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Reseña del libro El bachillerato mexicano: un sistema académicamente

precario. Causas y consecuencias de Juan Fidel Zorrilla Alcalá


UNAM/ MADEMS / HISTORIA, SOCIEDAD Y EDUCACIÓN
Gabriela Arriaga Calzada

CAPÍTULO V: L A ORGANIZACIÓN DEL SISTEMA DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR

El sistema de educación media superior y sus instituciones


La conducción del sistema EMS revela un patrón que se caracteriza por la prioridad otorgada al
control político vertical “desde arriba” en el ejercicio de las funciones a gran escala que le
competen a la SEP.
La Ley General de Educación establece que la formación media superior es uno de los
tres tipos de la educación junto con el tipo básico y el superior. La EMS está a su vez
compuesta por tres niveles: educación profesional técnica, bachillerato y bachillerato
bivalente. De esta manera, se pretende cumplir con el artículo 37 de dicha ley: la educación
que brinda el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano
y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en
la independencia y en la justicia.
La filosofía del tercer artículo de nuestra Constitución Política indica que el carácter de
nuestra educación debe ser democrático, nacional y debe contribuir a la mejor convivencia
humana, ayudando al educando a robustecer el aprecio por la dignidad de la persona y la
integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad y a sustentar los
ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de
razas, religión, grupos, sexos e individuos.
Este principio rige todos los niveles educativos, incluyendo la EMS. Todos estos
principios requieren de un trato detallado que haga posible su aplicación sistemática. Cabe
mencionar que si bien la EMS es percibida como un tipo educativo estratégico para el gobierno
federal, existe poca precisión sobre su papel en la formación de los jóvenes de edad de
atenderla.

Las funciones de financiamiento y de normativa para la educación media superior mexicana


La función capital de la SEP en el financiamiento de casi la totalidad de la educación pública
nacional de los tipos medio y superior dota al gobierno federal de un instrumento de
conducción para la educación nacional de primera magnitud.
En el medio de la normativa de la educación nacional las atribuciones del gobierno
federal están definidas con mucha amplitud, desde el mismo texto constitucional del artículo
Tercero, en lo que toca a la exclusividad en el control del contenido de planes y programas de
estudio para la educación básica y normal.
En el ámbito de la educación media superior y superior las atribuciones en materia
normativa sobre la definición de un plan de estudios, su reforma o adecuación, las formas de
contratación y promoción del personal académico y la organización y acreditación de estudios
por parte de los estudiantes son de atribución tanto de los tres niveles de gobierno como de
las instituciones públicas autónomas descentralizadas y desconcentradas, tanto federales
como estatales.

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Es por esa razón que existen a lo largo de la República Mexicana gran cantidad de
currículos públicos válidos. Cada uno de ellos cuenta con escuelas particulares que están
incorporados a esos planes y programas de estudio de los propios organismos facultados.
Se puede advertir que en materia normativa para los tipos medio superior y superior,
las atribuciones de la SEP son sólo parte de un sistema, entendido éste como un conjunto de
instituciones claramente diferenciadas, en el que cada una de ellas tiene una facultad jurídica
análoga a la SEP. En este sentido, es posible afirmar que la SEP en materia normativa para los
tipos medio superior y superior tiene un dominio concurrente que sólo destaca por a escala
nacional sobre la que se ejerce, pero no es en esencia diferente del de otros niveles de
gobierno, sobre todo del estatal y del de las instituciones públicas autónomas,
descentralizadas o desconcentradas.

CAPÍTULO VII: EL SIGNIFICADO DE LA DESIGUALDAD EDUCATIVA

Panorama de los estudios sobre estratificación en la educación posobligatoria en México

Ante la ausencia de datos sistemáticos nacionales sobre las trayectorias de los alumnos y su
origen social, cabe destacar una gama de investigaciones educativas de corte académico que
identificó una serie de problemas en el funcionamiento de la educación, lo que permitió, entre
1970 y 1995, plantear diversas perspectivas sobre la relación entre estratificación social y logro
educativo. En todos los casos se partió del reconocimiento del aumento en la oportunidades
educativas a partir de 1950; sin embargo, también se podía apreciar que los beneficios
distaban mucho de ser equitativos.
De acuerdo con Adolfo Mir y Muñoz Izquierdo, la gran disparidad en el rendimiento
académico reflejado por la población escolar debía atribuirse a la tendencia que muestra el
sistema por sólo educar a los más aptos. Esto maximiza el aprendizaje de las élites, las cuales
harían trabajar posteriormente las ramas dominantes del sistema económico. Desde esta
perspectiva, esos aprendizajes desiguales son determinados social y económicamente, lo que
indica que la forma en que se expandió la matrícula no favoreció la igualdad social.
De esta manera, la desigualdad se apunta como el tema de mayor relevancia para
educación; sin embargo, estos enfoques se fían en los sentidos buscados por sistema educativo
y por el estadio de desarrollo de la economía, y al hacerlo suponían que las escuelas contaban
con una eficacia considerable en el manejo de los contenidos y los aprendizajes logrados, lo
cual debe ser cuestionado y examinado. Asimismo, se le brinda a la escuela una funcionalidad
respecto de la economía a priori, que no ha sido demostrada, al tiempo que existen graves
dudas sobre ello, cuando se ha señalado que las relaciones son débiles, incluyendo, en el
sector tecnológico.
Cabe destacar que el proceso de masificación fue posterior a 1950 y llevó a las
instituciones públicas a que se perdiera la capacidad de asegurar la diferenciación social y los
privilegios de que previamente gozaba la elite en ellas. De ahí que ésta se haya dirigido de
manera creciente hacia las opciones privadas.

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En los años ochenta, los estudiosos sobre la desigualdad en la educación posobligatoria


encontraron un importante impulso en una vertiente de investigación educativa que habría de
tener un peso determinante en las propuestas que finalmente convergieron en el Proyecto de
Formación Pertinente. Los estudiosos se enfocaron en dos núcleos de trabajo: Colegio de
Ciencias y Humanidades (CCH) y el CESU. En el primero se impulsaron dos líneas de
investigación, una tuvo a los profesores como objeto de estudio y la otra a los alumnos. Ambas
buscaron evidenciar la distancia entre los resultados educativos obtenidos por la UNAM y los
propósitos planteados para el CCH como germen de la nueva universidad por construir. En el
perfil de la primera muestra se ve que la gran mayoría de los estudiantes provenía de los
estratos medios, a pesar de que se constatara que existía un conjunto minoritario de alumnos
que tenía que trabajar para contribuir a solventar su manutención. Asimismo, se observó que
la gran mayoría de los padres contaban con una exigua escolaridad. Con relación a la
importancia dada por los alumnos y sus familias a las opciones de la EMS, dos terceras partes
sólo ubicaron a la ENP como opción, sin distinguirla del CCH, de tal manera que desconocían la
existencia de salidas laterales, normales y estudios profesionales medios.

El decremento en la eficiencia terminal en los años setenta


Josefina Granja en su estudio apunta a un dato sorprendente: entre 1960 y 1978 se produce
un crecimiento explosivo de la oferta educativa en la enseñanza superior, pero a partir de 1970
comienza una baja generalizada en los porcentajes de egresados de la universidad pública.
Granja detecta mayores oportunidades de ingreso, sin que aumenten en igual proporción las
de egreso. Estos resultados ponen en duda la validez de la democratización de la educación de
la educación superior mexicana.
Existen indicadores, como los examinados sobre eficiencia terminal desde 1980, que
apuntan que las instituciones no han desarrollado mecanismos eficaces para lograr
modificaciones y aumentos en la eficiencia terminal.
En un estudio presentado por Milena Covo se observó que, no obstante la
considerable reducción en el tamaño de las generaciones que egresan, se siguen manteniendo
miembros de diferentes procedencias. En oposición, se puede notar que a pesar de la
disminución de miembros de un estrato inferior y el aumento de los que pertenecen a los
estratos superiores, la disminución de miembros de un estrato inferior y el aumento de los que
pertenecen a los estratos superiores, la disminución sea tan grande para los estudiantes de
todas las procedencias. Covo concluye que la educación no permite más que una movilidad
social relativa que se da dentro de la tendencia general del proceso de crecimiento y
expansión escolar, pero siempre dentro de marcos delineados a partir de la función
básicamente reproductora de la escuela.
A partir de estos trabajos, se perfila que aun sin contar con estadísticas nacionales los
estudios de corte académico permitieron plantear un panorama muy preocupante respecto de
la manera cómo funcionaba el sistema educativo. La identificación del ascendiente de la
estratificación en la selección educativa cuestionaba las visiones oficiales, generalmente
complacientes, que se esforzaban por resaltar que en México se estaba procediendo a dar
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satisfacción paulatina a las demandas sociales de educación posobligatoria. Tal vez la mayor
lección que puede derivarse de estos esfuerzo pioneros radica en el reconocimiento de dos
certezas: la primera es que a pesar de la ausencia sobre el origen social de los alumnos y la
eficiencia terminal por tipo educativo, los estudios académicos emprendidos logran revelar la
presencia de datos y tendencias inquietantes que cuestionan de diversa forma el discurso
oficial en un contexto de autoritarismo político y escasez de información moderna. La segunda
certeza es que s bien el conocimiento proviene de las investigaciones académicas puede abrir
perspectivas críticas y fundamentar cuestionamientos serios sobre el funcionamiento de las
instituciones públicas, es indispensable contar con sistemas nacionales de información que
permitan su seguimiento y la discusión ciudadana de su conducción y sus resultados.
El tema sigue teniendo vigencia y representa uno de los asuntos que tienen que
aparecer en cualquier agenda educativa actual. Por tal motivo, es necesario preguntarse de
qué manera el funcionamiento de la educación y la desigualdad se encuentran relacionados.

La pobreza y la educación: ¿Quiénes se benefician de la expansión de la matrícula?


De acuerdo con el estudio del Banco Mundial La pobreza en México: una evaluación de las
condiciones, las tendencias y la estrategia de gobierno. Se reitera que la educación es central
para los ingresos, la ciudadanía y la capacidad de llevar una vida satisfactoria.
En el estudio del Banco Mundial sobre la pobreza en México especifica que en las
décadas más recientes México ha logrado avances sustanciales en muchas áreas de bienestar.
Entre ellas cabe destacar la esperanza de vida al nacer, los años de educación de los adultos,
tasas de participación en la escuela secundaria de la población en edad de atenderla e ingreso
per cápita.
En cuanto a la educación el patrón es complejo, ya que los años de escolaridad entre
los adultos, que reflejan los efectos acumulativos de las décadas anteriores de educación
crecieron con rapidez desde un nivel relativamente bajo en los sesenta, se alcanzó el promedio
latinoamericano, y se pusieron más o menos a la par con el promedio de Asia del Este. Sin
embargo, la matrícula de enseñanza secundaria mostró primero un patrón similar de rápidos
incrementos entre los años sesenta y ochenta, significativamente superior al promedio
latinoamericano, pero luego experimentó aumentos absolutos y relativos más lentos en la
década de 1990.
La desigualdad en los logros educativos es, en términos comparativos internacionales,
de una dimensión enorme, ya que en 2000 muestra que los adultos de hogares en el quintil de
ingresos superior tuvieron casi ocho años más de escolaridad que los del quintil inferior.

La visión de la SEP ante un funcionamiento selectivo e inicuo.


La equidad aparece de manera prominente en el PNE (Programa nacional de educación 2001-
2006) y en mucho menor grado en el PDE (Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000).
Ambos fueron elaborados para responder a la obligación legal que tienen las administraciones
del ejecutivo federal de presentar el programa general de gobierno que guiará sus actividades

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sectoriales. En el PDE la política de educación se formuló señalando cuatro valores


fundamentales: equidad, calidad, pertinencia y eficiencia.
A pesar del esfuerzo de todo un siglo, la equidad sigue siendo el mayor reto del
sistema educativo nacional, el promedio de años cursados en la escuela que era de 3.7 para los
hombres y 3.1 para las mujeres (1970) se elevó hasta llegar en el año 2000 a 7.8 y 7.3
respectivamente. Sin embargo, la escolaridad promedio mayor de 15 años registra fuertes
diferencias entre la entidad más escolarizada en el DF con casi 10 años de promedio, frente a
menos de 6 en Oaxaca y Chiapas.
Es sorprendente que este problema, el del llamado “rezago”, sin lugar a dudas el
mayor que tiene la educación en México, se saque literalmente de su contexto propio, que es
la escuela básica, y se ubique como si fuese una inercia ancestral considerándose objeto para
de la educación para adultos. No se repara en la manera como el rezago se genera en la propia
escuela básica, ya que la basta mayoría de quienes engruesan el “rezago” estuvieron en la
escuela y luego la abandonan.
No es cuestión de simplemente aumentar la matrícula, o de abrir escuelas en zonas
donde no las hay, se trata también de corregir problemas en el funcionamiento de la escuela
que lleva a que jóvenes y niños que ya están en ella a abandonarla sin concluir sus estudios
obligatorios.
Esta inferencia es de la mayor de las importancias, ya que se constata que existe una
omisión en la atención que se debe brindar en otro nivel y tipo educativo, más allá de la EMS,
con lo cual se percibe que la anomía no es exclusiva de la EMS, sino que también está presente
en la educación básica. Esta omisión está directamente vinculada con una falta de
lineamientos y regulaciones e incluso en el nivel conceptual sobre las formas de asegurar la
retención de todos los alumnos hasta culminar la educación obligatoria, por lo tanto, no se
trata simplemente de mejorar algo que no es de la calidad deseada o de extender los servicio
educativos a quienes no llegan, es cuestión de identificar las formas que llevan a que el
sistema educativos seleccione negativamente a sus estudiantes.
Una conducción semejante de la educación pública, a llevarse a cabo en ausencia de
normas mínimas propiamente educativas y no solo administrativas o contractuales, mantiene
al país anclado en una concepción de satisfacción de demandas populares agotada, al
corresponder a un régimen autoritario que funcionó en un momento en que la educación
promedio de los adultos era de dos a tres años. Esta conducción también es generadora de
enormes iniquidades sociales. Lo más grave es que esta manera de conducir la educación
pública, además de ser elitista y creadora de mayores desigualdades tampoco cumple con
mínimos de calidad en el desarrollo de conocimientos y habilidades en los alumnos.

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