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Reseña La Naranja Mecánica (Anthony Burgess)

Juan Andrés Narvaez Contreras

Universidad de Sucre

Notas de Autor

Juan Narvaez, Departamento de Ingeniería Civil, Universidad de Sucre.

La correspondencia concerniente a este trabajo debería ser enviada a Juan Narvaez,

Departamento de Ingeniería Civil, Correa E: juannarvaez.123@hotmail.com

Sincelejo, 2019
Reseña la Naranja Mecánica (Anthony Burgess).

La naranja mecánica es una obra interesante porque pretende esconder su mensaje detrás de
adolescentes violentes, políticos corrompidos por el poder y procedimientos médicos
horripilantes. El libro nos presenta un mundo violento, por cierto no muy alejado de la
realidad moderna, en donde las autoridades han decidido que la mejor solución al problema
de la inseguridad es privar al hombre de su voluntad, de su voluntad de hacer el mal para
ser más específicos. El hombre despojado de su voluntad ha dejado de ser hombre para
convertirse en animal, puesto que la voluntad junto con la razón, es lo único que nos separa
de las bestias. El protagonista del libro es un joven llamado Alex quien se ve envuelto en un
número importante de crímenes y actos violentos. Como es de esperarse, más temprano que
tarde termina tras las rejas, graduándose así de la escuela preparatoria del crimen: las calles,
para ingresar a la matrícula de la universidad del crimen: la cárcel.

El gobierno entonces lo elige como conejillo de indas para probar un nuevo método clínico
de recuperación de criminales, y es aquí en donde la historia se torna realmente interesante.
El método consiste en la asociación de estímulos físicos y emocionales, acción y reacción.
Al observar una imagen de violencia y sentir dolor físico, el cuerpo y mente de Alex
aprenden a reaccionar de esa manera cada vez que la ocasión se le presenta. Si has visto la
película de Kubrick, sí, aquí es en donde lo atan a una silla, le abren los ojos y lo obligan a
ver películas violentas mientras suena la novena de Beethoven en el fondo y el grita y se
retuerce de dolor y desesperación. Escena clásica del cine, que retrata lo violento e
inhumano que puede llegar a ser la medicina en manos de personas perversas y sin ética.

Resulta bastante interesante observar que este tipo de métodos ya han sido y seguirán
siendo aplicados fuera de los libros de ficción por el orden mundial en turno, representado
de diversas formas a través de los tiempos: como un sistema político, en la persona de un
dictador, otras veces para mi tristeza personal, como una religión en nombre de Dios. Lo
aterrador del asunto es que este orden mundial, cualquiera que sea, siempre tratará de
moldear la voluntad de la gente a su conveniencia, reclasificando como bueno o malo según
sus intereses personales, obligándole al ciudadano común a eliminar su capacidad de
decisión, pero atención, la capacidad de decisión sobre cuestiones morales: elegir el bien
sobre el mal y viceversa.

Es entonces en donde Burgess nos hace un verdadero llamado de atención con la naranja
mecánica, esta naranja representada por Alex, mecanizado a una cierta forma de actuar en
donde la negativa a esta le trae como consecuencia horribles dolores y tormentos físicos.
No es libre de elegir hacer el bien ni el mal, perdiendo así su autonomía.

Querido lector, la manipulación de la voluntad humana es el tema principal del libro y debo
decir que me ha resultado bastante interesante la lectura de esta novela, ya que a lo largo de
la historia te da muchas cosas en que pensar y reflexionar. No pude evitar recordar las
palabras del misionero católico Christian Huerta: el principio de la santidad está
fundamentado en nuestra libertad de decisión, el libre albedrio otorgado por Dios: nuestra
voluntad humana, la cual permite que haya santos tan virtuosos y demonios tan perversos.
Al final, encontrarás en este libro una historia muy bien contada con giros dramáticos que
te mantendrán todo el tiempo pegado a su lectura. El lenguaje es difícil de comprender al
principio, ya que Burgess astutamente diría yo, decidió escribir el libro utilizando una
juerga muy peculiar en los adolescentes de su ficticia realidad: una especie de ruso. Pero no
te preocupes, después de tres o cuatro capítulos no solo terminarás por comprenderlo sino
por usarlo en tus propias conversaciones.

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