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SEÑOR, ENSÉÑANOS A AMAR COMO TÚ

(P. Miguel Oñate)

En el salmo el orante le pide al Señor, “enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz
que camine con lealtad; / enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador”, pero, preguntémonos ¿qué
camino es el que debemos recorrer? ¿qué será lo que Dios quiere enseñarnos hoy?. Considero que la
respuesta está en el evangelio cuando al escriba que le pregunta sobre los más importante, Jesús le
responde: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es
éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos» (Mc 12,
29). Entonces, el camino que estamos llamados a recorrer es el mismo que hizo Jesús, amando a Dios y
al prójimo, pero para ellos necesitamos ser instruidos, es necesario aprender a amar de la manera como
Dios lo hace, porque siguiendo a san Agustín podemos ver que el Padre es el Amante, el Hijo es el
amado y el Espíritu Santo es el Amor, se trata de un misterio infinito de amor que no se agota jamás,
que no es cerrado sino abierto, porque es propio del amor no buscar su propio beneficio sino el de los
demás, incluso el término que se usa aquí el evangelio para decir “amar”, significa el amor más
verdadero, profundo y duradero en el cual no hay rastro de búsqueda de sí mismo, sino que se está
totalmente abiertos en una actitud de entrega sin limitaciones por el bien de la persona amada. Pero
quisiera que viéramos dos aspectos que son determinantes para una buena práctica del amor según Dios

1. Existe un expresión de afirma que nadie da de lo que no tiene, porque cada uno da de lo que posee,
esta misma situación acontece con el amor, porque uno puede amar sólo si ha sido amado, Jesús es el
Hijo amado del Padre por el amor del Espíritu Santo, por eso está en capacidad de amarnos hasta dar su
vida por nosotros, por el contrario, el Maligno que no conoce el amor lo único que hace es sembrar
odio y resentimientos, ya lo decía santa Teresa: “si Satanás pudiera amar, dejaría de ser malvado”, pero
nosotros dice san Juan en su carta “hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en su amor,
porque nos amó primero”, antes que nosotros los amaramos, por eso nuestro amar es una respuesta,
está en un segundo lugar, antes del amor de nuestros papás, mamás, amig@s, herman@s y demás está
el amor de Dios por cada uno de nosotros, se ha tomado en trabajo de amar personalmente a cada un@
de sus hij@s, por eso lo primero que les invito es que se sientan amadas por el Señor, su amor nos hace
felices, nos ayuda a superar los complejos del pasado, ese amor es el que nos hace saber que nunca se
va a arrepentir de habernos creado, por eso amarse a sí mismo es la cosa más difícil porque supone que
uno se siente amado incondicionalmente. Por eso quien se sabe amado es capaz de amar a Dios, al
prójimo y a sí mismo, la medida del amor que uno siente como recibido, es la misma medida del amor,
que uno se puede ofrecer a los otros.

2. El escriba en su respuesta dice que dedicarse a amar “vale más que todos los holocaustos y
sacrificios”, parece una exageración, pero la verdad es que más allá de las liturgias del templo, más allá
del culto que se puede realizar al Señor. El Padre Dios quiere que nosotros nos amemos, unos a otros
como su Hijo Jesús nos ama, es decir, que necesitamos que el Espíritu Santo venga sobre nosotros para
que no nos quedemos solo en hacer prácticas piadosas, en la observancia de los votos, en cumplir la
disciplina del convento, en participar en la eucaristía, o en la mortificación de mi cuerpo, porque todo
eso por muy admirable que sea a nuestros ojos, no es suficiente para el Señor, porque sin el ánimo de
negar el valor que poseen todas esas prácticas, la insistencia debe ser puesta en poner en juego todo lo
que somos, “todo el corazón, toda el alma, toda la fuerza, toda la mente”, se trata de una enumeración
de facultades humanas para significar el compromiso total de toda la persona humana a la hora de
amar. Amar el lo único que hace grande la vida humana, solo el amor hace que la existencia cobre
sentido y trascienda, por eso las invito para que no dejemos que el amor se quede encerrado aquí, o
encadenado como dice hoy san Pablo, porque “la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo
sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la salvación y,
con ella, la gloria eterna”. Entonces, dado que nadie puede impedirnos amar, procuremos practicar el
amor desde ahora, y no solo con l@s herman@s que nos caen bien sino con tod@s, porque “si ustedes
aman sólo a quienes los aman, ¿qué premio merecen? También hacen lo mismo los recaudadores de
impuestos. Si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? También hacen lo mismo los
paganos.. yo les digo: Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores. Así serán hijos de su Padre
del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. (Mt 6, 44-48)

ORACIÓN DE LOS FIELES

Presentamos al Padre amoroso todos aquellos a quienes amamos y confiémosle a todos aquellos a
quienes deberíamos aprender a amar. Y digamos:

R/. Señor, danos el don del amor.

 Señor Jesús, haz que en la comunidad de tu Iglesia haya amor, amistad y confianza, entre sus
líderes y los fieles, oremos

 Señor Jesús, que el amor y la amistad reine en todas nuestro convento del Ave María, para que
todos sus miembros sean excelentes testigos de tu amor, oremos

 Señor Jesús, que el amor y la amistad reine en todas las familias cristianas, para que los padres
y sus hijos vivan en la ayuda reciproca y así crezca en nuestro mundo la comprensión y amor,
oremos

 Señor Jesús, que haya entre nosotros amor y amistad que abran nuestros ojos, manos y
corazones a las necesidades y a las personas de los enfermos y de los que viven en soledad, de
los pobres y de las víctimas de la injusticia, oremos

 Señor Jesús, que haya amor y amistad en todas nuestras comunidades cristianas, para que la
gente llegue a creer en ti cuando vea cómo nos amamos unos a otros, oremos

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