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Las últimas reformas en la Universidad Nacional de San Luis bajo la tensión: Nosotros y ellos

MAZZOLA Carlos Francisco (UNSL)

mazzolacarlos@gmail.com

PERÉZ Nélida Haydée (UNSL)

nldprz797@gmail.com

Mesa 8 Presupuestos políticos y conformación de sujetos educativos

Resumen

Con la nueva etapa democrática abierta en el País en 1983 las Universidades Nacionales
comienzan, bajo la recuperación de su autonomía, una serie de reformas, muchas de las cuales
inspiradas bajo el paradigma de la democracia. En la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) la
incorporación de la elección directa de autoridades, la departamentalización de sus estructuras y
la regulación de la carrera docente, son algunas de las innovaciones establecidas. Una serie de
interrogantes orientan el trabajo: Habiendo trascurrido varios años de las transformaciones ¿se
lograron los objetivos buscados? ¿Por qué y quiénes impulsaron las reformas?, ¿A qué ideales o
intereses responden estas modificaciones? y ¿Cómo se conformaron las relaciones de fuerza entre
unos y otros? o para decirlo de un modo más involucrado entre nosotros y ellos. Democracia,
poder y moral constituyen categorías analíticas y valorativas que nos permiten mirar el caso de la
UNSL con la certeza que lo que allí ha sucedido y sucede no es una excepción en el contexto de las
Universidades Nacionales.

Desarrollo

La UNSL desde hace treinta años, más precisamente con el advenimiento de la


democracia, viene analizando e impulsando una serie de reformas organizacionales:
elección directa de autoridades, departamentalización, carrera docente, ciudadanía
universitaria, creación de nuevas facultades, etc. La última década ha sido muy activa en el
plano de intentos de transformaciones. En el presente trabajo nos detendremos en torno
a las tres primeras. El principio de democratizar la universidad ha estado presente en casi
todas las reformas.
Dada la importancia que tiene este valor en el imaginario universitario es preciso
detenernos sobre la categoría: democracia universitaria.

La espacialidad donde se ancla la democracia universitaria otorga una complejidad


a la categoría de la cual poco se ha reflexionado1. No podemos por ejemplo obviar que la
morada universitaria tensiona al extremo el talón de Aquiles de las democracias, que es el
carácter representativo, que asumen la mayoría de las democracias modernas poniendo
en jaque el ideal de gobierno del pueblo y de igualdad que supone el demos, por lo que se
torna así en gobierno de los representantes del pueblo. (Se amplía el tema de la
representación en el apartado sobre elección directa)

La tensión se produce porque, por una parte, lo acotado del espacio universitario
torna viable la idea de democracia directa, donde sería factible que en una asamblea,
medianamente reglada para facilitar su operatividad y toma de decisiones, se pudieran
plantear los lineamientos políticos - académicos de la vida universitaria, por cierto que no
cabrían las distinciones de ser profesor o auxiliar de docente, ni la de ser efectivo o
contratado, tampoco tendría importancia ser docente o alumno, o bien ser autoridad o
no-docente, es decir no habría limitación a la participación por motivos de pertenencias a
claustros o funciones. Por otra parte la tensión se agudiza en tanto que la democracia
universitaria, en virtud de la función de la universidad y el trabajo que los distintos actores
desempeñamos, se acota el derecho a la igualdad, de modo que se profundiza la idea de
representación tomando distancia con la idea de democracia directa. El planteo de
igualdad de claustro, que ya no tiene vigencia, ha sido lo más igualitario que ha vivido
nuestras universidades gracias a los reformistas de 1918. Lejos estamos del planteo de un
hombre igual a un voto que algunas agrupaciones estudiantiles reclaman como tema
básico de su plataforma política. Esto nos lleva por consiguiente a sostener que el
imaginario de democracia universitaria posee homogeneidad y consenso, sólo, en el plano
nominal.

1
Con pocas excepciones como Peréz Rasetti, C. (2004, Naishtat F. Toer M. Y otros (2005), Krotsch,
P. Suasnábar, C. (2002), Iazzetta, O. (2001).
En este trabajo intentaremos sumar a las complejidades existentes el papel que
desempeñan la formación de corporaciones que conforman grupos de poder

Los vaivenes de la relación de las Universidades con el Gobierno Nacional


(Suansnabar, C. 2001) han dado una traumática identidad a las instituciones educativas.
Los gobiernos militares no han respetado en nada el derecho de la autonomía, por ello
entre sus primeras medidas ha figurado la intervención y suspensión de los estatutos
vigentes.

Los gobiernos democráticos, respetando la autonomía, han oscilado entre una


mayor o menor regulación. Los justicialistas, más proclives que los radicales, a plantear
mayor protagonismo al Ministerio de Educación y a la Secretaria de Políticas Universitarias
(SPU).

Los universitarios hemos hecho de la autonomía el valor máximo para la


universidad, lo cual es muy razonable cuando las dictaduras veían a los universitarios
como uno de sus principales enemigos. Más ¿es lógico sostener dicho valor de modo tan
firme cuando los gobiernos son democráticos? Es casi impensable una institución
universitaria sin autonomía (Clark, B. 1993) más también es casi impensable una
autonomía casi absoluta. Las universidades públicas no son de los universitarios, son del
pueblo y si bien se es parte del pueblo, no se es representantes del pueblo, como sí lo son,
los gobiernos democráticos. Por ello es que es pertinente realizarse la siguiente pregunta:
En una Universidad democrática ¿quiénes deben establecer las políticas básicas? Le
corresponde a ¿los propios universitarios o bien el gobierno central?

Cuando vivimos en democracia, la democracia universitaria debe sintonizarse con


la del País, aunque ello implique articular las autonomías propias a un proyecto
universitario Nacional. En el cual, claramente, es imprescindible la participación de los
universitarios en su elaboración.

Debemos entender los universitarios que en democracia hay que articular nuestra
autonomía con quienes conduzcan al Estado Nacional. Más no debe pensarse la
articulación como una solución a dos posiciones, por el contrario la articulación debe
posibilitar revertir los problemas que suceden cuando la autonomía es casi total o cuando
el gobierno central interviene sin cuidado sobre las universidades.

Los problemas vinculados a la autonomía o heteronomía extremas tienen que ver


con la partidización y la formación de corporaciones. La partidización de las universidades
constituye el principal problema que promueve el gobierno central sobre las
universidades, y ello lo han realizado todos los gobiernos democráticos sin excepción. Es
claro que debemos distinguir politización de partidización2 (Krostch, P. 2001) en tanto que
política en la universidad supone la posibilidad de participar y comprometernos con los
fines, objetivos y planes institucionales, supone también la posibilidad y el compromiso de
asumirnos como ciudadanos universitarios ejercer nuestros derechos y honrar nuestras
obligaciones, las que implican necesariamente articular nuestros derechos con las del
conjunto de la comunidad. Partidización constituye un uso indebido de los partidos,
instituciones que muy sabiamente supieron construir las democracias representativas
como instancias que posibilitan armonizar las competencias entre diversas formaciones
que aspiran al poder Siéyès (1987). La partidización de las universidades se observa con
nitidez en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), institución que a pesar de los años
de vigencia no ha sabido construir un proyecto de política-académica relevante. El CIN
constituye un espacio de negociaciones entre Rectores y la Secretaria de Políticas
Universitarias (SPU) amen de conformarse en un escenario para exteriorizar la
reconfiguración de las relaciones de fuerza entre el Justicialismo y el Radicalismo.

Lamentablemente la lógica y dinámica política en las universidades no se construye


de abajo hacia arriba, sino por el contrario, es de arriba hacia abajo (Mazzola, C. 2007) por
lo que la disputa entre los partidos baja, teniendo su epicentro en la SPU, luego el CIN y
desde allí a las Universidades, en donde esta línea continua desde los Rectores a los
decanos y desde ellos a los profesores titulares y/o directores de proyectos de
investigación.

2
Esta distinción es una de las claves para afrontar la elección directa, que en breve aclararemos.
Este recorrido descendente de partidización, se cruza con otra línea ascendente de
corporaciones, principal problema de la autonomía no articulada, cuyo epicentro surge y
asciende desde los profesores titulares y/o directores de proyectos hacia los
Coordinadores de Áreas, Consejeros Departamentales y Facultades, Directores de
Carreras y Departamentos, Decanos y Rectores.

Las corporaciones fueron los agrupamientos que hasta el medievo supieron


organizar una serie de actividades sociales (políticas, laborales, educativas, etc.) más con
la emergencia de los Estados modernos e instituciones como los partidos políticos,
sindicatos, escuelas, hospitales entre otras, quedaron, en el plano de la legalidad y
legitimidad, desplazados (Durkheim, E.1993). Hoy apelamos al concepto de corporación
para dar cuenta de una inversión de los intereses de un grupo o sector por sobre los
públicos que deben primar en las instituciones precisamente de este carácter. En la UNSL3
las formaciones de grupos y subgrupos grupos corporativos caracterizan una lógica
política-académica que desvirtúa tanto o más que la partidización a las instituciones (Lo
que describiremos con más precisión en el último apartado).

El saber articular la línea ascendente y descendente es una de las claves del éxito
político de los dirigentes académicos, ya se trate de Secretarios de la SPU, Presidentes del
CIN, Rectores, Decanos, etc. En la medida que el puesto político es más alto, mayor es la
importancia de la partidización, y a menor rango el cargo, mayor importancia cobra el
dominio de los grupos corporativos.

Entre la partidización y las formaciones corporativas, no existe posibilidad de


reforma que logre sus objetivos, máxime cuando estos están vinculados a una mayor
democratización universitaria. Por ello las reformas de la UNSL, ya se trate de la elección
directa de autoridades, la departamentalización o la institucionalización de la carrera
docente, caen en saco roto. Revisemos brevemente lo sucedido con ellas.

3
Como sucede en todas las instituciones públicas argentinas, ya sea en las instituciones judiciales,
de salud, seguridad, etc.
La reforma departamental

A poco tiempo de independizarse la UNSL de la Universidad de Cuyo en 1973 la


Universidad adopta la estructura departamental. Unos años después, con la intervención
militar, se reemplazan por la estructura de Facultades y Escuela, que tuvo vigencia hasta
1991 donde se decide realizar una nueva modificación retornando a la
departamentalización, pero no de forma completa, sino que se decidió adoptar una
estructura mixta, en tanto que se preservan las Facultades más se crean Áreas y
Departamentos.

Cuando surge la reforma de 1991 la idea de crear una estructura mixta era
transitoria, dado que se planteó ir avanzando hacia la departamentalización total, no
obstante poco se avanzó en este sentido. La Facultad de Físico-matemáticas ha sido la que
más ha logrado sustanciar ese propósito inicial.

La clara superposición de funciones que la estructura mixta ha generado se ha


intentado resolver al plantearse que las Áreas y Departamentos poseen funciones
consultivas, mientras que las Facultades las poseen de carácter resolutivas.

La estructura departamental supone entre otras cuestiones mayor flexibilidad


administrativa y académica y mayor democratización para los agentes involucrados (Clark,
B. 1993).

En relación a la flexibilidad administrativa y académica, lo que ha sucedido en UNSL


es precisamente lo contrario a lo que sería deseable que sucediera. Es lógico y deseable
que si se debe realizar una compra de papel, por mencionar un ejemplo, el espacio
administrativo más inmediato donde se produce la carencia pueda disponer de una caja
chica para poder ir y realizar la reposición, de modo que en 24 hs. el problema se
resuelva. Sin embargo proveer de papel a la institución está centralizado en el Rectorado.
Esto supone licitaciones, sobreprecios, demoras para sustanciar la compra, horas de
trabajos en tal tarea, disponer de una oficina de suministro, tener empleados, compras de
cantidades no ajustadas a las necesidades, etc.
En relación a la flexibilidad académica de modo inverso, pero semejante a la
administrativa, si se va a elegir un docente para cubrir un cargo, es lógico y deseable que
el mejor docente que esté dispuesto a llevar a cabo la tarea sea el que efectivamente
ocupe ese lugar. Para ello no hay que ahorrar esfuerzos y procedimientos.
Lamentablemente el docente más capacitado y dispuesto pocas veces es el docente
elegido. Es el espacio académico inmediato donde se producen las carencias, el que
plantea las necesidades, son también quienes proponen los jurados para entender en los
concursos. De modo que en dónde se llamará a concurso, qué tipo de cargo se llamará y
quiénes serán los jurados son decisiones que están descentralizadas. Este procedimiento
de decisiones tan fundamentales si están descentralizadas.

En conclusión en la UNSL se ha descentralizado lo importante y se ha centralizado


lo que no lo es tanto. Lo que se agrava al observar que el Rectorado posee una estructura
macro encefálica, en tanto que concentra la cantidad de personal no-docente equivalente
al 50% del que se ocupan en todas las Facultades, nos encontramos, por lo tanto, que
estamos con los valores y estructuras invertidas.

Lo lógico sería tener un Rectorado pequeño pero que tomara las decisiones más
importantes, las que son por ejemplo aquellas cuyas consecuencias tienen una larga
duración e impactan a muchos agentes, como lo es la selección de personal y como no lo
es la compra de papel, o de computadoras, o cambiar un vidrio, etc. Deseable sería
también que las Facultades o Departamentos fueran los encargados de las tareas y los
suministros cotidianos, con la flexibilidad que demanda las cosas y los hechos que
perduran poco o requieren de renovación permanente.

Este marco de descentralización supone que los agentes directos de llevar a cabo la
tarea docente de investigación y extensión, poseen mucha competencia para atender
cuestiones vinculadas a la gestión, lo que torna necesario ciertos procesos de articulación
y planificación para evitar un estado de fragmentación y competencias o luchas entre
pequeños grupos o corporaciones.
La carrera docente (CD)

La CD ha sido siempre una bandera del gremio docente, los que persisten y logran que
durante cuatro años (1993 a 1997) estuviera en la agenda del Consejo Superior de la
UNSL. La ordenanza 15/97 es la que elaboró la institución para enmarcar tal
procedimiento. En la misma se rescata las funciones docentes y tipos de categorías, que
ya se establecían en el estatuto universitario. La ordenanza señala que la CD se llevará a
cabo por concurso público y su finalidad es generar condiciones mínimas para los
docentes, de modo de asegurar la calidad académica.

La normativa no establece una serie de cuestiones fundamentales del orden


práctico, como ser la obligatoriedad de la institución de llamar a concursos, los criterios
para llamar a concurso a los agentes específicos que están en posibles condiciones
ascender de puesto, los criterios que deberán tener los jurados para estos casos, etc.

Al no establecer ningún tipo de obligatoriedad para la institución de llamar estos


concursos, la historia nos ha mostrado que bajo el argumento de que no hay presupuesto
para este tipo de concursos, los mismos quedaron relegados durante varios años. Recién
en los últimos años se generaron concursos que se llamaron por CD.

Habitualmente se relaciona la CD con el derecho de ascenso de cargo, no obstante


es imprescindible vincularla al ingreso y permanencia en la institución. Sólo por efecto de
haber naturalizado el hecho de que una vez que se ingresa se permanece en ella es que se
desvincula una situación con otra. La relación de ingreso con permanencia y promoción es
un continuo en donde la variable competencia o mérito, para desempeñar la tarea, es la
clave de dicho proceso, lo que se pone en evidencia por el papel que cumple la evaluación
como mecanismo de selección y promoción.

En la UNSL el procedimiento del concurso público se encuentra establecido para el


ingreso y promoción de carrera, en cuanto a la evaluación de la permanencia la reválida
constituye normativamente el mecanismo a seguir, más la realidad no se ajusta a la
ejecución y plazos de dicha instancia de evaluación. Es claro que el carácter público de la
institución obliga a una serie de parámetros que deben respetarse en cualquier
mecanismo de que se trate.

Más allá de lo que plantean las normativas sobre CD el tema de la antigüedad en el


cargo constituye, en el imaginario de muchos universitarios, la variable excluyente para
acceder a tal derecho. Si un docente lleva diez o más años en el mismo puesto, surge en
el imaginario que se merece la oportunidad de ascenso, más si ese docente en dicho
periodo no ha brindado a la institución lo que se esperaba del mismo, ese margen de
tiempo se debe convertir en un búmeran para el docente, en tanto que es tiempo
suficiente para excluirlo más que promoverlo de la universidad.

Entender que la antigüedad constituye la condición de posibilidad para el ascenso,


más al mismo tiempo, es la variable fundamental para sopesar lo realizado y puede por
ello ser la razón para ser excluido de la institución, entendemos es una de la claves que
aporta a dicho derecho la condición pública. Lamentablemente la normativa de la CD de la
UNSL no señala nada al respecto.

¿Cuál sería el ideal del procedimiento de CD sin entrar en contradicción con el


espíritu de universidad pública?, ¿Cómo articular desempeño y mérito con los derechos de
permanecer y ascender? La respuesta entendemos que es: con evaluaciones periódicas,
transparentes, abiertas, es decir públicas. Cabe aclarar que entendemos al concurso
docente como una forma de evaluación rigurosa que sobre cualquier circunstancia debe
garantizar la igualdad de posibilidades a cualquier participante. Se distingue así de la
reválida, procedimiento para entender sobre el derecho de permanencia. El concurso es
un mecanismo abierto en donde además de analizar los currículos de los aspirantes
también se estima la capacidad de trasmitir los conocimientos mediante la clase pública.
De modo que la evaluación es la clave para llevar a cabo la CD.

En la UNSL este procedimiento de evaluar se ha tomado como central para


sustanciar la CD. ¿Más podemos afirmar que la misma se lleva a cabo garantizando los
principios que hemos señalado? Lamentablemente la respuesta es no. ¿Por qué? Porque
se tensionan los procedimientos abiertos y transparentes con los intereses y relaciones de
las pequeñas corporaciones, en donde el capital social pasa a ser una variable más
importante que el capital académico.

La elección directa de autoridades

En septiembre del 2001 en la UNSL se inaugura una nueva modalidad de elección que se
denomina a partir de la reforma del estatuto universitario: elección directa. La
mencionada elección consiste, esencialmente, en que cada miembro de la comunidad:
docentes, no docentes, alumnos y graduados, elige sin intermediarios a quienes se
postulan para ocupar cargos de gestión: Rector y Vicerector, miembros del Consejo
Superior, Decano y Vicedecano de cada Facultad, Consejeros Directivos de cada Facultad;
y, finalmente, Director y Vicedirector de los Departamentos, conjuntamente con los
Consejeros Departamentales.
Esta modalidad deja atrás un sistema, el indirecto, el cual se caracterizaba por que
los universitarios elegíamos solamente a los integrantes de los cuerpos colegiados y eran
éstos los que reunidos, de modo análogo a un colegio electoral, elegían a las autoridades.
Este cambio comienza a gestarse de modo sostenido a partir de las últimas
elecciones indirectas (más precisamente desde 1998), ya que muchos, sobre todo los que
perdieron, plantearon que los asambleístas elegidos producían acuerdos o negociaciones
luego de que la comunidad emitiera su sufragio, y alteraban la voluntad manifestada en
las urnas, es decir, que las autoridades que en definitiva quedaban constituidas por el
modo indirecto, no reflejan la voluntad de la comunidad universitaria, produciéndose así
una crisis de legitimidad (Mazzola, C.: 2007). Por ello se busca, y se logra, una
transformación del estatuto para evitar la mediación colegiada que altera el espíritu
republicano y democrático en el espacio universitario. Cabe recordar que el cambio es
impulsado por un grupo de docentes, no son los estudiantes los promotores. El sector
estudiantil apoya y anexa, sin éxito, el pedido de mayor representatividad para su
claustro4.
Este cambio desata un debate conceptual que pone, en el centro del mismo, el
tema de la representación en el espacio universitario, dado que es sobre el
cuestionamiento de que una modalidad es más representativa que otra es que se impulsa
la transformación.
En este sentido, es pertinente distinguir el concepto que utilizan los actores que
promueven el cambio ya que en lugar de hablar de representación utilizan el concepto de
democratización y resulta más pertinente utilizar el anterior ya que implica: periodicidad
tanto de la elección, como de mandatos, la independencia de los elegidos en relación a
los que eligen, la consagración de la libertad de opinar de los elegidos sobre los que
delegan autoridad, publicidad de decisiones, legitimidad, entre otros.
Desde el siglo XVII y XVIII las instituciones que surgen tanto en Inglaterra como en
Francia, basadas en constituciones y que se expanden luego por todo occidente, son
denominadas democracias representativas. Quedan atrás las democracias directas dado
que la complejidad del orden social, en virtud de su crecimiento poblacional, el
incremento comercial, la división del trabajo, hacen compleja la deliberación y la toma de
decisión tal como eran en las plazas griegas de la antigüedad. La noción de representación
implica que el pueblo delega el poder de autogobernarse a un grupo de personas,
pasando a ser unos los gobernantes y otros los gobernados. Representación implica
aceptación de la diversidad. Siéyès (1987) destaca que el papel de la asamblea consiste en
producir unidad; se presupone que los diputados, elegidos por localidades y poblaciones
diversas, al principio aportan a la asamblea el reflejo de cierta heterogeneidad.
La categoría de representación nos posibilita pensar y articular la dimensión
política con la organizacional, y ambas nos ayudan a comprender la especificidad de la
institución universitaria (Clark, B. 1983). Los modos de representación impactan

4
Se debe destacar que la UNSL no es la única, ni la primera, que adopta la modalidad de elección
directa. Las universidades de Santiago del Estero, Río Cuarto, Salta, Villa María, Misiones, La
Pampa, Luján, la Patagonia Austral han realizado esta transformación. Más ninguna universidad
grande (UBA, Córdoba, Rosario, Tucumán y La Plata) han adoptado dicho sistema.
primariamente sobre las organizaciones de gobierno universitarias, como así también en
la forma de elección y ejercicio de poder. Las divisiones por unidades académicas y
claustros de pertenencia constituyen las claves de la forma que las representaciones
adquirirán en las universidades.
La primera elección en la UNSL, bajo la nueva modalidad, se lleva a cabo el día 22
de junio del 2001, en el año 2013 se sustanció la quinta elección directa en tanto que cada
tres años se ha llevado a cabo una nueva elección.
Más allá de las particularidades que cada elección tuvo, comentaremos algunas
conclusiones generales que engloban a todas ellas:
• Ganan quienes están ocupando cargos en la gestión. En todas las elecciones y en todas
las categorías de cargo, ya se trata de Rector, Decano o Director de Departamento se
observa, salvo excepciones, que quienes vienen conduciendo tienen más posibilidades de
ganar sobre quienes intentan gestionar como alternativa de cambio.

• Se observa que el sector no docente vota casi de forma unánime apoyando sólo a una
lista. Se trata de un apoyo corporativo. Sin duda una estrategia compensatoria a la baja
ponderación y/o representación de los no-docentes en el gobierno universitario.
• Sucede algo semejante con una de las Facultades, la de Ingeniería y Ciencias Económicas
y Sociales, dado que se vuelca en bloque hacia un candidato rectoral.
• La adscripción de los candidatos a una Facultad o Departamento determinado sigue
siendo muy importante, al igual que con el sistema indirecto, a la hora de analizar la
procedencia de los caudales de apoyos logrados.
• Se observa una importante tendencia a las re-elecciones en todas las categorías de
votación.
• A nivel estudiantil la división de este sector es algo significativo ya que emergen muchas
nuevas listas, quizás se trata del sector más entusiasta con el sistema directo, al mismo
tiempo, que se observa la aparición de las llamadas listas colectoras.
• Se visualiza alrededor de unos cuatro meses antes de las fechas electorales intensas
campañas políticas para difundir las propuestas de los candidatos y listas. Las mismas se
caracterizan, entre otros aspectos, por el fuerte nivel de personalización que ejercen los
candidatos sobre el resto de la comunidad. Es de destacar también la emergencia de sitios
web como lugares de disputa electoral.
• El acto eleccionario aparece en todas sus oportunidades con un nivel significativo de
problemáticas, ya que se producen: votaciones hasta altas horas de la noche debido a las
pocas meses en el sector estudiantil, impugnaciones de mesas, mala confección de
boletas, no respeto a la veda electoral, confusión de ponderación entre el sector no
docente y graduados, etc.
• La competencia, que es la lógica que se consagra con la elección directa, no ha
desplazado al mecanismo de acuerdos y negociación de unos pocos, que era el
procedimiento excluyente de la elección indirecta (al cual se criticaba de ilegítimo). Lo que
sucede es que ambas lógicas ahora se solapan.
• El problema de la carencia de legitimidad que tenían los candidatos por el sistema
indirecto desaparece. Quizás sea éste el punto más importante del cambio de sistema.
• El nuevo mecanismo electoral no altera las estructuras de poder político-académica pre-
existente al acto eleccionario, por lo que las expectativas de democratización generadas
en torno al cambio de sistema no son respondidas.

Análisis de integración y conclusiones

A la luz de lo descrito es necesario formular la siguiente pregunta: ¿Por qué las reformas
caen en saco roto? O expresado de modo más concreto: ¿Por qué no provocan los
cambios esperados?

La metáfora del saco roto implica que las condiciones sobre las cuales se realizan las
reformas no ofrecen consonancia con las mismas. Hemos ido planteando cuáles son
dichas condiciones, a efectos de sintetizarlas recordamos:

• El nivel de autonomía de las instituciones complejiza articular políticas en torno a un


programa o proyecto Nacional o al menos regional.
• La partidización de la vida académica, que sigue una línea ascendente-descendente
desvirtúa los fines y objetivos académicos.

• La descentralización de la gestión de aquello que podemos estimar como importante


(por medio de un erróneo concepto de departamentalización) y la concentración de
funciones cotidianas en las Facultades y Rectorado constituye, entre otras dificultades, un
fuerte obstáculo para implementar cualquier transformación que mueva las posiciones de
poder de los agentes universitarios.

• La ausencia de una articulación precisa entre derechos laborales y excelencia académica,


que debiera plasmarse en una normativa de CD termina generando que la CD se convierta
en una variable más que se pone en juego en las disputas de distribución de cargos.

• La elección directa de autoridades si bien implica un avance en torno al ideal


republicano que debe tener cualquier institución pública, no obstante, luego de varios
años de haberla implementado, ha quedado una sensación de insatisfacción en quienes
esperan de la misma una mayor democratización de la institución.

Estas condiciones podrían revertirse si se comenzara por alterar el eje en torno al cual
se estructuran las posiciones de poder en la vida académica. El capital eficiente o
dominante que configura al campo académico, mediante su posesión y distribución, no es
el capital académico sino que es el capital de los cargos, lo que se pone en evidencia
cuando observamos que la dinámica de poder se puede sintetizar por la lucha por los
cargos. Desde el punto de vista organizacional hay que recordar que los profesores
titulares o en su defecto asociados, que son los que habitualmente dirigen los proyectos
de investigación y que también ocupan los cargos de gestión unipersonal más
importantes, acumulan un gran poder que se conforma por la convergencia de capital
académico, social, económico y político (Mazzola, C. 2013). Quienes ocupan dichos cargos
son los que gozan de mayor prestigio académico, los que tienen una remuneración salarial
más alta, tiene bajo su responsabilidad un grupo de personas, están habilitados para
desempeñar los puestos de gestión más altos, todo lo cual le confiere poder electoral,
poder de movilización, de presión, en síntesis son los universitarios con mayor poder
político. Esta estructura de poder se institucionaliza bajo la forma piramidal de la
conformación de los cargos docentes: Profesores titulares, asociados, adjuntos, jefe de
trabajos prácticos, auxiliar de primera y de segunda.

En una estructura departamental, mal entendida en tanto que posibilita que la


distribución de cargos se realice en la base del sistema, genera la condición para que
estos profesores sean los que mueven los hilos del poder. La lógica que se desprende, casi
como una consecuencia inevitable, es que se forman pequeños grupos de docentes
(profesores y auxiliares) que hacen del grupo su principal fuerza para desempeñarse en el
campo universitario. Estas pequeñas corporaciones, que alternan el interés general por el
del grupo, son las responsables de hacer caer al vacío toda reforma, o lo que es peor aún,
son las que desvirtúan las reformas, en tanto que las utilizan para empoderarse más.
Lamentablemente todo pasa a ser medido y utilizado en pos de fortalecerse para poder
conquistar los trofeos en juego. Y son los cargos, dada la fortaleza que al grupo brinda, el
trofeo mayor. Basta constatar que en los departamentos la distribución de cargo
constituye el tema y el problema que concentra la mayor parte de la gestión, de modo
análogo, en el Consejo Superior son las impugnaciones de los concursos los
procedimientos que ocupan a los Consejeros su mayor labor.

Lejos estamos de ser un espacio en donde la característica principal sea la anarquía


organizada, más bien somos corporaciones anárquicas.

Es que en este marco, la distribución de cargos, los llamados a concursos, la


conformación de jurados y por consecuencia los dictámenes de los mismos, son un como
si fueran públicos. Por ello la primera reforma que la UNSL y las Universidades Argentinas
debieran realizar es lograr que el capital académico domine al capital del cargo. Para lo
cual es imprescindible que los concursos docentes sean verdaderamente públicos.

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http://rapes.unsl.edu.ar/Congresos_realizados/Congresos/IV%20Encuentro%20-%20Oct-
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