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Resumen
Con la nueva etapa democrática abierta en el País en 1983 las Universidades Nacionales
comienzan, bajo la recuperación de su autonomía, una serie de reformas, muchas de las cuales
inspiradas bajo el paradigma de la democracia. En la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) la
incorporación de la elección directa de autoridades, la departamentalización de sus estructuras y
la regulación de la carrera docente, son algunas de las innovaciones establecidas. Una serie de
interrogantes orientan el trabajo: Habiendo trascurrido varios años de las transformaciones ¿se
lograron los objetivos buscados? ¿Por qué y quiénes impulsaron las reformas?, ¿A qué ideales o
intereses responden estas modificaciones? y ¿Cómo se conformaron las relaciones de fuerza entre
unos y otros? o para decirlo de un modo más involucrado entre nosotros y ellos. Democracia,
poder y moral constituyen categorías analíticas y valorativas que nos permiten mirar el caso de la
UNSL con la certeza que lo que allí ha sucedido y sucede no es una excepción en el contexto de las
Universidades Nacionales.
Desarrollo
La tensión se produce porque, por una parte, lo acotado del espacio universitario
torna viable la idea de democracia directa, donde sería factible que en una asamblea,
medianamente reglada para facilitar su operatividad y toma de decisiones, se pudieran
plantear los lineamientos políticos - académicos de la vida universitaria, por cierto que no
cabrían las distinciones de ser profesor o auxiliar de docente, ni la de ser efectivo o
contratado, tampoco tendría importancia ser docente o alumno, o bien ser autoridad o
no-docente, es decir no habría limitación a la participación por motivos de pertenencias a
claustros o funciones. Por otra parte la tensión se agudiza en tanto que la democracia
universitaria, en virtud de la función de la universidad y el trabajo que los distintos actores
desempeñamos, se acota el derecho a la igualdad, de modo que se profundiza la idea de
representación tomando distancia con la idea de democracia directa. El planteo de
igualdad de claustro, que ya no tiene vigencia, ha sido lo más igualitario que ha vivido
nuestras universidades gracias a los reformistas de 1918. Lejos estamos del planteo de un
hombre igual a un voto que algunas agrupaciones estudiantiles reclaman como tema
básico de su plataforma política. Esto nos lleva por consiguiente a sostener que el
imaginario de democracia universitaria posee homogeneidad y consenso, sólo, en el plano
nominal.
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Con pocas excepciones como Peréz Rasetti, C. (2004, Naishtat F. Toer M. Y otros (2005), Krotsch,
P. Suasnábar, C. (2002), Iazzetta, O. (2001).
En este trabajo intentaremos sumar a las complejidades existentes el papel que
desempeñan la formación de corporaciones que conforman grupos de poder
Debemos entender los universitarios que en democracia hay que articular nuestra
autonomía con quienes conduzcan al Estado Nacional. Más no debe pensarse la
articulación como una solución a dos posiciones, por el contrario la articulación debe
posibilitar revertir los problemas que suceden cuando la autonomía es casi total o cuando
el gobierno central interviene sin cuidado sobre las universidades.
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Esta distinción es una de las claves para afrontar la elección directa, que en breve aclararemos.
Este recorrido descendente de partidización, se cruza con otra línea ascendente de
corporaciones, principal problema de la autonomía no articulada, cuyo epicentro surge y
asciende desde los profesores titulares y/o directores de proyectos hacia los
Coordinadores de Áreas, Consejeros Departamentales y Facultades, Directores de
Carreras y Departamentos, Decanos y Rectores.
El saber articular la línea ascendente y descendente es una de las claves del éxito
político de los dirigentes académicos, ya se trate de Secretarios de la SPU, Presidentes del
CIN, Rectores, Decanos, etc. En la medida que el puesto político es más alto, mayor es la
importancia de la partidización, y a menor rango el cargo, mayor importancia cobra el
dominio de los grupos corporativos.
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Como sucede en todas las instituciones públicas argentinas, ya sea en las instituciones judiciales,
de salud, seguridad, etc.
La reforma departamental
Cuando surge la reforma de 1991 la idea de crear una estructura mixta era
transitoria, dado que se planteó ir avanzando hacia la departamentalización total, no
obstante poco se avanzó en este sentido. La Facultad de Físico-matemáticas ha sido la que
más ha logrado sustanciar ese propósito inicial.
Lo lógico sería tener un Rectorado pequeño pero que tomara las decisiones más
importantes, las que son por ejemplo aquellas cuyas consecuencias tienen una larga
duración e impactan a muchos agentes, como lo es la selección de personal y como no lo
es la compra de papel, o de computadoras, o cambiar un vidrio, etc. Deseable sería
también que las Facultades o Departamentos fueran los encargados de las tareas y los
suministros cotidianos, con la flexibilidad que demanda las cosas y los hechos que
perduran poco o requieren de renovación permanente.
Este marco de descentralización supone que los agentes directos de llevar a cabo la
tarea docente de investigación y extensión, poseen mucha competencia para atender
cuestiones vinculadas a la gestión, lo que torna necesario ciertos procesos de articulación
y planificación para evitar un estado de fragmentación y competencias o luchas entre
pequeños grupos o corporaciones.
La carrera docente (CD)
La CD ha sido siempre una bandera del gremio docente, los que persisten y logran que
durante cuatro años (1993 a 1997) estuviera en la agenda del Consejo Superior de la
UNSL. La ordenanza 15/97 es la que elaboró la institución para enmarcar tal
procedimiento. En la misma se rescata las funciones docentes y tipos de categorías, que
ya se establecían en el estatuto universitario. La ordenanza señala que la CD se llevará a
cabo por concurso público y su finalidad es generar condiciones mínimas para los
docentes, de modo de asegurar la calidad académica.
En septiembre del 2001 en la UNSL se inaugura una nueva modalidad de elección que se
denomina a partir de la reforma del estatuto universitario: elección directa. La
mencionada elección consiste, esencialmente, en que cada miembro de la comunidad:
docentes, no docentes, alumnos y graduados, elige sin intermediarios a quienes se
postulan para ocupar cargos de gestión: Rector y Vicerector, miembros del Consejo
Superior, Decano y Vicedecano de cada Facultad, Consejeros Directivos de cada Facultad;
y, finalmente, Director y Vicedirector de los Departamentos, conjuntamente con los
Consejeros Departamentales.
Esta modalidad deja atrás un sistema, el indirecto, el cual se caracterizaba por que
los universitarios elegíamos solamente a los integrantes de los cuerpos colegiados y eran
éstos los que reunidos, de modo análogo a un colegio electoral, elegían a las autoridades.
Este cambio comienza a gestarse de modo sostenido a partir de las últimas
elecciones indirectas (más precisamente desde 1998), ya que muchos, sobre todo los que
perdieron, plantearon que los asambleístas elegidos producían acuerdos o negociaciones
luego de que la comunidad emitiera su sufragio, y alteraban la voluntad manifestada en
las urnas, es decir, que las autoridades que en definitiva quedaban constituidas por el
modo indirecto, no reflejan la voluntad de la comunidad universitaria, produciéndose así
una crisis de legitimidad (Mazzola, C.: 2007). Por ello se busca, y se logra, una
transformación del estatuto para evitar la mediación colegiada que altera el espíritu
republicano y democrático en el espacio universitario. Cabe recordar que el cambio es
impulsado por un grupo de docentes, no son los estudiantes los promotores. El sector
estudiantil apoya y anexa, sin éxito, el pedido de mayor representatividad para su
claustro4.
Este cambio desata un debate conceptual que pone, en el centro del mismo, el
tema de la representación en el espacio universitario, dado que es sobre el
cuestionamiento de que una modalidad es más representativa que otra es que se impulsa
la transformación.
En este sentido, es pertinente distinguir el concepto que utilizan los actores que
promueven el cambio ya que en lugar de hablar de representación utilizan el concepto de
democratización y resulta más pertinente utilizar el anterior ya que implica: periodicidad
tanto de la elección, como de mandatos, la independencia de los elegidos en relación a
los que eligen, la consagración de la libertad de opinar de los elegidos sobre los que
delegan autoridad, publicidad de decisiones, legitimidad, entre otros.
Desde el siglo XVII y XVIII las instituciones que surgen tanto en Inglaterra como en
Francia, basadas en constituciones y que se expanden luego por todo occidente, son
denominadas democracias representativas. Quedan atrás las democracias directas dado
que la complejidad del orden social, en virtud de su crecimiento poblacional, el
incremento comercial, la división del trabajo, hacen compleja la deliberación y la toma de
decisión tal como eran en las plazas griegas de la antigüedad. La noción de representación
implica que el pueblo delega el poder de autogobernarse a un grupo de personas,
pasando a ser unos los gobernantes y otros los gobernados. Representación implica
aceptación de la diversidad. Siéyès (1987) destaca que el papel de la asamblea consiste en
producir unidad; se presupone que los diputados, elegidos por localidades y poblaciones
diversas, al principio aportan a la asamblea el reflejo de cierta heterogeneidad.
La categoría de representación nos posibilita pensar y articular la dimensión
política con la organizacional, y ambas nos ayudan a comprender la especificidad de la
institución universitaria (Clark, B. 1983). Los modos de representación impactan
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Se debe destacar que la UNSL no es la única, ni la primera, que adopta la modalidad de elección
directa. Las universidades de Santiago del Estero, Río Cuarto, Salta, Villa María, Misiones, La
Pampa, Luján, la Patagonia Austral han realizado esta transformación. Más ninguna universidad
grande (UBA, Córdoba, Rosario, Tucumán y La Plata) han adoptado dicho sistema.
primariamente sobre las organizaciones de gobierno universitarias, como así también en
la forma de elección y ejercicio de poder. Las divisiones por unidades académicas y
claustros de pertenencia constituyen las claves de la forma que las representaciones
adquirirán en las universidades.
La primera elección en la UNSL, bajo la nueva modalidad, se lleva a cabo el día 22
de junio del 2001, en el año 2013 se sustanció la quinta elección directa en tanto que cada
tres años se ha llevado a cabo una nueva elección.
Más allá de las particularidades que cada elección tuvo, comentaremos algunas
conclusiones generales que engloban a todas ellas:
• Ganan quienes están ocupando cargos en la gestión. En todas las elecciones y en todas
las categorías de cargo, ya se trata de Rector, Decano o Director de Departamento se
observa, salvo excepciones, que quienes vienen conduciendo tienen más posibilidades de
ganar sobre quienes intentan gestionar como alternativa de cambio.
• Se observa que el sector no docente vota casi de forma unánime apoyando sólo a una
lista. Se trata de un apoyo corporativo. Sin duda una estrategia compensatoria a la baja
ponderación y/o representación de los no-docentes en el gobierno universitario.
• Sucede algo semejante con una de las Facultades, la de Ingeniería y Ciencias Económicas
y Sociales, dado que se vuelca en bloque hacia un candidato rectoral.
• La adscripción de los candidatos a una Facultad o Departamento determinado sigue
siendo muy importante, al igual que con el sistema indirecto, a la hora de analizar la
procedencia de los caudales de apoyos logrados.
• Se observa una importante tendencia a las re-elecciones en todas las categorías de
votación.
• A nivel estudiantil la división de este sector es algo significativo ya que emergen muchas
nuevas listas, quizás se trata del sector más entusiasta con el sistema directo, al mismo
tiempo, que se observa la aparición de las llamadas listas colectoras.
• Se visualiza alrededor de unos cuatro meses antes de las fechas electorales intensas
campañas políticas para difundir las propuestas de los candidatos y listas. Las mismas se
caracterizan, entre otros aspectos, por el fuerte nivel de personalización que ejercen los
candidatos sobre el resto de la comunidad. Es de destacar también la emergencia de sitios
web como lugares de disputa electoral.
• El acto eleccionario aparece en todas sus oportunidades con un nivel significativo de
problemáticas, ya que se producen: votaciones hasta altas horas de la noche debido a las
pocas meses en el sector estudiantil, impugnaciones de mesas, mala confección de
boletas, no respeto a la veda electoral, confusión de ponderación entre el sector no
docente y graduados, etc.
• La competencia, que es la lógica que se consagra con la elección directa, no ha
desplazado al mecanismo de acuerdos y negociación de unos pocos, que era el
procedimiento excluyente de la elección indirecta (al cual se criticaba de ilegítimo). Lo que
sucede es que ambas lógicas ahora se solapan.
• El problema de la carencia de legitimidad que tenían los candidatos por el sistema
indirecto desaparece. Quizás sea éste el punto más importante del cambio de sistema.
• El nuevo mecanismo electoral no altera las estructuras de poder político-académica pre-
existente al acto eleccionario, por lo que las expectativas de democratización generadas
en torno al cambio de sistema no son respondidas.
A la luz de lo descrito es necesario formular la siguiente pregunta: ¿Por qué las reformas
caen en saco roto? O expresado de modo más concreto: ¿Por qué no provocan los
cambios esperados?
La metáfora del saco roto implica que las condiciones sobre las cuales se realizan las
reformas no ofrecen consonancia con las mismas. Hemos ido planteando cuáles son
dichas condiciones, a efectos de sintetizarlas recordamos:
Estas condiciones podrían revertirse si se comenzara por alterar el eje en torno al cual
se estructuran las posiciones de poder en la vida académica. El capital eficiente o
dominante que configura al campo académico, mediante su posesión y distribución, no es
el capital académico sino que es el capital de los cargos, lo que se pone en evidencia
cuando observamos que la dinámica de poder se puede sintetizar por la lucha por los
cargos. Desde el punto de vista organizacional hay que recordar que los profesores
titulares o en su defecto asociados, que son los que habitualmente dirigen los proyectos
de investigación y que también ocupan los cargos de gestión unipersonal más
importantes, acumulan un gran poder que se conforma por la convergencia de capital
académico, social, económico y político (Mazzola, C. 2013). Quienes ocupan dichos cargos
son los que gozan de mayor prestigio académico, los que tienen una remuneración salarial
más alta, tiene bajo su responsabilidad un grupo de personas, están habilitados para
desempeñar los puestos de gestión más altos, todo lo cual le confiere poder electoral,
poder de movilización, de presión, en síntesis son los universitarios con mayor poder
político. Esta estructura de poder se institucionaliza bajo la forma piramidal de la
conformación de los cargos docentes: Profesores titulares, asociados, adjuntos, jefe de
trabajos prácticos, auxiliar de primera y de segunda.
Referencias Bibliográficas
Clark, B. (1993): El Sistema de Educación Superior Nueva Imagen. Universidad Futura.
Universidad Autónoma de México. México: Editorial Patria.
Durkheim, E. (1993). [Original 1893]: La División del trabajo Social. Madrid: Akal
Universitaria
Krotsch, P. Suasnábar, C. (2002). Los estudios sobre Educación Superior: una reflexión
desde Argentina y América Latina. Congreso Latinoamericano en Río Cuarto Córdoba.
---------------- (2011): Revisión del sistema directo de elección en las Universidades. El caso
de la Universidad Nacional de San Luis. En: Ensayos e Investigaciones sobre la
problemática Universitaria. Red Argentina de Postgrados en Educación Superior. Comp.
Mainero Nelly. ISBN 978-987-1852-01-7 p. 141159. Nueva Editorial Universitaria UNSL.