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PECADO
Jesús mismo habló más del pecado que de la salvación (213 textos
contra 203). Como vemos, son las Sagradas Escrituras mismas las que
dan un énfasis preponderante a este tema que actualmente es poco
popular y hasta incómodo. Seguramente que si Dios mismo enfatiza
tanto el tema del pecado, es porque necesitamos profundizar sobre su
naturaleza y sus efectos en el ser humano.
INTRODUCCION
3. Del mismo modo la doctrina del pecado también es vital para una idea
acertada de la santidad; también en esto se puede ver la importancia
que tiene para estos tiempos. No sólo nuestro evangelismo ha sido
superficial, sino también nuestra idea de la santidad. Demasiado a
menudo ha habido quienes han vivido satisfechos de sí mismos
porque no se han visto culpables de ciertas cosas robo, borrachera,
fornicación, por ejemplo y por ello han creído que todo iba bien. Pero
nunca se han examinado el corazón. La satisfacción en sí mismo, la
complacencia y la presunción son la antítesis misma de la doctrina de
la santidad que presenta el Nuevo Testamento.
4. ¿Por qué no amamos a Dios como deberíamos? Porque nunca nos
damos cuenta de lo que ha hecho por nosotros en Cristo, y esto a su
vez ocurre porque no hemos caído en la cuenta de la naturaleza y
problema del pecado. Sólo cuando vemos qué es realmente el
pecado delante de Dios, y caemos en la cuenta, sin embargo, de que
no escatimó a su propio Hijo, comenzamos a entender y a medir su
amor. Por esto, si quieren amar más a Dios, traten de entender esta
doctrina del pecado, y cuando vean lo que significó para El, y lo que
hizo, verán que su amor es realmente sorprendente, maravilloso.
EJEMPLO DEL HOMBRE QUE ENTREGÓ A SU HIJO POR DEJAR
PASAR UN BARCO Y ALZAR LA MAQUINARIA DEL PUENTE.
¿No han caído nunca en un acto sexual fuera del orden de Dios
(adulterio, fornicación)? Muy bien. Contéstenme, entonces, esta
pregunta por favor. ¿Por qué leen todos los detalles de los casos de
divorcio que traen los periódicos? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué tienen
que leer esos reportajes sin perderse palabra? ¿A qué viene ese
interés? ¿No es interés legal, verdad? Si no lo es, ¿qué es?, ¿interés
social? ¿Qué es finalmente? Hay una sola respuesta: porque les gusta.
No soñarían en hacer una cosa semejante, pero la hacen por poder.
Pecan con el corazón, la mente, la imaginación, y en consecuencia son
reos de adulterio. Esto dice Cristo. ¡Qué sutil es esta cosa tan terrible!
Cuan a menudo pecan los hombres leyendo novelas y biografías.
Leen la crítica de libros y descubren que hay uno que contiene algo
acerca de desviaciones y mala conducta, y lo compran. Pretendemos
tener un interés filosófico general por la vida, y que somos sociólogos
que leemos por interés puro. No, no; es porque nos gusta; nos agrada.
Es pecado que hay en el corazón, en la mente.
Demos gracias a Dios por tener el evangelio que me dice que Otro que
es inmaculado, puro y completamente santo ha tomado sobre sí mi
pecado y mi culpa. He sido lavado en su preciosa sangre, y me ha dado
su propia naturaleza. Cuando me di cuenta de que necesitaba un
corazón nuevo, hallé que, gracias a Dios, Él había venido para dármelo,
que me lo ha dado.
(Ex. 20:3 – 17) "No tengas otros dioses aparte de mí. (4) "No te
hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que
hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la
tierra. (5) No te inclines delante de ellos ni les rindas culto, porque yo
soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga la maldad de los padres
que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos; (6) pero que trato con
amor por mil generaciones a los que me aman y cumplen mis
mandamientos. (7) "No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios,
pues él no dejará sin castigo al que use mal su nombre. (8) "Acuérdate
del sábado, para consagrarlo al Señor. (9) Trabaja seis días y haz en
ellos todo lo que tengas que hacer, (10) pero el séptimo día es de
reposo consagrado al Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo en ese
día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus
animales, ni el extranjero que viva contigo. (11) Porque el Señor hizo
en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y
descansó el día séptimo. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró
día sagrado. (12) "Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una
larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. (13) "No
mates. (14) "No cometas adulterio. (15) "No robes. (16) "No digas
mentiras en perjuicio de tu prójimo. (17) "No codicies la casa de tu
prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey,
ni su asno, ni nada que le pertenezca
Los próximos dos versículos (Ro. 5:13-14) se han escrito para probar
que no es una referencia a pecados personales (cf. He. 7:9-10). Sin
embargo, (Romanos 5:17-18) implica que su imputación también es
judicial, puesto que se establece que por el pecado de un hombre
vino juicio sobre todos los hombres. Sólo el pecado inicial de Adán
está en cuestión. Su efecto es la muerte, tanto para Adán, así como
de Adán hacia los miembros de la Humanidad. La cura divina provista
para el pecado imputado es el don de Dios, lo cual es vida eterna a
través de Jesucristo.
Sal. 51:4
Contra ti he pecado, y solo contra ti, haciendo lo malo, lo que tú
condenas. Por eso tu sentencia es justa; irreprochable tu juicio.
Ro. 6:10 Pues Cristo, al morir, murió de una vez para siempre
respecto al pecado; pero al vivir, vive para Dios.
Nunca se dice que será quitada o erradicada en esta vida, pero
para el cristiano hay poder vencedor provisto a través del Espíritu
que mora en él.
Ro. 8:4 Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas
exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones
de la naturaleza débil sino según el Espíritu.
(Ga. 5:16-17)
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la
carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que
no hagáis lo que quisiereis.
Muchos pasajes bíblicos hacen alusión a este importante asunto.
De acuerdo con (Ef. 2:3), todos los hombres «éramos por
naturaleza hijos de ira», y toda la naturaleza del hombre es
depravada. El concepto de la total depravación no es que cada
hombre es lo más malo posible que él pueda ser, sino más bien
que el hombre, a través de su naturaleza, está corrompido por el
pecado.
(Ro. 1: 18)
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad
e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
(Ro. 3: 20)
Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del
pecado. De acuerdo a ello, el hombre, en su voluntad.
(Ro. 1:28)
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los
entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen; Su conciencia.
(1Ti. 4:2)
Por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la
conciencia, Y su intelecto.
(Ro. 1:28)
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los
entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen;
(2Co. 4:4)
En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de
la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Está corrompido
y depravado, y su corazón y entendimiento están cegados.
(Ef. 4:18)
Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su
corazón; Como se ha visto en un estudio previo, la razón por la
cual los hombres tienen una naturaleza pecaminosa es porque les
fue transmitida por sus padres. Ningún niño nacido en el mundo
se ha visto libre de esta naturaleza de pecado excepto en el único
caso del nacimiento de Cristo. No es que los hombres pequen y
se conviertan en pecadores; más bien es que los hombres pecan
porque tienen una naturaleza pecaminosa. El remedio para esto,
así como para el pecado personal es, por supuesto, la redención,
la cual es provista en la salvación en Cristo.
LA IMPUTACIÓN ACTUAL:
Es poner en la cuenta de alguien algo que originalmente ya pertenecía
al deudor. Aunque Dios pueda hacer esto en su justicia, por la obra
reconciliadora de Cristo Dios no está ahora imputando al hombre el
pecado, el cual es suyo desde un principio.
(2Co. 5:19)
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación.
LA IMPUTACIÓN JUDICIAL:
Es cargar a la cuenta de alguien algo que no pertenece al
deudor (Flm. 1:18) Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.
(Ro. 5:13-14)
(13) Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no
hay ley, no se inculpa de pecado. (14) No obstante, reinó la muerte
desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
(He. 7:9-10)
Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe
los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su padre cuando
Melquisedec le salió al encuentro.
Sin embargo, Romanos 5:17-18 implica que su imputación también es
judicial, puesto que se establece que por el pecado de un hombre vino
juicio sobre todos los hombres.
(Ro. 5:17-18)
(17) Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia
de la gracia y del don de la justicia. (18) Así que, como por la
transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la
misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida.
Sólo el pecado inicial de Adán está en cuestión. Su efecto es la muerte,
tanto para Adán, así como de Adán hacia los miembros de la
Humanidad. La cura divina provista para el pecado imputado es el don
de Dios, lo cual es vida eterna a través de Jesucristo.
(Ro. 3:9)
¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna
manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están
bajo pecado.
(Ro. 11:32)
Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia
de todos.
(Ga. 3:22)
Más la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que
es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
Estar bajo pecado es estar contado desde el punto de vista divino sin
ningún mérito que pueda contribuir a la salvación. Puesto que la
salvación es solamente por gracia y la gracia excluye todos los méritos
humanos, Dios ha decretado, con respecto a la salvación de los
hombres, que sea «bajo pecado», o sin ningún mérito. Este estado bajo
pecado sólo es remediado cuando el individuo, a través de las riquezas
de la gracia, es contado para permanecer en los méritos de Cristo.
Tomado como un todo, la Biblia indica claramente los efectos
devastadores del pecado sobre el hombre y la ausencia total de
esperanza para el hombre en cuanto a solucionar su propio problema
de pecado. El correcto entendimiento de la doctrina de pecado es
esencial para entender el remedio de Dios para el mismo.
DOCTRINA DEL PECADO
(HAMARTIOLOGIA)
HARMATIOLOGIA:
Es el estudio de la Doctrina del Pecado.
Un análisis del Pecado referente a Su origen, Naturaleza, Universalidad,
Transmisión, Remedio, Castigo, y Eliminación.
HARMATÍA = "pecado"
LOGOS = "conocimiento o doctrina"
AMARTEMA:
Significa errar el blanco. (Ro. 3.23). “por cuanto todos pecaron, y
están destituidos de la gloria de Dios”
PARABASIS:
Significa traspasar una línea prohibida, esto ocurre cuando el hombre
pasa deliberadamente la línea de la ley de Dios. La biblia dice en
(1 Jn. 3.4) “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues
el pecado es infracción de la ley”. (hech 1.25) “para que tome la parte
de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión,
para irse a su propio lugar”. (Sant. 2.11) “Porque el que dijo: No
cometerás adulterio,(A) también ha dicho: No matarás.(B) Ahora bien, si
no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley”
(Gálatas 3.22): "Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que
la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes"
ERAR EL BLANCO:
Fallar desde el punto de vista de los requerimientos divinos.
“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con
dolores de parto hasta ahora; ” (Rom. 8:22).
PECADO ES TRASGRESIÓN:
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el
pecado es infracción de la ley. ” (1 Juan 3:4). La trasgresión de
la Ley puede ser casual o intencional. Aun así, en ambos casos
es pecado. Había pecado antes de la Ley, pero no era trasgresión.
Ver (Nú 4:15); (Jos. 7:11, 15); (Isaías 24:5); (Daniel 9:11);
(Oséas 6:7; 8:1).
PECADO ES DESOBEDIENCIA.
Pecado es una falta en responder a Dios. “en los cuales
anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia, ” (Ef. 2:2). Ver también
(Ef. 5:6); (Jn. 3:36).
PECADO ES INCREDULIDAD.
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el
que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído
en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.”
(1 Juan 5:10).
PECADO ES IMPIEDAD.
“más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su
fe le es contada por justicia.” (Rom. 4:5). “Porque Cristo, cuando
aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.” (Rom.
5:6). Ver también (1 Tim. 1:9); (1P. 4:18); (2P. 2:5, 7);
(Judas 4, 15).
PECADO ES INIQUIDAD.
Esto significa un proceder equivocado ante el orden moral del
universo. “Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya
os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios.”
(Gal. 5:19-21). Ver también (Col. 3:5-9); (Mc. 7:19, 20).
LA DECLARACIÓN ESCRITURAL DEL PECADO.
“Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.”
(1Juan 5:17). Ver también (1Juan 3:4); (Pr. 14:21; 21:4; 24:9);
(Ro. 3:23; 6:23); (1 Sam. 15:23); (Jer. 3:25; 14:7); (Sant. 2:9; 4:17);
(Ro. 14:23).
1. HACIA DIOS.
Rebelión. “Porque como pecado de adivinación es la rebelión,
y como ídolos e idolatría la obstinación.” (I Sam. 15:23a).
EL PECADO IMPUTADO
El pecado de Adán en el huerto tuvo como consecuencia que toda la
raza humana participara indirectamente de aquel pecado. La Biblia nos
dice: "por tanto como el pecado entro en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, así la muerte paso a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron" (Ro. 5:12). Cuando Adán peco todos pecamos.
Este pecado ha sido transmitido a toda la humanidad y como
consecuencia somos culpables y llevamos como consecuencia la
muerte.
EN LOS CIELOS.
La Escritura revela el hecho de que tanto el pecado como la
salvación comienzan en el cielo y se extienden a la tierra. El
pecado comenzó en el cielo con la caída de Satanás (Ez. 28). La
salvación es completada en el cielo con la obra mediadora de
Cristo (Heb. 9:24).
EN LA TIERRA.
El reino vegetal. “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la
voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo:
No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor
comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te
producirá, y comerás plantas del campo.” (Gen. 3:17, 18).
(Isaías 55:13) revela el acontecimiento bendito de que la
maldición será quitada del reino vegetal cuando Cristo venga:
“En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga
crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna
que nunca será raída.”
LA RAZA HUMANA.
La universalidad del pecado. Todos los hombres son
pecadores: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios,” (Rom. 3:23).
Como un hecho.
El hombre comete pecados por su conducta.
Como un estado.
El hombre carece de justicia.
LA PENALIDAD ACTIVA.
Continuando con el mismo ejemplo, vemos que la penalidad natural fue
que el niño se enfermara. La penalidad positiva (o activa) es la disciplina
que recibe del padre, la cual se describe con las siguientes palabras:
MUERTE.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. ” (Rom. 6:23). Muerte,
en las Escrituras, no significa “aniquilación” o “completa
destrucción.” No hay lugar en la Palabra de Dios donde la palabra
“aniquilación” se pueda sustituir por “muerte.”
MUERTE ESPIRITUAL.
“Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta.” (1
Tim. 5:6).
. MUERTE ETERNA.
“Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es
la muerte segunda.” (Ap. 20:14). “y a vosotros que sois
atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el
Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama
de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales
sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del
Señor y de la gloria de su poder, ” (2 Tes. 1:7, 8, 9). Ver también
(Ap. 20:12; 21:8). No había muerte antes de que el pecado
llegara a la vida del hombre. El hombre fue creado para morar
con Dios para siempre. Entonces la muerte “pasó a todos los
hombres” (Rom. 5:12). La palabra “pasó” se traduce “traspasará”
en (Lucas 2:35); “pasar por” en (Mt. 19:24) y en (1 Cor. 10:1).
PERDICIÓN.
“Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu
nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se
perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se
cumpliese.” (Juan 17:12). La palabra “Perdición” es la misma que
“perezca” (Juan 3:16) y “destruir” (Mat. 10:28).
CONDENACIÓN.
“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito
Hijo de Dios.” (Juan 3:18). La palabra “condenación” es un
término legal, e indica una decisión judicial. Esta misma palabra,
“condenación,” aparece en (Jn 5:29), y como “castigo” en
(Mt 11:22, 24); (2 P 2:4, 9; 3:7); (1 Juan 4:17); (Judas 6).
CULPA.
“Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están
bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede
bajo el juicio de Dios; ” (Rom. 3:19).
PERDICIÓN.
“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de
Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga
de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo
unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los
que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición,
más para vosotros de salvación; y esto de Dios. ” (Fil. 1:27, 28).
Ver también (Jn 17:12); (2 Tes. 2:3); (He. 10:39); (2 P. 3:7);
(Ap. 17:8, 11). Esta misma palabra “perdición” aparece en
(Mt. 7:13): “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la
puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos
son los que entran por ella.” Ver también (Rm 9:22); (Fil. 3:19);
(2 Pe. 3:16).
CASTIGO.
“E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
(Mat. 25:46). No hay diferencia entre esta Escritura y (He. 12:6):
“Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que
recibe por hijo.” Pero castigo es para los pecadores inconversos,
disciplina es para los santos.
ETERNO.
“E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mat.
25:46). Ver también (Judas 6) (2 Te. 1:9); Apocalipsis 20:10;
14:11.
Algunos dicen que las palabras “por siempre” y “eterno” significan “una
larga vida, una edad”, en otras palabras, dicen que los pecadores
culpables sufrirán el fuego del infierno solamente por un tiempo; y
después de ser purificados, disfrutaran vida eterna con el resto de los
santos de Dios. Pero a esto decimos, “si el infierno y la condenación no
son por siempre y eternos, entonces tampoco hay tal cosa como vida
eterna, ni eterna salvación.”
Ninguna persona sobre la faz de la tierra puede gloriase que nunca ha sido tentado
a pecar, el mismo Jesús cuando estuvo en esta tierra fue tentado, pero no peco.
¿Será que nosotros hacemos lo mimo?, ¿Será que cuando somos tentados a pecar,
nunca cedemos?, o ¿Será que cedemos aun cuando ni siquiera estamos siendo
tentados?.
3. Ten por seguro que el hecho de estar pecando, no será motivo de gozo, sino
que durante peques tendrás presente que no es lo debido.
1. Te sentirás derrotado.
1. Nunca descuidar tu relación personal con Dios, mientras mantengas una vida
de devocional (orar, leer la palabra, congregarte, servir, ayunar, etc) con
Dios, no creo que el enemigo pueda hacer mucho en contra de ti. Recuerda
la Biblia dice: “someteos pues a Dios, resistid al Diablo y huirá de vosotros”.
2. Antes de cometer el pecado, piensa en las consecuencias que te puede traer
y no solo en el placer que sentirás, pues el placer es momentáneo y la vida
que Dios te ofrece es eterna, ponte a pensar: ¿Qué vale mas?, ¿Un momento
de placer carnal o una vida eterna que heredar?.
CONCLUSIÓN:
La verdad es que no hay mejor cosa que superar el pecado, en esos momentos en
los cuales estas a punto de pecar, el hecho de decir “no” te hará sentir mil veces
mejor que dejarte llevar y caer en el pecado. Créeme que no hay mayor satisfacción
que cuando un hijo de Dios resiste al pecado y este huye de el. Dios quiere hacerte
entender que eres más que vencedor y que no hay pecado que te derrote, así que
¡arriba! Dios quiere hacer de ti un siervo(a) útil para su obra.
TEMAS RELACIONADOS
Génesis. (6; 5)
Jueces. (21; 25)
Isaías. (1; 4)
Malaquías. (1; 8)
Romanos. (2; 12)
1Juan. (Jn. 3; 6)
EL PECADO ORIGINAL
SU REACCIÓN POSITIVA
Perdona el pecado. (Ex. 34; 6 – 7) (1JN. 1; 9)
Aleja de nosotros el pecado. (Sal. 103; 8 – 12)
Pone al pecado detrás de su espalda. (Is. 38; 17)
Deshace nuestros pecados. (Is. 44; 22)
Ya no recuerda nuestros pecados. (Jer. 31; 34)
Hecha nuestros pecados en lo profundo del mar. (Mi. 7; 19)
Mando a su hijo para morir por los pecadores
(Jn. 3; 16) (Ro. 5; 8) (1Jn. 4; 8)
PECADO:
Significa transgresión, o sea el pecado o el hecho de traspasar la ley,
que es el límite divino entre el bien y el mal.
(Sal. 5; 1).
INIQUIDAD:
Un acto inherentemente malo, ya esté o no expresamente prohibido.
ERROR:
Separación de lo que es recto (Sal. 51; 9)
Más abundantes son las referencias al pecado como error, esto es, la
tendencia del hombre a extraviarse, a cometer errores. Los términos
principales del Antiguo Testamento son ( ׁשגָ הshagah) y ( ָׁשגַ גshagag),
sus derivados y las palabras relacionadas con ellos. ( ָׁשגָ הshagah) se
utiliza tanto de forma literal como figurativa. En su sentido literal se
utiliza para ovejas que se extravían del rebaño (Ez. 34:6) y borrachos
que tropiezan y se tambalean (Is. 28:7).
Más común que ( ָׁשגָ הshagah) o ( ָׁשגַ גshagag) es ( ָתעָ הta'ah) que
aparece aproximadamente cincuenta veces en el Antiguo Testamento.
El significado básico es "errar o desviarse." Como ׁשגָ ה,ָ ָתעָ הse utiliza
para describir a alguien que está intoxicado (Is. 28:7). También se utiliza
para perplejidad (Is. 21:4). Isaías habla de pecadores que yerran en
espíritu (29:24). El término se refiere más a un error deliberado que a
un error accidental.
INFRACCIÓN:
La instrucción de la voluntad propia en la espera de la autoridad divina
(1Tim. 2; 1).
DESORDEN:
O sea anarquía espiritual. (1Tim. 1; 9)
INCREDULIDAD:
O sea un insulto a la veracidad divina (Jn. 16: 9)
COMO UN ESTADO:
Es la ausencia de justicia y por su naturaleza es enemistad contra Dios.
COMO UN ACTO:
Es la violación de la voluntad de Dios o la falta de obediencia a ella.
DESTITUCIÓN:
Por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios.
(Rom, 3; 23) (Gé. 3; 24)
ENFERMEDAD:
Después le halló Jesús en el templo y le dijo; mira, has sido sanado,
no peques más, para que no te venga alguna cosa peor, o sea, la
muerte. (Jn. 5; 14)
MUERTE Y CONDENACION:
Porque la paga del pecado es muerte (Ro. 6; 23), es decir condenación
eterna
(Ap. 20; 15); estos pasajes demuestran como el hombre al vivir en
pecado sufre consecuencias y finalmente el pecado le da su paga, que
es la muerte y condenación.
JUICIO:
Pero por tu dureza y corazón, no arrepentido atesoras para ti mismo,
ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el
cual pagará a cada uno con forme a sus obras. (Ro. 2; 5 – 6).
JUAN. 13; 10
Al fondo de este lenguaje figurado se halla la idea acerca de un noble
oriental que regresa de los baños públicos, a causa, sus pies podrían
haber contraído impureza en el camino y necesitaba limpiarse, pero no
su cuerpo.
Génesis 4; 7
Pecado u “ofrenda por el pecado” en hebreo, la misma palabra se usa
para “pecador” y “ofrenda por el pecado”, y se le da así énfasis de
manera notable la completa identificación del “pecado” del creyente
con su “ofrenda por el pecado; comp. (Jn. 3; 14) con (2Co. 5; 21) en
esté pasaje (Gé. 4; 7) ambos significados aparecen juntos “el pecado
está a la puerta” pero allí hay también una ofrenda por el pecado, fue
cuando el pecado abundo que “sobre abundo la gracia” (Ro. 5; 20) el
carácter de la ofrenda de Abel implica la existencia de instrucción previa
acerca de los sacrificios; comp. (Gé. 3; 21) porque él se acercó a Dios
“por fe” (He. 11; 4) y la fe significa tomar la palabra de Dios por cierta.
La ofrenda incruenta de Caín fue por lo tanto un rechazamiento del
método que Dios había señalado; pero Jehová exhortó aun a Caín por
última vez (Gé. 4; 7) a presentar la ofrenda que le era requerida.
LEVITICO (13; 2)
La lepra simboliza el pecado en las siguientes maneras:
Históricamente, han sido dos aspectos de esta doctrina que han sido
los más discutidos. Son el problema del origen del pecado, y el
problema de la transmisión de la naturaleza pecaminosa a las sucesivas
generaciones desde Adán. En cuanto al primero, se puede resumir al
preguntarnos si la historia de la caída en Génesis capítulo tres es
verídica, o solamente un mito simbólico.
La biblia dice en (1Jn. 3.4) “Todo aquel que comete pecado, infringe
también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”. (Hechos 1.25)
“para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó
Judas por transgresión, para irse a su propio lugar”. (Santiago 2.11)
“Porque el que dijo: No cometerás adulterio,
El pecado es un traspaso.
Un traspaso es una infracción contra el carácter y los derechos de Dios,
sea prohibida en la ley escrita de Dios o no. Mayormente es un pecado
cometido inconscientemente. En (Levítico 5:14-19), encontramos una
provisión por los pecados de ignorancia.
(Daniel 9:11).
TRASPASO
Pecado contra la Ley de Dios.
Pecado contra la Persona de Dios
Pecado consciente
Pecado inconsciente (de ignorancia)
El pecado es maldad.
"Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque
el día que de él comieres, ciertamente morirás."Génesis 2:17 (RV,
énfasis mío)
El resto, como dicen, es historia. Eva fue engañada por Satanás y comió
de la “fruta prohibida”, cayendo por lo tanto instantáneamente en una
muerte espiritual y comenzando el proceso de morir físicamente. Ella
cometió el primer pecado humano y Adán pronto le siguió (Satanás, no
el hombre, fue el que originó el pecado por su rebelión en contra de
Dios, (Ezequiel.28:15). Interesantemente, la Biblia nos dice que Adán
no fue engañado y pecó voluntariamente (1 Timoteo 2:14). Yo creo que
el amaba a Eva y se unió a ella en desobediencia para evitar la
separación. Pero independientemente de las razones específicas detrás
de su pecado, ellos descubrieron inmediatamente que eran criaturas
caídas mortales desnudas con una perspectiva totalmente diferente de
la vida. Habían descendido de la perfección a la depravación total pues
cada aspecto de su ser estaba manchado por el pecado. Este cambio
monumental es evidenciado por su intento de cubrir su desnudez con
hojas de higuera y escondiéndose de Dios (Génesis 3:7-8). ¡Desde
aquel entonces el hombre pecaminoso ha estado tratando de
esconderse de Dios!
18
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que
mora en mí.21Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el
mal está en mí.
22
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23
pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros. 24¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte? 25Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo
mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del
pecado. (Romanos 7:14-25) (RV, énfasis mío).
Así que si eres realmente hijo de Dios, ¡por favor deja de estar
aterrorizado de perder tu salvación y transfiere ese pavor a la posibilidad
de ser castigado por tu Padre celestial! Esforzarse por ser bueno no te
comprará ni una pizca en relación a la salvación, pero te ayudará en
evitar la mano disciplinante de Dios. Hace años, las personas se
referían a los cristianos como “hombres/mujeres temerosos de Dios" y
todos tenemos que entender la base de la expresión. Yo le temía a mi
papá, porque si mamá "me delataba" ¡mi trasero estaba definitivamente
en peligro! Ese tipo de miedo es necesario y saludable tratando de
mantenernos en el “estrecho y angosto" (Mateo 7:14).
Todo este tipo de pregunta tiene que ver con lo que se llama “hamartiología”
es el estudio del pecado.
Los pecados son el fruto del pecado son las maldades y las rebeliones
que hemos cometido.
Uno nace pecador y por lo tanto comete pecados (aun el bebé desobedece
a sus papás).
Pero, a pesar de que hay pecado en el pecador que comete sus pecados...
la Biblia dice que Dios no inculpa de pecado si alguien no tiene una ley.
Entonces, sí, hay una gran diferencia entre un “pecador” y alguien “culpable”
delante de Dios.
Cualquier bebé, por tan tierno que sea, es una bala de maldad, un monstruo
pecaminoso que sólo desea rebelarse. Es un pecador y comete pecados.
Pero hasta que pueda distinguir entre el bien y el mal (y escoge el mal sobre
el bien), no es culpable porque Dios no le echa la culpa por lo que “heredó
de Adán”.
Es como el bebé que muere hoy día, antes de que pueda distinguir entre el
bien y el mal.
Observe que David dijo que iría “a él” a una reunión personal con el niño.
No trata de solamente ir “al lugar de los muertos”. No, más bien David sabía
que el niño se fue al lugar de los “salvos” (de los no culpables; de los “santos”)
porque a ese mismo lugar David se iría también. Allá vería a su hijo otra vez.
Una vez que un ser humano puede distinguir entre el bien y el mal, y
escoge el mal sobre el bien (a sabiendas), ya es responsable delante de
Dios.
En aquel mismo momento todo el peso de la ira y de la condenación
de Dios le viene encima.
Después de aquel momento del “primer pecado personal”, con cada pecado
que comete, el pecador aumenta el castigo que va a sufrir por su rebelión
contra el único Ser bueno: Dios, su Hacedor.
¿Cuál será la solución? Sólo hay una...
VERDAD CENTRAL:
“El pecado que se manifiesta en la incredulidad y la desobediencia, nos
separa de Dios”
VERSÍCULO CLAVE:
(Rom. 5:19) “Porque así como por la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno, los muchos serán constituidos justos.”
LA DESOBEDIENCIA A DIOS
a. La fijación de los límites (Génesis 2:16-17)
(Gén. 2:16 – 17) “les estaría prohibido comer del árbol de la ciencia
del bien y del mal.”
b. LA DESOBEDIENCIA ES PECADO
(Gén. 3:9-12)
Una de las características del pecado es que “separa de Dios a la
persona”.
El pecado no sólo engaña para atraer, sino que ocasiona que la persona
comience a engañarse a sí misma con el fin de justificarse de su acción.
Así, la persona se repite ideas tales como: “no es tan malo” “todo el
mundo lo hace”, “los santos de la Biblia también pecaron”, etc. Todo con
el fin de apaciguar esa conciencia que la intenta refrenar. Si la persona
es religiosa, pervertirá las doctrinas de la Biblia para auto-engañarse y
pensar que puede continuar transgrediendo las leyes divinas sin que le
suceda nada. Así pues, se dirá: “al fin yo estoy bajo la gracia”, “Dios ya
no me ve a mí, sino a Cristo en mí”, “ya no estamos bajo la ley”
O por un romance con una amante, que luego los despoja de su dinero
y los abandona… por otro. ¿No es éste un acto irracional? Hay predica-
dores que han perdido su ministerio, ¡la unción del Espíritu Santo!, por
una noche con una prostituta. Esto sería semejante a cambiar un kilo
de oro por un kilo de estiércol; ¡sería una locura! Sin embargo, lo
cambian. Se trata de un acto irracional. El libro de Proverbios dice lo
siguiente: Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento...”
(Pr. 6:32ª).
Cuando Aarón pecó contra Moisés dijo: “...¡Ah! señor mío, no pongas
ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos
actuado,...” (Nm. 12:11)
Luego le ofrecen sus bienes, sus carros, todo lo que poseen, pero el
hombre es duro de corazón e insiste obstinadamente en matar a su hijo;
la familia apela entonces a que piense en la corta edad del niño, en que
sufrirá con dicha muerte, o en que es su hijo mayor que los ayuda a
sostenerse, etc. Luego la familia intenta atemorizarlo para que desista
y le dicen que la justicia lo castigará, que quizás lo encarcelen, etc., pero
el ladrón tal parece que no tiene entrañas y que nada lo mueve, está
duro, no accede a soltar al niño.
Esto es exactamente lo que hace el pecado en la persona impía, la
vuelve obstinada, terca. Dios le promete el cielo y no lo convence de
abandonar su mala conducta. Le muestra su bondad en Cristo, le da la
ayuda del Espíritu Santo al hacerle entender que el pecado lo daña a él
mismo y a sus seres queridos, y ni aun así lo logra persuadir; lo busca
concienciar advirtiéndole que será juzgado, etc., y ni aun así lo
persuade. ¿Qué sucede? Su corazón está endurecido: no quiere ceder
para rendirse a Dios. No quiere perder los deleites momentáneos que
ha venido disfrutando, ni quiere considerar que hay una felicidad eterna
en el camino del bien.
“...Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que
todos los que reinaron antes de él.” (1ª R. 16:30)
Si estudiamos la historia de Israel viéndolo como una unidad, vemos
que conforme pasó el tiempo su maldad fue en aumento, tanto en
género como en grado de transgresiones.
1. El PECADO PERSONAL:
Son los pecados que cometen las personas, o sea, los pecados
individuales. Puede ser con conocimiento o sin ello. Puede ser de
comisión o de omisión. No haber dado en el blanco es también dar
en el blanco equivocado. El Castigo por esta clase de pecado es la
pérdida de comunión con Dios (1Juan 1:6). Los remedios, provistos
por Dios, son:
EL PERDÓN,
Que quita la culpabilidad del pecado.
(Marcos 2:5-11) (Colosenses 1:14) (Efesios 1:7; 1ª. Juan
1:9; 2:12);
LA JUSTIFICACIÓN,
Que es la imputación de la justicia de Cristo al pecador
(creyente).
(2ª. Corintios 5:21) (Romanos 3:24) (1ª. Corintios 1:30).
LA MUERTE ESPIRITUAL:
La separación total de Dios, enemistad, ceguera, dureza de
corazón (Romanos 3:23; 2Corintios 4:3,4; Efesios 4:17, 18).
LA REDENCIÓN:
Que hace del hombre una nueva criatura, con nuevas
capacidades para servir a Dios.
(Romanos 3:24, 25) (2Corintios 5:17)
3. EL PECADO IMPUTADO:
Que es lo que resultó de la participación de todos los hombres en
el pecado de Adán; el pecado original. Esta imputación se realiza
directamente de Adán a cada miembro de la raza humana
(Romanos 5:12) (1Corintios 15:21, 22).
El castigo o resultado de esta clase de pecado es la muerte física.
El remedio, provisto por Dios, es la imputación al creyente de la
justicia de Cristo (2Corintios 5:21).
LA HISTORIA.
Se calcula que por lo menos 50.000.000.000. millones de
personas han vivido en este planeta, y todos han muerto de diferentes
causas, dando testimonio de la gravedad del pecado.
EL TESTIMONIO DE LA CONCIENCIA.
Cuantas veces el medidor del pecado interno del hombre lo ha llevado a la
desesperación, y hasta el suicidio, por sus acciones pecaminosas, y
aunque se pueda mancillar la conciencia, no se la puede negar.
FARAÓN:
(Ex. 9.27) “Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les
dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos”.
BALAAM:
(Nm. 22.34). “Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado,
porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora,
si te parece mal, yo me volveré”
ACÁN:
(Josué 7.20). “Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo
he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho”
SAÚL:
(1Samuel. 26.21). “Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío
David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada
preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado
en gran manera”
DAVID:
(2 Samuel. 12.13) “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová.
Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no
morirás”.
JOB:
7.20. “Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los
hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, Hasta convertirme en
una carga para mí mismo?”
EL HIJO PRÓDIGO:
(Lucas. 15.21). “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”
JUDAS:
(Mt. 27.4). “diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas
ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? !!Allá tú!”
IRRELIGIOSIDAD
Sin embargo, más a menudo estas palabras hacen referencia a los que
infringen la ley en general, ya sean judíos o gentiles. Pedro dice de Lot
que "afligía cada día su alma justa viendo y oyendo los hechos inicuos
de ellos" (2 P. 2:8); ver también (2 Ts. 2:8; 1 Ti. 1:9). Los gentiles,
aunque no tenían la ley judía, no obstante tenían una ley divina, que
constantemente quebrantaban. La palabra ἀνομία nunca hace
referencia a quebrantar la ley en el sentido estricto de la ley mosaica,
sino en el de infringir la ley de Dios en el sentido más amplio. Los únicos
usos de ἀνομία en los evangelios sinópticos son cuatro ejemplos en
Mateo (7:23; 13:41; 23:28; 24:12).
La sabiduría (en su sentido completo) se refiere a todas las formas de actuar con
rectitud; la insensatez se refiere a todas las formas de cometer pecado. En vista de
que el adulterio personifica la insensatez, podemos, por lo tanto, generalizar la
dinámica del adulterio a todas las formas de pecado. El análisis del proceso del
adulterio, que describe Salomón, revela un esquema interesante que incluye las
que parecen ser tres etapas.
Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré entre
los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, e
iba camino a la casa de ella, a la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de
la noche… (Proverbios 7.6–9).
Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos de cordura dijo:… (Proverbios 9.16).
Pablo dijo que el Señor provee siempre una salida de la tentación, así leemos:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que
no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar (1Cor 10.13).
Una mente sabia presta atención a las advertencias. Sin embargo, el rechazo de
la sabiduría crea una mentalidad que no logra ver los peligros del placer ilícito.
Salomón hizo el siguiente ruego:
Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca. No se aparte
tu corazón a sus caminos; no yerres en sus veredas (Pro. 7.24–25).
Salomón también describió cómo los que son víctimas de la señora Insensatez a
menudo reflexionan sobre el comienzo y confiesan su actitud rebelde, diciendo:
La sabiduría te librará] de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras…
(Proverbios 2.16).
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que
el aceite… (Proverbios 5.3).
De esta manera está preparado el escenario para que se cometa la acción prohibida,
escenario que a la vez abre el telón para el segundo acto del morboso drama. Cuando se
comete el pecado, este produce luego su recompensa, esto es, placer inmediato; para
incentivar el pecado. La señora Insensatez dice:
Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso
(Proverbios 9.17).
Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra el cual Jehová estuviere
airado caerá en ella (Proverbios 22.14).
De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es
del pecado (Juan 8.34).
Y Pablo dijo:
Además del adulterio, Salomón hace mención de la adicción más famosa, esto es,
el alcoholismo, pues dice:
Sin embargo, las palabras de Salomón suponen otras adicciones o compulsiones que a
menudo no son consideradas como tales. Por ejemplo, habló de las ansias que motivan a los
adictos a la euforia de la depredación. También mencionó al impulsivo habitual. Habló del
hombre perezoso que desea ganarse el sustento, pero que, al ser adicto a la ociosidad, pierde
la lucha contra su cuerpo.
Porque no duermen ellos si no han hecho mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a
alguno. Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos (Proverbios 4.16–17).
Para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel; no sea que
extraños se sacien de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y
gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo…
(Proverbios 5.9–11).
Todos los que a ella se lleguen, no volverán, Ni seguirán otra vez los senderos de la
vida (Proverbios 2.19).
Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte
(Proverbios 7.26–27).
Planteado de otra manera, tal vez podamos ver el proceso completo como algo
parecido a una espiral o vorágine descendiente. El ignorante y el insensato se
pasean por la orilla disfrutando del placer, coqueteando con sus peligros. Pero una
vez que cruzan el límite, el descenso comienza. Cada vez que se repite el ciclo
lujuria-pecado-placer, dan vueltas hacia abajo hundiéndose cada vez más en el
agujero oscuro, perdiendo el control de sí mismos. Coquetearon con la insensatez
y perdieron. Dejaron la sabiduría y se hicieron insensatos, esto es, insensatos que
retroceden.
CONCLUSIÓN
Parece que este proceso, al cual llamo la «vorágine de la insensatez»,
constituye el denominador común que subyace a todas las formas de
complacencia en la insensatez, sea en la mente o en el cuerpo, sea en la perversión
de algún bien natural o en la creación de un mal inusual, sea en una desatención
o en algún exceso (aun, según parece, en la obtención de sabiduría y en la
realización de la justicia, si al hacer esto otras obligaciones importantes son
desatendidas). (Vea Eclesiastés 7.16.) Sea que tenga que ver con la manera como
pensamos, razonamos, sentimos y hablamos, o con la manera como
reaccionamos a las necesidades, apetitos
LA NATURALEZA ESENCIAL DEL PECADO
Hemos visto que hay una gran variedad de términos para pecado, cada uno de ellos
resaltando un aspecto distinto. Pero ¿es posible en medio de esta desconcertante
variedad formular una definición amplia de lo que es pecado, identificar la esencia
del pecado? Hemos visto que los pecados se caracterizan de forma variada en la
Biblia como desconfianza, rebelión, perversidad, errar. Pero ¿qué es el pecado?
«Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había
hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero
del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis,
para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios
que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien
y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su
marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron
que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su
mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová
Dios llamó al hombre, y le dijo:
¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo;
y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de
que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera
me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?
Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí» (Génesis 3.1–13).
No hay evidencia de que Dios mandara no tocar el árbol. Eva puede haber incluido
esa posibilidad por si acaso era necesaria.
La primera mentira que se consigna en la Biblia está en (Gén. 3.4), donde dice:
«Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;…». Luego la serpiente
continuó con su engaño, diciendo: «… sino que sabe Dios que el día que comáis de
él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal»
(Gén. 3.5). Esta segunda parte de la declaración de la serpiente era verdadera. Si
Eva comía del árbol, sus ojos serían abiertos y sería como Dios, sabiendo el bien
y el mal. Más adelante, (Gén. 3.7) dice que, cuando Adán y Eva comieron del fruto
prohibido, «entonces fueron abiertos los ojos de ambos…». Además, (Gén. 3.22)
dice: «Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo
el bien y el mal»
Esta segunda parte de la aseveración que la serpiente hizo era verdad. Junto con
la primera parte de su declaración, la cual era falsa, el diablo estaba diciendo una
«mentira a medias». Las mentiras a medias son las más peligrosas de todas. La
serpiente hizo pensar a Eva que se estaba perdiendo de algo. Esa es la psicología
que usa el diablo. Todavía la usa hoy con nosotros.
Juan dijo que todo lo que el mundo ofrece nos llega por medio de los deseos de la
carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Estas tres vías abarcan los
motivos de todos los pecados.
Las tres motivaciones anteriores pueden verse en la narración de Génesis 3.6. Eva
comió del fruto porque vio que el árbol era bueno para comer. Ella estaba
satisfaciendo su apetito carnal. Sencillamente tenía hambre. El fruto también era
agradable para contemplar. Era atractivo al deseo de sus ojos. La serpiente hizo
incluso que Eva pensara que necesitaba ser sabia como Dios. Esto era atractivo a
su vanagloria de la vida. Este versículo abarca las tres vías de la tentación. Eva
tomó del fruto y lo dio a Adán, y este comió de él.
Se ha señalado que Jesús también fue tentado de estas tres maneras, a saber: De
haber convertido las piedras en pan, habría saciado Su hambre; de haber adorado
a Satanás, habría recibido la gloria del mundo; de haberse lanzado del templo y
haber hecho un espectáculo de Sí mismo, habría actuado con vanagloria. Las
tentaciones anteriores se alinean con las tres vías que se proponen en Primera de
Juan.
Uno podría preguntarse por qué Dios puso aquel árbol en el huerto en primer lugar.
No tengo una respuesta completa, sin embargo, tengo unas ideas. Dios sabía que
Eva iba a comer de ese árbol. Ya había planeado enviar a Cristo antes de la
fundación del mundo, porque sabía que el mundo necesitaba a Cristo.
Otra parte de la respuesta es que, para que alguien sea bueno, tiene que existir el
potencial de que sea malo. Si al hombre no se le hubiera dado
La elección entre el bien y el mal, ¿cómo podía alguna vez ser bueno? El hombre
es la única criatura viviente que Dios hizo a Su imagen con el poder del libre
albedrío. Para que el hombre pueda elegir servir a Dios, también tiene que existir
la alternativa de elegir no servirle. Él pudo haber hecho un robot en lugar de un
hombre. En realidad, Dios limitó Su poder hasta cierto punto al darle al hombre
libre albedrío. Esta concesión lo hizo vulnerable a la realidad de que el hombre
pudiera rechazarlo. Con el fin de que el hombre pueda tener la oportunidad de ser
más que un simple animal, para poder ser bueno y elegir el bien, tiene que haber
una alternativa para elegir el mal. En el huerto, esa alternativa estaba en la forma
de un árbol prohibido.
«Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos;
entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales» (Gén 3.7). El hecho
de que los ojos de Adán y Eva se abrieron indica una conciencia sexual diferente.
Por habérseles abierto sus ojos, adquirieron una actitud vergonzosa o una
modestia que no estaba presente antes. Dejaron de ser inocentes. Así leemos:
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se
escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre,
y le dijo: ¿Dónde estás tú? (Gén 3.8 – 9).
Dios sabía dónde estaba Adán. No lo estaba buscando debajo de los arbustos.
Dios quería que Adán pensara acerca de dónde estaba él. Quería que se diera
cuenta de que estaba escondiéndose de Dios. Alguien hizo la observación de que
en (Gén 3.9) se encuentra la pregunta «¿Dónde estás tú? » como resultado del
pecado, y que en Génesis 4.9, se encuentra la pregunta «¿Dónde está […] tu
hermano?» por causa del pecado. El pecado separa al hombre de Dios y al
hombre del hombre.
“Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos,
se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por
tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la
ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los
profetas.” (Mateo 22:34 - 40)
VERDAD CENTRAL:
La caída del hombre es la razón de todo el sufrimiento humano.
TEXTO ÁUREO:
Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos
los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos
los hombres la justificación de vida. (Romanos 5: 18)
BOSQUEJO
I. El pecado separa de Dios
Anatomía del pecado
Resultado del pecado
II. El pecado destruye las relaciones
Diseminación del pecado
Separación de Dios
III. Dios salva del pecado
Esperanza en la desesperación
Triunfo de Cristo
OBJETIVO
Reconocer que la caída del hombre es la razón de todo el sufrimiento
humano, y recibir por fe la misericordia y la gracia de Dios.
INTRODUCCIÓN
Aunque algunas plantas parezcan inocuas, pueden ser venenosas. El
tocar plantas que parecen inocuas como la hiedra venenosa puede dar
por resultado irritación de la piel. Las personas y los animales pueden
morir por ingestión de algunas plantas venenosas.
En el medioevo, las plantas venenosas fueron armas que se
emplearon para destronar reyes o contaminar los suministros de agua
para acelerar la derrota de un enemigo.
Los frutos del pecado son: miedo interior y desnudez del alma,
atracción por las cosas de la tierra, enemistad, dolor, aridez en el
trabajo, sensualidad, ponerse bajo el dominio de los demás,
venganza de la naturaleza, escasez de los recursos, frustración
de los esfuerzos, comer hierbas de animales, fatiga, retroceso y
muerte.
Los ojos impuros son cegados con un molesto resplandor que les
impide ver la luz de la verdad, por eso les queda muy difícil ver a
Dios.
La impureza es castigada con la pérdida de la fe. Sin fe no hay
amor, sin amor no hay obediencia, sin obediencia no hay
sacrificio, sin sacrificio no hay perdón, sin perdón no hay
salvación.
Satanás no tiene poder para perder las almas, sino para tentarlas.
Pero parece que satanás se está extralimitando en su poder y los
hombres se están extralimitando en su confianza.
Dios permite que satanás tiente a las almas, porque sin tentación
no hay prueba, sin prueba no hay mérito y sin mérito no hay
premio.
¡Qué asesinas son las madres que toleran que una hija mate su
virginidad, haciéndose las ciegas con el novio o el amigo!
Dios ama a todos los hombres y por eso los llama a su amistad;
pero no crea el pecador, que continuando en su pecado está en
amistad con Dios.
Dios, para los que rechazaron Su amistad en esta tierra - al rechazar su
Gracia y sus Mandatos -, tiene previsto un estado eterno de tormento.
Cuando Dios envía plagas y castigos siempre hace distinción entre la gente
que le ama y los que no.
Hay que cortar con las ocasiones de pecado y no dejar ni una uña.
Es tan fuerte la fuerza del pecado, que para Dios librar al pecador de esa
esclavitud, tiene que usar toda Su mano poderosa.
Dios promulgó El Decálogo con truenos y llamas humeantes, para que los
hombres sintiéramos temor de infringirlos y no pecáramos, así nos infundió
el temor de Dios.
A Dios es bueno amarlo y también temerle, porque Dios no solo premia, sino
que también castiga.
Témele al pecado, porque ningún pecado se queda sin castigo. Dios castiga
el pecado allá ... y aquí.
No aspiren a vivir largos años los hijos que desprecian a sus padres, y los
padres que descuidan que sus hijos cumplan los mandatos del Señor.
El adulterio es la ruina del matrimonio, la ruina de la paz en el hogar, la ruina
de los hijos y la ruina del adúltero.
Dios les tiene pieza aparte en el castigo a los que viven del embuste, el
engaño, la calumnia, el chisme, la difamación y la mentira.
CONSECUENCIAS TRAJICAS DEL PECADO
a. Sabemos que las consecuencias del pecado son muy trágicas para toda
persona, porque el pecado nos condena espiritualmente. (Ro.6:23). Nos separa
de Dios. (Isa.59:1-2).
c. Veremos en este estudio las consecuencias trágicas del pecado, pero desde el
punto del pecado de David, toda la consecuencia que le trajo el pecado a David.
D. Todo esto sufrió David por su pecado con Betsabé, por un momento de placer,
sus consecuencias fueron trágicas para El y su familia.
CONCLUSION:
A. Las consecuencias de nuestro pecado son graves, y trágicas, David
experimento las consecuencias de su pecado, igual nosotros sufriremos por
nuestro pecado.
a. CONSECUENCIAS INMEDIATAS:
Lucifer perdió su envidiable posición, como querubín ungido
del cielo, y se convirtió en el dragón más depravado que
existe (Ap. 12.7) “Después hubo una gran batalla en el cielo:
Miguel(A) y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el
dragón y sus ángeles”.
b. CONSECUENCIAS FUTURAS:
Un día el diablo será arrojado para siempre en el lago de
fuego, lugar que Dios mismo preparo, para el
primer pecador del universo. (Mt. 25.41) “Entonces dirá
también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.
2. EN EL HOMBRE.
Cuando Adán le abrió las puertas del pecado, dos criminales
viciosos también entraron, e inmediatamente comenzaron a
atormentar la raza humana, estos dos terribles bandidos son la
muerte física, y la muerte espiritual, el significado teológico
de la muerte, es separación.
Condena su alma (Eze. 18.4). “He aquí que todas las almas son
mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma
que pecare, esa morirá”
3. EN LA NATURALEZA.
Después del pecado, el paraíso se convirtió en un desierto. Las
rosas tenían espinas, el dócil tigre repentinamente se convirtió en un
carnívoro hambriento, y esto seguirá así hasta que se levante la
maldición durante el milenio. (Ro. 8.19 – 22) “Porque el anhelo
ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos
de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su
propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en
esperanza; 21 porque también la creación misma será libertada de
la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de
Dios. 22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora”.
REFLEXION.
a. En la creación Dios mostró, su Omnipotencia.
b. En la creación de los ángeles su Omnisciencia
c. En la creación del hombre Omnipresencia
d. En la redención la multiforme gracia
ANATOMÍA DEL PECADO
El huerto, que una vez fue un lugar delicioso para vivir, se convirtió en
el escondite de Adán y Eva para huir de su Creador, cuya presencia
temían. No podía evitarse su encuentro con Dios; y cuando ocurrió, el
resultado del pecado apareció con toda claridad.
Pregunta: ¿Por qué trata la gente de esconderse de Dios?
TEMOR
(v. 10). Adán y Eva no tuvieron miedo delante de Dios hasta que
pecaron. Una vez que pecamos, le tememos al Dios que antes
amábamos. Los que pecan hacen esfuerzos desesperados por ocultar
sus maldades. La razón es sencilla: el pecado condena. Hace que el
pecador tema encontrarse con un Dios puro y santo.
MUERTE:
(vv. 22-24). Excluidos del árbol de la vida, Adán y Eva sufrirían algo
que Dios no se propuso originalmente: la muerte. A menudo en la Biblia
la muerte significa separación. De modo que el primer efecto fue
muerte espiritual; el pecado apartó de Dios a Adán y a Eva. Pero su
pecado también, trajo muerte física al mundo.
Pregunta:
¿Por qué resulta en muerte, el pecado?
La muerte no es sencillamente el castigo por el pecado, sino la
consecuencia lógica del pecado. El apóstol Pablo afirmó que la muerte
era "la paga del pecado" (Romanos 6:23). El pecado es un acto
malvado que nos separa de un Dios santo y del dador de la vida. La
separación de la fuente de la vida sólo puede dar por resultado muerte.
A fin de impedir que Adán y Eva siguieran viviendo en su estado
pecaminoso, Dios los expulsó del huerto. Sabía que una vez que le
hubieran desobedecido, había la posibilidad de que comieran del árbol
de la vida, y vivieran para siempre en un estado pecaminoso. En su
misericordia, Dios se aseguró de que eso no pudiera ocurrir.
LA MUERTE ESPIRITUAL
La persona que está en pecado está muerta espiritualmente, aunque
físicamente camina, habla, escucha, puede ver, trabaja y disfruta de su
vida, la realidad es que esta persona está muerta porque Dios no mora
dentro de ella, no hay espíritu de vida en esta persona. El pecado tiene
como consecuencia todo lo relacionado a la muerte, sufrimiento,
enfermedad, problemas familiares, drogas, borracheras, peleas,
conflictos y muchas otras cosas malas. La Biblia nos ensena que el
diablo, el autor del pecado, vino para matar, robar y destruir, pero Cristo
vino para darnos vida y vida en abundancia, esto es Vida Eterna.
LA MUERTE ETERNA
Si usted no nace de nuevo jamás tendrá vida y esto conllevara a la
muerte eterna o la muerte segunda, esta es la muerte de la cual no hay
oportunidad de escapar. La Biblia dice "pero los cobardes e incrédulos,
los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idolatras
y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y
azufre, que es la muerte segunda" (Apocalipsis 21:8).
Pregunta:
¿Por qué no aceptó Dios la ofrenda de Caín?
Es evidente que Caín no se presentó delante de Dios con fe. Además,
la reacción de Caín ante Dios muestra el pecado que había en su
corazón. Si Caín hubiera deseado agradar a Dios, se habría humillado
delante de Dios y le hubiera preguntado qué tenía que hacer para
hallar misericordia. Pero el enojo consumió a Caín, que dirigió su
amargura contra Dios.
El pecado, que separó a Adán y a Eva el uno del otro y que los apartó
de Dios, ahora llevó a un final sangriento la relación entre Caín y Abel
(v. 8). Caín se convirtió en el primer homicida del mundo.
SEPARACIÓN DE DIOS:
La historia de Caín y Abel no termina con el asesinato de Abel a manos
de Caín. Más bien continúa contando de la relación deteriorada entre
Caín y Dios. El pecado de Caín tuvo dos resultados.
En primer lugar, Caín volvió a pecar al mentirle a Dios respecto a su
hermano (Génesis 4:9). En segundo lugar, Caín incurrió en castigo
por su acto malvado (w. 10-12). Una vez más lo mismo que ocurrió en
el huerto del Edén aparece en la vida de Caín: el evitar las preguntas
directas de Dios, el castigo por transgredir la orden de Dios y, por
último, la separación de Dios.
ESPERANZA EN LA DESESPERACIÓN:
La caída del hombre y sus resultados serían un cuadro sombrío de no
ser por la intervención de Dios. En pleno fracaso del hombre, el amor
y el perdón de Dios brillan como un faro en la noche.
HOSTILIDAD CONSTANTE:
Continuaría una lucha a lo largo de la historia entre los descendientes
de Eva y de la serpiente.
DERROTA DEFINITIVA:
El versículo 15 describe esa derrota de Satanás. La declaración "Ésta
[la simiente de la mujer] te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañal" alude a esa derrota.
Pregunta:
¿Cuál fue la hostilidad entre los descendientes de Eva y los de la
serpiente en (Génesis 3:15)?
TRIUNFO DE CRISTO:
La profecía de Génesis 3:15 halla su cumplimiento en Cristo y en la
cruz. Pablo describió gráficamente el efecto del pecado en
(Romanos 5:12). Como un veneno que entra en el cuerpo mediante
el sencillo acto de tragar, el pecado entró en la raza humana mediante
la trasgresión de Adán. Y como el veneno se disemina por todo el
cuerpo para matar, así el pecado impregnó la raza humana. El pecado
y su resultado, la muerte, afecta a toda la humanidad porque somos
pecadores por naturaleza y por decisión propia. El efecto del pecado
es universal y funesto.
«Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es
manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder
y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas
por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido
a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en
sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se
hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de
hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus
corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador,
el cual es bendito por los siglos. Amén.
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso
natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos
vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su
extravío.
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada,
para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación,
perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios,
altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto
natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los
que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se
complacen con los que las practican» (Ro. 1.18–32).
Al comienzo de esta magnífica carta, Pablo declara la necesidad universal que hay
del evangelio. Es poco probable que a uno le interesen las buenas nuevas si no
entiende la necesidad que tiene. Acada hora sin excepción, alguien en algún lugar
entra a un quirófano de hospital y es sometido a una cirugía. Sin embargo, es poco
probable que alguien sea sometido a una cirugía a menos que primero se le
convenza de que la necesita. Así también es en el ámbito espiritual. Uno puede
tener una gran necesidad, pero si no entiende la necesidad, es probable que no
aplique el remedio. Pablo dice que el evangelio «… es poder de Dios para sal-
vación». También muestra la necesidad universal del evangelio. En (Ro. 1; 3 - 20),
Pablo divide a toda la humanidad en tres grupos. Toda persona, sin importar quién
sea, se encontrará a sí mismo en una o más de estas tres categorías.
Primero que todo, Pablo dice que algunos son pecadores racionales en (1; 18 – 32).
En segundo lugar, en Romanos 2 y 3, Pablo explica que algunos son pecadores
reformados y religiosos. Toda persona responsable y consecuente se encuentra
en una o más de estas categorías. El propósito de Pablo es recalcar que
independientemente de quién sea uno, es culpable delante de Dios y está sujeto al
juicio y a la ira de Dios. Se encuentra en necesidad desesperada del evangelio.
En (1; 18), inmediatamente después de que analiza las buenas nuevas y el hecho
de que el evangelio es poder de Dios para salvación, Pablo vuelve su atención a la
ira de Dios. Dice: «Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda
impiedad e injusticia de los hombres…». Una forma como el hombre a menudo
responde es rechazando la luz que Dios ha dado. En (Juan 3), Jesús habló de la
luz que Dios ha derramado sobre el hombre y de cómo este la ha rechazado,
diciendo:
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta
es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas (Juan 3.17–19).
Dios ha encendido la luz en este mundo. El hombre tiene luz a su disposición para
que busque y encuentre a Dios. El problema consiste en que, como lo señala Jesús
en Juan 3, los hombres aman las tinieblas antes que la luz, porque sus obras son
malas. El hombre rechaza la luz que Dios ha dado.
«No soy muy religioso». Significa que tal vez no participa en actividades religiosas
pro- piamente dichas, sin embargo, es religioso. Dios nos hizo incurablemente
religiosos. Existe un anhelo de Dios en los corazones de todos los hombres. Puede
que alguien responda diciendo: «No sabía que yo tenía este anhelo en mí», pero de
todas maneras, ahí está. En cada persona existe un hambre que no puede ser
saciada sino por Dios. El hombre trata de saciarla de muchas maneras. El hombre
sabe que no es feliz, sin embargo, desea ser feliz.
Hay un dolor persistente dentro de él. Puede que se alimente del placer; puede que
se alimente de la educación; puede que se rodee de riquezas; puede que se
esfuerce por ejercer poder sobre las demás personas. ¿Qué está haciendo? Está
procurando satisfacer el anhelo que hay en él. Por supuesto, nada de lo anterior
puede llegar a satisfacer. Agustín dijo: «Nos hiciste para Ti mismo, y no podremos
descansar hasta que descansemos en Ti». En el (Salm. 42.1), David dijo: «Como
el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma
mía». Está allí. Lo podemos reprimir. Podemos hacer caso omiso de él. Pero está
allí.
El pecador racional desea sacar a Dios de sus pensamientos. No desea que Dios
controle su vida. Desea hacer lo suyo, hacerlo a su manera. El anhelo está allí, pero
él está merecidamente bajo la condenación o la ira de Dios. Está rechazando la
luz que Dios ha dado, la luz que dice: «Dios es, y estoy en deuda con Él». El pecador
racional rechaza la luz interior, la luz de la consciencia.
¿Cómo? Pablo dice que son claramente visibles por las cosas hechas. Se refiere al
mundo creado. Dios hizo un mundo, y este mundo es testimonio, testimonio visible
del Dios invisible. En el (Salm. 19.1), David dijo: «Los cielos cuentan la gloria de
Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos». El hombre, en su
racionalismo, puede ver el mundo y decir que todo esto sucedió por accidente. Dice
que una gran explosión ocurrió hace millones de años, dando como resultado el
universo. Sin embargo, al llegar a esa conclusión, está deteniendo o inmovilizando
la verdad acerca de Dios. El mundo creado declara la existencia de Dios; es
evidencia de que Dios es. Usted y yo somos responsables de acoger esa evidencia
y buscar a Dios. El pecador racional que no desea pensar en Dios, rechaza la luz.
Rechaza la luz interior, es decir, su conciencia moral; rechaza la luz exterior, es
decir, el mundo creado que proclama la existencia de Dios.
RECHAZA LA LUZ DE ARRIBA
Por supuesto, en nuestros días, tenemos evidencia adicional de la existencia de Dios. Dios
ha hablado al hombre. Su Palabra está revelada en la Biblia. Cuando alguien
rechaza la existencia de Dios, también está rechazando la luz de la Palabra de Dios,
la luz de arriba. La Biblia está aquí. ¿Cómo hemos de considerarla? ¿Hemos de
considerarla solamente como el producto de unos cuantos hombres frágiles que con
esfuerzo humano propio escribieron este libro sin igual? La evidencia con respecto
a la Biblia, tanto la evidencia interna de la misma Biblia como la evidencia externa
de fuera de la Biblia, dice que la Biblia es la Palabra de Dios. Usted y yo estamos
llamados a aceptar la Palabra como revelación de Dios. Cuando nos apartamos de
la Palabra, estamos rechazando la luz.
El pecador racional desea sacar a Dios de sus pensamientos, por lo tanto, rechaza
la luz que Dios ha dado. Pasa por alto el mundo que dice que Dios es, y le da a la
Biblia solo una consideración pasa jera como revelación de Dios. Como resultado
del rechazo de la luz, la ira o el juicio de Dios cae sobre el pecador racional.
Hay seis juicios anunciados en (Romanos 1). En primer lugar, dice Pablo: «… su
necio corazón fue entenebrecido» (1; 21). Si alguien ama las tinieblas, Dios le
permitirá andar en tinieblas y nunca vendrá a la luz.
En tiempos antiguos, el hombre hacía sus propios dioses. Construía templos para
sus dioses. El hombre del siglo veintiuno del mundo occidental es muy sofisticado
para inclinarse ante un dios de piedra o de madera. Sin embargo, tiene sus dioses.
Puede que su dios sea él mismo, puede que sea su trabajo, o puede que sean las
posesiones. Si rechaza a Dios por las posesiones, Dios le permitirá continuar con
su idolatría.
El cuarto juicio de Dios se ve en el versículo 24, donde dice: «… Dios los entregó
a […] las concupiscencias de sus corazones». Dios permitirá que usted sea
consumido por sus concupiscencias, si así usted lo desea.
En quinto lugar, en el versículo 26, los entregó a la inmoralidad, pues dice: «Por
esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas». En estos versículos, habla acerca
de la homosexualidad, y la condena como merecedora del juicio de Dios. Podemos
tratar de hacer del pecado algo respetable, sin embargo, Dios lo llama como lo que
es, es decir, pecado. Si alguien está decidido a continuar en la inmoralidad, Dios se
lo permitirá.
¿Miró alguna vez el rey David hacia el pasado y se preguntó: ¿Realmente hice yo
esas cosas? Mientras que su testimonio de fe y devoción contrastan
marcadamente con sus transgresiones, David no podía negar la degradante
depravación de sus actos.
Es fácil para cualquier pecador, sea David, usted o yo, creer que el tiempo ocultará el
pecado. Los peca- dores pueden engañarse, debido a que la vida diaria por lo general
vuelve a la normalidad con bastante rapidez, después que pecamos. Unos cuantos
días después de la muerte de Urías, los problemas de David estaban
aparentemente resueltos.
David siguió gozando del éxito. El ejército, bajo el liderazgo de Joab, finalmente
había derrotado a los amonitas en Rabá. El embarazo de Betsabé avanzaba
normalmente. Con el tiempo, dio a luz al hijo de David. La vida parecía normal,
pero definitivamente no era así.
El pueblo no lo había olvidado. ¡Qué insensato fue David al pensar que el pueblo
de Israel no sabía lo que había sucedido entre él y Betsabé! Aunque David se casó
con Betsabé, podemos imaginarnos que las murmuraciones siguieron entre la
gente.
¿Cuánto respeto y favor perdió David por causa de lo que hizo? Aún más
importante, ¿cuánto respeto hacia Dios perdió el pueblo?
Lo más importante, era que Dios no lo había olvidado. La reacción de Este a todo
el asunto está expresada concisamente en las siguientes palabras:
«Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová»
(2 Sam. 11.27). A pesar de que ya había pasado casi un año, Dios lo recordaba.
El Señor del espacio y del tiempo no está limitado por días, ni meses, ni años
(2 Pe. 3.9).
Podemos identificarnos con David. Los que han conocido el pecado a profundidad
pueden identificarse con los sentimientos y el tormento de David. Podemos hallar
una advertencia en él. Basta con mirar a David para entender los horrores del mal
proceder.
EL PECADO ES ENGAÑOSO
El pecado nos engaña haciéndonos pensar que un solo y «pequeño» acto de
pecado será suficiente. Nos hace creer que podemos cometer el pecado, alejarnos
de él y jamás permitir que nos afecte nuevamente. ¡Jamás debemos olvidar que
Satanás es mentiroso! (Jn 8.44) dice:
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira,
de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Nadie puede mirar directamente a su pecado por mucho tiempo sin emprender
alguna acción. Podemos suponer que David trató de justificar su pecado.
Racionalizó diciendo: «… la espada con- sume, ora a uno, ora a otro» (2º Samuel
11.25). Tal vez pensó que con el tiempo, de todos modos Urías sería muerto en
combate. Pudo ser que David se comparó con otros reyes. Pudo haber pensado
así:
«No soy tan malo como los paganos. Un rey pagano habría matado a Urías en el
acto, o simplemente habría tomado a Betsabé sin cuestionamiento». Tal vez trató
de apaciguar su conciencia con sus acciones posteriores: «Estoy haciendo algo
bueno», podría haber pensado. «Después de todo, me estoy casando con ella».
¿Por qué debemos suponer que David pensó así? Porque a menudo usamos las
mismas racionalizaciones. No obstante, tales pensamientos solamente satisfacen
las mentes de los que son culpables.
Las personas de hoy han eliminado casi totalmente la consciencia de que el pecado
es una fuerza presente en la vida. Lo hemos hecho al cambiar los estándares
predominantes de moralidad. Hemos cambiado los nombres de lo que
denominamos pecado. Algunos han racionalizado el pecado hasta hacerlo
desaparecer. No es de extrañar que el notable psiquiatra Karl Menninger
escandalizara a tanta gente culta al publicar su libro titulado ¿Qué sucedió con el
pecado? En ese libro demostró que el pecado no desaparece tan solo por
cambiarle el nombre de «pecado» al de «delito». Demostró que el psicoanálisis
puede ayudar a aliviar el peso de la culpa, pero jamás puede producir perdón.
En realidad, solo hay una manera de manejar el pecado. David la aprendió, pues
dice:
Uno no debe posponer la búsqueda del perdón de Dios. El amor al pecado es capaz
de endurecer el corazón, haciéndolo tan insensible que no puede ser conmovido, ni
siquiera por la bondad ni el terror de Dios. La conciencia de una persona puede
cauterizarse tanto que deja de creer que es culpable.
¡Cuán agradecidos debemos estar de, que David jamás llegó a esa etapa!
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar (1 Co. 10.13).
David había pecado antes, pero no había pecado de esta manera. Aun cuando ya
había pasado un año, la conciencia de David seguía activa. Lo anterior se puede
ver en los salmos de penitencia que tradicionalmente se le atribuyen
(Sal 32; 38; 51; 143).
Jamás debemos pasar por alto el valor de la conciencia, a pesar de que a menudo
se malentienda. Es parte de nuestra formación psicológica y Dios la ha dado, para
evitar que pequemos o que sigamos en el pecado.
El papel de la culpa es vital. Todos los que están perdidos harían bien en ver el
valor de su culpa. El propósito de Dios es que esta culpa impulse al pecador al
arrepentimiento.
Se puede tratar la culpa del mismo modo. Podemos hacer caso omiso de ella hasta
que ya no nos moleste. Esto se logra a veces por medio de redefinir el bien y mal,
diciendo: «Puede que el pecado no era tan malo después de todo…». Uno puede
negar un pecado personal, culpando de mal proceder a los demás, incluso a Dios.
No importa cuál de estas maneras inapropiadas use una persona para lidiar con la
culpa, el precio a pagar será demasiado alto.
Aunque algunos pasen por alto los remordimientos de su conciencia, otros cargan
con pesos que en realidad no existen. Debemos sufrir solamente por la culpa que
es real. El peso de la culpa y el de
EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO
QUE PRODUCE EL PECADO
No hay nada sano en su cuerpo; todo su cuerpo está afectado; aun sus huesos
duelen (vers. 3). El dolor producto de sus iniquidades se ha extendido sobre él
como una avalancha poderosa, tragándoselo por completo (vers. 4). Su angustia
podría verse como una carga pesada que lo aplasta y que es demasiada pesada
para él (vers. 4). Su cuerpo presenta heridas abiertas y estas hieden y están
infectadas (vers. 5). Es como si no pudiera pararse derecho a causa de la carga
del pecado suyo (vers. 5).
Su tercera descripción tiene que ver con angustia de espíritu (vers.8 – 10). Anda
de luto todo el día (vers. 6), gimiendo profundamente por causa de su adolorido
corazón (vers. 8). Su dolor está cons- tantemente delante de él (vers. 17). La luz
de sus ojos se ha desvanecido. Sus deseos están siempre delante de Dios
(vers. 9). Pasa el tiempo suspirando, en lugar de estar cantando (vers. 9).
La cuarta descripción es una angustia que tiene que ver con sus relaciones, las
cuales incluyen amigos y enemigos (vers. 11 – 20). Sus amigos se mantienen
alejados de él (vers. 11). Aun sus familiares se han alejado (vers. 11). Sus
enemigos se aprovechan de la oportunidad para destruirlo (vers. 12).
A lo que se le solía llamar "la carrera de ratones", ya ni siquiera tiene nombre porque
a nadie le ha dado tiempo de pensar en una. Mamá y papa están convencidos de
que la familia morirá de hambre si ambos no trabajan (y en muchos casos,
probablemente tienen razón). Los niños están en la escuela y sus actividades
regulares extra-curriculares acaparan el resto del menguante tiempo disponible. La
“salida” a menudo excede el “ingreso” y llegando al fin del mes, queda más mes que
dinero ¿Suena familiar? Temo que esto describe muchas familias de hoy y muy a
menudo el resultado es que algunos del pueblo de Dios cometen el error de
preocuparse sobre cosas. El preocuparse e irritarse es una aflicción natural y
algunos son más propensos a esto que otros, pero los cristianos deben reconocer
que es un pecado y es lo opuesto a la fe.
En Mateo capítulo seis, el Señor habla de los peligro de permitir que Mamón
(dinero y “cosas”) se conviertan en el maestro de uno, porque uno no puede servir
a Dios y a Mamón al mismo tiempo. Luego comenzando en el versículo 25 El habla
acerca del peligro de deseos excesivos que van de manos con las cosas materiales:
"25Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o
qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la
vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26Mirad las aves del
cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Y quién
de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28Y
por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo
crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió así como uno de ellos. 30Y si la hierba del campo que hoy es, y
mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe? 31No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas.34Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque
el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal." (Biblia RV).
Del dicho al hecho hay mucho trecho ¿Dice usted? Bueno, todo se resume en que
si realmente le creemos a Dios o no. El les dijo a Sus discípulos en el versículo 8
del capítulo seis:
"…porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que
vosotros le pidáis." (Biblia RV).
"19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria
en Cristo Jesús."(Filipenses 4:19, Biblia RV).
Lo que muchos cristianos pasan por alto concerniente a las palabras del Señor en
Mateo capítulo seis es el hecho de que Dios provee de alimento a las aves, pero Él
no la pone en sus bocas. Ellas todavía tienen que rascar y picotear por el alimento.
La lección que necesitamos aprender es que Él nos ama mucho más que a las aves
y proveerá abundantemente para nuestras necesidades (Filipenses 4:19 arriba).
Tenemos este mal hábito de confundir nuestro querer con lo que realmente
necesitamos. Cada uno de nosotros podría sostenerse con mucho menos de lo que
tenemos ahora y es muy ridículo de hablar de “gente pobre” en este país. Según
estándares del tercer-mundo, ¡nuestros “pobres” son realmente ricos! Más le vale
creer que hay literalmente billones de personas en otros países quienes con gusto
intercambiarían sus lugares con ellos. Como nación, somos bendecidos a tal grado
que es casi embarazoso y aquellos que pasan hambre o desnudez, o sin techo, lo
hacen a pesar de los bienes y servicios que se proveen para ellos.
No es para decir que la vida no se pone dura a veces, en la que surgen ciertas
situaciones que realmente nos prueban y nos causan dolor en el corazón. Todos
sabemos que estas cosas suceden y que son más bien inevitables, pero como las
manejemos como cristianos es el tema en cuestión. El reaccionar a la adversidad
teniendo una “fiesta de penas” preocupándose por las cosas es definitivamente no
andar por fe. (Rom. 14:23) (b) nos dice:
"…Y todo lo que no proviene de fe, es pecado."(Biblia RV).
Dios ama a Sus ovejas con un amor eterno y nos ha prometido que El proveerá para
nosotros y nos protegerá. Nuestra respuesta apropiada es el seguir Su liderazgo sin
cuestionarlo y ejercer una confianza sin vacilación en Su habilidad para hacer
aquello que él ha prometido. El hacerlo de otra forma el preocuparse e irritarse es
dudar y el dudar es pecado ¿Alguna vez ha pensado en porqué el Señor se refiere
a nosotros como ovejas? Aquellos quienes conocen ovejas nos dicen que sin duda
alguna, ¡son los animales más tontos en cautividad e incapaces de ayudarse a sí
mismos! Para sobrevivir y prosperar, ellas deben tener un pastor y eso resume
perfectamente nuestra relación con nuestro Salvador.
(Salm. 103:14, Biblia RV). Nada sobre nosotros escapa a Su vista y, como el Buen
Pastor, El está listo, dispuesto, y capaz de satisfacer cada una de nuestras
necesidades. La Biblia nos enseña que somos las ovejas de Su prado y que somos
criaturas indefensas que necesitamos constante supervisión y cuidado. Teniendo al
Buen Pastor vigilando a las ovejas, ellas no deberían tener ni una preocupación en
el mundo.
La clave de ver que nuestras necesidades sean satisfechas a diario con mínimo
“ajetreo” se encuentra en el versículo 33 de Mateo 6:
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas."(Biblia RV, énfasis mío).
"hambre y sed de justicia" (Mateo 5:6, RV), y hacer lo mejor para "crecer en la
gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo " (2 Pedro
3:18, RV).
Para ponerlo de otra forma, hemos de amar a Jesucristo y asegurarnos que Él esté
entronado en nuestras vidas como nuestro Señor y Maestro diariamente buscando
hacer Su voluntad y viviendo para El. El dio todo de sí por nosotros y nosotros
debemos de dar lo mejor para aferrarnos a Él y no abandonarlo por las cosas de
este mundo. Cuando estamos en el proceso de esforzarnos por complacerlo, El
añadirá "estas cosas" (Mat. 6:33, RV) a nosotros. Si nosotros no lo buscamos a Él
y la expansión de Su reino, ¿por qué nos ha de sorprender si nuestras vidas se
vuelven complicadas? Padres sabios a menudo les retienen cosas a sus hijos como
una forma de disciplina y el Señor nos hace lo mismo.
Dice una historia de una mujer que vino a su pastor buscando consejo. Al comenzar
a hablar, la mujer le contó de su tristeza y su constante preocupación sobre la vida
en general. Cuando ella terminó su historia de penas, el sabio predicador le dio
varios versículos de las Escrituras para considerar y luego le hizo prometer que
fuera a su casa ¡e hiciera dos pasteles! El continúo sus instrucciones aparentemente
extrañas diciéndole que cuando ella terminara los pasteles, ella los llevaría a dos
ancianitos de la iglesia. Después de entregar los pasteles, se le instruyó que se
“inscribiera” para trabajo voluntario en la misión en el centro de la ciudad. Una
semana más tarde ella tenía que regresar a ver el pastor y reportar su progreso.
Cuando ella se reportó obedientemente al pastor, la primera pregunta que el le hizo
fue que tanto progreso ella había logrado en triunfar sobre la preocupación "¿Qué
preocupación?" dijo ella ¡No he tenido tiempo para pensar, mucho menos
preocuparme!"
Como dice el viejo dicho: "Una mente perezosa es el taller del diablo." Involucrarse
en la obra del Señor y nunca mirar atrás. Ocuparse de satisfacer las necesidades
de otros y usted tendrá poco tiempo (o necesidad) de preocuparse por las suyas.
NOS SALVÓ.
(Jn. 5.24). “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree
al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha
pasado de muerte a vida”.
NOS SALVA.
(Ef. 2.8) “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios”.
NOS SALVARÁ.
(Tito 3.5). “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y
por la renovación en el Espíritu Santo”
PÉRDIDA DE GOZO:
(Salmo 51.12) “Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente”
PIERDE EL AMOR:
(1. Jn.2.5) “pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el
amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en
él”.
PIERDE LA COMUNIÓN:
(1 Jn. 1.3,6,7) “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo 6 Si decimos
que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad 7 pero si andamos en luz, como él está en luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos
limpia de todo pecado”
PIERDE LA CONFIANZA:
(1. Jn. 3.19 – 22) “Y en esto conocemos que somos de la verdad, y
aseguraremos nuestros corazones delante de él; 20 pues si nuestro
corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe
todas las cosas. 21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende,
confianza tenemos en Dios; 22 y cualquiera cosa que pidiéremos la
recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos
las cosas que son agradables delante de él.”
INTRODUCCION
Muchas de las personas que asisten regularmente a la iglesia, que
realizan labores en ella y conocen intelectualmente el evangelio, nunca
hacen nada para Cristo. Parecen estar en paz con el mundo y con los
enemigos del Señor. No tienen lucha con el pecado y, a excepción de
unas cuantas expresiones sentimentales sobre Cristo, no existe
ninguna evidencia de que hayan experimentado en lo más mínimo el
poder del evangelio en sus vidas. Sin embargo, a pesar de toda la
evidencia en su contra, se consideran a sí mismos lo que sus maestros
les han enseñado: “cristianos carnales”. Como cristianos carnales creen
que irán al cielo, aunque quizás no sea en primera clase y obtengan
pocas recompensas.
La mayoría de los que leen estas líneas admitirán con rapidez que hay
algo que está muy mal en la vida de estas personas; no se necesita
ningún argumento para probarlo. Pero el aspecto más serio de esta
situación muchas veces ni siquiera se reconoce. El error básico no es
la falta de interés de estos fieles asistentes a la iglesia, sino la
equivocación de sus maestros, quienes les han llevado a creer que
existen tres grupos de hombres: el hombre inconverso, el “cristiano
carnal” y el “cristiano espiritual”.
Mi propósito en este folleto es argüir que esta clasificación es incorrecta
y exponer la respuesta positiva, histórica y bíblica a esta enseñanza del
“cristiano carnal”. El argumento de la historia de la Iglesia no deja de ser
importante ya que es cierto que hace menos de doscientos años esta
enseñanza no era conocida en las iglesias de Norteamérica, pero me
propongo apoyar mi caso en una declaración honesta de la enseñanza
de la Biblia. He escrito luego de estudiar, orar y meditar en privado, y de
usar muchos de los viejos y respetados comentarios de otras épocas,
pero mi apelación básica es a la Palabra de Dios, y es a la luz de esta
autoridad que pido al lector que considere lo que sigue.
También debo confesar que escribo como uno de los que por muchos
años apoyaron y enseñaron la doctrina que ahora estoy convencido es
incorrecta y que tiene muchas implicaciones peligrosas. Siento un
profundo respeto por muchos de los que sostienen esa posición y no
voy a atacar a personalidades, sino a lidiar con principios y con la
interpretación de pasajes específicos de la Escritura en los que se basa
esta enseñanza.
Mi mayor dificultad será lograr ser breve porque este tema esta
estrechamente relacionado y entretejido con la doctrina central de la
Biblia, particularmente con la justificación y la santificación, las
bendiciones centrales del nuevo pacto. El tema involucra por lo tanto el
entendimiento de lo que es el evangelio y de lo que realmente hace en
la vida de una persona cuando es aplicado eficazmente por el Espíritu.
Nuestra postura sobre el tema también afectara nuestra opinión en
cuanto a la relación que existe entre los Diez Mandamientos y el área
de la santificación del creyente y de la doctrina bíblica de la seguridad
de salvación.
«Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en
nosotros.
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo»
(1 Juan 1.6 — 2.2).
Juan dice: «Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas,
mentimos, y no practicamos la verdad». Un error que amenazaba la fe de la iglesia
primitiva era el que decía que el Espíritu es lo que importa y que el cuerpo no es
importante. Más adelante, a ese error se le conoció como gnosticismo.
Ahora fíjese en los (versículos 8 y 10). En el versículo 8, Juan dice: «Si decimos
que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está
en nosotros». En el versículo 10, dice: «Si decimos que no hemos pecado, le
hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros». Algunos
aparentemente estaban diciendo: «Aunque algunas acciones de mi cuerpo no son
consecuentes con la voluntad del Señor, mi espíritu está bien; por lo tanto, estoy
sin pecado». Sin embargo, Juan insiste en que tener comunión con Dios exige que
vivamos de cierta manera. A los que podían estar diciendo: «Sencillamente no
tengo ningún pecado», Juan les dice: «Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos…».
Recuerdo cuando estuve en una reunión hace varios años en un pequeño pueblo
de Texas. Había allí un buen hermano que había causado un verdadero problema
porque afirmaba que el cristiano debe llegar a un momento en el que vive en
absoluta y constante perfección libre de pecado. Este hermano estaba dispuesto a
reconocer que un bebé en Cristo no podía vivir de tal manera, pero que después
de cierto tiempo, creía que la anterior era la manera como el cristiano maduro
debía vivir. Una de las verdades contundentes del pasaje es que Juan se incluye
a sí mismo. El gran apóstol del amor se incluye a sí mismo.
En el versículo 6, donde Juan dice «Si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad», está implícito que,
para que tengamos comunión con Él, debemos andar en luz. Anteriormente, en
el versículo 5, Juan dice: «Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él». Para
que tengamos comunión con Dios que es luz, debemos andar en luz. Si andamos
en tinieblas, no podemos tener comunión con Él. Por lo tanto, la aparente tirantez
del pasaje es esta: ¿Cómo podemos nosotros que ciertamente pecamos, tener
comunión con Dios que es luz? ¿Cómo podemos tener comunión con Él, cuya
naturaleza misma está en contraposición a las tinieblas o el pecado?
¿Cómo se alivia y resuelve esta aparente tirantez? Juan lo explica en este pasaje
por medio de tres consideraciones relacionadas entre sí. En primer lugar, en el
versículo 7, Juan dice: «… la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado». Entonces, no es por nuestro desempeño perfecto, sino que es por
nuestra fe y obediencia que tenemos comunión con Él. La sangre nos limpia; ella
«continúa limpiándonos» de todo pecado.
CONCLUSIÓN
Si usted no anda en luz, necesita volver a esta. Si sabe que el rumbo
de su vida se ha desviado y que no está siguiendo fielmente a Él; necesita
volver. Necesita llegar a ser nuevamente un caminante que anda en luz. Si
está andando fielmente en luz, regocíjese en la salvación que le
pertenece. Si aún no ha venido a la luz por medio de la obediencia al
evangelio, tome esa decisión hoy.
¿QUÉ DEBEMOS PENSAR DEL CRISTIANO
CARNAL?
INTRODUCCION
Muchas de las personas que asisten regularmente a la iglesia, que realizan labores
en ella y conocen intelectualmente el evangelio, nunca hacen nada para Cristo.
Parecen estar en paz con el mundo y con los enemigos del Señor. No tienen lucha
con el pecado y, a excepción de unas cuantas expresiones sentimentales sobre
Cristo, no existe ninguna evidencia de que hayan experimentado en lo más mínimo
el poder del evangelio en sus vidas. Sin embargo, a pesar de toda la evidencia en
su contra, se consideran a sí mismos lo que sus maestros les han enseñado:
“cristianos carnales”. Como cristianos carnales creen que irán al cielo, aunque
quizás no sea en primera clase y obtengan pocas recompensas.
La mayoría de los que leen estas líneas admitirán con rapidez que hay algo que
está muy mal en la vida de estas personas; no se necesita ningún argumento para
probarlo. Pero el aspecto más serio de esta situación muchas veces ni siquiera se
reconoce. El error básico no es la falta de interés de estos fieles asistentes a la
iglesia, sino la equivocación de sus maestros, quienes les han llevado a creer que
existen tres grupos de hombres: el hombre inconverso, el “cristiano carnal” y el
“cristiano espiritual”.
También debo confesar que escribo como uno de los que por muchos años
apoyaron y enseñaron la doctrina que ahora estoy convencido es incorrecta y que
tiene muchas implicaciones peligrosas. Siento un profundo respeto por muchos
de los que sostienen esa posición y no voy a atacar a personalidades, sino a lidiar
con principios y con la interpretación de pasajes específicos de la Escritura en los
que se basa esta enseñanza.
Lo más importante para lograr este propósito es que asentemos el tema sobre las
bases correctas. No quiero hacer una caricatura de la opinión de otros y luego
demostrar mi éxito destruyéndolos. También tratare de evitar emitir aseveraciones
desproporcionadas o parcializadas. Todavía estamos en el peligro de “oscurecer
el consejo por medio de palabras sin conocimiento”. Es mi oración que este
esfuerzo exponga verdades y que la existencia de opiniones variadas nos lleve a
todos a buscar más en las Escrituras, a orar más y a ser diligentes para aprender
cual es “la mente del Espíritu”.
Mi mayor dificultad será lograr ser breve porque este tema esta estrechamente
relacionado y entretejido con la doctrina central de la Biblia, particularmente con
la justificación y la santificación, las bendiciones centrales del nuevo pacto. El
tema involucra por lo tanto el entendimiento de lo que es el evangelio y de lo que
realmente hace en la vida de una persona cuando es aplicado eficazmente por el
Espíritu. Nuestra postura sobre el tema también afectara nuestra opinión en
cuanto a la relación que existe entre los Diez Mandamientos y el área de la
santificación del creyente y de la doctrina bíblica de la seguridad de salvación.
¿Quién decide quienes son los cristianos carnales y cuales son exactamente los
estándares que se utilizaran para determinarlo?.
¿Son los “cristianos espirituales” los que deben decidir quiénes son los “cristianos
carnales”?.
Como todos los creyentes tienen un pecado remanente y pecan todos los días,
¿Cuál grado de pecado o cuales pecados en particular clasificarían a una persona
como “cristianos carnales”?
¿No es cierto que todos los cristianos actúan algunas veces como hombres
naturales en algunas áreas de sus vidas?
La preocupación de Pablo para escribir esta epístola fue lidiar con los problemas
prácticos de una iglesia joven. En el tercer capítulo y con anterioridad a él, Pablo
está lidiando con los peligros de división que surgieron de la estima equivocada
de aquellos de quienes ellos escucharon el Evangelio. Estaban poniendo sus ojos
en segundas causas y olvidando a Dios, a quien le pertenece toda la gloria. En
lugar de decir: “somos discípulos de Cristo” y reconocer su unidad en Él, estaban
formando partidos y diciendo: “somos de Pablo porque él fundó la iglesia en
nuestra ciudad”; o “Apolos es más elocuente que Pablo y nos edifica más”, o
“Somos de Pedro”. De esta manera se formaron partidos opuestos.
Es muy diferente decir que el apóstol reconoce aquí que existe un grupo específico
de cristianos que se pueden llamar “carnales”. Cuando Pablo habla de clases, sólo
conoce dos, como se ve claramente en el capítulo 2 de esta misma epístola, donde
divide los hombres en “naturales” y “espirituales” diciendo: “pero el hombre natural
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el
espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” (1 Cor 2:14,15).
Bajo el término natural, el apóstol incluye todas aquellas personas que no
participan del Espíritu de Dios. Si el Espíritu de Dios no les ha dado una nueva y
más alta naturaleza, permanecen siendo lo que eran por nacimiento natural, es
decir, hombres naturales
Otra razón por la que es difícil discutir sobre el pecado es porque para
mucha gente este es un concepto que les resulta ajeno. Echándole la
culpa de los problemas de la sociedad a un medio ambiente nocivo y no
a los humanos pecadores, en ciertos círculos se ha hecho bastante
poco común el sentimiento de culpabilidad objetiva. En parte gracias a
la influencia de Freud, se entiende la culpa como un sentimiento
irracional que no se debería tener. Sin un punto de referencia teísta
trascendente, no hay nadie más que uno mismo y los demás seres
humanos ante los que ser responsable y dar cuentas. Por tanto, si
nuestras acciones no hacen daño a los humanos, no hay razón para
sentirse culpable.
(Job 1:20)
Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se
postró en tierra y adoró, 21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi
madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el
nombre de Jehová bendito. 22 En todo esto no pecó Job, ni
atribuyó a Dios despropósito alguno.
(Job 2:9)
Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a
Dios, y muérete. 10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de
las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el
bien, y el mal no lo recibiremos?
En todo esto no pecó Job con sus labios.
NO CODICIARÁS
(Job 5:2)
Es cierto que al necio lo mata la ira, Y al codicioso lo consume la
envidia.
NO MENTIR
(Job 6:28)
Ahora, pues, si queréis, miradme, Y ved si digo mentira delante de
vosotros. 29 Volved ahora, y no haya iniquidad; Volved aún a
considerar mi justicia en esto. 30 ¿Hay iniquidad en mi lengua? ¿Acaso
no puede mi paladar discernir las cosas inicuas?
NO ROBAR
(Job 12:6)
Prosperan las tiendas de los ladrones, Y los que provocan a Dios
viven seguros, En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.
No adulterar
No codiciar la mujer del prójimo
No mentir
Amar al prójimo
No ser idolatra
(Job 31:1) Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar
a una virgen? 2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué
heredad el Omnipotente desde las alturas? 3 ¿No hay quebrantamiento
para el impío, Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? 4 ¿No ve
él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos? 5 Si anduve con mentira, Y
si mi pie se apresuró a engaño, 6 Péseme Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi integridad. 7 Si mis pasos se apartaron del camino, Si mi
corazón se fue tras mis ojos, Y si algo se pegó a mis manos 8 Siembre
yo, y otro coma, Y sea arrancada mi siembra. 9 Si fue mi corazón
engañado acerca de mujer, Y si estuve acechando a la puerta de mi
prójimo, 10 Muela para otro mi mujer, Y sobre ella otros se
encorven. 11 Porque es maldad e iniquidad Que han de castigar los
jueces.12 Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón, Y
consumiría toda mi hacienda. 13 Si hubiera tenido en poco el derecho
de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos contendían conmigo, 14
¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él preguntara,
¿qué le respondería yo? 15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no
lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz? 16 Si
estorbé el contento de los pobres, E hice desfallecer los ojos de la
viuda; 17 Si comí mi bocado solo, Y no comió de él el huérfano 18
(Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre, Y
desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda); 19 Si he visto
que pereciera alguno sin vestido, Y al menesteroso sin abrigo; 20
Si no me bendijeron sus lomos, Y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21 Si alcé contra el huérfano mi mano, Aunque viese que me ayudaran
en la puerta; 22 Mi espalda se caiga de mi hombro, Y el hueso de mi
brazo sea quebrado. 23 Porque temí el castigo de Dios, Contra cuya
majestad yo no tendría poder. 24 Si puse en el oro mi esperanza, Y
dije al oro: Mi confianza eres tú; 25 Si me alegré de que mis
riquezas se multiplicasen, Y de que mi mano hallase mucho;
26 Si he mirado al sol cuando resplandecía, O a la luna cuando iba
hermosa, 27 Y mi corazón se engañó en secreto, Y mi boca besó
mi mano; 28 Esto también sería maldad juzgada; Porque habría
negado al Dios soberano. 29 Si me alegré en el quebrantamiento del
que me aborrecía, Y me regocijé cuando le halló el mal 30 (Ni aun
entregué al pecado mi lengua, Pidiendo maldición para su alma);
31 Si mis siervos no decían: ¿Quién no se ha saciado de su carne? 32
(El forastero no pasaba fuera la noche; Mis puertas abría al caminante);
33 Si encubrí como hombre mis transgresiones, Escondiendo en mi
seno mi iniquidad, 34 Porque tuve temor de la gran multitud, Y el
menosprecio de las familias me atemorizó, Y callé, y no salí de mi
puerta; 35 ¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es
que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme
proceso. 36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, Y me lo ceñiría
como una corona. 37 Yo le contaría el número de mis pasos, Y como
príncipe me presentaría ante él. 38 Si mi tierra clama contra mí, Y lloran
todos sus surcos; 39 Si comí su sustancia sin dinero, O afligí el alma de
sus dueños, 40 En lugar de trigo me nazcan abrojos, Y espinos en lugar
de cebada. Aquí terminan las palabras de Job.
¿QUÉ O QUIÉNES FUERON LOS NEFILIM?" (GIGANTES)
Y QUIÉN LOS ENGENDRO.
¿Qué sucedió con los nefilim o gigantes? Los nefilim fueron una de
las razones principales para el gran diluvio en los tiempos de Noé.
Inmediatamente después de que los nefilim son mencionados, la
Palabra de Dios nos dice esto, “Y vio Jehová que la maldad de los
hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.
¿Hubo nefilims o gigantes después del diluvio? Génesis 6:4 nos dice,
“Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después”
Parece que los demonios volvieron a repetir su pecado en algún tiempo
posterior al diluvio. Sin embargo, pareciera que esto sucedió en una
escala mucho menor de lo que fue antes del diluvio. Cuando los
israelitas espiaron la tierra de Canaán, ellos reportaron a Moisés
“También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y
éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les
parecíamos a ellos.” (Núm.13:33). Ahora, este pasaje no dice
específicamente que los nefilim o gigantes genuinamente estuvieran
ahí, sólo que los espías pensaron que vieron a los nefilim.
¿Quiénes eran los hijos de Dios y las hijas de los hombres? (Gén. 6:1-4)
nos dice, “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a
multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los
hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para
sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi
Espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne;
mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en
aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las
hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes
que desde la antigüedad fueron varones de renombre.”
Ha habido muchas opiniones sobre quiénes eran los hijos de Dios, y por
qué los hijos que tuvieron ellos con las hijas de los hombres crecieron
como una raza de gigantes (así parece indicarlo la palabra “Nephilim”
gigantes).
¿Por qué habrían hecho los demonios tal cosa? La Biblia no nos da una
respuesta específica. Los demonios son seres malos y torcidos, así que
nada de lo que ellos hagan debe sorprendernos. Como una motivación
diferente, la mejor especulación es que los demonios intentaban
contaminar la sangre del linaje humano, a fin de impedir la venida del
Mesías – Jesucristo. Dios había prometido que el Mesías vendría del
linaje de Eva (Gén. 3:15) quien heriría a la serpiente en la cabeza,
Satanás. Así que, los demonios posiblemente intentaron impedir esto,
contaminando la sangre del linaje humano, haciendo imposible que un
día naciera un Mesías sin pecado. Nuevamente, esta no es una
respuesta específicamente bíblica, pero es plausible y no está en
contradicción con nada de lo que la Biblia enseña.
¿Qué impide que los demonios produzcan más nefilims o gigantes en
la actualidad? Parece que Dios puso fin a las uniones de demonios con
humanos al colocar en prisiones eternas a los demonios que cometieron
tales actos. Judas verso 6 nos dice, “Y a los ángeles que no guardaron
su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado
bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día. Este
pasaje de la Biblia es un poco confuso pues se narra algo que no se
explica ni aquí ni en otras partes de ella. Los hijos de Dios, las hijas de
los hombres y los gigantes antes del diluvio y los gigantes después del
diluvio son un gran desafío para saber de quiénes se tratan
”Obviamente, no todos los demonios están actualmente en “prisiones”,
así que debió haber habido un grupo de demonios que cometieron
posteriormente graves pecados después de la caída original.
Presumiblemente, los demonios que se unieron a mujeres humanas,
son los que están en “prisiones eternas.” Esto prevendría que más
demonios intentaran tales acciones.
Pero (Rom. 8:13 – 16) es más claro todavía para hacernos ver que los
hijos de Dios son humanos nacidos de nuevo y no ángeles creados.
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios, pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!»
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios .“
Creo que la opinión (1) es la más indicada. Sí, es admisible que los
ángeles sean capaces de tomar forma humana, aún al punto de duplicar
sus características sexuales y posiblemente hasta su reproducción.
Pero, ¿por qué los ángeles caídos no siguieron actuando de esta
manera? Parece que Dios “encerró en prisiones de oscuridad” a los
ángeles caídos que cometieron este abominable pecado, para que los
otros ángeles caídos no hicieran lo mismo (como se describe en
(Judas 6). Los primeros intérpretes hebreos, escritos apócrifos y
pseudoepígrafos son unánimes en sostener la opinión de que los
ángeles caídos son los “hijos de Dios” mencionados en (Gén. 6:1 – 4).
Por supuesto que esto no cierra el debate. Sin embargo, la opinión de
que (Gén 6:1 – 4) involucra a ángeles caídos apareándose con mujeres
humanas tiene fuertes bases contextuales, gramaticales e históricas.
Como podemos esperar, la Palabra de Dios tiene mucho que decir acerca del tema
del mundanismo y la separación. Dios mediante, nos gustaría explorar ambos temas
a fondo. Empezaremos intentando definir la palabra "mundanismo". Es la forma
sustantiva de la palabra "mundano" y el diccionario Webster lo define así: "hábito de
aquellos que solo procuran el gozo temporal: no religioso ni espiritual." (énfasis
mío). De esta definición vemos que no hay absolutamente una palabra que sería
usada para describir a un Cristiano. Ser mundano es adherirse y seguir aquello que
caracteriza las actitudes y las acciones de las masas; los incrédulos aquellos que
están perdidos. Adicionalmente, debemos entender que esto es algo
extremadamente fácil de hacer para nosotros. Todo lo que necesitamos es "seguir
las masas" y tomar el camino de la mínima resistencia. La naturaleza humana nos
predispone hacia el mundanismo. Antes que fuésemos salvados, el mundanismo
era un estilo de vida. Después de la salvación, nosotros ganamos una nueva
naturaleza, pero la antigua naturaleza pecaminosa no se erradica. ¡A causa de esto,
estamos enlazados a una situación que garantiza absolutamente una vida
de conflicto continuo!
El apóstol Pablo se refiere a esta lucha en (Rom. 7:15 - 25). Lo que él tiene que
decir es esencial para nuestra comprensión del problema, así que lo citaremos en
su totalidad:
"Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y
yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está
en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que
mora en mí. Así que queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en
mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley
en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a
la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así
que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del
pecado. (Biblia Reina Valera-V. 1960)
Esta lucha interior que Pablo describe tan apropiadamente, debe ser igual a la que
cada uno de nosotros experimentamos. ¡Sabemos lo que es mejor, pero no siempre
hacemos lo mejor! ¿Cierto? Bien, debo apresurarme a decir que por el hecho de
que esto es una aflicción común en nosotros, nunca debemos procurar excusar
nuestras acciones. Permitir que las actitudes, las acciones pecaminosas y
mundanas permanezcan en nuestras vidas es convidar problemas mayores. El
apóstol Juan nos amonesta en (1 Ju. 2:15 – 17)
"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo,
el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de
la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre,
sino del mundo.
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios, permanece
para siempre". (Biblia Reina Valera-V. 1960)
Creo que cada uno de nosotros puede ver en estos versos que el amor al mundo
es un verdadero peligro para el Cristiano. Nuestra naturaleza caída que está con
nosotros desde el nacimiento esta naturalmente inclinada y preparada a las
atracciones que nos rodean. ¡Nunca antes en toda la historia de la humanidad esto
fue más problemático que en la actualidad, y cada día empeora! Se dice que una
de las razones principales de la caída del Imperio Romano fue el apetito insaciable
que el pueblo desarrolló hacia el placer y la diversión. Los que aman la diversión y
el entretenimiento de este mundo se privan de las cosas que son realmente
importantes en la vida. Este tipo de conducta es una forma de escape, para no
enfrentar las realidades de la vida diaria. Como los Cristianos no somos inmunes a
la enfermedad del mundanismo, debemos reconocer que es como una lepra
espiritual y hay que evitarla. (La enfermedad de la lepra, a menudo mencionada en
la Biblia, siempre es retratada como típico del pecado).
¿Qué quiero decir con la palabra "testimonio"? Hubo una época cuando la
terminología de fe era tan largamente comprendida que se podía asumir que todos
la entendían, pero tal no es el caso hoy. Por eso yo trato generalmente definir ciertos
términos. Su testimonio Cristiano es similar a su personalidad, ese es usted lo que
realmente usted es cómo usted se presenta a los otros con relación a su profesión
de fe. ¿Practica usted lo que predica? Si usted lo hace, se puede decir que usted
mantiene un buen testimonio para Cristo. Después de la salvación, el testimonio es
la posesión más preciosa que usted tiene. Así que manténgalo limpio y no permita
que la inmundicia de este mundo lo dañe.
El mejor testigo para Cristo es una vida que es llena y controlada por, El Espíritu
Santo. Muchos Cristianos tienen la idea errónea de que dar testimonio consiste
únicamente en "predicar el evangelio". Ya que entendemos y estamos de acuerdo
en que el aspecto sobrenatural de la salvación implica definitivamente el mensaje
del evangelio, nuestro testimonio de modo alguno no está limitado solo a eso.
Independientemente se perciba o no, la mayoría de las personas prestan mucho
más atención a lo que hacemos y cómo actuamos, que a lo que decimos. Como
dice un viejo adagio, "Hablar no cuesta nada!". Algunas personas que hablan mucho
terminan siendo avergonzados ante el desafío de "muéstreme o cállese". ¡La actitud
que la mayoría de nosotros tenemos es, "no hables solamente, muéstramelo!" Las
acciones hablan mucho más fuerte que las palabras. Cuándo nosotros vivimos
aquello que hablamos, nuestras palabras llevarán mucho más peso cuando
hablamos. Si las personas ven que somos verdaderos creyentes y que nuestras
vidas irradian la realidad de lo que profesamos, ellos estarán mucho más abiertos
al mensaje que nosotros le predicamos. ¡Los hipócritas son despreciados en todas
partes y no es de extrañar! El mundanismo y la Piedad son totalmente incompatibles
como el petróleo y el agua, que no se mezclan. Pero a pesar de las amonestaciones
de la Biblia acerca del mundanismo y sus consecuencias, muchos Cristianos
insisten en tratar de "cabalgar a la moda". (Para aquellos de ustedes que siempre
han vivido en un ambiente urbano, esta expresión no tiene mucho sentido sin
embargo para aquellos que han tratado de saltar sobre una cerca con alambre de
púas seguro lo conoce) ¡Tratar de cabalgar a la moda, manteniendo un pie en el
mundo y el otro pie en el cielo hace probable conseguir un par roto de pantalones!
Otra manera de ilustrar este punto es con una historia sobre el viejo Oeste
americano. Un hombre propietario de una empresa de transportación estaba
entrevistando a los candidatos a conductores. El trecho del camino que él escogió
para su prueba estaba en una montaña que tenía un barranco, de cientos de pies,
de uno de sus lados. ¡Sus instrucciones eran relativamente sencillas: "Vea que tan
cerca de un lado del barranco usted puede venir, sin caer!" Primero uno, después
el otro candidato intentaría llevando los caballos más cerca y más cerca a la orilla.
Finalmente, cuándo un hombre se presentó a recibir sus instrucciones, él contestó,
"¿Está usted loco? ¡Yo los conduciré tan cerca de un tramo de la montaña, como
me sea posible!" ¡"El empleo es suyo", el jefe exclamó! El riesgo era demasiado
grande y eso es precisamente el punto que queremos dejar claro sobre enredarse
con el mundanismo. ¿Si usted se parece al mundo, actúa como el mundo, y huele
como el mundo cómo el mundo conocerá la diferencia? ¿Por qué debemos pensar
nosotros que ellos serían atraídos a Cristo por medio de nuestro testimonio, cuando
parecemos virtualmente uno más de ellos? ¡Como algunos niños dirían, "Duh"!
"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene
la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y que
concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué
acuerdo hay entre el Templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo
del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y
ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el
Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y
vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso " (Reina Valera- V.
1960)
Pablo, escribiendo bajo la influencia y la inspiración del Espíritu Santo, dice que
debemos separarnos de los incrédulos y no entrar en ninguna alianza ni
asociaciones con ellos. La palabra "yugo" se refiere a una herramienta de madera
utilizada para atar por las cabezas a los bueyes, para el arado. Si alguien intentase
unir a un buey con un mulo, por medio de un yugo, el resultado sería desastroso
porque ellos juntos no trabajarían bien. Dos bueyes o dos mulos sería bien, pero la
diferencia entre temperamentos y tamaño, entre bueyes y mulas, no permitiría
mezclarlos. El punto aquí es que los creyentes deben evitar cuidadosamente las
situaciones en la que se pudiera hacer una "yunta" con un incrédulo. Esto incluiría
(pero no sería limitado a) ejemplos como el casamiento, las asociaciones para
negocios, las asociaciones voluntarias (las asociaciones del club, etc.) por medio de
las cuales aquellos que no tengan los mismos valores espirituales, puedan ejercer
presión sobre nosotros, las amistades intimas con personas equivocadas deben ser
evitadas.
Estamos viviendo en "los últimos días" y creo honestamente que las cizañas
sobrepasan mucho el trigo. Muchos, si no todos, de los más respetados y
renombrados predicadores y evangelistas del mundo, hoy en día, están
"coqueteando" con la Iglesia Católica Romana y con su programa ecuménico
mundial. ¡El engaño demoníaco está desenfrenado y crece cada día! Mi trabajo es
decir la verdad, no importa si esto lo enoja o no. Este concepto de la separación es
un asunto importante y solamente he rasguñado la superficie, por así decirlo. Es
esencialmente importante que el pueblo de Dios sepa y entiendan los principios y
los preceptos de Su Palabra, así que con la ayuda de Dios continuaremos bateando
bien lejos esas "vacas sagradas" para ayudarlo a madurar en la fe.
En (1 Corintios capítulo 5), tenemos una situación en la que uno de los hermanos
vivía en clara inmoralidad con su madrastra. Aparentemente este hombre era rico e
influyente en la comunidad y a causa de su posición social, la iglesia no " o daba"
por aludido. Cuándo Pablo se enteró del asunto, él escribió esta epístola para
instruirlos a corregir el problema. ¡En el verso 13 él ordena que el hombre sea
excluido de la iglesia lo excomulgan! ¿"Pero Pastor Ron, eso no es ser
excesivamente severo?" Algunas veces Las medidas drásticas son necesarias para
corregir aquellas que son vistas con pequeña importancia. La inmoralidad entre los
hermanos no debe ser tolerada. ¡Punto final! Cuándo un individuo ha sido tratado
como el propio Señor especificó en Mateo y él no escucha las enseñanzas y las
amonestaciones de la iglesia, él debe ser excluido de la comunión. Observe el verso
17 dice (en la parte b): "…y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
(Reina Valera-V. 1960)
Los tres pasos para tratar con el pecado evidente son : (1) la amonestación Privada
de un hermano a otro, (2) la Amonestación que es presenciada por uno o más
hermanos, y (3) la Amonestación por la iglesia reunida. Si esa persona no escucha
la amonestación de la iglesia, entonces él o ella deberá ser excomulgada y ser
tratada como si fuese un incrédulo (alguien que anda perdido en sus pecados).
Debemos esperar que esta decisión nunca deba ser tomada, pero si llega a ser
necesario, debemos orar para que el individuo (si verdaderamente es salvo) estará
tan avergonzado de sí mismo que se arrepentirá y buscará el perdón y la
restauración. Gracias a Dios, el hombre en Corinto se arrepintió y fue restaurado a
la comunión de la iglesia.
Para enfatizar el punto que esa separación se requiere en este tipo de situación,
veamos nuevamente el verso 9, en adelante, de (1 Cor, 5)
"Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con
los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los
idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí,
que no os juntéis con ninguno que llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o
idolatra o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. (Biblia Reina
Valera-V. 1960)
Esto debe dejar claro que debemos evitar a los hermanos que profesan creer, bajo
ciertas condiciones. El "por qué" de este evitar se hace aún más claro en el Libro de
(2 Tes. 3. 6, 14, y 15) leemos de la siguiente manera: (Verso 6) "Pero os
ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis
de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que
recibisteis de nosotros.
(Versos 14 y 15) "Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta,
a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis
por enemigo, sino amonestadle como a hermano. (Biblia Reina Valera-V. 1960)
Los que disienten de esta enseñanza insistiendo que esa unidad se deba mantener
a toda costa a pesar de la claridad del texto. La mayoría del que tiene esta posición
insiste que la enseñanza (2 Tes. 3) sea solo pertinente a esa situación. ¡En otras
palabras, Pablo amonesta algunas de estas personas porque ellos pensaron que el
arrebatamiento sucedería en cualquier momento y dejaron sus trabajos, vendieron
sus posesiones, y estaban ociosos y aguardando el momento! Ellos se negaron a
hacer cualquier trabajo para ayudar a sostenerse y habían llegado a ser una carga
a la iglesia. Mientras es verdad que Pablo esta hablando sobre una situación
particular, su enseñanza de 1 Corintios debe dejar claro que el principio es el mismo.
¡Los pecados específicos son totalmente diferentes, sin embargo son pecados
también! Parecería que el sentido común debe dictar que Dios odia el pecado y
ordena que nos separemos de este incluso si esto significa evitar algunos
hermanos. Observe las razones para esta actitud la separación es que el hermano
ofensor quizás se avergüence. La idea es tratar de que se arrepienta y vuelva al
sendero correcto. Si no somos cuidadosos, podemos saltar a la conclusión errónea
de que la practica de la separación exhibe una actitud "más santa que usted".
Mientras esto es siempre una posibilidad, simplemente porque se puede ver como
tal no significa que debemos desconsiderar totalmente la enseñanza. ¡Eso sería
como tirar fuera al bebé junto con el agua de la bañera!
Las cosas andan peores, los valores de aquellos tiempos antiguos no eran nada de
que jactarse. La Santidad y la piedad personal son términos que casi han llegado a
extinguirse restos arcaicos de una época pasada. La historia casi ha dado una
vuelta completa en circulo y volvemos a la condición descrita en los Libros del
Antiguo Testamento, (Deut. 12:8) y (Jue. 17:6 y 21:25) : "Cada uno hacía lo que
bien le parecía" La Biblia la Palabra de Dios, literalmente es ignorada por la mayoría
de aquellos para quienes fue dada como el patrón absoluto de fe y práctica. Como
resultado directo la iglesia ha perdido la capacidad de ser la "sal de la tierra" en una
sociedad que está en las últimas etapas de la putrefacción moral. ¿Qué podemos
hacer acerca de esto? A menos que el Señor decida realizar un milagro de una
magnitud no pequeña, la situación no será corregida. ¡Sin embargo, como dice el
antiguo himno, "Brilla en medio de donde estés!" No importa si el resto del mundo
está decidido a seguir el camino errado; cada uno de nosotros debemos hacer lo
mejor que podamos para andar en la luz de la Palabra de Dios y buscar la santidad.
Todos estaremos delante del Tribunal de Cristo, como individuos, para dar cuenta
por "las obras hechas en la vida". Nuestra recompensa eterna será determinada por
cuán obediente hemos sido a los mandamientos del Señor.
Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, pero ha estado muy
tibio en su andar espiritual con El, usted necesita pedirle inmediatamente perdón y
renovación. El instantáneamente lo perdonará, y llenará el corazón con el gozo del
Espíritu Santo. Entonces, usted necesita empezar un andar diario de oración y
Estudio personal de la Biblia.
Entonces, usted puede descansar seguro de que el Reino del Anticristo no lo tocará
espiritualmente.
Si usted quiere saber como nacer de nuevo, vaya a nuestra Página de Salvación.
LA LEY, EL PECADO Y EL HOMBRE
«¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí
el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera:
No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en
mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en
un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que
el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el
pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De
manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.
¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que
el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es
bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera
pecaminoso.
Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado.
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien
está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que
no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado
que mora en mí.
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque
según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis
miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley
del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este
cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo
mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado»
(Romanos 7.7–25).
Pablo explica en la primera parte de Romanos 7 que hemos muerto a la ley para
que podamos casarnos con otro, esto es, con Jesucristo. La iglesia en la actualidad
no está casada con Moisés, ni con la ley, sino, con Cristo. Debemos agradecer que
vivimos bajo el Nuevo Testamento, y no bajo el Antiguo Pacto, la Ley de Moisés.
PRINCIPIO DE LA LEY
La Ley Mata
Antes que todo, puede que nos sorprendamos al descubrir en el versículo 6 que la
ley mata. (Vea también 2ª Corintios 3.6.) Romanos 7.6 dice: «Pero ahora estamos
libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo
que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la
letra».
LA LEY ES SANTA
En tercer lugar, Pablo dice en este capítulo que la ley es santa: «… la ley a la verdad
es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno» (7.12). No debemos concluir que
por el hecho de definir el pecado, la ley sea mala. No, la ley es santa. Después de
todo, provino de Dios. La ley presenta lo que la justicia es. La ley de Moisés
declara cómo el hombre había de responder a Dios y a su prójimo. Si un hombre
hubiera vivido bajo la Ley de Moisés de manera perfecta, habría tenido una
relación perfecta con Dios y sus iguales. Sin embargo, allí fue cuando se presentó
el problema, a saber: El hombre no guardó la ley de modo perfecto. No siempre
obedeció a Dios de modo correcto; no siempre respondió a su prójimo de la forma
correcta. Esta falla fue debilidad del hombre, no de la ley. La ley es santa provino
de Dios. La ley es justa; explicaba cómo se podía alcanzar una relación justa con
Dios y con el hombre. La ley era buena porque estaba concebida para el bien del
hombre. Si un hombre la hubiera guardado de modo perfecto, podía haber
alcanzado el bien supremo.
«Fue añadida a causa de las transgresiones». La ley demostró que el hombre era
un pecador. Era como una persona viviendo en una habitación llena de espejos.
Cuando uno mira al espejo puede que vea una imperfección en su rostro, pero
cuando se aparta del espejo y se ocupa del quehacer diario no piensa en la
imperfección. Sin embargo, cada vez que se mira en el espejo, se le recuerda la
imperfección de su rostro. La ley era como vivir en una habitación llena de espejos.
Uno no podía alejarse de su pecaminosidad. Donde fuera que volteara a ver, se
le recordaba de su imperfección. La ley hacía demandas a las personas, pero no
podía dar solución a las imperfecciones del hombre. No podía salvarlo.
Mire ahora el segundo conjunto de verdades: algunas verdades acerca del pecado.
EL PECADO ENGAÑA
En tercer lugar, el pecado engaña. El versículo 11 dice: «… Porque el pecado,
tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató». El pecado
dice: «Le prometo cosas buenas», pero nunca cumple. El pecado dice: «No es
tan malo», sin embargo, lleva a la muerte y al alejamiento de Dios.
EL HOMBRE ES CARNAL
En primer lugar, el hombre es carnal (7.14). Si un hombre quiere hacer lo correcto
se le presenta un conflicto, un conflicto entre el bien y el mal, entre la carne y el
Espíritu. Debido a que el hombre es carnal, dentro del hombre se libra una guerra.
Entre más dominio tiene el Espíritu de nosotros, más claramente vemos la batalla.
Que ganemos no la batalla depende completamente de nuestra sumisión al Espíritu.
EL HOMBRE ESTÁ EN UN CONFLICTO PERPETUO
En segundo lugar, el hombre está en un conflicto perpetuo. (Ro 7.15–23) trata
de ese conflicto. Pablo dijo: «Quiero hacer lo bueno, pero el pecado está
presente». ¿No es esta una situación lastimosa? Un hombre desea hacer lo
bueno, pero se da cuenta de que lo bueno perfecto está fuera de su alcance; por
lo tanto, siempre está haciendo lo malo. Una y otra vez, el pecado se asoma. ¿Y
si vive bajo un sistema que no tiene ninguna solución para el pecado? Entonces,
solamente le queda ser condenado.
¿Y que será de los que vivieron y murieron bajo la ley de Moisés antes que Jesús
viniera? Ellos ofrecieron continuamente sus sacrificios año tras año ansiando la
venida del Mesías. Cuando Jesús vino, Su sangre se desplazó al pasado y los
purificó a ellos como también avanzó al futuro y nos purificó a nosotros. Pagó la
deuda de ellos así como la nuestra.
LO QUE DIOS HACE CON NUESTROS
PECADOS
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento (2ª Pedro 3.9).
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere
que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1era
Timoteo 2.3 – 4).
Las personas que están enfermas físicamente, y saben que lo están, buscan al
médico y un remedio. Cierto hombre visitó a su médico para ser examinado y se
le dijo que tenía cáncer. Se sometió a todos los tratamientos que sus doctores
podían darle, pero empeoró gradualmente.
Gastó todo su dinero y pidió prestado más dinero para pagar tratamientos
adicionales en otro hospital. Estaba desesperado por vivir y dispuesto a
sacrificar lo que fuera necesario para curarse.
Las personas que están sufriendo por la dolencia del pecado deben estar
igualmente interesados en recibir el bálsamo curador de almas de Galaad. Los
que descubren cuál es su dolencia y entienden que, a menos que sean sanados,
perecerán eternamente, son los que están en posición de aceptar el remedio del
Gran Médico. ¡El ministerio sanador del Gran Médico es gratis!
De igual modo, nadie puede apreciar lo que Dios ha hecho por él; tampoco puede
apreciar el mensaje salvador de almas del evangelio; tampoco puede apreciar la
posibilidad de la salvación en Cristo Jesús hasta que se dé cuenta de que está
perdido. Cuando una persona se da cuenta de que está perdida y que va rumbo a
la perdición eterna, entonces podrá apreciar el hecho de que el amor de Dios, Su
gracia y Su misericordia han provisto el remedio seguro para su purificación.
Existen dos extremos en las personas. Algunos tienen la actitud de ser personas
verdaderamente excelentes. Cierto hombre al que se le acercaron con el llamado
de Cristo para persuadirlo a obedecer el evangelio, dijo: «Sí, yo sé que yo sería
de gran ayuda para la iglesia en esta comunidad. Soy una persona influyente en
la comunidad y tengo talentos extraordinarios.
Tales personas no serán salvas sino hasta que se den cuenta de que están
condenadas ante Dios y cambien su actitud. Jesús enseña que todos deben ser
«pobres en espíritu» y «llorar» para que puedan entrar en la familia de Dios y ser
salvos (Mat. 5.3 – 4). Sin embargo, existe otro extremo. Algunos tienen esta idea:
«¡He sido tan malo y pecador por tanto tiempo! He vivido una vida tan mala que
no puedo creer que Dios me perdonará y me recibirá». Algunas personas tienen
una idea errónea de Dios.
Qué maravilloso sería que todos los que están perdidos se dieran cuenta de que
están condenados delante Dios y que necesitan el poder purificador del Gran
Médico. De seguro, algunos se volverían a Dios en obediencia al evangelio y
nacerían de nuevo del agua y del Espíritu para entrar en la santa familia de Dios.
Nuestra situación como pecadores que somos es muy parecida a la del pequeño
burro. Tenemos una carga que es demasiado grande para nosotros. Pero Jesús
«llevó» o «levantó» nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero. Al leer este
pasaje se nos recuerda del sacerdote antiguotestamentario que llevaba un sacrificio
al altar de bronce para ofrecerlo en holocausto. Pero Cristo mismo es la ofrenda. Él
«Llevó […] nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero».
En segundo lugar, Dios remite nuestros pecados. A los judíos que estaban
conscientes de su pecado en el día de Pentecostés, Pedro les dijo: «Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hech. 2.38). Nuestros pecados son
representados como una enorme deuda que no somos capaces de pagar. Somos
como el siervo de la parábola de Jesús que debía al rey diez mil talentos, una suma
equivalente a 10 millones de dólares, sin contar la taza inflacionaria desde el siglo
primero. ¡La deuda del siervo era más que los impuestos que Roma recaudaba en
toda la tierra de Palestina en un año! Sin embargo, el rey tuvo compasión del siervo
y le perdonó toda la deuda. No había manera como el sirviente pudiera haber
pagado su deuda. La compasión del rey para con el siervo fue verdaderamente
significativa. Nuestra deuda de pecado es tal que la única manera
Llegar a un arreglo es que la deuda sea remitida. (Vea Mateo 18.21 – 35.)
La palabra «remisión» también se usa en el Nuevo Testamento y fue usada en
tiempos antiguos en referencia al alivio de las enfermedades. M. R. Vincent en Word
Studies in the New Testament (Estudio de palabras del Nuevo Testamento), al
comentar sobre la palabra «remisión» de (Luc 3.3), dice: «La palabra aparece en
Lucas de forma más frecuente que en todo el resto de los autores neotestamen
tarios combinados. Se usa en el lenguaje médico en referencia al alivio de la
enfermedad».
Pablo dijo:
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan
con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis
sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre
del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Cuando Ananías vino a Saulo de Tarso, quien había estado orando y ayunando en
Damasco, él dijo :
«Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre» (Hech. 22.16). Juan escribió: «… pero si andamos en luz,
como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo
su Hijo nos limpia de todo pecado» (1Juan 1.7).
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se dice que cuando Dios perdona
los pecados,
Más el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis
estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas
las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo
vivirá (Ez. 18.21–22).
En (Mi. 7.19), el profeta presenta dos cosas que Dios hace con nuestros pecados,
a saber: «El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras
iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados». En la
primera parte del versículo, el profeta representa nuestras iniquidades como una
manada de animales despiadados que nos atacan y destruyen. Pero Dios los quita
y los pisotea bajo Sus pies y los destruye. En la segunda parte del versículo, se
representa a Dios arrojando nuestros pecados en lo profundo.
LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA DEL PECADO
El cristiano ha sido salvo del pecado. Cuando creyó en Jesús (Jn 8.24), se
arrepintió de sus peca- dos (Lc 13; 3), confesó su fe (1 Tim. 6.12), y fue bautizado
en Cristo (Gál. 3.27), recibió el perdón por sus pecados (Hech. 2.38). En ese
momento, nació de nuevo; fue añadido a la iglesia del Señor; fue salvo.
¡Sin embargo, el cristiano todavía peca! A pesar de que fue salvo del pecado, su
salvación no le impide pecar. El problema del pecado continúa rondándolo. Puede
que intente resolver el «problema de su pecado» de alguna de las siguientes tres
formas:
Ninguna de las anteriores son soluciones real- mente. Sin embargo, la Biblia
provee ayuda. Específicamente, en (1Jn 2; 1–2), junto con el contexto, la solución
al problema del pecado es presentado por Juan. Este hace cuatro comentarios en
relación con el pecado y el cristiano.
Moralmente, la misma clase de creencia llevó a los gnósticos a tener dos puntos
de vista opuestos. Algunos dedujeron que, en vista de que la carne era mala, el
trabajo del cristiano era negar la carne, o incluso mutilarla. Ellos podrían exponerse
a climas helados, morirse de hambre o cortarse a sí mismos con piedras. En el
extremo opuesto estaban algunos que sostenían que la carne realmente no afecta
el espíritu que habita en ella. Por lo tanto, creían que el cristiano podía vivir como
deseara, esto es, podía ser borracho, glotón o fornicario, y esto no le podía hacer
ningún daño. Después de todo, lo que importaba era la condición del espíritu que
podía ser bueno, íntimamente unido a Dios, sin importar lo que el cuerpo hiciera.
Algunos de los lectores de Juan parecen haber compartido este último punto de
vista porque Juan dice: «… Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si
decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad» (1Juan 1.5 – 6).
Deben de haber dicho: «Estamos en comunión con Dios. Nuestra inmoralidad
realmente no importa, porque nuestros espíritus son puros». Juan respondió:
«Están viviendo una mentira. No pueden tener comunión con Dios en tanto vivan
de una manera que es contraria a Su naturaleza y a Su Palabra. El espíritu de
ustedes no es puro si sus acciones no son puras».
Tal vez nosotros también tengamos necesidad del siguiente mensaje: ¡No debemos
pecar! Algunos cristianos saben que pecan, pero no hacen caso al pecado y dicen:
«Sé que digo palabrotas cuando me enojo, pero sencillamente así soy yo»; «Sí,
pierdo los estribos muy a menudo, y a veces golpeo al que me hace enojar, ¡pero
todos saben cómo somos los irlandeses pelirrojos!». Cuando los cristianos dicen
cosas como las anteriores, dicen que pecan y lo saben, pero no tienen intenciones
de dejar de pecar. ¡Esos cristianos necesitan entender que Dios no desea que ellos
pequen!
(1 Jn 1.5 – 6) también nos dice por qué nosotros, como cristianos que somos, no
debemos pecar. Juan dice que no es correcto que teniendo comunión con Dios,
quien es luz, andemos en tinieblas o en pecado.
Juan dice: «… estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado,…». Existía una posibilidad real de que un cristiano pudiera pecar. Juan
usa incluso un lenguaje más severo en el con- texto, pues dice: «Si decimos que
no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros […] Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su
palabra no está en nosotros» (1Juan 1.8 – 10). Obviamente, los cristianos pueden
pecar y de hecho pecan. La diferencia entre los cristianos y los no cristianos
consiste, no en que los no cristianos sean pecadores y que los cristianos no lo
sean. Antes, significa que, ¡los cristianos son pecadores salvos por gracia y los no
cristianos son pecadores, y punto! Solamente el hecho de saber que los cristianos
pueden pecar y todavía seguir siendo cristianos, ayuda a cada discípulo en
particular. Si se les ad- vierte con anticipación que los cristianos pecan, no
tenderán a perder la esperanza cuando ellos mismos sean vencidos por el
pecado. Como cristiano que es, ¿peca usted? ¡Igual peca todo cristiano! No se
dé por vencido porque peca. Pecar no lleva inevitablemente a la condenación,
pero sí el darse por vencido.
No obstante, reconocer que pecamos presenta un problema. ¿No hay acaso algo
contradictorio en decir que no debemos pecar, y sin embargo pecamos? Si se supone
que no debemos pecar, y aun así lo hacemos, ¿con cuánto pecado podemos
«salirnos con la nuestra» y seguir siendo salvos eternamente? Juan ayuda a
resolver el problema en otros dos pasajes algo difíciles de 1era Juan, donde dice:
Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni
le ha conocido. Hijitos […] El que practica el pecado es del dia- blo; porque el diablo
peca desde el principio […] Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el
pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios (1Juan 3.6 – 9).
El cristiano necesita darse cuenta de que no debe pecar y que, sin embargo, peca.
Cuando peque, no hay razón para perder la esperanza, pero sí hay razón para
levantarse y tratar de nuevo de vivir una vida justa.
Juan dice: «…si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente
por los nuestros, sino también por los de todo el mundo» (1Juan 2.1 – 2).
Juan dice que no debemos pecar, pero pecamos. Esa es una mala noticia. Ahora
viene la buena noticia, a saber: ¡Dios proveyó para que seamos perdonados cuando
pecamos! Este mensaje me dice que a pesar de que soy pecador, ¡todavía puedo
ser perdonado, y todavía puedo ir al cielo!
Juan también hace el comentario de que el perdón que Dios provee al cristiano por
medio de Cristo es condicional. Los cristianos deben hacer algo para recibir ese
perdón.
Pero, ¿que requiere Dios que haga el cristiano para ser perdonado? ¿Qué
debemos hacer para mantenernos salvos? Traté de pensar en tres o cuatro puntos
a usar bajo este encabezado, sin embargo, al final decidí que, ¡Dios requiere
solamente una cosa de nosotros, no tres ni cuatro, para que recibamos el perdón
de nuestros pecados! Juan nos dice qué es esa única cosa en (1 Juan 1.7) ¡La
única cosa necesaria para que un cristiano sea purificado de sus pecados es
«andar en luz»!
¿No tiene el cristiano que orar pidiendo perdón?». Definitivamente (Hechos 8.22).
Y el cristiano que anda en luz está orando constantemente pidiendo perdón. Por
lo tanto, «andar en luz» incluye arrepentirse, confesar el pecado y orar pidiendo
perdón. Por lo tanto, no son tres cosas las que hay que hacer para recibir el perdón
como cristiano. Solamente hay una cosa necesaria, a saber: «andar en luz».
Pero, ¿qué significa «andar en luz»? No significa «vivir sin pecado». Si significara
«vivir sin pecado», Juan estaría diciendo: «Si vivimos sin pecado, la sangre de
Jesús nos limpia de nuestros pecados».
¡Y si viviéramos sin pecado, no tendríamos pecados a ser perdonados! Por lo tanto,
«andar en luz» no puede significar vivir sin pecado.
¿Qué significa entonces? A mí me parece que solo puede significar procurar con
diligencia vivir de conformidad con la luz de la Palabra de Dios.
«Procurar con diligencia» es la clave para andar en luz. El cristiano no vive sin
pecado, pero siempre está esforzándose, haciendo todo lo posible en sus propias
circunstancias, por hacer la voluntad de Dios. A veces cae, pero se esfuerza
siempre por conseguir esa meta. Si eso hace, creemos que lo recibe como «andar
en luz».
Lo anterior significa que, si soy un cristiano que procura con diligencia hacer la
voluntad de Dios, ¡no necesito preocuparme de que si un día tengo un pensamiento
malo y luego tengo un ataque cardiaco y muero antes de tener la oportunidad de
orar pidiendo perdón, me iré al infierno por causa de no haber orado pidiendo
perdón por ese pecado! Antes, ¡constantemente me gozo, sabiendo que, porque
estoy esforzándome constantemente por obedecerle, Jesús perdona
continuamente mis pecados y puedo estar seguro de que iré al cielo!
LO QUE DIOS ESPERA DEL PECADOR
«Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que
desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. Entonces él se levantó y fue. Y sucedió
que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre
todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y
leyendo al profeta Isaías. Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo
Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo
podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. El pasaje
de la Escritura que leía era este:
Como oveja a la muerte fue llevado;
Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. En su humillación
no se le hizo justicia;
Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.
Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta
esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comen- zando
desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a
cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo:
Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo
de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le
bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le
vio más, y siguió gozoso su camino. Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando,
anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea» (Hechos 8.26–40).
La mente de este hombre estaba dispuesta a adorar a Dios. Dijo: «Si voy a adorar
a Dios, lo tengo que hacer de la forma como Dios desea. No tengo libertad de
elección en el asunto. Tengo que adorar a Dios de la manera como Este ha
prescrito». Este hombre dice: «Nada va a interponerse entre la ado- ración y yo,
esto es, ni la distancia, ni las relaciones, ni las circunstancias. Nada me va a
impedir adorar a Dios». Cuando nos damos cuenta de que alguien tiene una
disposición a adorar, hemos encontrado un terreno fértil para plantar la semilla
del reino. Me he dado cuenta de que es difícil de enseñar o convertir a una persona
que no tiene el deseo de venir al servicio de adoración.
Una mujer había resuelto estar en el edificio de la iglesia para cuando las puertas
se abrieran. Un amigo se le acercó un día en el patio de ella y le dijo: «¿Por qué
insiste tanto en ir a la iglesia? De todas formas, ¿qué dijo el predicador el
domingo?». Pensó por un momento y dijo: «No… No puedo recordar lo que el
predicador dijo el domingo». El hombre respondió: « ¿Ve?, de nada le sirve. Ni
siquiera recuerda de qué trató el sermón». Ella le entregó un pequeño canasto de
mimbre que tenía cerca de ella y dijo: «Lleva esto y llénalo de agua por completo».
El hombre vaciló, pero fue y abrió la válvula colocando el canasto debajo de ella.
Por supuesto, el agua corría a través del canasto. Final- mente, cerró la válvula y
dijo: «Esto es ridículo, no puedo llenar el canasto de agua». Ella dijo: «Lo sé, pero
véalo. ¡Vea cuánto más limpio está ahora!».
UNA DISPOSICIÓN A PREGUNTAR (8.30–34) El eunuco
también tenía una disposición a preguntar. No estaba satisfecho con aceptar
cualquier cosa que oyera o leyera. Deseaba saber más, es decir, « ¿Cuál es la
verdad?». Muchos se sientan en un culto de adoración y permiten que alguien
más les diga qué creer. Tienen su religión, pero no es propia. Jamás preguntan.
Quiero que se nos conozca como a un grupo de personas que están tratando de
abrirse camino en el estudio de las Escrituras y buscando la respuesta a «¿Cuál
es la verdad?».
El Salmo 51 fue escrito por David en relación con su arrepentimiento por haber
pecado con Betsabé, arrepentimiento que tuvo después que fue confrontado por
Natán el profeta. A medida que uno lo lee, se ponen de manifiesto muchos
paralelismos con la travesía espiritual de David Codició a Betsabé, cometió
inmoralidad sexual con ella y luego hizo matar al esposo de esta con el fin de
ocultar su pecado y tomar a esta como esposa. Natán confrontó a David con su
pecado varios meses después. Este confesó su culpa, se arrepintió y fue
perdonado por Dios.
Los pasos que David dio para pasar del pecado a la salvación son pasos comunes
en la travesía espiritual de otros. Ellos son los siguientes:
1. El peso del pecado y ser convencido de este (vers. 3).
2. La penitencia y el arrepentimiento (vers. 16–17).
3. La confesión del pecado (vers. 4–5).
4. Un ruego por misericordia y perdón (vers. 1–2, 7–12, 14).
5. El gozo de la salvación y del perdón (vers. 8, 13–14b, 15).
David había vivido con su pecado por casi un año. Pensó que nadie sabía de ello.
Sin embargo, cuando Natán el profeta lo confrontó con su pecado, David se dio
cuenta de cuán horrorosas, detestables y repulsivas habían sido sus acciones.
Puede que la conciencia de David lo hubiera molestado más de lo que nos damos
cuenta. El recuerdo de delitos pasados puede perseguir a una persona y hacer
miserable su vida. Como el mismo David escribió:
«Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día
y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de
verano» (32; 3 – 4).
La culpa y el peso del pecado eran tan insoportables para David que comparó el
sentimiento con el abatimiento de sus huesos (vers.8). La culpa puede lastimar y
ser tan dolorosa como las heridas físicas mismas. La mayoría de los predicadores
y consejeros han hablado con personas que se sientan a llorar por errores trágicos
que han cometido. Están ansiosos de alivio. ¡El pecado causa dolor!
La única manera apropiada de lidiar con la culpa del pecado consiste en humillarnos
y arrepentirnos verdaderamente. Si queremos acercarnos a Dios y encontrar
perdón, tenemos que hacerlo con un corazón contrito. Una obediencia ritualista no
se ocupará del pecado apropiadamente. David sabía que los sacrificios y los
holocaustos no expiarían sus pecados de asesinato y adulterio. Necesitaba
arrepentirse. Necesitaba dar a Dios el sacrificio de un espíritu quebrantado.
Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que
seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre (vers.4–5).
David no busca excusa para sus pecados. Los confiesa. No hace una confesión
vaga, diciendo:
«Si he hecho algo malo…». No llama a su pecado un desliz, un error de juicio o
un acto cuestionable. Su aseveración no es un lloriqueo de justificación a medias
proveniente de un corazón de piedra. David asume completa responsabilidad por
lo que hizo. Debido a que su confesión es tan franca, fue agradable a Dios.
«Contra ti, contra ti solo he pecado». Había pecado contra Urías el heteo, contra
Betsabé y contra la sociedad. Decir que había pecado contra Dios y Dios
solamente, era una exageración que aborda directamente el meollo del asunto.
David estaba diciendo que había ofendido la voluntad de Dios. No había ofendido
meramente las formalidades culturales de la sociedad. Había quebrantado la ley
de Dios y había pecado contra Dios mismo. David también escribió: «… en
pecado me concibió mi madre» (vers.5). Se han dado muchas explicaciones de
este versículo, entre las cuales se incluye la doctrina del pecado original.
Entienda que no existe una teoría sistemática del pecado original en el Antiguo
Testamento. Solamente unos pocos versículos, en su mayoría poéticos, apenas
aluden si acaso a algo remotamente relacionado con ello, y existen explicaciones
alternativas para cada uno de ellos (58.3; Job 14.4; 15.14). ¿Entonces
Es poco probable que David esté infiriendo algo malo con respecto a su madre o a
su padre (Salmos 86; 16). Su declaración podría constituir una hipérbole poética
y osada. Lo más probable es que David está diciendo que fue traído a un mundo
pecador, es decir, un ambiente de pecado universal, a una especie de personas
que pecan todas y que pronto aprendió a practicarlo. David está haciendo una
aseveración emotiva acerca de cuán pecador había sido. «Es inadmisible basar
alguna doctrina acerca de la naturaleza del hombre en este conmovedor trozo de
poesía».
Insertar la doctrina del pecado original aquí haría a David culpable de eludir
responsabilidades. Si fuera totalmente depravado desde el momento de su
nacimiento y estuviera predestinado a pecar, parte de la culpa sería quitada de
David. En cambio, David usa los pronombres «yo», «mi» y «me», más de treinta
veces en el Salmo 51 (NASB; RSV). Su confesión es personal y específica. Su
pecado fue su propia culpa, no una tendencia al mal que hubiera heredado.
RUEGO POR PERDÓN DE PECADO
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no
quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.
Le pide a Este más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y SE que sea
misericordioso, que borre su pecado, que lo lave completamente y que lo purifique
con hisopo, posiblemente de lo forma como un leproso debía ser purificado. Le
pide a Dios que lo lave hasta quedar blanco como la nieve y que repare los «… los
huesos que [Él ha] abatido». Una vez más le pide a Dios que borre sus iniquidades.
La condición de David requiere de tanta misericordia que necesita un nuevo
comienzo, es decir, necesita que se le cree un corazón limpio dentro de él. Le
suplica a Dios que no quite Su Santo Espíritu como lo quitó del rey Saúl
(1 Sam. 13.14; 15.23; 16:14; 18.12; 28.15).Le pide a Dios que lo restaure y lo
libere.
PERDÓN DE PECADOS
Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de
homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, y
publicará mi boca tu alabanza (vers. 8a, 13–15).
Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así
no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la
contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te
ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces
Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de
Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué
impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y
respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y
descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua, el
Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.
Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades,
hasta que llegó a Cesarea» (Hechos 8.26–40).
La mente de este hombre estaba dispuesta a adorar a Dios. Dijo: «Si voy a adorar
a Dios, lo tengo que hacer de la forma como Dios desea. No tengo libertad de
elección en el asunto. Tengo que adorar a Dios de la manera como Este ha
prescrito». Este hombre dice: «Nada va a interponerse entre la adoración y yo,
esto es, ni la distancia, ni las relaciones, ni las circunstancias. Nada me va a
impedir adorar a Dios». Cuando nos damos cuenta de que alguien tiene una
disposición a adorar, hemos encontrado un terreno fértil para plantar la semilla
del reino. Me he dado cuenta de que es difícil de enseñar o convertir a una persona
que no tiene el deseo de venir al servicio de adoración.
Una mujer había resuelto estar en el edificio de la iglesia para cuando las puertas
se abrieran. Un amigo se le acercó un día en el patio de ella y le dijo: «¿Por qué
insiste tanto en ir a la iglesia? De todas formas, ¿qué dijo el predicador el
domingo?». Pensó por un momento y dijo: «No… No puedo recordar lo que el
predicador dijo el domingo». El hombre respondió: «¿Ve?, de nada le sirve. Ni
siquiera recuerda de qué trató el sermón». Ella le entregó un pequeño canasto de
mimbre que tenía cerca de ella y dijo: «Lleva esto y llénalo de agua por completo».
El hombre vaciló, pero fue y abrió la válvula colocando el canasto debajo de ella.
Por supuesto, el agua corría a través del canasto. Final- mente, cerró la válvula y
dijo: «Esto es ridículo, no puedo llenar el canasto de agua». Ella dijo: «Lo sé, pero
véalo. ¡Vea cuánto más limpio está ahora!».
cielo sin obedecer los mandamientos de Jesucristo. En (1 Jn 5.1 – 3), Juan dice
que el amor a Dios se manifiesta por medio de obedecer Sus mandamientos. En
Lucas 6.46, Jesús preguntó: «¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo
que yo digo?». En (Mat. 7; 21), Jesús dijo: «No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está
en los cielos». Uno no puede leer la Biblia y alejarse diciendo: «Puedo
relacionarme con Dios y estar bien ante Sus ojos sin obedecer lo que Él ha
mandado». El eunuco tenía una disposición a obedecer. Dijo: «Aquí hay agua,
detengan el carruaje». Él y Felipe bajaron al agua y Felipe lo bautizó.
«En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el
cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el
cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los
muertos. Y a vosotros, estando muer- tos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os
dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que
había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y
despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos
en la cruz.
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días
de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. Nadie os
prive de vuestro premio, afectando humildadycultoa los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha
visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de
quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el
crecimiento que da Dios» (Colosenses 2.11–19).
¡Mi salvación no depende de ningún hombre! ¡Depende del Señor! Algo sucede en
el bautismo, algo hecho por Dios, algo llevado a cabo solamente por fe. Si Dios
puede resucitar a Jesús de los muertos, Él puede revivirme a mí. A pesar de que
una vez estuve muerto en pecados, Dios puede traerme
La vida de nuevo. Es una muerte la que ocurre, por lo tanto, una sepultura. Una
resurrección también tiene lugar. En el bautismo, un cuerpo muerto, esto, es, muerto
por causa del pecado, es revivido con Cristo por Dios.
La circuncisión ha sido usada de modo figurado anteriormente en las Escrituras.
Observe algunos de los términos usados en este pasaje, donde dice: «anulando»;
«quitándola de en medio»; «clavándola en la cruz». Obviamente, algo fue quitado
y dejó de ser vinculante. La pregunta es «¿Qué fue?». Fue «… el acta de los
decretos que había contra nosotros…». Esta consistía en todo lo que se nos
opusiera a ser y a vivir justificados delante de Dios.
Jesús, por medio de la cruz, venció a «… los principados y a las potestades, los
exhibió pública- mente, triunfando sobre ellos en la cruz». Creyeron que habían
ganado. ¡Ni se daban cuenta! ¡Qué grande fue la victoria de Jesús!
Pablo dijo: «Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días
de fiesta, luna nueva o días de reposo» (2; 16). Ya usted está bajo restricción en
cuanto a lo que come o bebe. Las regulaciones antiguotestamentarias eran
estrictas con respecto a esas cosas. Ya no estamos bajo especificaciones o
restricciones con respecto a días festivos. No permita que nadie lo juzgue con
respecto a estas restricciones antiguotestamentarias. Aun el día de reposo debería
dejar de ser un tema de disensión. Era parte de la ley antiguotestamentaria. Nunca
fue impuesto sobre ningún pueblo excepto el judío. Solo había de durar cierto
período de tiempo (Gál. 3.19).
Las comidas y bebidas, los días festivos, las lunas nuevas, los días de reposo, son
solo sombra del cristianismo.
Esta sección comienza diciendo: «El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel»
(vers.8). Esto podría traducirse como sigue: «El Señor ha enviado palabra contra
Jacob y ha caído sobre [o contra] Israel». En el lenguaje original, «palabra» ocupa
una posición de énfasis. Significa «evento o suceso». Algo estaba por suceder en
Israel.
Al reino norteño se le dan tres nombres en los (versículos 8 y 9). Tales nombres
son «Jacob», «Israel» y «Efraín»; y también se usa la frase «los moradores de
Samaria».
A uno le parece que Israel podría haber aprendido la lección y que se volvería
arrepentida a Dios. Sin embargo, no fue así. No obstante, Dios prometía que de «la
presencia del Señor» vendría «tiempos de refrigerio» a los que se arrepintieran
(Hech. 3.19).
Ambas frases, «el pueblo» y «Jehová de los ejércitos» (vers. 13), se encuentran
en posición de énfasis en hebreo, esto es, están colocadas antes de los verbos,
para hacer que se les preste atención especial.
«La cabeza» y «la cola» (vers. 14–15), esto es, el anciano y el profeta, habían de
ser cortados en un solo día. Puede que lo anterior se refiera a la destrucción de
Samaria que sucedió en 722 a. C. También podría ser una referencia al caos que
paralizó a Israel después de la muerte de Jeroboam II en 746 a. C. El pueblo no
tuvo dirigentes capaces después de la muerte de este. Fueron seis reyes los que
reinaron después de él; y de ellos, cinco tomaron el trono al asesinar a su
predecesor.
El carácter de una nación (o de una iglesia) rara vez es superior al de los dirigentes
de ella. Al enseñar la mentira (vers. 16), los dirigentes causaban confusión entre la
gente ordinaria.
Como resultado de lo anterior, los moradores de la tierra se volvieron impíos. Toda
boca hablaba «despropósitos» (vers.17). Hablar despropósitos significa usar
lenguaje irreverente y hablar vergonzosamente. Por causa de este pecado, la mano
de Dios se mantuvo «extendida» en juicio contra Israel.
La «maldad» (vers. 18) es comparada con un fuego devastador que consume todo
a su paso. Los que han experimentado severos daños a la propiedad, y se han
visto en peligro inminente de perder la vida por causa de devastadores incendios
forestales, pueden apreciar el severo carácter de esta analogía. El profeta dijo: «Por
la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto
del fuego» (vers. 19). El término «ira» es una palabra enérgica. En este pasaje
describe la actitud de Dios para con la maldad. La consecuencia horrible del pecado
es la destrucción que produce en las personas. Estos versículos describen con
vívidos detalles la falta de compasión entre los iguales israelitas. «El hombre no
tendrá piedad de su hermano», se lamentó el profeta. El pecado tiene el poder de
destruir las relaciones humanas, incluso, las más estrechas. El pueblo de Dios es
presentado como el que devora lo que había en «la mano derecha» y en
«la izquierda», y que, aún no «se saciará» (vers.20).
Ambos grupos, los legisladores («… los que dictan leyes injustas»; vers. 1a) y los
administra- dores (los que «prescriben tiranía»; vers. 1b) fueron denunciados por
Dios. Ellos estaban usando sus posiciones de autoridad para provecho personal
a expensas de quienes no podían hacer nada al respecto.
El profeta hizo tres preguntas ineludibles en relación con la aparición del Señor al
pueblo por causa de los pecados de ellos (vers. 3). No es posible escapar cuando el
día del castigo de Dios viene sobre los hacedores de maldad. La palabra hebrea
que se traduce por «castigo» (h∂;düqVÚp, pe quddah) puede traducirse también por
«aparición». Esta palabra lleva intrínseca la idea de «intervención de un poder
superior (normalmente, Dios o un rey) con el fin de efectuar un gran cambio en la
situación de un subordinado».5 Israel necesitaba darse cuenta de que no tenía a
dónde huir, y que sus riquezas no servían para comprarles alivio.
Cuando llegara el castigo de Dios, el pueblo de Israel estaría indefenso. El profeta
dijo que «se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán» (vers.4). Aun
así, «la mano» de Dios seguía
«extendida» en juicio.