ADORACIÓN

El término proskuneo se compone de pros, que significa “hacia”, y kuneo, que significa “besar”; es
decir, besar a (hacia) alguien en señal de profunda reverencia.

Abanicar o agazaparse a, es decir (literalmente o figuradamente) postrarse en homenaje (hacer

reverencia a, adorar). Postrarse, reverencia, suplicar.

Proskunetés: adorador.

Entre los orientales, especialmente los persas, esta palabra designaba la costumbre de postrarse
ante una persona y besar sus pies, el borde del vestido o el suelo.

Es el reconocimiento directo de la grandeza de Dios expresado en alabanza y exaltación, pública o

privada, que se le ofrenda en razón de Su naturaleza divina, Sus atributos y Sus obras; y por todo
lo que Él significa para sus adoradores. Es la plena aceptación de Sus propósitos y demandas, un
profundo compromiso de obediencia manifestado en un servicio exclusivo, como indica Jesús:
“escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10).

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Adoración fue definida de acuerdo al entendimiento que se tuvo en cada generación. Se llegó a
asociar la adoración con la música y canciones.

Adoración es una naturaleza, una sustancia, una vida que se expresa en obediencia plena, con
entendimiento. Adoración y servicio están íntimamente ligados.

Juan 4

El Padre busca adoradores, no adoración. Adoración es una sustancia que portan los adoradores.
¿Qué nos haces adoradores? Dios no busca acciones, sino hijos que porten Su naturaleza. “Somos
la alabanza de Su gloria”.

La adoración está conectada con el entendimiento de Su paternidad. El placer de Dios está en la

realidad del Hijo que portamos. Adoración no es algo que hacemos, sino la expresión de Su Vida,
por medio de nosotros.

Las acciones de adoración son desde la plenitud de ese entendimiento. No es para preparar una
atmósfera, no es desde nuestra forma. Hemos tenido más adoración a nuestras formas de adorar,
no siendo una expresión de la realidad que somos.

“Somos olor fragante”.

Efesios 5:2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros,
ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Filipenses 4:18 Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de
Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.

Una verdadera adoración produce como consecuencia la entrega de más de nuestra humanidad,
el morir más nosotros y Cristo siendo incrementado en toda nuestra vida.

“Los verdaderos adoradores” evidencia que hay falsos adoradores. Antes de Cristo no hubo
verdadera adoración. Sólo la verdadera adoración define a los verdaderos adoradores. Solamente
en espíritu y verdad puede expresarse una verdadera adoración. No hay verdadera adoración sin
Cristo.

El fruto del Hijo es la verdadera adoración que el Padre recibe. Dios no recibe lo que nuestras
intenciones producen. Solamente es agradable Su propio olor fragante. Lo que el hombre ofrece
jamás cumple las expectativas del Padre.

¿Recibe Dios las canciones y las expresiones físicas de adoración? Depende de la fuente desde
donde fluyen. Las canciones no quedan anuladas, no son un desperdicio cuando son la expresión
de la Vida del Hijo.

Efesios 5:19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones.

Colosenses 3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y

exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espirituales.

La adoración es una expresión de una Vida corporativa. Permanecemos en Cristo, permanecemos

en el Cuerpo.