máxima que propicia la “justa vinculación de los polos”
es una vinculación relativa, siempre ajustada al espacio-tiempo
Pacha específico. La idea/forma de una justa vinculación entre
polos se expresa mediante una matriz polivalente, fractal y
multifuncional. Ella contiene una sucesión geométrica, fractal,
así como también concéntrica de cuadrados y círculos perfecta-
mente engarzados entre sí.

2.4. La idea de espacio-tiempo vincula un cuadrado/cubo con


un círculo/circunferencia. Espacio + Tiempo = o + ¡

La idea de espacio-tiempo en calidad de unidad eslabonada


indisoluble es representada mediante ensambles en relación de
equivalencia entre el cuadrado/cubo y el círculo/circunferencia,
en versiones bidimensionales y tridimensionales. Esta idea/for-
ma representa una unidad en consonancia con el principio de
dualidad complementaria (Figuras 4, 5 y 6).34

[…] el signo compuesto por el par “escalera” [en el cuadrado] y “es-


piral” [en la circunferencia] es quizá[s] el de mayor trascendencia,
al expresar el concepto de unidad de dualidad, manifestado en los
principios del cuadrado y el círculo en movimiento […] Este sentido
de movimiento por desplazamiento, infiere en los conceptos de “espa-
cio” y “tiempo”, como dos dimensiones de percepción de la realidad
y como expresiones de la dualidad cósmica” (Milla Euribe, 1990: 75).

“en forma justa” dichos opuestos, expresados simbólicamente en un cuadrado y


un círculo.
34
Cabe destacar la justa vinculación geométrica precolombina de los opuestos
cuadrado y círculo. Estos se correlacionan en forma proporcional y en relación de
equivalencia, gracias a la constante matemática andina Pi Katari que equivale a
la raíz de 10,00 léase √10 = 3.162… (Milla Villena, 1983: 71-77; Guerrero Ureña,
2004: 257-348).
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 185

Figura 4

El concepto panandino Pacha

PACHA
espacio- tiempo-
[materia] y [espíritu] = “espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]”,
el origen de todas las cosas

Aquí la complementariedad del espacio y del tiempo respon-


den y corresponden a un orden integrador, al equilibro natural
entre contrarios complementarios o componentes polares de la
unidad. En la idea de una unidad Pacha35 (espacio-tiempo), los

35
Pacha está con-formado por los polares complementarios: el Hurin Pacha
femenino y el Hanan Pacha masculino. Una vinculación que se evidencia en el
espacio urbano-arquitectónico precolombino, donde la idea/forma de lo femenino
se expresa con un círculo o circunferencia y la idea/forma de lo masculino con un
cuadrado y/o cubo (Chambi Pumakahua, 2009b: 35. Figura 17). Pacha, entendido
como una dualidad complementaria mujer/hombre, entendida como necesaria
e ineludible para cuidar la vida misma. Así las cosas, Pacha se espacializa en
Caral, la ciudad más antigua de América (3500-2500 a.C. aprox.). Esta ciudad de
intercambio, emplazada entre la selva con el océano, conecta estratégicamente
la Amazonía con las tierras bajas. La Planta de Caral está conformada por dos
mitades simétricas, donde la mitad Sur es la que representa lo femenino y la mitad
norte lo masculino. En este escenario Caral, en su estructura urbana enlaza lo
femenino Hurin Pacha con lo masculino Hanan Pacha. Pacha, manifestado en
una relación de dualidad en equivalencia 1:1 entre las partes, evidenciando que
186 Leonora Arriagada Peters

pares opuestos espacio y tiempo se interrelacionan aportando


sentido y movimiento.
Figura 5

El concepto panandino Pacha

PACHA
espacio- tiempo-
[materia] y [espíritu] = “espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]”,
el origen de todas las cosas

En la Figura 5 puede observarse una representación cerá-


mica del Pacha (Posnansky, 1929: 2,36 Milla Villena, 2003: 21)

las componentes Hanan/masculino = cuadrado + Hurin/femenina = círculo, solo


re-unidas y en forma complementaria, pueden alcanzar la meta de la conforma-
ción de la planta urbana. El mismo principio se evidencia a nivel arquitectónico
donde la planta cuadrada de la pirámide, está en directa relación proporcional de
equivalencia con la traza circular del observatorio hundido anexo, logrando uni-
dad en la diversidad (Shady Solís, 1997, 2004, 2006; Shady Solís y Leiva, 2003).
36
“[Pacha] ‘Signo Sagrado de Tihuanacu’ que se presenta en forma de motivo
‘escalonado’ [...] este signo demuestra con toda evidencia el ‘ligamen prehistórico
de todos los pueblos culturales de las Américas’, porque no por mera casualidad
se repite un signo centenares de miles de veces en los artefactos prehistóricos de
culto y cultura de un continente” (Posnansky, 1929: 2).
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 187

que eslabona el espacio = o y el tiempo = ¡ con apoyo de


un eje mediador = para asegurar la “justa vinculación de los
contrarios”37 dentro de la unidad complementaria proporcional
dual espacio[materia] y tiempo-[espíritu] (Figuras 2 y 7).38
En esta pieza cerámica precolombina, el cuadrado o habla
del espacio-[materia] y se expresa como una escalera que alude
a los tres mundos ―el mundo de arriba, el de aquí y el de aba-
jo―, denominados respectivamente Hanan Pacha, Kay Pacha y
Uku Pacha.
El círculo ¡ habla del tiempo-[espíritu], representado en
forma de una espiral, la cual encarna la mutación cíclico-
concéntrica de aquél (Figura 6).39 La espiral hace alusión ―con
círculos concéntricos varios― a un desarrollo que considera
unidades predeterminadas de evolución cíclicas.

Pacha está representado por tres elementos. El Espacio y El Tiempo


sintetizados ambos en Purapa y el tercero es el Chika o Taypi, que
viene a ser el mediador o el Persona-eje, que vemos de pie, sobre el
cual giran los otros dos. Los tres elementos están sintetizados en la
presencia continua del símbolo formado por la conjunción de una
escalera o Chacana que expresa el Espacio con una espiral que repre-
senta el Tiempo Cíclico de radio siempre creciente y siempre diferente
que nos permite conocer el Pasado y planificar el Futuro desconocido
[…] (Milla Vilena, 2003: 21).

El concepto Pacha eslabona el espacio-[materia] y tiempo-


[espíritu], con-formando un todo unitario y dual (Figura 4).

37
He aquí las fuentes y el camino de triple exploración que permiten hacer
esta aseveración.
38
Aquí la síntesis de la idea “espacio[materia] y tiempo-[espíritu]” expresa-
da en la unidad cuadrado-[escalera] y círculo-[espiral], está contenida en una
Chakana tridimensional representada mediante la expresión material cerámica.
39
Los círculos concéntricos y fractales están contenidos en la matriz Chaka-
na. Así también la espiral, con módulos de crecimiento preestablecidos.
188 Leonora Arriagada Peters

3. Los avatares de la forma/idea


en el espacio-tiempo Pacha: el cambio constante

Los avatares de la forma/idea en el Pacha, entendido este término


como concepto originario y generador de vida en el espacio-
tiempo, implican ineludibles transformaciones que conllevan
cambios incesantes, cíclicos y relativos. Si el tiempo o tiempo-
[espíritu] forma parte constitutiva de la unidad indisoluble
Pacha, entonces la forma/idea está inexorablemente sujeta a
dicha modificación constante. En este contexto, la presencia del
tiempo, la cuarta dimensión, aporta movimiento, conduce a la
metamorfosis y a una consecuente transformación.

3.1. La forma/idea sujeta a cambios cíclicos

De sumo interés son los cambios cíclicos de la idea/forma dentro


del Pacha. Aquí se distingue el cambio cíclico propio de los pro-
cesos de mutación constante ―día/noche, verano/invierno― y
el cambio que alude a cambios mayores. La perspectiva se am-
plía entonces y se enfoca en cambios de era, en cambios que se
entienden como un acabamiento y un renacimiento del Pacha,
denominado Pachakuti:40

Pachakuti significa revolver el tiempo, en un doble sentido: perderse


en el tiempo viejo y renovarse en el tiempo nuevo. Pachakuti significa

40
“Pero no sabemos nunca lo que se vuelca, revuelca o se trueca, si no analizamos
el concepto de Pacha en otro vocablo como pachayachachix […] que significa el que
enseña Pacha o el maestro de Pacha” (Untoja Choque y Mamani Espejo, 2000: 23).
“Kuti. Es la expresión de Alternancia, vuelta o cambio, vuelco o turno, como el
frío y el calor en invierno y verano […] Es el eterno retorno siempre igual y dife-
rente de la Espiral, que contiene por igual a la Vida y a la Muerte, en un proceso
infinito” (Milla Villena, 2003: 154). “No hay continuidad lineal ininterrumpida
entre los diferentes ciclos o épocas; el tiempo andino es radicalmente discontinuo
y procede a manera de ‘saltos’ o ‘revoluciones’ cósmicas (pachakuti). La idea
occidental de ‘progreso’ en el sentido de avance diacrónico o hacia lo mejor, su-
perior y más desarrollo choca fundamentalmente con la concepción cíclica andina
de ‘regreso’ (kutiy) a un estado más perfecto y ordenado” (Estermann, 2008: 129).
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 189

entonces el vuelco o trueque del Pacha, es un revolver tiempo-espacio


y del espacio-tiempo (Untoja Choque y Mamani Espejo, 2000: 23).

La observación del Pachakuti, el Pacha como maestro del


cambio, abre nuevos horizontes. La observación de esta muta-
ción y el análisis de las recurrentes regularidades del proceso,
permiten entender el pasado y ofrecer herramientas para la pla-
nificación del futuro próximo y desconocido. Este entendimiento
provee la posibilidad de planificar-modelar, de dar forma a un
futuro que ―desde la perspectiva de los Pachakutis― traerá
consigo ineludiblemente elementos seriales recurrentes del
espacio-tiempo pasado, pero de forma nueva y diferente: “[…]
‘pachacuti’ es el concepto que indica la noción de ciclo, que es
retorno al mismo principio y crecimiento por unidades o etapas
de desarrollo” (Milla Euribe, 1990: 68).

3.2. La forma/idea sujeta a cambios relativos

Sumado a los cambios constantes y cíclicos, están las adaptacio-


nes relativas de la forma/idea a un espacio-tiempo concreto. Aquí
se distingue claramente entre una variable constante y su adap-
tación relativa a un espacio-tiempo único y específico. Un buen
ejemplo para aclarar esta idea/forma es la unidad matemática
relativa denominada Papakancha.41 Un análisis morfológico nos
habla de una kancha ―una superficie rectangular― destinada al
cultivo de la papa (Figuras 1 y 6).42 En lo específico, las dimen-
siones de la Papakancha varían según el lugar donde se emplace
la superficie que se desea cultivar. Si la Papakancha se ubica en

41
“La relatividad del tamaño superficial de la papakancha, se debe a diferentes
valores de la entropía del medio ambiente ecológico (que incluye las variaciones
en la calidad de los suelos) que por ser decrecientes en cuanto que se sube la al-
tura, ocasionan incremento en la duración de los ciclos de descanso entre labores
de cultivo […]” (Earls, 1984: 7).
42
Nótese la presencia de unidades de cuadrados fractales varios, conformando
una filigrana o telar en la matriz orientadora Chakana.
190 Leonora Arriagada Peters

Quito, la superficie es igual a 1.00. Si ella se ubica en Cusco la


superficie aumenta a 1.03 o en su defecto, si se le encuentra en
Tucumán, a 1.11 (Earls, 1984: 7-8; Arriagada Peters, 2016):

La explicación sobre esta medida se halla en un manuscrito de la


Visita y Composición de las tierras hecha en el Cuzco en 1711 por el
Marqués de Valdelirios Juez y Visitador General de Tierras […] En
los autos seguidos por los ayllus reales de Hatun Yngacona y Capac
Ayllu declararon poseer en Patallacta entre otros bienes 245 papa-
canchas y “como esta medida de papacancha no es muy ordinaria ni
usada” y su extensión poco clara, pidieron al medidor de la Visita don
Guillermo Gato una declaración especial de la cantidad de tierra que
representaba una papacancha […] Según estas noticias la medición
del suelo no fue una medida rígida, comprendía más bien un factor
relativo + suelo + tiempo + clima (Rostoworowski Tovar de Diez
Canseco, 1978: 26-27).

El uso de esta idea/forma de unidad de medida relativa Pa-


pakancha, fue estratégica para la economía precolombina, dado
que la unidad en cuestión responde y corresponde a la superficie
relativa necesaria para cultivar papas y obtener siempre la misma
cosecha. En este escenario la forma/idea sujeta a cambios relati-
vos requiere claridad respecto de la constante y lo relativo en sí
misma. En el caso de la Papakancha la cosecha es la meta cons-
tante. En cambio, las dimensiones de la superficie son variables
relativas,43 necesariamente ajustables a las condiciones especí-
ficas del contexto del altiplano, la costa, el pie de monte u otro.
Los avatares de la forma en el Pacha se evidencian materiali-
zados en la agronomía prehispánica. Invito a detener la mirada
sobre el laboratorio al aire libre Moray44 “[…] un colegio experi-
43
“Esta idea de relatividad en la medición no se basaba sobre una medida
exacta, sino en un factor de necesidad que contempla una serie de elementos. Este
mismo concepto se aplicaba para las demás medidas de área usada en el ámbito
andino” (Rostoworowski Tovar de Diez Canseco, 1978: 26-27).
44
“Moray: ‘redondez concéntrica, que engendra vida en el mundo animal y
vegetal en forma cíclica’” (Arriagada Peters, 2011: 46’ Glosario). Moray, Muray
o Muyay. “Muyu s. Geom. Círculo, circunferencia, redondez […]” (Academia,
1995: 342). “Muya. 1. Semilla; como mujo, moya. 2. Huerto, jardín. 3. Pastal
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 191

mental de los Incas” (Earls, 1989: 36). En este importante centro


de investigación agrícola al aire libre precolombino ―ubicado
en el Valle Sagrado al norte de Kusko― se investigó así como
también se testeó ―por un periodo de varios siglos―45 el cultivo
de la papa y el maíz. En “Moray: ‘redondez concéntrica, que
engendra vida en el mundo animal y vegetal en forma cíclica’
(Arriagada Peters, 2011: 46’ Glosario) se ‘creó la vida’, 46 se
‘multiplicó la flora y la fauna’”.47
Las instalaciones de este laboratorio agrícola, con-formadas
por andenes de cultivo aterrazados, circulares concéntricos y
sobrepuestos, reproducen los ecosistemas de los diversos pisos
ecológicos de la región en forma microescalonada. Aquí se per-
siguió el vincular los opuestos: la tierra y el agua en el Pacha,
para conformar una unidad indisoluble que genera y crea vida
nueva. Sobre esta base se desarrolló una agronomía otra, que hoy

de cerros. 4. Macho de carnero destinado a procreación” (Perroud y Chauvenc,


1970: 115). “Muya s. Jardín” (V. Iinkill). Huerta, huerto; pastizal en los cerros
perteneciente a pueblo o comunidad (Perú) […]” (Rosat Pontacti, 2004, 632).
“Muyana v. Producir, procrear, concebir, engendrar […]” (Torres Fernández de
Córdova, 1982: 196). “Muyay. 1. Unirse sexualmente los animales. Engendrar las
bestias. 2. Muyachay. Dar semilla árbol, planta. Escoger semilla para sembrar”
(Perroud y Chauvenc, 1970: 115).
45
Investigaciones actuales plantean que Moray pudiera haber sido construido
en torno a 370 d.C., es decir 1.000 años antes de lo supuesto por los arqueólogos
a inicios del siglo xxi. “De ser cierta dicha variación angular desde el Círculo ii
sería de 272 x 6 = 1632 años (de hace unos 1630 años, 370 años d. C.)” (Salaverry
Llosa, 2007: 253).
46
“Miray: v. Reproducción en personas y animales […]” (Academia, 1995:
325). “Mirama. v. Aumentar, propagar, multiplicar, acrecentar; extender; llevar;
adicionar, acrecer, agregar, añadir, sumar; amplificar; dilatar; fecundar; agran-
dar” (Torres Fernández de Córdova, 1982: 192). “Multiply/multiplicity [...] miray
(v.) to multiply; multiplication; to argument a predetermined group of living be-
ings (but not things) mirachay (v.) to cause to multiply (through the intervention
of a third party)” (Urton, 1997: 159).
47
La clasificación kichwa “[…] con rasgos morfológicos, ecológicos o etológi-
cos, similares, y el nombre kichwa o etno-especie equivale a la especie científica
desde la taxonomía linneana con una correspondencia de 1:1.” (Jacome Negrete &
Guademas Flores 2015, 63), evidencia un preciso conocimiento medioambiental.
192 Leonora Arriagada Peters

podemos denominar orgánica. Un “cultivo de la vida”48 en cons-


tante búsqueda de “justas alianzas entre opuestos”. Ello propició
a) el policultivo,49 b) las asociaciones entre cultivos diversos, y
c) la rotación de suelos, y el desarrollo de una epigenética que
culminó con aproximadamente 4,000 variedades diferentes de
papas. Así las cosas, el desarrollo de la micro-investigación
agronómica se hizo en Moray; y la macro-aplicación, en los an-
denes de producción al otro lado del río Urubamba, con cultivos
masivos en una relación 1:500.50 Una herencia de saberes que
pudiera ofrecer orientación en aras de resolver el desafío de una
sana alimentación global.

48
En el ámbito del “cultivo de la vida humana”, el principio de equilibro entre
las dos (Pa) energías en movimiento (Cha), que conforman el Pacha nos puede
orientar en el redescubrimiento de la medicina andina ancestral. Todo indica
que el conocimiento del Pacha, formó parte constitutiva del diagnóstico de los
médicos y cirujanos andinos. “El espacio y el tiempo en los orígenes de la enfer-
medad” (Cifuentes, 1992: 55). Cabe mencionar que el ejercicio profesional de la
‘cirujía y medicina con hierbas’ andina, desapareció oficialmente el 08.04.1559,
cuando el Cabildo de Kusko, tomó la decisión de “[…] mandarán que se pregone
públicamente que ninguna persona de aquí adelante sea osado de curar de cirujía
ni medicina ni con hierbas a ningunos españoles ni españolas sin que primero
traigan a presentar y presenten los títulos y facultad por donde hacen las dichas
curas en el cabildo, para que visto se provea y ordene y mande quien debe curar so
pena de cada mil pesos al que fuere inobediente, para la cámara de Su Majestad”
(Gonzales Pujana, 1982: 197).
49
“En este sentido, la práctica en la cultura de Quivi Quivi Alta es el manejo
‘policíclico’ en el ciclo de producción agrícola. La crianza de una biodiversidad
vegetal alimentaria en espacios reducidos ha sido y es uno de los rasgos peculiares
de su agricultura intensiva, logrando domesticar y recrear 33 especies diversifica-
das, que corresponden a una variedad de familias […]” (Aguilar Flores, Vilches
Torrejón y Condori Flores, 2001: 117).
50
“[…] me limitaré a indicar que los resultados de esos cálculos dan una
magnitud cercana a 500 m; es decir, que cada sector de producción sería una franja
altitudinal de aproximadamente 500 m. Recordemos que los cuatro muros de los
andenes de S.I.I en Moray apenas alcanzan unos ocho metros, mientras el sector
inferior (lis-2c) de Linday fue de 500 m” (Earls, 1989: 316).
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 193

Figura 6

La Chakana: una matriz polivalente.


La primera orientación para construir puentes

CHAKANA
Cuadrado y Círculo = “justa vinculación de los opuestos”
justa vinculación geométrica
del círculo y el cuadrado

4. La forma/idea en el espacio-tiempo Pacha abre nuevos


horizontes

El concepto panandino Pacha, polisemántico, polifacético y


polifuncional, posibilita nuevos horizontes (Figura 7).51 Pacha:
“espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]” invita a ver la vida per-
sonal y colectiva entendida como una unidad [materia/cuerpo-
espíritu/alma] en un contexto de complementariedad proporcio-
nal dual y plantea el cuidado de las justas vinculaciones entre
los polares como desafío constante. Pacha entiende la vida, las

51
Esta imagen síntesis habla del concepto Pacha como el factor generador y
ordenador de una vida en cambio constante, cíclico y relativo.
194 Leonora Arriagada Peters

ideas y la vida de las ideas desde sus inicios como un proceso


tetradimensional, insertas en un contexto en que las formas/ideas
y su correspondiente expresión formal están sujetas a muta-
ciones y cambios constantes, cíclicos y relativos. Un escenario
en que el avatar de las ideas/formas está sujeto a las leyes del
espacio-tiempo Pacha.

Figura 7

El concepto panandino Pacha

PACHA
espacio- tiempo-
[materia] y [espíritu] = “espacio-[materia] y tiempo-[espíritu]”,
el origen de todas las cosas

Todo esto nos invita a indagar nuevas implicaciones de los


avatares de la forma/idea en el Pacha. Es de interés la propues-
ta del “espacio-tiempo histórico” que desarrollara el peruano
Haya de la Torre52 a mediados del siglo xx. A lo largo de más

52
La falta de sistematización en el contexto científico y una personalidad
controversial con ribetes “míticos” pudieran explicar la escasa o nula resonancia
de su interpretación espacio-tiempo histórico. Una perspectiva innovadora que
presumiblemente se vio afectada por una feroz adhesión y oposición que su genio
y figura (Vega-Centeno, 1991: 253-293) generó dentro y fuera del Perú por varias
décadas.
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 195

de dos decenios le planteó a Einstein53 la posibilidad de aplicar


el concepto espacio-tiempo ―es decir la idea de ‘lo relativo’― a
la interpretación de la historia universal.54 Emulando a Eins-
tein, Haya de la Torre asevera: “De allí surge nuestra teoría del
espacio-tiempo histórico, respondiendo a Einstein que dijo: ‘no
hay fenómeno sin su espacio y su tiempo’. Y nosotros dijimos
también: no hay fenómeno histórico sin su tiempo y su espa-
cio” (Haya de la Torre, 1977: 482). Con esta argumentación, el

53
La relación de amistad entre Albert Einstein y Victor Raúl Haya de la Torre
abarca el Berlín de la década de 1930 y Princeton a inicios de 1950. Una amis-
tad que se construyó sobre un debate continuo en torno al concepto Spacetime
y la preocupación por la paz mundial. “Estreché por primera vez la mano de
Einstein en Berlín […] Y ello aconteció en el duro invierno de 1929. Einstein y
Goldschmidt solían visitarse; y era yo, entonces, secretario del Wirtschaft Institut
Latein-America, que Goldschmidt fundó, y trabajaba con éste en la biblioteca
de Grunewald. Eventualmente conversé más de una vez con el justamente lla-
mado ‘Aristóteles de nuestro tiempo’ y le escuché tanto en sus conversaciones
con Goldschmidt como en las que semana a semana sostenía públicamente con
Planck en la rotonda de la Academia de Ciencias. Ambos torneos verbales que
eran presenciados por gran número de gentes interesadas en los problemas de la
relatividad y la quanta” (Haya de la Torre 2010: 219).
54
En diciembre de 1929 en Berlín, bajo el título ¿Todo Relativo? Haya escri-
be: “¿Ha de traer el relativismo nuevas normas al pensamiento humano? ¿Fuera
de la planta euclideana y tridimensional hallará el hombre nuevas expresiones
y nuevas concepciones? […] El mundo ha vivido hasta hoy varios siglos de
filosofía que podría llamarse tridimensional, si, como los discípulos del jardín
de Academos debemos pensar geométricamente. Sólo hemos tenido hasta hoy,
noción de cuerpos rígidos con longitud, latitud y profundidad. Rígida también
ha sido nuestra tradición dogmática, religiosa. Euclides preside e inspira todas
nuestras cláves [claves] mentales, aunque ignoremos geometría. […] Al hablar
de estas cosas Einstein sonríe y calla por largos momentos. Su campo es la
Física. Pero él sabe bien que, aunque muchos lo nieguen todavía, cada paso
hacia la elucidación del nuevo concepto cuatridimensional del universo, es etapa
ganada hacia una nueva filosofía” (Haya de la Torre 1976: 171-172). “Haya de la
Torre presenta el nuevo pensamiento americano y deja conocer sus ideas de
interpretación histórica relativista. Su tesis central consiste en afirmar que no hay
un solo proceso histórico, sino múltiples. Según él, no existe un desenvolvimiento
histórico en línea recta sino campos históricos gravitacionales, es decir, que cada
área espacio-temporal tiene su ritmo peculiar de desarrollo […] Para Haya de la
Torre, la ciencia, la economía, la sociología y la política deben surgir de su propio
espacio y tiempo, que es intransferible” (Marsiske, 1991: 243).
196 Leonora Arriagada Peters

historiador desarrolló un pensamiento americano y un discurso


político en consonancia, que plantea relativizar la interpretación
de la historia desde una única perspectiva eurocentrista. Sin
haber vinculado su espacio-tiempo histórico con el concepto de
Pacha, medirse con el rigor de las matemáticas u ofrecer una
sistematización filosófica, su propuesta abre nuevas perspectivas
tanto teóricas como prácticas. En este marco, Haya de la Torre
comenta su último encuentro con el genio matemático creador
de la teoría de la relatividad. En dicha oportunidad, Einstein le
planteó su apoyo para indagar aplicaciones del concepto espacio-
tiempo (Spime), en un contexto que va más allá del ámbito propio
de la física:

De pie mientras nos fotografiaban, el profesor Einstein me reiteró


amables palabras de aliento acerca de mi proposición sobre el Espa-
cio-Tiempo-Histórico. Me estimuló a seguir y recalcó el significado
subjetivo del Espacio-Tiempo [...] y luego me repitió con mucho con-
vencimiento: ―It sounds so logical that it seems that a whole theory
could be set up (Haya de la Torre, 1956: 151).

Visto así y reinterpretando la sugerencia de Albert Einstein,


el abocarse a un serio análisis del concepto panandino Pacha,
vinculándolo o no con el Spime, posibilita insospechados hori-
zontes. Nos da luces respecto de nuevos entendimientos de los
avatares de las ideas/formas insertas en el espacio-tiempo. Esto
nos convoca a desarrollar “toda una teoría” que pudiere vincular
en forma justa el mundo de conceptos panandinos con el acervo
científico que nos regalan Einstein y otros tantos físicos y ma-
temáticos, en el espacio-tiempo Pacha. La construcción de una
nueva teoría en torno al Pacha pudiera darse desde a) una visión
europea-anglosajona, b) una mirada en términos de un análisis
filosófico y/o filosófico-matemático y matemático comparado
entre la mirada europea-anglosajona y la visión andina respecto
de los conceptos Spime y Pacha, así como también su interre-
lación viceversa, y c) desde una perspectiva, que considerando
el referente conceptual europeo-anglosajón como lengua fran-
Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha 197

ca, anclada al concepto panandino Pacha “espacio-[materia] y


tiempo-[espíritu], origen de todas las cosas”, busque aportaciones
desde las filosofías andina, árabe, europea-anglosajona, china,
india y otras. La invitación queda extendida.

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204 Leonora Arriagada Peters

___________ (2003). Diccionario quechua-español = Runa simi-


Español. Lima/París: Biblioteca Nacional del Perú/Universidad
París VIII Vincennes Saint-Denis.
Sobre la re-conceptualización... 205

Avatares de la forma.
Tópicos del Seminario, 42.
Julio-diciembre 2019, pp. 205-234.

Sobre la re-conceptualización de los distintos significados


del término τὸ ὄν. Un análisis de Categorías 2, 1a 20-1b 9
y algunos pasajes de la Metafísica de Aristóteles

Guillermo Callejas
Universidad Nacional Autónoma de México

Introducción

Nuestro propósito en este artículo será encontrar, a partir de


un análisis de Categorías 2, 1a 20-1b 9 (Cat.) y algunos pasajes
específicos de Metafísica (Met.), ciertas definiciones y conceptos
que nos permitan construir una serie de argumentos a favor de
la siguiente hipótesis:
Hipótesis (H):
Tres de los tecnicismos expuestos en Cat. 2 son un antece-
dente de lo que Aristóteles mismo, en diversos pasajes (como
Metafísica Δ 30 y E 2), entenderá por los términos necesario
(ἀναγκαῖος), accidente (συμβεβηκός) y lo que se da general-
mente (ὡς  ἐπὶ  τὸ  πολύ). Suponemos que Aristóteles importó
hacia otras partes de su obra los tecnicismos lo que se dice de
un sujeto y no está en un sujeto, lo que está en un sujeto y no
se dice de un sujeto y lo que se dice de un sujeto y está en un
sujeto; a partir de dicha importación, estos tecnicismos de Cat.
2 fueron re-conceptualizados, adquiriendo, respectivamente, la
denominación de lo que Aristóteles define en otros contextos
206 Guillermo Callejas

como aquello que se da necesariamente, accidentalmente y


generalmente en un sujeto.
Consideramos que la sustentación de H podría contribuir a
la tesis de que Cat. 2 es un escrito en el que se expone la natu-
raleza y las condiciones de la necesidad, la accidentalidad y la
generalidad, términos que serán fundamentales para el desarro-
llo posterior de ciertas teorías de carácter lógico, ontológico y
metafísico; más aún, suponemos que también puede contribuir
a la tesis de que Aristóteles, en algunas ocasiones, plantea dis-
tintos cambios de enfoque, en donde la re-conceptualización de
los términos se justifica por el hecho de que los mismos objetos,
al ser analizados desde distintas perspectivas teóricas, merecen
adquirir una nueva denominación. Particularmente y, en lo que
atañe a un objetivo específico de este trabajo, el tratamiento de H
nos permitirá también, sobre la base del análisis de la necesidad,
vislumbrar el peso lógico y ontológico que Aristóteles le da a la
forma (εἰδός), bajo el supuesto de que ésta posee tanto un valor
predicativo como un valor existencial.
Alternamente, la sustentación de H también podría contribuir
a lo dicho por autores como Ackrill (1963: 74), quien consideraba
que los significados que expresan las distintas combinaciones
de los tecnicismos lo que se dice de un sujeto y lo que está en
un sujeto, tenían una función preponderante en casi todos los
textos del estagirita. Por otro lado, lo anterior también ayudaría
a reafirmar lo dicho por autores como Simplicio (2003: 44, 1
23), quien ya trazaba esta relación entre los tecnicismos de Cat.
2 y lo que él denominaba como sustancia particular, sustancia
universal, accidente universal y accidente particular.
Buena parte de la intensa y fructífera discusión sobre Cat. 2
(liderada fundamentalmente por Ackrill, 1963 y Owen, 1965), así
como algunas de sus interpretaciones alternas (como los trabajos
de Cohen, 2013 y de Wedin, 2000), han explicado los tecnicismos
que allí aparecen a partir de su identificación con los términos de
universalidad e individualidad. Así, lo que se dice de un sujeto,
al referirse al género y a la especie, se suele identificar con algo
Sobre la re-conceptualización... 207

universal y lo que está en un sujeto, al referirse a algo que no puede


darse separadamente de él, se identifica con algo individual (o ac-
cidental). Sobre la base de dicha identificación se desatan varias
discusiones fundamentales, una de ellas es la discusión en torno
a si estos individuales son o no son sustanciales (non-substantial
individuals). Nuestra H no representa una interpretación total-
mente ajena a esta discusión. Sin embargo, sí consideramos que
nuestro abordaje sobre ésta será desde una perspectiva diferente,
la cual podría permitirnos ver los alcances que tuvieron estos
tecnicismos en algunos pasajes de Met. Este cambio de enfoque
podría contribuir a: 1. Entender en qué sentido los individuales
son sustanciales y en qué sentido no lo son y, principalmente,
2. Enriquecer el desarrollo teórico y estructural que Aristóteles,
indirecta y directamente, plantea en pasajes como Met. A 1 o
E 1-2, en donde los conceptos de necesidad y de generalidad
separan el ámbito de lo que se concibe como las distintas ramas
del saber humano, cuyos principios y causas se dividen en la
ciencia de lo que siempre es y la ciencia de lo que admite ser
de otra manera.
Dicho esto, el presente artículo estará dividido en dos partes:
en la primera analizaremos los tecnicismos de Cat. 2, concen-
trándonos, específicamente, en tres de ellos. En la segunda
analizaremos los términos necesario, accidente y lo que se da
generalmente, tratando de validar nuestra H a partir del análisis
de algunos pasajes muy específicos de Met. E 2, y, sólo en lo que
respecta al análisis del término ὡς ἐπὶ τὸ πολύ recurriremos a
algunos pasajes de Analytica Priora (Apr.) y Analitica Posteriora
(Apo.) a fin de complementar lo dicho en torno a este término.

1. Categorías 2: las cosas que son (τά ὄντα)

En Cat. 2, Aristóteles ofrece una clasificación de las τά ὄντα, la


cual se constituye a partir de las diversas combinaciones posibles
entre las respectivas afirmaciones y negaciones de las expresio-
208 Guillermo Callejas

nes “lo que se dice de algún sujeto” (τά καθ᾽ ὑποκειμένου τινὸς


λέγεται) y lo que está en un sujeto (ἐν ὑποκειμένῳ ἐστι) (Ac-
krill, 1963: 74). A partir de estas combinaciones se conforman
los tecnicismos característicos de Cat. 2, que se enuncian de la
siguiente manera:

• Tecnicismo 1 (T1): “Lo que se dice de un sujeto sin estar en


un sujeto”. Ejemplo: Hombre (ἄνθρωπος), dicho de hombre
individual (ὁ τίς ἄνθρωπος).
• Tecnicismo 2 (T2): “Lo que no se dice de un sujeto y está
en un sujeto”. Ejemplo: El conocimiento gramatical indivi-
dual (ἡ τίς γραμματική) o el color blanco individual (τὸ τὶ
λευκὸν).
• Tecnicismo 3 (T3): “Lo que se dice de un sujeto y está en
un sujeto”. Ejemplo: La ciencia (ἡ ἐπιστήμη) es algo que se
dice de un sujeto y está en un sujeto.
• Tecnicismo 4 (T4): “Lo que ni se dice de un sujeto ni está
en un sujeto”. Ejemplo: Hombre individual (ὁ τίς ἄνθρωπος)
o caballo individual (ὁ τίς ἵππος).

Con estas expresiones, Aristóteles dilucida cada una de las


partes que tendrán una función preponderante en el desarrollo
de cierto aspecto de su Lógica, el cual parte de dos diferencia-
ciones básicas: la primera consiste en la distinción entre el sujeto
(identificado con T4) y cualquier tipo de predicado (T1, T2 y T3),
en tanto que la segunda señala las distinciones intrínsecas entre
estos tres predicados. Así, Cat. 2 podría ser concebido como el
escrito en el que Aristóteles enuncia las características del sujeto
y sus tipos de predicados.
La preocupación de Aristóteles en Cat. 2 parece ser la de
ahondar en la diferenciación de cada uno de estos tecnicismos,
poniendo al descubierto sus propiedades. Quizá podría discutirse
la falta de claridad con la que Aristóteles realiza esta diferencia-
ción, pero dichas propiedades pueden evidenciarse a partir de las
Sobre la re-conceptualización... 209

ejemplificaciones que él mismo ofrece sobre cada uno de ellos


y por su confrontación con otras partes del tratado, específica-
mente, con lo que afirma en Cat. 5.
Con T4, Aristóteles se refiere a la sustancia (οὐσία), como se
afirma en Cat. 5, 2a 11-15. Aquello que ni se dice de un sujeto ni
está en un sujeto determina al propio sujeto como ente sustancial
y como el más primordial de los entes (Clearly, 2010: 42-43).1
El sujeto, bajo ninguna posibilidad, puede fungir como algo que
se da en otra cosa, sino más bien que él es aquello de donde las
demás cosas se dan. El sujeto presenta tres características: 1. Ser
algo que es (τό ὄν), 2. Ser algo que no puede decirse ni estar en
sujeto alguno, y 3. Ser una sustancia primaria.
El significado de T1 es equivalente a lo que en Cat. 5 se
define como sustancias secundarias (δεύτεραι οὐσίαι), pues el
predicado hombre se muestra como una ejemplificación común
entre lo que se dice de un sujeto sin estar en un sujeto y las
sustancias secundarias. T1 designa un tipo de predicado no in-
dividualizado (como hombre en el caso de hombre individual),
pero que es inherente al sujeto mismo. Esta inherencia muestra
el hecho de que este tipo de predicados siempre están presentes
en este tipo de sujetos, pues al ser predicados definitorios cons-
tituyen la forma del sujeto.2 T3, por su parte, designa un tipo de
predicado no individualizado que se da en el sujeto, pero que no
es inherente a él. Finalmente, T2 designa un tipo de predicado
individualizado (señalado siempre por el pronombre indefinido
τις) no definitorio y particular, lo que le impide darse de la misma
manera en un sujeto alterno de una misma clase. Más adelante
retomaremos estas definiciones, por ahora, basta decir que estas
1
El autor afirma que la distinción que Aristóteles realiza en Cat. 5 sirve
para establecer la relación de prioridad entre la sustancia primera y la sustancia
segunda. A diferencia del idealismo platónico, en Aristóteles la substancia con-
creta posee mayor prioridad ontológica que la especie y ésta, a su vez, mayor
prioridad ontológica que el género. Más adelante (pp. 58-59), Cleary concluye
que los capítulos 12 y 13 de Cat. fueron escritos antes del capítulo 5.
2
Decimos forma entendida como la definición de la esencia y sus géneros.
Sobre este punto, consúltese Física II 3, 194b 27-28.
210 Guillermo Callejas

caracterizaciones son suficientes para distinguir las propiedades


particulares de cada uno de estos tecnicismos.
A su vez, esta distinción entre el sujeto y las cosas que se dan
en él traza una diferencia primaria entre las cosas que son (τά
ὄντα), que podríamos definir de la siguiente forma:
a) Existe algo que es imposible que se dé en otra cosa.
b) Existe algo que puede darse en (ὑπάρχειν) otra cosa.
Sobre la base de esto, se afirma lo siguiente:
c) T4 es un sujeto y una sustancia y, en tanto tal, es imposible
que se dé en cualquier otra cosa. Hombre individual no puede
ser el predicado de caballo individual (ni de ningún otro sujeto).
Hombre individual tampoco podría ser el predicado de hombre
individual (la tautología se produce ante la imposibilidad del
sujeto por fungir, alternamente, como su propio predicado).
d) Lo que puede darse en (ὑπάρχειν) un sujeto se da de tres
maneras distintas:
d1. T1: Se da como algo que se dice de un sujeto sin estar
en un sujeto.
d2. T2: Se da como algo que no se dice de un sujeto y está
en un sujeto.
d3. T3: Se da como algo que se dice de un sujeto y está en
un sujeto.
Con fundamento en lo dicho anteriormente, de las cosas que
son, una (T4) funge como sujeto y las otras (T1, T2 y T3) como
predicados. Estos predicados se dan en un sujeto y de todos ellos,
sólo T1 enuncia un predicado definitorio y que es formal desde
el punto de vista predicativo. En la Lógica aristotélica, existen al
menos dos verbos para designar el status de los predicados del
sujeto: el verbo ὑπάρχειν, que designa la subsistencia (Liddell,
1996: 1854)3 de los predicados del sujeto y el verbo εἶναι, que
designa la inherencia de los predicados subsistentes del sujeto.

3
“In the Logic of Arist. ὑπάρχειν denotes the subsistence of qualities in a
subject”.
Sobre la re-conceptualización... 211

La subsistencia es una característica de T1, T2 y T3, pero el sub-


sistir inherentemente en el sujeto es una característica propia de
T1. Rijk (2002: 37-43), quien también entiende el verbo ὑπάρχειν
de esta manera, señala dos aspectos importantes: 1. La afinidad
semántica que existe entre ὑπάρχειν y algunos significados de
εἶναι y 2. El uso frecuente que le da Aristóteles a este verbo
para indicar la inherencia de una propiedad en una sustancia. De
conformidad con esto, el argumento de la afinidad señala que
ambos verbos son, en un sentido, equiparables en tanto que el
verbo ὑπάρχειν también pone al descubierto ciertas propiedades
del sujeto (aunque no lo define).
A partir de ello, podemos afirmar que los verbos ὑπάρχειν y
εἶναι predican (κατηγορεῖσθαι) lo que las cosas son (τά ὄντα),
pero de manera distinta. Lo que significa que:
a) Cualquier cosa se predicará (κατηγορεῖσθαι) de un sujeto
si y sólo si es algo que es (τό ὄν) y se da en (ὑπάρχειν) un sujeto
sin ser inherente a él o se da en un sujeto siendo inherente a él.
El darse en (ὑπάρχειν) un sujeto sin ser algo inherente a
él es la única condición para que T2 y T3 puedan predicarse de
un sujeto. Y, el ser “inherente” (εἶναι) a un sujeto es la única
condición para que T1 pueda predicarse de un sujeto. Dicho esto,
afirmamos que:
b) Estas tres formas de predicación son cosas que son y que,
de diferentes maneras, se dan en el sujeto.
c) El sujeto es algo que es, pero que es imposible que se dé
en otro sujeto.
Como ya lo señalamos, la afirmación anterior también aplica
en el caso de T1 (es decir, en el caso de los predicados primor-
diales) pues para que hombre o animal puedan ser algo que es,
es necesario que, primero, el hombre individual sea. En térmi-
nos existenciales, para que exista aquello que define al sujeto,
primero debe existir el sujeto mismo. El sujeto es en virtud de
sí mismo y sus predicados son en virtud del sujeto, pues éste los
“dota” de ser al permitirles predicarse de él. En el caso de T1,
212 Guillermo Callejas

hablamos de un predicado sustancial, el cual se predica siempre


del sujeto. Pese a esta inherencia, los predicados de T1 también
dependen ontológicamente del sujeto.
El sujeto es sustancia (οὐσία) porque es (εἶναι) en virtud de
sí mismo; los predicados de T1 son sustancias secundarias por-
que se dan siempre en virtud del sujeto (porque constituyen su
esencia y porque se dan de manera primordial y absoluta). T2 y
T3 se dan en el sujeto en tanto que subsisten frecuente o irre-
gularmente en él, por esa razón no son predicados definitorios.
Con base en esto, Cat. 2 analiza distintas maneras que tienen las
cosas de darse en (ὑπάρχειν) un sujeto.
La afinidad entre estos verbos se justifica porque ambos son,
sin embargo, no pueden ser equivalentes porque hay cosas que
son que se dan en otras cosas que son y hay cosas que son que no
se dan en otras cosas que son. Todo lo que de alguna manera se
da en un sujeto, es, pero no todo lo que es se da en un sujeto
(como el sujeto mismo).
Si T1, T2 y T3 son cosas que se predican de un sujeto, enton-
ces podemos afirmar que lo que se dice de un sujeto, lo que está
en un sujeto y lo que se dice de un sujeto y está en un sujeto,
son en virtud del sujeto. Esto explica por qué Aristóteles (Cat. 5,
2b 5-10) afirma que de no ser por las sustancias primarias, sería
imposible que existieran las demás cosas, pues éstas subsisten a
todas las demás cosas (Cat. 5 2b 39).
Bäck (2000: 59-61) afirma que Aristóteles utiliza εἶναι en
varios sentidos y que también establece una clasificación de
distintos niveles del ser: 1. Semántico, 2. Sintáctico, 3. Inten-
sional y 4. Gramatical. De estos cuatro niveles, las ὄντα de Cat.
2 responden a un orden sintáctico, pues como hemos dicho,
Aristóteles, en este texto, parece tener un peculiar interés por
explorar las distintas posibilidades de relación que posee el sujeto
con sus predicados. A su vez, las clasificaciones de las τά ὄντα
que fungen como predicados, esto es, las expresiones lo que se
dice de un sujeto, lo que está en un sujeto y lo que se dice y está
en un sujeto, pese a que tienen el mismo significado de ser, se
Sobre la re-conceptualización... 213

relacionan de distinta manera con el sujeto. Por otro lado, todas


estas expresiones tienen en común el hecho de que son predica-
dos del sujeto. La distinción entre T4 y los demás predicados (T1,
T2 y T3) muestra lo que algunos autores (como Cohen o Wedin)
denominan como la “asimetría” entre el sujeto y el predicado.
Ésta consiste, en que el “peso ontológico” recae en el sujeto,
pues si el predicado llega a ser, es gracias a que existe un sujeto
individual en el cual puede darse, mientras que la existencia del
sujeto individual no depende del predicado (sino de sí mismo),
pues el sujeto es una sustancia.
En la proposición: el hombre individual es un animal, el predi-
cado animal es, según Cat. 5, una sustancia secundaria, dada su
inherencia en la sustancia hombre individual. Sin embargo, en la
proposición el hombre individual es blanco, el predicado blanco
(que es algo que está en un sujeto) no califica como sustancia
secundaria debido a que no es algo inherente al sujeto. Pese a que
hablamos de un predicado que es inherente en el sujeto hombre
individual (a saber, animal) y un predicado que no es inherente
en ese mismo sujeto (a saber, blanco), ambos predicados tienen
algo en común: significan al sujeto (aunque sólo uno de ellos lo
defina). De esta manera, podríamos decir que los predicados son
gracias al sujeto individual y que este sujeto individual significa
algo gracias a los predicados que se dan en él. Así, la esencia de
la definición, que muestra los aspectos propiamente formales del
sujeto que se enuncia en la proposición, no sólo señala (desde el
punto de vista ontológico) una propiedad del ente, ni tampoco
(desde el punto de vista lógico) un predicado significativo del
sujeto, sino que pone al descubierto tanto las propiedades inhe-
rentes del ente, como sus significados definitorios.
Aubenque (2008: 116), analizando el verbo σημαίνειν, defien-
de la tesis de que en Aristóteles existe una distinción entre dos
modos en los que las cosas que se predican del sujeto lo signifi-
can: el significado esencial y el no esencial. Aubenque argumenta
que tal distinción existe pese a no ser del todo explícita y que
“se desprende de la comparación de dos observaciones suyas”.
214 Guillermo Callejas

Efectivamente, es distinto afirmar que algo significa varias


cosas (πλείω σημαίνειν) y que algo tiene varias significaciones
(πολλαχῶς σημαίνειν). Para Aubenque, en el primer caso se tra-
ta del quid de la significación y, en el segundo, del cómo de la
significación; siendo el primero un predicado necesario, propio
de las predicaciones de T1. Las expresiones πλείω σημαίνειν y
πολλαχῶς σημαίνειν designarían dos modos distintos de signi-
ficar a la sustancia y sólo el primero serviría para su definición.
El propio Aubenque (2008: 122 y ss.) sostiene que la distinción
entre estos modos de significación se contrapone al exclusivismo
sobre la univocidad del ser: no todos los modos de significación
logran definir a la sustancia (como los predicados de T1), pero
sí les brindan un significado, aunque éste no sea esencial para el
sujeto (como sucede con los predicados del tipo T2 y T3). En este
caso, en proposiciones como el hombre individual es blanco, el
predicado nos muestra una característica del hombre individual,
aunque éste no se defina (universalmente) por ser blanco.
Dentro de esta polisemia del término τό ὄν, las cosas que
fungen como predicados no definitorios son cosas que le dan un
significado a la sustancia pese a que no la definen; en cambio, los
predicados definitorios no sólo significan a la sustancia, sino que
también la definen. Por esta razón, Aristóteles las llama (dentro
del contexto de Cat. 5) sustancias secundarias, pues su impor-
tancia radica en que son cosas que definen al sujeto porque les
son inherentes, porque siempre se dan en él. Para la sustentación
de este argumento, Aubenque remite a lo dicho por Aristóteles
en AP. I 22, 83a 24.
Con base en lo anterior, concluimos lo siguiente:
a) Todos los predicados que se dan en el sujeto significan
algo, pero:
a1. Los predicados de T1 son definitorios y esenciales.
a2. Los predicados de T2 y T3 no son definitorios ni esen-
ciales.
a3. Todos son en virtud de la sustancia (T4).
Sobre la re-conceptualización... 215

2. Redefinición de los tecnicismos de Categorías 2

Como lo señalamos en nuestra H, consideramos que los tecni-


cismos T1, T2 y T3 de Cat. 2 se redefinen y se extrapolan hacia
otros escritos bajo los conceptos de necesario (ἀναγκαῖος), lo que
se da generalmente (ὡς ἐπὶ τὸ πολύ) y accidente (συμβεβηκὸς),
y que estas cosas que poseen la característica común de darse
en un sujeto significan a la sustancia de tres modos diversos: de
manera necesaria, general y accidental. Consideramos que la
teoría expuesta en Cat. 2 resulta ser una teoría lógica con im-
plicaciones ontológicas, en donde las cosas que son se clasifican
como distintos modos de predicación (Wedin, 2000: 12).
Si esto es así, entonces es posible pensar que la diferencia
entre lo necesario, lo accidental y lo general (que es fundamental
para comprender la complejidad de los significados que posee
la sustancia y los modos en los que se puede expresar el ser de
la sustancia) se trazó desde muy temprano en la obra de Aristó-
teles. Aunado a esto, también resulta útil en la comprensión de
muchos aspectos de la teoría aristotélica del significado, como
por ejemplo, para comprender la naturaleza de la definición, pues
todo lo que se da en el sujeto significa al sujeto, pero no todo lo
que se da en el sujeto lo define.
Para determinar la verdad y la falsedad de una proposición
es menester que algo se predique del sujeto de la proposición.
Un sujeto es algo que es, y gracias a las cosas que se dan en
él, es posible decir o expresar algo acerca de él. El sujeto, en sí
mismo es, en términos proposicionales, inexpresable y por ello
requiere de los predicados (las otras cosas que son y que se dan
en él). A partir de estos predicados es posible establecer una
proposición, la cual, independientemente de que pueda ser falsa
o verdadera, ya intenta expresar algo del sujeto. Como hemos
dicho, no todo lo que se da en el sujeto puede formar parte de
su definición, pero lo que sí garantiza siempre la predicación es
el espectro de lo que puede (o no) darse en el sujeto o, dicho en
términos existenciales, lo que subsiste (o no) gracias al sujeto.
216 Guillermo Callejas

Y dentro de las cosas que pueden darse en el sujeto unas serán


accidentales, otras generales y otras necesarias. Cat. aborda el
asunto de la predicación, pero para ello, Aristóteles tiene que
señalar primero sus distintas posibilidades, lo que ocurre en Cat.
2. Más adelante, al hablar de las sustancias secundarias, trazará
el camino hacia la definición, pues se establecen las bases para
determinar cuál de los modos de la predicación expuestos en
Cat. 2 servirá para definir a un sujeto, es decir, para expresar,
necesariamente, su ser.

2.1. Lo que se dice de un sujeto sin estar en un sujeto en tanto


necesario (ἀναγκαῖον)
En Met. Δ 5,4 Aristóteles ofrece varias definiciones de ἀναγκαῖον,
una de ellas (la expuesta en 1015a 34) afirma que lo necesario
es aquello que no admite ser de otra manera (τὸ μὴ ἐνδεχόμεν
ον ἄλλως ἔχειν). Esto significa que lo necesario es aquello que
invariablemente será predicado de un sujeto determinado, esto
es, los predicados esenciales que se dan siempre en ellos y que
son definitorios.
Esta inferencia de que lo que se dice de un sujeto sin estar en
un sujeto se da siempre y de la misma manera en la sustancia,

4
Sobre la relación entre Cat. y Met. Δ, Aristóteles (trad. de Bodéüs, 2002, p.
xlviii) señala lo siguiente: « Ces correspondances, aussi approximatives soient
elles, attesten un fond de considérations communes. Mais ce sont, bien entendu,
les différences qui importent. Elles sautent aux yeux, dès que l’on compare les
deux exposés sur la substance. Dans C, l’exposé en question, fondé sur les pré-
liminaires (spécialment sur le classement des êtres de 1a 20-b9), introduit une
distinction entre substances premières et substances secondes qu’on ne trouve
pas en Δ et, dans le foulée, il précise les limites de l’ordre substantiel ainsi que,
dans celui-ci, la hiérarchie des substances (2 a ll-3a 6). Cette différence, toute-
fois, n’empêche pas de remarquer que, sous le nom de substances premières, C
identifie les mêmes réalités individuelles, sujets ultimes qui, en Δ, sont aussi
d’abord identifiés sous l’appellation de substances, même si, en distinguant de
ces individus, leurs espèces et leurs genres à titre de substances secondes, C
met en évidence des réalités « univoques » (2 a 19-27) sur lesquelles Δ n’attire
pas l’attention ».
Sobre la re-conceptualización... 217

significándola de manera necesaria, parece hacerse evidente en


el seguimiento de la argumentación dada en Cat. 2 y 5, a partir
de la afirmación de Aristóteles de que las sustancias secunda-
rias (δεύτεραι οὐσίαι), que son algo que se dice de un sujeto sin
estar en un sujeto, al referirse al género y a las especies de las
sustancias primarias, se dan en algo de manera necesaria, pues
de hombre individual no puede no predicarse hombre ni animal.
Hablar de T1 es hablar de sustancias secundarias y hablar
de sustancias secundarias es hablar de predicados necesarios
y de causas formales del sujeto. Si una sustancia primaria es
definible es porque tiene un género y una especie (Simplicio,
2003: 45, 1 23-25) y éstos son los predicados que se hallan más
cercanos a la sustancia primaria, al grado de que fungen como
características inherentes del sujeto. Decimos que las sustancias
secundarias son necesarias porque se dan de manera primordial
y absoluta en el sujeto: no existe un hombre individual en el
que no se dé necesariamente hombre o animal. Más aún, para
ser hombre individual es fundamental poseer los predicados de
animal y hombre.
Aunado a esto, suponemos que Aristóteles también afirma
que T1 es una parte no separable del sujeto. Las partes del enun-
ciado son partes no separables del sujeto en tanto sustancia; esto
es válido desde el punto de vista de la definición, pues no habrá
definición de hombre individual si a ésta se le suprimen los pre-
dicados de animal u hombre. Pero desde el punto de vista de la
sustancia, T1 bien puede considerarse como una parte separable
no de la definición del sujeto, sino del sujeto mismo, es decir,
que el género y la especie se hallan siempre en la definición del
sujeto, mas no en el sujeto mismo. ¿Cómo podría un predicado
necesario estar separado de un sujeto? Porque tiene existencia
fuera de él, pero no porque éste exista por sí mismo (como, por
ejemplo, en un idealismo de corte platónico), sino porque sub-
yace necesaria y simultáneamente en otros sujetos que poseen
el mismo género y la misma especie. Por ejemplo, el predicado
hombre está separado de Sócrates y tiene una existencia fuera
218 Guillermo Callejas

de Sócrates porque también puede darse necesaria y simultánea-


mente en Calias: nada impide que hombre sea inherente a una
pluralidad de hombres individuales y que al hacerlo, incluso, de-
limite la propia clase del conjunto. En Cat. 5, 20-26, Aristóteles
afirma que de las cosas propias de T1, tanto el nombre como el
enunciado se predican de un sujeto: a Sócrates (por el hecho de
ser hombre individual) le es inherente tanto el nombre hombre,
como el enunciado (o la definición) de hombre. Tomando como
referencia el pasaje de Cat. 1, 7-12, resultan ser sinónimas (Cat.
5, 3a 32-3b 9) las cosas que comparten tanto el nombre como el
enunciado de la sustancia, por lo que un predicado como hombre
dicho del sujeto Calias, se dirá sinónimamente del predicado
hombre dicho del sujeto Sócrates, pues este último, al igual que
Calias, cumple con la condición de ser un hombre individual.
Dentro de esta relación de las cosas que se dicen de un suje-
to, la sinonimia pone al descubierto el carácter eminentemente
necesario de su predicación; el hecho de que estas cosas sean
(como hemos dicho) partes separables del sujeto y partes no
separables de la definición del sujeto, significa que su inherencia
no depende, exclusivamente, de un sujeto en específico, sino de
todos los individuos que pertenecen a un mismo conjunto. Sor-
prendentemente, las cosas que se dicen de un sujeto subyacen en
virtud de la sustancia, pero al predicar de ella tanto el nombre
como su enunciado, hacen posible su definición y demarcan
la propia totalidad de un conjunto específico de sustancias: el
conjunto de hombres individuales se define gracias a hombre y
animal, los cuales se predican, necesariamente, de todo hombre
individual. Por esa razón, sin T1 no se podría afirmar nada uni-
versalmente5 y para que algo pueda decirse universalmente de
una sustancia es menester que se dé siempre de la misma manera
en todas las sustancias pertenecientes a un mismo conjunto, de
tal forma que las cosas que se dicen de un sujeto, al enunciar los
5
Como se afirma en el pasaje 2a, 33-37, en donde se dice que si animal y
hombre no se predicaran de los hombres individuales, tampoco se predicaría de
hombre individual.
Sobre la re-conceptualización... 219

predicados necesarios, muestran a la sustancia primaria misma


(Cat. 5, 2b, 30-33) y también delimitan su propia clase a partir de
la necesidad y de lo que se dice universalmente, lo que propicia
que los sujetos pertenecientes a un mismo conjunto se relacionen
sinónimamente tanto en su nombre como en su enunciado.
Las otras dos expresiones referentes a las cosas que se dan
en una sustancia, tienen en común el hecho de ser atributos
potenciales de ésta. En Met. θ 3, 1047a 24-26, Aristóteles dice
que lo posible (δυνατόν) designa aquello de lo que no surge
nada imposible de algo que se da en acto respecto de aquello de
lo que se dice que tiene potencia,6 por ejemplo: de algo que es
posible que esté sentado y que pueda sentarse no surgirá nada
imposible sí y sólo si esto se sienta. En otras palabras: cualquier
potencia actualizable dentro del ámbito de las cosas que se dan
en un sujeto, será algo que tenga la posibilidad de darse en un
sujeto: sentarse es una potencia actualizable para el hombre
individual que no se encuentra sentado. No es imposible que un
hombre individual pueda sentarse, aunque éste no esté sentado.
Ni lo que se dice de un sujeto sin estar en un sujeto (es decir,
T1) ni las cosas imposibles (αδύνατον) son cosas posibles: las
primeras porque, al darse necesariamente en la sustancia, se
dan siempre en el sujeto como una entelequia. En tanto que
las segundas nunca pueden darse en la sustancia, ni siquiera
accidentalmente: es imposible que la planta individual se siente.
Sentarse es una posibilidad para el hombre que no está sentado,
pero es imposible para cualquier planta, pues el hombre posee
la capacidad y la planta no.7

6
ἔστι δὲ δυνατὸν τοῦτο ᾧ ἐὰν ὑπάρξῃ ἡ ἐνέργεια οὗλέγεται ἔχειν τὴν
δύναμιν, οὐθὲν ἔσται ἀδύνατον.
7
De estos pasajes se desprenden dos clases de cosas imposibles: a) impo-
sibles en sí mismas y b) imposibles en virtud del sujeto en el que se quieren
instanciar. El sujeto, en sí mismo, es algo imposible de darse en cualquier otra
cosa y en cualquier otro sujeto, mientras que existen otras cosas que pueden
darse en algunos sujetos, pero que es imposible que se den en ciertos sujetos
como el ejemplo, dado anteriormente, sobre la imposibilidad que tiene la planta
de sentarse.
220 Guillermo Callejas

En cambio, lo posible (δυνατόν) tiene, irónicamente, dos


posibilidades: las proposiciones de tipo T2 y las proposiciones de
tipo T3. Ambos tecnicismos de Cat. 2 entran dentro del ámbito
de lo posible, pero en distinta manera: una, como una posibilidad
admisible y la otra como una posibilidad accidental.

2.2. Lo que no se dice de un sujeto y está en un sujeto en tanto


accidente (συμβεβηκὸς)

La comprobación de que T2 se re-conceptualiza por el término


συμβεβηκὸς parte de los ejemplos dados en Cat. 2: conoci-
miento gramatical individual (ἡ τίς γραμματική) y color blanco
individual (τὸ τὶ λευκὸν). Para esclarecer el sentido de estar en
como un predicado accidental, es menester esclarecer primero
el sentido que tiene la individualidad o la concreción en estos
ejemplos. Considero que el significado de estas expresiones
puede llegar a ser oscuro si antes no se efectúa una dilucidación
que elimine la ambigüedad semántica que se presenta en el
uso que Aristóteles hace del pronombre indefinido τις. Hacia
el final de Cat. 2, nos dice que las cosas que son individuales y
numéricamente singulares no se dicen de ningún sujeto, aunque
nada impide que algunas estén en un sujeto, como por ejemplo,
el conocimiento gramatical individual (Cat. 2 1b, 5-10) de modo
que el pronombre τις señala a estas cosas individuales y numé-
ricamente singulares. Por otra parte, en las ejemplificaciones del
sujeto, Aristóteles insiste en señalar, mediante el uso del mismo
pronombre τις su propia individualidad como una característica
inherente a su propia condición, es decir, que la concreción es
algo intrínseco en todo sujeto.
La ambigüedad radica en que el pronombre se utiliza, in-
distintamente, en dos cosas (el sujeto y aquello que está en un
sujeto) que si bien comparten la característica de ser individuales
y singulares, son dos cosas distintas y, en consecuencia, poseen
dos significados diferentes. El sujeto no es lo mismo que aquello
Sobre la re-conceptualización... 221

que está en un sujeto. Como ya se explicó, éste, dado que es


algo que ni se dice de un sujeto ni está en un sujeto, no puede
fungir, en ningún caso, como predicado de otro sujeto; en tanto
que lo que está en sí es, evidentemente, algo predicable. Cuando
Aristóteles afirma que algunas cosas individuales pueden
predicarse de un sujeto, se refiere al estar en. De tal manera que
la intromisión del pronombre τις señala tanto la individualidad
del sujeto, como la de las cosas propias de T2.8
De esta manera, nos preguntamos ¿por qué el sujeto y las
cosas que están en, pese a ser ambas cosas individuales son dos
cosas distintas? Si la individualidad es una condición necesaria
para ser un sujeto, ¿por qué los predicados de T2 no son conside-
rados sujetos? La respuesta factible a estas interrogantes radica
en entender los distintos modos en los que una cosa individual
puede ser. Decimos que hombre individual y conocimiento
gramatical individual son dos cosas individuales, la diferencia
obvia sería que, de las cosas individuales, unas fungen como
sujeto y otras como cosas que se dan en el sujeto, es decir, una
cosa es el sujeto individual y otra la propiedad individual que
se da en el sujeto individual. Lo que se da individualmente en
un sujeto también es un rasgo de lo que Aristóteles denomina
como accidente, como puede constatarse en Met. Δ 30, en donde
se define como accidente a aquello que se da en algo, pero no ne-
cesariamente ni generalmente (οὐ μέντοι οὔτ᾽ ἐξ ἀνάγκης οὔτε
ὡς ἐπὶ τὸ πολύ), como por ejemplo, cuando alguien, al cavar un
hoyo para plantar una planta, encuentra un tesoro. Básicamente,
esta misma definición sobre accidente se encuentra más adelante,

8
Ackrill traduce indistintamente los términos singulares referentes al sujeto
y a las cosas que están en; así, el término “individual” se refiere al sujeto (the
individual man) y también a las cosas que “están” en (the individual knowledge
of grammar). La traducción de Candel ofrece una versión alternativa que, en
consecuencia, se desapega del texto griego. Candel intenta disolver la ambigüedad
designando al sujeto y a las cosas que están en con dos adjetivos distintos: “indi-
vidual” que alude siempre a un sujeto (hombre individual), mientras que con el
adjetivo “concreto” se alude siempre al “estar en” (blanco concreto, conocimiento
gramatical concreto).
222 Guillermo Callejas

en Met. E 2, 1026b 30-33, en donde se afirma que es lo que ni es


siempre (ἀεί) ni la mayoría de las veces (τὸ πολύ). Sin embargo,
a diferencia de Met. Δ 30, el ejemplo que da Aristóteles es el de
un hombre que es blanco, el cual, resulta ser el mismo ejemplo
que en Cat., 2 se utiliza para ejemplificar a los predicados de
T2. A partir de esta ejemplificación común, inferimos que si
lo individual es algo que no se da siempre ni generalmente en
un sujeto, entonces resultaría factible pensar que las cosas que
están en se dan de manera accidental en un sujeto. Aunado a lo
anterior, en el mismo pasaje de Met. E 2 (al igual que en Met.
Δ 30) se dice que el accidente no posee una causa determinada
que la produzca, pues la causa de lo accidental también es, al
mismo tiempo, accidental. Lo dado individualmente en el sujeto
es resultado de causas indeterminadas y posibilidades remotas,
lo que impide que las cosas que están en puedan darse simul-
táneamente en otros sujetos de una misma clase, ya sea en su
totalidad o en una generalidad; siendo ésta la razón de por qué
las cosas individuales no pueden existir separadamente de los
sujetos en los que, por azar, se individualizan.
Si nos referimos a lo que está en como algo que se predica
accidentalmente de un sujeto, necesariamente, éste debe tener
cuatro características:
1. Su existencia no puede darse de manera separada del
sujeto concreto en el que se da.9
2. Debe ser individual o estar individualizado por el sujeto.
3. Ni su causa ni su principio están determinados.
4. Debe ser algo que no se da ni siempre ni generalmente
(es decir, individualmente).
El término τις en su segunda acepción designa un predicado
que se da individualmente en el sujeto y esta individualidad es,
9
Distinto a lo que “se dice de un sujeto sin estar en un sujeto”, cuya existencia
puede darse de manera separada a un sujeto concreto, pero cuya existencia
no puede estar separada de la totalidad de sujetos concretos de una misma clase.
Véase Simplicio (2003: 44 1-27).
Sobre la re-conceptualización... 223

al parecer, la que configura el sentido (o buena parte del sentido)


de la accidentalidad misma; en el pasaje de Cat. 5 2a, 27-33,
hablando de las cosas que están en, Aristóteles afirma que en
la mayoría de ellas no se predica ni el nombre ni el enunciado
(entiéndase, ni el nombre ni el enunciado de la sustancia), aunque
en algunas de ellas nada impide que se predique sólo el nombre
(Met. E 2, 1026b13): al gato individual que, a causa de un inci-
dente, le han amputado dos de sus patas, no se le puede predicar
ni el nombre de bípedo ni el enunciado o la definición de bípedo;
incluso cuando la proposición ese gato individual tiene dos pa-
tas sea verdadera. No sería correcto definir a la sustancia gato
como un ser bípedo, pues a pesar de que puede darse el caso de
que exista un gato con dos patas, éste no se da necesariamente
ni generalmente (porque es falso afirmar que todo gato tiene
dos patas o que la mayoría de los gatos tienen dos patas). Más
bien, en este caso hablaríamos de un accidente del sujeto. De la
misma manera, el gato individual que ha perdido dos patas no
dejará de ser cuadrúpedo ni en cuanto al nombre ni en cuanto a
la definición, pues el poseer sólo dos patas no es algo causado
por su condición de gato (ni de felino), sino por algo indeter-
minado que propicia que la cosa se dé en el sujeto de manera
accidental. Aunado a esto, puesto que el tener dos patas tampoco
se da generalmente en la sustancia gato individual, no podemos
afirmar que ese predicado se dé admisiblemente en ese sujeto:
tener dos patas es una posibilidad remota para una generalidad
de gatos. Ésta es la razón por la cual resulta obvio que bípedo,
bajo ninguna circunstancia, puede ser considerado ni como un
nombre ni como una parte de la definición de gato individual.
Pero como se señaló anteriormente, Aristóteles también dice
que de algunas cosas que están en un sujeto nada impide que
se predique el nombre, como el ejemplo del color blanco indi-
vidual que está en un cuerpo, lo que significa que a la proposi-
ción Sócrates es blanco le es predicable el nombre, mas no el
enunciado de la sustancia (puesto que blanco no forma parte de
la definición de Sócrates). Con el ejemplo del predicado blanco
224 Guillermo Callejas

individual, Aristóteles se refiere a algo que se da individualmente


dentro de la naturaleza de un sujeto específico.10 De tal manera,
podríamos decir que el predicado blanco en Calias y en Sócrates
se dice homónimamente (esto es, comparten el nombre, pero no
así la definición de blanco, pues el blanco en uno y en otro es
distinto o porque son dos tonos de blanco irrepetibles o porque
son numéricamente diferentes. Sea cual sea el caso, en ambas
interpretaciones hablamos de cosas individuales).
Lo que hemos dicho acerca de la individualidad de un pre-
dicado como blanco individual ha sido un primer argumento
para justificar nuestra hipótesis de que la expresión estar en se
redefine como lo accidental que se da en el sujeto, pero el sentido
de la accidentalidad en las cosas que están en no se reduce a la
individualidad de sus predicados, sino también a la causalidad
indeterminada que existe entre el sujeto y los predicados de
este tipo que se dan en él. Retomando el pasaje de Met. Δ 30,

10
La naturaleza de la accidentalidad de este blanco individual (τὸ τὶ λευκὸν)
ha sido una de las discusiones clásicas entre los especialistas del tratado
Categorías. En términos muy generales, se resume en dos lecturas distintas:
Ackrill (1963) y Owen (1965). Ackrill sostiene que el blanco individual está
en un cuerpo, puesto que cualquier blanco individual es el blanco de algún
cuerpo individual. El blanco individual es algo inherente al sujeto y no es
compatible con otro sujeto. Si un blanco individual está en Sócrates es porque
no se encuentra en ninguna otra cosa. Incluso si Calias tuviera el mismo tono
de color que Sócrates, su blanco individual sería distinto del de Sócrates: numé-
ricamente serían distintos, pero cualitativamente serían idénticos. La expresión
τὸ τὶ λευκὸν sería, pues, un particular y no un universal. La postura de Owen
establece que el blanco individual es, efectivamente, una propiedad individual,
pero que puede ser compartible, de tal manera que en cierto sentido, este predi-
cado sería un universal. En un estudio reciente de Cohen (2013), partiendo de
esta disyuntiva entre Ackrill y Owen, considera que ambos en parte están en
lo correcto y en parte no, al afirmar lo siguiente: “The literature on this dispute
is enormous, and I have no intention of triying to summarize it here. Rather,
what I hope to show is that each side of the dispute is partly right and partly
wrong. The tropetheorists are right to maintain that non-substantial individuals
are not universals, but wrong about what it is that makes them particulars. The
Owen side is right to say that Aristotle allows universals to inhere in particular
substances, but wrong to suppose that this requires non-substantial individuals
to be universals”.
Sobre la re-conceptualización... 225

Aristóteles afirma que el accidente no tiene ninguna causa de-


terminada, sino que es por azar que se da en el sujeto, pero no
en cuanto tal sino en cuanto otro: el incidente fue lo que llevó
al gato individual a tener dos patas, de la misma manera en que
una tempestad puede conducir a un navegante hasta Egina. En
ambos casos, decimos que los predicados se dan accidentalmente
por el hecho de que éstos se dan en virtud del otro (en este caso,
el incidente y la tempestad). Evidentemente, es posible llegar a
Egina sin una tempestad, así como es posible ser hombre indi-
vidual sin el blanco individual. Sin embargo, es imposible que
el hombre individual lo sea sin el predicado hombre o animal
(Met. E 2, 1026b, 35-36).
Más aún, el conocimiento gramatical individual también es
un predicado accidental del sujeto no sólo por su individualidad,
sino también porque su causa es indeterminada: saber que en el
castellano contemporáneo la letra “m” siempre se escribe antes
de “b” y antes de “p” es, en nuestra opinión, un conocimiento
gramatical individual, pues yo puedo utilizar esta regla sin cono-
cer las causas fonéticas que la propiciaron. La indeterminación
del azar puede ser suficiente para tener un conocimiento grama-
tical individual, pero no para tener un conocimiento gramatical.
La causa indeterminada puede darle al sujeto un conocimiento
gramatical individual, pero es imposible ser gramático en virtud
de dicha indeterminación.

2.3. Lo que se dice y está en un sujeto como aquello que se da


generalmente (ὡς ἐπὶ τὸ πολύ)

Nos resta ofrecer algunos argumentos que apoyen la tesis de


que T3 es, en cuanto a su significado, equivalente al término
aristotélico ὡς ἐπὶ τὸ πολύ.
Pese a que dentro del contexto de Met., la expresión
ὡς ἐπὶ τὸ πολύ aparece constantemente en los libros Δ, E y K,
propiamente, en ninguno de ellos Aristóteles ofrece una defini-
ción de él. Por lo general, el uso de esta expresión se encuentra
226 Guillermo Callejas

dentro de pasajes en donde se analiza el término συμβεβηκὸς.


Como se mostró en el apartado anterior, es común ver en estos
pasajes una insistencia de Aristóteles por hacer notar que lo
accidental no es ni lo que se da necesariamente ni lo que se da
generalmente (ὡς ἐπὶ τὸ πολύ), de esta manera, lo que se da ge-
neralmente se menciona siempre como un término distinto a lo
accidental y a lo necesario, aunque no existe un pasaje en el que
Aristóteles analice y defina esta expresión. Sin embargo, fuera
de la Metafísica sí es posible hallar dicho análisis y dicha defini-
ción, las cuales se encuentran insertas, fundamentalmente, en los
tratados de Analytica Priora (APr.) y Analytica Posteriora (APo.).
El término ὡς  ἐπὶ  τὸ  πολύ, por definición, es un término
modal, pues (al igual que lo accidental) expresa posibilidad
(δυνατόν); cuando hablamos de predicados accidentales y gene-
rales, hablamos de los predicados potenciales del sujeto. En este
caso particular, hablamos de una posibilidad que resulta ser un
tipo de admisibilidad (APr., I 3, 25b14); a su vez, lo admisible
(ἐνδεχόμενος), según APr. I 3, 25a 37-40,11 posee en Aristóte-
les dos acepciones básicas: por un lado, es el compuesto de lo
necesario y no necesario (τό ἀναγκαῖον καί τό μὴ ἀναγκαῖον),
esto es, lo contingente y, por otro, se define como un hecho
posible (τὸ δυνατόν ἐνδέχεσθαι), es decir, lo posible como ad-
misible. Desde luego, estas dos acepciones de lo admisible no
son excluyentes, pues en lo que respecta a su significado, tanto
lo contingente como lo posible se refieren a predicados que
pueden darse o no darse en el sujeto. En dado caso, podría de-
cirse que lo contingente es un tipo de posibilidad que es propia

11
Λέγω δ᾽ ἐνδέχεσθαι καὶ τὸ ἐνδεχόμενον, οὖ μὴ ὄντος ἀναγκαίου, τεθέντος
δ᾽ὑπάρχειν, οὐδὲν ἔσται διὰ τοῦτ᾽ ἀδύνατον. Sobre la relación entre lo admisible
y lo posible, Aristóteles señala que, homónimamente, existe una cierta similitud
entre lo necesario y el ser admisible (τὸ ἀναγκαῖον ὀμωνύμως ἐνδέχεσθαι), a
partir de pasajes como AP. 1 13, 32a 21 y Met. θ 3, 1047a 24-26. Aunado a lo
anterior, dando por hecho que el uso del adverbio ὀμωνύμως posee el mismo
significado que la definición dada en Cat. 1 1a 1, podemos afirmar que el término
τὸ ἐνδέχεσθαι posee un ὄνομα que también pertenece a τό ἀναγκαῖον y esto no
lo vuelve necesario, pero tampoco accidental.
Sobre la re-conceptualización... 227

de los predicados que, no siendo necesarios, se dan con cierta


frecuencia o regularidad en el sujeto. Esta falta de regularidad
sería lo que en última instancia diferenciaría al accidente de lo
contingente: lo accidental, por ejemplo, es una posibilidad, pero
no una posibilidad contingente (APr. I 13, 32b5).
De acuerdo con el pasaje de APr. I 3. 25b14, lo que se da
contingentemente, se da generalmente (ὡς  ἐπὶ  τὸ  πολύ) y por
producción natural (πεφυκέναι). Esta idea se reitera en APr. I 13,
32b5, en donde Aristóteles afirma que lo que se da generalmente
es algo que se da estando exento de necesidad, pero que se da
naturalmente (como el encanecer en el caso del hombre). Aristó-
teles afirma que lo que se da generalmente no posee una necesi-
dad continua (γάρ οὐ συνεχές μὲν ἔχει τὸ ἀναγκαῖον) y esta falta
de necesidad se hace patente a partir de varias circunstancias,
las cuales pueden o no darse. Es claro que el envejecimiento o
el encanecimiento son procesos naturales, pero que no se dan
necesariamente en el sujeto, pues no todo hombre envejece ni
encanece, ni envejece cuando encanece, ni encanece cuando en-
vejece. Sin embargo, cuando ciertas circunstancias se presentan
(por ejemplo, si el hombre tiene una prolongada vida y si no se
queda calvo) aquellas cosas se dan, de manera que estas circuns-
tancias propician la admisibilidad misma: el hombre individual
siempre será hombre y animal, independientemente de que éste
envejezca, encanezca o se quede calvo. Si bien, los predicados
que se dan generalmente no siempre son verdaderos, en virtud de
su regularidad y relativa frecuencia, sí logran alcanzar el grado
de verosimilitud, como el propio Aristóteles lo señala.
Pero las cosas que se dan generalmente (ὡς  ἐπὶ  τὸ  πολύ)
no se reducen a aquellas cosas que se ordenan naturalmente,
sino que también se extienden al ámbito de las acciones y de
las cosas que dependen de la voluntad humana para que puedan
darse. En APr. II 27, 70a 2-10, odiar al envidioso o sentir afecto
por los amados, se muestran como ejemplos de lo que se da ge-
neralmente. Es falso pensar que el hombre, por naturaleza, sienta
afecto por el amado u odio por el envidioso (pues se puede sentir
228 Guillermo Callejas

afecto por el envidioso u odio por el amado), sin embargo, estas


cosas, que dependen enteramente de la voluntad, se dan general-
mente (ὡς ἐπὶ τὸ πολύ). Lo necesario siempre se da de la misma
manera, lo que se da generalmente se da la mayoría de las veces
y lo accidental, al ser más irregular (pese a que también es algo
posible), se da, pero no de manera necesaria ni generalmente,
como Aristóteles lo afirma reiteradamente.
Si las cosas que se dicen de un sujeto y están en un sujeto son
cosas que se dan generalmente, entonces:

1. Enuncian predicados potenciales del sujeto que se dan con


una frecuencia mayor a las cosas que están en.
2. Son particulares (pues no se dan ni en una totalidad de
sujetos de una misma clase ni en un solo individuo de una
misma clase).
3. Son verosímiles.
4. Se dan o por ordenación natural o por voluntariedad.

Simplicio (2003: 50, 1 25-51 1 4) denomina esta expresión de


Cat. 2 como un accidente universal, término que, desde luego,
remite al sentido de la generalidad del que estamos hablando.
En Cat. 2, este tecnicismo se ejemplifica con dos términos que
consideraremos de manera conjunta: ἡ ἐπιστήμη (el conocimien-
to) y ἡ γραμματική (el conocimiento gramatical). El texto señala
que tanto el conocimiento como el conocimiento gramatical, son
algo que se dice y está en un sujeto.
En primera instancia, podemos señalar que estos predicados
se dan generalmente puesto que, a diferencia de las cosas que
están en éstas no son individuales ni numéricamente una: el
conocimiento gramatical o el conocimiento son cosas que se
pueden dar por igual en varios sujetos, ciertamente pueden exis-
tir muchos hombres gramáticos. Del mismo modo, se distinguen
de lo que se dice de un sujeto por el hecho de que éstos no se
dan universalmente en una totalidad de sujetos (o incluso en el
remoto y utópico caso de que éstos se den universalmente en
Sobre la re-conceptualización... 229

una totalidad de sujetos, siempre existirá la posibilidad de que


no sea así). Puede existir al menos un hombre individual que no
sea gramático o que no posea conocimiento alguno. Como se dijo
anteriormente, la diferencia entre dos predicados como conoci-
miento y animal (dicho de un sujeto como hombre), radica en la
falta de continuidad en la necesidad, la cual es una característica
de las cosas que se dan generalmente. Así, T1 siempre designa-
rá predicados que están en acto (o, mejor dicho, en entelequia)
mientras que T3 y T2 designarán cosas que se encuentran en acto
y potencia; sólo que las primeras se actualizan generalmente, en
tanto que las segundas se actualizan, pero no necesariamente
ni generalmente: el hecho de que hombre siempre sea un pre-
dicado verdadero de hombre individual significa que el sujeto
es, plenamente, hombre y animal, así como los otros predicados
que son inherentes al género y a la especie (como, en este caso,
bípedo ). A diferencia de T2, las cosas que se predican con la
forma de T1 tienen una causa determinada, es decir, la relación
entre el sujeto y el predicado es meramente causal: hombre in-
dividual es la causa de que hombre y animal sean. En cambio,
las cosas que se dicen bajo la forma de T3 son predicados que
se dan en un sujeto y que, puesto que éstos admiten ser de otra
manera, el sujeto no tiene una relación causal tan determinante
respecto a sus predicados, sino que funge como una condicional
que depende de algunas circunstancias para actualizarse; estas
circunstancias, que pueden darse o no, es lo que propicia su falta
de continuidad (pues si esa condición no se da, tampoco se dará
el predicado en el sujeto).
Volviendo a un ejemplo anterior: no es lo mismo encallar
en Egina como consecuencia de una tempestad, que habiendo
llegado a ella a través de una ruta marítima. Éste último caso,
vuelve verosímil a la acción, pues, por lo general, los hombres
que arriban a Egina lo hacen a través de una ruta marítima.
Sin embargo, independientemente de que alguien pueda llegar
a Egina gracias a una tempestad o mediante una ruta maríti-
ma (lo que determina la accidentalidad del primer caso y la
230 Guillermo Callejas

admisibilidad del segundo) no es la posibilidad en sí, sino la


frecuencia con la que ésta se suscita.
Ackrill, al caracterizar a las cosas que están en, señala que
las virtudes morales (como la honestidad o la generosidad) no
son comparables con el predicado blanco individual, precisa-
mente por la probabilidad que este tipo de predicados tienen
para darse en otros sujetos. Lo que se dice y está en un sujeto
son predicados potenciales que se dan generalmente; para ello,
requieren de ciertas circunstancias determinadas, de tal manera
que aquellas cosas obtenidas gracias a las distintas facultades del
alma (como habilidades cognitivas, productivas o las virtudes
morales) y que se dan con cierta regularidad en el sujeto, serán
cosas que se dicen y están en un sujeto.

Conclusiones

Suponiendo que la hipótesis planteada en este artículo sea co-


rrecta, sería pertinente preguntarse las razones por las que Aris-
tóteles vuelve a conceptualizar términos que ya había definido
anteriormente a partir de otras conceptualizaciones. Esta prácti-
ca no es exclusiva del término τὸ ὂν ni se reduce a los pasajes de
Cat. 2, sino que, desde mi punto de vista, responde a un modo
de abordar los términos que es común en Aristóteles. Aunado a
esto, tomando en cuenta las condiciones de los textos que cons-
tituyen al corpus, resultaría arriesgado pensar que Aristóteles,
en todos los casos, efectúa esta práctica de manera consciente y
sistemática; más aún, también resultaría arriesgado pensar que,
en las ocasiones en las que Aristóteles (de manera consciente)
vuelve a conceptualizar sus propios términos, lo hace, siempre,
bajo los mismos criterios.
Con base en esto, todas estas aristas muestran lo complejo,
difícil y problemático que resulta ser el análisis terminológico
en Aristóteles, lo que conlleva a la necesidad de hacer diferentes
interpretaciones y establecer diferentes criterios con el fin de
Sobre la re-conceptualización... 231

identificar y comprender distintos tipos de re-conceptualiza-


ciones, lo cual nos obliga a abordar el análisis de los términos
desde su particularidad, tal y como hemos procurado hacer, en
este artículo, con los tecnicismos expuestos en Cat. 2.
Respecto a las re-conceptualizaciones que, a nuestro juicio,
Aristóteles realiza de manera consciente, ciertamente es posible
hacer varias conjeturas que intenten explicar estos cambios,
cuyo desarrollo y sustentación sería materia de otro artículo. Sin
embargo, a modo de conclusión, me parece que, en lo tocante
a los términos que hemos analizado, las re-conceptualizaciones
responden a un cambio de enfoque. Este cambio de enfoque con-
sistiría en suponer que el propio Aristóteles es consciente de que
muchos de los objetos de la realidad que él analiza puedan estar
subsumidos a diferentes ámbitos teóricos y que, por esa razón,
merecen adquirir distintas denominaciones a fin de esclarecer no
sólo el análisis del objeto, sino también el enfoque desde el cual
se está realizando dicho análisis. En nuestra opinión, es éste el
caso de los tecnicismos expuestos en Cat. 2 y los tecnicismos
expuestos en Met. Δ 30, E 2.
Con base en los tecnicismos referidos en ambos pasajes,
la diferencia primaria que justificaría el cambio de enfoque
sería que, en Cat. 2, Aristóteles analiza los distintos tipos de
predicados que pueden darse en un sujeto. Aunado a esto, la
lectura conjunta de Cat. 2-5 nos muestra que el análisis de Cat.
2 se hace, entre otras razones, con el fin de establecer distintos
tipos de significación, y sobre todo, con el fin de identificar
cuál de todos los tipos de predicados que se dan en el sujeto es
definitorio. A diferencia de esto, en los pasajes de Met. Aristó-
teles parece estar más interesado en analizar la naturaleza de
las distintas propiedades ontológicas que poseen los objetos
reales y, analizando la frecuencia con las que éstas se dan en
los objetos, parece estar más interesado en determinar su grado
de inherencia en ellos. Estas diferencias de enfoque son muy
sutiles, debido a la estrecha conexión que, para el estagirita,
poseen la Lógica y la Ontología, sin embargo, tales diferencias
232 Guillermo Callejas

persisten; una proposición como “Sócrates fue sabio” no sólo


alude a distintas entidades lingüísticas, sino también a distintos
objetos reales: a un hombre real que existió (en el mundo) y que,
durante el lapso temporal de su existencia, lo hizo poseyendo
una propiedad ontológica característica de algunos individuos
pertenecientes a esa misma especie.
Debido a la relación estrecha que poseen las proposiciones
aristotélicas con los objetos reales, a primera vista parecería
que el Sócrates que funge como el sujeto de la proposición es
el mismo Sócrates que existió siendo sabio, más aún, cuando el
sujeto “Sócrates” expresado en la proposición se refiere justo a
ese “Sócrates” que existió siendo sabio. Desde un punto de vista
esto es cierto, pero el hecho de que un sujeto o un predicado
determinado de una proposición se refiera a un objeto real o a
una propiedad real determinada, no significa (necesariamente)
que ambas cosas sean lo mismo; en parte, puesto que la rela-
ción que poseen las proposiciones respecto a los objetos reales
es puramente referencial y no es, digamos, en sentido estricto,
“existencial”: nada me impide afirmar la proposición “Sócrates
es sabio”, pese a que Sócrates ya no lo es. Sin embargo, debemos
reconocer que tal proposición es, evidentemente, falsa (debido
a que el objeto al que se refiere dejó de existir). Básicamente,
por esa razón es posible hablar de Sócrates y de las propiedades
que Sócrates poseyó, aun cuando Sócrates ya no es un objeto
existente en el mundo.
La diferencia que activaría el cambio de enfoque y que jus-
tificaría la re-conceptualización consistiría en que, por un lado,
Aristóteles se refiere a un objeto real o a una propiedad real del
objeto y, por otro, a su representación lingüística, lo que esta-
blecería dos enfoques distintos. Esta diferencia pudo haber sido
sustancial para Aristóteles, al grado de llevarlo a utilizar dos
denominaciones distintas; todo esto con el fin de especificar (no
sólo) sus objetos de estudio, sino también la perspectiva teórica
desde la cual se analizan dichos objetos, la cual puede ser varia-
ble, independientemente de que éstos sean los mismos.
Sobre la re-conceptualización... 233

Por último, respecto al concepto aristotélico de forma (εἰδός),


podemos mencionar un aspecto que considero fundamental para
evidenciar su importancia dentro del pensamiento de Aristóte-
les. Éste es la relación intrínseca que posee la forma respecto al
concepto de necesidad. Independientemente de que hablemos
desde un enfoque lógico u ontológico, tanto la esencia de la
definición expresada proposicionalmente, como las propiedades
ontológicas inherentes a un ente determinado, muestran un tipo
de causalidad que resulta ser necesaria en virtud de la forma
que la instaura. En ese sentido, la forma habilita la definición
(y el conocimiento) del sujeto definido, al mismo tiempo que
establece sus propiedades existenciales esenciales, las cuales son
fundamentales en la estructuración de los objetos constituyentes
de la naturaleza misma.

Referencias
Ackrill, John L. (Translated whit notes and glossary) (1963).
Aristotle’s Categories and De Interpretatione. Oxford: University
Press.
Aristóteles (2002). Catégories [Traducción de Richard Bodéüs].
París : Les Belles Lettres.
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sobre la problemática aristotélica [Versión castellana de Vidal
Peña]. Madrid: Escolar y Mayo Editores.
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Boston/Köln: Brill.
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prioridad. Trad. de Marcelo Boeri. Buenos Aires: Colihue.
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gy”.  Reason and Analysis in Ancient Greek Philosophy: Essays
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234 Guillermo Callejas

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Wedin, Michael (2000). Aristotle’s Theory of Substance: the Cate-
gories and Metaphysics Zeta. Oxford: Oxford University Press.
Noticias del Fondo Greimas de Semiótica 235

Noticias del Fondo Greimas de Semiótica*

Reseñas

Darin McNabb. Hombre, signo y cosmos. La filosofía de Charles


S. Peirce. México: Fondo de Cultura Económica, 2018, 306 pp.

Peirce es, ante todo, un “sabio”:


lógico, matemático, historiador
y filósofo de las ciencias.
Émile Benveniste

Darin McNabb ofrece una revisión de la obra de Charles Sanders


Peirce interesante para el estudioso de la semiótica en particular
y para el conocedor del pragmatismo en general, porque expone
la inherencia del pensamiento a los signos desde una perspectiva
lógica. Al mismo tiempo, los neófitos en filosofía y ciencias del
lenguaje encontrarán una obra, más que introductoria, panorámi-
ca y profunda a la vez que explica la dinámica de la mente en el
interior de los conjuntos significantes. Así, en Hombre, signo y

*
Sección a cargo de María Luisa Solís Zepeda.
236 Noticias del Fondo Greimas de Semiótica

cosmos se aborda el método con el que Peirce trata los procesos


de significación a través de los que se realiza el entendimiento
humano y se teje el universo.
Como principio general, se asimila el pensamiento a los
signos. Lejos de que aquél exista fuera de éstos, la semiótica de
Peirce postula que “[…] el pensamiento humano se lleva a cabo
por medio de signos” (p. 25). De dicho postulado se parte para
construir una teoría de los procesos de significación donde se
muestra que el pensamiento resulta de la articulación entre los
signos. En efecto, el pensamiento sólo existe dentro del proceso
de significación.
Ante todo, McNabb declara el punto de vista desde el que
se formula la teoría de Peirce; se trata de una postura opuesta
al cartesianismo y sumamente crítica ante los postulados kan-
tianos. En consecuencia, el concepto de signo se aparta de la
tradición racionalista: “Los signos no son ideas cartesianas de
las que podemos tener certeza, sino pequeñas hipótesis que se
ponen a prueba en la experiencia” (p. 26). Con la definición ló-
gica se explica que la hipótesis surja de la inferencia abductiva,
única forma que hace posible la generación del conocimiento.
La experiencia adquiere un estatuto científico porque se instaura
como el lugar donde la hipótesis que es el signo se somete a
prueba.
Conforme con la oposición al cartesianismo, el concepto de
signo niega la individualidad del cogito cartesiano por ser éste
hermético; en cambio, para Peirce el signo proviene de una rela-
ción entre elementos significantes y a la vez propicia vínculos de
significación mediante la inferencia lógica: “El hombre no es un
cogito, individual y encerrado, sino un signo que se desarrolla
en una comunidad con otros signos, y eso de forma inferencial”
(p. 62). Peirce devela que “[…] los supuestos cartesianos sobre
la mente y el pensamiento […] bloquean […] la naturaleza de la
investigación” (p. 90). Como alternativa postula “[…] la hipó-
tesis de que el pensamiento funciona de forma inferencial. Si
esta hipótesis es correcta, no puede más que significar que el
Noticias del Fondo Greimas de Semiótica 237

pensamiento es de la naturaleza de un signo” (p. 90). Así,


el pensamiento pertenece a los procesos de significación debido
a su funcionamiento inferencial. Con esta deducción, McNabb
confirma que el concepto peirciano de signo es lógico porque la
inferencia conforma todo proceso de significación.
A lo largo de su libro, McNabb reitera que en la semiótica
peirciana el pensamiento se constituye como un signo gracias
a la forma de relación de la que emerge. “No sólo es imposible
pensar sin signos, sino que todo pensamiento en sí mismo es un
signo” (p. 36). También advierte que la semiótica de Peirce no
debe tomarse “[…] como algo autosuficiente y aislado del resto
de su pensamiento. Peirce indagó tanto sobre la naturaleza de
los signos, no como un ejercicio académico, sino para que la
investigación científica en general, en el campo que sea, se lle-
vara a cabo de forma más atinada y eficiente” (pp. 91-92). Por
lo tanto, la indagación sobre los signos trasciende la semiótica
misma haciendo que ésta se perfile como el método para una
teoría general del conocimiento que sostenga toda investigación
científica.
La comprensión del pensamiento permite la del universo
mediante el estudio del signo como quien indaga el todo por la
parte: “[…] los pensamientos no son más que signos. Al reven-
tar el cogito cartesiano, Peirce convierte las ideas, que antes se
encerraban en la cabeza, en signos, que ahora se explayan en el
universo […]” (p. 93). Entonces, la idea cartesiana se opone al
signo peirciano, mientras que éste se desarrolla en el exterior,
siendo a la par vinculado y vinculante, aquél se erige en su mis-
midad y enclaustramiento.
La originalidad de Peirce en torno a la noción de idea
mental parte de una búsqueda deliberada por alternativas a los
postulados de René Descartes sobre el sujeto. De modo tal que
“[…] su rechazo al dualismo cartesiano y sus consecuencias
epistemológicas lo llevaron a reformular la noción de idea
mental en términos de signos, pero sin el sujeto cartesiano y
sus variantes modernas” (p. 99). En estos términos la teoría de
238 Noticias del Fondo Greimas de Semiótica

Peirce se perfila como una de las principales obras posteriores


a la modernidad filosófica de cuño cartesiano.
La mente humana y sus entidades psicológicas sólo existen
inmersas en los procesos de significación: “Peirce dice que no se
puede pensar sin signos. No sólo eso, sino que los pensamientos
y el hombre mismo son signos. Si es así, entonces los signos ya
no pueden considerarse como ‘entidades psicológicas’ dentro
de la mente de un individuo, sino al revés” (p. 96). El individuo
habita los signos. El hombre-signo de Peirce se constituye en sus
inferencias y adquiere su modo de existencia semiótico.
La concepción peirciana del signo asume una posición lógica,
por tanto, se considera que los signos “[r]epresentan algo y signi-
fican algo. Lo que representan es el objeto y lo que significan es
el interpretante” (pp. 97-98). Si el interpretante se convierte en
representante, es decir, si hace signo, se desencadena la semiosis:
“La principal innovación de la semiótica de Peirce es la inclusión
de un tercer elemento: el interpretante” (p. 98). El proceso de
significación se desarrolla por la relación entre el signo y ese
tercer elemento: “Un signo es genuino cuando la relación entre
los elementos es triádica, es decir, cuando el signo representa
un objeto para un interpretante” (p. 98). Con esta afirmación,
McNabb advierte que en la semiótica peirciana el signo no es
una cosa dada sino un proceso en construcción y, sobre todo,
que resulta irreductible a una de sus partes, por lo que el signo
posee la condición vicaria de ser constituyente y constituido en
la articulación entre representante, objeto e interpretante.
Debido a la relación constitucional del signo, las partes de éste
no se pueden definir en sí mismas; esto posibilita que un inter-
pretante llegue a ser representante por su dependencia relativa:
“La semiosis para Peirce consiste en la producción de interpre-
tantes que a su vez se convierten en signos que producen nuevos
interpretantes, y así sucesivamente” (p. 106). El fenómeno de
la semiosis, tal como lo expone McNabb siguiendo a Peirce, se
provoca porque los signos poseen la peculiaridad de producirse
mediante la transformación de uno de sus elementos, en este
Noticias del Fondo Greimas de Semiótica 239

caso que el interpretante devenga representante. El signo detona


la acción, por lo que el pensamiento es una práctica primordial.
Así, “[…] la semiosis infinita […] es solamente potencial, ya que,
si realmente fuera infinita, el pensamiento jamás daría lugar a la
acción” (p. 111). En el fin de la semiosis se encuentra la acción:
“Semióticamente, la acción figura como un posible interpretante;
sin embargo, este interpretante actuará por sí mismo como un
signo, creando así una constelación de ideas y asociaciones de
las que la investigación exigirá una explicación” (p. 274). En el
seno de la significación desencadenada, la acción aparece inmer-
sa en la relación triádica como posible interpretante en devenir
representante, generando así la semiosis.
Si bien el desarrollo taxonómico en el tratamiento de los
signos se ha presentado como el rasgo distintivo en la semiótica
de Peirce, su teoría no se reduce a una simple clasificación: “[…]
Peirce parecía un botánico tratando de poner orden a la plétora
de flora y fauna semiótica que veía a su alrededor […]” (p. 121).
En todo caso, la clasificación resulta del trabajo de la lógica
por reconocer la organización del universo significante. Por lo
tanto, “[…] la semiótica de Peirce trata de algo más que una
compleja y estática clasificación de signos. Trata de un proceso,
el proceso semiósico, del que se tejen la experiencia humana y
la propia dinámica del cosmos” (p. 123). Ver únicamente la cla-
sificación de los signos equivale a quedarse sólo en la urdimbre
de un tejido; en cambio, observar el proceso semiósico permite
reconocer la trama del cosmos. Por tal razón, “[…] Peirce veía
el universo mismo como un vasto signo, un argumento […] que
va desarrollándose, ampliándose” (p. 129). Las cosas devienen
signos por los vínculos que el proceso semiósico genera en ellas.
La relación triádica que desencadena la semiosis hace signo de
las cosas: “Cualquier cosa puede ser un signo, pero no hay nada
que sea, naturalmente y en sí mismo, un signo. Para que algo
lo sea, debe cumplir tres condiciones: 1) Tener una cualidad, 2)
Relacionarse con un objeto, y 3) Producir un interpretante, lo
cual representa la relación del signo con el objeto” (pp. 101-102).
240 Noticias del Fondo Greimas de Semiótica

No todo es signo, pero cualquier cosa podría serlo si se revistiese


de la relación triádica y se insertara en el proceso semiósico. El
estudio de McNabb destaca el carácter fractal del pensamiento
peirciano donde la figura del todo se encuentra en cada parte:
“La misma relación triádica que hace que el signo signifique
es la misma que hace que una comunidad comunique” (p. 142).
La comunicación se articula y despliega gracias a la relación
triádica del signo.
McNabb advierte que en el pensamiento de Peirce no se elude
la reflexión sobre el sentido, ya que ésta proviene de indagar so-
bre el significado: “[…] al reubicar el trabajo de la cognición al
marco estructural de un proceso de investigación, transformó la
pregunta por la verdad en una por el significado, o por el sentido
como tal” (p. 161). Para Peirce, el quehacer cognoscitivo debe
centrarse ahora en su sitio dentro de la investigación científica.
El significado es irreductible a los procesos mentales, más
bien éstos se producen en los signos. Una relevante aportación de
McNabb sobre la obra de Peirce consiste en develar y enfatizar
el carácter ostensible de los signos: “El significado para Peirce
se manifiesta en hábitos que se diferencian los unos de los otros
en la medida en que sus efectos concebibles en la acción difie-
ren” (pp. 161-162). Los hábitos manifiestan el significado junto
con sus diferencias según sus efectos. El proceso mental está
determinado por la organización sígnica: “[…] la mente es una
constelación muy regular y habitual de relaciones sígnicas. La
transmisión de signos, entonces, no es sólo de un individuo a otro
sino entre los propios estados mentales del mismo individuo” (p.
140). El despliegue de los signos posibilita que los estados menta-
les, tanto comunitarios como individuales, se vinculen y fluyan.
Al observar los hábitos como signos regulares que se rigen
bajo ciertas leyes, se disipa del estudio de la significación, el velo
especulativo que lo envolvía, mostrando que “[…] la semiótica no
es un proceso que transcurre simplemente en nuestras cabezas,
sino que forma el tejido de un vasto argumento que constituye el
universo mismo […]” (p. 208). La semiótica posee la ambigüedad
Noticias del Fondo Greimas de Semiótica 241

de la historia, la de ser disciplina y objeto de estudio a la par.


Así, McNabb habla de la semiótica en términos del fenómeno
por describir, aquél proceso donde se entrama el universo. La
concepción peirciana del universo se aparta de la postulada
por la física en las leyes de la termodinámica, e incluso va a la
inversa de éstas porque en Peirce el universo se configura con
la semiosis, haciendo del caos un orden significante si “[…] el
universo se desarrolla hacia una mayor razonabilidad, es decir,
hacia una mayor regularidad y determinación en el flujo de los
acontecimientos” (p. 269). El cosmos se compone de las relacio-
nes sígnicas. Por tal motivo, McNabb reitera que en la filosofía
de Peirce “[…] los signos no son el etéreo medio de un cogito ni
tampoco una mera ficción mental para referirse a datos senso-
riales, sino la propia alma del cosmos, el vehículo o mecanismo
a través del cual crece y vive. Un signo no es una cosa sino una
funcionalidad de mediación, una actividad para establecer rela-
ciones o conexiones entre las cosas” (p. 270).
El signo adquiere un nuevo estatuto allende la circunscripción
psicológica e ideal si se reconoce su condición funcional y su
naturaleza mediática; mientras que el estudio del proceso semió-
sico permite comprender la experiencia humana y la dinámica
del cosmos.
Aunque en el libro la semiótica sólo sea tratada en uno de los
siete capítulos,1 esta reseña ha pretendido mostrar que el proyecto
peirciano se estructura con su teoría semiótica. El estudio de
McNabb constata que la filosofía de Peirce despunta por hacer
indisociables el signo y el pensamiento, la semiótica y la ciencia,
pero, ante todo, que el cosmos se rige según la semiosis.

Víctor Alejandro Ruiz Ramírez

1
Los capítulos se presentan en este orden: i. La lógica de la investigación,
ii. Las categorías, iii. La semiótica, iv. El pragmatismo, v. La percepción y el
pensamiento diagramático, vi. Las ciencias normativas, vii. La metafísica, viii.
Conclusión.
242 Noticias del Fondo Greimas de Semiótica

María Eduarda Mirande. Las que cantan. El copleo femenino en


Jujuy: historia y relato. Jujuy, Argentina: Universidad Nacional
de Jujuy, 2018, 288 pp.

Palabra liberada, palabra liberadora; en eso se convierte el canto


en la boca de las copleras jujeñas, que María Eduarda Mirande
analiza en esta obra. Numerosas y de larga data son las investi-
gaciones sobre el vasto y rico mundo de la poesía de tradición
oral. La mayor parte de ellas se ha centrado en la recopilación,
preservación y catalogación de los textos orales, tarea que no
cesará puesto que, como decía Menéndez Pidal, este tipo de lite-
ratura vive en sus variantes, en sus continuas transformaciones.
El trabajo de María Eduarda viene a sumarse a este esfuerzo
colectivo de rescate, pero principalmente se vuelca sobre un
aspecto poco explorado y que lo distingue de los clásicos estu-
dios folklóricos: su interés es describir y explicar el papel de las
mujeres en el canto. Mirande, especialista en la materia, estudia
la copla cantada en Jujuy desde el punto de vista de la mujer
cantora o coplera, pues en esta región del noroeste argentino,
es la mujer la protagonista, quien goza de un especial prestigio
social en tanto cantora.
El libro se divide en dos grandes partes: “Tras los senderos
viejos de la copla” y “Aquí dentraré cantando”. En la primera, la
autora rastrea los orígenes hispánicos de la copla y su llegada al
continente americano. Encontramos que su fuente se halla en la
lírica popular hispánica de tradición oral, específicamente, en el
antiguo villancico donde las voces femeninas se hacen presentes
con especial énfasis.
Asimismo, indaga cómo el género de la copla se enlaza con
otras prácticas de canto femenino previas a la Colonia y cómo
en este periodo se produce un sincretismo cultural. La cultura,
sostiene Mirande con Lotman, “es un espacio de memoria co-
mún donde se conservan y actualizan textos del pasado”. Las
celebraciones religiosas serán el crisol que favorecerá el cruce de
fronteras entre lo sagrado y lo profano, entre el viejo y el nuevo
Noticias del Fondo Greimas de Semiótica 243

mundo. El canto representó el medio ideal para los propósitos de


evangelización emprendida por la Corona española, al tiempo
que permitió la expresión propia de los naturales del continente
americano. Después de un examen formal de las características
de la copla, Mirande concluye que ésta “actuó como vehículo de
transacciones y traducciones semióticas que puso en contacto a
los universos culturales hispano y andino”. Infortunadamente,
estas prácticas híbridas de festejo que incluían el canto durante
la Colonia pronto se verían censuradas y se replegarían en las
parroquias periféricas, pero sin llegar a extinguirse. Con este
recorrido histórico basado en la revisión cuidadosa de diversos
documentos de primer orden de la época, como Historia verda-
dera de la Conquista de la Nueva España o Historia General de
las Indias, Mirande delinea con precisión la memoria del género.
Este primer apartado es sumamente aleccionador porque nos
permite aquilatar la importancia que tuvo y tiene el canto en
general y el canto femenino en particular, al enmarcarlo en el
complejo proceso histórico que lo acompañó; un proceso que fue
a la vez político, ideológico y cultural. Esto nos lleva a recono-
cer indiscutiblemente el carácter libertario que recubre al canto
femenino. Tanto en la Edad Media como en la Colonia el canto
de las mujeres fue considerado demoníaco, nocivo, obsceno, por
su carácter desestabilizador del orden institucionalizado, debido
a que, como Mirande afirma citando a Zumthor, el poder está
íntimamente vinculado con la voz: “en la voz y en la palabra se
erige el poder público”. Por tal razón, el canto se convierte en
un gesto liberador porque implica la apropiación de la voz, la
absoluta asunción de la instancia de la enunciación que lleva al
sujeto a afirmarse como un Yo.
Otro gran acierto de esta investigación está en la descripción por-
menorizada de la copla que se canta actualmente en Jujuy según los
usos y costumbres de cada zona. La construcción formal de la copla
está en relación con otras prácticas sociales: rituales, ceremonias,
festividades. El tono y la expresión musical de la copla jujeña, que
involucra no sólo texto sino toda una puesta en escena (movimientos
244 Noticias del Fondo Greimas de Semiótica

del cuerpo, vestimenta, etcétera), están en función de los tiempos


estacionales; por ejemplo, en invierno las tonadas son largas y
angustiosas, mientras que en verano son breves y ágiles.
La autora dedica especial atención al fuerte vínculo entre
caja ―el instrumento con que se cantan las coplas―, copla y
coplera, tres elementos que constituyen un entramado semiótico,
una alianza antiquísima. ¿De dónde viene esta alianza, es prehis-
pánica o es producto de una transculturación? Estas preguntas
se responden en el apartado “El canto femenino con caja en la
tradición lírica de los Andes”.
En la segunda sección, “Aquí dentraré cantando”, Mirande se
aboca a dar cuenta de la construcción del sujeto femenino en el
canto contemporáneo de coplas de Jujuy a través del impecable
análisis de un corpus de 97 coplas, agrupadas bajo el título “Re-
lato de la mujer cantora” y que ha extraído del Nuevo Cancionero
de coplas de Jujuy. La propia autora, junto con algunos estudian-
tes, confeccionó este cancionero con las coplas recopiladas entre
1999 y 2006. El análisis de los textos, desde una perspectiva
semiótica y lingüística, permite ver la emergencia de un sujeto
femenino así como determinar las funciones del copleo en la
comunidad a la que pertenecen las mujeres jujeñas, provenientes
principalmente de dos regiones, la Quebrada y la Puna.
Habiendo seguido la clara exposición de María Eduarda Mi-
rande, el lector termina por advertir que el copleo femenino es en
gran medida, y más allá de su valor estético per se, una acción
política en el mejor sentido del término: el canto femenino fue
y sigue siendo un acto de resistencia y de dignificación en tanto
las mujeres asumen cabalmente la instancia de enunciación para
decir y decirse, para hablar de sí, de su cuerpo, de su sentir y de su
comunidad. El canto hace posible que la coplera se posicione en
el mundo, se religue nuevamente a la tierra y refuerce su vínculo
con las otras mujeres. Y en la confirmación de esta verdad radica,
a mi juicio, la riqueza del estudio de María Eduarda Mirande.

Blanca Alberta Rodríguez


Noticias del Fondo Greimas de Semiótica 245

Actividades académicas

* A principios de 2019, del 6 al 9 de febrero, se celebró el


ix Congreso Latinoamericano de Semiótica de la Federa-
ción Latinoamericana de Semiótica (fels), con sede en la
ciudad de Zacatecas, México. Tuvo como título Semiótica
visual: perspectivas latinoamericanas.
* El Departamento de Ciencia Política, Jurídica y Estudios
Internacionales de la Universidad de Estudios de Padua, en
Italia, organizó el Coloquio Internacional e Interdiscipli-
nario Cien mil ojos en dos ojos. Semántica y representa-
ciones del ojo en el mundo hispánico. Esta actividad tuvo
lugar del 6 al 8 del mes de junio.
* Del 11 al 14 de junio en la ciudad de Lyon, se llevó a cabo
el Congreso de la Asociación Francesa de Semiótica 2019,
con el título (Dés)accords: à la recherche de la différence
propice. Fue organizado por la Asociación y por los grupos
de investigación umr, LabEx aslan y ens, bajo el auspicio
de la Universidad Lumière Lyon ii.
* Bajo la temática general “El giro cognitivo de la semiótica
visual”, se realizó el XII Congreso de la IAVS-Asociación
Internacional de Semiótica Visual. La sede fue la Universi-
dad de Lund, en la ciudad de Estocolmo. La organización
del Congreso estuvo a cargo del Centro de Lenguaje y
Literatura, del 22 al 24 de agosto.
* En la ciudad de Santiago, del 4 al 6 de septiembre se llevó
a cabo el XI Congreso Internacional Chileno de Semióti-
ca, que tuvo como tema “Semiótica e Identidades en un
Mundo Polidialógico Transterritorial”, organizado por el
Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad
de Chile y la Asociación Chilena de Semiótica.
* En la ciudad de Buenos Aires, se efectuó el XIV Congre-
so Mundial de Semiótica, organizado por la Asociación
246 Noticias del Fondo Greimas de Semiótica

Internacional de Semiótica, la Asociación Internacional


de Estudios Semióticos y la Asociación Argentina de Se-
miótica. Esta reunión académica tuvo lugar los días 9, 10,
11, 12 y 13 de septiembre, en la Universidad Nacional de
las Artes.
* Del 13 al 15 de noviembre se realizó el XVIII Congreso
Internacional de la Asociación Española de Semiótica, el
II Congreso Ibérico de Semiótica y el IX Congreso Inter-
nacional del Departamento de Comunicación Audiovisual
y Publicidad de la upv/ehu. Estas actividades fueron
organizadas por la Asociación Española de Semiótica y
la Universidad del País Vasco, en la ciudad de Bilbao,
España.
Resúmenes 247

Resúmenes*

El advenimiento de la forma. Mutaciones, interacciones,


emociones e imperfecciones

Jacques Fontanille

Este trabajo se propone recorrer varias concepciones de la forma


(Platón, Aristóteles, la teoría de la gestalt, Hjelmslev, Greimas),
para comprender no tanto qué es una forma, sino para observar
cómo se da a captar y a conocer, cómo hace acontecimiento para
un centro subjetal de percepción y de captación sensible, y por
qué todo esto implica que las formas deban ser imperfectas para
ser alcanzables. Esta pregunta será tratada a la luz de una situa-
ción existencial puesta en escena por Sartre. De esta manera, se
encuentran al menos dos tipos de situaciones semióticas en las
que las formas se presentan como inestables y relativas a una
subjetalidad. El primer tipo es el análisis semiótico, inspirado en
Hjelmslev y Greimas. Y el segundo es la dinámica de interacción
y de confrontación entre Umwelten y formas de vida.

*
Agradecemos a Dominique Bertolotti las traducciones de los resúmenes al
francés.
248 Resúmenes

A través del análisis de estas situaciones se advierte que el


advenimiento de la forma está arraigado, más allá de las discu-
siones técnicas entre los exégetas hjelmslevianos y greimasianos,
en los componentes antropológicos y biosemióticos de la cons-
trucción del conocimiento y de la significación.

Palabras clave: forma, gestalt, sustancia, entorno, Umwelt,


advenimiento, evento, antroposemiótica.

L’avènement de la forme. Mutations, interactions, émotions


et imperfections

Ce travail propose de parcourir plusieurs conceptions de la


« forme » (Platon, Aristote, la théorie de la gestalt, Hjelmslev,
Greimas) pour comprendre non pas ce qu’est une forme, mais
pour comprendre comment elle se donne à saisir et à reconnaître,
comment elle fait événement pour un centre subjectal de percep-
tion et de saisie sensible, et pourquoi tout cela implique que les
formes soient imparfaites pour être saisissables. Cette question
sera soumise à l’éclairage d’une situation existentielle mise en
scène par Sartre. De cette manière, il y a au moins deux types
de situations sémiotiques pour lesquelles les formes apparaissent
instables et relatives à une subjectalité. La première est celle
de l’analyse sémiotique, inspirée de Hjelmslev et Greimas. La
seconde est la dynamique d’interaction et de confrontation entre
des Umwelten et des formes de vie.
Grâce à l’analyse de ces situations, on observe alors que
l’avènement de la forme s’enracine, bien au-delà des discussions
techniques entre les exégètes hjelmsléviens et greimassiens,
dans les composantes anthropologiques et bio-sémiotiques de la
construction de la connaissance et de la signification.

Mots-clés : forme, gestalt, substance, milieu, Umwelt, avène-


ment, événement, anthroposémiotique.
Resúmenes 249

The Advent of Form. Mutations, Interactions, Emotions,


and Imperfections

This paper proposes to explore various concepts of form (Pla-


to, Aristotle, Gestalt theory, Hjelmslev, Greimas) in order to
understand not just what form is, but to observe how it is to be
grasped and known, how it takes place for a subjective center of
perception and sensitive collection, and why all of this implies
that the forms should be imperfect in order to be attainable. This
question will be addressed in the light of an existential situation
staged by Sartre. In this manner, at least two types of semiotic
situations are found in which the forms are presented as unstable
and relative to subjectivity. The first type is the semiotic analy-
sis, inspired by Hjelmslev and Greimas. And the second is the
dynamics of interaction and confrontation between Umwelten
and forms of life.
Through the analysis of these situations, one is advised that
the advent of form is ingrained, beyond the technical discussions
between Hjelmslevian and Greimasian exegetes, in the anthro-
pological and biosemiotic components of the construction of
thought and signification.

Keywords: form, Gestalt, substance, environment, Umwelt,


advent, event, anthroposemiotics.

Del punto al área: consideraciones desde la teoría


de la complejidad para representar el aprendizaje léxico

Rodrigo Ibarra González, Ignacio Rodríguez Sánchez,


Antonio Rico Sulayes

La ciencia, como medio para explicar la realidad, implica un


sesgo que irremediablemente lleva a incrementar o disminuir la
importancia de factores. Algunos son considerados primordiales,
250 Resúmenes

mientras otros son desechados como carentes de valor. Además


de esta preselección de factores, el método científico contiene
en sí construcciones y representaciones que explican la realidad.
La lingüística, al amparo del método científico, comparte
intereses, metodologías y representaciones. Aunque tradicio-
nalmente la lengua es estudiada como un sistema simple que
puede explicarse con una suma de factores, recientes estudios
que muestran relaciones de codeterminación entre factores y
cambios no lineales, ponen en duda esta afirmación. Como un
sistema dinámico, el estudio de la lengua requiere de nuevos
enfoques, metodologías y representaciones. Aquí se propone
una metodología para la representación del aprendizaje léxico
en estudiantes de segunda lengua. Esta metodología considera
la complejidad esencial y representa el cambio como un mapa
dinámico. Al final, el artículo discute algunas de las implicacio-
nes que esta propuesta conlleva.

Palabras clave: lingüística, representación, complejidad.

Du point à l’aire : considérations à partir de la théorie


de la complexité pour représenter l’apprentissage du lexique

La science, l’une des ressources pour expliquer la réalité, impli-


que un parti pris qui conduit irrémédiablement à l’augmentation
ou à la diminution de l’importance des facteurs. Certains sont
considérés comme primordiaux alors que d’autres semblent
ne pas avoir de valeur. Outre cette présélection de facteurs, la
méthode scientifique renferme des constructions et des représen-
tations qui expliquent la réalité.
La linguistique, sous le couvert de la méthode scientifique,
partage des intérêts, des méthodologies et des représentations.
Bien que traditionnellement la langue soit étudiée comme un
simple système pouvant être expliqué par la somme de facteurs,
de récentes études ont mis en évidence des relations de codé-
Resúmenes 251

termination entre des facteurs et des changements non linéaires


qui remettent en question cette affirmation. Tel un système dy-
namique, l’étude de la langue requiert de nouvelles approches,
méthodologies et représentations. Cette analyse propose une
méthodologie pour la représentation de l’apprentissage du
lexique chez des étudiants d’une seconde langue vivante. Cette
méthodologie considère la complexité essentielle et représente le
changement sous la forme d’une carte dynamique. Finalement,
l’article examine plusieurs implications dues à cette proposition.

Mots-clés : linguistique, représentation, complexité.

From Dot to Area: Reflections from Complexity Theory to


Represent Lexical Learning

Science, as means of explaining reality, comes with an implicit


bias that forces us to highlight or downplay the importance of
particular factors in order to draw meaningful conclusions.
Some of these factors are considered essential in scientific
research while others can be disregarded as irrelevant. In addi-
tion to this preselection of factors, the scientific method itself
brings with it its own constructs and representations that help
to explain reality.
Linguistics, as a scientific discipline, shares interests,
methodologies and representations with other scientific fields.
Even though language has traditionally been studied as a sim-
ple system which can be explained by a sum of factors, recent
studies showing codetermination between factors and non-linear
changes call this assumption into question. As language is a dy-
namic system, the study of it requires new foci, methodologies
and representations. This paper presents a new methodology for
representing lexical learning among students of a second lan-
guage. This methodology considers complexity essential, and at
the same time, represents lexical change through dynamic maps.
252 Resúmenes

Finally, the paper discusses some of the implications that this


proposal carries with it.

Keywords: linguistics, representation, complexity.

El modelo THK. Abordaje de la filosofía


de las matemáticas desde un punto de vista sintético

Oscar Javier Pérez Lora

La matemática moderna y contemporánea (siglo xix a la fecha)


exhibe un importante desarrollo en todas sus áreas, así como en
la profusión de diversas técnicas, lenguajes y métodos de inves-
tigación que hace imposible reducirla a unos simples postulados
lógicos y/o filosóficos. De acuerdo con esto, el presente artículo
expone el modelo THK elaborado por el matemático colombiano
Fernando Zalamea como analogía del quehacer matemático. Es
una propuesta de filosofía de las matemáticas desde una perspec-
tiva sintética, esto es, parte de las polaridades de la matemática
(uno-múltiple, positivo-negativo, discreto-continuo, etc.) y de la
dialéctica obstrucción-tránsito.

Palabras clave: filosofía de las matemáticas, modelo THK,


creatividad matemática.

Le modèle THK. Traitement de la philosophie


des mathématiques d’un point de vue synthétique

La mathématique moderne et contemporaine (du XIXème siècle


à ce jour) témoigne d’un important développement dans tous
ses domaines, de même qu’une profusion de différentes tech-
niques, langages et méthodes de recherche rendant impossible sa
réduction à de simples postulats logiques et/ou philosophiques. À
partir de là, cet article expose le modèle THK, élaboré par le ma-
Resúmenes 253

thématicien colombien Fernando Zalamea, en tant qu’analogie du


travail mathématique. Il s’agit d’une proposition de philosophie
des mathématiques depuis une perspective synthétique, c’est-
à-dire partant des polarités de la mathématique (une-multiple,
positive-négative, discrète-continue, etc.) et de la dialectique
obstruction-circulation.

Mots-clés : philosophie des mathématiques, modèle THK,


créativité mathématique.

The THK Model. Approach to the Philosophy


of Mathematics from a Synthetic Point of View

Modern and contemporary mathematics (century XIX to date)


exhibits an important development in all areas, as well as in the
profusion of diverse techniques, languages and research methods
that make it impossible to reduce it to simple logical and / or phi-
losophical postulates. In agreement with this, the present article
exposes the THK Model elaborated by the Colombian mathema-
tician Fernando Zalamea as an analogy to the mathematical task.
It is a proposal of philosophy of mathematics from a synthetic
perspective, that is, part of the polarities of mathematics (one-
multiple, positive-negative, discrete-continuous, etc.) and the
dialectic obstruction-transit.

Keywords: Philosophy of mathematics, THK model, mathe-


matical creativity.

Meta-formas narrativas del sello de correos.


Lecturas del sello español

Fernando Monroy Avella

El análisis de la iconografía postal (el sello) exige no sólo la


visión de la imagen como tal, sino también del comportamiento
254 Resúmenes

de la masa de imágenes materializada en sus diversas formas


tangibles. Percibir estas formas implica detectar las “nubes” de
imágenes desplegadas en el tiempo y que para un observador
ordinario sería imposible distinguir. Si bien algunas veces esta
morfología es evidente, en la mayoría de los casos hay que re-
configurarla, extraerla de la masa y posicionarla de otra manera
para hacerla legible. Ésta es una de las funciones de la semiótica
visual: hacer visible de manera ordenada y metódica, lo que en
apariencia es incorpóreo y disperso; hacer inteligible lo etéreo
y fugaz. Revelando las formas del corpus “sellos de correos
españoles” se avanza en los análisis iconográficos y, por ende,
en el descubrimiento de discursos subyacentes, generalmente
matizados de ideología.

Palabras clave: sello, estampilla, imagen, España, filatelia,


correo, gráficos, mapas.

Méta-formes narratives du timbre-poste.


Lectures du timbre espagnol

L’analyse de l’iconographie postale (le timbre) exige non seule-


ment la vision de l’image en tant que telle, mais aussi du com-
portement de la masse des images matérialisée sous ses diverses
formes tangibles. Percevoir ces formes implique de détecter les
« nuages » d’images qui ont été déployées avec le temps, ce qu’un
observateur ordinaire ne pourrait pas distinguer. Même si dans
certains cas cette morphologie est évidente, dans la plupart des
cas, il faut la reconfigurer, l’extraire de la masse et la positionner
d’une autre façon pour la rendre lisible. C’est l’une des fonctions
de la sémiotique visuelle : rendre visible de manière organisée
et méthodique ce qui en apparence est incorporel et dispersé ;
rendre intelligible ce qui est éthéré et fugace. On avance dans les
analyses iconographiques et, par conséquent, dans la découverte
de discours sous-jacents, généralement nuancés par l’idéologie
en révélant les formes du corpus « timbres-poste espagnols ».
Resúmenes 255

Mots-clés : timbre, estampille, image, Espagne, philatélie,


poste, graphiques, cartes.

Narrative Meta-forms of the Postage Stamp.


Spanish Stamp Readings

Postal iconography analysis requires not only the vision of the


image as such, but also of the overall impression which the
images convey by their various tangible forms. The percep-
tion of these forms implies being able to detect the “clouds” of
images displayed over time and which would be impossible for
an ordinary observer to distinguish. Even if in some cases this
morphology seems to be evident, in most cases has to be recon-
figured, extracted from the mass and positioned differently to
make it readable. This is one of the functions of visual semiotics:
to make visible, in an orderly and methodical way, that which in
appearance is incorporeal and dispersed and to make the ethereal
and the fleeting, intelligible. Revealing the forms of the “Spanish
postage stamps” corpus contributes to developing iconographic
analysis and to discovering underlying discourses, tinged with
ideological overtones.

Key words: stamp, image, Spain, philately, post, graphics,


maps.

Del manierismo epistemológico al manierismo estético.


Algunas propuestas y ejemplos para una exploración
fenomenológica del espacio del juego artístico

Carlos Alberto Lobo

Partiendo del concepto de manierismo epistemológico y mate-


mático, en este artículo se desarrolla la idea de que esta deno-
minación puede ser aplicada no sólo a la fenomenología de la
256 Resúmenes

conciencia de la imagen, sino a la experiencia estética misma,


en particular la pictórica. Se aborda particularmente el pensa-
miento de Riemann sobre el espacio y el concepto de variedad
del mismo autor, el cual se pone en relación con las modalidades
en sentido fenomenológico. De particular interés son el sentido
de variación y transformación. Después se discute la conciencia de
un objeto estético en la fenomenología husserliana a partir del
concepto de inactualidad, mediante el cual se suspende radical-
mente la toma de posición.

Palabras clave: manera, manierismo, modo, modalidad, feno-


menología, variedad, Riemann, experiencia estética.

Du maniérisme épistémologique au maniérisme esthétique.


Plusieurs propositions et exemples pour une exploration
phénoménologique de l’espace du jeu artistique

En partant du concept du maniérisme épistémologique et mathé-


matique, cet article développe l’idée que cette dénomination
puisse être appliquée non seulement à la phénoménologie de
la conscience de l’image, mais encore à l’expérience esthétique
même, spécialement à l’expérience picturale. On y aborde en par-
ticulier la pensée de Riemann sur l’espace et le concept de variété
du même auteur qui se met lui-même en relation avec les moda-
lités au sens phénoménologique. Un intérêt tout particulier sera
porté au sens de variation et de transformation. Postérieurement,
la discussion traitera la conscience d’un objet esthétique dans la
phénoménologie husserlienne à partir du concept d’inactualité
par lequel la prise de position est radicalement suspendue.

Mots-clés : manière, maniérisme, mode, modalité, phénomé-


nologie, variété, Riemann, expérience esthétique.
Resúmenes 257

From Epistemological to Aesthetic Mannerism. 


Some Propo­sitions and a Few Examples
for a Phenomenological Investigation of the Artistic Space

Starting from the concept of epistemological and mathematical


Mannerism developed in a previous work, I postulate that this
denomination can be applied fruitfully not only to the phenome-
nology of image-consciousness, but also to the phenomenology
of aesthetic experience itself, and more specifically of pictorial
experience. As suggested by Husserl, the concepts of variety of
modes, of variation and of transformation must be understood in-
deed in connection with Riemann’s thought about space and the
concept of manifold? By doing so, we get a better understanding
of the manifolds of modalities or manners explored by phenome-
nology. By exploring the manifolds of modes or manners, their
correlative modifications and the way they are combined with a
specific modification of neutrality through which the affective
and belief position-takings are suspended, we step into the phe-
nomenology of aesthetic consciousness.

Keywords: manner, mannerism, mode, modality, phenome-


nology, variety, Riemann, aesthetic experience.

Avatares de la forma en el espacio-tiempo Pacha

Leonora Arriagada Peters

Pacha es un concepto panandino clave. “Pacha: espacio [mate-


ria] y tiempo [espíritu],” plantea un origen espacio-temporal y
relativo de todas las cosas. Un escenario, en el que la forma/idea
[materia-espíritu], aquella justa vinculación entre lo material e
inmaterial en el (espacio-tiempo) Pacha, es la que confiere exis-
tencia a las ideas. Para las/os amautas, sabias/os filósofas/os de
la América precolombina, un concepto sin espacialización ―es
decir, sólo inmaterial― es una idea en proceso, aún en busca
258 Resúmenes

de una expresión material para poder completarse y gozar de


existencia. Así las cosas, la filosofía andina invita a vincular la
idea con la forma [idea/forma], entendida como una unidad, en
el espacio-tiempo relativo y en constante cambio. Como directa
consecuencia de esto, los avatares de la forma/idea en el Pacha
son cambios: constantes, cíclicos y relativos.

Palabras clave: Pacha, espacio-tiempo, forma.

Avatars de la forme sur l’espace-temps Pacha

Pacha est un concept-clé du monde andin. « Pacha : espace


[matière] et temps [esprit] », pose à la fois une origine spatio-
temporelle et relative de toutes choses. Un cadre où la forme/
idée [matière-esprit], cette juste relation entre le matériel et
l’immatériel sur (l’espace-temps) Pacha, est celle qui confère une
existence aux idées. Pour les amauntas, les savants et savantes
philosophes de l’Amérique précolombienne, un concept sans
spatialisation – c’est-à-dire immatériel – est une idée en cours
d’évolution qui continue à chercher une expression matérielle
afin de pouvoir se compléter et jouir ainsi d’une existence. C’est
ainsi que la philosophie andine invite à relier l’idée à la forme
[idée/forme], comprise comme une unité, sur l’espace-temps re-
latif et en changement constant. La conséquence directe est que
les avatars de la forme/idée sur le Pacha sont des changements :
constants, cycliques et relatifs.

Mots-clés : Pacha, espace-temps, forme.

Avatars of Form in the Space-time Pacha

Pacha is a key pan-Andean concept. “Pacha: space-[matter]


and time-[spirit]”, propose a relative and time-spacial origin of
everything. A scenario in which the form/idea [matter-spirit],
Resúmenes 259

the fair linkage of material and inmaterial in the (space-time)


Pacha, is the one that conferred existence to ideas. For the wise
philosophers of the pre-Columbian America, a concept without
spatialization - that is say ‘only material’- is an idea in process,
still looking for a material expression to be complete and enjoy
existence. Thus the Andean philosophy invites us to link the
idea with the form [idea/form], understood as a indisoluble unit
in a relative and constant changing (space-time). As direct con-
sequence of it, the avatars of the [idea/form] in the Pacha are
constant, cyclical and relative changes.

Keywords: Pacha, space-time, form.

Sobre la re-conceptualización de los distintos significados


del término τὸ ὂν.
Un análisis de Categorías 2, 1a 20-1b 9 y algunos pasajes
de la Metafísica de Aristóteles

Guillermo Callejas

Este artículo tiene por objeto analizar las expresiones definidas


por Aristóteles en Categorías 2. Sobre la base de este análi-
sis, intentaremos ofrecer argumentos a favor de la siguiente
hipótesis: tres de los cuatro tecnicismos de Categorías 2 son
re-conceptualizados por Aristóteles bajo los términos de “nece-
sario” (ἀναγκαῖον), “lo que se da generalmente” (ὡς ἐπὶ τὸ πολύ)
y “accidente” (συμβεβηκὸς), es decir, como tres expresiones
distintas de las cosas que son (τά ὄντα), las cuales, al tener la
capacidad de darse en (ὑπάρχειν) un sujeto y de significarlo, se
muestran como tres modos posibles de la predicación. Se consi-
dera que la validación de esta hipótesis no sólo podría contribuir
a la comprensión de estos términos, sino que también pondría
al descubierto la necesidad de Aristóteles de analizar los mis-
mos conceptos desde enfoques distintos (en este caso, desde un
enfoque lógico-lingüístico y desde un enfoque ontológico), lo
260 Resúmenes

que podría ser una justificación que explique la necesidad de la


re-conceptualización. Sobre la base del análisis de la necesidad
será posible concebir las implicaciones lógicas y ontológicas que
posee el concepto aristotélico de forma (εἰδός).

Palabras clave: necesario, general, accidente.

De la re-conceptualisation des différentes significations


du terme τὸ ὂν. Une analyse de Catégories 2, 1a 20-1b 9
et autres passages de la Métaphysique d’Aristote

Cet article a pour objet l’analyse des expressions définies par


Aristote dans Catégories 2. Grâce à cette analyse, on tentera
d’offrir des arguments en faveur de l’hypothèse suivante : trois
des quatre technicismes de Catégories 2 sont re-conceptualisés
par Aristote sous les termes de « nécessaire » (ἀναγκαῖον), « ce
qui est généralement donné » (ὡς ἐπὶ τὸ πολύ) et « accident »
(συμβεβηκὸς) ; autrement dit, comme trois expressions distinctes
des choses qui sont (τά ὄντα) et qui, tout en ayant la capacité de se
donner en (ὑπάρχειν) un sujet et de le signifier, se montrent-elles
comme étant trois modes possibles de la prédication. On consi-
dère que la validation de cette hypothèse pourrait non seulement
contribuer à la compréhension de ces termes, mais aussi qu’elle
mettrait à découvert le besoin ressenti par Aristote d’analyser
les mêmes concepts depuis différentes stratégies (dans ce cas,
depuis une méthodologie logico-linguistique et une approche
ontologique), ce qui pourrait être une justification expliquant
le besoin de la re-conceptualisation. Sur la base de l’analyse du
besoin, on pourra concevoir les implications logiques et ontolo-
giques du concept aristotélique de la forme (εἰδός).

Mots-clés : nécessaire, général, accident.


Resúmenes 261

On the Re-conceptualization of Different Meanings of τὸ ὂν.


An Analysis of Categories 2, 1a 20-1b9 and Some Passages
of Aristotle’s Metaphysics

The present article has the purpose of analyzing the expres-


sions defined by Aristotle in Categories 2. On the base of this
analysis, I will try to offer some arguments in favor of the fo-
llowing hypothesis: The tree expressions of Categories 2 are
re-conceptualized by Aristotle under the terms of “necessary”
(ἀναγκαῖον), “what is for the most part” (ὡς ἐπὶ τὸ πολύ) and
“accident” (συμβεβηκὸς), that is, as three different expressions of
things that are (τά ὄντα), which, having the ability to subsists on
(ὑπάρχειν) a subject and signify it, are shown as three possible
kinds of predication. I believe that the supporting of this hy-
pothesis could not only contribute to the understanding of these
terms, but would also reveal the necessity of Aristotle to analyze
the same concepts from different approaches (in this case, in a
logical-linguistic and in an ontological approach) what could be
a justification that explains the re-conceptualization of his own
expressions. On the basis of the analysis of the necessity we will
be able to conceive some logical and ontological implications of
the Aristotelian concept of form (εἰδός).

Key words: necessary, general, accident.


Autores 263

Acerca de los autores

Jacques Fontanille

Profesor de la Universidad de Limoges (CeReS) y miembro del


Instituto Universitario de Francia. 33 rue François Mitterrand
(BP23204), 87032 Limoges, Francia. Teléfono: +33 (5) 55 149 111.
Correo electrónico: jacques.fontanille@unilim.fr

Rodrigo Ibarra González

Profesor e investigador en la Facultad de Lenguas y Letras de la


Universidad Autónoma de Querétaro. Campus Aeropuerto, Ani-
llo Vial Fray Junípero Serra s/n, C.P. 76140, Querétaro, Qro.
México. Teléfono: + 52 (442) 609 10 88.
Correo electrónico: rigmex@gmail.com

Ignacio Rodríguez Sánchez

Profesor e investigador en la Facultad de Lenguas y Letras de la


Universidad Autónoma de Querétaro. Campus Aeropuerto, Ani-
llo Vial Fray Junípero Serra s/n, C.P. 76140, Querétaro, Qro.
México. Teléfono: + 52 (442) 192 12 00 Ext. 61270.
Correo electrónico: i.rodriguez@uaq.edu.mx
264 Autores

Antonio Rico Sulayes

Profesor e investigador en la Universidad de las Américas, Cam-


pus Puebla. Ex hacienda Santa Catarina Mártir, CP. 72810, San
Andrés, Cholula, Puebla, México. Teléfono: + 52 (222) 229 31 19.
Correo electrónico: antonio.rico@udlap.mx

Óscar Javier Pérez Lora

Profesor en la Universidad Nacional de Colombia, Calle 26a No.


13-97 Apto. 409.
Correo electrónico: ojperezl@unal.edu.co

Fernando Monroy

Profesor e investigador en la Facultad de Letras y Ciencias Hu-


manas de la Universidad Católica de Lille, Francia. 60 boulevard
Vauban, CS 40109, 59016 Lille, Cedex, Francia. Teléfono: + 33
(03) 20 13 40 00.
Correo electrónico: fernando.monroy@univ-catholille.fr

Carlos Alberto Lobo

Profesor en el Colegio Internacional de Filosofía de París, 1 Rue


Descartes, 75005, Paris, Francia. Teléfono: +33 1 44 41 46 80.
Correo electrónico: carlos.lobo.ag@orange.fr

Leonora Arriagada Peters

Presidenta del Directorio de Ciencias e Investigación en Wissen-


schafft-Werte e.V. Nazarethkirchstr. 42, 13347 Berlin, Alemania.
Teléfono: + 49 (163) 207 1701.
Correo electrónico: leonora@wswev.de
Autores 265

Guillermo Callejas

Profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad


Nacional Autónoma de México, Circuito Interior. Ciudad Univer-
sitaria s/n, C.U., 04510 CDMX. Teléfono: + 52 (55) 55 50 87 89.
Correo electrónico: gcallejas@unam.mx

Arturo Romero Contreras

Profesor e investigador en la Facultad de Filosofía y Letras de


la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Director del
Colegio de Filosofía de la misma institución.
Correo electrónico: rcarturo@gmail.com

Citlalli Reynoso Ramos

Profesora e investigadora del Posgrado en Estudios Socioterrito-


riales del ICSyH-AVP de la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla.
Correo electrónico: reynoso_ra@hotmail.com

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