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VANDALISMO ECONÓMICO Y EXPROPIACIÓN

De La Forestal a Vicentin
Por Alejandro Jasinski JUN 14, 2020

A casi un siglo, el Parque municipal de Villa Ana, 2020.

 
En abril de 1949, el gobierno nacionalista chino se rendía ante las fuerzas
comunistas encabezadas por Mao Tse Tung y, desde Dublín, el ministro
de Agricultura irlandés manifestaba que, en pocos años, Irlanda
reemplazaría a la Argentina como proveedor de carnes de Reino Unido,
ya que los argentinos estaban elevando su consumo interno. En
Argentina, en el norte de Santa Fe, se discutía la expropiación de la
compañía de capitales británicos La Forestal. Vicentin SAIC era, en aquel
entonces, algo más que un modesto comercio de acopio y ramos general
de Avellaneda, que prosperaba en los márgenes del gran latifundio
forestal y ganadero.

Aquel año había comenzado con la trágica noticia de que la fábrica de


tanino de Villa Guillermina, de las más grandes del mundo, pasaría a ser
hierro viejo. Cerraría después de medio siglo de funcionamiento. Villa
Guillermina, distrito industrial y forestal, contaba con más de 10.000
habitantes y era la mayor de las localidades de la cuña boscosa, no
menos importante que Reconquista, la principal localidad del norte
santafesino. Desde la empresa, argumentaban que los costos de
transporte y laborales eran insostenibles. Además, que el gobierno les
confiscaba parte de sus ingresos a través de la intervención en las
exportaciones. Todo ello, concluían, hacía del legendario tanino argentino
(extracto de quebracho) un producto que no podía competir con el
extracto de mimosa africano.

Enseguida se levantaron las voces que reclamaban la expropiación de la


compañía, de sus fábricas y sus tierras. El cierre de la fábrica importaba
la desaparición de toda una población que no tenía prácticamente otro
medio de vida. Una de las voces más temperamentales que clamó por
una intervención radical del estado fue la de Gustavo Doldán, diputado
provincial y expresión de la vieja estirpe yrigoyenista. Doldán venía
reclamando desde tiempo atrás por un cambio de perspectiva en el
manejo de los asuntos públicos y productivos en el norte provincial:
terminar con el latifundio y el monopolio como forma de vida y dar paso
a la subdivisión de la propiedad y la formación de una economía de
pequeños productores, industriales y trabajadores. Reclamaba
expropiar hasta 10.000 hectáreas alrededor de cada pueblo, los ramales
ferroviarios que se extendían desde las fronteras santiagueñas hasta el
Paraná, los puertos de Piracuá, Piracuacito y Puerto Ocampo y estudiar
la reconversión de los talleres y fábricas. En su proyecto, proponía
distintos medios para financiar la reparación de tantos años de
injusticias.

Entonces, la provincia de Santa Fe había sido intervenida y el nuevo


gobernador, ingeniero Hugo Caésar ordenó un informe especial para
conocer de cerca la situación de las fábricas. Con los resultados en su
mano y luego de viajar especialmente a la zona, explicó que la
maquinaria era vieja y que el tanino argentino no tenía futuro: “Si La
Forestal abandona es porque no es negocio y si se compraran las usinas
el negocio sería para la empresa”, argumentó. Caésar explicaba también
que, con su método de explotación científica, la empresa había logrado
que los trabajadores fabriles no se dedicaran a otra cosa más que a
trabajar y que, por ello, carecían de todo espíritu de iniciativa. Sin
embargo, la salida de La Forestal permitía mirar el futuro con otra
perspectiva: las posibilidades eran infinitas, aseguró.

En tanto, se habían conformado comisiones especiales para evaluar el


problema en Santa Fe y en Buenos Aires, de la cual participaban los
trabajadores nucleados en el sindicato quebrachero. En la prensa se leía
entonces que, si bien estaba en cuestión la propia vida útil de la industria
tánica, no era menos cierto que podía tratarse de una argucia para
desplazar definitivamente al producto que había sido el mayor curtidor
de cueros del mundo durante la primera mitad del siglo XX. De esta
manera, no se descartaba seguir produciendo, aunque como actividad
secundaria, extracto de quebracho.

Lo cierto es que, desde Londres, el holding que controlaba a la empresa


La Forestal Argentina S.A. venía impulsando desde hacía tres décadas la
industria de la mimosa en Sudáfrica y luego en Kenia y Rodhesia
(Zimbabue). Aquel desarrollo se había venido haciendo con la
acumulación nacida del esfuerzo de miles de trabajadores del monte y de
los pueblos fabriles, de la venta de importantes estancias adquiridas a
través de un negocio espurio producido a fines de siglo XIX, de la
devastación de buena parte de los montes y bosques de quebracho y de
la permanente práctica de elusión de impuestos que contrariaba todo
principio de legalidad. La empresa poseía entonces más de 1,2 millones
de hectáreas, distribuidas en Santa Fe y Chaco, principalmente. A su
paso, había absorbido a las principales empresas competidoras de
capital nacional (como las compañías Baranda, Fontana y, la mayor,
Quebrachales Fusionados).

Al finalizar la Segunda Guerra, la estructura productiva y comercial de la


mimosa estaba en condiciones de iniciar la ofensiva final contra la
industria del quebracho. Las expropiaciones no se llevaron adelante. La
empresa indemnizó a los trabajadores despedidos, en muchos casos con
la subasta de terrenos. En 1953, la prensa destacaba los buenos
resultados que reportaba la incipiente Cooperativa Sericicola de Villa
Guillermina, para el cultivo de gusanos de seda. En Villa Ana y La
Gallareta, La Forestal estiró e intensificó la producción unos años más y
finalmente se fue. En 1963, cuando cerró su última fábrica, nuevamente
se discutía si era necesario realizar una expropiación. El reclamo surgía,
especialmente, de la quinta Comisión Investigadora a La Forestal
conformada por la legislatura provincial.

Unos años más tarde, Rodolfo Walsh visitaba el Chaco santafesino,


llevándose la impresión de haber estado ante “pueblos fantasma”, y el
directorio de la empresa en Buenos Aires, que integraba, entre otros,
José Alfredo Martínez de Hoz, publicaba el folleto: “La Forestal, al
servicio de la grandeza argentina”. Pero si había un eco que resonaba,
era el de la voz de Doldán, quien en una sesión legislativa de 1941, había
dicho, reclamando la aplicación de la ley de represión de monopolios de
1923: “La Ley no ha de incriminar solamente al trust en su forma de
persona ideal, a veces de presencia monstruosa; ha de incriminar
también todos los procedimientos rapaces, destructivos, inhumanos, que
el actual senador Justo llamaba en uno de sus discursos parlamentarios
con una frase gráfica, objetiva y brillante: vandalismo económico”.
La Forestal no se había privado de nada, ni siquiera de masacrar a los
trabajadores y sostener luego una férrea política anti-sindical. Oscar
Zarza, viejo trabajador aceitero de Vicentin, me contó hace no mucho
que, cuando luchaban por mayor salario y mejores condiciones de
trabajo a comienzos de la década de 1970, llegaban todavía a Reconquista
los “bravos trabajadores de La Forestal”. Entonces, la compañía Vicentin
también supo emplear prácticas represivas y varios de los trabajadores,
entre ellos Zarza, fueron entregados a la represión ilegal. Fueron
secuestrados y torturados, antes de ser legalizados y llevados a Coronda,
donde también habían estado, treinta años antes, los obreros comunistas
que habían organizado el sindicato quebrachero en dominios de La
Forestal. En 1940, estos también habían llamado, en medio de uno de los
tantos lockouts empleados por la empresa, a “preocuparnos por nosotros
y por nuestros hijos”, antes de que fuera demasiado tarde.

Lujan Dice  22 horas hace


«LA FORESTAL AL SERVICIO DE LA GRANDEZA ARGENTINA»… decía en su folleto como aquí se indica y teniendo dentro
del directorio al emblemático personaje tan nefasto, del terrorismo económico de Estado por entonces… El libro
REVUELTA OBRERA Y MASACRE EN LA FORESTAL -Sindicalización y violencia empresaria en tiempos de Yrigoyen. de
Alejandro Jasinski contribuye a saber quiénes fueron sus ejecutores y sus víctimas. En otro contexto de país, contribuye
también, como así en esta nota del autor, a tratar que se entienda el caso Vicentin SAIC, sus raíces, y a partir de los
setenta, con la caída del peronismo, como construyeron la estructura de poder e implicancias en el período trágico
instaurado en el ´76.

Claudio Dice  1 día hace

Muchas gracias Alejandro, muy buena nota, como siempre. La complicidad empresaria con la dictadura militar nos
interpela a la hora de entender porque no les interesa la salud y la vida de las y los trabajadores.

Carlos Dice  1 día hace

Terminando de releer a Gaston Gori «La Forestal». Cuando ví a los eufóricos «vicentinos» salir en «manada a hacer su
desahogo» (no pueden decir que no tengo el lenguaje apropiado copiado de jueces y portadas) y leo a Jasinski y se me
refresca la cabeza. Gracias Alejandro. ¿ningún periodista, historiador, descendiente de esa tragedia de La Forestal y su
«Gendarmería volante» del Depto. de Gral. Obligado encuentra paralelos entre aquellos episodios de 1920 (cien años
justo) en que comienza la represión y los «vándalos económicos» de estos tiempos? La historia o cial ha hecho
vandalismos cerebrales.

Irino Dice  1 día hace

Paredón

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