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EL

PECADO

Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa,


sino herida, hinchazón y podrida llaga: no están curadas, ni
vendadas, ni suavizadas con aceite. 7 Vuestra tierra está
destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra
delante de vosotros comida de extranjeros, y asolada como
asolamiento de extraños. 8 Y queda la hija de Sion como choza en
viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada. 9 Si
Jehová de los ejércitos no hubiera hecho que nos quedasen muy
cortos residuos, como Sodoma fuéramos, y semejantes á Gomorra
Doctrina
BIBLICA
DEL
Del pecado
La doctrina del pecado es importante para nosotros porque afecta y
sufre el efecto de otras doctrinas. Se han utilizado varios métodos para
estudiar el pecado, pero el análisis de los datos bíblicos es el método
que nos hace entender mejor el pecado y sus consecuencias. Las
causas, el carácter y los resultados del pecado se pueden analizar
mediante el estudio de los términos que para pecado se utilizan en las
Escrituras. El pecado es cualquier mala acción o mal motivo que se
opone a Dios. Dicho de forma simple, el pecado es no dejar que Dios
sea Dios y colocar otra cosa u otra persona en el lugar correcto de
supremacía que corresponde a Dios.

Basado en preguntas frecuentes de los lectores, parece que la doctrina


bíblica del pecado no es bien entendida por muchos hoy. Algunos
creyentes atraviesan la vida aterrorizados de que perderán la salvación
por caer en pecado. Mientras que en el otro lado de la balanza, unos
pocos piensan que comprenden bien el tema, pero muestran su
ignorancia insistiendo que es posible alcanzar un punto de "perfección
sin pecado " en esta vida. Ambos extremos son totalmente errados, tal
como esperamos enseñarles por la Palabra de Dios

Cuando se reflexiona con cuidado acerca de sus desastrosas


consecuencias a todos los niveles de la existencia humana, resulta
extraño que no se empleen más esfuerzos para intentar prevenir el
pecado. Sin embargo, a menudo sucede lo contrario, especialmente en
el ámbito religioso. Hoy en día, no sólo son poco apreciados aquellos
esfuerzos que intentan ayudar al ser humano a abandonar los pecados,
sino que además existe un fabuloso esfuerzo por parte de teólogos y
líderes de distintas denominaciones para legitimar como cristiano todo
un sofisticado sistema doctrinal que, en los hechos, constituye un
esquema de indulgencias.

La presencia de maestros y ministros en el cristianismo que ayudan a


fabricar excusas religiosas, en vez de disuadir a sus oyentes a
abandonar aquello que destruye mente y alma, es un hecho
escandaloso. En la sociedad secular equivaldría a tener médicos
dedicados a minimizar, en forma irresponsable, los peligros del SIDA en
lugar de procurar su prevención.

La crisis es de tal magnitud que se ha hecho necesaria una revisión de


los principios básicos del Evangelio, comenzando con una radiografía
del pecado.

La palabra pecado y los verbos y sustantivos relativos a ella, aparecen


más veces en la Biblia que las palabras misericordia, perdón, bendición,
salvación y aún, amor. Pecado, aparece más de 800 veces, mientras
que amor y bendición, que son de las cinco anteriores, las que están
presentes en mayor número de ocasiones, aparecen menos de 600.

Jesús mismo habló más del pecado que de la salvación (213 textos
contra 203). Como vemos, son las Sagradas Escrituras mismas las que
dan un énfasis preponderante a este tema que actualmente es poco
popular y hasta incómodo. Seguramente que si Dios mismo enfatiza
tanto el tema del pecado, es porque necesitamos profundizar sobre su
naturaleza y sus efectos en el ser humano.

INTRODUCCION

Podemos encontrar, pues, la enseñanza de nuestro Señor respecto a


la naturaleza del pecado. Todo el propósito de la ley, como Pablo nos
recuerda, era mostrar la malicia extraordinaria del pecado. Pero al
interpretarlo mal de esta forma los fariseos lo habían debilitado. Quizá
en ninguna otra parte tenemos una acusación tan terrible del pecado tal
como realmente es que en las palabras de nuestro Señor en este caso.

La doctrina del pecado no goza de buena reputación hoy día. A la gente


no le gusta la idea, y trata de explicarla en forma sicológica, en función
de desarrollo y temperamento.

1. Tan profundo es el problema del pecado No basta decirle al género


humano lo que tiene que hacer. Dios lo había hecho en la ley dada
por medio de Moisés, pero no la observaron. 'No hay justo, ni aun
uno.' Todas las exhortaciones que se han hecho a los hombres para
que vivan mejor han fracasado antes de la venida de Cristo. Los
filósofos griegos habían vivido y enseñado antes de su nacimiento.
Saber y estar informado y todo lo demás no basta. ¿Por qué? Debido
al pecado que hay en el corazón humano. Así pues la única manera
de entender la doctrina de la salvación del Nuevo Testamento es
comenzar con la doctrina de] pecado. Aparte de lo que el pecado
pueda ser, es por lo menos algo que sólo se podía resolver con la
venida del Hijo eterno de Dios desde el cielo a este mundo y con su
muerte en la cruz. Así tenía que ser; no había otra salida. Dios, y lo
digo con toda reverencia, nunca hubiera permitido que su amado Hijo
unigénito sufriera como sufrió de no haber sido absolutamente
esencial: y fue esencial debido al pecado.

De modo que si a uno no le gusta la doctrina del pecado del Nuevo


Testamento, quiere decir que no es cristiano. Porque no se puede
serlo sin creer que hay que nacer de nuevo y sin darse cuenta de que
nada, si no es la muerte de Cristo en la cruz, lo salva a uno y lo
reconcilia con Dios. Es un asunto crucial.

2. La esencia del evangelismo es comenzar con la predicación de la ley;


y como no se ha predicado la ley tenemos tanto evangelismo
superficial. Pasemos revista al ministerio de nuestro Señor mismo, y
no se puede sino, sacar la impresión de que a veces, lejos de incitar
al pueblo a que lo siguiera y a que lo aceptara, les ponía muchos
obstáculos. Venía a decirles de hecho, '¿Os dais cuenta de lo que
hacéis? ¿Habéis pensado en el costo? ¿Os dais cuenta de a dónde
os puede conducir? ¿Sabéis que significa negarse, tomar la cruz y
seguirme?' El verdadero evangelismo comienza así, y es obviamente
un llamamiento al arrepentimiento, arrepentimiento ante Dios y fe en
nuestro Señor Jesucristo.

3. Del mismo modo la doctrina del pecado también es vital para una idea
acertada de la santidad; también en esto se puede ver la importancia
que tiene para estos tiempos. No sólo nuestro evangelismo ha sido
superficial, sino también nuestra idea de la santidad. Demasiado a
menudo ha habido quienes han vivido satisfechos de sí mismos
porque no se han visto culpables de ciertas cosas robo, borrachera,
fornicación, por ejemplo y por ello han creído que todo iba bien. Pero
nunca se han examinado el corazón. La satisfacción en sí mismo, la
complacencia y la presunción son la antítesis misma de la doctrina de
la santidad que presenta el Nuevo Testamento.
4. ¿Por qué no amamos a Dios como deberíamos? Porque nunca nos
damos cuenta de lo que ha hecho por nosotros en Cristo, y esto a su
vez ocurre porque no hemos caído en la cuenta de la naturaleza y
problema del pecado. Sólo cuando vemos qué es realmente el
pecado delante de Dios, y caemos en la cuenta, sin embargo, de que
no escatimó a su propio Hijo, comenzamos a entender y a medir su
amor. Por esto, si quieren amar más a Dios, traten de entender esta
doctrina del pecado, y cuando vean lo que significó para El, y lo que
hizo, verán que su amor es realmente sorprendente, maravilloso.
EJEMPLO DEL HOMBRE QUE ENTREGÓ A SU HIJO POR DEJAR
PASAR UN BARCO Y ALZAR LA MAQUINARIA DEL PUENTE.

Lo primero que subraya nuestro Señor es lo que podríamos llamar la


hondura o poder del pecado. El pecado no es sólo cuestión de acciones
y de obras; es algo dentro del corazón que conduce a la acción. En otras
palabras, lo que aquí se enseña es lo que aparece a lo largo de la Biblia
acerca de este tema, a saber, que no hay que ocuparse tanto de los
pecados como del pecado. Los pecados no son sino síntomas de una
enfermedad llamada pecado y no son los síntomas lo que importan sino
la enfermedad, porque lo que mata es la enfermedad y no los síntomas.

Esta es la verdad que nuestro Señor nos inculca. El hecho de que no


hayamos cometido el homicidio no quiere decir que seamos inocentes.
¿Qué hay en el corazón? ¿Hay enfermedad en él? Lo que enseña es
que lo que importa es ese poder viciado y corrupto que hay en la
naturaleza humana como consecuencia del pecado y de la caída.

Así hay que entender el pecado, como un terrible poder. No es tanto


que yo haga algo, es lo que me hace hacerlo, lo que me impulsa a
hacerlo, lo que importa. En todos nosotros está y debemos reconocerlo
la hondura y el poder del pecado.

Pero permítanme decir una palabra acerca de la astucia del pecado. El


pecado es ese algo terrible que nos engaña hasta hacernos sentir
felices y contentos, con tal de que no hayamos cometido la acción. 'Sí',
digo, 'tuve la tentación pero, gracias a Dios, no caí.' Está muy bien esto
hasta cierto punto, siempre y cuando no me contente con esto. Si
simplemente me siento satisfecho por no haber hecho la acción, estoy
completamente equivocado. Tendría que preguntarme además, pero
¿quise hacerlo?, ¿por qué?' Ahí entra la astucia del pecado.

¿No han caído nunca en un acto sexual fuera del orden de Dios
(adulterio, fornicación)? Muy bien. Contéstenme, entonces, esta
pregunta por favor. ¿Por qué leen todos los detalles de los casos de
divorcio que traen los periódicos? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué tienen
que leer esos reportajes sin perderse palabra? ¿A qué viene ese
interés? ¿No es interés legal, verdad? Si no lo es, ¿qué es?, ¿interés
social? ¿Qué es finalmente? Hay una sola respuesta: porque les gusta.
No soñarían en hacer una cosa semejante, pero la hacen por poder.
Pecan con el corazón, la mente, la imaginación, y en consecuencia son
reos de adulterio. Esto dice Cristo. ¡Qué sutil es esta cosa tan terrible!
Cuan a menudo pecan los hombres leyendo novelas y biografías.

Leen la crítica de libros y descubren que hay uno que contiene algo
acerca de desviaciones y mala conducta, y lo compran. Pretendemos
tener un interés filosófico general por la vida, y que somos sociólogos
que leemos por interés puro. No, no; es porque nos gusta; nos agrada.
Es pecado que hay en el corazón, en la mente.

Otra ilustración de este estado de pecado se encuentra en la forma en


que siempre tratamos de excusar nuestros fallos en este terreno
echando la culpa a los ojos o las manos. Decimos: 'He nacido así. Miren
esa persona; ella no es así.' No, el problema radica en el corazón. Lo
demás no es sino su expresión. Lo que importa es lo que conduce al
pecado.
El pecado pervierte. Por tanto, dice nuestro Señor, 'si tu mano derecha
te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti. 'Es algo tan pervertidor y
devastador que convierte los instrumentos mismos que Dios me ha
dado, y que son para mi bien, en enemigos míos.

Porque el pecado todo lo enreda, de modo que dones preciosos como


las manos o los ojos se pueden convertir en inconvenientes para mí, y
tengo que, metafóricamente, cortarlas o sacarlos. Tengo que librarme
de ello. El pecado ha pervertido al hombre, convirtiendo lo bueno en
malo. Vuelvan a leer la forma en que Pablo explicó esto. Esto, dice, ha
hecho el pecado en el hombre; ha convertido la ley de Dios, que es
santa, justa y buena, en algo que de hecho conduce al nombre a pecar
(Ro. 7). El hecho mismo de que la ley me dice que no haga tal cosa me
hace pensar en ella. Esto hace que me la imagine y que acabe por
hacerla. Pedro si la ley no me hubiera prohibido hacerla, no me habría
ocurrido eso.

El pecado destruye al hombre; introdujo la muerte en la vida del hombre


y en el mundo.
Siempre conduce a la muerte, y finalmente al infierno, al sufrimiento y
castigo.

Esta es la doctrina de la Biblia, del Nuevo Testamento, acerca del


pecado. “ no robarás.' ¡Desde luego que no! Pero, ¿lo tenemos en el
corazón? ¿Está en la imaginación? ¿Nos gusta? Dios no quiere que
ninguno de nosotros considere esta ley santa de Dios y se sienta
satisfecho.

Demos gracias a Dios por tener el evangelio que me dice que Otro que
es inmaculado, puro y completamente santo ha tomado sobre sí mi
pecado y mi culpa. He sido lavado en su preciosa sangre, y me ha dado
su propia naturaleza. Cuando me di cuenta de que necesitaba un
corazón nuevo, hallé que, gracias a Dios, Él había venido para dármelo,
que me lo ha dado.

LA DOCTRINA BIBLICA DEL PECADO


Reconociendo que hay varios pecados definidos en la Palabra de Dios,
llegamos, a base de las Escrituras, a la conclusión de que el pecado es
cualquier falta de conformidad al carácter de Dios, ya sea en obra,
disposición o estado. En la Palabra de Dios se definen varios pecados,
como se ilustran, por ejemplo, en los Diez Mandamientos que Dios dio
a Israel (Ex. 20:3-17). El pecado es tal porque es diferente de lo que
Dios es, y Dios es eternamente Santo. El pecado siempre es contra Dios
(Sal. 51:4; Lc. 15:18), aun cuando pueda ser dirigido contra seres
humanos. Una persona que peca es, de acuerdo a ello, sin semejanza
a Dios y sujeta al juicio de Dios. La doctrina del pecado se presenta en
cuatro aspectos en la Biblia:

(Ex. 20:3 – 17) "No tengas otros dioses aparte de mí. (4) "No te
hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que
hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la
tierra. (5) No te inclines delante de ellos ni les rindas culto, porque yo
soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga la maldad de los padres
que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos; (6) pero que trato con
amor por mil generaciones a los que me aman y cumplen mis
mandamientos. (7) "No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios,
pues él no dejará sin castigo al que use mal su nombre. (8) "Acuérdate
del sábado, para consagrarlo al Señor. (9) Trabaja seis días y haz en
ellos todo lo que tengas que hacer, (10) pero el séptimo día es de
reposo consagrado al Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo en ese
día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus
animales, ni el extranjero que viva contigo. (11) Porque el Señor hizo
en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y
descansó el día séptimo. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró
día sagrado. (12) "Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una
larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. (13) "No
mates. (14) "No cometas adulterio. (15) "No robes. (16) "No digas
mentiras en perjuicio de tu prójimo. (17) "No codicies la casa de tu
prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey,
ni su asno, ni nada que le pertenezca

1. El pecado personal (Ro. 3:23) es la forma de pecado que incluye todo


lo que en la vida diaria está en contra o fracasa en conformidad con
el carácter de Dios. Los hombres son conscientes con frecuencia de
sus pecados personales, y los pecados personales pueden tomar una
gran variedad de forma. Hablando en forma general, el pecado
personal se relaciona con algún mandamiento particular de Dios en
la Biblia. Incluye el aspecto de rebelión o desobediencia. Al menos
ocho palabras importantes se usan para el pecado en el Antiguo
Testamento y unas doce en el Nuevo Testamento; la idea básica es
la falta de conformidad al carácter de Dios y el obrar por medio de
actos ya sea de omisión o de comisión. La idea esencial es que el
hombre no alcanza a la norma y fracasa en alcanzar el nivel del propio
carácter de santidad de Dios.

2. La naturaleza pecadora del hombre (Ro. 5:19; Ef. 2:3) es otro


aspecto importante del pecado tal como se revela en la Biblia. El
pecado inicial de Adán le llevó a la caída, y en la caída él se volvió un
ser completamente diferente, depravado y degenerado y sólo capaz
de engendrar seres caídos como él mismo. Por lo tanto, cada hijo de
Adán es nacido con la naturaleza adámica, siempre está predispuesto
a pecar, y aunque su naturaleza fue juzgada por Cristo en la cruz
(Ro. 6:10), una fuerza vital y activa permanece en cada vida del
cristiano. Nunca se dice que será quitada o erradicada en esta vida,
pero para el cristiano hay poder vencedor provisto a través del
Espíritu que mora en él. (Ro. 8:4; Gá. 5:16-17).

Muchos pasajes bíblicos hacen alusión a este importante asunto. De


acuerdo con (Efesios 2:3), todos los hombres «éramos por
naturaleza hijos de ira», y toda la naturaleza del hombre es
depravada. El concepto de la total depravación no es que cada
hombre es lo más malo posible que él pueda ser, sino más bien que
el hombre, a través de su naturaleza, está corrompido por el pecado
(Ro. 1: 18 3: 20). De acuerdo a ello, el hombre, en su voluntad (Ro.
1:28), su conciencia (1 Ti. 4:2) y su intelecto (Ro. 1:28; 2 Co. 4:4),
está corrompido y depravado, y su corazón y entendimiento están
cegados (Ef. 4:18).

Como se ha visto en un estudio previo, la razón por la cual los


hombres tienen una naturaleza pecaminosa es porque les fue
transmitida por sus padres. Ningún niño nacido en el mundo se ha
visto libre de esta naturaleza de pecado excepto en el único caso del
nacimiento de Cristo. No es que los hombres pequen y se conviertan
en pecadores; más bien es que los hombres pecan porque tienen una
naturaleza pecaminosa. El remedio para esto, así como para el
pecado personal es, por supuesto, la redención, la cual es provista en
la salvación en Cristo.

3. También se presenta en la Biblia el pecado como imputado o


computado en nuestra cuenta (Ro. 5:12-18). Como se vio en
conexión con la caída del hombre en el capítulo anterior, hay tres
imputaciones principales presentadas en las Escrituras: a) la
imputación del pecado de Adán a su descendientes, en cuyo hecho
se basa la doctrina del pecado original; b) la imputación del pecado
del hombre a Cristo, en cuyo hecho está basada la doctrina de la
salvación; y c) la imputación de la justicia de Dios en aquellos que
creen en Cristo, en cuyo hecho se basa la doctrina de la justificación.
La imputación puede ser tanto a) actual, o b) judicial. La imputación
actual es poner en la cuenta de alguien algo que originalmente ya
pertenecía al deudor. Aunque Dios pueda hacer esto en su justicia,
por la obra reconciliadora de Cristo Dios no está ahora imputando al
hombre el pecado, el cual es suyo desde un principio (2 Co. 5:19).
La imputación judicial es cargar a la cuenta de alguien algo que no
pertenece al deudor (Flm. 18).

Aunque ha habido desacuerdo en cuanto a si la imputación del


pecado de Adán a cada miembro de la raza es actual o judicial,
Romanos 5:12 declara claramente que la imputación es actual, en
vista de la cabeza representativa; la posteridad de Adán pecó cuando
él pecó.

Los próximos dos versículos (Ro. 5:13-14) se han escrito para probar
que no es una referencia a pecados personales (cf. He. 7:9-10). Sin
embargo, (Romanos 5:17-18) implica que su imputación también es
judicial, puesto que se establece que por el pecado de un hombre
vino juicio sobre todos los hombres. Sólo el pecado inicial de Adán
está en cuestión. Su efecto es la muerte, tanto para Adán, así como
de Adán hacia los miembros de la Humanidad. La cura divina provista
para el pecado imputado es el don de Dios, lo cual es vida eterna a
través de Jesucristo.

4. El estado judicial resultante de pecado para toda la raza humana


también se presenta en la Escritura. Por consideración divina el
mundo entero, incluyendo judíos y gentiles, está ahora «bajo pecado»
(Ro. 3:9; 11:32; Gá. 3:22). Estar bajo pecado es estar contado desde
el punto de vista divino sin ningún mérito que pueda contribuir a la
salvación. Puesto que la salvación es solamente por gracia y la gracia
excluye todos los méritos humanos, Dios ha decretado, con respecto
a la salvación de los hombres, que sea «bajo pecado», o sin ningún
mérito. Este estado bajo pecado sólo es remediado cuando el
individuo, a través de las riquezas de la gracia, es contado para
permanecer en los méritos de Cristo.
Tomado como un todo, la Biblia indica claramente los efectos
devastadores del pecado sobre el hombre y la ausencia total de
esperanza para el hombre en cuanto a solucionar su propio problema
de pecado. El correcto entendimiento de la doctrina de pecado es
esencial para entender el remedio de Dios para el mismo.

El pecado es tal porque es diferente de lo que Dios es, y Dios es


eternamente Santo. El pecado siempre es contra Dios, aun cuando
pueda ser dirigido contra seres humanos.

Sal. 51:4
Contra ti he pecado, y solo contra ti, haciendo lo malo, lo que tú
condenas. Por eso tu sentencia es justa; irreprochable tu juicio.

Lc. 15:18 Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he


pecado contra Dios y contra ti;
Una persona que peca es, de acuerdo a ello, sin semejanza a Dios y
sujeta al juicio de Dios. La doctrina del pecado se presenta en cuatro
aspectos en la Biblia:

1. El pecado personal es la forma de pecado que incluye todo lo que


en la vida diaria está en contra o fracasa en conformidad con el
carácter de Dios.

(Ro. 3:23) todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa


de Dios. Los hombres son conscientes con frecuencia de sus
pecados personales, y los pecados personales pueden tomar una
gran variedad de forma. Hablando en forma general, el pecado
personal se relaciona con algún mandamiento particular de Dios
en la Biblia. Incluye el aspecto de rebelión o desobediencia. Al
menos ocho palabras importantes se usan para el pecado en el
Antiguo Testamento y unas doce en el Nuevo Testamento; la idea
básica es la falta de conformidad al carácter de Dios y el obrar por
medio de actos ya sea de omisión o de comisión. La idea esencial
es que el hombre no alcanza a la norma y fracasa en alcanzar el
nivel del propio carácter de santidad de Dios.

2. La naturaleza pecadora del hombre es otro aspecto importante del


pecado tal como se revela en la Biblia.

Ro. 5:19 Es decir, que por la desobediencia de un solo hombre,


muchos fueron hechos pecadores; pero, de la misma manera, por
la obediencia de un solo hombre, muchos serán hechos justos.

Ef. 2:3 De esa manera vivíamos también todos nosotros en otro


tiempo, siguiendo nuestros malos deseos y cumpliendo los
caprichos de nuestra naturaleza pecadora y de nuestros
pensamientos. A causa de eso, merecíamos con toda razón el
terrible castigo de Dios, igual que los demás.

El pecado inicial de Adán le llevó a la caída, y en la caída él se


volvió un ser completamente diferente, depravado y degenerado
y sólo capaz de engendrar seres caídos como él mismo. Por lo
tanto, cada hijo de Adán es nacido con la naturaleza adámica,
siempre está predispuesto a pecar, y aunque su naturaleza fue
juzgada por Cristo en la cruz, una fuerza vital y activa permanece
en cada vida del cristiano.

Ro. 6:10 Pues Cristo, al morir, murió de una vez para siempre
respecto al pecado; pero al vivir, vive para Dios.
Nunca se dice que será quitada o erradicada en esta vida, pero
para el cristiano hay poder vencedor provisto a través del Espíritu
que mora en él.
Ro. 8:4 Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas
exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones
de la naturaleza débil sino según el Espíritu.

(Ga. 5:16-17)
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la
carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que
no hagáis lo que quisiereis.
Muchos pasajes bíblicos hacen alusión a este importante asunto.
De acuerdo con (Ef. 2:3), todos los hombres «éramos por
naturaleza hijos de ira», y toda la naturaleza del hombre es
depravada. El concepto de la total depravación no es que cada
hombre es lo más malo posible que él pueda ser, sino más bien
que el hombre, a través de su naturaleza, está corrompido por el
pecado.

(Ro. 1: 18)
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad
e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;

(Ro. 3: 20)
Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del
pecado. De acuerdo a ello, el hombre, en su voluntad.

(Ro. 1:28)
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los
entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen; Su conciencia.

(1Ti. 4:2)
Por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la
conciencia, Y su intelecto.

(Ro. 1:28)
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los
entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen;

(2Co. 4:4)
En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de
la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Está corrompido
y depravado, y su corazón y entendimiento están cegados.

(Ef. 4:18)
Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su
corazón; Como se ha visto en un estudio previo, la razón por la
cual los hombres tienen una naturaleza pecaminosa es porque les
fue transmitida por sus padres. Ningún niño nacido en el mundo
se ha visto libre de esta naturaleza de pecado excepto en el único
caso del nacimiento de Cristo. No es que los hombres pequen y
se conviertan en pecadores; más bien es que los hombres pecan
porque tienen una naturaleza pecaminosa. El remedio para esto,
así como para el pecado personal es, por supuesto, la redención,
la cual es provista en la salvación en Cristo.

3. También se presenta en la Biblia el pecado como imputado o


computado en nuestra cuenta.
(Ro. 5:12-18)
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por
el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron. (13) Pues antes de la ley, había pecado
en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de
pecado. (14) No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta
Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión
de Adán, el cual es figura del que había de venir. (15) Pero el
don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de
aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los
muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre,
Jesucristo. (16) Y con el don no sucede como en el caso de aquel
uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo
pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas
transgresiones para justificación. (17) Pues si por la transgresión
de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno
solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del
don de la justicia. (18) Así que, como por la transgresión de uno
vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por
la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

Como se vio en conexión con la caída del hombre en el capítulo anterior,


hay tres imputaciones principales presentadas en las Escrituras:

a) la imputación del pecado de Adán a su descendientes, en cuyo


hecho se basa la doctrina del pecado original;

b) la imputación del pecado del hombre a Cristo, en cuyo hecho está


basada la doctrina de la salvación; y

c) la imputación de la justicia de Dios en aquellos que creen en


Cristo, en cuyo hecho se basa la doctrina de la justificación.
LA IMPUTACIÓN PUEDE SER TANTO
 Actual, o
 Judicial.

LA IMPUTACIÓN ACTUAL:
Es poner en la cuenta de alguien algo que originalmente ya pertenecía
al deudor. Aunque Dios pueda hacer esto en su justicia, por la obra
reconciliadora de Cristo Dios no está ahora imputando al hombre el
pecado, el cual es suyo desde un principio.

(2Co. 5:19)
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación.

LA IMPUTACIÓN JUDICIAL:
Es cargar a la cuenta de alguien algo que no pertenece al
deudor (Flm. 1:18) Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.

Aunque ha habido desacuerdo en cuanto a si la imputación del pecado


de Adán a cada miembro de la raza es actual o judicial, (Romanos 5:12)
declara claramente que la imputación es actual, en vista de la cabeza
representativa; la posteridad de Adán pecó cuando él pecó.
Ro. 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre,
y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron.
Los próximos dos versículos se han escrito para probar que no es una
referencia a pecados personales.

(Ro. 5:13-14)
(13) Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no
hay ley, no se inculpa de pecado. (14) No obstante, reinó la muerte
desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.

(He. 7:9-10)
Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe
los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su padre cuando
Melquisedec le salió al encuentro.
Sin embargo, Romanos 5:17-18 implica que su imputación también es
judicial, puesto que se establece que por el pecado de un hombre vino
juicio sobre todos los hombres.

(Ro. 5:17-18)
(17) Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia
de la gracia y del don de la justicia. (18) Así que, como por la
transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la
misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida.
Sólo el pecado inicial de Adán está en cuestión. Su efecto es la muerte,
tanto para Adán, así como de Adán hacia los miembros de la
Humanidad. La cura divina provista para el pecado imputado es el don
de Dios, lo cual es vida eterna a través de Jesucristo.

4. El estado judicial resultante de pecado para toda la raza humana


también se presenta en la Escritura. Por consideración divina el
mundo entero, incluyendo judíos y gentiles, está ahora «bajo
pecado».

(Ro. 3:9)
¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna
manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están
bajo pecado.

(Ro. 11:32)
Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia
de todos.

(Ga. 3:22)
Más la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que
es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
Estar bajo pecado es estar contado desde el punto de vista divino sin
ningún mérito que pueda contribuir a la salvación. Puesto que la
salvación es solamente por gracia y la gracia excluye todos los méritos
humanos, Dios ha decretado, con respecto a la salvación de los
hombres, que sea «bajo pecado», o sin ningún mérito. Este estado bajo
pecado sólo es remediado cuando el individuo, a través de las riquezas
de la gracia, es contado para permanecer en los méritos de Cristo.
Tomado como un todo, la Biblia indica claramente los efectos
devastadores del pecado sobre el hombre y la ausencia total de
esperanza para el hombre en cuanto a solucionar su propio problema
de pecado. El correcto entendimiento de la doctrina de pecado es
esencial para entender el remedio de Dios para el mismo.
DOCTRINA DEL PECADO
(HAMARTIOLOGIA)

HARMATIOLOGIA:
Es el estudio de la Doctrina del Pecado.
Un análisis del Pecado referente a Su origen, Naturaleza, Universalidad,
Transmisión, Remedio, Castigo, y Eliminación.

Hamartiología se deriva de la palabra griega: hamartia, que significa


“errar al blanco, pecado.” De modo que, Hamartiología es la doctrina
del pecado Vocablo griego que se deriva de:

HARMATÍA = "pecado"
LOGOS = "conocimiento o doctrina"

Hay dos palabras en el nuevo testamento griego que tal vez


definen el pecado con la mayor justeza que son.

AMARTEMA:
Significa errar el blanco. (Ro. 3.23). “por cuanto todos pecaron, y
están destituidos de la gloria de Dios”

PARABASIS:
Significa traspasar una línea prohibida, esto ocurre cuando el hombre
pasa deliberadamente la línea de la ley de Dios. La biblia dice en
(1 Jn. 3.4) “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues
el pecado es infracción de la ley”. (hech 1.25) “para que tome la parte
de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión,
para irse a su propio lugar”. (Sant. 2.11) “Porque el que dijo: No
cometerás adulterio,(A) también ha dicho: No matarás.(B) Ahora bien, si
no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley”

La conciencia del hombre es a menudo un testimonio molesto a sus


propios defectos y pecados:

(Romanos 2.15): "Mostrando la obra de la ley escrita en sus


corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o
defendiéndoles sus razonamientos" Siendo esta la realidad:

(Romanos 3.23): "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la


gloria de Dios".

(Gálatas 3.22): "Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que
la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes"

1. El Origen del Pecado.


 La entrada del pecado en el universo.
 La introducción del pecado en la raza humana.

2. LA REALIDAD DEL PECADO.


 La Escritura declara el Hecho del Pecado.
 La naturaleza proclama el Hecho del Pecado.
 La Ley descubre el Hecho del Pecado.
 La Experiencia comprueba el Hecho del Pecado.
 El Hombre confiesa el Hecho del Pecado.

3. LA NATURALEZA DEL PECADO.


 El punto de vista moderno del pecado.
 El punto de vista Bíblico del Pecado.
 La Declaración Escritural del Pecado.
 Las Definiciones Teológicas del Pecado.
 El Sumario de las Escrituras concernientes al Pecado.
4. LA EXTENSIÓN DEL PECADO.
 Por los cielos.
 Por la Tierra.

5. EL ALCANCE DEL PECADO.


 Como Hecho.
 Como Estado.
 Como Naturaleza.

6. LA PENALIDAD SOBRE EL PECADO.


 La Penalidad Natural.
 La Penalidad Activa.

ERAR EL BLANCO:
Fallar desde el punto de vista de los requerimientos divinos.

1. EL ORIGEN DEL PECADO

LA ENTRADA DEL PECADO EN EL UNIVERSO.


Consultando (Ezequiel 28:11-19), vemos que fue Lucifer quien
introdujo el pecado en el universo: “Se enalteció tu corazón a causa de
tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te
arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
” (v. 17). No había pecado antes que Lucifer pecara y se convirtiera en
Satanás. Su pecado, el primero en el universo, fue cuando el eligió su
voluntad por encima de la voluntad de Dios, deseando ser igual a Dios.
¿Por qué Dios permitió que el pecado entrara en el universo? Esa es
una pregunta que Dios no nos ha respondido aun.
LA INTRODUCCIÓN DEL PECADO EN LA RAZA HUMANA.
Así como hay pecado en la raza humana, debe haber habido un
principio del pecado. Si no hubiese un principio para el pecado, el
hombre hubiese sido creado en pecado, y entonces, Dios sería el
creador del pecado; pero no lo es. El pecado entró en la raza humana
a través del engaño y la desobediencia, motivados por la incredulidad o
la duda. “Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada,
incurrió en trasgresión.” (I Tim. 2:14). ¿Por qué Dios permitió que el
hombre pecara? La única posible respuesta que podemos dar está en
Efesios 2:7: “para mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.”

2. LA REALIDAD DEL PECADO

LA ESCRITURA DECLARA EL HECHO DEL PECADO.


“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, ”
(Rom. 3:23). “Más la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que
la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. ”
(Gal. 3:22).

EL PECADO TUVO SU ORIGEN EN EL MUNDO ANGELICAL


La Biblia nos enseña que en el intento de hallar el origen del pecado
debemos ir más allá de la caída del hombre descrita en (Gen 3), y poner
atención a algo que aconteció en el mundo angelical. Dios creó un
ejército de ángeles, y todos eran buenos al salir de la mano de su
Hacedor, (Gen 1: 31). Pero ocurrió una caída en el mundo angelical en
la que legiones de ángeles se separaron de Dios. El tiempo exacto de
esta caída no se conoce, pero en (Juan 8: 44) Jesús habla del diablo
declarándolo homicida desde el principio (Kat’ arches), y Juan dice en
(1Juan 3: 8) que el diablo peca desde el principio. La opinión
predominante es que este Kat’ arches significa, desde el principio de la
historia del hombre. Muy poco se dice acerca del pecado que ocasionó
la caída de los ángeles. De las advertencias de Pablo a Timoteo para
que ningún neófito sea colocado como obispo, “para que no se hinche
y caiga en la condenación del diablo”, (1Tim. 3: 6), tenemos que concluir
que, con toda probabilidad, el pecado que hizo caer al diablo fue el del
orgullo, el de aspirar a ser igual a Dios en poder y autoridad. Y esta idea
parece encontrar corroboración en Judas 6; en donde se dice que los
ángeles caídos “no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su
propia morada”. No estuvieron satisfechos con su porción, con el
gobierno y el poder que se les confió. Si el deseo de ser iguales a Dios
fue su tentación peculiar, esto podría explicar también por qué tentaron
al hombre sobre ese punto particular.

LA NATURALEZA PROCLAMA EL HECHO DEL PECADO.

“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con
dolores de parto hasta ahora; ” (Rom. 8:22).

LA LEY DESCUBRE EL HECHO DEL PECADO.


“ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”
(Rom. 3:20). El Apóstol Pablo pensó que era libre del pecado hasta que
se miró en el espejo de la Ley de Dios: “Pero yo no conocí el pecado
sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera:
No codiciarás.” (Rom. 7:7b).

LA EXPERIENCIA COMPRUEBA EL HECHO DEL PECADO.


Las experiencias de Moisés, David, Pedro y Juan revelan la realidad del
pecado. Aun nuestra propia experiencia honestamente la declara.

EL HOMBRE CONFIESA EL HECHO DEL PECADO.


Los Santos lo reconocen. Fue Job quien dijo, “Yo soy vil, y me
aborrezco.” Isaías declaró, “Ay de mí, hombre inmundo de labios.”
Daniel, de quien nada pecaminoso se menciona, dijo, “hemos pecado.”
Pedro clamó, “apártate de mí, que soy hombre pecador.” Pablo escribió,
“Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; de los cuales yo
soy el primero.” Lutero reconoció: “Tengo más miedo de mi corazón
que del Papa y de todos los Cardenales.” Moody dijo, “El hombre con
el cual tengo más problemas es aquel que camina bajo mi sombrero.”

Los pecadores lo reconocen. Las Escrituras abundan de confesiones


de pecadores y de sus pecados: Faraón declaró, “He pecado esta vez
”(Ex. 9:27b). Acán respondió, “he pecado contra Jehová” (Jos 7:20b).
Balaám admitió, “Yo he pecado,” (Num. 22:34b). Y aun Judas, quien
traicionó al Señor, dijo, “yo he pecado” (Mateo 27:4).

3. LA NATURALEZA DEL PECADO

EL PUNTO DE VISTA MODERNO SOBRE EL PECADO.

 La sociedad lo llama indiscreción.

 Los educadores lo llaman ignorancia.

 Los evolucionistas lo llaman trato de bestias.

 Los científicos pseudo cristianos lo enseñan como ausencia de lo


bueno.

 El hombre carnal lo excusa como debilidad amable.

 Los nuevos teólogos lo declaran como mero egoísmo.

EL ENFOQUE BÍBLICO DEL PECADO.


 PECADO ES PERDER LA MARCA:
Errar al blanco. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de
la gloria de Dios, ” (Rom. 3:23). Ver también (Ro. 5:12). Pecado
significa “no acertar con la divina puntería”

 PECADO ES TRASGRESIÓN:
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el
pecado es infracción de la ley. ” (1 Juan 3:4). La trasgresión de
la Ley puede ser casual o intencional. Aun así, en ambos casos
es pecado. Había pecado antes de la Ley, pero no era trasgresión.
Ver (Nú 4:15); (Jos. 7:11, 15); (Isaías 24:5); (Daniel 9:11);
(Oséas 6:7; 8:1).

 PECADO ES LA DISTORSIÓN DE LO QUE ES RECTO:


“Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo:
Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te
ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi
padre.” (2 Sam. 24:17). Ver también (Ro.1:18; 6:13);
(2 Tes. 2:12); (2 Pe. 2:15); (1 Juan 5:17).

 PECADO ES REBELIÓN CONTRA DIOS.


“Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos,
y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. ” (Is. 1:2). Ver
también (2 Tes. 2:4, 8).

 PECADO ES UNA DEUDA.


“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores.” (Mat. 6:12). Ver también
(Lc. 11:4). Las palabras “ordenado” (Lucas 17:10), “debéis”
(Ju. 13:14) y “debemos” (2 Tes. 2:13) provienen todas de una
misma raíz en el griego que denota deuda.

 PECADO ES DESOBEDIENCIA.
Pecado es una falta en responder a Dios. “en los cuales
anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia, ” (Ef. 2:2). Ver también
(Ef. 5:6); (Jn. 3:36).

 PECADO ES UNA DESVIACIÓN ANTE LOS


REQUERIMIENTOS DE DIOS.
Esto significa una caída; cada ofensa contra Dios es una caída.
Pecado es siempre una caída que hiere. “Porque si perdonáis a
los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial;” (Mat. 6:14). Ver también (Ga.6:1);
(Ro. 5:15-20).

 PECADO ES INCREDULIDAD.
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el
que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído
en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.”
(1 Juan 5:10).

 PECADO ES IMPIEDAD.
“más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su
fe le es contada por justicia.” (Rom. 4:5). “Porque Cristo, cuando
aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.” (Rom.
5:6). Ver también (1 Tim. 1:9); (1P. 4:18); (2P. 2:5, 7);
(Judas 4, 15).

 PECADO ES INIQUIDAD.
Esto significa un proceder equivocado ante el orden moral del
universo. “Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya
os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios.”
(Gal. 5:19-21). Ver también (Col. 3:5-9); (Mc. 7:19, 20).
LA DECLARACIÓN ESCRITURAL DEL PECADO.
“Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.”
(1Juan 5:17). Ver también (1Juan 3:4); (Pr. 14:21; 21:4; 24:9);
(Ro. 3:23; 6:23); (1 Sam. 15:23); (Jer. 3:25; 14:7); (Sant. 2:9; 4:17);
(Ro. 14:23).

LA DEFINICIÓN TEOLÓGICA DEL PECADO.

1. Pecado es la transgresión de la Ley de Dios, o la falta de


conformarse a la ley de Dios.
2. Pecado es la deficiencia de amar a Dios y a los hombres.
3. Pecado es dar preferencia al ego en vez de a Dios.
4. Pecado es insubordinación.
5. Pecado es falta de conformidad con Dios o su Ley Moral en acto,
disposición, o estado.
6. Pecado es lo que no deberíamos ser.

SUMARIO DE LA ESCRITURA CONCERNIENTE AL PECADO.

1. HACIA DIOS.
 Rebelión. “Porque como pecado de adivinación es la rebelión,
y como ídolos e idolatría la obstinación.” (I Sam. 15:23a).

 Falla en la supremacía de amar a Dios. “Y amarás a Jehová tu


Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas.” (Deut. 6:5).
2. HACIA LA LEY DE DIOS.
 Transgresión voluntaria. “Mas la persona que hiciere algo con
soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja a Jehová;
esa persona será cortada de en medio de su pueblo.”
(Num. 15:30).
 Violación de la Ley en ignorancia. “Si una persona pecare por
yerro, ofrecerá una cabra de un año para expiación.”.
(Num. 15:27). Ver también (Hebreos 9:7).

3. HACIA LOS HOMBRES.


 Injusticia. “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás
el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.” (Lev. 19:13).

 Falla en amar al prójimo como a nosotros mismos. “No te


vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino
amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.” (Lev. 19:18).

4. PERSONAL O HACIA NOSOTROSMISMOS.


El pecado personal o hacia nosotros mismo son pecados
cometidos por individuos de forma voluntaria o por ignorancia. El
salmista David decía: Líbrame o Dios de los pecados que me son
ocultos (Aquellos que cometía sin darse cuenta). Todo pecado
tiene como consecuencia la perdida de la comunión con Dios,
pero Dios tiene remedio para todos nuestros pecados. Si
deseamos el perdón de Dios, solo tenemos que arrepentirnos de
nuestros pecados ante Dios. "Dios no desprecia ni rechaza un
corazón contrito y humillado".
(Sal. 51:17).
 Egoísmo. “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo
el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma?” (Mat. 16:26).
 CORRUPCIÓN.
“He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.” (Sal. 51:5).

EL PECADO IMPUTADO
El pecado de Adán en el huerto tuvo como consecuencia que toda la
raza humana participara indirectamente de aquel pecado. La Biblia nos
dice: "por tanto como el pecado entro en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, así la muerte paso a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron" (Ro. 5:12). Cuando Adán peco todos pecamos.
Este pecado ha sido transmitido a toda la humanidad y como
consecuencia somos culpables y llevamos como consecuencia la
muerte.

De la misma manera que en Adán todos pecamos en Cristo todos


recibimos vida. "Al que no conoció pecado (Jesús), por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hecho justicia de Dios en El" (2
Co. 5:21). Si aceptamos el sacrificio de Jesús como remedio perfecto
para nuestros pecados, Su justicia se nos será imputada a nosotros y
seremos hechos justos delante de Dios.

LA EXTENSIÓN DEL PECADO


El único fundamento seguro es el que nos presenta las Escrituras. “Todo
designio de los pensamientos de su corazón” es por naturaleza “malo”
y eso “continuamente” (Gén. 6:5). “Engañoso es el corazón más que
todas las cosas, y perverso” (Jer. 17:9).

El pecado es una enfermedad que invade y se extiende por cada parte


de nuestra fibra moral y cada facultad de nuestra mente. El
entendimiento, los afectos, el poder de razonar y la voluntad están todos
infectados de un modo u otro. Aun la conciencia está tan ciega que no
se puede depender de ella como un guía seguro, y puede llevar a los
hombres al mal haciéndolo parecer bien, a menos que sean iluminados
por el Espíritu Santo. En suma “desde la planta del pie hasta la cabeza
no hay…cosa sana” en nosotros (Isa. 1:6).

 EN LOS CIELOS.
La Escritura revela el hecho de que tanto el pecado como la
salvación comienzan en el cielo y se extienden a la tierra. El
pecado comenzó en el cielo con la caída de Satanás (Ez. 28). La
salvación es completada en el cielo con la obra mediadora de
Cristo (Heb. 9:24).

 EN LA TIERRA.
 El reino vegetal. “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la
voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo:
No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor
comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te
producirá, y comerás plantas del campo.” (Gen. 3:17, 18).
(Isaías 55:13) revela el acontecimiento bendito de que la
maldición será quitada del reino vegetal cuando Cristo venga:
“En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga
crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna
que nunca será raída.”

 El reino animal. Antes de la caída de Adán no había animales


carnívoros. (Isaías 11:6 - 9) nos dice que esto también será
removido al tiempo de la segunda venida de Cristo: “Morará
el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará;
el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un
niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se
echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño
de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado
extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán
mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será
llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el
mar.”

 LA RAZA HUMANA.
 La universalidad del pecado. Todos los hombres son
pecadores: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios,” (Rom. 3:23).

 La totalidad del pecado. Todo en el ser humano es


pecaminoso, su cuerpo, alma y espíritu. “Todos se
desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. . . . No
hay temor de Dios delante de sus ojos. Pero sabemos que
todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley,
para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el
juicio de Dios; ” (Rom. 3:12, 18, 19.)

EL ALCANCE DEL PECADO.

 Como un hecho.
El hombre comete pecados por su conducta.

 Como un estado.
El hombre carece de justicia.

COMO UNA NATURALEZA.


El hombre fue concebido en pecado, nació en pecado, y es, por lo tanto,
un pecador por naturaleza.
LA PENALIDAD DEL PECADO
 La penalidad natural.
Esto se ilustra mejor con el caso de un niño que come algún
alimento prohibido. Y desobedece y come demasiado, al punto
de llegar a enfermarse. La consecuencia natural de su
desobediencia fue su enfermedad. La penalidad natural del
pecado es enfermedad, desilusión y muerte física.

LA PENALIDAD ACTIVA.
Continuando con el mismo ejemplo, vemos que la penalidad natural fue
que el niño se enfermara. La penalidad positiva (o activa) es la disciplina
que recibe del padre, la cual se describe con las siguientes palabras:

 MUERTE.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. ” (Rom. 6:23). Muerte,
en las Escrituras, no significa “aniquilación” o “completa
destrucción.” No hay lugar en la Palabra de Dios donde la palabra
“aniquilación” se pueda sustituir por “muerte.”

 MUERTE ESPIRITUAL.
“Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta.” (1
Tim. 5:6).

 . MUERTE ETERNA.
“Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es
la muerte segunda.” (Ap. 20:14). “y a vosotros que sois
atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el
Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama
de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales
sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del
Señor y de la gloria de su poder, ” (2 Tes. 1:7, 8, 9). Ver también
(Ap. 20:12; 21:8). No había muerte antes de que el pecado
llegara a la vida del hombre. El hombre fue creado para morar
con Dios para siempre. Entonces la muerte “pasó a todos los
hombres” (Rom. 5:12). La palabra “pasó” se traduce “traspasará”
en (Lucas 2:35); “pasar por” en (Mt. 19:24) y en (1 Cor. 10:1).

 PERDICIÓN.
“Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu
nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se
perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se
cumpliese.” (Juan 17:12). La palabra “Perdición” es la misma que
“perezca” (Juan 3:16) y “destruir” (Mat. 10:28).

 CONDENACIÓN.
“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito
Hijo de Dios.” (Juan 3:18). La palabra “condenación” es un
término legal, e indica una decisión judicial. Esta misma palabra,
“condenación,” aparece en (Jn 5:29), y como “castigo” en
(Mt 11:22, 24); (2 P 2:4, 9; 3:7); (1 Juan 4:17); (Judas 6).

 CULPA.
“Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están
bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede
bajo el juicio de Dios; ” (Rom. 3:19).

 PERDICIÓN.
“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de
Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga
de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo
unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los
que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición,
más para vosotros de salvación; y esto de Dios. ” (Fil. 1:27, 28).
Ver también (Jn 17:12); (2 Tes. 2:3); (He. 10:39); (2 P. 3:7);
(Ap. 17:8, 11). Esta misma palabra “perdición” aparece en
(Mt. 7:13): “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la
puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos
son los que entran por ella.” Ver también (Rm 9:22); (Fil. 3:19);
(2 Pe. 3:16).

(En el Nuevo Testamento la palabra “destrucción” significa


“ruina”.) En (Mt. 26:8) se traduce “desperdicio”: “Al ver esto, los
discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?”
En (Mt. 9:17) aparece como “se pierden”: “Ni echan vino nuevo
en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se
derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en
odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.”

 CASTIGO.
“E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
(Mat. 25:46). No hay diferencia entre esta Escritura y (He. 12:6):
“Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que
recibe por hijo.” Pero castigo es para los pecadores inconversos,
disciplina es para los santos.
 ETERNO.
“E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mat.
25:46). Ver también (Judas 6) (2 Te. 1:9); Apocalipsis 20:10;
14:11.

Algunos dicen que las palabras “por siempre” y “eterno” significan “una
larga vida, una edad”, en otras palabras, dicen que los pecadores
culpables sufrirán el fuego del infierno solamente por un tiempo; y
después de ser purificados, disfrutaran vida eterna con el resto de los
santos de Dios. Pero a esto decimos, “si el infierno y la condenación no
son por siempre y eternos, entonces tampoco hay tal cosa como vida
eterna, ni eterna salvación.”

Es que la misma palabra “eterna,” o “para siempre,” es usada para


referirse a Dios, “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el
Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará
vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”
(Heb. 9:14). “pero que ha sido manifestado ahora, y que por las
Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha
dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe,” (Rom.
16:26). Si el castigo en el infierno no fuese eterno, tampoco la salvación
sería eterna, y ¡Dios no sería eterno! ¡Pero lo es! Así que la salvación
es eterna y el castigo es eterno.
“EL PROCESO DEL PECADO”
SANTIAGO 1: 12-15

Ninguna persona sobre la faz de la tierra puede gloriase que nunca ha sido tentado
a pecar, el mismo Jesús cuando estuvo en esta tierra fue tentado, pero no peco.
¿Será que nosotros hacemos lo mimo?, ¿Será que cuando somos tentados a pecar,
nunca cedemos?, o ¿Será que cedemos aun cuando ni siquiera estamos siendo
tentados?.

A lo mejor tú conoces personas que se encuentran en pecado y que se acomodan


tanto que llega un momento en donde el pecado ya no es un obstáculo para caminar,
sino más bien se acomoda y ahora “caminan con el pecado”, quizá tu que me lees
en esta hora seas una de las personas que te has acomodado tanto a tu pecado,
que te has hecho amigo de el y ahora caminas junto a él.

La realidad es que jamás el hombre tendría que acomodarse al pecado, al contrario


tendría que ser apático a pecar, tendríamos que tener el deseo de ser obedientes a
Dios y a su Palabra y esforzarnos por no pecar, pero lastimosamente muchos de
nosotros somos débiles y nos dejamos manipular por el pecado. Es por esa razón
que a través de este tema quiero enseñarte que caminar con el pecado es lo peor
que podemos hacer y que es hora de desechar toda carga que nos estorba para
encontrar la gracia y el favor de Dios para nuestra vida.

¿LEVANTE LA MANO QUIEN NO PECA?


Es increíble pero TODOS pecamos, el hecho de que somos cristianos, no nos hace
perfectos, aunque tendríamos que buscar la perfección, es decir, en el día se nos
presentan muchas situaciones que a veces sin darnos cuenta nos hacen pecar, la
Biblia habla acerca que el pecado no deja prosperar y que esta en contra de lo que
Dios quiere para nuestra vida. Si tu dices que no pecas y realmente es verdad, pues
te felicito y Gloria a Dios por tu vida, pero por otra parte estamos lo que si pecamos,
los que aunque muchas veces luchamos en contra de pecar, terminamos pecando,
aquellos que aunque tenemos un corazón con el deseo de ya no fallar, aun así
fallamos muchas veces. A lo mejor en esta ocasión solo me puedan entender
aquellos que al igual que yo, muchas veces han luchado por no pecar y han fallado,
aquellos que han clamado a Dios por superar áreas de su vida y lastimosamente no
lo han logrado superar. Pues te tengo una buena noticia, Dios te ama, aunque no
ama tu pecado, pero te ama a ti y está dispuesto a levantarte si tan solo eres
obediente a su voz.

¿CÓMO ACTUA EL PECADO?


Bueno es fácil describir cómo actúa el pecado, el enemigo de nuestras almas es
inteligente y un estratega de primera, él sabe cómo llegar a tu vida para tentarte a
pecar, el conoce tus gustos y no porque conociera lo que tú piensas, pues el no es
omnisciente, pero si observa tus movimientos, a lo mejor no el porque no es
omnipresente, pero si alguno de sus demonios, entonces la pregunta es: ¿Cómo
actúa el pecado?

1. En primer lugar el enemigo averigua tus debilidades, como ya te dije él es un


estratega de primera.

2. Pone diferentes situaciones en tu vida, para irte alejando de la comunión que


tienes con Dios, recuerda que entre más apagado estés de tu comunión con
Dios, más fácil será desanimarte.

3. Es ahí donde entra la fase 3, como te has descuidado de tu relación personal


con Dios, el enemigo comienza a bombardear tu mente con pensamientos
de desánimo y pecado.

4. Atacado por pensamientos de pecado y sumándole que no estas teniendo


una relación personal con Dios como tendrías que tener, no te queda más
nada que ceder a la tentación y fallar.

¿QUÉ OCURRE DURANTE EL PECADO?


Bueno nadie dijo que el pecado humanamente no se disfrute, creo que la mayoría
disfruta el pecado si lo hablamos en términos carnales, pero lastimosamente las
realidades espirituales son otras, puesto que nuestra función tendría que ser luchar
en contra de nuestra carne, vencer los deseos carnales, para fortalecer nuestra vida
espiritual, la Biblia habla acerca de “no satisfacer los deseos de la carne”. Pero la
pregunta sería ¿Qué ocurre durante el pecado?
1. Al cometerlo tendrás presente en tu mente que no lo tienes que hacer, pero
tú misma debilidad (por no mantener una constate comunión con Dios), te
hace querer obviar eso, aunque sinceramente no podrás.

2. A lo mejor sientas satisfacción carnal, pero jamás espiritual.

3. Ten por seguro que el hecho de estar pecando, no será motivo de gozo, sino
que durante peques tendrás presente que no es lo debido.

¿DESPUÉS DEL PECADO?


Si bien es cierto todo comenzó descuidando tu relación personal con Dios para
luego caer en pecado, no tienes que olvidarte que tus acciones tendrán una
consecuencia. Quizá a lo mejor antes de pecar y durante el pecado ni siquiera pase
por tu mente que tu pecado trae consecuencias, pero la realidad es que siempre tus
acciones traerán consigo una consecuencia, ya sea enseguida o en un futuro. Pero
volviendo a la pregunta: ¿Qué pasa después de cometer pecado?

1. Te sentirás derrotado.

2. Te arrepentirás de haber hecho lo que hiciste y querrás regresar en el tiempo


para no cometer ese error, pero lastimosamente no se podrá, sino que
tendrás que enfrentar las consecuencias.

3. A lo mejor las consecuencias de tu pecado serán difíciles, pero recuerda que


todo se debió a la mala decisión de caer en el pecado.

VICTORIA SOBRE EL PECADO.


Todos nosotros somos sabedores que Dios nos ha dado la victoria sobre el pecado
y que el enemigo de nuestras almas ya esta derrotado, partiendo de eso tienes que
mantenerte firmes para que el día de mañana no seamos objeto de tentaciones que
nos hagan fallarle a Dios y deteriorar nuestra relación personal con El. Cada uno de
nosotros es dueño de la decisión de pecar o no hacerlo, nadie te obliga a que no lo
hagas, pero tampoco nadie te obliga a hacerlo, sino que eres tu al fin y al cabo el
que decide si hacerlo o no. Pero ¿Cuál sería la mejor forma de vencer al pecado?

1. Nunca descuidar tu relación personal con Dios, mientras mantengas una vida
de devocional (orar, leer la palabra, congregarte, servir, ayunar, etc) con
Dios, no creo que el enemigo pueda hacer mucho en contra de ti. Recuerda
la Biblia dice: “someteos pues a Dios, resistid al Diablo y huirá de vosotros”.
2. Antes de cometer el pecado, piensa en las consecuencias que te puede traer
y no solo en el placer que sentirás, pues el placer es momentáneo y la vida
que Dios te ofrece es eterna, ponte a pensar: ¿Qué vale mas?, ¿Un momento
de placer carnal o una vida eterna que heredar?.

CONCLUSIÓN:
La verdad es que no hay mejor cosa que superar el pecado, en esos momentos en
los cuales estas a punto de pecar, el hecho de decir “no” te hará sentir mil veces
mejor que dejarte llevar y caer en el pecado. Créeme que no hay mayor satisfacción
que cuando un hijo de Dios resiste al pecado y este huye de el. Dios quiere hacerte
entender que eres más que vencedor y que no hay pecado que te derrote, así que
¡arriba! Dios quiere hacer de ti un siervo(a) útil para su obra.
TEMAS RELACIONADOS

EL PECADO ES UNO DE LOS TEMAS DE:

Génesis. (6; 5)
Jueces. (21; 25)
Isaías. (1; 4)
Malaquías. (1; 8)
Romanos. (2; 12)
1Juan. (Jn. 3; 6)

EL ORIGEN Y EL ALCANCE DEL PECADO

EL PECADO ORIGINAL

 Adán y Eva desobedecieron el mandato de Dios. (Gé. 3; 1)


 Sus pecados pasaron a todos los humanos. (1Co. 15; 22)

ALCANCE DEL PECADO EN EL PRECENTE


 Penetra hasta el corazón del hombre. (Gé. 6; 5)
 Hay pecado en todos. (Sal. 14; 2 – 3)
 Solo Cristo no tuvo pecado.
(2Co. 5; 21) (1Jn. 3; 5) (1P. 2; 22)

DIOS Y EL PECADO HUMANO


SU REACCIÓN NEGATIVA
 Castiga el pecado (Gé. 3; 15 – 19) (Is. 3; 11 – 26)
 Se entristece sobre el pecado. (Gé. 6; 6)
 Se enoja sobre el pecado. (Sal. 78; 19 – 21) (Jn. 3; 36)
 Odia el pecado. (Sal. 5; 5) (Pr. 6; 16)

SU REACCIÓN POSITIVA
 Perdona el pecado. (Ex. 34; 6 – 7) (1JN. 1; 9)
 Aleja de nosotros el pecado. (Sal. 103; 8 – 12)
 Pone al pecado detrás de su espalda. (Is. 38; 17)
 Deshace nuestros pecados. (Is. 44; 22)
 Ya no recuerda nuestros pecados. (Jer. 31; 34)
 Hecha nuestros pecados en lo profundo del mar. (Mi. 7; 19)
 Mando a su hijo para morir por los pecadores
(Jn. 3; 16) (Ro. 5; 8) (1Jn. 4; 8)

El significado literal de las palabras, hebrea y Griega traducidas


“Pecado”, pecador revela la verdadera naturaleza del pecado en sus
múltiples manifestaciones.

PECADO:
Significa transgresión, o sea el pecado o el hecho de traspasar la ley,
que es el límite divino entre el bien y el mal.
(Sal. 5; 1).

INIQUIDAD:
Un acto inherentemente malo, ya esté o no expresamente prohibido.

ERROR:
Separación de lo que es recto (Sal. 51; 9)
Más abundantes son las referencias al pecado como error, esto es, la
tendencia del hombre a extraviarse, a cometer errores. Los términos
principales del Antiguo Testamento son ‫( ׁשגָ ה‬shagah) y ‫( ָׁשגַ ג‬shagag),
sus derivados y las palabras relacionadas con ellos. ‫( ָׁשגָ ה‬shagah) se
utiliza tanto de forma literal como figurativa. En su sentido literal se
utiliza para ovejas que se extravían del rebaño (Ez. 34:6) y borrachos
que tropiezan y se tambalean (Is. 28:7).

Aunque el nombre relacionado ‫( מ ְֹּשגֶּ ה‬mishgeh) se utiliza para un error


accidental en (Gé. 43:12), el verbo por lo general hace referencia a un
error en la conducta moral. El contexto indica que la persona que
comete el error es responsable de su acción. Un ejemplo
particularmente claro lo encontramos en (1 Samuel 26:21). Saúl quería
matar a David, pero David perdona la vida a Saúl. Saúl dice: "He
pecado; vuelve, David, hijo mío, que ya no te haré ningún mal, porque
mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He obrado
neciamente, he cometido un gran error."

El verbo ‫( ָׁשגַ ג‬shagag) y el nombre relacionado con él ‫( ְׁשגָגָ ה‬shegagah)


aparece principalmente en los pasajes de rituales. Entre los pasajes no
rituales, (Génesis 6:3) parece hacer referencia a las debilidades
humanas, y su propensión al error. El Señor dice: "No contenderá mi
espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne;
pero vivirá ciento veinte años." En otros dos casos, (Salm. 119:67) y
(Ecl. 10:5), el error parece ser culpable. El segundo pasaje dice: "Hay
un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del
príncipe." (Job 12:16) parece que también hace referencia al error
culpable. Los pasajes rituales en muchos casos tienen que ver con el
descubrimiento de que la ley del Señor ha sido involuntariamente
quebrantada por ignorancia o por error de juicio (por ejemplo,
(Lv. 4:2–3, 22–24, 27–28); (Núm. 15:22 – 29). En (Lev. 22:14)
tenemos el caso de alguien que por equivocación come la comida que
solo pueden comer los sacerdotes. Aunque se hizo por error, el hecho
de que se le impusiese una pequeña multa es indicativo de que la parte
ofensora debería haber tenido más cuidado. Este sentido de la
responsabilidad de los errores de uno también se puede llevar a otros
ejemplos.

Más común que ‫( ָׁשגָ ה‬shagah) o ‫( ָׁשגַ ג‬shagag) es ‫( ָתעָ ה‬ta'ah) que
aparece aproximadamente cincuenta veces en el Antiguo Testamento.
El significado básico es "errar o desviarse." Como ‫ׁשגָ ה‬,ָ ‫ ָתעָ ה‬se utiliza
para describir a alguien que está intoxicado (Is. 28:7). También se utiliza
para perplejidad (Is. 21:4). Isaías habla de pecadores que yerran en
espíritu (29:24). El término se refiere más a un error deliberado que a
un error accidental.

En el Nuevo Testamento, el término que denota con más frecuencia


pecado como error es πλανάμαι (planōmai), la forma pasiva de
πλανάω (planaō). Resalta la causa de que uno se extravíe, esto es,
ser engañado. Sin embargo, extraviarse por resultar engañado a
menudo es un error evitable, como indican frases del tipo: "Mirad que
nadie os engañe" y "No os engañéis" (Mr. 13:5–6); (1 Co. 6:9);
(Gá. 6:7); (2 Ts. 2:9 – 12); (1 Jn. 3:7); (2 Jn. 7).

La fuente de este extravío pueden ser espíritus malignos (1 Ti. 4:1);


(1 Jn. 4:6); (Apoc. 12:9; 20:3), otros humanos (Ef. 4:14);
(2 Ti. 3:13) o uno mismo (1 Jn. 1:8). Sin importar cuál sea la fuente, los
que caen en un error saben o deberían saber que se han extraviado.
Jesús comparaba a los pecadores con ovejas descarriadas
(Lc. 15:1 – 7), y también señalaba que el error de los saduceos era que
ni conocían las Escrituras ni el poder de Dios (Mr. 12:24 – 27). El pecado
contra la naturaleza se denomina error en (Rom. 1:27), y en (Tito 3:3),
Pablo describe a los que viven sin Cristo como "insensatos, rebeldes y
extraviados."
En Hebreos la gente en el desierto se caracterizaba por extraviarse en
sus corazones (3:10). El sumo sacerdote trataba gentilmente los
pecados de los ignorantes y los inconstantes, ya que él mismo estaba
sujeto a ese tipo de debilidades; no obstante, había que ofrecer
sacrificios por esos pecados (5:2–3).

De lo anterior parece deducirse que tanto el Antiguo como el Nuevo


Testamento reconocieron varios errores como pecado, aunque eran
claramente errores inocentes, actos cometidos por ignorancia, para los
cuales no se imponía pena (o sólo una pequeña multa). Evidencias de
esto se pueden ver en la designación de ciudades de refugio para los
que habían matado inintencionadamente a alguien (Núm. 35:9–15, 22–
28; Js. 20). Por supuesto, actos como el asesinato involuntario están
más en la línea de los accidentes que de la ignorancia. Sin embargo, en
la mayoría de los casos, lo que la Biblia denomina errores sencillamente
no deberían haber ocurrido: la persona debería haberlo sabido y era
responsable de estar informada. Aunque estos pecados son menos
atroces que los deliberados, el individuo todavía sigue siendo
responsable de ellos y por lo tanto llevan una pena unida a ellos.

INFRACCIÓN:
La instrucción de la voluntad propia en la espera de la autoridad divina
(1Tim. 2; 1).

DESORDEN:
O sea anarquía espiritual. (1Tim. 1; 9)

INCREDULIDAD:
O sea un insulto a la veracidad divina (Jn. 16: 9)

El pecado se originó, es Satanás (Is. 14; 12) entró en el mundo por


medio de Adán (Ro. 5; 12) fue y es universal y solo Cristo está extenso
de el (Ro. 3; 23) acarrea a la pena de muerte física y espiritual
(Gé. 2; 17) (Ez. 18; 4) y no tiene otro remedio si no la muerte
sacrificadora de Cristo la cual se apropia por medio de la fe (Hch. 13;
38), la descripción triple del pecado puede resumirse así:

COMO UN ESTADO:
Es la ausencia de justicia y por su naturaleza es enemistad contra Dios.

COMO UN ACTO:
Es la violación de la voluntad de Dios o la falta de obediencia a ella.

El pecado es la obra cometida en contra de Dios y en la Biblia


encontramos las consecuencias que este trae al hombre. Estos textos
nos muestran como el hombre desde el principio fue destituido y
expulsado de la presencia de Dios a consecuencia del Pecado.

DESTITUCIÓN:
Por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios.
(Rom, 3; 23) (Gé. 3; 24)

ENFERMEDAD:
Después le halló Jesús en el templo y le dijo; mira, has sido sanado,
no peques más, para que no te venga alguna cosa peor, o sea, la
muerte. (Jn. 5; 14)

MUERTE Y CONDENACION:
Porque la paga del pecado es muerte (Ro. 6; 23), es decir condenación
eterna
(Ap. 20; 15); estos pasajes demuestran como el hombre al vivir en
pecado sufre consecuencias y finalmente el pecado le da su paga, que
es la muerte y condenación.

JUICIO:
Pero por tu dureza y corazón, no arrepentido atesoras para ti mismo,
ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el
cual pagará a cada uno con forme a sus obras. (Ro. 2; 5 – 6).

JUAN. 13; 10
Al fondo de este lenguaje figurado se halla la idea acerca de un noble
oriental que regresa de los baños públicos, a causa, sus pies podrían
haber contraído impureza en el camino y necesitaba limpiarse, pero no
su cuerpo.

El creyente ha sido ya purificado en cuanto a la ley de todo pecado “una


sola vez para siempre (He. 10; 1 – 12), pero siempre necesita confesar
los pecados de cada día al padre a fin de poder permanecer en
comunión no interrumpida con El y con su hijo Jesucristo
(1Jn. 1; 1 – 10), la sangre de Cristo es la respuesta definitiva a todo lo
que la ley podía decir respecto a la culpabilidad del creyente; pero este
necesita purificarse constantemente de la contaminación del pecado.
(Ef. 5; 25 – 27) (1Jn. 5; 6).

Típicamente, el orden de acercamiento a la presencia de Dios en el


tabernáculo era, primero el altar del sacrificio, y entonces el lavacro de
la purificación (Ex. 40; 6 – 7) Cristo no puede tener comunión con un
santo que está contaminado, pero si quiere y puede limpiarle.

Génesis 4; 7
Pecado u “ofrenda por el pecado” en hebreo, la misma palabra se usa
para “pecador” y “ofrenda por el pecado”, y se le da así énfasis de
manera notable la completa identificación del “pecado” del creyente
con su “ofrenda por el pecado; comp. (Jn. 3; 14) con (2Co. 5; 21) en
esté pasaje (Gé. 4; 7) ambos significados aparecen juntos “el pecado
está a la puerta” pero allí hay también una ofrenda por el pecado, fue
cuando el pecado abundo que “sobre abundo la gracia” (Ro. 5; 20) el
carácter de la ofrenda de Abel implica la existencia de instrucción previa
acerca de los sacrificios; comp. (Gé. 3; 21) porque él se acercó a Dios
“por fe” (He. 11; 4) y la fe significa tomar la palabra de Dios por cierta.
La ofrenda incruenta de Caín fue por lo tanto un rechazamiento del
método que Dios había señalado; pero Jehová exhortó aun a Caín por
última vez (Gé. 4; 7) a presentar la ofrenda que le era requerida.

Isaías. (14; 12 – 14)


Se refieren evidentemente a Satanás, quien en su carácter de príncipe
del sistema de este mundo (Jn. 7; 7) (Ap. 13; 8) el es real, aunque
invisible gobernante de los poderes mundiales que se han sucedido en
la historia (tiro, babilonia, media y Persia, greca romana., etc) (Ez. 28;
12 – 14).

LUCIFER – ESTRELLA D ELA MAÑANA.


No puede ser otro si no Satanás; cuando lucifer dijo “yo subiré”, el
pecado tuvo su origen (Ap. 20; 10)

LEVITICO (13; 2)
La lepra simboliza el pecado en las siguientes maneras:

1. La lepra está en la sangre


2. La lepra se manifiesta en forma podrida
3. La lepra no puede curarse por medios humanos, cuando el
cumplimiento de este tipo (la lepra) se aplica al pueblo de Dios, la
referencia bíblica es al “pecado” el cual demanda que el creyente
se juzgue a sí mismo (1Co. 11; 31) y al os “pecados” los cuales
requieren confesión y purificación.

SI UNA PERSONA PECA SOLAMENTE UNA VEZ


AL DIA Y VIVE
2O AÑOS  7.300
30 AÑOS  10.950
40 AÑOS  14.600
50 AÑOS  18.250
70 AÑOS  25.550
PECADOS POR LOS
QUE SERA JUZGADO
EN EL DIA DEL JUICIO

BREVE HISTORIA DE LA DOCTRINA

Históricamente, han sido dos aspectos de esta doctrina que han sido
los más discutidos. Son el problema del origen del pecado, y el
problema de la transmisión de la naturaleza pecaminosa a las sucesivas
generaciones desde Adán. En cuanto al primero, se puede resumir al
preguntarnos si la historia de la caída en Génesis capítulo tres es
verídica, o solamente un mito simbólico.

En cuanto al segundo, la duda es si todos llevamos desde la matriz la


culta y contaminación del pecado, o si es algo adquirido después por
vivir a estas preguntas en el desarrollo del estudio de la doctrina. De
acuerdo con el texto bíblico del (Génesis 1-3), tras haber sido creados
Adán y Eva residían en el jardín del Edén en perfecta armonía con Dios;
el único mandato al que debían acogerse era la abstención de comer
del árbol de la ciencia del bien y del mal, cuyo consumo ocasionaría la
muerte (Génesis 2:17). Sin embargo, Eva y por su intermediación Adán
cedieron a la tentación de la serpiente (identificada
con Satán o Shaitan, "el tentador") y descubrieron, comiendo del árbol,
su desnudez. La consecuencia de la violación de su mandato llevó a la
muerte "[volverás] a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo
eres, y al polvo volverás", Génesis 3:19 y la expulsión del jardín del
Edén.

La tradición talmúdica identifica este acto como ‫החטא הקדמון‬


(en hebreo hajet hakadmon, "la falta primordial") de la
desobediencia al mandato divino. Sin embargo, los efectos de este
pecado se reducen a castigos personales, como la expulsión del
paraíso, dolores de parto en el caso de Eva y de toda su descendencia,
la multiplicación excesiva de la dificultad del trabajo (no el trabajo en sí
mismo que es descrito antes como un don divino y precedía al pecado
mismo), la enfermedad, la vejez y la muerte.
Las corrientes renovadoras dentro del judaísmo interpretan la caída
como el primer acto de libre albedrío del hombre, y lo consideran como
parte del plan divino, puesto que la falta representaría la admisión de la
responsabilidad; en otras palabras, el mito de la caída sería una
elaborada alegoría del pasaje a la adultez y la autonomía
DEFINICON DEL PECADO

La definición del pecado en el Nuevo Testamento se deriva de la palabra


griega hamartia.

1. AMARTEMA: Significa errar el blanco. (Ro. 3.23) “por cuanto


todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”

2. PARABASIS: Significa traspasar una línea prohibida, esto


ocurre cuando el hombre pasa deliberadamente la línea de la ley
de Dios.

La biblia dice en (1Jn. 3.4) “Todo aquel que comete pecado, infringe
también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”. (Hechos 1.25)
“para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó
Judas por transgresión, para irse a su propio lugar”. (Santiago 2.11)
“Porque el que dijo: No cometerás adulterio,

 también ha dicho: No matarás.


 Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho
transgresor de la ley”

La definición más breve, y a la vez más inclusiva, es esta: El pecado es


cualquier cosa contraria al carácter de Dios. Esta incluye no sólo
acciones, sino también pensamientos e intenciones. Si Dios es amor,
y yo hago, pienso o considero algo que no lo es, es pecado. Si Dios es
justicia, y yo hago, pienso o considero algo injusto, es pecado. Así se
cubren todas las posibilidades de lo que es el pecado.

Quisiera adaptar su definición un poco, para decir que el pecado es


cualquier falta de conformidad al carácter de Dios, sea en acción,
pensamiento, o palabra. Es decir, abarca todo lo que HACEMOS, lo que
PENSAMOS, y lo que DECIMOS
“El Santo carácter de Dios es el final y único criterio por el cual los
valores morales pueden ser juzgados con precisión..... El pecado es
pecaminoso porque es desemejante a Dios...Dios Mismo es la norma
de santidad, y su carácter es lo que determina la pecaminosidad del
pecado”

El pecado es un traspaso.
Un traspaso es una infracción contra el carácter y los derechos de Dios,
sea prohibida en la ley escrita de Dios o no. Mayormente es un pecado
cometido inconscientemente. En (Levítico 5:14-19), encontramos una
provisión por los pecados de ignorancia.
(Daniel 9:11).

¿Qué es la diferencia entre una transgresión y un traspaso?


TRANGRESIÓN

TRASPASO
Pecado contra la Ley de Dios.
Pecado contra la Persona de Dios
Pecado consciente
Pecado inconsciente (de ignorancia)
El pecado es maldad.

Esta palabra se refiere a todo lo que esté total e inherentemente erróneo


y malo. El carácter de los impíos es contrario a lo que es justo y recto;
por lo tanto, son “hacedores de maldad”. (Lucas 13:27) (1Juan 1:9)
(2Pedro 2:7-8)

 El pecado es vivir sin ley.


 Es rebelión contra Dios. (1Juan 3:4) (1Timoteo 1:8-11).
 El pecado es error.
 Es lo que ignora o se desvía de lo bueno.
(Santiago 1:14 -16, 5:20) (2Pedro 3:17).
"Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y la verdad no está en nosotros" 1 Juan 1:8 (RV).

Adán y Eva fueron creados perfectos en cada aspecto y aparentemente


se les dieron cuerpos glorificados tal como el que ocupa hoy Jesucristo.
Vestidos en luz, ellos fueron colocados en un paraíso en la tierra
llamado Edén y la única prohibición que se les puso se les prohibió
comer del “árbol de la ciencia del bien y del mal." Claro está que Dios
sabía que desobedecerían y por eso El añadió una penalidad:

"Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque
el día que de él comieres, ciertamente morirás."Génesis 2:17 (RV,
énfasis mío)

El resto, como dicen, es historia. Eva fue engañada por Satanás y comió
de la “fruta prohibida”, cayendo por lo tanto instantáneamente en una
muerte espiritual y comenzando el proceso de morir físicamente. Ella
cometió el primer pecado humano y Adán pronto le siguió (Satanás, no
el hombre, fue el que originó el pecado por su rebelión en contra de
Dios, (Ezequiel.28:15). Interesantemente, la Biblia nos dice que Adán
no fue engañado y pecó voluntariamente (1 Timoteo 2:14). Yo creo que
el amaba a Eva y se unió a ella en desobediencia para evitar la
separación. Pero independientemente de las razones específicas detrás
de su pecado, ellos descubrieron inmediatamente que eran criaturas
caídas mortales desnudas con una perspectiva totalmente diferente de
la vida. Habían descendido de la perfección a la depravación total pues
cada aspecto de su ser estaba manchado por el pecado. Este cambio
monumental es evidenciado por su intento de cubrir su desnudez con
hojas de higuera y escondiéndose de Dios (Génesis 3:7-8). ¡Desde
aquel entonces el hombre pecaminoso ha estado tratando de
esconderse de Dios!

El hecho de la depravación humana es resumido por el Apóstol Pablo


en los siguientes versículos:
"10Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11No hay quien
entienda, No hay quien busque a Dios.12Todos se desviaron, a una
se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera
uno " (Romanos 3:10-12) (RV, énfasis mío)

Y para aquellos quienes quieren saber lo que dice la Palabra de Dios


sobre el tema, he aquí una lista de versículos:
DEPRAVACION DEL HOMBRE

Génesis 6:5-7; Génesis 6:11-13; Génesis 8:21; Deuteronomio 32:10; 2


Crónicas 6:36; Job 4:17-19; Job 9:2-3; Job 9:20; Job 9:29-31; Job 11:12;
Job 14:4; Job 15:14-16; Job 25:4-6; Sal. 5:9; Sal 14:1-3; Sal. 51:5; Sal
53:1-3; Sal 58:1-5; Sal 94:11; Sal 130:3; Sal 143:2; Proverbios 10:20;
Proverbios 20:6; Proverbios 20:9; Proverbios 21:8; Eclesiastés 7:20;
Eclesiastés 7:29; Eclesiastés 8:11; Eclesiastés 9:3; Isaías 1:5-6; Isaías
42:6-7; Isaías 43:8; Isaías 48:8; Isaías 51:1; Isaías 53:6; Isaías 64:6;
Jeremías 2:22; Jeremías 2:29; Jeremías 6:7; Jeremías 13:23; Jeremías
16:12; Jeremías 17:9; Ezequiel 16:6; Ezequiel 36:25-26; Ezequiel 37:1-
3; Oseas 6:7; Oseas 14:9; Miqueas 7:2-4; Mateo 7:17; Mateo 12:34-35;
Mateo 15:19; Marcos 7:21-23; Lucas 1:79; Juan 1:10-11; Juan 3:19;
Juan 8:23; Juan 14:17; Hechos 8:23; Romanos 2:1; Romanos 3:9-19;
Romanos 3:23; Romanos 5:6; Romanos 5:12-14; Romanos 6:6;
Romanos 6:17; Romanos 6:19-20; Romanos 7:5; Romanos 7:11;
Romanos 7:13-15; Romanos 7:18-21; Romanos 7:23; Romanos 7:25;
Romanos 8:5-8; Romanos 8:13; Romanos 11:32; 1 Corintios 2:14; 1
Cor. 3:3; 1 Cor. 5:9-10; 2 Cor. 3:4-5; 2 Cor. 5:14; Gálatas 3:10-11;
Gálatas 3:22; Gálatas 5:17; Gálatas 5:19-21; Efesios 2:1-3; Efes. 2:11-
12; Efes. 4:17-19; Efes. 4:22; Efes. 5:8; Efes. 5:14; Col. 1:13; Col. 1:21;
Col. 2:13; Col. 3:5; Col. 3:7; 2 Tim. 2:26; Tito 3:3; Santiago 3:2; Santiago
4:5; 1 Pedro 1:18; 1 Pedro 2:9; 1 Pedro 2:25; 1 Juan 1:8; 1 Juan 1:10; 1
Juan 2:16; 1 Juan 3:10; 1 Juan 5:19; Apocalipsis 3:17
or lo que encontramos que el hombre, en su estado no regenerado,
¡está de lo más mal que se pueda espiritualmente! El está muerto en
sus delitos y pecados (Ef.2:1), un esclavo de Satanás (Ef.2:2), no puede
entender lo que se discierne espiritualmente ¡la Biblia! (1 Cor.2:14), y
no buscará a Dios (Rom.3:11). Si ha de ser salvo, Dios deberá tomar la
iniciativa tal como El hizo en el Huerto de Edén cuando buscó a Adán y
Eva.

Pasemos a discutir el pecado según es pertinente a la vida cristiana.


¿Quita la regeneración la pecaminosidad del corazón del hombre? O
como yo quisiera que eso fuese verdad, ¡pero no lo es! Nuestra posición
de estar "en Cristo" y justificados ante Dios significa que nuestra deuda
total (pasada, presente y futura) es cancelada y somos declarados
totalmente inocentes ante Su presencia. Pero esto habla de
nuestra posición en Cristo, no de nuestra condición práctica--no de la
dura realidad de la vida diaria. Nuestro estado como un hijo de Dios
está sellado por siempre en los cielos, pero nuestro estado diario varía
en proporción directa al grado de cooperación que exhibimos hacia el
liderazgo del Espíritu Santo.

Una vez somos espiritualmente regenerados, el proceso vitalicio de


santificación empieza. Para ser santificados, o santos, significa ser
apartados para el servicio a Dios y no viene de la noche a la mañana.
Para estar seguro, habrá un gran cambio en la vida de uno después de
haberse convertido y recibido el Espíritu Santo pero la verdadera
santidad y perfección en esta vida es el objetivo inalcanzable por el cual
debemos esforzarnos. Cristo es nuestro estandarte y se nos exhorta a
imitarle, pero seguramente entendemos que realmente alcanzar Su
divina perfección es imposible de este lado del cielo. No somos y de
hecho real no podemos ser sin pecado (aunque Dios nos ve de esa
forma, posicionalmente), por lo que debemos esforzar al máximo cada
fibra de nuestro ser para "proseguir a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús " (Fil.3:14), tal como lo hizo el
Apóstol Pablo. Es la recompensa celestial y no la salvación el "premio"
por el que debemos esforzarnos en nuestro caminar con Dios en esta
tierra.

Pero algunas almas sinceras insisten en que la Biblia enseña la


posibilidad de alcanzar un estado de perfección sin pecado, basado
mayormente en las palabras del Apóstol Juan en 1 Juan capítulo tres:

"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque


la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios." 1 Juan 3:9 (RV).

No obstante, ¡esto no puede significar que un cristiano no peque! Y para


sustentarlos, llamo vuestra atención a lo que dice Juan en el versículo
8 del capítulo 1 (citado anteriormente) de como "si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos...." Algunos
podrían tratar de reclamar que Juan le escribía a no creyentes, pero eso
no quedará pues la epístola completa de 1 Juan fue escrita a creyentes
"hijitos" tal como declaramos en el versículo 1 del capítulo dos.

El versículo 4 del capítulo 1 dice "estas cosas os


escribimos...."refiriéndose a creyentes, o "hijitos," como se les refiere
Juan afectuosamente mas adelante. Esta posición es verificada por
W.E. Vine en su Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo
Testamento (“Expository Dictionary of New Testament Words”), página
211, bajo el encabezado "Comete, Comisión", #2 Poieo, "Nota: En 1
Juan 3:4, 8, 9, la versión amplificada por error tiene "cometer" (un
significado imposible en el ver. 8); la Reina Valera correctamente tiene
"practica," por ej., de un hábito continuo, equivalente a prasso, de
practicar. El cometido de un hecho no está en vista de ese pasaje."

Una inspección cercana del capítulo tres y el versículo 8 en la Biblia


Amplificada revela lo que dice Juan:

"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque


la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios. " 1 Juan 3:9 (RV)

Este principio es validado por la propia experiencia de Pablo, la cual


encontramos en (Rom. capítulo 7):

"[14] Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal,


vendido al pecado. 15Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16Y si lo que no quiero,
esto hago, apruebo que la ley es buena. 17De manera que ya no soy yo
quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.

18
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

19
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que
mora en mí.21Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el
mal está en mí.

22
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23
pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros. 24¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte? 25Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo
mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del
pecado. (Romanos 7:14-25) (RV, énfasis mío).

¿No es este lamento por el Apóstol Pablo verdad en tu propia vida?


¡Ciertamente lo es en la mía! Yo soy un creyente nacido de nuevo,
lavado en la sangre del Cordero y el Espíritu Santo me asegura que yo
soy uno de los hijos de Dios ¡pero todavía experimento diariamente la
realidad del pecado! Cuando nací de Nuevo recibí una nueva
naturaleza, una naturaleza espiritual pero mi carne, la naturaleza
pecaminosa y depravada que recibí de Adán, no fue destruida.

Por el contrario, ¡está muy viva y continuamente enseña su fea cara! A


través de la oración y ayuda del Espíritu Santo ya yo puedo (y espero
que así lo haga) pecar mucho menos que antes de recibir a Cristo, pero,
¿perfección? ¡¡¡¡Hazme el favor!!!! Y para aquellos que todavía insisten
que es posible, permítame señalar no solo están los pecados que
cometemos, sino también los pecados de omisión cosas que debimos
haber hecho, pero no las hicimos. El modelo de perfección de Dios y Su
voluntad para nuestras vidas incluye varios aspectos sobre los que
debemos orar por dirección.

¿Y si es remotamente concebible de que es probable que puedas


discernir cada uno y luego llevarlos a cabo al pie de la letra? El fallar en
no percibir y hacer nuestro deber es pecado el pecado de omisión. O,
mis amigos, ¿no pueden ver que somos pecadores, tanto por naturaleza
y en práctica? El Espíritu Santo, hablando a través del profeta Isaías,
"nos clava a la puerta de Madera” en la siguiente declaración:
"Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como
la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento."Isaías 64:6
(RV, énfasis mío).

Dios desea que Sus hijos reconozcan la pecaminosidad excesiva de


nuestro pecado y al hacerlo, también reconozcamos la estupenda
magnitud de Su gracia por la cual ha sido perdonada. Somos
justificados posicionalmente ante Sus ojos y nuestro estado perfecto en
absolutamente todo aspecto y hasta nos garantiza un hogar eterno en
el cielo. Pero el grado de recompensa recibido tan pronto lleguemos allá
será determinado porque tan buenos seamos peleando contra el
mundo, la carne, y el diablo de este lado de la gloria.
(1 Corintios 3:8-15).

¿Tomar el pecado a la ligera porque ya está perdonado? Impensable


en cualquiera de los casos, pero tenga en cuenta que el pecado solo
en respecto de nuestro destino eterno. No nos podemos escapar de
ninguno de los pecados que cometemos como hijos de Dios porque El
conoce cada detalle y, sin duda alguna, nos castigará adecuadamente.
Cuando éramos jóvenes, todos evadíamos ocasionalmente el castigo
de nuestros padres terrenales porque ellos no estaban al tanto de la
infracción, ¡pero ese nunca es el caso con Dios! Aquellos quienes El
ama pueden contar con ser atrapados y ser disciplinados
apropiadamente (Números 32:23 y Hebreos 12:6).

Así que si eres realmente hijo de Dios, ¡por favor deja de estar
aterrorizado de perder tu salvación y transfiere ese pavor a la posibilidad
de ser castigado por tu Padre celestial! Esforzarse por ser bueno no te
comprará ni una pizca en relación a la salvación, pero te ayudará en
evitar la mano disciplinante de Dios. Hace años, las personas se
referían a los cristianos como “hombres/mujeres temerosos de Dios" y
todos tenemos que entender la base de la expresión. Yo le temía a mi
papá, porque si mamá "me delataba" ¡mi trasero estaba definitivamente
en peligro! Ese tipo de miedo es necesario y saludable tratando de
mantenernos en el “estrecho y angosto" (Mateo 7:14).

Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, pero ha


sido muy tibio en su caminar espiritual con Él, usted necesita pedirle
inmediatamente perdón y renovación. Él lo perdonará
instantáneamente, y llenará su corazón con el gozo del Espíritu Santo.
Entonces, necesita iniciar un caminar diario de oración y estudio
personal de la Biblia.

Si usted nunca ha aceptado a Jesucristo como Salvador, pero ha


comprendido Su realidad y el Fin de los Tiempos que se acerca, y quiere
aceptar Su regalo GRATIS de la Vida Eterna, usted puede hacerlo
ahora, en la privacidad de su hogar. Una vez lo acepte a el cómo
Salvador, usted habrá Nacido de Nuevo, y tendrá el Cielo tan seguro
como si ya estuviera allí. Entonces, podrá descansar seguro de que el
Reino del Anticristo no lo tocará espiritualmente.
HAMARTIOLOGIA
“EL PECCADO Y LOS PECADOS”
Cando hablamos del pecado usamos dos términos: “el pecado” y “los pecados”.
 ¿Son iguales? ¿Son diferentes? ¿Cuál viene (o vino) primero? ¿Somos
pecadores porque pecamos o pecamos porque somos pecadores?.

 Todo este tipo de pregunta tiene que ver con lo que se llama “hamartiología”
es el estudio del pecado.

1. Pecado vs. Pecados: ¿Cuál es la diferencia?

a. “El pecado” se refiere a la naturaleza pecaminosa.


 El pecado es lo que se transmite de padres a hijos.
“He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me
concibió mi madre”. (Sal 51.5)

 El pecado es la naturaleza del hombre sin Dios (el hombre “natural”); es


su predisposición, desde la matriz, de rebelarse, desobedecer y pecar.
“Se apartaron los impíos desde la matriz; Se
descarriaron hablando mentira desde que nacieron”.
(Sal 58.3)

 Aun el cristiano todavía tiene esta naturaleza pecaminosa es “el pecado”


que mora en sus miembros. Es este “principio” (o “ley”) en nuestros
cuerpos que nos quiere llevar hacia la rebelión contra Dios.

De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el


pecado que mora en mí. (Rom 7.17).
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que
el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me
deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis
miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y
que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en
mis miembros. (Rom 7.21-23)

2. “Los pecados” son las transgresiones personales de una persona.


a. Obviamente ya sabemos lo que viene primero: Pecamos (cometemos
“los pecados”) porque somos pecadores (nacimos en “el pecado

 Esta es la gran diferencia entre nosotros y Adán.


 Él pecó y llegó a ser un pecador; nosotros nacimos pecadores y por
esto pecamos.

 Pero al final de cuentas es igual: Todos tenemos pecados personales


y son de dos tipos...

b. Los pecados son de dos tipos:

 Primero, existe el pecado contra Dios mismo (Su Persona): El pecador


dice, “Yo no quiero ser como Dios (no quiero ser santo, ni bueno, ni
bondadoso).

Vemos esto en los primeros pecados (los de Satanás y Adán y


Eva) y ellos establecen el patrón que todos los demás hemos
seguido después.
Lucero en (Is. 14.12-14) dijo, “Yo seré como Dios semejante al
Altísimo”.
Adán y Eva, en (Gén. 3.5), hicieron lo mismo cuando cayeron
en la tentación de “ser como Dios”.

Hoy día es igual porque el pecador dice, “Yo tomo las


decisiones de mi vida. Yo mando en mi vida. Yo estoy en control
de mi vida. Yo soy la autoridad. Allá usted... allá los demás... y
allá Dios porque yo soy el que manda en mi vida”.

 Existe el pecado contra la Ley de Dios (Su voluntad): El pecador dice,


“Yo no quiero hacer lo que Dios dice” (esto es rebelión y transgresión).
Cualquier infracción de la Ley es pecado.
Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley;
pues pecado es infracción de la ley. (1Jn 3.4)

Puede ser una infracción de la Ley de los judíos escrita en las


tablas de piedra o la Ley de la conciencia escrita en las tablas
del corazón.
Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley
también perecerán; y todos los que bajo la ley han
pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los
oidores de la ley los justos ante Dios, sino los
hacedores de la ley serán justificados. Porque
cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por
naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no
tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra
de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio
su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos, en el día en que Dios juzgará por
Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a
mi evangelio. (Rom 2.12-16)

 El hecho es que todo ser humano (joven y adulto) sabemos distinguir


entre el bien y el mal, y cada vez que hemos escogido el mal sobre
el bien hemos pecado.

c. Estos son “los pecados” y cada uno de nosotros tenemos muchos,


además de “el pecado” que mora en nuestros miembros.

 El pecado es la naturaleza del hombre sin Dios, su inclinación hacia la


maldad y la rebelión.

 Los pecados son el fruto del pecado son las maldades y las rebeliones
que hemos cometido.

 Pero espere un momento...

Ya surge una pregunta: ¿Será que Dios me va a condenar porque


soy pecador? O, ¿será que me va a condenar por mis pecados?

A un podemos llegar a hacer una pregunta mucho más arraigada


en nuestras emociones: Si mi bebé muere, ¿será condenado?
Porque obviamente nació pecador, muerto en el pecado.

¿Hay una diferencia entre pecadores y culpables?

PECADORES VS. CULPABLES: ¿HAY UNA DIFERENCIA?

 Uno nace pecador y por lo tanto comete pecados (aun el bebé desobedece
a sus papás).
 Pero, a pesar de que hay pecado en el pecador que comete sus pecados...

 la Biblia dice que Dios no inculpa de pecado si alguien no tiene una ley.

 Todos entendemos esta verdad: Nacemos pecadores porque nacemos “en


Adán”.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un
hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
(Rom 5.12)

 Sin embargo, Dios es justo y bueno.

 No le inculpa a nadie del pecado ni de los pecados que la persona comete


hasta que haya una “ley” hasta que la persona tenga la capacidad de
distinguir entre el bien y el mal.
Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde
no hay ley, no se inculpa de pecado. (Rom 5.13)

 Entonces, sí, hay una gran diferencia entre un “pecador” y alguien “culpable”
delante de Dios.

 Cualquier bebé, por tan tierno que sea, es una bala de maldad, un monstruo
pecaminoso que sólo desea rebelarse. Es un pecador y comete pecados.

 Pero hasta que pueda distinguir entre el bien y el mal (y escoge el mal sobre
el bien), no es culpable porque Dios no le echa la culpa por lo que “heredó
de Adán”.

 Nadie es culpable por el pecado ajeno (ni por la naturaleza pecaminosa ni


por los pecados de otros); cada culpable se condenó a sí mismo por sus
propias transgresiones.

 Por ejemplo: Los israelitas que pecaron cuando no quisieron entrar en la


tierra prometida.
Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían
de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo
bueno ni lo malo, ellos entrarán allá, y a ellos la daré,
y ellos la heredarán. (Deut 1.39)

 Cuando la nación de Israel desobedeció al Señor y no quiso entrar en la


tierra prometida, todos eran culpables delante de Dios salvo por los que no
sabían “lo bueno ni lo malo”.

 Aquellos niños no eran culpables y pudieron (luego) entrar en la tierra que


Dios les prometió.

 Es como el bebé que muere hoy día, antes de que pueda distinguir entre el
bien y el mal.

Dios no le echa la culpa sino que lo deja entrar en el cielo.

El niño no es culpable personalmente no tiene culpa personal delante


de Dios y por lo tanto Dios no lo condena.

 Otro ejemplo: El niño de David.


Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo
ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si
Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?
Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de
ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a
él, mas él no volverá a mí.
(2Sam 12.22-23)

 Cuando el niño de David y Betsabé (el niño de nació de su relación adúltera)


murió, David sabía que él iría un día “a él” (a su bebé).

 Observe que David dijo que iría “a él” a una reunión personal con el niño.

 No trata de solamente ir “al lugar de los muertos”. No, más bien David sabía
que el niño se fue al lugar de los “salvos” (de los no culpables; de los “santos”)
porque a ese mismo lugar David se iría también. Allá vería a su hijo otra vez.

 A menudo la gente se refiere a esta doctrina como “la edad de la


responsabilidad”.

 Aunque no tiene que ver con ninguna “edad” específica, sí se trata de la


responsabilidad personal de un individuo delante de Dios por sus
palabras, pensamientos y acciones.

 Una vez que un ser humano puede distinguir entre el bien y el mal, y
escoge el mal sobre el bien (a sabiendas), ya es responsable delante de
Dios.
En aquel mismo momento todo el peso de la ira y de la condenación
de Dios le viene encima.

Entonces, no es tanto “el pecado” que condena sino “los pecados”


personales. Cada uno es culpable “personalmente” delante de Dios
por cada palabra, cada pensamiento y cada acción.

 Después de aquel momento del “primer pecado personal”, con cada pecado
que comete, el pecador aumenta el castigo que va a sufrir por su rebelión
contra el único Ser bueno: Dios, su Hacedor.
 ¿Cuál será la solución? Sólo hay una...

LA ÚNICA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA: JESUCRISTO


Puesto que Dios amor (es bueno, misericordioso y clemente; quiere nuestro bien y
lo procura siempre), Él mismo “pagó nuestra multa”.
Pero también murió por “el pecado” porque fue hecho pecado por nosotros en la
cruz.
EL ORIGEN DEL PECADO

En los mismos atributos de la naturaleza de Dios, encontramos la


perfección, el amor, y la justicia. En un Dios perfecto, amoroso, y justo,
no puede haber pecado, ni un creador del pecado. En (Stg.1:13 y 14)
la Palabra de Dios nos dice que “Dios no puede ser tentado por el mal,
ni él tienta a nadie”. Dios quería, y quiere aún, la adoración y
obediencia voluntaria de sus criaturas, y por eso tenía que permitir que
eligiera la criatura el no hacerlo. Pero también el plan de Dios incluía
un Salvador desde antes de la fundación del mundo.
(1ª. Pedro 1:17-21)
 Los pasajes de (Isa. 14:12-14) y (Ez. 28:12-15) nos hablan de la
aparición del pecado en la creación. La encontramos realmente en
la frase “hasta que se halló en ti (Satanás) maldad.” (Ez. 28:15) El
pecado, entonces, brota del interior del “querubín grande” al querer
usurpar el lugar de Dios. En su rebelión le siguieron una cantidad de
ángeles adicionales, que se convirtieron en “huestes espirituales de
maldad”, los demonios (Judas 6; 2ª). (Pedro 2:4). La influencia
maligna se extendió a la raza humana cuando él, como la “serpiente
antigua” apareció en el huerto de Edén para convencer a Adán y Eva
que desobedecieran la voluntad de Dios. (Gé. 3:1-5)

 En el universo, según la biblia, una malvada criatura angelical,


llamada Lucifer, condujo a la rebelión contra el Dios del cielo, en
su intento alocado de destronar (Ap. 12:3 – 4) “También apareció
otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía
siete cabezas y diez cuernos,(A) y en sus cabezas siete
diademas; 4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del
cielo, y las arrojó sobre la tierra.(B) Y el dragón se paró frente a la
mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto
como naciese”.

 Aunque fue un ángel quien introdujo el pecado en el universo, fue


el hombre quien lo invitó al mundo. Así está escrito.
(Gn. 2: 16-17 “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo
árbol del huerto podrás comer; 17 más del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás”. (Ro. 5.12) “Por tanto, como el pecado entró
en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, (A) así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.
(1 Co. 15.22). “Porque así como en Adán todos mueren, también en
Cristo todos serán vivificados.”

VERDAD CENTRAL:
“El pecado que se manifiesta en la incredulidad y la desobediencia, nos
separa de Dios”

VERSÍCULO CLAVE:
(Rom. 5:19) “Porque así como por la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno, los muchos serán constituidos justos.”
LA DESOBEDIENCIA A DIOS
a. La fijación de los límites (Génesis 2:16-17)
(Gén. 2:16 – 17) “les estaría prohibido comer del árbol de la ciencia
del bien y del mal.”

Consecuencia de desobedecer esta prohibición:


 (v.17) “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
 ¿Son buenos los límites?
 ¿Y las normas, son buenas?
 ¿Le gustan al ser humano los límites?

La serpiente negó la veracidad de las Palabras de Dios: Génesis 3:4


“No moriréis”.

Principio importante: ¿Por qué la serpiente fue primero a Eva? Porque


ella no escuchó la voz o el mandato directamente de Dios, sino de un
hombre (Adán). Aunque es bueno escuchar la Palabra de Dios en la
iglesia por medio del pastor o predicador, es muy importante aprender
a escuchar la voz de Dios en lo personal, de manera directa.

(Éx. 20:19) “Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros


oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.”

b. LA DESOBEDIENCIA ES PECADO
(Gén. 3:9-12)
Una de las características del pecado es que “separa de Dios a la
persona”.

SÍNTOMAS DEL PECADO:


 “vergüenza”. Uno se siente como si en verdad estuviera
desnudo delante de Dios.
¿Qué significan las hojas de higuera? (v.7)
 Esconderse. Ellos se escondieron entre los árboles (3:8)
¿Podemos escondernos de Dios?

(v.9-10) Dios pregunta: ¿Dónde estás? ¿Sabía Dios donde estaban


Adán y Eva? ¿Por qué lo preguntó entonces? Respuesta de Adán:
“Tuve miedo”

(v.12) A la pregunta de Dios sobre si comió o no del árbol prohibido,


Adán contestó: “La mujer que me diste por compañera me dio de ese
fruto, y yo lo comí.” (v.13) La mujer también respondió: “La serpiente
me encañó y comí”. “Inculpar a otros”
¿En qué sentido nos separa de Dios el pecado?

No es posible tener una verdadera comunión con el Señor mientras no


se arrepientan de su pecado. (Is. 59:1-2)
¿QUÉ ES EL PECADO?

Primeramente es necesario entender claramente qué es el pecado. El


pecado es una trasgresión de la ley divina; es desobedecer la ley moral
de Dios. Ésa es exactamente la definición Bíblica según (1ª Juan 3:4).
No es un virus, ni un germen. Ni es una sustancia, ni un líquido, ni un
sólido, ni un gas. No es un espíritu, ni ningún ser. Es simplemente, una
conducta voluntaria contraria a los estándares de comportamiento
prescritos por Dios. Esto quedará conclusivamente demostrado tanto
por las definiciones etimológicas de la palabra, como por las
definiciones bíblicas y el uso de la palabra griega “Hamartia” en escritos
extra bíblicos.

Cuando utilizo la palabra pecado, me estoy refiriendo a una acción. La


acción de desobedecer la ley moral de Dios. Cuando me refiero a la
naturaleza del pecado, intento decir con esto, las cualidades propias de
la acción de desobedecer a Dios.

¿Cuáles son estas cualidades innatas del pecado? Cuando menos


podemos resaltar cuatro: el engaño, la destrucción del alma, la
corrupción del carácter y la condenación. Así pues, el pecado siempre
tiende a producir estas cuatro cosas en la vida de las personas.
Pasemos a explicar cómo engaña prometiendo placer.

EL PROBLEMA DEL AUTOENGAÑO


Cuando el apóstol pregunta: “¿Pero, qué fruto teníais de aquellas cosas
de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte”
(Ro. 6:21). Él pregunta, “que fruto” (producto, consecuencia), no “que
satisfacción”. ¿Por qué no pregunta qué satisfacción?, porque está
sobreentendido que el pecado en sí trae consigo satisfacción, aunque
ésta es siempre momentánea (He. 11:25). Esta capacidad de provocar
placer es el gran medio por el cual el pecado engaña. Por eso el apóstol
presenta inmediatamente el costo final del pecado: “el fin de ellas es
muerte”.

En el momento de la tentación, se percibe el deleite que traerá el pecado


en una forma tan fuerte que las consecuencias de cometer el acto se
oscurecen. Ése es el engaño. El alma se entrega al placer en un deleite,
sin evaluar las consecuencias. Una parábola de Jesús lo ilustra bien.
Cuando el hijo pródigo tomó sus bienes para vivir perdidamente, nunca
imaginó que después andaría hambriento y mendigando hasta las
sobras de lo que comían los cerdos.

Usando la personificación: El pecado deslumbra a la persona, pero no


le presenta las consecuencias; esconde el pago hasta que el acto se
comete; no te recuerda que lo que siembras vas a cosechar, que en el
hoyo que hiciste caerás, que tu iniquidad volverá sobre tu cabeza
(Sal. 7:15-16). Por eso es engañoso. Te puede llevar a imaginar que no
pasará nada, que serás librado de las consecuencias o que tú eres
alguien muy especial y que a ti Dios te extenderá una misericordia extra.

El pecado no sólo engaña para atraer, sino que ocasiona que la persona
comience a engañarse a sí misma con el fin de justificarse de su acción.
Así, la persona se repite ideas tales como: “no es tan malo” “todo el
mundo lo hace”, “los santos de la Biblia también pecaron”, etc. Todo con
el fin de apaciguar esa conciencia que la intenta refrenar. Si la persona
es religiosa, pervertirá las doctrinas de la Biblia para auto-engañarse y
pensar que puede continuar transgrediendo las leyes divinas sin que le
suceda nada. Así pues, se dirá: “al fin yo estoy bajo la gracia”, “Dios ya
no me ve a mí, sino a Cristo en mí”, “ya no estamos bajo la ley”

Otro engaño frecuente es el intentar excusarse diciendo que no se


puede evitar hacer el mal; que se es humano; que la tentación es
insoportable; que los traumas de la niñez o las hormonas; que todo
aquello que existe y se pueda culpar, son la causa verdadera de que se
continúe con dichas conductas.

El ser humano fabricará cualquier pretexto para evitar reconocer su


adicción voluntaria al placer. En otras palabras, se peca de mil maneras
distintas para obtener placer, mientras se ignoran, también
voluntariamente, las consecuencias destructivas para nosotros mismos
y para los demás de dichos comportamientos, consecuencias que son
la base de gran parte de la culpabilidad humana por el pecado.

Los propósitos del autoengaño son dos: Primero, tratar de inhibir la


conciencia para no sentirse mal al pecar. El segundo, quitar el freno
para así libremente transgredir.

LA DESTRUCCIÓN DEL ALMA


Otra característica innata del pecado, es la de provocar la destrucción
del alma. Esto lo hace primeramente adormeciendo la conciencia para
que no repruebe ciertas acciones, de modo que transgredirás las leyes
morales y no te sentirás redargüido, o a lo mucho, sentirás una leve
molestia en la conciencia que luego podrás calmar pensando, si eres
una persona religiosa, que “es el diablo el que te está acusando”. Una
conciencia adormecida es una conciencia cauterizada, insensible, que
ya no cumple su función de alarmarnos cuando se rompen ciertos
principios. Normalmente en la mayoría de la gente, las conciencias
están despiertas (sensibles) para los pecados escandalosos como
matar, adulterar, robar, etc.; pero están dormidas a los pecados
socialmente aceptados como son: la amargura y la codicia.
¿CÓMO SE HA ADORMECIDO ESA CONCIENCIA?
Con argumentos. Argumentos que buscan apaciguar y eliminar el
sentido de culpabilidad que ésta produce.
Un buen ejemplo es Esaú. Cuando su hermano Jacob le pidió la
primogenitura a cambio de su guiso de lentejas, Esaú tuvo que fabricar
un fuerte argumento para que su conciencia no lo acusara de lo que
pretendía hacer, estaba mal. Así que argumentó y se dijo: “He aquí yo
me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?”
(Gn. 25:32). ¿Acaso no podía ir a casa de sus padres a comer, si es
que realmente estaba a punto de morir de hambre? Era su propio deseo
que no quiso refrenar lo que le hacía pensar que “estaba a punto de
morir de hambre”, sólo para saciar su apetito en ese momento.

Pero a más de adormecer la conciencia, el pecado ultraja la razón del


hombre. Hacer lo que uno sabe que hace daño es algo irracional, es
una especie de locura porque la persona está consciente de que es
dañino, sin embargo lo hace. En ese momento decide que no quiere ser
influenciado por la razón, sino por las pasiones y los deseos. Así, hay
hombres que han perdido su familia, esposa e hijos, a cambio de un rato
de placer sexual en la infidelidad.

O por un romance con una amante, que luego los despoja de su dinero
y los abandona… por otro. ¿No es éste un acto irracional? Hay predica-
dores que han perdido su ministerio, ¡la unción del Espíritu Santo!, por
una noche con una prostituta. Esto sería semejante a cambiar un kilo
de oro por un kilo de estiércol; ¡sería una locura! Sin embargo, lo
cambian. Se trata de un acto irracional. El libro de Proverbios dice lo
siguiente: Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento...”
(Pr. 6:32ª).

La persona se embrutece al transgredir la ley moral, actúa como un


animal. Como dice el proverbio: “Al punto se marchó tras ella, Como va
el buey al degolladero,... Como el ave que se apresura a la red, Y no
sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón.”
(Pv. 7:22-23)

Cuando Aarón pecó contra Moisés dijo: “...¡Ah! señor mío, no pongas
ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos
actuado,...” (Nm. 12:11)

Y a Saúl, Samuel lo reprendió diciendo: “...Locamente has hecho; no


guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado”
(1ª S. 13:13-14ª)

Pecar degrada a los seres humanos al nivel de los animales


irracionales. Además de embrutecer, el pecado endurece el corazón; el
libro de los Hebreos dice: “Antes exhortaos los unos a los otros cada
día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se
endurezca por el engaño del pecado.” (He. 3:13)

Endurece el corazón, Esclerokardias Endurecer el corazón, del griego


esclerokardias, es obstinarse voluntariamente. Por más razones que se
le presenten, la persona con corazón endurecido no cambia su intención
egoísta. Es como si un ladrón entrara en una casa para robar y de paso
tomara a uno de los hijos de esa familia del cuello y le dijera a sus
padres que lo va a ahorcar. Los padres empiezan a intentar persuadirlo
para que no lo haga, apelan a su avaricia y le ofrecen dinero.

Luego le ofrecen sus bienes, sus carros, todo lo que poseen, pero el
hombre es duro de corazón e insiste obstinadamente en matar a su hijo;
la familia apela entonces a que piense en la corta edad del niño, en que
sufrirá con dicha muerte, o en que es su hijo mayor que los ayuda a
sostenerse, etc. Luego la familia intenta atemorizarlo para que desista
y le dicen que la justicia lo castigará, que quizás lo encarcelen, etc., pero
el ladrón tal parece que no tiene entrañas y que nada lo mueve, está
duro, no accede a soltar al niño.
Esto es exactamente lo que hace el pecado en la persona impía, la
vuelve obstinada, terca. Dios le promete el cielo y no lo convence de
abandonar su mala conducta. Le muestra su bondad en Cristo, le da la
ayuda del Espíritu Santo al hacerle entender que el pecado lo daña a él
mismo y a sus seres queridos, y ni aun así lo logra persuadir; lo busca
concienciar advirtiéndole que será juzgado, etc., y ni aun así lo
persuade. ¿Qué sucede? Su corazón está endurecido: no quiere ceder
para rendirse a Dios. No quiere perder los deleites momentáneos que
ha venido disfrutando, ni quiere considerar que hay una felicidad eterna
en el camino del bien.

DESEOS SIN CONTROL


No sólo se afecta el alma al endurecerse el corazón, además se
sensibilizan los deseos carnales cada vez que se peca. Cada vez que
el hombre los alimenta dándoles rienda suelta, esos deseos se vuelven
más sensibles, más fácilmente estimulables y más exigentes al
demandar ser complacidos. La práctica del pecado agiganta los deseos
y después éstos doblegan la voluntad ante la más mínima tentación.
Cuando Jesús hablaba de “sacar un ojo” o “cortar la mano”, si éstos
fueran ocasión de caer (Mt. 5:29-30), estaba enseñando, en un lenguaje
retórico, la manera radical en que debemos tratar a los deseos. Él
conocía la fuerza y rapidez con que crecen. El pecado los alimenta, de
tal forma que los convierte en un tirano que después manipula al hombre
como un títere.

LA CORRUPCIÓN DEL CARÁCTER.

EL PECADO TIENDE A CORROMPER TODO EL CARÁCTER.


Este es el desarrollo natural del pecado: se empieza quizás con enojos
pero, al no considerarlos pecados, al rato se permiten los rencores,
luego los odios y los actos violentos. La codicia engendra mentiras para
obtener dinero, después robos, traiciones de confianza y hasta
homicidios por el ansia de obtener, etc. El pecado aumenta en variedad
y cantidad, pero también comienza a aumentar en frecuencia individual.
La persona se envicia y cede a la tentación de actuar así continuamente.
Tristemente ésta es la experiencia hoy en día de muchos que se llaman
convertidos, pero que retuvieron con ellos algunos pecados socialmente
aceptados y abandonaron sólo los pecados escandalosos. Estos
“inocentes pecados” comienzan a ser más frecuentes y luego llevan a
otros hasta que se termina cayendo en los pecados escandalosos. ¿Por
qué? Porque en vez de abandonarse, también se justificaron con
excusas religiosas.

“...Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que
todos los que reinaron antes de él.” (1ª R. 16:30)
Si estudiamos la historia de Israel viéndolo como una unidad, vemos
que conforme pasó el tiempo su maldad fue en aumento, tanto en
género como en grado de transgresiones.

Lo mismo sucede en el ser humano. Los pecados aumentan. Pero no


sólo en tipo y en cantidad, sino en gravedad. La persona se va
degradando cada día más para cometer actos más escandalosos y
vergonzosos que lo esclavizan.

El pecado tiende a corromper a toda la persona. La naturaleza misma


de estas acciones es insensibilizar la conciencia, endurecer el corazón,
ultrajar la razón, desarrollar en forma monstruosa los deseos carnales.
Esto es lo que naturalmente genera cada pecado individual que se
comete. Imaginemos lo que producirá la suma acumulada de muchos
pecados a través de largos años y entenderemos mejor por qué nuestra
sociedad, y la iglesia, están dando a luz personalidades cada vez más
aberrantes y violentas.
LAS DIFERENCIAS DEL PECADO

1. El PECADO PERSONAL:
Son los pecados que cometen las personas, o sea, los pecados
individuales. Puede ser con conocimiento o sin ello. Puede ser de
comisión o de omisión. No haber dado en el blanco es también dar
en el blanco equivocado. El Castigo por esta clase de pecado es la
pérdida de comunión con Dios (1Juan 1:6). Los remedios, provistos
por Dios, son:

 EL PERDÓN,
Que quita la culpabilidad del pecado.
(Marcos 2:5-11) (Colosenses 1:14) (Efesios 1:7; 1ª. Juan
1:9; 2:12);

 LA JUSTIFICACIÓN,
Que es la imputación de la justicia de Cristo al pecador
(creyente).
(2ª. Corintios 5:21) (Romanos 3:24) (1ª. Corintios 1:30).

2. LA NATURALEZA DEL PECADO:


O naturaleza pecaminosa, es la capacidad para hacer todo aquello
“lo bueno” que no nos hace aceptables ante Dios. Es heredada o
transmitida de los padres a los hijos, de generación en generación.
(Salmo 51:5) Los resultados de la naturaleza del pecado son:
El pecado de naturaleza es la pre-disposicion del ser humano y su
inclinación a hacer cosas que de ninguna manera le recomiendan
ante Dios. El hombre y la mujer sin Dios están controlados por el
diablo quien es dueño de su naturaleza, su mente y su corazón; su
mente está en oscuridad y su corazón tiene tendencia a hacer lo
malo (pecar). En (2 Cor. 4:4) dice: "en los cuales el dios de este
siglo [el diablo] cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no
les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo".

En (Ef. 4:18) dice: "teniendo el entendimiento oscurecido, ajenos de


la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de
su corazón". El ser humano nace predispuesto a pecar, esa es su
naturaleza. Dios refiriéndose a la actitud del hombre en Génesis
8:21 dice: "porque el intento del corazón del hombre es malo desde
su juventud", en el Salmo 51:5, el salmista dice: "He aquí en
maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre". El
pecado esta ligado al ser humano desde su niñez, en Proverbios
22:6 dice:" La necedad está ligada en el corazón del muchacho".

El pecado de naturaleza trae como primera consecuencia la


depravación. El individuo es impulsado por los deseos
pecaminosos de su naturaleza y llegara a depravar su vida a tal
grado que será llevado a otras áreas de pecado cada vez mas
profundas y más lejos de Dios.

La segunda consecuencia del pecado de naturaleza es la muerte


espiritual. Cuando usted peca o está viviendo en pecado, esto
causa una separación entre usted y Dios, Él no tiene relación con
usted, ni usted tiene relación con Él porque el pecado lo
impide. Aunque usted piense que tiene relación con Dios lo cierto
es que tal relación no existe. Dios le sigue amando y desea que la
comunión con usted comienza o sea restablecida. "Por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
 LA DEPRAVACIÓN TOTAL:
La falta total de mérito del hombre delante de Dios.
(Jeremías 17:9; Romanos 1:18-3:20; Santiago 1:13,14)

 LA MUERTE ESPIRITUAL:
La separación total de Dios, enemistad, ceguera, dureza de
corazón (Romanos 3:23; 2Corintios 4:3,4; Efesios 4:17, 18).

Los remedios para la naturaleza pecaminosa, provistos por Dios


son:

 LA REDENCIÓN:
Que hace del hombre una nueva criatura, con nuevas
capacidades para servir a Dios.
(Romanos 3:24, 25) (2Corintios 5:17)

 EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO:


Morando en el creyente, para dar la victoria sobre la naturaleza
pecaminosa ya juzgada (Romanos 8:2).

3. EL PECADO IMPUTADO:
Que es lo que resultó de la participación de todos los hombres en
el pecado de Adán; el pecado original. Esta imputación se realiza
directamente de Adán a cada miembro de la raza humana
(Romanos 5:12) (1Corintios 15:21, 22).
El castigo o resultado de esta clase de pecado es la muerte física.
El remedio, provisto por Dios, es la imputación al creyente de la
justicia de Cristo (2Corintios 5:21).

4. EL PECADO EN LA VIDA DEL CRISTIANO:


El apóstol Juan nos enseña con claridad que, tristemente, el
creyente continúa pecando (1ª. Juan 1:8-10), aunque la norma
para nuestra vida es que debemos “andar en luz” (1ª. Juan 1:7).
Dios nos provee ayuda en varias maneras.

 La palabra de Dios es nuestra ayuda “para no pecar”


(Salmo 119:11).
 El Señor Jesucristo intercede por nosotros (Juan 17:15).

 El espíritu Santo mora en cada uno de nosotros.


(Juan 7:37-39) (Romanos 8:9).

Los resultados o castigos de esta clase de pecado son


progresivos. Se el pecador cristiano no reacciona, la Palabra de
Dios receta acción, primero de algunos hermanos, y después, de
la iglesia. Y si la persona aún no responde, la biblia advierte que
nuestro Padre Celestial tomará las acciones necesarias:

 Lo ideal es que el pecado se dé cuenta por medio de un auto


examen y autodisciplina que hay interferencia en su comunión
con Dios (I Juan 1:6), y que reconozca y confiese su pecado
(Mateo 5:23, 24). Si así hiciéramos los siguientes pasos no
serían necesarios.

 El siguiente paso recetado por (Mateo 18:15-16) es la


confrontación con uno o dos testigos adicionales, con la
esperanza que así reconozca su falta y tome los pasos
indicados para remediar la situación.

 (Mateo 18:17) nos lleva al paso de disciplina eclesiástica. La


biblia nos enseña que la iglesia es responsable de su
testimonio en su localidad, y no debe hacer caso omiso de un
hermano que insiste en continuar en pecado (1ª. Corintios 5:1,
4 ,5). También nos enseña que cuando dicha disciplina haya
logrado su propósito, también debe ser levantada
(2ª. Corintios 2:6, 7).

 (Mateo 18:17) reconoce que habrá situaciones que desde el


punto de vista humano, no tienen solución. Son casos donde
hace falta la intervención directa de nuestro Padre Celestial.
(Hebreos 12:6) nos dice que “el Señor al que ama, disciplina,
y azota a todo el que recibe por hijo”.

 Si el pecador no responde, ni a la disciplina de la iglesia, ni a la


disciplina de Dios, la Palabra nos enseña que algunos casos
pueden llevar hasta la muerte (física) de la persona.
(1ª. Corintios 11:30) (1ª. Juan 5:16) ¡Seamos sensibles a
nuestra condición personal, para así evitar las consecuencias
más drásticas!

Todos los pasos progresivos de la lista de arriba tienen el fin de


llevar al pecador al punto de confesar su falta al que es “fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad”, que es el único remedio que Dios ha previsto para que
“nuestra comunión verdaderamente” sea “con el Padre, y con
su hijo Jesucristo.” (1ª. Juan 1:9; 1:3)
LA UNIVERSALIDAD DEL PECADO.

Las siguientes fuentes dan testimonio del hecho indiscutible, de


que todos los hombres son pecadores.

LA HISTORIA.
Se calcula que por lo menos 50.000.000.000. millones de
personas han vivido en este planeta, y todos han muerto de diferentes
causas, dando testimonio de la gravedad del pecado.

EL TESTIMONIO DE LA CONCIENCIA.
Cuantas veces el medidor del pecado interno del hombre lo ha llevado a la
desesperación, y hasta el suicidio, por sus acciones pecaminosas, y
aunque se pueda mancillar la conciencia, no se la puede negar.

EL TESTIMONIO DE LAS RELIGIONES.


La historia de las religiones y la filosofía dan testimonio de ello, pues ellas
testifican de la gravedad del pecado, en mundo gentil, la multitud de
ídolos y de inventos religiosos que surgen a
diario, es la consecuencia de como el hombre busca huir de conciencia
culpada. Job dijo. “como se justificara el hombre para con Dios”.

EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS.


La biblia nos enseña acerca de la maldad del hombre. (1Rey. 8.46)
“Si pecaren contra ti (porque no hay hombre que no peque), y estuvieres
airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los
cautive y lleve a tierra enemiga, sea lejos o cerca”. Pr. 20:9 “¿Quién
podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi
pecado?” (Ec. 7; 20) “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que
haga el bien y nunca peque” (1Jn. 1.8-10) “Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos
que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está
en nosotros”.

Declaraciones personales acerca de la maldad del hombre, en por lo


menos ocho ocasiones diferentes en la biblia, una persona se ve
forzada a pronunciar esas palabras trágicas pero verdaderas
HE PECADO

FARAÓN:
(Ex. 9.27) “Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les
dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos”.

BALAAM:
(Nm. 22.34). “Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado,
porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora,
si te parece mal, yo me volveré”

ACÁN:
(Josué 7.20). “Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo
he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho”

SAÚL:
(1Samuel. 26.21). “Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío
David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada
preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado
en gran manera”

DAVID:
(2 Samuel. 12.13) “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová.
Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no
morirás”.

JOB:
7.20. “Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los
hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, Hasta convertirme en
una carga para mí mismo?”

EL HIJO PRÓDIGO:
(Lucas. 15.21). “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”

JUDAS:
(Mt. 27.4). “diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas
ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? !!Allá tú!”

EL TESTIMONIO DE NUESTROS HIJOS:


Hay que enseñarles el bien a nuestros hijos , porque el mal ya
lo conocen.

EL RESULTADO PARA LA HUMANIDAD.

Todos pecaron. (Romanos 3:10, 23; (Isaías 53:6).

Todos son culpables ante Dios. (Romanos 3:19; Gálatas 3:10).

Hijos de ira. (Efesios 2:3; (1Juan 3:8-10).

Apartados de Dios. (Efesios 4:18; (1Corintios 2:14).

Naturaleza corrupta y engañosa. (Jeremías 17:9; romanos 1:19-31);

Esclavizados por el pecado y muerto en los pecados. (Romanos 6:17)


Degradados en carácter y conducta.
(Tito 3.3; (Efesios 2:3; Colosenses 3:5,7)

Fundamentos de Teología Bíblica, Bancroft, p. 305-306.

IRRELIGIOSIDAD

El pecado también es denominado irreligiosidad, en particular en el


Nuevo Testamento. Una palabra prominente es el verbo ἀσεβέω
(asebeō), junto con su forma nominal ἀσέβεια (asebeia) y su forma
adjetiva ἀσεβής (asebēs). Este es el negativo de σέβω (sebō) que
significa "alabar" o "reverenciar" y se encuentra siempre en voz media
en el Nuevo Testamento. Ἀσεβέω es lo contrario del término εὐσεβέω
(eusebeō) y sus afines, que son especialmente comunes en las
Epístolas pastorales. El verbo εὐσεβέω y sus afines, junto con el término
θεοσεβής (theosebēs) se utilizan para la piedad del devoto. Por tanto el
conjunto de los términos que giran en torno a ἀσεβέω no significan tanto
falta de santidad como irreverencia. Los encontramos particularmente
en Romanos, 2 Pedro y Judas. "Impiedad" y sus afines puede ser la
mejor manera de traducirlos.

Las palabras ἀδικέω (adikeō), ἀδικία (adikia) y ἄδικος (adikos) también


denotan irreligiosidad, o la ausencia de rectitud. En el griego clásico
ἀδικία no se define claramente y toma varios matices de significado. El
adjetivo ἄδικος puede significar "equivocado, inútil, de naturaleza no
adecuada." Las palabras de esta familia a menudo aparecen en
contextos legales donde significan incumplimiento de los deberes para
con los dioses. En la Septuaginta se utilizan para traducir distintos
términos hebreos; ἀδικέω se utiliza para no menos de veinticuatro
palabras. La forma nominal se encuentra principalmente en singular, lo
cual algunos han considerado como indicativo de que la idea de los
pecados individuales ya se había acercado más a la idea más amplia
de pecado.

La δίκη (dikē) o justicia con la que se contrasta ἀδικία era


originariamente la justicia del tribunal. Por lo tanto en el Nuevo
Testamento ἀδικία es injusticia o, en un sentido más amplio, irrectitud.
Es la incapacidad para vivir a la altura del estándar de rectitud.
En (1 Corintios 6:9) Pablo pregunta: "¿No sabéis que los injustos
[ἄδικοιadikoi] no heredarán el reino de Dios?" Y en (Col. 3:25) dice:
"Pero el que actúa con injusticia [ἀδικῶν—adikōn] recibirá la injusticia
[ἠδίκησεēdikēse] que haya cometido, porque no hay acepción de
personas." De este y otros textos del Nuevo Testamento concluimos
que ἀδικία es comportamiento contrario al estándar de rectitud, aunque
ese estándar puede que no esté identificado concretamente como ley.

Un término adicional en este grupo es el nombre ἀνομία (anomia) junto


con el adjetivo ἄνομος (anomos) y el adverbio ἀνόμως (anomōs). No
son muy comunes en el Nuevo Testamento. De una forma u otra son
obviamente la negación de νόμος (nomos, "ley"). Hay dos sentidos
básicos. Pablo utiliza el adjetivo y el adverbio para referirse a personas
que no tienen la ley judía, o sea, los gentiles (Ro. 2:12; 1 Co. 9:21) y
Pedro probablemente utiliza el adjetivo de manera similar en
(Hech. 2:23).

Sin embargo, más a menudo estas palabras hacen referencia a los que
infringen la ley en general, ya sean judíos o gentiles. Pedro dice de Lot
que "afligía cada día su alma justa viendo y oyendo los hechos inicuos
de ellos" (2 P. 2:8); ver también (2 Ts. 2:8; 1 Ti. 1:9). Los gentiles,
aunque no tenían la ley judía, no obstante tenían una ley divina, que
constantemente quebrantaban. La palabra ἀνομία nunca hace
referencia a quebrantar la ley en el sentido estricto de la ley mosaica,
sino en el de infringir la ley de Dios en el sentido más amplio. Los únicos
usos de ἀνομία en los evangelios sinópticos son cuatro ejemplos en
Mateo (7:23; 13:41; 23:28; 24:12).

En cada caso es Jesús quien utiliza el término; en cada caso se trata de


un incumplimiento de la ley universal que todo el mundo conoce; en
cada caso el contexto alude al juicio que tendrá lugar con la segunda
venida de Cristo. Varios otros pasajes del Nuevo Testamento hablan de
la violación de la ley de Dios en un sentido más amplio y aparecen en
contextos que hacen referencia a la segunda venida de Cristo y al juicio
(por ejemplo, (2 Ts. 2:1–12); (1Jn. 3:2, 4).
Ryder Smith resume: "Cada vez que se utiliza anonia, están presentes
los conceptos de ley y juicio, y en ejemplos característicos y más
numerosos, la referencia que se hace no es a la ley judía, sino a todo lo
que cualquier hombre sabe que Dios ha ordenado." Es de destacar que
cuando Pablo hace referencia a la violación de la ley de los judíos, utiliza
otra palabra, παρανομέω (paranomeō) (Hch. 23:3).
TITULOS Y NOMBRES DE LOS IMPIOS

Enemigos de Dios Ex. 15; 6


Hijos de Belial Dt. 13; 13
Generación perversa Dt. 32; 5
Hijos de la soberbia Job. 41; 31
Malignos Sal. 37; 9
Transgresores Sal. 37; 38
Necios Sal. 53; 1
Vástagos abominables Is. 14; 19
Hijos rebeldes Is. 30; 1
Pueblo rebelde Is. 30; 9
Nación rebelde Ez. 2; 3
Lobos Mt. 7; 15
Cizaña Mt. 13; 38
Hijos del malo Mt. 13; 38
Hijos del infierno Mt. 23; 15
Sepulcros blanqueados Mt. 23; 27
Cabritos Mt. 25; 32
Hijos de este siglo. Ec. 16; 8
Enemigos de toda justicia Hch. 13; 10
Vasos de ira Ro. 9; 22
Reprobados 2Co. 13; 5
Hijos de la esclavitud Gá. 4; 31
Hijos de ira Ef. 2; 3
Hijos de desobediencia Ef. 2; 2
Enemigos de la cruz Fil. 3; 8
Hijos de maldición 2P. 2; 14
Hijos del diablo 1Jn. 3: 10
Estrellas errantes Judas. 13
TÉRMINOS PARA EL PECADO

Aborrecedores de Dios Ro. 13


Adulterio Gá. 5; 19
Apartarse de los caminos de Dios Os. 7; 13 He. 3; 12
Abominación Ap. 21; 8
Abuso verbal Neh. 13; 45
Altivez Job. 20; 6
Afeminados 1Co. 6; 9
Apostasía 1Tim. 4; 1
Arrogancia Pr. 8; 13
Avaricia 1Co. 5; 9
Borracheras 1Co. 5; 11
Celos Gá. 5; 20
Concupiscencia Ro. 6; 12
Cobardía Ap. 21; 8
Contiendas Gá. 5; 20
Culpa Is. 1; 4
Codicia Pr. 1: 19
Conformismo Job. 34; 9
Chantaje
Chisme Pr. 16; 28
Despreciar Sal. 10; 3 – 5
Detractores Ro. 1; 30
Desobedientes a los padres Ro. 1; 30
Despreciadores de lo bueno 2Ti. 3; 2
Devoción a los placeres 2Tim. 3; 4
Denegando el poder de la santidad 2Tim. 3; 5
Desleales Ro. 1; 31
Depravidad 2P. 2; 19
Descontento Gé. 30; 1
Discenciones Gá. 5; 20
Divisiones de la iglesia Is. 59; 2
Duda Ro. 14; 23
Disoluciones Ef. 5; 18
El aborto
El baile Jue. 21; 21
Engaños Ro. 1; 29
El fraude Sal. 36; 3
El incesto
El odio
El racismo
Envidia Gé. 37; 11
Egoísmo
Embriaguez Ap. 17; 2
Enemistades Gá. 5; 20
Estafadores 1Co. 6; 10
Errores Sal. 19; 12
Empedernidos
El impío Ex. 23; 7
El miedo Jer. 48; 44
El soborno Dt. 16; 19
Escarnecer
El matrimonio ilegal Dt. 27; 20
Falsedad Ex. 20; 16
Falso acusador Lv. 19; 12
Filacterias Mt. 23; 5
Falta de modestia
Falta de fidelidad 2Co. 11; 3
Fatuos Pr. 17; 12
Fascistas
Fornicación 1Co. 5; 9
Fetichismo o fundamentos falsos Lc. 6; 49
El culto hipócrita 1S. 15; 9
Hechicería (brujería, santería, magia, etc) Ap. 22; 15
Herejías Gá. 5; 20
Homosexualismo – lesbianismo 1Co. 6: 9
Hipocresía Sal. 26; 4
Iniquidad Sal. 51; 2 – 9
Impureza Lv. 16; 16
Injusticia 1Jn, 1; 9
Infracción a la ley 1Jn. 3; 4
Incredulidad He. 3; 12
Idolatría 1Co. 5; 9
Inventores de males Ro. 1; 30
Injuriosos Ro. 1; 30
Implacables Ro. 1; 31
Irritadores Gá. 5; 26
Insensatos Pr. 1; 7
Inicuos
Irracionalismo 2P. 2; 12
Inmoralidad
Inmundicia Os. 6; 10
Los secuestradores 1Tim. 1; 10
La mentira 1Tim. 1; 10
Los perjuros 1Tim. 1; 10
Los ladrones 1Co. 5; 9
Los maldicientes 1Co. 5; 11
La ofensa Hab. 11; 1
La des unión familiar Pr. 15; 27
La prevaricación Pr. 2; 22
La soberbia Pr. 8; 13
La crueldad Pr. 11; 17
La burla 2Cr. 7; 20
La intemperancia
La gula
La injuria
Libertinaje
La critica
La insensibilidad Sal. 119; 70
La ira intensa Pr. 27; 4
La necedad Pr. 12; 23
La rebeldía Jer. 5; 23
Las revertas 1Co. 3; 3 – 4
La lascivia Gá. 5; 19
La impureza Col. 3; 5
La murmuración Ro. 1; 30
La unión libre
La maledicencia
La malicia Job. 22; 5
La prostitución Ez. 16; 15
La pereza Pr. 19; 15
La necedad Ro. 1; 31
Los pleitos Gá. 5; 20
Los vicios Jud. 7
Los homicidas Ap. 22; 15
La perversidad Gé. 6; 5
La maldad Gé. 8; 21
La rebelión Ex. 34; 7
La violación Dt. 22; 25 – 27
Los que se oponen a la sana Doctrina 1Tim. 1; 10
La trasgresión Sal. 32; 1 – 5
Mofarse Job. 12; 4
Malhechores Lc. 23; 32
Malos pensamientos Dt. 15; 9
Malos deseos Col. 3; 5
Menospreciar a otros 1Co. 1; 28
Malvado Ex. 34; 7
Malignidades Ro. 1; 29
Morbosidad
Mundanalidad Mr. 8; 36
Orgías Gá. 5; 21
Orgullo
Pasiones desordenadas Col. 3; 5
Palabras deshonestas Col. 3; 8
Peleas
Practicas satánicas
Prodigalidad Lc. 15; 13
Rebelión Jos. 22; 22
Saber hacer lo bueno y no hacerlo
Secuestros
Secreteadores Pr. 11; 13
Señas con los dedos
Servicio imperfecto 1Co. 3; 13
Suicidio Mt. 27; 5
Sin afecto natural Ro. 1; 31
Sin misericordia Ro. 1; 31
Sodomismo 1Tim. 1; 10
Persecución Hch. 5; 17
LA EVOLUCION DEL PECADO

«¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen?»


(Proverbios 6.28).

La sabiduría (en su sentido completo) se refiere a todas las formas de actuar con
rectitud; la insensatez se refiere a todas las formas de cometer pecado. En vista de
que el adulterio personifica la insensatez, podemos, por lo tanto, generalizar la
dinámica del adulterio a todas las formas de pecado. El análisis del proceso del
adulterio, que describe Salomón, revela un esquema interesante que incluye las
que parecen ser tres etapas.

La Primera Etapa: La Vulnerabilidad


Para cualquier clase de pecado, el proceso de la insensatez comienza con un
estado mental, que carece de entendimiento acerca del pecado. Sin embargo, la
carencia de entendimiento no significa necesariamente ignorancia total de él. A
menudo, los que sucumben al pecado han adquirido una consciencia intelectual
acerca de la naturaleza prohibida de él. Lo que hace falta es una aceptación o
confianza en el conocimiento. Puede que esta carencia de convicción sea el
resultado de una falta momentánea de sabiduría o el reflejo de un estado crónico
de rechazo. Pero sea un momento o toda una vida de insensatez, cuando la
sabiduría es despreciada, la mente se vuelve indefensa; y por lo tanto, vulnerable
a la tentación. La señora Insensatez llama al simple, esto es, a los que no tienen
entendimiento. Así dice:

Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré entre
los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, e
iba camino a la casa de ella, a la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de
la noche… (Proverbios 7.6–9).
Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos de cordura dijo:… (Proverbios 9.16).

Pablo dijo que el Señor provee siempre una salida de la tentación, así leemos:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que
no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar (1Cor 10.13).

Una mente sabia presta atención a las advertencias. Sin embargo, el rechazo de
la sabiduría crea una mentalidad que no logra ver los peligros del placer ilícito.
Salomón hizo el siguiente ruego:

Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca. No se aparte
tu corazón a sus caminos; no yerres en sus veredas (Pro. 7.24–25).

Salomón también describió cómo los que son víctimas de la señora Insensatez a
menudo reflexionan sobre el comienzo y confiesan su actitud rebelde, diciendo:

… Y gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo, y digas: ¡Cómo


aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión; no oí la voz de los
que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído! (Pro. 5.11–13).

El último paso de la primera etapa implica experimentar tentaciones seductoras


(que se encuentran donde sea que el espíritu de Satanás esté activo) que
despiertan los apetitos. Se dice del pecado que este es engañoso (vea Heb 3.13)
porque induce a sus víctimas al error. Ofrece una recompensa in- mediata, como
carnada en anzuelo. Por lo tanto, la negativa a reconocer las advertencias, sumada
a una intensa excitación, equivale a una resistencia débil. La señora Insensatez
(la «mujer extraña») halaga y seduce con una variedad de tácticas solapadas,
todas diseñadas para atraer y cautivar.

La sabiduría te librará] de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras…
(Proverbios 2.16).

Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que
el aceite… (Proverbios 5.3).

Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la


zalamería de sus labios.
Al punto se marchó tras ella, cómo va el buey al degolladero, y como el
necio a las prisiones para ser castigado… (Proverbios 7.21–22).
LA SEGUNDA ETAPA: LA INDULGENCIA

De esta manera está preparado el escenario para que se cometa la acción prohibida,
escenario que a la vez abre el telón para el segundo acto del morboso drama. Cuando se
comete el pecado, este produce luego su recompensa, esto es, placer inmediato; para
incentivar el pecado. La señora Insensatez dice:
Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso
(Proverbios 9.17).

Cada vez que un pecado en particular se comete, la resistencia a la tentación se


reduce hasta que el comportamiento llega a ser tan habitual que la persona pierde
el poder de elección. El placer y el apetito van juntos, y complacer el uno intensifica
al otro. De este modo, la víctima ya no necesita que lo atraigan o tienten porque ha
sido atrapado en el dominio de sus propias emociones; su apetito cultivado ha
llegado a ser un fuerte deseo que no puede ser desatendido. Está verdaderamente
atrapado en un «abismo» profundo y un pozo angosto. Su pecado es ahora una
necesidad depravada que ha llegado a ser parte de su cuerpo en tal grado que, de
algún modo, hasta la salud de su sistema físico-químico ha sido trastornada
(«traspasado por una saeta»).
Como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la
saeta traspasa su corazón (Proverbios 7.23).

Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra el cual Jehová estuviere
airado caerá en ella (Proverbios 22.14).

Porque abismo profundo es la ramera, y pozo angosto la extraña


(Proverbios 23.27).

Ahora ya pone en práctica la conducta pecaminosa, y esto hace, no solamente por


el placer que genera, sino también, para escapar del dolor que produce resistirlo o
abstenerse de él. El ejemplo moderno más conocido de este proceso puede
observarse en los que son adictos a diferentes drogas (las cuales son hoy una
plaga moral tan común). Aun así, la adicción a las drogas es solamente una de
las muchas formas como una persona puede caer víctima de la señora Insensatez.
En efecto, la Biblia enseña que todo pecado habitual esclaviza. Jesús dijo lo
siguiente de forma categórica:

De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es
del pecado (Juan 8.34).
Y Pablo dijo:

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis


en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado
como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como
vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de
justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros […] ¿No sabéis que si
os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a
quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de
corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del
pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Hablo como humano, por vuestra
humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros
para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad
vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del
pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas
de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Más ahora
que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro
fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es
muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro
(Romanos 6.12–14, 16–23).

Pedro escribió una advertencia similar, diciendo:


… aquellos […] que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y
desprecian el señorío […] hablando mal de cosas que no entienden, como animales
irracionales, nacidos para presa y destrucción […] Pues hablando palabras infladas y
vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que
verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son
ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho
esclavo del que lo venció (2ª Pedro 2.10, 12, 18–19).

Además del adulterio, Salomón hace mención de la adicción más famosa, esto es,
el alcoholismo, pues dice:

Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando


despertare, aún lo volveré a buscar (Proverbios 23.35).

Sin embargo, las palabras de Salomón suponen otras adicciones o compulsiones que a
menudo no son consideradas como tales. Por ejemplo, habló de las ansias que motivan a los
adictos a la euforia de la depredación. También mencionó al impulsivo habitual. Habló del
hombre perezoso que desea ganarse el sustento, pero que, al ser adicto a la ociosidad, pierde
la lucha contra su cuerpo.
Porque no duermen ellos si no han hecho mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a
alguno. Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos (Proverbios 4.16–17).

El de grande ira llevará la pena; y si usa de violencias, añadirá nuevos males


(Proverbios 19.19).

El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar


(Proverbios 21.25).

LA TERCERA ETAPA: LA DEGENERACIÓN

La última etapa del proceso de la insensatez incluye las consecuencias


acumulativas de la insensatez sobre el adicto. Al continuar con el análisis del
adulterio, esto es, el modelo general de la insensatez, considere la descripción que
hace Salomón de su trágica culminación:
Mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus
pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol
(Proverbios 5.4–5).

Para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel; no sea que
extraños se sacien de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y
gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo…
(Proverbios 5.9–11).

Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada


(Proverbios 6.33).
La insensatez, al ser un término general para las enfermedades del espíritu, es un
proceso de- generativo que al final lleva a la muerte. Al hablar de la señora
Insensatez, Salomón dijo:

Todos los que a ella se lleguen, no volverán, Ni seguirán otra vez los senderos de la
vida (Proverbios 2.19).

Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte
(Proverbios 7.26–27).

Al analizarla como proceso, la descripción que hace Salomón de la señora


Insensatez me recuerda de la planta carnívora, que tiene forma de jarrón y se
alimenta de insectos. Los atrae exhibiendo una apariencia colorida y segregando
un néctar dulce en el área de su boca. El néctar tiene doble propósito, a saber:
tiene un efecto anestésico y lubrica el área haciéndola muy resbalosa. También
posee vellos que se proyectan hacia adentro de la garganta, facilitando la entrada,
pero dificultando el escape. Una vez atraída al interior, la víctima se desliza hacia
el fondo por la fuerza de la gravedad (acelerada por sus propios movimientos), y
es cuestión de tiempo para que caiga en un caldo de líquidos digestivos.

Planteado de otra manera, tal vez podamos ver el proceso completo como algo
parecido a una espiral o vorágine descendiente. El ignorante y el insensato se
pasean por la orilla disfrutando del placer, coqueteando con sus peligros. Pero una
vez que cruzan el límite, el descenso comienza. Cada vez que se repite el ciclo
lujuria-pecado-placer, dan vueltas hacia abajo hundiéndose cada vez más en el
agujero oscuro, perdiendo el control de sí mismos. Coquetearon con la insensatez
y perdieron. Dejaron la sabiduría y se hicieron insensatos, esto es, insensatos que
retroceden.

Darse gusto en el pecado lleva al cultivo de adicciones, compulsiones y hábitos


insensatos. Hay, por supuesto, una enorme variedad de formas de pecar. Aún más,
existen muchos factores que predisponen y circunstancias especiales, las cuales
pueden llevar a una persona a convertirse en esclavo de algún pecado en
particular. Sin embargo, el patrón básico parece ser común, a saber: la ignorancia
(promovida por la negativa a prestar atención a las advertencias) crea una
vulnerabilidad a la tentación, la cual lleva al pecado. Los placeres del pecado
alientan luego la complacencia repetitiva, la cual con el tiempo se convierte en una
compulsión que amenaza la salud y el bienestar de la persona.

CONCLUSIÓN
Parece que este proceso, al cual llamo la «vorágine de la insensatez»,
constituye el denominador común que subyace a todas las formas de
complacencia en la insensatez, sea en la mente o en el cuerpo, sea en la perversión
de algún bien natural o en la creación de un mal inusual, sea en una desatención
o en algún exceso (aun, según parece, en la obtención de sabiduría y en la
realización de la justicia, si al hacer esto otras obligaciones importantes son
desatendidas). (Vea Eclesiastés 7.16.) Sea que tenga que ver con la manera como
pensamos, razonamos, sentimos y hablamos, o con la manera como
reaccionamos a las necesidades, apetitos
LA NATURALEZA ESENCIAL DEL PECADO

Hemos visto que hay una gran variedad de términos para pecado, cada uno de ellos
resaltando un aspecto distinto. Pero ¿es posible en medio de esta desconcertante
variedad formular una definición amplia de lo que es pecado, identificar la esencia
del pecado? Hemos visto que los pecados se caracterizan de forma variada en la
Biblia como desconfianza, rebelión, perversidad, errar. Pero ¿qué es el pecado?

Un elemento común a todas estas formas variadas de caracterizar el pecado es la


idea de que el pecador no ha cumplido la ley de Dios. Hay varias maneras de
fracasar en el intento de alcanzar su estándar de rectitud. Podemos ir más allá de
los límites impuestos, o "transgredirlos." Podemos simplemente quedarnos cortos,
o no hacer en absoluto lo que Dios nos manda hacer o espera que hagamos. O
puede que hagamos lo correcto, pero por una razón incorrecta, y de esa manera
cumplir la letra de la ley, pero no su espíritu.

En el Antiguo Testamento, el pecado, en gran parte, es un asunto de acciones


externas o de falta de conformidad externa a los requerimientos de Dios. Los
pensamientos y motivos internos no se ignoran completamente en la concepción
del Antiguo Testamento, pero en el Nuevo Testamento se hacen especialmente
importantes, convirtiéndose en casi tan importantes como las acciones. Así Jesús
condenó la ira y la lujuria con igual vehemencia que el asesinato y el adulterio
(Mt. 5:21–22, 27–28). También condenó los actos externos buenos hechos
principalmente por deseo de obtener la aprobación de los humanos y no de
complacer a Dios (Mt. 6:2, 5, 16).
Sin embargo el pecado no son únicamente actos y pensamientos equivocados, sino
también pecaminosidad, una disposición interna inherente que nos inclina hacia los
actos y pensamientos equivocados. No somos pecadores simplemente porque
pecamos; pecamos porque somos pecadores.

Ofrecemos, pues, esta definición de pecado: "El pecado es cualquier falta de


conformidad, activa o pasiva, con la ley moral de Dios. Puede ser un acto o un
pensamiento, o una disposición o estado interno." El pecado es la incapacidad para
vivir según Dios espera de nosotros, en acto, pensamiento y ser. Sin embargo,
todavía debemos preguntarnos en este punto si existe un principio básico en el
pecado, un factor subyacente que caracterice a todos los pecados en sus múltiples
variedades. Se han hecho varias sugerencias.

«Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había
hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero
del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis,
para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios
que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien
y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su
marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron
que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su
mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová
Dios llamó al hombre, y le dijo:

¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo;
y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de
que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera
me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?
Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí» (Génesis 3.1–13).

El relato del fruto prohibido de (Gén. 3) demuestra los numerosos aspectos de la


naturaleza del pecado. «Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales
del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os
ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?» (Gén. 3.1). El diablo planteó
astutamente una pregunta a lo dicho por Dios, la cual sabía que era incorrecta, a
saber: «¿Quieres decir que no puedes comer de ningún árbol del huerto?». Su
cuestionamiento hizo que los pensamientos de Eva se volvieran hacia el único árbol
del cual no podía comer.
De conformidad con la naturaleza humana, es probable que Eva prefiriera haber
comido de aquel único árbol antes que de cualquier otro. Así es la tentación. El único
joven que las jóvenes desean es el que no pueden tener y la única joven que un
joven desea es la que no puede tener. Hay algo de intrigante en lo que no se puede
tener. Así que, Eva hizo exactamente lo que el diablo quería, esto es, puso su
corazón en aquel árbol, pues dice:

Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto


podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo
Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis (Génesis 3.2–3).

No hay evidencia de que Dios mandara no tocar el árbol. Eva puede haber incluido
esa posibilidad por si acaso era necesaria.
La primera mentira que se consigna en la Biblia está en (Gén. 3.4), donde dice:
«Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;…». Luego la serpiente
continuó con su engaño, diciendo: «… sino que sabe Dios que el día que comáis de
él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal»
(Gén. 3.5). Esta segunda parte de la declaración de la serpiente era verdadera. Si
Eva comía del árbol, sus ojos serían abiertos y sería como Dios, sabiendo el bien
y el mal. Más adelante, (Gén. 3.7) dice que, cuando Adán y Eva comieron del fruto
prohibido, «entonces fueron abiertos los ojos de ambos…». Además, (Gén. 3.22)
dice: «Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo
el bien y el mal»

Esta segunda parte de la aseveración que la serpiente hizo era verdad. Junto con
la primera parte de su declaración, la cual era falsa, el diablo estaba diciendo una
«mentira a medias». Las mentiras a medias son las más peligrosas de todas. La
serpiente hizo pensar a Eva que se estaba perdiendo de algo. Esa es la psicología
que usa el diablo. Todavía la usa hoy con nosotros.

Eva decidió probar el fruto. El texto dice:


Para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió (Génesis 3.6).

Primera de Juan 2.15 – 17 revela la naturaleza del pecado de Eva, diciendo:


No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no
está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el
que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Juan dijo que todo lo que el mundo ofrece nos llega por medio de los deseos de la
carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Estas tres vías abarcan los
motivos de todos los pecados.

Las tres motivaciones anteriores pueden verse en la narración de Génesis 3.6. Eva
comió del fruto porque vio que el árbol era bueno para comer. Ella estaba
satisfaciendo su apetito carnal. Sencillamente tenía hambre. El fruto también era
agradable para contemplar. Era atractivo al deseo de sus ojos. La serpiente hizo
incluso que Eva pensara que necesitaba ser sabia como Dios. Esto era atractivo a
su vanagloria de la vida. Este versículo abarca las tres vías de la tentación. Eva
tomó del fruto y lo dio a Adán, y este comió de él.

Se ha señalado que Jesús también fue tentado de estas tres maneras, a saber: De
haber convertido las piedras en pan, habría saciado Su hambre; de haber adorado
a Satanás, habría recibido la gloria del mundo; de haberse lanzado del templo y
haber hecho un espectáculo de Sí mismo, habría actuado con vanagloria. Las
tentaciones anteriores se alinean con las tres vías que se proponen en Primera de
Juan.

¿Acaso no se imagina usted que el fruto en particular que la serpiente le entregó a


Eva lucía muy atractivo? El pecado es tentador y fascinante. Hay diversión en él. Es
atractivo. Si no fuera seductor, no sería tentador. ¿Acaso no sabía usted que el
diablo probablemente le dio brillo a ese fruto todos los días?

Uno podría preguntarse por qué Dios puso aquel árbol en el huerto en primer lugar.
No tengo una respuesta completa, sin embargo, tengo unas ideas. Dios sabía que
Eva iba a comer de ese árbol. Ya había planeado enviar a Cristo antes de la
fundación del mundo, porque sabía que el mundo necesitaba a Cristo.

Otra parte de la respuesta es que, para que alguien sea bueno, tiene que existir el
potencial de que sea malo. Si al hombre no se le hubiera dado

La elección entre el bien y el mal, ¿cómo podía alguna vez ser bueno? El hombre
es la única criatura viviente que Dios hizo a Su imagen con el poder del libre
albedrío. Para que el hombre pueda elegir servir a Dios, también tiene que existir
la alternativa de elegir no servirle. Él pudo haber hecho un robot en lugar de un
hombre. En realidad, Dios limitó Su poder hasta cierto punto al darle al hombre
libre albedrío. Esta concesión lo hizo vulnerable a la realidad de que el hombre
pudiera rechazarlo. Con el fin de que el hombre pueda tener la oportunidad de ser
más que un simple animal, para poder ser bueno y elegir el bien, tiene que haber
una alternativa para elegir el mal. En el huerto, esa alternativa estaba en la forma
de un árbol prohibido.

«Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos;
entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales» (Gén 3.7). El hecho
de que los ojos de Adán y Eva se abrieron indica una conciencia sexual diferente.
Por habérseles abierto sus ojos, adquirieron una actitud vergonzosa o una
modestia que no estaba presente antes. Dejaron de ser inocentes. Así leemos:
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se
escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre,
y le dijo: ¿Dónde estás tú? (Gén 3.8 – 9).

Dios sabía dónde estaba Adán. No lo estaba buscando debajo de los arbustos.
Dios quería que Adán pensara acerca de dónde estaba él. Quería que se diera
cuenta de que estaba escondiéndose de Dios. Alguien hizo la observación de que
en (Gén 3.9) se encuentra la pregunta «¿Dónde estás tú? » como resultado del
pecado, y que en Génesis 4.9, se encuentra la pregunta «¿Dónde está […] tu
hermano?» por causa del pecado. El pecado separa al hombre de Dios y al
hombre del hombre.

«Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y


me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo?»
(Gén3.10 – 11). Adán no hubiera conocido que estaba desnudo si no hubiera
comido del árbol. La primera vez que el hombre tuvo miedo fue después de que
pecó. El pecado produce temor.

Cuando el hombre fue descubierto, hizo algo que siempre le ha parecido


conveniente a los hombres, esto es, culpar a la mujer, pues dice: «Y el hombre
respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí»
(Gén 3.12). Sin embargo, algunos han señalado que puede no
LAS ESPECULACIONES HUMANAS
SOBRE EL PECADO
Puesto que el pecado es un factor dominante en la experiencia humana
a la vez que el tema principal de la Biblia, ha sido motivo de discusiones
sin fin. Aquellos que rechazan la revelación escritural tienen con
frecuencia conceptos inadecuados acerca del pecado. Una
característica familiar del modo no bíblico de enfocar la cuestión es
considerar el pecado hasta cierto punto como una ilusión, es decir, que
el pecado es sólo un mal concepto basado sobre la falsa teoría de que
existe el bien y el mal en el mundo. Por supuesto, esta teoría fracasa al
enfrentarse a los hechos de la vida y a la maldad del pecado y niega la
existencia de un Dios y principios morales.

Otro antiguo enfoque del problema del pecado es mirarlo como un


principio inherente, lo opuesto de lo que Dios es, y relacionarlo con el
mundo físico. Esto se encuentra en la filosofía oriental y también en el
gnosticismo griego y es el trasfondo tanto para el ascetismo, la negación
de los deseos del cuerpo, como para el epicureísmo, que aboga por la
indulgencia del cuerpo. El hecho, sin embargo, es que se niega que el
hombre peque realmente y que sea responsable ante Dios. Un concepto
común, aunque inadecuado, es que el pecado es nada más que
egoísmo. Si bien es cierto que el pecado es a menudo egoísmo, este
concepto no es aplicable a todos los casos, porque el hombre peca a
veces contra sí mismo.

Todas estas teorías no alcanzan el nivel bíblico y son una negación de


la revelación bíblica del carácter y de la universalidad del pecado.

LA RAÍZ DEL PECADO

“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí


mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí,
éste la salvará.” (Lucas 9:23-24).

El pecado es la transgresión a la ley de Dios. La Escritura nos


enseña: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues
el pecado es infracción de la ley.” (1 Juan 3:4). Y para que nadie se
excuse pensando que la ley de Dios es demasiado incomprensible
como para entenderla y vivir sin infringirla, la misma Escritura nos
dice: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es
pecado.” (Santiago 4:17).

LA RAÍZ DEL PECADO


La Biblia no podía ser más clara al explicarnos qué es el pecado,
además es un tema muy importante y mencionado muchas veces en
ella. Todo lo que Dios habla a los hombres que no han nacido de
nuevo es en relación a su pecado. Pero, ¿cuál es la raíz del pecado?
¿O cual es la raíz de todos los pecados? ¿Por qué una persona peca?
Dios la la respuesta:

“Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos,
se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por
tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la
ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los
profetas.” (Mateo 22:34 - 40)

Si toda la ley y los profetas se cumplen en estos dos mandamientos,


entonces todo pecado proviene en primer lugar de no amar a Dios por
sobre todas las cosas y con todo lo que somos. Y el que no ama a Dios,
tampoco puede amar a su prójimo. Si una persona no está dispuesta a
amar a Dios y a su prójimo, ¿entonces quién tiene el primer lugar en su
vida? La respuesta es simple: se ama tanto más a sí mismo, como para
no entregarse a Dios y a su prójimo.
EFECTO DEL PECADO

VERDAD CENTRAL:
La caída del hombre es la razón de todo el sufrimiento humano.

TEXTO ÁUREO:
Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos
los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos
los hombres la justificación de vida. (Romanos 5: 18)

Trasfondo Bíblico (Génesis 3:1 - 4:26; Romanos 5:12,18)

BOSQUEJO
I. El pecado separa de Dios
 Anatomía del pecado
 Resultado del pecado
II. El pecado destruye las relaciones
 Diseminación del pecado
 Separación de Dios
III. Dios salva del pecado
 Esperanza en la desesperación
 Triunfo de Cristo

OBJETIVO
Reconocer que la caída del hombre es la razón de todo el sufrimiento
humano, y recibir por fe la misericordia y la gracia de Dios.

INTRODUCCIÓN
Aunque algunas plantas parezcan inocuas, pueden ser venenosas. El
tocar plantas que parecen inocuas como la hiedra venenosa puede dar
por resultado irritación de la piel. Las personas y los animales pueden
morir por ingestión de algunas plantas venenosas.
En el medioevo, las plantas venenosas fueron armas que se
emplearon para destronar reyes o contaminar los suministros de agua
para acelerar la derrota de un enemigo.

Aunque el veneno en esas plantas puede ser invisible, no obstante


tienen un poderoso, y a veces mortífero, efecto para quienes las
ingieren.

Esta lección analiza el origen del pecado, un veneno que entró


sutilmente en la raza humana por medio de Adán y Eva. El efecto de
su pecado trascendió su época y afecto a toda la humanidad.

 Desde que Adán y Eva pecaron el mundo no ha tenido paz, ni la


tendrá.

 Mientras exista pecado en el mundo es inevitable que la


naturaleza desborde su ira y se haga hostil al hombre.

 El pecado es violencia que engendra más violencia.


 Dios no destruye al pecador porque tendría que destruir gran parte
de la humanidad, y la tierra podría quedar casi vacía, como estuvo
al principio.

 Dios no manda castigos totales, sino parciales y remediables, que


sirvan de escarmiento para que los pecadores se conviertan y los
justos Le amen más.

 El pecador no disfruta de las cosas que posee, porque las cosas


lo censuran y rechazan.

 El pecador se cansa de día y no duerme de noche, porque el dulce


sueño se le escapa.

 Al pecador ningún manjar lo llena y nada le calma la sed, en todo


techo está inseguro y con todo vestido siente desnudez. El
pecador no soporta el frío hielo de su propio corazón.

 El castigo está próximo, porque el pecado siempre está al lado del


castigo.
 El pecado es fuerza bruta que atrae su castigo.
 El castigo es escolta que acompaña al pecador.
 El tiempo del pecado es el breve tiempo que tarda en venir el
castigo.
 El castigo es siervo que trabaja duro y sin descanso, cuando tarda
es porque está ocupado con otros pecadores.

 El castigo es médico que cura, para unos; y verdugo que mata,


para otros.
 Cuando el hombre está en pecado falta Dios, y sin Dios todo es
soledad, tinieblas y caos.
 La mujer se deja engañar fácilmente por las apariencias, el
hombre se deja engañar fácilmente de la mujer.

 Los frutos del pecado son: miedo interior y desnudez del alma,
atracción por las cosas de la tierra, enemistad, dolor, aridez en el
trabajo, sensualidad, ponerse bajo el dominio de los demás,
venganza de la naturaleza, escasez de los recursos, frustración
de los esfuerzos, comer hierbas de animales, fatiga, retroceso y
muerte.

 El egoísta siempre se encoleriza, se descompone y entristece, se


llena de envidia, de deseos de matar y su alma está abierta a todo
tipo de pecados.

 La creación que presencia el pecado clama a Dios castigo.


 La corrupción engendra violencia.
 El corazón es potro que en primera instancia tiende al mal.

 Si al niño, desde su más tierna infancia, no se le corrigen los


impulsos malvados, su tendencia al mal cada vez será mayor.

 Unos padres que no corrigen a sus hijos, acarician con zalamerías


un malvado.
 Quien pretende ser famoso, trae la división y confusión.

 El deseo de fama es producto de la vanidad. Todo lo que es vano


se dispersa.
 El adulterio trae todo tipo de males y el castigo de la muerte.
 Dios se arrepintió del castigo del diluvio; pero no de haber hecho
llover azufre y fuego sobre los homosexuales de Sodoma y
Gomorra.

 Los ojos impuros son cegados con un molesto resplandor que les
impide ver la luz de la verdad, por eso les queda muy difícil ver a
Dios.
 La impureza es castigada con la pérdida de la fe. Sin fe no hay
amor, sin amor no hay obediencia, sin obediencia no hay
sacrificio, sin sacrificio no hay perdón, sin perdón no hay
salvación.

 Dios está triste porque acaba de expulsar a Adán y Eva del


paraíso. Para ti eso fue hace miles de años. Para Dios todo está
en presente. En Dios no transcurre el tiempo, y Él, diez mil años
los ve como acabados de pasar hace un instante.

 Fue la peor tragedia del universo entero, la del paraíso, porque


ahí empezó satanás a reinar sobre la tierra.

 No hay pecado pequeño ni privado, porque su efecto es el mismo:


la expulsión del paraíso, la muerte de Cristo en la Cruz, la muerte
del pecador y ponerse en las puertas del infierno.

 El que muere en las puertas del infierno, inmediatamente se le


abren.

 La gran mayoría de la gente, la asombrosa mayoría, - salvo unos


pocos, muy pocos, - viven en las puertas del infierno, ignorando
donde viven.
 Poca capacidad de escarmentar ante el castigo tiene el hombre.
No más pasado el diluvio, cuando aún estaba húmeda la tierra por
las aguas de la furia divina, un hijo se burla de su padre, de Noé.

 El desprecio a la autoridad buena de los padres es desafío a la


autoridad de Dios. Pero si tus padres te mandan algo contra La
Ley de Dios no obedezcas.

 Niños sin noción de autoridad son niños sin noción de Dios.


Muchos padres no ejercen la autoridad sobre sus hijos por
dejadez y cobardía.

 El pecado eleva su clamor al cielo para reclamar castigo.

 El pecado está elevando su clamor al cielo para reclamar castigo


a los actuales sodomitas, que abusan del sexo que es de Dios, y
a los que abandonan sus hogares.

 El pecado está elevando su clamor a Dios para pedir castigo a los


violentos, que no respetan la vida humana hecha por Dios.

 El pecado está elevando su clamor al cielo para pedir castigo a


las madres asesinas, que hacen de su vientre la tumba de sus
hijos.

 El pecado está elevando su clamor para reclamar castigo a los


actuales onanistas, que derraman su vitalidad fuera de la mujer.

 El clamor del castigo es escuchado por el cielo. Ningún pecado


queda impune, ni en el cielo ni en la tierra.

 Dios a cada uno le da su merecido. El cielo está en mora de


castigar la humanidad.
 Dios no destruirá el mundo sino que lo construirá de nuevo, para
Él Reinar en él.
 Dios no va a destruir el mundo, lo que va a destruir es el pecado.
 Para destruir el pecado Dios no tiene que destruir primero al
hombre, porque en ese caso ya te hubiera destruido a ti.

 Dios llama a cada instante, a cada uno, a hacer el bien y evitar el


mal.

 El que peca lo hace porque no le obedece a su conciencia, a esa


voz de Dios que clama en su interior a toda hora.

 El que peca lo hace porque le hace caso a satanás y no a Dios.

 Satanás no tiene poder para perder las almas, sino para tentarlas.
Pero parece que satanás se está extralimitando en su poder y los
hombres se están extralimitando en su confianza.

 Es el hombre pecador el que le da autorización a satanás y plenos


poderes sobre su conducta y la suerte eterna de su alma.

 Dios permite que satanás tiente a las almas, porque sin tentación
no hay prueba, sin prueba no hay mérito y sin mérito no hay
premio.

 Confía en la Gracia de Dios, Su Gracia es más potente que el


poder de satanás; con ella podrás salir del pecado y vencer la
tentación.
 Confía en el poder de la Madre de Dios contra la maldad de
satanás.
 El amor de la Madre es más potente que el poder de satanás. Ella
tiene poder para aplastarle la cabeza. ¡ Y lo hará !

 Cuando Dios creó al hombre, pensó que podía dedicarse a


descansar y no ha podido descansar un solo instante, porque a
cada instante en la tierra se le ofende.

 El pecado de Adán, su gran pecado, fue permitir que satanás


tomara posesión del corazón humano y, con él, el de toda su
descendencia, - salvo de María, que fue preservada del pecado
de Adán -.

 El pecador es fruto madurado biche que lo soporta la tierra poco


tiempo.

 ¡Qué asesinas son las madres que toleran que una hija mate su
virginidad, haciéndose las ciegas con el novio o el amigo!

 El desacato a los mandatos del Señor trae la inseguridad, la


guerra y los trabajos duros.

 Todo pecador ve a las otras personas como jueces, y por eso


huye.
 El pecador desea que los demás pequen, igual que él, para
ganarse aliados.
 A todo pecador le incomoda el hombre justo, porque se siente
desnudo ante su mirada.
 El pecador donde esté, siempre se considera extraño, aun entre
los suyos.
 El pecador lleva en sus ojos la tristeza y en su rostro la huella del
pecado.
 El pecador siempre termina rechazado.
 El pecador es desleal. El pecado es deslealtad a la amistad con
Dios.

 Dios ama a todos los hombres y por eso los llama a su amistad;
pero no crea el pecador, que continuando en su pecado está en
amistad con Dios.
 Dios, para los que rechazaron Su amistad en esta tierra - al rechazar su
Gracia y sus Mandatos -, tiene previsto un estado eterno de tormento.

 Con el terco pecador, Dios tiene que usar Su mano fuerte.


 El sordo pecador sólo escucha el estallido de las bombas.
 La furia detonante de Dios a unos convierte y a otros destruye.
 No se le puede dar tregua al hombre de malos sentimientos.

 Cuando Dios envía plagas y castigos siempre hace distinción entre la gente
que le ama y los que no.

 Dios juega con satanás, para que por él brille Su poder.


 Si volviese a caer fuego del cielo, a los que aman a Dios nada les pasaría.
 Dios, antes de aniquilar al pecador, prueba primero todo tipo de
escarmientos.
 El pecador sólo acude a Dios para que Él lo aparte del castigo, y cuando Dios
lo hace, vuelve al pecado con más fuerza.

 Hay que cortar con las ocasiones de pecado y no dejar ni una uña.

 No se aparta del pecador el clamor del dolor de su familia.

 Es tan fuerte la fuerza del pecado, que para Dios librar al pecador de esa
esclavitud, tiene que usar toda Su mano poderosa.

 ¡Fácil se cae en el pecado, y difícil es que el pecado suelte su presa!


 Es mejor morir en la pobreza que vivir en el pecado.

 Es tenebrosa y sombría la noche del pecador.

 Dios promulgó El Decálogo con truenos y llamas humeantes, para que los
hombres sintiéramos temor de infringirlos y no pecáramos, así nos infundió
el temor de Dios.
 A Dios es bueno amarlo y también temerle, porque Dios no solo premia, sino
que también castiga.

 Es satanás el que ha quitado a los hombres el Santo Temor de Dios, para


que así pequen fácilmente.

 ¡Dios es misericordioso, y Terrible!


 ¡No se apartan de Dios su Misericordia y su Bondad cuando castiga
eternamente!

 Que no diga el pecador: Dios es bueno y sigo pecando; Dios es


misericordioso y así sigo tranquilo en mi pecado.

 Témele al pecado, porque ningún pecado se queda sin castigo. Dios castiga
el pecado allá ... y aquí.

 La ira de Dios avanza lentamente, pero todo lo que avanza llega.


 ¿Te das cuenta de la catástrofe que ocurre cuando alguien comete pecado?:
la creación entera se enfurece, se le viene encima y lo hace su enemigo,
porque ha rechazado a Dios incumpliendo sus mandatos y Dios está detrás
de toda la creación.

 ¿Alcanzas a intuir un poco la desgracia eterna de los que mueren en pecado,


de su dolor en el infierno? La creación entera enfurecida contra ellos.

 No aspiren a vivir largos años los hijos que desprecian a sus padres, y los
padres que descuidan que sus hijos cumplan los mandatos del Señor.
 El adulterio es la ruina del matrimonio, la ruina de la paz en el hogar, la ruina
de los hijos y la ruina del adúltero.

 Robar es quitar a otro algo de su propia vida. El ladrón es asesino.

 Dios les tiene pieza aparte en el castigo a los que viven del embuste, el
engaño, la calumnia, el chisme, la difamación y la mentira.
CONSECUENCIAS TRAJICAS DEL PECADO

a. Sabemos que las consecuencias del pecado son muy trágicas para toda
persona, porque el pecado nos condena espiritualmente. (Ro.6:23). Nos separa
de Dios. (Isa.59:1-2).

b. Sabemos que el pecado es violar, traspasar la ley de Dios. (1 Juan.3:4). Nos


convertimos en pecadores delante de Dios cuando violamos la ley de Dios.

c. Veremos en este estudio las consecuencias trágicas del pecado, pero desde el
punto del pecado de David, toda la consecuencia que le trajo el pecado a David.

d. David era un hombre conforme al corazón de Dios. (1 Samuel.13:14);


(Hech.13:22). Pero David fallo y las consecuencias de su pecado fueron graves
para toda su familia.

e. Lamentablemente las personas y cristianos no ven las consecuencias que su


pecado le puede traer a Él, a su familia y la iglesia. David por un momento de
placer tubo graves consecuencias. Al igual nosotros si pecado nuestro pecado
traerá trágicas consecuencias para la familia y nuestras vidas, evitemos el
pecado.

LAS CONSECUENCIAS QUE LE TRAJO EL PECADO A DAVID

DAVID PECO CON BETSABÉ


(2 Sa.11:1 – 5). Quien era mujer de Urías, este momento de placer para David le
trajo consecuencias muy grave para El.

BETSABÉ QUEDO EMBARAZADA.


(2 Samuel.11:5). Posiblemente este embarazo no era esperado ni mucho menos
deseado. Pero allí esta una las consecuencias del pecado, un embarazo no
deseado. Cuántos jóvenes niñas por un momento de placer tienen un embarazo
no deseado, y después del embarazo muchos cometen otro pecado como es
abortar él bebe que llevan dentro, ya no solo cometen el pecado de fornicación,
sino que ahora se convierten en asesinos, al abortar un bebe porque no lo desean
no estaban preparados para esto, por un momento de placer momentáneo.
A. DAVID QUISO ESCONDER SU PECADO AL MANDAR A URIAS A QUE
DURMIERA CON SU ESPOSA,
Hizo tres intentos.
1. Primer intento. (2 Samuel.11:8 – 10). Pero Urías no durmió con su
esposa esa noche.

2. Segundo intento. (2 Samuel.11:13). Lo embriago para que fuera a


dormir con su esposa, pero Urías no lo hizo, David peco al dar de
beber licor a Urías. (Hab.2:15).

3. Tercer intento. (2 Samuel.11:15). Lo mando a matar en la batalla,


David no solo cometió el pecado de adulterio con Betsabé, sino que
cometió el pecado de dar licor y el pecado de asesinar a Urías.
Aunque David quiso esconder su pecado delante de la gente, pero de
Dios no lo podía esconder. Porque de Dios no nos podemos
esconder. Dios todo lo ve. (Salm.139:7-12). No nos podemos
esconder de Dios, todos nuestros pasos están delante de Él.
(Job.31:4). Los ojos del Señor están en todo lugar. (Pro. 15:3).
Podemos escondernos de los hombres pero de Dios nunca. Y el que
encubre su pecado no prospera. (Pro. .28:13).

OTRA CONSECUENCIA DEL PECADO DE DAVID ES QUE EL NIÑO MURIÓ.


(2 Samuel.12:14; 19). David experimento la pérdida de un hijo, ¿Cuánto dolor tubo
David por haber perdido un hijo? Los padres sufren mucho cuando pierden a un
hijo, David experimento ese dolor por su pecado.

LA ESPADA NUNCA SE IBA A APARTAR DE LA CASA DE DAVID DESPUÉS


DE SU PECADO CON BETSABÉ.
(2 Samuel.12:10). Después del pecado de David con Betsabé la espada nunca se
apartó de la casa de David.

SU HIJO AMNÓN FUE MUERTO A ESPADA POR SU HIJO ABSALÓN.


(2 Samuel.13:29).

SU HIJO AMNÓN VIOLO A SU PROPIA HERMANA TAMAR HIJA DE DAVID.


(2 Samuel.13:10 – 14). David experimento la violación de una hija de parte de su
mismo hermano hijo de David.
SU PROPIO HIJO ABSALÓN SE ACOSTÓ CON SUS MUJERES.
(2 Sam.16:21 – 22). Todo esto conforme a lo que había dicho el profeta Natán.
(2 Sam.12:11 – 12).

Su propio hijo Absalón lo persiguió para matarlo.


(2 Sam.17:1 – 4). David fue perseguido por su propio hijo.

B. David experimenta la perdida de otro hijo Absalón. II Samuel.18:14-17.


Absalón fue muerto y David experimento la muerte de tres hijos suyo, el niño
con Betsabé, su hijo Amnón y ahora su hijo Absalón.

C. El pecado que David cometió siempre estaba delante de Él. Salmos.55:3.


No lo dejaba tranquilo su conciencia siempre le estuvo recordando. La
conciencia nunca nos dejara tranquilo.

D. Todo esto sufrió David por su pecado con Betsabé, por un momento de placer,
sus consecuencias fueron trágicas para El y su familia.

E. Las consecuencias de nuestro pecado nos traerán muchas dificultades, por


ejemplo un momento de placer puede traer un embarazo no deseado, o
podemos contraer alguna enfermedad que nos marcara para toda la vida, y
hasta la muerte si contraemos el sida, estaremos sentenciados a la muerte muy
pronto. Y estas son consecuencias físicas, pero lo más lamentable será la
consecuencia espiritual. Que es la condenación eterna, separados para
siempre de Dios por una eternidad. Mateo.25:41.

F. ¿Está dispuesto Usted a perder su alma por un momento de placer?

CONCLUSION:
A. Las consecuencias de nuestro pecado son graves, y trágicas, David
experimento las consecuencias de su pecado, igual nosotros sufriremos por
nuestro pecado.

B. El pecado nos llevara a otros pecados, sino nos arrepentimos al instante.

C. Perderemos nuestra alma si pecamos, porque la paga del pecado es la


muerte, separados de Dios por una eternidad.
1. EN LUCIFER.
Como Lucifer fue el primer pecador, naturalmente, experimentó
los primeros terribles resultados.

a. CONSECUENCIAS INMEDIATAS:
Lucifer perdió su envidiable posición, como querubín ungido
del cielo, y se convirtió en el dragón más depravado que
existe (Ap. 12.7) “Después hubo una gran batalla en el cielo:
Miguel(A) y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el
dragón y sus ángeles”.

b. CONSECUENCIAS FUTURAS:
Un día el diablo será arrojado para siempre en el lago de
fuego, lugar que Dios mismo preparo, para el
primer pecador del universo. (Mt. 25.41) “Entonces dirá
también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.

2. EN EL HOMBRE.
Cuando Adán le abrió las puertas del pecado, dos criminales
viciosos también entraron, e inmediatamente comenzaron a
atormentar la raza humana, estos dos terribles bandidos son la
muerte física, y la muerte espiritual, el significado teológico
de la muerte, es separación.

a. La muerte Física: Dios creó a Adán con la posibilidad de


vivir para siempre. (Gn. 2.9) “Y Jehová Dios hizo nacer de la
tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también
el árbol de vida(A) en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del
bien y del mal”, pero Adán pecó. (Gn. 3.19) “Con el sudor de
tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de
ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. y por lo
tanto tuvo que experimentar más tarde la muerta física, es
decir, la separación de su cuerpo y de su alma. (Salmo 90.10)
“Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más
robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y
trabajo, Porque pronto pasan, y volamos”

b. La muerte Espiritual: Como consecuencia del pecado, todas


las personas no salvas, algún día estarán eternamente
separadas de Dios en el lago de fuego. Esta es la
muerte segunda. (Mt. 7.23) “Y entonces les declararé: Nunca
os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. (Apo.20.6)
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos,
sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él
mil años”

En resumen se puede decir entonces que el pecado.


Entorpece los oídos (Hch 28.27) “Porque el corazón de este
pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyeron
pesadamente, Y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los
ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se
conviertan, Y yo los sane”

Oscurece los ojos (Ef. 4.18) “teniendo el entendimiento


entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en
ellos hay, por la dureza de su corazón”

Desvía sus pies (Isa 53.6) “Todos nosotros nos descarriamos


como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová
cargó en él el pecado de todos nosotros”

Corrompe su lengua (Ro. 3.13, 14) “Sepulcro abierto es su


garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay
debajo de sus labios 14 Su boca está llena de maldición y de
amargura”
Engaña su corazón (Jer. 17.9) “Engañoso es el corazón más
que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
Devora su intelecto (1 Cor.2.14) “Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente”

Condena su alma (Eze. 18.4). “He aquí que todas las almas son
mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma
que pecare, esa morirá”

3. EN LA NATURALEZA.
Después del pecado, el paraíso se convirtió en un desierto. Las
rosas tenían espinas, el dócil tigre repentinamente se convirtió en un
carnívoro hambriento, y esto seguirá así hasta que se levante la
maldición durante el milenio. (Ro. 8.19 – 22) “Porque el anhelo
ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos
de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su
propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en
esperanza; 21 porque también la creación misma será libertada de
la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de
Dios. 22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora”.

4. EN LOS SANTOS ÁNGELES.


El pecado del hombre aparentemente se convirtió en una lección
para los ángeles cuando su creador les permitió participar en la obra
de redención. Los siguientes pasajes lo confirman.
(1 Co. 4.9) “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros
los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues
hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los
hombres” (1 Ti. 5.21) “Te encarezco delante de Dios y del Señor
Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin
prejuicios, no haciendo nada con parcialidad”.

REFLEXION.
a. En la creación Dios mostró, su Omnipotencia.
b. En la creación de los ángeles su Omnisciencia
c. En la creación del hombre Omnipresencia
d. En la redención la multiforme gracia
ANATOMÍA DEL PECADO

Así que tengan cuidado de su manera de


vivir. No vivan como necios sino como
sabios, aprovechando al máximo cada
momento oportuno, porque los días son
malos. Efesios 5:15-16

Tienen los ojos llenos de adulterio y nunca


cesan de pecar; seducen a las almas
Pero ellos rehusaron escuchar y
inestables; tienen un corazón ejercitado en volvieron la espalda rebelde y se
la avaricia; {son} hijos de maldición. taparon los oídos para no oír.
(2P. 2; 14) Zacarías 7:11

Lo levantan en hombros {y} lo llevan; lo Porque de adentro, del corazón de


colocan en su lugar y {allí} se está. No se los hombres, salen los malos
mueve de su lugar. Aunque alguno clame pensamientos, fornicaciones, robos,
a él, no responde, de su angustia no lo homicidios, adulterios,
libra. Isaías 46:7
Marcos 7:21-23

Las manos derramadoras de Los pies presurosos para


sangre inocente
(Prov.1:10-11).
correr al mal. (Marcos
Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina
su alma: 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
9:45)
Las manos derramadoras de sangre
inocente, 18 El corazón que maquina
pensamientos inicuos, Los pies presurosos para
correr al mal, 19 El testigo falso que habla
mentiras, Y el que siembra discordia entre
hermanos. (Proverbios 6: 16-19)

A menudo la gente trata de justificar su pecado culpando a su herencia


genética o a sus circunstancias. Pero el primer pecado lo cometieron
en el paraíso las dos personas creadas por Dios.

En el huerto. Adán y Eva vivían en un estado de inocencia y de


ininterrumpida comunión con Dios. No había pecado alguno. Pero
Satanás tentó a esa primera pareja, y ellos desobedecieron a Dios
trayendo sobre todos sus descendientes la maldición del pecado. Su
trasgresión fue el modelo para todo pecado.
Pregunta:
¿Cómo sedujo Satanás a Eva para que desobedeciera a Dios?
Observe la sutil tentación de Satanás (Génesis 3:1). Al adoptar la
forma de serpiente, el diablo enmascaró su maldad sembrando la duda
acerca de la orden de Dios y su motivo.

Pregunta: ¿En qué se parece la respuesta de Eva a la orden de Dios


en (Gén 2:16,17)?.

La respuesta de Eva parece mostrar que el plan de Satanás estaba


dando resultado. Eva añadió "ni le tocaréis" a la orden, algo que Dios
no había dicho (véase Gén 3:2,3).

Después que Satanás abrió la puerta de la duda, le resultó fácil mentir


abiertamente. Le dijo a Eva que no moriría como había dicho Dios
(v. 4). Según Satanás, Dios estaba privando a Adán y a Eva de algo
bueno (v. 5). Las dos sencillas afirmaciones de Satanás crearon en
Eva un anhelo de tener algo más que el paraíso que Dios les había
dado a ella y a Adán.

Eva permitió que la tentación le hiciera olvidar que estaba


desobedeciendo a Dios. No vio el peligro en tomar del fruto. Ella sólo
vio la satisfacción física, la belleza seductora y la posible sabiduría. El
deseo se volvió rápidamente acción, y Adán y Eva transgredieron el
mandato de Dios (v. 6).

El pecado sigue funcionando conforme a ese plan. Concebido en


concupiscencia (Santiago 1:14,15), a menudo el pecado comienza
con pensamientos como los que desviaron a Eva: la oferta de
satisfacción y el deseo por tener algo más de lo que tenemos. Pero
oculto en esas seducciones está el pecado con todas sus
ramificaciones.

El acto sencillo descrito en (Gén. 3:6) tuvo un resultado trascendental.


La vida no seguiría siendo igual para Adán y Eva después de esa
trasgresión.
Siempre el pecado nos desvía de la senda que Dios planeó para
nosotros y nos lleva a destinos con los que nunca contamos. Ofrece
placer, pero sólo da dolor y muerte.
METAMORFOSIS DEL PECADO

EL PECADO ES VENENOSO COMO LA VÍBORA.


(Mt. 23.33). “!!Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de
la condenación del infierno?”

EL PECADO ES TERCO COMO UNA MULA.


(Job 11.12). “El hombre vano se hará entendido, Cuando un pollino de
asno montés nazca hombre”

CRUEL COMO EL OSO


(Dn. 7.5) “Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se
alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas
entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne”

DESTRUCTIVO COMO LA ORUGA.

IMPURO COMO UN PERRO SALVAJE.


(Prov.26.11) “Como perro que vuelve a su vómito, Así es el necio que
repite su necedad”

ASTUTO COMO EL ZORRO


(Lc. 13.32) “Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera
demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi
obra”

FEROZ COMO UN LOBO.


(Jn. 10.12) “Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son
propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo
arrebata las ovejas y las dispersa”
DEVORA COMO UN LEÓN
(Sal.22.13) “Abrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente.

SUCIO COMO EL CERDO


(2. Pedro 2.22). “Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El
perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.”
RESULTADO DEL PECADO

Las circunstancias de Adán y Eva en el huerto cambiaron


inmediatamente después que desobedecieron a Dios. El huerto era un
paraíso, y Adán y Eva habían vivido en un perfecto estado de
inocencia. Pero al participar del fruto produjeron lo que implicaba el
nombre del árbol: el conocimiento "del bien y del mal" (Gén. 2:9,17).

El pecado siempre ha traído malas consecuencias. Cuando el primer


pecador, Satanás peco, al llenarse de orgullo y rebelarse contra Dios
para tomar el lugar de Dios. Satanás fue destronado por tierra, ya su
morada no sería más cerca de Dios en el cielo. El castigo final de
Satanás será el ser "lanzado al lago que arde con fuego y
azufre" Apocalipsis 20:10, también aquellos ángeles que siguieron al
diablo en su intento de rebelión contra Dios, tendrán su parte en este
castigo. Estarán lejos de Dios por la eternidad.

Como podemos darnos cuenta, el primer resultado del pecado en


nuestra vida es la separación de Dios o de la comunión con El. Dios es
santo no hay pecado en El. Cuando Adán y Eva pecaron en el jardín
del Edén al desobedecer a Dios y comer del fruto prohibido ellos se
escondieron. No podían enfrentarse a Dios sabiendo que estaban en
pecado y que habían desobedecido. La consecuencia de su pecado fue
los ser echados fuera del jardín del Edén.

Aunque Satanás ha sido sentenciado a muerte eterna, usted tiene una


gran oportunidad para no ser lanzados junto con el diablo al lago que
arde con fuego y azufre, Dios nos ha dado a su Hijo Jesucristo para que
por medio de El obtengamos la salvación y seamos libres de los efectos
del pecado. El murió un día en la cruz del calvario y derramó su sangre
para que nosotros no tuviésemos que morir.

El murió en nuestro lugar. "pero si andamos en luz, como el está en luz,


tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesucristo nos
limpia de todo pecado...Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" I
Juan 1:7,9.

Pregunta: ¿Cómo afectó a Adán y a Eva el conocimiento del bien y


del mal?
La mentira de Satanás se hizo patente inmediatamente después que
Adán y Eva comieron el fruto prohibido. Habían sido semejantes a Dios
antes que hubieran pecado porque habían sido creados a su imagen.
Pero después de su pecado no eran semejantes a Dios. Conocían el
mal porque habían desobedecido el mandato de Dios.

Después de perder su inocencia, el recién hallado conocimiento de


Adán y Eva les mostró que estaban desnudos. Sintieron una profunda
vergüenza y recogieron hojas para cubrir su desnudez (v. 7). Aunque
pudieron ocultarse mutuamente su desnudez, no pudieron esconderse
de Dios.

El huerto, que una vez fue un lugar delicioso para vivir, se convirtió en
el escondite de Adán y Eva para huir de su Creador, cuya presencia
temían. No podía evitarse su encuentro con Dios; y cuando ocurrió, el
resultado del pecado apareció con toda claridad.
Pregunta: ¿Por qué trata la gente de esconderse de Dios?

El comentario que sigue esboza tres razones:

TEMOR
(v. 10). Adán y Eva no tuvieron miedo delante de Dios hasta que
pecaron. Una vez que pecamos, le tememos al Dios que antes
amábamos. Los que pecan hacen esfuerzos desesperados por ocultar
sus maldades. La razón es sencilla: el pecado condena. Hace que el
pecador tema encontrarse con un Dios puro y santo.

CULPA: (vv. 12.13). Adán y Eva intentaron echar la culpa de su


pecado a otro: Adán culpó a Eva, y Eva culpó a la serpiente.
Pregunta:
¿Por qué la gente trata de echarles la culpa, de su pecado a los
demás?

Es difícil aceptar la responsabilidad por el pecado. Es mucho más fácil


presentarnos como victimas una fuerza exterior en vez de aceptar que
somos pecadores. La gente puede echarles la culpa del pecado a
muchísimas cosas, como su educación o sus circunstancias, pero no
aceptar la culpa de sus propios pecados.

MUERTE:
(vv. 22-24). Excluidos del árbol de la vida, Adán y Eva sufrirían algo
que Dios no se propuso originalmente: la muerte. A menudo en la Biblia
la muerte significa separación. De modo que el primer efecto fue
muerte espiritual; el pecado apartó de Dios a Adán y a Eva. Pero su
pecado también, trajo muerte física al mundo.

Pregunta:
¿Por qué resulta en muerte, el pecado?
La muerte no es sencillamente el castigo por el pecado, sino la
consecuencia lógica del pecado. El apóstol Pablo afirmó que la muerte
era "la paga del pecado" (Romanos 6:23). El pecado es un acto
malvado que nos separa de un Dios santo y del dador de la vida. La
separación de la fuente de la vida sólo puede dar por resultado muerte.
A fin de impedir que Adán y Eva siguieran viviendo en su estado
pecaminoso, Dios los expulsó del huerto. Sabía que una vez que le
hubieran desobedecido, había la posibilidad de que comieran del árbol
de la vida, y vivieran para siempre en un estado pecaminoso. En su
misericordia, Dios se aseguró de que eso no pudiera ocurrir.
LA MUERTE ESPIRITUAL
La persona que está en pecado está muerta espiritualmente, aunque
físicamente camina, habla, escucha, puede ver, trabaja y disfruta de su
vida, la realidad es que esta persona está muerta porque Dios no mora
dentro de ella, no hay espíritu de vida en esta persona. El pecado tiene
como consecuencia todo lo relacionado a la muerte, sufrimiento,
enfermedad, problemas familiares, drogas, borracheras, peleas,
conflictos y muchas otras cosas malas. La Biblia nos ensena que el
diablo, el autor del pecado, vino para matar, robar y destruir, pero Cristo
vino para darnos vida y vida en abundancia, esto es Vida Eterna.

LA MUERTE ETERNA
Si usted no nace de nuevo jamás tendrá vida y esto conllevara a la
muerte eterna o la muerte segunda, esta es la muerte de la cual no hay
oportunidad de escapar. La Biblia dice "pero los cobardes e incrédulos,
los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idolatras
y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y
azufre, que es la muerte segunda" (Apocalipsis 21:8).

EL PECADO DESTRUYE LAS RELACIONES:


(Génesis 4:1-8)

DISEMINACIÓN DEL PECADO


Pregunta:
¿De qué manera afecta el pecado nuestra vida?
El pecado en una esfera de nuestra vida puede afectar rápidamente
otros aspectos de nuestra vida, incluso nuestras relaciones con los
demás. Los resultados del pecado de Adán y Eva pronto alcanzaron a
sus hijos.
Después que Adán y Eva fueron expulsados del huerto, tuvieron dos
hijos, Caín y Abel (Génesis 4:1,2). "Abel fue pastor de ovejas" y "Caín
fue labrador de la tierra".

Un día Caín presentó algunos de sus productos como una ofrenda a


Dios. La Biblia no nos dice que llevara lo mejor. Tal vez estuviera
simplemente procurando que Dios lo recompensara y no adorándolo
con sinceridad.

Abel, por otra parte, presentó lo mejor de su ganado, en verdadera


adoración de Dios. A Dios le agradó la ofrenda de Abel, pero "no miró
con agrado" a Caín y a su ofrenda (vv. 4,5).

Pregunta:
¿Por qué no aceptó Dios la ofrenda de Caín?
Es evidente que Caín no se presentó delante de Dios con fe. Además,
la reacción de Caín ante Dios muestra el pecado que había en su
corazón. Si Caín hubiera deseado agradar a Dios, se habría humillado
delante de Dios y le hubiera preguntado qué tenía que hacer para
hallar misericordia. Pero el enojo consumió a Caín, que dirigió su
amargura contra Dios.

El origen de las dificultades cada vez mayores de Caín el pecado


aparece en la advertencia de Dios en los versículos 6 y 7. Dios estaba
interesado en ayudar a Caín; pero Caín rechazó la ayuda de Dios.

Se describe el pecado como un animal agazapado que espera la


oportunidad de devorar a su víctima. Al igual que su madre que
escuchó a Satanás, Caín permitió que entraran en su vida la ira y el
resentimiento. Al igual que su padre que no pudo rechazar el fruto a
pesar de la prohibición de Dios, Caín no calmó su ira.

El pecado, que separó a Adán y a Eva el uno del otro y que los apartó
de Dios, ahora llevó a un final sangriento la relación entre Caín y Abel
(v. 8). Caín se convirtió en el primer homicida del mundo.

SEPARACIÓN DE DIOS:
La historia de Caín y Abel no termina con el asesinato de Abel a manos
de Caín. Más bien continúa contando de la relación deteriorada entre
Caín y Dios. El pecado de Caín tuvo dos resultados.
En primer lugar, Caín volvió a pecar al mentirle a Dios respecto a su
hermano (Génesis 4:9). En segundo lugar, Caín incurrió en castigo
por su acto malvado (w. 10-12). Una vez más lo mismo que ocurrió en
el huerto del Edén aparece en la vida de Caín: el evitar las preguntas
directas de Dios, el castigo por transgredir la orden de Dios y, por
último, la separación de Dios.

Hoy los hombres y las mujeres siguen el mismo patrón de conducta.


EL pecado los aleja cada vez más de Dios. Los culpables a menudo
mienten y buscan formas de ocultar su pecado. A la larga, a menos
que se arrepientan, afrontan el castigo por el pecado: la eterna
separación de Dios.

Trágicamente, como en la época de Adán y Eva, Dios nunca tuvo el


propósito de que ocurriera esa separación. La lección enseñada por
Adán, Eva y sus hijos nos habla hoy con toda claridad: el pecado
destruye las relaciones entre las personas y entre las personas y Dios.

DIOS SALVA DEL PECADO:


(Génesis 3:14, 15, 21)

ESPERANZA EN LA DESESPERACIÓN:
La caída del hombre y sus resultados serían un cuadro sombrío de no
ser por la intervención de Dios. En pleno fracaso del hombre, el amor
y el perdón de Dios brillan como un faro en la noche.

Dios les habló a todos los que participaron en la caída, comenzando


con la serpiente. Aunque Satanás había hecho que Adán y Eva
pecaran, todavía tenía que responder ante Dios. En (Génesis 3:14),
Dios pronunció una maldición contra la serpiente. Su declaración a
Satanás incluía tres puntos importantes:
TOTAL HUMILLACIÓN:
La serpiente pasaría su vida "sobre su pecho" comiendo polvo (v. 14).
Esto describe su humillación. Con su propia deshonra la serpiente
pagaría por tentar a Eva.

HOSTILIDAD CONSTANTE:
Continuaría una lucha a lo largo de la historia entre los descendientes
de Eva y de la serpiente.

DERROTA DEFINITIVA:
El versículo 15 describe esa derrota de Satanás. La declaración "Ésta
[la simiente de la mujer] te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañal" alude a esa derrota.

Pregunta:
¿Cuál fue la hostilidad entre los descendientes de Eva y los de la
serpiente en (Génesis 3:15)?

La declaración de Dios en el versículo 15 describe la lucha continua


entre el bien y el mal. Pero hay algo más que una lucha entre los
descendientes de Eva y los de la serpiente. El versículo 15 es una
profecía respecto a la victoria definitiva que daría Cristo. Jesucristo es
la simiente de la mujer. Satanás heriría su calcañal, una victoria
efímera. Eso ocurrió en la cruz. Pero Cristo "heriría" la cabeza de
Satanás, lo que alude a la derrota definitiva de Satanás.

Después que Dios pronunció su juicio contra Adán, Eva y Satanás,


Tomó pieles de animales para cubrir la desnudez de Adán y Eva
(v. 21). Ese acto de misericordia anunciaba la venidera provisión de
justicia mediante el sacrificio expiatorio de Cristo.

TRIUNFO DE CRISTO:
La profecía de Génesis 3:15 halla su cumplimiento en Cristo y en la
cruz. Pablo describió gráficamente el efecto del pecado en
(Romanos 5:12). Como un veneno que entra en el cuerpo mediante
el sencillo acto de tragar, el pecado entró en la raza humana mediante
la trasgresión de Adán. Y como el veneno se disemina por todo el
cuerpo para matar, así el pecado impregnó la raza humana. El pecado
y su resultado, la muerte, afecta a toda la humanidad porque somos
pecadores por naturaleza y por decisión propia. El efecto del pecado
es universal y funesto.

Pero el versículo 18 da esperanza. Así como el pecado y sus trágicas


consecuencias entraron en la raza humana por la trasgresión de un
hombre, un Hombre dio la solución para el pecado mediante "la justicia
de uno". Esto se refiere a Cristo, cuyo sacrificio pagó el precio de
nuestro pecado.

El efecto del pecado es espantoso. El pecado destruye nuestra


relación con Dios. Pero el efecto del sacrificio de Cristo por nuestros
pecados es aún más poderoso. Cuando un pecador acepta a Cristo
como Salvador y experimenta la misericordia y la gracia de Dios,
termina el efecto del pecado. En lugar de la muerte, el pecador
experimenta la vida en su sentido más pleno. Cristo ha destruido el
poder del pecado.

El mundo da constante testimonio del efecto del pecado. Los titulares


de los periódicos que hablan de asesinato, robo y sufrimiento humano
es un constante recordatorio de que el pecado sigue dominando a la
humanidad.

Su vida ha sido afectada por el pecado; usted no puede escapar a esa


realidad. Sin embargo, tal vez usted haya descubierto lo único que
puede liberarlo a usted de la esclavitud del pecado: la salvación por
medio de Jesucristo. De ser así, puede regocijarse porque Jesucristo
ha aplastado la cabeza de Satanás y le ha dado redención a usted.

Quizás usted todavía se encuentre en la garra mortífera del pecado.


Su vida está llena de dificultades y dolor, resultantes de su pecado
porque nunca ha aceptado a Cristo como su Salvador. No puede jamás
por sus propios esfuerzos librarse del pecado que lo esclaviza. Pero
Jesucristo ha herido la cabeza de Satanás y ha dado la victoria que
usted necesita sobre el pecado. Sencillamente pídale a Jesucristo que
le perdone su pecado. Después permita que su poder transforme su
vida.
EL PECADOR RACIONAL

«Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es
manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder
y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas
por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido
a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en
sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se
hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de
hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus
corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador,
el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso
natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos
vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su
extravío.

Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada,
para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación,
perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios,
altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto
natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los
que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se
complacen con los que las practican» (Ro. 1.18–32).

Cuando consideramos lo fundamental, ¿cual es su mayor necesidad? Imagínese


un naufragio en alta mar. Un hombre se aferra a un fragmento del barco; flota hacia
una isla desierta. No tiene ropa alguna excepto la que lleva puesta. Se construye
un refugio y vive de lo que consigue en la isla para sobrevivir. Si el hombre está
tratando solamente de sobrevivir materialmente, sus necesidades son pocas y
simples. Pero el hombre es más que un cuerpo.

La necesidad más grande del hombre no es el alimento, ni el vestido, ni el


refugio. El apóstol Pablo diría que la necesidad más grande es Cristo y el
evangelio. Esa es la razón por la que dedicó su vida a la proclamación del
evangelio de Cristo. En (Rom. 1.16 –17), dijo: «Porque no me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío
primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se
revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá». Pablo hizo
un anuncio extraordinario. El hombre puede vivir. Puede vivir espiritualmente.
Puede ser uno con Dios. Pablo dice que el evangelio es el poder de Dios para hacer
que los hombres estén bien con Él. Es el poder de Dios para salvación de todos
los que creen. Los versículos 16 y 17 de Romanos 1 constituyen el tema, la tesis
fundamental, del libro de Romanos, a saber: «La justificación por la fe».

Al comienzo de esta magnífica carta, Pablo declara la necesidad universal que hay
del evangelio. Es poco probable que a uno le interesen las buenas nuevas si no
entiende la necesidad que tiene. Acada hora sin excepción, alguien en algún lugar
entra a un quirófano de hospital y es sometido a una cirugía. Sin embargo, es poco
probable que alguien sea sometido a una cirugía a menos que primero se le
convenza de que la necesita. Así también es en el ámbito espiritual. Uno puede
tener una gran necesidad, pero si no entiende la necesidad, es probable que no
aplique el remedio. Pablo dice que el evangelio «… es poder de Dios para sal-
vación». También muestra la necesidad universal del evangelio. En (Ro. 1; 3 - 20),
Pablo divide a toda la humanidad en tres grupos. Toda persona, sin importar quién
sea, se encontrará a sí mismo en una o más de estas tres categorías.

Primero que todo, Pablo dice que algunos son pecadores racionales en (1; 18 – 32).
En segundo lugar, en Romanos 2 y 3, Pablo explica que algunos son pecadores
reformados y religiosos. Toda persona responsable y consecuente se encuentra
en una o más de estas categorías. El propósito de Pablo es recalcar que
independientemente de quién sea uno, es culpable delante de Dios y está sujeto al
juicio y a la ira de Dios. Se encuentra en necesidad desesperada del evangelio.

Nos centraremos ahora en (1; 18 – 32), donde Pablo le da atención a la primera


categoría de pecadores, el pecador racional. El pecador racional hace uso de la
razón o racionaliza a Dios sacándolo de sus pensamientos. No quiere pensar acerca
de Dios. Pensar en Dios equivaldría a censurar sus malas obras.

En (1; 18), inmediatamente después de que analiza las buenas nuevas y el hecho
de que el evangelio es poder de Dios para salvación, Pablo vuelve su atención a la
ira de Dios. Dice: «Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda
impiedad e injusticia de los hombres…». Una forma como el hombre a menudo
responde es rechazando la luz que Dios ha dado. En (Juan 3), Jesús habló de la
luz que Dios ha derramado sobre el hombre y de cómo este la ha rechazado,
diciendo:
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta
es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas (Juan 3.17–19).

Dios ha encendido la luz en este mundo. El hombre tiene luz a su disposición para
que busque y encuentre a Dios. El problema consiste en que, como lo señala Jesús
en Juan 3, los hombres aman las tinieblas antes que la luz, porque sus obras son
malas. El hombre rechaza la luz que Dios ha dado.

Existe un principio que Jesús ha establecido en (Juan 7) el cual es importante para


todos los que buscan la verdad. Él dijo: «El que quiera hacer la voluntad de Dios,
conocerá si la doctrina la enseñanza es de Dios». La anterior es una extraordinaria
aseveración. Si el hombre decide que desea conocer a Dios, Jesús dice que
conocerá la enseñanza. De algún modo, de alguna forma, cuando el buscador
sincero de la verdad realiza su búsqueda, Dios lo pondrá en contacto con la verdad.
El problema es que la verdad convence y persuade a los hombres de que están en
necesidad de Dios.

Convence a los hombres de que están en rebeldía contra Dios. La solución a la


rebeldía reside en que nos digamos no a nosotros, con el fin de que podamos decirle
sí a Dios. Esto penetra hasta cortar la fibra misma del orgullo del hombre, debido a
que en su orgullo puede que no desee sentir necesidad alguna de Dios. Por lo tanto,
puede que no desee la verdad. Puede que rechace la luz que Dios ha dado; puede
que ame las tinieblas porque sus obras son malas. El versículo 18 dice que
«detienen con injusticia la verdad». El hombre inmoviliza la verdad.

RECHAZA LA LUZ INTERIOR

¿Qué clase de luz ha revelado Dios al hombre? (Ro. 1) da la respuesta. El apóstol


señala que el hombre a menudo rechaza la luz interior. Dios ha puesto luz en el
interior de todo hombre. Llámele a tal luz su consciencia, si lo desea. Fíjese en
(1; 19), donde dice: «… porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto…». Pablo
no dice «se les manifestó», sino, «les es manifiesto». Dios ha colocado en cada ser
humano una conciencia moral. El hombre es, por lo tanto, irremediablemente
religioso. Usted y yo no decidimos ser religiosos o no. Cualquiera podría decir:

«No soy muy religioso». Significa que tal vez no participa en actividades religiosas
pro- piamente dichas, sin embargo, es religioso. Dios nos hizo incurablemente
religiosos. Existe un anhelo de Dios en los corazones de todos los hombres. Puede
que alguien responda diciendo: «No sabía que yo tenía este anhelo en mí», pero de
todas maneras, ahí está. En cada persona existe un hambre que no puede ser
saciada sino por Dios. El hombre trata de saciarla de muchas maneras. El hombre
sabe que no es feliz, sin embargo, desea ser feliz.

Hay un dolor persistente dentro de él. Puede que se alimente del placer; puede que
se alimente de la educación; puede que se rodee de riquezas; puede que se
esfuerce por ejercer poder sobre las demás personas. ¿Qué está haciendo? Está
procurando satisfacer el anhelo que hay en él. Por supuesto, nada de lo anterior
puede llegar a satisfacer. Agustín dijo: «Nos hiciste para Ti mismo, y no podremos
descansar hasta que descansemos en Ti». En el (Salm. 42.1), David dijo: «Como
el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma
mía». Está allí. Lo podemos reprimir. Podemos hacer caso omiso de él. Pero está
allí.

El pecador racional desea sacar a Dios de sus pensamientos. No desea que Dios
controle su vida. Desea hacer lo suyo, hacerlo a su manera. El anhelo está allí, pero
él está merecidamente bajo la condenación o la ira de Dios. Está rechazando la
luz que Dios ha dado, la luz que dice: «Dios es, y estoy en deuda con Él». El pecador
racional rechaza la luz interior, la luz de la consciencia.

RECHAZA LA LUZ EXTERIOR


Pablo también demuestra que el pecador racional, al esforzarse por sacar a Dios de
sus pensamientos, rechaza la luz de la creación, es decir, la luz exterior. El versículo
20 dice: «Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo…». Dios no es visible al ojo
humano. Él es invisible. Sin embargo, las cosas invisibles de Él se ha hecho
manifiestas.

¿Cómo? Pablo dice que son claramente visibles por las cosas hechas. Se refiere al
mundo creado. Dios hizo un mundo, y este mundo es testimonio, testimonio visible
del Dios invisible. En el (Salm. 19.1), David dijo: «Los cielos cuentan la gloria de
Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos». El hombre, en su
racionalismo, puede ver el mundo y decir que todo esto sucedió por accidente. Dice
que una gran explosión ocurrió hace millones de años, dando como resultado el
universo. Sin embargo, al llegar a esa conclusión, está deteniendo o inmovilizando
la verdad acerca de Dios. El mundo creado declara la existencia de Dios; es
evidencia de que Dios es. Usted y yo somos responsables de acoger esa evidencia
y buscar a Dios. El pecador racional que no desea pensar en Dios, rechaza la luz.
Rechaza la luz interior, es decir, su conciencia moral; rechaza la luz exterior, es
decir, el mundo creado que proclama la existencia de Dios.
RECHAZA LA LUZ DE ARRIBA
Por supuesto, en nuestros días, tenemos evidencia adicional de la existencia de Dios. Dios
ha hablado al hombre. Su Palabra está revelada en la Biblia. Cuando alguien
rechaza la existencia de Dios, también está rechazando la luz de la Palabra de Dios,
la luz de arriba. La Biblia está aquí. ¿Cómo hemos de considerarla? ¿Hemos de
considerarla solamente como el producto de unos cuantos hombres frágiles que con
esfuerzo humano propio escribieron este libro sin igual? La evidencia con respecto
a la Biblia, tanto la evidencia interna de la misma Biblia como la evidencia externa
de fuera de la Biblia, dice que la Biblia es la Palabra de Dios. Usted y yo estamos
llamados a aceptar la Palabra como revelación de Dios. Cuando nos apartamos de
la Palabra, estamos rechazando la luz.

El pecador racional desea sacar a Dios de sus pensamientos, por lo tanto, rechaza
la luz que Dios ha dado. Pasa por alto el mundo que dice que Dios es, y le da a la
Biblia solo una consideración pasa jera como revelación de Dios. Como resultado
del rechazo de la luz, la ira o el juicio de Dios cae sobre el pecador racional.

Hay seis juicios anunciados en (Romanos 1). En primer lugar, dice Pablo: «… su
necio corazón fue entenebrecido» (1; 21). Si alguien ama las tinieblas, Dios le
permitirá andar en tinieblas y nunca vendrá a la luz.

El versículo 22 presenta el segundo juicio, diciendo: «Profesando ser sabios, se


hicieron necios». Cuando alguien excluye a Dios de sus pensamientos, se hace
necio. «Dice el necio en su corazón: No hay Dios» (Sal 14.1). Alguien podría incluso
afirmar que Dios existe, pero si vive como si Dios no existiera, es un necio.
El tercer juicio de Dios está anunciado en el versículo 23, donde dice: «… y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen…». Cuando el
hombre rechaza a Dios, se vuelve a la idolatría.

En tiempos antiguos, el hombre hacía sus propios dioses. Construía templos para
sus dioses. El hombre del siglo veintiuno del mundo occidental es muy sofisticado
para inclinarse ante un dios de piedra o de madera. Sin embargo, tiene sus dioses.
Puede que su dios sea él mismo, puede que sea su trabajo, o puede que sean las
posesiones. Si rechaza a Dios por las posesiones, Dios le permitirá continuar con
su idolatría.

El cuarto juicio de Dios se ve en el versículo 24, donde dice: «… Dios los entregó
a […] las concupiscencias de sus corazones». Dios permitirá que usted sea
consumido por sus concupiscencias, si así usted lo desea.
En quinto lugar, en el versículo 26, los entregó a la inmoralidad, pues dice: «Por
esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas». En estos versículos, habla acerca
de la homosexualidad, y la condena como merecedora del juicio de Dios. Podemos
tratar de hacer del pecado algo respetable, sin embargo, Dios lo llama como lo que
es, es decir, pecado. Si alguien está decidido a continuar en la inmoralidad, Dios se
lo permitirá.

El versículo 28 es el sexto juicio de Dios. Los entrega a una mente reprobada, a


una predisposición a la maldad. Si decide que va a rechazar a Dios, que va a hacer
lo que le plazca, Dios lo entregará a ello. Le permitirá ser consumido en su maldad.
“PEQUE”
Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha
remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos
de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá» (2 Sam. 12.13 –14).

Lectura de fondo: (2 Samuel 12.1 – 23).

¿Miró alguna vez el rey David hacia el pasado y se preguntó: ¿Realmente hice yo
esas cosas? Mientras que su testimonio de fe y devoción contrastan
marcadamente con sus transgresiones, David no podía negar la degradante
depravación de sus actos.

Podríamos enumerar fácilmente los pecados de David. En su conspiración por


ocultar el pecado, cometió adulterio, tomó la mujer de otro hombre y le dio muerte
a este. Por culpa de David, el nombre de Dios fue blasfemado. Cada uno de los
pecados anteriores acarreaba la pena de muerte bajo la ley de Moisés
(Lev. 20.10; 24.16 – 17). Además, había codiciado y mentido. En total, había
transgredido por lo menos cuatro de los Diez Mandamientos, el código moral que
constituía el fundamento de la alianza entre Dios y Su pueblo escogido.

Es fácil para cualquier pecador, sea David, usted o yo, creer que el tiempo ocultará el
pecado. Los peca- dores pueden engañarse, debido a que la vida diaria por lo general
vuelve a la normalidad con bastante rapidez, después que pecamos. Unos cuantos
días después de la muerte de Urías, los problemas de David estaban
aparentemente resueltos.

David siguió gozando del éxito. El ejército, bajo el liderazgo de Joab, finalmente
había derrotado a los amonitas en Rabá. El embarazo de Betsabé avanzaba
normalmente. Con el tiempo, dio a luz al hijo de David. La vida parecía normal,
pero definitivamente no era así.

El pueblo no lo había olvidado. ¡Qué insensato fue David al pensar que el pueblo
de Israel no sabía lo que había sucedido entre él y Betsabé! Aunque David se casó
con Betsabé, podemos imaginarnos que las murmuraciones siguieron entre la
gente.
¿Cuánto respeto y favor perdió David por causa de lo que hizo? Aún más
importante, ¿cuánto respeto hacia Dios perdió el pueblo?

Los enemigos de David no lo habían olvidado. Hablaban y se burlaban de las


acciones de David. Veían pruebas de que la fe de David en Su Dios no tenía efecto
en su comportamiento. David había actuado exactamente como los paganos.
Nada blasfema el nombre de Dios tanto como la hipocresía (Rom. 2.24).
Podemos estar seguros de que David no lo había olvidado. Los salmos nos
permiten una introspección dentro de su angustia mental y física.

¡Cómo lo empujaron sus desgarrantes emociones y recuerdos a la angustia! Aun


su ternura y amor por su nuevo hijo estuvieron siempre neutralizados con
sentimientos de culpa por la horrible muerte de Urías. La mente de David, sus
emociones y su conciencia estaban retorcidas y desgarradas por el recuerdo de
sus pecados. Tal vez buscó el placer y el olvido en la comida, en la bebida, o
incluso, en el amor de su nueva familia; pero David no podía olvidar.

Lo más importante, era que Dios no lo había olvidado. La reacción de Este a todo
el asunto está expresada concisamente en las siguientes palabras:
«Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová»
(2 Sam. 11.27). A pesar de que ya había pasado casi un año, Dios lo recordaba.
El Señor del espacio y del tiempo no está limitado por días, ni meses, ni años
(2 Pe. 3.9).

Podemos identificarnos con David. Los que han conocido el pecado a profundidad
pueden identificarse con los sentimientos y el tormento de David. Podemos hallar
una advertencia en él. Basta con mirar a David para entender los horrores del mal
proceder.

EL PODER DEL PECADO

Una de las vistas más admirables e impresionantes de la naturaleza la constituyen las


cataratas del Niágara. Durante mi visita al lugar, no solamente me impresionó la catarata
misma, sino también el río Niágara que está por encima de ella. Desde un mirador, logré
ver a lo lejos el río que discurre detrás de las cataratas. En varios lugares del río había
pescadores en barcas. Estoy seguro de que todos esos pescadores sabían que podían acercarse
solamente hasta cierta distancia de las cataratas del Niágara. Sabían que más allá de cierto
punto en el río, aun el motor más fuerte no podría sacar una barca de la corriente. Ir más allá
de ese punto llevaría a una muerte segura, al precipitarse sobre las aguas que caen en cascada.
El pecado obra del mismo modo. Uno se puede acercar solamente hasta cierta distancia de la
tentación, después de lo cual esta se convierte inexorablemente en pecado. El pecado tiene
un poder irresistible.
En nuestros miembros existe una tendencia adormecedora que lleva al deseo, la cual es repentina y feroz
[…] La lujuria una vez es- timulada envuelve la mente y la voluntad del hombre en la más profunda
oscuridad. Perdemos la habilidad de hacer distinciones claras. Las decisiones morales se vuelven difíciles.
Por lo tanto, la Biblia nos enseña que en el momento de la tentación de la carne no queda más que huir:
«Huid de la fornicación» (1era Corintios 6.18) […] No hay otra forma de resistir a Satanás que no sea huir.
Cualquier lucha en contra de la lujuria que realicemos con nuestras propias fuerzas, está condenada al
fracaso.2

EL PECADO ES ENGAÑOSO
El pecado nos engaña haciéndonos pensar que un solo y «pequeño» acto de
pecado será suficiente. Nos hace creer que podemos cometer el pecado, alejarnos
de él y jamás permitir que nos afecte nuevamente. ¡Jamás debemos olvidar que
Satanás es mentiroso! (Jn 8.44) dice:

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira,
de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.

¿Repitió David su pecado con Betsabé? No se nos dice. Aunque no lo hubiera


hecho, su único pecado bastó para llevarlo a un gran número de otros actos
repulsivos. Además de sus otros pecados, estaba su hipocresía al hacer luto por
Urías y su compasión fingida al casarse con Betsabé. Todas las transgresiones
anteriores comenzaron con una mirada que no controló.

El pecado promete placer, pero lleva a la muerte,


«Porque la paga del pecado es muerte…» (Rom. 6.23). Un acto de pecado puede
desencadenar una serie de eventos que no pueden ser detenidos; es como abrir
la caja de Pandora, puede desencadenar una serie de eventos irreversibles. El
pecado nos engaña al hacernos pensar que somos más fuertes de lo que
realmente somos.

EL PECADO LLEVA A LA RACIONALIZACIÓN

Nadie puede mirar directamente a su pecado por mucho tiempo sin emprender
alguna acción. Podemos suponer que David trató de justificar su pecado.
Racionalizó diciendo: «… la espada con- sume, ora a uno, ora a otro» (2º Samuel
11.25). Tal vez pensó que con el tiempo, de todos modos Urías sería muerto en
combate. Pudo ser que David se comparó con otros reyes. Pudo haber pensado
así:

«No soy tan malo como los paganos. Un rey pagano habría matado a Urías en el
acto, o simplemente habría tomado a Betsabé sin cuestionamiento». Tal vez trató
de apaciguar su conciencia con sus acciones posteriores: «Estoy haciendo algo
bueno», podría haber pensado. «Después de todo, me estoy casando con ella».
¿Por qué debemos suponer que David pensó así? Porque a menudo usamos las
mismas racionalizaciones. No obstante, tales pensamientos solamente satisfacen
las mentes de los que son culpables.
Las personas de hoy han eliminado casi totalmente la consciencia de que el pecado
es una fuerza presente en la vida. Lo hemos hecho al cambiar los estándares
predominantes de moralidad. Hemos cambiado los nombres de lo que
denominamos pecado. Algunos han racionalizado el pecado hasta hacerlo
desaparecer. No es de extrañar que el notable psiquiatra Karl Menninger
escandalizara a tanta gente culta al publicar su libro titulado ¿Qué sucedió con el
pecado? En ese libro demostró que el pecado no desaparece tan solo por
cambiarle el nombre de «pecado» al de «delito». Demostró que el psicoanálisis
puede ayudar a aliviar el peso de la culpa, pero jamás puede producir perdón.

En realidad, solo hay una manera de manejar el pecado. David la aprendió, pues
dice:

Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.


Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado
(Salmos 32.5).

Este estudio nos ha demostrado la naturaleza progresiva del pecado. Si el avance


del pecado no puede detenerse antes que la intención del pecado se desarrolle,
debe detenerse antes de que la oportunidad de pecar aparezca. Si la oportunidad
se da, el pecado todavía puede ser resistido y vencido. Aun si la persona que es
tentada peca, queda esperanza. Dios puede y está dispuesto a perdonar a Sus
hijos.

Uno no debe posponer la búsqueda del perdón de Dios. El amor al pecado es capaz
de endurecer el corazón, haciéndolo tan insensible que no puede ser conmovido, ni
siquiera por la bondad ni el terror de Dios. La conciencia de una persona puede
cauterizarse tanto que deja de creer que es culpable.

¡Cuán agradecidos debemos estar de, que David jamás llegó a esa etapa!

Nuestra esperanza al evitar el pecado debe hallarse en el conocimiento de que el


pecado no tiene que ser nuestro amo. Podemos ganar la batalla contra Satanás
por medio de las siguientes dos promesas misericordiosas de Dios:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar (1 Co. 10.13).

En primer lugar, Dios ha prometido que no enfrentaremos ninguna tentación que


sea más grande de lo que somos capaces de resistir. En segundo lugar, nos ha
asegurado que proveerá la salida para ayudarnos en nuestro esfuerzo de evitar el
pecado. Dios nos fortalecerá lo suficiente para soportar y vencer el pecado.
LA CULPA ES UNA CARGA PESADA
Aproximadamente pasó un año después de los actos pecaminosos de David. Tal
vez el transcurrir del tiempo alivió en alguna medida su dolor. Al menos, se dio
cuenta de que Dios no le había dado muerte. Probablemente, la imagen de un Urías
muerto ya no llegaba a David tan a menudo como antes.

David había pecado antes, pero no había pecado de esta manera. Aun cuando ya
había pasado un año, la conciencia de David seguía activa. Lo anterior se puede
ver en los salmos de penitencia que tradicionalmente se le atribuyen
(Sal 32; 38; 51; 143).

Jamás debemos pasar por alto el valor de la conciencia, a pesar de que a menudo
se malentienda. Es parte de nuestra formación psicológica y Dios la ha dado, para
evitar que pequemos o que sigamos en el pecado.

Una conciencia entrenada apropiadamente no es algo con lo cual nacemos. Debe


ser educada moralmente para discernir las diferencias entre el bien y el mal.

El papel de la culpa es vital. Todos los que están perdidos harían bien en ver el
valor de su culpa. El propósito de Dios es que esta culpa impulse al pecador al
arrepentimiento.

Cuando nos enfrentamos a la culpa, tenemos opciones. La culpa, que es como la


luz roja que aparece en el tablero de mandos de un automóvil, es una advertencia
de que algo anda mal. Podemos hacer caso omiso de esta luz de advertencia y
seguir conduciendo hasta que el motor se detenga, o podemos tomar un martillo y
quebrar la luz. Obviamente, es mucho mejor buscar el problema y arreglarlo de
inmediato.

Se puede tratar la culpa del mismo modo. Podemos hacer caso omiso de ella hasta
que ya no nos moleste. Esto se logra a veces por medio de redefinir el bien y mal,
diciendo: «Puede que el pecado no era tan malo después de todo…». Uno puede
negar un pecado personal, culpando de mal proceder a los demás, incluso a Dios.
No importa cuál de estas maneras inapropiadas use una persona para lidiar con la
culpa, el precio a pagar será demasiado alto.

Aunque algunos pasen por alto los remordimientos de su conciencia, otros cargan
con pesos que en realidad no existen. Debemos sufrir solamente por la culpa que
es real. El peso de la culpa y el de
EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO
QUE PRODUCE EL PECADO

Jehová, no me reprendas en tu furor, Ni me castigues en tu ira.


Porque tus saetas cayeron sobre mí, Y sobre mí ha descendido tu mano.
Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.
Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;
Como carga pesada se han agravado sobre mí.
Por tanto, confesaré mi maldad, Y me contristaré por mi pecado.
Porque mis enemigos están vivos y fuertes,
Y se han aumentado los que me aborrecen sin causa.
Los que pagan mal por bien
Me son contrarios, por seguir yo lo bueno. No me desampares, oh Jehová;
Dios mío, no te alejes de mí. Apresúrate a ayudarme,
Oh Señor, mi salvación (Salmos 38).

Un Resumen De Los Temas


El (salmo 38) es uno de los salmos de penitencia (6, 32, 38, 51, 102, 130, 143).
Constituye una oración elevadaa Dios. Elautorestálamentandolacondición de su
vida por causa de las consecuencias de su pecado y está clamando a Dios por
ayuda.

Se titula «Salmo de David, para recordar». En el salmo no aparece razón sólida


alguna para oponerse a la autoría de David. La frase «para re- cordar» no es clara,
aparte de que el salmo había de ser cantado como un recordatorio del dolor que
el pecado a menudo produce y de la liberación del pecado que Dios da.

El tema central del salmo es la angustia que el pecado le ha producido al autor.


Esta angustia es el factor clave que motiva su clamor a Dios pidiendo ayuda.

Comienza suplicando alivio de la angustia divina que está experimentando por


causa del pecado. Está siendo escarmentado por el Señor. Le suplica a Dios que
atenúe Su escarmiento sobre él en Su ira. No excusa su pecado; solo pide alivio de

la ira de Dios (vers.1).

La segunda descripción de su condición es una descripción de su angustia física


(vers. 2–10). Ve tal angustia como el resultado de la mano del Señor que gravita
sobre él (vers. 2). Es como si saetas han sido lanzadas a su cuerpo (vers. 3).

No hay nada sano en su cuerpo; todo su cuerpo está afectado; aun sus huesos
duelen (vers. 3). El dolor producto de sus iniquidades se ha extendido sobre él
como una avalancha poderosa, tragándoselo por completo (vers. 4). Su angustia
podría verse como una carga pesada que lo aplasta y que es demasiada pesada
para él (vers. 4). Su cuerpo presenta heridas abiertas y estas hieden y están
infectadas (vers. 5). Es como si no pudiera pararse derecho a causa de la carga
del pecado suyo (vers. 5).

Su tercera descripción tiene que ver con angustia de espíritu (vers.8 – 10). Anda
de luto todo el día (vers. 6), gimiendo profundamente por causa de su adolorido
corazón (vers. 8). Su dolor está cons- tantemente delante de él (vers. 17). La luz
de sus ojos se ha desvanecido. Sus deseos están siempre delante de Dios
(vers. 9). Pasa el tiempo suspirando, en lugar de estar cantando (vers. 9).

La cuarta descripción es una angustia que tiene que ver con sus relaciones, las
cuales incluyen amigos y enemigos (vers. 11 – 20). Sus amigos se mantienen
alejados de él (vers. 11). Aun sus familiares se han alejado (vers. 11). Sus
enemigos se aprovechan de la oportunidad para destruirlo (vers. 12).

No obstante, la respuesta que da a sus enemigos y amigos ha sido de silencio


(vers.13 – 14). Ha escogido permitirle al Señor contestar (vers. 15). Sus
enemigos están pagando mal por bien (vers.20). Cree que una razón por la que
los enemigos se le oponen es porque él busca lo que es bueno (vers. 20).Suplica
a Dios para que no lo abandone en su momento de necesidad (vers. 21).
«Apresúrate a ayudarme, oh Señor, mi salvación», clama él (vers. 22).
EL PECADO MÁS TONTO DE UN SANTO

¿PARA QUÉ ORAR SI PUEDES PREOCUPARTE?


La presión y el estrés son los compañeros diarios de la mayoría de nosotros
mientras atravesamos las rutinas de la vida. Tanto en el trabajo como en la casa
nos enfrentamos a demandas que están siempre aumentando y hacemos más en
menos tiempo. Aun cuando hay oportunidad de tomar unas vacaciones,
¡usualmente terminamos regresando al trabajo a descansar! Parece que cada
minuto preciso tiene que ser planeado y utilizado al máximo, por lo que tratamos de
rellenar cada pedacito de diversión que podamos en ese precioso tiempo libre.

A lo que se le solía llamar "la carrera de ratones", ya ni siquiera tiene nombre porque
a nadie le ha dado tiempo de pensar en una. Mamá y papa están convencidos de
que la familia morirá de hambre si ambos no trabajan (y en muchos casos,
probablemente tienen razón). Los niños están en la escuela y sus actividades
regulares extra-curriculares acaparan el resto del menguante tiempo disponible. La
“salida” a menudo excede el “ingreso” y llegando al fin del mes, queda más mes que
dinero ¿Suena familiar? Temo que esto describe muchas familias de hoy y muy a
menudo el resultado es que algunos del pueblo de Dios cometen el error de
preocuparse sobre cosas. El preocuparse e irritarse es una aflicción natural y
algunos son más propensos a esto que otros, pero los cristianos deben reconocer
que es un pecado y es lo opuesto a la fe.

En Mateo capítulo seis, el Señor habla de los peligro de permitir que Mamón
(dinero y “cosas”) se conviertan en el maestro de uno, porque uno no puede servir
a Dios y a Mamón al mismo tiempo. Luego comenzando en el versículo 25 El habla
acerca del peligro de deseos excesivos que van de manos con las cosas materiales:

"25Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o
qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la
vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26Mirad las aves del
cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Y quién
de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28Y
por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo
crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió así como uno de ellos. 30Y si la hierba del campo que hoy es, y
mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe? 31No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? 32Porque los gentiles buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas. 33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas.34Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque
el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal." (Biblia RV).

Del dicho al hecho hay mucho trecho ¿Dice usted? Bueno, todo se resume en que
si realmente le creemos a Dios o no. El les dijo a Sus discípulos en el versículo 8
del capítulo seis:

"…porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que
vosotros le pidáis." (Biblia RV).

El apóstol Pablo les dijo a los creyentes en Filipos:

"19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria
en Cristo Jesús."(Filipenses 4:19, Biblia RV).

Lo que muchos cristianos pasan por alto concerniente a las palabras del Señor en
Mateo capítulo seis es el hecho de que Dios provee de alimento a las aves, pero Él
no la pone en sus bocas. Ellas todavía tienen que rascar y picotear por el alimento.
La lección que necesitamos aprender es que Él nos ama mucho más que a las aves
y proveerá abundantemente para nuestras necesidades (Filipenses 4:19 arriba).

Tenemos este mal hábito de confundir nuestro querer con lo que realmente
necesitamos. Cada uno de nosotros podría sostenerse con mucho menos de lo que
tenemos ahora y es muy ridículo de hablar de “gente pobre” en este país. Según
estándares del tercer-mundo, ¡nuestros “pobres” son realmente ricos! Más le vale
creer que hay literalmente billones de personas en otros países quienes con gusto
intercambiarían sus lugares con ellos. Como nación, somos bendecidos a tal grado
que es casi embarazoso y aquellos que pasan hambre o desnudez, o sin techo, lo
hacen a pesar de los bienes y servicios que se proveen para ellos.

No es para decir que la vida no se pone dura a veces, en la que surgen ciertas
situaciones que realmente nos prueban y nos causan dolor en el corazón. Todos
sabemos que estas cosas suceden y que son más bien inevitables, pero como las
manejemos como cristianos es el tema en cuestión. El reaccionar a la adversidad
teniendo una “fiesta de penas” preocupándose por las cosas es definitivamente no
andar por fe. (Rom. 14:23) (b) nos dice:
"…Y todo lo que no proviene de fe, es pecado."(Biblia RV).

Dios ama a Sus ovejas con un amor eterno y nos ha prometido que El proveerá para
nosotros y nos protegerá. Nuestra respuesta apropiada es el seguir Su liderazgo sin
cuestionarlo y ejercer una confianza sin vacilación en Su habilidad para hacer
aquello que él ha prometido. El hacerlo de otra forma el preocuparse e irritarse es
dudar y el dudar es pecado ¿Alguna vez ha pensado en porqué el Señor se refiere
a nosotros como ovejas? Aquellos quienes conocen ovejas nos dicen que sin duda
alguna, ¡son los animales más tontos en cautividad e incapaces de ayudarse a sí
mismos! Para sobrevivir y prosperar, ellas deben tener un pastor y eso resume
perfectamente nuestra relación con nuestro Salvador.

Para demostrar que tan tonto e infructuoso es el preocuparse, el (versículo 27) de


nuestro texto en Mateo seis señala que ninguno de nosotros puede por afanarnos
por eso incrementar nuestra estatura física (hacernos más altos), o la duración de
nuestras vidas. Cuando usted le da un largo y fuerte vistazo y lo analiza
meticulosamente, la única conclusión lógica a la que uno puede llegar es total
pérdida de tiempo. Si alguna vez alguien en algún lugar lograra algo positivo por
preocuparse entonces habría quizás alguna base razonable para tratarlo, pero
usted sabe tan bien como yo que esto nunca ha pasado ¿Entonces por qué
persistimos en enfrascarnos en algo que no nos hace sentir mejor, mucho menos
lograr algo? (Me pregunto, ¿las ovejas se preocupan?)

Alimento, abrigo y refugio son nuestras tres necesidades básicas y el Señor ha


prometido satisfacer nuestras necesidades relacionadas a ellas. Si nos
encontramos enfrentando una crisis que pondrá en peligro una o todas estas tres
áreas, nuestra primera respuesta debería ser el hablar con el Señor sobre ello. Pero
en vez de eso, muchos de nosotros actuamos como si odiáramos molestarlo con
nuestros problemas e insistir en hacer primero todo lo que nosotros podamos. Y con
muchas personas esto involucra preocuparse e irritarse y trabajarse hasta
molestarse. Por supuesto que el Señor

"… Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo."

(Salm. 103:14, Biblia RV). Nada sobre nosotros escapa a Su vista y, como el Buen
Pastor, El está listo, dispuesto, y capaz de satisfacer cada una de nuestras
necesidades. La Biblia nos enseña que somos las ovejas de Su prado y que somos
criaturas indefensas que necesitamos constante supervisión y cuidado. Teniendo al
Buen Pastor vigilando a las ovejas, ellas no deberían tener ni una preocupación en
el mundo.
La clave de ver que nuestras necesidades sean satisfechas a diario con mínimo
“ajetreo” se encuentra en el versículo 33 de Mateo 6:
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas."(Biblia RV, énfasis mío).

Cuando recibimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador personal, El entonces


se convierte en la persona más importante en nuestras vidas y con razón. Todos
nosotros (los cristianos) en conjunto conformamos la “Esposa de Cristo” la Iglesia y
Él es celoso con nosotros y desea nuestra lealtad y comunión inquebrantable ¿No
se vería afectada su relación con su esposo, esposa, o prometido (a) si lo
descuidaran a usted y actuaran como si usted no existiera? Ciertamente lo sería y
así nuestra relación con Cristo se vería afectada cuando lo descuidamos a El. Si
insistimos en alejarnos de Él, las necesidades de la vida podrían no ser tan fáciles
de satisfacer ¡y eso será Su forma de llamarnos la atención! El nos ama y desea
darnos toda cosa buena, pero nosotros primero tenemos que hacer nuestra parte y
luego continuar haciéndolo ¿Qué es lo que estamos supuestos a hacer? Tenemos
que tener

"hambre y sed de justicia" (Mateo 5:6, RV), y hacer lo mejor para "crecer en la
gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo " (2 Pedro
3:18, RV).

Para ponerlo de otra forma, hemos de amar a Jesucristo y asegurarnos que Él esté
entronado en nuestras vidas como nuestro Señor y Maestro diariamente buscando
hacer Su voluntad y viviendo para El. El dio todo de sí por nosotros y nosotros
debemos de dar lo mejor para aferrarnos a Él y no abandonarlo por las cosas de
este mundo. Cuando estamos en el proceso de esforzarnos por complacerlo, El
añadirá "estas cosas" (Mat. 6:33, RV) a nosotros. Si nosotros no lo buscamos a Él
y la expansión de Su reino, ¿por qué nos ha de sorprender si nuestras vidas se
vuelven complicadas? Padres sabios a menudo les retienen cosas a sus hijos como
una forma de disciplina y el Señor nos hace lo mismo.

Las “cosas” de este mundo posesiones materiales pueden convertirse fácilmente en


una piedra de molino alrededor de nuestros cuellos si lo permitimos. Dios espera
que usemos a las cosas y no que las cosas nos usen a nosotros. No debemos
permitir que se conviertan en objetos de nuestro afecto, porque si eso sucede
¡somos culpables de idolatría! Cristianos quienes jamás soñarían de postrarse ante
un ídolo pagano son sin embargo culpable del mismo pecado porque ellos han
permitido que “cosas” se interpongan entre ellos y Cristo.
Más veces que no, el pecado de la preocupación es cometido por aquellos que
están sobre-preocupados sobre posesiones materiales y cómo van a conservarlas
o incrementarlas. Una de las primeras lecciones que debemos aprender como
cristianos es que somos esclavos de Jesucristo y no poseemos nada. Todo a lo
que usualmente nos referimos como que pertenece a nosotros, realmente le
pertenece a Jesucristo y El solo nos está permitiendo usarla. Somos Sus
mayordomos y Él nos “evalúa” según que tan bien administremos Su patrimonio.
Nuestras recompensas en el cielo van a ser determinadas en lo bien que
administremos y cuando vengamos a darnos cuenta que Cristo es el responsable
de proveer (no nosotros), cambiará la forma en que vemos la vida. Nuestra
responsabilidad primaria es ser los mejores cristianos que podemos ser con Su
ayuda y Él se encargará del resto. El preocuparse es dudar de El y la duda
ciertamente no es fe. Se nos enseña que "el justo por la fe vivirá" (Romanos
1:17b, RV).

Dice una historia de una mujer que vino a su pastor buscando consejo. Al comenzar
a hablar, la mujer le contó de su tristeza y su constante preocupación sobre la vida
en general. Cuando ella terminó su historia de penas, el sabio predicador le dio
varios versículos de las Escrituras para considerar y luego le hizo prometer que
fuera a su casa ¡e hiciera dos pasteles! El continúo sus instrucciones aparentemente
extrañas diciéndole que cuando ella terminara los pasteles, ella los llevaría a dos
ancianitos de la iglesia. Después de entregar los pasteles, se le instruyó que se
“inscribiera” para trabajo voluntario en la misión en el centro de la ciudad. Una
semana más tarde ella tenía que regresar a ver el pastor y reportar su progreso.
Cuando ella se reportó obedientemente al pastor, la primera pregunta que el le hizo
fue que tanto progreso ella había logrado en triunfar sobre la preocupación "¿Qué
preocupación?" dijo ella ¡No he tenido tiempo para pensar, mucho menos
preocuparme!"

Como dice el viejo dicho: "Una mente perezosa es el taller del diablo." Involucrarse
en la obra del Señor y nunca mirar atrás. Ocuparse de satisfacer las necesidades
de otros y usted tendrá poco tiempo (o necesidad) de preocuparse por las suyas.

Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, pero ha sido muy


tibio en su caminar espiritual con Él, usted necesita pedirle inmediatamente perdón
y renovación. Él lo perdonará instantáneamente, y llenará su corazón con el gozo
del Espíritu Santo. Entonces, necesita iniciar un caminar diario de oración y estudio
personal de la Biblia.

Si usted nunca ha aceptado a Jesucristo como Salvador, pero ha comprendido Su


realidad y el Fin de los Tiempos que se acerca, y quiere aceptar Su regalo GRATIS
de la Vida Eterna, usted puede hacerlo ahora, en la privacidad de su hogar. Una
vez lo acepte a el cómo Salvador, usted habrá Nacido de Nuevo, y tendrá el Cielo
tan seguro como si ya estuviera allí. Entonces, podrá descansar seguro de que el
Reino del Anticristo no lo tocará espiritualmente.
EL PECADO DEL CRISTIANO

Una de las más grandes e impactantes bendiciones de La salvación es


el trato que Dios da al tema del pecado. El
pecador arrepentido recibe la salvación inmediata y eterna de la pena
del pecado. La salvación en tres tiempos.

NOS SALVÓ.
(Jn. 5.24). “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree
al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha
pasado de muerte a vida”.

NOS SALVA.
(Ef. 2.8) “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios”.

NOS SALVARÁ.
(Tito 3.5). “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y
por la renovación en el Espíritu Santo”

 Pero, ¿Qué pasa cuando cristiano peca?


 ¿Cómo lo ve Dios?
 ¿Puede permanecer un cristiano sin pecar desde la cruz hasta
la corona?

Ser cristiano no lo exime de pecar. 1ª. De Juan 1.8-10,


presenta tres fases. “Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos
pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”.
 Negar la presencia del pecado
 Pecados particulares
 Pecados personales.

Pero da una solución. (1. Jn. 2). Abogado tenemos.

EL EFECTO DEL PECADO EN EL HIJO DE DIOS.


Cuando el hijo de dios peca, pierde 7 cosas.
LA LUZ:
(1. Juan1.6) “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”

PÉRDIDA DE GOZO:
(Salmo 51.12) “Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente”

PIERDE LA PAZ: (1 Jn.3.4-10)

PIERDE EL AMOR:
(1. Jn.2.5) “pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el
amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en
él”.

PIERDE LA COMUNIÓN:
(1 Jn. 1.3,6,7) “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo 6 Si decimos
que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad 7 pero si andamos en luz, como él está en luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos
limpia de todo pecado”
PIERDE LA CONFIANZA:
(1. Jn. 3.19 – 22) “Y en esto conocemos que somos de la verdad, y
aseguraremos nuestros corazones delante de él; 20 pues si nuestro
corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe
todas las cosas. 21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende,
confianza tenemos en Dios; 22 y cualquiera cosa que pidiéremos la
recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos
las cosas que son agradables delante de él.”

PIERDE HASTA LA VIDA. (Hechos 5).

¿QUÉ DEBEMOS PENSAR DEL CRISTIANO CARNAL?

INTRODUCCION
Muchas de las personas que asisten regularmente a la iglesia, que
realizan labores en ella y conocen intelectualmente el evangelio, nunca
hacen nada para Cristo. Parecen estar en paz con el mundo y con los
enemigos del Señor. No tienen lucha con el pecado y, a excepción de
unas cuantas expresiones sentimentales sobre Cristo, no existe
ninguna evidencia de que hayan experimentado en lo más mínimo el
poder del evangelio en sus vidas. Sin embargo, a pesar de toda la
evidencia en su contra, se consideran a sí mismos lo que sus maestros
les han enseñado: “cristianos carnales”. Como cristianos carnales creen
que irán al cielo, aunque quizás no sea en primera clase y obtengan
pocas recompensas.

La mayoría de los que leen estas líneas admitirán con rapidez que hay
algo que está muy mal en la vida de estas personas; no se necesita
ningún argumento para probarlo. Pero el aspecto más serio de esta
situación muchas veces ni siquiera se reconoce. El error básico no es
la falta de interés de estos fieles asistentes a la iglesia, sino la
equivocación de sus maestros, quienes les han llevado a creer que
existen tres grupos de hombres: el hombre inconverso, el “cristiano
carnal” y el “cristiano espiritual”.
Mi propósito en este folleto es argüir que esta clasificación es incorrecta
y exponer la respuesta positiva, histórica y bíblica a esta enseñanza del
“cristiano carnal”. El argumento de la historia de la Iglesia no deja de ser
importante ya que es cierto que hace menos de doscientos años esta
enseñanza no era conocida en las iglesias de Norteamérica, pero me
propongo apoyar mi caso en una declaración honesta de la enseñanza
de la Biblia. He escrito luego de estudiar, orar y meditar en privado, y de
usar muchos de los viejos y respetados comentarios de otras épocas,
pero mi apelación básica es a la Palabra de Dios, y es a la luz de esta
autoridad que pido al lector que considere lo que sigue.

También debo confesar que escribo como uno de los que por muchos
años apoyaron y enseñaron la doctrina que ahora estoy convencido es
incorrecta y que tiene muchas implicaciones peligrosas. Siento un
profundo respeto por muchos de los que sostienen esa posición y no
voy a atacar a personalidades, sino a lidiar con principios y con la
interpretación de pasajes específicos de la Escritura en los que se basa
esta enseñanza.

Cuando hablamos de temas controversiales, debemos tener en cuenta


que la experiencia de un cristiano puede ser genuina aunque su
compresión de la verdad divina esté manchada de errores o ignorancia.
También es posible que suceda lo opuesto, es decir, que la compresión
intelectual de un hombre puede ser buena pero su experiencia pobre.
Es mi oración que si estoy errado en esta o cualquier otra doctrina sea
corregido antes de dejar este mundo. Confío en que siempre estaré
dispuesto a ser enseñado en la verdad divina.

Lo más importante para lograr este propósito es que asentemos el tema


sobre las bases correctas. No quiero hacer una caricatura de la opinión
de otros y luego demostrar mi éxito destruyéndolos. También tratare de
evitar emitir aseveraciones desproporcionadas o parcializadas. Todavía
estamos en el peligro de “oscurecer el consejo por medio de palabras
sin conocimiento”. Es mi oración que este esfuerzo exponga verdades
y que la existencia de opiniones variadas nos lleve a todos a buscar más
en las Escrituras, a orar más y a ser diligentes para aprender cual es “la
mente del Espíritu”.

Mi mayor dificultad será lograr ser breve porque este tema esta
estrechamente relacionado y entretejido con la doctrina central de la
Biblia, particularmente con la justificación y la santificación, las
bendiciones centrales del nuevo pacto. El tema involucra por lo tanto el
entendimiento de lo que es el evangelio y de lo que realmente hace en
la vida de una persona cuando es aplicado eficazmente por el Espíritu.
Nuestra postura sobre el tema también afectara nuestra opinión en
cuanto a la relación que existe entre los Diez Mandamientos y el área
de la santificación del creyente y de la doctrina bíblica de la seguridad
de salvación.

Algunas de las preguntas fundamentales que debemos enfrentar son:

1. ¿Somos santificados de forma pasiva, es decir, “por fe”


solamente, sin obediencia a la ley de Dios y de Cristo? Si la
santificación es pasiva - un punto de vista que se presenta con
el lema “déjate llevar y deja a Dios” ¿Cómo podemos
comprender aseveraciones apostólicas tales como “yo peleo”,
“yo corro”, “pongo mi cuerpo en servidumbre”, “limpiémonos”,
“trabajemos”, “despojémonos de todo peso”? Estoy seguro de
que estas aseveraciones no expresan una condición pasiva, ni
indican que por un solo acto poseeremos la experiencia de la
“victoria” y nos convertiremos en cristianos espirituales y
maduros?

2. No miniamos la experiencia de una conversión genuina al


instar al así llamado “cristiano carnal” a convertirse en un
“cristiano espiritual”, magnificando así una supuesta segunda
experiencia, sea cual sea el nombre que le pongamos – “una
vida más elevada”, “una vida más profunda”, “una vida llena
del Espíritu”, “una vida victoriosa”, “recibir a Cristo como
Señor, y no solamente como Salvador”, y así por el estilo?
Las palabras que leemos en ( 2 Corintios 5:17) “De manera
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” no se refiere a
una segunda experiencia sino más bien a lo que sucede
cuando hay una conversión real.

3. ¿Ha terminado en crecer en la gracia el “cristiano espiritual”?


Si no es así, ¿Cómo se le llamará en la medida en que
continúe creciendo en la gracia? ¿Necesitamos entonces
crear una nueva clasificación cuyos miembros sean los
“cristianos súper espirituales”?

¿Quién decide quienes son los cristianos carnales y cuales son


exactamente los estándares que se utilizaran para determinarlo? ¿Son
los “cristianos espirituales” los que deben decidir quiénes son los
“cristianos carnales”? ¿Es la Iglesia o el predicador quien decide donde
se ha de establecer la línea divisoria entre las dos clases o categorías?
Como todos los creyentes tienen un pecado remanente y pecan todos
los días, ¿Cuál grado de pecado o cuales pecados en particular
clasificarían a una persona como “cristianos carnales”?
No es cierto que todos los cristianos actúan algunas veces como
hombres naturales en algunas áreas de sus vidas?.

¿Los pecados Internos como la envidia, la malicia, la codicia, la lascivia


(que incluye la inmoralidad a nivel mental) no demuestran la carnalidad
tanto como los pecados externos y las manifestaciones visibles de otros
pecados?.

En (Rom 8:1-9) hay una división establecida, pero no en cristianos


carnales y cristianos espirituales. Es una división entre los que andan
conforme a la carne (los no regenerados) y los que andan conforme al
Espíritu (los que están Cristo). No existe una tercera categoría.
De nuevo, en (Gálatas 5:17 - 24) aparecen solo dos categorías o
clases: aquellos que son guiados por el Espíritu y aquellos que hacen
las obras de la carne. No hay un tercer o cuarto grupo o clase.
EL CRISTIANO Y EL PROBLEMA DEL PECADO

«Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en
nosotros.
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo»
(1 Juan 1.6 — 2.2).

El Problema (1 Juan 1.6)


Este pasaje presenta un problema. Es el problema del pecado en la vida del
cristiano.

Juan dice: «Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas,
mentimos, y no practicamos la verdad». Un error que amenazaba la fe de la iglesia
primitiva era el que decía que el Espíritu es lo que importa y que el cuerpo no es
importante. Más adelante, a ese error se le conoció como gnosticismo.

Algunos estaban diciendo:


«Puedo tener comunión con Él, sin importar lo que haga con mi cuerpo o en mi
cuerpo». Sin embargo, Juan declara que si decimos que tenemos comunión con
Él y no andamos en luz, mentimos y no practicamos la verdad. Nuestras vidas
han de ser consecuentes con el evangelio de Cristo. (Fil 1.27) dice: «Solamente
que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo…». Juan está diciendo
que realmente no tenemos comunión con Él si andamos en tinieblas. A medida
que ex- aminemos este pasaje, veremos que andar es una de las palabras
importantes a notar. Dar un paso no equivale a andar. Juan se refiere al rumbo
que el hombre toma en la vida. La pregunta que debe hacerse no es tanto «¿qué
tan lejos ha viajado hasta ahora?», sino, «¿Qué dirección lleva?».

Ahora fíjese en los (versículos 8 y 10). En el versículo 8, Juan dice: «Si decimos
que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está
en nosotros». En el versículo 10, dice: «Si decimos que no hemos pecado, le
hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros». Algunos
aparentemente estaban diciendo: «Aunque algunas acciones de mi cuerpo no son
consecuentes con la voluntad del Señor, mi espíritu está bien; por lo tanto, estoy
sin pecado». Sin embargo, Juan insiste en que tener comunión con Dios exige que
vivamos de cierta manera. A los que podían estar diciendo: «Sencillamente no
tengo ningún pecado», Juan les dice: «Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos…».

Observe que Juan usa el plural «nosotros». Dice:


«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos…». Este
no es el «nosotros» editorial en el cual un autor sencillamente se acomoda al lector.
A veces, el «nosotros» editorial significa:

«Nosotros» y a veces significa «ustedes»; en este «nosotros», Juan se incluye


a sí mismo, de forma literal y real. En otras palabras, Juan está diciendo: «Estoy
al mismo nivel de ustedes, mis lectores. Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos».

Recuerdo cuando estuve en una reunión hace varios años en un pequeño pueblo
de Texas. Había allí un buen hermano que había causado un verdadero problema
porque afirmaba que el cristiano debe llegar a un momento en el que vive en
absoluta y constante perfección libre de pecado. Este hermano estaba dispuesto a
reconocer que un bebé en Cristo no podía vivir de tal manera, pero que después
de cierto tiempo, creía que la anterior era la manera como el cristiano maduro
debía vivir. Una de las verdades contundentes del pasaje es que Juan se incluye
a sí mismo. El gran apóstol del amor se incluye a sí mismo.

LA SOLUCIÓN (1 JUAN 1.7, 9)


En los versículos 8 y 10, se ve el problema. En los versículos 7 y 9, se propone la
solución. En el versículo 7, Juan dice: «Pero si andamos en luz, como él está en
luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia
de todo pecado». El versículo 9 dice: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel
y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». Parece
haber cierta tirantez en el pasaje anterior.

En el versículo 6, donde Juan dice «Si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad», está implícito que,
para que tengamos comunión con Él, debemos andar en luz. Anteriormente, en
el versículo 5, Juan dice: «Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él». Para
que tengamos comunión con Dios que es luz, debemos andar en luz. Si andamos
en tinieblas, no podemos tener comunión con Él. Por lo tanto, la aparente tirantez
del pasaje es esta: ¿Cómo podemos nosotros que ciertamente pecamos, tener
comunión con Dios que es luz? ¿Cómo podemos tener comunión con Él, cuya
naturaleza misma está en contraposición a las tinieblas o el pecado?
¿Cómo se alivia y resuelve esta aparente tirantez? Juan lo explica en este pasaje
por medio de tres consideraciones relacionadas entre sí. En primer lugar, en el
versículo 7, Juan dice: «… la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado». Entonces, no es por nuestro desempeño perfecto, sino que es por
nuestra fe y obediencia que tenemos comunión con Él. La sangre nos limpia; ella
«continúa limpiándonos» de todo pecado.

En segundo lugar, en la primera parte del capítulo 2, se menciona la intercesión


constante de nuestro Abogado. Juan usa una palabra que es práctica y
virtualmente la misma que se usa para describir al Espíritu Santo en (Juan 14.26).
Se trata de lo que se conoce como un cognado. La forma que toma en nuestro
idioma es paracleto. El paracleto o consolador de (Juan 14, 15 y 16) es el Espíritu
Santo. En este pasaje, el consolador o abogado es Jesucristo. Como Abogado
nuestro que es, Él es un intercesor que aboga por nuestra causa y nuestro caso.

Luego, en tercer lugar, está el hecho de que Él es la propiciación por nuestros


pecados (1Jn 2.2). La palabra que aparece en algunas traducciones es
«expiación». «Propiciación» insinúa la idea de cumplir las exigencias de la
justicia, al satisfacer la ira judicial de Dios, aliviándonos y liberándonos del castigo
que de otra manera sería nuestro.

Cuando entendamos que la sangre continúa limpiando, cuando entendamos que


tenemos un abogado para con el Padre, cuando entendamos la propiciación,
cuando veamos cómo, a pesar del hecho de que no vivimos en absoluta
perfección libre de pecado, podremos presentarnos como niños inocentes delante
del Padre.

Tenemos aquí una relación acreedor-deudor o patrono-empleado que en sus


facetas y partes particulares, debe resolverse en alguna clase de juzgado porque
es esencialmente una relación legal. Sin embargo, hay otra clase de relación. Sus
hijos no mantienen con usted una relación puramente legal Mantienen una relación
familiar. La suya es una relación cálida, amorosa, paternal o maternal con sus
propios hijos. Dios es nuestro Padre y debido a la provisión que Él ha hecho en
Cristo, podemos presentarnos como hijos inocentes. Recuerde: Somos inocentes,
no libres de pecado. Juan nos advierte de creer que estamos libres de pecado en
los versículos 8 y 10. No resolvemos el problema del pecado diciendo: «No tengo
pecado». ¿Cómo resolvemos el problema? Cumplimos las condiciones de los
versículos 7 y 9, y por medio de las provisiones de Dios, la sangre continúa
limpiándonos de todo pecado.
Hay una palabra que necesita ser enfatizada. Se encuentra en el versículo 7 y en
el versículo 9. En la traducción a nuestro idioma, se nos presenta en estas pequeñas
palabras de cuatro letras: «todo» o «toda». Es muy importante que usted y yo
sintamos toda la fuerza de esas pequeñas palabras, porque Dios no desea que
Sus hijos vayan por la vida adoleciendo de cojera espiritual a causa de una
persistente y mordiente culpa. Su Palabra revela claramente que Él entiende que
no vivimos en absoluta perfección libre de pecado. Sin embargo, podemos estar
de pie delante de Él, sin culpa, no por un desempeño perfecto de nuestra parte,
sino, por la sangre. El versículo 7 consigna: «todo pecado». El versículo 9
consigna: «toda maldad». Cuando Dios purifica, lo hace completamente. Cuando
Dios purga y perdona, lo hace completamente.

He observado un sentimiento que pareciera indicar que es presuntuoso que


cualquier persona exprese sensación alguna de certeza. Sin embargo, la Palabra
se preocupa de colocar una sólida base para una constante certeza. Si bien es
cierto que la Palabra de Dios pone de manifiesto que podemos caer, también pone
de manifiesto que hemos de tener certeza y ser felices. Un cristiano puede andar
cinco días, cinco años, cincuenta y cinco años, setenta y cinco años desde el día
de su bautismo hasta el momento de su muerte física, con una gran sensación de
certeza, cuando anda en luz. La certeza no descansa en su propio desempeño
perfecto, sin embargo se mantiene esforzándose, se mantiene creciendo.

La habitación más grande de la casa es la habitación de la auto-superación. No


abandonamos la idea de la superación, del crecimiento y del avance, solamente
porque Dios haya provisto para nuestro perdón. Juan nos advierte de ese error
cuando comienza el segundo capítulo. Escribe lo siguiente: «Hijitos míos, estas
cosas os escribo para que no pequéis…» (1Jn 2.1). ¿No ve usted lo que esto
significa en el contexto? Estas palabras son para impedir que alguien diga: «Él
ha provisto para nuestro perdón Nos limpia de todo pecado y maldad. Por lo tanto,
sigamos pecando sin ningún problema». Juan dice:

«… estas cosas os escribo para que no pequéis». La provisión maravillosa de Dios


para la constante purificación no ha de ser objeto de abuso, ni de distorsión, ni de
mal uso al tomarla como aliciente u ocasión para pecar. Antes, ha de ser
considerada como motivación para una mayor pureza de vida, un mayor servicio y
una mayor actividad.

El grandioso sistema de recuperación espiritual que conocemos como el evangelio


es un sistema perfectamente balanceado. No es gracia barata. Provee un fuerte
incentivo para un crecimiento constante, que avanza hacia la medida de la plenitud
de la estatura de Cristo. Pone en guardia contra el descuido y la irresponsabilidad
morales. También pone en guardia contra la desesperación y la sombría sensación
de inutilidad en la que algunos han caído cuando sintieron y expresaron: «Todo
depende de mí». Ciertamente, Juan está diciendo: «No depende todo de usted,
pero existe una condición crítica que ha de cumplirse». Andar en luz en el versículo
7 incluye confesar nuestros pecados en el versículo 9. Si acudimos arrepentidos
a Dios en oración, confesando lo que sabemos es pecado, entonces, Él es fiel
para perdonar. Esto es, podemos confiar en Él. Cumplirá Su palabra. Pablo dijo:
«Dios […] no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir…»
(1Corintios 10.13). «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará», escribe Pablo
en (1Tesalonicenses)

LOS RESULTADOS (1JUAN 1.4)


Aquí está la gran lección práctica que puede tener mucho significado para
nosotros. La duda es algo peligroso, y jamás fue propósito de Dios que
viviéramos el día a día de nuestras vidas plagado por una duda que encoge el
alma. Jamás fue propósito de Él que fuéramos como signos de interrogación, sino
como signos de exclamación. El pasaje que estamos estudiando dice que el hijo
de Dios, aunque profundamente consiente, que no vive en absoluta perfección
libre de pecado, está seguro de su salvación, esto es, está en paz. A medida que
andemos en luz, a medida que con arrepentimiento confesemos lo malo, la sangre
cuyo poder bastó para limpiarnos cuando fuimos bautizados en Su muerte,
cuando pasamos de muerte a vida, sigue teniendo un poder que basta para seguir
limpiándonos. El tiempo del verbo de (1Juan 1.7) es tal que podría traducirse por
«sigue limpiándonos» de todo pecado. El hijo de Dios tiene acceso a una limpieza
constante y ello significa cinco minutos, cinco días, cinco meses, cinco años,
setenta y cinco años a partir de nuestra obediencia al evangelio. El hijo de Dios
puede decir: «… Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para
guardar mi depósito para aquel día». Juan escribe este breve libro diciendo: «Estas
cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido» (1 Juan 1.4). También
dice: «Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de
Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del
Hijo de Dios» (1Juan 5.13).

CONCLUSIÓN
Si usted no anda en luz, necesita volver a esta. Si sabe que el rumbo
de su vida se ha desviado y que no está siguiendo fielmente a Él; necesita
volver. Necesita llegar a ser nuevamente un caminante que anda en luz. Si
está andando fielmente en luz, regocíjese en la salvación que le
pertenece. Si aún no ha venido a la luz por medio de la obediencia al
evangelio, tome esa decisión hoy.
¿QUÉ DEBEMOS PENSAR DEL CRISTIANO
CARNAL?

INTRODUCCION
Muchas de las personas que asisten regularmente a la iglesia, que realizan labores
en ella y conocen intelectualmente el evangelio, nunca hacen nada para Cristo.
Parecen estar en paz con el mundo y con los enemigos del Señor. No tienen lucha
con el pecado y, a excepción de unas cuantas expresiones sentimentales sobre
Cristo, no existe ninguna evidencia de que hayan experimentado en lo más mínimo
el poder del evangelio en sus vidas. Sin embargo, a pesar de toda la evidencia en
su contra, se consideran a sí mismos lo que sus maestros les han enseñado:
“cristianos carnales”. Como cristianos carnales creen que irán al cielo, aunque
quizás no sea en primera clase y obtengan pocas recompensas.

La mayoría de los que leen estas líneas admitirán con rapidez que hay algo que
está muy mal en la vida de estas personas; no se necesita ningún argumento para
probarlo. Pero el aspecto más serio de esta situación muchas veces ni siquiera se
reconoce. El error básico no es la falta de interés de estos fieles asistentes a la
iglesia, sino la equivocación de sus maestros, quienes les han llevado a creer que
existen tres grupos de hombres: el hombre inconverso, el “cristiano carnal” y el
“cristiano espiritual”.

Mi propósito en este folleto es argüir que esta clasificación es incorrecta y exponer


la respuesta positiva, histórica y bíblica a esta enseñanza del “cristiano carnal”.
El argumento de la historia de la Iglesia no deja de ser importante ya que es cierto
que hace menos de doscientos años esta enseñanza no era conocida en las
iglesias de Norteamérica, pero me propongo apoyar mi caso en una declaración
honesta de la enseñanza de la Biblia. He escrito luego de estudiar, orar y meditar
en privado, y de usar muchos de los viejos y respetados comentarios de otras
épocas, pero mi apelación básica es a la Palabra de Dios, y es a la luz de esta
autoridad que pido al lector que considere lo que sigue.

También debo confesar que escribo como uno de los que por muchos años
apoyaron y enseñaron la doctrina que ahora estoy convencido es incorrecta y que
tiene muchas implicaciones peligrosas. Siento un profundo respeto por muchos
de los que sostienen esa posición y no voy a atacar a personalidades, sino a lidiar
con principios y con la interpretación de pasajes específicos de la Escritura en los
que se basa esta enseñanza.

Cuando hablamos de temas controversiales, debemos tener en cuenta que la


experiencia de un cristiano puede ser genuina aunque su compresión de la verdad
divina esté manchada de errores o ignorancia. También es posible que suceda lo
opuesto, es decir, que la compresión intelectual de un hombre puede ser buena
pero su experiencia pobre. Es mi oración que si estoy errado en esta o cualquier
otra doctrina sea corregido antes de dejar este mundo. Confío en que siempre
estaré dispuesto a ser enseñado en la verdad divina.

Sé que una de mis motivaciones es igual a la de muchos de los que sustentan


este equivocado punto de vista; a saber, incrementar la santidad bíblica y adornar
la doctrina de Dios nuestro salvador.

Lo más importante para lograr este propósito es que asentemos el tema sobre las
bases correctas. No quiero hacer una caricatura de la opinión de otros y luego
demostrar mi éxito destruyéndolos. También tratare de evitar emitir aseveraciones
desproporcionadas o parcializadas. Todavía estamos en el peligro de “oscurecer
el consejo por medio de palabras sin conocimiento”. Es mi oración que este
esfuerzo exponga verdades y que la existencia de opiniones variadas nos lleve a
todos a buscar más en las Escrituras, a orar más y a ser diligentes para aprender
cual es “la mente del Espíritu”.

Mi mayor dificultad será lograr ser breve porque este tema esta estrechamente
relacionado y entretejido con la doctrina central de la Biblia, particularmente con
la justificación y la santificación, las bendiciones centrales del nuevo pacto. El
tema involucra por lo tanto el entendimiento de lo que es el evangelio y de lo que
realmente hace en la vida de una persona cuando es aplicado eficazmente por el
Espíritu. Nuestra postura sobre el tema también afectara nuestra opinión en
cuanto a la relación que existe entre los Diez Mandamientos y el área de la
santificación del creyente y de la doctrina bíblica de la seguridad de salvación.

Algunas de las preguntas fundamentales que debemos enfrentar son:

1. ¿Somos santificados de forma pasiva, es decir, “por fe” solamente, sin


obediencia a la ley de Dios y de Cristo? Si la santificación es pasiva un
punto de vista que se presenta con el lema “déjate llevar y deja a Dios”
¿Cómo podemos comprender aseveraciones apostólicas tales como “yo
peleo”, “yo corro”, “pongo mi cuerpo en servidumbre”, “limpiémonos”,
“trabajemos”, “despojémonos de todo peso”? Estoy seguro de que estas
aseveraciones no expresan una condición pasiva, ni indican que por un
solo acto poseeremos la experiencia de la “victoria” y nos convertiremos en
cristianos espirituales y maduros?

2. ¿No minizamos la experiencia de una conversión genuina al instar al así


llamado “cristiano carnal” a convertirse en un “cristiano espiritual”,
magnificando así una supuesta segunda experiencia, sea cual sea el
nombre que le pongamos “una vida más elevada”, “una vida más profunda”,
“una vida llena del Espíritu”, “una vida victoriosa”, “recibir a Cristo como
Señor, y no solamente como Salvador”, y así por el estilo? Las palabras que
leemos en ( 2 Cor 5:17): “De manera si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” no
se refiere a una segunda experiencia sino más bien a lo que sucede cuando
hay una conversión real.

3. ¿Ha terminado en crecer en la gracia el “cristiano espiritual”? Si no es así,


¿Cómo se le llamará en la medida en que continúe creciendo en la gracia?
¿Necesitamos entonces crear una nueva clasificación cuyos miembros
sean los “cristianos súper espirituales”?

¿Quién decide quienes son los cristianos carnales y cuales son exactamente los
estándares que se utilizaran para determinarlo?.

¿Son los “cristianos espirituales” los que deben decidir quiénes son los “cristianos
carnales”?.

¿Es la Iglesia o el predicador quien decide donde se ha de establecer la línea


divisoria entre las dos clases o categorías?.

Como todos los creyentes tienen un pecado remanente y pecan todos los días,
¿Cuál grado de pecado o cuales pecados en particular clasificarían a una persona
como “cristianos carnales”?

¿No es cierto que todos los cristianos actúan algunas veces como hombres
naturales en algunas áreas de sus vidas?

¿Los pecados Internos como la envidia, la malicia, la codicia, la lascivia (que


incluye la inmoralidad a nivel mental) no demuestran la carnalidad tanto como los
pecados externos y las manifestaciones visibles de otros pecados?

En (Ro. 8:1 – 9) hay una división establecida, pero no en cristianos carnales y


cristianos espirituales. Es una división entre los que andan conforme a la carne
(los no regenerados) y los que andan conforme al Espíritu (los que están Cristo).
No existe una tercera categoría.

De nuevo, en (Gálatas 5:17-24) aparecen solo dos categorías o clases: aquellos


que son guiados por el Espíritu y aquellos que hacen las obras de la carne. No
hay un tercer o cuarto grupo o clase.
EL USO INADECUADO DE (1 Corintios 3).
En primer lugar: Esta doctrina del “cristiano carnal” depende de una interpretación
y aplicación errónea de (1 Corintios 3:1- 4), “De manera que yo, hermanos, no
pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en
Cristo… ¿No sois carnales?” Para comprender el verdadero significado de estas
palabras debemos recordar que 1 Corintios no es una Epístola doctrinal
primariamente. Como toda la Escritura, contiene enseñanzas doctrinales, pero no
fue escrita - como la Epístola a los Romanos – para sentar bases doctrinales.

La preocupación de Pablo para escribir esta epístola fue lidiar con los problemas
prácticos de una iglesia joven. En el tercer capítulo y con anterioridad a él, Pablo
está lidiando con los peligros de división que surgieron de la estima equivocada
de aquellos de quienes ellos escucharon el Evangelio. Estaban poniendo sus ojos
en segundas causas y olvidando a Dios, a quien le pertenece toda la gloria. En
lugar de decir: “somos discípulos de Cristo” y reconocer su unidad en Él, estaban
formando partidos y diciendo: “somos de Pablo porque él fundó la iglesia en
nuestra ciudad”; o “Apolos es más elocuente que Pablo y nos edifica más”, o
“Somos de Pedro”. De esta manera se formaron partidos opuestos.

Es importante notar que todo el contexto trata principalmente de este problema


de la división. Sin embargo, el mismo tiene una raíz común a todos los otros
problemas en 1 Corintios el defraudarse los unos a los otros, el desorden en la
cena del Señor, etc. Todos los problemas eran resultados de la carnalidad, la
consecuencia de ese principio remanente de pecado en todos los creyentes, que
Pablo describe en (Ro 7:21 - 23) “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta
ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley
de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se revela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.”

Al tratar de comprender lo que Pablo piensa de aquellos a quienes se dirige en


(1 Corintios 3), debemos tener en mente el destino que les da en el capítulo 1.
Él dice que son “santificados en Cristo Jesús”, que son recipientes de la “gracia
de Dios”, enriquecidos por Cristo “en toda palabra y en toda ciencia” (1:2 - 5). Los
reprende en el capítulo 3, no porque no alcanzaron los privilegios de algunos
cristianos, sino por actuar, a pesar de sus privilegios, como niños y como
inconversos en un área de sus vidas.

Es muy diferente decir que el apóstol reconoce aquí que existe un grupo específico
de cristianos que se pueden llamar “carnales”. Cuando Pablo habla de clases, sólo
conoce dos, como se ve claramente en el capítulo 2 de esta misma epístola, donde
divide los hombres en “naturales” y “espirituales” diciendo: “pero el hombre natural
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el
espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” (1 Cor 2:14,15).
Bajo el término natural, el apóstol incluye todas aquellas personas que no
participan del Espíritu de Dios. Si el Espíritu de Dios no les ha dado una nueva y
más alta naturaleza, permanecen siendo lo que eran por nacimiento natural, es
decir, hombres naturales

El espiritual puede que sea niño en la gracia y niño en el conocimiento. Su fe


puede ser frágil. Su amor puede estar en capullo y sus sentidos espirituales
pueden estar poco ejercitados, sus faltas pueden ser muchas; pero si “la raíz del
asunto” está en ellos y si han pasado de muerte a vida si han pasado de la región
de la naturaleza a aquella que está más allá de la naturaleza – Pablo los coloca
en otra clase. Todos son hombres espirituales aunque en algunos aspectos de
su comportamiento no parezcan serlo temporalmente.

Ciertamente estos cristianos de Corinto no eran perfectamente santos, como


sucede con todos los cristianos a un grado mayor o menor. Pero Pablo no está
diciendo que se caracterizan por la carnalidad en todas las áreas de sus vidas. No
está exponiendo una doctrina general de carnalidad, sino que reprueba un
florecimiento específico de la carnalidad a un aspecto específico. Cuando Pablo
dice una verdad fundamental con respecto a la posición de todos los cristianos lo
dice con palabras como: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” y para todos
los que están “en Cristo” también es cierto que “las cosas viejas pasaron; he aquí,
todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17). No hay lugar para dos clases de
cristianos en la epístola de Pablo a la iglesia de Corinto, y ciertamente no lo hay
en ninguna parte de la enseñanza de la Escritura. Interpretar en (1 Cor 3:1- 4) de
esa forma y dividir a los hombres en tres clases es violar una regla cardinal de la
interpretación de la Escritura, es decir, que cada pasaje debe interpretarse a la luz
de la Escritura completa. Unos de los padres de la iglesia decía con mucha
sabiduría: “Si solo tienes una porción de la Escritura en que basar una enseñanza
o doctrina importante, lo más seguro es que te encontrarás con que no existe al
examinarla con detenimiento”.
LA RELACION ENTRE LA DOCTRINA
DEL PECADO Y OTRAS DOCTRINAS

La doctrina del pecado es muy importante y muy controvertida. Es


importante porque afecta y recibe la influencia de muchas otras áreas
de la doctrina. Nuestro punto de vista sobre la naturaleza de Dios influye
en nuestra manera de entender el pecado. Si Dios es un ser muy alto,
puro y exigente que espera que los humanos sean como él, entonces la
más pequeña desviación del estándar ideal es pecado y la condición
humana se encuentra en una situación muy seria. Si, por otra parte,
Dios mismo es bastante imperfecto, o es indulgente, del tipo parecido a
un abuelo quizá un poco senil que no es consciente de muchas cosas
que pasan, entonces la condición humana no es tan seria. Por tanto, en
un sentido real nuestra doctrina del pecado reflejará nuestra doctrina de
Dios.

Nuestra manera de entender la humanidad también afecta a nuestra


manera de entender el pecado. Si fuimos creados para reflejar la
naturaleza de Dios, el hombre no debe ser comparado con otros
hombres, sino con los estándares divinos. Todo lo que no sea alcanzar
ese nivel es pecado. Si los humanos son seres libres, o sea, que no
están determinados simplemente por fuerzas de la naturaleza, entonces
son responsables de sus acciones, y sus debilidades serán tratadas con
más severidad que si una fuerza determinante controlara o limitara
fuertemente la capacidad de escoger y actuar.

Nuestra doctrina de la salvación se verá fuertemente influenciada por


nuestra forma de entender el pecado. Porque si un humano es
básicamente bueno, con su capacidad intelectual y moral
esencialmente intacta, cualquier problema con respecto a Dios será
relativamente menor. Cualquier dificultad puede ser un asunto de
ignorancia, una falta de conocimiento sobre lo que debe hacer o cómo
debe hacerlo. En ese caso, la educación resolverá el problema; puede
que todo lo que se necesite sea un buen modelo o ejemplo: Por otra
parte, si los humanos son corruptos o rebeldes, y por lo tanto no pueden
o no quieren hacer lo correcto, se necesitará un cambio más radical en
la persona. Por lo tanto, cuanto más severa sea nuestra concepción del
pecado, más sobrenatural será la salvación que necesitemos.

Nuestra forma de entender el pecado también es importante porque


tiene un efecto destacado en nuestro punto de vista sobre la naturaleza
y el estilo de nuestro ministerio. Si se considera que los hombres son
básicamente buenos e inclinados a hacer lo que Dios desea y pretende
de ellos, el mensaje y el enfoque central del ministerio serán positivos y
afirmativos, animando a las personas a que den lo mejor de sí mismas,
a que continúen en la dirección actual. Si, por otra parte, se considera
que las personas son radicalmente pecadoras, se les dirá que se
arrepientan y nazcan de nuevo. En el primer caso apelar a la justicia,
amabilidad y a la generosidad se consideraría suficiente. En el segundo
caso, cualquiera que no estuviese convertido sería considerado
básicamente egoísta e incluso deshonesto.
Nuestro enfoque de los problemas de la sociedad también estará
gobernado por nuestra forma de ver el pecado. Por una parte, si
pensamos que la humanidad es básicamente buena, o como mucho,
moralmente neutral, consideraremos que los problemas de la sociedad
surgen de un medio ambiente nocivo. Si se altera el medio ambiente, se
producirán cambios en los individuos y en su comportamiento. Si, por
otra parte, los problemas de la sociedad tienen sus raíces en las mentes
y voluntades pervertidas de los hombres, la naturaleza de estos
individuos tendrá que ser alterada, o seguirá infectando al conjunto.
LA DIFICULTAD DE DISCUTIR
SOBRE EL PECADO

Por importante que sea la doctrina del pecado, no es un tema fácil de


discutir en nuestros días, por varias razones. Una es que el pecado,
como la muerte, es un tema desagradable. No nos gusta pensar en
nosotros como personas malas o malvadas. Sin embargo, la doctrina
del pecado nos dice que eso es lo que somos por naturaleza. Nuestra
sociedad enfatiza tener una actitud mental positiva. Se insiste en
acentuar sólo las ideas y las consideraciones positivas, las posibilidades
y logros humanos. Hablar de los hombres como pecadores es como
gritar una blasfemia o una obscenidad en una reunión muy formal, digna
y distinguida, o incluso en una iglesia. Está prohibido. Esta actitud
general es casi un nuevo tipo de legalismo, cuya mayor prohibición
podría ser: "No dirás nada negativo."

Otra razón por la que es difícil discutir sobre el pecado es porque para
mucha gente este es un concepto que les resulta ajeno. Echándole la
culpa de los problemas de la sociedad a un medio ambiente nocivo y no
a los humanos pecadores, en ciertos círculos se ha hecho bastante
poco común el sentimiento de culpabilidad objetiva. En parte gracias a
la influencia de Freud, se entiende la culpa como un sentimiento
irracional que no se debería tener. Sin un punto de referencia teísta
trascendente, no hay nadie más que uno mismo y los demás seres
humanos ante los que ser responsable y dar cuentas. Por tanto, si
nuestras acciones no hacen daño a los humanos, no hay razón para
sentirse culpable.

Además, mucha gente es incapaz de captar el concepto


de pecado como fuerza interior, como condición inherente, como poder
controlador. La gente hoy en día piensa más en términos de pecados,
esto es, actos individuales equivocados. Los pecados son algo externo
y concreto, que se pueden separar lógicamente de la persona. Según
esto, alguien que no haya hecho nada malo (normalmente se piensa en
un acto externo), se considera que es bueno.
MÉTODOS DE ESTUDIAR EL PECADO

El tema del pecado se puede enfocar y estudiar de diversas maneras.


Uno es el enfoque empírico o inductivo. Se pueden observar las
acciones de los seres humanos contemporáneos o examinar las obras
de las personas bíblicas, y después sacar conclusiones sobre su
comportamiento y la naturaleza del pecado. En este caso las
características generales del pecado se extraen de una serie de
ejemplos específicos.

Un segundo enfoque es el método del paradigma. Podemos seleccionar


un tipo de pecado (o un término para pecado) y establecerlo como
modelo básico de pecado. Después analizaríamos otros tipos de
pecado (o términos para pecado) con referencia al modelo básico,
considerándolos variedades o ejemplos de nuestro paradigma.

Un tercer enfoque empieza señalando toda la terminología bíblica para


pecado. Surgirán una amplia variedad de conceptos. Estos conceptos
se examinan después para descubrir el elemento esencial del pecado.
Este factor básico se debe utilizar como enfoque cuando tratamos de
estudiar y entender la naturaleza de ejemplos específicos de pecado.
Este será en su mayor parte el enfoque seguido en este capítulo.
EL PECADO Y LOS MANDAMIENTOS
EN EL LIBRO DEL PATRIARCA JOB

AMAR A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS NO TOMAR SU


SANTO NOMBRE EN VANO

(Job 1:20)
Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se
postró en tierra y adoró, 21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi
madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el
nombre de Jehová bendito. 22 En todo esto no pecó Job, ni
atribuyó a Dios despropósito alguno.

(Job 2:9)
Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a
Dios, y muérete. 10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de
las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el
bien, y el mal no lo recibiremos?
En todo esto no pecó Job con sus labios.

NO CODICIARÁS
(Job 5:2)
Es cierto que al necio lo mata la ira, Y al codicioso lo consume la
envidia.

NO MENTIR
(Job 6:28)
Ahora, pues, si queréis, miradme, Y ved si digo mentira delante de
vosotros. 29 Volved ahora, y no haya iniquidad; Volved aún a
considerar mi justicia en esto. 30 ¿Hay iniquidad en mi lengua? ¿Acaso
no puede mi paladar discernir las cosas inicuas?

NO ROBAR
(Job 12:6)
Prosperan las tiendas de los ladrones, Y los que provocan a Dios
viven seguros, En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.
No adulterar
No codiciar la mujer del prójimo
No mentir
Amar al prójimo
No ser idolatra
(Job 31:1) Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar
a una virgen? 2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué
heredad el Omnipotente desde las alturas? 3 ¿No hay quebrantamiento
para el impío, Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? 4 ¿No ve
él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos? 5 Si anduve con mentira, Y
si mi pie se apresuró a engaño, 6 Péseme Dios en balanzas de justicia,
Y conocerá mi integridad. 7 Si mis pasos se apartaron del camino, Si mi
corazón se fue tras mis ojos, Y si algo se pegó a mis manos 8 Siembre
yo, y otro coma, Y sea arrancada mi siembra. 9 Si fue mi corazón
engañado acerca de mujer, Y si estuve acechando a la puerta de mi
prójimo, 10 Muela para otro mi mujer, Y sobre ella otros se
encorven. 11 Porque es maldad e iniquidad Que han de castigar los
jueces.12 Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón, Y
consumiría toda mi hacienda. 13 Si hubiera tenido en poco el derecho
de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos contendían conmigo, 14
¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él preguntara,
¿qué le respondería yo? 15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no
lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz? 16 Si
estorbé el contento de los pobres, E hice desfallecer los ojos de la
viuda; 17 Si comí mi bocado solo, Y no comió de él el huérfano 18
(Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre, Y
desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda); 19 Si he visto
que pereciera alguno sin vestido, Y al menesteroso sin abrigo; 20
Si no me bendijeron sus lomos, Y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21 Si alcé contra el huérfano mi mano, Aunque viese que me ayudaran
en la puerta; 22 Mi espalda se caiga de mi hombro, Y el hueso de mi
brazo sea quebrado. 23 Porque temí el castigo de Dios, Contra cuya
majestad yo no tendría poder. 24 Si puse en el oro mi esperanza, Y
dije al oro: Mi confianza eres tú; 25 Si me alegré de que mis
riquezas se multiplicasen, Y de que mi mano hallase mucho;
26 Si he mirado al sol cuando resplandecía, O a la luna cuando iba
hermosa, 27 Y mi corazón se engañó en secreto, Y mi boca besó
mi mano; 28 Esto también sería maldad juzgada; Porque habría
negado al Dios soberano. 29 Si me alegré en el quebrantamiento del
que me aborrecía, Y me regocijé cuando le halló el mal 30 (Ni aun
entregué al pecado mi lengua, Pidiendo maldición para su alma);
31 Si mis siervos no decían: ¿Quién no se ha saciado de su carne? 32
(El forastero no pasaba fuera la noche; Mis puertas abría al caminante);
33 Si encubrí como hombre mis transgresiones, Escondiendo en mi
seno mi iniquidad, 34 Porque tuve temor de la gran multitud, Y el
menosprecio de las familias me atemorizó, Y callé, y no salí de mi
puerta; 35 ¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es
que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme
proceso. 36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, Y me lo ceñiría
como una corona. 37 Yo le contaría el número de mis pasos, Y como
príncipe me presentaría ante él. 38 Si mi tierra clama contra mí, Y lloran
todos sus surcos; 39 Si comí su sustancia sin dinero, O afligí el alma de
sus dueños, 40 En lugar de trigo me nazcan abrojos, Y espinos en lugar
de cebada. Aquí terminan las palabras de Job.
¿QUÉ O QUIÉNES FUERON LOS NEFILIM?" (GIGANTES)
Y QUIÉN LOS ENGENDRO.

De acuerdo a cultura de los hebreos y otras leyendas (el libro de Enoc


y otros escritos no bíblicos), ellos fueron una raza de gigantes y
súper-héroes, quienes cometieron actos de gran maldad. Su gran
tamaño y poder parecía venir de la mezcla del “ADN” demoníaco con la
genética humana. Todo lo que la Biblia dice directamente acerca de
ellos, es que fueron “valientes que desde la antigüedad fueron varones
de renombre.” (Gén. 6:4) Los nefilim no fueron extraterrestres, ellos
fueron literalmente, seres físicos producidos por la unión de los hijos de
Dios y las hijas de los hombres (Gén 6:1 - 4).

¿Qué sucedió con los nefilim o gigantes? Los nefilim fueron una de
las razones principales para el gran diluvio en los tiempos de Noé.
Inmediatamente después de que los nefilim son mencionados, la
Palabra de Dios nos dice esto, “Y vio Jehová que la maldad de los
hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en


Su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los
hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el
reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.”
(Gén. 6:5-7) Así que Dios procedió a inundar el mundo entero, matando
a todos y a todo (incluyendo esta raza de gigantes) a excepción de Noé
y su familia, y los animales dentro del arca (Gén. 6:11-22).

¿Hubo nefilims o gigantes después del diluvio? Génesis 6:4 nos dice,
“Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después”
Parece que los demonios volvieron a repetir su pecado en algún tiempo
posterior al diluvio. Sin embargo, pareciera que esto sucedió en una
escala mucho menor de lo que fue antes del diluvio. Cuando los
israelitas espiaron la tierra de Canaán, ellos reportaron a Moisés
“También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y
éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les
parecíamos a ellos.” (Núm.13:33). Ahora, este pasaje no dice
específicamente que los nefilim o gigantes genuinamente estuvieran
ahí, sólo que los espías pensaron que vieron a los nefilim.

¿Quiénes eran los hijos de Dios y las hijas de los hombres? (Gén. 6:1-4)
nos dice, “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a
multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los
hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para
sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi
Espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne;
mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en
aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las
hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes
que desde la antigüedad fueron varones de renombre.”

Ha habido muchas opiniones sobre quiénes eran los hijos de Dios, y por
qué los hijos que tuvieron ellos con las hijas de los hombres crecieron
como una raza de gigantes (así parece indicarlo la palabra “Nephilim”
gigantes).

Las tres primeras opiniones argumentales sobre la identidad de los


“hijos de Dios” son que (1ª) eran ángeles caídos, o (2ª) poderosos
gobernantes humanos, o (3ª) los buenos descendientes de Set, que se
casaron con los descendientes malos de Caín.

Apoyando 1er argumento es el hecho de que en el Antiguo Testamento


la frase “hijos de Dios” siempre se refiere a ángeles (Job 1:6¸21; 38:7).

Un problema potencial con el primer argumento es el hecho de que


Mateo 22:30 indica que los ángeles no se casan. La Biblia no nos da
razón para creer que los ángeles tienen género o son capaces de
reproducirse. Las opiniones de los argumentos restantes 1ª y 2ª no
tienen este problema.
La falla en las opiniones (2ª) y (3ª) es que los hombres humanos
ordinarios que se casaron con mujeres humanas ordinarias, no tuvieron
por qué producir “gigantes” o “héroes de la antigüedad, o varones de
renombre.” Más tarde, ¿Por qué decidió Dios traer el Diluvio sobre la
tierra (Gén. 6:5-7) cuando Dios nunca prohibió que hombres humanos
poderosos o descendientes de Set se casaran con mujeres humanas
ordinarias o descendientes de Caín? El siguiente juicio en Génesis 6:5-
7 está ligado a lo que tuvo lugar en (Gén. 6:1-4). Solo el obsceno y
perverso matrimonio de ángeles caídos con mujeres humanas
parecería justificar la dureza de este juicio.

Los nefilim (los caídos, o gigantes) fueron el producto de las relaciones


sexuales entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres en
(Gén 6:1 - 4). Existe mucho debate acerca de la identidad de los “hijos
de Dios, en mi opinión u muy particular, es que los “hijos de Dios” eran
ángeles caídos (demonios) quienes se unieron con mujeres humanas.
De estas uniones resultó una raza, los nefilim, una raza de gigantes,
quienes fueron “los valientes que desde la antigüedad fueron varones
de renombre” (Gén. 6:4)

¿Por qué habrían hecho los demonios tal cosa? La Biblia no nos da una
respuesta específica. Los demonios son seres malos y torcidos, así que
nada de lo que ellos hagan debe sorprendernos. Como una motivación
diferente, la mejor especulación es que los demonios intentaban
contaminar la sangre del linaje humano, a fin de impedir la venida del
Mesías – Jesucristo. Dios había prometido que el Mesías vendría del
linaje de Eva (Gén. 3:15) quien heriría a la serpiente en la cabeza,
Satanás. Así que, los demonios posiblemente intentaron impedir esto,
contaminando la sangre del linaje humano, haciendo imposible que un
día naciera un Mesías sin pecado. Nuevamente, esta no es una
respuesta específicamente bíblica, pero es plausible y no está en
contradicción con nada de lo que la Biblia enseña.
¿Qué impide que los demonios produzcan más nefilims o gigantes en
la actualidad? Parece que Dios puso fin a las uniones de demonios con
humanos al colocar en prisiones eternas a los demonios que cometieron
tales actos. Judas verso 6 nos dice, “Y a los ángeles que no guardaron
su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado
bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día. Este
pasaje de la Biblia es un poco confuso pues se narra algo que no se
explica ni aquí ni en otras partes de ella. Los hijos de Dios, las hijas de
los hombres y los gigantes antes del diluvio y los gigantes después del
diluvio son un gran desafío para saber de quiénes se tratan
”Obviamente, no todos los demonios están actualmente en “prisiones”,
así que debió haber habido un grupo de demonios que cometieron
posteriormente graves pecados después de la caída original.
Presumiblemente, los demonios que se unieron a mujeres humanas,
son los que están en “prisiones eternas.” Esto prevendría que más
demonios intentaran tales acciones.

La historia de los seres humanos se remonta a Adán y Eva y así lo narra


la Biblia en Génesis en los primeros cinco capítulos. En
(Gén. 5:1-5 ) está resumida la historia de Adán desde su creación hasta
su muerte a los 930 años.

La Biblia menciona tres hijos varones procreados por Adán y Eva y


varias hijas de las cuales no se dice ni la cantidad ni los nombres. Caín,
Abel y Set. Caín mató a Abel cuando este no tenía descendencia. Caín
pasó a ser del maligno de Satanás. Set no había nacido todavía y
Satanás, la serpiente antigua creía que había cortado la línea por donde
venía la simiente de la mujer que lo heriría en la cabeza (Gen 3).

Conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su


nombre Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, a
quien mató Caín». Y a Set también le nació un hijo, al que puso por
nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre
de Jehová (Gen 4:25-26). La invocación a Dios es explicada mejor por
el apóstol Pablo más adelante en (Ro. 10:13) cuando dijo que todo
aquel que invocare el nombre del Señor sería salvo. Una persona salva
es declarada por la palabra de Dios como “hijo de Dios” (Juan 1:12-13
énfasis agregado).

Pero (Rom. 8:13 – 16) es más claro todavía para hacernos ver que los
hijos de Dios son humanos nacidos de nuevo y no ángeles creados.
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios, pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!»
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios .“

Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el


Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel
que invoca el nombre de Cristo (2. Tim 2:19).

Creo que la opinión (1) es la más indicada. Sí, es admisible que los
ángeles sean capaces de tomar forma humana, aún al punto de duplicar
sus características sexuales y posiblemente hasta su reproducción.
Pero, ¿por qué los ángeles caídos no siguieron actuando de esta
manera? Parece que Dios “encerró en prisiones de oscuridad” a los
ángeles caídos que cometieron este abominable pecado, para que los
otros ángeles caídos no hicieran lo mismo (como se describe en
(Judas 6). Los primeros intérpretes hebreos, escritos apócrifos y
pseudoepígrafos son unánimes en sostener la opinión de que los
ángeles caídos son los “hijos de Dios” mencionados en (Gén. 6:1 – 4).
Por supuesto que esto no cierra el debate. Sin embargo, la opinión de
que (Gén 6:1 – 4) involucra a ángeles caídos apareándose con mujeres
humanas tiene fuertes bases contextuales, gramaticales e históricas.

(Gén. 6:1 – 8), “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a


multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, al ver los hijos
de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas tomaron para sí
mujeres, escogiendo entre todas. Entonces dijo Jehová: No contenderá
mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne;
pero vivirá ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos
días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de
los hombres y les engendraron hijos. Estos fueron los hombres valientes
que desde la antigüedad alcanzaron renombre. Vio Jehová que
la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio
de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal; y se
arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su
corazón. Por eso dijo Jehová: «Borraré de la faz de la tierra a los
hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el
reptil y las aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos hecho». Pero
Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.
MUNDANISMO
O
LA LEPRA ESPIRITUAL

Es triste observar que conforme al "tiempo de la gracia" se prolonga, el pueblo de


Dios, parece más determinado que nunca a adoptar las actitudes y acciones del
mundo. Las modas van y vienen, pero una cosa continua constante—cada una de
ellas dejan una mancha indeleble sobre ciertos segmentos de la Cristiandad. Para
los que hemos acumulado un cierto "kilometraje", vemos este fenómeno desde la
perspectiva de haber atravesando por ella. Deseo sinceramente poder expresar con
palabras adecuadas una explicación para los jóvenes de cómo ha cambiado la
sociedad en los últimos cuarenta o cincuenta años. Eso nos hace pensar de cuánto
más el Señor permitirá que ese proceso continúe antes de que El venga a buscar a
Su iglesia.

Como podemos esperar, la Palabra de Dios tiene mucho que decir acerca del tema
del mundanismo y la separación. Dios mediante, nos gustaría explorar ambos temas
a fondo. Empezaremos intentando definir la palabra "mundanismo". Es la forma
sustantiva de la palabra "mundano" y el diccionario Webster lo define así: "hábito de
aquellos que solo procuran el gozo temporal: no religioso ni espiritual." (énfasis
mío). De esta definición vemos que no hay absolutamente una palabra que sería
usada para describir a un Cristiano. Ser mundano es adherirse y seguir aquello que
caracteriza las actitudes y las acciones de las masas; los incrédulos aquellos que
están perdidos. Adicionalmente, debemos entender que esto es algo
extremadamente fácil de hacer para nosotros. Todo lo que necesitamos es "seguir
las masas" y tomar el camino de la mínima resistencia. La naturaleza humana nos
predispone hacia el mundanismo. Antes que fuésemos salvados, el mundanismo
era un estilo de vida. Después de la salvación, nosotros ganamos una nueva
naturaleza, pero la antigua naturaleza pecaminosa no se erradica. ¡A causa de esto,
estamos enlazados a una situación que garantiza absolutamente una vida
de conflicto continuo!

Quizás usted ha escuchado el cuento acerca de un viejo jefe indígena que se


convirtió a Cristo. En una ocasión, dos de sus hermanos "caras pálidas" vinieron a
visitarle y uno le preguntó acerca de cómo le estaba yendo en su vida espiritual. ¡El
viejo jefe contestó que era como si él tuviera dos perros viviendo dentro de él uno
blanco y otro negro y ambos peleaban constantemente!
Después de conversar un poco, el hombre le preguntó: "¿quien gana la pelea?" ¡La
respuesta del jefe es clásica: "Aquel que alimento más!" Mientras esto es una
ilustración sencilla, nos da un retrato vívido de la batalla que enfrentamos
diariamente. Si alimentamos nuestra nueva naturaleza por medio del estudio de la
Palabra de Dios y la oración, creceremos "en gracia y conocimiento del Señor." Sin
embargo, si continuamos conformándonos "con los desperdicios que los cerdos
comen", no debemos esperar mucho progreso en la vida espiritual.

El apóstol Pablo se refiere a esta lucha en (Rom. 7:15 - 25). Lo que él tiene que
decir es esencial para nuestra comprensión del problema, así que lo citaremos en
su totalidad:

"Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y
yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está
en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que
mora en mí. Así que queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en
mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley
en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a
la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así
que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del
pecado. (Biblia Reina Valera-V. 1960)

Esta lucha interior que Pablo describe tan apropiadamente, debe ser igual a la que
cada uno de nosotros experimentamos. ¡Sabemos lo que es mejor, pero no siempre
hacemos lo mejor! ¿Cierto? Bien, debo apresurarme a decir que por el hecho de
que esto es una aflicción común en nosotros, nunca debemos procurar excusar
nuestras acciones. Permitir que las actitudes, las acciones pecaminosas y
mundanas permanezcan en nuestras vidas es convidar problemas mayores. El
apóstol Juan nos amonesta en (1 Ju. 2:15 – 17)

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo,
el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de
la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre,
sino del mundo.

Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios, permanece
para siempre". (Biblia Reina Valera-V. 1960)
Creo que cada uno de nosotros puede ver en estos versos que el amor al mundo
es un verdadero peligro para el Cristiano. Nuestra naturaleza caída que está con
nosotros desde el nacimiento esta naturalmente inclinada y preparada a las
atracciones que nos rodean. ¡Nunca antes en toda la historia de la humanidad esto
fue más problemático que en la actualidad, y cada día empeora! Se dice que una
de las razones principales de la caída del Imperio Romano fue el apetito insaciable
que el pueblo desarrolló hacia el placer y la diversión. Los que aman la diversión y
el entretenimiento de este mundo se privan de las cosas que son realmente
importantes en la vida. Este tipo de conducta es una forma de escape, para no
enfrentar las realidades de la vida diaria. Como los Cristianos no somos inmunes a
la enfermedad del mundanismo, debemos reconocer que es como una lepra
espiritual y hay que evitarla. (La enfermedad de la lepra, a menudo mencionada en
la Biblia, siempre es retratada como típico del pecado).

En toda la Biblia, los Cristianos son exhortados constantemente a buscar


sabiduría—pensar, actuar de una manera responsable, todo el tiempo—para
nuestro propio bien y el bien de otros. ¡Una de las tragedias de la vida Cristiana es
ver aquellos que profesan el nombre de Cristo revolcarse en la suciedad de este
mundo y entonces intentar "dar testimonio" para El! Las acciones hablan mucho
más fuerte que las palabras y cada uno de nosotros debemos darnos cuenta de que
estamos en escena, y nuestras acciones están siendo observadas todo el tiempo.
Una vez que tomamos el primer paso de identificarnos con Cristo (bautismo), nos
convertimos en hombres y mujeres, chicos y chicas marcados pues el mundo esta
apenas aguardando solo la primera oportunidad para llamarnos hipócritas! Satanás
es el dios de este mundo y él intenta explorar cada falta nuestra. Amar las actitudes
y las filosofías predominantes en nuestra cultura es una garantía de ruina en su
testimonio como hijo de Dios.

¿Qué quiero decir con la palabra "testimonio"? Hubo una época cuando la
terminología de fe era tan largamente comprendida que se podía asumir que todos
la entendían, pero tal no es el caso hoy. Por eso yo trato generalmente definir ciertos
términos. Su testimonio Cristiano es similar a su personalidad, ese es usted lo que
realmente usted es cómo usted se presenta a los otros con relación a su profesión
de fe. ¿Practica usted lo que predica? Si usted lo hace, se puede decir que usted
mantiene un buen testimonio para Cristo. Después de la salvación, el testimonio es
la posesión más preciosa que usted tiene. Así que manténgalo limpio y no permita
que la inmundicia de este mundo lo dañe.

El mejor testigo para Cristo es una vida que es llena y controlada por, El Espíritu
Santo. Muchos Cristianos tienen la idea errónea de que dar testimonio consiste
únicamente en "predicar el evangelio". Ya que entendemos y estamos de acuerdo
en que el aspecto sobrenatural de la salvación implica definitivamente el mensaje
del evangelio, nuestro testimonio de modo alguno no está limitado solo a eso.
Independientemente se perciba o no, la mayoría de las personas prestan mucho
más atención a lo que hacemos y cómo actuamos, que a lo que decimos. Como
dice un viejo adagio, "Hablar no cuesta nada!". Algunas personas que hablan mucho
terminan siendo avergonzados ante el desafío de "muéstreme o cállese". ¡La actitud
que la mayoría de nosotros tenemos es, "no hables solamente, muéstramelo!" Las
acciones hablan mucho más fuerte que las palabras. Cuándo nosotros vivimos
aquello que hablamos, nuestras palabras llevarán mucho más peso cuando
hablamos. Si las personas ven que somos verdaderos creyentes y que nuestras
vidas irradian la realidad de lo que profesamos, ellos estarán mucho más abiertos
al mensaje que nosotros le predicamos. ¡Los hipócritas son despreciados en todas
partes y no es de extrañar! El mundanismo y la Piedad son totalmente incompatibles
como el petróleo y el agua, que no se mezclan. Pero a pesar de las amonestaciones
de la Biblia acerca del mundanismo y sus consecuencias, muchos Cristianos
insisten en tratar de "cabalgar a la moda". (Para aquellos de ustedes que siempre
han vivido en un ambiente urbano, esta expresión no tiene mucho sentido sin
embargo para aquellos que han tratado de saltar sobre una cerca con alambre de
púas seguro lo conoce) ¡Tratar de cabalgar a la moda, manteniendo un pie en el
mundo y el otro pie en el cielo hace probable conseguir un par roto de pantalones!

Otra manera de ilustrar este punto es con una historia sobre el viejo Oeste
americano. Un hombre propietario de una empresa de transportación estaba
entrevistando a los candidatos a conductores. El trecho del camino que él escogió
para su prueba estaba en una montaña que tenía un barranco, de cientos de pies,
de uno de sus lados. ¡Sus instrucciones eran relativamente sencillas: "Vea que tan
cerca de un lado del barranco usted puede venir, sin caer!" Primero uno, después
el otro candidato intentaría llevando los caballos más cerca y más cerca a la orilla.
Finalmente, cuándo un hombre se presentó a recibir sus instrucciones, él contestó,
"¿Está usted loco? ¡Yo los conduciré tan cerca de un tramo de la montaña, como
me sea posible!" ¡"El empleo es suyo", el jefe exclamó! El riesgo era demasiado
grande y eso es precisamente el punto que queremos dejar claro sobre enredarse
con el mundanismo. ¿Si usted se parece al mundo, actúa como el mundo, y huele
como el mundo cómo el mundo conocerá la diferencia? ¿Por qué debemos pensar
nosotros que ellos serían atraídos a Cristo por medio de nuestro testimonio, cuando
parecemos virtualmente uno más de ellos? ¡Como algunos niños dirían, "Duh"!

Otro aspecto muy importante de nuestro testimonio implica la doctrina bíblica de la


separación. Creo con todo mi corazón que esta es una de las doctrinas menos
entendidas y enseñadas de la Palabra de Dios, hoy en día. Cuándo se menciona,
es generalmente con generalidades y tópicos, pero la Biblia es tanto explícita como
implícita con respecto a la enseñanza. Explícita porque el asunto está tratado
claramente e implícita porque está el contenido en principio en toda ella. Pasemos
justamente al centro de este tema y veamos si tocamos algún nervio crudo!

Por favor valla a (2 Cor 6:14 – 18), donde leemos:

"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene
la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y que
concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué
acuerdo hay entre el Templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo
del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y
ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el
Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y
vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso " (Reina Valera- V.
1960)

Pablo, escribiendo bajo la influencia y la inspiración del Espíritu Santo, dice que
debemos separarnos de los incrédulos y no entrar en ninguna alianza ni
asociaciones con ellos. La palabra "yugo" se refiere a una herramienta de madera
utilizada para atar por las cabezas a los bueyes, para el arado. Si alguien intentase
unir a un buey con un mulo, por medio de un yugo, el resultado sería desastroso
porque ellos juntos no trabajarían bien. Dos bueyes o dos mulos sería bien, pero la
diferencia entre temperamentos y tamaño, entre bueyes y mulas, no permitiría
mezclarlos. El punto aquí es que los creyentes deben evitar cuidadosamente las
situaciones en la que se pudiera hacer una "yunta" con un incrédulo. Esto incluiría
(pero no sería limitado a) ejemplos como el casamiento, las asociaciones para
negocios, las asociaciones voluntarias (las asociaciones del club, etc.) por medio de
las cuales aquellos que no tengan los mismos valores espirituales, puedan ejercer
presión sobre nosotros, las amistades intimas con personas equivocadas deben ser
evitadas.

Yo me acerco a este tema "con temor y temblor" porque sé de la pasada experiencia


dolorosa de muchos creyentes y reaccionan en una manera emocional a lo que ellos
tratan de caracterizar como "legalismo". En primer lugar no es el legalismo, porque
esto no trata de imponer la Ley del Antiguo Testamento sobre los Cristianos. Es una
prohibición muy sana y sensata pienso, y ayuda a mantener la pureza de nuestro
caminar con Cristo. Usted no puede jugar en un montón de carbón sin ensuciarse.
Es realmente tan sencillo como eso. "No moleste al problema y el problema no lo
molestará." ¡Por supuesto, los que ya son casados con incrédulos, o ya entrado en
las relaciones que son inevitables, no deben hacer que la situación empeore! Esta
enseñanza es dirigida principalmente a la prevención, pero a veces el incrédulo
(incrédulos) en cuestión arruina la vida espiritual del Cristiano y por eso la relación
se debe romper. Si usted piensa que esto es drástico, lea en Esdras, el capítulo
diez, y vea lo que Dios exigió de los sacerdotes y Levitas que se habían casado con
mujeres extranjeras. ¡Servimos al mismísimo Dios hoy! La separación se enseña
desde Génesis al Apocalipsis, pero no es un tema popular.

No sólo debemos mantener la separación personal, sino también se nos enseña a


mantener la separación "Eclesiástica". Esto es una enseñanza implícita y requiere
madurez espiritual para comprender toda su implicación. La palabra griega
"ekklesia", a menudo traducida como "iglesia", es la palabra de raíz para
"eclesiástico"—referente a iglesias y/o congregaciones. ¿Qué significa mantener la
separación eclesiástica? ¡Detesto ser extremadamente directo, pero significa
permanecer alejado de cualquiera que diga ser Cristiano, pero que obviamente no
cumpla las enseñanzas de Cristo! Amado, hay una diferencia vasta entre
"profesores" y "poseedores". Somos totalmente amonestados en la Palabra de Dios,
en cuanto a juzgar a otros condenarlos injustamente y dictar sentencia sobre ellos
a manera de juez pero también se nos exhorta a "demostrar (probar) todas las
cosas". Dios espera que nos mantengamos en guardia espiritual y no nos dejemos
llevar de las apariencias. Seguramente usted sabe que "todo lo que brilla no es oro".
Las iglesias y los miembros que tergiversan las enseñanzas de Cristo y niegan que
las doctrinas esenciales de la fe Cristiana deben ser evitadas. Simplemente porque
ellos afirman que ser Cristiano es una virtud dada, por pertenecer a la membresía
de una iglesia, es una afirmación tan falsa como afirmar que uno es un coche parado
en un garaje.

Estamos viviendo en "los últimos días" y creo honestamente que las cizañas
sobrepasan mucho el trigo. Muchos, si no todos, de los más respetados y
renombrados predicadores y evangelistas del mundo, hoy en día, están
"coqueteando" con la Iglesia Católica Romana y con su programa ecuménico
mundial. ¡El engaño demoníaco está desenfrenado y crece cada día! Mi trabajo es
decir la verdad, no importa si esto lo enoja o no. Este concepto de la separación es
un asunto importante y solamente he rasguñado la superficie, por así decirlo. Es
esencialmente importante que el pueblo de Dios sepa y entiendan los principios y
los preceptos de Su Palabra, así que con la ayuda de Dios continuaremos bateando
bien lejos esas "vacas sagradas" para ayudarlo a madurar en la fe.

Finalmente, hay un asunto de la separación que anda causando furor en algunos


círculos. Implica si la Biblia enseña o no la separación de creyentes genuinos. Esto
resulta continuamente un asunto emocional para algunos, pero debemos determinar
antes que nada, si esto tiene base Bíblica y si eso es el caso, qué debemos hacer
para conformarse nuestra vida con esta enseñanza. Una vez más, quiero recordarle
de la terrible perspectiva que Dios tiene acerca de nuestro pecado. El odia el pecado
con todo su ser y para redimirnos de las garras del pecado, le costo la vida de su
Hijo unigénito. No existe "un pecado pequeño" un concepto de origen puramente
humano y la carne tiene una tendencia definida para creerlo. Dios quiere que nos
apartemos del pecado en todas sus formas de la miríada y cualquier enseñanza que
enfatice este principio debe ser considerada, nos guste o no. Este es el caso que
está delante de nosotros. ¿Hay un tiempo cuando debemos distanciarnos de los
otros creyentes? ¡Francamente, la mayoría de los predicadores conservadores y
fundamentalistas probablemente griten, nunca! Creo que ellos se equivocan y
espero ser capaz de indicar por qué ellos se equivocan. La unidad entre hermanos
es algo que se debe mantener, si es posible pero a veces las actitudes y las
acciones pecaminosas por parte de individuos requieren la acción rápida y decisiva
por el cuerpo de Cristo.

En (1 Corintios capítulo 5), tenemos una situación en la que uno de los hermanos
vivía en clara inmoralidad con su madrastra. Aparentemente este hombre era rico e
influyente en la comunidad y a causa de su posición social, la iglesia no " o daba"
por aludido. Cuándo Pablo se enteró del asunto, él escribió esta epístola para
instruirlos a corregir el problema. ¡En el verso 13 él ordena que el hombre sea
excluido de la iglesia lo excomulgan! ¿"Pero Pastor Ron, eso no es ser
excesivamente severo?" Algunas veces Las medidas drásticas son necesarias para
corregir aquellas que son vistas con pequeña importancia. La inmoralidad entre los
hermanos no debe ser tolerada. ¡Punto final! Cuándo un individuo ha sido tratado
como el propio Señor especificó en Mateo y él no escucha las enseñanzas y las
amonestaciones de la iglesia, él debe ser excluido de la comunión. Observe el verso
17 dice (en la parte b): "…y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
(Reina Valera-V. 1960)

Los tres pasos para tratar con el pecado evidente son : (1) la amonestación Privada
de un hermano a otro, (2) la Amonestación que es presenciada por uno o más
hermanos, y (3) la Amonestación por la iglesia reunida. Si esa persona no escucha
la amonestación de la iglesia, entonces él o ella deberá ser excomulgada y ser
tratada como si fuese un incrédulo (alguien que anda perdido en sus pecados).
Debemos esperar que esta decisión nunca deba ser tomada, pero si llega a ser
necesario, debemos orar para que el individuo (si verdaderamente es salvo) estará
tan avergonzado de sí mismo que se arrepentirá y buscará el perdón y la
restauración. Gracias a Dios, el hombre en Corinto se arrepintió y fue restaurado a
la comunión de la iglesia.

Para enfatizar el punto que esa separación se requiere en este tipo de situación,
veamos nuevamente el verso 9, en adelante, de (1 Cor, 5)
"Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con
los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los
idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí,
que no os juntéis con ninguno que llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o
idolatra o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. (Biblia Reina
Valera-V. 1960)

Esto debe dejar claro que debemos evitar a los hermanos que profesan creer, bajo
ciertas condiciones. El "por qué" de este evitar se hace aún más claro en el Libro de
(2 Tes. 3. 6, 14, y 15) leemos de la siguiente manera: (Verso 6) "Pero os
ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis
de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que
recibisteis de nosotros.

(Versos 14 y 15) "Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta,
a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis
por enemigo, sino amonestadle como a hermano. (Biblia Reina Valera-V. 1960)

Los que disienten de esta enseñanza insistiendo que esa unidad se deba mantener
a toda costa a pesar de la claridad del texto. La mayoría del que tiene esta posición
insiste que la enseñanza (2 Tes. 3) sea solo pertinente a esa situación. ¡En otras
palabras, Pablo amonesta algunas de estas personas porque ellos pensaron que el
arrebatamiento sucedería en cualquier momento y dejaron sus trabajos, vendieron
sus posesiones, y estaban ociosos y aguardando el momento! Ellos se negaron a
hacer cualquier trabajo para ayudar a sostenerse y habían llegado a ser una carga
a la iglesia. Mientras es verdad que Pablo esta hablando sobre una situación
particular, su enseñanza de 1 Corintios debe dejar claro que el principio es el mismo.
¡Los pecados específicos son totalmente diferentes, sin embargo son pecados
también! Parecería que el sentido común debe dictar que Dios odia el pecado y
ordena que nos separemos de este incluso si esto significa evitar algunos
hermanos. Observe las razones para esta actitud la separación es que el hermano
ofensor quizás se avergüence. La idea es tratar de que se arrepienta y vuelva al
sendero correcto. Si no somos cuidadosos, podemos saltar a la conclusión errónea
de que la practica de la separación exhibe una actitud "más santa que usted".
Mientras esto es siempre una posibilidad, simplemente porque se puede ver como
tal no significa que debemos desconsiderar totalmente la enseñanza. ¡Eso sería
como tirar fuera al bebé junto con el agua de la bañera!

El próximo paso lógico de la separación es también sumamente polémico. ¿Qué


hacer con los hermanos que no atienden esta enseñanza y continúan asociándose
con aquellos que debieran ser evitados? Llamo su atención de vuelta al verso 14
de nuestro último texto: "Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta
carta…." Ciertamente debemos ver que la eficacia de la enseñanza dependerá del
grado en que la practiquemos.

Si "alguien " en la iglesia ignora la amonestación de Pablo, el efecto deseado de


avergonzar al hermano ofensor es disminuido. Para evitar los que ignoran esta
enseñanza aquellos que continúan asociándose y confraternizando con individuos
que, por sus actitudes y acciones, merecen ser avergonzado es denigrado como
"separación de segundo-grado". ¿Su argumento es: "Dónde está trazado los
limites?" ¿"Retrocedemos nosotros ‘el tercer-grado' y ‘el cuarto-grado', etc.?" Este
tipo de razonamiento es infantil, ya que ensombrece el asunto recurriendo a
extremos ridículos. Obviamente siempre vendrá un punto de "regresos
decrecientes" más allá por lo cual sería inútil continuar la separación. Sin embargo,
para ser fiel a la intención original de las instrucciones de Pablo que debemos
forzarnos a encarar el hecho que hermanos pueden desviarse e ir por mal camino.
Es el deber de los Cristianos maduros reconocer la importancia de mantener la
pureza en nuestro andar; la obediencia a la enseñanza Bíblica y una separación de
todo pecado conocido.

Mencioné anteriormente el deseo de poder comunicar a los Cristianos más jóvenes


los grandes cambios que han ocurrido en la sociedad durante los últimos cuarenta
o cincuenta años. Estos cambios, con la degradación resultante de valores
espirituales, ha partido los corazones.

Las cosas andan peores, los valores de aquellos tiempos antiguos no eran nada de
que jactarse. La Santidad y la piedad personal son términos que casi han llegado a
extinguirse restos arcaicos de una época pasada. La historia casi ha dado una
vuelta completa en circulo y volvemos a la condición descrita en los Libros del
Antiguo Testamento, (Deut. 12:8) y (Jue. 17:6 y 21:25) : "Cada uno hacía lo que
bien le parecía" La Biblia la Palabra de Dios, literalmente es ignorada por la mayoría
de aquellos para quienes fue dada como el patrón absoluto de fe y práctica. Como
resultado directo la iglesia ha perdido la capacidad de ser la "sal de la tierra" en una
sociedad que está en las últimas etapas de la putrefacción moral. ¿Qué podemos
hacer acerca de esto? A menos que el Señor decida realizar un milagro de una
magnitud no pequeña, la situación no será corregida. ¡Sin embargo, como dice el
antiguo himno, "Brilla en medio de donde estés!" No importa si el resto del mundo
está decidido a seguir el camino errado; cada uno de nosotros debemos hacer lo
mejor que podamos para andar en la luz de la Palabra de Dios y buscar la santidad.
Todos estaremos delante del Tribunal de Cristo, como individuos, para dar cuenta
por "las obras hechas en la vida". Nuestra recompensa eterna será determinada por
cuán obediente hemos sido a los mandamientos del Señor.
Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, pero ha estado muy
tibio en su andar espiritual con El, usted necesita pedirle inmediatamente perdón y
renovación. El instantáneamente lo perdonará, y llenará el corazón con el gozo del
Espíritu Santo. Entonces, usted necesita empezar un andar diario de oración y
Estudio personal de la Biblia.

Si usted nunca ha aceptado a Jesucristo como Salvador, pero ha venido a darse


cuenta de Su realidad y el Fin de los tiempos esta cerca, y quiere recibir el Don
Gratuito de la Vida Eterna, usted puede hacerlo ahora, en la intimidad de su hogar.
Una vez usted Lo acepta como Salvador, usted espiritualmente nace otra vez, y
pasa a tener la certeza de la vida eterna en los cielos como si usted ya estuviese
allí.

Entonces, usted puede descansar seguro de que el Reino del Anticristo no lo tocará
espiritualmente.

Si usted quiere saber como nacer de nuevo, vaya a nuestra Página de Salvación.
LA LEY, EL PECADO Y EL HOMBRE
«¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí
el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera:
No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en
mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en
un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que
el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el
pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De
manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.

¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que
el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es
bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera
pecaminoso.

Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado.
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien
está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que
no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado
que mora en mí.

Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque
según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis
miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley
del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este
cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo
mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado»
(Romanos 7.7–25).

Un pacto consiste en un acuerdo que implica responsabilidad entre dos partes.


Desde el comienzo del mundo, el Dios todopoderoso ha hecho cierto número de
pactos. Hizo pacto con Noé después del diluvio. Hizo pacto con Abraham cuando
lo llamó a ser la cabeza de una gran nación.

Dios ha hecho solamente dos pactos escritos con su pueblo. En el Antiguo


Testamento, Dios dio a Israel un pacto escrito por medio de Moisés. A ese pacto
se le llama el primer pacto, el Viejo Pacto o el Antiguo Testamento. Ha hecho un
pacto escrito con todos los hombres por medio de Jesucristo al cual se le llama el
segundo pacto, el Nuevo Pacto o el Nuevo Testamento. Es muy importante que
entendamos el propósito y el lugar de estos dos pactos.

Pablo explica en la primera parte de Romanos 7 que hemos muerto a la ley para
que podamos casarnos con otro, esto es, con Jesucristo. La iglesia en la actualidad
no está casada con Moisés, ni con la ley, sino, con Cristo. Debemos agradecer que
vivimos bajo el Nuevo Testamento, y no bajo el Antiguo Pacto, la Ley de Moisés.

La Biblia se divide en dos grandes secciones, a saber: el Antiguo Testamento y


el Nuevo Testa- mento. Algunas personas comienzan a leer la Biblia solo donde
esta caiga abierta. Puede que tal modo de lectura no sea muy beneficioso. Es
importante que entendamos que cuando estamos leyendo en el Antiguo
Testamento, estamos leyendo lo pertinente a la voluntad de Dios para los hombres
desde el principio hasta la muerte de Jesús. Cuando leemos el Nuevo
Testamento, estamos leyendo la voluntad de Dios para los hombres desde la
muerte de Jesús hasta el fin de esta era. Ambos testamentos fueron inspirados
por Dios. Los dos muestran cómo Dios ha hablado al hombre desde el comienzo
y que Su palabra está establecida hasta el fin de esta era.

Con Pablo en Romanos 7, consideremos tres conjuntos de verdades relacionadas


con lo anterior.
VERDADES ACERCA DEL

PRINCIPIO DE LA LEY

En Romanos, Pablo tiene bajo consideración la generalidad del Principio de la Ley.


Al analizar Romanos 7, ¿qué podemos descubrir acerca de la ley.

La Ley Mata
Antes que todo, puede que nos sorprendamos al descubrir en el versículo 6 que la
ley mata. (Vea también 2ª Corintios 3.6.) Romanos 7.6 dice: «Pero ahora estamos
libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo
que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la
letra».

LA LEY DEFINE EL PECADO


En segundo lugar, en el versículo 7, Pablo de- muestra que la ley define el pecado,
diciendo: «¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo
no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley
no dijera: No codiciarás». La ley era buena en sí misma. Fue concebida para definir
el pecado.
Considere el juego de fútbol americano. El fútbol americano se juega de
conformidad con reglamentos. El campo de juego tiene cierta medida de largo y de
ancho. Suponga que aquel que lleva el balón corre para hacer una anotación y
solamente hay un defensa entre él y la línea de gol. El defensa va a detenerlo por
la línea lateral. Si el portador del balón pudiera mover la línea lateral tan solo dos
yardas hacia afuera, podría llegar a la zona final sin que lo toquen. Obviamente, el
corredor no puede extender la línea lateral dos yardas. ¿Por qué? Por- que el
fútbol americano se juega de conformidad con reglamentos. Si el portador del
balón cruza la línea lateral, está fuera de los límites. Ha errado. Eso fue lo que la
Ley de Moisés hizo. La ley definió el pecado; la ley le mostró al hombre que estaba
en error.

LA LEY ES SANTA
En tercer lugar, Pablo dice en este capítulo que la ley es santa: «… la ley a la verdad
es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno» (7.12). No debemos concluir que
por el hecho de definir el pecado, la ley sea mala. No, la ley es santa. Después de
todo, provino de Dios. La ley presenta lo que la justicia es. La ley de Moisés
declara cómo el hombre había de responder a Dios y a su prójimo. Si un hombre
hubiera vivido bajo la Ley de Moisés de manera perfecta, habría tenido una
relación perfecta con Dios y sus iguales. Sin embargo, allí fue cuando se presentó
el problema, a saber: El hombre no guardó la ley de modo perfecto. No siempre
obedeció a Dios de modo correcto; no siempre respondió a su prójimo de la forma
correcta. Esta falla fue debilidad del hombre, no de la ley. La ley es santa provino
de Dios. La ley es justa; explicaba cómo se podía alcanzar una relación justa con
Dios y con el hombre. La ley era buena porque estaba concebida para el bien del
hombre. Si un hombre la hubiera guardado de modo perfecto, podía haber
alcanzado el bien supremo.

LA LEY HACE DEMANDAS


En cuarto lugar, Pablo muestra que la ley hace demandas. La ley impone
obligaciones al hombre. En esta sección de Romanos 7, Pablo recalca que la ley
requiere ciertas acciones de parte del hombre. La ley hacía demandas al hombre,
pero el hombre no podía cumplirlas de modo perfecto. Debido a que el hombre es
imperfecto, la ley no podía satisfacer sus necesidades. En Gálatas 3.19, el
apóstol preguntó: «… ¿Para qué sirve la ley?».

¿Para qué se dio? Responde su pregunta diciendo:

«Fue añadida a causa de las transgresiones». La ley demostró que el hombre era
un pecador. Era como una persona viviendo en una habitación llena de espejos.
Cuando uno mira al espejo puede que vea una imperfección en su rostro, pero
cuando se aparta del espejo y se ocupa del quehacer diario no piensa en la
imperfección. Sin embargo, cada vez que se mira en el espejo, se le recuerda la
imperfección de su rostro. La ley era como vivir en una habitación llena de espejos.
Uno no podía alejarse de su pecaminosidad. Donde fuera que volteara a ver, se
le recordaba de su imperfección. La ley hacía demandas a las personas, pero no
podía dar solución a las imperfecciones del hombre. No podía salvarlo.

«Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado», dice Pablo.

LA LEY ERA TEMPORAL


En quinto lugar, la ley era temporal por naturaleza. El hecho mismo de que Pablo
diga que hemos muerto a la ley supone que era temporal. En (Gálatas 3.19), Pablo
dijo: «Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones,
hasta…». La ley fue añadida hasta que algo más sucediera. El estudiante de la
Biblia debe recordar que a lo largo del Antiguo Testamento y a lo largo del Nuevo
Testamento, Dios está cumpliendo la triple pro- mesa que hizo a Abraham. Dijo
que Él crearía una gran nación por medio de él, que le daría la tierra de Canaán en
la cual vivir y que traería al Mesías al mundo por medio de él. Vemos las promesas
de Dios cumplidas en el Nuevo Testamento. A la promesa hecha a Abraham, Dios
añadió la ley. Era temporal. Fue añadida debido a las transgresiones y para mostrar
a la gente la necesidad que tenían de un Salvador, el Mesías. Fue añadida hasta
que siguiente simiente prometida viniera. ¿Quién era la simiente prometida? Gálatas
3.16 dice que era Cristo. La ley duró desde el monte de Sinaí hasta la muerte de
Cristo.

VERDADES ACERCA DEL PECADO

Mire ahora el segundo conjunto de verdades: algunas verdades acerca del pecado.

EL PECADO HACE USO DE LA LEY


En primer lugar, en Romanos 7 está la verdad de que el pecado hace uso de
la ley. En el versículo 8, Pablo dice: «Mas el pecado, tomando ocasión por el
mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está
muerto». El pecado hizo uso de la ley para condenar al hombre.

EL PECADO PRODUCE MUERTE


En segundo lugar, el pecado produce muerte. (Romanos 7.9 – 10) dice: «Y yo sin
la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.
Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte».
La paga del pecado es muerte. El pecado separa al hombre de Dios.

EL PECADO ENGAÑA
En tercer lugar, el pecado engaña. El versículo 11 dice: «… Porque el pecado,
tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató». El pecado
dice: «Le prometo cosas buenas», pero nunca cumple. El pecado dice: «No es
tan malo», sin embargo, lleva a la muerte y al alejamiento de Dios.

VERDADES ACERCA DEL HOMBRE


Pablo ahora se vuelve al hombre. Observe el tercer conjunto de verdades: algunas
verdades acerca del hombre.

EL HOMBRE ES CARNAL
En primer lugar, el hombre es carnal (7.14). Si un hombre quiere hacer lo correcto
se le presenta un conflicto, un conflicto entre el bien y el mal, entre la carne y el
Espíritu. Debido a que el hombre es carnal, dentro del hombre se libra una guerra.
Entre más dominio tiene el Espíritu de nosotros, más claramente vemos la batalla.
Que ganemos no la batalla depende completamente de nuestra sumisión al Espíritu.
EL HOMBRE ESTÁ EN UN CONFLICTO PERPETUO
En segundo lugar, el hombre está en un conflicto perpetuo. (Ro 7.15–23) trata
de ese conflicto. Pablo dijo: «Quiero hacer lo bueno, pero el pecado está
presente». ¿No es esta una situación lastimosa? Un hombre desea hacer lo
bueno, pero se da cuenta de que lo bueno perfecto está fuera de su alcance; por
lo tanto, siempre está haciendo lo malo. Una y otra vez, el pecado se asoma. ¿Y
si vive bajo un sistema que no tiene ninguna solución para el pecado? Entonces,
solamente le queda ser condenado.

EL HOMBRE ES UN CAUTIVO QUE PUEDE SER LIBRADO


¿Cuál es la solución a este dilema? En tercer lugar, Pablo dice que el hombre es
un cautivo, pero puede ser librado. Cuando Pablo llegó al final del capítulo
declaró: «¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?». No
existe liberación bajo un sistema de ley; en cambio, bajo la gracia, Pablo puede
decir: «Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro». Solamente bajo el
evangelio hay solución a nuestro problema de pecado.

¿Y que será de los que vivieron y murieron bajo la ley de Moisés antes que Jesús
viniera? Ellos ofrecieron continuamente sus sacrificios año tras año ansiando la
venida del Mesías. Cuando Jesús vino, Su sangre se desplazó al pasado y los
purificó a ellos como también avanzó al futuro y nos purificó a nosotros. Pagó la
deuda de ellos así como la nuestra.
LO QUE DIOS HACE CON NUESTROS
PECADOS

«… Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones» (Heb. 10.17).

«Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para


perdón de los peca- dos; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hechos 2.38). Esta
fue la respuesta del predicador al clamor angustiante de los judíos que estaban
siendo acusa- dos por sus conciencias en el día de Pentecostés y que habían
preguntado: «Varones hermanos, ¿qué haremos?». Predicando en Jerusalén,
tiempo después, a otra gran multitud, Pedro mandó: «Así que, arrepentíos y
convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio» (Hechos 3.19). En ambas ocasiones,
Pedro instó a la obediencia al Señor con el fin de recibir la remisión de pecados.

Dios nos ama y está presto todo el tiempo a perdonarnos y a salvarnos. No es


necesario suplicar mucho ni rogar mucho a Dios para ponerlo a Él en un estado de
ánimo para perdonar.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento (2ª Pedro 3.9).

Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere
que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1era
Timoteo 2.3 – 4).

He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su


oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír (Isa.
59.1 – 2).

Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en


misericordia para con todos los que te invocan.
(Salm. 86.5).

Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para


la ira, y grande en miseri- cordia… (Neh. 9.17).
El hombre está agobiado con un enorme peso de pecados. Pero Dios es
misericordioso y lleno de gracia y está dispuesto a quitarnos el peso por medio
de perdonarnos. ¿Qué debe hacer el hombre con respecto a sus pecados? ¿Qué
hace Dios con nuestros pecados cuando Él perdona?

LO QUE DEBEMOS HACER CON NUESTROS


PECADOS

Las personas que están enfermas físicamente, y saben que lo están, buscan al
médico y un remedio. Cierto hombre visitó a su médico para ser examinado y se
le dijo que tenía cáncer. Se sometió a todos los tratamientos que sus doctores
podían darle, pero empeoró gradualmente.

Gastó todo su dinero y pidió prestado más dinero para pagar tratamientos
adicionales en otro hospital. Estaba desesperado por vivir y dispuesto a
sacrificar lo que fuera necesario para curarse.

Las personas que están sufriendo por la dolencia del pecado deben estar
igualmente interesados en recibir el bálsamo curador de almas de Galaad. Los
que descubren cuál es su dolencia y entienden que, a menos que sean sanados,
perecerán eternamente, son los que están en posición de aceptar el remedio del
Gran Médico. ¡El ministerio sanador del Gran Médico es gratis!

Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es


vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom. 6.23).

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de


vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe (Ef. 2.8 – 9).

Hemos oído a diferentes personas decir: «Sencillamente no supe apreciar una


buena salud hasta que la perdí». Tuve la fortuna de conocer y de tener comunión
con dos presidentes de banco distintos. Estos dos hombres buenos padecían de
enfermedades dolorosas de los ojos. Ambos me dijeron en ocasiones separadas:
«Sencillamente no supe apreciar una buena visión hasta que la perdí».

De igual modo, nadie puede apreciar lo que Dios ha hecho por él; tampoco puede
apreciar el mensaje salvador de almas del evangelio; tampoco puede apreciar la
posibilidad de la salvación en Cristo Jesús hasta que se dé cuenta de que está
perdido. Cuando una persona se da cuenta de que está perdida y que va rumbo a
la perdición eterna, entonces podrá apreciar el hecho de que el amor de Dios, Su
gracia y Su misericordia han provisto el remedio seguro para su purificación.
Existen dos extremos en las personas. Algunos tienen la actitud de ser personas
verdaderamente excelentes. Cierto hombre al que se le acercaron con el llamado
de Cristo para persuadirlo a obedecer el evangelio, dijo: «Sí, yo sé que yo sería
de gran ayuda para la iglesia en esta comunidad. Soy una persona influyente en
la comunidad y tengo talentos extraordinarios.

Estoy seguro de que la iglesia necesita a un hombre con mis recursos y


habilidades». ¡La anterior es la verdadera razón por la que muchos se encuentran
en una situación no salva ahora! No tienen sentido de culpabilidad ni de necesidad.
Realmente no se dan cuenta de que están perdidos.

Tales personas no serán salvas sino hasta que se den cuenta de que están
condenadas ante Dios y cambien su actitud. Jesús enseña que todos deben ser
«pobres en espíritu» y «llorar» para que puedan entrar en la familia de Dios y ser
salvos (Mat. 5.3 – 4). Sin embargo, existe otro extremo. Algunos tienen esta idea:
«¡He sido tan malo y pecador por tanto tiempo! He vivido una vida tan mala que
no puedo creer que Dios me perdonará y me recibirá». Algunas personas tienen
una idea errónea de Dios.

Lo consideran un monstruo terrible con poderes ilimitados que está presto a


despedazarlos o agarrarlos por el cuello y lanzarlos con júbilo en las llamas del
infierno. Tales ideas se basan en la ignorancia, el miedo y la superstición. El
concepto que tienen de Dios es completamente errado. Dios en Su gran misericordia
perdonará al pecador más malvado si este acepta y obedece Su voluntad. Observe
lo que Pablo dijo a Timoteo: «Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el
primero» (1 Tim. 1.15). Pablo sabía que si Dios podía salvar al primero de los
pecadores, podía salvar a todos los pecadores.

Qué maravilloso sería que todos los que están perdidos se dieran cuenta de que
están condenados delante Dios y que necesitan el poder purificador del Gran
Médico. De seguro, algunos se volverían a Dios en obediencia al evangelio y
nacerían de nuevo del agua y del Espíritu para entrar en la santa familia de Dios.

LO QUE DIOS HACE CON NUESTROS


PECADOS
En primer lugar, Cristo los lleva sobre Él. Pedro dijo: «… quien llevó él mismo
nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justi- cia; y por cuya herida fuisteis sanados»
(1era Pedro 2.24). En lugar de «llevó», algunas traducciones más recientes
consignan «levantó» nuestros pecados. El pecado es representado como una carga
terrible que no podemos llevar solos. Sin la ayuda divina, nos aplastaría y destruiría.
No hace mucho tiempo vimos un documental televisivo sobre la vida en México.
Cierta escena mostraba a un hombre con un pequeño burro mexicano que llevaba
una carga de gran peso. El pequeño burro cayó bajo la carga, y a pesar de los
latigazos y patadas de su dueño, no podía levantarse debido a la pesada carga.

Nuestra situación como pecadores que somos es muy parecida a la del pequeño
burro. Tenemos una carga que es demasiado grande para nosotros. Pero Jesús
«llevó» o «levantó» nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero. Al leer este
pasaje se nos recuerda del sacerdote antiguotestamentario que llevaba un sacrificio
al altar de bronce para ofrecerlo en holocausto. Pero Cristo mismo es la ofrenda. Él
«Llevó […] nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero».

En segundo lugar, Dios remite nuestros pecados. A los judíos que estaban
conscientes de su pecado en el día de Pentecostés, Pedro les dijo: «Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hech. 2.38). Nuestros pecados son
representados como una enorme deuda que no somos capaces de pagar. Somos
como el siervo de la parábola de Jesús que debía al rey diez mil talentos, una suma
equivalente a 10 millones de dólares, sin contar la taza inflacionaria desde el siglo
primero. ¡La deuda del siervo era más que los impuestos que Roma recaudaba en
toda la tierra de Palestina en un año! Sin embargo, el rey tuvo compasión del siervo
y le perdonó toda la deuda. No había manera como el sirviente pudiera haber
pagado su deuda. La compasión del rey para con el siervo fue verdaderamente
significativa. Nuestra deuda de pecado es tal que la única manera

Llegar a un arreglo es que la deuda sea remitida. (Vea Mateo 18.21 – 35.)
La palabra «remisión» también se usa en el Nuevo Testamento y fue usada en
tiempos antiguos en referencia al alivio de las enfermedades. M. R. Vincent en Word
Studies in the New Testament (Estudio de palabras del Nuevo Testamento), al
comentar sobre la palabra «remisión» de (Luc 3.3), dice: «La palabra aparece en
Lucas de forma más frecuente que en todo el resto de los autores neotestamen
tarios combinados. Se usa en el lenguaje médico en referencia al alivio de la
enfermedad».

Dios produce la remisión de la enfermedad por medios naturales. Él produce la


remisión de pecados por medio del poder divino como respuesta a la fe y a la
obediencia del pecador.
Dios es presentado por Pedro como el que «borra» pecados. En (Hech 3.19), Pedro
mandó: «… arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados;
para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio». «Borrados»
proviene de un participio griego que significa «quitar, limpiar, borrar». Platón usó esta
palabra para referirse al acto de borrar lo escrito.

A veces, las personas de antaño limpiaban o raspaban lo escrito en un manuscrito y


volvía a usar la superficie. Una tabla de cera para escribir a menudo era restregada
con una piedra pómez con el fin de borrar algo que se había escrito sobre ella, y la
superficie se usaba para volver a escribir algo diferente. En respuesta a la fe que el
pecador tiene en Jesús y a la obediencia al evangelio, Dios «borra» sus pecados y lo
cuenta como justo. Al igual que lo escrito se borraba, limpiaba o quitaba de un
manuscrito antiguo, Dios borra nuestros pecados y deja de tomarlos en cuenta.
¿Qué hace Dios con nuestros pecados? Nos purifica de todo pecado.
En (1Corintios 6.9 – 11),

Pablo dijo:
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan
con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis
sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre
del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Cuando Ananías vino a Saulo de Tarso, quien había estado orando y ayunando en
Damasco, él dijo :

«Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre» (Hech. 22.16). Juan escribió: «… pero si andamos en luz,
como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo
su Hijo nos limpia de todo pecado» (1Juan 1.7).

La humanidad cargada de pecado es retratada como inmunda y sucia, teniendo


necesidad desesperada de ser lavada y purificada de toda inmundi- cia. La sangre
de Jesús es el agente purificador que lava nuestros pecados. Sin embargo, las
personas deben aceptar el sacrificio expiatorio de Jesús por fe y obediencia con el
fin de ser purificados. Cuando la obediencia al evangelio se verifica, Dios lava
nuestros pecados y de esta manera nos purifica.
Él «… nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre» (Apo. 1.5). El
pecador que era como «ropa contaminada» antes de su conversión, ahora se
encuentra limpio y puro delante de Dios.

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se dice que cuando Dios perdona
los pecados,

«no se acordará más de ellos». Ezequiel dijo:

Más el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis
estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas
las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo
vivirá (Ez. 18.21–22).

El autor de Hebreos dijo: «… Y nunca más me acordaré de sus pecados y


transgresiones» (Heb. 10.17). ¡Y Dios tiene un olvido perfecto! Si Dios «no se
acuerda de ellos más», es como si no se hubieran cometido. Por medio de la
expiación de Cristo en la cruz, estamos bajo un nuevo y mejor pacto, un pacto que
ofrece un perdón gratis y completo que hace que Dios olvide para siempre nuestros
pecados e iniquidades. Mientras los israelitas tenían pecados e iniquidades que
eran recordados «año tras año», aquellos a los que Dios perdona bajo el nuevo
pacto que fue ratificado por la sangre de Cristo, tienen la promesa de que sus
pecados son olvidados.

En (Mi. 7.19), el profeta presenta dos cosas que Dios hace con nuestros pecados,
a saber: «El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras
iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados». En la
primera parte del versículo, el profeta representa nuestras iniquidades como una
manada de animales despiadados que nos atacan y destruyen. Pero Dios los quita
y los pisotea bajo Sus pies y los destruye. En la segunda parte del versículo, se
representa a Dios arrojando nuestros pecados en lo profundo.
LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA DEL PECADO

«Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos:


Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que
tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos,
y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él
está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que
no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la
verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos
de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos
a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si
alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los
de todo el mundo» (1 Jn 1.5 — 2.2).

Hacerse cristiano no elimina todos los problemas de la vida. Los cristianos se


enferman y mueren. Pierden sus empleos o sus negocios quiebran. Se
decepcionan de sus relaciones personales. Tienen problemas familiares. Sin
embargo, el problema más grande que los cristianos enfrentan, no ha de
encontrarse entre sus problemas de salud, ni en sus problemas financieros, ni en
sus problemas familiares. Es el problema del pecado.

El cristiano ha sido salvo del pecado. Cuando creyó en Jesús (Jn 8.24), se
arrepintió de sus peca- dos (Lc 13; 3), confesó su fe (1 Tim. 6.12), y fue bautizado
en Cristo (Gál. 3.27), recibió el perdón por sus pecados (Hech. 2.38). En ese
momento, nació de nuevo; fue añadido a la iglesia del Señor; fue salvo.

¡Sin embargo, el cristiano todavía peca! A pesar de que fue salvo del pecado, su
salvación no le impide pecar. El problema del pecado continúa rondándolo. Puede
que intente resolver el «problema de su pecado» de alguna de las siguientes tres
formas:

1. Puede llegar a la conclusión de que, en vista de que todavía peca, jamás


fue salvo. O vuelve de nuevo al mundo o busca la salvación bautizándose
de nuevo.

2. Puede llegar a la conclusión de que, en vista de que es incapaz de vivir sin


pecar, entonces bien puede renunciar a la idea de ser cristiano. Abandonará
el esfuerzo, creyéndose muy débil, muy indigno, de ser un hijo de Dios.
3. Puede llegar a la conclusión de que, en vista de que de todas maneras va
a pecar, bien puede dejar de preocuparse por el asunto y pasarla bien. Por
lo tanto, continúa siendo cristiano mientras sigue viviendo en pecado.

Ninguna de las anteriores son soluciones real- mente. Sin embargo, la Biblia
provee ayuda. Específicamente, en (1Jn 2; 1–2), junto con el contexto, la solución
al problema del pecado es presentado por Juan. Este hace cuatro comentarios en
relación con el pecado y el cristiano.

Los Cristianos No Deben Pecar


Juan dice: «… estas cosas os escribo para que no pequéis…» (1 Jn 2.1). (Vea
también (1 Jn 2.15 – 16) (Gálatas 5.19 – 22) (Rom 6.12–14.)

Los lectores de Juan necesitaban este mensaje. Aparentemente, algunos de ellos


habían acogido una herejía conocida como gnosticismo en las etapas incipientes
de este. Había muchas formas de gnosticismo, sin embargo, todas tenían lo
siguiente en común: Creían que la carne y todo lo relacionado con ella, era malo;
pero que el espíritu, y todo lo relacionado con él, era bueno.

Teológicamente, esto llevó a los gnósticos a la conclusión de que Jesús realmente


no podía ser Dios en la carne. Dios, siendo espíritu, era demasiado bueno
realmente para habitar en carne pecadora e inicua. Por lo tanto, podrían decir que
Cristo sola- mente parecía ser carne. (1 Juan 4; 2 – 3.).

Moralmente, la misma clase de creencia llevó a los gnósticos a tener dos puntos
de vista opuestos. Algunos dedujeron que, en vista de que la carne era mala, el
trabajo del cristiano era negar la carne, o incluso mutilarla. Ellos podrían exponerse
a climas helados, morirse de hambre o cortarse a sí mismos con piedras. En el
extremo opuesto estaban algunos que sostenían que la carne realmente no afecta
el espíritu que habita en ella. Por lo tanto, creían que el cristiano podía vivir como
deseara, esto es, podía ser borracho, glotón o fornicario, y esto no le podía hacer
ningún daño. Después de todo, lo que importaba era la condición del espíritu que
podía ser bueno, íntimamente unido a Dios, sin importar lo que el cuerpo hiciera.

Algunos de los lectores de Juan parecen haber compartido este último punto de
vista porque Juan dice: «… Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si
decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad» (1Juan 1.5 – 6).
Deben de haber dicho: «Estamos en comunión con Dios. Nuestra inmoralidad
realmente no importa, porque nuestros espíritus son puros». Juan respondió:
«Están viviendo una mentira. No pueden tener comunión con Dios en tanto vivan
de una manera que es contraria a Su naturaleza y a Su Palabra. El espíritu de
ustedes no es puro si sus acciones no son puras».

Tal vez nosotros también tengamos necesidad del siguiente mensaje: ¡No debemos
pecar! Algunos cristianos saben que pecan, pero no hacen caso al pecado y dicen:
«Sé que digo palabrotas cuando me enojo, pero sencillamente así soy yo»; «Sí,
pierdo los estribos muy a menudo, y a veces golpeo al que me hace enojar, ¡pero
todos saben cómo somos los irlandeses pelirrojos!». Cuando los cristianos dicen
cosas como las anteriores, dicen que pecan y lo saben, pero no tienen intenciones
de dejar de pecar. ¡Esos cristianos necesitan entender que Dios no desea que ellos
pequen!

(1 Jn 1.5 – 6) también nos dice por qué nosotros, como cristianos que somos, no
debemos pecar. Juan dice que no es correcto que teniendo comunión con Dios,
quien es luz, andemos en tinieblas o en pecado.

A Pesar De Que Los Cristianos No Deben Pecar, Ellos


Pecan

Juan dice: «… estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado,…». Existía una posibilidad real de que un cristiano pudiera pecar. Juan
usa incluso un lenguaje más severo en el con- texto, pues dice: «Si decimos que
no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros […] Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su
palabra no está en nosotros» (1Juan 1.8 – 10). Obviamente, los cristianos pueden
pecar y de hecho pecan. La diferencia entre los cristianos y los no cristianos
consiste, no en que los no cristianos sean pecadores y que los cristianos no lo
sean. Antes, significa que, ¡los cristianos son pecadores salvos por gracia y los no
cristianos son pecadores, y punto! Solamente el hecho de saber que los cristianos
pueden pecar y todavía seguir siendo cristianos, ayuda a cada discípulo en
particular. Si se les ad- vierte con anticipación que los cristianos pecan, no
tenderán a perder la esperanza cuando ellos mismos sean vencidos por el
pecado. Como cristiano que es, ¿peca usted? ¡Igual peca todo cristiano! No se
dé por vencido porque peca. Pecar no lleva inevitablemente a la condenación,
pero sí el darse por vencido.
No obstante, reconocer que pecamos presenta un problema. ¿No hay acaso algo
contradictorio en decir que no debemos pecar, y sin embargo pecamos? Si se supone
que no debemos pecar, y aun así lo hacemos, ¿con cuánto pecado podemos
«salirnos con la nuestra» y seguir siendo salvos eternamente? Juan ayuda a
resolver el problema en otros dos pasajes algo difíciles de 1era Juan, donde dice:

Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni
le ha conocido. Hijitos […] El que practica el pecado es del dia- blo; porque el diablo
peca desde el principio […] Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el
pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios (1Juan 3.6 – 9).

Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado


(1 Juan 5.18). Está Juan dando a entender que es imposible que el cristiano
peque? Obviamente no, porque entraría en contradicción con lo que dijo en
(1Juan 1.8, 10; 2.1) ¿Qué está dando a entender entonces?

La respuesta a la pregunta anterior reside en el tiempo de los verbos del lenguaje


original. En el griego, estos verbos están en tiempo presente, lo que conlleva la
idea de una acción continua. Podrían traducirse por «continúa… ». Literalmente, lo
siguiente es lo que dice Juan:

Todo aquel que continúa permaneciendo en él, no continúa pecando…El que


continúa practicando el pecado es del diablo…Todo aquel que es nacido de Dios, no
continúa practicando el pecado… No puede continuar pecando, porque es nacido
de Dios… Todo aquel que ha nacido de Dios, no continúa practicando el pecado…
Así que Juan está enseñando que los cristianos pecan, esto está claro; ¡pero no
continúan pecando! Habitualmente, no pecan. El pecado no es la característica
principal, ni el principio, ni la tendencia más importante de sus vidas. Retrata al
cristiano como alguien que se esfuerza por no pecar, pero que ocasionalmente
cede al encanto del pecado. Anda usualmente y habitualmente en el camino de
Dios, sin embargo, a veces tropieza y cae. La meta y propósito de su vida es la
justicia. Sin embargo, aunque no tan frecuentemente, sucumbe al pecado.

Como ilustración, piense en lo que el atleta o equipo ganador hace: El mejor


bateador en béisbol no anota una carrera todas las veces que batea. De hecho, ni
siquiera logra darle a la pelota todas las veces que se coloca en la base. A veces
incluso se poncha. Sin embargo, consigue suficientes carreras para que uno
espere que algo bueno sucederá cuando se presenta a batear. El equipo de fútbol
más grande no anota todas las veces que emprende una jugada, ni siquiera
consigue un primero y diez cada vez que obtiene el balón. Sin embargo, consigue
suficientes primero y diez y suficientes anotaciones para ganar el juego Así es con
el cristiano: No siempre le gana al pecado, sin embargo, gana más de lo que pierde.
A pesar de que pierde sus batallas contra la tentación de vez en cuando, no hace
de ello una costumbre. La tendencia o el rumbo de su vida es la justicia, no el
pecado. Puede que batee bolas malas de vez en cuando, pero la mayoría de las
veces «anota una carrera».

El cristiano necesita darse cuenta de que no debe pecar y que, sin embargo, peca.
Cuando peque, no hay razón para perder la esperanza, pero sí hay razón para
levantarse y tratar de nuevo de vivir una vida justa.

CUANDO LOS CRISTIANOS PECAN, DIOS


PROVEE UN REMEDIO

Juan dice: «…si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente
por los nuestros, sino también por los de todo el mundo» (1Juan 2.1 – 2).

Juan dice que no debemos pecar, pero pecamos. Esa es una mala noticia. Ahora
viene la buena noticia, a saber: ¡Dios proveyó para que seamos perdonados cuando
pecamos! Este mensaje me dice que a pesar de que soy pecador, ¡todavía puedo
ser perdonado, y todavía puedo ir al cielo!

¿Por medio de qué maneras se cumple este perdón? La provisión de Dios es


sencillamente la siguiente: Jesucristo. Él es nuestro abogado, el que defiende
nuestro caso con el Padre. Él es la expiación por nuestros pecados, esto es, el
«medio por el cual el pecado es cubierto y remitido».1 Por medio de Su sangre,
nuestros pecados son perdona- dos (1Juan 1.7).

¿Cuál es la base, entonces, sobre la cual tenemos esperanza de perdón y


salvación eterna? ¿Sobre la base de nuestra bondad innata? ¿La de nuestras
buenas obras? ¿La de vivir nuestra vida cristiana de forma perfecta? ¡Ninguna de
las anteriores! ¡Sino, sobre la base de la gracia de Dios y la sangre de Cristo!
Somos perdonados, no por lo que hemos hecho por Dios, sino, ¡por lo que el
Señor ha hecho por nosotros!
Los Cristianos Deben Hacer Algo Para Recibir El
Remedio De Dios Para Sus Pecados

Juan también hace el comentario de que el perdón que Dios provee al cristiano por
medio de Cristo es condicional. Los cristianos deben hacer algo para recibir ese
perdón.

No debemos sorprendernos por lo anterior. Somos salvos inicialmente por gracia,


pero solamente cuando aceptamos esa gracia por medio de cumplir las condiciones
del perdón, a saber: cuando creemos, confesamos, nos arrepentimos y nos
bautizamos. Por lo tanto, es razonable que también se nos pida hacer algo para
continuar siendo salvos por gracia por medio de Cristo.

Pero, ¿que requiere Dios que haga el cristiano para ser perdonado? ¿Qué
debemos hacer para mantenernos salvos? Traté de pensar en tres o cuatro puntos
a usar bajo este encabezado, sin embargo, al final decidí que, ¡Dios requiere
solamente una cosa de nosotros, no tres ni cuatro, para que recibamos el perdón
de nuestros pecados! Juan nos dice qué es esa única cosa en (1 Juan 1.7) ¡La
única cosa necesaria para que un cristiano sea purificado de sus pecados es
«andar en luz»!

Sin embargo, alguien objetará: « ¿Y el arrepentimiento? ¿acaso no es necesario?».


Sí, lo es: el cristiano debe arrepentirse de sus pecados (Hechos 8.22). Y si anda
en luz, está arrepintiéndose constantemente. Por supuesto, en este contexto Juan
dice: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1Juan 1.9). Y si un cristiano anda en luz,
está confesando constantemente sus pecados a quienes estos competen. «¿Y la
oración?

¿No tiene el cristiano que orar pidiendo perdón?». Definitivamente (Hechos 8.22).
Y el cristiano que anda en luz está orando constantemente pidiendo perdón. Por
lo tanto, «andar en luz» incluye arrepentirse, confesar el pecado y orar pidiendo
perdón. Por lo tanto, no son tres cosas las que hay que hacer para recibir el perdón
como cristiano. Solamente hay una cosa necesaria, a saber: «andar en luz».

Pero, ¿qué significa «andar en luz»? No significa «vivir sin pecado». Si significara
«vivir sin pecado», Juan estaría diciendo: «Si vivimos sin pecado, la sangre de
Jesús nos limpia de nuestros pecados».
¡Y si viviéramos sin pecado, no tendríamos pecados a ser perdonados! Por lo tanto,
«andar en luz» no puede significar vivir sin pecado.
¿Qué significa entonces? A mí me parece que solo puede significar procurar con
diligencia vivir de conformidad con la luz de la Palabra de Dios.

«Procurar con diligencia» es la clave para andar en luz. El cristiano no vive sin
pecado, pero siempre está esforzándose, haciendo todo lo posible en sus propias
circunstancias, por hacer la voluntad de Dios. A veces cae, pero se esfuerza
siempre por conseguir esa meta. Si eso hace, creemos que lo recibe como «andar
en luz».

Si andamos en luz, tenemos la siguiente promesa bendita: «… la sangre de


Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado». Aquí de nuevo, se usa el tiempo
presente del verbo y se recalca el aspecto continuo de la acción. Podríamos
traducirlo de la siguiente manera: «… si continuamos andando en luz, como él
está en luz, continuamos teniendo comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo continúa limpiándonos de todo pecado».

Estamos, como cristianos que andan en la luz, andando continuamente en un baño


de la sangre limpiadora de Cristo! Tan pronto como pecamos, la sangre de Jesús
nos limpia y Dios nos perdona.

Lo anterior significa que, si soy un cristiano que procura con diligencia hacer la
voluntad de Dios, ¡no necesito preocuparme de que si un día tengo un pensamiento
malo y luego tengo un ataque cardiaco y muero antes de tener la oportunidad de
orar pidiendo perdón, me iré al infierno por causa de no haber orado pidiendo
perdón por ese pecado! Antes, ¡constantemente me gozo, sabiendo que, porque
estoy esforzándome constantemente por obedecerle, Jesús perdona
continuamente mis pecados y puedo estar seguro de que iré al cielo!
LO QUE DIOS ESPERA DEL PECADOR

«Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que
desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. Entonces él se levantó y fue. Y sucedió
que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre
todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y
leyendo al profeta Isaías. Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo
Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo
podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. El pasaje
de la Escritura que leía era este:
Como oveja a la muerte fue llevado;
Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. En su humillación
no se le hizo justicia;
Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.

Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta
esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comen- zando
desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a
cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo:
Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo
de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le
bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le
vio más, y siguió gozoso su camino. Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando,
anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea» (Hechos 8.26–40).

En el gran relato de conversión de Hechos (8;26 – 40), una verdad se destaca


claramente, y es esta: La disposición de una persona es extremadamente
importante.

Un entendimiento de la voluntad de Dios es un requisito para estar bien a los ojos


de Dios. Uno no puede hacer la voluntad de Dios sino hasta que la comprenda
una disposición a adorar (8.27)

El eunuco tenía una disposición a adorar. La Biblia dice en el versículo 27 que


éste había ido a Jerusalén a adorar. Había viajado la distancia comprendida entre
Etiopía y Jerusalén únicamente para adorar. ¿Por qué pasó por todas las
dificultades de viajar hasta Jerusalén a adorar? Si un hombre deseaba adorar a
Dios, ¿acaso no podía simple- mente adorar donde estaba? No, este hombre veía
a Dios como el Dios de los judíos. En su deseo de acercarse al Dios único,
reconocía los principios que el judaísmo requería. El judaísmo le pedía a los
prosélitos hacer una peregrinación a Jerusalén.

La mente de este hombre estaba dispuesta a adorar a Dios. Dijo: «Si voy a adorar
a Dios, lo tengo que hacer de la forma como Dios desea. No tengo libertad de
elección en el asunto. Tengo que adorar a Dios de la manera como Este ha
prescrito». Este hombre dice: «Nada va a interponerse entre la ado- ración y yo,
esto es, ni la distancia, ni las relaciones, ni las circunstancias. Nada me va a
impedir adorar a Dios». Cuando nos damos cuenta de que alguien tiene una
disposición a adorar, hemos encontrado un terreno fértil para plantar la semilla
del reino. Me he dado cuenta de que es difícil de enseñar o convertir a una persona
que no tiene el deseo de venir al servicio de adoración.

UNA DISPOSICIÓN A ESTUDIAR (8;28)


Tenía una disposición a estudiar. Mientras viaja por el camino de regreso, va
contemplando las Escrituras. No va diciendo: «Hice todo el recorrido hasta
Jerusalén para adorar. Me preocupan todos los asuntos que están sucediendo en
Etiopía. Me pregunto cómo ha estado funcionando la tesorería. Me pregunto cómo
andará el país. Me pregunto cómo se las está arreglando Candace».

El pensamiento de este hombre estaba centrado en asuntos espirituales. Deseaba


saber más acerca de Dios. Cuando tenía la oportunidad y el tiempo, estudiaba la
Palabra de Dios. Cuando enseño a un hombre que está interesado en aprender
personalmente más de la Palabra de Dios, lo convierto pronto No estaba
desanimado a seguir estudiando sencillamente porque no entendiera todo en las
Escrituras. Podría haber dicho: «Esto no me queda muy claro», y haber dejado
caer el manuscrito al piso y olvidarlo. Se daba cuenta de que hay potencial en la
Palabra de Dios para hacer de él una mejor persona. Incluso, una lectura hecha
al azar de pasajes de la Biblia, hace de usted una mejor persona. Puede que lea
un capítulo y no tenga mucho provecho de él, sin embargo, será una mejor persona
por simplemente haberlo leído.

Una mujer había resuelto estar en el edificio de la iglesia para cuando las puertas
se abrieran. Un amigo se le acercó un día en el patio de ella y le dijo: «¿Por qué
insiste tanto en ir a la iglesia? De todas formas, ¿qué dijo el predicador el
domingo?». Pensó por un momento y dijo: «No… No puedo recordar lo que el
predicador dijo el domingo». El hombre respondió: « ¿Ve?, de nada le sirve. Ni
siquiera recuerda de qué trató el sermón». Ella le entregó un pequeño canasto de
mimbre que tenía cerca de ella y dijo: «Lleva esto y llénalo de agua por completo».
El hombre vaciló, pero fue y abrió la válvula colocando el canasto debajo de ella.
Por supuesto, el agua corría a través del canasto. Final- mente, cerró la válvula y
dijo: «Esto es ridículo, no puedo llenar el canasto de agua». Ella dijo: «Lo sé, pero
véalo. ¡Vea cuánto más limpio está ahora!».
UNA DISPOSICIÓN A PREGUNTAR (8.30–34) El eunuco
también tenía una disposición a preguntar. No estaba satisfecho con aceptar
cualquier cosa que oyera o leyera. Deseaba saber más, es decir, « ¿Cuál es la
verdad?». Muchos se sientan en un culto de adoración y permiten que alguien
más les diga qué creer. Tienen su religión, pero no es propia. Jamás preguntan.
Quiero que se nos conozca como a un grupo de personas que están tratando de
abrirse camino en el estudio de las Escrituras y buscando la respuesta a «¿Cuál
es la verdad?».

UNA DISPOSICIÓN A RECIBIR (8.35)


Tenía una disposición a recibir. ¿Qué se puede hacer con una mente cerrada? Uno
no se puede acercar a una persona que tenga una mente cerrada. No se puede
hacer nada con esa persona. Un pequeño rótulo que representa a mucha gente dice
así: «Ya he sacado mis propias conclusiones. No me confunda con la verdad». Lo
anterior describe a muchas personas religiosas. He hablado con personas que
asientan con sus cabezas a lo largo de un estudio sobre el cristianismo
neotestamentario. Sin embargo, cuando se les preguntó si pensaban hacer algo al
respecto, decían: «He heredado mi religión

Es parte de mis antecedentes. Por lo tanto, no haré nada para cambiarla».

UNA DISPOSICIÓN A OBEDECER (8.36–38)


Tenía una disposición a obedecer. Cuando preguntó: «¿Qué impide que yo sea
bautizado?». Felipe dijo: «Si crees […] bien puedes». El hombre no dijo: «Creo en
Jesús, y tal vez algún día trataré de obedecerle. Me gusta el mensaje, Felipe. Me
gusta lo que dice, pero será otro día». Este hombre tenía una disposición a
obedecer lo que Dios le mandó. Sin tal disposición, ¿cómo puede una persona ir
al cielo?.

Cuando Saúl desobedeció el mandamiento del Señor con respecto a la


destrucción de los amalecitas, el profeta vino a él. Saúl intentó excusarse
diciendo: «Traje de vuelta a Agag y a estas bestias para la gloria de Dios». El
profeta dijo: «Obedecer es mejor que sacrificar». Nadab y Abiú probable- mente
pudieron haber dado toda clase de excusas de por qué habían puesto fuego
extraño en sus incensarios. Sin embargo, Dios había dicho: «No lo hagas». Como
resultado, perdieron sus vidas (Levítico 10). En (Hebreos 5; 8 – 9), el autor dice
que aun Jesús aprendió la obediencia por medio de lo que sufrió. Uno no puede
ir al cielo sin obedecer los mandamientos de Jesucristo. En (1 Juan 5.1–3), Juan
dice que el amor a Dios se manifiesta por medio de obedecer Sus mandamientos.
En Lucas 6.46, Jesús preguntó: « ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis
lo que yo digo?». En (Mateo 7.21), Jesús dijo: «No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos». Uno no puede leer la Biblia y alejarse diciendo: «Puedo
relacionarme con Dios y estar bien ante Sus ojos sin obedecer lo que Él ha
mandado». El eunuco tenía una disposición a obedecer. Dijo: «Aquí hay agua,
detengan el carruaje». Él y Felipe bajaron al agua y Felipe lo bautizó.

UNA DISPOSICIÓN A REGOCIJARSE (8.39)


Este hombre tenía una disposición a regocijarse.
¿Acaso no debía haberse regocijado? Se había estado esforzando por ello,
deseando saber, más que cualquier otra cosa, que estaba bien con Dios.
EL PECADOR Y EL PERDÓN
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu
misericordia; conforme a la multitud de tus
piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad, Y
límpiame de mi pecado… (Salmos 51).

(Salmos 51) ha sido declarado universalmente como el más elocuente de los


salmos penitentes. Es el evangelio en pocas palabras. En el siglo 16, un autor se
refirió a él como «la gema más brillante de todo el libro y que contiene instrucción
tan grande y doctrina tan preciosa, que la lengua de los ángeles no le podría hacer
justicia a su aprovechamiento total». Debemos leerlo y estudiarlo con reverencia,
con una mente abierta y con un «corazón contrito y humillado» (vers. 17).

El Salmo 51 fue escrito por David en relación con su arrepentimiento por haber
pecado con Betsabé, arrepentimiento que tuvo después que fue confrontado por
Natán el profeta. A medida que uno lo lee, se ponen de manifiesto muchos
paralelismos con la travesía espiritual de David Codició a Betsabé, cometió
inmoralidad sexual con ella y luego hizo matar al esposo de esta con el fin de
ocultar su pecado y tomar a esta como esposa. Natán confrontó a David con su
pecado varios meses después. Este confesó su culpa, se arrepintió y fue
perdonado por Dios.

Los pasos que David dio para pasar del pecado a la salvación son pasos comunes
en la travesía espiritual de otros. Ellos son los siguientes:
1. El peso del pecado y ser convencido de este (vers. 3).
2. La penitencia y el arrepentimiento (vers. 16–17).
3. La confesión del pecado (vers. 4–5).
4. Un ruego por misericordia y perdón (vers. 1–2, 7–12, 14).
5. El gozo de la salvación y del perdón (vers. 8, 13–14b, 15).

Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí


(vers. 3).

David había vivido con su pecado por casi un año. Pensó que nadie sabía de ello.
Sin embargo, cuando Natán el profeta lo confrontó con su pecado, David se dio
cuenta de cuán horrorosas, detestables y repulsivas habían sido sus acciones.
Puede que la conciencia de David lo hubiera molestado más de lo que nos damos
cuenta. El recuerdo de delitos pasados puede perseguir a una persona y hacer
miserable su vida. Como el mismo David escribió:
«Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día
y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de
verano» (32; 3 – 4).

La culpa y el peso del pecado eran tan insoportables para David que comparó el
sentimiento con el abatimiento de sus huesos (vers.8). La culpa puede lastimar y
ser tan dolorosa como las heridas físicas mismas. La mayoría de los predicadores
y consejeros han hablado con personas que se sientan a llorar por errores trágicos
que han cometido. Están ansiosos de alivio. ¡El pecado causa dolor!

La única manera apropiada de lidiar con la culpa del pecado consiste en humillarnos
y arrepentirnos verdaderamente. Si queremos acercarnos a Dios y encontrar
perdón, tenemos que hacerlo con un corazón contrito. Una obediencia ritualista no
se ocupará del pecado apropiadamente. David sabía que los sacrificios y los
holocaustos no expiarían sus pecados de asesinato y adulterio. Necesitaba
arrepentirse. Necesitaba dar a Dios el sacrificio de un espíritu quebrantado.

A manera de contraste, en Chicago un matón le dio muerte a un policía. Fue


arrestado y encarcelado. El viernes de aquella semana, se le sirvió carne en su
comida. De un modo indignado dijo a los guardas: «¡Llévense eso! ¿Cómo se les
ocurre que voy a comer carne un viernes?». No tuvo escrúpulos para matar al
policía, sin embargo, de un modo servil, observaba una tradición religiosa. Lo que
el hombre necesitaba hacer era arrepentirse, no rechazar carne un viernes.
«Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de
espíritu» (34; 18)

CONFESION DEL PECADO

Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que
seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre (vers.4–5).

David no busca excusa para sus pecados. Los confiesa. No hace una confesión
vaga, diciendo:
«Si he hecho algo malo…». No llama a su pecado un desliz, un error de juicio o
un acto cuestionable. Su aseveración no es un lloriqueo de justificación a medias
proveniente de un corazón de piedra. David asume completa responsabilidad por
lo que hizo. Debido a que su confesión es tan franca, fue agradable a Dios.
«Contra ti, contra ti solo he pecado». Había pecado contra Urías el heteo, contra
Betsabé y contra la sociedad. Decir que había pecado contra Dios y Dios
solamente, era una exageración que aborda directamente el meollo del asunto.
David estaba diciendo que había ofendido la voluntad de Dios. No había ofendido
meramente las formalidades culturales de la sociedad. Había quebrantado la ley
de Dios y había pecado contra Dios mismo. David también escribió: «… en
pecado me concibió mi madre» (vers.5). Se han dado muchas explicaciones de
este versículo, entre las cuales se incluye la doctrina del pecado original.
Entienda que no existe una teoría sistemática del pecado original en el Antiguo
Testamento. Solamente unos pocos versículos, en su mayoría poéticos, apenas
aluden si acaso a algo remotamente relacionado con ello, y existen explicaciones
alternativas para cada uno de ellos (58.3; Job 14.4; 15.14). ¿Entonces

Cómo explicamos el versículo 5?

Es poco probable que David esté infiriendo algo malo con respecto a su madre o a
su padre (Salmos 86; 16). Su declaración podría constituir una hipérbole poética
y osada. Lo más probable es que David está diciendo que fue traído a un mundo
pecador, es decir, un ambiente de pecado universal, a una especie de personas
que pecan todas y que pronto aprendió a practicarlo. David está haciendo una
aseveración emotiva acerca de cuán pecador había sido. «Es inadmisible basar
alguna doctrina acerca de la naturaleza del hombre en este conmovedor trozo de
poesía».

Si en el versículo 5 se enseñara el pecado original o la depravación total


hereditaria, entonces no encajaría en el contexto de todo el pasaje. En el
Salmo 51, David está confesando su culpa.
Es culpable. Su pecado no fue una anomalía. Su error no fue sencillamente un
momento de debilidad o un desliz. No había circunstancias atenuantes a las cuales
pudiera recurrir. Fue premeditado y deseado por él. No fue que sencillamente
cometió un error. Todo su ser participó en la codicia y en el homicidio, y todo su ser
necesitaba purificación.

Insertar la doctrina del pecado original aquí haría a David culpable de eludir
responsabilidades. Si fuera totalmente depravado desde el momento de su
nacimiento y estuviera predestinado a pecar, parte de la culpa sería quitada de
David. En cambio, David usa los pronombres «yo», «mi» y «me», más de treinta
veces en el Salmo 51 (NASB; RSV). Su confesión es personal y específica. Su
pecado fue su propia culpa, no una tendencia al mal que hubiera heredado.
RUEGO POR PERDÓN DE PECADO

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no
quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.

Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación (vers. 1–2, 7–12, 14).

Después de confesar su pecado, David ruega a Dios que tenga misericordia de él


y que le perdone sumal proceder. Amontonó metáfora sobre metáfora en una
ferviente imploración a Dios.

Le pide a Este más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y SE que sea
misericordioso, que borre su pecado, que lo lave completamente y que lo purifique
con hisopo, posiblemente de lo forma como un leproso debía ser purificado. Le
pide a Dios que lo lave hasta quedar blanco como la nieve y que repare los «… los
huesos que [Él ha] abatido». Una vez más le pide a Dios que borre sus iniquidades.
La condición de David requiere de tanta misericordia que necesita un nuevo
comienzo, es decir, necesita que se le cree un corazón limpio dentro de él. Le
suplica a Dios que no quite Su Santo Espíritu como lo quitó del rey Saúl
(1 Sam. 13.14; 15.23; 16:14; 18.12; 28.15).Le pide a Dios que lo restaure y lo
libere.

PERDÓN DE PECADOS

Hazme oír gozo y alegría…

Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de
homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, y
publicará mi boca tu alabanza (vers. 8a, 13–15).

En vista de que David fue sincero en su arrepentimiento, y debido a que confesó


sus pecados a Dios y rogó por perdón, Dios lo perdonó. David sintió el gozo de
la salvación y dio a conocer la bondad de Dios a los demás. Como escribió en
otra parte, diciendo: «Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada, y cubierto su pe- cado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no
culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño» (32; 1–2).
LO QUE DIOS ESPERA DEL PECADOR
«Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que
desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. Entonces él se levantó y fue. Y sucedió
que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre
todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y
leyendo al profeta Isaías. Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo
Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo
podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. El pasaje
de la Escritura que leía era este:

Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así
no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la
contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te
ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces
Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de
Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué
impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y
respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y
descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua, el
Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.
Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades,
hasta que llegó a Cesarea» (Hechos 8.26–40).

En el gran relato de conversión de (Hech 8.26 – 40), una verdad se destaca


claramente, y es esta: La disposición de una persona es extremadamente
importante.
Un entendimiento de la voluntad de Dios es un requisito para estar bien a los ojos
de Dios. Uno no puede hacer la voluntad de Dios sino hasta que la comprenda

UNA DISPOSICIÓN A ADORAR (8.27)


El eunuco tenía una disposición a adorar. La Biblia dice en el versículo 27 que
éste había ido a Jerusalén a adorar. Había viajado la distancia comprendida entre
Etiopía y Jerusalén únicamente para adorar. ¿Por qué pasó por todas las
dificultades de viajar hasta Jerusalén a adorar? Si un hombre deseaba adorar a
Dios, ¿acaso no podía simple- mente adorar donde estaba? No, este hombre veía
a Dios como el Dios de los judíos. En su deseo de acercarse al Dios único,
reconocía los principios que el judaísmo requería. El judaísmo le pedía a los
prosélitos hacer una peregrinación a Jerusalén.

La mente de este hombre estaba dispuesta a adorar a Dios. Dijo: «Si voy a adorar
a Dios, lo tengo que hacer de la forma como Dios desea. No tengo libertad de
elección en el asunto. Tengo que adorar a Dios de la manera como Este ha
prescrito». Este hombre dice: «Nada va a interponerse entre la adoración y yo,
esto es, ni la distancia, ni las relaciones, ni las circunstancias. Nada me va a
impedir adorar a Dios». Cuando nos damos cuenta de que alguien tiene una
disposición a adorar, hemos encontrado un terreno fértil para plantar la semilla
del reino. Me he dado cuenta de que es difícil de enseñar o convertir a una persona
que no tiene el deseo de venir al servicio de adoración.

UNA DISPOSICIÓN A ESTUDIAR (8.28)


Tenía una disposición a estudiar. Mientras viaja por el camino de regreso, va
contemplando las Escrituras. No va diciendo: «Hice todo el recorrido hasta
Jerusalén para adorar. Me preocupan todos los asuntos que están sucediendo en
Etiopía. Me pregunto cómo ha estado funcionando la tesorería. Me pregunto cómo
andará el país. Me pregunto cómo se las está arreglando Candace». El
pensamiento de este hombre estaba centrado en asuntos espirituales. Deseaba
saber más acerca de Dios. Cuando tenía la oportunidad y el tiempo, estudiaba la
Palabra de Dios. Cuando enseño a un hombre que está interesado en aprender
personalmente más de la Palabra de Dios, lo convierto pronto No estaba
desanimado a seguir estudiando sencillamente porque no entendiera todo en las
Escrituras. Podría haber dicho: «Esto no me queda muy claro», y haber dejado
caer el manuscrito al piso y olvidarlo. Se daba cuenta de que hay potencial en la
Palabra de Dios para hacer de él una mejor persona. Incluso, una lectura hecha
al azar de pasajes de la Biblia, hace de usted una mejor persona. Puede que lea
un capítulo y no tenga mucho provecho de él, sin embargo, será una mejor persona
por simplemente haberlo leído.

Una mujer había resuelto estar en el edificio de la iglesia para cuando las puertas
se abrieran. Un amigo se le acercó un día en el patio de ella y le dijo: «¿Por qué
insiste tanto en ir a la iglesia? De todas formas, ¿qué dijo el predicador el
domingo?». Pensó por un momento y dijo: «No… No puedo recordar lo que el
predicador dijo el domingo». El hombre respondió: «¿Ve?, de nada le sirve. Ni
siquiera recuerda de qué trató el sermón». Ella le entregó un pequeño canasto de
mimbre que tenía cerca de ella y dijo: «Lleva esto y llénalo de agua por completo».
El hombre vaciló, pero fue y abrió la válvula colocando el canasto debajo de ella.
Por supuesto, el agua corría a través del canasto. Final- mente, cerró la válvula y
dijo: «Esto es ridículo, no puedo llenar el canasto de agua». Ella dijo: «Lo sé, pero
véalo. ¡Vea cuánto más limpio está ahora!».

UNA DISPOSICIÓN A PREGUNTAR


(8.30–34) El eunuco también tenía una disposición a preguntar. No estaba
satisfecho con aceptar cualquier cosa que oyera o leyera. Deseaba saber más,
es decir, «¿Cuál es la verdad?». Muchos se sientan en un culto de adoración y
permiten que alguien más les diga qué creer. Tienen su religión, pero no es
propia. Jamás preguntan. Quiero que se nos conozca como a un grupo de personas
que están tratando de abrirse camino en el estudio de las Escrituras y buscando
la respuesta a «¿Cuál es la verdad?».

UNA DISPOSICIÓN A RECIBIR (8.35)


Tenía una disposición a recibir. ¿Qué se puede hacer con una mente cerrada? Uno
no se puede acercar a una persona que tenga una mente cerrada. No se puede
hacer nada con esa persona. Un pequeño rótulo que representa a mucha gente
dice así: «Ya he sacado mis propias conclusiones. No me confunda con la verdad».
Lo anterior describe a muchas personas religiosas. He hablado con personas que
asientan con sus cabezas a lo largo de un estudio sobre el cristianismo
neotestamentario. Sin embargo, cuando se les preguntó si pensaban hacer algo al
respecto, decían: «He heredado mi religión Es parte de mis antecedentes. Por lo
tanto, no haré nada para cambiarla».

UNA DISPOSICIÓN A OBEDECER (8.36–38)


Tenía una disposición a obedecer. Cuando preguntó: «¿Qué impide que yo sea
bautizado?». Felipe dijo: «Si crees […] bien puedes». El hombre no dijo: «Creo en
Jesús, y tal vez algún día trataré de obedecerle. Me gusta el mensaje, Felipe. Me
gusta lo que dice, pero será otro día». Este hombre tenía una disposición a
obedecer lo que Dios le mandó. Sin tal disposición, ¿cómo puede una persona ir
al cielo?

Cuando Saúl desobedeció el mandamiento del Señor con respecto a la


destrucción de los amalecitas, el profeta vino a él. Saúl intentó excusarse
diciendo: «Traje de vuelta a Agag y a estas bestias para la gloria de Dios». El
profeta dijo: «Obedecer es mejor que sacrificar». Nadab y Abiú probable- mente
pudieron haber dado toda clase de excusas de por qué habían puesto fuego
extraño en sus incensarios. Sin embargo, Dios había dicho: «No lo hagas». Como
resultado, perdieron sus vidas (Levítico 10). En (Heb. 5.8 – 9), el autor dice que
aun Jesús aprendió la obediencia por medio de lo que sufrió. Uno no puede ir al

cielo sin obedecer los mandamientos de Jesucristo. En (1 Jn 5.1 – 3), Juan dice
que el amor a Dios se manifiesta por medio de obedecer Sus mandamientos. En
Lucas 6.46, Jesús preguntó: «¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo
que yo digo?». En (Mat. 7; 21), Jesús dijo: «No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está
en los cielos». Uno no puede leer la Biblia y alejarse diciendo: «Puedo
relacionarme con Dios y estar bien ante Sus ojos sin obedecer lo que Él ha
mandado». El eunuco tenía una disposición a obedecer. Dijo: «Aquí hay agua,
detengan el carruaje». Él y Felipe bajaron al agua y Felipe lo bautizó.

UNA DISPOSICIÓN A REGOCIJARSE (8.39)


Este hombre tenía una disposición a regocijarse.
¿Acaso no debía haberse regocijado? Se había estado esforzando por ello,
deseando saber, más que cualquier otra cosa, que estaba bien con Dios.
En una ocasión, recibí una llamada telefónica de una señora que dijo: «Escuché su
programa radial hoy. Usted estaba predicando y leyendo algunas Escrituras
acerca del bautismo. Si lo que leyó de la Biblia y dijo es verdad, necesito hablarle».
Después de algunos estudios adicionales, ella dijo: «Eso es lo que he leído en la
Biblia toda mi vida, pero nunca
LA CRUZ LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA DEL PECAD O

«En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el
cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el
cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los
muertos. Y a vosotros, estando muer- tos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os
dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que
había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y
despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos
en la cruz.

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días
de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. Nadie os
prive de vuestro premio, afectando humildadycultoa los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha
visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de
quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el
crecimiento que da Dios» (Colosenses 2.11–19).

Cristo es el todo y lo es en todo. Por medio de la cruz llegó a ser la solución a


nuestras necesidades. La cruz es el evento central de toda la historia de la
humanidad. En (Col. 2; 11–19), la cruz es el fundamento de todo lo que se dice.
En la cruz tenemos el perdón de nuestros pecados. En la cruz, la ley
antiguotestamentaria se volvió innecesaria. Es en la cruz que podemos poner
nuestra confianza total.

¿Quién es este Jesús? Él es la plenitud de Dios en forma corporal (2.9). Es aquel


en quien estamos completos (2.10).
La Biblia a menudo habla de forma general, es decir, a toda la humanidad.
Cuando así habla, tendemos a perdernos en lo que se dice. Aplicamos fácilmente
el mensaje a otro. Sin embargo, la Biblia también habla de forma personal. En el
texto de esta lección, después de aseverar los atributos generales de Jesús, Pablo
habla a los colosenses personalmente.

En estos versículos se presentan tres grandes ideas; una explicación de la


circuncisión que es en Cristo, el haber sido quitada el acta de los decretos que
había contra nosotros y una seria advertencia acerca de permitir que otros nos
descalifiquen.

UNA ILUSTRACIÓN (2; 11–13)


En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al
echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo
(2.11).
La circuncisión en el Antiguo Testamento se aplicaba solo a los varones. Consistía
en cortar el prepucio del órgano sexual, y llegó a ser señal de que eran el pueblo
escogido de Dios. En este texto, se hace uso figurado del concepto de la
circuncisión. Es figura de la separación del cuerpo de los pecados de la carne. No
es hecha por hombres; es una circuncisión «no hecha a mano». Es hecha por
Cristo, por medio de la cruz.

Aunque el bautismo no corresponde total- mente a la circuncisión, puede hacerse


una comparación. Pablo insinuó que una acción, figura de la circuncisión, tiene
lugar en el bautismo, a saber:
«… sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con
él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muer- tos» (2;12). El
bautismo es el momento cuando el poder de Dios se realiza. Somos resucitados
con Él. Somos resucitados por la fe en la obra de Dios, no por la fe en la fuerza
del que realiza el bautismo.

¡Mi salvación no depende de ningún hombre! ¡Depende del Señor! Algo sucede en
el bautismo, algo hecho por Dios, algo llevado a cabo solamente por fe. Si Dios
puede resucitar a Jesús de los muertos, Él puede revivirme a mí. A pesar de que
una vez estuve muerto en pecados, Dios puede traerme

La vida de nuevo. Es una muerte la que ocurre, por lo tanto, una sepultura. Una
resurrección también tiene lugar. En el bautismo, un cuerpo muerto, esto, es, muerto
por causa del pecado, es revivido con Cristo por Dios.
La circuncisión ha sido usada de modo figurado anteriormente en las Escrituras.

Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no


endurezcáis más vuestra cerviz (Deuteronomio 10.16).

Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de


tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo
tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas
(Deuteronomio 30.6).

… porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la


casa de Israel es incircuncisa de corazón (Jeremías 9.26b).

Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la


circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino
que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la
del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no
viene de los hombres, sino de Dios (Romanos 2; 28–29).
La acción de hacer morir al viejo hombre pecador, sepultándolo en el bautismo con
fe en Dios que resucita a la persona a vida nueva, es ilustrada con la circuncisión
antiguotestamentaria.

UNA AFIRMACIÓN (2.14–17)


…. anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos
era contraria, quitán- dola de en medio y clavándola en la cruz, y
despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz (2.14–15).

Observe algunos de los términos usados en este pasaje, donde dice: «anulando»;
«quitándola de en medio»; «clavándola en la cruz». Obviamente, algo fue quitado
y dejó de ser vinculante. La pregunta es «¿Qué fue?». Fue «… el acta de los
decretos que había contra nosotros…». Esta consistía en todo lo que se nos
opusiera a ser y a vivir justificados delante de Dios.

Jesús, por medio de la cruz, venció a «… los principados y a las potestades, los
exhibió pública- mente, triunfando sobre ellos en la cruz». Creyeron que habían
ganado. ¡Ni se daban cuenta! ¡Qué grande fue la victoria de Jesús!
Pablo dijo: «Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días
de fiesta, luna nueva o días de reposo» (2; 16). Ya usted está bajo restricción en
cuanto a lo que come o bebe. Las regulaciones antiguotestamentarias eran
estrictas con respecto a esas cosas. Ya no estamos bajo especificaciones o
restricciones con respecto a días festivos. No permita que nadie lo juzgue con
respecto a estas restricciones antiguotestamentarias. Aun el día de reposo debería
dejar de ser un tema de disensión. Era parte de la ley antiguotestamentaria. Nunca
fue impuesto sobre ningún pueblo excepto el judío. Solo había de durar cierto
período de tiempo (Gál. 3.19).

Las comidas y bebidas, los días festivos, las lunas nuevas, los días de reposo, son
solo sombra del cristianismo.

… todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el


cuerpo es de Cristo (2.17).

…los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas


celestiales… (Heb 8.5).

Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros,


no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los
mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año,
hacer perfectos a los que se acercan (Heb 10.1).
El Antiguo Testamento, en su totalidad, fue dado únicamente a un pueblo
específico, los judíos, y únicamente por un tiempo específico, así dice: «…
hasta que viniese la simiente…» (Gálatas 3.19). ¡Y la simiente era Cristo!
(Gálatas 3.16).
¡No permita que otros lo pongan bajo la ley antiguotestamentaria! Era solo
una sombra de lo real, Jesucristo. Jesús recalcó que todo sería quitado de
en medio, diciendo:

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido


para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen
el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se
haya cumplido (Mateo 5.17–18).

Si nada podía «pasar» hasta que «todo se [hubiera] cumplido», y si de


conformidad con Pablo, «estamos libres de la ley» (Romanos 7.6), entonces
ya no estamos bajo la ley.
E L J U IC I O Q U E H A C E E L S E Ñ O R
S OB R E E L P E C A D O

El juicio de Dios se puede apreciar claramente en los cuatro párrafos que


conforman la sección que estudiamos en esta lección. Cada uno termina con
un estribillo que se repite una y otra vez, a saber: «Ni con todo esto ha
cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida».

La Arrogancia De Efraín (Israel) (9.8–12)


El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel. 9Y la sabrá todo
el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia
y con altivez de corazón dicen: 10Los ladrillos cayeron, pero
edificaremos de cantería; cortaron los cabrahigos, pero en su
lugar pondremos cedros. 11Pero Jehová levantará los enemigos
de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos; 12del oriente los
sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a
Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su
mano está extendida.

Esta sección comienza diciendo: «El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel»
(vers.8). Esto podría traducirse como sigue: «El Señor ha enviado palabra contra
Jacob y ha caído sobre [o contra] Israel». En el lenguaje original, «palabra» ocupa
una posición de énfasis. Significa «evento o suceso». Algo estaba por suceder en
Israel.

Al reino norteño se le dan tres nombres en los (versículos 8 y 9). Tales nombres
son «Jacob», «Israel» y «Efraín»; y también se usa la frase «los moradores de
Samaria».

El orgullo y la arrogancia de corazón eran las fuentes primordiales del pecado de


Israel. No habían aprendido la lección que dice: «Antes del quebrantamiento es la
soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu» (Prov. 16.18). Al exaltar su propia
sabiduría y al rehusar seguir la sabiduría de Dios, el pueblo de Israel estaba
haciendo que le sobreviniera la destrucción segura.

La arrogancia de ellos se hace evidente en el (versículo 10). Se jactaban de que,


sin importar la calamidad, reconstruirían aun con mejores materiales.
Debido a su orgullo pecaminoso, «Jehová» vendría en juicio contra ellos
(vers. 11). Sus enemigos los rodearían por el oriente y por el occidente. El
remanente de Siria, que habían sido sus aliados de confianza, se convertirían
también en sus enemigos. Aun después de que todo esto sucedió, el furor de
Dios no se apartó y la mano de Este siguió extendida contra ellos.

A uno le parece que Israel podría haber aprendido la lección y que se volvería
arrepentida a Dios. Sin embargo, no fue así. No obstante, Dios prometía que de «la
presencia del Señor» vendría «tiempos de refrigerio» a los que se arrepintieran
(Hech. 3.19).

ISRAEL ES CORTADO (9.13–17)


13
Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de
los ejércitos. 14Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un
mismo día. 15El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta
que enseña mentira, es la cola. 16Porque los gobernadores de este pueblo
son engañadores, y sus gobernados se pierden. 17Por tanto, el Señor no
tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas
tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca
habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía
su mano está extendida

Ambas frases, «el pueblo» y «Jehová de los ejércitos» (vers. 13), se encuentran
en posición de énfasis en hebreo, esto es, están colocadas antes de los verbos,
para hacer que se les preste atención especial.

«La cabeza» y «la cola» (vers. 14–15), esto es, el anciano y el profeta, habían de
ser cortados en un solo día. Puede que lo anterior se refiera a la destrucción de
Samaria que sucedió en 722 a. C. También podría ser una referencia al caos que
paralizó a Israel después de la muerte de Jeroboam II en 746 a. C. El pueblo no
tuvo dirigentes capaces después de la muerte de este. Fueron seis reyes los que
reinaron después de él; y de ellos, cinco tomaron el trono al asesinar a su
predecesor.

El carácter de una nación (o de una iglesia) rara vez es superior al de los dirigentes
de ella. Al enseñar la mentira (vers. 16), los dirigentes causaban confusión entre la
gente ordinaria.
Como resultado de lo anterior, los moradores de la tierra se volvieron impíos. Toda
boca hablaba «despropósitos» (vers.17). Hablar despropósitos significa usar
lenguaje irreverente y hablar vergonzosamente. Por causa de este pecado, la mano
de Dios se mantuvo «extendida» en juicio contra Israel.

EL FUEGO DEVORADOR (9.18–21)


18
Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos
devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán
alzados como re- molinos de humo. 19Por la ira de Jehová de los
ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del
fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. 20Cada uno
hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la
izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo;
21
Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni
con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está
extendida

La «maldad» (vers. 18) es comparada con un fuego devastador que consume todo
a su paso. Los que han experimentado severos daños a la propiedad, y se han
visto en peligro inminente de perder la vida por causa de devastadores incendios
forestales, pueden apreciar el severo carácter de esta analogía. El profeta dijo: «Por
la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto
del fuego» (vers. 19). El término «ira» es una palabra enérgica. En este pasaje
describe la actitud de Dios para con la maldad. La consecuencia horrible del pecado
es la destrucción que produce en las personas. Estos versículos describen con
vívidos detalles la falta de compasión entre los iguales israelitas. «El hombre no
tendrá piedad de su hermano», se lamentó el profeta. El pecado tiene el poder de
destruir las relaciones humanas, incluso, las más estrechas. El pueblo de Dios es
presentado como el que devora lo que había en «la mano derecha» y en
«la izquierda», y que, aún no «se saciará» (vers.20).

Era como si estuvieran practicando el canibalismo contra sus propios


compatriotas, pues dice: «Cada cual comerá la carne de su brazo; Manasés a
Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá» (vers. 20 a, 21). Pablo advirtió a
los cristianos diciendo: «Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que
también no os consumáis unos a otros» (Gálatas 5.15). Las consecuencias de sus
acciones no habían llevado a los israelitas al arrepentimiento, por lo tanto la mano
de Dios seguía extendida en juicio contra ellos.
El Azote De La Injusticia Social (10.1–4)
Estos versículos se relacionan de forma lógica con el (capítulo 9); pues con ellos
llega a su fin el tema del juicio de Dios contra la nación, el cual comenzó en 9.8. En
este pasaje, la acusación de pecado fue presentada contra los que ocupaban
posiciones de autoridad. Estos estaban dictando leyes que privaban al pueblo de
un trato justo, antes que promocionar la justicia.

1¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, 2para


apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los
afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los
huérfanos! 3¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os
acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el
asolamiento?
¿En dónde dejaréis vuestra gloria? 4Sin mí se inclinarán entre los
presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su
furor, sino que todavía su mano está extendida (vers. os 1-4).

Ambos grupos, los legisladores («… los que dictan leyes injustas»; vers. 1a) y los
administra- dores (los que «prescriben tiranía»; vers. 1b) fueron denunciados por
Dios. Ellos estaban usando sus posiciones de autoridad para provecho personal
a expensas de quienes no podían hacer nada al respecto.

En el (versículo 2), se mencionan cuatro categorías de personas que estaban


siendo privadas de justicia social, a saber: «los pobres», «los afligidos», «las
viudas» y «los huérfanos». No hay duda de que las viudas y los huérfanos también
están incluidos en los términos «los pobres» y «los afligidos». Amós acusó del
mismo pecado al reino norteño de Israel, a saber: privar de justicia al pobre y al
necesitado (Amós 2.6–8; 4.1; 5:11; 8.6).

El profeta hizo tres preguntas ineludibles en relación con la aparición del Señor al
pueblo por causa de los pecados de ellos (vers. 3). No es posible escapar cuando el
día del castigo de Dios viene sobre los hacedores de maldad. La palabra hebrea
que se traduce por «castigo» (h∂;düqVÚp, pe quddah) puede traducirse también por
«aparición». Esta palabra lleva intrínseca la idea de «intervención de un poder
superior (normalmente, Dios o un rey) con el fin de efectuar un gran cambio en la
situación de un subordinado».5 Israel necesitaba darse cuenta de que no tenía a
dónde huir, y que sus riquezas no servían para comprarles alivio.
Cuando llegara el castigo de Dios, el pueblo de Israel estaría indefenso. El profeta
dijo que «se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán» (vers.4). Aun
así, «la mano» de Dios seguía
«extendida» en juicio.

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